Educación ecocentrada

Leonardo Boff

Hay dos puertas de entrada a la educación y la socialización de la vida humana: la familia y la escuela. De la familia heredamos o no el sentido de la acogida y de la autoconfianza (de la madre), y el sentido de los límites y la percepción de valores éticos (del padre). La escuela, además de transmitir informaciones, se propone el objetivo de crear las condiciones para la formación de personas autónomas, con competencia para plasmar el propio destino y para aprender a convivir como ciudadanos participativos. En esta perspectiva, la educación se centraba en el ser humano y en la sociedad.

Ese propósito correcto es hoy insuficiente. Desde que irrumpió el paradigma ecológico, nos hemos concientizado del hecho de que todos somos ecodependientes. No podemos vivir sin el medio ambiente -con sus ecosistemas- que incluido el ser humano forman el medio ambiente entero. Somos un eslabón de la comunidad biótica. La humanidad no está frente a la naturaleza, ni por encima de ella, como su dueña, sino dentro de ella, como parte integrante y esencial. Participamos de una comunidad de intereses con los demás seres vivos, que comparten con nosotros la biosfera. El interés básico común es mantener las condiciones para la continuidad de la vida y de la propia Tierra, considerada como un superorganismo vivo, Gaia.

El hecho nuevo, hasta hace poco ausente de la conciencia colectiva de la gran mayoría y también de los científicos, es que todo el sistema de vida corre peligro. Es consecuencia de la civilización productivista/consumista/materialista que ha predominado en los últimos siglos, hoy globalizada. Ella hizo que la Tierra perdiese su frágil equilibrio y su capacidad de autorregeneración. Tenemos que impedir que Gaia entre en un proceso de caos, buscando a través de él un nuevo equilibrio, pero a costa de grandes sacrificios ecológicos, como la desaparición de millares de especies, cataclismos, sequías, inundaciones, inseguridad alimentaria de vastas proporciones y, eventualmente, de la desaparición de un número incalculable de seres humanos.

A partir de ahora, la educación debe incluir inaplazablemente las cuatro grandes tendencias de la ecología: la ambiental, la social, la mental y la integral o profunda (aquella que discute nuestro lugar en la naturaleza y nuestra inserción en todo el entramado de las energías cósmicas). Entre los educadores ambientales se impone cada vez más esta perspectiva: educar para el arte de vivir en armonía con la naturaleza, y proponerse repartir equitativamente con los demás seres los recursos de la cultura y del desarrollo sostenible.

Necesitamos estar conscientes de que no se trata solamente de introducir correcciones al sistema que creó la actual crisis ecológica, sino de educar para su transformación. Esto implica superar la visión reduccionista y mecanicista imperante todavía y asumir la cultura de la complejidad. Esta nos permite ver las interrelaciones del mundo vivo y las ecodependencias del ser humano. Tal verificación exige tratar las cuestiones ambientales de forma global e integrada.

De este tipo de educación se deriva la dimensión ética de responsabilidad y de cuidado por el futuro común de la Tierra y de la humanidad. Nos hace descubrir al ser humano como el cuidador del jardín del Edén que es nuestra Casa Común, y el guardián de todos los seres. La democracia, además de ser «sin fin», como lo quiere con razón Boaventura de Souza Santos, será también una democracia «socioecológica». Junto a la ciudadanía (que viene de ciudad) estará la florestanía (que viene de floresta), ensayada por el gobierno petista (PT) en el Estado de Acre, Brasil. Ser humano y naturaleza se pertenecen mutuamente, y, juntos, deben construir un camino de convivencia no destructiva.

Fuente del articulo: http://espiritualidadypolitica.blogspot.com/2008/04/educacin-ecocentrada-por-leonardo-boff.html

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Colombia: Pandilleros se arman con lápices y colores

Colombia/05 de Diciembre de 2016/

Quince grupos juveniles son convocados por el Distrito para que se alejen de las drogas y regresen a clases. La otra cara de estos grupos.

“Mi nombre es Joshimar y estoy mamao de pelear en pandillas”, dijo un joven de tez morena, arete plateado y piercing en la lengua. Lo dijo mientras miraba el piso, ante sus 16 compañeros, segundos después de tragar suficiente saliva para que su voz sonara fuerte y clara, como los grandes líderes-buenos o malos-, saben hacerlo en momentos como este.

Joshimar Mojica tiene 23 años y es líder de Los Parcas (Park), uno de los grupos de pandillas del barrio La Pradera, al suroccidente de Barranquilla. A sus 23 años, dice que la calle lo ha obligado a andar armado, con pistolas, machetes y cuchillos. No teme confesar que ha consumido y vendido drogas, ni tampoco que ha salido a atracar.  “Pero luego me arrepiento”, reconoce rápidamente, mientras entrelaza sus dedos inquietos. “Y por eso sé que es hora de cambiar”, agrega ‘El Mico’, como es llamado por sus amigos.

No la sostiene arriba porque, dice, “ojalá el tiempo pudiese regresar”. Hace un mes y medio uno de los tantos enfrentamientos con sus pares de Los Olivos, Los Paragüitas, dejó como saldo un muerto más. Se trataba de Kevin Batlle Becerra, quien era querido por todos y quien se dedicaba a mediar.

