Talentum-Universidad, tercera edición

Blanca Heredia

Hace unas semanas, el programa Talentum-Universidad 2017 –que tiene como propósito contribuir a encontrar y formar a una nueva generación de líderes para México– tuvo su clausura. Al igual que en las dos ediciones anteriores, este año participaron en el programa 60 estudiantes universitarios (30 mujeres y 30 hombres), seleccionados de forma competitiva y rigurosa, de entre miles de universitarios de todo el país.

Si bien toma tiempo hacer un balance de lo caminado y lo alcanzado, aquí unas primeras notas.

El principal objetivo de Talentum-Universidad: los líderes que nos hacen falta –programa del área de educación y política educativa del CIDE, apoyado y hecho posible por la Subsecretaría de Educación Superior de la SEP y por Santander Universidades– es dual. Primero, identificar e impulsar el desarrollo de alumnos universitarios con alto potencial de liderazgo transformador, destacados en lo intelectual y fuertemente comprometidos con su comunidad y su país.

Una nueva generación de líderes, diversos en su origen social y geográfico, que –al cabo del tiempo– accedan a posiciones de responsabilidad e influencia con base en el mérito y el esfuerzo, no por el color de su piel o los ‘contactos’ y redes sociales de sus padres. Segundo, abrir un espacio para que México pueda empezar a volverse a ‘pegar’. Es decir, un espacio que sirva para que jóvenes universitarios provenientes de distintas regiones del país y de diferentes estratos sociales convivan, se conozcan y construyan un lenguaje, una sensibilidad y un conjunto de valores en común para pensar el país y para contribuir activamente a actualizar sus muchas potencialidades.

Talentum-U consta de varias etapas y componentes. Entre otros: conferencias y talleres de altísimo nivel –en una primera etapa en el CIDE y posteriormente en universidades de muy alta calidad y prestigio fuera del país (este año: Universidad Carnegie Mellon y Universidad de Pittsburgh). También hay mentorías personalizadas; desarrollo de un proyecto en equipo a distancia durante tres meses, y prácticas profesionales sombra con líderes de los sectores público, privado y social.

El tema paraguas del programa este 2017 fue: “México: ¿Qué hacer ante un mundo cambiante?”. Las preguntas de fondo detrás de todas las actividades de la tercera edición del programa fueron las siguientes. Primero, ¿cuáles son, de dónde vienen y qué implican para México las grandes transformaciones políticas, económicas, culturales, geoestratégicas y tecnológicas que está viviendo el mundo? Segundo, ¿qué factores explican la condición de alta vulnerabilidad en la que se encuentra México frente a esas transformaciones globales, en general, y frente a la forma en la que se están expresando esos cambios en los Estados Unidos, en particular? Tercero, ¿cómo enfrentar con éxito un mundo para el que, en tantos sentidos, México no pareciera estar adecuadamente preparado?

Las conferencias, brillantes, de académicos y especialistas como Gerardo Esquivel, Carlos Elizondo, José Antonio Aguilar, Marusia Musacchio y Celia Toro, entre muchos otros, nos ayudaron a distinguir entre lo realmente nuevo de las transformaciones en curso y lo que no lo es tanto. También resultaron clave para dimensionar y priorizar distintas corrientes y puntos de cambio.

Finalmente, la mayoría de esas exposiciones coincidieron en subrayar la centralidad de los factores internos para explicar la condición de vulnerabilidad en la que se encuentra México para enfrentar los enormes retos que tiene delante y la imposibilidad de superarlos si no atendemos, por un lado, el frente doméstico y escudriñamos con inteligencia, por otro, lo que está ocurriendo en el mundo.

El viaje de estudio a Pittsburgh, ciudad que logró literalmente levantarse de entre las cenizas, contribuyó a devolvernos la esperanza. Es posible, sí se puede. Sí se puede remontar la desolación de una comunidad que habiendo sido grande y poderosa, atravesó un periodo de crisis terrible –inseguridad y desempleo rampantes, desastre ecológico, emigración masiva con pérdidas de hasta 90 por ciento de la población en barrios o condados aledaños– y  que ha conseguido con el liderazgo conjunto del gobierno y el sector privado (basándose en la inversión en su gente, el concurso de grandes universidades y la presión de organizaciones sociales creativas, pragmáticas y vibrantes) no sólo salir del atasco, sino sembrar las bases de una nueva etapa de prosperidad, justicia y fuerza.

Ya en México, los mentores, los guías del trabajo en equipo y los líderes dispuestos a ser ‘sombreados’ por nuestros estudiantes nos aportaron ejemplos de grandeza y de éxitos concretos, en contra y a pesar de un entorno que pareciera diseñado para impedir que todos, más allá de unos cuantos, logren desplegar al máximo de su potencia. Ellos nos dieron, también, enormes muestras de generosidad, solidaridad y responsabilidad.

