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La llamada a la alegría en las aulas

Por: Carlos Aldana

En el cuerpo, en la mentalidad, en la vida misma de quien educa, es donde se debe reconfigurar esa alegría que ayude a transformar el mundo.

Aunque ya es muy repetitivo y pareciera una obviedad, la alegría es una llamada que no siempre es respondida en nuestras aulas. Clama por nosotros, los educadores y educadoras, nos demanda, nos interroga.

Es una llamada porque la vida no puede hacerse ni reconstruirse sin la alegría por lo que nos rodea, y por lo que somos o tenemos, aunque tengamos posiciones críticas sobre todo ello. Esto, en educación, debiera ser un imperativo moral innegociable. Pero parece ser que se está quedando en el mero discurso de una nueva pedagogía, o en la falsedad de una alegría que se funda solo en la diversión o en el tiempo libre, pero no en lo constructivo o en la profundidad con la que podemos y necesitamos comprender el mundo.

La alegría en las aulas tiene un punto de partida muy profundo: que todos nos sintamos respetados. Esto empieza en la superación de una falsa superioridad docente o en la negación de capacidades que se confunde con la situación de maduración propia de nuestros estudiantes. La sensación de que todos somos respetables, que toda persona en el aula es sujeta de derechos, de obligaciones pero, sobre todo, que es protagonista de la vida escolar, es la puerta de entrada a la alegría. Porque en el respeto a la dignidad empieza la creación del clima que genera interés, emociones, gusto, satisfacción, desafío. En fin, todo aquello que en su interconexión nos crea ese fuego interior de la alegría, esa emoción que nos mueve.

En las aulas debiera aceptarse el llamado a la alegría, porque el aprendizaje es su eje central. Y, como lo dice la neurociencia, el auténtico aprendizaje se evidencia en los cambios de pensamiento, actitudes, comportamientos y habilidades que nos pueden ayudar a resolver problemas, construir dificultades, cambiar el entorno, satisfacer necesidades. Si se aprende plenamente en ambientes de seguridad, de confianza, de libertad, donde se siente la alegría, ¿por qué no asumir a esta como una enorme herramienta que da sentido al aula?

Lo contrario a la felicidad no es la depresión o la tristeza, sino la inanición, la parálisis, la falta de lucha y movimiento. Es decir, todo aquello que está causado por distintos tipos de miedos, o por una vida basada en el terror ejercido por adultos e instituciones en la vida de quien va creciendo. El terror paraliza y obstruye las posibilidades para aprender. En otras palabras, aunque este ha sido el mecanismo más usado y generalizado, termina también siendo el principal factor para la falta de aprendizaje en las aulas. Lo que le quita sentido a ese espacio tan especial en la vida de un niño, una niña o un adolescente.

Semejante contradicción se supera cuando desde valores y actitudes de respeto, valoración y estima reales, aceptamos la llamada a la alegría en las aulas. Ésta se expresa en la sonrisa permanente y sincera, en la aceptación de las diferencias, en la llamada a los desafíos, en las formas responsables, firmes y respetuosas para corregir, en el clima de confianza que inunda la vida escolar.

Lo difícil de todo esto es que es el profesorado el principal protagonista para crearlo. Ello significa que el primer escenario para que la alegría se instale y se convierta en una fuerza pedagógica es el propio ser de quien educa. En el cuerpo, en la mentalidad, en la vida misma de quien educa, es donde se debe reconfigurar esa alegría que ayude a transformar el mundo. Es quien educa quien debe testimoniar la alegría. Es quien recibe la llamada y la convierte en su consiga, en su camino, en su herramienta, en su legado. La llamada a la alegría en el aula la aceptan, pero también la retransmiten los educadores y educadoras que verdaderamente creen en la profundidad de su tarea.

Sin esto, deberemos insistir, el educador deja su enorme potencialidad para el cambio y se arrincona en el espacio de los que transmiten, de los que capacitan, de los que instruyen, pero no de aquellos hombres y mujeres llamados a contribuir al cambio en un mundo como el nuestro.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/01/18/la-llamada-a-la-alegria-en-las-aulas/

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OCDE apoya a México para redefinir el sistema educativo

América del norte/México/17 Enero 2019/Fuente: El sol de México

Asimismo, consideró importante la permanencia del INNE como un organismo autónomo que señale logros y retos del Sistema Educativo

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) acompañará al gobierno de México en la redefinición de sus prioridades en materia de educación, aseguró la directora de ese organismo internacional, Gabriela Ramos.

En entrevista con Notimex, expuso que la OCDE observa con optimismo la apertura del gobierno federal, en particular de las autoridades de Educación, en torno a las recomendaciones que lleva a cabo para mejorar el Sistema Educativo Nacional.

La funcionaria de la OCDE enfatizó que el titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Esteban Moctezuma Barragán, pidió a la organización que lo acompañara en esta nueva etapa de redefiniciones en materia educativa.

