Aviso a los padres: en el parque también se educa

Por: Rafael Guerrero

Sobreprotección, compartir juguetes y otros aspectos sociales que debemos tener en cuenta o evitar cuando nuestros hijos disfrutan de su tiempo libre

El juego es el lenguaje natural de los niños. Una parte importante de sus necesidades de contenido emocional y social se cubren mediante el juego: aprenden a identificar y gestionar sus emociones, asumir el rol que les corresponde como niños, aprender normas y límites, establecer turnos en las conversaciones y en la utilización de los juguetes, aprender a respetar a los demás, valorar las diferencias entre las personas, favorecer su autonomía, aumentar su sentido de pertenencia, etc. Pero claro, todo esto se consigue con ayuda de las figuras de apego que están pendientes de ellos. Para que haya un correcto desarrollo de la personalidad y la sociabilidad de nuestros hijos, es imprescindible que nuestros hijos se relacionen tanto con nosotros como con sus iguales. Son como las dos caras de una misma moneda. Tan necesario para su desarrollo es relacionarse con sus padres (adultos) como con sus amigos y compañeros de colegio (grupo de iguales).

Los parques son lugares ideales para desarrollar todas estas habilidades sociales y emocionales que acabamos de mencionar, pero ¿acaso son todo buenas noticias las que ocurren en los parques infantiles? Parece ser que no. Si todos los padres cumpliéramos de manera religiosa con nuestras funciones, los parques serían un lugar idóneo para entrenar a nuestros hijos en muchas de las habilidades que deben adquirir. Y yo me pregunto: ¿por qué los parques infantiles sacan, en ocasiones, lo peor de los padres? Son como la jungla, en donde cada uno hace la guerra por su lado. Si hiciéramos un ejercicio de sinceridad, ¿realmente estamos cumpliendo con nuestras obligaciones cuando dejamos a nuestros hijos jugar y relacionarse en el parque? ¿Cuál es realmente nuestra función? Podríamos resumir en dos las funciones que los padres debemos cubrir a nuestros hijos en los parques: por un lado fomentar su curiosidad, su necesidad de exploración y de aprender a ser lo más autónomos posibles y, por otro lado, proteger y calmar a nuestros hijos ante el miedo, el conflicto y otras emociones desagradables. ¿Os habéis dado cuenta como los niños que están llorando buscan con la mirada a sus padres para ser protegidos y atendidos? En ocasiones los padres están físicamente tan distanciados de sus hijos que cuando estos lloran por una disputa, no pueden ser calmados y tranquilizados por ellos. Siempre he creído que los padres deberíamos ser en los parques como los coches de choque. Tendríamos que llevar un palo en nuestra espalda con una banderita de un color que coincida con el color de nuestro hijo, de tal manera que sea sencillo poder identificar quien es el padre o madre del niño que ha entrado en crisis. Solo así podemos actuar de manera rápida. En ocasiones veo niños llorando en el parque que buscan desesperadamente a sus padres y por más que trato de averiguar quiénes son sus progenitores, no lo consigo. Me da la sensación que algunos padres van a los parques a descansar y a hablar más que a educar a sus hijos, porque aún en el juego seguimos educando a nuestros hijos. Recordemos que para educar a un niño hace falta la tribu entera.

