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Padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa se reúnen por primera vez con la gobernadora de Guerrero, México

 

 

10 años después de la desaparición de los 43 estudiantes en Ayotzinapa, ¿qué pasó con la investigación?

 

Los padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa en 2014 se reunieron por primera vez con la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, en Chilpancingo, la capital del estado en el sur del país, este martes, de acuerdo con el abogado y vocero de las familias, Vidulfo Rosales.

 

Rosales informó a la prensa al salir del encuentro que los principales temas discutidos en la reunión giraron en torno a restablecer la relación entre los padres de los estudiantes y el gobierno estatal.

 

“Hoy en día, casi todas las autoridades han dado la espalda a los madres y padres de familia. Las autoridades federales, se mantiene una franca confrontación con ellos. Las madres y padres pidieron que, al menos, la gobernadora pueda restablecer esa relación”, afirmó.

 

El 29 de julio el presidente Andrés Manuel López Obrador se reunió con un grupo de los padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa en Palacio Nacional para escuchar su opinión sobre el informe de la investigación del caso entregado el pasado 8 de julio.

 

El presidente aseguró que los padres también se reunieron con la presidenta electa Claudia Sheinbaum.

El defensor aseguró que habrá otra reunión con la gobernadora, quien entró en funciones en octubre de 2021, en septiembre, aunque la fecha aún está por definirse.

“Ahorita, las líneas generales que se trazaron en materia de búsqueda e investigación, esperamos que ellos les den seguimiento. Si hay un buen seguimiento y avances en las próximas semanas, yo creo que el diálogo podría fructificar y transitar por buenos caminos”, señaló Rosales.

La gobernadora Evelyn Salgado aseguró en su cuenta en X que les reiteró todo su apoyo y el respaldo del gobierno del estado de Guerrero a los padres de los estudiantes.

“Nuestro gobierno es de puertas abiertas y de diálogo. Hoy, más que nunca, ratificamos nuestro deber en la búsqueda de la verdad. Como madre y como gobernadora seguiré trabajando sin descanso hasta obtener respuestas y hacer que la justicia prevalezca”, la gobernadora dijo en X.

La reunión, la primera entre autoridades estatales y padres de las víctimas sin presencia del gobierno federal desde que ocurrieron los hechos, se llevó a cabo unas semanas antes del encuentro programado entre el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y los padres de los estudiantes, previsto para la última semana de agosto, a un mes de cumplirse 10 años de la desaparición de los jóvenes en Iguala, Guerrero.

En 2022, la Comisión para la Verdad y el Acceso a la Justicia que investiga este caso informó que la desaparición de los 43 estudiantes en Iguala, Guerrero, fue un «crimen de Estado en el que concurrieron integrantes del grupo delictivo Guerreros Unidos y agentes de diversas instituciones».

La nueva versión del Gobierno cuestiona la conocida como «verdad histórica», que indica que los estudiantes iban a manifestarse cuando fueron atacados por agentes corruptos asociados con un grupo de narcotraficantes; luego fueron ejecutados, sus cuerpos incinerados en un basurero y los restos arrojados a un río.

Decenas de personas, entre ellas policías, militares y exfuncionarios, han sido arrestadas por su presunto involucramiento en este caso que conmocionó a México y a la comunidad internacional.

https://cnnespanol.cnn.com/2024/08/06/padres-estudiantes-desaparecidos-ayotzinapa-reunen-gobernadora-orix/

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Etiopía: Los padres temen por los estudiantes amhara desaparecidos tras el cierre de universidades por la Covid-19

Redacción: Amnesty

Mientras las universidades de Etiopía cierran para evitar la propagación del virus de la COVID-19, Amnistía Internacional pide a las autoridades etíopes que revelen las medidas que han tomado para rescatar a 17 estudiantes amhara de la Universidad Dembi Dolo, en Oromia occidental, secuestrados por individuos no identificados en noviembre de 2019 y que desde entonces se encuentran en paradero desconocido.

La angustia de las familias de los estudiantes se ve acentuada por el cierre del teléfono e Internet puesto en marcha en enero en la región de Oromia occidental, que dificulta aún más sus esfuerzos por obtener información sobre sus seres queridos desaparecidos.

