Entrevista a Noam Chomsky “Estamos en un momento crucial de la historia de la humanidad. No se puede negar. No se puede ignorar”

Por C.J. Polychroniou

La invasión rusa de Ucrania ha cogido a gran parte del mundo por sorpresa. Es un ataque no provocado e injustificado que pasará a la historia como uno de los mayores crímenes de guerra del siglo XXI, sostiene Noam Chomsky en esta entrevista exclusiva que ha concedido a Truthout y que ofrecemos a continuación.

Las motivaciones políticas, como las citadas por el presidente ruso Vladímir Putin, no pueden utilizarse como argumento para justificar el inicio de una invasión contra una nación soberana. Sin embargo, ante esta horrible invasión, “Estados Unidos debe optar por la diplomacia de modo urgente” en lugar de la escalada militar, ya que esta última podría constituir una “sentencia de muerte para la especie, sin vencedores”, afirma Chomsky.

C. J. Polychroniou: Noam, la invasión rusa de Ucrania ha cogido a la mayoría de la gente por sorpresa y ha causado gran conmoción por todo el mundo, aunque muchos elementos indicaban que Putin estaba bastante alterado por la expansión de la OTAN hacia el este y la determinación de Washington de no tomarse en serio sus exigencias en materia de seguridad de no traspasar la “línea roja” respecto a Ucrania. ¿Por qué cree que ha decidido iniciar una invasión en este momento?

Noam Chomsky: Antes de responder a la pregunta debemos constatar algunos hechos que son incontestables. El más crucial es que la invasión rusa de Ucrania es un grave crimen de guerra comparable a la invasión estadounidense de Irak y a la invasión de Polonia por parte de Hitler-Stalin en septiembre de 1939, por poner sólo dos ejemplos relevantes. Es razonable buscar explicaciones, pero no hay ninguna justificación ni atenuante.

Volviendo a la pregunta, hay un despliegue de invectivas plenas de convencimiento acerca de la mente de Putin. El relato habitual es que está atrapado en fantasías paranoicas, que actúa solo, rodeado de cortesanos rastreros como los que conocemos aquí en lo que queda del Partido Republicano que viaja hasta Mar-a-Lago buscando la aprobación del Líder.

La avalancha de improperios podría ser acertada, pero quizá habría que considerar otras posibilidades. Quizá Putin quiso decir lo que él y sus aliados han estado diciendo alto y claro durante años. Podría ser, por ejemplo, que “dado que la principal exigencia de Putin es la garantía de que la OTAN no aceptará a más miembros, y en concreto a Ucrania o Georgia, obviamente no habría existido ninguna motivación para la crisis actual si no hubiera habido una expansión de la alianza atlántica tras el final de la Guerra Fría o si la expansión hubiera tenido lugar de acuerdo con la construcción de una estructura de seguridad en Europa que incluyera a Rusia”. El autor de estas palabras es Jack Matlock, exembajador de Estados Unidos en Rusia, uno de los pocos expertos en Rusia solventes del cuerpo diplomático estadounidense; las escribió poco antes de la invasión. Continúa y concluye que la crisis “puede resolverse fácilmente aplicando el sentido común… Desde cualquier punto de vista, el sentido común apunta que a Estados Unidos le interesa promover la paz, no el conflicto. Tratar de desprender a Ucrania de la influencia rusa –el objetivo declarado de los que agitaron las “revoluciones de colores”– fue una misión absurda y peligrosa. ¿Tan pronto hemos olvidado la lección de la crisis de los misiles de Cuba?”.

Matlock no está solo. En las memorias del jefe de la CIA, William Burns, otro de los pocos auténticos expertos en Rusia, se llega a las mismas conclusiones sobre las cuestiones de fondo. La postura aún más firme de George Kennan [diplomático] ha recibido amplia cobertura tarde, que también ha sido respaldada por el exsecretario de Defensa William Perry y, fuera de las filas diplomáticas, por el célebre académico de relaciones internacionales John Mearsheimer y numerosas figuras que difícilmente podrían ser más convencionales.

Nada de esto es incierto. Los documentos internos de Estados Unidos publicados por WikiLeaks revelan que la imprudente oferta de Bush II a Ucrania para entrar en la OTAN provocó enseguida duras advertencias por parte de Rusia indicando que la expansión de la amenaza militar era intolerable. Es comprensible.

