Europa/España/26 Abril 2018/Autor: Daniel Sánchez Caballero/Fuente: El diario la Educación
Cristina Novoa Asesora técnica de Bibliotecas Escolares de la Xunta de Galicia, tiene claro que la lectura no tiene edad, que ha de ser de calidad y algo cotidiano. Pero hace falta crear espacios y momentos para encontrarse con ella.
Cristina Novoa recuerda perfectamente cuándo desarrolló su amor por la lectura. Cuando era niña, cuenta, una tía le recitaba poemas mientras cogía los puntos de las medias. “Tengo la imagen grabada”, rememora. Unas décadas después, esta maestra de Primaria se dedica a inculcar este amor por la lectura desde su puesto de asesora técnica de Bibliotecas Escolares de la Xunta de Galicia. Su cercanía a los Movimientos Pedagógicos de Renovación (MPR) y la influencia de Gianni Rodari, pedagogo y escritor italiano, se unieron a su amor por los libros para llevarle donde está hoy. Novoa, que no pone pegas cuando se le define como “radical sin extremismos”, defiende una aproximación ambiciosa a la lectura, en la que no cualquier texto vale, aunque, matiza, “no se trata de que todos sean eruditos”.
Igual a veces damos demasiado por sentado que hay que leer porque sí. ¿Por qué hay que fomentar la lectura?
A todo el mundo le parece bien la lectura. Nadie te va a decir que no interesa. El problema es que hay discursos sobre la lectura y su fomento entre los más jóvenes que son muy banales. “Leer es divertido”. No. Puede serlo si el texto lo es. “Es útil”. Efectivamente, es imprescindible para moverte con autonomía en esta sociedad. Te da oportunidades que si no lees no tienes. Si no eres capaz de decodificar los textos que tienes a tu alrededor (y no ya solo textos escritos), qué te transmiten esos lenguajes y para tener alguna idea de quién está detrás de ellos, por qué los emiten, qué intereses tienen, etc. no eres una persona alfabetizada y no puedes moverte por el mundo con un mínimo de autonomía y capacidad crítica para poder tomar tus propias decisiones.
Si algo tenemos que hacer los maestros es contribuir a que los chicos salgan del sistema con un dominio suficiente para saber expresarse de manera autónoma, tener sus propios pensamientos y ser capaces de codificar y entender los mensajes que les llegan teniendo una mínima idea, no solo del contenido que tienen, sino de dónde reciben esos mensajes (un periódico, una película, un libro) y qué intereses tienen detrás. Que nadie se sienta manipulado por no tener suficiente dominio del lenguaje oral o escrito. El fomento de la lectura y de la lectura literaria es imprescindible que sea con textos de calidad. Necesitamos textos que nos conformen como personas. Hacerlo con textos banales, que no dicen nada y solo repiten frases estereotipadas o conceptos cómodos para la sociedad o el sistema, tampoco sirve de mucho. Siempre propongo que mejor poquitos libros, bien elegidos y en actividades que sean significativas.
En la escuela no se hace todo, la sociedad tiene mucha responsabilidad en estas cuestiones y por eso debería complementarse lo que se hace en el sistema educativo con un sistema de lectura pública que llegue a toda la población, que los medios de comunicación pongan textos de calidad a disposición de los lectores, que las radiofórmulas pongan música de calidad y no banal (todos tenemos en mente las radiofórmulas y la música que ponen, en contra de la dignidad de la mujer en ocasiones). ¿De qué hablamos? De una sociedad que tenga en la cultura un referente. A veces pervertimos tanto las palabras… “Una sociedad justa, culta e igualitaria”. Bien, vamos a por ello, pero vamos todos y remando en el mismo sentido. ¿De qué sirve que en el sistema educativo estemos tratando de que nuestros lectores sean mínimamente críticos si luego te encuentras una publicidad que trata así a las mujeres, a los adolescentes, cómo refuerza ciertos estereotipos? ¿Qué mensaje llega más fácilmente? ¿Las cinco horas en el centro educativo o el resto del tiempo recibiendo estos mensajes?
No es cuestión de leer por leer, entonces. ¿Usted no cree que es mejor leer lo que sea, por banal que resulte, que no hacerlo en absoluto?