«Y por supuesto que lo vamos a hacer, porque para nosotros México es miembro de la OCDE, independientemente del gobierno que lo represente. Ellos son los que definen sus prioridades y eso no lo vamos a debatir»

Indicó que el diálogo con la SEP es a nivel técnico y la OCDE deberá ajustarse a esas prioridades, “y ser muy honesta al decir al gobierno lo que observamos en el Sistema Educativo. Ese el tipo de discusión que tenemos con las nuevas autoridades”.

De acuerdo con Gabriela Ramos, la comunicación con Moctezuma Barragán “ha sido muy positiva, con mucha claridad respecto de los retos que compartimos. Esta apertura y debate basado en la evidencia para nosotros es lo más importante”.

En ese contexto, consideró importante la permanencia del Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INNE) como un organismo autónomo que señale los logros y retos del Sistema Educativo mexicano.

También se refirió a la derogación de la reforma educativa, en donde participó la OCDE y estimó que seguramente permanecerán algunos elementos.

«En nuestra experiencia no es posible ni factible eliminar todas las estructuras y volver a empezar de cero porque nos paralizaríamos. Mientras se preserven los buenos elementos del sistema, no de un sexenio, sino de toda la construcción del Sistema Educativo Mexicano, pues a seguir trabajando»

A propósito de los dos estudios que presentó este viernes la OCDE a la SEP en materia de educación superior, denominados “El futuro de la Educación en México” y “Educación Superior en México”, Gabriela Ramos expuso que el sistema del nivel educativo se ha desarrollado casi de una forma reactiva.

Es decir, con base en la demanda, en la presión de los perfiles demográficos que conllevan a un nivel educativo medio y medio superior a crecer a pasos agigantados, lo que implica la creación de múltiples universidades.

Indicó que esta reacción se registra en los 13 subsistemas que conviven en el Sistema Educativo Nacional, pero donde cada uno responde de la manera como mejor puede.

«Lo que se requiere es una estrategia común que permita conectar esos subsistemas, eliminar la fragmentación e impulsar la calidad; además de crear un sistema de información que conecte a las universidades con el mercado laboral»

Lo anterior, porque hay falta de señales del mercado laboral para que los estudiantes se dirijan a las disciplinas que se están demandando. “Una de las tragedias es que tienes incremento en la matrícula, pero al mismo tiempo los empresarios dicen que no encuentran las capacidades que necesitan, no encuentran los perfiles”, externó.

Para Gabriela Ramos es vital superar esa problemática para involucrar más al sector privado en la discusión.

“La definición de la política educativa es del Estado, pero necesitamos que los empresarios se involucren, además de la necesidad de crear un sistema de información del tipo de trabajos que se están creando y conectarlo con las universidades”, detalló.

Consideró necesario capacitar a funcionarios y maestros encargados de la orientación vocacional para garantizar que los chicos que llegan a educación superior tengan la posibilidad de encontrar un trabajo.

Al respecto, la directiva de la OCDE recordó que en el mundo hay una revolución tecnológica basada en el conocimiento. “En la medida en que preparemos a los mexicanos a manejar ese conocimiento van a estar preparados, no sólo para aprovechar la revolución tecnológica, sino también para influir en ella”, aseguró.

En su opinión, México necesita una visión estratégica en un mundo que cambia vertiginosamente, es decir, formar individuos que a lo largo de su vida puedan cambiar de disciplina sin problemas, “porque lo que se aprende ahora no será garantía de un ciclo de vida largo”.

Destacó que de acuerdo con un estudio de la propia OCDE, los trabajos tienden a desaparecer porque las ocupaciones más automatizables son aquellas que requieren de poco nivel educativo.

Mientras que las actividades que actualmente demandan títulos profesionales, entrenamiento y capacitación continua serán menos susceptibles a la automatización, pero cambiarán su manera de aplicarse; “es la visión de los sistemas más avanzados”.

Por esa razón, la OCDE sugiere que las políticas educativas impulsen a adultos a prepararse continuamente para lograr que se adapten eficazmente a los nuevos requerimientos laborales, de lo contrario podrían crecer las tasas de desempleo.

Sostuvo que para dicha preparación, México requiere enfrentar, entre otros retos, ampliación de financiamiento e inversión privada y estatal, ya que México gasta nueve mil dólares por estudiante en educación superior, cuando debería gasta el doble o el triple.

Estados Unidos gasta 26 mil dólares por estudiante de ese nivel y los países europeos 20 mil; aunque aclaró que también es importante el cómo se gasta ese recurso.

