Por qué hay países en los que es mejor abrir escuelas pese a arriesgarse a un brote

Redacción: El Confidencial

UNICEF ha pedido que se reabran las escuelas en países subsaharianos, pese a que no hay un consenso científico sobre si los niños son igual de contagiadores del coronavirus que los adultos.

En enero, un niño británico de 9 años se contagió del coronavirus durante unas vacaciones en los Alpes. Ya en casa, y como muchos otros niños de su edad que también se han visto expuestos al covid-19, apenas desarrolló síntomas leves. Las autoridades británicas hicieron pruebas a cada uno de los 72 contactos del muchacho, y ninguno dio positivo por el covid-19. ¿Significa esto que los niños, además de quedar relativamente a salvo de las consecuencias más graves de la enfermedad, no son vectores de contagio?

Los científicos no lo tienen claro: hace apenas unos días, un estudio avalado por el Comité científico alemán para la pandemia y con Christian Drosten (el Fernando Simón germano) a la cabeza advertía que, aunque los síntomas de los niños eran más leves, los infectados parecían tener los mismos niveles de virus en su cuerpo que los adultos. La conclusión de Drosten, que apuntala la respuesta alemana al virus, es que las escuelas y guarderías podrían actuar como centros de transmisión del covid-19 si se levantan las restricciones actuales, que mantienen a más de 1,7 mil millones de estudiantes sin acceso a las aulas en todo el mundo.

Esta semana, la propia agencia de las Naciones Unidas para los Niños, UNICEF, pedía ya que se reabrieran las escuelas en países del África subsahariana y el Sahel. Save the Children se unía a la petición. El brote de coronavirus en África, aunque no ha llegado a las cotas de infección de EEUU o Europa occidental, está lejos de haberse superado, con algo más de 32.500 contagios (sin incluir Egipto) y 1.112 muertos. Y sin conocer si realmente los niños son vectores de contagio y las masificadas escuelas posibles reservorios de virus, ¿por qué las propias agencias de la ONU insisten en su reapertura, pese al riesgo de un brote de contagios?

La razón se remonta a 2014 y el escenario es el África occidental asediado por la epidemia de ébola, que dejó al menos 11.323 muertos (las cifras podrían ser mucho mayores) en países como Liberia, Sierra Leona y Guinea.

Un equipo de sanitarios traslada a un fallecido por ébola en Monrovia (Liberia), en septiembre de 2014. (EFE)

Un equipo de sanitarios traslada a un fallecido por ébola en Monrovia (Liberia), en septiembre de 2014. (EFE)

En medio de la epidemia de ébola, un virus hemorrágico mucho menos infeccioso que el coronavirus SARS-CoV-2 pero infinitamente más mortal (cerca del 59% de los que la contrajeron fallecieron, la letalidad en algunas zonas superó al 60%), las escuelas cerraron en Liberia, epicentro del brote. Se suspendió la educación para 5 millones de niños durante nueve meses. Tiempo suficiente para que las consecuencias siguieran marcando el país y una generación seis años después.

Generación perdida

Con el cierre de escuelas en África occidental y la crisis económica en general, el maltrato y el trabajo infantil creció exponencialmente. También la explotación sexual de las menores. Niñas en ambientes más desfavorecidos quedaban embarazadas y sin acceso a métodos de planificación familiar. Paralelamente, miles de niños se quedaron sin acceso a muchos servicios básicos que en estos países se proveen en los centros educativos, desde alimentación a vacunas. Según cifras de UNICEF, cerca de un millón de niños quedaron sin vacunar ese año en Liberia.

Con la reapertura de los colegios, muchos y muchas no regresaban: los primeros, porque quedaban sometidos al trabajo infantil, las segundas, víctimas de la explotación sexual o matrimonios y embarazos prematuros. En 2015, Liberia ordenó una prohibición de asistir a la escuela a aquellas menores «visiblemente embarazadas», bajo la excusa de que podían dar mal ejemplo a otras alumnas. Esas niñas se habían quedado embarazadas durante los nueve meses de cierre de escuelas.

«Aprendimos muchas lecciones difíciles del ébola», afirma el director regional de UNICEF para África oriental y meridional, Mohamed M. Malick Fall, «pero una de las más graves fue que después del cierre prolongado de las escuelas vemos aumentos en la explotación infantil, el abuso infantil e incluso en los embarazos adolescentes; mientras se hace más difícil para los niños más vulnerables regresar a la escuela».

