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Sombras en el ágora: ciencia y opinión pública en democracia

Por:  José María Agüera Lorente

Es sabido que la democracia ateniense no era contemplada con mirada amable por el bueno de Platón. No ayudaba a ello el origen aristocrático del filósofo ni la época políticamente turbulenta que le tocó vivir marcada por el drama biográfico que supuso la condena y muerte de su amigo y maestro Sócrates, «el más justo de los hombres de su tiempo», a decir del propio Platón tal como dejó escrito en su famosa Carta VII. Si nos apuntáramos al punto de vista del Miguel de Unamuno de Del sentimiento trágico de la vida, según el cual las verdaderas razones de las ideas filosóficas se encuentran en las raíces vitales de quienes las alumbraron, teniendo más que ver, por tanto, con sus experiencias personales, entonces no habría más que hablar; el gran filósofo que tuviera por verdadero nombre Aristocles levantó su portentoso sistema filosófico como respuesta ideológica a la amenaza que para sus intereses de clase suponía la inmadura primera democracia de la historia. Ahora bien, por mucho que de verdad pueda tener esa versión de la génesis del platonismo no se puede negar lo certero de la crítica del filósofo ateniense al sistema democrático en cierto respecto que trataré de exponer en lo que sigue.

No se trata aquí de repetir cosas ya conocidas, pero en aras a la claridad expositiva no se debe pasar por alto que el nacimiento de la democracia y las tesis del relativismo y el escepticismo radical, que son aportaciones conceptuales de los sofistas –los adversarios filosóficos de Platón no por casualidad–, acontecen en el mismo tramo cronológico del siglo V a. C. Ambas tesis conllevan la destrucción de la posibilidad de la verdad objetiva. Por eso el fundamento de la crítica platónica a la democracia es de naturaleza esencialmente epistemológica, ya que, supuesto el intelectualismo ético socrático que liga virtud y conocimiento, y negada la posibilidad de éste, se elimina el fundamento de la buena política que no es otro que la virtud del gobernante. De aquí que el esfuerzo del autor de República se centre en gran medida en la restauración del conocimiento como valor supremo del buen gobierno. Es lo que implica su afirmación, también contenida en su Carta VII, según la cual «no cesará en sus males el género humano hasta que los que son recta y verdaderamente filósofos ocupen los cargos públicos, o bien los que ejercen el poder en los Estados lleguen, por especial favor divino, a ser filósofos en el auténtico sentido de la palabra».

Esta preocupación de Platón por la salvaguarda del conocimiento como principal recurso de la acción de gobierno sigue teniendo sentido en el contexto de las actuales democracias modernas. Primero se desenvuelve en el frente de la opinión pública, en el que a menudo se plantea la confrontación de ideas de un modo que no se promueve el encuentro racional de la pluralidad de posturas en el ágora democrática. Lo advertía Fernando Savater a finales del siglo pasado en un artículo titulado Lo indiscutible, en el que daba cuenta de la postura de los que sostienen que es imposible dar con un conocimiento más cierto que otros, por lo que hay que asumir que sólo se puede aspirar a opiniones, todas relativas y personales, expresión del partido político o del grupo mediático de quien la sostiene. Lo llamativo es que se detecta en este escepticismo universal un cierto «gozo democrático», observa el filósofo español. Lo experimentan quienes dan todas las opiniones por igualmente respetables o válidas, pues consideran que lo característico de la democracia es que cada ciudadano tenga su opinión, entendiendo ésta como la forma de expresar cómo es cada cual, no cómo cree cada cual que es la realidad. De modo que quien se atreva a defender que hay puntos de vista insostenibles según el conocimiento objetivo se arriesga a ser tildado de dogmático impenitente incapaz de respetar la pluralidad de pareceres, que es uno de los rasgos definitorios de la democracia. Precisamente lo que a Platón sacaba de quicio y por lo que tanta inquina le tenía al dichoso sistema político parido por su Atenas del alma.

