Andrew Dilger: Los adultos también pueden recuperar el hábito de leer: estos son los pasos a seguir

Por: Laura Peraita

Es habitual que se escriban ríos de tinta sobre cómo logarar que los niños adquieran el hábito de leer por todos los beneficio para su desarrollo con personas. Sin embargo, también hay adultos que pierden este hábito por muchas circunstancias, falta de tiempo por las labores profesionales, domésticas, mayor dedicación a las redes sociales… pero, siendo conscientes de todo esto, la buena noticia es que el gusto por la lectura se puede recuperar.

Andrew Dilger, product Development Lead en Oxford University Press, asegura que leer no es una habilidad que se olvide, «aunque es cierto que los adultos pueden perder la práctica de hacer una lectura extensiva o «lectura profunda». Si este es nuestro objetivo, tan solo tenemos que encontrar un poco de tiempo para practicar».

¿Cómo se puede hacer?

Para que un adulto recupere el hábito de la lectura, ante todo tiene que buscar un tema que le apasione de verdad. Leer sobre lo que te gusta es una regla de oro. Con el tiempo, estas lecturas conducirán a otros subtemas o áreas de interés.

¿Cuáles serían los pasos a seguir?

1) Haz una lista de todos los temas o áreas que te interesan. Hay que ser honesto, no es necesario que sea algo intelectual. Pueden ser temas amplios como el deporte o la paternidad, o bien cosas más específicas como la comida vegetariana o las plantas de interior.

2) Busca en internet artículos cortos o entradas de blogs sobre estos temas. Probablemente te ayude empezar a leer desde tu teléfono, por ser más cómodo.

3) A continuación, busca artículos o libros más largos sobre los mismos temas que habías elegido.

4) Empieza intentando leer durante unos 10 minutos al día. Antes de irse a la cama suele ser un buen momento, pues puede ser una buena forma de relajarse antes de dormir. Si te resulta difícil dedicar 10 minutos al día para leer, también puedes buscar un audio de lo que te gustaría leer y escucharlo mientras realizas otras actividades.

5) Busca un amigo o pequeño grupo de personas que tengan intereses similares y quieran leer sobre los mismos temas que tú, e intercambiad ideas. Siempre es más fácil desarrollar un hábito si hay otras personas que hacen lo mismo.

6) Aumenta gradualmente la cantidad de tiempo que lees del tirón. Si llegas a un máximo, y no puedes dedicarle más tiempo, ¡no pasa nada!

¿Cuánto tiempo se puede tardar en recuperar la afición por los libros?

Hacer algo todos los días durante 28 días suele ser el «número mágico» para desarrollar un nuevo hábito. En realidad, eso significa hacerlo de forma constante durante un mes. Las investigaciones sobre el ejercicio físico —una analogía útil para la lectura— sugieren que hacer algo con regularidad durante un periodo de 6 semanas es suficiente para «adquirir” el nuevo hábito.

¿Qué es lo que nunca hay que hacer para evitar fracasar en el intento?

¡No seas demasiado ambicioso en tus objetivos o expectativas! Si empiezas poco a poco, deberías tener éxito. Una persona adulta que ha pasado años como «no lectora» no debería intentar empezar y terminar El Conde de Montecristo en quince días. Además, nunca olvides que la lectura debe ser un placer. No te sientas mal si no lo haces. La lectura debe ser todo lo contrario a una tarea u obligación.

¿Qué motivos puede tener un adulto para motivarse a leer?

Las vidas nunca han estado tan ocupadas como ahora. Es increíblemente difícil sacar tiempo para nosotros mismos, sobre todo si tenemos trabajos a tiempo completo y hemos de cuidar a otras personas. La lectura debe ser un placer o un descanso, pero al mismo tiempo no debe ser algo demasiado indulgente. Fundamentalmente, la lectura es una oportunidad para volver a conectar con nosotros mismos en un mundo cada vez más desconectado.

¿Qué beneficios le puede aportar al adulto?

Los beneficios de la lectura son múltiples. Algunos son rápidamente evidentes , como el aumento de conocimiento y la ampliación de la experiencia; otros son más bien una consecuencia de la propia actividad, como lograr fluidez y concentración.

¿Qué tipo de libros se pueden regalar a una persona que no es lectora habitual?

¡Libros cortos! La definición de lo que es un libro se ha ampliado en los últimos años. Un libro ya no tiene por qué ser un voluminoso tomo impreso; también lo es una serie de artículos online o publicaciones de un blog. O incluso algunas letras de canciones de tu banda favorita.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-adultos-tambien-pueden-recuperar-habito-leer-estos-pasos-seguir-202204230225_noticia.html

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Cuando leer no mola.

El 40% de la población española no lee nunca un libro. Nada: ni las cincuenta sombras, ni la ley de la atracción, ni un libro de recetas para el táper del curro. Así lo atestigua el último informe que publica el  gremio de editores de España. Jamás. Nunca. Ni en el día del libro, ni en la consulta del médico, ni en el tren, ni en la hamaca una larga tarde de verano.