El sentimiento de temor e incertidumbre que se propaga por Etiopía a causa de la COVID-19 agrava la angustia de las familias de estos estudiantes, que están desesperadas por obtener información sobre el paradero de sus seres queridos.
Seif Magango, director adjunto de Amnistía Internacional para África Oriental

“El sentimiento de temor e incertidumbre que se propaga por Etiopía a causa de la COVID-19 agrava la angustia de las familias de estos estudiantes, que están desesperadas por obtener información sobre el paradero de sus seres queridos cuatro meses después de su secuestro”, ha manifestado Seif Magango, director adjunto de Amnistía Internacional para África Oriental.

“La decisión de las autoridades etíopes de cerrar las universidades para proteger la vida de los estudiantes es encomiable, pero también deben emprender acciones igual de concretas para encontrar y rescatar a los 17 estudiantes desaparecidos, para que también ellos puedan reunirse con sus familias.”

Amnistía Internacional ha hablado con varias familias de los estudiantes desaparecidos, que han expresado su creciente desesperación e impotencia ante la falta de noticias de sus hijos. Esta situación se está produciendo pese al anuncio hecho el 31 de enero de 2020 por el primer ministro de Etiopía, Demeke Mekonnen, de que se había formado un grupo especial para encontrar y facilitar el retorno seguro de los estudiantes a sus familias.

La decisión de las autoridades etíopes de cerrar las universidades para proteger la vida de los estudiantes es encomiable, pero también deben emprender acciones igual de concretas para encontrar y rescatar a los 17 estudiantes desaparecidos, para que también ellos puedan reunirse con sus familias.
Seif Magango, director adjunto de Amnistía Internacional para África Oriental

Girmanesh Yeneneh, estudiante de tercer curso de biotecnología, fue una de las que estudiantes secuestradas cuando se dirigía a su casa en noviembre. Su padre, Yeneneh Adunya, dijo a Amnistía Internacional:

“Enviamos a nuestros hijos e hijas a la universidad para que puedan tener un futuro mejor. Ahora no sabemos dónde están o si están vivos. Estamos de luto desde el día que nos dijo que había sido secuestrada; nos dijo que rezáramos y yo, que soy sacerdote, he ido por todas partes rezando. Pero su madre está devastada, y se está volviendo loca, sin que tengamos ni una noticia del gobierno”.

Aunque los presuntos secuestradores inicialmente permitieron a los estudiantes llamar a sus familias y hablar con ellas, ya han pasado más de tres meses desde que las familias tuvieron noticias suyas. La última vez que uno de los estudiantes habló con sus familias fue el 18 de diciembre de 2019.

Todos los servicios de comunicación en Oromia occidental deben restaurarse de inmediato para permitir no sólo que las familias de los estudiantes desaparecidos accedan fácilmente a la información, sino también para que la población acceda a información vital de salud pública sobre la pandemia de COVID-19.
Seif Magango, director adjunto de Amnistía Internacional para África Oriental

“El cierre de las redes y servicios de comunicación en Oromia occidental es una violación inaceptable del derecho de la gente a la información y a la libertad de expresión”, ha manifestado Seif Magango.

“Todos los servicios de comunicación deben restaurarse de inmediato para permitir no sólo que las familias de los estudiantes desaparecidos accedan fácilmente a la información, sino también para que la población acceda a información vital de salud pública sobre la pandemia de COVID-19.”

Los 17 estudiantes fueron secuestrados en diversas fechas en noviembre de 2019 cuando huyeron de los enfrentamientos étnicos fatales entre estudiantes universitarios oromo y amhara.

Uno de los estudiantes, Gebre-Silassie Mola Gebeyehu, dijo a su tío que él y varios estudiantes más habían sido secuestrados el 28 de noviembre por un grupo de jóvenes oromo mientras se dirigían a Gambella, y que a todos los habían llevado a las profundidades de un bosque de la zona.

Fuente: https://www.amnesty.org/es/latest/news/2020/03/ethiopia-parents-fear-for-missing-amhara-students-as-universities-close-over-covid19/

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México: Manifestantes exigen continuar investigación por caso Ayotzinapa

Redacción: Telesur/28-11-2018

Cientos de personas exigieron respuestas tras cumplirse casi 4 años de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos.
Un grupo de manifestantes pertenecientes al Movimiento Ayotzinapa en México se concentraron este jueves en la sede de la Procuraduría General de la República (PGR) para exigir que continúen las investigaciones por el caso de los 43 estudiantes desaparecidos en el estado de Guerrero.