En efecto, esta es una sombra que se proyecta en el ágora democrática consecuencia de las limitaciones gnoseológicas propias de la naturaleza humana: la tentación de la renuncia a la verdad y la suplantación de ésta por la opinión pública. Cuando esto ocurre el debate político, que mantiene vivo el pálpito del corazón cívico, se enturbia con la retórica espesa de la ideología, que enmascara la carencia de valor epistémico que acaba afectando al lenguaje (me fascina, por cierto, a este respecto el último grito en retórica política venido del entorno del flamante presidente de los EEUU; me refiero a los «alternative facts»). Dejándonos deslizar por esta pendiente de obnubilación podemos llegar a creer que «la democracia es una suerte de encarnación institucional de la opinión pública», tal como advierte Rafael Argullol en su artículo de 2007 titulado, precisamente, Contra la opinión pública. En él viene a plantearse si puede llegarse al extremo de votar la verdad científica. No es ésta, desde luego, un grato elemento para los «encallecidos opinadores» en expresión de Savater. Téngase en cuenta que la objetividad que la define choca necesariamente con la subjetividad de los prejuicios ideológicos a los que suele sentirse tan apegado el común de los mortales.

Por otro lado, el pensamiento científico –que no lo es si no es escéptico, racional y crítico– no parece ser la actitud natural en el común de los individuos en su proceder diario. De ello da pruebas hasta decir basta el profesor de ciencia cognitiva Massimo Piatelli-Palmarini en su libro de hace dos décadas titulado Los túneles de la mente. En él apela al realismo que se debe imponer a partir de un conocimiento objetivo de nuestra «psicología espontánea», que no es una «pequeña razón» ni una «racionalidad espontánea». Trasladado esto al plano político implica que la libertad de pensamiento y de expresión, que idealmente son elementos intrínsecos a la democracia, no aseguran por sí mismos la práctica general de la racionalidad, de la que la ciencia seguramente sea su versión más sofisticada. Porque –como demuestra profusamente el profesor Piatelli-Palamarini–: «La racionalidad no es, pues, un dato psicológico inmediato, sino más bien un complejo ejercicio que tiene que ser conquistado primero y mantenido después con un cierto coste psicológico. (…) la racionalidad ideal es ideal».

La ciencia no es un producto psíquico sin más, sino un logro histórico y cultural al través del cual se manifiesta esa racionalidad (ideal). Tampoco la democracia es algo espontáneo, sino plasmación política de nuevo de la racionalidad en el ámbito de la convivencia entre los diversos (o sea, política), pergeñada de forma imperfecta a través de los avatares de la historia. No sé si en este principio de milenio en el que más a menudo de lo que me gustaría oigo apelar como altar de legitimación a sentimientos nacionales y religiosos (todos exacerbados en la preocupación general por la identidad), impulsores todos ellos de poderosas corrientes de opinión pública, no hemos perdido de vista, quizás, esa condición ideal (o normativa) de la democracia, que, como aspiración de racionalidad, comparte con la ciencia.

La realidad hoy por hoy es que en la acción de los gobiernos democráticos parece incidir más los intereses que amparan ideologías que desprecian la racional aspiración a la verdad que el conocimiento científico que para Bertrand Russell era el único capaz de proporcionar los medios eficaces de alcanzar la vida buena, idea con la que coincide en la actualidad Mario Bunge (léase su Filosofía política).

Es verdad que, como reconoce el profesor de investigación del CSIC Pere Puigdomenech en un artículo titulado Certezas y dudas, cada vez más se acude a los datos aportados por la investigación científica para tomar decisiones sociales y políticas. Ahora bien, ¿significa esto que la política democrática orienta sus pasos hacia el sendero de la racionalidad (ideal)? Para responder a esta pregunta debemos fijar nuestra atención en un elemento esencial del método científico: la duda. Está claro que se investiga para buscar certezas, pero no es infrecuente que en el camino tropecemos con dudas. Ahora bien, como advierte el profesor Puigdomenech: «Ante la opinión pública, esta situación puede aparecer como si hubiera alternativas igualmente válidas, lo que se amplifica sobre todo cuando, además, hay intereses en juego. (…) Al abrir este espacio de dudas se deja espacio para aparentes contradicciones, de las que pueden aprovecharse quienes tienen sus propias, y a menudo interesadas, certezas».

Y así –y valga como ejemplos tomados a vuelapluma– se puede aprovechar de ese espacio en sombras en el ágora democrática, donde campa a sus anchas la opinión pública, tanto la postura contraria a los transgénicos como los intereses de las grandes corporaciones que niegan el cambio climático. Dejarlo, pues, como un lugar en el que pugnan, con total desasimiento de la racionalidad, ideologías e intereses tiene un coste real muy superior al psíquico de vencer nuestras ilusiones cognitivas. ¿Nos podemos permitir, entonces, la ausencia de la ciencia del ámbito político?

