Page 1 of 2
1 2

¿Se deberá adaptar el modelo VARK a las clases en línea?

Por: Paulette Delgado

Según el modelo VARK, todo estudiante posee un estilo de aprendizaje propio. ¿Deben los docentes adaptar sus clases para complacer a todos?

Al igual que en un salón de clases tradicional, cada estudiante aprende de manera diferente en línea, por lo que ante la adopción generalizada de la enseñanza remota de emergencia, los educadores deben aprender a equilibrar las necesidades de aquellos estudiantes que prefieren estudiar solos a aquellos que extrañan la socialización en la escuela. Para esto, es importante que el maestro tome en cuenta los distintos estilos de aprendizaje ya que ayudará a los estudiantes a enfrentar los retos de aprender desde su casa.

El modelo VARK (Visual, Aural, Read/Write, Kinesthetic) estudia los cuatro sistemas representacionales básicos de la programación neurolingüística (PNL) que se pueden dividir en cuatro tipos de aprendizaje: Visual,  Auditivo, Lectura / escritura y Cinestésicos. Este modelo ha existido por años, pero no fue hasta 1987 que el maestro Neil Fleming desarrolló un cuestionario que ayudó a los educadores y alumnos a distinguir qué estilo de aprendizaje se ajusta mejor a ellos. Tanto la Universidad Estatal de Carolina del Norte como la organización VARK realizaron pruebas donde identificar qué tipo de estilo de aprendizaje tiene cada alumno.

Estilos de aprendizaje (según el modelo VARK): 

  1. Alumno visual: este alumno es aquel que aprende mejor cuando la información la pueden visualizar y recordarla así después. Son aquellos que prefieren las clases con apoyos visuales como flechas, puntos, videos o cualquier forma que demuestre jerarquía de información. Suelen aprender mejor cuando la presentación se les presenta en cuadros y diagramas en lugar de diapositivas secuenciales. La Universidad de Illinois Springfield (UIS) los describe como alumnos tranquilos que prefieren estudiar solos, por lo que adaptarse al entorno en línea no es difícil, más porque muchas clases tienen todo por escrito, con gráficos y resumido.

  2. Estudiantes auditivos: estos son los alumnos que aprenden mejor escuchando, por lo que muchas veces repiten la información en voz alta para recordarla. También son aquellos que prefieren no tomar nota para prestar más atención a lo que escuchan y concentrarse en eso. Según la UIS, se benefician de hablar con otros ya que escuchan al otro hablar del tema o ellos lo discuten en voz alta.

  3. Alumno de de lectura / escritura: son aquellos que aprenden mejor al leer y escribir, incluyendo leer la información de presentaciones, folletos o sintetizando el contenido, no solo leyendo libros, también son buenos realizando investigaciones en línea. Se acoplan fácilmente al modelo online ya que mucho material de un curso en línea está por escrito

  4. Alumno táctiles / cinestésicos: este tipo de alumno es aquel que prefiere la práctica o ejercicios ya que tienden a involucrar todos su sentidos al aprender. Son aquellos que prefieren las demostraciones o experiencias prácticas o de campo. En el caso de aprendizaje en línea, se benefician de gráficas tridimensionales o experimentos que pueden hacer desde su casa para después comentarlas en los foros virtuales y con sus compañeros.

Lo que Neil Fleming quería lograr al desarrollar esta teoría era un modelo que ayudara a los maestros a acoplar sus clases a distintas maneras de aprendizaje y así enseñar mejor y de manera un poco más personalizada a sus alumnos. Abby Knoll, estudiante de doctorado de la Universidad Central de Michigan, enfocada en estilos de aprendizaje dijo que: “A los maestros les gusta pensar que pueden llegar a todos los estudiantes, incluso a los estudiantes con dificultades, simplemente adaptando su instrucción para que coincida con el formato de aprendizaje preferido de cada estudiante”. Pero esta mentalidad puede resultar en una arma de doble filo ya que algunos alumnos lo han utilizado como excusa para justificar sus malas calificaciones y culpar a sus maestros de que no adaptarse a su manera de aprender.

¿Realmente funciona el modelo VARK?

Aunque la teoría de los estilos de aprendizaje es ampliamente conocida y estudiada, hay muchos que critican este enfoque de  aprendizaje. Un estudio publicado en Anatomical Sciences Education donde alumnos responden el cuestionario VARK,  descubrieron que a pesar de asignarles actividades personalizadas de acuerdo a su estilo de aprendizaje, estos no mejoraron sus resultados académicos. La autora del artículo, Polly R. Husmann, cree que los alumnos ya habían formado sus hábitos de estudio y por más interesados que estuvieran en su estilo de aprendizaje, les costaba mucho romper con sus costumbres.

«Creo que como un ejercicio puramente reflexivo, solo para hacerte pensar en tus hábitos de estudio, [VARK] podría tener un beneficio pero la forma en que hemos estado categorizando estos estilos de aprendizaje no parece sostenerse», señaló la Dra. Husmann. Otro estudio publicado en el British Journal of Psychology, descubrió que los alumnos simplemente preferían palabras o imágenes, pero que esto no significaba que facilitara el  aprendizaje. Esto confirma lo dicho por Husmann, respecto a que los estudiantes se centran en aprender según lo que ellos creen que es su estilo, no porque realmente les ayude a aprender mejor, lo que a la larga les puede perjudicar.

Estilos de aprendizaje vs. Habilidades

Por otro lado, un artículo del Journal of Educational Psychology no encontró relación entre las preferencias de aprendizaje y el desempeño académico. Los autores concluyeron que lo mejor sería que los maestros dejen de orientar sus lecciones según un estilo de aprendizaje particular y enfocarse en fortalecer todas las habilidades. Por ejemplo, dejar de enfocar las clases en alumnos auditivos y ayudarlos a fortalecer sus habilidades visuales.

Aún así, esto no significa que todos los alumnos sean buenos en todas las habilidades posibles. Según Daniel Willingham, psicólogo de la Universidad de Virginia, más que tener estilos de aprendizaje, la gente tiene habilidades diferentes, por eso algunos aprenden mejor leyendo y otros escuchando. También depende de lo que se quiera estudiar, por ejemplo, para aprender otro idioma no se puede visibilizar la pronunciación, se tiene que escuchar y repetirlo para perfeccionarlo.

A pesar de la controversia detrás del tema, tanto Willingham como Husmann concluyen que no es perjudicial creer en los estilos de aprendizaje. El primero dice que lo mejor es ver estos estilos como herramientas y pensar cuál es la que mejor ayuda a los alumnos a aprender, ya que todos pueden pensar en palabras o imágenes. Mientras que Husmann advierte que lo más importante es concentrarse en la lección, más que en cómo aprenderla; por ejemplo, si se aprende un idioma, concentrarse en lo auditivo más que en imágenes o gráficos.

