América del Norte/México/25 Febrero 2017/Fuente: Insurgencia Magisterial
La Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) reiteró su rechazo al programa Certificado de Infraestructura Educativa Nacional (CIEN) “Escuelas al Cien” porque, aseguró, es un “esquema privatizador” del gobierno de Enrique Peña Nieto.
De acuerdo con los maestros, “Escuelas al Cien” busca aniquilar la educación pública y satisfacer las necesidades económicas de los empresarios, con lo que a partir de ese mecanismo el gobierno pretende endeudar a los padres de familia y maestros para que entreguen las escuelas a ese sector.
“La colusión de empresarios con el gobierno y sus desmedidas ambiciones a costa de la educación del país son la principal amenaza para la niñez de México porque, auspiciados por manos empresariales, siguen disfrazando programas sociales que buscan incrementar la pobreza y aniquilar el carácter público de la educación”, añadieron.
La Sección 22 rechazó la implementación de ese tipo de programas en las escuelas del estado porque, apuntó, se trata de un plan hipotecario de la infraestructura educativa a manos de empresarios hasta por 25 años, mediante un fideicomiso administrado por la Corporación Mexicana de Inversiones de Capital S.A. de C.V. y el Banco Invex, dirigido por la política económica de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
“El recurso monetario disfrazado de bondades de este gobierno, que debiera llegar a las escuelas públicas, es destinado al grupo de empresarios para que sean los administradores directos y contraten al personal que se encargará de sus trabajos, despojando de la mano de obra a los vecinos de la propia comunidad”, subrayó.
De igual manera, alertó que ese grado de corrupción e impunidad “no debe ser aceptado por los padres de familia, debido a que también busca que éstos aporten dinero extraordinario para culminar el programa que busca el supuesto sostenimiento de la educación de sus hijos”.
Según los profesores, el mismo programa “Escuelas al Cien” detalla que para ser beneficiarios, los estados tienen que signar convenios de colaboración para acceder a recursos del fondo de aportaciones múltiples, donde nuevamente “las manos ambiciosas de funcionarios corruptos se inmiscuyen con un fideicomiso que, dicho sea de paso, es administrado por la iniciativa privada a través de la Corporación Mexicana de Inversiones de Capital S.A. de C.V. o fideicomiso de emisión y fideicomiso de distribución”.
Finalmente, los integrantes de la Sección 22 hicieron un llamado al magisterio de Oaxaca, autoridades municipales, comités y asambleas de padres de familia para que se informen sobre las repercusiones del programa y evitar que ingrese a sus centros educativos, ya que se trata de un mecanismo de control social.
Con “Escuelas al Cien”, los padres de familia deberán entregar los documentos que acrediten la propiedad de la escuela y dejarla a manos de empresarios en calidad de “resguardo”, para después privatizarla.
Los hijos de migrantes a veces ven interrumpida su escolaridad por meses o incluso años en viajes a los países de origen de la familia, con lo que entran en conflicto derechos de unos y otros.
En la escolarización del alumnado de familias migrantes extranjeras se da un fenómeno cuantitativamente irrelevante y, probablemente por ello, bastante invisibilizado, pero de profundo calado, porque pone en relación los derechos de la infancia, los derechos y deberes de las familias, y los intereses legítimos y los deberes de la sociedad de recepción. Me refiero a la interrupción temporal de la escolarización en España de este alumnado por estancia (algunos de ellos nunca habían residido en él) o retorno, también temporal, a los países de origen de sus padres.
Veamos algunos datos. Hace ya algunos años, la profesora Anna Farjas, que realizó su tesis doctoral sobre la inmigración gambiana en algunas localidades catalanas, pudo certificar que, a lo largo de la década de los 90 del siglo pasado, de 652 hijos nacidos en familias gambianas en dos ciudades concretas, 205 fueron enviados a Gambia y residieron allí con miembros de su familia extensa durante un tiempo no especificado, pero en cualquier caso largo. En una de estas dos ciudades, en un estudio realizado recientemente, durante el curso 2015-2016, se comprobó que 46 alumnos de familias extranjeras habían visto interrumpida su escolarización entre los 6 y los 16 años: 11 de ellos por un periodo entre 2 meses y 1 año; 25 entre 1 y 3 años; y 10 de ellos por un periodo de más de 3 años. De los 46 alumnos, 27 eran hijos de familias gambianas y 14 marroquíes. En 33 casos dicha interrupción se dio por una sola vez; en los 13 restantes las interrupciones fueron más de una.
