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“El internet que queremos”, el vibrante mensaje de una hacker feminista de Berlín

Por Fiona Krakenbürger

El Internet y su historia

Hola.

Soy Fiona y tengo 26 años, o sea casi la edad del World Wide Web. El WWW se desarrolló más o menos en el año 1991 y desde entonces se fue configurando de forma muy diferente a lo que se había pensado inicialmente.

Hace 10 años mis padres seguramente no hubieran pensado que iba a estar aquí un día, en la Ciudad de México, contándoles algo sobre el feminismo y la Red. Y cuando se empezó a desarrollar Internet tampoco se pensaba que íbamos a organizar un intercambio entre feministas mexicanas y alemanas a través de Skype, y que íbamos a grabar esa conversación para después poder enviarlo a las masas.

El Internet y su historia están marcados por malentendidos y equivocaciones. Este patrón se mantiene hasta hoy: la última estimación equivocada se refiere al potencial democratizador de Internet y a la esperanza de que podría ofrecer una plataforma a las voces no escuchadas. Pero la libertad de expresión que muchxs adquieren en la Red hace que otrxs sean calladxs.

Hoy quiero contarles de estos malentendidos y de las evoluciones imprevistas —y también de cuál sería un Internet según nosotras: ¿cómo se vería una ponderación feminista?—. Y quiero hablar con ustedes sobre las posibilidades que hay para lograr precisamente eso y de qué manera las iniciativas y activistas ya trabajan para lograrlo.

Las equivocaciones del Internet

Cuando Internet se desarrolló a finales de los años sesenta y todavía se llamaba ARPANET, era con la idea de que sirviera a una mejor distribución de la capacidad de proceso de las computadoras y para usarla entre las universidades. Internet ofreció diferentes servicios, entre otros la transferencia de archivos, o sea datos, pero también correo electrónico. Esto último se convirtió rápidamente en el servicio más usado.

En los años noventa la Red experimentó una evolución significativa por el hecho de que Tim-Berners Lee desarrolló la red mundial “World Wide Web”, o lo que es la red de páginas web y que hoy en día solemos denominar y conocer genéricamente como “el Internet”. Gracias a eso muchas más personas pudieron utilizar y acceder a la Red… también con fines comerciales.

Así Internet fue usado por cada vez más actores: periodistas, proveedores comerciales, autores, particulares (personas privadas), todxs ellxs pudieron usar, construir y discutir la Red. En California hubo una élite emergente de periodistas y técnicos que eran pioneros del uso del Internet y que a la vez marcaron la narrativa sobre el Internet de manera decisiva. Ellos eran programadores y periodistas de WIRED, artistas, oradores y emprendedores.

Uno de ellos era John Perry Barlow, quien redactó la Declaración de Independencia del Ciberespacio en 1996 y que se dirigía a los gobiernos. En ella dijo:

“Gobiernos del Mundo Industrial, cansados gigantes de carne y acero, vengo del Ciberespacio, el nuevo hogar de la mente. En nombre del futuro, les pido a ustedes del pasado que nos dejen en paz. No son bienvenidos entre nosotros. No ejercen ninguna soberanía sobre el lugar donde nos reunimos”. […] “Estamos creando un mundo en el que todos pueden entrar, sin privilegios o prejuicios debidos a la raza, el poder económico, la fuerza militar, o el lugar de nacimiento”.

La promesa de que el Internet funcionaría sin cuerpo, física y por lo tanto sin fronteras, prejuicios y leyes no solo está refutado por nuestras experiencias como mujeres en la Red, sino también por legislaciones que se vinculan con la materialidad de la Red. Existen servidores, existen domicilios, existe la propiedad de páginas web y hay leyes que impactan la libertad y calidad del Internet de diferentes maneras en diferentes países, que se refieren a la ubicación de los servidores o que encarcelan a personas por su legislación local.

Sin embargo el Internet no es solamente lo contrario de lo que John Perry Barlow prometió, de hecho mucho de aquello también se cumplió. Podemos en efecto comunicarnos globalmente, nos podemos conectar y podemos formular mensajes para las masas, sin tener que poseer una emisora de radio propia.

Ahora el término Web 2.0 contiene muchas de esas esperanzas. El “contenido generado por el usuario” (User-generated Content) democratiza el discurso público: Blogs, Twitter, foros y Youtube, la comunicación sin fronteras, la red interactiva convierte a todos y todas en emisor/a. El término clave en torno al discurso sobre la Web 2.0 es la libertad de expresión.

Ahora llego a la última equivocación de la que quiero conversar con ustedes: Se trata de la promesa de la libertad de expresión y de la posibilidad de volverse visible en la red y de crear y marcar discursos. Sí, obtuvimos la posibilidad de hacer uso de todo eso muchas veces. Pero existen problemas inmensos que no se pueden negar.

Sobre la situación de la comunicación en la Red

En los años noventa todavía había muchas autodenominadas ciberfeministas que soñaban con un espacio incorpóreo y sin género, libre de discriminación. Hoy en día se les podría calificar de ingenuas, pero con respecto a las narrativas dominantes de la red, tenía bastante sentido también soñar este sueño.

Lamentablemente esta realidad tiene otra cara hoy en día. Numerosos estudios demuestran que las mujeres son víctimas de insultos y de acoso con más frecuencia y con mayor probabilidad.

Anita Sarkeesian, una reconocida gamer, trata el tema del sexismo en los juegos de computadores en su formato de Youtube “feminist frequency”. Ese formato fue muy exitoso y recaudó numerosas donaciones —lo cual creó un escándalo en la escena de los gamers—. Este caso que fue denominado “Gamergate” e hizo más que visible la magnitud del sexismo y odio  hacia las mujeres.

Sarkeesian publicó las hostilidades y amenazas de muerte en un Tumblr e inició una discusión amplia sobre el odio en la red —lo cual la convirtió nuevamente en el blanco de hostilidades hasta el punto de tener que someterse bajo protección policial—. Aparte de ella también hubo otras mujeres que se expresaron con respecto a los juegos y que también fueron gravemente acosadas.

Este es un ejemplo que tan solo puede darnos una pequeña impresión de algo que probablemente muchas de nosotras conocemos. Muchas mujeres, feministas o grupos poco representados, son atacados e insultados gravemente por su aspecto físico, su color de piel, su sexualidad o por su opinión. Muchas veces eso lleva a que las personas se callen y se retiren. Por suerte no pasó en el caso de la personalidad fuerte de Anita Sarkeesian, sin embargo es intimidante y cada insulto en Internet es demasiado.

No existe casi ninguna plataforma que no tenga este problema —la parte de los comentarios de Youtube es el basurero del Internet—. Los periódicos y las revistas tienen que moderar los comentarios, en Twitter, en Facebook, en todos lados acechan los peligros. Y los operadores de las plataformas tienden a eludir cualquier responsabilidad. Hace poco Twitter decidió que iba a tomar medidas más eficaces en contra del acoso, pero hasta hoy se espera una solución.

¿Qué Internet queremos?

Quiero dar un paso para atrás con ustedes y dejar de lado todo aquello que se desvía de las ideas en torno a la libertad de expresión y de los discursos.

Estamos más o menos en el año 2003, 2004, 2005 y sabemos lo que pasó y queremos hacerlo de otra manera. ¿Cuáles son los deseos y demandas de una feminista al Internet?

Aquí hay 5 propuestas:

1. Queremos un Internet en el cual podamos conectarnos e intercambiar.

Con eso quiero decir que podamos usar las oportunidades digitales para conocer otras feministas y para intercambiar nuestras estrategias y perspectivas. Pero no solamente que podamos informarnos entre nosotras, también poder juntarnos, conectarnos, planear acciones para formar una masa aún más grande y crítica.

2. Queremos una red donde podamos hablar sin miedo

En cuanto a nuestra seguridad, nos acechan numerosos peligros y muchas trampas en la Red.  No solamente podemos convertirnos en el blanco de hostilidad, sino también podemos ser desenmascaradas y desanonimizadas por la seguridad insuficiente. Hay que acabar con esto. Los operadores de plataformas como  Twitter o Facebook tienen el deber de garantizar que sus clientes, es decir también feministas, mujeres, comunidades marginalizadas, puedan usar sus servicios sin tener que temer las consecuencias.

