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Xamfrà: un espacio socioeducativo para la inclusión social con música, danza y teatro

Por: Jaume Carbonell

Experiencia pionera que acoge la más amplia variedad de personas de todas las edades; muy pegada al barrio barcelonés del Raval, con altos índices de pobreza y riesgo de exclusión social; y donde todo se aprende de forma cooperativa.

“Cuando canta el gallo negro
es que se acaba el día.
Si cantara el gallo rojo
Otro gallo cantaría”.

Una docena de chicos y chicas, sentados en semicírculo, junto a la directora del Xamfrà, Ester Bonal, cantan y marcan el ritmo de esta conocida canción de Chicho Sánchez Ferlosio, golpeando con manos y puños encima de las mesas. Frente al grupo, la profesora de canto Ana Rossi, gesticula con energía y precisión los cambios de ritmo, sobre todo en la exclamación con que se inicia la segunda estrofa.

“Ay, si es que yo miento,
Que el cantar que yo canto
Lo borre el viento»

Repiten una y otra vez, con fuerza y mucha concentración. Se relajan. Intercambian algunas sonrisas. Se producen momentos de intensidad emotiva a juzgar por sus rostros de asombro y el brillo de sus ojos. De tanto en tanto, Ana y Ester cruzan algún comentario o le dan a la tecla del piano para subrayar una nota. “Es muy emocionante”, interviene una chica. “¿Cuál es el mensaje?”, pregunta otra. Ester contesta de inmediato: “El gallo rojo, si algún día llega al poder, se convertirá en gallo negro, porque el poder corrompe”. Exploran diversas voces, comentando a quien le puede ir mejor los graves o los bajos. Este taller de canto joven dura una hora.

Extraescolares inclusivas al servicio de toda la comunidad

A continuación, entra un grupo de seis y siete años que trabajan a la vez diversas artes: desde la percusión hasta la música en movimiento. Solo a partir de los ocho años se apuntan a una actividad diferenciada de música, danza o teatro. Los talleres son de lo más variopinto: canto coral, coral infantil, de mujeres, y de madres y padres; conjunto instrumental, violín, guitarra o acordeón diatónico; break dance y canto moderno para jóvenes, etc. Todos los talleres son semanales, duran una hora y tienen lugar entre las cuatro y las nueve de la noche, excepto el de las madres con bebés que se programa para los jueves por la mañana o algún otro. Actualmente asisten 300 personas de todas las edades y condiciones sociales, mayoritariamente del Raval y barrios colindantes, pero también llegan de otros lugares.

Existe una tarifa plana de 60 euros al trimestre que da opción a asistir a todos los talleres -hay quien asiste a más de uno-, pero hay familias que pagan menos o nada. También las hay solidarias que cubren la cuota de otras. Estos magros ingresos se complementan con los procedentes de la Fundació l’Arc que les da cobijo, de otras entidades privadas, del convenio con el distrito municipal o de la plataforma de micromecenazgo Teaming, donde personas amigas y socias aportan un euro al mes. Y están atentos a todo tipo de convocatorias de subvenciones y ayudas. Hay que tener en cuenta que Xamfrà cuenta con un equipo de veintidós personas: una que se encarga de la administración y de la coordinación con familias y el resto, siempre profesionales cualificados, que imparte talleres: cinco con dedicación plena y las otras a tiempo parcial, percibiendo una remuneración digna. Además, se cuenta con voluntariado permanente o puntual, con cierto bagaje profesional en diversos campos.

Este espacio socioeducativo está muy vinculado al territorio: es uno de los nudos de la red educativa y social que se impulsa desde la Fundació Tot Raval. Desde el principio, trabaja para encontrar complicidades y sinergias con otros agentes educativos, culturales y sociales del barrio, y está atento a sus necesidades y demandas para incorporarlas a su oferta formativa, siempre en clave de inclusión. Así, colabora, entre otras entidades y equipamientos, con el Casal dels Infants, con el Parc Sanitari de Sant Joan de Deu, (con infancia de diversidad funcional), o con la Fundació Escó, que atiende a mujeres en situación de riesgo, ofreciéndoles un espacio de socialización afectuoso y no estresante con talleres de juegos de falda. Y ahora se inician dos nuevos proyectos: un grupo de percusión para jóvenes del barrio extutelados, y otro para mujeres que han padecido procesos de violencia de género.