Un capítulo aparte merece el polémico tema de compartir los juguetes. ¿Por qué obligamos a nuestros hijos a que compartan todos sus juguetes? ¿Acaso obligas a tu marido o tu mujer a que comparta el móvil con los demás? ¿Y el coche? ¿Y tu casa? Pero si está muy bien compartir, ¿no? En mi opinión, no estamos respetando en absoluto a nuestros hijos. Si no quieren compartir, están en su pleno derecho. Eso sí, hay que ser consecuentes, en el sentido de que si tú no sueles compartir es posible que en un futuro no quieren compartir contigo. Hay que respetar sus decisiones pero también hay que invitarles a ser consecuentes, a que piensen en el futuro y en cómo se pueden sentir sus amigos si no comparte con ellos, pero respetando al cien por cien su decisión. Debemos educar también en el respeto hacia aquello que no es tuyo. El otro día en un parque un niño de unos dos años le cogió sin permiso la bicicleta a mi hijo mientras este último jugaba en la arena. Como los padres no estaban atentos a su hijo, me tocó a mí educar al suyo. ¿Qué hacer ante esta situación? Yo lo tengo claro. Le pregunté al niño si le había pedido permiso al dueño de la bicicleta. Al decirme que no, le recomendé que lo hiciera. Una vez que el niño se encamina a pedir permiso al propietario, ya delego en ellos lo que puedan acordar. Ojo, estas situaciones no son culpa del niño sino responsabilidad de los padres, pero como estos últimos no estaban en primera línea, me tocó a mí actuar. Entiendo perfectamente que los niños pequeños son, por naturaleza, impulsivos y no vienen de serie con estos extras. Considero que es importante que los niños entiendan que si no son dueños de algo que quieren, deben pedir permiso al propietario, y en caso de que no lo encuentren, no podrán utilizarlo. Es una cuestión de educación y de valores. ¿Por qué en estas situaciones nos tenemos que ocupar de la educación de los demás niños del parque? Considero que debemos hacerlo por el bien de todos los niños que están en ese momento en el parque; de nuestros hijos y del resto.

Tengamos muy presente que los niños son libres de poder dejar o no dejar sus juguetes a quienes consideren. Y subrayo niños. En ningún momento digo “padres”. Recuerdo que hace unas semanas en la piscina de nuestra comunidad mi hijo de casi tres años me dijo que había un dinosaurio de un amigo suyo que quería coger. Le dije que no podía jugar con él a menos que le preguntara a su dueño si le daba permiso para poder jugar con el dinosaurio. En ese momento, el padre del dueño del dinosaurio, que había escuchado nuestra conversación, le dio permiso a mi hijo a coger el dinosaurio: “Yo que soy su padre, te dejo que lo cojas”. Yo insistí, prudentemente, en pedir permiso al dueño y no al padre del dueño. Cuál fue nuestra sorpresa cuando fuimos a buscar al propietario del dinosaurio de goma y al preguntarle mi hijo si podía coger el muñeco su respuesta fue negativa. Moraleja: pide siempre permiso al propietario y no te dejes llevar por las decisiones de sus padres. En esta materia, ellos llevan el timón.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/07/17/mamas_papas/1563359176_688024.html

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Entrevista a Óscar González: “Hay padres que pueden pensar que sus hijos son adictos a internet, pero no se miran a sí mismos”

Entrevista/16 Mayo 2019/Autor: Daniel Sánchez Caballero/Fuente: El diario la educación

Óscar González es un maestro preocupado por el uso de las tecnologías y las redes sociales que hacen niños y niñas. Por eso ha dedicado buena parte de su tiempo a ayudar a las familias para que puedan enfrentarse a ellas.

Óscar González se ha convertido en uno de los grandes difusores educativos de España. Desde el aula de primaria de un centro valenciano que nunca ha dejado pese a los siete libros que lleva publicados y todas sus otras ocupaciones —conferenciante, asesor educativo y director de la Escuela de Padres con talento y Educar con talento—, González se dedica a la pedagogía social, a ayudar a las familias a educar a sus hijos a partir de toda la experiencia acumulada en 19 años como maestro. Su último libro, Tus hijos y las nuevas tecnologías (Amat Editorial) está concebido a modo de guía práctica para ofrecer soluciones a familias en cómo afrontar la aproximación (o uso) de sus hijos a móviles, tablets, internet, etc. Su recomendación general: información, comunicación y control. No espiar, controlar.

¿Por qué has decidido escribir un libro sobre tecnología ahora?

En las escuelas de padres el tema de las tecnologías es recurrente y, aunque hay mucha información, hay mucha desinformación. Así que pensamos en trasladar lo que hacemos en las escuelas de padres al papel. El origen del libro no es tanto mi interés sino la necesidad de las familias, que me lo han pedido. He intentado que fuera un libro sencillo, con ideas prácticas y, sobre todo, dividido por tramos de edades, porque las necesidades no son las mismas para un peque de dos años que para un adolescente de 14 ni para las familias las soluciones que tenemos que aplicar son las mismas.

