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Mariano Narodowski: «Si cada clase social va a una escuela diferente, aprendemos entre iguales y no entre distintos»

Argentina / 20 de mayo de 2018 / Autor: José Thomas / Fuente: MDZOL

El profesor del Área de Educación de la Escuela de Gobierno de la UTDT y autor del libro «El Colapso de la Educación» dialogó con José Manuel Thomas en el programa «Uno nunca sabe» en Radio MDZ sobre cómo encarar las problemáticas que atraviesa el sistema educativo en el país.

 

Fuente de la Entrevista:

https://www.mdzol.com/nota/794950-mariano-narodowski-si-cada-clase-social-va-a-una-escuela-diferente-aprendemos-entre-iguales-y-no-entre-distintos/

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“No concibo mi relación con el mundo sin los libros”: Ricardo Foster

Argentina / 6 de mayo de 2018 / Autor: Silvina Friera / Fuente: Página 12

Ricardo Forster habla de Huellas que regresan
“La lectura crea mundos y te proyecta hacia el futuro”, señala el filósofo sobre el que podría considerarse como el más autobiográfico de sus trabajos. La lectura y la escritura actúan aquí como el flujo de un mismo tejido creativo.

“Jamás he podido recuperarme de mi maravillosa infancia”, podría afirmar Ricardo Forster, repitiendo una frase que le dijo Maurice Merleau-Ponty a Jean-Paul Sartre. Si la infancia es una colonia de “palabras asombradas”, la escritura autobiográfica, atravesada por el ímpetu de la pasión, comunica el pasado con el presente, vuelve sobre el asombro del ayer para internarse en nuevos  horizontes. Forster presentará Huellas que regresan. Sobre la naturaleza, la infancia, los viajes y los libros (Akal), con Víctor Hugo  Morales y Darío Sztajnszrajber, hoy a las 20.30 en la sala Alfonsina Storni de la Feria del Libro. Hay un azaroso itinerario por los pasadizos de la memoria del filósofo benjaminiano en esta excepcional biografía intelectual hilvanada por el flujo de un mismo tejido: la escritura que ensaya, que interpreta, que traiciona y una escritura narrativa que “trabaja” aquello que convoca y actualiza lo recordado. Las 478 páginas son una celebración de la lectura –de los autores iniciáticos como Emilio Salgari a Jorge Luis Borges y Claudio Magris– y la amistad con Nicolás Casullo (1944-2008). “Llegué tarde a la obra poética de Juan L.Ortiz, pero desde que me topé con ella se ha ido incorporando de modo definitivo a mi sensibilidad, ha ido dejando un profundo surco que influyó en mi percepción de las cosas y, por qué no, en mi escritura”, confiesa el autor de La muerte del héroe, La anomalía kirchnerista y La travesía del abismo, entre otros títulos.

–¿Huellas que regresan es su libro más autobiográfico?

–Sí, es un libro que empecé tímidamente a borronear hace ya unos cuantos años, una mañana invernal en Córdoba, en San Miguel de los Ríos. Había dos cosas que estaban muy fuertes, mi recurrente relación con la infancia, bajo la forma de una nostalgia festiva. El vínculo con la infancia es el vínculo con lo lúdico, con la fantasía, las amistades, pero también con los libros, una influencia que es imposible escindir. La lectura crea mundos y te proyecta hacia el futuro. Yo siempre he pensado la infancia como una forma de romper con la monotonía de la época, de la actualidad, del instante, de lo fugaz. Odio a aquellos que maltratan a la nostalgia. Para mí hay una diferencia estructural entre la melancolía y la nostalgia.

–¿Cómo sería esa diferencia?

–Salvando la estirpe melancólica que es extraordinaria, que va del romanticismo a los renacentistas y a los griegos, la melancolía es lo más parecido a la depresión, aquel que ha quedado prisionero de algo que no puede ser y que le impide vivir el presente, salir al mundo y adquirir nuevas experiencias. En la nostalgia el recuerdo se introduce y modifica el presente y a su vez el presente vuelve a hacer algo con ese recuerdo. Soy muy benjaminiano en eso: la rememoración, el juego de lo involuntario, la posibilidad de que la nostalgia permita una sensibilidad crítica sobre todo en una época tan dominada por el festejo de lo fugaz, de lo instantáneo, de la última novedad tecnológica. La nostalgia sobre la infancia, sobre un libro leído o sobre una larga caminata conversando con amigos, es una manera de ir a contracorriente.

–Hace un recorrido por sus primeras lecturas, las de formación con Mark Twain, Julio Verne, Arthur Conald Doyle y Horacio Quiroga. ¿Qué importancia tuvieron?