«El financiamiento en México para estudiantes de educación superior se ha reducido, además, es necesario distribuir mejor esos recursos, porque actualmente se hace de forma poco transparente. Hay universidades regionales que tienen una diferencia de gasto hasta de cinco veces más, entre una y otra»

Eso implica que las asignaciones no se hacen con visión estratégica, sino que son resultado de negociaciones, por lo que recomendamos tener un mecanismo transparente para la asignación, con base en una investigación profunda.

La funcionaria aclaró que la inyección de capital no garantiza calidad; “el aprendizaje está en el centro de todos los temas. Entones hay que reclutar a los mejores maestros.

“Eso es fundamental, y esperamos que en México eso permanezca: apoyarlos en su formación profesional, reducir su carga administrativa y premiar a los buenos, que son la mayoría. El reconocimiento a un maestro lo empodera y eso se tiene que exponenciar”, puntualizó.

Fuente: https://www.elsoldemexico.com.mx/mexico/politica/ocde-apoya-a-mexico-para-redefinir-el-sistema-educativo-2919713.html

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España: El instituto de Castellón en el que los profesores firman un compromiso para no mandar deberes

Europa/España/17 Enero 2019/Fuente: El país

En dos cursos, el centro ha conseguido reducir el fracaso escolar un 10%. Argumentan que sin tareas, los alumnos están más motivados

«Los deberes generan desigualdades; hay alumnos que reciben ayuda en casa o familias que se pueden permitir pagar clases de apoyo, hay otras que no», explica Toni Solano, director del instituto Bovalar de Castellón, que en 2016 se declaró centro «sin deberes». Su objetivo era reducir la tasa de abandono escolar y después de dos años ya lo han conseguido. En el curso 2012-2013, un 50% de los alumnos de los distintos niveles de la ESO suspendieron más de cuatro asignaturas y repitieron, un porcentaje que este año ha bajado al 40%. De los 70 profesores del centro, 30 han firmado este curso un compromiso para limitar las tareas que los estudiantes deben resolver en casa.

«Los alumnos pasan entre seis y siete horas encerrados en el instituto. Ahora, sin deberes, vienen con más ganas y aprovechan mucho más el tiempo», cuenta Francesc Collado, profesor del centro, catalogado como CAES (Centros de Actuación Educativa Singular) por la asistencia de alumnos que viven en barrios marginales o presentan situaciones familiares complicadas. En su opinión, una de las peores consecuencias de los deberes es que gran parte de las horas lectivas se destinan a corregir esas tareas. «Entras en una dinámica errónea», añade.

España está entre los países en los que los alumnos de 15 años destinan más horas a los deberes en casa, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). En España dedican 6,5 semanales frente a las 4,8 de media entre los países industrializados. En otros informes, ese mismo organismo apunta que puede abrirse una brecha entre alumnos con más o menos recursos —la renta de las familias es uno de los principales factores que influyen en el rendimiento de los alumnos— aunque defiende razones «muy sólidas» para asignar tareas después de clase como «ayudar a los estudiantes con dificultades», asegurar que lo retienen en su memoria a largo plazo o dar un estímulo adicional para los estudiantes de altas capacidades.

En el documento rubricado por los 30 profesores, que el centro llama «contrato» y que es voluntario, figuran algunos puntos como «no mandar deberes que supongan actividades de repetición o de respuestas basadas en la copia de datos» o «no encargar resúmenes ni esquemas si no se han trabajado los contenidos previamente en el aula».

«Los tiempos de la antigua escuela han pasado y la realidad actual exige nuevos retos educativos,  tanto metodológicos como organizativos, para dar respuesta a un alumnado con nuevos intereses y necesidades», expone el documento. Esas nuevas pedagogías consisten, por ejemplo, en el uso de dinámicas de trabajo colaborativo, que «mejoran la convivencia» y «motivan» a los alumnos, explica el director del centro.

Esas medidas se alinean con la Ley de Derechos y Garantías de la Infancia y la Adolescencia de la Comunidad Valenciana, que entró en vigor en diciembre e incluye una recomendación para que los deberes no «menoscaben» en primaria y secundaria «el derecho al ocio» de los estudiantes, para que que el exceso de tareas no reduzca el tiempo de juego. En ningún caso es de obligado cumplimiento para los centros.

«Los deberes tradicionales se basan, normalmente, en la repetición mecánica o en tareas que no están enmarcadas en un contexto real, no son una herramienta que sirva para mejorar el aprendizaje», sostiene Francesc Collado. Otro de los indicadores del éxito de la medida, según la dirección del instituto, es el descenso en el número de expedientes disciplinarios: de los 28 de 2016 a los 11 de 2018. Las incidencias en el aula —problemas entre alumnos o entre estudiantes y profesores— también se han reducido en ese periodo: de 164 a 37.