A propósito, también podemos tomar nota sobre ese extraño concepto de “la izquierda” que aparece regularmente para vituperar a “la izquierda” por su insuficiente escepticismo acerca de la “línea del Kremlin”…

La crisis se ha estado gestando durante 25 años mientras Estados Unidos menospreciaba de un modo despectivo las inquietudes rusas en materia de seguridad

El hecho es que, para ser sinceros, no sabemos por qué se tomó la decisión, ni siquiera si la tomó Putin en solitario o el Consejo de Seguridad ruso en el que él desempeña el papel principal. Hay, sin embargo, algunas cosas que sí sabemos con bastante seguridad, incluidos los documentos examinados con cierto detalle por las personas que acabo de citar, que han ocupado altos cargos dentro del sistema de planificación. En resumen, la crisis se ha estado gestando durante 25 años mientras Estados Unidos menospreciaba de un modo despectivo las inquietudes rusas en materia de seguridad, en particular sus claras líneas rojas: Georgia y especialmente Ucrania.

Hay buenas razones para creer que esta tragedia podría haberse evitado hasta el último minuto. Ya lo hemos discutido anteriormente, en repetidas ocasiones. En cuanto a por qué Putin ha iniciado la criminal agresión en este momento, podemos especular todo lo que queramos. Pero el trasfondo inmediato no es incierto; se elude, pero no se discute.

Es fácil entender que los que sufren las consecuencias consideren que es de una complacencia inaceptable indagar por qué ocurrió y si se podría haber evitado. Comprensible, pero equivocado. Si queremos responder a la tragedia de modo que ayude a las víctimas y evite las catástrofes aún peores que se avecinan, es prudente y necesario aprender todo lo que podamos sobre lo que salió mal y cómo se podría haber corregido el rumbo. Los gestos heroicos pueden ser gratificantes. No son útiles.

Como tantas otras veces, recuerdo una lección que aprendí hace mucho tiempo. A finales de la década de 1960, participé en una reunión en Europa con algunos representantes del Frente de Liberación Nacional de Vietnam del Sur (el ‘Vietcong’, en la jerga estadounidense). Fue durante el breve periodo de intensa oposición a los espantosos crímenes de Estados Unidos en Indochina. Algunos jóvenes estaban tan enfurecidos que pensaban que la reacción violenta era la única respuesta adecuada a las monstruosidades que estaban teniendo lugar: romper ventanas en Main Street, bombardear un centro del Cuerpo de Entrenamiento de Oficiales de la Reserva. Cualquier otra cosa equivalía a ser cómplice de crímenes terribles. Los vietnamitas veían las cosas de forma muy distinta. Se opusieron firmemente a todas esas medidas. Presentaron su modelo de protesta efectiva: unas cuantas mujeres de pie, rezando en silencio, ante las tumbas de los soldados estadounidenses muertos en Vietnam. No les interesaba lo que los estadounidenses que se oponían a la guerra hacían para sentirse justos y respetables. Querían sobrevivir.

Es una lección que a menudo he escuchado, de una u otra forma, a las víctimas del horrible sufrimiento en el hemisferio sur, el principal objetivo de la violencia imperial. Una lección que deberíamos tomar en serio, adaptada a las circunstancias. Hoy eso significa un esfuerzo por comprender por qué ha ocurrido esta tragedia y qué se podría haber hecho para evitarla, y aplicar estas lecciones a lo que viene después.

La cuestión cala hondo. No hay tiempo para repasar aquí este asunto de vital  importancia pero, en repetidas ocasiones, la reacción ante una crisis real o imaginaria ha sido sacar la pistola en lugar de la rama de olivo. Es casi un acto reflejo, y las consecuencias han sido generalmente espantosas para las víctimas tradicionales. Siempre vale la pena tratar de entender, anticiparse un poco a las posibles consecuencias de la acción o la inacción. Son perogrulladas, por supuesto, pero vale la pena insistir porque se descartan tan fácilmente en tiempos de arrebato justificado.

¿Qué opciones hay?

