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Cuba: Educación Superior realiza reajustes para retomar calendario habitual

América Central/Cuba/01-12-2023/Autoría y Fuente: www.cubadebate.cu

Luego de profundos análisis de un grupo de trabajo creado al efecto y tras consulta con los organismos empleadores y directivos de las universidades se ha elaborado el calendario para los futuros cursos académicos, el 2024 y el 2024-2025, explicó Deysi Fraga Cedré, directora general de Pregrado del Ministerio de Educación Superior (MES).

En conferencia de prensa, puntualizó que es imprescindible retomar el calendario habitual, el cual tuvo que ser variado por la pandemia de la COVID-19, “y lo vamos a hacer garantizando la calidad del proceso docente educativo, en todos los niveles de enseñanza”.

El curso 2024 iniciará el 15 de febrero y concluirá el 27 de septiembre y contará con 30 semanas lectivas, además se respetarán las vacaciones de verano y el receso docente de la Semana de la Victoria de Girón. “En ese período académico participarán los estudiantes continuantes, así como aquellos que realizaron en octubre último las pruebas de ingreso para la Educación Superior”, destacó.

Fraga Cedré expresó que los cursos habituales tienen entre 42 y 45 semanas lectivas, por lo tanto, la afectación en tiempo no es alta, además hacia dentro las universidades pueden hacer adaptaciones, como pasar asignaturas para el curso siguiente, mientras los que culminan estudios podrán alargar su tiempo hasta diciembre de ser necesario.

Por su parte el siguiente curso escolar 2024-2025 tendrá un calendario académico de 42 semanas lectivas para los estudiantes de 1er. año y 38 para los continuantes, respetando también las habituales semanas de receso docente y vacaciones de verano.

En este sentido, precisó que el curso inicia para 1er. año el 16 septiembre (son los estudiantes que realizarán sus pruebas de ingreso en el próximo mes de mayo) y los continuantes comenzarán el 14 de octubre.

“Cada universidad, en función de la fecha de inicio y de fin de curso, organiza el proceso docente en correspondencia con sus particularidades y atendiendo a las carreras y técnicos superiores que desarrollan; y para lo cual se han emitido un grupo de recomendaciones generales desde el MES para la organización del proceso docente educativo en aras de garantizar la calidad y pertinencia del proceso de formación de los futuros profesionales”, puntualizó.

Fuente e Imagen: http://www.cubadebate.cu/noticias/2023/11/23/educacion-superior-realiza-reajustes-para-retomar-calendario-habitual/

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¿Quién teme a la calculadora? Su uso divide a parte del profesorado de Matemáticas

Por: 

Hace unas semanas, Castilla-La Mancha anunciaba la prohibición del uso de ciertas calculadoras en la prueba de acceso a la universidad: gráficas y de cálculo simbólico. Era la última comunidad autónoma que las permitía en todo el Estado. Desde la Federación Española de Profesores de Matemáticas insisten en la necesidad de permitirlas, así como de renovar la EBAU para que sea más competencial.

Cada cierto tiempo vuelve a saltar a la palestra la discusión sobre si ciertas calculadoras pueden y deben utilizarse en las clases y, sobre todo, en los exámenes de Matemáticas en los cursos superiores. En el horizonte, como siempre, la prueba de acceso a la universidad, la EBAU. Su ejemplo empuja buena parte de las prácticas que se producen a lo largo de la secundaria, obligatoria y postobligatoria.

Hasta ahora, todas las autonomías prohibían el uso de determinadas calculadoras en la EBAU, como las gráficas o las que permiten el cálculo simbólico, salvo Castilla-La Mancha. Desde hace ya meses, como confirman diferentes fuentes, se sabía que esta galia acabaría cediendo y, finalmente, lo hizo hace unas semanas, según fuentes de la FESPM (Federación Española de Sociedades de Profesores de Matemáticas). Es complicado saber dónde, cómo y con qué criterios se toma la decisión de aceptar o no el uso de estos dispositivos en esta prueba.

Lluis Bonet es docente secundaria en Alicante. Trabajó hace algún tiempo en las propuestas para la modificación del modelo de prueba de acceso a la universidad de tal manera que se acercara al competencial propuesto por la Lomloe. Él lo tiene claro, las cosas deben cambiar en esta prueba, de arriba abajo, para que la calculadora tenga cabida.

Desde su punto de vista es una herramienta, como lo es también GeoGebra, y el alumnado debe aprender a utilizarla correctamente. Más allá de eso, es firme defensor de que se utilice incluso en exámenes como la EBAU, puesto que, cree, lo importante es que el alumnado tenga el conocimiento. La calculadora solo debería ser un instrumento para hacer cálculos complejos de manera rápida y sencilla.

“El problema está cuando sustituyen la labor del alumno”, sostiene, por contra, José Rodolfo Das. A este docente de Matemáticas en Valencia, le preocupa más que lo que pase en la EBAU, lo que pasa en las clases previas, a lo largo del bachillerato. Para él, “hay centros y profesores que le dan a la calculadora protagonismo en sí misma”, cuando solo deberían estar para la “realización de tareas rutinarias para centrarnos en el procedimiento”.

Desde la Federación Española de Profesores de Matemáticas elaboraron, ya hace un lustro, un informe sobre el uso de estos dispositivos en el bachillerato y la EBAU, así como un breve análisis de la situación en otros países más o menos cercanos.

Razones para una restricción anunciada

Este es el quid de la cuestión, parece, para la prohibición del uso de ciertas calculadoras en la prueba de acceso a la universidad. Para Das es una buena noticia que se haya igualado la normativa, al menos en parte, en todas las comunidades autónomas, en referencia a la prohibición del uso de ciertos dispositivos en la EBAU.

Hasta fechas recientes, Castilla-La Mancha era la única comunidad autónoma que permitía cualquier tipo de calculadora en las pruebas de acceso a la universidad, entre ellas, las gráficas y las que pueden realizar cálculo simbólico, es decir, las que pueden trabajar con incógnitas, no solo con números. Estas, al igual que las programables (en las que es posible introducir documentos de texto) “darían una ventaja enorme”, asegura Das.