Al final, cada persona tiene una forma distinta de recopilar, analizar y memorizar la información, el reto es saber cómo abordar las diferentes habilidades de los alumnos y adaptarlas al entorno en línea, para que el alumno siga aprendiendo de manera remota, eligiendo qué habilidad o herramienta les funciona mejor.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/adaptar-el-modelo-vark-a-las-clases-en-linea

Comparte este contenido:

Los cuatro estilos de aprendizaje o el por qué algunos leen los manuales y otros no.

Por: Pilar Jericó. El País. 17/11/2017

Hay personas que se leen hasta la letra pequeña de los manuales mientras que otros se lanzan a pulsar todos los mandos para ver qué ocurre. No es ni bueno ni malo. Simplemente, nos da pistas de nuestra manera de aprender. Veamos los cuatro tipos de aprendizaje que existen para identificar cuál es el tuyo.

Quieres hacer un viaje con tu pareja y uno de vosotros necesita leer hasta el mínimo detalle sobre el sitio a donde vais, mientras que el otro se pone de los nervios porque preferiría lanzarse a la aventura. O en una reunión de trabajo un compañero no para de dar ideas sin concretar nada, mientras que a otro le agobia no trabajar en una sola. ¿Has vivido algo de esto? Si es así, bienvenido a los diferentes modos de aprender y a sus dificultades (y oportunidades).

En 1984 un profesor universitario, David Kolb, descubrió que los adultos tenemos distintas maneras de aprender que dependen de cómo percibamos la realidad y de cómo la procesemos. Hay personas que captan la realidad fundamentalmente a través de la experiencia y otros, creando teorías. Los primeros son más empáticos y tienden a hacer varias tareas al mismo tiempo (multiplicidad). Es más, si no lo hacen se pueden aburrir soberanamente. Los segundos prefieren centrarse en una sola tarea, se manejan muy bien en la teoría y se perderían con varias cosas al mismo tiempo (unicidad).

No todos captamos la información igual: algunos la procesarán si se ponen manos a la obra (acción) y otros si reflexionan sobre lo que observan (pensamiento).

Con respecto a la manera de captar la información, algunos la procesarán si se ponen manos a la obra (acción) y otros si reflexionan sobre lo que observan (pensamiento). Pues bien, las anteriores características definen los ejes de las maneras de aprender y de los cuatro estilos. Veámoslos con algo más de detalle:

Difícilmente leerán un manual. Son el resultado de la multiplicidad y la acción. Prefieren trabajar rodeados de personas y se buscan la vida para conseguir recursos y alcanzar resultados. Les gusta asumir riesgos y saben adaptarse a las circunstancias. En una empresa abundan en los departamentos de ventas. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿cuándo?

Asimiladores o expertos en la conceptualización

Su estilo es opuesto a los adaptadores. Son extraordinarios creando modelos teóricos y definiendo claramente los problemas. Les interesan más las ideas abstractas que las personas, por lo que no es de extrañar que destaquen en el campo de las matemáticas o de las ciencias. En una empresa pueden estar en posiciones de investigación o de planificación estratégica. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿por qué?

Divergentes o los reyes de las mil y una ideas creativas

Todos tenemos un estilo de aprendizaje definido pero para desarrollarnos mejor personal y profesionalmente conviene estar con personas que nos complementen y cuyo estilo esté en el extremo del nuestro.

Disfrutan analizando los problemas en su conjunto y trabajando con personas. Son empáticos, emocionales y ocurrentes. No es de extrañar que lancen un sinfín de propuestas diferentes en una reunión. En este estilo se encuentran artistas, músicos y todos los creativos en el mundo de la empresa. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿y si…? o ¿por qué no?

Convergentes o el poder de la aplicación en una sola cosa

Son los opuestos a los divergentes. Necesitan la aplicación práctica a las ideas para testar teorías o resolver problemas. Se pierden con muchas alternativas. Sin embargo, son excepcionales en situaciones donde haya un único camino para ser resueltas. Muchos ingenieros se enmarcan en este estilo de aprendizaje. Y la pregunta clave que necesitan contestar es ¿para qué?

Como es de imaginar hay personas cuyo estilo de aprendizaje está más marcado que otros como, por ejemplo, Sheldon Lee Cooper, protagonista de la serie The Big Bang Theory, quien es un asimilador total. Lo normal es que no sea así y que todos tengamos un poco de los cuatro aunque nos solamos sentir más cómodos con uno.

En definitiva, todos tenemos un estilo de aprendizaje que nos define más que otros y para desarrollarnos mejor en lo personal y profesional sería recomendable estar con personas que nos complementaran y cuyo estilo estuviera en el extremo del nuestro. Por ello, si eres de los que no lees los manuales, estáte cerca de quienes disfrutan haciéndolo (o viceversa). Porque más allá de este hábito, existe una manera interna distinta de percibir y de procesar la realidad que te puede ayudar a mejorar y a superarte a ti mismo en muchos otros ámbitos de la vida.

Fuente: insurgenciamagisterial.com/los-cuatro-estilos-de-aprendizaje-o-el-por-que-algunos-leen-los-manuales-y-otros-no/

Fotografía: El país

Comparte este contenido:

Expertos alertan sobre los estilos de aprendizaje

America del Norte/EEUU/ObservatorioITESM

Un nuevo estudio advierte que el enfoque de estilos de aprendizaje puede simplificar la cognición humana y proporciona recomendaciones equivocadas, teniendo como consecuencia resultados dudosos o negativos para los estudiantes.

Los estilos de aprendizaje son una serie de teorías que plantean que la educación debe personalizarse para que cada individuo saque provecho de sus fortalezas de aprendizaje. Este enfoque ha tenido una gran influencia en la educación, a pesar de ser duramente criticado.

El estudio «Learning styles theory fails to explain learning and achievement: Recommendations for alternative approaches» señala tres problemas críticos de este enfoque:

  • No tiene un marco de referencia claro
  • Tiene problemas de medición
  • Le falta vincular los estilos de aprendizaje con los resultados

En un análisis del estudio, Carolina Kuepper-Tetzel advierte que la personalización de la educación puede tener consecuencias negativas para los estudiantes y, además, identifica tres ideas erróneas y proporciona alternativas:

No existen personas verbales vs. visuales, sino formas múltiples de aprender. La combinación de representaciones verbales y visuales permitirá un mejor aprendizaje.