Las opciones que quedan tras la invasión son desalentadoras. La menos mala es el apoyo a las opciones diplomáticas que aún existen con la esperanza de lograr un resultado parecido al que era muy probable alcanzar hace unos días: la neutralización de Ucrania al estilo austriaco, una versión del federalismo de Minsk II. Mucho más difícil de lograr ahora. Y –necesariamente– con una vía de escape para Putin, o el resultado será aún más nefasto para Ucrania y para todo el mundo, quizá más allá de lo inimaginable.

Es muy injusto. ¿Pero cuándo ha prevalecido la justicia en los asuntos internacionales? ¿Es necesario revisar el atroz historial una vez más?

Nos guste o no, las opciones se reducen ahora a un feo desenlace que premia en lugar de castigar a Putin por el acto de agresión o la fuerte posibilidad de una guerra terminal. Puede parecer gratificante arrinconar al oso en un rincón desde el que arremeterá a la desesperada, y puede hacerlo. No es sensato.

Entretanto, deberíamos hacer todo lo posible para ofrecer un apoyo significativo a quienes defienden valientemente su patria contra crueles agresores, a quienes escapan de los horrores y a los miles de valientes rusos que se oponen públicamente al crimen de su Estado asumiendo gran riesgo personal, una lección para todos.

Y también deberíamos tratar de encontrar formas de ayudar a un tipo de víctima más general: todas las especies que habitan la Tierra. Esta catástrofe ha tenido lugar en un momento en el que todas las grandes potencias, y de hecho todos nosotros, debemos trabajar juntos para controlar el gran azote de la destrucción medioambiental que ya se está cobrando un precio desastroso, y que pronto será mucho peor si no se realizan grandes esfuerzos rápidamente. Para hacer ver lo obvio, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) acaba de publicar la última y más ominosa de sus evaluaciones periódicas sobre cómo nos dirigimos hacia la catástrofe.

Entretanto, las medidas necesarias están estancadas, incluso en retroceso, ya que se dedican recursos muy necesarios a la destrucción y ahora el mundo se encamina a ampliar el uso de los combustibles fósiles, incluido el más peligroso y convenientemente abundante, el carbón.

Un demonio malévolo difícilmente podría idear una coyuntura más grotesca. No se puede ignorar. Cada momento cuenta.

La invasión rusa es una clara violación del artículo 2(4) de la Carta de la ONU, que prohíbe la amenaza o el uso de la fuerza contra la integridad territorial de otro Estado. Sin embargo, durante su discurso del 24 de febrero, Putin trató de ofrecer fundamentos jurídicos para la invasión y Rusia cita a Kosovo, Irak, Libia y Siria como prueba de que Estados Unidos y sus aliados violan el derecho internacional repetidamente. ¿Puede comentar los fundamentos jurídicos de Putin para la invasión de Ucrania y la situación del derecho internacional en la era posterior a la Guerra Fría?

No hay nada que decir sobre el intento de Putin de ofrecer un fundamento jurídico a su agresión. Su mérito es nulo.

Es cierto que Estados Unidos y sus aliados violan el derecho internacional sin pestañear, pero eso no ofrece ningún atenuante para los crímenes de Putin

Por supuesto, es cierto que Estados Unidos y sus aliados violan el derecho internacional sin pestañear, pero eso no ofrece ningún atenuante para los crímenes de Putin. Sin embargo, Kosovo, Irak y Libia tuvieron influencia directa en el conflicto de Ucrania.

La invasión de Irak fue un ejemplo de libro de los crímenes por los que los nazis fueron colgados en Nuremberg, pura agresión no provocada. Y un puñetazo en la cara de Rusia.

En el caso de Kosovo, la agresión de la OTAN (es decir, la agresión de Estados Unidos) fue declarada “ilegal, pero justificada” (por ejemplo, por la Comisión Internacional sobre Kosovo presidida por Richard Goldstone) sobre la base de que el bombardeo se llevó a cabo para poner fin a las atrocidades que estaban teniendo lugar. Ese juicio exigía invertir la cronología. Las pruebas de que la avalancha de atrocidades fue consecuencia de la invasión son abrumadoras: predecible, prevista, anticipada. Además, había opciones diplomáticas disponibles; como siempre, fueron ignoradas en favor de la violencia.

Altos funcionarios estadounidenses confirman que fue sobre todo el bombardeo de Serbia, aliada de Rusia –sin ni siquiera informarles de antemano–, lo que dio al traste con los esfuerzos rusos por colaborar de algún modo con Estados Unidos en la construcción de un orden de seguridad europeo posterior a la Guerra Fría, un retroceso que se aceleró con la invasión de Irak y el bombardeo de Libia después de que Rusia aceptara no vetar una Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que la OTAN violó de inmediato.

