El papa Francisco denunció hoy que en todo el mundo sigue habiendo esclavos, hombres y mujeres obligados a trabajar de forma forzada, injusta o mal pagada, durante su misa matinal dedicada al Día del Trabajador y a San José Obrero.
“La dignidad del trabajo es muy maltratada. En la historia hemos leído las brutalidades que hacían con los esclavos, los llevaban de África a América, pienso una historia que toca mi tierra, y decimos qué barbaridad. Pero también hoy hay muchos esclavos”, advirtió en la capilla de su residencia, la Casa Santa Marta del Vaticano.
En la misa, sin fieles para evitar contagios de coronavirus, el pontífice denunció que actualmente “muchos hombres y mujeres no son libres de trabajar sino obligados a hacerlo para sobrevivir”.
“Son esclavos de los trabajos forzado. Injusto, mal pagado y que llevan al hombre a vivir con la dignidad minada. Son muchos en el mundo”, refirió Bergoglio.
Francisco recordó haber leído una noticia en el periódico sobre un empleado en Asia que ganaba medio dólar al día y que había sido asesinado a bastonazos por su jefe por hacer mal su tarea.
Sin embargo, este problema también afecta al mundo occidental y Francisco recordó a los jornaleros que trabajan “por una paga mínima durante 8, 12 o 14 horas al día” o a la trabajadora doméstica sin derecho a una pensión, seguridad o prestaciones sociales.
“Esto pasa en todo el mundo, pero también aquí”, sostuvo.
Francisco explicó que el trabajo fue entregado por Dios al hombre con la misión de continuar la Creación: “La vocación que nos da Dios es bella, crear, trabajar… pero solo se puede hacer cuando las condiciones son justas y se respeta la dignidad”, apuntó.
Por eso el papa argentino expresó su cercanía a las personas “creyentes y no creyentes” que celebran el Día de los Trabajadores y “luchan por una justicia laboral” y también por aquellos empresarios que “dan trabajo con justicia aunque pierdan” riquezas.
América del Sur/ Venezuela/ 30.09.2019/ Fuente: elpitazo.net.
Docentes de educación básica y profesores universitarios advirtieron que buscan un paro nacional que comienza con negativa a regresar a las aulas de clase y que busca incorporar a todos los gremios del país, pues consideran que la formación de los jóvenes está en riesgo
Docentes de escuelas y liceos, así como profesores universitarios del estado Táchira emprenderán una serie de acciones para exigirle al poder central un cambio estructural del sistema educativo, por cuanto consideran que la educación en el país y en la entidad no es formativa ni apta para las nuevas generaciones.
José Torribilla, presidente del Sindicato de la Educación del estado Táchira, manifestó que la intención es continuar con las actividades de protesta que iniciaron en los meses de enero y febrero de este año, que por una medida cautelar impuesta por los tribunales de la entidad, los docentes paralizaron.
“En este momento nos encontramos de nuevo retomando las acciones. Para la próxima semana en la ciudad de Barinas tenemos un pleno zonal del magisterio venezolano, donde se va a introducir un pliego de peticiones ante el Ministerio del Trabajo para proteger a todos estos educadores que ya están en rebeldía y no se han incorporado a sus labores docentes. No es necesario convocar a un paro: los docentes se han incorporado, porque un docente con un salario de 40 mil bolívares no puede hacer nada”, expresó.
Precisó que buscarán llegar con acciones escalonadas hacia un paro nacional en el que participen todos los gremios del país, pues destacó que de nada vale un aumento salarial cuando la realidad económica de Venezuela se lo consume en 15 días. Destacó que la idea es no volver a las aulas si no existe un cambio en el país.
Por su parte, el presidente de la Asociación de Profesores de la Universidad Nacional Experimental del Táchira (Apunet), Lubin Cádenas, manifestó que de acuerdo a un documento publicado en la Universidad de Oriente, un profesor instructor en el año 1976 requería 1,2 días de salario para comprar su canasta alimentaria, mientras que en julio de 2019 requería 498 días, es decir 1,4 años.
“Se han encargado de destruir nuestra universidad, nuestra educación en todos los niveles, desde el prescolar hasta la universitaria. Aquí en el Táchira están unificando los liceos; de dos liceos mandan a dar clase en uno solo porque no tienen matrícula para atenderlos a los dos, entonces nuestra educación está destruida, y así se pretende con la universidad, que se nos ha destruido en su infraestructura. No tenemos laboratorios para las práticas, nuestros docentes vienen a pie, manifiestan que están pasando hambre y necesidad, algunos hasta con los zapatos rotos”, expresó, al tiempo que afirmó que el Gobierno nacional ha convertido el trabajo docente en una forma de esclavitud moderna.
