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Opinión | Las escuelas son las culpables

Por: Andrés García Barrios

Como respuesta a múltiples crisis sociales, las escuelas optan por dar una imagen de solidez cada vez menos sostenible. Motivado por una experiencia personal, Andrés García Barrios nos convoca a abrir un frente comunitario para respaldarlas.

Esta mañana fui a recoger a mi hijo a la escuela. Le dieron la oportunidad de sólo acudir a resolver un examen, y hacerlo fuera de su salón, en la oficina de la directora de inglés, como un apoyo especial para evitarle convivir con sus compañeros de grupo, por quienes hace tiempo que se siente hecho a un lado.

Al llegar, recibí un nuevo disgusto: el pequeño —que está por terminar el sexto de primaria— me contó que había habido otro inconveniente, ahora con la directora del área de Español, y estaba asustado. Tras escuchar sus razones, traté de tranquilizarlo diciéndole que la actitud de la directora había sido “un gran descuido”, todo mientras la directora de Inglés me pedía que, antes de decir eso, esperara a conocer las circunstancias en que se habían dado los hechos. Yo respondí que no podía esperar, y apartándome del niño, le pedí a ella que escuchara mis argumentos sobre la escuela. Ella accedió, conduciéndome a una oficina y dejando de lado ─me dijo─ asuntos urgentes con otros alumnos.

Yo hablé. Ella volvió a pedir paciencia, y un segundo después entró en la oficina la directora que había asustado a mi hijo: “Estoy muy ocupada, pero tuve que venir a aclarar esto”, dijo.

Omito muchos detalles de la charla que tuvimos pues prefiero concentrarme en la gran lección que recibí en los siguientes veinte minutos, y que ─lo confieso─ todavía me hace sentir avergonzado. La directora recién llegada me explicó que la reacción de mi hijo se debía a un comentario que ella había hecho de forma precipitada, casi improvisada, para responder a una pregunta del niño, quien inesperadamente había irrumpido en su oficina para hablar con ella.  Yo insistí en que aquella respuesta había sido un error por no considerar las necesidades específicas de mi hijo ni las cosas que a él en lo particular pueden herirlo. Tras algunos vanos intentos de la directora de inglés para que tomara en cuenta la explicación de su compañera, vino el primer sablazo.

— Andrés, estás exigiendo que el contexto se adecúe a todas y cada una de las necesidades de tu hijo.

(Debo aclarar que en la escuela muchos padres, madres y docentes nos hablamos de . Quizás es también el momento de decir que hay muchos motivos de confianza entre nosotros: la escuela ha mostrado siempre una total disposición a darnos su apoyo y nunca ha fallado en su trato amable).

— Yo creo ─respondí─ que, con su actitud, la escuela tampoco está haciendo lo suficiente para que mi hijo conozca el mundo real y aprenda a hacerle frente.

                  No entendí por qué mi respuesta decepcionaba a la directora de inglés. Llevándome las manos a la cabeza, solté:

— ¡Ahora eres tú quien no puede escucharme!

Entonces vino la estocada final, esa que hizo que me levantara apenado y pidiera una disculpa antes de retirarme. Tal lance comenzó con una serie de acertados argumentos por parte de ella, que hicieron que poco a poco me quedara callado. Siguieron revelaciones que me pusieron a pensar, y que concluyeron con esa estocada final (especialmente dolorosa por provenir de alguien que ha mostrado un gran compromiso con nosotros en los últimos meses):

— A veces me siento a punto de tirar la toalla —dijo—. Sí, a veces creo que estoy frente a un imposible.

Esta respuesta, y lo que añadió enseguida, me conmovió. Me quedó claro, entonces, que había muchas cosas que yo no estaba tomando en cuenta, por ejemplo que desde hace tiempo la escuela ha venido realizando reuniones como ésta todos los días, con mamás y papás siempre descontentos por la manera en que se trata a sus hijos; que en ese mismo momento ella tenía a otros niños en su oficina, esperándola para responder exámenes porque tampoco pueden convivir con su grupo; que los padres piden citas continuas para oponerse en lo personal a acuerdos que han aceptado y firmado en reuniones conjuntas; que en vez de poder dedicar el máximo de tiempo a educar a las niñas y niños y a apoyarlos en sus problemas, la escuela está teniendo que ocupar su tiempo en atender a los familiares descontentos que quieren que “las cosas cambien”; que esto es algo que está ocurriendo no sólo en esta escuela sino en todas las del entorno…

— Las madres y padres están pidiendo una utopía. Y están privando a sus hijos de toda resiliencia. Lo hacen cuando les dan toda la razón por sus enojos y sus reacciones, y aplauden su más mínima opinión; cuando les dicen, sin más, que lo que ha dicho la directora de Español es “un gran descuido”, sin intentar llegar a fondo… ¡Las infancias vienen a la escuela con un cero de tolerancia hacia el entorno!

Y concluyó con un aire de tristeza:

— Chicas y chicos cada vez pueden convivir menos con gente fuera de su hogar.