3. Queremos una red en la que el feminismo tenga su lugar, donde pueda comunicar sus intereses y perspectivas y donde pueda informar a quienes estén interesados/as.

La Web 2.0 nos prometió que las usuarias se podrían convertir en productoras. Con blogs, en Twitter, podcasts y revistas en línea nos podemos pronunciar, podemos poner al alcance de los y las lectoras lo que nos mueve y ocupa y lo que significa el feminismo.

4. Queremos una red en la que podamos participar activamente, al compartir y desarrollar nuestras perspectivas y nuestros conocimientos.

Durante el siglo veinte, las mujeres todavía eran una parte esencial del desarrollo informático, pero en el transcurso del tiempo fueron desplazadas de la informática, dado que las computadoras y la tecnología se convirtieron cada vez más en “cosas de hombres” con trabajos de prestigio. Esto tiene que cambiar. La tecnología y la Red nos conciernen a todos y a todas y se toman decisiones a diario que cambian nuestra vida. Pero en la actualidad esas decisiones son tomadas principalmente por la minoría de este planeta: hombres blancos, muchas veces adinerados. Es importante que sean integradas diferentes perspectivas en el desarrollo de la técnica. Es por eso que yo considero tan importante que las mujeres también tomen parte en los asuntos de la informática.

5. Queremos una Red en la que seamos fuertes.

No todos/todas pueden hacerlo, pero me parece importante que hablemos sobre nuestras dificultades con la misma frecuencia que sobre nuestros éxitos en la red, que no somos víctimas de hostilidades, sino personas fuertes con opiniones fuertes, que también contraatacan en caso de ataques y que pueden morirse de la risa de esos idiotas que no tienen nada mejor que hacer que insultar a mujeres en línea todo el día.

Esto es lo que queremos

No tenemos que empezar con eso desde cero. Al contrario, ya existen muchas iniciativas interesantes y hay feministas que ya pugnan con éxito por un Internet que corresponda a nuestras ideas. De hecho hay tantos proyectos que me vienen a la cabeza, pero elegí sobre todo proyectos de los que pensé que les podrían servir como inspiración:

Por supuesto, existen numerosos blogs y plataformas de feministas, seguramente ustedes también conocen algunos. En Alemania la “Mädchenmannschaft” (“equipo de chicas”) dio inicio hace algunos años y se volvió una voz fuerte y audible en el discurso de la red. Yo soy una gran fan del “Lila Podcast”, de una feminista que se llama Kathrin Rönicke y que hace podcasts periódicamente en torno a los temas de la Red y feminismo con diferentes colaboradores. Quiere decir que ella regularmente produce un programa de audio en el que conversa con otrxs. Me parece que los podcasts son un formato buenísimo, porque nadie puede interrumpirte.

Otro proyecto y modelo interesante proviene de la India —la cuenta de Twitter “genderlogindia” es supervisada por diferentes mujeres por una semana. Ellas postean enlaces, opiniones y discuten públicamente. Lo inteligente de eso es que nadie se vuelve vulnerable a ataques, ya que aunque compartan la misma cuenta, se presentan con identidades diferentes y ambiguas.

Heart of Code, quiero presentarles este proyecto en el que yo estoy involucrada. Somos un espacio de hackeo para mujeres y personas que se identifican como mujeres en Berlín. Nos fundamos el año pasado, después de haber participado en un campamento de hackeo. Ahí los miembros fundadores se dieron cuenta de que hay muchísimas mujeres increíbles que no solamente se interesan por la técnica, sino que también trabajan con eso de manera práctica y que tienen proyectos padres. Pero suelen estar aisladas. Entonces fundamos un espacio de hackeo para poder conectarnos mejor. Nos encontramos regularmente, organizamos días de hackeo, talleres y posiblemente tendremos nuestro propio espacio lindo de hackeo. Con eso queremos crear más visibilidad, darles la oportunidad a las mujeres de entrar al mundo de la tecnología y también a la comunidad del hackeo, para que sea más diversa.

Por cierto, somos uno de muchos espacios queer/feministas de hackeo y de mujeres. En Berlín hay —además de Heart of Code— Haeqs, un espacio de hackeo queer-feminista, en Brasil hay la “Maria Labs”, en Viena hay “Madame Balthazar”, que también es un espacio de hackeo de mujeres y existen muchas otras iniciativas y grupos.

Otro grupo interesante que pugna por más diversidad en la informática son las “Railsgirls”. Son una iniciativa de Finlandia que les enseña a mujeres como programar en el lenguaje “Ruby on Rails” mediante talleres. Entretanto existen Railsgirls en centenares de ciudades, también en Berlín. Los talleres son atendidos por alrededor de 70 mujeres y 30 mentores. Durante un día las mujeres aprenden a programar y al final del día han programado su primera Webapp. Muchas de las principiantes siguen yendo a los encuentros regulares de codificación para seguir aprendiendo a programar. Algunas de ellas ya han desarrollado sus propios proyectos, como por ejemplo “Speakerinnen.org”, una plataforma que lista a ponentes femeninas para que haya más mujeres en los paneles.

Me parece que estos proyectos demuestran por qué es tan importante que las mujeres participen activamente, dado que ellas tienen otras perspectivas en cuanto a problemas y soluciones. Hubo por ejemplo un “hackathon feminista” que trató solamente del tema “extractores de leche”. Parece que están tan mal diseñados y por eso causan mucho sufrimiento, entonces se juntaron varias para mejorar el aparato. En el “femhacks”, que es un “hackathon feminista” y se realiza globalmente en memoria de la activista asesinada Sabeen Mahmud, se desarrolló por ejemplo el “mapa de acoso”, un mapa dónde se pueden marcar casos de acoso de manera anónima.

Y lo que me parece muy importante son páginas con humor, autoconfianza y que no se toman muy en serio a sí mismos. El Heart of Code por ejemplo hace poco hizo camisetas y stickers con la frase “F.U.C.K.” que es la abreviación para “Mujeres y Cosas de Compu” (por sus siglas en alemán). Es algo parecido al dicho (irónico) “¡Mujeres y la técnica: mucha suerte/eso va a ser divertido!”, aludiendo a la idea de que las mujeres realmente no saben nada de eso. Ante eso queríamos reaccionar con un cordial “Fuck You!” y al hacerlo nos morimos de risa.

También me parece excelente la página “Safer Nudes” (desnudos más seguros). Tal vez se acuerdan del leak de fotos desnudas de algunas personas famosas, entre ellas Jennifer Lawrence, no obstante se omitió que también hubo fotos de hombres desnudos transmitidos por leaking.

Hubo algunos políticos que echaron la culpa a las mujeres por el hecho de haber enviado fotos desnudas. Eso es por supuesto un disparate total y es una humillación a las víctimas. La culpa es de las empresas que ofrecen servicios poco seguros y también de los que hackean las cuentas. Enviar fotos de personas desnudas es parte de nuestro cotidiano. La pregunta no es si amamos nuestros cuerpos, si nos parecen lindos y si se los deberíamos mostrar a otros. La pregunta es: ¿cómo lo podemos hacer sin ponernos en peligro? Para eso algunas activistas del grupo “Coding Rights” hizo el siguiente poster:

Creator: safer nudes. Creative Commons License LogoEsta imagen está bajo la licencia de Creative Commons License.

Es un poster plegable, que informa sobre los canales seguros que hay para la transmisión de fotos de desnudos, ¡y yo adoro las ilustraciones!

Aufschrei: “El Grito”

Si no me equivoco, ustedes ya conocen la campaña «El grito» (Aufschrei). En 2013 algunas feministas alemanas comenzaron difundir el hashtag “el grito”, #Aufschrei, en Twitter. Contaron sus experiencias de sexismo diario y de sexismo no tan diario. Muy rápidamente se unieron miles de mujeres y hablaron de su realidad vital y de los ataques, insultos y agravios que han recibido en su vida.