Para el presidente de la Asociación de Profesores de la Universidad de Los Andes (ULA), Douglas Barboza, el Ejecutivo nacional ha implementado políticas que buscan destruir la educación en perjuicio de las nuevas generaciones de venezolanos.
Destacó que el inicio del año escolar ha sido un fracaso total: docentes sin estudiantes, escuelas con infraestructura educativa destruida y abandonada, lo que a su juicio significa que la educación venezolana se avisora como un colapso en el que se destruirán los valores y la razón de ser de la venezolanidad. “No existirán instrumentos ni útiles necesarios para la educación de las nuevas generaciones”, agregó.
Fuente de la noticia: https://elpitazo.net/los-andes/docentes-de-educacion-basica-y-universitaria-del-tachira-amenazan-con-no-volver-a-las-aulas/
Un informe de la Walk Free Foundation, colaboradora de la Organización Mundial del Trabajo, señala que los trabajos y los matrimonios forzosos son las dos formas actuales de sometimiento, que afecta sobre todo a mujeres y niñas.
La esclavitud moderna aún encadena a más de 40 millones de personas en pleno siglo XXI, unas dramáticas cifras que cobran actualidad este viernes, día 23, en que se conmemora el Día internacional del recuerdo de la trata de esclavos y su abolición, de Naciones Unidas.
El dato pavoroso procede de las conclusiones del informe de la Walk Free Foundation ( WFF ), un organismo que colabora con la Organización Internacional del Trabajo ( OIT ).
El 23 de agosto de 1791 se produjo una revuelta de esclavos en la entonces colonia francesa de Santo Domingo (Saint Domingue), hoy Haití; revuelta que está considerada como el primer levantamiento contra el poderoso sistema esclavista .
Doscientos años después de aquel tiempo colonial, este cruel sistema de opresión persiste en nuestros días, como evidencia el Índice Global de Esclavitud (GSI, por sus siglas en inglés), elaborado por la citada WFF.
Según el informe de este organismo, publicado en julio de 2018, unos 40,3 millones de personas en el mundo son víctimas de la llamada esclavitud moderna , un término que incluye las situaciones en las que a una persona, mediante amenazas, violencia, coacción, abuso de poder o engaño, se le priva de su libertad para controlar su cuerpo, elegir o rechazar un empleo o dejar de trabajar.
Trabajo y matrimonios forzados
La propia OIT considera dos formas actuales de sometimiento: el trabajo forzoso y los matrimonios forzados.
Ningún rincón del mundo está exento de situaciones de explotación
Casi 25 millones de seres humanos son víctimas del trabajo impuesto por personas o entidades públicas y privadas. Entre ellas, en torno a cinco millones sufren explotación sexual , y más de 15 millones se ven obligadas a casarse contra su voluntad.
El bochornoso ránking mundial de la esclavitud
Los diez países que encabezan la esclavitud moderna son Corea del Norte, Eritrea, Burundi, la República Centroafricana, Afganistán, Mauritania, Sudán del Sur, Pakistán, Camboya e Irán, aunque ningún rincón del mundo está exento de situaciones de explotación.
En Brasil, por ejemplo, un caso denunciado es el de dos hermanos, Elias y Nerisvan Vieira da Silva, que estuvieron encerrados en una granja y en contacto permanente con productos tóxicos.
Más de 400.000 personas sufren esclavitud en EEUU, según este índice
Elias y Nerisvan fueron amenazados con no recibir paga alguna por su trabajo si intentaban escaparse, según relata la ONG estadounidense Free the Slaves , que colaboró con otras organizaciones locales para devolverles la libertad, con lo que hoy han vuelto a trabajar como campesinos en el otro extremo del país.
El caso de estos hermanos tiene mucho que ver con los niños pescadores del Lago Volta (Ghana), los fabricantes de ladrillos de Pahasaur (India), o las 403.000 personas que sufren esclavitud en Estados Unidos, el país más desarrollado del mundo, según los datos del mencionado GSI.
Un grupo de trabajadores en una fábrica de ladrillos de Bangladesh. REUTERS
Para la OIT, la vulnerabilidad económica es la principal causa de la esclavitud moderna.
Un 71% de las víctimas de esclavitud son mujeres, según la OIT
Uno de sus expertos, el brasileño Luiz Machado, explica a Efe por teléfono que «si los salarios no pueden cubrir las necesidades de los trabajadores y sus familias, buscarán otras formas para complementar sus ingresos e intentar vivir decentemente. Una familia pobre acepta cualquier tipo de trabajo para sobrevivir» .
Por lo que se refiere a la explotación por género, la OIT señala que un 71% de las víctimas son mujeres.
En concreto, las mujeres y las niñas representan el 99% de quienes sufren trabajo forzoso en la industria del comercio sexual, y llegan hasta el 84% las que son obligadas a casarse.