–Yo no concibo mi relación con el mundo sin los libros. Y menos sin los libros de la infancia, que me recuerdan a mi padre o a amigos entrañables con los que jugábamos al fútbol y conversábamos sobre El sabueso de los Baskerville o Las aventuras de Huckleberry Finn como una manera de jugar a ser parte de la literatura. A los once años terminé de leer un libro maravilloso de Julio Verne, Norte contra Sur, la historia de un chico blanco con un esclavo negro en medio de la Guerra de Secesión. Cuando terminé de leer el libro escribí cuadernos y cuadernos, como si fuese una especie de Pierre Menard que escribe lo mismo que ha leído. La literatura es conversar con los espectros. Por eso el primer capítulo del libro es sobre la transmisión.

–Después de interrogar la palabra transmisión, continúa con  un texto sobre “La Biblioteca”, donde pone a la biblioteca como prolongación del campo de batalla de las ideas. ¿Quiso devolverle a estas palabras un origen incómodo?

–Sí, es como romper con la pedagogía. Cuando empecé a escribir el texto sobre la biblioteca, me pregunté qué le pasó a mi biblioteca a lo largo de una vida, una biblioteca que se fue armando en las turbulencias del país y de otros mundos, donde autores amadísimos quedaron despojados de toda sacralidad y fueron colocados en los últimos anaqueles, donde un libro podía reaparecer treinta años después y plantearme otro tipo de interrogación. Algunos libros que me fascinaron ya no los podía literalmente leer. O libros que uno dice: qué lástima que no llegaron cuando tenían que llegar. En los viejos tiempos, uno trabajaba con las fichas, entonces iba escribiendo citas bibliográficas y las ordenaba temáticamente, pero terminaba siendo un caos. Si escribía algo sobre Benjamin, tenía 500 fichas, pero yo no sabía dónde estaban las que necesitaba y empezaba a recorrerlas. Muchas veces una ficha que no pensaba encontrar me hizo ir por otro lado en la escritura. Con la lectura pasa eso; hay una suerte de traición. Uno no sigue a un autor en función de las pistas que le puso para seguirlo de tal modo. Uno va siguiéndolo en función de sus vicisitudes, de sus preguntas, sus incapacidades y muchas veces de la incomprensión, el no entender lo que me está diciendo. Pero de repente en ese no entender uno va viendo otras cosas. Un autor que me causa eso y lo respeto enormemente es (Jacques) Derrida: ¿Qué está queriendo decir? Y de pronto aparece una frase de una luminosidad terrible que te abre un mundo.

–¿Por qué atraviesa el libro la tensión entre fidelidad y traición?

–Cuando pasé de las lecturas de infancia a las de adolescencia, tuve la sensación de abandono y traición a Verne, Twain y Salgari y su reemplazo por Thomas Mann. En el campo de la filosofía me formé en la tradición de Hegel y Marx y la escuela crítica… No sé si la palabra es abandono, pero me fui distanciando y eso se me asemejó a una traición. Después, con los años, uno descubre que aquello que lo tocó en la vida sigue teniendo algo importante para decirnos, para cuestionarnos, para interpelarnos, y volver a leer a Hegel me vuelve a producir un placer que quizá ya no tiene la completud que sentía un joven de 20 años, cuando pensaba que la revolución estaba a la orden del día y leía a Hegel, a Lenin, a Trotski. El mundo académico es muy triturante porque requiere siempre de la clasificación, la taxonomía, el orden, la conceptualización, las hermenéuticas, pero en este libro trato de mostrar que si no está lo gozoso no hay lectura posible. Hay un capítulo que me gusta mucho que es el viaje en tren a José León Suárez, pensando que iba camino a la revolución, pero leyendo al mismo tiempo con una especie de sentimiento de pasión y de culpa La montaña mágica de Mann. Yo le tengo que agradecer la vida a ese libro porque me produjo la añoranza por un mundo decimonónico, y esa literatura es política, es de ideas, es amorosa, es una novela existencial. Todo eso generó la sensación de que la literatura armaba mi vida. Yo soy parte de un tiempo donde todavía un libro podía perturbar la vida interior y también el mundo.

–¿El libro ya no cambia ni el mundo interior ni el exterior? ¿Ha perdido la intensidad de poder transformarlo todo?

–No quiero ser tan pesimista. El libro de papel resiste y eso es impresionante. Una vez le preguntaron a Kant cuáles eran los grandes acontecimientos de su época y puso al mismo nivel la Revolución Francesa y el Emilio de Jean-Jacques Rousseau. Hoy eso es inimaginable, que un libro esté a la altura de un acontecimiento descomunal como la Revolución Francesa. Sin embargo, hay algo de lo moderno genuino que siempre me interesó, lo moderno crítico, disruptivo y utópico que sigue habitando entre las páginas de un libro. Todavía me sigo conmoviendo con ciertas lecturas que hago y hay escrituras que me siguen fascinando. Si tengo que decir dónde estoy, yo estoy en el campo de la escritura, de la literatura.

–¿Qué relación establece entre caminar, leer, escribir?