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=222814&titular=sombras-en-el-%E1gora:-ciencia-y-opini%F3n-p%FAblica-en-democracia-

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África: Un manual escolar de enseñanza islámica, foco de la polémica en Marruecos

África/Marruecos/16 de Enero de 2017/Hoy.es

«No ha habido una evolución: los nuevos manuales hablan todavía de impíos», asegura un detractor.

La cita de un clérigo musulmán que define la filosofía como «la esencia de la degeneración» en un manual escolar de enseñanza islámica ha desatado una polémica en Marruecos que el ministerio de Educación no logra contener. La obra, dedicada a los alumnos de enseñanza secundaria, recoge el texto del clérigo musulmán del siglo XIII Ibn Salah Achahzuri, quien afirma que la filosofía es «contraria al islam» y «esencia de la degeneración».

Quienes imparten esta materia están indignados. La asociación marroquí de profesores de filosofía (Amep) hace hincapié en el carácter «peligroso» del manual y pide su retirada, por lo que ha organizado sentadas. El ministerio se opone a retirar la obra. Uno de sus responsables asegura que «se sacó de contexto».

El manual se reeditó en octubre como parte de una reforma de la enseñanza islámica promovida por el rey Mohamed VI en la que se revisó una treintena de libros con el objetivo de promover «un islam tolerante». En Marruecos se imparten clases de religión en los colegios desde la escuela primaria hasta el instituto. Desde hace años el contenido genera fricciones entre los «modernistas», los conservadores y los salafistas.

El ministerio de Educación afirma que el texto se cita con un objetivo «pedagógico». Se trata -argumenta- de que «los alumnos comparen los contenidos de esta posición descrita como violenta y otras diferentes que consideran que la razón y el pensamiento son instrumentos para llegar a la verdad». Lamenta los «prejuicios» de los profesores de filosofía que «ocultan totalmente los cambios profundos» introducidos en el contenido de la asignatura.

El ministerio insiste en que Marruecos es uno de los pocos países que enseña filosofía «como disciplina obligatoria para todos los alumnos durante tres años del ciclo de secundaria».

Las relaciones entre la filosofía y las autoridades marroquíes siempre han sido problemáticas. En los años 1970-1980, bajo el reinado de Hasán II, el poder prohibió en un momento dado la enseñanza de la filosofía y combatió la sociología, animando a las corrientes islámicas a contrarrestar las ideologías de izquierda, que prendían entre algunos opositores al régimen.

Pero para Amep y su presidente, Abdelkrim Safir, los manuales de enseñanza islámica contienen la esencia del wahabismo, la versión rigorista del islam sunita. «Las explicaciones del ministerio no bastan, el problema va mucho más allá de la cita», afirma Safir. «Con la reforma, esperábamos por ejemplo que la enseñanza islámica pasara a llamarse enseñanza religiosa. No ha habido una evolución: los nuevos manuales hablan todavía de impíos, se sigue diciendo a los alumnos que el islam es la mejor religión», según el presidente de Amep. Fouad Chafiki, director de los programas escolares del ministerio de Educación discrepa: «Nuestro objetivo, por el contrario, es fomentar los principios de tolerancia (…), de diversidad».

Fuente: http://www.hoy.es/internacional/africa/201701/14/manual-escolar-ensenanza-islamica-20170114225603-rc.html

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Bauman, el siglo líquido

España / www.larazon.es /  11 de Enero de 2017

El filósofo, que falleció ayer, ayudó a comprender mejor el mundo actual, en una evolución desde el marxismo hasta la sociología ecléctica que luego practicó para explicar la nueva sociedad.

Ha fallecido a los 91 años el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, tal vez el más sagaz observador de nuestras sociedades fluctuantes y uno de los pensadores más influyentes de la modernidad. Bauman, de origen judío, tuvo que huir de su Polonia natal a la URSS ante la persecución nazi. Aunque comenzó su carrera como profesor en la Universidad de Varsovia, integrado en el Partido Comunista, acabó exiliado en Inglaterra en 1968 al ser purgado de la universidad como resultado de una reacción antisemita del Gobierno polaco. Reino Unido acabó concediéndole la nacionalidad y ejerció durante más de cuarenta años la docencia y la investigación en la Universidad de Leeds hasta su jubilación. Bauman se ocupó de cuestiones muy variadas que ayudaron a comprender mejor el mundo actual, en una evolución desde su marxismo de origen hasta la sociología ecléctica que luego practicó para explicar la modernidad y la posmodernidad, el consumismo, las diferencias de clases y la globalización. Pese a estar retirado, como profesor emérito seguía dando frecuentes conferencias y seminarios, y sus publicaciones no se interrumpieron hasta el final, en forma de libros de entrevistas y conversaciones.