Tanto el Código Civil como la Declaración Universal de los Derechos de la Infancia (1959) y la Convención sobre los Derechos del Niño (1989) dejan perfectamente claro que “la responsabilidad de la educación y orientación del niño recae en primer lugar en sus padres” y que “los estados deben respetar las responsabilidades, los derechos y los deberes de los padres”, porque “los hijos no emancipados están bajo la potestad de los padres”. No albergamos ninguna duda sobre ello: son los padres quienes deciden cuándo escolarizar a sus hijos, en qué escuela matricularlos de la propia ciudad o no, del país de residencia o de otro (por las razones que sean: el aprendizaje por inmersión de un idioma extranjero, la socialización en un entorno comunitario más adecuado o simplemente el coste económico), e incluso si no escolarizarlos en ningún centro reconocido, sino en casa o en alguna instancia alternativa alegal (las sentencias de los tribunales -cuando la cuestión ha llegado hasta ellos- han sido suficientemente ambiguas al respecto). Son los padres quienes deciden cuándo tomar las vacaciones, y por cuanto tiempo, si llevar los hijos con ellos, si es que deciden pasarlas en un lugar distinto al de su domicilio habitual. Nadie se ha escandalizado hasta ahora cuando una familia decide escolarizar a su hijo en el extranjero, o cuando lo manda a vivir con otros familiares, dejándolo a su cargo, o cuando toma la decisión de dar la vuelta al mundo durante un año llevando a los hijos consigo. Por tanto, nadie debería alterarse cuando una familia extranjera decide encomendar a sus hijos a los familiares que viven en el país de origen por el tiempo que deseen.
Pero tanto la Declaración Universal como la Convención dicen también que “el interés superior del niño guiará a aquellos que tienen la responsabilidad de su educación y orientación”; que el niño gozará de una protección especial “para que pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente de una manera sana y normal, y en condiciones de libertad y dignidad”; que “el niño debe ser protegido contra cualquier forma de negligencia y crueldad”; que los estados deben tener en cuenta el derecho del niño “a manifestar su opinión en todos los asuntos que le afecten… según su edad y madurez”. ¿Hasta dónde llega el interés superior del niño en estos casos? ¿Pueden los padres imponerle una construcción identitaria precisa, desarraigada y descontextualizada pues, en la mayor parte de los casos, el hijo retornará al país de residencia actual de los padres? ¿A partir de qué edad esos niños deben ser escuchados, cuando se trata de decisiones que está claro que afectan a su presente y a su futuro? ¿Son las vacaciones familiares, sean cuando sean y tengan la duración que tengan, un bien superior a una escolaridad normalizada? Damos por supuesto que los padres buscan y deciden lo que consideran mejor para sus hijos, pero el poder de los padres sobre sus hijos no es ilimitado, ni resulta siempre el más adecuado para su desarrollo “sano y normal”.
Finalmente están la escuela y los docentes, representantes de la sociedad de recepción. La escuela, un servicio público que los estados ponen a disposición de las familias para cumplir las funciones que las leyes le encomiendan: el pleno desarrollo de los alumnos, la educación en el respeto de los derechos y libertades y en la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, la educación en el ejercicio de la tolerancia y de la libertad, la formación en el respeto y reconocimiento de la interculturalidad, la capacitación para el ejercicio de actividades profesionales, la capacitación para la comunicación en las lenguas oficiales, la preparación para el ejercicio de la ciudadanía, entre otras. Un servicio que, al menos en teoría, debería poner todos los recursos materiales, personales y funcionales para que cada uno de los alumnos domine las competencias básicas y tenga éxito educativo. O dicho de otro modo, un servicio que invierte un presupuesto considerable para garantizar la igualdad de oportunidades para todos y para compensar las desigualdades de origen. Y unos docentes que, si hacen bien su trabajo, saben de las dificultades y del esfuerzo que demanda conseguir esa igualdad y esa compensación en alumnos procedentes de entornos pobres y vulnerables, con padres que desconocen en gran parte los hábitos y saberes que prioriza la escuela española, y que poco pueden ayudar, en este aspecto, a sus hijos. Unos docentes que han invertido tiempo, profesionalidad y cariño para lograr -a veces con escaso éxito, lamentablemente- que estos niños salgan adelante, sea porque siguen escolarizados en la etapa postobligatoria, sea porque han encontrado un trabajo digno.
¿Qué hacer ante esas interrupciones temporales de la escolarización de este alumnado? ¿No deberían conjugarse en estos casos el interés superior del niño con los derechos y preferencias de los padres, y con los deberes y servicios que asumen las administraciones públicas? ¿Es legítimo dilapidar una inversión costosa, basada en criterios de equidad, por decisiones unilaterales de las familias en relación a la escolarización de sus hijos? ¿Queda suficientemente garantizado el desarrollo en “libertad y dignidad” de estos niños?
México / 22 de febrero de 2017 / Por: Carolina Gómez Mena / Fuente: http://www.jornada.unam.mx
Se calcula que en México “75 por ciento de los hombres homosexuales y 50 por ciento de las mujeres homosexuales, así como 66 por ciento de individuos transexuales, en algún momento de su vida sufrieron bullying (acoso) homofóbico en las aulas. Esto se manifestó con burlas, insultos, golpes y abuso sexual, tanto en instituciones públicas como privadas”.
