Israel: Educación en tiempos de crisis: Preparar a la juventud israelí para un futuro incierto

El sol empezaba a salir por Netanya cuando Romi Dudai se preparaba para su primer día en una nueva escuela, otra vez. Lejos de los campos familiares del kibbutz Nirim, donde había crecido, Romi se encontraba ahora en una ciudad a la que no llamaba hogar desde hacía casi ocho años.

 

Su kibbutz, antaño un lugar seguro y comunitario, había quedado devastado por la masacre del 7 de octubre y la guerra a la que había dado lugar.

 

El viaje de Romi de Nirim a Netanya no fue una elección sino una necesidad, un desplazamiento forzoso que comparte con más de 20.000 estudiantes israelíes que han sido desarraigados de sus hogares debido a los conflictos en curso en el norte y la región fronteriza de Gaza.

 

La historia de Romi, como las de muchos otros, pinta un cuadro vívido de la nueva realidad a la que se enfrentan innumerables familias israelíes. Estos jóvenes israelíes no sólo empiezan un nuevo curso escolar, sino que se enfrentan a un mundo en el que los ritmos de vida normales se han visto alterados por la guerra.

 

Para muchos, la emoción de un nuevo comienzo se ve ensombrecida por la ansiedad de lo desconocido y el dolor de dejar atrás los lugares y las personas que aman.

 

Al enfrentarnos a esta inquietante situación, es crucial que todos los israelíes reconozcan que no se trata de un trastorno temporal. Los conflictos que han causado tanta agitación en nuestras escuelas y comunidades no son pasajeros; son la realidad con la que quizá tengamos que vivir durante años.

 

No es una verdad fácil de aceptar, pero es necesaria. Las continuas amenazas a nuestra seguridad nos obligan a adaptarnos, no sólo en nuestra vida cotidiana, sino también en la forma en que preparamos a nuestras futuras generaciones para un mundo en el que la paz no está garantizada.

 

Sin embargo, aunque apoyemos a estos estudiantes en sus necesidades inmediatas, también debemos pensar a largo plazo. El sistema educativo de Israel tiene un papel vital que desempeñar, no sólo para ayudar a los estudiantes a recuperarse de los trastornos causados por la guerra, sino también para prepararlos para vivir en un país donde el espectro del conflicto es una presencia constante.

 

Esto significa que nuestras escuelas deben hacer algo más que enseñar materias académicas; también deben inculcar una profunda comprensión de nuestro patrimonio, nuestra historia y nuestro destino común como pueblo.

 

En estos tiempos difíciles, es más importante que nunca que nuestros alumnos reciban educación sobre la importancia del Estado judío. Hay que enseñarles a sentirse orgullosos de su judaísmo y de su identidad como israelíes.

 

La resistencia y la determinación que han definido al pueblo judío a lo largo de la historia deben transmitirse a la próxima generación, que heredará la responsabilidad de preservar y defender el Estado de Israel.

 

Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia de un Estado judío. No es sólo un refugio; es la encarnación de nuestras aspiraciones colectivas, un lugar donde la cultura, la religión y la identidad judías pueden prosperar. En un mundo en el que el antisemitismo y la hostilidad hacia Israel siguen aumentando, nuestros alumnos deben comprender que su educación no sólo tiene que ver con el progreso personal, sino también con el mantenimiento del legado de un pueblo que ha perdurado durante milenios.

 

Este llamamiento a la acción no es sólo para los educadores, sino para todos los israelíes. Todos debemos reconocer que no es probable que los retos de seguridad a los que nos enfrentamos desaparezcan pronto. La resistencia que ha llevado a Israel a lo largo de sus primeros 76 años debe seguir alimentándose en nuestras escuelas, nuestras comunidades y nuestra conciencia nacional.

 

Al comenzar este año escolar, comprometámonos no sólo a proteger a nuestros hijos físicamente, sino también a fortalecerlos espiritual e intelectualmente. Asegurémonos de que no sólo estén seguros, sino también orgullosos de quiénes son y de dónde vienen. Al hacerlo, les estaremos preparando no sólo para los retos de hoy, sino también para el incierto futuro que les espera.

 

De nosotros depende que nuestros hijos estén preparados para llevar la antorcha de la soberanía, la cultura y el orgullo judíos en los años venideros.

 

Fuente: The Jerusalem Post.

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