–Mi compañero de banco en la primera fue Eduardo Blaustein. Una de las cosas que hacíamos a los 10, 11, 12 años, cuando vivíamos en La Lucila y salíamos de la escuela, era caminar hasta el río. Eran caminatas larguísimas de dos chiquitos y en esas caminatas hablábamos de libros, porque a los dos nos gustaba mucho leer. Después eso lo volví a hacer con Nicolás Casullo, cuando hicimos un viaje inolvidable en tren por Europa y caminamos por muchas ciudades. Un gran caminante, un gran conversador, es Oscar del Barco. Cuando uno camina, algo libera también. Soy más lector de novelas que de cuentos. Me he dedicado a enseñar y a escribir sobre filosofía y sus aledaños y amo perderme en la escritura. En ese sentido soy terriblemente borgeano también. Leer es el acto más extraordinario que existe. Después –y muy lejanamente y de vez en cuando– escribir. Nunca me voy a olvidar del día que dejé mi lapicera y entré a usar la computadora. Para mí fue una pérdida importante y me acuerdo que generó enormes discusiones con mis amigos. Yo rechazaba las nuevas tecnologías, hasta que un día me compré una laptop. Pero me di cuenta de que tiene una trampa: la mala abundancia.

–La sensación es que se escribe más que a mano, ¿no?

–Sí. Yo escribía a mano, con una letra ininteligible, que solo entendía yo, y después lo pasaba a máquina. La computadora es como una cinta de Moebius, donde siempre te estás moviendo y sacás material de todos lados.

–Sería el equivalente al fordismo en la escritura, la producción en serie de textos, ¿no?

–Sí, tiene algo de eso, da la sensación de estado de productividad, que todo supuestamente se guarda, pero después te das cuenta de que no. ¿Quién no ha perdido algún texto y se queda con la sensación de que no lo puede volver a escribir? La escritura es sanadora, te permite ir por otros caminos que a veces la vida no te ofrece, como poder escribir sobre algo que nunca vas a vivir. Aunque uno se dedique a una escritura más teórica, filosófica o política. La escritura se disfruta y se sufre también en los tiempos en que no sale nada. Yo siempre tengo la sensación de que lo que escribo no es muy interesante, hasta que lo lee alguien y me dice que está “bueno”.

–¿Cómo lucha con ese fantasma de lo no interesante?

–Una día le iba a dar a (Héctor) “Toto” Schmucler un largo trabajo sobre Borges que había escrito y “Toto” me preguntó: “¿sentiste que en ese trabajo dijiste algo nuevo? ¿tenés algo nuevo para decir sobre Borges?”. Y me mató (risas). Yo nunca pude escribir ficción, a pesar de que hay muchas cosas narrativas en Huellas que regresan. Siempre que empecé a escribir ficción me dije: “la novela no es lo mío”… Quizá uno sabe que hay un continente y que tiene que trabajar en el interior de ese continente, donde hay un tipo de sensibilidad y de escritura que me permite decir. Hay escritores que para escribir una novela, un libro de cuentos, o un ensayo trazan un plan: “capítulo uno”, “capítulo dos”… yo no puedo hacer eso. Yo voy escribiendo y después veo lo que va saliendo. No sé cómo se construye una escritura…

El camino hacia los libros podía tener muchas avenidas principales, pero también algunos pasajes más o menos secretos. “Nosotros fuimos grandes ladrones de libros –subraya Forster–. Una vez la viuda de Pancho Aricó donó su biblioteca, la parte latinoamericana, a la Universidad Nacional de Córdoba. El día que se hizo la donación se hizo un acto muy bonito y el que dio el discurso fue Toto Schmucler: ‘Pancho fue un extraordinario ladrón de libros; todos los libreros que están acá fueron víctimas de Pancho’. El arte de robar libros ha desaparecido; antes había incluso una complicidad entre el librero y el jovencito que se llevaba un libro guardadito y que sabía que lo iba a leer”.

–Parte del “bautismo” como lector era robar un libro, ¿no?

–Sí. Yo tengo dos hazañas fundamentales en la aventura de mi vida. Una fue que durante dos semanas, en la vieja librería Fausto que estaba en Corrientes, entre Talcahuano y Uruguay, me robé los cuatro tomos de la Estética de Lukács de Grijalbo. Yo tenía 16 años y había seguido la pista de Lukács a través de Thomas Mann. En otra librería que no existe más, que se llamaba Cenit, me robé la Historia del partido bolchevique de Pierre Broué de 800 páginas. Eso fue en mi época de hazañas juveniles. Después nunca más me animé a robar un libro.

Fuente de la Entrevista:

https://www.pagina12.com.ar/111653-no-concibo-mi-relacion-con-el-mundo-sin-los-libros

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Entrevista a María Jesús Borobio, premio a la vocación docente

España / 6 de mayo de 2018 / Autor: Encarna Muñoz / Fuente: Soria Noticias

Después de invertir toda una vida en la enseñanza, la profesora de Escolapias Soria ha visto recompensada su labor con el Premio Escuelas Católicas 2018. El jurado la elegía por ser “ejemplo de pasión por la enseñanza y dedicación al alumnado”.