Entonces yo informé cómo era para mí que me echaran los perros cada día o que tuviera que soportar el cat-calling (piropos). Todavía recuerdo mi sorpresa al respecto y como otras también estaban sorprendidas porque muchos hombres me hablaron en referencia a mis descripciones y me informaron de que ellos no sabían de la gravedad de la situación. “El grito” ayudó a visibilizar la situación actual con respecto a los temas de igualdad de género, sexismo y agravios. La campaña ha recibido muchísima atención y ha ganado un importante premio de los medios digitales.

Me he dado cuenta, además, de que las mujeres y las feministas se acercan a lo público en la Red también con otros formatos de comunicación. Es importante estar presente en lo público con una opinión fuerte. Pero también tiene que haber siempre espacios seguros a los que una se pueda retirar. No todas quieren y pueden exponerse públicamente y no todas las discusiones tienen que ser escuchadas en el espacio público. Me doy cuenta de que muchas iniciativas de amigas se reúnen en espacios cerrados. Se conectan por ejemplo a través de listas de correos o en Slack, que es un programa de chat que funciona por invitación y donde se pueden crear grupos.

Por ejemplo hay un Slack que se llama “Mujeres en Tecnología”, donde puedes solicitar ser invitada. En Berlín existe SUPERRR, un grupo de mujeres que trabajan principalmente en tecnología o en ONG y que se encuentran de forma irregular en bares. Llegado el momento, se recibe la invitación por una lista de correo o por el Hashtag #SUPERRR. El año pasado en el festival “Freedom”, en Valencia, se creó una lista de correos a través de un servidor feminista.

Hay muchas otras páginas y foros interesantes, pero solo podría darles información sobre Alemania. Estoy segura de que ustedes conocen ya maravillosas plataformas de México o que puedan descubrirlas. Les recomiendo la página Gender IT, donde pueden encontrar muchos artículos y textos sobre la web feminista. Además me encanta el trabajo de Tactical Tech, una ONG internacional con sede en Berlín que trabaja con los temas tecnología, vigilancia tecnológica, sociedad y género.

¡Vamos!

Lo que me gustaría transmitirles es lo siguiente: El Internet se encuentra en un cambio permanente, por eso nunca es demasiado tarde para hacer algo para que mejore, nunca es demasiado pronto para comenzar.

Por un lado podemos comenzar apoyando iniciativas ya existentes, o podemos simplemente copiarlas e integrar ideas propias. Podemos crear cosas nuevas en nuestras ciudades y comunidades. Pero tenemos que seguir luchando y tenemos que criticar el Internet, las prácticas digitales y la tecnología desde una perspectiva feminista.

Tenemos que defender un cambio, para un Internet seguro, feminista y justo o, aún mejor, construirlo nosotras mismas.

Traducción del alemán al español: Sarah Besch y Josema Enríquez

Fuente: https://mx.boell.org/es/2017/05/06/el-internet-que-queremos-el-vibrante-mensaje-de-una-hacker-feminista-de-berlin

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Feminismo, ‘bondage’ y superhéroes: el insólito origen de Wonder Woman

No fue la primera superheroína del cómic, pero sí que ha sido la más importante e influyente. El estreno de su nueva película, batiendo récords de taquilla, ha revitalizado el Universo DC cinematográfico -que lleva demasiado tiempo oculto bajo un manto de tenebrismo- y ha renovado el interés por una heroína que nunca ha dejado de estar de moda.

Wonder Woman ha sabido, al menos en el papel, reinventarse constantemente: de su categoría de icono pop escasamente subversivo, gracias a la mítica y adorable serie de televisión de Lynda Carter, a la increíblemente mítica etapa de reinvención en los ochenta, capitaneada por George Pérez, pasando por versiones tan interesantes como la última y fundamental de Greg Rucka.

Sin embargo, hay una etapa, la primera de todas ellas, que duró hasta los años cincuenta y estuvo capitaneada por sus creadores literarios y gráficos originales. Ya en esta primera época Wonder Woman exhibió buena parte de las características que no se separarían nunca de ella: un retrato fuerte y primario de la mujer; un feminismo esencialista con raíces en la mitología y la cultura clásica, pero a la vez muy consciente de los cambios sociales que estaban teniendo lugar en la época; y, por supuesto, una clara consciencia de que el comic-book era el medio perfecto para entretener, educar y transmitir. Los tebeos de superhéroes de una treintena de páginas eran un medio recién nacido que estaba ganando popularidad a una velocidad monstruosa.

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Las mentes maestras

William Moulton Marston, creador de Wonder Woman y guionista del personaje hasta su muerte, nació en 1893 y pronto demostró un carácter hipersensible y peculiar: se planteó el suicidio en su primer semestre de estudios cuando advirtió la dificultad de la carrera de Psicología.

Pero su voluntad fue más fuerte que la adversidad, y tanto con ésta como con la de Derecho bajo el brazo comenzó una brillante carrera profesional, iniciando estudios sobre temas que luego influirían en la configuración de la inimitable amazona de los cómics. La dominación y la sumisión, la verdad y la mentira (Marston siempre presumió de haber inventado la máquina de la verdad), la voluntad y el carácter femenino.

Su atrevida visión de muchos de estos aspectos y su desprecio hacia los convencionalismos educativos de la academia le brindaron buena parte del carácter que necesitó para configurar Wonder Woman.

Pero hacía falta más. Una mujer, claro: Elisabeth Holloway se casó con Marston en 1915 e inició con él una relación tan íntima y creativa que, aunque Marston ha permanecido en la memoria oficial como el creador de Wonder Woman, entre el fandom nadie niega la participación clave de Holloway a la hora de configurar a la heroína.

De hecho, es habitual otorgar también crédito a una segunda mujer algo más joven, Olive Byrne, a la que el matrimonio conoce en 1925 y con quien inician una relación sentimental tricéfala y consensuada (las dos serían madres de un par de hijos de Marston cada una).

Ambas fueron mujeres avanzadas a su tiempo: Holloway perteneció a la primera generación de feministas que se definió como tal, y Byrne era la combativa sobrina de nada menos que la histórica luchadora por los derechos de la mujer Margaret Sanger. La primera aportó a Wonder Woman su ideario y la segunda, su juvenil e imparable carácter.

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En una entrevista con Marston de 1940, hecha por la propia Olive Byrne y firmada bajo seudónimo en la revista The Family Circle , el creador asentó las bases de sus teorías acerca del comic-book como medio educativo y difusor de ideas, sin por ello perder un carácter popular y de entretenimiento.

Fue ahí donde habló de la conveniencia de crear una superheroína que contrastara con tanta testosterona enmascarada. La entrevista fue leída por Max Gaines, entonces editor de All-American Publications, empresa fundamental para entender el tebeo superheroico, y que dio su primera oportunidad a la creación de Marston. Éste no disfrutaría demasiados años del éxito: Marston murió tras un cáncer fulminante en 1947, con 53 años y solo seis años después de la creación de la heroína.

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Se debe añadir a este equipo creativo inicial la presencia del dibujante Harry G. Peter, visionario ilustrador que dio un uniforme y características físicas a la heroína que apenas ha sufrido cambios hasta hoy. Estuvo al frente de los dibujos de la serie hasta su muerte en 1958 y le otorgó al personaje una dignidad regia y firme alejada del elástico dinamismo de otros superhéroes de la época. En su excelente y recién publicado ensayo sobre el personaje, Wonder Woman – El feminismo como superpoder, Elisa McCausland cita como referentes del trabajo de Peter a las ilustraciones de pin-ups del pionero Charles Dana Gibson y del inevitable Alberto Vargas.

Peter creó una heroína que gracias a los guiones de Marston tenía un carácter sensible y humano, y debido a la formación artística de Peter, unos rasgos inevitablemente femeninos, pero a la vez una corporeidad robusta e imponente. El modelo de una nueva mujer para el siglo XX.