Seres humanos en venta
Este sistema moderno de explotación no sólo afecta al tráfico de seres humanos en la medida en que las víctimas pueden ser sometidas en el ámbito doméstico y en el propio lugar de nacimiento.
La trata con fines de explotación sexual es un tipo concreto. Por ejemplo, no supone necesariamente el cruce ilegal de fronteras, pero cuando es así puede implicar también tráfico ilegal de personas.
Joy Amen Omoruyi fue captada en su Nigeria natal y obligada a prostituirse en las calles de Viena
A la joven Joy Amen Omoruyi la captaron en su Nigeria natal cuando confió en quienes supuestamente la ayudarían a llegar a Europa.
Joy pasó por Libia e Italia hasta que la instalaron finalmente en Austria, donde sus tratantes le informaron de que había contraído una «deuda» de 20.000 euros. Fue obligada a prostituirse durante varios meses en las calles de Viena para poder saldarla hasta que consiguió escapar.
Nueve años después, la joven vive en Pamplona (España) y trabaja en Acción contra la Trata (ACT) como auxiliar de mediación para luchar contra la explotación sexual. Su intención es sensibilizar sobre lo que ocurre a miles de mujeres y niñas que salen de países como Nigeria en busca de una vida mejor.
«Europa —asegura a Efe por teléfono— no es lo que la gente en mi país cree; tampoco es consciente de las dificultades y los peligros que hay en el camino… como caer en redes de trata».
Una mujer en prostitución en el polígono Marconi de Madrid. JAIRO VARGAS
Matrimonios forzosos también en España
Se sabe poco sobre la práctica de obligar a casarse a las mujeres, una costumbre habitual en ciertas comunidades de África, Oriente Medio, Asia y América Latina.
Según sus propios cálculos, la UNICEF estima que aproximadamente 650 millones de niñas y mujeres en todo el mundo se han casado antes de cumplir los 18 años de edad.
En un contexto de globalización, multiculturalidad y migraciones, los matrimonios forzados han comenzado a aparecer en Europa.
«Todas las mujeres víctimas de matrimonios forzados sufren otras violencias, como agresiones sexuales, malos tratos o trabajos forzosos»
La Federación de Mujeres Progresistas de España (FMP) elaboró en 2018 el informe No Acepto, una investigación preliminar que pretende sacar a la luz los matrimonios forzados en este país.
«Aún no existen grandes datos sobre esta realidad», comenta la abogada Beatriz Lázaro, asesora de la FMP como especialista en violencia de género y una de las autoras del informe.
Lázaro diferencia dos supuestos tipificados en el Código Penal: los matrimonios comprendidos dentro de la trata y aquellos que se producen en el entorno familiar. «Todas las mujeres víctimas de matrimonios forzados -dice- normalmente sufren otras múltiples violencias, como agresiones sexuales, violencia de género o trabajos forzosos».
Luchar contra la esclavitud
Luiz Machado, el citado experto de la OIT, asegura que «todos los Estados están en contra de la esclavitud moderna, pero muchos no reconocen que exista en su propio territorio. El mayor desafío es este reconocimiento, y la actuación posterior».
España es el cuarto país en un ránking de 20 con más dependencia de esclavitud moderna en la cadena de suministro de la industria pesquera
En España, por ejemplo, la esclavitud moderna también es un hecho que afecta a unas 105.000 personas, según el GSI. Desde enero de 2019, la Guardia Civil del país inspeccionó hasta 952 locales donde pudo producirse explotación laboral. También liberó a 68 víctimas y detuvo a 38 delincuentes .
Asimismo, se lanzó la campaña #trabajoforzoso, que se dirige directamente a posibles víctimas de trata de seres humanos.
En España, de entre quienes sufren explotación sexual, el 90% son mujeres y niñas, mientras la explotación laboral afecta a un 80% de hombres frente a un 20% de mujeres.
Más allá de denunciar estos graves delitos y presionar a las autoridades para que endurezcan la legislación , los expertos consideran que la sociedad civil puede actuar en el día a día contra la esclavitud del siglo XXI.
Lo más sencillo, dicen, es intentar conocer de dónde vienen los productos que consumimos. Según el GSI, España es el cuarto país en un ránking de 20 con más dependencia de esclavitud moderna en la cadena de suministro de la industria pesquera.
Los bienes de consumo con más riesgo de haber sido producidos en situaciones de esclavitud son ordenadores y móviles, ropa, pescado, cacao y caña de azúcar.
No todo el mundo tendrá la oportunidad de ayudar a personas como Joy o los hermanos Da Silva, pero cada ciudadano puede conocer, denunciar y luchar en la medida de sus posibilidades contra una lacra como la esclavitud moderna.
