Más de ocho mil maestros cubanos regresarán a las aulas tras el aumento de salario al sector presupuestado, anunciado semanas atrás por el Gobierno nacional, destacan hoy medios locales.
De acuerdo con la ministra de Educación de Cuba, Ena Elsa Velázquez, esa cifra permitirá iniciar el curso escolar 2019-2020 con una cobertura de un 95 por ciento.
Velázquez precisó que existen provincias como las orientales Santiago de Cuba, Guantánamo, Las Tunas y Granma, y la occidental Pinar del Río, que deben estar por encima de ese por ciento.
El proceso de reincorporación se analiza minuciosamente pues debemos tener seguridad de que esas personas mantienen condiciones para desarrollar el proceso docente-educativo en las escuelas, agregó la titular citada por el diario Juventud Rebelde.
Según el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, el aumento salarial en Cuba comienza a romper la inercia hacia una relación entre el trabajo y los ingresos en un sector que brinda servicios muy demandados por la ciudadanía: el presupuestado.
Díaz-Canel indicó que esa decisión es apenas el inicio de otras que vendrán, como la reforma salarial, la adopción de una política de precios más coherente y la unificación monetaria y cambiaria, todas en pos del desarrollo económico-social de la isla.
Centroamérica/Puerto Rico/15 Agosto 2019/Prensa Latina
La organización magisterial Educamos rechazó hoy la actitud del secretario de Educación de Puerto Rico, Eligio Hernández, cuando describió un cuadro de normalidad en el primer día de clases en el sistema público.
La presidenta de Educamos, Migdalia Santiago, dijo que no es posible que recibamos como si nada el recorte de 240 millones de dólares al Programa de Educación Especial por parte de la Junta de Supervisión Fiscal (JSF). Tampoco nos parece normal y aceptable, señaló, que se sigan manteniendo docenas de contratos con entidades que desvían los fondos que necesitamos en las escuelas hacia manos privadas.
La dirigente gremial agregó que mucho menos puede ser normal que mientras se hacen recortes en el Departamento de Educación ante la crisis, se le entreguen miles de dólares a empresas privadas a través de los llamados vales educativos, para que los alumnos se vayan a colegios particulares, y se haya intentado hacer lo mismo a través de las escuelas charter.
Santiago anotó que tampoco puede ser normal que aún no se le haya otorgado permanencia a los maestros vocacionales.
Consideró que ni el secretario Hernández ni la gobernadora Wanda Vázquez, ni ningún otro funcionario han dicho que acudirán ante la Junta de Supervisión Fiscal para reclamarle que no haya recortes al presupuesto de la educación pública y que se declare como un derecho y servicio esencial para el pueblo.
En todo eso parecen conformarse con lo decidido por la Junta fiscal, que constituye un ataque frontal contra nuestra educación y contra la Universidad de Puerto Rico (UPR), recalcó.
A Educamos le preocupa que mientras permiten eso con los fondos ya existentes, no estén dispuestos a utilizar parte para garantizar un aumento sustancial de salario al magisterio.
Precisamente, solamente para eso han dicho que es necesario acudir a la JSF, mientras para todo lo demás no actúan y lo ven como normal.
​La presidenta de Educamos insistió en que el Gobierno y Educación tienen que garantizar un salario básico de tres mil dólares al magisterio.
Demandan además el establecimiento, sin ambages, de la carta circular para la educación con perspectiva de género, rechazar los abusivos recortes a la UPR, a las escuelas públicas y al Programa de Educación Especial, dirigido a alumnos con ciertas deficiencias motoras o déficit de atención.
Estudiantes universitarios japoneses iniciaron una campaña de recolección de firmas para solicitar a sus escuelas que brinden un ambiente de aprendizaje seguro, reseñan hoy medios locales.
Sin embargo, la respuesta de las universidades se silenció a pesar de informes que revelan el número creciente de casos de violencia sexual dentro y fuera de los campus en los últimos tiempos.
En mayo pasado Koyo Tani, de 22 años, estudiante universitario de cuarto año, inició la campaña para solicitar a los centros educación preventiva y otras contramedidas.