Así se crea una supermujer

Wonder Woman se benefició de nacer en un momento idóneo para la industria del cómic. Había pasado el momento de los comics distribuidos en prensa, y las revistas conocidas popularmente como comic-books movían a millones de lectores. El género que hoy es mainstream dentro del medio, los superhéroes, gozaban en el momento de la creación de Wonder Woman una fama inusitada gracias a personajes como Superman, creado en 1938, solo tres años antes. Pero Wonder Woman llegó a vender medio millón de ejemplares de su propia publicación en su primer año de vida, superando en algunos momentos al mismísimo Superman. ¿A qué se debía este atractivo? ¿Dónde residía su magnetismo?

Por encima de todo, en el carácter franco, refrescante y liberador de la condición femenina de Wonder Woman: el primer texto que puede leerse en una historieta del personaje dice “ En un mundo hecho trizas por los odios y las guerras de los hombres, aparece una mujer para la que los problemas y los temores de los hombres son juegos de niños”.

La filosofía de Marston está clara: la sensibilidad e inteligencia de las mujeres las pone en una condición a la que los hombres, enfrascados en sus ridículos conflictos territoriales o de exhibición de ego, no son capaces ni de comenzar a comprender. Pero esto no se manifiesta a través de la agresividad o la guerra de sexos, dado el carácter conciliador y eminentemente femenino de Wonder Woman.

Y quien mejor lo entiende es aquel que en otras circunstancias habría estado llamado a ser el héroe de la historia, el oficial Steve Trevor que descubre la Isla Paraíso donde viven las amazonas por accidente: siempre un comparsa pero también un comprensivo apoyo de una diosa que, física y mentalmente, está por encima de él. Una circunstancia que Marston no se preocupa de justificar dada la flagrante obviedad, en la mente del guionista, de esta superioridad, tal y como justificó una y otra vez en múltiples entrevistas y textos académicos.

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Es conveniente subrayar que pese a lo chocante que puede resultar el concepto, la creación de Marston estaba lejos de ser conflictiva. Wonder Woman exhibe unos valores conciliadores y humanistas pero, como las sufragistas que influyeron en los valores que propaga la heroína, no está dispuesta a dar un paso atrás. El otro icono femenino que maneja Wonder Woman, el de las amazonas (y que no solo tiene una raíz mitológica, sino que sirvió para definir un tipo muy particular de protofeminismo), también funciona en esa dirección: un grupo de iguales que viven en paz y concordia son invadidas por los hombres, y una de ellas sale al mundo a lanzar un mensaje de justicia e igualdad.

Quizás el resumen perfecto de esta personalidad coherente pero aparentemente contradictoria esté en las muy difundidas y comentadas incursiones de la heroína, en esta primera etapa, en algunos códigos visuales del BDSM, el bondage y el sadomasoquismo. Por supuesto, todo desde una perspectiva completamente pop: Wonder Woman, como heroína cuyas raíces estéticas se hundían en las chicas de portada pulp, aún cuela en sus viñetas una buena cantidad de secuencias en las que la protagonista es atada e inmovilizada casi hasta la asfixia, en ocasiones en poses claramente provocativas.

Pero Marston veía estas viñetas de otra manera, más allá del obvio recurso comercial: la sumisión voluntaria, igual que los juegos consensuados del BDSM, es parte de la ética de Wonder Woman, que transmite que un sometimiento parcial es esencial para el buen discurrir de una relación. Todo ello deriva de las relaciones personales de Marston, donde entra en juego una nueva amante, Marjorie Wilkes Huntley (bibliotecaria que inició al clan Marston en el bondage y que acabaría entintando Wonder Woman), y que enseñó a la insólita familia juegos eróticos en los que cada una de las “unidades del amor” que participaban asumían papeles de “líderes del amor”, “amantes” o “chicas del amor”.

Pero hay más: las cadenas que tan a menudo aparecen sujetando a Wonder Woman (la única forma de inmovilizar a la heroína es sujetando sus brazaletes imbuídos de poder) son iconos de la lucha feminista. Los panfletos que Byrne, su madre y su tía distribuían ilegalmente hablaban del control de natalidad usando las cadenas y las ataduras como símbolo. Y las cadenas son una forma expresiva de la lucha sufragista, desde que un grupo de mujeres se encadenara a las puertas de la Casa Blanca en 1917.

Todo un entramado de influencias y signos que delataban una visión única por parte de Marston y sus compañeras y que han acabado dando una vitalidad única a Wonder Woman. Más de ocho décadas después de su creación, su lucha contra la opresión es más actual que nunca.

Fuente del Artículo:

http://www.eldiario.es/cultura/comics/Feminismo-BDSM-superheroes-Wonder-Woman_0_656884918.html

 

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Para hablar de igualdad hay que hablar de feminismo

Por:  i

Miguel Lorente, forense y experto en violencia de género, asegura que el problema de los hombres es que han vivido la infancia, pero no han sido sido niños.

Para Miguel Lorente Acosta, profesor titular del Departamento de Medicina Legal, Toxicología y Antropología Física de la Universidad de Granada, una de las profundas raíces del machismo en la sociedad actual es que hombres no han sido niños. “Hemos vivido la infancia, pero no hemos sido niños”. La manera de entender lo que es ser hombre va a venir marcada por un contexto y referencias que se van a “interiorizar” en el proceso “madurativo, educativo y de socialización”, expone.

Lorente ha participado estos días en el curso de verano ‘Niños son, ¿qué hombres serán?’, organizado por la Universidad del País Vasco. Durante este curso, varios especialistas han puesto el foco en los niños y en su desarrollo como hombres: qué mensajes reciben (educativos, familiares, comunicativos…) y de qué manera contribuyen (o limitan)  su desarrollo integral, su aprendizaje de las relaciones de convivencia y del ejercicio del poder; el manejo de la violencia y su implicación a favor de la igualdad real. En este sentido,  “para hablar de igualdad tenemos que hablar de feminismo, que es el ‘ especialista de la igualdad. El feminismo es una referencia para remodelar las identidades sobre la igualdad”.

La identidad es el elemento que tienen en común todos los hombres. Miguel Lorente clasifica la identidad de dos maneras. Por un lado la identidad subjetiva, que es lo que “somos ante nosotros mismos”. Por otro, la identidad inter-subjetiva: “lo que somos ante los demás”. La segunda es la que más preocupa a los hombres, ya que lo que quieren es “ser reconocidos ante los demás como hombres”. De modo que desde pequeños interiorizan ciertos comportamientos que un “hombre” no debería de tener y empiezan a actuar de esa manera. Por ejemplo rechazando el color rosa o los “juguetes femeninos” en la infancia.

La infancia negada

“Antes que ese hombre hay una cultura, que es el machismo. Desde pequeños los niños viven situaciones y experiencias que les hacen entender lo que tienen que hacer para poder llegar a ser un hombre. Es la infancia negada, ya que desde pequeños los niños producen un rechazo hacia lo femenino, ocultan sus emociones, tienen mucha competitividad a la hora de jugar con los demás y empiezan a tener una imaginación sobre la violencia. Además están expuestos a diferentes juegos, series, películas o situaciones que todavía refuerzan más esa cultura machista”.

Esa cultura ha ido creando una “normalidad tramposa” en la que la sociedad entiende que hay algunos espacios, elementos o circunstancias de desigualdad, como por ejemplo en el trabajo o el sueldo, pero no la asocian con el machismo. “Por un lado está la desigualdad que ven en ciertas situaciones y por otro el machismo. La idea es entender que la propia normalidad es el machismo porque si no se seguirán construyendo estas identidades y no las cuestionaremos”.

Lo que la sociedad tiene que hacer es “educar la cultura” tanto en las familias, colegios  e incluso instituciones. “El objetivo del machismo es mantener la cultura ya que la cultura es machismo”, advierte. Por lo tanto, “ hay que hacer ver a los niños desde una edad muy temprana que esto no es así”.