Durante más de 400 años, más de 15 millones de personas fueron víctimas de la esclavitud.
Fue en el año 2007, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) designó cada 25 de marzo como el día internacional de recuerdo delas víctimas de la esclavitud y la trata transatlántica de esclavos.
Durante más de cuatro siglos, más de 15 millones de hombres, mujeres y niños fueron víctimas de la esclavitud y de la trata transatlántica de esclavos, perdiendo todos sus derechos al ser vendidos como objetos, tras ser sacados a la fuerza de sus hogares en África y ser trasladados a América.
La importancia de este día busca crear conciencia con respecto al racismo, los prejuicios y la explotación del hombre por el hombre, principales causas de la esclavitud, además de incentivar la defensa de los Derechos Humanos de las personas y para que nadie sea tratado como objeto de comercio.
Como en cada conmemoración, este año el Secretario General de la ONU, António Guterres compartió un mensaje para recordar a las víctimas de la esclavitud y de la tratatransatlántica.
El 25 de marzo recordamos la trata de esclavos, una de las grandes barbaries de la historia.
En la actualidad, este flagelo sigue manifestándose a través de la llamada «esclavitud moderna», por medio de la trata de personas, el trabajo forzoso y la esclavitud sexual.
La esclavitud moderna no distingue el desarrollo de un país, está presente en todas partes del mundo. Más de 25 millones de personas en la Tierra, viven hoy en condiciones de esclavitud.
El periodista y escritor británico James Bloodworth trabajó infiltrado en Amazon y Uber para conocer la precariedad laboral de estas multinacionales. Hablamos con él
Por Analía Plaza
James Bloodworth tiene grabado a fuego su primer día de trabajo en un almacén de Amazondel tamaño de 10 campos de fútbol: el sonido de la sirena que marca la hora de comer, las interminables colas de trabajadores a la espera de atravesar el detector de metales, el tono amenazador de los vigilantes de seguridad, «muévete tío, no tengo toda la tarde», las peleas, el cansancio, la desolación… Por un momento pensó que todo aquello ya lo había vivido antes. «Así me había imaginado siempre que sería una cárcel por dentro», explica. Pero no. Era su nuevo trabajo: operario de almacén. Jornadas de casi 11 horas, 16 kilómetros de carreras entre estanterías cada día y salario mínimo. Bienvenido a Amazon.
Así arranca Bloodworth, periodista y escritor de 35 años, su libro ‘Hired: six months undercover in low-wage Britain‘, un relato demoledor y en primera persona de la realidad laboral detrás de gigantes tecnológicos como Amazon y Uber. «Quería explorar la precariedad, mostrar la realidad de los datos económicos y las estadísticas. Así que me fui a Rugeley», explica en conversación con Teknautas. En esta pequeña localidad de 18.000 habitantes al norte de Birmingham, Amazon posee uno de los mayores almacenes del país con más de 2.500 empleados. Bloodworth solicitó un puesto, le contrataron y lo que vio dentro le dejó tan perturbado que decidió vomitarlo todo en un magistral retrato sobre el cinismo de la ‘nueva economía’.
Seis meses infiltrado de operario en Amazon y casi tres de conductor en Uber le bastaron para «radicalizarse«. «Es imposible no salir cabreado de allí después de ver cómo tratan a la gente: como si fueran animales. Sucedieron tantas cosas inaceptables que me dije: tengo que contarlo. Y aquí estoy».
PREGUNTA. Lo que relata en su libro es tan crudo que a veces cuesta creerlo. Describe un ambiente laboral más parecido a una prisión que al almacén de una tecnológica.
RESPUESTA. Trabajar en Amazon fue mucho peor de lo que imaginaba. Sabía lo que era estar en un almacén, trabajé en uno antes de ir a la universidad, pero jamás me había encontrado con algo parecido. Por ejemplo, si querías ir al baño tenías que pasar por un control de seguridad. Los guardias eran bastante desagradables. Tenías que dejar tu móvil, el reloj, el cinturón… igual que en un aeropuerto. Había un aire continuo de sospecha sobre ti por temor a que robaras algo.
Luego imponen todo tipo de prohibiciones. No puedes correr por el almacén, pero si quieres cumplir tus objetivos, tienes que correr. Literalmente. No hay forma de lograrlos si no lo haces. En este sentido, es como estar en un internado o en una prisión. La realidad es que hacen todo esto porque quieren que haya una alta rotación de gente. La mayoría del personal de almacén son temporales con contrato de nueve meses. Te exprimen antes de que puedas ser permanente y tengas derechos laborales más amplios.