‘En comparación con las advertencias sobre el consumo excesivo de alcohol, la universidad no ha tomado la iniciativa de destacar la violencia sexual’, dijo Tani.
Varios alumnos de universidades como la de Soka y Sophia realizaron talleres para educar a los estudiantes sobre la importancia del consentimiento sexual.
Por su parte, la organización feminista Chabudai Gaeshi Jyoshi Action (Acción de mujeres que giran mesas), destacó la iniciativa de los jóvenes y la necesidad de tener campus seguros.
Mientras, los expertos instaron a las instituciones de enseñanza a desempeñar un papel más activo en la educación de los estudiantes para reducir los casos de agresión sexual.
Las aulas actuales deben utilizar más dispositivos y tecnologías para preparar a los niños para empleos que probablemente no existen.
Un informe del Foro Económico Mundial señala que el 65% de los niños que ingresaron a la escuela primaria en 2017 tendrán trabajos que aún no existen y para los cuales su educación no los preparará.
¿Cuáles son las profesiones del futuro?
La educación debe adaptarse en consecuencia. Heather McGowan, una estratega de futuro laboral que ayuda a preparar a personas y organizaciones para la Cuarta Revolución Industrial, dice verá el mundo remodelado por la inteligencia artificial, la robótica y otros avances tecnológicos.
McGowan piensa que esto significa menos enfoque en la transferencia de conocimiento y más en la capacidad de aprender por uno mismo.
“El conocimiento fundamental del futuro es tu propia capacidad de aprender y adaptarte, porque si no lo haces, tu carrera se detendrá después de un par de años”, dice.
Herramientas para el futuro
Esta nueva era de la educación también exige un nuevo conjunto de herramientas. Por ejemplo, Cubetto, un pequeño robot de madera que se mueve sobre una tabla cuando un niño inserta bloques con comandos como izquierda, derecha o adelante en una base conectada.
El kit Cubetto, que cuesta 225 dólares, está siendo utilizado por escuelas y padres para enseñar a niños de apenas tres años a crear código .
“Es una habilidad que puedes aplicar a cualquier cosa: básicamente aprendes a pensar de una manera muy lógica y racional”, dice Filippo Yacob, fundador y CEO de Primo, el fabricante de juguetes que desarrolló Cubetto.
“Para nosotros, se trata de hacer que los niños sean a prueba del futuro”, agrega.
Sin embargo, la efectividad de tales herramientas depende de mantener la capacidad de atención de un niño pequeño.
Para Tim Cook, aprender a codificar es más importante que aprender inglés. El CEO de Apple dice que en la actualidad, tener conocimiento en desarrollo y código es muy importante -incluso más que hablar inglés- por las oportunidades que esto representa.
“Debe ser algo divertido y aventurero, no solo tarea”, dice Alex Klein, CEO y fundador de Kano, una compañía de tecnología educativa.
El producto insignia de Kano —el kit de computadora Kano— es una computadora o tablet que uno mismo crea. Los estudiantes siguen una guía paso a paso para conectar las partes, y una vez que está en funcionamiento pueden jugar en varias aplicaciones que van desde aprender a codificar hasta crear música y juegos.
“Kano ofrece oportunidades de un cambio de paradigma para enseñar Ciencias de la Computación”, dice Allen Tsui, profesor de una escuela en Londres que usa el dispositivo. “(También) permite oportunidades de aprendizaje basadas en proyectos para ampliar las habilidades de colaboración, creatividad, comunicación y pensamiento crítico”.
En Reino Unido, los educadores están recibiendo bien el uso de la tecnología. Según una encuesta realizada por Promethean, el 54% de los profesores está usando tecnología educativa este año, y el 94% reconoce que puede mejorar la participación entre los estudiantes.
No solo para enseñar
La tecnología no solo ayuda a enseñar a los niños , sino que también crea un mejor ambiente de aprendizaje.
Las compañías danesas Velux y Leapcraft han estado trabajando juntas para introducir sensores en el aula. Desarrollaron el Ambinode, una pequeña caja blanca que monitorea el ruido, la temperatura, las partículas de aire y los niveles de CO2.