Los acontecimientos tienen consecuencias; sin embargo, los hechos pueden quedar ocultos dentro del sistema dogmático.

El estatus del derecho internacional no cambió en el periodo posterior a la Guerra Fría, ni siquiera en las palabras, y mucho menos en los hechos. El presidente Clinton dejó claro que Estados Unidos no tenía intención de respetarlo. La Doctrina Clinton declaraba que Estados Unidos se reservaba el derecho a actuar “unilateralmente cuando fuera necesario”, incluido el “uso unilateral del poder militar” para defender intereses vitales como “garantizar el acceso sin trabas a mercados clave, suministros energéticos y recursos estratégicos”. También sus sucesores, y cualquiera que pueda violar la ley impunemente.

Eso no quiere decir que el derecho internacional no tenga valor. Tiene un rango de aplicabilidad, y es una norma útil en algunos aspectos.

El objetivo de la invasión rusa parece ser derribar el gobierno de Zelensky e instalar en su lugar uno prorruso. Sin embargo, pase lo que pase, Ucrania se enfrenta a un futuro desalentador por su decisión de convertirse en un peón en los juegos geoestratégicos de Washington. En ese contexto, ¿hasta qué punto es probable que las sanciones económicas logren que Rusia cambie su postura respecto a Ucrania? ¿O las sanciones económicas tienen como objetivo algo más grande, como socavar el control de Putin dentro de Rusia y los lazos con países como Cuba, Venezuela y posiblemente incluso la propia China?

Puede que Ucrania no haya tomado las decisiones más acertadas, pero no tenía nada parecido a las opciones que tenían los Estados imperiales. Sospecho que las sanciones llevarán a Rusia a depender aún más de China. Salvo que cambie seriamente de rumbo, Rusia es un estado petrolero cleptócrata que depende de un recurso que debe disminuir drásticamente o estamos todos acabados. No está claro si su sistema financiero puede resistir un ataque fuerte, mediante sanciones u otros medios. Razón de más para ofrecer una vía de escape con una mueca.

Rusia es un estado petrolero cleptócrata que depende de un recurso que debe disminuir drásticamente o estamos todos acabados

Los gobiernos occidentales, los principales partidos de la oposición, incluido el Partido Laborista en el Reino Unido, y los medios de comunicación corporativos se han embarcado en una campaña antirrusa chovinista. Los objetivos incluyen no sólo a los oligarcas rusos, sino también a músicos, directores de orquesta y cantantes, e incluso a propietarios de equipos de fútbol como Roman Abramovich, del Chelsea FC. Tras la invasión, incluso se ha prohibido a Rusia participar en Eurovisión en 2022. Es la misma reacción que los medios de comunicación corporativos y la comunidad internacional en general mostraron hacia Estados Unidos tras su invasión y posterior destrucción de Irak, ¿no?

Su comentario irónico es muy apropiado. Y podemos continuar por caminos demasiado conocidos.

¿Cree que la invasión dará inicio a una nueva era de confrontación continua entre Rusia (y posiblemente en alianza con China) y Occidente?

Es difícil saber dónde caerán las cenizas, y esto podría no ser una metáfora. Hasta ahora, China está actuando con cautela, y es probable que intente llevar adelante su amplio programa de integración económica de gran parte del mundo dentro de su sistema global en expansión –en el cual, hace unas semanas, incorporó a Argentina dentro de la iniciativa Cinturón y Ruta–, mientras observa cómo los rivales se destruyen entre ellos.

Como hemos comentado antes, la confrontación es una sentencia de muerte para la especie, sin vencedores. Estamos en un momento crucial de la historia de la humanidad. No se puede negar. No se puede ignorar.

Fuente: https://rebelion.org/estamos-en-un-momento-crucial-de-la-historia-de-la-humanidad-no-se-puede-negar-no-se-puede-ignorar/

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Entrevista a Eva Maria Geigl, del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia “La historia de la humanidad está hecha de migraciones sucesivas”

Por Agnès Bardon

Ya sea por razones vinculadas al clima, a los conflictos o a la subsistencia, los seres humanos siempre se han desplazado y mezclado, como lo demuestra el análisis del genoma de restos óseos hallados en los yacimientos arqueológicos. Las explicaciones nos las proporciona Eva Maria Geigl, directora de investigaciones del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia y corresponsable de un equipo de paleogenómica del Instituto Jacques Monod, en París.