P. Compara trabajar en Amazon con la era soviética. ¿En qué se parecen?
R. En la propaganda. Los eslóganes de la era soviética eran del tipo «adoramos ir al trabajo cada día», «estamos todos muy felices con lo que hacemos”. La idea era imponer un universo retórico sobre la realidad para esconderla y suavizarla. En Amazon pasa algo muy parecido. Por ejemplo, nos llamaban a todos «asociados». En mi primer día me dijeron: «Jeff Bezos es un asociado, como tú». Da igual que él gane miles de millones de dólares y sus empleados sobrevivan con el salario mínimo.
Había un montón de situaciones como esta. Si perdías tu trabajo no te «despedían», te «dejaban ir». No podías llamar al almacén “almacén” delante de tu manager: tenías que decir «centro de aprovisionamiento». Nunca me había encontrado con algo parecido… fuera de los libros sobre la antigua URSS. O, bueno, cuando visité Cuba (risas). Ocurría lo mismo en Uber.
Todo el mundo tiene miedo a quedarse sin trabajo. Llega al extremo de que la gente prefiere no ir al baño para no perder tiempo
P. Asegura que Amazon monitoriza y vigila constantemente a sus trabajadores. ¿Cómo lo hacen?
R. Tienes que llevar encima un aparato en el que vas recibiendo instrucciones. Supongo que era un ‘manager’ quien las enviaba o igual estaban automatizadas, pero recibías mensajes del tipo “vas por debajo de objetivos, tienes que ir más rápido”. También medía cuántos productos cogías por hora. Si no estabas cumpliendo objetivos, alguno de los ‘managers’ se acercaba para advertirte. Durante mi primera semana vino uno a decirme que estaba en la banda inferior del 10% en términos de productividad. Nadie tiene forma de saber si eso es cierto o no, quizás era una forma de hacerme ir más rápido, pero fue extraño, yo pensaba que lo estaba haciendo relativamente bien. Me dijo que si no aceleraba me pondrían un punto de sanción disciplinaria. Si acumulas seis puntos, te despiden.
P. Por lo que cuenta, le pueden despedir hasta por ponerse enfermo.
R. Así es, y no importa que tengas un justificante del médico o avises con antelación. Te ponen el apercibimiento igual. A mi me lo hicieron. Cuando me puse enfermo, y estaba malo de verdad, llamé con tres horas de antelación a pesar de que en teoría basta con una hora. Les dije que me iba a ser imposible hacer un turno de 10 horas y media, les aseguré que podía llevar un justificante del médico, y me dijeron que no me molestara, me iban a poner el punto igual.
Cuando regresé les comuniqué que me parecía tremendamente injusto. ¿Sabes qué me contestó el supervisor? “Esto es lo que siempre se ha hecho en Amazon”. Imagina que coges la gripe y tienes que estar cinco días fuera enfermo, entonces estás a solo un punto de perder tu trabajo. Si fichas unos minutos tarde por la mañana, lo mismo, te llevas un punto. Conocí a una mujer que me cóntó cómo una mañana se estropeó el bus de Amazon que lleva a los trabajadores al almacén. Todo el mundo en ese autobús se llevó una sanción de un punto por llegar tarde a pesar de que la culpa era de la propia compañía, no de ellos.
P. Más que un sistema de gestión de empleados parece un sistema diseñado para atemorizarlos.
R. Todo el mundo tiene miedo a recibir puntos y quedarse sin trabajo. Llega al extremo de que la gente prefiere no ir al baño para no perder tiempo. Recuerdo una tarde que un supervisor me dijo que estaba acumulando demasiado «tiempo ocioso». Era su forma de referirse al tiempo que usas para ir al baño.
Amazon trata a sus empleados como escoria. En el mejor de los casos sentías que te trataban como a un animal
Yo trabajaba en la planta superior de un almacén gigantesco. En todo el edificio solo hay dos servicios y están en la planta baja. Cada vez que vas tienes que pasar por seguridad, quitarte el reloj, el cinturón… Calculé que te lleva más o menos 7 minutos. Eso siendo muy, muy rápido. Pero si no, te puede llevar 10 o 15 minutos. Eso es lo que llaman “tiempo ocioso” y por lo que te amenazan con un punto disciplinario. Así que o dejas de beber agua o tienes un problema.
P. U orinas en una botella. Eso también lo vio.
R. Sí, fue en un turno de tarde. Fui a una estantería a coger un producto y vi una botella de plástico de Coca-Cola, sin la etiqueta, con un líquido sospechosamente amarillo… era obvio lo que era. Lo vi y pensé que había que mencionarlo en el libro. Y no es tan sorprendente. Si puedes perder tu trabajo por ir al baño, mear en una botella no parece tan extremo.
P. Con jornadas de 10 horas y media y caminatas de 16 kilómetros al día Amazon también elimina los trabajadores menos productivos: no apto para personas mayores.