Me di cuenta, claro, de que tenía razón; de que yo —junto con tantos otros padres y madres— estaba exigiendo más de la cuenta, empujando a la escuela —es decir, a la institución, pero también a los estudiantes y a todos nosotros— hacia el borde del abismo. No es que la escuela no estuviera cometiendo errores (por cierto, el de la directora que había asustado a mi hijo se resolvió con unas cuantas palabras de ella hacia él); pero el problema no era ese, el problema es que todos estábamos cometiendo errores a granel pero los padres no estábamos pudiendo reconocer los nuestros, y la presión que ejercíamos sobre la escuela se estaba volviendo intolerable; intolerable no sólo por la carga de acciones que exigíamos de la escuela sino porque nuestra sobreprotección estaba dañando a las infancias, y las maestras —entre la espada y la pared— se sentían con la responsabilidad de evitarlo.

Pero… ¿qué es lo que estaba ocurriendo? ¿Por qué madres y padres reaccionábamos así y porque estábamos todos hundiéndonos en esta grave crisis? Decidí escribir al respecto para aclarármelo. Y lo comenté con mi esposa en cuanto fue posible. De la conversación con ella surgieron muchas de las siguientes reflexiones.

Empezaré por la que me parece el punto crucial. Lamento que ello signifique volver a los años de la pandemia, como si se tratara de un feo dejá vu, una vuelta a un pasado reciente del que no podemos escapar por más que queramos. Sin embargo, creo que es necesario ahondar en ella para poder comprender por lo menos tres cosas: cuánto del dolor que sufrimos en la pandemia seguimos cargando, cómo todavía nos hallamos en la primera fase del duelo, es decir la de la negación, y de qué manera nuestros comportamientos siguen teniendo el sello de esos tres años, el cual se reaviva en todos los ámbitos de nuestra vida diaria, tanto en los hogares como en las calles, centros de trabajo y por supuesto en las escuelas (ya sea como estudiantes, docentes o familias).

No es para menos. Las crisis que se acumularon durante la pandemia —y que nuestra negación cada vez puede paliar menos— fueron demasiadas (por más que quiera uno resumirlas, siempre acaban haciendo una larga lista): aislamiento, soledad, muertes dentro del hogar o fuera de ella, sentimiento continuo de estar en riesgo o de que lo están nuestros seres amados, restricción económica, carencia y pobreza, aumento de conflictos familiares (pleitos entre parejas, entre padres, madres e hijos, entre hermanos), ansiedad, vacío, miedo, desconfianza en el prójimo, esperanza frustrada, culpa por haber sobrevivido mientras otros se han ido… (habrá que mencionar que a este clima de terror constante se unieron también sentimientos de solidaridad y amor, así como nuevos modos de convivencia, los cuales debemos negarnos a enterrar debajo de nuestro luto).

El hecho de que las infancias no estén hoy sabiendo convivir más allá del contexto hogareño, tiene que ver con todos estos terrores, heridas, agonías y muertes, y con el hecho crucial de que a algunos el aislamiento nos creó un sentimiento de resguardo que ahora ya no sabemos cómo quitarnos (a ello se suma la llegada del Zoom, que debajo de sus grandes ventajas oculta nuestra resistencia colectiva a volver a convivir).

Ciertamente, la tendencia paterna a sobreproteger a hijas e hijos —y muchas otras actitudes equivocadas— son viejos asuntos, anteriores a la pandemia, pero sin duda se han recrudecido de forma exponencial después de ésta. Por desgracia, a esta crisis emocional se unen dos factores sociales presentes desde hace pocos años, los cuales hacen mayor la presión sobre las familias y acentúan la vigilancia de éstas sobre lo que ocurre en la escuela. El primero es el legítimo temor de que nuestros hijas e hijos sufran abuso en cualquier contexto, y el segundo —la otra cara del anterior—, el deseo de que sean incluidas e incluidos “tal como son” y que no sufran discriminación. Sin duda, ambos son parte de un despertar de la conciencia social y representan una esperanza dentro del difícil contexto que estamos viviendo, pero no dejan de significar un enorme esfuerzo y una gran responsabilidad para todos; tampoco podemos negar que junto con ellos llegan, de forma inevitable, desvíos y exageraciones. Como nunca, nuestras miradas están puestas sobre la Escuela para que en ella nadie abuse de niñas y niños, y para poder reaccionar ante el menor indicio de que esto esté ocurriendo. Es obvio que nuestra atención se enerva por el hecho de que los “detectores” de abuso son tremendamente imprecisos y subjetivos. ¿Cómo no creerles a las infancias —aunque sea de forma preventiva— todo lo que dicen?

Esta tendencia se repite también en el tema de la inclusión, para fomentar la cual nos hemos hecho de innumerables recursos, entre los cuales destaca el haber ampliado con un detalle casi obsesivo el abanico de motivos por los que pueden ser discriminados: una niña tiene TDA, otro niño también pero con hiperactividad, éste es ansioso e iracundo, los hay neurodivergentes, con discapacidad, con condiciones distintas, éste es obeso, aquella demasiado delgada, otra más es insegura y tímida… La demanda de inclusión y no discriminación, por tanto tiempo descuidada, ha provocado una actitud de sospecha y vigilancia extremas de madres y padres sobre las escuelas. No es mi intención juzgar este hecho, sino señalar su importancia y la forma en que —en el duelo de la postpandemia— tiende a agudizarse.  Mi esposa —que es maestra de preparatoria— me hace ver que, como resultado de esta hipersensibilidad e hipervigilancia, las y los docentes sienten desde hace tiempo que carecen de autoridad, sufriendo la dificultad de convocar al diálogo a sus alumnos y preguntándose cada día cuál es su lugar frente a éstos, a la escuela y a la sociedad entera.