Tú trabajas mucho con padres. ¿Cuáles son sus preocupaciones con estos temas?

Los padres nos preocupamos sobre todo porque los hijos tengan acceso a contenidos inapropiados. A veces es porque los buscan, pero a veces los encuentran. También que puedan sufrir cyberbullying. Además está el miedo a que entren en contacto con alguna persona que les puede hacer daño, el grooming (acoso sexual en la red). Otra preocupación básica es el tiempo, aunque a veces esa preocupación no se da como tal. Hay familias que pueden pensar que sus hijos son adictos a internet, pero no se miran a sí mismos y ven que están haciendo un uso excesivo, y hay que buscar dónde está la línea entre el uso y el abuso o adicción.

La adicción, supongo que es una de las principales preocupaciones. El libro, aparte de estar escrito a modo de manual, contiene citas de informes, datos contrastados que demuestran que esto no es una preocupación abstracta, que tiene una base detrás. ¿Qué consecuencias tiene para los chicos estar enganchados al móvil?

Muchas. Por ejemplo, el sueño. Está demostrado que los niños que utilizan en exceso el móvil y lo hacen hasta tarde se están quitando horas de sueño, no van a rendir lo que deberían. Ese uso excesivo también suele conllevar que hacen varias tareas a la vez, como usar el móvil, estudiar, escuchar música… Y está demostrado que no estamos capacitados para hacer tantas cosas a la vez. Tenemos que concentrarnos. Si estamos con la multitarea reducimos la productividad. Cuando has alcanzado el pico de concentración y abres la red social, aunque sean dos segundos, luego te va a costar 15-20 minutos recuperar ese pico de concentración. Aparte, muchos niños prefieren estar con el teléfono a salir a hacer deporte o a la calle. Son tres pinceladas de las posibles consecuencias que puede tener ese abuso del móvil.

Abro un paréntesis y dejo de lado a los chicos por un segundo. ¿Esto de la concentración afecta también a los adultos?

Claro. Estás trabajando con el ordenador y te salta una notificación de Facebook y ya la has liado. Solo con la notificación ya pierdes la concentración. Si lo abres, estás perdido. Pero esa pérdida de atención la sufrimos todos y creo que es uno problema de la sociedad. Por eso creo que están tan de moda el mindfullness, el yoga, la meditación… para recuperar la capacidad de centrarnos en el mundo presente, que cuando estamos hiperconectados no estamos en el momento presente, al contrario. Uno de los grandes peligros de la tecnología es el miedo que tienen los chavales de perderse algo el tiempo que no están conectados. “¿Y si han publicado algo en Facebook y no lo he leído?”. Nos pasa mucho en vacaciones, que enseguida preguntan los chavales si donde vas hay wifi. Pero también los adultos, es algo que tenemos que trabajarnos como sociedad.

Cuestiones prácticas: ¿Cómo recomiendas a una familia que afronte la compra y uso del primer móvil de un hijo?

Antes de plantearnos la compra no me centraría tanto en la edad, aunque sea importante. Lo retrasaría al máximo, 14 mejor que 12 y 16 mejor que 14. Pero hay que centrarse en las características del niño, su madurez. Lo más importante es el papel que vamos a adoptar como padres a la hora de comprar el móvil. ¿Vamos a supervisar, controlar, estar al tanto de lo que hace con el móvil? Sí, adelante, nos planteamos la compra. Si el papel va a ser darle el móvil y olvidarse, ni te lo plantees. Da igual que tenga 12, 14 o 16. En el momento en el que no hay control surgen los problemas. Además, el niño debe entender que cuando le compramos el móvil lo hacemos con una serie de condiciones. Por eso es tan importante que podamos firmar un contrato con condiciones, hay muchos por las redes, uno de la Policía incluso. Se ponen una serie de condiciones, como que si no se cumple lo acordado inmediatamente el móvil se retira. Eso lo tienen que saber previamente, porque después es más difícil quitárselo una vez comprado y hecho el mal uso. Pero si le hemos advertido antes él va a valorar que eso es así y no se sorprenderá tanto.