El grupo conformado por al menos 150 personas se instalaron con carteles y fotografías de los estudiantes de Ayotzinapa en las inmediaciones de la PGR impidiendo el acceso al edificio y exigiendo respuestas por los 43 desaparecidos.

«Ayotzi vive», «26 de septiembre no se olvida», «Más de 4 años de impunidad» y «Justicia +43», fueron alguno de los mensajes que los manifestantes pintaron en la fachada y en el piso a las afuera de la Procuraduría mexicana.

Los manifestantes exigieron a los miembros encargados de la investigación que se continúen con las labores y se den respuestas de lo que sucedió con los 43 normalistas desaparecidos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.

Asimismo, denunciaron que funcionarios de la PGR estarían promoviendo recursos para cancelar la investigación de la Comisión de investigación para el caso Ayotzinapa.

Con esta manifestación se inicia la 50 Acción Global por Ayotzinapa, convocada Escuela Normal Raúl Isidro Burgos y familiares de los desparecidos desde el 22 al 27 de noviembre.

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/mexico-protesta-investigacion-desaparecidos-ayotzinapa-20181122-0032.html

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Añoranzas normalistas … No solo era el,nos faltan 43.

Por :Adolfo del Ángel Rodríguez.

La placidez de su sueño era envidiable a esa hora de la noche, cuando se cuelan hasta los huesos los sueños que han de cobrar vida poco a poco durante las horas en que el cuerpo se relaja, yendo y viniendo a placer, aunque al recordar solo un poco de ellos quedará en la conciencia. Ni siquiera se molestaba en moverse, pero su madre seguía ahí, a su lado, velando su bienestar, cumpliendo su deber, protegiendo de lo que fuera a su retoño, a ese pedazo de ella que yacía ahí, tumbado, recuperando energías para enfrentar al mundo de nuevo, para salir a dar la batalla diaria que podría cambiar el mundo en el que había vivido su madre.

Lo acomodó de nuevo y le besaba el pelo con el cariño que solo una madre profesa, canturreando una tonada de cuna, como cuando era un bebé, como cuando comenzaba a angustiarle el haberlo traído al mundo y quería aislarlo de él, pero sabía que él era de esa otra clase, de los que encararían de frente, de los que no buscarían las comodidades para sí solo, ni las cosas fáciles, ni los beneficios propios, que es lo que se vende en la televisión, sino que él sería recto y de miras amplias para sus vecinos, paisanos y para su familia. Llegaba a su fin el candil que había dispuesto para permanecer a su lado, se recostó un poco, pero al recuperar un poco de fuerzas se incorporó para buscar más petróleo buscando darle más vida al candil que perdía poco a poco su animosidad de hacía un par de horas.

De pronto las náuseas la atormentaron, un dolor de cabeza insoportable y unas voces que revoloteaban por su cabeza no la dejaban avanzar, así que se dejó caer en la silla más cercana, se tapó los ojos con ambas manos pero era imposible deshacerse de esas voces, que cada vez estaban más cerca, que se aclaraban cada vez más y de las que poco a poco iba comprendiendo algunas frases. Se tomó completamente la cara con ambas manos; se calmó un poco, respiró hondo, poco a poco fue retirándose las manos del rostro: no era el lugar en donde momentos antes había estado: ahora gente por todos lados, rodeándola, tratando de agarrarla, algunos echándole aire, otros dándole ánimos. Estaba atónita, no sabía de qué se trataba y para cuando se dio cuenta que yacía en medio de mucha gente ya algunas personas la levantaban de los brazos con mucha dificultad. Gente vestida de negro, agotada, ojerosa. Corrieron algunos familiares a abrazarla. Ella no sabía de qué se trataba. Quería zafarse de ellos y correr de nuevo al lecho de su hijo, a cuidar su sueño y comenzó a pedir que apagaran las luces y guardaran silencio; es más, lo exigió.

