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Enseñanza secundaria de Uruguay en paro por agresión a docentes

América del sur/Uruguay/10 Mayo 2018/Fuente: Prensa Latina

La Asociación de Docentes de Enseñanza Secundaria (ADES) de Uruguay convocó hoy a un paro de 24 horas por la agresión de dos trabajadoras de una escuela pública en rincón de Melilla, en el noroeste de esta capital.
El hecho ocurrió la víspera cuando la directora del centro y una maestra fueron agredidas física y verbalmente por personal ajeno al liceo.

En un comunicado divulgado ADES manifestó su ‘preocupación y malestar’ porque una vez más estudiantes y docentes ‘somos rehenes de la profunda crisis por la que atraviesa el país’.

Apuntó que el nuevo suceso deja en evidencia la vulnerabilidad de los centros educativos.

El gremio señaló que ‘no es con más represión ni indiferencia’ que se puede abordar y resolver estas situaciones, sino dotando a los centros educativos de los recursos humanos y materiales imprescindibles para llevar adelante la labor educativa.

Javier Iglesias, dirigente de la Asociación de Docentes de Enseñanza Secundaria, declaró a una radio local que la escuela donde sucedió la agresión es casi rural y no son ‘a priori los más conflictivos’.

Expresó que los episodios de violencia son generales y no solo se dan en determinados barrios.

El presidente del Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública, Wilson Netto, aseveró por su parte que estos hechos ‘no son los deseables en nuestra sociedad’.

Expresó que este es un tema que no solo se resuelve desde la educación e indicó que desde la institución que dirige se diseñan distintas estrategias de trabajo interinstitucional.

Al referirse a la agresión de las docentes, Netto comentó que hay que clarificar en cada caso para ver cómo ocurrieron las cosas y apuntó que se debe tener mucha capacidad ‘para abordar estas situaciones como corresponden’.

Reflexionó que en términos de inclusión Uruguay está en ‘puntos históricos’, por lo que muchos sectores de la sociedad estaban preteridos de los circuitos sociales y educativos.

En ese sentido planteó la necesidad de encontrar distintas estrategias y acompañamientos para manejar estas situaciones.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=177473&SEO=ensenanza-secundaria-de-uruguay-en-paro-por-agresion-a-docentes
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España: Cientos de personas reclaman en Pamplona la reversión de los recortes en educación

Por: eitb.eus/09-05-2018

Asimismo, buscan lograr un pacto para mejorar la calidad educativa y una ley de financiación de la escuela pública.

arios cientos de personas han participado este sábado enPamplona en la manifestación convocada por los nueve sindicatos representados en la mesa sectorial de Educación en Navarra para revertir los recortes, lograr un pacto para mejorar la calidad educativa y una ley de financiación de la escuela pública.

Tras una pancarta con el lema «Kalitateko eskola publikoaren alde. No a los recortes/pacto ya» la marcha ha recorrido el centro de Pamplona convocada por LAB, STEILAS, ELA, AFAPNA, CCOO, UGT, ANPE, CSI-F y APS, al grito de diferentes lemas que reclamaban «Más financiación para educación», «Más millones para sustituciones» o «Menos maderos y más lapiceros», y advertían de que «En la docencia se acaba la paciencia».

En declaraciones a los periodistas al inicio del acto, en nombre de los convocantes, Alberto Goikoa (LAB) ha enmarcado la movilización de hoy en las reclamaciones que llevan haciendo en una Mesa de trabajo desde hace más de un año «reclamando la reversión de los recortes, y la recuperación de unos elementos referenciales que nos den pie a poder trabajar en pro de una enseñanza de calidad».

Como puntos esenciales, ha recordado reivindicaciones como la disminución de las ratios profesor/alumnos, la bajada de las horas lectivas, o la inmediatez en las sustituciones.

Además de todo esto, ha pedido «aportación de medios económicos» para poner en marcha medios estructurales que evidencien «una enseñanza de calidad desde una base medianamente normalizada y adecuada».

*Fuente: http://www.eitb.eus/es/noticias/economia/detalle/5572371/cientos-personas-piden-pamplona-reversion-recortes-docentes/

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Reformas educativas apuntan a suprimir el pensamiento crítico en América Latina (Audio)

América Latina / 29 de abril de 2018 / Autor: Telescopio / Fuente: Sputnik News Radio

Las reformas educativas que emprendieron varios Gobiernos de la región se hacen a espalda de los involucrados, reducen los contenidos y materias que estimulan la creatividad y el pensamiento, y están orientadas a satisfacer las demandas económicas del mercado, más que las necesidades de los estudiantes.

 

A estas conclusiones generales arribaron docentes, estudiantes y profesionales de la educación de varios países de Latinoamérica como Chile, Ecuador, Brasil y Argentina, entre otros, convocados este 11 de abril a participar del seminario virtual ‘¿Hacia dónde caminan las reformas educativas en América Latina y el Caribe?’

La actividad fue organizada por la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación, cuya coordinadora, Camila Croso, advirtió a Sputnik que «lo que estamos viviendo es gravísimo, porque es una vuelta radical» a los lineamientos que se impulsaron durante los años 90 del siglo pasado.

En este sentido dijo que la nueva arremetida contra la universalización educativa y el fortalecimiento del sector público es «mucho más profunda» que entonces porque se desarrolla «en medio de crisis democrática total en la región. Este es un momento sumamente complejo luego de un respiro que tuvimos con gobiernos progresistas».

Croso puso como ejemplos positivos lo hecho durante ese tiempo por Bolivia y Ecuador para robustecer al sector público. Sin embargo remarcó que incluso en ese momento había fuertes resistencias y presiones a que se destinen mayores recursos a la educación.

Uno de los problemas fundamentales, señaló la experta, es la baja tasa de conclusión de la enseñanza secundaria, cerca de un 50%, incluso en algunos países donde el factor socioeconómico tiene menos peso, como en Uruguay y Costa Rica.