Toca y tocará a los 60 alumnos universitarios Talentum de este año, y a los 120 de las dos ediciones anteriores, mostrar con hechos y resultados qué tanto el programa logró sus objetivos. Por lo pronto, los cambios que me tocó ver en ellos, aunados a la disposición de tantos mexicanos y mexicanos (así como del equipo PIPE/CIDE) que hicieron posible esta experiencia única para 60 jóvenes universitarios llenos de sueños y de hambre por hacer de México una mejor experiencia para estar vivos, me permite creer que no todo está perdido. Si nos avocamos un grupo suficientemente grande y potente, podremos devolverle a México perspectiva y ganas de futuro.

Fuente del articulo: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/talentum-universidad-edicion.html

Fuente de la imagen: http://www.elfinanciero.com.mx/files/article_main/uploads/2017/08/02/598164fbe9807.jpg

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Los futuros líderes

Por Carolina Vásquez Aray

Las debilidades del sistema marginan y condenan a la niñez

Los futuros líderes

Imagine que nació en donde la mayoría de niñas y niños aterrizan en este planeta: una choza humilde con piso de tierra y un techo que cada invierno sale volando. Unos padres frustrados, cansados y carentes de las herramientas educativas capaces de ofrecerle una salida a sus múltiples problemas. Un sistema de gobierno orientado a favorecer a un grupo pequeño de políticos y empresarios cuyos objetivos están cada vez más alejados de las urgentes necesidades suyas y de su núcleo familiar.

Sus requerimientos de alimentación, vestuario y atención sanitaria, obviamente, serán insatisfechos y, al haber nacido de una madre malnutrida y sin idea alguna sobre los pasos necesarios para llevar adelante una crianza adecuada, sus opciones de salir bien librado de esa primera etapa de su vida son bastante escasas. Pero supongamos que ya pasó ese valladar y tiene edad para asistir a la escuela. En su vecindario, asentamiento, caserío o como se llame el sitio en donde vive, ese lujo no existe. Para recibir clases deberá emprender una larga caminata afrontando riesgos desconocidos, como sufrir un accidente o ser capturado por alguna de las numerosas bandas delictivas dedicadas al tráfico de personas.

Al llegar a la escuela -de haber tenido la fortuna de superar el temor y la travesía- se encuentra con un escenario nuevo, un espacio parecido a su propio hogar: piso de tierra, techo volátil. Una maestra o maestro impotente para satisfacer, dada la pobreza de recursos didácticos, las necesidades de un alumnado lleno de expectativas. Y así pasan los años de una niñez considerada en cada período de campaña «el futuro de la Patria», «la esperanza del porvenir», «la nueva generación de líderes».

Esta «nueva generación de líderes «, sin embargo, ya ha perdido un alto porcentaje de su potencial intelectual y físico debido a la falta de una correcta alimentación desde el momento de la concepción. Los nutrientes indispensables para el desarrollo de su cerebro, músculos y huesos no figuran en la frugal dieta a la cual se acostumbró su pequeño cuerpo, un menú reducido de acuerdo a las escasas posibilidades económicas, agravado por falta de información sobre nutrición y un ambiente poco propicio en términos de higiene y sanidad. Este cuadro ya tiene nombre, se llama «desnutrición crónica» y también ha sido profusamente analizado y publicado en sesudos informes de expertos contratados por poderosas organizaciones. También se refleja en una estadística que aumenta cada año a pesar de los «importantes avances» publicitados por los diversos ministerios e instituciones creadas ad hoc.

Imagine ahora cómo un país, cuya joven población sufre semejante abuso, podría algún día alcanzar el desarrollo. No hay que ser tan ambicioso y esperar un desarrollo tipo europeo, eso ni pensarlo. Quizás, aspirar a un desarrollo modesto capaz de proporcionar un bienestar mínimo al grueso de la niñez y juventud, con énfasis en la satisfacción de sus necesidades nutricionales y educativas. Nada imposible para una sociedad consciente y responsable, con visión suficiente como para comprender en dónde están sus prioridades.

El drama de la niñez y la juventud no tiene visos de terminar en países gobernados por una casta de políticos, cuya consigna es sacar el máximo provecho del poder para afianzar los privilegios de sus financistas y así asegurar el futuro económico de sus próximas generaciones. En tanto sea ese el objetivo y no exista una visión de nación con la voluntad firme de cambiar esa perspectiva, el colapso general será inevitable.

Fuente: http://www.telesurtv.net/bloggers/Los-futuros-lideres-20170220-0004.html

Imagen: cdn.ipsnoticias.net/wp-content/uploads/2015/08/infancia-629×420.jpg

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