Escuelas cerradas en toda África

La situación con el coronavirus se augura incluso peor. Todos los países africanos han cerrado sus escuelas a nivel estatal, según el último informe de la UNESCO. Mientras que en países más desarrollados el curso escolar ha seguido a trompicones gracias a internet o a través de sesiones educativas en la radio o la televisión, en países subsaharianos, donde el 85% de la población rural no tiene acceso a la electricidad, es más complejo. Y las medidas de distancia social y la alta tasa de contagio de coronavirus dificultan otras iniciativas para proteger a los menores del trabajo infantil o la explotación sexual.

Cierres de escuelas en el mundo. En morado, totales. En fucsia, parciales. (UNESCO)
Cierres de escuelas en el mundo. En morado, totales. En fucsia, parciales. (UNESCO)

Es el caso por ejemplo de la Academia de Fútbol para Chicas de Kibera (KGSA, en sus siglas en inglés) que educaba desde 2002 a cerca de cien niñas y jóvenes del mayor poblado chabolista de Nairobi (Kenia), con clases normales por la mañana y sesiones de fútbol por la tarde con el objetivo de esquivar el embarazo y el matrimonio prematuro en las jóvenes de la favela. «Cuando una niña practica fútbol, está ocupada con el entrenamiento, no tiene ocasión de quedarse embarazada o cosas peores», explicaba a esta periodista Richard Teka, coordinador de la KGSA, antes de que se cerraran las clases. Ahora, han sido suspendidas, como las de todo el país.

«Su educación es interrumpida, los niños no tienen ya un ‘lugar seguro’ como una escuela. Como resultado, se hacen más vulnerables al abuso, negligencia, violencia y explotación, y es más probable que, especialmente las niñas, dejen la escuela directamente», afirmaba en un comunicado la sección de Save the Children para África occidental y el Sahel.

El coronavirus ha desencadenado una «crisis educativa que no tiene precedentes en cuanto a alcance, duración e impacto«, afirma el responsable de UNICEF para la región, Mohamed M. Malick Fall. En África oriental y meridional «hasta 16 millones de niños ya no acceden a las comidas críticas diarias en la escuela, y la violencia está aumentando». En este sentido, a veces el «remedio» es peor que la enfermedad, y la organización pide que se reabran las escuelas de manera segura, para lo que ha adoptado una nueva orientación técnica denominada «Marco para la reapertura de las escuelas» que proporciona una hoja de ruta segura de esos centros, y que ha publicado junto al Programa Mundial de Alimentos, el Banco Mundial y la UNESCO.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/mundo/2020-05-06/cuando-es-mejor-abrir-escuelas-y-arriesgarse-a-un-brote-que-mantenerlas-cerradas_2581156/

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En 2018 el mundo le ha vuelto a fallar a los niños

Redacción: Lukor

Millones de niños alrededor del planeta siguen siendo víctimas de conflictos armados y los líderes mundiales permiten que esto siga ocurriendo con impunidad, aseguró el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) en un comunicado.

“Los niños que viven en zonas de conflicto en todo el mundo han continuado sufriendo a través de niveles extremos de violencia en los últimos 12 meses, y el mundo ha seguido fallando. Durante demasiado tiempo, las partes en conflicto han estado cometiendo atrocidades con una impunidad casi total, y solo está empeorando. Se puede y se debe hacer mucho más para proteger y ayudar a los niños”, declaró Manuel Fontaine, director de programas de emergencia de UNICEF.

Los niños que viven en países en guerra han sido atacados directamente, utilizados como escudos humanos, asesinados, mutilados o reclutados para luchar. La violación, el matrimonio forzado y el secuestro se han convertido en tácticas estándar en los conflictos desde Siria hasta Yemen, y desde la República Democrática del Congo hasta Nigeria, Sudán del Sur y Myanmar.

Los conflictos donde más sufrieron los niños en 2018

En Afganistán, unos 5000 niños fueron asesinados o mutilados en los primeros 9 meses del año, la misma cantidad que en todo el año 2017. Además, los pequeños representaron el 89% de las víctimas civiles de restos de explosivos de la guerra.

En Camerún una escalada del conflicto en el noroeste y sudoeste del país ha convertido en objetivos a escuelas, estudiantes y maestros. En noviembre, más de 80 personas, entre ellas muchos niños, fueron secuestrados en Nkwen, y liberados unos días después. Hasta la fecha, 93 aldeas habrían sido quemadas parcial o totalmente debido al conflicto, donde los pequeños enfrentan niveles extremos de violencia.

