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¿Es idóneo el examen de oposición?

Alberto Sebastián Barragán

El ingreso al servicio profesional docente consiste en un examen de oposición con dos o tres etapas, según la plaza a que se aspire. En la etapa uno, se ocupa un examen de conocimientos y habilidades para la práctica docente, donde los reactivos de cuatro opciones miden el nivel de dominio de contenidos y enfoques de enseñanza; así como las capacidades y habilidades para la resolución de problemas didácticos.

La etapa dos, consiste en un examen de habilidades intelectuales y responsabilidades ético-profesionales. Estos otros reactivos intentan arrojar información sobre las habilidades intelectuales del docente, e intuyen las capacidades de comunicación, estudio, reflexión y mejora continua, así como de las actitudes necesarias para la profesión docente.  Y la etapa tres consiste en aspectos complementarios para Educación indígena, Asignatura estatal, Artes o Tecnología para nivel secundaria.

Los instrumentos son independientes, sin embargo, los resultados que se obtienen se agrupan en los niveles I, II y III, según la puntuación obtenida.  Como se trata de instrumentos distintos se establecen diferentes puntos de corte. Y de la integración de los resultados se determina la idoneidad, o no idoneidad, del sustentante. Según la Ley General del Servicio Profesional Docente, un aspirante es idóneo, si obtiene al menos el Nivel II, en todos y cada uno de los instrumentos. Después de que los sustentantes hayan obtenido un resultado idóneo, se agrupan en otros niveles A, B, y C, para los que respondieron dos exámenes; así como A, B, C y D, para los de tres exámenes.

Para la Ciudad de México, el último proceso de ingreso a educación básica registró el 65% de docentes idóneos, de los cuales 1099 son de formación normalista, y 2655 estudiaron en otras instituciones de educación superior. Para educación primaria, se registraron 1472 participantes, de los cuales 978 resultaron idóneos. Según las cifras iniciales de la convocatoria, sólo había 210 plazas, pero la vacancia generada elevó la cantidad de plazas hasta 902.

En convocatorias de algunas entidades, para Preescolar, Primaria o Secundaria, las cifras de plazas vacantes se publicaron en ceros. Sin embargo, las cifras de vacantes alcanzadas hasta el 31 de mayo no se dieron a conocer en la página del Servicio Profesional Docente. Es decir, se trató de una apuesta hacia la jubilación o liberación de esas plazas para ocuparlas a partir de las listas de prelación.

Hasta este momento, se podría decir que esta modalidad de ingreso al servicio profesional docente, ha disminuido las prácticas perversas de la burocracia, de influyentismo, de venta o de intercambio de plazas. Es decir, la asignación basada en el mérito se ha percibido como un panorama favorable, sin embargo, es necesario señalar algunos puntos inadvertidos en la mirada general de la evaluación docente.

En primer lugar, la convocatoria pública y abierta es tan amplia, que se ha convertido en detrimento de la formación inicial de los profesores de educación básica. Hay que recordar que desde el inicio de la reforma educativa se planteó un fortalecimiento de las escuelas normales, y al mismo tiempo se concedió un periodo de gracia de convocatorias diferenciadas para escuelas normales. El fortalecimiento no llegó, pero sí se cumplieron los dos años de dos tipos de convocatorias, hasta llegar a una convocatoria general.

En este sentido, es importante reconocer las disparidades de número de instituciones de educación superior por cada entidad. Además, es necesario considerar el balance de instituciones públicas y privadas por cada estado. Y aunado a ello, es indispensable revisar la configuración social y política de las zonas económicas del país, que determinan la inversión en la formación inicial de docentes de educación básica. Las convocatorias diferenciadas tendrían que retomarse como una etapa de transición mientras se consolida el modelo de formación docente en las escuelas normales.

En segundo lugar, no debemos perder de vista que se trata de pruebas estandarizadas. Justo por la cualidad de ser exámenes a gran escala se convierten en instrumentos llenos de interés o de sospecha. En los exámenes de opción múltiple de las etapas mencionadas, el resultado genera un indicador cuantitativo de dominio de contenidos, pero no necesariamente de desempeño.