Fuente de la Noticia:

https://mundo.sputniknews.com/radio_telescopio/201804201078044891-educacion-america-latina/

Fuente de la Imagen:

http://www.educacionyculturaaz.com/educacion/se-avecinan-tormentas-en-la-educacion-en-america-latina

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Pedagogía e ideología en la actual reforma educativa

España / 22 de abril de 2018 / Autor: Marcos Santos Gómez / Fuente: Paideia

La inmediata y urgente actualidad de la reforma educativa nos recuerda que es preciso acudir a lo teórico de manera ineludible para comprender la escuela y el sistema educativo. Se hace preciso llevar a cabo un prudente distanciamiento que nos facilite la percepción cabal de lo que está ocurriendo, es decir, recuperar una cierta objetividad en el análisis y la valoración de todo ello. Me refiero a la necesidad de poner en marcha una sospecha “metódica” acerca de las supuestas obviedades que tenemos entre manos y, como señalamos en nuestra entrada anterior, aplicar el principio de una Teoría Crítica a la hora de pensar las actuales reformas. Es la Pedagogía, que en realidad poco se diferencia en esto, creemos, de la Teoría de la Educación, la portadora de esta “mirada” que puede realizar un análisis imparcial movido por el exclusivo interés de descubrir la verdad. En realidad, la Pedagogía (y la Teoría de la Educación inextricablemente ligada a la misma, así como la Historia de la Educación) ha de optar si finalmente es esta la misión que escoge o, por el contrario, va a dejarse arrastrar por un interés ajeno a la pura investigación de la verdad capaz de desvelar el trasfondo neoliberal de la reforma.

Esta encrucijada, expresada en forma de tesis, se formularía del modo siguiente: la Pedagogía puede optar, por una parte, por contribuir a la ideologización que legitima lo que se está haciendo en escuela y universidad, o, por el contrario, puede ser capaz de disolver la ideología que obstaculiza el ejercicio de la crítica. Primero precisemos que entendemos por ideología un modo de pensamiento clausurado que se ha cristalizado dogmáticamente en unas cuantas “verdades” acerca de la realidad. En este sentido, la pista de que el espíritu crítico destaca por su ausencia es que las interpretaciones, comprensiones y explicaciones de lo real han dejado de constituir un vivo y permanente tanteo con la realidad. Esto es así cuando la inconfesable y a menudo inconsciente misión del pensamiento y ciencia pedagógicos es precisamente clausurar y detener toda posibilidad de pensar la realidad para que esta no cambie.

En esta línea, nos referimos en la anterior entrada a la posibilidad de una Teoría Crítica de la Educación cuya labor partiera de la historización de los conceptos, o sea, que acometiera la “devolución” a los mismos de su carácter histórico, o, dicho de otro modo, dispuesta a hacer patente la vinculación de conceptos y teorías pedagógicas con el modo interesado y parcial de “ver” las cosas acorde con su tiempo y circunstancia. Al poner en juego los conceptos y las teorías al uso, se dan unas consecuencias prácticas que hay que observar escrupulosamente, y que nos pueden asombrar mostrando que de hecho una teoría que se dice de una forma determinada, sirve justo para lo contrario. O podemos detectar que tales conceptos no describen nada real aparte de ideas por encarnar o todavía por desarrollar. Esto es lo que la Escuela de Fráncfort, en su primera etapa, pretendiera para la teoría en las ciencias sociales y la filosofía. Es decir, desnaturalizar los conceptos y evidenciar su vínculo con la historia, con la carga ideológica y axiológica que contienen, con los intereses a los que sirven.

Pues bien, en la presente entrada deseamos ampliar estas razones a toda la Pedagogía, entendiendo por ella el estudio amplio de la realidad educativa, cuyo aspecto técnico son las didácticas, y que en un nivel teórico se va apoyando en las llamadas Ciencias de la Educación que proceden de saberes científicos generales (fundamentalmente psicología y sociología). Aún más, la pedagogía aúna tanto una comprensión teórica y científica, como una aproximación histórica a la educación. Es este conocimiento básico y general de lo educativo y sus formulaciones y “prescripciones” el que puede ser crítico o ideológico. La más inmediata actualidad educativa nos sirve en bandeja la percepción de esta doble finalidad, cómplice o crítica, de la pedagogía. Y es que nos duele especialmente que la tradición pedagógica que tratara en su fase moderna de constituirse como un modo de pensar la relación (formativa) del individuo con el legado humano que en la cultura le es transmitido, esta noble tradición ilustrada, decimos, se haya acabado materializando en la peor de sus posibilidades, la que elude su aspecto crítico y emancipador y cae en brazos de la pura apología de lo que el político y el empresario, en última instancia, le estaban exigiendo. Cabe preguntarse, pues, por la idea (de persona, de sociedad, de relaciones humanas) que están verdaderamente invocando y “trayendo al mundo” la escuela y la universidad actuales, amparándose y justificándose en una Pedagogía tornada ideología.

Esta función cómplice con un determinado statu quo de la pedagogía es, ciertamente, una de sus posibilidades desde su nacimiento (en la Grecia del siglo V a. C., con Esparta y Atenas como modelos totalitario y liberador del pensamiento, o por otro lado, en la discusión entre Sócrates y los sofistas en Atenas que es bien reflejada en el Protágoras o  La República). Porque, queremos decir, si la educación se entiende, como en el caso de La República platónica, como construcción del sujeto previa al ejercicio de la razón política, la pedagogía se ocuparía de pensar y favorecer que la educación incorpore de un modo ordenado, pautado, al sujeto un caráctersocial, mediante los afectos y sin mediar más razón que la del diseñador de los “planes de estudio”. Los estudios de Foucault, por mencionar a alguno de los que mejor lo han dicho, aludieron a la necesidad que tiene una sociedad o un régimen de fabricar, moldear y constituir un tipo de sujeto que garantice la supervivencia del modelo o estructura sociales. La pedagogía, nos dice el francés, ha estado involucrada como una de las principales tecnologías de la vida en la Modernidad, aunque se ejercería en la constitución de sujetos de un modo afirmativo, no necesariamente punitivo o represivo (en esto consisten los matices que supusieron para su teoría anterior los famosos cursos postreros en el Collège de France a principios de los ochenta). Es decir, la pedagogía se ha ocupado de idear una educación apta para fabricar y constituir los sujetos del régimen moderno de organización de la vida. Además, previamente Foucault había señalado el aspecto negativo por el que la pedagogía y la escuela habrían también actuado como instrumentos represivos (invocando un orden a costa de definir y fabricar lo anormal) para cohesionar y perfilar las relaciones de poder de la Modernidad. La educación haría emerger un orden (segregador, como todo orden) que sería legitimado y justificado por la cienciapedagógica.