¿Cuál es la función de la paleogenómica?

La paleogenómica es una disciplina complementaria de la arqueología y la antropología. Los arqueólogos realizan excavaciones y extraen fragmentos de huesos que tratan de situar en una época y una cultura determinadas. El análisis de restos humanos hallados en excavaciones puede facilitar la identificación del sexo del individuo, y a veces de su rango social y de las enfermedades que padeció, e incluso puede proporcionar pistas sobre el funcionamiento de una sociedad.

El trabajo de los paleogenetistas consiste en extraer el ADN de los huesos para analizar su genoma, que luego se compara con el de otros individuos que vivieron en periodos y lugares diferentes o que proceden de poblaciones actuales. De ese modo es posible reconstruir los linajes, o sea, los vínculos de parentesco, de proximidad genética, y también las migraciones y los mestizajes acontecidos a lo largo de la historia.

¿De qué manera los datos genéticos pueden narrar la historia biológica de una población?

El análisis genético permite caracterizar la historia del poblamiento de una región determinada y así establecer los desplazamientos y su hibridación con las comunidades autóctonas. De ese modo, la paleogenómica permitió demostrar que hace 8.500 años grupos de agricultores de Anatolia y de la región del Mar Egeo se desplazaron hacia el noroeste de Europa. La agricultura y la domesticación de animales se desarrollaron hace aproximadamente unos 12.000 años en el Creciente Fértil de Oriente Medio, en Irán y en Anatolia. Hace aproximadamente 8.500 años, esos agricultores empezaron a migrar hacia Europa por una ruta continental que se iniciaba en Grecia, pasaba por los Balcanes y seguía a través de Hungría, Austria y Alemania para concluir en el norte de Francia (en la cuenca de París).

Una segunda ruta bordeaba la costa mediterránea a lo largo de lo que hoy es Croacia, Italia, Sicilia, Cerdeña y Córcega,  hasta llegar al sur de Francia y el noreste de la península Ibérica. Estos desplazamientos ya se conocían gracias al análisis de los vestigios hallados en las excavaciones, en forma de restos de cerámica y herramientas de sílex o huesos de animales domésticos, como el cordero, que fueron introducidos por esos grupos de agricultores.

Pero, a partir de los materiales disponibles, los arqueólogos no podían precisar si solo se habían difundido entre los pueblos de Europa los conocimientos y las técnicas de los agricultores de Oriente Medio, o si los inventores de esas técnicas se habían desplazado físicamente. Gracias al análisis del genoma se pudo establecer que los agricultores se habían encontrado con los cazadores recolectores autóctonos asentados en Europa unos 14.500 años antes y que hubo un mestizaje parcial entre ambas poblaciones.

¿Es posible que el análisis basado en el genoma ayude a esclarecer determinadas realidades históricas desde una perspectiva innovadora?

En efecto, así ocurrió en 2012, cuando en la cueva de Denisova, situada en los montes Altai, en Rusia, se hallaron los restos de una joven que vivió allí hace unos 50.000 años. El análisis del genoma de una de sus falanges permitió demostrar la existencia de una población que coexistió con los neandertales. Esa población que vivía en Asia se desplazó y sus miembros se aparearon con los primeros Homo sapiens procedentes de África. Hasta ese momento los paleoantropólogos no sospechaban de la existencia de ese grupo humano.

La migración hacia Europa de los yamnayas, nómadas procedentes de las estepas situadas al norte del mar Negro, es otro ejemplo. Estos pueblos, cuya economía se basaba en la cría de ganado bovino, ingresaron en el centro y el norte de Europa hace aproximadamente 5.000 años. Esos nómadas de las estepas, en su mayoría de sexo masculino, se aparearon con mujeres de las comunidades autóctonas de agricultores del neolítico tardío. Pero, al lograr mejores tasas de reproducción, se produjo un importante reemplazo genético, lo que se denomina una introgresión.