Hay que matizar. Yo soy lectora de textos por divertimento. No se trata de que todos seamos eruditos, creo que es importante que los chicos tengan acceso a los libros que llamamos generacionales, que a veces no podrían considerarse literatura (por ejemplo, las novelas románticas), pero que tienen mucho predicamento y entre ellos se pasan de unos a otros. Pero como educadores o mediadores de lectura tenemos la responsabilidad de que vayan desarrollando recursos para seleccionar lecturas cada vez más exigentes con el lector. Lo que no deberíamos es, aunque deba haber cabida en las bibliotecas para algunos textos generacionales (Los juegos del hambre, Crepúsculo, etc.), hacer alguna actividad de fomento de la lectura con esos textos, dejando fuera a otros, más o menos clásicos o de autores actuales, que sí proponen mundos distintos, o una visión diferente, o cuestionan lo que está pasando a nivel social, incluso divertidos sin más, pero con un mínimo de calidad literaria, de cuidado con el lenguaje. De lo que no soy partidaria es de que lean lo que sea. Si eres un mediador en el ámbito educativo a lo mejor lo tienes que pensar dos veces y, aunque tengan a su alcance todo tipo de textos que puedan elegir, les tienes que formar en esa capacidad para elegir aquello que les ayude a crecer internamente como personas. Y no todo vale en ese sentido. Hay géneros denostados como la novela negra, en la que hay de todo. Hay textos que se te olvidan al día siguiente, pero lees a Petros Markaris y te ayuda a entender lo que pasó en su momento en Grecia, mejor que leyendo los periódicos. ¿Es un texto de gran calidad? A lo mejor no lo es, en función de según qué parámetros, pero dentro de lo que yo como lectora le pido a un texto de novela negra: que me enseñe algo más que lo que me cuentan los periódicos, que me resulte entretenido y, además, tenga un mínimo de valor literario, estás haciendo una elección. Tiene que haber todo tipo de lecturas accesibles, pero cuando hagamos actividades para vincular a los chicos a la lectura, tenemos que darle la opción de conocer buenos autores, buenos textos, que lean otros géneros y no se queden “enganchados” a uno solo, que les empobrece. El sistema de lectura pública, y el educativo en concreto, tienen la responsabilidad de acercar a los chicos más pequeños a textos, películas o productos culturales que tengan un mínimo de calidad para que vean la diferencia y ya irán haciendo ellos las elecciones.
¿Qué papel queda para las familias? ¿Qué tipo de actividades se pueden hacer en casa para fomentar la lectura? Se habla mucho de dar ejemplo. ¿Es suficiente?
No siempre pasa. Sobre todo los adolescentes, que lo último que quieren hacer es lo que hacen sus padres. Pero sí hay estudios que dicen que los niños que crecen en casas donde hay libros y un valor por el lenguaje y lo cultural lo normal es que no desarrollen resistencia a la lectura salvo que se les obligue. En casa y la escuela una de las actividades que mejor funciona es acompañar en la lectura, por eso funciona tan bien que les lean un cuento por la noche o los juegos que hacían las abuelas antes. Ir por la calle y leer un cartel, o una publicidad en casa. Mantener la curiosidad. Y cuando me refiero a textos también digo el audiovisual. Si una familia en vez de leer está viendo la tele, una serie, hay formas para conseguir una aproximación crítica a esa serie. Luego hay un momento en el que se abandona al crío porque ya sabe leer. Lo que funciona es que hay que seguir acompañando al adolescente en la lectura. No leerle por la noche, no lo va a aceptar, pero sí hablar de libros en casa, igual que se habla de fútbol o de una noticia local. Se puede hablar del último libro que se han leído o por qué han cogido tal libro de la biblioteca. Acudir a la biblioteca, sacarle el carné. Ir a una ciudad y hacer una visita a la biblioteca, ir a la Feria del Libro, que el libro y la lectura estén presenten en la vida familiar igual que otras cosas. Lo que estamos viendo es que los adolescentes necesitan seguir siendo acompañados en compartir experiencia lectora. Hay que hacerlos consumidores activos de lectura. En los regalos que siempre haya un libro y el niño vaya haciendo su biblioteca personal. Nunca obligar a la lectura es una máxima. Todas las actividades que incluyen el vínculo afectivo favorecen lo cultural. Lo que se vive como una obligación no funciona.
Ya que habla de no obligar… Los libros obligatorios en la escuela, ¿son un aliciente o un castigo?
Lo de la obligación es relativo. En principio, en el sistema educativo solo hay lecturas obligatorias en 2º de Bachillerato que después se exigen para el examen de Selectividad. El resto son los departamentos, que recomiendan lecturas. Y habrá otros que obligan. Y otros hacen recomendaciones abiertas, con un listado de opciones. Yo en lengua gallega puedo recomendar la lectura de un libro y, además, hay que hacer el trabajo, muchas veces sobre el libro, por lo que hay que léerselo. Ese tipo de lectura la defiendo. Lo que no defiendo es la obligada para después hacerte un examen sobre el libro. Ese tipo de prácticas es lo peor que se puede hacer, solo se consigue desarrollar resistencias a la lectura porque no les aporta nada y luego asocian la lectura a este tipo de prácticas y la denostan. Pero también hay muchos profesores que lo hacen de otra manera y las bibliotecas vinculan a los chicos de otra manera: son protagonistas y propician situaciones gratas de lectura. En Galicia tenemos un programa de clubes de lectura en centros de enseñanza secundaria, como actividad voluntaria y fuera del horario lectivo en el que participan este curso 231 IES, Escuelas de Idiomas o de FP, con 12.000 lectores y lectoras, que periódicamente se reúnen para leer y compartir experiencias lectoras.