No entendía de qué se trataba y al ver que nadie hacía caso se dirigió hacia ellos para pedir que se fueran, que dejaran el lugar, que no sabía qué pasaba ahí: le pidieron calma, pero los mandó al carajo, fue entonces cuando se le abalanzaron dos tipos desconocidos, la sujetaron y le inyectaron un calmante; ella los maldijo, pero sus fuerzas menguaron rápido. La colocaron en un sillón en donde dormía plácidamente. Pero despertó de súbito. Y el candil nuevamente ardía y alumbrara a su hijo, pensando ella que debía descansar lo suficiente, pues mañana sería otro día, otra batalla, así que procuró no hacer ruido para que su sueño fuero lo suficientemente reparador.

Preocupados, quienes la veían dormir pensaban en cómo explicarle de nuevo el suceso, de cómo adentrarla de nuevo en la realidad, pues el dolor la mantenía alejada de todo lo que le había sucedido recientemente. En su despertar no había visto el féretro, donde su hijo, víctima de la injusticia y la impunidad yacía desde hacía unas horas, en donde reposaba después de que le avisaron de la terrible noticia que se negaba a asimilar. No habría más escuela. No habría profesor en la familia. No habría quien enfrentara al mundo el día del mañana para bienestar de ella y de los demás. Ya no habría nada. Ahora, de nuevo habría que platicar de nuevo: quién de los suyos le diría de la tragedia y decirle: no solo es él, nos faltan 43.

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México: Los estudiantes que sobrevivieron a la noche de Iguala siguen buscando respuestas

América del Norte/México/Octubre de 2016/Autores: Kirk Semple y Paulina Villegas/Fuente: Insurgencia Magisterial

Dos años después de que desaparecieron 43 estudiantes mexicanos durante una noche de violencia perpetrada, en parte, por las fuerzas de seguridad, el misterio de su destino sigue sin resolverse.

Un pánel internacional de peritos judiciales y expertos en derechos humanos, que pasaron un año estudiando el caso, cuestionaron la habilidad y voluntad del gobierno para llegar al fondo del asunto.

Desde que los expertos se fueron, en abril, el gobierno ha ampliado su investigación, la cual incluye un rango más amplio de posibles sospechosos. Además, el investigador principal del fiscal general renunció después de que se inició una investigación en torno a su manejo del caso.

Aun así, prevalece el sentimiento tanto aquí como en el extranjero de que al gobierno mexicano no se le puede confiar la tarea de averiguar quién fue responsable de la violencia perpetrada en la ciudad de Iguala, en Guerrero, del 26 al 27 de septiembre de 2014, y lo que sucedió con los estudiantes, la mayoría de los cuales estudiaban el primer año. Muchos observadores ahora tienen la esperanza de obtener justicia gracias a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con sede en Washington, la cual asignará un equipo para seguir de cerca la investigación.

Los padres de los desaparecidos y muertos —la mayoría pertenece a la clase trabajadora— han exigido respuestas incansablemente. A lo largo del camino, los han acompañado quienes sobrevivieron el ataque, decenas de estudiantes que de alguna manera lograron salir vivos esa noche, pero por siempre llevarán sus cicatrices. Estos son los tres sobrevivientes.

Édgar Andrés Vargas

El jueves pasado, Vargas tuvo una sexta cirugía para reparar su rostro. Esa noche, una bala pulverizó sus dientes superiores y destruyó su maxilar. No sabe por cuántas otras operaciones tendrá que pasar.
Cuando ocurrieron los ataques, Vargas era estudiante de tercer año de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, un instituto de formación para profesores en Ayotzinapa. Fue parte de un grupo de estudiantes que respondieron a llamadas de ayuda por parte de otro grupo que había sido atacado por la policía municipal en Iguala. Los estudiantes más jóvenes habían ido a Iguala, una ciudad cercana, para secuestrar autobuses que los llevaran a una manifestación en Ciudad de México.

Andrés y sus compañeros llegaron después de que los 43 estudiantes desaparecieron. Pero mientras intentaban averiguar qué sucedió, los atacantes abrieron fuego y balearon a Vargas. Él dijo que, a pesar de las heridas, el personal militar e incluso los empleados de una clínica local lo ignoraron.

Cuando finalmente lo llevaron a un hospital municipal —dos horas después de que le dispararon— los médicos le dijeron que, si se hubiera demorado cinco minutos más, habría muerto.