Para Serapio García, profesor jubilado de Matemáticas de aquella comunidad y en su día presidente de la Asociación de profesores de matemáticas castellano-manchegos, la situación se ha debido a presiones de otros departamentos diferentes a los de matemáticas y han tenido que ver con la posibilidad de que en las calculadoras gráficas y de cálculo simbólico el estudiantado pueda meter chuletas para copiar en las pruebas. “Pero las calculadoras se pueden poner en modo examen”, sostiene.

Además de este motivo está el de la homologación de las pruebas de esta comunidad con el resto del país, en donde, a pesar de haber diferencias, tampoco están permitidas las calculadoras gráficas ni de cálculo simbólico. Explica García que en territorios como Andalucía, Cantabria, Galicia, Comunidad valenciana, Cataluña, Baleares o Canarias se permiten calculadoras científicas de última generación (que permiten realizar derivadas, ecuaciones y matrices), mientras que, por ejemplo en Madrid, tan solo pueden usarse las científicas más básicas.

Más allá de que Das no esté de acuerdo con el uso de este tipo de herramientas en los exámenes, es de la opinión de que no son esencialmente necesarias en las matemáticas de secundaria o bachillerato. “De hecho, no suelo utilizarla”, asegura. Dice que con la manera en la que él explica su materia, no hace necesario su uso, y que, además, se ha encontrado con que el alumnado “es muy inseguro a la hora de hacer cuentas”.

Saber pensar, para este docente, es la parte importante, no tanto el uso de la herramientas. Coinciden con él todos los profesores consultados, pero con matices. Para Bonet es importante que se usen calculadoras. Más allá de que en la Ley se hable de la necesidad de que el alumnado sea capaz de usar nuevas tecnologías en esta asignatura, este docente señala que la prohibición de las calculadoras en la EBAU responde a “que el profesor tenga la excusa de no hacer uso de esas herramientas en el aula, como herramientas didácticas”.

Para Bonet, las calculadoras sirven para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje y tienen un impacto positivo en el alumnado hacia la materia. Para él, las calculadoras, como GeoGebra, sirven para que el alumnado “aprenda más y mejor y comprenda los conceptos matemáticos muchas veces abstractos y complejos”.

A esto se suma que tanto Bonet como García señalan que el currículo de bachillerato incluye, entre los aprendizajes necesarios, el de las tecnologías y la competencia digital, donde encajan perfectamente el uso de las calculadoras (así como su evaluación en la EBAU).

De hecho, García hace hincapié en que la prueba de acceso a la universidad se llama Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad, señalando que, efectivamente, las pruebas deben tener como referente el currículo de esa etapa postobligatoria, pero secundaria.

Pensamiento crítico

Estos dispositivos pueden empujar hacia una nueva manera de enseñar las matemáticas y de evaluarlas, para que no sean solo vistas como “la ejecución de algoritmos, de ejercicios repetitivos, la memorización”, afirma Bonet, quien aclara que “no digo que no haya que trabajar estos aspectos, que lo hacemos”.

José Rodrigo Das insiste en que las prohibiciones de ciertos utensilios tienen más que ver con lenguaje algebraico que con el numérico. “Que yo no haga una cuenta, no es un problema”, sí lo es cuando se trata de una derivada, por ejemplo: “Yo examino al chaval de si sabe hacerla o no”. Es verdad, asume, que este tipo de cálculos puede hacerlos un ordenador, “pero se pretende que el alumno sea crítico y sepa hacerlo”.

Y para Das, el problema de la calculadora es “la actitud acrítica al resultado” que tiene el alumnado. “Si la calculadora dice una cosa, será esa cosa”. De esta manera, si se permitiese, a su entender, el uso de las calculadoras de cálculo simbólico “sería un destrozo: lo copio, aunque no entiendo nada”, sostiene. Por eso le parece bien la igualación de todas las pruebas de acceso.

Das se muestra muy crítico con la legislación vigente (“estamos en una época de engaño al alumno”, dice) puesto que es cada vez más laxa en cuanto a la evaluación. “No se exige que el alumno sepa multiplicar, sino que sea capaz de establecer una estrategia para resolver problemas”, asegura y lo ejemplifica: “Si tienes 15 caramelos para 3 personas deberías ser capaz de hacer la división. Pero se puntuaría bien que se repartieran los caramelos uno a uno para, al final, ver cuántos les tocan a cada uno”.

Lluis Bonet entiende que para mejorar la didáctica de la materia, además de usar dispositivos, hay que generar situaciones “más realistas”, que obliguen al alumnado “a reflexionar, investigar, a ver si el problema puedo trocearlo, intentar interpretar y comprobar los resultados, analizarlos, ser crítico, dar una respuesta argumentada, reflexionada… todo eso forma parte de las matemáticas”.

“Esto requiere un esfuerzo por parte del profesorado”, afirma, también para las personas que hacen las pruebas de acceso a la universidad. “Y no sé si realmente, se quiere realizar ese esfuerzo”, asegura. En opinión de este docente, decisiones como la que se ha tomado en Castilla-La Macha suponen un problema a la innovación educativa que se realiza en muchas clases de matemáticas que hablan de un “inmovilismo total”.

Según cuenta Serapio García “la calculadora es máquina tonta, no sabe qué hacer, tienes que decírselo tú y esto enseña”. Para ello hay que hacer un análisis de las operaciones que deben realizarse, en qué orden hay que realizarlas y, finalmente, llevar a cabo una evaluación del resultado obtenido.

Eso sí, en su opinión, “en manos de un profesor experimentado y con una finalidad clara, (la calculadora) hace que el aprendizaje sea significativo”.