Su primer gran ensayo trató de enmarcar el Holocausto en la historia europea como resultado del mal sueño de la razón ilustrada y de la civilización moderna. Pero, en el núcleo de su obra, se diría que Bauman, que comenzó en el socialismo utópico, terminó constatando cómo la globalización se puede tornar distópica con la brecha creciente entre ricos y pobres y la nueva pobreza endémica en un mundo interconectado. Para ello puede verse una tríada de obras clave de esta etapa compuesta por los libros «Legisladores e intérpretes», «Modernidad y Holocausto» y «Modernidad y ambivalencia», en los que se ve la crítica de la modernidad como distopía alejada cada vez más de lo humano. Su marxismo de origen nunca llegó a desaparecer del todo, como se ve en su continuo interés por el mundo obrero o la exclusión social.

De ahí pasó a su gran interés por definir o redefinir el mundo que nos rodea, cambiante y evanescente, a través de obras más teóricas que le llevaron a esbozar su concepto clave, el de «modernidad líquida». En obras como «Modernidad líquida», «Amor líquido» o «Vida líquida» Bauman caracteriza nuestras sociedades como comunidades en continua evolución en las que las identidades se diluyen. La vieja sociedad sólida, de antes de la Segunda Guerra Mundial, que proporcionaba seguridad y valores inamovibles, da paso a la movilidad y la relatividad que caracterizan nuestros días, lo moderno, lo posmoderno. El adjetivo «líquido» le sirvió para teorizar acerca de arte, amor, educación, valores, en clara contraposición con el mundo heredado de las democracias burguesas que tenía unos principios claros, tal vez herencia del «Ancien régime». De hecho para Bauman la modernidad empezó tan pronto como en el siglo XVIII, en el famoso terremoto de Lisboa: la catástrofe, como tantas otras en momentos de cambio de la historia de la humanidad (piénsese en la caída de Roma), hizo tambalearse las certezas ilustradas. Nuestro mundo es heredero de esa sensación vertiginosa de que todo «puede» cambiar, corregida y aumentada con el motto actual de que todo «debe» cambiar, de que lo estable es sinónimo de muerte y lo moderno es la crisis continua de una evolución incesante.

Otro pilar de su obra es el interés por los excluidos y marginados, los «residuos» del mundo globalizado y posmoderno, que se reflejan en el problema de las migraciones al llamado «primer mundo». Bauman analizó esta nueva pobreza como una consecuencia clara de cómo Estados Unidos y la Unión Europea, especialmente, estaban concibiendo los equilibrios sociales y de poder internos y externos. Pero su obra no fue simplemente descriptiva. Bauman también aventuró nuevas formas de abordar los problemas de las sociedades modernas, que podían y debían tender a un mejoramiento global desde los dinámicos postulados sociológicos que él proponía. Ante una sociedad «in progress» la ciencia social debe ser ágil y anticipatoria. El cambio social para prevenir la conflictividad y tender a una justicia equitativa no debe ser, a ojos de Bauman, considerado como un sueño utópico e irrealizable, sino que ha de estar basado en una profunda comprensión de cómo funcionan las dinámicas entre la sociedad líquida y la sociedad sólida, en busca del equilibrio que permita armonizar la estabilidad de valores humanísticos con la novedad de los desarrollos más vertiginosos, dotando de certezas y a la vez integrando las identidades evolucionadas de nuestro mundo multicultural.

Por esta obra enorme, en fin, Bauman fue galardonado con diversos premios internacionales, como el Amalfi (Italia, 1989), el Adorno (Alemania, 1998) o el Príncipe de Asturias (España, 2010). Sorprende constatar que hasta el final estuvo investigando en un mundo que, en la era de las redes sociales, de los aluviones migratorios y de la inmediatez de Internet, era veloz y en ocasiones inasible. Últimamente destacó su interés por la educación, reflejado en su reciente «Sobre la educación en un mundo líquido» –una de las últimas obras suyas publicadas en nuestro país–, donde se constata que Bauman nunca le perdió el pulso a la sociedad. Era un observador nato, dotado de un fino instinto para el análisis de cómo interactúa el «Homo postmodernus». Contaba el sociólogo a uno de sus entrevistadores que durante sus años de enseñanza se dedicó a mirar por la ventana para ver pasar a los niños que iban a la escuela. Su interés por la educación en el cambio social provenía de ver la evolución de estos grupos de escolares a lo largo de las décadas en Reino Unido, cómo al principio estos grupos eran monocolores y cómo con el pasar de los años fueron mezclándose en diversas tonalidades de multiculturalidad. Solo de la observación empírica, nos viene a decir su enorme obra y figura, surge el impulso teórico renovador del científico social que es capaz de mover el mundo a reflexión. Descanse en paz.