Los nuevos cambios conseguidos gracias a la transformación de las mujeres no son bien recibidos por los hombres. “Esta nueva situación ha hecho que los hombres se sientan amenazados o cuestionados y en vez de avanzar recurren al machismo y con ello a la violencia. La violencia no ha disminuido porque los hombres no están a favor de este cambio, por lo que responden con violencia para intentar conseguir con ella lo que antes se conseguía con el control social: la ‘normalidad tramposa’. Los hombres tienen que incorporarse a ese cambio social y entender que ese modelo construido desde la infancia es erróneo”.

Fuente: http://www.eldiario.es/norte/euskadi/hablar-igualdad-feminismo_0_662134697.html

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Investigación feminista : epistemología, metodología y representaciones sociales

México/10 julio 2017/Fuente: Biblioteca Clacso

Este libro es el resultado de una reflexión colectiva que realizan las autoras a partir de trabajos desarrollados en distintos campos del conocimiento, que da cuenta de los enfoques teóricos y metodológicos empleados en la investigación feminista, como una forma de buscar nuevos acercamientos al pensamiento, discurso y afectividad de las mujeres. Con la intención de contribuir a los debates contemporáneos sobre la generación del conocimiento, se muestra de qué manera las nociones sobre el género influyen en la práctica y el pensamiento científico, proporcionando distintas perspectivas sobre las posibilidades de las mujeres como personas cognoscentes y cognoscibles. Se trata de una obra con textos originales que ofrece, al mismo tiempo, algunas experiencias para guiar la investigación.

Fuente: http://biblioteca.clacso.edu.ar/colecciones/saladelectura/index.php?novedad=si&c=mx-005&d=12737

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“Hacerlo en clase” o por qué innovar en educación es muy parecido a ser feminista

Por: María Acaso

Innovar en educación, concretamente en España y en América Latina, es tan necesario ahora como lo fue el desarrollo de los feminismos en los años sesenta, y por razones bastante parecidas.

Dos son las palabras que más se van a repetir a lo largo de este texto: innovación y feminismos, dos términos controvertidos que, últimamente, pueblan artículos, conversaciones e intenciones polémicas. Dos términos que han sufrido un gran desgaste, en paralelo, al entrar en los imaginarios mainstream para representar un cuerpo de conocimientos que ya no se ajustan al contexto que los produjo y que, por lo tanto, hay que reformular desde el presente.

Innovar en educación, concretamente en España y en América Latina, es tan necesario ahora como lo fue el desarrollo de los feminismos en los años sesenta, y por razones bastante parecidas. Los feminismos se consolidaron, precisamente, cuando se produjo la incorporación de las mujeres al mercado laboral, un hecho que creó el contexto que propició un cambio social.

Copyright © Guerrilla Girls. Cotesía de guerrillagirls.com

Ahora también estamos viviendo un hecho insólito: por primera vez, las dinámicas de gestión del conocimiento están yendo por delante de los contextos educativos, razón por la que es necesario un cambio; es necesario que dichos contextos se ajusten a una gestión del conocimiento distinta. No me voy a detener a juzgar cómo debería ser esa gestión, lo que me interesa señalar es que ese reajuste es necesario, y que el término que mayoritariamente se está utilizando para identificar dicho reajuste es el de innovación.

Creo que hemos perdido las referencias de lo que significa innovar en educación. Desde mi punto de vista, innovar en educación consiste, básicamente, en desestabilizar unas prácticas que ya no están basadas en el presente; unas prácticas que, al igual que los feminismos, nacieron con la voluntad de desestabilizar las dinámicas que el patriarcado llevaba imponiendo desde siempre, y que necesitaban ser revisadas.

Etiquetar cualquiera de los procesos de innovación educativa de «práctica neoliberal» constituye un proceso que reproduce un modo de hacer neoliberal; y cuando este proceso de etiquetado se realiza con un lenguaje cargado de violencia, destructivo y nada posibilitador, se reproducen las dinámicas patriarcales del más rancio (precisamente) de los neoliberalismos.

Tal como nos enseñó Elizabeth Ellsworth en Why Doesn’t This Feel Empowering? Working Through the Repressive Myths of Critical Pedagogy, la pedagogía crítica puede convertirse en lo opuesto a lo que Paulo Freire pregonaba (por cierto, uno de los primeros innovadores en educación), cuando zanja, impone, castra y ataca en vez de revisar para posibilitar, abrir y alentar. Frente a esa pedagogía crítica demoledora, optamos por trabajar con pedagogías regenerativas que −como los transfeminismos− escapan de las etiquetas y las marcas para innovar en el sentido de voluntad de cambio que dicho término incorpora desde su raíz.

Algunos de los que trabajamos en el contexto de la innovación educativa utilizamos esta etiqueta de la misma manera que algunas de las que trabajamos desde los feminismos utilizamos el término feminismo: para hacernos entender, para poder propiciar los cambios que anhelamos desde un lenguaje que, efectivamente, nos sabe a poco, y que nos brinda terminologías que hay que entender desde su contexto, desde su necesidad y desde su poética.

De la misma manera que autoetiquetarme como feminista tiene que ver, en mi caso, con controlar mi propia vida y mi propio cuerpo, y con sentirme, ante todo, sujeto de conocimiento (puesto que considero que esta es una lucha que aún no ha terminado), autoetiquetarme como innovadora tiene que ver con cosas muy parecidas, como empoderar a los estudiantes para que tomen el control de su propio aprendizaje (y de sus propios cuerpos) para que dejen de sentirse objetos de su educación. Y esta decisión no la he tomado a la ligera.

Desgraciadamente, en mi día a día como docente (llevo más de veinte años dedicándome a la enseñanza en la universidad pública) y en los múltiples proyectos que he realizado en conexión con la educación formal y no formal, en todas sus etapas y variantes (en la mayoría de los casos, en relación con mi principal tema de trabajo: las relaciones entre arte y educación), he comprobado la eficacia del sistema para des-empoderar a los estudiantes, así como el avance de políticas educativas verdaderamente neoliberales (vivo en la Comunidad de Madrid y sé de lo que hablo) que están consiguiendo sus objetivos.

Esta constatación me ha llevado a luchar por cambiar el modelo educativo. Concretamente, lo que me parece más urgente es el cambio metodológico. Si esto se ha etiquetado como innovación educativa, es una consecuencia de esta lucha, no la lucha en sí misma, aún tratándose de una etiqueta que me incomoda y que me llena de contradicciones.

Pero, lejos de dejar de usarla, considero que esta es una de las partes más interesantes de la revolución: dar a los términos gastados ese otro sentido que necesitan, redefinirlos, contornearlos, utilizarlos para que la lucha continúe, en lugar de usarlos como arma arrojadiza contra nosotras mismas y condenarnos a la imposibilidad, el hundimiento y la depresión que tanto le gusta al patriarcado, incluso al patriarcado de izquierdas.

Como dice Judit Butler: “Que la categoría [mujer] no pueda ser descriptiva nunca es la condición misma para su eficacia política” (Butler, 1993). La performatividad del lenguaje es política, y afecta tanto al término mujer como al término innovación. Por lo tanto, para transformar la realidad es fundamental transformar el lenguaje, pero también se debe transformar a través de prácticas directas.

“Hacerlo en clase” es un título con múltiples significados; de entre todos ellos, rescato la idea de revisar las posibilidades que un aula nos ofrece y demandar, irónicamente, la posibilidad de hacer algo innovador, y que siempre ha estado prohibido. Salvando las distancias, creo que la lucha que mantenemos los etiquetados como innovadores es la misma que mantenemos las etiquetadas como feministas, y −como muchas de nosotras demandamos− sería interesante que, en vez de malgastar nuestra energía en pelear entre nosotras, fuésemos capaces de utilizar dicha energía para construir el conjunto de herramientas que posibiliten la construcción de un mundo socialmente más simétrico.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/07/05/hacerlo-en-clase-o-por-que-innovar-en-educacion-es-muy-parecido-ser-feminista/

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Machismo en línea: la violencia real en el mundo virtual

Eréndira Derbez e Israel Espinosa publicaron, en abril de 2017, el artículo “Bocafloja: El privilegio del marcho progre”, en el que analizaron la respuesta misógina del rapero Bocafloja a una colaboradora durante un acto público. La publicación desató una polémica en el círculo del hip hop latinoamericano sobre machismo, racismo y clasismo, pero también una serie de comentarios en redes sociales de quienes defendieron al rapero y atacaron a uno de los autores del artículo.