En el foro Educación sexual para una sociedad incluyente en México, organizado por la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología (Femess), la sicoterapeuta Ana María Vizcaino Guerra señaló, en entrevista con La Jornada, que en las escuelas del país el tema de la diversidad sexual sólo se aborda de “manera tangencial.
Está de manera muy incipiente el tema de la diversidad sexual. Estuve revisando los libros de texto y otros materiales que tiene la SEP, y este tema prácticamente no se aborda. Ahí se habla de la convivencia y el respeto al otro por sus preferencias, pero no sólo de la diversidad sexual, sino de la diversidad cultural y de otras condiciones sociales. Debería ser más específico el tratamiento, señala.
Precisó que omitir o ignorar ese tópico genera un terreno propicio para el acoso y la incomprensión de este sector del alumnado, acciones que muchas veces ni siquiera son frenadas por los maestros o directivos escolares, pero sí provocan tragedias.
Insultos y agresiones físicas
Datos de la Unesco refieren que a escala internacional el acoso homofóbico se expresa con insultos, agresiones físicas y discriminación; es generado por compañeros e incluso profesores de escuelas públicas y privadas, siendo más frecuente entre alumnos de secundaria. Esto genera depresión, soledad, miedo, intentos de suicidio y daños autoinflingidos.
La homofobia social ha inducido a generar homofobia internalizada que provoca un riesgo suicida en los adolescentes homosexuales de tres a seis veces más que en los heterosexuales y se vincula con el rechazo familiar.
Para contribuir a la comprensión de la diversidad sexual desde la infancia, a partir de un enfoque científico, Osmar Matsui Santana, presidente de la Femess, aseguró que debe haber una educación formal integral e incluyente de la sexualidad, que respete la diversidad, sin hacer omisiones.
Médico y sexólogo con doctorado en salud pública por la Universidad de California en Berkeley, explicó que desde la infancia se deben dar los elementos para decidir con responsabilidad sobre la propia vida sexual, y así evitar riesgos biosicosociales y mejorar la calidad y plenitud de vida de todas las personas.
Vizcaino Guerra, maestra en educación especial y sicopedagogía clínica, precisó que los adultos en la escuela no deben hacer caso omiso del acoso homofóbico; tienen que frenarlo y procurar un ambiente de respeto.
Añadió que para abordar el tema de la diversidad sexual en la escuela los maestros y directivos deben recibir capacitación y las autoridades, establecer políticas más claras.
Subrayó que los jóvenes con preferencias sexuales diferentes a las heterosexuales son muy agredidos, incluso verbalmente, lo cual causa un daño acumulativo.
Indicó que en países más desarrollados estos aspectos son parte de la educación que reciben los niños, tanto en el caso de la diversidad sexual como en lo referente a sexualidad en general.
Pero aquí somos muy cerrados. A veces estamos impregnados por un catolicismo muy atrasado y por formas y valores que hacen que nos asuste mucho abrir ciertos temas.
Subrayó que en este aspecto también tiene mucha importancia la familia, es decir, la forma en que los padres transmiten ciertas actitudes hacia diversos sectores e incluso las omisiones que se hagan en estos aspectos.
En general indicó que hay poca apertura para tratar temas de sexualidad con los hijos, pese a la importancia en la vida y convivencia. Insistió en la importancia de inculcar no sólo de manera declarativa, sino también con el ejemplo, la tolerancia, la inclusión y el respeto.
Europa/España/18 Febrero 2017/Autor: Pau Rodriguez/Fuente: Diario la Educación
Entrevista al sociólogo Jordi Collet, que con Antoni Tort publica el libro ‘Familias, escuela y comunidad’: «Las familias no deben ponerse en el diseño metodológico de la escuela, pero sí que lo tienen que conocer».
Se empieza discutiendo sobre el papel de las familias en la escuela de sus hijos y se acaba defendiendo la implicación de todo el territorio en el modelo educativo. Así avanza esta entrevista al sociólogo Jordi Collet, y así se desarrolla el libro que ha escrito con el pedagogo Antoni Tort -ambos de la Universidad de Vic-, Escuela, familias y comunidad, coeditado por El Diari de lEducació -junto con Octaedro-, y que a partir de hoy podrán recibir todos los suscriptores.
En el libro identifica diferentes tipos de familias: las visibles, invisibles y las hipervisibles. ¿A qué se refiere?