R. Si eres mayor, por encima de 50 o 60, o tienes sobrepeso, estás perdido. Un día vi cómo un ‘manager’ le echaba una bronca brutal a un empleado de al menos 60 años, humillándole, gritándole a la cara. Es lo que te ocurre en este trabajo si no eres joven y sano. Yo me considero una persona relativamente en forma, voy al gimnasio, estoy sano, y estaba en la banda inferior del 10% en productividad.
P. Todo suena a una especie de esclavitud moderna.
R. No iría tan lejos. Al final del día te pagan, no te pagan bien, pero te pagan algo. Y puedes irte cuando quieras. Pero sí diría que es deshumanizante. Amazon trata a sus empleados como escoria. En el mejor de los casos sentías que te trataban como a un animal. Ven a las personas como meras unidades de productividad. Es una especie de gestión leninista de los empleados: la idea de que por encima existe una élite, Jeff Bezos y compañía, que son los que mueven el mundo, y por debajo está la gente sobre el terreno a quienes hay que exprimir, sin importar su salud o bienestar.
P. ¿Son legales estas prácticas laborales?
R. Lo son, aunque Amazon incurre en ilegalidades a través de sus agencias de contratación. Yo entré allí contratado por una agencia llamada Transline. Ellos jamás me dieron un contrato. Se lo reclamé muchas veces pero me decían que como era un trabajador de «cero horas» no tenía derecho a contrato. Es falso. Todos los trabajadores temporales deben tener por ley un contrato. En este caso era la agencia la que incurrió en irregularidades, pero es Amazon quien la contrata. En mi opinión la responsabilidad última de que esto ocurra es de Amazon.
Al final, me daba la sensación de estar trabajando al 100% para Uber. Con la diferencia de que había perdido todos mis derechos laborales
P. Usted trabajó en el almacén de Amazon en Rugeley, pero en el resto de Europa ocurren cosas similares. También en España. ¿Cómo es posible que las autoridades locales o nacionales no hagan nada para evitarlo?
R. La mayoría de los trabajadores temporales son inmigrantes. Muchos ni siquiera hablan bien el idioma local, la mayoría desconocen o no entienden las leyes laborales. Y también están más desesperados por encontrar trabajo, aceptan casi lo que sea. Muchos de mis compañeros de trabajo eran rumanos. Para ellos la alternativa a no trabajar en Amazon era mucho peor. Es muy fácil explotar a esta fuerza laboral. Además, Amazon tiene un poder brutal de presión. Cualquier autoridad local o político sueña con que se instalen en su ciudad: atraen muchos puestos de trabajo pero nadie se fija en las condiciones de esos puestos.
P. Después de Amazon trabajó casi tres meses como conductor de Uber en Londres. ¿Cómo fue?
R. Muy parecido: te deshumanizan igual y te tratan como basura, pero lo esconden. Empiezan creando este universo retórico en el que te permiten ser tu propio jefe, tener plena autonomía, no ser un empleado más, gestionar tu propio negocio al volante de un coche… A cambio de esta supuesta flexibilidad pierdes la mayoría de tus derechos laborales. No tienes derecho a salario mínimo, no te pagan si te pones malo, no te pagan las vacaciones… todo eso corre de tu cuenta.
Cuando fui a la formación inicial tras ser contratado, me dijeron que no podía seleccionar los viajes o trabajos que quisiera. Si Uber te envía un viaje, lo tienes que aceptar. Si no lo haces, porque te encuentras mal o el cliente está muy lejos y vas a perder dinero, te pueden acabar desactivando de la plataforma. Uber también te dice lo que puedes y no puedes decir a los clientes. Está prohibido hablar de política, deporte o religión. Si, como dicen ellos, es mi propio negocio, debería ser capaz de hablar de lo que me de la gana, vestir lo que me de la gana y escoger los viajes que quiera. Eso no ocurre.
P. Uber usa un sistema de puntación que recuerda a lo que hace Amazon con sus empleados.
R. Sí, cada vez que un cliente hace un viaje te deja una puntuación de entre 1 y 5 estrellas. Si tu puntuación cae por debajo de 4,4, que es muy alta, te avisan de que tendrás problemas. Primero te llaman para darte más formación, pero si sigues por debajo, te vetan temporalmente y luego de forma definitiva. Al final, me daba la sensación de estar trabajando al 100% para Uber. Con la diferencia de que había perdido todos mis derechos laborales.
P. ¿Cuánto ganaba como conductor?
R. Deduciendo todos los gastos rondaba el salario mínimo, unas 7,2 libras la hora [8,17 euros]. Con la diferencia de que las vacaciones o los días de baja por enfermedad te los tienes que pagar tú. No recuerdo el número de horas exactas que trabajaba, pero muchas veces eran más de 10.