Las diferencias, finalmente, parecen irreconciliables, a pesar de que que quienes sostienen los pros y los contras del uso de las calculadoras coinciden en la necesidad de que el alumnado aprenda a ser crítico y venza las dificultades del pensamiento más abstracto al que debe empezar a enfrentarse ya desde los primeros años de la secundaria obligatoria.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2023/11/28/quien-teme-a-la-calculadora-su-uso-divide-a-parte-del-profesorado-de-matematicas/

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China: Universidades de Beijing inician construcción de campus en Nueva Área de Xiong’an

Asia/China/01-12-2023/Autoría y Fuente: spanish.xinhuanet.com

Un primer grupo de universidades con sede en Beijing dieron inicio hoy martes a la construcción de sus respectivos campus en la Nueva Área de Xiong’an, en la vecina provincia de Hebei.

Las cuatro universidades, a saber, la Universidad Jiaotong de Beijing, la Universidad de Ciencia y Tecnología de Beijing, la Universidad Forestal de Beijing y la Universidad de Geociencias de China (Beijing), dependen directamente del Ministerio de Educación.

Se espera que los campus de Xiong’an contribuyan al papel de la Nueva Área de Xiong’an como próspero centro de innovación y emprendimiento en la nueva era.

China anunció en abril de 2017 un plan para establecer la Nueva Área de Xiong’an, situada a unos 100 kilómetros de Beijing.

La nueva área se ha concebido como un importante receptor de funciones que Beijing dejará de cumplir al no ser esenciales para su papel como capital nacional y como un laboratorio para explorar un nuevo modelo de desarrollo de zonas densamente pobladas.

Fuente: https://spanish.xinhuanet.com/20231128/4aa3c81017a64a35811f1fe6a05f84b7/c.html

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Opinión | Lo más antipedagógico del mundo

Por: Andrés García Barrios

 

Obligar a un estudiante a leer poesía es lo más antipedagógico del mundo, sólo superado por la obligación de disfrutarla, lo cual ya es una locura.

 

¿Quieres adelantarte a tu tiempo? Escucha a los jóvenes.

Mañana en la mañana tengo una cita importante: voy a ir a charlar sobre poesía con alumnos del Bachillerato Internacional del TEC de Monterrey. Su profesora de Literatura me ha comentado que algunos están interesados en platicar con un poeta acerca de cómo éste lleva a cabo su labor.

¿Cuál labor? me pregunto en este momento, ¿qué es lo que hace un poeta? Tratando de responder tan enorme pregunta, hurgo aquí y allá en mi acervo mental y por respuesta sólo se impone en mi memoria la conversación que tuve esta mañana con mi hijo. Se trata de algo que al parecer no tiene que ver con el tema y sin embargo me permitirá, si bien no decir lo que es poesía, al menos decir lo que no lo es. Dado lo misterioso del género literario, eso puede ser un gran avance.

Mi hijo y yo salimos hoy de casa rumbo a la escuela, y él reparó en un montón de basura que había en el camellón de enfrente. Con desagrado me llamó la atención sobre él. Para mí, la atmósfera de nuestra conversación se llenó de remordimiento: ¿qué hacemos nosotros, nuestra familia, para contribuir al bienestar de la comunidad, de la humanidad, del planeta?  Empezaba a sumirme en la vergüenza, cuando se me vino a la cabeza, como inspirada, una idea:

─ ¡Fíjate! ─le dije─, los seres humanos tenemos que elegir día a día la forma en que vamos a contribuir al bienestar de la naturaleza y de nuestra comunidad. Hace una semana tú y tu mamá recogieron un par de gatitas bebés que estaban abandonadas en la calle, y que muy probablemente habrían muerto de no darles socorro. Las resguardamos, las alimentamos, las llevamos al doctor, las medicamos, una de ellas requirió una operación de hernia…  y ahora, ésta sigue en casa ─a pesar de que ya tenemos una perra y dos gatos adultos─ y a la otra ya le conseguimos un hogar con personas que la cuidarán con muchísimo cariño. Todo esto no ha sido ni será del todo fácil, así que por el momento nos obliga a dejar de lado labores como ir al camellón a limpiar basura. ¿Tú qué crees que es más importante, recoger a las gatitas o levantar la basura?

─ Las gatitas ─comentó él de inmediato.
─ Yo pienso lo mismo.
─ ¿Pero por qué no hacemos las dos cosas? ─insistió.
─ Ese es el punto: tal vez tú puedas hacerlo, pero yo no: no tengo tiempo, tengo muchas ocupaciones, las cuales, entre otras cosas, me permiten ganar dinero, por ejemplo para mantener viva a nuestra nueva gatita. Si quisiera también recoger la basura tendría que dejar de hacer algunas de esas cosas.

Mi hijo respondió con uno de sus temas preferidos.

─ Si yo fuera presidente, prohibiría los videojuegos para que los niños siempre tuvieran tiempo de adoptar gatitas y levantar la basura.

Sentí que mi hijo estaba inspirado… y yo, igual.

─ ¡Eso es exactamente lo que hace un político! ─exclamé─: descubrir las necesidades de una comunidad, decidir cuáles de ellas son prioritarias y establecer leyes para que se atiendan.
─ Y eliminar a las personas que rompan esas leyes ─dijo él, como si nada.
─ Eso es lo que hace un tirano ─afirmé.
─ Un político tirano, un politirano ─concluyó.

Una vez que lo dejé en la escuela y me quedé solo, seguí inmerso en lo que para mí eran inspiradas intuiciones: cuando una comunidad no puede organizarse de manera legal para asumir prioridades y hacer que las cosas marchen según ciertos acuerdos, la única alternativa al sistema tiránico ─que desprecia todo tipo de acuerdos─ es un sistema de corrupción como el que ha imperado en nuestro país históricamente, es decir, una especie de autogobierno de la población en el que algunos de los acuerdos se efectúan sólo entre personas (son acuerdos privados, no públicos), y a través de ellos se sobrellevan algunas necesidades prioritarias que las leyes todavía no resuelven de forma eficaz. La tranza política, la mordida policial y judicial, el fraude… todas son medidas con las cuales funciona una sociedad todavía inmadura, que ciertamente resuelve sus necesidades de manera irresponsable pero que prefiere eso a invocar a un padre tiránico, a un dictador que ponga orden.