Dentro de ese seguimiento recomiendo que se ponga alguna aplicación de control parental. Yo recomiendo Custodio, no por hacer publicidad, sino porque es la que uso yo. La herramienta nos ayudará a controlar, que no espiar, a nuestro hijo. Si entra en webs inadecuadas se pueden bloquear, nos dice el tiempo que ha estado utilizando el móvil y haciendo qué, etc. Esto es importante tenerlo claro, porque cuando compramos el móvil una de las condiciones es que se va a instalar el control parental. No para espiarle, sino porque no queremos que accedan a ciertos sitios. Es mejor explicarle esto y que sea consciente de que tiene el control parental activado a que lo instalemos sin decirle nada y luego vayamos a decirle que ha estado entrando en tales webs. Se sentirá espiado y se perderá confianza, que es la base de todo, junto a la comunicación. Para llegar aquí necesitamos un trabajo de comunicación, porque hablamos de tecnología, pero creo que debemos hablar de educación, que es la base.

Ya que hablamos de educación, ¿cómo aborda la escuela la ‘educación tecnológica’?

Es una asignatura pendiente aún. Debemos ponernos las pilas y desde la escuela deberíamos impulsar esta educación tecnológica más y darle más importancia. No en todas las familias se le está ofreciendo a los chavales esa formación tecnológica, esas herramientas, y nosotros deberíamos compensarlo de alguna manera. Cuando dices que sería interesante incorporar otra asignatura para hablar de esto la gente piensa, “otra asignatura”. Creo que no debería ser evaluable, simplemente formativa y en la que se puedan aplicar estas estrategias de primera mano. Saber cuáles son los peligros, los problemas en los que se pueden meter solo por compartir una imagen que no deben. Alguien debe darles esta formación y la escuela puede ser el sitio, pero para eso deberíamos formarnos los profesores. Se está haciendo un buen trabajo desde la Policía, que vienen a dar charlas. Pero es una cosa puntual, vienen un día, que está muy bien porque el alumnado se acuerda mucho, pero ya. Y eso con el tiempo se diluye, no es lo mismo que trabajarlo a diario en una asignatura y que veamos casos reales. Que aquello que han visto en las noticias es cierto y que tiene unas repercusiones y unas consecuencias, porque nos quedamos con el titular, pero luego no vemos que el chico que compartió esa fotografía ha tenido problemas. Hay que ponerles en la realidad y qué mejor que la escuela para hacerlo. Y, sobre todo, en la etapa primaria. En secundaria te van a decir que qué les estás contando, pero en primaria, que hay más receptividad. En 3º y 4º de primaria tienen unas edades muy buenas para empezar a explicar ciertas cosas.

No sé hasta dónde conoces los planes de formación de los maestros, pero me pregunto si la hay.

Desconozco un poco, sé que se trabaja la presencia en redes sociales, pero no sé hasta qué punto se ofrece esa formación dirigida al alumnado. No creo, ysería interesante. Y no solo en las facultades, también en los centros de formación continua del profesorado. La solución que muchas consejerías de Educación han dado, como por ejemplo en Valencia, ha sido cortar las redes sociales. En esas edades los niños no deben estar en las redes, no tienen la edad legal. Pero la solución no es prohibir o cortar. La solución es educar, explicarles primero que no tienen acceso porque no tienen la edad legal para acceder a las redes, esto es importante. Y que los padres lo tengan bien presente, porque muchos desconocen muchas redes sociales como Instagram, etc. No saben qué es. Y que desconozcas que tu hija de nueve años está colgando fotografías en Instagram es un problema.

¿Hay mucha brecha digital entre padres e hijos?

Creo que la hay, pero como padres tenemos una responsabilidad y debemos reducirla. Nunca vamos a manejar los móviles como ellos en cuanto a habilidad. Pero en cuanto a conocimientos depende del tiempo que inviertas. Si dedico tiempo a formarme y prepararme lo haré funcionar tanto o más que un niño, por supuesto. Pero entran nuestras excusas, tipo “no tengo tiempo, mi hijo lo hace mejor”. Todas las excusas que solemos poner no son más que eso, excusas. Ahí creo que nos equivocamos mucho. Les ganamos en algo que no tienen, experiencia, y por mucho que ellos crean que saben manejar, son muy vulnerables y se pueden meter en problemas por ese desconocimiento nuestro y por no haberles dado formación. Ahí tenemos mucho que hacer y hay trabajo para reducir.