Claro, esta función atribuida por Foucault a la teoría educativa o la pedagogía pinta muy mal. Implica una disolvente crítica a las instituciones educativas, por lo menos en el Foucault de la etapa de Vigilar y castigar. Nos haría cómplices no solo a los pedagogos sino a toda la escuela, al sistema educativo y a cualquier docente de ser funcionarios de una “racionalización” equivalente a la burocratización, regulación y organización sistemática de la vida, que se concreta a partir de sus sombras, márgenes y reversos. Dicho con brevedad, lo normal es en función de lo anormal.

Podemos argumentar, y habrá quien así lo crea, que de hecho no existe otra posibilidad para la pedagogía que esta complicidad, mientras perduren las instituciones educativas de la Modernidad (crítica que ya hizo en España el sociólogo Lerena en los años ochenta del siglo pasado con su conocida obra Reprimir y liberar). Lo que tiene el riesgo, insiste hoy el pensador marxista Liria, de coartar y frenar una reivindicación de las instituciones educativas que como el Estado de Derecho, suponen una vía de liberación y salvaguarda de los ideales democráticos de la clase trabajadora. Es, afirma, esta posición foucaultiana en la izquierda la que está, paradójicamente, dejando sin instrumentos para su lucha a la clase obrera, cuyo objetivo tendría que ser reivindicar y salvaguardar la escuela y la universidad pública, universal, barata y accesible para todos. Las instituciones educativas, en su imperfección, son, no obstante, el único modo de que el fértil caldo de cultivo de la gran cultura llegue a las clases sociales menos privilegiadas. Por mucha violencia simbólica con que opere y aun albergando ocultos e invisibles sesgos que continúan e incluso consagran la división de clases (Bourdieu), Liria parece decantarse por que la lucha por una sociedad más justa deba pasar por atribuir un papel válido para ello a la escuela.

La crítica institucional que en gran medida la izquierda progresista hizo suya, ha circulado por otros derroteros que han acabado, argumenta Liria, destruyendo lo que era una posibilidad real de transformar y hacer más justa a la sociedad. Entre estas críticas a la institucionalización de la educación mencionemos al curioso y denostado pensador Iván Illich (en su etapa de los setenta) o a algunos movimientos (anti)pedagógicos como el controvertido movimiento de la Desescolarización e incluso el actual Home schooling. También el amplio enfoque que se resume en la denominación de “escuelas libres” o “pedagogía no directiva” se podría incluir en una suerte de “reblandecimiento” de la escuela que la despojaría de su vigor intelectual y por tanto, paradójicamente y contra lo que pretenden estas escuelas, de su capacidad para cultivar el espíritu crítico y la utopía.

Pero para enfocar el asunto sin la necesidad de cuestionar a la propia escuela, como sugiere la perspectiva ilustrada de Liria, creemos que parece necesario y útil retomar el modo de pensar lo educativo de la corriente norteamericana denominada “Pedagogía Crítica”. Sus análisis y argumentos tienen la ventaja de que “salvan” a la escuela, es decir, no se hunden en un pesimismo fatalista que haría de la escuela un fatal instrumento de la opresión. Aun más, todo lo contrario, recalcan que la institución escolar puede tener un importante papel, todavía, en la emancipación de los individuos y sociedades. Es esto, sin entrar en los detalles de su enfoque particular y el trasfondo marxista-freiriano que comparten sus autores (Apple, Giroux, Mc Laren, por ejemplo), lo que nos vale como pista para desarrollar una mirada distanciada, pero al mismo tiempo consciente de la historicidad de lo que mira y de la propia mirada, que sea capaz de ver más allá de ciertas apariencias a la escuela y a la universidad. Una pedagogía crítica y no ideológica, o sea, que sirva a la “verdad” por encima de otros intereses espurios y ajenos a la ecuánime descripción, análisis y explicación de lo que está pasando.

Esto resulta hoy imperioso, si la pedagogía pretende ser algo más que mera ideología para legitimar las sucesivas reformas educativas que el poder político y empresarial va lanzando. Porque en España se han acompañado las reformas de un discurso pedagógico y de unas aparentes evidencias que han ocultado que las reformas eran justamente lo contrario de aquello que parecían ser. Lo que se nos ha vendido como una liberadora revolución educativa, señala Liria, en realidad se trata de una reconversión neoliberal de universidad y escuela. Resulta innegable (e inolvidable, en aras de una cierta memoria histórica), por ejemplo, la decidida responsabilidad del gobierno socialista de Zapatero en la implantación del Plan Bolonia en la universidad.

Lo más sangrante que una pedagogía crítica o de la sospecha nos puede demostrar (sin ir más lejos emprendiendo un recorrido histórico por los datos y documentos que han ido creando la mentalidad Bolonia en los profesores universitarios y la sociedad) es que el verdadero objetivo de las reformas educativas ha sido una astuta privatización de la educación pública. Se ha llevado a cabo su depauperación para ponerla al servicio del interés de las grandes empresas y corporaciones.