Ya dirán mis lectores qué valor tienen éstas que yo llamo “mis intuiciones”. Lo cierto es que para mí fueron conclusiones brillantes, y lo digo sin envanecerme porque a mí mismo me resultaron verdaderas sorpresas, respuestas que no andaba buscando, ideas que parecían presentarse sin ser invocadas, como si tuvieran vida propia, como si pertenecieran a un ámbito de inspiración.

Sin embargo, si algo tengo claro es que ninguna de ellas deriva de eso que llamamos “inspiración poética”.

Creo que la diferencia principal es que la aparición de esas intuiciones intelectuales, aunque súbita y no buscada, resuelve incógnitas también intelectuales. Es decir, son conclusiones razonables, y como tales, cuando aparecen, se tiene la clara impresión de que empujan hacia adelante, de que en nuestros razonamientos se produce un avance. Sin embargo, quizás lo más importante de todo esto es que no se necesita que tengamos claras las preguntas a las que esas conclusiones responden. De hecho, en el momento en que surgen, esas respuestas son como resortes que hacen aparecer también las preguntas que las detonaron. Nosotros nos podemos estar preguntando algo conscientemente, y sin embargo la intuición nos revelará la pregunta que de verdad nos estamos haciendo. Por un instante, todo en nuestro pensamiento adquiere dirección, y ésta parece tener un final: sentimos (o pensamos, o creemos) que al fondo del camino hay una verdad (por cierto, este tipo de intuiciones intelectuales son las que se supone que brincan de pronto en el género literario del ensayo; de ahí que algunos escritores digan: “Escribo para saber lo que he estado pensando”).

La poesía es así, pura intuición, pero no intelectual: con ella no nos ubicamos en una sola dirección, sino en muchas, en todas. Se pierde dirección y se cobra sentido. Digo esto y se me viene a la cabeza algo que me ocurrió hace unos días, con una amiga. Mientras comíamos, surgió el tema de la poesía y ella me explicó que era un género que definitivamente no apreciaba (su gesto fue más bien de “la aborrezco”). “Y es que ─me dijo─ los poetas eluden el decir lo que quieren decir, el expresar abierta y directamente lo que piensan”. Nuestra plática tuvo que desviarse porque en ese momento llegó otra amiga a la que estábamos esperando. Más tarde, caminábamos los tres juntos por las calles de Coyoacán, en la Ciudad de México, cuando la primera amiga ─la intelectual, la razonable, la que no entiende ni aprecia la poesía─ se detuvo bruscamente y en una especie de epifanía, exclamó con toda la parsimonia de su carácter:

─ ¡Ya vieron que este auto se despintó sobre la banqueta!

¿A qué se refería? Sobre el cemento, a nuestros pies, había aquí y allá manchas de pintura azul, ya secas, justo a la altura donde estaba estacionado un auto de ese mismo color. Para entender aquella exclamación sólo había dos posibilidades: preguntarle a mi amiga de qué estaba hablando y aceptarlo con un esfuerzo de imaginación (sin que nadie lo viera, el auto había aventado chorros de pintura en la acera), o sumarse al mismo mecanismo que se había disparado dentro de ella al decirlo: la inspiración poética. A mí, a quien una que otra vez me asaltan estas “ocurrencias”, la del auto y las manchas de inmediato me pareció hermosa. Y me reveló lo que ya está claro: mi amiga ama la poesía (aunque no haya ejercitado el oficio de leerla ni de escribirla).

¿Me voy acercando un poco a describir qué es la poesía y qué hace un poeta?

*

Abusando de mis lectores, abro esta breve nota para explicar lo siguiente: si ya he dicho que la diferencia entre intuición intelectual y poesía es la misma que entre dirección y sentido, quisiera ahora añadir dónde veo yo la diferencia entre poesía y espiritualidad. Es tan breve mi nota, que dudo que me permita explicarme, pero no quiero dejar de aprovechar que el punto viene al caso, para intentarlo.

Es de alguna forma muy simple: mientras que la poesía nos enseña el sentido de la vida (y por ello resulta la más sublime pedagoga), en la espiritualidad ese sentido se amplía a toda nuestra existencia. Lo repito: la poesía nos enseña el sentido de la vida; la espiritualidad, el de la existencia. Obviamente, para quien no hay diferencia entre nuestra vida y nuestra existencia, tampoco lo habrá entre espiritualidad y poesía.

*

Continúo este texto un día después de escribir los párrafos anteriores, habiendo ya charlado con estudiantes de la Prepa TEC. Trataré de recordar algo de lo que dijimos. Una de las alumnas me preguntó si yo creía que para escribir poesía es necesario leer muchos poemas. Contesté que no, que la poesía (como una vez me dijo un sabio sacerdote acerca de Dios) no pone trabas a quien quiere acercársele. Ciertamente, leer muchos poemas puede, por una parte, sensibilizarnos a un tipo específico de expresión, y por otra, puede darnos experiencia para saber más o menos como abordar la lectura de un poema. Conté al grupo que hace muchos años, al empezar a leer a Rainer María Rilke, impresionado por la común idea de que fue el mejor poeta del siglo XX, pensé también que su escritura sería difícil de penetrar y que implicaría un gran esfuerzo. Cuando años después logré por fin “entrar” en sus versos, me di cuenta de que en realidad eran muy sencillos y de que aquellos esfuerzos míos solo habían servido para tensarme e impedirme la relajada experiencia de comprenderlos.

Ni leer ni escribir poesía pueden surgir de una obligación. Obligar a un estudiante a leer poesía es casi lo más antipedagógico del mundo, sólo superado por la obligación de disfrutarla, lo cual ya es una locura (como obligar a alguien a creer en Dios).

Otro estudiante me preguntó si yo creía que es necesario conocer la época en que vivió un poeta para entender su obra. Yo le dije que en realidad ese conocimiento sirve para deshacernos de prejuicios. Toda época tiene sus estilos de escritura. Si los leemos ahora, algunos quizás nos parezcan viejos, añejos, y ello puede impedirnos percibir la poesía que hay debajo de ellos. Conocer un poco de esa época y esos estilos, tal vez nos ayude a hacerlos a un lado, es decir, a despejar lo que nos aleja del poeta. Y quizás descubramos que detrás de un estilo que parece muerto, hay un ser vivo que habla aún.