Andrés, de 21 años, ha recibido atención médica en Ciudad de México, y el suplicio ha sido perturbador para él y toda su familia. Su madre renunció a su trabajo como dependienta de una tienda de conveniencia para mudarse a la capital y cuidarlo; sus hermanos menores también se mudaron. Su padre se quedó en su ciudad natal, San Francisco del Mar, en el estado de Oaxaca, para seguir trabajando como director de una escuela primaria y, los fines de semana, como campesino.

El gobierno ha cubierto el costo de los cuidados médicos y le prestó un departamento a la familia. Aun así, han tenido que recurrir a sus ahorros para cubrir los altos costos de vivir en la capital, pues además su madre no ha podido trabajar.

Andrés pasa la mayor parte de su tiempo en el departamento. Cuando sale a ver una película o dar un paseo, se pone un tapabocas… en parte porque le avergüenza tener el rostro desfigurado. “Temo que la gente me discrimine por esto”, dijo.

La universidad permitió que Vargas terminara sus estudios este año, trabajando a distancia, por lo que pudo graduarse a la par de su generación. Todavía tiene la esperanza de trabajar como profesor de escuela primaria, pero ahora también tiene la meta profesional de convertirse en abogado.

“Después de todo lo que pasó, creo que el sistema legal está jodido”, dijo. “¿Quién va a proteger al pueblo?”.

Vázquez supo qué era perder a alguien desde pequeño. Creció en Tlacotepec, un pequeño pueblo de montaña en el estado de Guerrero, conocido por sus cosechas de amapola… y la violencia. Tenía 12 hermanos, pero cinco murieron en su niñez debido a enfermedades curables.

De niño, Vázquez trabajó en el campo, cosechando amapolas y extrayendo su savia, el ingrediente clave de la heroína. Cuando tenía tan solo 7 años, vio cómo unos sicarios abrieron fuego en una fiesta, mataron a una persona e hirieron a varias más. Años más tarde, uno de sus hermanos fue asesinado en una riña que, sospecha, estaba relacionada con una rivalidad entre pandillas.

Creyó que a través de la escuela para profesores escaparía de esa vida. Se convirtió en miembro del comité estudiantil y se metió de lleno en la cultura de activismo político en la universidad.
La noche de los ataques en Iguala, estaba entre los estudiantes que se apresuraron a ayudar a los compañeros más jóvenes y fueron atacados por tiradores no identificados.

Vázquez, quien ahora tiene 28 años, logró escapar sano y salvo. En las semanas y meses siguientes, conforme los 43 desaparecidos se convertían en símbolos de la profunda corrupción e incompetencia del gobierno, Vázquez surgió como principal vocero de la campaña para obtener justicia.

Recorrió México pidiéndole a la gente que tomara las calles para manifestarse y criticar la forma en que el gobierno ha llevado el caso. Terminó por llevar su campaña fuera del país, a Estados Unidos y Europa, levantando conciencia en torno al caso y haciendo presión con políticos y activistas para instar al gobierno mexicano.

Su obra le dio un sentido de propósito y ayudó a evitar la culpa de haber sobrevivido.

Este año, se inscribió en una escuela de derecho en Ciudad de México para convertirse en juez y utilizar su puesto para luchar contra la corrupción incansable del país.

Cuando era más joven, Vázquez a menudo tenía pesadillas en las que veía cómo lo asesinaban; ese era el ambiente de violencia en el que creció. Sueños acerca de su propia muerte aún lo invaden, pero ahora, dice, se ve muriendo por una causa… con un propósito, con una razón”.

Gutiérrez ha estado en coma desde que una bala le perforó el cerebro durante aquellas violentas horas de septiembre de 2014.

Los médicos y su familia miden su recuperación según sus sonidos y micromovimientos involuntarios. Sus párpados a veces se abren. Bosteza. Sus músculos tienen espasmos. Los médicos consideran sorprendente que haya sobrevivido todo este tiempo; sin embargo, creen que las posibilidades de que se recupere de este coma son mínimas.

Le dispararon cuando la policía baleó un autobús al que él y otros estudiantes se habían subido. Sus padres y 13 hermanos, quienes viven en Guerrero, han organizado una rotación para asegurarse de que por lo menos uno de ellos esté a su lado en el hospital en todo momento. Rentaron una pequeña habitación cerca de ahí, donde descansan y se bañan entre turnos.

Ese compromiso ha puesto gran presión en la familia. Uno de sus hermanos dijo que ha pasado tanto tiempo lejos de casa que su propia familia está sufriendo.