Por ejemplo, señala Liria que uno de los objetivos vinculados a este plan ha sido eliminar la sobrecualificación de los trabajadores. Hoy las grandes empresas necesitan, dice, una mano de obra que acepte feliz y acríticamente su situación precaria, flexible, volátil y, añado yo, inhumana, en el mundo laboral. Un mundo en el que se trata de hacer desaparecer a la vieja clase obrera con la individualización de los sueldos (que significa el final de los convenios laborales), la competitividad y rivalidad de los propios trabajadores entre sí y la destrucción de la conciencia de clase y sindical para convertir a los trabajadores en emprendedores. De hecho, por apuntar un ejemplo, explica Liria basándose en un documento empresarial que lo admite sin reticencias, en las entrevistas laborales no cuenta la cualificación profesional que aporte el entrevistado, sino que este no declare su intención de vivir, como es lógico y humano, con ciertas certezas en torno al salario, las vacaciones y el horario de trabajo. Debe estar disponible en cuerpo y alma, las veinticuatro horas del día, para su empresa, que trata de convertirse en una especie de familia donde reina la alegría, la motivación constante y la identificación afectiva de los empleados con la marca. Y el propio empleado ya no vende su mano de obra, sino que se convierte en su propia marca, que debe defender adaptándose continuamente a las veleidades y corrientes del siempre incierto mercado con la educación permanente (o sea, reciclando sus competencias hasta que se muera, pero sin importar su profundización en conocimientos).

Está claro que una universidad basada en el conocimiento en sí mismo, como algo valioso porque sí y nunca rebajado a su utilidad, una universidad para todos, que enseñe materias como griego antiguo o Física fundamental, no vale para los empresarios en este contexto neoliberal. Hasta ahora la universidad tenía la doble función de preparar para una carrera profesional (el viejo y medieval título de “licenciado” se llamaba así porque en los comienzos de la institución universitaria facultaba para dar clases en ella y tenía por tanto ese fin que podemos considerar práctico, lo que tras la Ilustración ya ha sido uno de los principales cometidos de la universidad) y también la importante función de preservar vivificándolo el gran caudal del pensamiento y la ciencia, en su sentido más valiente, puro y noble.

Pues bien, la gran revolución neoliberal que está sucediendo ante nosotros a una velocidad que casi impide asimilarla e ir pensándola, insiste en eliminar este segundo objetivo que las reformas ilustradas habían mantenido en la universidad para asegurar el librepensamiento y priorizar el objetivo de inserción y preparación para el mundo laboral. Un segundo cometido por el que tenían sentido y presencia valores que ahora se volatilizan sin que nos demos ni cuenta, como era el derecho constitucional a la libertad de cátedra. Este derecho pertenecía, desde luego, a otro mundo. Porque el profesor funcionario, que ostenta la estabilidad requerida para ser libre (es por cierto un invento de la Ilustración que las reformas ilustradas de la universidad en el siglo XVIII introdujeron), para no depender de poderes privados o gobiernos de turno, ahora se “proletariza” y se torna un empleado con su puesto de trabajo legalmente en el aire. Y ante la amenaza de un persistente acoso por parte de evaluadores, rankings, procedimientos estandarizados, burocracia, que le va mermando tiempo y dignidad. La antigua densidad del conocimiento se ha convertido en un aparentar que se investiga mediante el astuto uso de los escaparates que para ello prescribe el sistema. No importa que la verdadera calidad decaiga y que, a la larga (quizás no ahora a corto plazo), nos atrevemos a vaticinar que ni siquiera los nuevos profesionales e investigadores van a generar conocimiento útil y beneficios para las empresas. Tiempo al tiempo y ya veremos.

La tesis de Liria, que comparto y he defendido desde 1999 contra viento y marea, es que todo el discurso de la “nueva” (pongo comillas porque en realidad no es nueva, ya que en gran medida se basa en revolucionarias pedagogías del pasado que han seguido supuestamente la onda de Rousseau pero que realmente lo han traicionado) pedagogía universitaria es evitar escrupulosamente la formación necesaria para convertirse en hombres y mujeres auténticamente libres. Eso ya no interesa porque es peligroso y encima a corto plazo no da dinero ni genera mercancías.

El empresario neoliberal prefiere un empleado que se haya entrenado en la adquisición de competencias a uno formado al estilo anterior hoy considerado caduco. Antes se estudiaba de verdad, profundizando, con suficiente tiempo; y los años de formación quedaban reflejados en un único título universitario que expresaba que durante ellos el estudiante se había adentrado realmente en una disciplina, que había catado la gran cultura y la ciencia.

Hoy, con la reducción y depauperación de la enseñanza llevada a cabo en los Grados, se elimina la idea de unaformación e incluso de la instrucción bajo la ilusión de un autoaprendizaje sin la figura ya caduca de un profesor que ofrecía otrora la síntesis viva de una disciplina que él mismo era, en persona. Todo ese “lastre” de años y dedicación al estudio riguroso de un campo del saber, de una tradición epistemológica, no le sirve a la “sociedad” (al mercado y a la producción de beneficios y patentes) que ahora demanda que los trabajadores demuestren, por el contrario, haber pasado de un modo fugaz y ligero por distintos saberes. Así, el currículum se torna lo “flexible” y técnico que requieren los grandes empresarios, los bancos, las corporaciones multinacionales, etc. Es lo que hay detrás de la próxima reforma, aun peor, del 3+2. Un robo del conocimiento a la clase obrera, ya despojada definitivamente de aquello que podía contribuir a su mayor lucidez con vista a mejorar la vida. La conversión de un derecho en una inversión (que por eso ahora justifica que las matrículas cuesten más del triple a los alumnos).

A este fin exclusivamente “laboral” sirve ya la universidad española. Ya no es fértil caldo de cultivo de la cultura viva, como en el viejo modelo, por mucho que este también tuviera grandes fallos. Liria atribuye, además, a la nueva universidad un carácter aun más feudal, entendiendo por feudal un carácter privado, frente al ya denostado y superado carácter público que la Ilustración le había otorgado. Y, por volver a nuestra tesis inicial, es esto lo que han ido con su propaganda y “teorías” fomentando algunos pedagogos que, a diferencia de otros pocos entre los que me incluyo, choca con una idea verdaderamente crítica y liberadora de la pedagogía. Tiene un sentido necesario y vigente, hoy más que nunca, la pedagogía, pero para situarse críticamente ante lo que está pasando, bien sea desde la labor de un orientador de centro a la de un profesor universitario e investigador. Hay que promover una pedagogía crítica que nunca sea cómplice… de nadaque no se case con nadie y que solo responda a la verdad, la justicia y la libertad. Aunando rigor y libertad, y búsqueda de la verdad por encima de lo útil. Una pedagogía lúcida capaz de mirar más allá de las trampas ideológicas del presente, historizando los discursos de las otras pedagogías cómplices que por ahora están ganando la batalla,desvelando su trasfondo neoliberal. Y una pedagogía que haga suyo el elemento de autocrítica que ha caracterizado a nuestra civilización desde sus orígenes para realizarlo en las instituciones educativas. 