Lo curioso, dice Eréndira, fue que los mensajes de desprestigio, violentos, iban dirigidos solo a ella. “Fueron insultos en donde las ideas del texto fueron desestimadas por el hecho de que era mujer. Utilizaron el argumento de que yo no entendía nada del tema porque era una mujer blanca. Usaron el discurso del racismo para validar el machismo”, comenta.

Días después de la publicación, Eréndira se desconectó de redes sociales, cansada de bloquear a usuarios que a diario le enviaban insultos y mensajes violentos.

“Yo nunca aparecí en ningún tipo de reclamo, a mí no me nombraron nunca, todo era hacia Eréndira. Y creo que se volvió más violento porque ella se identifica abiertamente como feminista. Se vuelve más violento cuando se trata de una mujer con postura política”, opina Israel, coautor del artículo.

“Menstruadora” fue el nombre que Luisa Velazquez dio a la cuenta en Twitter con la que, en 2011, utilizó internet para ampliar su activismo lesbofeminista. Pero desde que emitió sus primeros mensajes comenzó la ola de hostigamiento de ciberusuarios que se decían “agredidos” por sus publicaciones.

Las amenazas contra ella y sus compañeras del colectivo “Lesboterroristas” aumentaron en mayo de 2015, y obligaron a Luisa a cerrar sus cuentas de redes sociales.

“En los comentarios hablaban de violarme, matarme y colgarme, o primero matarme y luego violarme y luego colgarme, o violarme colgada y al final matarme”, cuenta Luisa quien toleró mensajes de odio y amenazas mientras pensó que se trataban de comentarios de usuarios anónimos en Internet.

Sin embargo, cuando conocidos suyos la amenazaron con publicar su domicilio si no paraba el activismo, decidió alejarse del espacio virtual para cuidarse física y emocionalmente.

Luisa y el colectivo “Lesboterroristas” señalaron el hostigamiento como un acto de lesbofobia y la organización de defensa de la libertad de expresión Artículo 19 calificó la huida de Luisa del ciberespacio como un “debilitamiento del libre debate y difusión de información de los derechos de las mujeres”.

“Lo normalizamos. Es una de esas violencias que toleramos y no deberíamos”, dice Luisa sobre las agresiones virtuales que la llevaron a abandonar Internet.

Machismo en línea: la violencia real en el mundo virtual

Las amenazas virtuales llevaron a Luisa a cerrar las cuentas de “Menstruadora”, abandonando su activismo en redes sociales. Crédito: Redes sociales

Los efectos
Hay una mujer en el piso, acostada sobre un trozo de papel, y otras tres mujeres pintan con plumones su silueta. “En el estómago, yo siempre siento todo en el estómago”, comienza diciendo una de ellas y dibuja una espiral a la altura del vientre del cuerpo delineado sobre el papel. “A mí me dan calambres en los pies”, añade otra y pinta un rayo en una de las extremidades del dibujo. “¿No les sudan las manos?”, pregunta alguien más. “Sí, a veces. Y el dolor de cabeza y de espalda, bueno, ese es permanente”.

Es una de las actividades del encuentro “Construyamos una Internet Feminista”, en el que activistas de diferentes estados de México, que han enfrentado agresiones virtuales, realizan el ejercicio de plasmar en un dibujo los impactos de esa violencia sobre sus cuerpos.

Una de las organizadoras explica por qué es necesario el feminismo en el espacio virtual. “Pensamos que la violencia en Internet no es violencia. ‘Como es virtual no es real’, nos dicen. Pero todas sabemos que no es así, todas sabemos cuáles son sus efectos”.

En 2006 la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC) inició la campaña “¡Dominemos la Tecnología!” para visibilizar la relación entre el uso de las tecnologías de información y comunicación (TIC) y la violencia contra las mujeres.

“Dentro de los círculos feministas, cuando comenzamos a investigar sobre violencia en línea, nos dijeron: no es importante, son unas excesivas, no tiene nada que ver con la violencia real, no entienden que están matando mujeres, de verdad cállense, las feministas tenemos trabajo más importante que hacer”, cuenta Erika Smith, miembro de la APC en México.

“Y nosotras dijimos: es todo parte de la misma estructura, conforme vamos apropiándonos más de internet, e internet va ganando más espacio en nuestras vidas, esto va a crecer y ser más y más relevante, tenemos que prestar atención”.

En 2012, la APC comenzó a documentar en un mapa en línea hechos de violencia contra mujeres relacionados con la tecnología. Su objetivo era demostrar que este se trata de un problema sistemático y serio.

Lo primero que descubrieron fue que —al contrario de lo que se planteaba en algunos espacios— no se trata de un “problema de primer mundo”. Los abusos se cometen contra mujeres de cualquier nivel socioeconómico, en Serbia, Colombia, República Democrática del Congo, Pakistán, Kenia, Filipinas y México.

Otros hallazgos fueron: las mujeres de 18 a 30 años son las más vulneradas en espacios digitales, y en  41 por ciento de los casos el abuso es cometido por una persona conocida. “La violencia en Internet refleja totalmente la violencia que conocemos. Es parte de una estructura y, por supuesto, es ejercida por gente cercana a nosotras”, explica Smith.

Según el diagnóstico de la APC, Facebook y los teléfonos celulares son las plataformas más denunciadas.

La mitad de los casos documentados fueron denunciados ante alguna autoridad, sin embargo, seis de cada 10 denuncias no fueron registradas formalmente porque consideraron que no existió violencia o delito.

“Las mujeres van y buscan sus medios tradicionales de justicia y les están fallando de manera tremenda. Lo interesante es por qué”, opina Smith. Luego menciona algunas de las respuestas de las autoridades: “No es violencia real. Regresa cuando te violen. Regresa cuando de verdad te hagan algo. ¿Cómo puedes tomarlo en serio? Es una amenaza en Twitter o ¿Qué es Twitter? No entiendo”.

Quizás la evidencia más contundente que arrojó el trabajo de la APC fue que, de un universo de más de 1.000 denuncias entre 2012 y 2014, 11 por ciento de los casos de violencia virtual escalaron a violencia física.

“A nivel estadística a lo mejor no es tan alto, pero en América Latina esa violencia física es feminicidio”, alerta Smith.

El daño emocional que la violencia en línea ocasiona a las mujeres es el más notorio y el que tiene efectos inmediatos en la vida cotidiana. Lo que la APC determinó con el análisis fue que “las sobrevivientes sufren de depresión, miedo y ansiedad, casi en todos los casos”, impidiendo la participación amplia de las mujeres dentro y fuera del espacio virtual.

Machismo en línea: la violencia real en el mundo virtual

En el encuentro “Construyamos una Internet Feminista” activistas feministas discutieron sobre los efectos emocionales y físicos de la violencia virtual. Crédito: Celia Guerrero/Pie de Página

El cuerpo: la delgada línea

Un torbellino de mujeres se abalanza sobre el muro que sirve de pizarra. Sobre la pared enlistan violencias que han enfrentado, relacionadas con la tecnología: difamación; censura de contenido (como imágenes con pezones femeninos); vigilancia; difusión de contenido íntimo sin consentimiento; robo de identidad y “hackeo” de cuentas de redes sociales, correos electrónicos y sitios web.

La lista incluye acoso; “doxeo” (documentación y publicación de todo tipo de información que exista en Internet sobre una persona); violencia sexual, y amenazas de violación y muerte.

“Hay violencias que son delito y hay violencias que no lo son. Lo importante es considerar que todas tienen su impacto”, dice Erika de la APC.

Aunque en este momento se enfocan en los tipos de violencia en línea, también consideran que no se trata de una nueva clase de violencia ni de un abuso que esté separado de los que suceden en el “mundo real”. En realidad, opinan, hay una delgada línea que no separa, sino une la realidad a lo que sucede en el mundo virtual.