¿Es posible que un examen estandarizado ofrezca niveles de desempeño sobre las habilidades docentes, capacidad de respuesta, o actitudes ético-profesionales a partir de casos supuestos? Si la respuesta es afirmativa, entonces la idoneidad del examen de oposición también puede ser hipotética. Supongamos que sí es la mejor forma de seleccionar a los docentes, entonces la mirada la tenemos que dirigir hacia el trabajo que los prelados realizan en educación básica, y nos daremos cuenta de que la realidad, no apunta en el mismo sentido de la idoneidad. Además, eso ya no corresponde al examen de oposición, sino a la débil formación continua.

Aunque se perciba cierto avance, no hay que perder de vista la calidad educativa y la formación docente. Necesitamos revisar constantemente la brújula porque, el hecho de estar en movimiento, no significa necesariamente que vayamos con buena dirección.

Fuente del articulo: http://www.educacionfutura.org/es-idoneo-el-examen-de-oposicion/

Fuente de la imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/04/evaluacion-extraordinaria-guerrero2-e1460132287865.jpg

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¿Las escuelas normales están en vía de extinción?

Semana Educación

Estas instituciones formaron tradicionalmente a los maestros en el país. Sin embargo, hoy se habla poco de ellas, a pesar de su importancia en las regiones.

Las escuelas normales superiores fueron las primeras instituciones acreditadas para formar maestros en el país y, hasta 1934 con la creación de las primeras facultades de Educación, fueron las únicas en hacerlo. Pero con el tiempo, las normales perdieron protagonismo en su tarea de educar a los profesores. En 1997 y 2008 la ley les exigió pasar por diferentes procesos de acreditación que disminuyeron su presencia en el sector educativo. De más de 300, ahora solo quedan 137.

Según la Ley General de Educación, la idea es que estas instituciones cumplan un papel de “formación inicial de docentes”, lo que implica el primer paso en una educación posterior más completa en licenciaturas y otros estudios. Sin embargo, por las dificultades de acceso a la educación superior (especialmente en las zonas más aisladas del país, donde mayor presencia tienen las normales) muchos normalistas no pueden continuar su carrera.

Por esa razón, en las escuelas rurales y los pueblos apartados del casco urbano, estos profesores todavía cumplen un papel destacado en la educación. Además, porque en estas zonas hacen falta profesores. Según la revista Dinero, en el campo, el 51 % de las sedes educativas son multigrado (escuelas que tienen un profesor para varios grados).

De ahí la necesidad de tener más profesores de calidad en las zonas rurales y la relevancia que tomaron las normales superiores, de las cuales el 90% están en poblaciones con menos de 100.000 habitantes.

Lo cierto es que la formación de maestros es un aspecto fundamental para mejorar el desarrollo de estas regiones y para implementar la construcción de paz en los municipios que más sufrieron con el conflicto, un asunto particularmente relevante en este momento (de hecho, este será uno de los temas clave que se tratarán en la Cumbre Líderes por la Educación 2017).

Por otro lado, estas instituciones de formación inicial de docentes, “se conviertan en el foco para la formación de muchísimos proyectos de carácter cultural, social y ciudadano en las regiones. Son casi que un patrimonio de cada municipio”, según cuenta Eduardo Cortés, presidente de la Asociación Nacional de Escuelas Superiores de Colombia (Asonen).

¿Qué son las normales superiores?
Las normales superiores funcionan básicamente como una escuela secundaria regular, con una salvedad: después de grado 11, los alumnos pueden realizar un programa de formación complementaria en el que estudian cuatro semestres más  y salen calificados para enseñar en preescolar o primaria.

Actualmente hay 137 escuelas normales superiores en todo el país y se gradúan cerca de 7.000 estudiantes, según cifras de Asonen. Esto es casi la quinta parte de todos los graduados en Ciencias de la Educación, 37.000 cada año.