En la República Centroafricana, un dramático resurgimiento en los combates afecta a gran parte del país, con dos de cada tres niños que necesitan asistencia humanitaria.

En la República Democrática del Congo, la violencia interétnica y los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los grupos armados en la región de Kasai y en las provincias orientales de Tanganica, Kivu del Sur, Kivu del Norte e Ituri han tenido un impacto devastador en los niños.La respuesta al brote de ébola en curso se ha visto seriamente obstaculizada por la violencia y la inestabilidad en el este del país. Además, se estima que 4,2 millones de niños están en riesgo de desnutrición aguda grave. La situación se agrava por violaciones de los derechos de los niños, incluido el reclutamiento forzado por grupos armados y el abuso sexual.

En Iraq, a pesar de que los combates han disminuido en gran medida, cuatro niños murieron en noviembre en el norte del país cuando el autobús en el que viajaban a la escuela fue atacado. Los niños y las familias que regresan a sus hogares en áreas previamente afectadas por la violencia continúan expuestos al gran peligro de municiones sin explotar. Miles de familias permanecen desplazadas y ahora enfrentan las amenazas adicionales de las temperaturas invernales y las crecidas repentinas.

En la cuenca del lago Chad, el conflicto en curso, el desplazamiento y los ataques a escuelas, maestros y otras instalaciones educativas han puesto en riesgo la educación de 3,5 millones de niños. Hoy en el noreste de Nigeria, en la región del lago Chad, en el extremo norte de Camerún y en la región Diffa de Níger, al menos 1041 escuelas están cerradas o no funcionan debido a la violencia, el miedo a los ataques o la inseguridad, lo que afecta a casi 445.000 niños. Además, un reciente aumento de la violencia en la región fronteriza entre Mali, Burkina Faso y Níger ha dejado 1478 escuelas cerradas.

En Myanmar, la ONU continúa recibiendo informes de violaciones continuas de los derechos de los rohingya que permanecen en el norte del estado de Rakhine, entre las que se reportan homicidios, desapariciones y detenciones arbitrarias. También existen restricciones generalizadas a los derechos a la libertad de movimiento y las barreras para acceder a la salud y la educación. Asegurar que los niños tengan acceso a una educación de calidad y otros servicios esenciales evitará a una “generación perdida” de niños Rohingya; de lo contrario, carecerán de las habilidades que necesitan para contribuir a la sociedad, asegura UNICEF.

© UNICEF/Anmar
Una niña camina hacia la escuela en medio de edificios destruidos por la guerra en Iraq.

En el noreste de Nigeria, los grupos armados, incluidas las facciones de Boko Haram, continúan atacando a las niñas, que son violadas, obligadas a convertirse en esposas de combatientes o utilizadas como “bombas humanas”. En febrero, el grupo secuestró a 110 niñas y un niño de una escuela técnica en Dapchi, estado de Yobe. Mientras que la mayoría de los niños han sido liberados desde entonces, cinco niñas murieron y una sigue cautiva como esclava

En Palestina, más de 50 niños murieron y cientos más resultaron heridos este año, muchos de ellos mientras protestaban contra el deterioro de las condiciones de vida en Gaza. Los niños en Palestina e Israel han estado expuestos a miedo, trauma y lesiones.

En Sudán del Sur, el implacable conflicto y la inseguridad durante la temporada anual de escasez empujaron a 6,1 millones de personas a un hambre extrema. Incluso con la llegada de la temporada de lluvias, más del 43% de la población sigue teniendo inseguridad alimentaria. Si bien la promesa revitalizar un acuerdo de paz ofrece un atisbo de esperanza para los niños, los informes de violencia extrema contra mujeres y niños continúan, más recientemente en Bentiu, donde más de 150 mujeres y niñas reportaron haber sufrido asaltos sexuales.

En Somalia, más de 1800 niños fueron reclutados por las partes en el conflicto en los primeros nueve meses del año, de ellos 1278 fueron secuestrados.

En Siria, entre enero y septiembre, la ONU verificó el asesinato de 870 niños, el número más alto en los primeros nueve meses de cualquier año desde el inicio del conflicto en 2011. Los ataques continuaron durante todo el año, incluido el asesinato de 30 niños en el pueblo oriental de Al Shafa en noviembre.