Bibliografía:

Fernández Liria, C. et al. (2017). Escuela o barbarie. Entre el neoliberalismo salvaje y el delirio de la izquierda. Madrid: Akal.

Fuente del Artículo:

https://educayfilosofa.blogspot.mx/2018/03/pedagogia-e-ideologia-en-la-actual.html

Fuente de la Imagen:

http://leereluniverso.blogspot.com/2012/02/prensa-la-reforma-educativa-por-jose-m.html

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Educación argentina: la desigualdad en las escuelas públicas divide la ciudad en dos

América del Sur/Argentina/ 16.04.2018/ Por: Guadalupe Rodríguez/ Fuente: www.lanacion.com.ar.

El sur de la ciudad de Buenos Aires muestra una desigualdad crónica respecto del norte y la educación no es una excepción. Allí donde vive la mayor cantidad de chicos menores de 14 años del distrito más rico del país se dan los peores indicadores educativos: faltan escuelas, las aulas están abarrotadas, no alcanzan las vacantes y los niveles de repitencia y deserción son los más altos. Los alumnos que no terminan el secundario en Palermo y Núñez no llegan al 5%, pero rondan el 30% en Villa Lugano y Soldati. Una realidad que se refleja en las cifras oficiales relacionadas al empleo y el ingreso.

Cada mañana en la escuela N° 11, bien al sur de la ciudad, un rato después de que los chicos llegan a clase, hacen a un lado los útiles y se sirve el desayuno en los mismos bancos donde estudian. Son varios los alumnos que entran al aula sin comer. «A veces, les cuesta arrancar porque no desayunan en sus casas. Entonces, primero comemos y después empezamos con la clase. De otra forma no se puede», cuenta Emmanuel Fariña, docente de 7° grado en esta pequeña escuela del distrito escolar 19, uno de los tres con los niveles más altos de necesidades básicas insatisfechas de toda la Capital.

La docente Florencia Toyos está orgullosa de los recursos de la escuela N° 16, de Palermo
La docente Florencia Toyos está orgullosa de los recursos de la escuela N° 16, de Palermo Fuente: LA NACION – Crédito: Silvana Colombo

En el informe de coyuntura «La ciudad en deuda», del Centro de Estudio de Ciudad de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, la licenciada en Trabajo Social Inés Albergucci deja bien en claro que la desigualdad tiene correlato con la distribución geográfica. En los barrios del sur (Lugano, Soldati, Bajo Flores, Villa Riachuelo, Nueva Pompeya, Barracas, La Boca) vive la población más vulnerable social y económicamente: se hace notable que las condiciones de vivienda, empleo, salud e ingreso son peores. Por ejemplo, según datos de la Dirección General de Estadística y Censo de la Ciudad, en el segundo trimestre de 2017, en la zona sur el desempleo era del 16,9%, más del doble que en el norte, donde rondaba el 7%, y el ingreso promedio per cápita fue de $10.308 y $22.633, respectivamente.

Consultado sobre qué medidas está tomando frente a esta situación y a la necesidad de la construcción de escuelas para albergar a los estudiantes que ya están fuera del sistema y a los que se suman cada año, desde el Ministerio de Educación porteño afirman que están llevando adelante obras en las comunas sureñas, como ocurre en los polos educativos Mataderos (Murguiondo y Directorio, comuna 9), Piedrabuena (Piedrabuena y Zuviría, comuna 8) y Lugano (Fonrouge y Barros Pazos, comuna 8). También explican que están en proceso de aumentar la matrícula en la comuna 4 (La Boca, Barracas, Parque Patricios y Nueva Pompeya) y que asumieron el compromiso de construir en lo que resta de 2018 y en 2019, 30 escuelas con salas de 3 años, de las cuales el 60% corresponde a zona sur.

Un problema de acceso

Según la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), en 2017 hubo en la ciudad 10.553 chicos en lista de espera. De esta cifra, la gran mayoría fueron familias del sur que no pudieron costear la cuota de una escuela privada como alternativa. Los números son claros: en los barrios más pobres, el 70% de los alumnos está matriculado en escuelas estatales, y en los más ricos (Núñez, Belgrano, Palermo, Recoleta, Colegiales), solo el 40%. Además, año a año, en los distritos más pujantes, la cantidad de chicos matriculados en el sistema estatal decrece al tiempo que migran al sistema privado. Al contrario, en el otro extremo del mapa porteño la demanda por la educación estatal aumenta.

Patricia Pines es docente y madre de dos niños que van a un colegio estatal. Cuando en 2014 comenzó la inscripción online en la ciudad de Buenos Aires, se encontró con las primeras dificultades. Lejos de darse por vencida ante un sistema que muchos califican de deficiente, por complejo y expulsivo, se juntó con otros padres y formaron Vacantes para Tod@s, un colectivo que busca convertir espacios ociosos en escuelas públicas, laicas y gratuitas de todos los niveles, especialmente en zona sur. Según sus proyecciones, «en el inicio del ciclo lectivo 2018 fueron 15.000 los alumnos de los tres niveles que se quedaron sin vacantes». Pines calcula que son 75 las escuelas que se necesita abrir en la Capital para albergar a los chicos que se quedaron sin vacantes, con un costo cercano de 1000 millones de pesos.