Para colmo de los colmos (crisis sobre crisis), todo lo anterior se da en un contexto de hondo cuestionamiento a los sistemas escolares. Éstos —así como su importancia y utilidad— venían siendo confrontados ya antes de la pandemia desde numerosos frentes, teniendo que sortear olas de inconformidad por cosas que hasta hace apenas un par de décadas parecían tradiciones inamovibles. Hoy, toda la didáctica es puesta en duda y hasta la clase presencial es cuestionada, poniéndose gran énfasis en la enseñanza globalizada en línea, e incluso en la autogestión.

Ciertamente, la Escuela siempre ha existido no sólo para formar a nuestros hijos sino para compartir con nosotros la culpa de la “mala educación” de éstos (sí, aunque suene a chiste). Con ello, ha cumplido una importante función como contenedor y paliativo de los problemas familiares. Sin embargo, aunque el equilibrio entre escuela y familia suele fluctuar, pocas veces en la historia ha entrado en crisis como lo hace ahora. Los problemas en ambos terrenos nos están rebasando. Así, las familias ya no sabemos qué hacer con los hijos, e inexpertos en reconocer nuestras limitaciones, recurrimos a lo que si dominamos: echarles la culpa a otros (la escuela, los dispositivos electrónicos, los amigos). Al parecer, la escuela es el “otros” al que con más violencia estamos recurriendo.

Por su parte, para sobrevivir, las escuelas están teniendo que dar una imagen de solidez que en realidad no existe, o que se sostiene a expensas del bienestar emocional del personal docente. Porque lo cierto es que la escuela es sólo un sobreviviente más, como nosotros, y sus recursos han dejado de ser suficientes.

Ciertamente, los sistemas escolares requieren una restructuración en muchos sentidos, una restructuración que como madres y padres no podemos dejar sólo en sus manos, culpándolos de todo y sin hacernos cargo. Si en tiempos normales una restructuración necesitaría tiempo, hoy nos vemos obligados a actuar con rapidez y bajo presión, y por lo tanto con más compromiso y cuidado.

El bomberazo en el que nos puso la pandemia no ha terminado. Por eso es preciso que las familias nos involucremos. Yo, que siempre he soñado con lo comunitario, no puedo más que ver en ello una enorme ventaja. Así, desde estas líneas convoco a las escuelas a contar con nosotros y… Bueno, si la escuela de mi hijo se animara a organizar una reunión para esto, yo pondría como primera oradora a la directora de Inglés que habló conmigo esta mañana, para que nos dijera a todos lo que me dijo a mí y con la misma sinceridad con que lo hizo: “Estoy a punto de tirar la toalla”. Yo entonces me levantaría y caballerosamente le pediría que no lo hiciera, reconociendo mi derrota. Después solicitaría a todos los padres, madres y tutores presentes, que recojamos esas responsabilidades que hemos dejado por ahí tiradas y nos unamos a la escuela para sacar adelante este momento tan difícil, que, como he dicho, no tiene por qué estar exento de esperanza.

Fuente de la información e imagen:  https://observatorio.tec.mx

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¡Alerta, pantallas!

Varios autores 

El impacto de la digitalización en el desarrollo infantil, en el territorio y en nuestro futuro como sociedad

En pocos años los dispositivos digitales –smartphones, tabletas, ordenadores, pizarras digitales, etc.– han ocupado nuestras escuelas debido a las decisiones de los responsables políticos. Este proceso de digitalización de la educación, que hasta hace poco avanzaba a un paso lento, aunque constante, se aceleró a partir del año 2020, después del cierre de escuelas, institutos y universidades durante el confinamiento por la covid.

Profesoradofamiliasorganizaciones y expertos comenzamos a sentir y constatar cada vez con más fuerza los efectos nocivos para niñas, niños y adolescentes de la exposición constante a pantallas, dentro y fuera de las aulas. Parece ya incuestionable que las pantallas no mejoran los procesos educativos, sino que los deterioran. La adicción a los dispositivos móviles hace que tanto la concentración como la comprensión lectora se desplomen. Se multiplican los casos de ciberacoso escolar, los pequeños están cada vez más expuestos a contenidos violentos, se deteriora la memoria y se extienden problemas de salud como la obesidad. Lo ideal, hasta los seis años, es no estar expuesto ningún tipo de pantalla. Neurocientíficos e investigadores como Desmurget afirman que la introducción de dispositivos digitales en el colegio ha sido un desastre y que estos son nocivos, venenosos, para el desarrollo del cerebro. Una afirmación que parece confirmar los desastrosos resultados del último informe PISA, donde se apunta explícitamente a las pantallas como uno de los grandes responsables.

No es por tanto de extrañar que algunos países, como Suecia, estén paralizando la digitalización escolar. También aquí se ha abierto un debate social para prohibir los móviles en las escuelas, como ya han hecho Italia, Portugal o Francia. Como colectivo vemos necesario prohibir el uso de teléfonos en los centros educativos, una medida que debería ser el detonante para poner en cuestión la presencia excesiva de dispositivos digitales en los centros. Entendemos que la incompatibilidad demostrada entre digitalización y procesos educativos justifica replantear el modelo promovido por los dirigentes en todos los ámbitos educativos: infantil, primaria, secundaria y universidades. Necesitamos priorizar y fomentar la educación cara a cara. La interacción humana ha demostrado ser la mejor estrategia educativa. Por ello, apoyamos y animamos a todas las familias que se están coordinando para retrasar la edad de acceso a los dispositivos digitales, creando espacios seguros para sus hijas e hijos.