En el este de Ucrania, más de cuatro años de conflicto han tenido un costo devastador en el sistema educativo, destruyendo y dañando cientos de escuelas y obligando a 700.000 niños a aprender en entornos frágiles, en medio de combates y los peligros que representan las armas de guerra sin explotar. La situación es particularmente grave para 400.000 niños que viven a menos de 20 km de la “línea de contacto”, que divide las áreas controladas por el gobierno y los insurgentes, y donde el bombardeo y los niveles extremos de contaminación representan una amenaza letal.

En Yemen, las Naciones Unidas verificaron que 1427 niños fueron asesinados o mutilados en ataques, entre ellos el atentado a un autobús escolar en Sa’ada. Las escuelas y los hospitales han sido objeto de frecuentes ataques o han sido utilizados con fines militares, negando a los niños el acceso a su derecho a la educación y la atención médica. Esto está alimentando aún más la crisis en un país donde cada 10 minutos muere un niño debido a enfermedades prevenibles y 400.000 niños sufren de desnutrición aguda grave.

Fuente: https://www.lukor.com/actualidad/20181231/en-2018-el-mundo-le-ha-vuelto-a-fallar-a-los-ninos/
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Unicef y la UE aúnan fuerzas para escolarizar a los niños sirios refugiados en Turquía

Turquía/02 de Junio de 2018/Euronew

 

Turquía es el país que alberga la población de refugiados más grande del mundo: casi 4 millones de personas, de las cuales la inmensa mayoría son sirios.

Dentro de este colectivo, el número de niños supera el millón y medio, y casi el 40% están sin escolarizar.

Lo que aumenta la posibilidad de que se conviertan en víctimas del trabajo infantil o de un matrimonio prematuro.

“La vida nos ha enseñado que se pueden superar las dificultades gracias al conocimiento”, explica Abdul-Kadir Alrifai, refugiado sirio y apicultor. “Por eso debemos educar a nuestros hijos, para que la nueva generación sea capaz de reconstruir el país correctamente”. Sus cinco hijos acuden a un centro de educación temporal donde enseñan profesores sirios, pero donde también aprenden el idioma turco.

Unicef ha puesto en marcha un programa de educación condicionada. Los padres de los niños que acuden a la escuela de forma regular reciben entre 6 y 11 euros por niño al mes. El programa cuenta con el apoyo de la Media Luna Roja y de la Unión Europea, pero sigue necesitando fondos.

“Necesitamos que estas aportaciones continúen para seguir protegiendo a estos niños”, afirma Philippe Duamelle, Representante de Unicef ​​en Turquía. “Hay que garantizarles el acceso a una educación porque es lo que les permitirá tener un futuro mejor y contar con unos conocimientos básicos”.

Y a pesar de la preocupación que suscita el estado de derecho en Turquía y de las operaciones militares en la provincia kurda de Siria, el embajador de la Unión Europea en Turquía dice que mantendrán el acuerdo de 2016 para contener los flujos migratorios, incluso con más fondos. “Ahora estamos en la fase de recolectar otros 3.000 millones de euros. En total serán 6.000 millones”, dice Christian Berger. “Pero hay un elemento nuevo: un programa para reubicar a los refugiados en Europa, en base voluntaria. Estamos creando la estructura “.

Después de 7 años de guerra y sin una solución a la vista, Ankara dice que va a trabajar en la integración. La idea es que los niños que acuden a los centros escolares temporales puedan incorporarse a la escuela pública turca.

Fuente: http://es.euronews.com/2018/05/31/unicef-y-la-ue-aunan-fuerzas-para-escolarizar-a-los-ninos-sirios-refugiados-en

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Nunca se fue…

Por: Carlos Irigoyen

2008, 2009 y 2010 son de tristes recuerdos para nuestra ciudad. Es la ignominia de una pérdida de valores de una generación satanizada. Es la resonancia de un programa educativo que castró la materia de los valores y que se convirtió en una educación que premiaba la mediocridad al creer que recitar conceptos era sinónimo de una inteligencia aplicada.

Esos años han sido por mucho el látigo del calvario que recorrió la ciudad, ese camino tan largo que se gestó no en los 2000’s sino desde los 80’s donde el desarrollo económico de la ciudad superó ampliamente el acompañamiento social tan necesario para albergar una población que estaba destinada a ser un polo de desarrollo dominante, moderno, eficaz, un ejemplo a nivel mundial.