Otra de las estudiantes trajo a colación el tema de la rima y la métrica, y su desaparición en casi toda la poesía contemporánea. Respondí con unas ideas que ya había esbozado en una charla anterior, con jóvenes de otra generación. Y es que no es la primera vez que la maestra Ileana Reyes ─Directora del departamento de Español y Literatura de la Prepa TEC de Metepec─ me invita a charlar con sus estudiantes. Hace un par de años, durante la pandemia, lo hizo también. En ese entonces, el encuentro fue por Zoom, y toqué también el tema de la rima y la métrica. Para ya no extenderme más en este texto, rescribo a continuación algunas de las breves notas en las que basé mis comentarios. Espero que su sintaxis no resulte demasiado árida.

Son las siguientes:

  • Desde siempre, el arte ha estado ligado al entretenimiento. Quienes niegan que el arte deba ser siempre divertido, fingen.
  • Emparentados con el arte, los rituales deben ser emocionantes, amenos. Lo mismo que las pinturas y la música de las iglesias.
  • En épocas y lugares en que la gente no tenía acceso a música en sus casas, escuchar a alguien tocar la vihuela o cantar bellamente podía ser todo un espectáculo. Lo mismo pasaba cuando alguien podía adquirir o dibujar un buen retrato o un paisaje, y colgarlo en su casa: resultaba algo sorprendente e inusitado. De igual forma, oír a una persona decir cosas o contar historias con rima y métrica, habrá sido un gran entretenimiento.
  • Con la era industrial, conforme la tecnología electrónica avanzaba, la gente iba teniendo más acceso al arte, incluso en su propia casa. Llegó la fotografía, luego el fonógrafo, la radio, el cine, la tele… Las copias abarataron el precio del arte y su comercio se extendió. Con la aparición de la foto, la pintura temió caer en desuso, y los artistas reaccionaron pintando la realidad tal como no era. Las canciones del fonógrafo y la radio empezaron a competir con la poesía declamada, y en este caso los escritores respondieron primero exacerbando la sonoridad de rimas y métricas (como en el caso del poeta nicaragüense Rubén Darío), y después despojando a sus textos de ellas para limitarse a plasmar la idea y la imagen en ritmos y sonidos más libres.
  • Es así como la poesía se dividió drásticamente en dos: poesía popular (asociada con las canciones rimadas y la cada vez más extendida y barata tecnología) y poesía culta, que se apreciaba sobre todo en libros.
  • Algunos poetas de los llamados “cultos” llevaron sus textos a niveles de una ilegibilidad y un aburrimiento extremos (por lo menos para los no cultos). En 1957, el humorista Jorge Llopis, en su libro Las mil peores poesías de la lengua castellana, se burló de ellos en un poema titulado Amor (poema de esos tan modernos que no se sabe lo que quieren decir), donde exclama:

Yo te canto a la sombra de este glauco
despertar de teoremas y cimborrios,
como el volar del híspido enfisema,
como el raudo esplendor de las mantisas,
como el inane fraude del peciolo
que, sudando vigilias incoherentes,
ondula el profiláctico cacumen…

  • Sea como sea ─y a pesar de todas las vicisitudes que pueda atravesar en las distintas épocas─, la poesía siempre será de todos y para todos, ya sea cantada o leída, en voz baja o en altavoz.

Quiero, por último, dedicar este artículo a las alumnas y alumnos de las generaciones 2019-2022 y 2021-2024 del Bachillerato Internacional del TEC, sede Metepec. Ellas y ellos, como la vida en la canción de Violeta Parra, me han dado tanto…

Fuente de la información e imagen:  https://observatorio.tec.mx

 

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Huele a mi maestra

Por: Denise Betzabeth Díaz Alejandre. Subdirectora de difusión del Portal Insurgencia Magisterial

La frase que Pedro, su alumno, le había dicho ese día le daba vueltas. Había sido como si un río rompiera el dique que lo encarceló durante mucho tiempo y libre pudiera recorrer cientos de metros que ya no recordaba había andado hace tiempo atrás.

Cerró los ojos y un aroma de aquellos tiempos la envolvió, era un olor a hierbas. Se recostó en su cama y su cabeza se llenó de sonidos, voces y colores de aquellos tiempos en su pueblo. Por un momento sintió la textura de la tela de la ropa que vestía cuando vivía en el pueblo, era una niña, pero veía con claridad el blanco y se vio haciendo un movimiento para oler su blusa. Hasta ese momento supo que ese movimiento que aún seguía haciendo, tuvo su origen en esos tiempos.

Oler ese pedazo de tela le daba paz y fuerza. Un día le preguntó a su abuela porque la ropa olía tan bonito, ella le respondió: somos humildes pero limpios y dignos. Le contó que su mamá le había enseñado que después de lavar la ropa, debía dejarla en una cubeta con agua y pachulín machacado.

El pachulín era una planta con hojas verdes que crecía a las orillas del río y las lagunas y que al machacarlo con las manos en una cubeta de agua, adquiría un tono verdoso, pero que al meter la ropa de color blanco en ella, está no se manchaba y como por arte de magia la tela absorbía todo el perfume que esta planta regalaba. La ropa olía a hierba todo el día.

Se imaginó tirada en la hierba, oyendo el sonido del río correr y su mamá llamándola para peinarla. Ese era un momento mágico, su mamá tomaba sus cabellos negros y largos entre sus dedos y durante un rato la peinaba y mientras eso ocurría platicaban y reían, era uno de sus momentos preferidos del día, recordaba. Tejía dos largas trenzas, en ocasiones les insertaba tulipanes y ramitas  de albahaca. La mezcla de olores y colores era espectacular.

Pedro y su frase

Ese día ella no había podido llegar a la escuela, un accidente en la carretera se lo impidió. Le preocupaba que no tenía forma de avisarles a padres y estudiantes, la señal del teléfono móvil era inexistente.