Por: Inma Martin Alegre.

Grito en el cielo, vestiduras rasgadas. El cómo puede ser, así nos va, qué desastre de sociedad da para un artículo, sin duda. Una denuncia, un lamento escrito desde alguien que pertenece a lo que el citado informe califica como núcleo duro de lectores: los que, al contrario que los primeros, leen diariamente, «como un hábito consustancial en su vida».

Dicho comentario indignado lo leerán, probablemente, personas de usos similares al del articulista, es decir, ese grupo lector que según el informe consume, además de libros, otros productos culturales como el cine, el teatro o las exposiciones de arte. Un contenido que consultan y conocen a través de, por ejemplo, revistas culturales online, en las que también se refleja la opinión de los colaboradores.

Así el artículo de invectiva contra la lectura es publicado en uno de estos medios y sus lectores y lectoras habituales lo leen y se indignan. Y twittean. Se inicia la discusión: no es solo leer o no, atención, es el «qué» se lee. Que si el canon, que si el bestseller, que si odio a Ken Follet con toda mi alma o que el laberinto de los libros perdidos me da jaqueca.

Todas estas personas comparten un punto de partida común en su análisis: leer es más que un hábito. Y no son pocos. El núcleo de lectores habituales no solo está creciendo, sino que también lo hace en su actividad: los que leen son más y leen más libros (12 libros al año de media).

Pero las previstas discusiones y vehemencias respecto a la noticia hacen sospechar que, para estos, la lectura es más que un disfrute: contiene, en términos del sociólogo Pierre Bourdieu, un capital simbólico. Esto es, el hábito de la lectura genera una imagen de prestigio, de cultura y conocimiento respecto a los otros individuos con los que uno se relaciona. Además de ser un lector habitual, hay que parecerlo.

Marilyn Monroe James Joyce literatura

Marylin Monroe leyendo el Ulises de James Joyce.

 ¿Por qué, por qué por el fútbol me abandonas?

Y por la Play, y por las cañas, el cine, y por supuesto, la series de TV. Dejando a un lado a los letraheridos y sus discusiones, queda aún ese flagrante 40% de negadores de páginas. Es evidente que, para estos, la lectura no solo no es un entretenimiento sino que tampoco aporta un valor simbólico importante. Al contrario, leer carga con connotaciones negativas. El propio lenguaje las recoge. Rata de biblioteca,bookworm (gusano de libros), son calificativos que retratan al lector mustio y miope escondido entre volúmenes polvorientos. Existe un imaginario compartido por parte de la sociedad que transmite que leer es aburrido y que no sirve.

El sistema educativo tampoco ha ayudado mucho. Cuánto daño hicieron las lecturas obligatorias… Leer el Quijote o la Regenta a edad intempestiva los hizo enemigos de muchos. Hicieron falta años para volver a estas obras con la bandera blanca alzada.

¿Cómo fomentar la lectura?

El fomento de la lectura es todo un reto. Y para ello se hace gala de la misma creatividad que nos vende otros artículos: desde lemas como el #readingissexy, que muestra celebrities (guapas) de todos los tiempos libro en mano, para romper con la imagen del empollón granuloso, a campañas creativas para que los niños y niñas se desarrollen el hábito.

Loable es también el trabajo de las bibliotecas municipales, pequeños templos de amor a las páginas. Se olvida a menudo la función discreta pero esencial de los señores y señoras bibliotecarios: echen un vistazo a sus recomendaciones, una buena manera de leer cosas de calidad de hoy, ayer y siempre sin necesidad de suplementos culturales.

Finalmente, como tantas otras cosas, todo empieza por contagio: familias lectoras, amigos lectores. Lavarse los dientes, leer un libro antes de acostarse. La lectura, además, es un hábito que se vuelve más complejo con su práctica constante: la última lectura se alimenta de las previas, se complejiza y se vuelve más idiosincrática con la edad. Hay una reconfortante sensación de libertad en la elección del próximo libro. Y un vértigo, también, porque en lugar de esa obra se deja de leer otra. El clarividente Borges ya apuntó la importancia de nuestras elecciones literarias: «somos lo que leemos, y nuestro cerebro se transforma literalmente a través de los textos que introducimos en nuestra mente».

Por último, y parafraseando a otro grande, la lectura ha de ser un acto de amor. Italo Calvino así lo propone en su maravilloso ensayo Por qué leer los clásicos:

«Si no salta la chispa, no hay nada que hacer: no se leen los clásicos por deber o por respeto, sino solo por amor.»

Fuente: https://lemiaunoir.com/cuando-leer-no-mola/

Imagen: 

https://lemiaunoir.com/wp-content/uploads/2017/02/xpd6dkui-yg-pj-accetturo.jpg

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