P. Uber, Amazon, Deliveroo, Glovo, Just Eat… Todas tienen algo en común: la precariedad. ¿Son un inventazo o un engaño?
R. Todas estas ‘apps’ conectan a la gente entre sí y nos ayudan a hacer las cosas más rápido y más barato. Y eso es bueno. El problema es que usan la tecnología como excusa para impulsar otra agenda. Amazon, Uber y otras multinacionales están acabando con los derechos laborales adquiridos durante el último siglo. Y eso no se puede permitir.
*Tras la publicación de esta entrevista, Amazon ha remitido a El Confidencial un comunicado para exponer su postura: «Amazon ofrece un lugar de trabajo seguro y positivo para miles de personas en toda nuestra red europea, incluyendo España, con salarios y beneficios competitivos desde el primer día. Nos comprometemos a tratar a cada uno de nuestros empleados con dignidad y respeto.
No reconocemos estas acusaciones como una descripción real del trabajo en nuestros centros. Estamos orgullosos de haber creado cientos de nuevos puestos de trabajo permanentes en nuestros centros logísticos españoles en los últimos años. En Amazon ofrecemos buenos trabajos y un ambiente laboral positivo con oportunidades de crecimiento.
Contratamos empleados temporales para gestionar la variación en la demanda de los clientes. En general, los empleados temporales reciben el mismo salario inicial que los empleados permanentes de Amazon. Tenemos una variedad de iniciativas para ayudar a nuestros empleados en caso de que se pongan enfermos. Amazon se asegura de que todos sus empleados tengan fácil acceso a los baños, los cuales se encuentran a pocos pasos de donde están trabajando. Los empleados pueden usar el baño cuando sea necesario y no supervisamos las pausas que hacen. Amazon ofrece visitas a sus centros logísticos, puede visitar http://es.amazonfctours.com/ para inscribirse a un tour».
En Sierra Leona un año completo en una escuela primaria cuesta el equivalente a un corte de pelo en Madrid: 15 euros, 150.000 leones. En esta pequeña nación africana, castigada tantos años por las guerras, un plato de comida cuesta tres euros, lo mismo que el cuerpo de una niña de 9 años. En Freetown vive Aminata, una de las protagonistas del documental “Love”. Un corto desgarrador en el que su director, Raúl De la Fuente, narra la hercúlea tarea de cuatro misioneros salesianos, con el padre Jorge Crisafulli al frente, y de un centenar de voluntarios para devolver la esperanza a una legión de niñas obligadas a prostituirse para poder sobrevivir en calles donde solo las ratas se atreven a entrar.
Aminata es huérfana. Su padre era el jefe rebelde de un grupo que se alzó en armas contra el Gobierno de Sierra Leona, lo que desató una cruenta guerra civil que duró algo más de diez años, entre 1991 y 2002. Aminata creció masticando dolor. Antes de morir en una balacera, su padre le cortó el brazo a su madre por negarse a convivir en el mismo hogar con la esposa del guerrillero. Con las heridas infectadas, su madre pereció desangrada y Aminata se quedó sola en el mundo. Sin nada que echarse a la boca, la niña se fue a Freetown y se acostó con unos hombres que antes la habían invitado a poner precio a su cuerpo. «Ese día gané cinco euros y sólo tenía 13 años». A partir de ese momento engrosó el ejército de esclavas sexuales africanas, niñas que son desvirgadas a veces sin haber tenido siquiera su primera menstruación. Niñas a las que los pescadores chinos les dan una moneda extra si tienen sexo con los perros.
La de Aminata es una historia terrible, pero también esperanzadora, porque la niña, al cabo del tiempo, abandonó la prostitución y pudo montar una pequeña peluquería y un modesto almacén donde vende alimentos. Dejó atrás una vida llena de sida, drogas, abusos sexuales, y alcohol gracias a los salesianos, que acogen en el centro Don Bosco Famul de Freetown a chicas de entre 9 y 17 años. «Son niñas y sienten como niñas, aunque estén haciendo el trabajo de una prostituta adulta. Es inhumano», dice Crisafulli. “No saben que pueden quedar embarazadas, no conocen métodos de autoprotección. Los que abusan de ellas en las calles no son pobres. Son gente con dinero, poderosos… policías”, explica el misionero argentino.
Misiones Salesianas denuncia que la prostitución infantil “es una forma moderna de esclavitud” que en la actualidad sufren más de 150 millones de niñas y 73 millones de niños en el mundo.
Los informes de la ONU señalan a Argentina, Chile, Cuba o Sri Lanka como los estados con peores índices de abusos sexuales a menores. En Tailandia, 80.000 niños son obligados a prostituirse cada día, mientras que en Indonesia el 20 % de las mujeres explotadas sexualmente son niñas. En Estados Unidos y Canadá se calcula que hay 100.000 menores víctimas de la trata. En todas partes hay miserables capaces de explotar a niños. Es probable que la prostitución exista siempre, por desgracia. Pero es intolerable que no procuremos a nuestros niños, de aquí y de allá, los medios para vivir con dignidad y aprender a ganarse la vida sin tener que vender su cuerpo.