Al día siguiente, Pedro la esperaba a la entrada de la escuela, le dijo que la había extrañado, que antes de irse a su casa había pasado a su salón. Muy emocionado le entregó un frasco de cristal que contenía perfume que su mamá le había regalado. Ella pregunto la razón por la que le daba ese regalo y él le dijo, que ayer que pasó al salón, su aroma estaba por todos lados, es como si usted hubiera estado. Esa tarde reconoció lo importancia que para ella tenían los aromas y los olores.

En busca de los olores de la infancia

Pasada la emoción de los recuerdos, busco en diversos sitios en internet información sobre  fragancias y perfumes reconoció que sabía muy poco de este tema, en el fondo deseaba cerrar los ojos, abrir un frasco y ser inundada por los aromas de su infancia. Oler bien, sin pagar una fortuna, se oía bien y siguió leyendo.

Fotografía: farmazara

Fuente de la información e imagen:  https://insurgenciamagisterial.com

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Alfabetización informacional o cómo hacer de tu biblioteca escolar un motor de trabajo

Por: 

El día 8 de septiembre es el Día Internacional de la Alfabetización, decretado por la Unesco hace décadas. Hoy día, España no vive una realidad de analfabetismo, al menos no en relación a saber leer y escribir. Pero sí se plantea, como en todo el mundo, el problema de enfrentar una vida llena de datos, bulos, información, paparruchas, IA y noticias falsas. ¿Qué debe y puede (con ciertos mimbres) hacer una biblioteca escolar en estas tesitura?

La Lomloe, que entra en su segundo año de desarrollo, establece que todos los centros educativos han de tener una biblioteca escolar. La ley también establece, así como los decretos de desarrollo curricular que le van aparejados, tanto del Ministerio como de las comunidades autónomas, que la alfabetización ya sea mediática, informacional o digital, debe ocurrir en todas las etapas y materias.

Tres alfabetizaciones que quienes se encargan de organizar y dinamizar bibliotecas escolares, ya sean docentes o bibliotecarias saben diferenciar, aunque como dice alguna de aquellas que han participado en la elaboración de este reportaje, las fronteras son porosas.

Para sentar unas bases lo más comunes o claras posibles, la idea de esta alfabetización informacional (Alfin para las entendidas), es la capacidad de buscar, seleccionar información, trabajarla y hacer una devolución en diferentes formatos.

Según la ley educativa, es asunto del profesorado realizar este trabajo, de diferentes maneras, a lo largo de la escolarización de niñas y niños. No debería tener porqué hacerlo en solitario y, tal vez, con escasa o nula formación en el tema. Para eso está la biblioteca escolar, para echar un cable.

“Más que urgente, es vital”. Son palabras de Felicidad Campal, bibliotecaria en la ciudad de Salamanca. No en un centro educativo, sino en una biblioteca pública, aunque realiza visitas a centros y recibe escolares en su trabajo. Es una de las mayores expertas en la materia. Para ella, la “competencia informacional es básica, tanto como saber leer y escribir”.

Proyectos, situaciones de aprendizaje, multidisciplinariedad

Para Campal, los proyectos son una de las mejores maneras para hacer esta labor de alfabetización. “Son interesantes pero necesitas tiempo y ganas de hacerlos. Se trata de emocionar”. Aunque entiende que al profesorado se le exigen muchas funciones y “es más fácil utilizar el libro de texto”.

Júlia Baena es bibliotecaria por estudios, aunque lleva años trabajando en el ámbito escolar en Cataluña. Desde hace algún tiempo está haciendo entrevistas a personas expertas, a la vez que un focus group con estudiantes de secundaria. Está inmersa en la elaboración de su tesis doctoral que, precisamente, trata sobre la alfabetización de adolescentes.

Para esta experta, la nueva ley abre alguna puertas interesantes para las bibliotecas escolares (BE) gracias a la apuesta por metodologías como el aprendizaje por proyectos, la puesta en marcha de situaciones de aprendizaje en los currículos, o el trabajo multidisciplinar.

Son puertas que sus compañeros docentes podrán abrir, aunque ya tenían otras oportunidades para trabajar el Alfin.

En la otra punta del país, en Galicia, llevan años pudiendo realizar lo que han llamado Proyectos Documentales Integrales (PDI). Su nombre es bastante claro. Se trata de hacer metodología por proyectos que, además, tenga muy presente el trabajo con la documentación, con la información. Y, además, debe implicar a todo el centro: alumnado, profesorado, PAS e, incluso, entidades ajenas. Los explica Mónica Muñoz. Es maestra de música en Vigo y, además, la responsable de su biblioteca escolar.

“La BE dinamiza a la hora de buscar recursos. Se buscan libros, enlaces, se ofrecen tutoriales para trabajar por proyectos, sobre cómo se cita bibliografía, cómo se usan las imágenes y la música libres de derechos” o, incluso, se impulsa el proyecto desde la propia biblioteca, comenta Muñoz.

Para ella, además de los grandes proyectos de centro, la formación sobre Alfin puede comenzar elaborando pequeñas preguntas, “hacer pequeñas búsquedas del tesoro. Hay cosas tan básicas… como lo que antes llamábamos técnicas de estudio como un buen subrayado, un buen esquema”.

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Asunción Carballo, profesora de Lengua castellana en un IES de Vigo señala, durante la misma conversación con Mónica Muñoz, la importancia de que la selección de los materiales audiovisuales porque “muchas veces mandas al alumnado a buscar en el mar de internet pero sin estrategias ni herramientas”.

Esta es una de las patas más importantes del Alfin, y esta, uno de los tres pilares que estas dos docentes y bibliotecarias escolares destacan de una BE, junto a la formación de usuarios (en el uso y provecho de la propia biblioteca) y la animación a la lectura.