Nos referimos a que las diferentes familias tienen voces, presencias y visibilidades desiguales que hay que tener muy en cuenta. Por ejemplo, esto ocurre en las relaciones informales en la escuela, pero también en las participaciones en las AMPA o los consejos escolares, la investigación ha detectado que se dan procesos de colonización. Es decir, que puede haber escuelas con un 90% de familias recién llegadas pero que al AMPA sólo tienen adultos blancos y autóctonos. Hay familias que tienen mucha voz y mucha visibilidad -incluso son hipervisibles- y los hay que no tienen -invisibles-, y la escuela debe ser consciente de qué familias tiene y qué le llegan y pensar en cómo hacerla más participativa y democrática con todos. Porque si no recurrirá al tópico: “Hay familias -invisibles- que no vienen porque no les interesa”. Y no es verdad.
Muchas familias migrantes no se acercan a la escuela porque no entienden el idioma. Esto lo explican muchos maestros.
Y no sólo el idioma, sino los códigos informales. A las familias de clase media los es más fácil. Pero si vengo de fuera hay pautas culturales que desconozco, y que pueden marcar mi relación con el tutor. Estas son las familias invisibles; las visibles suelen ser de clase media.
¿A qué relaciones te refieres cuando hablas de códigos informales?
En la relación entre tú, maestro, y yo, padre o madre. ¿Te he de dar la mano? ¿Dos besos? ¿Tratarte de usted? Todo esto, si no lo sé, me aleja de ti. Es lógico. Para algunas familias chinas la maestra es una figura muy reputada, y en muchas ocasiones se pueden preguntar quién son ellos para atreverse a decirle según qué. Para entenderlo de una manera global, a veces utilizamos una metáfora: la escuela es como un país donde hay gente que llega con pasaporte y otros son extranjeros y no conocen sus mecanismos de participación, las tareas, los códigos …
¿Qué puede hacer una escuela o un instituto para implicar a las familias? Sobre todo aquellas que le son invisibles.
Lo primero que tiene que hacer, como siempre, es hacerse la pregunta. Y a partir de aquí, hay muchos campos donde avanzar: desde la página web -quién la hace, a qué responde, quién entra…- hasta revisar las entrevistas y reuniones con los padres y madres. En la universidad siempre decimos que es importante que los maestros comiencen las entrevistas con tres cosas positivas de cada niño, porque si no los hay que acaban convirtiéndose en un auténtico interrogatorio. Debemos ser conscientes de que las familias son diversas y desiguales y buscar las formas de eliminar los elementos y barreras de incomprensión mutua.
Si tuvieras que resumir por qué la participación familiar es importante para un centro educativo, ¿qué dirías?
Las familias son parte de la solución: sin ellas y sin la comunidad no puede haber una buena escuela. Si excluyes la familia, dejas fuera uno de los actores principales de la educación. Si hay escuelas es porque hay familias que tienen hijos -cuando no tienen, se cierran escuelas, como hemos visto-. El origen de esto tiene que ver con la historia de la escuela, que en España se remonta al siglo XIX con la ley Moyano, que construye un sistema educativo que se opone a las formas de socialización de las familias, al considerar -seguramente con razón- que educaban mal a los niños. Para ello se creó una escuela para las masas que fuera cerrada, con especialistas dentro para educar a los niños. Pero eso construyó una “gramática escolar” profunda que ahora nos cuesta mejorar. Por ejemplo: arquitectónicamente en las escuelas no hay salas para las familias. ¿Dónde esperan cuando van a una entrevista con el tutor de tus hijos?
¿Depende…?
En muchos casos estorbas, en el pasillo… La escuela no está pensada para la comunidad educativa, sino para los niños y maestros. Pero con las diferentes familias implicadas, la escuela es mejor. Y con la comunidad, también. Cuanto más alejadas están las familias, sobre todo las de clases populares y las recién llegadas, más propensión hay al fracaso. La participación de las familias vulnerables facilita el éxito escolar de todo el mundo. Por lo tanto, es también una cuestión de desigualdades, que sólo se subvierte si el sistema educativo se hace estas preguntas y da respuestas inclusivas.
¿Hay casos de escuelas que hayan conseguido hacer participar a las familias menos visibles?
Claro. ¡Por suerte cada día más! Lo hacen sabiendo que cuanto más normas haya y cuanto más inflexibles y más cerradas sean, menos participarán las familias alejadas. Debemos construir una “gramática blanda” de la escuela: con porosidad, espacios y momentos de encuentro… Hacer que la relación sea fácil. Hay ejemplos. La entrada a la escuela, en vez de ser a las 9 en punto, podría ser durante un margen de quince minutos, para que los maestros salgan fuera, las familias entren en el aula… Así estableces un espacio de diálogo y comunicación, aunque sea informal. Quizás, si las madres tuvieran este tiempo para comentarte cosas, luego a las 17 no habrá líos en el WhatsApp [ríe]. También hay casos donde las familias participan en la evaluación de la escuela, porque es necesario que nos digan cómo la ven, y casi siempre lo hacen en positivo pero con ideas de mejora.