Luego, los datos se envían a una aplicación de teléfono inteligente, de modo que un profesor o un gerente del lugar pueda monitorear el entorno y asegurarse de que sea lo más cómodo y productivo posible.
Un informe de la Universidad de Salford encontró que factores físicos como la luz natural, la temperatura y la calidad del aire pueden aumentar el progreso del aprendizaje de los alumnos de primaria hasta en 16% en un año.
“El peligro es, si no se comprendes bien estas cosas, esos niños realmente se verán obstaculizados en su aprendizaje y estarás socavando sus esfuerzos para progresar académicamente”, dijo el profesor Peter Barrett, quien dirigió el estudio.
El Tribunal Supremo dictamina que llevarse el almuerzo a la escuela puede comportar una “posible violación de los principios de igualdad y de no discriminación»
Los niños en Turín no podrán llevar comida de casa y consumirla en el comedor escolar en el horario de las comidas. Deberán alimentarse solo con los menús que ofrece el servicio del colegio o salir del centro para almorzar y regresar por la tarde a clase. El Tribunal Supremo considera que llevarse el almuerzo de casa al comedor de las escuelas y almorzar allí con el resto de estudiantes, una tendencia cada vez más extendida, no es un derecho. Se resuelven así más de cinco años de lucha entre un grupo de familias y el Ayuntamiento (responsable de los comedores de los colegios) de Turín, la ciudad que ha encabezado en Italia la llamada “revuelta del bocadillo” para conseguir normalizar el táper en los comedores escolares.
El fallo, que se hizo público el pasado 30 de julio, sienta jurisprudencia para todo el país y deja en manos de las instituciones educativas y de las autoridades locales la “autonomía organizativa” para gestionar todo lo relativo a las comidas de los estudiantes. Sin embargo, los jueces consideran que llevar “el bocadillo de casa”, puede comportar una “posible violación de los principios de igualdad y de no discriminación, en base a las condiciones económicas, así como del derecho a la salud, teniendo en cuenta los riesgos higiénicos y sanitarios de un almuerzo individual y no controlado”.
En cambio, las familias que comenzaron la batalla en 2013 para que sus hijos pudieran llevar un bocadillo al colegio creen que la decisión del tribunal es “un paso atrás”, como explica a este diario su abogado, Giorgio Vecchione. Se quejan de la calidad de los alimentos que ofrece el comedor escolar y del elevado precio del servicio, que varía de 1,27 euros hasta los 5,3 euros y en algunos casos llega a los 7,2 euros por comida.
En 2014 solicitaron al Ayuntamiento y al Ministerio de Educación que permitieran a quienes llevaban la comida de casa comerla en las instalaciones. Presentaron una demanda, que fue desestimada en primer grado, y en 2016, el Tribunal de Apelación de Turín les dio la razón y dictaminó que los padres tenían derecho a elegir entre el almuerzo del comedor escolar y la comida preparada en casa. “El problema ahora es que la sentencia del Supremo entra en conflicto con las resoluciones de otros tribunales que han reconocido el derecho de libertad individual”, explica Vecchione, que baraja dirigirse al Tribunal de Estrasburgo.
En su momento, la decisión del tribunal turinés tuvo gran repercusión en el resto del país y animó a otras escuelas nacionales a aprobar el ya famoso “panino da casa” [bocadillo de casa]. Otros padres e incluso algunos directores de colegios de Milán, Benevento, Ferrara, Génova o Venecia han conseguido normalizar que los escolares accedieran al comedor con la fiambrera.
El revuelo fue tal que el Ministerio de Educación y el Ayuntamiento de Turín presentaron entonces un recurso a la sentencia, alegando que si los niños llevan la comida de fuera, no sería posible saber quién se hace cargo de los productos que están consumiendo en el colegio. Mientras que de los alimentos que están dentro del menú oficial del comedor, el responsable es siempre la empresa adjudicataria. También apuntaban que el consumo de las comidas de casa resultarían una prestación gratuita para los beneficiarios “pero onerosa para la colectividad”, en particular para la Administración, que debería costear los gastos de logística, limpieza, etc., y también para las familias que pagan el comedor.