Todavía hoy, en Bretaña, en el oeste de Francia, Irlanda y el Reino Unido, entre el 80% y el 90% de los hombres son portadores del cromosoma Y de los yamnayas. Los arqueólogos ignoraban ese fenómeno, porque no se habían encontrado restos materiales del paso de los yamnayas.

¿Se conocen las causas de esas migraciones?

Es posible imaginar distintas causas, pero se trata de hipótesis. No podemos aportar puebas científicas. Esos desplazamientos tal vez ocurrieran por motivos climáticos, pero también podría tratarse de causas demográficas. Sin duda las migraciones podrían haber sido causadas por necesidades vinculadas a la subsistencia del grupo, como ocurrió con las comunidades de cazadores recolectores que seguían las migraciones de los grandes cuadrúpedos. A medida que el clima cambiaba, los seres humanos tuvieron que buscar otras regiones para asentarse. Pero los choques entre diversos grupos humanos también podrían haber sido la causa. Tal como ocurre actualmente, es probable que entonces las personas se desplazaran por motivos climáticos y de subsistencia o a causa de los conflictos.

A la luz del análisis del genoma de nuestros antepasados, ¿es posible afirmar que todos somos migrantes?

Sin duda. Para empezar, todos somos de origen africano, porque todos nuestros ancestros vinieron de África. El Homo sapiens evolucionó en África y abandonó el continente en oleadas sucesivas. La última de esas migraciones fue la de nuestros antepasados directos. Y también somos todos migrantes, porque la historia de la humanidad está tejida por una sucesión de migraciones. Desde siempre, los grupos de población se desplazan y se mezclan, lo que a veces se traduce en la sustitución de las poblaciones autóctonas, aunque no siempre es así.

No somos sedentarios. Siempre hemos tenido que movernos y adaptarnos. No hay poblaciones genéticamente “puras”. Esto además debería alegrarnos porque, biológicamente, necesitamos que nuestro patrimonio genético se mezcle.

Fuente: https://es.unesco.org/courier/2021-4/eva-maria-geigl-historia-humanidad-esta-hecha-migraciones-sucesivas

Fuentes: El Correo de la Unesco [Imagen: Todos somos migrantes, del ilustrador serbio Goran Bajić]

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What’s the point of education? It’s no longer just about getting a job

This essay is part of a series of articles on the future of education.


For much of human history, education has served an important purpose, ensuring we have the tools to survive. People need jobs to eat and to have jobs, they need to learn how to work.

Education has been an essential part of every society. But our world is changing and we’re being forced to change with it. So what is the point of education today?

The ancient Greek model

Some of our oldest accounts of education come from Ancient Greece. In many ways the Greeks modelled a form of education that would endure for thousands of years. It was an incredibly focused system designed for developing statesmen, soldiers and well-informed citizens.

Most boys would have gone to a learning environment similar to a school, although this would have been a place to learn basic literacy until adolescence. At this point, a child would embark on one of two career paths: apprentice or “citizen”.

On the apprentice path, the child would be put under the informal wing of an adult who would teach them a craft. This might be farming, potting or smithing – any career that required training or physical labour.

In Ancient Greece, boys would become either apprentices or citizens. Women and slaves didn’t get any education.Wikimedia CommonsCC BY-SA

The path of the full citizen was one of intellectual development. Boys on the path to more academic careers would have private tutors who would foster their knowledge of arts and sciences, as well as develop their thinking skills.

The private tutor-student model of learning would endure for many hundreds of years after this. All male children were expected to go to state-sponsored places called gymnasiums (“school for naked exercise”) with those on a military-citizen career path training in martial arts.

Those on vocational pathways would be strongly encouraged to exercise too, but their training would be simply for good health.


Read more: Guide to the classics: Homer’s Iliad


Until this point, there had been little in the way of education for women, the poor and slaves. Women made up half of the population, the poor made up 90% of citizens, and slaves outnumbered citizens 10 or 20 times over.

These marginalised groups would have undergone some education but likely only physical – strong bodies were important for childbearing and manual labour. So, we can safely say education in civilisations like Ancient Greece or Rome was only for rich men.

While we’ve taken a lot from this model, and evolved along the way, we live in a peaceful time compared to the Greeks. So what is it that we want from education today?

We learn to work – the ‘pragmatic purpose’

Today we largely view education as being there to give us knowledge of our place in the world, and the skills to work in it. This view is underpinned by a specific philosophical framework known as pragmatism. Philosopher Charles Peirce – sometimes known as the “father of pragmatism” – developed this theory in the late 1800s.