¿Es sólo un problema de la juventud? La digitalización de la vida es un problema social y ecológico que nos afecta a todos y todas. Los cuadros de adicción a las pantallas, y también sus impactos en la concentración y la capacidad crítica, se extienden a todos los grupos de edad. La implementación de algoritmos e inteligencias artificiales a cada vez más ámbitos de la vida plantea dificultades en nuestra convivencia. Disminuye la fiabilidad de la información y aumenta la incapacidad para generar un criterio propio, se reproducen y automatizan sesgos de género y clase, incluso en ámbitos como el de la justicia, se pierden puestos de trabajo, se extienden las lógicas de control social y vigilancia y, en un sentido amplio, erosiona nuestra autonomía y provocando que cada vez seamos menos capaces de comprender y decidir sobre nuestro entorno.

Además, nos encontramos inmersos en una crisis ecosocial global; con dimensiones climáticas, energéticas, de biodiversidad y sociales, que ponen en riesgo la supervivencia de nuestra civilización. Necesitamos poner en marcha transformaciones rápidas y profundas que superen las lógicas de crecimiento económico ilimitado y sus impactos, una tarea para la que la digitalización constituye más un obstáculo que un aliado. La fase digital del capitalismo industrial está suponiendo una alarmante profundización del extractivismo y un aumento de las emisiones de efecto invernaderodel consumo de agua y energía, y de desechos contaminantesPara descarbonizar necesitamos desdigitalizar, como argumenta Ben Tarnoff. La digitalización nos aleja de la vida, de lo que importa, y de la urgente tarea de hacer colectivamente de este planeta una casa habitable para todos y todas.

Es urgente cuestionar la digitalización generalizada de la sociedad, algo imprescindible para avanzar hacia sociedades más justas, democráticas, igualitarias y, sobre todo, capaces de frenar la trayectoria ecosocialmente destructiva en la que nos encontramos. Una parte crucial de ello es seguir mejorando nuestra educación. Por ello, nuestro objetivo como colectivo es continuar trabajando por desdigitalizar y ecologizar tanto los contenidos educativos como los centros. Podríamos así destinar los recursos que la administración dedica a la digitalización, que únicamente benefician a las grandes empresas, a la contratación de más profesorado que posibilite un modelo acorde a las necesidades del alumnado y la sociedad. Para ello es imprescindible una implicación activa de los docentes y centros, pero también de las familias. La puesta en cuestión de la digitalización puede y debe empezar en nuestras vidas, para desde allí convertirse en un debate social necesario y urgente.

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Primeros firmantes:

  • Adrián Almazán. Universidad Carlos III de Madrid.
  • Jorge Riechmann. Universidad Autónoma de Madrid.
  • Javier Martínez Aznar. Universidad de Zaragoza.
  • Paula Mingell Gracia. Directora de la Escuela Infantil Municipal Las Pajaritas (Huesca).
  • Fabiola Ruiz Ramón. Profesora IES Dos Mares (San Pedro del Pinatar, Murcia).
  • Juan Carlos García Sánchez. Profesor IES Federico Baraibar (Vitoria-Gasteiz).
  • Cecilia Serrano Martínez. Universidad de La Rioja.
  • Helios Escalante. Universidad de Granada.
  • Anabel Corral Granados. Universidad de Almería.
  • Yayo Herrero, Cooperativa Garúa.
  • María García Lavilla. Maestra CRA L’Albardín (Azuara, Zaragoza).
  • David García Ruíz. Educador ambiental y facilitador de grupos.
  • Alicia Guerrero Fernández. Universidad de Sevilla.
  • Pablo Gutiérrez Watson. Profesor Escuela de Jardinería Bouregreg (Rabat, Marruecos).
  • Javier Fuertes. Profesor IES Pablo Gargallo (Zaragoza).
  • Charo Guillén Moliner. Maestra en El Camino Real Academy (Santa Fe, EE.UU.).
  • José Albelda Raga. Universitat Politècnica de València.
  • María Polo Alonso. Duero Natura (Soria).
  • Ángel de Frutos Tena. Universidad de Zaragoza.
  • Virginia Val Campo. Acompañante en espacios de educación libre y profesora de Secundaria.
  • Andoni Alonso. Universidad Carlos III de Madrid.
  • Yolanda Villa Hernández. Profesora FP Agraria (Asturias).
  • Jaume Sastre. Universitat Autònoma de Barcelona.
  • Rosa Ros Pueyo. Profesora IES Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria).
  • Antonio Ballestín Liarte. Profesor Conservatorio Profesional de Música (Huesca).
  • Teresa Velilla. Doctora de Atención Primaria.
  • Julio Carmona, Ecologistas en Acción.
  • Guillermo Benítez Cruz. Universidad de Granada.
  • Ángela Sánchez-Pérez Merino. Maestra CEIP Gloria Fuertes (Getafe, Madrid).
  • Luis Miguel Ferrer Bueno. Director CPEPA Sobrarbe (L´Aínsa, Huesca) y Universidad de Zaragoza.
  • María Martínez Chico. Universidad de Almería.
  • María Fuertes Vicente. Maestra CEIP Sancho Ramírez (Huesca).

Para sumar tu firma aquí.