Aun así, cuando planteamos la implicación de padres y madres en la escuela sólo nos viene a la cabeza, de entrada, el AMPA y las extraescolares. ¿Por qué?
Por las relaciones de poder que se dan dentro de la escuela, La pregunta es: ¿cómo construir un gobierno de la escuela más democrático? Que implique más presencia y más responsabilidades compartidas de docentes, niños, familias y comunidad. Si no, nos puede pasar como con la participación ciudadana: que a las familias sólo los dejaremos escoger los colores del banco del patio.
Así pues, ¿deberían poder tomar parte del diseño del modelo educativo?
La ley dice que deben poder participar en el proceso educativo de sus hijos, estar informadas y tener un lugar en los espacios de gobierno del centro. Deben poder colaborar, pero no desde una perspectiva de poder en que uno dice al otro lo que tiene que hacer. A veces, en una entrevista, el maestro le dice a la familia: “Lo que deberían hacer en casa es…”. Hombre, no.
También ocurre al revés: familias que dicen al maestro que tiene que hacer.
Exacto, lo mismo. Y en ambos casos se genera un conflicto. Por eso la escuela debe evolucionar hacia ser un espacio democrático. Y eso no quiere decir que todo el mundo decida sobre todo. Las familias no deben ponerse en el diseño metodológico y educativo, pero sí que lo han de conocer y se ha de explicar. Hay elementos que, además, permiten buscar acuerdos, como es el caso de los deberes, que implican a familia, maestro y niño. Tiene que haber un lugar y un reconocimiento de voz, de capacidades, de saberes y de poderes para todos.
¿Ha detectado si cada vez más las familias quieren decidir sobre todo lo que pasa dentro del aula? Algunos maestros lo manifiestan.
Sobre todo las de clase media. Cuando esto ocurre, tienes dos respuestas: cerrarles la puerta o atender la demanda latente de estas familias, que no es otra que la de tener un lugar en la escuela. Si a esa familia “pesada”, que todo el día agobia, le das un lugar, le dices con hechos que es importante para el centro, esto se acaba.
Entre los debates escolares que más afectan a las familias hemos citado los deberes. Hay otro: los horarios. ¿Deben poder decir algo?
¡Es clave! La escuela condiciona enormemente los horarios de las familias. Debemos evitar lo ocurrido en secundaria, donde de nuevo el 80% de los centros deciden unilateralmente que hacen horario de mañana. ¿Y las diferentes familias? ¿Y los adolescentes y sus diferentes realidades? Esto no lo pueden decidir los institutos o la Consejería solos. Ante medidas como estas hay casos como los de Olot o Granollers, donde se plantea, con estas u otras palabras, un modelo de escuela a tiempo completo. Es decir, donde hay un trabajo en red para coordinar los horarios de todas las educaciones en función de las necesidades de los alumnos y las realidades familiares, escolares, deportivas, musicales…
¿Una escuela es como es en función de las familias que tiene?
No sólo… La tarea de los profesionales es muy importante. Son una pieza clave. Hay institutos o escuelas que tienen una población muy similar y unos resultados y una tasa de fracaso muy diferente.
Este año Generalitat y Síndic de Greuges (Defensor del Pueblo) han puesto en marcha un principio de acuerdo para combatir la segregación escolar. ¿Las familias han de implicarse a la hora de reducir esta lacra?
Todo el mundo se debería implicar: el Departamento de Enseñanza, los municipios, la inspección, las escuelas… Y las familias. El problema es que en un contexto de casi mercado como el que tenemos, por más actuaciones que hagas para combatir la segregación, creo que nunca podrás luchar por completo contra la voluntad de las clases medias de escoger centro, porque tienen voz y voto. En mi opinión, lo que hay que hacer es desactivar las lógicas que rigen la actual elección de escuela, y en esta línea hice una propuesta para seguir pensando: que cada municipio o territorio -de entre 20.000 y 50.000 habitantes- tenga una sola escuela: la escuela-municipio.
Esto me lo tendrás que desarrollar un poco…
En un territorio de 20.000 habitantes tienes una escuela municipal, que está ubicada en diferentes edificios, y donde se agrupan los profesionales en función de diferentes criterios; docentes que, además, ya no son de una sola escuela, sino que son del territorio. Así la escuela trabaja con todo el municipio, con el museo, el teatro, el centro cívico, el horno, el taller mecánico, el estudio de arquitectura… Mi propuesta es pensar en una sola escuela-municipio, pero en realidad haciendo que las escuelas sean equivalentes, como ha propuesto recientemente Barcelona. Y desactivas la elección. Es un poco lo que pasa en Finlandia.
Estaríamos hablando de municipalizar la educación.