“La violencia se está ejerciendo a través de nuestros cuerpos en todos los espacios y el sistema patriarcal está en todos lados, no perdona ni un espacio”, opina Liliana Zaragoza (Lili_Anaz), cofundadora del Laboratorio de Interconectividades, una iniciativa que promueve la autodefensa hackfeminista.

De igual forma, la APC considera en que la violencia en línea contra las mujeres está conectada a la violencia “offline” o del “mundo real”. “Las mismas formas de discriminación de género que configuran las estructuras sociales, económicas, culturales y políticas se reproducen en línea y en diferentes plataformas digitales”, explican en Cultivando la violencia a través de la tecnología.

En Internet y dominación. Hacia una sociología de la nueva espacialidad, Mariana Celorio, académica e investigadora sobre los espacios virtuales y la dominación en internet, también habla de una dinámica en el ciberespacio semejante a la del espacio público.

En ambos “se propicia la interacción, la exclusión y la segregación social entre quienes pertenecen y no a él, entre quienes lo usan, lo viven, lo administran y gestionan; es sede de formas plurales de expresión ciudadana y de maneras distintas de apropiación colectiva que muchas veces pueden ser antagónicas, contradictorias, hasta llegar a la violencia”, señala Celorio.

“¿Sabemos que implica Internet? ¿Qué es territorio? o ¿De dónde a dónde abarca cuando hablamos de cuerpo? Esas son las preguntas, pero lo que sí sabemos todas es cómo se siente un cuerpo violentado todos los días” , dice Liliana Zaragoza para explicar las planteamientos que abordan en los talleres de autodefensa hackfeminista.

Machismo en línea: la violencia real en el mundo virtual

La violencia relacionada con la tecnología va desde la vigilancia, el acoso, la difusión de contenido íntimo sin consentimiento, hasta las amenazas de muerte. Crédito: Celia Guerrero/Pie de Página

Un arma de doble filo

En un tendedero cada participante del evento “Construyamos una Internet Feminista” cuelga una hoja en donde relata una experiencia positiva vivida gracias a Internet, y en otra exponen una vivencia negativa y cómo las hizo sentir cada una.

La mayoría coinciden con que Internet —y en general el uso de las TIC— las ha ayudado a difundir y crecer su activismo, aunque también les ha traído consecuencias violentas.

Un miembro de un colectivo feminista de la ciudad de Guadalajara comenta que les permitió llevar a cabo proyectos sin recursos. Otras activistas de los estados de Michoacán, Guerrero, Yucatán, parecen estar de acuerdo con que las redes sociales potenciaron la difusión de sus causas. Sin embargo, también consideran su actividad en el ciberespacio como un arma de doble filo.

“A nosotras, en general, el ciberactivismo nos ha traído muchas experiencias terroríficas. No podemos obviar que en México existe una violencia de Estado contra quienes se organizan para exigir sus derechos”, comenta una activista de Ciudad de México.

Un ejemplo reciente es la historia de acoso callejero y en línea a Tamara de Anda, columnista del periódico El Universal. La periodista publicó en redes sociales que realizó una denuncia en contra de un chofer de taxi de Ciudad de México que le gritó guapa en la vía pública.

El resultado fue una sanción administrativa para el taxista y una cascada de agresiones por parte de usuarios de internet que comenzaron a acosar a la denunciante. Los mensajes de odio que recibió De Anda iban desde la desacreditación de su denuncia, hasta amenazas de muerte y violación.

“Hoy (la violencia en línea contra las mujeres) es más visible por los recientes ataques a periodistas. Pero, desde antes, muchas ya la vivían”, comenta Lulú Barrera, integrante de Luchadoras, un colectivo feminista.

A pesar de que Luchadoras nació y creció en redes sociales, Lulú cuenta que son cada vez más las activistas feministas que prefieren salir de plataformas como Facebook que, por ejemplo, no permiten imágenes de pezones femeninos, pero sí hordas de usuarios que promueven la misoginia y discursos de odio. “Para mí, estar en Facebook es como vivir en la casa del agresor”, dice.

La plataforma más denunciada por activistas, por ser en la que más agresiones en contra de mujeres suceden, fue Facebook. Esto, en parte, porque es la red social que más usuarios tiene en México, reflexiona Erika Smith de la APC.

Machismo en línea: la violencia real en el mundo virtual

Para activistas feministas, Internet se ha convertido en un arma de doble filo. Crédito: Celia Guerrero/Pie de Página

Autoridades y plataformas

Para el segundo trimestre de 2015, el Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (Inegi) contabilizó 62,4 millones de usuarios de Internet en México (57 por ciento de la población), y de cada 100 usuarios, 49 son mujeres.

Por su parte, en 2016 Facebook reportó 61 millones de usuarios en el país, de los cuales 41 millones utilizan la plataforma diariamente, convirtiéndola en la red social de mayor penetración en México, de acuerdo con un estudio de la Asociación de Internet.

Concientizar a autoridades y dueños de plataformas sobre la violencia contra de mujeres relacionada con la tecnología es un trabajo que la APC ha realizado desde que comenzaron la campaña “¡Dominemos la tecnología!”.

A nivel internacional, este también ha sido tema de debate. Recientemente, la policía de Chicago comenzó la búsqueda de cinco hombres que violaron en grupo a una adolescente de 15 años y transmitieron la agresión en Facebook Live.

La violación fue visualizada en vivo por al menos 40 personas y ninguna de ellas lo denunció ni a la policía ni a Facebook, dado que un día después de la transmisión la red social no había retirado el contenido y el video seguía público.

“Una de las exigencias a Facebook ha sido que sean específicos en sus condiciones en caso de violencia de género, cosa que no han querido hacer”, dice Smith.

Para este reportaje se buscó a la oficina de Facebook México para conocer su postura sobre el tema, pero no hubo respuesta.

En el caso de iniciativas de sociedad civil e instituciones en México, en agosto de 2014 inició una campaña contra el “cyberbullying (ciberacoso”, promovida por legisladores, académicos y empresarios. La iniciativa, dirigida a adolescentes y niños, buscaba concientizar sobre “conductas perniciosas” en Internet.

En julio de 2016 comenzó otra campaña contra el llamado “sexting”, el intercambio consensuado de textos, audios, imágenes o videos eróticos. Sin embargo, la primera campaña considera el ciberacoso un problema de “adolecentes con poca supervisión”, mientras que la otra fue criticada por activistas y organizaciones por estigmatizar la práctica e intentar combatirla desde una postura moralista.

Para la comunicóloga Lisseth Pérez Manríquez el problema radica en que no se piensa en internet como un espacio, sino más como un medio de comunicación y expresión o una herramienta de trabajo.

Erika Smith cree que lo que se requiere es sensibilización y no la coacción o sobrevigilancia. Pero las estrategias apuntan hacia el lado contrario. “Lo que quieren controlar internet, no la práctica y el comportamiento negativo o violento”, opina.

De acuerdo con el análisis de la APC, en México la violencia relacionada con el uso de las TIC no es considerada en la legislación.

Al respecto, las comunicólogas Florencia Goldsman y Graciela Natansohn señalan que es un error creer que la violencia contra mujeres en ambientes digitales es una nueva forma de violencia y por tanto se necesitan nuevas leyes específicas al tema.

“Se trata de la misma violencia histórica patriarcal traducida a nuevos formatos y espacios”, argumentan en el documento Violencia contra las mujeres en red, vigilancia y el derecho a la privacidad.

La APC coincide con ellas pues ya existen la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación. Lo que es necesario, apuntan, es que estas leyes contemplen la violencia contra las mujeres relacionada con la tecnología.

Machismo en línea: la violencia real en el mundo virtual

Los casos de amenazas virtuales y mensajes intimatorios virtuales incrementan todos los días, pero el sistema de justicia mexicano no está preparado para atenderlos. Crédito: Redes Sociales

Internet feminista

Ante un panorama violento y complejo, la APC reunió en 2014 a activistas feministas, defensoras de los derechos en internet y la tecnología y redactaron los “Principios feministas para internet”, vaciados en un documento que está en permanente construcción.