“En cuestiones de cultura y de saber, sólo se pierde lo que se guarda, sólo se gana lo que se da”. Con esta clarificadora frase ilustraba el maestro Antonio Machado lo que significaba para él la educación. Esta sentencia ha pasado con el tiempo a convertirse en frase célebre y, ahora, cada día, la hace suya María Jesús Borobio, profesora del Colegio Santa Teresa de Jesús, de Escolapias Soria.

Después de 24 años ganando a través de las enseñanzas que ha imbuído en cientos de alumnos sorianos, su labor se ha visto recompensada con el Premio Escuelas Católicas de Castilla y León en la edición del presente 2018. Un galardón que ha recibido con la “satisfacción de verse reconocida, pero que tan sólo significa un impulso para seguir adelante”, señala María Jesús Borobio.

Ejemplo de trabajo diario

La noticia de que iba a recibir este premio pillaba a Borobio completamente de sorpresa y en horario lectivo. “Estaba explicando la primera Guerra Mundial. Imagínate, totalmente metida en la trinchera y llega madre Inés a decirme que me habían dado un premio, al que ni siquiera sabía que estaba inscrita. Guardaron bien el secreto”.

El jurado encargado de seleccionar a los premiados elegía el nombre de esta profesora soriana por encima de otros muchos, por encarnar “un ejemplo de pasión por la enseñanza y dedicación al alumnado”.

En el centro donde desempeña su labor como profesora de Geografía e Historia también coinciden con ellos. La madre Inés Unanua, directora de Escolapias Soria, reconoce que “fue el primer nombre que me vino a la cabeza cuando me comentaron que podía inscribir a un profesor para participar en los Premios”. Sus razones: “sus clases son de categoría pero, además, combina a la perfección el aspecto humano y profesional. Deja huella en el alumno, consigue motivarle y se prepara cada día para ser mejor”. Y no sólo el claustro de profesores aplaude la decisión, “los padres ya sabíamos cómo trabaja María Jesús, no nos han descubierto nada, pero es una satisfacción y un orgullo saber que nuestros hijos han pasado por sus manos”,apunta Eva Igea, presidenta del Ampa de las Escolapias de Soria.

Desde que la noticia se hizo pública (primicia de Sorianoticias), el reguero de felicitaciones ha sido constante, “mis antiguos alumnos no paran de escribirme a través de las redes sociales”, señala María Jesús Borobio. “Es un auténtico placer comprobar las visitas que recibe en el colegio para darle la enhorabuena”, añade Inés Unanua, que aprovecha para puntualizar que “toda la comunidad educativa se ha alegrado, es difícil que tantas personas coincidan en algo y aquí ha pasado”.

Pero, una vez que se han celebrado las buenas noticias, una única pregunta ronda por la cabeza de la profesora de Geografía e Historia y la directora del centro: “¿Qué hacemos mañana?”. “En 2018 seguiremos trabajando para dar a nuestros alumnos herramientas para el futuro, intentando que su currículum académico sea el adecuado pero, sobre todo, ocupándonos de que adquieran valores que les hagan mejores personas”, añaden casi al unísono las dos mujeres.

Receta de buen profesor

Después de todas estas coincidencias, de descubrir que cuando uno recorre los pasillos de Las Escolapias los alumnos aplauden a su profesora, de comprobar en primera persona que la “satisfacción general” es una realidad, se hace inevitable preguntar a María Jesús Borobio e intentar que saque a la luz el secreto para ser buen profesor.

Madre Inés se adelanta, “no hay receta”; y Borobio, después de meditar unos segundos, señala como lo más importante “la vocación, que es prioritaria porque te tiene que gustar mucho lo que haces. Después se debe encontrar primero el equilibrio personal. Hay que moverse en el medio de la autoridad y la confianza, pero en estas edades (las que comprenden de 2º a 4º de la ESO) es fundamental que te sientan justo. Tienes que trabajar mucho las emociones”.

Para esta profesora soriana, uno de los momentos de su trayectoria profesional que marcaron “sin duda” su manera de hacer fue “mi etapa de arqueóloga”. Añade que gracias a esta experiencia aprendió “a trabajar en equipo, a ser paciente y a amar la investigación”. Y precisamente esta faceta investigadora es lo que pretende despertar en sus alumnos, con actividades extracurriculares como la que lleva el nombre de ‘Aprender a investigar’, que puso en marcha en colaboración con el Archivo Histórico.

Una vida para enseñar

Borobio intenta trasladar sus enseñanzas a alumnos de Secundaria. Sus edades van desde los 13 a los 16 años, una de las etapas decisivas en el desarrollo, y también una de las más complicadas para los alumnos y, por ende, para las personas que lidian con ellos. “Hay veces que envidio las miradas que reciben mis compañeros de Primaria. Los pequeños idolatran a su maestro. Pero es cierto que a mí, personalmente, me enriquece trabajar con estas edades. Los jóvenes me obligan a estar en contacto continuo con la realidad.

