Por: Eloisa García Landero
Hay una gran desinformación, ideas y estereotipos erróneos sobre la migración y la figura del migrante», de ahí la importancia de informar más a la población universitaria y sobre todo, sensibilizarlos; comentó Juan Carlos Gazca Muñoz, estudiante de Relaciones Internacionales de la UPAEP y presidente de Alas sin Fronteras, al participar en el conversatorio ¿Qué se puede hacer en migración?, a propósito de la clausura de la Generación 2022 del curso Formación en Migración para la Transformación Social.
Comentó que los estudiantes se encuentran en el punto exacto entre ser voluntarios con asociaciones civiles e incidir desde la academia, así como vincularse con distintos actores para poder incidir en la realidad de los migrantes. Platicó que toda su vida estudió en colegios jesuitas, por lo que tuvo diferentes experiencias que le permitieron interesarse por el trabajo social.
“Encontrarse con la gente, escuchar sus historias fue lo que me atrapó”, dijo. Ya que las misiones eran poco tiempo para impactar, decidió realizar voluntariado de un año en Tijuana, en el Desayunador Salesiano del Padre Chava. Dicha experiencia cambió su vida y lo movió a crear el grupo estudiantil Alas sin fronteras. “Estar en sincronía con ellos es mi motivo”, concluyó.
En su intervención, Rossana Beltrán Rojas, presidenta de Casa de Atención a Desamparados, A.C., se definió como defensora de derechos humanos. Tras agradecer a la IBERO Puebla la invitación, comentó: «Siempre podemos hacer algo por los demás si volteamos y abrimos los ojos en nuestro entorno, ante la necesidad». Detalló que la migración implica mucho esfuerzo, trabajo, sufrimiento y política.
Aseveró que “el conocimiento compromete”, por lo que invitó a los estudiantes a pensar qué compromiso se llevan del taller, pues no se trata sólo de recibir un título. Tal vez el día de mañana les toque ser migrantes al estudiar un posgrado, dijo, por lo que les conminó a penar “como seres humanos, cómo quisieran ser recibidos”.
Posteriormente, el Mtro. Arturo González González, S.J., director del Centro de Formación y Acompañamiento para el Desarrollo Integral (CFADI) y coordinador de la Red Jesuita con Migrantes, comentó que la pastoral con migrantes, “es una pastoral de las encrucijadas”, pues trabajan en medio de las fronteras culturales, existenciales, de miseria, de violencia, humanas. La Red Jesuita con Migrantes, explicó, se dedica a brindar acompañamiento de Canadá a Panamá a los migrantes, de país a paí.
A su vez, se enfocan en la búsqueda de migrantes desaparecidos y tienen servicio de albergue, en la ruta del tren La Bestia. Ahí brindan cobijo, descanso, higiene y alimento a todos quienes llegan buscando ayuda bajando del tren. Destacó que llegan sucios, golpeados cansados: “La ruta les roba la dignidad humana, y cuando la gente llega al albergue, come, duerme, descansa y se siente segura, le vuelve la vida”. Dijo que se necesita gente de todas las carreras que vayan a ayudar a los albergues y den un poco de sí para hacer la diferencia en sus vidas.
Sobre su experiencia en el albergue La Casita de Nazareth, comentó: “A mí me humanizaron los migrantes, porque cuando se bajaban del tren me daba mucho gusto; y cuando se trepaban a La Bestia se me partía el corazón, porque no sabíamos qué les iba a pasar. Aprendí que ese otro y esa otra eran mis hermanos y hermanas carnales. Uno crece y se hace más humano”.
17 jóvenes recibieron constancia de término del curso, que fue diseñado y coordinado desde la Dirección General del Medio Universitario, el Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, S.J., la Coordinación de Desarrollo Comunitario, área de Servicio Social y el Programa Universitario Ignaciano (PUI); con el objetivo de formar líderes universitarios y universitarias en migración desde una visión integral, partiendo del análisis de la realidad, con un enfoque en derechos humanos y espiritualidad ignaciana que generen y promuevan alternativas para el cambio social.
Fuente de la información e imagen: IBERO Puebla