Aunque la proporción de normalistas que enseñan en instituciones oficiales no es tan alta (en el concurso docente de 2016, 8 % de los aplicantes fueron normalistas), las cifras generales ocultan la importancia de estos profesores en las zonas apartadas. Además, hay que tener en cuenta que muchos de ellos continúan su formación en programas de licenciaturas, por lo que no aparecen como normalistas, aunque las escuelas normales siguen constituyendo un eslabón importante en la formación de profesores.

Problemas de articulación
Sin embargo, las escuelas normales superiores pasan por un problema de normatividad bastante particular. Están cobijadas por la Ley 115 (que abarca a las instituciones de educación básica y media) y sus exigencias son, en su mayoría, las de una escuela de primaria y secundaria. Pero también cumplen funciones de una institución de educación superior, pues gradúan a personas calificadas para el trabajo docente.

Por eso, las condiciones de calidad no están niveladas con las que se les exige a los programas de licenciatura. En aspectos como la práctica pedagógica, los normalistas tienen una gran ventaja, pues su formación es práctica casi en su totalidad. Pero en otros temas, como la investigación o el aprendizaje de inglés están atrasadas.

“Los docentes vinculados a las escuelas normales les cobija la normativa de profesor de educación media. Esto significa que tienen un gran número de horas semanales y dentro de su actividad no está previsto la investigación, no hay presupuesto para eso”, opina Diana Soto, decana de Educación de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

Esto lleva a que tengan problemas en la articulación con los programas de licenciaturas. Como las escuelas normales están definidas como instituciones de “formación inicial de docentes”, muchos normalistas optan por continuar sus estudios en una licenciatura, en universidades con convenios en las que pueden acreditar entre tres y cuatro semestres, dependiendo de la institución. Pero como los normalistas salen con otro perfil, es más difícil adelantarlos en ciertos aspectos, como el bilingüismo.

“Hay que repensar ciertos aspectos como este para que estos jóvenes no ingresen a las licenciaturas en condiciones descompensadas en relación con los que ya están en las universidades”, dice Soto.

Más reconocimiento
Solucionar este problema implica replantear la normativa que rige a las normales.  Actualmente, Asonen trabaja junto al Ministerio de Educación para definir una reglamentación particular para estas instituciones. “Queremos  una legislación propia para fortalecer las plantas de personal, mejoramiento de infraestructura. Hay normales en riesgo o con alto deterioro. También queremos recursos para la investigación que es muy importante para las normales”, dijo Cortés a Semana Educación.

Además de eso, con el mismo presupuesto que les asignan a las escuelas oficiales, las normales tienen que proveer su programa complementario de dos años más. “ Nosotros dependemos de unos recursos que gira el gobierno por estudiante, pero son los mismos que se giran para un estudiante de cualquier institución educativa sin programa complementario”, explica Cortés.

De ahí que para el presidente de Asonen, las normales requieren que se les reconozca más su importancia como educadoras de educadores. “Esa es una deuda pendiente del país”, concluye.

Este tema se tocará en la Cumbre Líderes por la Educación 2017.

 

Fuente del articulo: http://www.semana.com/educacion/articulo/formacion-de-maestros-la-importancia-de-las-escuelas-normales/536758

Fuente de la imagen: https://static.iris.net.co/semana/upload/images/2017/8/17/536755_1.jpg

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Educación en Ecuador: cuatro decisiones inaplazables

América del Sur/Ecuador, 5 de agosto de 2017.  Fuente: Diario El comercio. Autor: Fausto Segovia Baus

Educación: cuatro decisiones inaplazables

El diálogo debe incluir a la educación inicial, básica y bachillerato; la convocatoria al Consejo Nacional de Educación (CNE) es urgente, por disposición legal; el sistema educativo es por competencias pedagógicas; y, es impostergable una nueva política sobre la formación inicial y continua de todos los docentes ecuatorianos.

Todo ello en el contexto del nuevo Plan Decenal 2016-2025.