La formación continua, el trabajo diario y las hormonas de los adolescentes bailando a su alrededor no agotan a la incansable ‘Chus’ Borobio. Asegura que “me quedan muchísimas ganas. Nunca he tenido un día tan malo como para pensar en dejarlo”. Además, tampoco la rutina ha hecho mella en su entusiasmo. “No existe” nos dice, y Eva Igea interviene para evitar el autohalago: “es innovadora y está en continuo movimiento por ella y por sus alumnos”.

Fuente de la Entrevista:

http://sorianoticias.com/noticia/2018-04-20-maria-jesus-borobio-premio-vocacion-docente-47953

 

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Entrevista a Martin Ferrari y Malena Noguer: «La educación es una herramienta de transformación social»

Argentina / 29 de abril de 2018 / Autor: Rolando Gallego / Fuente: Espectador Web

Los realizadores Martin Ferrari y Malena Noguer estrenan el documental «La educación en movimiento», que permite reflexionar sobre viejos usos y costumbres del sistema educacional.

Hablamos en exclusiva con los directores para conocer más de la propuesta.

¿Cómo surge la idea del documental?

Malena: El proyecto empezó hace más de 4 años. Nosotr@s venimos de los Bachilleratos Populares, que son escuelas públicas y populares que nacieron en los barrios y fábricas recuperadas después de la crisis del 2001, y que toman la educación popular como enfoque desde el que trabajar. Ahí nos conocimos y nació una pregunta ¿qué sucede con otras experiencias similares más allá de nuestro territorio? ¿Qué está pasando con la educación y los movimientos sociales en Latinoamérica? Comenzamos a soñar un viaje, a leer, a investigar, a encontrarnos con educador@s, investigador@s que ya venía trabajando en el tema. Y luego, con la convicción de que lo que viviéramos y conociéramos no podía quedar en nosotr@s, decidimos tomar en nuestras manos la herramienta audiovisual y hacer un documental con el objetivo de aportar una herramienta de debate y reflexión. Elegimos la herramienta audiovisual por dos razones. Por un lado, en esa investigación previa, encontramos muchos materiales teóricos y escritos sobre educación y movimientos sociales pero muy poco material audiovisual. Por otro lado, creemos que es una herramienta de gran impacto y necesaria en esta época. Fue entonces que nos encontramos con cineastas que nos empujaron a formarnos para poder realizar un material de calidad. En ese momento, no nos imaginábamos vivir la “expedición pedagógica” que implicó el viaje y rodaje del documental: 500 días de viaje, 45000Km, 10 países, 15 movimientos sociales visitados, más de 100 entrevistas, 300 horas filmadas…Verdaderamente fue un viaje etnográfico en el que no sólo visitamos y filmamos experiencias educativas, sino que habitamos cada territorio, cada lucha, cada intento, cada encuentro con esos compañer@s que desde diferentes rincones luchan por la emancipación de los pueblos de América… y así cada territorio nos atravesó y nos desbordó de mundos. Todo el viaje lo hicimos en nuestra pequeña camioneta Kangoo, donde vivimos el año y medio de rodaje y que la equipamos también como sala de edición. La «Guagua Transhumante» ( Guagua que en algunos países de NUestramérica significa colectivo y, en otros, niñ@. Transhumante, por nómade) se convirtió en una compañera más durante el rodaje del documental. Es un proyecto independiente y autogestivo, que fue posible por el apoyo y aporte de compañerxs de los Movimientos Sociales, familia, amigxs. En la etapa final de sumó la UNTREF para hacer la Post Producción de Imagen y Sonido. Así como no imaginábamos la expedición pedagógica que fuimos viviendo, tampoco proyectábamos que el documental se estrene simultáneamente en 10 países como sucedió el jueves 5 de abril, fecha elegida en homenaje a Carlos Fuentealba. Fue el rodaje y principalmente la devolución de lo que filmábamos a cada escuela y movimiento que nos empujó a asumir el compromiso de que el documental vuelva a esos y otros territorios para sembrar el debate sobre ¿qué educación queremos y para qué sociedad?

¿Cuánto tiempo les llevó documentar las experiencias en los diferentes lugares?

Martín: El viaje y rodaje implicó 1 año y 4 meses, 500 días. Más o menos, 2 meses por país. Fue todo un trabajo de relevamiento y armado: mapear movimientos sociales de relevancia por su historia o por sus proyectos políticos-pedagógicos; que puedan ir reflejando diversas experiencias educativas (algunas de educación primaria, otras secundaria, otras universitaria, otras de formación política, otras para jóvenes y adult@s, algunas reconocidas por el sistema educativo, otras no reconocidas, etc); que puedan reflejar también diversos roles dentro de esos proyectos político-pedagógicos (seguir a un docente, a un estudiante, a una militante que se formó como estudiante y hoy es docente, mujeres, hombres, trans); que reflejen las experiencias diversos movimientos sociales y diversas luchas frente a las mismas opresiones (movimientos indígenas, movimientos de trabajadores, movimientos campesinos, movimiento feminista). La duración del rodaje fue dependiendo de cada experiencia… pero siempre implicó un tiempo de ir entrando en confianza, que nos conozcan, compartir los cortometrajes (y luchas) realizados en otros rincones de Nuestramerica, y luego poder filmar. En este proceso ayudaba mucho el vivir en esas escuelas, comunidades, con las mismas familias o estudiantes a los que íbamos a filmar. Eso fue posible por el hecho de llegar con el auto y vivir en él. En general estuvimos entre 15 días y un mes por experiencia.