Eso que el sociólogo le ha dado por llamar “la generación perdida” de nuestro desarrollo como sociedad, los hijos de la violencia, los niños que en lugar de crecer bajo el amor de una familia crecieron bajo el ardor de las balas, el recuerdo de una vida infantil llena de miserias, las incontables noches de fríos y hambres, de las Navidades sin festejo.

¿Educación? Sin comida en su estómago y con escuelas saturadas donde el aprendizaje ni siquiera está en el imaginario, donde el pupitre es accesorio y los libros son parte de un paisaje mas no son la oportunidad de salir adelante.

¿Derechos infantiles? Por supuesto, hablemos de falacias. Los últimos acontecimientos nos indican una violencia sin parangón en contra de los más vulnerables de la sociedad a manos de, precisamente, parte de esa generación perdida donde el odio ha superado con creces al amor.

Los estudiados dirán que todo es simple apreciación, la realidad es inmisericorde y contra números no hay argumentos, más de 12 mil damnificados de las épocas violentas de nuestra ciudad.

¿Entorno amigable? Claro, los parques y espacios públicos son tan inaccesibles como inexistentes en nuestra ciudad, faltan espacios y sobran excusas. Y aquí también está el paternalismo exacerbado del gobierno, los vecinos podemos unirnos a cuidar del parque donde nuestros hijos deben de jugar, desarrollarse, reír; no dejar que sean los espacios que nos roben el sano esparcimiento, donde se encuentren con la sonrisa falsa de la drogadicción, donde comiencen con el infierno que será su vida de adulto por sucumbir a los vicios, donde se erosionará su sonrisa y aparecerá una mirada perdida, donde se necrosará su alma. Es en esas circunstancias donde se gestan las ciudades que luego ya no regresan a ser un hábitat de oportunidades, si se pudre el alma del habitante se necrosa la esencia de la ciudad.

Después de 2010 entramos en una especie de calma o  ¿cómo llamarlo? ¿receso, pausa, intervalo, suspensión? Como buen economista, hubo una desaceleración de la violencia en nuestra ciudad, fue un hecho, los números no mienten. Gozamos de un periodo donde percibimos de nueva cuenta la oportunidad de crecer económicamente como sociedad, pero cometimos otra vez un grave error, no aprendimos; el calentamiento social fue escalando, el escenario social siguió siendo el plato de segunda mesa de muchas de las agendas de quienes están en posición de tomar decisiones que afectan a la población.

Por primera vez coincido en una declaración del presidente Peña Nieto, una mala decisión que tome el presidente puede llevar a que se “joda” y se “friegue” el país. ¿Qué creen? Este país ha sido asediado por malas decisiones que han llevado a un estado lamentable a algunas ciudades donde la impunidad y la violencia son el pan nuestro de cada día, donde los padres tenemos que buscar medidas extremas para criar hijos de una manera heroica porque hay muchas condiciones adversas en el ambiente. Sin embargo, parece que la carrera entre los malos y los buenos es dispareja, para llegar al destino llamado buen ciudadano los malos andan en Ferrari, los buenos en carreta.

La violencia nunca se fue, se aquietó; funcionaron las aspirinas que se dieron en aquellos tiempos de cáncer social, con los programas gubernamentales y el inconmensurable esfuerzo de las asociaciones civiles; pero el cirujano no le dio continuidad a su extraordinaria operación, no tomó la decisión de extirpar el tumor que como sociedad nos tiene jodidos. Y cirujanos somos cualquiera.

La violencia sigue cimbrando familias enteras y ya no está respetando fechas, ni horarios, ni días ni calendarios, se placea porque simple y sencillamente no encuentra un tope.  Muchos de los síntomas de 2008 y tiempo atrás se están reafirmando, niños con hambre, empleos con bajos salarios, jóvenes con pocas oportunidades de desarrollo, una situación económica precaria, una oferta de entretenimiento aparatosa, pero con poco sentido para construir comunidad, una oferta cultural sin resonancia, familias desunidas, pugnas entre gobiernos, sociedad apática, un modelo educativo que no avanza y un empresariado que hace lo que puede o poco comprometido. Bajo todo ese contexto. ¿Aún preguntamos porqué existe la violencia?

Fuente: http://diario.mx/Opinion/2017-11-02_09136f69/nunca-se-fue/

Imagen: http://planoinformativo.com/stock12/image/2015/Noviembre/24/Educacion-en-Mexico-02.jpg

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