¿Cuál es su postura respecto al móvil en clase?

Creo que no estaría mal siempre y cuando sepamos hacer un buen uso del mismo. ¿Para qué vamos a usar el móvil en clase? Por ejemplo, para grabar y editar vídeos. Fantástico. Pero para eso hay que explicar bien las normas de uso del móvil en el centro, que no serán las mismas que en casa aunque sean parecidas. Te la pueden liar. Pueden hacer una foto o grabar a un niño, y tal y como está la ley de protección de datos podemos tener un problema. El uso debe ser didáctico, pedagógico y educativo, no para entrar en las redes o atender llamadas. Si la finalidad es educativa, puede ser una herramienta. La tecnología no es buena ni mala, es una herramienta y depende del uso que le demos. Si es educativo y provechoso, aprenderán que, además de los usos que ellos le dan fuera de la escuela, tienen esa herramienta para hacer otras muchas cosas que no son conscientes que pueden hacer, para formarse, etc. Pero no como sustituto de nada, sino como un complemento. Que estamos entrando en un ambiente de tecnología donde parece que si no es tecnológico no es innovador y ahí nos equivocamos, hay que buscar un equilibrio.

¿Nos hemos olvidado un poco de la televisión, con tanta atención a móviles y tablets?

Muchísimo. Lo que ocurre es que las teles ya no son teles. Son smart TVs y ahí tienes la opción de ver la televisión a la carta cuando quieras. Ahí tenemos que entender que con estas cosas no estamos fomentando la paciencia. Antes tenías que esperar a que lo emitieran, ahora no. Eso es una cosa más, como Spotify o YouTube. Están acostumbrados a ver un vídeo, si no les gusta cambian en un minuto a otro. Y les está llevando a no saber esperar. Un ejemplo muy sencillo son las fotos. Antes se revelaban y había que esperar. Pero sí, la televisión es un elemento central, que está ahí, a veces de fondo, impidiendo la comunicación en familia.

Imagen y fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/05/16/hay-padres-que-pueden-pensar-que-sus-hijos-son-adictos-a-internet-pero-no-se-miran-a-si-mismos/

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Ecuador: Padres optan por la formación en los CIBV

América del Sur/Ecuador/10 Septiembr 2017/Fuente: eltiempo/Autor:Redacción

Karina Cevallos, madre de una pequeña de dos años, comenta que por su trabajo se le dificulta estar todo el día con ella, además, sostiene que no tiene con quién dejarla por lo que ha optado por acudir a uno de los Centros Integrales del Buen Vivir, CIBV, que están disponibles en la ciudad.

“Es la primera vez que voy a acudir a uno de estos centros, siempre es difícil dejar a nuestros niños al cuidado de otras personas, pero los niños de algunas amigas, que ya han sido parte de ellos, me comentan que la atención es buena y tienen varias actividades que estimulan su desarrollo”, señala.

Como ella, varios padres han optado por esta modalidad que ya está en marcha, según comenta el director distrital del Ministerio de Inclusión Económica y Social, MIES, quien sostiene, además, que existen más de 7.000 cupos en los 43 CIBV con alrededor de 230 educadores, en el distrito Cuenca.

Menciona que los padres de familia aún pueden acercarse al CIBV más cercano y solicitar un cupo para los niños menores de tres años, las inscripciones son gratuitas y la atención es desde las 08:00 hasta las 16:00.
Lucero también recordó que existe la modalidad Creciendo con Nuestros Hijos, CNH, que se brinda a quienes por recursos o distancia no puedan acceder a los CIBV, en este caso, se traslada personal del MIES y trabaja en conjunto con los padres de familia para fortalecer el desarrollo de los menores.  (TPM) (I)

 

Fuente de la noticia: http://www.eltiempo.com.ec/noticias/cuenca/2/420616/padres-optan-por-la-formacion-en-los-cibv