“No he podido llevar a mis hijos al parque en dos años”, dijo Leonel, el hermano de 37 años, quien trabaja como conductor de taxi en Tutepec, un pequeño pueblo en Guerrero. El viaje en autobús de su casa al hospital le toma seis horas.

Sin embargo, la familia hizo un pacto para brindarle a Gutiérrez el mejor cuidado posible.

Aldo Gutiérrez, de 21 años, jamás quiso hacerse profesor, dijo su hermano. La escuela, donde era estudiante de primer año, simplemente era una salida de la pobreza. Su verdadero sueño era convertirse en oficial de la Marina mexicana.

“El sufrimiento es muy grande”, dijo Leonel. “Todavía no entendemos cómo nos sucedió esto, por qué le pasó esto a nuestra familia. ¿Cómo es que podemos tener un gobierno que le dispara a sus propios ciudadanos?”.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/los-estudiantes-que-sobrevivieron-a-la-noche-de-iguala-siguen-buscando-respuestas/

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Los 43: herida abierta

Por: Abelardo Carro Navas

A mi padre, con cariño.

En mi niñez, incontables fueron las ocasiones en que mi padre nos narraba infinidad de historias de la escuela en la que se formó para maestro: la Normal de Tenería “Lázaro Cárdenas” ubicada en el Estado de México. Recuerdo muy bien las charlas que, sobremesa, nos regalaba con relación a lo que hoy sé, fue una de las etapas más importantes de su existencia.

La primera vez que estuvo en esa escuela, los directivos, los maestros, la educación que recibieron, la convivencia entre compañeros, las parcelas, la siembra, las cosechas, las escapadas que ocasionalmente se daban por la noche al centro de la Ciudad de México, en fin, varias y muy diversas historias se desprendían de quien, hasta la fecha, sigue siendo mi ejemplo.

Ciertamente los tiempos han cambiado y, afortunado soy, al tener con vida a quien aún con sus años encima, sigue compartiéndome cada uno de esos deliciosos momentos que disfrutó en su querida escuela. Y es que mire usted, ¿cuántos de nosotros no tenemos una historia que contar de lo que a diario vivimos? Sin duda, las más significativas permanecen en nuestra memoria, vivas, cual retrato, de esos que fueron creados por grandes artistas.

Muchos de los hombres y mujeres que se formaron en estos centros de enseñanza y que hoy día se encuentran insertos en el Sistema Educativo Mexicano (SME), con certeza, sabrán de lo que estoy hablando. Cierto es, que las condiciones que prevalecían en el país en ese entonces, son totalmente diferentes a las que se viven en nuestros días. Sin embargo, seguro estoy, que la esencia del normalismo sigue intacta.

Quienes hemos tenido la oportunidad de laborar en este Subsistema, podremos coincidir, en que la atmósfera que envuelve a las normales – sean estas urbanas, rurales o privadas –, es única e inigualable. El humanismo sigue presente, la pedagogía y didáctica ni se diga, la formas y esquemas organizacionales que desde hace tiempo implementaron grandes maestros, continúan en un medio, escasamente comprendido y, lamentablemente, agredido en los últimos años.

¡Es que en esas escuelas normales se forman guerrilleros! – escuché decir a alguien hace unas semanas. ¡Qué desatinado comentario! – dije para mis adentros.

Como seguramente usted sabe, la educación que reciben los alumnos o alumnas en las normales, está relacionada con la formación de los seres humanos. Por ello, es que se tienen que abordar diferentes momentos históricos de la humanidad. Analizar la educación socialista que tuvo vigencia en México y en el mundo; conocer los diferentes sistemas educativos del orbe para compararlos con el nuestro, comprender la pedagogía de Paulo Freire o las teorías de Piaget, Chomsky o Vygotsky, son cuestiones que propician el análisis y reflexión sobre los distintos problemas por los que atraviesa el ser humano y la educación que el mismo ha creado. ¿Los alumnos son guerrilleros por criticar con fundamento las políticas de un gobierno desde un enfoque freiriano?, ¿son delincuentes los estudiantes por analizar la educación desde un enfoque marxista o leninista?, ¿son ladrones estos alumnos por el simple hecho de pensar, analizar y criticar tal o cual cosa?