Ahora que algunos escándalos, como el de Oxfam en Haití, han mermado la credibilidad de algunas ONG, es preciso recodar la tarea incansable y dolorosa que la inmensa mayoría de ellas realiza con nuestra ayuda económica. “Todo comienza a través de los ojos”. Así comienza el trailer de “Love”. Véanlo.
Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo, un organismo de la Organización de Naciones Unidas, casi 200 millones de personas son víctimas de la esclavitud moderna o del trabajo infantil en todo el mundo. En 2016, 40,3 millones de hombres y mujeres fueron víctimas de la esclavitud moderna y 151,6 millones de niños -uno de cada diez- de trabajo infantil.
El informe define la “esclavitud moderna” como “las diversas formas de coerción prohibidas en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos y normas laborales”. Una de cada cuatro víctimas de trabajo forzoso son niños, y el 71 por ciento del total de víctimas son mujeres.
El estudio también informa que 4,8 millones de personas son víctimas de explotación sexual forzada. En promedio, las víctimas permanecen detenidas durante 23,4 meses antes de escapar o ser liberadas. La gran mayoría son mujeres y niñas.
Por región, Africa tiene la tasa más alta de esclavitud moderna, con 7,6 por cada mil personas. La tasa es de 6,1 por cada mil personas en Asia y el Pacífico; 3,9 por mil en Europa y Asia Central; 3,3 por mil en los Estados árabes; y 1,9 por mil en las Américas. Los países que están siendo o han sido recientemente devastados por la guerra experimentan niveles más altos de explotación.
Definición limitada.
La OIT no incluye en su definición de trabajo infantil a quienes trabajan en formas legales de empleo. La definición utilizada en el estudio incluye trabajos peligrosos, la demanda de horas de trabajo excesivas, que a menudo privan a los niños de tiempo para juego y educación, y labores que ponen en riesgo su bienestar. A pesar del alcance limitado de la definición, el estudio aún da una idea del asombroso nivel de trabajo infantil en todo el mundo.
Según el trabajo, poco menos de la mitad de los niños que realizan trabajo infantil (72,5 millones) están realizando trabajos peligrosos que ponen en riesgo su salud y seguridad. Más de 19 millones de niños de entre 5 y 11 años; más de 16,3 millones entre 12 y 14; y 37 millones entre 15 y 17 están involucrados en trabajos peligrosos. Las horas que los niños son obligados a trabajar también son terribles. Aproximadamente el 63,3 por ciento de los niños entre 15 y 17 años que están involucrados en trabajo infantil se ven obligados a trabajar 43 horas o más por semana.
Casi un tercio de los niños involucrados en el trabajo infantil están fuera del sistema educativo. Quienes asisten a la escuela tienden a desempeñarse peor que sus compañeros que no trabajan.
Al igual que con la esclavitud moderna, una proporción significativa del trabajo infantil se encuentra en países afectados por conflictos y desastres. Aproximadamente el 17 por ciento de los niños en países devastados por la guerra están involucrados en el trabajo infantil, casi el doble del promedio mundial. Los países incluidos en el informe como afectados por conflictos armados incluyen Afganistán, la República Centroafricana, Colombia, Iraq, Mali, Nigeria, Filipinas, Sudán del Sur, Ucrania, Yemen y la República Democrática del Congo. Otros países, como Siria y Libia, no fueron incluidos ya que no hay estimaciones disponibles.
Ganancias obcenas.
Si bien el porcentaje de niños involucrados en el trabajo infantil ha disminuido ligeramente con respecto a 2012 en todo el mundo, en realidad ha aumentado en la Africa subsahariana. La epidemia de la esclavitud y el trabajo infantil es uno de los aspectos de la explotación. La OIT estima que cada año se generan 150 mil millones de dólares en ganancias en el sector privado por trabajo forzoso. El problema se agrava en los países que son víctimas de la explotación neocolonial. Un video publicado por CNN mostró que jóvenes fueron subastados como trabajadores agrícolas en Libia, un país devastado por una guerra lanzada por el ex presidente de EE.UU. Barak Obama.
Una investigación del 2016 de Amnistía Internacional reveló que niños de tan solo siete años trabajan en condiciones peligrosas en la República Democrática del Congo para extraer cobalto que termina en teléfonos inteligentes, automóviles y computadoras vendidos a millones en todo el mundo. Dichas minas les suministran materiales a corporaciones como Apple, Microsoft y Vodafone. (Trevor Austin. World Socialist Web Site. Rebelión).
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