¿Cómo accedieron a cada una de ellas?

Martín: Antes de salir nos reunimos con referentes académicos y militantes relacionados a los movimientos sociales y a la educación. Entre ell@s Pablo Imen, Claudia Korol, Norma Michi, Alberto Croce, el GEMSEP del Instituto Gino Germani de la Facultad de sociales de la UBA. Ellxs nos ayudaron a pensar el proyecto y nos abrieron muchos contactos. También fuimos generando los contactos para que nos conozcan y nos permitan filmar. Fue clave en este sentido, nuestro compromiso de filmar y antes de seguir camino editar un corto y presentárselo a cada escuela, organización, institución. Además de ser de los momentos más hermosos y fuertes del proyecto, implicó un real ida y vuelta, un real intercambio con los movimientos.

También asumimos el compromiso de dejar el crudo de lo filmado en cada movimiento.

¿Cómo decidieron el recorte antes de encarar el documental?

Martín: Antes del rodaje decidimos poner el ojo/cámara en la educación y los movimientos sociales, y particularmente poder reflejar las vidas de algún@s de las personas que atraviesan esas experiencias pedagógicas y políticas, porque esas experiencias de los movimientos construyen subjetividades críticas.
Fueron claves los cortometrajes realizados en el camino, ya que esas ediciones y sus posteriores devoluciones a las comunidades, organizaciones e instituciones nos fueron marcando el camino hacia el documental. Pero al llegar nos toco encarar globalmente las 300hs. Sistematizamos y categorizamos en un cuarto lleno de afiches y papelitos todo el material. Por país identificamos las entrevistas, las experiencias relevadas, los temas y ahí, el documental se mostró, estaban sus protagonistas, sus historias, los movimientos. Pero no fue una tarea fácil, ya que también identificamos valiosas experiencias e historias que tendrían que ser parte, pero el material filmado no entraba en diálogo con una narrativa que iba teniendo el guión. Luego comenzamos la etapa de montaje en una oficina que nos presto el IDELCOOP, ahí trabajamos con Gabriela Jaime, montajista, documentalista y quien nos formó desde un principio. Con ella, día a día durante meses fuimos encontrándonos con el material, armando las historia. Las primeras paradas en esa ruta fue que un día nos dimos cuenta que faltaba algo que haga fluir al documental, que enmarque a las 7 experiencias documentadas y sus territorios. Fue cuando nos toco comenzar a imaginarnos varias posibilidades (vos en off, placas, animaciones) y entre ideas conocimos el trabajo de Maxi Bearzi, animador y músico, y vimos que sus animaciones le darían vuelo al documental y sentimos que fue así. Pero aún nos quedaba otra estación, algo fundamental, la música, queríamos música original y el joven músico Mateo Arce fue el encargado de meterse en lo montado para encontrar esa música que dialogue con esos territorios, con esas historias y sus ritmos. Y cuando ya casi estaba terminado, volvimos a frenar para encarar la post producción de imagen y sonido y ahí la Universidad de Tres de Febrero confió en este proyecto y se sumo a co producirlo para que podamos cerrarlo y llegar a su estreno oficial el 5 de abril pasado. En todo este camino de post producción también nos contactamos con el INCAA donde nos presentamos para el subsidio de post producción, el cual nos negaron rotundamente.

¿Qué dignifica la educación para ustedes?

Malena: Más que dignificar, la educación es una herramienta de transformación social, pero si está en manos de los sectores económicos, simplemente será un herramienta de disciplinamiento y no de liberación. Como Freire planteaba es necesario “una educación que nos enseña a pensar y no a obedecer”.

¿Cómo cambió esa idea a partir de la realización del documental?

Malena: No cambió… pero sí tomamos dimensión y pasamos por el cuerpo el hecho de que en cada rincón de Nuestramérica existen resistencias frente a las violencias patriarcales, capitalistas y coloniales; y también propuestas de construcción de una educación emancipadora, de otras relaciones y otro mundo posible.

¿Qué creen que aporta “La educación en movimiento” a la discusión sobre el sistema educativo?