En la educación primaria y secundaria italiana, se puede elegir entre varias modalidades de escolarización que se distinguen entre sí en función de las horas semanales lectivas. Una de estas modalidades, la llamada “a tiempo completo” consiste en 40 horas semanales, que incluyen 10 horas de comedor. El Ministerio de Educación considera que quien ha elegido esta tipología debe cumplirla de forma íntegra, con comedor escolar incluido, porque de lo contrario “se pondría en peligro el proyecto formativo, que también incluye la educación alimentaria”, según señala en su recurso. E invita a los padres contrarios al comedor a que elijan una modalidad que no incluya ese servicio. “Los niños cuyos padres no puedan permitirse pagar el servicio, serán excluidos porque estarán obligados a abandonar el colegio durante el tiempo de la comida, aunque se considere horario lectivo. Es el colmo de la discriminación”, sentencia el letrado de las familias.
Creen que el uso obligado de los servicios de pago del comedor atenta contra el principio de educación gratuita. Alegan que si el almuerzo escolar constituye un momento importante para socializar y computa en el total de horas lectivas, entonces debería reconocerse el derecho de los alumnos a llevar comida de casa, sin que estén obligados a utilizar el servicio de comedor.
El Supremo ha tumbado su tesis y ha dado la razón al Ministerio de Educación y al Ayuntamiento de Turín apelando al espíritu de comunidad: “La institución escolar no es un lugar en el que se ejercen libremente los derechos individuales de los alumnos ni los servicios se connotan en términos de mera negociación, sino que es un lugar en el que el desarrollo de la personalidad de los alumnos y la valoración de las diferencias individuales deben llevarse a cabo dentro de los límites de compatibilidad con los intereses del resto de alumnos y de la comunidad”.
La mujer salió antes del amanecer. Sus cuatro hijos todavía estaban dormidos en su casa de bloques de hormigón en Abobo, un laberinto de tiendas y viviendas lleno de trabajadores portuarios, conductores de taxi, obreros de fábricas y vendedores callejeros.
Ella y una amiga cruzaron al lujoso vecindario de Angré, hogar de médicos y hombres de negocios. Allí recolectaron los desperdicios plásticos de esos consumidores en unas bolsas que colgaban de sus hombros, mientras los gallos anunciaban el amanecer que se reflejaba en los muros cubiertos de buganvilias de las residencias.
Mariam Coulibaly forma parte de una legión de mujeres en Abiyán que se ganan la vida recogiendo desperdicios plásticos en las calles y vendiéndolos como material reciclable. Ahora son las impulsoras de un proyecto que convierte la basura en ladrillos de plástico para construir escuelas en todo el país.
Están trabajando con una compañía colombiana para convertir los desperdicios plásticos —una plaga de la vida moderna— en un activo que ayudará a que algunas mujeres ganen un salario decente mientras limpian el medio ambiente y mejoran la educación.
Lo considera una oportunidad para mejorar su vida e incluso para ascender a la clase media. Los compradores actuales “no nos pagan bien”, dijo Coulibaly. “Este proyecto nos ayudará”.
Durante el año pasado, con el proyecto se construyeron nueve salones de clases utilizando ladrillos de plástico reciclado en Gonzagueville, un rústico vecindario en las afueras de Abiyán, y en dos pequeñas aldeas campesinas, Sakassou y Divo. Las primeras escuelas fueron construidas con ladrillos importados de Colombia. No obstante, en otoño, una fábrica que se está construyendo en el parque industrial de Abiyán comenzará a producir ladrillos en esta localidad.
Los nuevos salones de clases que fueron fabricados con ladrillos de plástico son muy necesarios. Actualmente, algunos salones albergan hasta noventa estudiantes, según el ministro de Educación del país. La empresa que está construyendo la fábrica, Conceptos Plásticos, tiene un contrato con Unicef para terminar 528 salones de clases para atender a unos 26.400 estudiantes, con un estimado de cincuenta alumnos por salón.