Fuente:  Bauman, el siglo líquido  http://www.larazon.es/cultura/muere-el-sociologo-polaco-zygmunt-bauman-premio-principe-de-asturias-en-2010-BA14270177?sky=Sky-Enero-2017#Ttt1MJ6rTndGOOos

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La Fenomenología como filosofía viva

Por: Diana Milagros Rueda de Aranguren

Debemos considerar que al reseñar sobre fenomenología necesariamente referimos acerca de la filosofía en los finales del siglo XX e inicios del presente siglo, en vista de ser en la década de los años sesenta cuando se evidenciaba la necesidad de comprender los fenómenos sociales con visiones más profundas y con nuevos paradigmas que arrojarían resultados más reales, profundos y distintos a lo que hasta ese momento se manejaba a través de lo hipotético-deductivo, pues entonces se considerarían estudios humanos en su praxis social más reales y adecuados a la dinámica del hombre, y es allí donde aparecieron métodos innovadores como la etnografía, la hermenéutica, el interaccionismo simbólico, la historia de vida, los estudios de caso y la fenomenología.

La fenomenología es una filosofía viva, y tal como lo señala A. Reinach (considerado por Husserl como su “primer compañero de trabajo real en el desarrollo del movimiento fenomenológico” p.194  Willard-1969), es un sistema de doctrinas filosóficas que conduce a ver el mundo de un modo filosófico, con lo cual se podría afirmar que reviste toda filosofía realizada con esfuerzo, seriedad y rigor.

Es así como al definir fenomenología se debe identificar con visión filosófica por su fidelidad a lo que real y verdaderamente describe los fenómenos tal y como se muestran a la percepción y pensamiento del individuo, considerándose por lo tanto en un método humanista, etnográfico, descriptivo y particularmente reflexivo; sus enunciados son válidos en un tiempo y en un espacio específico, de manera que estudia la vida cotidiana con el fin último de comprender el fenómeno o evento social estudiado.

Reconocido como el fundador de la filosofía fenomenológica, Edmund Husserl, se propuso superar la crisis de la ciencia positivista que había dominado hasta entonces, asentando que la ciencia había dejado de tener significado para el hombre ya que no le brindaba colaboración en cuanto a los problemas apremiantes que se presentaran, ni mucho menos proporcionaba criterios para conducir su conducta.

Es entonces, según lo señala León (2009), como la fenomenología se presenta como una reflexión filosófica que quiere fundamentar firmemente la objetividad del saber mediante un método, cuya principal regla es dejar que las cosas mismas se hagan patentes en su contenido esencial, a través de una mirada intuitiva que haga presente las cosas tal como se dan inmediatamente para el que las vive y poniendo entre paréntesis el juicio sobre la validez de los presupuestos, opiniones o interpretaciones acerca de ellas.

Es claro determinar que la fenomenología es opuesta al positivismo, constituyéndose en un  movimiento filosófico con bases y condiciones propias de una ciencia, que ha servido como fundamento de las ciencias humanas. Su punto de partida es la vivencia del sujeto y la intencionalidad que rige las relaciones de este con su realidad externa, pues estas experiencias configuran las ideas que definen el mundo que lo rodea.

La definición que Husserl asume para la fenomenología (1910), la determina como el estudio de las estructuras de la conciencia que capacitan al conocimiento para referirse a los objetos fuera de sí misma, requiriendo reflexión sobre los contenidos de la mente para excluir todo lo demás, siendo llamada ese tipo de reflexión por el autor como, reducción fenomenológica, ya que la mente puede dirigirse hacia lo no existente tanto como hacia los objetos reales. Indica además, que la reflexión fenomenológica no reconoce que algo existe con carácter material, corresponde es dejar de lado la cuestión de la existencia real del objeto contemplado, es decir, poner en paréntesis la existencia.