Martin: Queremos recuperar la pregunta por el sentido de la educación. El documental sale a la luz en un momento histórico en el que la mercantilización de la educación de la mano de las grandes reformas educativas en todo el continente, pretende ocultar esa pregunta. Los organismos internacionales, los gobiernos neoliberales de la ceocracia, las grandes empresas transnacionales vienen a imponer sus recetas de la mano de las evaluaciones estandarizadas, de la estigmatización de los sindicatos, del vincular la formación docente con la escala salarial, de los grandes cambios metodológicos (trabajo por proyectos, parejas pedagógicas, “escuelas del futuro”), de la tecnologización de la educación, de prácticas laborales atadas al mundo empresarial, pero todo eso… ¿Para qué? ¿Para favorecer a quiénes? ¿Para qué sociedad? Los sectores dominantes buscan esconder los para qué, ocultar que toda educación es política. Nosotr@s sostenemos que no existe educación neutra: toda educación es política y toda política es educativa. Esto nos lo recuerda Paulo Freire y los Movimientos Sociales lo tienen clarísimo y lo construyen día a día. Estamos viviendo una época en la que el capital avanza tremendamente sobre los territorios sin importar las vidas de las personas y las comunidades. Algunas constantes que vimos en el viaje son la sojización de la tierra, el avance de la minería que seca nuestras lagunas y ríos, el extractivismo, el consumo que consume nuestras identidades, la criminalización de la protesta, la estigmatización de l@s pib@s de los barrios, la militarización de las juventudes, las migraciones forzadas, los cuerpos de las mujeres como objetos de propiedad y consumo. Es en este contexto y de la mano de los sectores dominantes que se digita qué educación es necesaria y qué reformas hacer para eso. Por eso es urgente frenar y preguntarnos ¿para qué educamos?

¿Qué fue lo más difícil de rodar?

Malena: Lo más difícil de rodar fue Venezuela, ya que llegamos a la frontera Colombia-Venezuela y se encontraba cerrada. A pesar de que desde Venezuela nos permitieron el ingreso, Colombia no lo hizo y esa negativa implicó retroceder hasta Perú (tooodo Colombia, tooodo Ecuador y gran parte de Peru) hasta llegar a un puerto del amazonas, tomar 3 barcos atravesando el Amazonas hasta llegar a Manaos, Brasil, y desde allí manejar hasta Venezuela. Toda esta aventura y vuelta implicaron dos meses del viaje. Específicamente del rodaje, lo más difícil fue filmar la Mina de Oro Yanacocha, una de las más grandes minas de Latinoamérica, cuyas imágenes están al comienzo del documental. Ingresamos con Hugo, campesino que vive en las comunidades de la zona, pero teníamos que devitar ser vistos por la empresa. Logramos finalmente filmar el tajo de la mina, donde antes había una laguna que alimentaba de agua a toda la ciudad de Cajamarca.

¿Qué expectativas tienen ante el estreno?

Malena: Con el estreno y sus futuras proyecciones queremos que la película se difunda y que miles de personas la tomen en sus manos para debatir ¿Qué educación queremos y para qué sociedad?

Fuente de la Entrevista:

http://www.espectadorweb.com.ar/index.php/especiales/24-especiales/4150-entrevista-martin-ferrari-y-malena-noguer-qla-educacion-es-una-herramienta-de-transformacion-socialq

 

 

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Alerta Educativa #230 – Cincuenta años de la primera edición de Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire (Audio)

Chile / 29 de abril de 2018 / Autor: Radio JGM / Fuente: IVOOX

Este año se cumplen los cincuenta años de la primera edición del libro de educación latinoamericano más conocido en el mundo: «Pedagogía del Oprimido» de Paulo Freire. Este libro fue escrito en nuestro país en los años sesenta del siglo pasado por el destacado pedagogo brasileño, quien trabajó en los procesos de alfabetización del mundo campesino, ligado a los procesos de la reforma agraria. Este programa tuvo la oportunidad de encontrarse con Rodrigo Vera, también pedagogo, integrante del PIIE y actual Presidente del Instituto Paulo Freire en Chile. Rodrigo Vera conoció personalmente a Paulo Freire y ha estudiado su obra. Con él conversamos durante una hora y nos dio cuenta de anécdotas, nos habló temas inéditos y aprendimos acerca del pensamiento de Paulo Freire.

En la producción y conducción de este programa estuvo Rodrigo Sánchez y Diego Parra.

 

Fuente de la Entrevista:

https://mx.ivoox.com/es/alerta-educativa-230-cincuenta-anos-la-audios-mp3_rf_25555623_1.html

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La ciencia también se entretiene: Entrevista a Luis Javier Plata Rosas

México / 29 de abril de 2018 / Autor: Ariel Ruiz Mondragón / Fuente: Etcétera

La industria del entretenimiento se ha convertido en una de las más pródigas del mundo, de la que ha derivado una gran cantidad de productos que algunos llaman “cultura pop” y otros simplemente mainstream.

Por supuesto que ese fenómeno ha dado motivo a diversos estudios, por lo cual resulta natural que varias de sus manifestaciones atrajeran la atención de diferentes ramas de la ciencia, con las cuales ha mantenido una interacción continua y muy interesante.

A las conexiones, no siempre felices, que se han establecido entre el ámbito del entretenimiento y la ciencia, Luis Javier Plata Rosas (Ciudad de México, 1973) dedicó una columna en la revista Quo que ahora ha sido reunida en su libro Ciencia pop. De música, cine, videojuegos y series a través de la ciencia (Ediciones B, 2016).