Fuente: https://elpais.com/sociedad/2019/01/16/actualidad/1547653922_157075.html

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Colombia: Los niños wayuu aprenden inglés para no perder su idioma

América del sur/Colombia/17 Enero 2019/Fuente: Semana Educación

Un profesor de la Alta Guajira se dio cuenta de que al enseñar inglés evitaría la muerte de su lengua madre. En el proceso ha tenido que sortear muchas barreras. Esta es su historia.

En una región en la que la gente trata de encontrar agua y comida para sobrevivir, Leonidas buscó la forma de salvar la lengua de su pueblo. Por su profunda preocupación, sus profesores aprobaron su idea a pesar de lo quijotesca que parecía.

“Me dijeron que estaba iniciando un proyecto de investigación muy duro; sin embargo, si eso podía contribuir a la preservación de la lengua, me iban a apoyar”,  contó Leonidas en el marco de la pasada Cumbre Líderes por la Educación.

Aunque todavía los mayores se expresan en wayuunaiki, los más jóvenes son quienes han tenido más contacto con la cultura occidental, por lo que empezaron a usar el castellano para no sentirse avergonzados y poco a poco fueron olvidando palabras en su lengua.

Según la Unesco, la desaparición de lenguas nativas ocurre de manera más acelerada que la de especies de plantas o animales. Por ejemplo, antes se documentaban alrededor de 7.106 lenguas en el mundo y actualmente se registran 6.000, y se espera que para finales de este siglo desaparezcan 3.000.

Como docente de lenguas modernas, Leonidas sentía que tenía una deuda con su pueblo, pues se había dedicado a resguardar una lengua ajena durante sus clases. Hace nueve años como profesor de matemáticas y español, y luego, hace dos años, como maestro de inglés. Sin embargo, cuando empezó a dar clases de inglés no pudo seguir ignorando que sus alumnos no entendían el wayuunaiki.

Vi que nuestra lengua estaba en proceso de extinción. Los mismos estudiantes me dicen que para qué estudiaban wayuunaiki si no les iba a servir en el futuro. Me decían que necesitaban estudiar una lengua que realmente les sirviera afuera. Ahí comenzó mi reflexión”, recordó Leonidas.

Marshall Suárez es una de sus estudiantes. Tiene 15 años y está en grado décimo. Asegura que para ella es muy importante volver a su lengua madre, porque no quiere sentir vergüenza el día en que ingrese a la universidad y le pregunten si sabe hablar wayuunaiki. “Mi lengua materna fue el español, porque muy pequeña mis padres me llevaron a vivir a Venezuela. Cuando mis papás se separaron, regresé a Uribia con mi papá. Tenía 6 años cuando mis abuelos me empezaron a enseñar wayuunaiki”.

Con jóvenes como Marshall, empezó su proyecto. Antes de que sospecharan sus verdaderas intenciones en sus clases de inglés, les hablaba a sus estudiantes del orgullo que se siente al ir a otras regiones e incluso a otros países y hablar en wayuunaiki. Decía: “Te preguntan que si sabes wayuunaiki y si no sabes, no te van a creer que eres wayuu”.

Luego, durante las clases, Leonidas dejaba talleres en los que los estudiantes no solo debían traducir una oración de español a inglés, sino de inglés a wayuunaiki. “Un ejemplo, una vez les hablé del tiempo en inglés. Luego les pregunté cómo sería esa traducción en wayuunaiki. Ellos se reunían, pensaban y no encontraban la forma de expresar la hora tradicionalmente y vieron que era necesario investigar”, explicó.

Pero se dieron cuenta de que muchas de las palabras en inglés no se pueden traducir al wayuunaiki. En el caso del tiempo, los wayuu no hablan de horas; ellos tienen una medición natural. “La sombra de un árbol y los astros sirve para medir el tiempo. Esto no se puede traducir al inglés”.

Entonces, junto con sus estudiantes, tuvo que encontrar un concepto wayuu que se asemejara al tiempo occidental. Con estos ejercicios, Leonidas no solo les enseñó a sus alumnos las horas en inglés, también logró que volvieran a usar esas palabras que habían olvidado.

Mientras más trabajaba, más comprendía el lío en el que estaba metido. En otro caso, sus estudiantes descubrieron que su lengua materna no tenía las palabras para nombrar los descubrimientos e inventos recientes del hombre occidental. “La palabra ‘celular’ no está en nuestra lengua, y el estudiante me preguntaba ¿cómo podemos encontrarle un nombre? Yo les decía que eso no es fácil, que necesitaría la ayuda de académicos porque no se pueden crear palabras de la nada”.

Sin embargo, como un pequeño acto de rebelión, se está creando un neologismo, es decir, una palabra nueva que aparece en una lengua. “Los mismos estudiantes inventaron una palabra para decir ‘avión’ en wayuunaiki. Pero la creación se dio por imitación, como ‘pájaro que vuela’. Entonces la gente pensó en ponerle un nombre que significara ‘algo que vuela’, pero eso no es específico”.