Reconociendo la fenomenología como método, Husserl propone dos términos técnicos, como lo son, la epojé y la reducción; siendo el primero un ejercicio voluntario de suspender toda toma de posición acerca de la existencia o no de los objetos que se dan a la conciencia (una especie de puesta entre paréntesis); mientras que la reducción, permite reflexionar acerca de lo que se ha recibido como dado a la conciencia, sin embargo, es oportuno señalar la precisión echa por el fenomenólogo San Martín (2005), indicando que el sentido de la reducción fenomenológica no es encerrar entre paréntesis, conservar un pedazo de la realidad, reducto, y desechar lo demás;  consonante con Husserl, toma la reducción como reconducción.

En torno a ello, Aguirre y Jaramillo (2012),  enfocan por lo menos dos tipos de reducción fenomenológica según Husserl (1997), la eidética y la trascendental;  en la primera se da el paso de la actitud natural al mundo dado como fenómeno en la conciencia. En la segunda, se espera que puedan establecerse las características generales que hacen posible toda evidencia de los objetos dados, siendo en esta última fase donde se constituirían los conocimientos más valiosos del proceder fenomenológico.

Lo citado puede concretar que el método fenomenológico consistiría en: partir de la actitud natural; epojé-reducción eidética; epojé-reducción trascendental; y, constitución. Todo el método se encuentra transversalizado por la descripción, ya que se describen las vivencias de los fenómenos hasta lograr su esencia; se describen las estructuras que los hacen posibles, y se describen los objetos en tanto constituidos.

Podemos también considerar que la fenomenología se presenta, tal como lo refiere Rodríguez (1997), como una reflexión filosófica que quiere fundamentar firmemente la objetividad del saber mediante un método, cuya principal regla es dejar que las cosas mismas se hagan patentes en su contenido esencial, a través de una mirada intuitiva que haga presente las cosas tal como se dan inmediatamente para el que las vive y poniendo entre paréntesis el juicio sobre la validez de los presupuestos, opiniones o interpretaciones acerca de ellas.

La conciencia no es para la fenomenología, continúa precisando el autor citado, algo cerrado en sí mismo, sino que está definida por la intencionalidad, es decir, por la particularidad de estar siempre abierta y referida a algo como su correlato objetivo. El análisis fenomenológico muestra, además, que los objetos no se dan a la conciencia aisladamente, sino insertos en un contexto mayor, en el que se destacan como lo que son. Este contexto es el mundo, horizonte general de todo lo que es y puede llegar a ser contenido de la experiencia.

Vemos como Husserl distingue dos formas de relación de la conciencia con el mundo. La primera es la forma natural o ingenua en que todos nos desenvolvemos en el mundo en el que nacemos, trabajamos, pensamos y morimos, y que por lo tanto se nos presenta como realmente existente. La segunda se refiere al mundo visto con la perspectiva del fenomenólogo, que ya no da por supuesta su existencia, sino que lo tematiza en forma crítica y reflexiva como constituido por actos intencionales de una conciencia pura.

Pero es precisamente esa exigencia metodológica de la epojé, de poner entre paréntesis la existencia del mundo y de los sujetos y objetos reales para quedarse únicamente con la experiencia de la conciencia pura, analizable por un observador desinteresado, lo que Heidegger, asistente y discípulo de Husserl a partir de 1918, terminaría por rechazar para orientar la fenomenología hacia la hermenéutica.

Ya para concluir, es importante destacar que Husserl mantiene su postulado de considerar que la fenomenología quiere ser una ciencia esencial descriptiva de las vivencias trascendentales puras en actitud plenamente fenomenológica. En tal sentido la autora del presente artículo adiciona e ilustra con argumentación, por ende esclareciendo, la riqueza y la profundidad del pensamiento husserliano, poniendo de relieve el método a seguir para conquistar los numerosos dominios significativos que integran la esfera de la objetividad en su totalidad.

Como es pauta obligada de quien escribe terminar sus escritos con referencias a la formación del pensamiento ético, se espera contribuir a la comprensión del pensamiento del fundador de la fenomenología Edmund Husserl, cuando considera que los principios supremos de la Ética han de ser suministrados por un análisis fenomenológico de los correspondientes actos axiológicos.

Referencias:

Aguirre, J.C. y Jaramillo, L. (2012). Aportes del Método Fenomenológico a la Investigación Educativa. Revista Latinoamericana de Estudios Educativos. No. 2, Vol. 8 Manizales: Universidad de Caldas.