· El diálogo intercultural

Varias mesas de diálogo se han instalado en algunos escenarios: la economía, el ámbito público-privado, la lucha contra la corrupción, la educación superior, entre otros. Llama la atención que el sistema educativo, cuya rectoría depende del Ministerio de Educación, no ha dado señales objetivas en esa dirección, pese a existir asuntos pendientes como la interculturalidad, la formación del profesorado, el financiamiento, las escuelas cerradas, la educación rural y la mejora de la calidad. El diálogo intercultural implica un proceso socio-educativo que va más allá de las declaraciones. El Ecuador necesita acuerdos para la acción, que lleguen desde las aulas, con la participación directa de sus actores: los profesores, los padres de familia, los estudiantes y exalumnos. Y se consideren otras áreas importantes como el currículo, los textos escolares, la salud, las bibliotecas, y el abordaje de problemas emergentes como el abuso escolar y el uso de las tecnologías en la educación.

· Convocatoria al Consejo Nacional de Educación.

Un caso patético es no la convocatoria al Consejo Nacional de Educación (CNE), organismo encargado de estudiar y aprobar los planes educativos nacionales, de conformidad con la Ley Orgánica de Educación Intercultural. Desde 2008 no se ha integrado ni convocado en CNE, por razones que se desconocen. Es hora que el país cuente con el Plan Nacional de Educación que establece la Ley Orgánica de Educación Intercultural en los Arts. 23 y 24. La LOEI es clara: “El Consejo Nacional de Educación es el organismo permanente de orientación y consulta de la Autoridad Educativa Nacional”, según el Art. 24. El Art. 25 establece las funciones del CNE: “a) Participar en la elaboración y aprobación del Plan Nacional de Educación; b) Ser órgano de consulta en materia educativa general; y, 3) Definir, conjuntamente con el Consejo de Participación Ciudadana, los mecanismos de participación de la ciudadanía en el ámbito educativo nacional, de conformidad con la Constitución de la República y la Ley”. Esta grave omisión debe corregirse de inmediato. Como se sabe las leyes son de cumplimiento obligatorio, y no facultativas. Además hay que poner en la mira el nuevo Plan Nacional de Educación 2016-2025.

· Las competencias pedagógicas

El tema ha sido muy debatido, pero los resultados poco convincentes. Tanto la Constitución de 2008, como la Ley Orgánica de Educación Intercultural vigentes, establecen que la educación ecuatoriana es por competencias. Sin embargo, en diez años de revolución educativa el planeamiento curricular del Ministerio de Educación, según consta en varios documentos, se define por destrezas, es decir, por “desarrollo de capacidades de desempeño”, antes que competencias como ordenan los cuerpos legales mencionados. Así, el Art. 27 de la Constitución de Montecristi, dice: “La educación se centrará en el ser humano y garantizará su desarrollo holístico, en el marco del respeto de los derechos humanos […], estimulará el sentido crítico, el arte, la cultura física, la iniciativa individual y comunitaria, y el desarrollo de competencias y capacidades para crear y trabajar”. Por su parte, el Art. 6, literal x, de la Ley Orgánica de Educación, expresa: “El Estado tiene las siguientes obligaciones adicionales: Garantizar que los planes y programas de educación inicial, básica y de bachillerato, expresados en el currículo, fomenten el desarrollo de competencias y capacidades para crear conocimientos y fomentar la incorporación de los ciudadanos al mundo del trabajo”. · Formación inicial y continua del profesorado La calidad de la educación, la evaluación y la formación del profesorado están íntimamente relacionadas. Si bien se han realizado esfuerzos en el mejoramiento de la calidad –el Ecuador se halla en el puesto 7 entre 14 países de la región-, la deuda en este rubro sigue pendiente. En el caso de la evaluación, el INEVAL –Instituto Nacional de Evaluación- ha creado un sistema integrado de evaluación de estudiantes, profesores e instituciones educativas, pero la formación de los profesores reclama un verdadero plan de largo plazo con la participación de las universidades, los institutos superiores pedagógicos y el propio Ministerio de Educación. La organización de la Universidad Nacional de Educación –UNAE- es una señal de esperanza; pero falta un sistema macro educativo que fortalezca la investigación pedagógica, el reclutamiento de docentes con nuevos perfiles, el mejoramiento de sus condiciones de vida, la capacitación continua y nuevos estándares con el apoyo de las tecnologías de información y comunicación.