Fuente: https://ctxt.es/es/20240201/Firmas/45397/Manifiesto-digitalizacion-impacto-riesgos-crisis-educacion-futuro.htm

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Mundo: Así la inteligencia artificial ayuda a detectar material de abuso sexual infantil en línea

Mundo/08-12-2023/Autoría y Fuente: andina.pe

Safer usa la herramienta basada en hashing y matching, algoritmos que pueden detectar material de abuso sexual.

Los datos y la inteligencia artificial para su análisis puede salvar niños que son víctimas de abuso sexual. Solo en Estados Unidos se recibieron más de 88 millones de archivos reportados en los que menores de edad eran víctimas de abuso sexual, según el Centro Nacional de Niños Explotados y Desaparecidos en el 2022. Descubre cómo la tecnología es utilizada para detectar y denunciar a los pedófilos y abusadores.

«Como profesionales en tecnología tenemos el poder de acabar con las pesadillas de niños (que son abusados)», dijo la Dra. Rebecca Portnoff, jefa de ciencia de datos en Thorn, quien fue invitada en la serie de conferencias AWS re:Invent 2023.  En los últimos cinco años, se reporta un aumento del 329% en archivos de material de abuso sexual infantil (CSAM).

Thorn es una ONG fundada por los actores Ashton Kutcher y Demi Moore, que desarrolló el software Spotlight para detectar imágenes o videos de pornografía infantil. Con esta tecnología se ha logrado identificar al menos 9 niños cada día que son presuntas víctimas de abuso sexual.

Esta organización también lanzó Safer, un software basado en la tecnología de Amazon Web Services (AWS) que es utilizado por las empresas para evitar que en sus plataformas en la nube se registre pornografía infantil.

A la fecha, este programa es empleado por empresas como GoDaddy, que aloja miles de sitios web; Imgur, que permite subir fotos; Vimeo, que facilita el almacenamiento de videos; entre otras. Todas estas plataformas tienen el potencial riesgo de que malos usuarios suban contenido ilegal como pornografía infantil. 

Lo cierto es que los depredadores en línea vienen utilizando tecnologías novedosas, como los chatbots, para atraer a menores de edad en internet. De 2021 a 2022, se detectó un 82 % de aumento en los informes de incitación para realizar actos sexuales con menores como víctimas en Estados Unidos.

Eso no es todo. Solo entre 2021 y 2022, la Internet Watch Foundation observó un aumento del 9% en material de abuso sexual infantil generado por computadora usando IA y otras tecnologías.

«Estos no son solo archivos, son niños pidiendo ayuda desesperadamente», alertó Portnoff.  «La inteligencia artificial y el machine learning hace la diferencia», dijo, recordando que comenzaron a trabajar en la plataforma en el 2019, cuando ya se estudiaba el uso de redes neuronales convolucionales para detectar pornografía infantil.

«Construimos un clasificador que actúa como un magneto poderoso para encontrar nuevos archivos de abuso infantil», agregó. Para que esta herramienta sea utilizada por las plataformas tecnológicas donde se almacena contenido se emplea Amazon ECR para distribuir el modelo IA entrenado.

También se utiliza Amazon EKS para mejorar el algoritmo y Amazon S3 para recibir retroalimentación como falsos positivos de parte de las compañías tecnológicas, y así afinar aún más la detección.

Inteligencia artificial para acabar con el abuso infantil

Para ello, Safer usa la herramienta basada en hashing y matching, algoritmos que pueden  detectar material de abuso sexual infantil e interrumpir su propagación en línea. Normalmente se utilizan dos tipos de hash: hash perceptual y criptográfico. Ambas tecnologías convierten un archivo en una cadena única de números llamada valor hash. Es como una huella digital para cada contenido.

Estos algoritmos se apoyan de inteligencia artificial y machine learning para comparar el contenido detectado con material previamente denunciado. Esta metodología permite a las empresas de tecnología identificar, bloquear o eliminar este contenido ilícito de sus plataformas.

Safer es una gran base de datos que agrega más de 29 millones de valores hash conocidos para este contenido ilícito. También permite a las empresas de tecnología compartir listas hash entre sí (ya sea bajo su nombre o de forma anónima) ampliando aún más la cantidad de datos para así interrumpir la propagación de material de abuso sexual de niñas, niños y adolescentes.

En 2022, Safer analizó más de 42,1 mil millones de imágenes y videos y se encontraron 520,000 archivos de abuso en las plataformas. Hasta la fecha, Safer ha ayudado a identificar 2.8 millones de archivos de presunto contenido ilícito, según el informe Emerging Online Trends in Child Sexual Abuse 2023.

Fuente e Imagen: https://andina.pe/agencia/noticia-asi-inteligencia-artificial-ayuda-a-detectar-material-abuso-sexual-infantil-linea-965333.aspx

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Nando López: “El centro debe tener una política de tolerancia cero frente a cualquier agresión LGTBIfóbica”

Por: Laura Vilches

Hablamos con Nando López, novelista, dramaturgo y antiguo docente, sobre la importancia de respetar la diversidad dentro y fuera del aula, así como de la necesidad de que el alumnado LGTBI+ tenga referentes literarios.

Los libros de Nando López se dirigen tanto a un público adulto como juvenil y en ellos refleja habitualmente problemas sociales que giran en torno a la vida cotidiana de los estudiantes. En esta entrevista reflexiona acerca de la LGTBIfobia en las aulas y el uso de las redes sociales para evitar el acoso. Además, ofrece recursos e ideas para concienciar sobre el respeto a los demás.