“Para mí son provocaciones. Aprovechar Facebook para nuestro beneficio es hermoso, aunque haya vulnerabilidades asociadas. No necesariamente el foco del feminismo —cuando hablamos de Internet— debe ser la violencia. Rechazamos esto, porque no podemos reducir género a violencia”, dice Erika Smith.

“Por eso hablamos de internet feminista, porque nuestro espacio no puede ser solo de denuncia e indignación. Lo que queremos es apertura, tenemos que asegurarla”.

Es lo que también promueven iniciativas como el Laboratorio de Interconectividades: una visión amplia del espacio virtual, más allá de las redes sociales en donde se desarrolla la violencia.

“Cuando hablamos de violencia en línea contra las mujeres y hablamos de Twitter y Facebook, lo que queremos mostrar es que internet va más allá de estas plataformas. Si no toda nuestra energía se nos va a ir en buscar respuestas para cuidarnos en plataformas que de por sí nunca se preocuparon por nosotras, que más bien nos ven como potenciales clientes”, advierte Liliana Zaragoza.

Cuando Luisa comenzó a recibir amenazas de muerte y violación a través de sus redes sociales y decidió suspender las cuentas de Menstruadora, desde donde practicaba su activismo, algunas organizaciones sociales se acercaron a ella para apoyarla, pero ninguna tenía claridad de qué hacer. Mientras, lo máximo que las autoridades podían lograr era identificar a sus agresores, pero ella ya los conocía.

Ahora, dos años después de la experiencia, Luisa dice que tuvo que “despersonalizarse en Internet”. Sigue practicando su activismo y ha reactivado sus redes sociales poco a poco.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2017/06/machismo-en-linea-la-violencia-real-en-el-mundo-virtual/

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Qué hacen bien las (minorías) feministas

Por: Elena Simón

¡Cuántos proyectos coeducativos de centro! ¡Cuántos planes de Igualdad! ¡Cuántas experiencias innovadoras respecto a la Coeducación para la Igualdad! ¡Cuánto trabajo en equipos interdisciplinares! ¡Cuánta creatividad productiva! ¡Cuántas producciones de materiales y recursos didácticos escritos, artísticos, audiovisuales, digitales, multimedia!.

Cuando hablamos de la educación escolar, casi siempre lo hacemos para destacar sus carencias o torceduras. En verdad que tiene muchas y que poco a poco se ha ido apartando de los principios democráticos de soberanía e igualdad. También es cierto que para dibujar un panorama alternativo y positivo hay que tener a mano el negativo crítico de la foto, pues sin él, no cabría ni siquiera la posibilidad de transformación.

¿Quién debe introducir estas transformaciones? ¿Las administraciones educativas? ¿El profesorado? ¿Las asociaciones profesionales? ¿Las personas expertas y experimentadas en cuestiones pedagógicas? ¿Alguna que otra persona iluminada? ¿El capitalismo salvaje disfrazado de neoliberalismo condescendiente?

No paramos de hablar de un pacto de estado para la educación y, si no me confundo, en este pacto entran sólo los contenidos curriculares, contenidos que van ganando puestos en el territorio de la competitividad, la excelencia, la búsqueda de la distinción y el apartamiento de áreas del conocimiento relacionadas con la habilidad de pensar, de aprender a aprender, de comunicarse, de analizar sociedades del presente y del pasado, de profundizar en las diversas culturas de los pueblos de este mundo. Por otra parte, los contenidos curriculares se dotan en exceso de materias instrumentales de prestigio (inglés e informática) y materias relacionadas con la cultura de la ganancia y del emprendedurismo, del esfuerzo individual y de la llamada innovación creativa.

Muy acorde con los tiempos y lo que se pretende que salga de la escuela: un pelotón de individuos aislados y anónimos, pugnando por conseguir el mejor lugar, sin bases éticas que lo acerquen a sus semejantes, con despreocupación por lo que ocurra en su planeta, en su país o en su pueblo. Un ser humano gregario y desactivado, que no sufra ni padezca con el mal o dolor ajeno, que no crea sino en la ganancia económica, en la popularidad, la fama o el éxito, que pague altos precios por mercancías dudosamente útiles o de buena calidad, que se disponga a aceptar “lo que hay”, como si no pudiera haber otra cosa.

Así, no tendrá ganas de estudiar. ¿Para qué? No cree que ello le vaya a mejorar como persona, dándole elementos críticos y analíticos con los que desenvolverse y poder aspirar a una vida más digna y más libre. Las matrículas universitarias no solo han descendido significativamente por efectos económicos y subida de tasas. También por el desprestigio del saber a favor del dinero. Por eso muchos chicos tienen como horizonte convertirse en youtubers influencers lo más pronto posible y las chicas también y, además, en bloggeras de moda. Para ello sólo hay que someterse a evaluación continua de su estupidez y a hacer las cuentas de sus seguidores y seguidoras. Es posible que Youtube exija dentro de unos muchos años alguna acreditación, examen de ingreso o titulación ad hoc. Es posible que piense en recoger todo el corpus de conocimientos banales y llamativos, generados en pocos años y pretenda transmitirlos curricularmente, es posible, todo es posible o lo será si en ello se empeñan capitales y voluntades de ganancia.

Pero y, mientras tanto, hay un Caballo de Troya preparando y mejorando siempre sus pertrechos, para irrumpir a la luz del día con un atractivo discurso de igualdad, empatía, respeto, solidaridad, cooperación, reconocimiento, bienestar, paz y salud. Este Caballo de Troya es la Coeducación para la Igualdad, el Feminismo pedagógico, la corresponsabilidad en la obra humana.

Derechos

Soy feminista ¿y tú?

¡Cuántas profesoras de todos los niveles! ¡Cuántos proyectos coeducativos de centro! ¡Cuántos planes de Igualdad! ¡Cuántas experiencias innovadoras respecto a la Coeducación para la Igualdad! ¡Cuánto trabajo en equipos interdisciplinares! ¡Cuánta creatividad productiva! ¡Cuántas producciones de materiales y recursos didácticos escritos, artísticos, audiovisuales, digitales, multimedia! ¡Cuánto tiempo dedicado a la formación! ¡Cuántos espacios tomados!

Delante y detrás de todo ello hay un objetivo certero: conseguir que las visiones del mundo vayan cambiando. Hay un motor evidente: las y los docentes feministas, con formación e implicación. Hay un discurso atractivo, innovador, ético, social y sumamente educativo: mirarnos como iguales y cooperar en la obra humana, sin condicionamientos de género, de sexo, de orientación sexual o de características corporales. Ese discurso es feminista y es el que se pone en práctica muchos días de muchos meses en muchas aulas y en muchos centros educativos. Ha hecho un camino invisible pero encomiable, como el Caballo de Troya, pero, claro, aún es casi exclusivo de minorías y vanguardias que no logran la categoría de influencers a quien mucha gente quiera seguir. Se rechazan porque no es un discurso narcisista, porque es crítico, porque no tiene muchos modelos que ofrecer, porque sus imágenes son escasas, porque no dispone de dineros, tiempos y espacios generosos.

Pero el discurso ¿minoritario? y las prácticas coeducativas de éxito para la paz de género, la salud, la convivencia pactada, la sexualidad satisfactoria y la corresponsabilidad social y familiar es algo que una inmensa cantidad de personas desean para ellas mismas y para sus hijas e hijos.

Esta es la propuesta de las minorías y las vanguardias feministas: insistentes, centinelas, obstinadas, resistentes. Con la acumulación de experiencias y la presión iremos logrando que las leyes se cumplan y que toda personita escolarizada aprenda y aprecie las ventajas de la igualdad.

En otros tiempos pareció imposible que las niñas y los niños fueran juntos a las mismas escuelas y que las chicas siguieran carreras de educación superior.

Fuente noticia: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/06/08/que-hacen-bien-las-minorias-feministas/

Fuente imagen: http://greenxxoo.org/wp-content/uploads/2014/09/Feminism-and-girl-power-symbol.jpg

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