«No sobran pibes, faltan escuelas», dice enfáticamente el maestro Emmanuel Fariña, y cuenta que frente a la sede del distrito 19, ya empezadas las clases, se podían ver familias enteras haciendo hasta dos cuadras de cola por una vacante. Esto hace también que las familias se bifurquen, porque los chicos recalan en distritos diferentes. El gobierno porteño implementó para esos casos trasladarlos en micros a las instituciones alejadas de sus casas. Florencia Toyos cuenta que en el Wenceslao Posse estudian chicos de la villa 31 de Retiro -otra zona con graves problemas de vacantes-, que viajan hasta Palermo en estos colectivos.

Emmanuel Fariña es maestro en una de las zonas más pobres de la ciudad
Emmanuel Fariña es maestro en una de las zonas más pobres de la ciudad Fuente: LA NACION – Crédito: Emiliano Lasalvia

Distintas oportunidades

En la escuela N° 11 de Nueva Pompeya hay un solo patio y sin techo para los casi 200 alumnos que van por turno. Ahí juegan durante el recreo, saludan a la bandera y hacen gimnasia. Cuando llueve, nada de eso es posible y deben quedarse en las aulas, en las que apenas entran. Según el Reglamento Escolar (art. 90, inc. 2), el espacio mínimo por alumno debe ser de 1,35 m² de superficie y de 4 a 5 m³ de capacidad. Tienen una sala de informática en la que funcionan no más de siete computadoras y sin acceso a Internet. «Si les pedimos que traigan las netbooks del Plan Sarmiento, hay un solo enchufe por aula para cargar veinte máquinas», sostiene Fariña.

En el otro extremo, y no solo geográfico, la escuela N° 16 Wenceslao Posse, a la que asisten cerca de 250 alumnos por turno, cuenta con patio interno y externo, y hasta dispone de un sector de pasto sintético que donó la escuela de fútbol Claudio Marangoni. «Tenemos sala de música, biblioteca, un gabinete de ciencia excelente y una sala de computación con pantalla digital interactiva. Los chicos traen las netbooks y acá también hay de repuesto. Usamos muchísimo los recursos digitales», cuenta orgullosa Toyos.

En su trabajo «La discriminación educativa en la ciudad de Buenos Aires», la ACIJ señala que «el hecho azaroso de haber nacido o asentarse en un distrito escolar particular de la ciudad determina, en gran medida, la posibilidad de una persona de acceder o estar privada de determinados bienes y servicios básicos». La ONG plantea que «esto es lo que se considera posición social de origen, y es justamente un factor que debe ser tomado en cuenta a la hora de honrar los compromisos sociales igualitarios»

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/2125900-educacion-la-desigualdad-en-las-escuelas-publicas-divide-la-ciudad-en-dos

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Entrevista a Olivier Ayache-Vidal: “Los profesores tienen prejuicios y no están suficientemente formados, es gravísimo”

Francia / 15 de abril de 2018 / Autor: Begoña Piña / Fuente: Público

El director francés, Olivier Ayache-Vidal, reflexiona en positivo y con humor en ‘El buen maestro’ sobre los problemas del sistema educativo en Francia, los prejuicios de los profesores en los colegios del extrarradio y su falta de formación para enseñar.

A mí una profe, cuando entraba por la puerta, me decía directamente: ‘Ya te puedes poner al final a dormir si quieres’. Pues vale, iba y me dormía. ‘Vete al final, duérmete o píntate las uñas, pero déjame hacer la clase’. Y yo aún no había hecho nada”. Eran declaraciones de una joven en riesgo de exclusión social el pasado año, cuando UNICEF alertó del “preocupante abandono escolar” en nuestro país. Aunque 10 puntos por encima de la media europea, el problema existe en otros países. “En Francia cada año 17.000 niños son excluidos de forma definitiva del sistema escolar. Cada día echan de sus colegios a cien niños. ¡Eso es horrible! Los prejuicios de los profesores hacen que los niños tengan menos capacidades”.

Producto en la mayoría de los casos de la procedencia y raza de los alumnos y de su clase social, esa escandalosa desigualdad de oportunidades que existe en la Educación pública en Francia animó a Olivier Ayache-Vidal a investigar durante dos años para rodar posteriormente sus ‘opera prima’, ‘El buen maestro’, una reflexión en positivo del sistema escolar con la que intenta abrir un debate que se materialice en respuestas a esos alumnos.

Protagonizada por el prestigioso actor de la Comédie-Française Denis Podalydès y con la participación de los chicos con los que convivió el director dos años –un grupo de jóvenes debutantes que concede mucha autenticidad y frescura-, la película denuncia el clasismo del sistema y la falta de preparación de los profesores.

Olivier Ayache-Vidal

Olivier Ayache-Vidal, director de ‘El buen maestro’

¿El retrato que hace en su película de la Educación pública, bastante desolador, es el real?

Al 100%. Es exactamente así. He estado más de dos años en el colegio Maurice Thorez de Stains conviviendo con 500 alumnos y 40 profesores. La película me ha costado cuatro años. He estado en un colegio, pero lo he investigado todo, desde el principio hasta el final: los profesores, las instituciones, el ministerio… lo he visto, me he entrevistado con todos. Podría escribir una tesis.

Da la sensación de que el problema más grave de todos es el clasismo, ¿es así?

Sí. Hay tantos problemas hoy en la educación pública, pero el clasismo es grave y es muy difícil de cambiar. El sistema escolar francés es muy clasista. ¡Es espantoso! Y es fundamental que los chicos crean en sus capacidades. En una clase de Psicología se hace un experimento con ratas. Se dice a un grupo de la clase que son las ratas más inteligentes del mundo, mientras que a la otra parte de la clase se le dice lo contrario, que son las más tontas. Y se hace el test con el famoso laberinto. Las primeras lo hacen rapidísimo, las segundas ni siquiera se ponen en marcha. Pero son las mismas ratas. Con una persona pasa igual, así que imagina lo que ocurre cuando limitas desde la escuela a una persona.

La clase social, la zona en la que viven, la procedencia… deciden esa discriminación con los alumnos, ¿algo más?

 Sí, los profesores, los profesores y sus prejuicios sobre la población. La inteligencia es la misma en todos, pero los prejuicios de los profesores hacen que los niños tengan menos capacidades.