Loli Olmos, PT en un CEIP de Granada trabaja en la misma línea. Bajo la premisa de que lo más interesante es que el centro trabajo “centro de interés común” y que cada aula “llegue hasta donde pueda o quiera”. Bajo esa premisa, ella ha pasado ya algún tiempo pensando en qué materiales hay en el fondo documental de la BE de su centro y haciendo algunas otras indagaciones para poder empezar a dar servicio al resto de compañeros desde el primer día. Con este trabajo de “curación de contenidos”, Olmos envía al claustro, dividido por edades, los materiales que pueden utilizar sobre el tema concreto, este curso “Cuentos con ciencia”.

Las BE, además de poder hacer de soporte o centro de documentación y casi de investigación para la elaboración de los proyectos, también son un centro de formación y recursos para la alfabetización informacional de alumnado y, también, de profesorado cuando es necesario.

Y hablando de proyectos comunes o centros de interés, Carmen Cañabate, maestra jubilada pero que estuvo y está muy vinculada (ahora como voluntaria) a la biblioteca del CEIP Clara Campoamor, de Huércal (Almería) habla de que en su centro, por ejemplo, se hizo el curso pasado un congreso en el que participó todo el mundo. Con conferencia inaugural, mesas redondas, mesas de expertos, talleres… Durante un trimestre todo el alumnado trabaja sobre un tema concreto, pero desde diferentes perspectivas. El producto final, muy importante en todos los proyectos, fue el congreso.

Formar sobre el uso de la información

Esta formación sobre dónde y cómo conseguir información útil para los diferentes trabajos que han de realizar (también como cimiento para la futura vida ciudadana de estas chicas y chicos), se lleva a cabo de diferentes maneras. Cada forma dependerá, por supuesto, de las posibilidades y recursos con los que cuenten los equipos de biblioteca.

El personal con el que se cuenta, si tiene o no horas de dedicación, el apoyo de la dirección del centro a la propia biblioteca, los recursos materiales… Son muchas variables.

Una “privilegiada” podría ser Júlia Baena. En Cataluña son las AMPA de los centros las que realizan la contratación de bibliotecarias (no docentes) para que se hagan cargo de las diferentes tareas. Eso sí, siempre habrá una coordinación que ostentará alguna persona del claustro.

En cualquier caso, su situación le permite tener 20 horas semanales para la BE. Defiende que es la herramienta fundamental, los demás recursos ya serán más sencillos. Eso sí, nota el hecho de no pertenecer al claustro del centro y el trabajo extra que eso supone en cuanto a reuniones con docentes, tutoras y tutores o jefaturas de departamentos.
Otra ventaja que tiene, por ejemplo, es que en Cataluña, el alumnado de 1º de bachillerato tiene que realizar obligatoriamente una investigación y un trabajo al final del curso. Esto le facilita el poder organizarse, junto al jefe de estudios, para conseguir algunas horas en estos cursos con las que poder dar formación en Alfin.

También ha hecho algunas cosas en 1º de ESO y parte del reto de este curso es, por una parte, extenderlo a otros cursos y conseguir mayor visibilidad sin tener que “perseguir” al claustro para hablarles de las bondades de la biblioteca y la necesidad de esta formación para que chicas y chicos sean capaces de investigar, discriminar entre fuentes fiables y no fiables, fake news… Se plantea, incluso, aprovechar la web de la biblioteca para hacer píldoras informativas que queden ahí para su uso posterior.

Esta es una vía que otra compañera Loli Olmos que durante años, fue la coordinadora, en la administración, de la red de bibliotecas escolares de la provincia de Granada.

Para ella, mantener un espacio digital accesible es fundamental, no como extensión, sino como parte de la propia BE. En su espacio web está todo el catálogo de la biblioteca, así como los “entornos informacionales” que ha ido preparando para el profesorado (y que “a los chiquillos y a las chiquillas les gusta bichearlo”, comenta). “ Y luego, además, pues creo tutoriales para el alumnado”. Eso sí, sin pretender que todo esté hecho en un curso: “Este año me ha dado tiempo a crear tres tutoriales. El año que viene creo otros tres”.

El espacio digital, además, puede ayudar a suplir un problema fundamental, el tiempo de dedicación para hacer todo esto y, además, el espacio: ¿tutorías? ¿materias concretas? ¿momentos comunes para todo el alumnado? Se puede hacer formación sobre cómo gestionar la información en la propia web. Olmos explica que como posibilidad de hacer tutoriales para comparar páginas web confiables y no confiables. “¿Qué características tiene esta? ¿Cuál tiene esta? Compara este documento, compara este vídeo con este otro, compara esta presentación con esta otra. Y eso no necesito hacerlo siempre en presencia con el alumnado. Lo puedo tener en mi espacio digital”.

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Asunción Carballo abunda en esta idea y explica que en la web de la biblioteca de su centro, tienen un espacio llamado Trabalhando coa información. “Ahí lo que proponemos es cómo trabajar con el alumnado un proceso de búsqueda y selección de la información y luego de hacer un trabajo final. Intentamos acompañar, dar opciones y unificar criterios: cómo se referencia, cuáles son las fuentes, cómo seleccionar y evaluar la información en Internet”, explica.

Olmos habla de que sería interesante que existiera también una hora de biblioteca, incluso para que el profesorado pudiera acercarse a ella para preguntar si hay algún material sobre un tema concreto del que quiere hablar en clase. Es lo que denomina entornos específicos informacionales que, explica, “son, digamos, como unos paquetes de información que la biblioteca prepara para las personas usuarias que le piden información sobre cómo investigar un tema”.

Pone un ejemplo: “El docente de cuarto me ha dicho: ‘Tengo muchos alumnados interesados en dinosaurios, quiero articular algo para trabajar el currículum desde ese centro de interés’. Vale, pues ahora yo voy a la biblioteca, primero busco todos los fondos documentales físicos que tenemos, tanto libros de ficción como libros informativos y obras de referencia. Además, le hago una selección de páginas web y de recursos digitales de calidad. Yo hago una curación de contenidos”.

Olmos prefiere hablar de formación en el uso de la información más que de Alfin, puesto que en su experiencia, la gente entiende mejor la primera que la segunda. Y para que sea posible, es necesario “un nivel de metacognición y de pensamiento” sobre lo que se está haciendo. Lo comenta en relación al libro de texto y al hecho de que este tipo de materiales raramente requieren “mucho nivel de abstracción” por parte del alumnado a la hora de responder a las cuestiones que se le plantean.