Husserl, Edmund. (1997).  Psicológica y la Fenomenología Trascendental – Confrontación con Heidegger. (Traducción y estudio preliminar de Mario A. Presas). Madrid: Tecnos

León, E.A. (2009). El Giro Hermenéutico de la Fenomenología en Martín Heidegger. Quito: Polis-ITHI

Rodríguez, R. (1997) La Transformación Hermenéutica de la Fenomenología. Una interpretación de la obra temprana de Heidegger. Madrid: Tecnos

San Martín, Javier. (2005). La práctica de la Fenomenología según Lester Embree: Comentario al libro Análisis Reflexivo. Investigaciones fenomenológicas – Vol. 4

 

 

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El nuevo orden mundial y el conspiracionismo

Por: Tere Quezada

La frase “Novus Ordo Seclorum” (El Nuevo Orden de los tiempos), fue inspirada en las bucólicas del poeta romano Virgilio)

Se habla tanto de los mentados Iluminati y el nuevo orden mundial que en raras ocasiones le echo un ojo a toda esa basura, pero no sé qué me asombra más, si la ignorancia de la gente o la incapacidad que tienen para pasar los datos por el filtro de la reflexión. Al menos que pasara por una pizca de cierto juicio. Con agrado y asombro vi hace unos días que la revista Letras Libres escribió un texto (intitulado: Información no comprobada) sobre las mentiras y la manipulación del sitio ruso RT y me agradó mucho porque el sitio RT tiene dentro de varios objetivos engañar con noticias falsas a la gente de América Latina, especialmente cuando se trata de judíos y norteamericanos; noticias que se engullen sin filtro los latinos y que no sólo los alejan de la verdad sino que los dejan aislados del mundo al tener ideas distorsionadas de la realidad provocando un desconocimiento ilusorio de la política internacional.

Por supuesto que hubo un nuevo orden mundial, claro que sí, pero sucedió (arrancó) en MDCCLXXVI, esto es, en 1776, el año de la Declaración de la Independencia de los EU, donde se menciona -por primera vez en la humanidad- las atrocidades de la cacería humana en África. En ese documento histórico del cual el libertador Simón Bolívar se inspiró para escribir el Manifiesto de Cartagena, se menciona por primera vez el trato inhumano de la raza africana para su venta y comercialización como esclavos. Práctica común en ese entonces. Francia, Holanda, Portugal e Inglaterra eran los países que cazaban y comercializaban a la raza negra. EU nunca lo hizo. Al día de hoy no se les ha reclamado dicha participación en la historia, pues son el origen principal de muchos males del África, mucho menos a los franceses, que no han sido  creadores de nada en la historia de la humanidad y se les imputa falsamente como los próceres de la libertad.

Simbología del billete norteamericano.

La frase ?Novus Ordo Seclorum? (El Nuevo Orden de los tiempos), fue inspirada en las bucólicas del poeta romano Virgilio, es una frase tomada del cuarto poema de las ?Églogas de Virgilio? que en latín dice así: Ultima Cumaei venit iam carminis ætas;Magnus ab integro sæclorum nascitur ordo. Iam redit et Virgo, redeunt Saturnia regna, iam nova progenies cælo demittitur alto. En inglés significa lo siguiente: Now comes the final era of the Sibyl‘s song; The great order of the ages is born afresh. And now justice returns, honored rules return; now a new lineage is sent down from high heaven.

Con la Declaración de la Independencia se acaba para siempre con la figura del Señor Feudal y la Monarquía pues los nuevos padres de la patria diseñaron por primera vez en la historia la figura del ?Presidente?, y es George Washington el primer Presidente en la historia de la humanidad.

La frase en latín ?ANNUIT COEPTIS? (Annuit C?ptis) significa «He [God] has favored our undertakings», Dios y la Providencia ha favorecido nuestras acciones». El nuevo diseño político para dirigir al nuevo pueblo libre de ese entonces se crea bajo la aprobación de la ley cristiana pues Dios es el único que puede otorgar los ?derechos inalienables?, esto es, ningún hombre puede autorizar o quitar vida, brindar libertad, o felicidad más que Dios.

Las dos frases van acompañadas del ?Ojo de Horus?, el ojo que todo lo ve, el ojo de la divina providencia basado en el Mito de Osiris, el cual significa ?renacimiento?, los griegos decían: ?En los himnos sagrados de Osiris es evocado aquél que está escondido en los brazos del Sol?, refiriéndose al ojo como una gran fuente de luz y de vida.

A la insignia con toda esta simbología le llaman ?The Great Seal? o El Gran Sello.