El próximo 15 de noviembre acudirá a SIMO EDUCACIÓN a dar una charla sobre cómo la literatura puede ayudar a dar visibilidad al colectivo LGTBI+.

Pregunta: ¿Cómo percibes que se encuentra la LGTBIfobia en estos momentos en los centros educativos? ¿Ha empeorado o mejorado la situación?

Respuesta: En los últimos años se ha trabajado mucho a favor de la visibilidad LGTBI+ en los centros escolares. Son numerosos los docentes que han impulsado la creación de espacios LGTBI+ en las bibliotecas o que han animado a su alumnado a fundar asociaciones y lugares de reunión en estos mismos espacios. Sin embargo, el repunte de los discursos de odio y su legitimación por parte de ciertos partidos, desde los que se defienden posiciones como el veto parental (entre otras formas de censura), supone una clara amenaza para estos avances que, en cualquier caso, aún son insuficientes. Actualmente, apenas el 30% del alumnado LGTBI+ es visible y las cifras de bullying LGTBIfóbico, así como las ideación suicida, siguen siendo preocupantes. Es importante celebrar lo logrado, pero también recordar que aún nos queda mucho por hacer.

Lo esencial es ayudar a acabar con la visión heterocéntrica de la realidad y plantear la diversidad como lo único que realmente nos define como sociedad.’

Nando López

P: ¿Cómo crees que se debe afrontar este problema en las aulas?

R: Es imposible dar una respuesta sencilla a una pregunta como esta, ya que son muchas las acciones que deben llevarse a cabo. En primer lugar, el centro debe tener una política de tolerancia cero frente a cualquier agresión LGTBIfóbica y hacerla pública, de modo que su alumnado LGTBI+ sepa que se encuentra en un lugar seguro. Por otro lado, es necesario fomentar espacios de diálogo que permitan no solo la expresión de las personas LGTBI+ sino también la suma de personas aliadas que quieran trabajar a favor de la igualdad y la convivencia. Crear espacios literarios LGTBI+ en las bibliotecas; celebrar días como el 17 de mayo (Día Internacional contra la LGTBIfobia); ofrecer referentes LGTBI+ en todas las materias; plantear talleres contra la LGTBIfobia; organizar clubes de lectura y cine-fórums con títulos protagonizados por personajes LGTBI+; o fomentar la creación de asociaciones LGTBI+ son algunas de esas acciones. Por último, es importante mencionar la gran labor que hacen todos los docentes LGTBI+ que son visibles en sus aulas: son un referente importantísimo tanto para su alumnado como sus familias.

P: ¿Qué aspectos son más importantes para trabajar este tema en el aula con el objetivo de que el alumnado LGTBI+ se desarrolle de forma plena?

R: Lo esencial es ayudar a acabar con la visión heterocéntrica de la realidad y plantear la diversidad como lo único que realmente nos define como sociedad. Muchas personas LGTBI+ sufren el llamado estrés de minoría al verse excluidas del discurso cisheteronormativo que nos relega a unos márgenes de los que ha costado mucho salir. Es importante que ofrezcamos herramientas a nuestro alumnado para que se reconozca, entienda y abrace su identidad, en definitiva, para que sepa que todos, seamos como seamos, somos válidos.

P: Las redes sociales son un caldo de cultivo para las situaciones de LGTBIfobia, ¿cómo se debe educar al alumnado para un uso correcto y tolerante de estas? 

R: Educar en las redes es algo que no solo debemos hacer con nuestro alumnado, también con el mundo adulto que ejerce esa misma violencia que tratamos de erradicar. Es importante que seamos conscientes (alumnado, docentes y familias) de nuestra responsabilidad en las redes sociales y del modo en que lo que decimos en ellas afecta a las personas a quienes va dirigido. En ese sentido, creo que la literatura, y quizá por eso acabé siendo escritor, es una herramienta muy valiosa para trabajar la empatía. En novelas como ‘En las redes del miedo’, ‘Cuál es tu lucha’ o ‘Las durmientes’ abordo este asunto desde muchas ópticas y, a menudo, basándome en testimonios y vivencias reales.

P: ¿Qué papel deben adoptar las familias de los menores en estos casos?

R: Su papel, ante todo, es acompañar. No tienen nunca que imponer, solo escuchar y ofrecer ayuda y apoyo, sin juzgar jamás la realidad identitaria que exprese ese menor: nadie puede decidir quiénes somos ni tiene derecho a ello, ni siquiera nuestra familia. Es importante que esos menores sepan que pueden mostrarse sin miedo tal y como son y que, desde el principio, se les eduque en la diversidad. De nuevo, la literatura puede ser una forma de mostrarles familias diversas así como diferentes formas de ser y de sentir.

La máscara de la ficción permite hablar libremente de temas que, de otro modo, podrían resultarnos más complicados”

Nando López

P: Tu obra ‘La Edad de la Ira’ ha sido adaptada como serie de televisión y muy pronto se estrenará ‘Red Flags’, ¿opinas que el soporte audiovisual ‘cala’ más en los adolescentes que los libros?

R: Creo que ambos conviven y, es más, ahora mismo las cifras de lectura no dejan lugar a dudas: los adolescentes leen mucho más que los adultos. Por mi experiencia, lo que sé es que tienen sed de ficción y que les gustan las historias que les provocan, emocionan y desafían, no las que les ofrecen moralinas y respuestas fáciles a problemas complejos.