· Perspectivas

Estas cuatro estrategias constituyen ejes fundamentales que la sociedad ecuatoriana, y el Ministerio de Educación en particular deberían gestionar en el corto plazo. No hay tiempo que perder. A la atención preferente del sistema educativo en cuanto a la planificación y ejecución de los ciclos escolares, es urgente articular acciones de mediano y largo plazo con la sociedad civil, la empresa privada y los propios profesores para que el diálogo propuesto rinda frutos concretos: mesas de negociación, encuentros y acuerdos para la acción con rendición de cuentas, donde cada escuela y cada profesor se movilicen en favor de un proyecto educativo transformador por competencias pedagógicas. ¡Y que el Consejo Nacional de Educación (CNE) opere lo antes posible!

Fuente:  https://www.elcomercio.com/blogs/la-silla-vacia/educacion-cuatro-decisiones-inaplazables-faustosegovia.html. 

 

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México: Las normales enfrentan carencias y menos solicitudes de ingreso, según el INEE

América del Norte/México, 01 de julio de 2017.  Fuente: jornada.unam.mx. Autora: Laura Poy Solano

En 20 años la docencia dejó de ser una profesión atractiva

Desde mediados de los años 90 del siglo pasado, el gobierno federal consideró prioridad la transformación y fortalecimiento académico de las escuelas normales. Sin embargo, las más de 270 instituciones públicas formadoras de maestros enfrentan graves carencias, no sólo de infraestructura y equipamiento.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), la matrícula de estudiantes normalistas ha ido disminuyendo desde hace dos décadas. En su informe Los docentes en México, señala que del inicio del sexenio foxista (2001-2002) al primer año de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto (2013-2014), el número de alumnos inscritos en una normal, pública o privada, pasó de 184 mil 100 a 132 mil 205, y los planteles se redujeron de 655 a 484.

En el ciclo escolar 2013-2014, el INEE destaca que existían 210 normales privadas, donde se atendía a 23.1 por ciento de la matrícula total de normalistas, mientras las públicas sumaban 274, donde cursaban sus estudios casi ocho de cada 10 jóvenes que se formaban de maestros.

Sin embargo, destaca que en ese periodo las solicitudes de ingreso a normales públicas disminuyeron, pues sólo 72.6 por ciento de los lugares disponibles en el ciclo escolar 2013-2014 fueron ocupados, mientras en las escuelas privadas cayó a 52.4 por ciento.

Los estados con menor demanda para la formación inicial de maestros fueron Baja California, Chiapas y Nuevo León, donde no se asignó casi la mitad de espacios disponibles en normales públicas. En contraste, la demanda de ingreso superó la oferta en Chihuahua, Michoacán, Morelos, San Luis Potosí y Yucatán, donde el número de aspirantes inscritos rebasó el total de lugares disponibles.

El INEE destacó que, en 2013, al menos 59 por ciento de las familias de estudiantes normalistas percibían ingresos mensuales per cápita de poco más de mil pesos, es decir, que estaban por debajo de la línea de bienestar mínimo establecida para las zonas urbanas. Esta situación se agudizaba para las familias con normalistas de primaria intercultural bilingüe, pues en 2013, 87.1 por ciento de estos jóvenes vivía en hogares que se encontraban por debajo de la línea de bienestar mínimo.

Ante este panorama, el instituto concluyó que cada vez menos jóvenes se interesan en las licenciaturas de formación docente para educación básica. La disminución de la demanda podría encontrar respuesta en las condiciones y características del mercado laboral, el sistema de ingreso al servicio docente, los salarios y las expectativas de mejora a largo plazo, que no hacen de ésta una profesión atractiva.

Agregó que el decremento de la demanda ha provocado ya el cierre de programas de formación inicial en algunas instituciones. No sería extraño que las normales privadas comenzaran a desaparecer o a buscar otras áreas para su desarrollo dentro del mercado educativo.

Fuente noticia: http://www.jornada.unam.mx/2017/06/24/politica/007n2pol
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