No hay estilo concreto vs. abstracto, sino expertos vs. novatos. Las diferencias individuales se explican mejor por los conocimientos previos y la experiencia de la persona.

No hay estilo impulsivo vs. reflexivo, sino personalidad y procesos cognitivos universales. Esta dicotomía está equivocada porque otras combinaciones de velocidad y precisión son válidas.

Sumado a este estudio, un grupo de académicos criticó los estilos de aprendizaje al argumentar que carecen de pruebas suficientes y no deben ser implementados.

Fuente: https://observatorio.itesm.mx/edu-news/innovacion-educativa/expertos-advierten-estilos-de-aprendizaje

Comparte este contenido:

Dejad de propagar el Mito de los Estilos de Aprendizajes.

Por: Evidencia en la Escuela. Paul A. Kirschner.

Resumen

Los seres humanos nos diferenciamos unos de otros en multitud de formas, y como tal, nuestras preferencias varían en cuanto a música, alimentación o aprendizaje, por ejemplo. Como resultado, a muchos estudiantes, padres, profesores, administradores, e incluso investigadores, les parece intuitivamente correcto decir que como las personas prefieren aprender de forma visual, auditiva, cinestética, u otras, deberíamos adaptar la enseñanza, las situaciones y los recursos educativos a estas preferencias. ¿Es esto un problema? La respuesta es un rotundo ¡Sí! En términos generales hay varios problemas importantes con respecto a los estilos de aprendizaje. En primer lugar, hay una gran diferencia entre el modo en que alguien prefiere aprender y lo que realmente le lleva a un aprendizaje eficaz y eficiente. En segundo lugar, las preferencias de estudio no son estilos de aprendizaje. La mayoría de los llamados estilos de aprendizaje están basados en clasificar a las personas en grupos. Sin embargo, los estudios objetivos pocas veces tienen en cuenta que una persona se puede asociar a distintos grupos. Finalmente, casi todos los estudios que presentan pruebas sobre estilos de aprendizaje, no satisfacen los criterios elementales de validez científica. Basado en la evidencia científica, este artículo pide a profesores, administradores e investigadores, que dejen de propagar el mito de los estilos de aprendizaje.

“Ninguna suma de creencias hace de algo un hecho” – James Randi

“Todo hombre tiene derecho a su propia opinión, pero ningún hombre tiene derecho a equivocarse en sus actos” – Bernard Baruch[1]

A continuación, un comentario invitado para esta revista, que además pretende servir de carta abierta a todos mis colegas académicos que investigan en esta área de conocimiento, a editores, a miembros de consejos editoriales y/o a revisores de revistas científicas como esta. En 2013 publiqué un artículo en Educational Psychologist con mi buen amigo y colega Jeroen van Merriënboer titulado “¿Saben realmente los estudiantes lo que es mejor para ellos? Leyendas urbanas en educación”. En dicho artículo discutimos una serie de leyendas urbanas que influyen en la enseñanza y la educación, tales como los estilos de aprendizaje, los nativos digitales, la multitarea, la pirámide de aprendizaje, entre otras. Basado en un tuit mío relacionado con un artículo publicado en Computers & Education, los editores se dirigieron a mí de la siguiente manera:

El 18 de agosto usted tuiteó: “¡La revista científica Computers & Education publica bulos sobre estilos de aprendizaje! ¿Cuándo los editores van a parar este absurdo?” Esto se relacionó con el reciente artículo  sobre estilos de aprendizaje en nuestra revista.

Creemos que los lectores de nuestra revista estarán interesados en una indagación más detallada sobre los estilos de aprendizaje, por lo que queremos pedirle que escriba un “comentario invitado” sobre este tema.

La esencia de mi crítica a los estilos de aprendizaje es que no hay una base científica real para la proposición (más bien debería ser considerada una creencia) de que (1) un alumno tiene realmente cierto estilo de aprendizaje óptimo, (2) este es consciente de cuál es su estilo de aprendizaje personal y/o hay una manera confiable y válida para determinar este estilo, y (3) un aprendizaje e instrucción óptimos implican, primero determinar este estilo de aprendizaje, y luego alinear la instrucción en consecuencia.

El supuesto en que se basan los estilos de aprendizaje es que los profesores, instructores, diseñadores educativos, desarrolladores pedagógicos, etc., deben adoptar el estilo de aprendizaje que, (1) los estudiantes dicen que tienen o (2) el determinado por alguno de los instrumentos existentes (por ejemplo, cuestionarios de estilos de aprendizaje), lo cual determina qué se debe tener en cuenta con respecto al estudiante, al diseñar, desarrollar, e impartir la instrucción. Al hacer esto, se facilitará un aprendizaje óptimo y se permitir el pleno desarrollo del estudiante para lograr resultados óptimos. Aunque esta idea parece intuitivamente atractiva y suena como si tuviera cierto grado de validez, hay dificultades fundamentales tanto en el diagnóstico de los estilos de aprendizaje como en la alineación de la instrucción con estos estilos. En el resto de este comentario intentaré aclarar cuáles son estos problemas.

En nuestro artículo (Kirschner y van Merriënboer, 2013) planteamos primero que los estilos de aprendizaje clasifican mal (en realidad encasillan) a los estudiantes. La mayoría de los estilos que se han “determinado” se basan en tipos. El estudiante no se asocia a un estilo basado en un conjunto de medidas en diferentes dimensiones, sino que se clasifica en un grupo específico, a menudo exclusivo (para una panorámica sobre estilos de aprendizaje véase Cassidy, 2004; Coffield, Moseley, Hall y Ecclestone, 2004,). El primer problema aquí es que la gente no puede simplemente agruparse en grupos específicos y distintos como muestran varios estudios (véase, por ejemplo, Druckman & Porter, 1991). La mayoría de las diferencias entre personas en cualquier dimensión que uno pueda imaginar son graduales y no nominales. Incluso la clasificación sexo/género que hasta hace poco se consideraba dicotómica ha demostrado ser más matizada que eso. Los defensores del uso de estilos de aprendizaje tienden a ignorar esto y usan criterios arbitrarios, como una mediana o una media en una cierta escala para asociar a una persona con un estilo específico.

Con respecto a este simple encasillamiento de los estudiantes, Barbara Prashnig (2005), quien podría ser considerada partidaria de los estilos de aprendizaje, y quien ha desarrollado instrumentos de estilos de aprendizaje, escribe que en uno de los instrumentos de estilos de aprendizaje más complejos y detallados del mercado [el Analizador de Estilos de Aprendizaje (Learning Style Analysis, LSA)] hay al menos 49 elementos diferentes… [con]… complejas combinaciones de estilos, matizadas por grados de necesidades que van desde preferencias claras a ninguna preferencia, pasando por preferencias flexibles. Dados los numerosos componentes de los estilos… no es posible etiquetar a los estudiantes simplemente seleccionando un rasgo de un estilo como predominante (p. 2).