Durante el último mes se han registrado 18 aguaceros y en 9 de ellos se han presentado enfrentamientos entre grupos juveniles, una problemática que durante el transcurso del año ha cobrado la vida de nueve personas, según cifras de la Área Metropolitana de Barranquilla AMB.

“Miren esta foto. Así era Kevin cuando vivía, pero ahora ya no está. Yo no quiero que esto le pase a ninguno de ustedes, ni tampoco a los otros. Ya hemos perdido muchos amigos”, exclamó Gabriel Vallejo, más conocido en el mundo del fútbol y de Junior como ‘El Ruso’, mientras enseñaba una imagen de aquel joven que no alcanzó a cumplir su sueño de ser periodista.

El resto de jóvenes, marcados por las peleas de pandillas bajo la lluvia, lo quedan mirando fijamente. ‘El Ruso’ les muestra que tiene la piel, como piel de gallina. Trata de convencerlos, con su experiencia, para que aprovechen esta oportunidad de “tener mejor vida”.

Joshimar Mojica asiente con su cabeza. Lo hacen los demás también. Esta vez no tienen armas ni piedras, solo lápices, colores, libretas y reglas. Ya no están en la calle, sino en un salón de clases, discutiendo sobre literatura, formas positivas de expresarse y consecuencias del consumo de drogas.

Jóvenes escuchan atentamente la clase de una psicóloga sobre las consecuencias de consumir drogas.
Jóvenes escuchan atentamente la clase de una psicóloga sobre las consecuencias de consumir drogas.

La oportunidad. Como medida para evitar más enfrentamientos durante los aguaceros en la ciudad, el Distrito puso en marcha su estrategia lúdica ‘Jugando bajo la lluvia’, para que en vez de peleas, cerca de 600 jóvenes participen de campeonatos de fútbol, baloncesto y vóleibol.

El programa permitirá además que aproximadamente 200 jóvenes regresen al colegio o a la universidad, puesto que el común denominador es la deserción escolar. También ofrecerá rehabilitación para quienes busquen salir de las garras de la drogadicción.

“Cuando empezamos esta tarea encontramos que muchos no han terminado su ciclo educativo, que se quedaron en quinto de primaria, en séptimo, en once y por eso queremos que regresen al estudio el próximo año”, explicó el director del AMB, Jaime Berdugo.

Indicó que para iniciar la intervención se focalizaron 15 grupos en distintos sectores de la ciudad, en las localidades suroccidente y metropolitana y que se focalizaron 6 zonas que comprenden los barrios Pradera, Los Olivos, El Bosque, Malvinas, Carrizal, Las Américas, Santo Domingo, 7 de Abril, Santa María, Galán, Bellarena, San Nicolás, Rebolo, Chinita y La Luz.

Los jóvenes comenzaron el pasado martes a recibir clases inductivas en diferentes instituciones educativas de la ciudad. Los de la Pradera se reúnen de lunes a viernes en la Institución Educativa Distrital Betsabé Espinosa, donde abordan temáticas de carácter psicológico sobre toma de decisiones, salud sexual, así como de racionamiento matemático y comprensión lectora.

“Además los apoyaremos para que, a partir de un estudio de aptitudes realizado por el Sena, puedan estudiar una carrera acorde y finalizada esta, reciban una unidad productiva para su emprendimiento”, señaló Berdugo.

Durante su discurso en el salón, uno de los jóvenes deja ver la desconfianza que aún existe. Luego de que Berdugo les diera la bienvenida, Luis Fernando* se levantó de su puesto y pidió más compromiso “Si vamos a venir aquí es para que cumplan, sino regresamos a las piedras”, advirtió el muchacho de 17 años y trenzas hasta el cuello.

Betsy*, una rubia de cabello mojado, intengrante del grupo Los Zonas-81 que lidera su hermano, explica que “no es fácil estar con ellos (miembros del Distrito)”. “Antes los policías eran nuestros enemigos, pero ahora lo estamos escuchando en un salón”, dice la joven, de 19 años.

Se refiere además a la presencia del intendente Zoilo Asprilla, quien fue el mejor policía de Colombia en 2011 y quien también dio un discurso. El uniformado rompió el hielo al decirles que “yo no me llevo al UPJ a ningún joven que esté rezando en la iglesia. No le digo venga pa ’ acá”, situación que hizo que todos rompieran en risa.

Mojica recuerda que incluso una vez casi lo linchan por atracar a la luz pública. Tampoco puede olvidar la vez que robó a una señora de tercera edad, miembro de una comunidad religiosa.

“Me dio tanto pesar que quería regresarme para devolverle su cartera, pero ya era tarde”, dice ‘El Mico’.

“No quiero tener que hacer eso más”, agrega.

Su nombre es Joshimar y quiere ser topógrafo. Aldair*, el menor del grupo con 14 años, quiere ser futbolista (lateral izquierdo) del Junior. Santos*, hermano de Betsy, sueña con el diseño gráfico. Ella, espera ser una gran contadora.

Todos, absolutamente todos dicen que “no quieren pelear más en pandillas”.

Fuente: http://www.elheraldo.co/barranquilla/pandilleros-se-arman-con-lapices-y-colores-308510
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