En 1782, Sam Adams desde el Congreso (el 3er congreso) llamó a un artista del diseño, William Barton, de Filadelfia, para traer una propuesta a la junta nacional (Third Great Seal Committee), Barton, pintor y experto en heráldica, sugirió una pirámide de trece capas por debajo del ?Ojo de la Providencia?. Los lemas que Barton eligió para acompañar el diseño eran Deo Favente («con el favor de Dios», o más literalmente, «con Dios a favor») y Perennis («eterno»). Los diseños de las monedas fueron diseñadas por Francis Hopkinson, delegado de New Jersey y uno de los firmantes de la declaración de la independencia. Básicamente Hopkinson diseñó la bandera norteamericana también. Años después fue juez federal en Pensilvania.  

En el diseño de la versión final del Gran Sello, Charles Thomson (un ex profesor de latín) mantuvo la pirámide y el ojo para el reverso pero sustituye los dos lemas, utilizando Annuit C?ptis en lugar de Deo Favente, y Novus Ordo Seclorum en lugar de Perennis. Cuando él proporcionó su explicación oficial sobre el significado de este lema, escribió: El ojo sobre ella [la pirámide] y el lema Annuit C?ptis refieren a los muchos significados de la providencia en favor de la causa norteamericana.

La frase de las monedas ?E Pluribus Unum? (?de todos uno?), está compuesta de trece letras al igual que Annuit Coeptis y van acompañadas de 13 flechas, 13 estrellas y 13 rayas. La pirámide tiene 13 niveles. Y todo esto no tiene ninguna otra alusión más que la representación absoluta de las 13 colonias que fundaron los EEUU.

Todo el diseño principal del billete (dólar)  así como sus monedas se creó con un comité elegido por el congreso y de manera pública, nada se hizo en lo oscurito ni en secreto y no tiene ningún otro significado más que el que es. Fue una forma de dejar plasmado para siempre un nuevo orden de vida que cambió el rumbo del mundo y el rumbo de la humanidad para siempre. Hoy nosotros los mexicanos al igual que otras naciones usamos una Constitución, el sistema de los tres poderes divididos y el sistema de partidos.

Yo decidí no discutir más con los masones porque son ellos los que dicen que los padres de la patria fueron masones, lo cual es una gran mentira, los padres de la patria no trabajaron nunca como logia y muchos menos de manera secreta, todo su trabajo fue público en las trece colonias y no hay ninguna documentación ni existe ningún biógrafo experto de la academia (que son los oficiales) que afirme o diga que fueron masones o logia masónica. Al estudiar la documentación completa de toda la teoría política (documentos federalistas) y la Constitución, jamás y de ningún modo, hay algún rasgo, señal o vestigio de ideas masónicas, es una documentación estrictamente de teoría política de gran nivel y excepcional, y como casi todos eran hombres cultos y conocían la filosofía griega, sabían leer latín y griego, pues era obvio que usaran símbolos con influencia de los clásicos griegos y romanos, al igual que la sabiduría egipcia.  

Los masones comenzaron con este chisme en 1827, cuando ya no existía vivo ningún padre de la patria. Desde entonces le han hecho creer a la gente que eran masones y desmentirlo sería agotador e infructuoso.

 fuente: http://www.sdpnoticias.com/columnas/2015/02/01/el-nuevo-orden-mundial-y-el-conspiracionismo

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UNESCO: «La Filosofía es el Arte de vivir juntos»

Estados Unidos/21 de Noviembre de 2016/CINU

La directora general de la UNESCO resaltó hoy la importancia de la filosofía como una disciplina cotidiana que ayuda a vivir mejor y de forma más humana, que se alimenta del respeto, la escucha y la comprensión de la diversidad de opiniones.

En un mensaje por el Día Mundial de la Filosofía, que se celebra cada tercer jueves del mes de noviembre, Irina Bokova afirmó que esta es más que una disciplina académica o universitaria.

Consideró que al igual que la tolerancia, la filosofía es una forma de convivencia y el arte de vivir juntos, dentro del respeto de los derechos y los valores comunes.

«El cuestionamiento filosófico se aprende y se perfecciona desde la infancia como una clave esencial para estimular el debate público y defender el humanismo, tan golpeado por la violencia y las tensiones del mundo», dijo la directora general.

Bokova alentó a los pueblos del mundo a compartir sus herencias filosóficas y a atreverse a abrir espacios para el pensamiento libre, abierto y tolerante.

Fuente: http://www.cinu.mx/noticias/mundial/unesco-la-filosofia-es-el-arte/

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