En cuanto al número de clasificaciones (encasillamientos) que se han creado, Coffield y otros (2004) escriben que “el gran número de dicotomías en la literatura transmite algo de la confusión conceptual actual” (p. 136). En su revisión se refieren a 30 estilos de aprendizaje dicotómicos diferentes en la literatura[2] (ver Tabla 1).

El segundo problema tiene que ver con la validez, confiabilidad y poder predictivo de las pruebas de estilos de aprendizaje que se están utilizando. Stahl (1999) reportó inconsistencias y baja confiabilidad en la medición de estilos de aprendizaje cuando los individuos realizan una prueba específica en dos momentos diferentes. En otras palabras, la fiabilidad entre pruebas es bastante baja. Esto también está relacionado con la información que se utiliza frecuentemente para evaluar los estilos de aprendizaje. El método más utilizado es la autoevaluación. Infortunadamente, la idoneidad de la autoevaluación para evaluar un estilo de aprendizaje es muy dudosa (véase por ejemplo Veenman, Prins, & Verheij, 2003).

La razón es que los estudiantes no son capaces de y/o no están dispuestos a informar lo que en realidad hacen, o lo que creen que hacen. Para ilustrar la falta de fiabilidad de la autoevaluación, Rawson, Stahovich y Mayer (2016) les preguntaron a un grupo de estudiantes cuándo hicieron su tarea y cuánto tiempo trabajaron en ella. También les dieron a estos estudiantes un “bolígrafo inteligente”, el cual indicaba cuándo y cuánto tiempo trabajaban en su tarea. Si bien hubo una significativa correlación positiva (r=,44) entre la cantidad de tiempo que los estudiantes pasaron trabajando en su tarea (medido por el “bolígrafo inteligente”) y la nota obtenida por los estudiantes en el curso, no hubo correlación significativa (r=‑-,16) entre la nota y el tiempo que los estudiantes dijeron haber dedicado a la tarea. En otras palabras, no hubo una correlación real entre la autoevaluación subjetiva y la medición objetiva. Además, la mayoría de los estudiantes (88%) sobrevaloraron el tiempo que dedicaron la tarea. Por último, Massa y Mayer (2006), encontraron que cuando los estudiantes informaban su preferencia por la información verbal en lugar de la información visual, esta preferencia solo estaba débilmente relacionada con sus habilidades reales medidas objetivamente (es decir, su capacidad espacial).

Además, la forma aprendizaje preferida según las autoevaluaciones suele ser un mal indicador de la forma más eficaz de aprender; lo que las personas prefieren no es, por definición, lo mejor para ellos. Knoll, Otani, Skeel y Van Horn (2016) concluyen que los estilos de aprendizaje están asociados con aspectos subjetivos del aprendizaje, y no con aspectos objetivos. En otras palabras, cabe preguntarse si realmente los estudiantes saben lo que es mejor para ellos. Clark (1982) publicó un metaanálisis crítico con respecto a la preferencia del alumno a la hora de elegir un cierto tipo de instrucción, y encontró que con frecuencia dicha preferencia tenía una correlación negativa con el qué y el cuánto se aprendió, y que en el mejor de los casos, no existía correlación alguna. Dicho de otra manera, aquellos estudiantes que dijeron preferir una forma particular de aprender, en la mayoría de los casos no tuvieron mejores resultados usando dicha forma, o incluso mostraron peor rendimiento. Este autor usó el término matematántico[3] (del griego mathema = un estudio donde algo es aprendido + thanatos = muerte) para describir un método de instrucción que por un lado coincide con la forma favorita de aprender del alumno, pero que a la vez es improductivo o perjudicial para su aprendizaje (Clark, 1989). En tal caso, un modelo de instrucción compensatorio o incluso remedial (véase Salomon, 1971, así como Berliner & Cahen, 1973, cuando discuten las interacciones rasgo-tratamiento) es probablemente un mejor enfoque, encaminado a compensar los efectos no deseados de una predisposición o preferencia específica (van Merriënboer, 1990). Para ponerlo en un contexto diferente, mientras que la mayoría de las personas prefieren los alimentos dulces, salados y/o grasos, creo que todos estaremos de acuerdo en que esa no es la mejor dieta a seguir, salvo que pretendamos poner en riesgo nuestra salud y ganar peso.

Tabla 1. 30 Estilos de aprendizaje discutidos en Coffield y otros (2004)

· Convergentes vs. divergentes · Verbales vs. visuales
· Holísticos vs. seriados · Profundos vs. superficiales
· Activos vs. reflexivos · Pragmáticos vs. teóricos
· Adaptadores vs. innovadores · Asimiladores vs. exploradores
· Dependiente vs. independiente del campo · Globalistas vs. analistas
· Asimiladores vs. acomodadores · Imaginativos vs. analíticos
· No comprometidos vs. pujantes · Estudiantes de sentido común vs. dinámicos
· Estudiantes concretos vs. abstractos · Estudiantes aleatorios vs. secuenciales
· Iniciadores vs. razonadores · Intuicionistas vs. analistas
· Extrovertidos vs. introvertidos · Detección vs. intuición
· Pensamiento vs. sentimiento · Juzgar vs. percibir
· Cerebral izquierdo vs. derecho · Significado-directo vs. indirecto
· Teóricos vs. humanistas · Activos vs. teóricos
· Pragmáticos vs. reflexivos · Organizadores vs. innovadores
· procesadores secuenciales izquierdo / analíticos / inductivos vs. procesadores simultáneos derechos / globales / deductivos · Ejecutivo, jerárquico, conservador vs. legislativo, anárquico, liberal

Con respecto a la fiabilidad y validez de determinar el estilo de aprendizaje de una persona, Coffield y otros (2004) revisaron los 13 instrumentos más utilizados para determinar los estilos de aprendizaje con respecto a criterios psicométricos elementales, o sea, consistencia interna, fiabilidad entre pruebas, validez del constructo y validez predictiva (véase Tabla 2; Tabla 44 en su artículo).

Tabla 2. Trece modelos/instrumentos de estilos de aprendizaje y su cumplimiento de criterios elementales. (Coffield y otros, 2004; las referencias a estos instrumentos pueden encontrarse en dicho artículo).

13 modelos de estilos de aprendizaje y su cumplimiento de criterios elementales.+ satisface criterio⨯ no satisface criterio— falta evidencia o no está claro

Nota: Evaluación “externa”, o sea, no dirigida o supervisada por los autores del modelo.