P: Aparte de la lectura, ¿qué otros recursos son efectivos en el aula para concienciar a los estudiantes sobre el respeto y los derechos de las personas?

R: Creo que los talleres teatrales son un recurso muy útil para favorecer la empatía: ponernos en la piel de otra persona ayuda a entender la realidad y, además, la máscara de la ficción permite hablar libremente de temas que, de otro modo, podrían resultarnos más complicados. Es importante tener en cuenta que no todas las personas LGTBI+ deciden ser visibles en el mismo momento y nuestra labor no debe ser jamás obligar a que lo sean, sino propiciar un entorno seguro donde sepan que pueden hacerlo. Por ello, emplear el teatro es una manera de que, sin necesidad de que nadie deba decir cómo es o siente, toda la clase aborde la realidad LGTBI+ desde el respeto y la empatía. Ese es el motivo por el que he escrito obras como ‘#malditos16’ o ‘Nunca pasa ‘(para 3º y 4ºESO) o ‘Por qué tiene que ser todo tan difícil’ y ‘Multiverso Shakespeare’ (para 1º y 2ºESO), porque creo que el ejercicio teatral puede ser una herramienta muy útil para la convivencia.

P: En tu última obra, ‘Las durmientes’, hablas de la cultura de la violación. ¿Crees que los jóvenes reciben la suficiente información en el aula para combatirla?

R: Es un tema del que es preciso hablar mucho más. La educación sexual es una de las grandes asignaturas pendientes en nuestro sistema educativo. Con esta obra quería hablar tanto del daño que provoca esa cultura de la violación como de la necesidad de construir una cultura del consentimiento. También de lo difícil que resulta hacerlo cuando la edad media de consumo de pornografía está en los 10 años. ‘Las durmientes’ es una novela construida a partir de testimonios tanto de víctimas de agresiones sexuales como de profesionales expertas en acompañarlas en el proceso posterior. Me parecía esencial crear una historia que, sin caer en el morbo y el sensacionalismo, hablase sin tapujos de un problema que cada vez es más evidente y que da lugar a agresiones a edades más tempranas.

Las Durmientes
  • Autor: Nando López
  • Editorial: Santillana

Ver en Amazon

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/nando-lopez-lgtbifobica/
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Argentina: Revuelo en una escuela de educación especial por masivas renuncias y despidos «sin causas»

América del Sur/Argentina/01-12-2023/Autoría y Fuente: www.diariodecuyo.com.ar

Se trata de la E.E.E. Susana de Castelli, dependiente de ASAL, ubicada en calle Urquiza, entre Córdoba e Ignacio de la Roza.

Un grupo de padres de alumnos que asisten a la Escuela de Educación Especial Susana de Castelli, que depende de la Asociación Sanjuanina de Adaptación Laboral (ASAL), ubicada en calle Urquiza, entre Córdoba e Ignacio de la Roza, en Capital, se han nucleado en las puertas de la institución para pedir la renuncia de la Comisión Directiva (CD).

Los motivos de la solicitud es que en poco tiempo se han dado renuncias múltiples, como así también despidos. En diálogo con este medio, Olga García, una mamá del establecimiento de gestión privada aseguró que la Comisión se gestó sin avisarle al resto de los papás y sólo comunicaron quiénes lo conformaban. Posteriormente, se dieron una serie de salidas que llamaron la atención: la vicedirectora y el director, en un lapso cinco días pusieron a disposición su renuncia; además del despido de una portera.

Los padres que reclamaron explicaciones y desde la Comisión se limitaron a decir que la «portera tuvo abuso de poder». «Quienes más que nuestros hijos para que nos cuentes sin problema qué hacen con ellos en la escuela. Ellos adoraban a todas las personas que se fueron y creemos que sus salidas tienen que ver con el mal manejo de la Comisión Directiva», destacó.

En este sentido, el grupo de papás tomó la decisión de presentar una nota pidiendo la renuncia de la CD y del asesor legal de la escuela, como así también se restituya a las personas que renunciaron y que despidieron. Asimismo, han reclamado convocar a una asamblea extraordinaria y presentarán una denuncia en Personería Jurídica para que intervenga en el conflicto.

Este sector que está disconforme de las decisiones de la CD asegura que no sólo están llevando a cabo «malas decisiones» con respecto al personal docente sino que hace tiempo han notado que «a los chicos no los alimentan como debe ser; están de 9 a 17 horas y los alimentan con un té, por ejemplo».

Advierten que son 105 alumnos, entre jóvenes y adultos con diferentes discapacidades, que están «a la deriva» y que van a luchar por lo canales legales correspondientes para mejore su condición.

Fuente e Imagen: https://www.diariodecuyo.com.ar/sanjuan/Revuelo-en-una-escuela-de-educacion-especial-por-masivas-renuncias-y-despidos-sin-causas-20231129-0018.html

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Cuatro consejos para fomentar la lectura de los más pequeños

Por: ABC

El último informe PIRLS reveló que los alumnos españoles de 4º de Primaria han sufrido un retroceso de siete puntos en comprensión lectora respecto a la de 2016.

A pesar de que la lectura está estrechamente vinculada a numerosos beneficios académicos y sociales como la capacidad de expresarse, la gestión de la información, el pensamiento crítico o el aprendizaje de nuevos conocimientos, el último informe PIRLS 1 reveló que los alumnos españoles han sufrido un retroceso de siete puntos en comprensión lectora. De hecho, este descenso en los resultados está significativamente por debajo de la media de la UE y de la OCDE.