¿Cómo se pueden evitar los prejuicios de estos profesionales?

Es un gravísimo problema, pero es que los profesores no están suficientemente formados, además de sus prejuicios. Es como si mañana uno fuera profesor de autoescuela porque es campeón de Fórmula 1, lo segundo no funciona nada para enseñar, para contagiar las ganas de aprender. Lo importante es conseguir que los alumnos, que generalmente no quieren aprender, tengan ganas de hacerlo y crean en ellos mismos.

Son buenos en Matemáticas, pero no saben enseñar…

Eso es. Después de unos años de especialidad, son buenos en una materia, pero no saben enseñarla. Hay que saber hacer que el otro quiera aprender. Los niños no quieren comer verdura, hay que hacerles entender por qué es buena la verdura y ponerla un poco atractiva. Pedagogía.

El profesor de su película enseña Literatura y Lengua, ¿es una reivindicación en un sistema que cada vez desprecia más las humanidades?

Mira, un día estaba al fondo de la clase poco antes de empezar a rodar y de pronto un alumno entra en clase tarde. Llegó tarde y traía una tarjeta con su excusa. El profesor leyó la nota y le dijo que estaba bien, que podía irse. Cuando terminó la clase me acerqué a la papelera donde el profesor había tirado la nota y la recogí, no entendí nada y se lo dije a un grupo de profesores. Les pregunté si el chico era extranjero o si tenía problemas de dislexia o algo así, y me dijeron que no. Era mucho más terrible, tenía quince años y no sabía todavía leer y escribir. ¡Escribía fonéticamente! Al chico le habían enviado al fondo de la clase y habían dejado de ocuparse de él. Es horrible.

Aun así, en su película se advierte la esperanza.

Soy bastante optimista, a pesar de todo, pienso, que no es muy bueno exagerar. Lo que sí hay que hacer es poner el dedo en la llaga, pero no hay que decir que el sistema es una aberración. Se trata de mostrar los problemas y de solucionarlos y creo que cada vez tenemos más medios para hacer esto. Y una clave es formar mejor a los profesores, que estudien Pedagogía además de sus materias.

Pues aquí hay niños que salen del colegio sin saber quién es Calderón de la Barca o Lope de Vega.

Es increíble. Y a pesar de todo esto que es terrorífico, creo que Francia y España también son países con suerte respecto de otros del resto del mundo.

¿Francia es consciente de que ocurre esto con su Educación pública?

Creo que poco a poco cada vez hay una mayor conciencia de lo que está ocurriendo en la Educación.

La sociedad es reflejo de la Educación ¿y al contrario?

También. La Educación que tenemos es la que ha propiciado esta sociedad, así que sí, también es un reflejo. Y en la educación hoy están los colegios del centro burgués, que son elitistas, y los de los extrarradios. Por eso he hecho esta película, porque el cine sirve para ayudar también en estas cosas, para mostrar lo que ocurre, los problemas que hay, desde la ficción con historias en las que pones emociones y humor. Sirve para denunciar cosas y para enseñar a la gente cosas que a lo mejor no conoce bien.

¿Usted compartía los prejuicios de su personaje antes de hacer la película?

No, yo tengo muchos amigos en los suburbios, en el extrarradio, pero he conocido extraordinarios profesores que sí los tienen.

Aquí los profesores tienen miedo de dar clase en ciertos centros, ¿allí?

El primer día tienen miedo y es normal porque los medios de comunicación se pasan todo el año diciendo que los profesores deben tener cuidado. Pero, la verdad es que jamás he visto a ningún profesor salir herido de un colegio. Lo que pasa es que llegan a un centro y ven a los jóvenes con esas vestimentas que llevan, sentados en la escalera… y se asustan.

O sea que ¿los medios de comunicación son una herramienta para incitar a ese clasismo?

Por supuesto, claro que incitan a ello. Tengo un amigo, un burgués del centro de París, que no conocía de nada el extrarradio de la ciudad y un día le llevé al colegio en el que estaba trabajando y al salir me reconoció que no era ni de lejos tan terrible ni tan tremendo como decían todo el día los periódicos y las televisiones.

¿Podría ser una estrategia de los grupos que quieren privatizar la Educación?

Ahí está, pero también hay otras cosas. Y una de ellas, por ejemplo, es la xenofobia. La gente que emigra llega a nuestros países con una enorme energía. Ellos han hecho lo que debían, tenían que salir de donde estaban. Esos niños también quieren vivir y sus padres quieren empujarles hacia arriba y que prosperen, y deberíamos aprovechar su buena energía en lugar de lo contrario. Pero hay que ayudarles, darles las herramientas necesarias y luego ya que hagan lo que quieran, que escojan ellos.

Fuente de la Entrevista:

http://www.publico.es/culturas/entrevista-olivier-ayache-vidal-olivier-ayache-vidal-sistema-escolar-frances-clasista-espantoso-profesores-prejuicios-no-suficientemente-formados-gravisimo.html

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Invitación a contar (la narrativa educativa)

Por: Jaume Martínez Bonafé

Mi llamada al relato de la experiencia escolar tiene una dimensión política, porque es una llamada al reconocimiento de la subjetividad, la biografía, dando visibilidad a las particularidades.

Todos los días de todas las semanas del curso iniciaba mis clases en el grado de Educación Social con un estudiante o una estudiante, de pie frente al círculo de iguales, contando algún hecho o situación de su experiencia personal que le resultara especialmente significativo y que deseara compartir. Titulábamos aquella práctica “3 minutos de verdad”, como homenaje a aquel poema que Evtuchenko dedica al estudiante cubano José Antonio Echevarría, que ocupó la emisora de radio durante la dictadura de Batista y lanzó una proclama al pueblo antes de que llegara la policía y lo matara.