Mientras Leonidas encuentra el grupo de académicos que le ayude a crear esas nuevas palabras en wayuunaiki con un sustento teórico, espera que más compañeros puedan replicar su proyecto, ya que en el momento solo da sus clases en la sede central a 28 estudiantes. “Tenemos ocho sedes satélites en donde los niños siguen sin aprender wayuunaiki. Tienen una materia de relleno en la que les enseñan sobre la cultura wayuu, pero solo a través de cuentos”.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/ninos-wayuu-aprenden-ingles-para-que-su-lengua-madre-no-muera/597960

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El reto de la educación en el Nepal rural: “Dejé de estudiar para casarme”

Asia/Nepal/17 Enero 2019/Fuente: El Salto Diario

Las áreas rurales de Nepal presentan una dificultad añadida en materia de educación, sanidad y derechos sociales. Para las mujeres, los obstáculos se multiplican.

Amanece a los pies del Himalaya y Joshana Thapa ya acumula horas trabajando. Comienza con sus tareas a las cinco de la mañana y no termina hasta que cae la noche. “Todos los días voy a por comida para mi búfalo, recojo maíz, hago la comida, cuido de mis hijos y me encargo de mi tienda. No descanso en toda la semana”, cuenta.

Joshana vive en Gaunshahar, un pequeño pueblo en la montaña al norte de Nepal. “Creo que tengo 29 años”, dice, ya que no sabe cuándo nació. Esto es común ya que el acceso al certificado de ciudadanía no es fácil de conseguir, especialmente para las mujeres en las zonas rurales y personas refugiadas.

Según un informe de 2017 elaborado por el Departamento de Estado de Estados Unidos sobre prácticas en derechos humanos, una cuarta parte de la población nepalí carece de dicho certificado, impidiendo el acceso a prestaciones, determinados empleos del Estado e incluso ayuda humanitaria.

Hace una década Joshana abandonó sus estudios coincidiendo con el día en que se casó. Aun así se considera afortunada: su matrimonio no fue fruto de un acuerdo entre familias, como suele ser habitual. Pudo cumplir su mayoría de edad antes de casarse a pesar de vivir en el continente con mayor índice de matrimonio infantil después de África Occidental. Casi la mitad de las niñas y niños se casan antes de los 18 años, según la fundación Plan Internacional.

El marido de Joshana vive en Pokhara, donde trabaja como policía. Visita este pequeño pueblo para ver a su familia cada cuatro o cinco meses. A pesar de estar feliz con su matrimonio, Joshana es consciente del cambio que supuso en su vida. Explica que, “antes del matrimonio, las mujeres tienen una libertad que después desaparece”. Debe consultar con su familia y su marido decisiones tan cotidianas como ponerse un vestido corto o ducharse todos los días. “La libertad no existe para mi, cuando necesito algo siempre pregunto a mi marido”, lamenta.

UNA OPORTUNIDAD PARA LAS CASTAS MÁS BAJAS

Las áreas rurales de Nepal presentan una dificultad añadida en materia de educación, sanidad y derechos sociales. Por eso Shamser Thaper decidió dedicar su vida a fomentar la escolarización de la población de las castas más bajas de Gaunshahar.

En 2015 abrió las puertas del colegio Heaven Hill Academy. Comenzó con 40 estudiantes y escasos recursos. Ahora cuentan con 100 y siguen construyendo aulas y mejorando las instalaciones. El objetivo principal es proporcionar una educación de calidad y erradicar la discriminación por castas.

Su manera de educar difiere de la tradicional en Nepal. “Queremos enseñarles de una forma que les motive y prestar atención a aquellos que necesitan una educación distinta”, explica Shamser. Rechazan pegar a los estudiantes, algo común en otras escuelas, y realizan tutorías diarias y terapia con caballos para los alumnos con síndrome de Down.

El centro es privado, pero casi el 100% del alumnado acude gratuitamente gracias a donaciones privadas y a las personas que trabajan de manera voluntaria. Según Shamser, en los pueblos de montaña de Nepal la educación es un privilegio: “Si no tienes dinero no puedes ir al colegio”. Por eso resulta esencial que la falta de recursos no sea un impedimento en la escolarización.

EMPEORA LA CALIDAD Y AUMENTA EL ABANDONO ESCOLAR

En septiembre de 2018 el gobierno aprobó la Ley de Educación Gratuita y Obligatoria, según la cual los gobiernos locales deben responsabilizarse de que todos los niños y niñas de cinco a doce años estén escolarizados.

Los medios de comunicación locales denunciaron que esta ley se centra “demasiado en la cantidad y no en la calidad y en el porcentaje de abandono”. Un informe reciente revela que la calidad educativa disminuyó considerablemente en 2017 en relación con el estudio de 2014 y casi la mitad de los estudiantes abandonan sus estudios antes de completar su educación básica.