There has been a long history of philosophies of knowledge and understanding (also known as epistemology). Many early philosophies were based on the idea of an objective, universal truth. For example, the ancient Greeks believed the world was made of only five elements: earth, water, fire, air and aether.


Read more: Where to start reading philosophy?


Peirce, on the other hand, was concerned with understanding the world as a dynamic place. He viewed all knowledge as fallible. He argued we should reject any ideas about an inherent humanity or metaphysical reality.

Pragmatism sees any concept – belief, science, language, people – as mere components in a set of real-world problems.

Charles Peirce is sometimes known as the ‘father of pragmatism’.

In other words, we should believe only what helps us learn about the world and require reasonable justification for our actions. A person might think a ceremony is sacred or has spiritual significance, but the pragmatist would ask: “What effects does this have on the world?”

Education has always served a pragmatic purpose. It is a tool to be used to bring about a specific outcome (or set of outcomes). For the most part, this purpose is economic.

Why go to school? So you can get a job.

Education benefits you personally because you get to have a job, and it benefits society because you contribute to the overall productivity of the country, as well as paying taxes.

But for the economics-based pragmatist, not everyone needs to have the same access to educational opportunities. Societies generally need more farmers than lawyers, or more labourers than politicians, so it’s not important everyone goes to university.

You can, of course, have a pragmatic purpose in solving injustice or creating equality or protecting the environment – but most of these are of secondary importance to making sure we have a strong workforce.

Pragmatism, as a concept, isn’t too difficult to understand, but thinking pragmatically can be tricky. It’s challenging to imagine external perspectives, particularly on problems we deal with ourselves.

How to problem-solve (especially when we are part of the problem) is the purpose of a variant of pragmatism called instrumentalism.

Contemporary society and education

In the early part of the 20th century, John Dewey (a pragmatist philosopher) created a new educational framework. Dewey didn’t believe education was to serve an economic goal. Instead, Dewey argued education should serve an intrinsic purpose: education was a good in itself and children became fully developed as people because of it.

Much of the philosophy of the preceding century – as in the works of Kant, Hegel and Mill – was focused on the duties a person had to themselves and their society. The onus of learning, and fulfilling a citizen’s moral and legal obligations, was on the citizens themselves.


Read more: Explainer: what is inquiry-based learning and how does it help prepare children for the real world?


But in his most famous work, Democracy and Education, Dewey argued our development and citizenship depended on our social environment. This meant a society was responsible for fostering the mental attitudes it wished to see in its citizens.

Dewey’s view was that learning doesn’t just occur with textbooks and timetables. He believed learning happens through interactions with parents, teachers and peers. Learning happens when we talk about movies and discuss our ideas, or when we feel bad for succumbing to peer pressure and reflect on our moral failure.

Learning doesn’t just happen through textbooks and timetables. Photo by Alexander Dummer on Unsplash

Learning would still help people get jobs, but this was an incidental outcome in the development of a child’s personhood. So the pragmatic outcome of schools would be to fully develop citizens.

Today’s educational environment is somewhat mixed. One of the two goals of the 2008 Melbourne Declaration on Educational Goals for Young Australians is that:

All young Australians become successful learners, confident and creative individuals, and active and informed citizens.

But the Australian Department of Education believes:

By lifting outcomes, the government helps to secure Australia’s economic and social prosperity.

A charitable reading of this is that we still have the economic goal as the pragmatic outcome, but we also want our children to have engaging and meaningful careers. We don’t just want them to work for money but to enjoy what they do. We want them to be fulfilled.


Read more: The Melbourne Declaration on Educational Goals for Young Australians: what it is and why it needs updating


And this means the educational philosophy of Dewey is becoming more important for contemporary society.

Part of being pragmatic is recognising facts and changes in circumstance. Generally, these facts indicate we should change the way we do things.

On a personal scale, that might be recognising we have poor nutrition and may have to change our diet. On a wider scale, it might require us to recognise our conception of the world is incorrect, that the Earth is round instead of flat.

When this change occurs on a huge scale, it’s called a paradigm shift.