Sí, está vinculado a este debate. Tú apuntas a la escuela-municipio, y luego ya verás cómo se agrupan. Desactivas el núcleo y la lógica del problema, que es la elección en un contexto como el nuestro, que es de casi-mercado.
¿Cómo encaja en este modelo la concertada?
No lo tengo resuelto. Pero en el debate sobre la pública-concertada también nos tenemos que poner de forma seria, porque está mal resuelto. Es un debate donde todos se sienten agraviados: la concertada porque está infrafinanciada y por eso las familias tienen que pagar, porque sus maestros hacen más horas; la pública, porque la concertada tiene menos alumnado recién llegado y de clases populares, etc…. Hay que resolver de manera positiva, y creo que la municipalización de la educación tal vez podría ayudar.
Volviendo al papel de las familias en la segregación. ¿Hay una parte de responsabilidad que debe recaer sobre ellas? Los estudios dicen que las familias huyen de las escuelas más estigmatizadas.
Cada vez más familias de clase media tienen las bases materiales de su bienestar en el conocimiento. En este sentido, la educación lo es todo para ellos. Si vivimos en un mundo de competición global donde cada persona se tiene que construir un proyecto personal competitivo, la elección de escuela deviene determinante para tus hijos. ¿Por qué hay gente dispuesta a mentir para ir a una escuela? ¿A exagerar una celiaquía? La sociología dice que la gente se adapta a las reglas del juego; y si estas son de competición y distinción, las familias juegan a ello. Pero, en mi opinión, no se trata de culpabilizar. A nadie. Desde la sociología, de lo que se trata, es de atacar las lógicas de fondo, las que nos llevan a la competición.
El libro habla de escuela, familia… Y comunidad. ¿Qué es la comunidad?
Tiene que ver con el ayuntamiento, que todavía tiene poco papel en la educación formal pero mucho a lo largo de la vida -cuna, adultos, PFI, apoyo escolar…-. También con las familias, con el territorio y la distribución urbanística, etc. Y con todas las educaciones que son tan importantes para la socialización: con el deporte, el ocio, la música, el arte, las lenguas, internet… Y los vecinos y las asociaciones, claro.
A menudo se invoca la participación de la comunidad de forma genérica en la educación, pero ¿es posible hacer que todos estos agentes tomen parte del día a día de una escuela o de un instituto?
Por suerte hay cada día más territorios, rurales o urbanos, que avanzan hacia aquí. Tiene que ver con las ciudades educadoras, los planes educativos de entorno, con los proyectos educativos de ciudad, las zonas educativas, las zonas educativas rurales, etc. Debemos coordinar y poner en plural las educaciones. ¿Quién lleva la educación de 0 a 3 años? ¿Y los comedores? ¿Y las extraescolares? ¿Quién accede a las escuelas de música del municipio? Las clases populares, no mucho. Con los idiomas, lo mismo. Si las viejas desigualdades estaban vinculadas a la obtención de un título, las nuevas tienen que ver con todo lo que le rodea. Y aquí los municipios tienen, además de incumbencia como en lo educativo, competencias y capacidades para hacer mucho como demuestran día a día decenas de territorios en todo el país.
Las llamadas oportunidades educativas.
Exacto. Los ayuntamientos deben pensar de los 0 a los 100 años una oferta educativa potente, de servicio público y bien financiada también para romper desigualdades. ¿Por qué los niños y niñas de clases populares en mi barrio con la flauta dulce en la escuela y los otros con la flauta travesera en la escuela de música y la orquesta de turno? Esto se debe resolver, y se debe hacer desde la comunidad.
En Girona algunos profesores de escuelas de música daban clase en escuelas, dentro del plan de entorno municipal.
Acercar la comunidad y las oportunidades educativas en la escuela es una opción muy interesante. Cuando dices a una madre que vaya a aprender el idioma en el centro cívico quizás no va, pero si le dices que venga a la escuela, quizá sí. ¿Por qué la música en la escuela no la puede hacer la escuela de música para todos? ¿Y el deporte? ¿Por qué la escuela es un espacio cerrado? En Badia del Vallés en la etapa 0-3 trabajan conjuntamente pediatría, guardería, espacios familiares, ayuntamiento… En Hospitalet hacen redes educativas 0-6. En Berga se promueven acciones para conciliar horarios laborales y familiares. En Sabadell se hace el programa ciudad-escuela. En Barcelona el programa Éxito. El trabajo de comunidad educativa a los pequeños municipios… Y así mil ejemplos en todo el país. ¡Al final estamos hablando de hacer las cosas en común y para todos! Construir lógicas diferentes, entender que todo el territorio es educador, preguntarnos cómo hacer de la piscina municipal -que es un espacio muy educativo- un lugar para todos, donde participen las familias. ¡La idea de fondo, en realidad, no es otra que hacer las cosas juntos! Cómo educar juntos y juntas en un proyecto socializador potente a lo largo y ancho de la vida sin barreras para nadie.