Binay Kusiyat, un investigador independiente de la capital, en sus declaraciones para el diario The Kathmandú Post  insiste en que “el espíritu de la educación obligatoria es aumentar la participación de los estudiantes y ésta solo es posible garantizando su calidad”. Además, añade que “hay recursos para ello”, a diferencia de lo que dice el gobierno.

Algunos alumnos de Heaven Hill irán a la universidad, aunque son una minoría. Aun así Shamser denuncia que una carrera universitaria en ningún caso garantiza salir de la pobreza. Por eso califica de “frustrante” al sistema educativo.

“UN ALUMNO MURIÓ DE CAMINO AL COLEGIO”

Los caminos de Gaunshahar no son apropiados para los estudiantes. Especialmente para aquellos que viven en otras áreas y tienen que caminar por travesías peligrosas durante horas para llegar hasta el colegio.

Cinco alumnos de Heaven Hill de cinco a 10 años viven en una aldea a una hora y media de la escuela. El camino está repleto de riachuelos, rocas resbaladizas y cuestas con una gran pendiente. “Cada día les pican infinidad de sanguijuelas”, dice Shamser.

Durante el monzón, el clima dificulta aún más su paso, tanto que a veces puede terminar en una desgracia. “Hace unos años, uno de nuestros alumnos murió por una fuerte tormenta”, cuenta. Por eso se ocupa de que los voluntarios se encarguen de acompañarles diariamente.

ELLAS CIUDAN Y ELLOS ESTUDIAN

Las mujeres del pueblo cuentan que pertenecer a una casta baja y ser mujer aumenta la dificultad de acceder a la educación y lleva a abandonarla antes de lo deseado. Shamser convive con este problema día a día, aunque cuenta que “cada vez más padres llevan al colegio a sus hijas”. Los temarios incluyen cuestiones de género y sexualidad para que las alumnas sepan cuáles son sus derechos, aunque estigmas como el de la menstruación siguen latentes.

Tener un hijo, en vez de una hija, allí aún es una buena noticia. Un estudio realizado por la investigadora británica Melanie Dawn reveló que, entre 2007 y 2010, nacieron 742 niñas por cada mil niños.

Sin embargo las mujeres rurales sostienen la vida: se hacen cargo de todas las tareas domésticas y de cuidados. También trabajan la tierra para elaborar el alimento base de su comunidad, el dal bhat (arroz con sopa y verduras).

Joshana es una de ellas. En su escaso tiempo libre sueña con que sus condiciones cambien. “Me encantaría viajar a algún sitio, como España o Bélgica. Estoy acostumbrada a trabajar duro, en otro país podría limpiar baños, fregar platos, hacer la comida o limpiar la ropa”, dice. Aunque es consciente de lo difícil que será lograrlo: “Ese es mi gran sueño”, añade mientras sonríe con escepticismo.

—¿Crees que el futuro será mejor?
—Quizá… (responde con desconfianza).

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/mapas/educacion-nepal-rural-deje-estudiar-para-casarme

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Preocupa en Uruguay alumnos de primaria sin saber leer

América del sur/Uruguay/10 Enero 2019/Fuente: Prensa Latina

La directora de Primaria del ministerio de Educación de Uruguay, Irupé Buzzetti, encendió hoy una alarma al informar que el 11 por ciento de los escolares de segundo año aún no sabe leer.
Sus afirmaciones partieron de los resultados de la evaluación LEO para estudiantes de ese grado que mide los conocimientos de los niños en cinco habilidades referentes a la lectura.

LEO es una evaluación para estudiantes de segundo año de primaria que evalúa los conocimientos de los niños en cinco destrezas en dicho ejercicio que le aporta al maestro información sobre los distintos niveles de logros de cada uno de sus alumnos y le brinda datos a tener en cuenta en la búsqueda de estrategias didácticas para apoyarlos.

La experta comentó que si suma la citada proporción al 10,5 por ciento que no están leyendo y que quedaron repetidores, tendrían que estar juntos para poder trabajar con maestros de apoyos y maestros comunitarios.

Buzzetti, aseguró en octubre que, del total de alumnos que llegan al sexto año en las escuelas, solo un 10 por ciento no logró suficiente en Lengua, ‘lo cual coincide con aquellos a quienes les seguimos las trayectorias este año, que fueron cuatro mil de los 40 mil ingresados a enseñanza media básica.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=241684&SEO=preocupa-en-uruguay-alumnos-de-primaria-sin-saber-leer
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Entrevista a Stephen Heppell: “Debemos preparar a los niños para lo inesperado, no para enfrentarse a un examen sin sorpresas”

Redacción: El País/09-01-2019

El experto en innovación educativa Stephen Heppell pone el foco en el efecto que los elementos ambientales, como la luz, el oxígeno y la temperatura, tienen sobre el aprendizaje

Cuando Stephen Heppell (Chalfont St. Peter, Inglaterra, 1950) se enfrentó a su primer día como profesor, no tenía ni idea sobre cómo dar una clase. Y así se lo confesó a sus alumnos. Les hizo entonces una petición inusual. Quería que observaran a sus otros profesores y que cada día, antes de empezar, le contaran algo que les hubiera llamado la atención sobre cómo daban clase. «Desde entonces, siempre he escuchado a mis alumnos», asegura Heppell, catedrático en la Universidad de Bournemouth y experto en innovación educativa, que ha asesorado a Gobiernos, empresas y colegios de todo el mundo.