Tirangue Doumbia, directora de un preescolar, les da la bienvenida a sus estudiantes en un nuevo salón de clases construido con ladrillos de plástico en la escuela de Gonzagueville. CreditYagazie Emezi para The New York Times
Estudiantes y residentes observaban los ladrillos de plástico afuera de la escuela del pueblo de Sakassou.CreditYagazie Emezi para The New York Times
En la pequeña aldea de Sakassou, los habitantes extraen agua del pozo con una bomba de pedal, crían cerdos y pollos, y cocinan con leña. Hasta este año, la escuela a la que iban los niños estaba en un edificio tradicional que fue construido con madera y ladrillos de adobe. El adobe se erosiona por el sol y la lluvia, y debe repararse constantemente.
Sin embargo, los nuevos salones de clases de plástico prácticamente podrían durar para siempre. Los ladrillos interconectados parecen piezas de Lego negras y grises. Retardan la acción del fuego en posibles incendios y permanecen frescos durante la temporada de calor. El otro día, los aldeanos usaron uno de los salones de clases con decoración colorida para hacer una reunión de la aldea.
“Esto es diez veces mejor”, dijo Joachim Koffi Konan, director de la escuela en Sakassou.
Una vieja aula hecha de adobe en mal estado. Los ladrillos de adobe son más difíciles de mantener. Yagazie Emezi para The New York TimesEl interior de la primera aula construida con ladrillos de plástico en la escuela de Gonzagueville.Yagazie Emezi para The New York Times
El proyecto no sería posible sin la capacidad de organización de Coulibaly, presidenta de una asociación comunitaria para mujeres con doscientas integrantes llamada The Fighting Women (las luchadoras).
Ella ha recolectado basura durante casi veinte años, desde que tenía 15. Su esposo es conductor de woro-woro, un taxi colectivo.
Mariam Coulibaly está lista para salir a las cinco de la mañana y recorre los barrios de Abiyán en busca de plásticos para reciclar. CreditYagazie Emezi para The New York Times
Coulibaly y las integrantes de su asociación comunitaria llamada The Fighting Women (las luchadoras) recogen plásticos en el Mercado Adjame durante varias horas por la noche. CreditYagazie Emezi para The New York Times
Una mañana reciente, después de recoger basura, fue a casa para realizar los quehaceres y luego regresó a trabajar de noche, en esa ocasión en el enorme mercado al aire libre de Adjamé, a la hora del cierre.
Ella y otras mujeres iban y venían por los callejones de luz tenue, pasando incluso por los locales del pescadero y el sastre, quien aún estaba trabajando frente a su máquina de coser. Recogían hasta las pequeñas bolsas triangulares de plástico usadas para vender un trago rápido de agua en la calle.
En lo que se abre la fábrica, las mujeres les venden su plástico a intermediarios —la mayoría son hombres— en un mercado de reciclaje en Abobo-Baoulé.
El salario mínimo oficial del país es de aproximadamente 25 dólares a la semana, aunque muchas personas ganan bastante menos. Las mujeres dicen que ganan de 8,50 a 17 dólares a la semana.
Coulibaly destina su dinero a las colegiaturas en una escuela privada para sus tres hijos de edad escolar: uno dice que quiere ser piloto, otro quiere estudiar medicina y a otro le gustaría ser policía.
Las mujeres de la asociación destinan algo de dinero a un fondo que después se redistribuye, lo cual asegura que, si una de ellas se enferma, aun así reciba algunos ingresos.
El proyecto fue idea de Aboubacar Kampo, un médico que acaba de terminar un periodo como representante de Costa de Marfil en Unicef. Reclutó a Conceptos Plásticos, una empresa comercial de reciclaje de plástico que tiene la misión social de construir viviendas y generar empleos para personas pobres. Los fundadores, Óscar Andrés Méndez e Isabel Cristina Gámez, su esposa, acordaron trabajar con Kampo después de visitar Costa de Marfil el año pasado.
Se sintieron conmovidos al ver a las mujeres que llevaban a sus bebés mientras recogían basura en Akouedo, un vertedero conocido por ser un lugar donde se desechan desperdicios peligrosos, y creyeron que podrían ayudar. “Tuvo un gran impacto en nosotros”, comentó Méndez.