Estamos hablando de un cambio cultural, de concepción de qué es la educación.
En estos momentos a nivel global imperan dos lógicas. Una es la neoliberal: para tener escuelas mejores, tienen que competir. Aquí estarían los casos de Inglaterra o Suecia con las free schools. La otra es la neoconservadora, que tiene que ver con la idea de control: lo que deben hacer las escuelas es lo que dice el Gobierno. A veces estas lógicas están entrelazadas y se retroalimentan. Pero lo que vemos con la investigación es que ninguna de las dos funciona a medio plazo. ¿Qué podemos contraponer a esto? El hacerlo juntos. Comunizar las educaciones. La UNESCO dice que la educación es un bien común. Pues comunicémoslo. Este verbo nos permite construir otra lógica, que se puede ver aplicada a diferentes niveles: en el plano municipal en el trabajo en red, pero también en el trabajo en los claustros -trabajamos juntos, en vez de hacerlo por separado de manera aislada-, también en el aula, donde hacemos que los alumnos cooperen, aprendan a construir conocimiento ya crecer juntos, como ocurre en fuerza escuelas, en algunos institutos, en las escuelas de segunda oportunidad, en las guarderías, las escuelas de personas adultas… Hacemos escuela juntos con las familias y la comunidad. Si cosemos todas estas actuaciones, si las conectan, estaremos trenzando una lógica alternativa. Es la idea del co-munitzar: co-construir escuelas, co-producir conocimiento, co-educar (en el sentido de la “mirada violeta” que propone la Marina Subirats) y también de educar juntas personas diferentes, co-gobernar- de manera más democrática, convivir… y sin olvidar la lucha constante contra las desigualdades y por una igualdad de oportunidades para todos.
Nueva York / 15 de febrero de 2017 / Fuente: http://www.tn8.tv
Las elecciones presidenciales de Estados Unidos dejaron una lección inesperada en las aulas: el alcance y repercusión de las noticias falsas.
Profesores desde enseñanza básica a universitaria han intensificado las lecciones sobre los medios de comunicación para dar a sus alumnos la capacidad de reconocer los reportes ficticios y entender su potencial para debilitar la cultura cívica.
Igual que Facebook trabaja con The Associated Press, FactCheck.org y otras organizaciones para frenar la difusión de noticias falsas y engañosas a través de su influyente red, los maestros dicen que la formación en las aulas puede jugar un papel importante a la hora de desmontar titulares como el de «Papa apoya a Trump» que enturbiaron las aguas durante la campaña presidencial estadounidense de 2016.
«Creo que solo la educación puede resolver este problema», señaló Pat Winters Lauro, profesor en la Kean University de Nueva Jersey, quien comenzó a impartir una clase sobre este tipo de noticias este semestre.
Como otros, Lauro se ha encontrado con que las discusiones sobre noticias falsas pueden conducir al territorio de las sensibilidades políticas. Algunos críticos creen que las historias falaces sobre la candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, ayudaron a Donald Trump a revertir su gran desventaja en las encuestas de opinión, y el propio Trump acusó a varios medios de fabricarlas y de reportes y encuestas que no le favorecían en las primeras semanas de su presidencia.
«No ha sido un tema difícil de enseñar en términos de material porque hay muchas», señaló Lauro. «Pero es difícil en términos de política porque tenemos un país muy dividido y los estudiantes están divididos también por sus creencias. Tengo miedo a que a veces piensen que estoy tomando partido político cuando en realidad hablo de estándares periodísticos sobre hechos y verificación, y lo ven como ‘Oh, usted es antiesto o aquello»’.
Juzgar qué se podía creer era más fácil cuando las fuentes estaban más claras — revistas, diarios u otros — explicó el estudiante de Kean Mike Roche, que asiste a la clase de Lauro. Ahora «todo llega a través del mismo medio en tu celular o tu computadora, por lo que es muy fácil difuminar las líneas y no tener una distinción clara de lo que es real y lo que es falso», agregó.
Tom Boll terminó recientemente un curso sobre noticias reales y falsas en la Newhouse School de la Syracuse University. Sostiene que ahora, con los medios sociales permitiendo publicar y compartir a todos sus usuarios, quedan lejos los días en que los editores de televisión y periódicos servían de guardianes primarios de la información.
Bill Ferriter, un maestro de Raleigh, en Carolina del Norte, enseña a sus estudiantes a emplear el sentido común en primer lugar para preguntarse si una historia podría ser cierta y a ser escépticos ante los artículos que parecen dirigidos a animarlos.
15 de febrero de 2017 / Fuente: http://compartirpalabramaestra.org
Por: Mauricio Mora Rodríguez
“¿Qué tenemos sin bibliotecas? No tenemos pasado y no tenemos futuro” – Ray Bradbury.