Entre sus múltiples facetas, Heppell ha dedicado buena parte de su carrera a investigar las condiciones ambientales idóneas para el aprendizaje. La luz, el oxígeno y la temperatura, dice, son factores determinantes a los que apenas se presta atención. El experto acaba de plasmar todas esas investigaciones en dos nuevos espacios que ha diseñado en la Universidad Camilo José Cela(UCJC), donde dirige la Cátedra de Felipe Segovia de la Innovación para el Aprendizaje. Un proceso en el que han colaborado los estudiantes para dar luz a un laboratorio y una zona para impartir clases que huye del diseño tradicional y apunta a lo que será el aula del futuro.

Heppell se pasea entusiasmado por el espacio, diáfano y flexible, que lo mismo sirve para dar una clase magistral como para organizar una sesión de trabajo en grupo. Paredes de cristal, pintura especial para reflejar la luz, temperatura entre 18 y 21 grados para favorecer el rendimiento, sillas diseñadas para que la sangre fluya hacia el cerebro… «Hay miles de detalles», asegura el experto. Han pasado casi tres décadas desde que pisó su primera clase, pero el profesor mira al futuro de la educación con la misma ilusión del primer día. «Creo que los próximos diez años van a ser los más emocionantes hasta ahora», augura con una sonrisa. «Y no podemos perdérnoslos».

Pregunta. ¿Cómo podemos preparar a los estudiantes para el futuro si no tenemos ni la menor idea de cómo será y el entorno y las necesidades, por ejemplo de las empresas, cambian tan rápido?

Respuesta. No es tan difícil ver el futuro si observas con mucha atención a las personas. Cuando aparecieron los teléfonos con cámara, cada vez que alguien tomaba una foto los demás se congregaban a su alrededor para verla. Era obvio que, más adelante, iban a querer compartir sus fotos con sus amigos. Así que si observamos ahora a las personas, ¿cómo se presenta el futuro? Sabemos que pertenecer, ser miembro de algo, es muy importante. La iglesia o la familia ya no son tan fuertes como antes, así que mucha gente está buscando cosas de las que puedan sentirse parte. Y creo que aprender es algo de lo que todos nos sentimos parte, las comunidades de personas que aprenden van a ser muy importantes. También el aprendizaje a lo largo de toda la vida, vamos a regresar a la universidad.

P. ¿Cuáles son las condiciones óptimas que debe tener un espacio de aprendizaje?

R. Hay muchas pequeñas cosas y todas interactúan entre sí. Por ejemplo, el oxígeno. Hemos realizado un proyecto de investigación en Dubái. En 162 aulas, los profesores instalaron una pared llena de plantas. El número de alumnos con déficit de atención se redujo de forma drástica, en torno al 75%. Tenías a niños a los que se les daba medicación para ayudarles a concentrarse, pero no la necesitaban. Lo que necesitaban era un aula mejor. También la luz y el aire. Si te fijas en las escuelas en Australia o en otras partes del mundo donde las temperaturas son muy altas, tienen las ventanas abiertas y el aire entra y sopla por todo el edificio. Puede ocurrir que un colegio se haya gastado mucho dinero en aire acondicionado, pero el aire es demasiado seco. Y la humedad es buena para el cerebro.

P. ¿Qué impacto en el rendimiento tienen todos estos factores?

R. Trabajo también en el ámbito deportivo, por ejemplo con el equipo olímpico británico de rugby, y lo que he aprendido de ellos es que todo importa. Fijémonos en la comida. Si fueras un corredor y te estuvieras preparando para correr los 5.000 metros, sabrías lo que tendrías que desayunar el día de la carrera, pero también la semana previa y el mes antes e incluso en los cuatro años anteriores. Cuando un alumno en el colegio se enfrenta a un examen importante, ¿qué ha tomado para desayunar? Es hora de que tratemos el aprendizaje como si fueran unos Juegos Olímpicos.