Consistencia interna Fiabilidad entre pruebas Validez  del constructo Validez predictiva
1 Jackson
2 Riding
3 Sternberg
4 Dunn and Dunn +
5 Gregorc +
6 Honey and Mumford +
7 Kolb +
8 Entwistle + +
9 Herrmann + +
10 Myers-Briggs + +
11 Apter + + +
12 Vermunt + + + +
13 Allinson and Hayes + + + +

fig-1

Fig. 1. Interacción cruzada

Los autores concluyen que tres de los modelos (Jackson, Riding, e inteligencias múltiples de Sternberg) no se asociaron con ninguno de los cuatro criterios, cuatro (Dunn & Dunn, Gregorc, Honey & Mumford, y Kolb) se correspondieron con un solo criterio, tres (Entwistle, Herrmann, e indicador de tipo de personalidad de Myers-Briggs) con dos criterios, dos (Apter y Vermunt) con tres criterios y uno solo se asoció con los cuatro criterios (indicador de estilo cognitivo de Allinson & Hayes), pero este instrumento midió estilos cognitivos y no estilos de aprendizajes.

Nosotros concluimos en nuestro artículo (Kirschner y van Merriënboer, 2013):

Cuando en el diseño de la enseñanza se tienen en cuenta las diferencias entre los estudiantes, se debería evaluar las habilidades cognitivas más que los estilos de aprendizaje preferidos, porque las habilidades predicen mejor cómo las personas aprenden más eficazmente. Además, estas habilidades cognitivas deben ser medidas objetivamente en una escala ordinal, más que por autoevaluaciones subjetivas que son usadas para asociar personas con tipos en base a uno o más criterios arbitrarios.

Como un experimento imaginario, ignoremos todas las dificultades discutidas en relación con la medición y la determinación de los estilos de aprendizaje, y entonces preguntémonos si deberíamos adaptar la instrucción a los estilos de aprendizaje preferidos o determinados. Aquí, la hipótesis de los estilos de aprendizaje (Pashler, McDaniel, Rohrer, y Bjork, 2009) es importante, o sea, que se encontrará una interacción cruzada (véase Fig. 1) en la cual un tipo específico de estudiante aprende significativamente mejor con un método de enseñanza adaptado a su estilo de aprendizaje, mientras que otro tipo específico diferente de estudiante con un estilo de aprendizaje opuesto, aprende mejor con un método de instrucción adaptado a su estilo.

Por ejemplo, de acuerdo a esta hipótesis, los estudiantes que prefieren aprender de forma verbal, aprenderán mejor cuando se les enseña a través de métodos de instrucción verbales (por ejemplo, cuando se les da a leer un libro o un artículo), pero tendrán un bajo rendimiento al aprender con vídeos. En cambio los que prefieren aprender de manera visual, aprenderán mejor cuando se les enseña a través de métodos de instrucción visuales (por ejemplo, cuando se les orienta que vean un video) que cuando aprenden leyendo un libro. Lo importante aquí es que no es suficiente que se encuentre una interacción estadísticamente significativa entre un estilo y un método. Solo una interacción cruzada real se puede usar para confirmar las hipótesis de los estilos de aprendizaje.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, cabe cuestionarse si existen suficientes estudios que presenten interacciones cruzadas robustas entre estilo y método, independientemente de si se usa un modelo preferencial, correctivo o compensatorio como base de las interacciones. Infortunadamente para los partidarios de los estilos de aprendizaje, este no es el caso (véase Coffield y otros, 2004, Pashler y otros, 2009, y Rohrer & Pashler, 2012). Pashler y otros (2009, p. 105) concluyen que “actualmente, no existe una base de evidencias adecuadas para justificar la incorporación de las evaluaciones de los estilos de aprendizaje en la práctica educativa general. Por lo tanto, sería mejor dedicar los limitados recursos educativos a la adopción de otras prácticas educativas que tengan una sólida base en evidencias, de las cuales hay un número cada vez mayor”.

En contraste, una serie de estudios recientes, bien diseñados, contradicen la hipótesis de los estilos de aprendizaje. Pashler y otros (2009) afirmaron que una investigación rigurosa sobre los estilos de aprendizaje debe seguir tres pasos:

  1. Comenzar examinando el supuesto estilo de aprendizaje de los encuestados en el estudio Rogowsky, Calhoun y Tallal (2015), por ejemplo, examinando los estilos de aprendizaje visual versus auditivo.
  2. Distribuir aleatoriamente los participantes en grupos donde la mitad debe recibir una instrucción que coincida específicamente con su estilo de aprendizaje y la otra mitad, una instrucción que coincida con el estilo opuesto (por ejemplo, los estudiantes visuales de un grupo deben leer, mientras que los alumnos visuales del grupo de control deben escuchar).
  3. Asignar a todos los participantes la misma prueba.

Teniendo en cuenta estos tres pasos, Constantidinou y Baker (2002), por ejemplo, no encontraron relación alguna entre tener un supuesto estilo de aprendizaje visual y el aprendizaje de elementos verbales presentados de manera visual o auditiva. Massa y Mayer (2006) tampoco encontraron nada que apoyara la idea de que los diferentes métodos de enseñanza, enfatizando la información pictórica o verbal, eran de beneficio, de forma cruzada, para los visualizadores y verbalizadores, respectivamente. Se han encontrado resultados negativos similares para otros estilos de aprendizaje. En la enseñanza médica, Cook, Thompson, Thomas y Thomas (2009), no encontraron apoyo para la premisa de que trabajar desde los problemas a la teoría (es decir, siguiendo un enfoque inductivo) o de la teoría a los problemas (es decir, siguiendo un enfoque deductivo), conduciría a un mejor aprendizaje para los estudiantes sensores/concretos y los estudiantes intuitivos/abstractos, respectivamente. Por último, Rogowksy, Calhoun y Tallal (2015) no encontraron relación alguna estadísticamente significativa entre la preferencia por un estilo de aprendizaje particular (por ejemplo, auditivo, visual) y el aprendizaje (por ejemplo, la comprensión auditiva y la comprensión lectora).

La lista de estudios que demuestran el absurdo de los estilos de aprendizaje es abrumadora. A continuación dos interesantes citas relacionadas con el gran número de estudios sobre estilos de aprendizaje:

Para Morrison, Ross, Kalman, y Kemp (2011, p. 59), “a pesar de la extensa bibliografía sobre estilos de aprendizaje, subsisten interrogantes sobre el grado en que tales estilos pueden adaptarse a los métodos de enseñanza con algún beneficio para el aprendizaje (Knight, Halpin, & Halpin, 1992; Park & Lee, 2004; Snow, 1992).