Óscar Méndez, al centro, trabaja con recolectores y compradores de plástico en Costa de Marfil, donde se construirá una fábrica especializada en ladrillos de plástico reciclado. CreditYagazie Emezi para The New York Times
La pareja se mudó a Abiyán en junio para comenzar el proyecto y planean llegar a otros lugares de África occidental.
Esperan emplear a treinta personas en la fábrica y comprar el plástico de casi mil mujeres en su primer año de operaciones.
Los primeros salones de clases costaron aproximadamente 14.500 dólares cada uno, en comparación con los 16.500 dólares por cada salón de clases de concreto, dijo Méndez. Se espera que el precio baje un 20 por ciento cuando los ladrillos se fabriquen localmente.
No hay escasez de desperdicios plásticos. Abiyán produce cerca de 300 toneladas de plástico al día, pero solo un cinco por ciento se recicla, dicen los organizadores del proyecto. Cada salón de clases necesita alrededor de cinco toneladas de plástico para su construcción.
Mujeres de la asociación de Abobo clasifican los plásticos que están acumulando para venderlos a la fábrica de ladrillos que les pagará un mejor precio. CreditYagazie Emezi para The New York Times
Kampo imagina un futuro en el que también se construyen viviendas de plástico para los profesores y letrinas para las escuelas. Los profesores de Sakassou comparten casas, pues sus familias viven en otras aldeas. En Gonzagueville hay catorce letrinas para 2700 niños y sus profesores.
Antes de que todo esto pasara, la lideresa de The Fighting Women había estado considerando una nueva línea de negocio: vender bebidas frías.
Ahora, dice Coulibaly: “Creemos que hay futuro en el plástico”.
Centro América/Costa Rica/01 Agosto 2019/Prensa Latina
Un 34 por ciento de los 1,4 millones de niños y adolescentes que viven en Costa Rica vive hoy en la pobreza monetaria, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Hogares y Propósitos Múltiples (Enaho) 2018.
La Enaho 2018 señala que de esos 476 mil niños y adolescentes en la pobreza monetaria, un 12 por ciento está en pobreza extrema y un 34,4 por ciento sufre privaciones multidemensionales relacionadas con su condición de vida.
Citada por el informativo digital crhoy.com, la gerente técnica del Patronato Nacional de la Infancia (PANI), Patricia Hernández, afirmó que la niñez y la adolescencia lideran los principales indicadores de vulnerabilidad y exclusión social.
‘Se reconoce el esfuerzo permanente que desarrolla la Unicef (Organización de Naciones Unidas para la Infancia) por coadyuvar en la creación, desarrollo e implementación de mecanismos idóneos para disminuir las desigualdades que impiden una efectiva garantía de cumplimiento de los derechos de nuestros niños, niñas y adolescentes’, indicó Hernández.
De acuerdo con la Enaho 2018, de los 1,4 millones de niños y adolescentes -del total de cinco millones de habitantes de Costa Rica-, 64 mil son migrantes, 38 mil afrodescendientes y 12 mil indígenas, mientras unos 18 mil tienen algún tipo de discapacidad.
Las cifras oficiales, mencionadas por crhoy.com, reflejan además que un 24 por ciento de los niños y adolescentes migrantes y un 12 por ciento de los indígenas carecen de probabilidades de recibir educación primaria y secundaria.
Asimismo, los datos más recientes del Ministerio de Salud refieren que en 2017 el embarazo en niñas y adolescentes marcó un 14,8 por ciento, al tiempo que la Encuesta Continua de Empleo 2018 arrojó que más de 175 mil niños y adolescentes de Costa Rica no estudian ni trabajan y más de 126 mil no completaron la educación secundaria.
De ahí que el más reciente informe de la Unicef apunta que la pobreza constituye el principal reto para que Costa Rica alcance un nivel alto en el cumplimiento de los derechos de sus menores.
Entre las consecuencias de la pobreza destacan la falta de acompañamiento parental, violencia (física, psicológica y sexual) en la familia y escuela, así como un mayor riesgo de involucramiento en actividades ilícitas y conflicto con la ley, exclusión educativa y fracaso escolar.
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