Creo, si no me equivoco, que la incomprensión sobre este Subsistema, ha propiciado expresiones como la que líneas atrás refería. Ciertamente, y debemos reconocerlo, hay cuestiones que deben mejorarse en estas escuelas pero, ¿cómo hacerlo si la mayoría de las autoridades educativas desconocen el medio? La complicidad, en muchos de los asuntos que tienen sumidas en el abandono a las normales, ha sido entre dos actores que hoy, más que nunca, se jactan de entenderlas y apoyarlas: la SEP y el SNTE. ¿Será que estas instituciones formadoras de maestros representan un botín político para el Secretario de Educación o del Sindicato en turno dado que impide o fortalece sus aspiraciones político-personales?

Tengo claro que todos perseguimos un propósito, sea de vida o profesional – aunque el segundo se encuentra implícito en el primero –, pero, reitero, hoy más que nunca se tiene que hacer algo para mejorar las condiciones de estas escuelas, sobre todo, de los alumnos que ahí se forman.

Triste ha sido, es y será, la desaparición de los 43 estudiantes normalistas que cursaban alguno de los semestres en la Escuela Normal “Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Gro. A dos años de este terrible suceso, nada se sabe de ellos. Investigaciones han ido y venido, encargados del caso, como el ex procurador Murillo Karam, han pasado sin pena ni gloria… y nada, absolutamente nada se sabe de ellos.

En los últimos días, las autoridades judiciales hablan de la utilización de nueva tecnología para localizar otras fosas clandestinas en Iguala, Gro. La idea, es dar con el paradero de los estudiantes pero, triste y desafortunadamente, volvemos y volveremos a lo mismo: nulos resultados y unos padres desesperados.

Por cierto… ¿y qué ha pasado con los paterfamilias de estos jóvenes desparecidos? Siguen buscando a sus hijos. A ellos, como padre de familia, los comprendo. Ya me imagino lo que yo haría si pasara por lo mismo.

En resumidas cuentas, desconozco si la verdad sobre este caso llegará a saberse algún día. De lo que estoy seguro, es que este miope gobierno, encabezado por Peña Nieto, pasará a la historia como el más inhumano, insensible y torpe de todos los que lo han antecedido, rebasando desde luego, a Díaz Ordaz y los lamentables hechos que conocemos.

Termino estas ideas con un profundo dolor en el alma. No sé si usted las comparta, pero en mí, sigue abierta la herida.

No obstante esta pesadumbre, ya sea en éste u otros medios, seguiré pugnando porque se haga justicia y se esclarezcan los hechos.

Sin duda, los mexicanos lo merecemos. Los padres de familia de los 43 estudiantes de Ayotzinapa necesitan saberlo.

Y yo… me quedo pensando en los grandes hombres, como mí padre, que se formaron en estas escuelas mexicanas, cuya labor, cuéstele lo que cueste a Nuño, son por excelencia, formadoras de maestros.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-43-herida-abierta/

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Mexico: Imagenes de la Marcha por Normalistas de Ayotzinapa al cumplirse 2 años de su desaparición

América del Norte/México/27 de septiembre de 2016/

El día de ayer se realizó en la Ciudad de México una marcha conmemorativa de los dos años de desaparición forzada de los 43 estudiantes Normalistas de Ayotzinapa. Adjuntamos algunas imágen que reseñan la emotiva y combativa actividad.

El pueblo mexicano se volcó a las calles para recordarle al mundo su más reciente y hondo dolor por la desaparición forzada de estos 43 jóvenes, y para lanzar su testimonio y conciencia sobre esto como una manifestación terrible de los estragos que el neoliberalismo hace en la educación de ese país.

Con la desaparición de estos 43 jóvenes, la cual lastimosamente aún no ha sido suficientemente investigada por las autoridades competentes, no sólo se hiere profundamente a las familias, se busca amedrentar todo un movimiento por la educación emancipadora que tiene en la educación normal una de sus principales trincheras de lucha.

¡Vivos los llevaron, Vivos los queremos!

El Magisterio Mundial unido en la lucha por el regreso de los 43 Normalistas de Ayotzinapa

Puede visualizar:

https://www.facebook.com/luis.bonillamolina/videos/vb.100001380640179/1206533919402618/?type=3&theater

https://www.facebook.com/luis.bonillamolina/videos/pcb.1206535659402444/1206534242735919/?type=3&theater

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