Para Dembo y Howard (2007, p.107), “…los instrumentos de estilo de aprendizaje no han demostrado ser válidos y confiables, no hay beneficio en adaptar la instrucción al estilo de aprendizaje preferido y no hay evidencia de que comprendiendo su estilo de aprendizaje mejore su aprendizaje y sus resultados… Rogamos a los educadores que reconsideren sus prácticas de instrucción, especialmente el consejo que dan a sus estudiantes sobre los estilos de aprendizaje, y basen sus prácticas en una investigación sólida”.

Para terminar, hay cuatro conclusiones que se pueden plantear con respecto a los estilos de aprendizaje y los estudios asociados a estos:

  1. La premisa de que hay estudiantes con diferentes estilos de aprendizaje y que deben recibir instrucción utilizando métodos que coincidan con esos estilos, no es un hecho “probado”, sino más bien una creencia respaldada por escasa, si acaso alguna, evidencia científica.
  2. Hay muchos problemas fundamentales en cuanto a la medición de los estilos de aprendizaje.
  3. La base teórica para las interacciones entre los estilos de aprendizaje y los métodos de enseñanza es muy escasa.
  4. La evidencia empírica significativa para la hipótesis de los estilos de aprendizaje es casi inexistente.

En otra referencia, Coffield y otros (2004) afirman que el concepto de estilos de aprendizaje está tan mal definido que es prácticamente inútil para la instrucción. Wheeler (2011) resumió esta afirmación así: “Probablemente la única razón por la que algunos profesores (y muchas instituciones educativas) se aferran a la idea de experimentar con estilos de aprendizaje, es que es conveniente hacerlo, y que de abandonar la idea por completo, tendrían que trabajar más duro con los estudiantes”.

A esto solo puedo añadir que cuando los maestros dicen que tienen pruebas de que el uso de estilos de aprendizaje funciona, la “prueba” que dan es principalmente anecdótica. Según Rosenthal y Jacobson (1992), lo que ven y/o experimentan es, probablemente, que cuando los maestros esperan un mejor desempeño de sus estudiantes, el desempeño es mejorado. Esto se conoce como efecto Pigmalión o Rosenthal, donde unas expectativas más altas conducen a un aumento en el rendimiento. Rosenthal sostiene que tales expectativas sesgadas afectan la realidad y crean profecías auto-realizables. Relacionado con esto, Reiner y Willingham (2010) declaran:

…la teoría de estilos de aprendizaje ha logrado convertirse en “conocimiento común”. Su amplia aceptación sirve como una razón, lamentablemente, para creer en ella. Esto se acompaña de un conocido fenómeno cognitivo llamado confirmación sesgada. Al evaluar nuestras propias creencias, tendemos a buscar información que confirme nuestras creencias e ignorar la información contraria, incluso cuando la encontramos repetidamente. Cuando vemos a alguien que profesa ser un aprendiz visual y sobresale en geografía y un alumno auditivo sobresale en música, no buscamos la información que refute nuestra interpretación de estos eventos (¿Puede el alumno auditivo aprender geografía a través de la escucha? ¿Puede el alumno visual mejorar en la música viéndola?)

Newton (2015) encontró que una abrumadora mayoría (89%) de los recientes artículos de investigación, con el rango de fechas del 23 de julio de 2013 al 23 de julio de 2015, que figuran en las bases de datos de investigación ERIC y PubMed, apoyan implícita o directamente el uso de estilos de aprendizaje en la educación superior. Queremos hacer un llamamiento a la comunidad científica en esta área a hacer las cosas como corresponde. Howard-Jones (2014), presentando un estudio que llevó a cabo con Dekker, Lee, Howard-Jones y Jolles en 2012, encontró que el 95% de los profesores en Gran Bretaña, Holanda, Turquía, Grecia y China, estaban convencidos de que “los individuos aprenden mejor cuando reciben información en su estilo de aprendizaje preferido (por ejemplo, visual, auditivo o cinestético)”.

Somos creadores y guardianes de nuevos conocimientos. Lo que estudiamos y/o publicamos puede y debe tener un impacto tanto en el mundo científico en el que nos desempeñamos como en el mundo educativo al que servimos. Como tal, es nuestro deber solemne investigar y publicar siguiendo buenas prácticas científicas, independiente de resultados positivos significativos, y combatir la difusión de la pseudociencia, los mitos y las mentiras abiertas. No hay beneficio que se pueda obtener al adaptar y diseñar la educación y la instrucción a estos denominados estilos. De hecho, de acuerdo con los efectos matematánticos de los enfoques preferidos en la instrucción, puede incluso suceder que de aplicar esta práctica, los administradores, maestros, padres, e incluso estudiantes, influyan negativamente en el proceso de aprendizaje, y por ende en los resultados educativos. Con esto en mente, considero necesario, e incluso nuestro deber como investigadores y/o editores y revisores de revistas, no propagar tales mitos. Debemos salvaguardar nuestra credibilidad como investigadores, como (portavoces de la) comunidad científica y trabajar en beneficio de aquellos a quienes servimos, a saber, la comunidad científica y la ciudadanía en general, especialmente educadores y estudiantes.

Agradecimientos

Estoy en deuda de gratitud con Jeroen van Merriënboer, con quien escribí el artículo en que se basa este comentario. También me gustaría agradecer a Pedro de Bruyckere, compañero de batallas quijotescas contra los mitos y las leyendas urbanas en la enseñanza y aprendizaje, quien leyó y comentó la primera versión de este artículo.

Notas

[1] Una variante de este planteamiento es atribuida a Daniel Patrick Moynahan como “Cada cual tiene derecho a sus propias opiniones, pero no a sus propios hechos”, salvo que la referencia de Baruch se realizó hace 24 años.

[2] Si hay “solo” 30 variables dicotómicas que se pueden aplicar a los estudiantes, entonces hay 230 combinaciones diferentes de estos 30 estilos dicotómicos, lo cual significa que hay al menos 1,073,741,824 estilos de aprendizaje diferentes. Si solo contamos los niño(a)s aquí (estimados en 2 billones), esto significa un estilo por cada dos niño(a)s.

[3] Ernst Rothkopf había acuñado ya en 1970 (Rothkopf, 1970) el término actividades matemagénicas (gigneshai = nacer) para referirse a aquellas actividades que dan lugar a un proceso de aprendizaje.