The paradigm shift

Our world may not be as clean-cut as we previously thought. We may choose to be vegetarian to lessen our impact on the environment. But this means we buy quinoa sourced from countries where people can no longer afford to buy a staple, because it’s become a “superfood” in Western kitchens.

If you’re a fan of the show The Good Place, you may remember how this is the exact reason the points system in the afterlife is broken – because life is too complicated for any person to have the perfect score of being good.

Michael explains to the judge how life is so complicated, people can never really be good enough.

All of this is not only confronting to us in a moral sense but also seems to demand we fundamentally alter the way we consume goods.

And climate change is forcing us to reassess how we have lived on this planet for the last hundred years, because it’s clear that way of life isn’t sustainable.

Contemporary ethicist Peter Singer has argued that, given the current political climate, we would only be capable of radically altering our collective behaviour when there has been a massive disruption to our way of life.

If a supply chain is broken by a climate-change-induced disaster, there is no choice but to deal with the new reality. But we shouldn’t be waiting for a disaster to kick us into gear.

Making changes includes seeing ourselves as citizens not only of a community or a country, but also of the world.


Read more: Students striking for climate action are showing the exact skills employers look for


As US philosopher Martha Nussbaum argues, many issues need international cooperation to address. Trade, environment, law and conflict require creative thinking and pragmatism, and we need a different focus in our education systems to bring these about.

Education needs to focus on developing the personhood of children, as well as their capability to engage as citizens (even if current political leaders disagree).

If you’re taking a certain subject at school or university, have you ever been asked: “But how will that get you a job?” If so, the questioner sees economic goals as the most important outcomes for education.

They’re not necessarily wrong, but it’s also clear that jobs are no longer the only (or most important) reason we learn.

Fuente de la Información: http://theconversation.com/whats-the-point-of-education-its-no-longer-just-about-getting-a-job-117897

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«Embajadores de la memoria», documental que retrata un viaje educativo estremecedor e inusual

Argentina/28 de Abril de 2018/Clarín

Cuenta la experiencia de más de 200 estudiantes argentinos que viajaron a los campos de concentración y de exterminio nazi, para conocer la historia desde adentro.

Más de mil personas asistirán este jueves al estreno del documental “Embajadores de la memoria”, que retrata una experiencia educativa estremecedora e inusual: la de más de 200 estudiantes argentinos que viajaron a los campos de concentración y de exterminio nazi, para conocer desde adentro lo más oscuro de la historia de la humanidad.

El documental fue realizado por la escuela ORT y muestra la participación de los alumnos de esa institución en la llamada “Marcha por la Vida”, que todos los años emprende un recorrido –junto a estudiantes de otros colegios de la Argentina y de otros países, judíos y no judíos- hacia los campos de concentración de Auschwitz y Birkenau en Polonia, y luego a Israel.

El objetivo es que los alumnos aprendan el significado del Holocausto así como crear conciencia sobre las atrocidades cometidas por el nazismo.

Documental "Embajadores de la vida".

Documental «Embajadores de la vida».

La película será estrenada en el marco de la conmemoración del 70° aniversario de la creación del Estado de Israel, este jueves a las 8 en la misma escuela. Será transmitido en simultáneo en las sedes de ORT de Almagro, Belgrano, Rosario, en el colegio BAMI Marc Chagall y en el Muro de los Lamentos, en donde estarán los “marchistas” del año 2018. La proyección del documental es abierta a toda la comunidad, aunque las localidades ya se agotaron.

 

Documental "Embajadores de la vida".

Documental «Embajadores de la vida».

“En el documental alumnos y docentes cuentan en primera persona lo que vivieron y se hacen responsables de transmitirle a toda la comunidad la experiencia de resignificar el horror en vida. Producciones de este tipo profundizan la transmisión de la identidad y la historia del pueblo judío, uno de los pilares de ORT que lleva más de ocho décadas educando para la vida”, explicó Adrián Moscovich, director ejecutivo de ORT Argentina.

Documental "Embajadores de la vida".

Documental «Embajadores de la vida».

La escuela ORT participa de la Marcha por la Vida desde hace 12 años. Comenzó con 14 chicos y este año viajaron más de 300, lo que representó aproximadamente la mitad de la delegación argentina.

Fuente: https://www.clarin.com/sociedad/estrenan-embajadores-memoria-documental-retrata-viaje-educativo-estremecedor-inusual_0_SkpjRlN2M.html

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