P. ¿Se suelen tener en cuenta este tipo de cuestiones en el sistema educativo?

R. No les prestamos atención. ¿Pero cómo puede ser que no lo hagamos? Mucha gente cree, por ejemplo, que es una locura llenar una clase con plantas. Pero sabemos que en un aula tradicional, con la puerta cerrada y 25 alumnos dentro, tras una hora y media la cantidad de CO2 en el aula, en términos de partes por millón, está por encima del nivel adecuado y perjudica la concentración. Recuerda cuando hacías exámenes en el colegio: los profesores tenían que levantarse y caminar por la clase para no quedarse dormidos. Y a ti te pasaba lo mismo, pero no era tu culpa. Era la clase. Con las puertas abiertas el aire circula, pero lo habitual es que las tengamos cerradas. Es muy difícil concentrarse en esas condiciones.

P. En este proyecto, la voz de los estudiantes ha tenido un peso muy importante, ¿por qué?

R. Hace tres años, les lanzamos una pregunta a alumnos de los colegios SEK [el grupo educativo al que pertenece la UCJC]: ¿podrías mejorar tu aprendizaje? Les encargamos la tarea de averiguar qué habían hecho otros colegios. Contactaron por Skype con escuelas en Australia, Dinamarca, Inglaterra… y reflexionaron sobre qué ideas podían funcionar y cuáles eran una locura. Uno de los alumnos me dijo: «He ido a siete colegios diferentes y esta es la primera vez que alguien me pregunta ‘¿cómo podemos mejorar?». La diferencia en este proyecto es que no les pedimos su opinión, sino que investiguen. Ahí es donde aparece la magia, cuando empiezan a entender cómo funciona su aprendizaje.

P. ¿Infravaloramos a los estudiantes?

R. Siempre. Y no puedo entender por qué no les escuchamos más. Hay una cosa que digo a menudo: si sorprendes a los niños con lo que esperas que hagan, ellos te asombrarán con lo que son capaces de hacer. Si te doy una tarea muy difícil, al principio no vas a saber hacerla pero una semana después lo conseguirás. Debemos confiar en ellos, sorprenderles y retarles.

P. La tecnología es uno de los ejes del debate sobre cómo debe ser la educación del siglo XXI y en alguna ocasión usted ha dicho que la escuela desconfía de ella. ¿Cuál debe ser su papel?

R. Creo que las escuelas tienen que aprender cómo utilizar la tecnología. Y hay diferentes dimensiones sobre este tema. Por un lado, a los profesores se les suele dar la tecnología para que hagan exactamente lo mismo que hacían antes. Y evaluamos a los alumnos también según lo que hacían antes, no según lo que pueden hacer con la tecnología ahora. No quiero decir que el conocimiento no importe, por supuesto que importa, pero ahora sabemos que la colaboración también es relevante. Si vas a buscar un trabajo, la primera pregunta que te harán es si sabes trabajar en equipo. La tecnología nos permite comunicarnos y trabajar conjuntamente. Además, la mayor parte de los trabajos se realizan online, por lo que en el colegio los estudiantes deberían estar trabajando también la mayor parte del tiempo online. Pero ocurre, por ejemplo, que algunas escuelas les prohíben incluso llevar los móviles a clase. Eso es una locura.

P. ¿Y la segunda dimensión de la tecnología?

R. Podemos utilizarla para medir el espacio del aprendizaje. El Internet de las cosas nos permite medir la temperatura, el nivel de CO2, la luz, la humedad, la contaminación… Podemos usar la tecnología para que sea una herramienta de aprendizaje y también para mejorarlo.

P. Muchos profesores están inmersos en esta revolución tecnológica, pero hay también voces reticentes…

R. Los ordenadores son muy buenos haciendo ciertas tareas. Siguen reglas, repiten cosas, nunca duermen, trabajan mucho y no se distraen. Pero las personas son buenas en otros campos: ser curiosos, trabajar en equipo… Tenemos que educar a los alumnos para que sean buenos en todas aquellas cosas que los ordenadores no pueden hacer. Si educamos para que los niños hagan lo mismo que un ordenador, las máquinas les reemplazarán. Lo mismo pasa con los profesores. Tu mejor profesor en la escuela probablemente estaba un poco loco, seguro que le recuerdas porque estaba obsesionado con algo. Necesitamos que los profesores sean especiales. Y que sean capaces de dar clase de mil maneras.

P. La innovación, las metodologías y las herramientas centran buena parte del debate sobre la educación. Pero más allá de cómo educamos, ¿tenemos claro para qué lo hacemos?

R. La respuesta conecta con la pregunta sobre el futuro. Si lo que esperamos es que nuestros hijos no sean mejores que nosotros, no vamos a ver progreso. Tenemos que retarles a que se enfrenten a lo inesperado. A problemas como el cambio climático, por ejemplo. Si un niño va a un examen esperando que no haya sorpresas y, al mismo tiempo, su profesor lo que piensa es que espera haberle preparado para cualquier cosa que pueda surgir… eso no les prepara para la vida.

Fuente: https://elpais.com/economia/2018/11/27/actualidad/1543331340_016761.html
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