Sobre los temas allí desarrollados charlamos con Plata Rosas, quien es doctor en Oceanografía Costera por la Universidad Autónoma de Baja California y profesor-investigador de la Universidad de Guadalajara. Ha colaborado en Nexos, Algarabía, ¿Cómo ves?, La Jornada y El Informador. Autor de al menos una decena de libros, obtuvo el Premio Estatal de Ciencia de Jalisco, en la categoría de Divulgación, y en 2012 recibió una mención especial en el primer Concurso Internacional de Divulgación Científica Ciencia que Ladra-La Nación, en Buenos Aires, Argentina.

¿Por qué publicar estos textos de nuevo? Por dos razones: la primera, en caso de que alguien jamás comprara Quo, que la adquiriera y no leyera esa sección, o que nunca supiera nada ni de la una ni de la otra, ahora tiene la oportunidad de leer estos textos. La segunda es que, aunque ya conozcan algunos o todos estos textos, en realidad esta es la primera vez que se publican íntegramente, tal y como los escribí.

A diferencia de mis otros libros, que planeé como tales desde el inicio, Ciencia pop es una selección mía de textos que escribí y publiqué a lo largo de diez años en la revista Quo, cuando Iván Carrillo era su editor. En ese entonces, él me invitó a colaborar y le envié un texto sobre los sesenta perros de Pávlov (famoso por el experimento, referencia obligada en psicología conductual, de la salivación de dichos perros al escuchar la campanilla que antecedía a que les sirvieran su comida, hubiese o no esta última). Iván decidió incluir ese texto en una sección a la que le puso “Ciencia pop”. Desde entonces, cada mes enfrenté el reto de escribir algo que tuviese que ver con un tema de la cultura popular desde la perspectiva de la ciencia: artículos que hablaran de, por ejemplo, personajes como Tarzán, de películas como “La guerra de las galaxias”, de series de televisión como “Esposas desesperadas” o de festividades como la Navidad.

Siempre me impresionó encontrar, por lo menos, algún investigador que, aunque fuese tangencialmente, se inspirara en estos temas. Pero tal vez no debería impresionarnos, dado que, científicos o no, todos crecimos —o crecemos, en el caso de los futuros científicos— inmersos en esta cultura popular cada vez más globalizada.

La gran mayoría de las veces, por el límite de espacio que tenía en la sección, mis textos de “Ciencia pop” se editaban, lo que significa que los editores de Quo, Marisol Robles o Carlos Gutiérrez Bracho, reducían su extensión para que cupieran en las dos páginas de la revista al lado de las ilustraciones que los acompañaban. A veces tenían que simplificar un poco el lenguaje porque, aunque me insistían, en muchas ocasiones usaba palabras que no necesariamente eran tecnicismos, sino algo aparentemente tan inocuo como “omnisciente”, y que en estos casos era mejor escribir simplemente “que todo lo sabe”, dado que la revista estaba dirigida a lectores muy diversos en todo el país.

Quo, por lo menos en la era de Iván Carrillo, era una revista de divulgación científica que, a la vez que cuidaba su contenido para no caer en la seudociencia, estaba pensada para lectores curiosos, no necesariamente interesados en principio en la ciencia; por ejemplo, para aquellos que querían hojear o leer algo mientras esperaban su turno en la peluquería, su cita en el consultorio médico o al viajar en autobús de una ciudad a otra.

Nunca fui censurado pero a veces hacía chistes que tenían medio oculta —según yo— alguna referencia política o religiosa, y cuando lo detectaban los editores lo quitaban. Referencias, por ejemplo a Elba Esther Gordillo o al Peje que, en este libro, quedaron tal cual. Como, además, desaparecieron las restricciones de espacio, por primera vez los lectores pueden disfrutar de los textos completos.

La primera parte del libro está dedicada a los juegos de mesa, que van desde el jenga hasta la ouija (aunque no está “el deporte ciencia”: el ajedrez). ¿Por qué la ciencia se ha ocupado de ellos?

Porque tenemos ejemplos como el del cubo de Rubik, inventado por un matemático, y porque me pareció interesante cómo un matemático o un economista no dejan de serlo a la hora de jugar Serpientes y escaleras o Monopoly, y entonces comienzan a preguntarse cosas como cuál es el número mínimo de tiros de dado que uno necesita para llegar a la meta, o cómo podría diseñarse un juego de Sociopoly en el que la desigualdad social se refleje, así como la Ignorancia tiene una ficha en el Maratón.

El ajedrez no lo incluí porque no es la primera opción (ni siquiera la segunda) en una fiesta, o en reuniones familiares o entre amigos, a la hora de buscar un juego de mesa para divertirse entre varios.

Fuente de la Entrevista:

http://www2-etcetera.com/articulo/La+ciencia+tambi%C3%A9n+se+entretiene/48975

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