Fuente: https://evidenciaenlaescuela.wordpress.com/2017/02/26/dejad-de-propagar-el-mito-de-los-estilos-de-aprendizaje-paul-kirschner/

Fotografía: google images

Comparte este contenido:

Ecuador: Un experimento para conocer el estilo de aprendizaje de cada alumno

América del Sur/Ecuador/24 de febrero de 2017/Fuente: Educación3.0.

Roberto Camana, docente investigador del Instituto Tecnológico Superior Aloasí, en Quito, Ecuador, ha realizado un experimento con un grupo de 30 jóvenes (14 hombres y 16 mujeres), entre 18 y 23 años, estudiantes de la asignatura de Ofimática II, segundo nivel, de la Carrera de Análisis de Sistemas. ¡Estos han sido los resultados!

ofimaticaEl objetivo de este experimento era reunir a los alumnos en grupos homogéneos de trabajo para medir el progreso de aprendizaje de la asignatura. Para ello, se utilizaron varios recursos tecnológicos. El primero de ellos fue realizar un test de 44 preguntas, basado en el modelo de Felder y Silverman, a través de encuestas on line con Google Forms. Este test constaba de dos opciones de respuesta (A y B), y cada estudiante sólo podía elegir una opción. Con esta información, se generó una base de datos almacenada en una plantilla de Microsoft Excel, que sirvió para la siguiente etapa de experimentación.

En segundo lugar, se utilizó Weka, un software libre y de código abierto, para implementar una variedad de algoritmos. Mediante esta técnica descriptiva, se crearon grupos de acuerdo a los datos obtenidos del estilo de aprendizaje de los encuestados y se propuso una serie de estrategias de enseñanza en base al perfil dominante.

Estilos de aprendizaje

ofimaticaEn base a estas agrupaciones, el estilo de aprendizaje dominante de los estudiantes fue Activo-Visual-Secuencial/Intuitivo. En la primera dimensión (más activo que reflexivo), los estudiantes prefieren un aprendizaje a través de una participación más activa: opinando, reflexionando y actuando. En la segunda dimensión (más intuitivo que sensorial), su tendencia es hacia lo innovador, comprenden rápidamente nuevos conceptos y odian la repetición. Estos alumnos se caracterizan por trabajar con abstracciones y fórmulas matemáticas. En la tercera dimensión (más visual que verbal), la información recibida por los estudiantes debe presentarse de una forma muy visual, con imágenes o diagramas. Y, por último, la cuarta dimensión (más secuencial que global), se recomienda que la información se proporcione de forma progresiva.

Asimismo, se plantearon 25 preguntas correspondientes a la asignatura de Ofimática II sobre temas de OpenOffice para conocer el nivel de conocimiento de los estudiantes, las cuales se respondieron a través del smartphone, ordenador o tableta, en grupos y en menos de 30 minutos.

ofimaticaLos resultados obtenidos se clasificaron en: principiantes, intermedios y avanzados. El fin era que, una vez acabado el semestre, los alumnos pertenecientes al grupo de principiantes acabaran en el grupo de avanzados.

 

Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/experiencias/experimento-conocer-estilo-aprendizaje-alumno/43527.html

Fotografía: Educación

Comparte este contenido:

Australia: How Students From Non-English-Speaking Backgrounds Learn To Read And Write In Different Ways

Australia/ 2 de junio de 2016,/By panadero de Sally , and Georgina Ramsay

Resumen: Existe un estudio donde se plantea la necesidad adaptar los estilos de aprendizaje para a aquellos cuyo primer idioma no es el Inglés. Entre tanto dice: Peter Dutton, el Ministro de Inmigración y protección de las fronteras, en los titulares recientemente después afirmando que muchos refugiados son analfabetas. No sólo es esta declaración de las estadísticas no fiables, que no tiene en cuenta las complejas cuestiones de por qué los estudiantes – y no sólo los que proceden de refugiados – pueden tener dificultades con la lectura y la escritura. Señalan  la experiencia educativa de los refugiados en Australia .Aceptan que la mayoría de los refugiados reasentados en Australia sabe leer y escribir en su propio idioma. En línea con estas aspiraciones, muchas universidades han estado preparando para el aumento de la matrícula de estudiantes de origen de los refugiados. ¿los estudiantes de un fondo de refugiados experimentan dificultades particulares al llevar a cabo los estudios universitarios? se refieren a la barreras para el aprendizaje se necesita comprender a los estudiantes de familias de refugiados -, así como los que no son , la investigación muestra que los estudiantes de familias de habla no-Inglés aprenden de manera diferente dependiendo de los tipos y el número de idiomas que hablan y saben leer y escribir en su propio idioma. Los estudiantes internacionales que han aprendido inglés antes de vivir en otro país de habla inglés son más propensos al aprendizaje  auditivo y visual. Estos estudiantes han aprendido inglés predominantemente a través de los textos. Esto significa que sus conocimientos, en cuanto a la lectura y la escritura, es generalmente más desarrollada que su hablar y escuchar.  Se refieren que al Apoyar a los estudiantes en el aula y un  maestro con estrategias para el aula deben incluir: Llegar a conocer a los estudiantes y ver qué experiencias y estilos de aprendizaje así como los  enfoques reconocer que la educación no tiene por qué limitarse a la alfabetización formal.

We need to adapt learning styles to suit those whose first language isn’t English. from www.shutterstock.com

Peter Dutton, the minister for immigration and border protection, made headlines recently after claiming that many refugees are illiterate.

Not only is this statement a misleading appropriation of statistics, it fails to address the complex issues of why students — and not just those from refugee backgrounds — may struggle with reading and writing.

Educational experience of refugees in Australia

We know that the majority of refugees who are resettled in Australia are literate in their own language.

Data based on refugees who’ve resettled in the previous three to six months shows that around 77% of female refugees are literate in their own language, along with 83% of male refugees.

It found that 66% of refugees said they plan to study further and 30% aspire to achieve a university degree.

A longitudinal survey of immigrants who entered Australia on a humanitarian visa in 1999/2000 showed that 33% of them had tertiary qualifications.

Those from Afghanistan (64%) and Sudan (47%) were most likely to have achieved a tertiary qualification.

Data from the 2006 census show that almost 60% of second-generation humanitarian entrants attained post-school qualifications, which is 10% greater than the figure for those born in Australia.

In line with these aspirations, many universities have been preparing for increasing enrolments of students from a refugee background.

But do students from a refugee background experience particular challenges when undertaking university study?

Barriers to learning

It is not just literacy that has impacts on the experiences of students from a refugee background.

Different educational systems, cultural and societal values, and general unfamiliarity in the new country of settlement all present challenges.

Despite these barriers, refugees are not a specific equity group and are often treated as mainstream students. Their diverse educational experiences and learning styles can consequently be ignored or misunderstood.