¿Cómo deben ser las bibliotecas escolares y qué deben ofrecer a las escuelas?
Hoy en día ya no es la que alguna persona puede tener en la cabeza. Debe ser —son recomendaciones de carácter internacional y de nuestra propia normativa— un espacio de la escuela, educativo, en el que tiene que haber suficientes recursos literarios, de ficción y de información. Tiene que haber suficientes fuentes informativas para que alumnado y profesorado puedan hacer uso de esos recursos. Deben trabajar en tres ámbitos: en el fomento de la lectura, con actividades, propuestas, con una buena selección, actividades de extensión cultural (recitales, encuentros con autores, etc.) y también deben trabajar en el uso, tratamiento y producción de información. Enseñar qué tipo de información necesito, dónde la puedo encontrar, cómo puedo contrastarla, reelaborarla y reutilizarla. Todo eso hay que enseñarlo, y la biblioteca es el apoyo fundamental al profesorado, no solo por tener las fuentes, sino porque tiene que apoyarles en esa formación que deben dar a los chicos. Y la producción de información propia. Tiene que ser una biblioteca abierta a la comunidad (a los padres, etc.). Por ejemplo, en los centros donde funcionan los clubes de lectura, en buena parte de ellos, hay también grupos de lectura de adultos. Es una biblioteca dinámica, en constante evolución. Las que están en una primera fase de fomento de la lectura deberían pasar a tratar la información también. Pero debe ser sobre todo un espacio de convicencia y de encuentro con el conocimiento y la cultura, y de apoyo al desarrollo de los contenidos curriculares.
¿Nos olvidamos a veces de los adultos cuando hablamos de fomentar la lectura? ¿Somos una causa perdida?
Para nada. Pongo siempre el ejemplo de un marinero que conozco, con una formación mínima, y que cuando se jubiló una persona de su entorno le empezó a suministrar lecturas y ahora es un lector empedernido. Nunca estamos perdidos para la lectura. Lo importante es encontrarse con el libro, con la persona adecuada que te ponga en camino. Una cosa importante es que el lector no tiene por qué serlo de literatura. Hay jóvenes que no se acaban de meter mucho en el libro de ficción, pero a través de los cómics o las novelas gráficas se les puede introducir. También con los libros informativos. No hay nada que le guste más a un crío de ocho años que un libro informativo. Y los hay maravillosos. No todo tiene que ser literatura. No vamos a conseguir que todos los adultos del país lean poesía, pero a todos nos gustan las historias, las narraciones. Hay otro elemento importante. Estamos creando una sociedad que mete mucho ruido, físico y metafórico. No es fácil ser lector en una casa donde siempre hay una tele encendida. No es fácil ser lector en una sociedad que te está continuamente marcando con estímulos que te llevan a otras cosas, a entretenerte, a que no puedes pasar un rato solo en silencio. Los lectores somos resistentes, lo tengo clarísimo. En el caso de los chicos que leen, contra todos los mensajes que les dicen que leer tampoco es tan allá, que son otras cosas las divertidas y que entretienen, como la tecnología, son auténticos resistentes. Por eso es importante crear espacios y tiempos para la lectura. Se habla ya de crear espacios para la desconexión.
¿Qué efecto ha tenido la aparición del libro electrónico y la tecnología sobre la lectura? ¿Hemos encontrado la forma de utilizarla o, como en el sistema educativo en general, le estamos buscando la vuelta aún?
Nos puede ayudar, nos puede meter mucho ruido. El libro electrónico y la lectura digital tiene que estar e incorporarse a la lectura, nuestros chicos viven a través de sus móviles y sus prácticas deben estar dentro de la escuela para acompañarles con prácticas saludables para ellos. Pero no es fácil todo lo relacionado con la lectura y las plataformas de préstamo de libro electrónico. Es verdad que los buenos lectores, los lectores competentes en texto impreso, no tienen grandes dificultades para incorporar la lectura digital cuando consideran oportuno. En general los lectores que están empezando se pueden sentir fascinados por el dispositivo de lectura electrónica, pero luego lo abandonan y vuelven al papel. Está comprobado. El poder de la industria tecnológica es muy potente y los libros y la lectura tienen enfrente un gran adversario,pero puede ayudar. Y ahí están las redes de lectores virtuales o el fenómeno de los booktubers que arrastran a miles de jóvenes con sus recomendaciones de lectura.