Fuente de la imagen: http://cdn.mediospublicos.ec/eltiempo/k2-cache/items/cache/ea342d69472c095568f9fcac0523fb22_XL.jpg

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El hijo que quiero tener’, una reflexión sobre la educación

Milagros Martín-Lunas

milagros.martinlunas@elindependiente.com

El teatro es una herramienta de autoconocimiento”. Cada obra que estrena la compañía valenciana El Pont Flotant está ligada a la trayectoria vital de sus miembros. Por  sus trabajos han pululado el amor, la importancia del compromiso, incluso, el paso del tiempo. Ahora, en El hijo que quiero tener, su séptimo montaje que recala en el Teatro de la Abadía del 12 al 15 de julio, apuestan por una reflexión sobre la educación. “No se trata de una reflexión conceptual, sino una reflexión centrada en cuestiones cotidianas que pueden surgir en el hogar, en la escuela o en un parque. Porque todos, incluso quienes no tienen hijos, somos responsables de la educación de nuestros niños”, confiesa Jesús Muñoz, uno de los fundadores de la compañía.

¿Qué hijo quería tener mi padre? ¿Qué hijo querría tener yo? ¿Qué abuelo querría que fuera yo para su hijo? ¿Qué padre hubiera querido tener mi hijo? Son las preguntas sobre las que bascula uno de los espectáculos más originales que pueblan la cartelera madrileña.

Todos, incluso quienes no tienen hijos, somos responsables de la educación de nuestros niños”

La compañía El Pont Flotant se alimenta de la verdad. El secreto de sus trabajos es que nacen ligados a las experiencias vitales de sus miembros. “Para nosotros es más importante la honestidad y la verdad en escena, mucho más que las grandes demostraciones y habilidades técnicas”. Andan ahora fagocitados por la paternidad y con esa nueva situación, en la que el concepto de responsabilidad lo abarca todo, se han topado con una lista interminable de de dudas, prejuicios y miedos. “Nos hemos cuestionado la educación, la relación de los padres con los hijos y de éstos con sus abuelos. Todos tenemos una idea del tipo de padre o madre que queremos ser, pero a la hora de la verdad muchas veces acabamos haciendo justo lo contrario a lo que pensábamos que íbamos a hacer. Por presiones externas o porque proyectamos los traumas propios en nuestros hijos”.

Para trabajar en la obra organizaron un taller intergeneracional en el que durante tres meses dieron voz a padres, hijos y abuelos. Se trataba de un experimento del que pretendían crear material para una futura obra donde los participantes podían manifestar sus miedos, sus deseos y sus ambiciones. “La fuerza con la que estábamos trabajando tenía tanto valor que decidimos que la obra debería ser eso mismo”.

La obra se convierte en una propuesta que desnuda los vínculos emocionales entre padres e hijos

La obra que recala en La Abadía se convierte en una propuesta que desnuda los vínculos emocionales entre padres e hijos. El hijo que quiero tener hila una dramaturgia no exenta de autocrítica, humor, ternura e ironía. “La educación ha cambiado mucho, cada vez resulta más difícil ponerte en el lugar del otro, entender por qué tu hijo disfruta saltando los charcos o por qué los padres proyectamos nuestros miedos coartando la libertad del otro. Por no hablar de lo difícil que es convivir en la jungla del parque, las comparaciones que establecemos entre nuestro hijos y esa tendencia que tenemos en meternos donde no nos llaman, por ejemplo, la educación que el de enfrente está dando a su hijo”.

En El hijo que quiero tener presente, pasado y futuro se fusionan en escena para desvelar historias que hablan en definitiva, de la vida, de cómo amamos a nuestros hijos y a nuestros padres, y de cómo nos cuesta, a veces, expresar nuestros sentimientos más simples y lo difícil que nos resulta comunicarnos. Actores y amateurs se suben al escenario para provocar una reflexión en el espectador. “No pretendemos dar consejos, para nosotros el teatro es un espacio para cambiar, un espacio para dar que pensar. Si llegamos a eso, nuestro objetivo ya está cumplido”, concluye.

Fuente del Artículo:

‘El hijo que quiero tener’, una reflexión sobre la educación

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