We need to better understand the ways that students from refugee backgrounds – as well as broader cohorts of students from non-English-speaking backgrounds – learn.

“Eye” and “ear” learners

Research shows that students from non-English-speaking backgrounds learn differently depending on the types and number of languages they speak and are literate in.

For example, international students who have learned English prior to living in an English-speaking country are more likely to be “eye” learners.

These students will have learned English predominantly through texts. This means that their literacy, in terms of reading and writing, is generally more developed than their speaking and listening.

As “eye” learners, these students are likely to be successful according to conventional methods of teaching in Australia that privilege text-based evaluation.

Students from a refugee background predominantly become literate in English in Australia as a second (or third or fourth etc) language. This includes refugees born overseas and their children, who often receive the bulk of their education in Australia.

These students are more likely to be “ear” learners, who pick up language through daily interaction, rather than text resources.

“Ear” learners are often confident English-language speakers. Yet they often have less-developed literacies, with strong spoken features evident in their academic writing.

Fluency in spoken English for this group of learners can lead to assumptions that ear students are similarly biliterate, but this is rarely the case.

So, how can educational institutions recognise and support diverse learning styles, and avoid reproducing assumptions about the educational history of students from refugee backgrounds?

Supporting students in the classroom

It is important for teachers to go beyond a one-size-fits-all approach to learning. Moving away from reliance on summative assessments based on formal literacies is a good first step. Classroom strategies should include:

  • Get to know students and see what experiences and learning styles they can bring to the classroom.
  • Move away from assessment items that privilege academic literacies and “eye” learning. Do ten-minute “free writing” sessions, whereby students are encouraged to write down their spontaneous thoughts on a given topic at the beginning of each lesson. This helps to develop familiarity with noting thoughts and opinions in writing, and offers opportunities to gain quick feedback on learning and language. Students could also be encouraged to talk about these pieces with a fellow student, which benefits those who learn by ear.
  • Encourage group collaboration. Developing social networks is not only important for inclusion, but is a way for students to enhance academic literacies.
  • Embed formative literacy assessments throughout an entire academic term, discussing what counts as good writing and drawing on discipline-specific conventions to teach these. This allows for teachers and students to identify areas for development so that support can be sought before language becomes a problem to be fixed when big assessments loom.

When applied to students from a refugee background, these approaches recognise that education does not have to be limited to formal literacy.

Fuente: https://theconversation.com/how-students-from-non-english-speaking-backgrounds-learn-to-read-and-write-in-different-ways-59910

Imagen: https://62e528761d0685343e1c-f3d1b99a743ffa4142d9d7f1978d9686.ssl.cf2.rackcdn.com/files/124447/width926/image-20160530-7709-sa4cvs.jpg

Comparte este contenido:

Pakistán: Dar prioridad a la Calidad en la Educación.

Algunas medidas prácticas deben adoptarse.

Asia/Pakistán/Mayo 2016/Autor:Fazal Elahi/Fuente:http://www.pakistantoday.com.pk/

Es cierto hasta el núcleo que la «calidad» de la educación sigue siendo una víctima de absoluto abandono en particular en las instituciones del sector público de nuestro país. La parte más triste de este lamentable estado de cosas es que incluso después de siete décadas de nuestra existencia nadie en el timón en el gobierno ha tomado la molestia de mantener una ficha sobre esta cuestión crítica y resolverlo con un sentido de compromiso y responsabilidad. Sin lugar a dudas, sin embargo, la retórica vis-a-vis la cuestión vital de la calidad siempre ha estado en la cima durante el reino de los sucesivos gobiernos de Pakistán.

La situación en otros países de Asia meridional no ha sido mejor tampoco. De hecho, ha sido igualmente pobre. De acuerdo con un informe del Banco Mundial «aprendizaje del estudiante en el sur de Asia – retos, oportunidades y prioridades de la política»:

«Muchos maestros del sur de Asia apenas conocen más de sus estudiantes. Por ejemplo, los estudios de la India y Pakistán muestran que el rendimiento de los maestros es abismalmente pobres en matemáticas y pruebas de lenguaje basado en el plan de estudios que se supone que enseñar «.

No sería, por lo tanto, ser inapropiado decir que la calidad en educación es uno de los desafíos más críticos que los países del sur de Asia se enfrentan en la actualidad.Pakistán también ocupa un lugar destacado entre ellos.

Calidad, como se dijo anteriormente, sigue siendo un problema grave al que se enfrenta la educación en nuestra parte del mundo. Una de las áreas priorizadas por el informe del Banco Mundial sobre la educación de calidad es que los resultados del aprendizaje deben convertirse en el objetivo central de la política de educación. El aprendizaje del estudiante en el sur de Asia es muy por detrás de las normas locales e internacionales. Los estudiantes no reciben incluso las habilidades numéricas básicas y alfabetización después de poner en un tiempo razonable en la escuela. Según algunas evaluaciones, según el informe, alrededor de un tercio de los estudiantes de la escuela primaria carecen del nivel mínimo de habilidades de escritura y aritmética necesarios para continuar su educación en las clases más altas.

El informe destaca audazmente que «La educación es exitosa cuando se permite a los estudiantes a llevar una vida más plena – como individuos y como participantes en el mercado laboral. Para que esto suceda, simplemente pasar el tiempo en la escuela no es suficiente; tiene que haber una ganancia significativa en habilidades cognitivas y no cognitivas «, dice el informe. Sin embargo, otra área priorizada por el informe para la educación de calidad es «la efectividad del maestro y la rendición de cuentas». El informe hace hincapié en que el nivel de motivación y la metodología de la enseñanza son dos importantes factores determinantes de la eficacia de los maestros. Los maestros en Pakistán se encuentran en estos carecen de ambas cosas. Son un grupo muy desmotivado. Parece como si la profesión docente ha sido lanzado sobre ellos. Las razones de esta desmotivación son evidentes y no necesitan una mayor elaboración, según el informe.

La gravedad de la situación hace que corresponde a quienes se dedican a la elaboración de políticas, en el sector de la educación en el país, para poner sus cabezas juntas y averiguar en cuanto a lo que debe hacerse para hacer frente a este reto descomunal; un reto que sigue sin cambio alguno frente a Pakistán incluso después de siete décadas de su independencia.

Fuente: http://www.pakistantoday.com.pk/2016/05/30/comment/prioritising-quality-in-education/

Imagen: http://www.livemint.com/rf/Image-621×414/LiveMint/Period1/2015/10/28/Photos/schoo-kPiG–621×414@LiveMint.jpg

Comparte este contenido:
Page 1 of 2
1 2