La formación es pilar clave en toda esta historia. Quien gestiona el espacio de la BE ha de estar formado para poder dar unas claves tanto a profesorado como a alumnado para que, después, se enfrenten a la búsqueda y gestión de la información. También con la mirada ética, comentan diferentes bibliotecarias, de citar las diferentes fuentes de información que se usen porque, aunque lo que hay en Internet es más o menos accesible, no es de quien lo toma.

Pero ¿quién debe hacer esa formación?

Loli Olmos comenta que dado el tiempo que suele tener quien coordina la biblioteca, incluso de todo el equipo cuando lo hay, y que el público que tiene es cautivo, pero está metido en una clase, lo mejor es que la formación sobre el uso de la información la hiciera el profesorado, bien en tutorías o en clases concretas.

Todas las mujeres con las que hemos hablado para este reportaje tienen que “robar” en mayor o medida el tiempo a otras docentes, a otros compañeros. Y tal vez es así por algo que comenta Mónica Muñoz y es la necesidad de convencer al claustro de que “la persona que viene a ayudarnos no nos roba”. Es decir, dado que la alfabetización informacional es un requisito curricular (ya lo era con la Lomce), para la totalidad del claustro (Muñoz comenta que ella, como maestra de Música tiene que hacerlo, como lo tendrá que hacer quien imparta Educación Física), y no todo el mundo estará formado, la BE se convierte en el espacio perfecto, y quienes la gestionan, en manos amigas. Muñoz reivindica así que se les faciliten tutorías o clases concretas para formar al alumnado en la búsqueda de información, en su gestión, en su cribado, así como en su reelaboración.

A pesar de eso, en su centro se ha propuesto que en una hora de tutoría vayan yendo niñas y niños para que el equipo de la biblioteca puede hacer formación de usuario (cómo es la biblioteca, qué tiene, cómo se organiza…) y algunas acciones de Alfin.

Carballo también quiere involucrar a las tutorías porque, aunque ella y su equipo están en diferentes materias y cursos, no llegan a todo el alumnado haciendo formación en su tiempo de clase.

Formación y tiempo

La formación es una de los palos en la rueda de todo esto. Carmen Cañabate comenta que, salvo en contadísimas excepciones, la formación inicial del profesorado, tanto de infantil y primaria, como de secundaria, no hace mención, siquiera, a las bibliotecas escolares.

Sobre esta base, todas las bibliotecarias docentes han de buscarse formación específica por su cuenta que puede o no estar entre la oferta de su comunidad autónoma. En lugares como Galicia cuentan con una potente red de BE y asesorías que apoyan el proceso, además de formaciones al principio del curso para toda las personas de las BE y una más, obligatoria, para quienes gestionan estos espacios. Son, casi, la excepción.

Tema a parte es si quienes gestionan o dinamizan la biblioteca han de ser docentes del centro o personas que hayan estudiado Biblioteconomía. Todas las mujeres que han prestado sus ideas para este texto tienen sus propias opiniones, a veces divergentes, pero en cualquier caso, creen que la formación es básica. Si se es docente, en relación a la catalogación así como en otras tareas como, precisamente, cómo realizar la alfabetización informacional. Si se viene de la Biblioteconomía, en pedagogía para poder trabajar más eficazmente en el contexto escolar.

Y, por supuesto, el tiempo es otra de las claves. Como suele pasar en todos los aspectos de un centro educativo. Quienes se dedican a la biblioteca, con suerte, tienen hasta tres horas de dedicación. Es el caso de Andalucía. Aunque Cañabate “trabaja” como voluntaria porque, dice, es necesaria una persona a tiempo completo.

Desde Galicia, Mónica Muñoz cree que ni con 25 horas semanales podría hacerse todo lo que hay que hacer en una biblioteca. Ella suma sus horas (tres también) a las de sus compañeras del equipo (una cada una, otras tres) para hacer todo lo posible. Es lo mismo que le pasa a Loli, que hasta ahora no ha contado con equipo con reducción horaria, de manera que se lleva buena parte del trabajo a casa para poder responder a a las responsabilidades de la biblioteca.

Júlia Baena es la “privilegiada”, como se decía arriba, gracias a sus 20 horas como bibliotecaria contratada por el AMPA del centro que, además, cuenta con una coordinadora que la ayuda con la relación con el claustro.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/bibliotecas-escolares/2023/09/08/alfabetizacion-informacional-o-como-hacer-de-tu-biblioteca-escolar-un-motor-de-trabajo/

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Ecuador: El 19 de septiembre Senescyt arranca las pruebas de ingreso a universidades públicas

América del Sur/Ecuador/15-09-2023/Fuente y Autoría: www.lahora.com.ec

Las pruebas de ingreso a la universidad la rinden quienes se hayan inscrito entre el 31 de julio y el 4 de agosto de 2023

El 19 de septiembre de 2023 se realizarán las pruebas de ingreso a las universidades e institutos públicos con proceso asistido, así lo informó la La Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt).

Las pruebas de ingreso a la universidad la rinden quienes se hayan inscrito entre el 31 de julio y el 4 de agosto de 2023.

La evaluación se realizará en tres sesiones: de 08:00 a 10:00, de 11:00 a 13:00 y de 14:00 a 16:00.

Desde el 11 de septiembre de 2023, en la web de la Senescyt se habilitará una opción para saber dónde se rinde la evaluación.

Para los aspirantes que  solicitaron dar la prueba en su domicilio, podrán revisar la web los horarios.

DATO:

La prueba tiene 160 preguntas sobre: numérica verbal, racionamiento lógico, atención y concentración.

DATO:

Si por algún motivo justificado o de fuerza mayor el aspirante no puede rendir su evaluación, habrá una opción para la reprogramación de la prueba.

Fuente e Imagen: https://www.lahora.com.ec/pais/universidad-examen-ingreso-senescyt/

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