En este contexto, comenzar a leer y tener un hábito de lecturadesde las edades más tempranas es uno de los factores fundamentales para desarrollar la habilidad para extraer el significado de un texto. Por ello, Meira Koponen, desarrolladora de aprendizaje y experta en Pedagogía en Kahoot!, ofrece algunos consejos para fomentar la lectura en la edad en la que los menores pasan de aprender a leer a aprender leyendo.

La nueva ley LOMLOE sigue apostando para que se fomente la lectura en los centros educativos y se desarrollen hábitos que perduren en el tiempo, introduciendo la obligación de un tiempo diario de lectura en el aula. De tal forma, desde las administraciones se invierten grandes esfuerzos en mejorar la capacidad lectora de los alumnos pero, también hay que hacerlo fuera de las escuelas.
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Infancias: “Es un mundo complicado el de hoy, y los chicos tienen una única brújula, que somos sus adultos”

Aunque ya haya pasado el Día del Niño, vale la pena tomarse un momento para reflexionar sobre esta etapa de la vida, los derechos vigentes, los que están vulnerados y los que se cumplen por esfuerzos particulares, convicción de padres y cuidadores y desde organismos que trabajan por el cuidado de la niñez. Por eso la convocatoria a la Lic. en Psicología Antonella Gross Aldecoa, para una entrevista en La Nueva Radio Suárez.

Se refirió la profesional consultada a “la complejidad del rol de los papás y las familias, en acompañar estas infancias un poco perdidas en el ciber espacio. El de hoy, es un mundo complicado y los chicos tienen una única brújula, que somos sus adultos. Si nos perdemos los adultos… ¿quién orienta a nuestros niños?”. Por esto, reflexiona Gross Aldecoa que “ser guía, ser brújula en este mundo de tanta información pasa mucho más por enseñar habilidades, por acompañar desde la educación emocional, que desde el lugar de pasarle una información que ellos ya tienen sumamente accesible, por todos los medios digitales que utilizan”.

Por lo que invitó a reflexionar sobre el rol que toca a los padres o cuidadores adultos. “posicionarnos en cómo son estas infancias, cómo acompañar”. Agrega que viró, “la forma de pensar estas infancias hacia un paradigma de derechos; en buena hora”. Por supuesto, dijo “que hay muchos derechos que siguen vulnerados, tanto por parte de los estados, como por parte de las familias, en términos de violencias, sobre todo, o del acceso a la educación, a la salud, a una alimentación saludable y completa”. Por lo que dice, “hay mucho para hacer para cuidar nuestras infancias. A gran escala, y también a pequeña escala. Creo, que hay mucho trabajo por hacer, y en eso nos tenemos que concientizar de que somos nosotros los que tenemos que hacerlo”.

Por lo que invita, a posicionarse desde el espacio de la casa y la familia, preguntándose qué se puede hacer para acompañar estas infancias, en este mundo complicado, se trata de “volver a estar con el otro, volver a mirarnos, volver a compartir, a escuchar, desde una escucha empática”. Lo que es importante para los adultos, no es importante para los chicos”, por lo que invita a tomar en cuenta que eso de lo que hablan, preguntan, dicen, “para ellos, es lo más importante”.

Por lo que los grandes, dice la profesional consultada, “debemos tener la sensibilidad suficiente para sostener una escucha activa, y comprensiva de eso que les pasa, eso también aprenden: a escuchar. Si dejamos de mirar las pantallas, y volvemos a mirarnos, ellos también aprenden a registrar las emociones en el otro. Hay mucho que hacer para volver al encuentro real, genuino, en esas dos personas”.

Consultada en torno a cuándo acudir a la ayuda profesional, en aquellas cosas que los padres se plantean y no saben cómo llegar, pidió, “volver a mirar, volver a escuchar y darme cuenta cuándo mi hijo está sufriendo por algo y si yo me detecto que no tengo las herramientas para acompañarlo en ese sufrimiento, siempre es importante hacer una consulta. Que tal vez no implique un tratamiento extenso, sino que tal vez, es una o dos entrevistas de orientación y ya está”.

Aclara la Lic. Gross Aldecoa que otra cosa es, “cuando yo como papá me doy cuenta que hay cosas que no se manejar, entonces, la consulta la tengo que hacer yo. Porque a mí me están faltando herramientas para acompañar esa crianza. Entonces, está bueno eso. No siempre el problema es el niño/a. A veces, somos los adultos los que nos quedamos sin herramientas, porque el cambio en los modos de crianza ha sido tan fugaz, que hemos recibido una cosa muy distinta a la que tenemos que dar ahora. Entonces, es lógico que no vamos a tener las herramientas, las tenemos que ir construyendo. En esos casos, es el padre/madre, el que tiene que ir a hacer la consulta, no llevar al hijo. Preguntando cómo puede hacer para acercarse a su hijo, como puede hablar con él. Asumir, que uno a veces, no se las sabe todas, y que a veces, puede recibir una mano de alguien, que estudió cosas que le pueden llegar a servir. Construir juntos, con el profesional, las herramientas que necesita esa mamá o ese papá”.

https://www.lanuevaradiosuarez.com.ar/sociedad/infancias-es-un-mundo-complicado-el-de-hoy-y-los-chicos-tienen-una-unica-brujula-que-somos-sus-adultos-64289.html

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