Por: Sofía García-Bullé
No sabemos nombrar ni describir los desequilibrios sociales ejercidos sobre las mujeres y otros grupos de minoría social.
En Estados Unidos, miembros de la prensa describen a una candidata presidencial como “grosera”, “mala” e iracunda, por confrontar a un rival que expresa violencia racial y misoginia en su discurso y a un presidente que se burla de la herencia cultural de esa misma candidata. En México, un director de escuela culpa a las alumnas del acoso que se comete contra ellas. En Brasil, el presidente electo le declara la guerra a cualquier filosofía que se pronuncie a favor de los derechos de las mujeres y las minorías. El problema está muy claro: necesitamos Estudios de Género en las escuelas.
La perspectiva de género, como la define Susana Gamba, especialista en Estudios de Género, es la concepción epistemológica que se aproxima a la realidad a través de las miradas propias de cada género y su relaciones con el poder. Esta perspectiva es la base de la que parten los Estudios de Género. Explicado de esa forma parece algo complejo y netamente académico, pero la perspectiva de género es algo simple, necesario y que nos atañe a todos como académicos, profesoras investigadoras y responsables tanto de la producción como la distribución de conocimiento.
Perspectiva y Estudios de Género 101
La ideología de género es un término que ciertamente prende conversaciones acaloradas a todos los niveles, desde familiares y laborales en conversaciones casuales, académicos tratando de definir fenómenos sociales o hasta políticos cuya agenda es pronunciarse en contra o a favor. El tema es tendencia, y es algo de lo que hablamos constantemente, ¿pero sabemos qué significa?
La ideología de género es un conjunto de principios en las que académicas expertas en Estudios de Género han encontrado consenso, es la base del discurso de la perspectiva de género. Si queremos entender la ideología de género hay que hablar primero de los estudios que producen el conocimiento en el que se apoya esta ideología.
El concepto de género como plataforma social de la que se desprenden los roles atribuidos a cada sexo, comenzó a ser estudiado a finales de los años 40. La filósofa Simone de Beauvoir fue una de las primeras académicas que comenzó a conceptualizar la idea de género y cómo esta influye en la forma en que se construye socialmente a la mujer. Uno de los postulados más importantes del discurso de Beauvoir es que nadie nace mujer, sino que se hace mujer, refiriéndose no al sexo biológico de las mujeres, sino a la simbología social de la que que se desprende el cómo entendemos los modelos de comportamiento y jerarquía social de quien nace con el sexo biológico femenino.
En 1968, Robert Stroller, profesor e investigador de psiquiatría conocido por sus teorías sobre el desarrollo de la identidad de género, extendió el entendimiento de estos conceptos puntualizando la diferencia entre sexo biológico, el género y los roles propios de cada uno. Estos conceptos forman una estructura social compuesta de símbolos, representaciones, normas, valores y prácticas que se elaboran no solamente con base en las diferencias anatómicas, sexuales y fisiológicas, sino en los atributos que les asignamos. Esto es enteramente social y da sentido a las relaciones entre las personas sexuadas.
A raíz del trabajo de Stroller, los estudios de la mujer, posteriormente llamados Estudios de Género, comenzaron a hacer presencia en el currículum de las instituciones de educación superior. ¿Pero qué se enseña en las clases de Estudios de Género? La materia es muy amplia y quienes la estudian pueden aprender conceptos muy diversos relacionados con el género y cómo se dimensiona a nivel social, económico y político. En términos generales, casi todas las instancias que pretenden enseñar la disciplina lo hacen sobre la definición del género, sus diferencias y vínculos con el sexo biológico, así como las construcciones filosóficas, antropológicas y sociales con las que nos formamos la idea de masculinidad y feminidad.
Estos cursos también examinan las intersecciones del género con la raza, la etnicidad, la nacionalidad, la clase socioeconómica, el capacitismo, la sexualidad y otras dimensiones que establecen diferencias en la conceptualización y jerarquización de las personas en la escala social. El objetivo de un grado académico en Estudios de Género es que los estudiantes aprendan a identificar, articular y analizar prácticas culturales y nociones institucionalizadas que giran en torno al género, la sexualidad y la orientación sexual. Así como entender la forma en que el género es un factor influyente en la vida de las personas desde el punto de vista social, político y económico.
Este conocimiento es valioso si quieres adentrarte en la explicación de cómo las diferencias de género juegan un papel importante en el micro y macrocosmos de la sociedad. Pero hay valor en la idea de que los Estudios de Género necesitan dejar de ser una materia electiva e inyectarse en el tronco común de los planes de estudio en general. La razón es simple: no sabemos nombrar ni describir los desequilibrios sociales ni los ejercicios de invisibilización, a veces hasta de manera involuntaria, que ejercemos sobre las mujeres y otros grupos de minoría social.
La necesidad de una educación con perspectiva de género
En artículos anteriores hemos hablado sobre cómo las dinámicas sociales que atañen al género, la etnicidad o la raza, afectan negativamente el acceso a la educación, las oportunidades de trabajo, la validación y la producción de conocimiento de las mujeres en la academia. Aún dentro de la comunidad académica y científica existen casos de mujeres y personas de minorías raciales y LGBT que no tienen derecho al discurso, a la publicación de su trabajo y al debate, sin poner en riesgo su posición laboral, su integridad física o su permanencia en sus países.
La situación para los estudiantes es igual de preocupante. En Alaska, una adolescente fue descalificada de una competencia de natación por un accidente común con su traje de baño provisto por la misma escuela. El incidente fue acentuado por un juicio de carácter sexualizante por parte de los espectadores adultos. En el resto del país, 53% de las escuelas públicas tienen códigos de vestimenta que afectan desproporcionadamente a la población estudiantil femenina. En México, un grupo de estudiantes de secundaria tuvieron que manifestarse contra su propio director, quien justificó instancias de acoso sexual hacia ellas por parte de estudiantes masculinos, responsabilizándolas del incidente.
Bajo este contexto, es patente la urgencia de una intención educativa hacia una idea de género que nos permita liberar la conceptualización del género femenino como anómalo y secundario al masculino, así como inherentemente sexuado. Y el lugar para empezar no son las universidades, son las escuelas.
¿Estudios de Género y educación básica?
Las escuelas son el mejor lugar para hablar de la idea de género y sus implicaciones sociales de una forma amigable que ayude a los niños y jóvenes a formarse una concepción más igualitaria de cómo construimos lo que entendemos como masculino y femenino. No tienen que ser ideas complejas ni lecturas que involucren temas que podrían considerarse sensibles, como los que manejan de Beauvoir o Stroller. Un simple experimento como el realizado por la organización de Lifting Limits en cinco escuelas de Reino Unido, ha marcado la pauta de cómo se puede educar desde edad temprana para la equidad.
Acciones pequeñas, como cuestionar la cantidad de literatura de ficción disponible en las que las niñas tienen agencia y peso en la narrativa; los libros de texto y espacios en la institución que mencionan los logros históricos y científicos de mujeres a la par de la de los hombres; una intención consciente de liberar los discursos docentes de estereotipos que sean derogativos para los estudiantes femeninos o limitantes para los masculinos.
Estos son el tipo de medidas que preparan a niños y jóvenes, no solamente para tener una visión del mundo más balanceada y justa en lo que respecta al género, sino que los ayuda a construir las estructuras cognitivas para que en niveles educativos más avanzados, sean capaces de comprender los conceptos y temas que manejan los Estudios de Género, así como los problemas que esta disciplina pretende analizar, examinar, visibilizar, comunicar y, eventualmente, resolver.
Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/estudios-de-genero