Borges imaginaba al paraíso como una especie de biblioteca. Como él, son muchos los escritores e intelectuales que atribuían parte de su éxito a haber tenido una biblioteca en sus casas o a poderse escapar de la rutina a refugiarse en sus instalaciones mientras gozaban sumergiéndose en la literatura de sus autores preferidos.
Desde siempre, la biblioteca ha sido la guardiana del saber y uno de los pocos vestigios de civilización que nos quedan en este cada vez más caótico planeta. En una escuela ideal, la biblioteca sirve no sólo para el desarrollo del currículo, sino que además es el espacio libre del colegio, el laboratorio donde los docentes podemos ver el crecimiento de nuestros lectores a partir de esas lecturas “para nada”, es el lugar donde las aventuras y los hechos reales se vuelven tangibles por cuenta del libro, es un sitio más para la planeación docente sin importar cuál fuere su área.
La modalidad de préstamo sigue pidiendo, como en el siglo pasado, trámites y garantías, y se presenta la paradoja, muy al estilo colombiano, de que los libros no se toquen y de que ojalá no se leyeran para que no se dañen.
Pero la biblioteca enfrenta muchos problemas, uno de ellos es la dotación: aunque ha habido avances por cuenta del plan de lectura y escritura del Ministerio de Cultura, aún falta para tener la cobertura necesaria. Otro problema externo es la modalidad de préstamo que sigue pidiendo, como en el siglo pasado, trámites y garantías, y se presenta la paradoja, muy al estilo colombiano, de que los libros no se toquen y de que ojalá no se leyeran para que no se dañen. Finalmente pareciera que la acción del ministerio se queda en la dotación sin que haya un control o evaluación del material que llevan a los colegios.
Pero de poco sirve tener una muy buena dotación y permitir el acceso a los libros si no insertamos la biblioteca a la escena educativa para que deje de hacer parte de lo administrativo y llegue a lo pedagógico como lo afirma María Clemencia Venegas[1]. No se trata de crear más trabajo para los profesores sino de que puedan utilizar el material para la optimización de sus clases, que no se quede como el recinto para ir a ver una película o copiar párrafos sobre el tema, sino que se transforme en verdaderos lugares de interacción y crecimiento personal y grupal, sin que ello vaya en detrimento de la adquisición del conocimiento. Esa es una tensión que los docentes debemos ser capaces de conciliar.
Entonces, el ministerio debe seguir dotando las bibliotecas de las instituciones educativas, aliviar los requisitos para el préstamo de libros y, junto con las escuelas, tratar de empoderar a los padres de la necesidad de la lectura informativa u ociosa en casa; las instituciones educativas deben resucitar sus bibliotecas, incorporarlas como ayuda pedagógica y adecuarlas para que tengan un ambiente cálido y los docentes debemos apropiarnos de la biblioteca, hacerla parte de nuestro currículo y disfrutar de la lectura, no sólo de la pragmática sino de la lectura por placer. Las bibliotecas son grandes aliadas, no sólo del conocimiento sino de la construcción de la sociedad, ya lo dijo Ray Bradbury: “¿Qué tenemos sin bibliotecas? No tenemos pasado y no tenemos futuro”.
[1] VENEGAS María Clemencia, entrevista, Leer para comprender, escribir para transformar; Plan nacional de lectura y escritura, página 135
Kenia / 15 de febrero de 2017 / Por: AGEWA MAGUT / Fuente: http://www.nation.co.ke
Education officials will from Monday start visiting schools to assess the progress of evaluation programmes for principals and teachers.
They will monitor how performance contracting introduced last year in schools despite opposition from teachers unions is being implemented.
“The exercise will involve visits to various schools where teachers and heads of institution will give feedback on the effectiveness of the programmes since performance contracting and teacher appraisal were introduced in schools in January 2016,” said Mr Kihumba Kamotho of the Teachers Service Commission (TSC).
He said the exercise will be led by TSC chairperson Lydia Nzomo backed by senior ministry of education officials.
The online appraisal platform for more than 290,000 teachers was launched in November last year and involves the collection of data by county education directors who then upload it in the national system each term.
MANAGE RESOURCES
The appraisals are meant to determine how headteachers manage financial and human resources, how they supervise teaching and learning activities besides maintaining high teaching standards.
The school heads are also expected to ensure customer satisfaction and compliance with the Constitution.
The scheme is based on teachers’ professional knowledge and its application, their preparation and use of schemes of work, lesson notes and learners records.
Other areas of assessment include time management, participation in co-curricular activities, collaboration and networking, professional conduct, learner protection and safety and professional development.
The evaluation is meant to make the assignment, training, promotion and deployment of teachers easier. It was also meant to stop absenteeism of teachers and absconding of duties, which have been blamed for poor performance.
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