Era la práctica más valorada por los estudiantes aunque no la más fácil. Sé que muchas de ellas o de ellos al mostrar su cuerpo y elevar su voz tenían el corazón a punto de estallar y las manos les sudaban a chorros. Pero nunca vi más intensidad en las miradas, en todas las miradas, que durante la presentación de sus relatos. Recuerdo a aquel chaval que llegó un día al aula y nos dijo que quería hablar de cómo su abuelo le había enseñado a dialogar con los árboles y las plantas. Decía su abuelo agricultor que no siempre hay que ir al campo a trabajar, que también hay que aprender a escuchar lo que dicen las plantas. Y le cogía de la manita y le explicaba el particular lenguaje de árboles y plantas durante el paseo por los huertos. Nunca hubo más emoción en aquel muchacho que la tarde en que relató la sabiduría de su abuelo.

Vengo a contarles esto porque creo que en educación y en la formación del profesorado nos faltan más relatos que nos permitan profundizar en la comprensión histórica, contextual y subjetiva de los saberes educativos. Soportamos una “teorización” de la práctica alejada de la experiencia vivida, monótona, a la que es difícil encontrarle el sentido profundo que pueda tener para cada uno de nosotros. La Academia ha venido conformando un modo hegemónico de pensar y hacernos pensar la educación, en el que nuestras vidas, experiencias y particularidades quedan olvidadas, silenciadas, ausentes. Siempre me interesaron los textos de Freinet por muchas razones, pero una determinante es que escribía con dulzura, de un modo cercano, invitándonos, con narraciones de su intensa y personal experiencia, a desbordar los límites y el orden de la pedagogía escolástica y explorar nuevas posibilidades educativas. Decía Foucault que formar conceptos debe ser una manera de vivir y no de matar la vida.

Vivimos una profesión que habla mucho de sí y de lo que nos pasa. No sé que ocurrirá con los médicos, las taxistas, los panaderos, o las archiveras, pero en nuestro caso es habitual que a la conversación a altas horas de la noche con el cubata en la mano en la barra de un bar le acompañe el relato de algo sucedido ese día en la escuela. Sin embargo, el discurso oficial de lo que ocurre en las aulas lo escriben otros. Por eso, mi llamada ahora al relato de la experiencia escolar tiene una dimensión política, porque es una llamada al reconocimiento de la subjetividad, la biografía, dando visibilidad a las particularidades, ofreciéndose al juicio público, favoreciendo la escucha también de las minorías, subvirtiendo el orden discursivo de la pedagogía tradicional y, sobre todo, rompiendo con el silencio al que ha venido sometiéndose la palabra del profesorado.

Mi invitación a contar puede expresarse de forma oral o escrita. En Valencia los movimientos de renovación pedagógica inventamos unas “meriendas pedagógicas” que tenían como finalidad compartir y regalarnos saberes y experiencias relatadas por las maestras alrededor de una mesa con café y pastas. Sin embargo, creo que ese saber testimonial nacido de lo singular, esa narrativa que articula experiencia, se expresa con más fuerza a través de la escritura. No hablo de esa escritura institucional que actúa como discurso de verdad y encorseta el procedimiento con el enunciado. No, es otra la escritura que reclamo, más cercana a los silencios de quienes en aquella otra escritura institucional “no sabrían decir”. En las escuelas hay niños y niñas, maestras y maestros, que viven incidentes, resuelven problemas, tensionan sentimientos y experiencias en un proceso comunicativo colonizado por textos que no nacen del pensamiento sobre lo vivido por ellos mismos, que no nacen de la reflexión provocada por la singularidad de cada experiencia. Defiendo que es precisamente en esos espacios en los que hay que tomar la voz y llevarla al texto, desde el sujeto, sujetado sí, pero sujeto.

Y ya que estamos, déjenme que les cuente, ahora, lo que ocurrió con Ramón, que tenía nueve años cuando yo era su maestro en la escuela pública de la Pobla de Vallbona, allá por el final de los años setenta. Aquel niño de cabellos revueltos y rodillas marcadas por los golpes del juego y las aventuras de los huertos, estaba prematuramente etiquetado como un desastre, como un fracasado escolar. Así me lo presentaron los colegas, así lo certificaba el Libro de Escolaridad, y así parecían percibirlo la familia y los vecinos.

Sin embargo, muy pronto Ramón empezó a ser un niño muy admirado por sus amiguitos y amiguitas de la clase, y desde luego, también por su maestro. Todos y todas esperábamos ansiosos, cada mañana, que se abriera la puerta del aula (¡claro! siempre con unos minutos de retraso) y apareciera Ramón. El chaval sacaba de su maltrecha mochila un papel arrugadito que a menudo adornaba con alguna mancha de aceite, subía a la tarima de madera que algún día fue territorio exclusivo del maestro, y se ponía a leer. Entonces salían de aquel papel las historias más hermosas, más imaginativas y más divertidas que ustedes puedan suponer. Todos nos quedábamos en silencio, atentos y expectantes y, poco a poco, las miradas de las niñas y los niños se encendían con aquellas historietas.

Yo aprovechaba aquellos textos libres, aquellas creaciones literarias, para trabajar otro curriculum, de otra manera. Con Ramón dibujábamos, medíamos, contábamos, discutíamos, escribíamos, pensábamos, viajábamos, leíamos, cantábamos, sentíamos, aprendíamos. Desde los textos de Ramón recuperé la cultura popular, la experiencia de la vida cotidiana, el deseo de los niños, los proyectos que ilusionaban, los saberes que se dejaban querer, los territorios y culturas que se dejaban explorar. Yo empezaba por entonces a ensayar la pedagogía Freinet y tenía muy claro que la escuela debía estar al servicio del pueblo, y no al contrario. Nunca olvidaré, además, el tierno y afectivo reconocimiento del grupo hacia este amiguito, al que se le otorgó, dentro del territorio libre del aula, la autoridad de ayudarnos a todos a crecer y a experimentar el verdadero sentido de vivir. Con Ramón entraba en el aula el sujeto, la biografía, la palabra propia, el deseo.

Cuando cuento esta historia suelo advertir que no hablo de didáctica sino de política. De un modo de entender la relación educativa nacido del deseo de emancipación. Un deseo que pone en la palabra y la experiencia narrada un modo de hacernos visibles en nuestra condición histórica.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/04/11/invitacion-a-contar-la-narrativa-educativa/

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