Pero la acción del Xamfrà se extiente también a unos 700 alumnos y alumnas de tres centros escolares. En el Pere Vila se organizan las tardes artísticas; en la Mediterrània se promueve una orquesta y en el Verdaguer se trabaja la música tradicional. Sólo se atienden las demandas de centros considerados de alta complejidad y que padecen situaciones de segregación o de inequidad educativa. Otra iniciativa de Xamfrà y de la Fundació l’Arc es el Centro de Recursos Musicales y de Educación en Valores, creado en el 2012 y que funciona como una plataforma online donde los centros educativos y el profesorado puede suscribirse. Allí se cuelgan recursos y propuestas didácticas mensuales dirigidas a educación infantil, primaria y secundaria. También se celebran tres formaciones presenciales al año.

Una directora que lo tiene muy claro: la música está al servicio de la educación y la sociedad, y no al revés

Ester Bonal (1956) lleva toda su vida disfrutando de la música: enseñando y aprendiendo de manera colectiva, “haciéndolo todos juntos”. La cosa empezó a los 5 años cuando entró en la coral L’Esquitx de la mano de su tía Maria Dolors Bonal, un referente emblemático en la educación musical de Catalunya que siempre le ha acompañado en sus proyectos. Más adelante, al salir de la escuela, su hermana mayor -que por aquel entonces pertenecía a la coral Sant Jordi- les distribuía partituras y las cuatro hermanas y un hermano cantaban durante una hora. Una familia muy musical. Estudió Farmacia -¿error de juventud?- pero no llegó a ejercer, y siguió con su pasión musical durante el tiempo de ocio. Más adelante, se apuntó al CAP (Certificado de Aptitud Pedagógica), sacó las oposiciones e impartió clases en secundaria como especialista de educación musical, actividad que, entre otras, compaginaba con la dirección de coros infantiles. Hasta que en el curso 2004-2005 llegó Xamfrà, una iniciativa de la Fundació L’Arc Música, dirigida por la mencionada Dolors Bonal. Primero se ubicaron en aulas y espacios cedidos por el IES Miquel Tarradell y, al cabo de siete años, ya disponían de un local propio de 300 m², debidamente equipado, cedido por el Ayuntamiento. Como directora se le reconoce un liderazgo imaginativo, democrático y muy profesional, porque en todos los grandes proyectos se precisan fuertes liderazgos. Aún le queda tiempo para dar algunas clases en la Escola Superior de Mùsica de Catalunya (ESMUC) y coordinar un posgrado de Artes Escénicas y Acción Social en el Institut del Teatre.

Xamfrà es un fiel reflejo del pensamiento de Ester Bonal y de las otras personas que le acompañan en esta apasionante aventura que se sostiene en tres pilares estrechamente interrelacionados: educación, música y compromiso social con el entorno, siempre en clave inclusiva. “La música es un patrimonio común de la comunidad que genera bienestar a todas las personas. La llevamos en el estómago, forma parte de nuestra cotidianidad y a través de ella se generan diversas emociones y valores. La música abre la posibilidad de maravillarte, de hacerte vibrar, independientemente de la cultura y de la situación social. Porque esta vibración es transversal”. Su discurso se aleja, por tanto, de quienes entienden la música como un lujo, reservado a las élites y solo como un proceso de suma especialización.

Para Bonal la música desarrolla dos cualidades básicas del acto educativo: despierta la curiosidad y fija la atención. Sostiene que hay que ser muy exigentes: “Sin disciplina no vas a ninguna parte”. Por otro lado, sostiene que en el proceso musical se conjuga la atención a la diversidad individual con los vínculos de pertenencia a una comunidad. Lo expresa de manera muy gráfica: “La música te permite que personas diferentes, haciendo cosas diferentes puedan hacer un acto colectivo armónico. Y todas y cada una de las personas son imprescindibles para que ello funcione”. Se trabajan actitudes, se aprende a compartir y a participar de manera cooperativa, a construir comunidad. Por eso en Xamfrà no hay clases individuales: todo se hace en grupo.

La directora subraya el valor de los lenguajes musicales y escénicos para trabajar emociones y espacios compartidos, “pero la cuestión está en el cómo se hace, desde qué mirada. Aquí partimos de cuatro valores básicos: la confianza, la generosidad, el compromiso y la permeabilidad: “Si alguien se va del centro sabe que siempre puede volver; y en bastantes casos lo hacen”. Ester Bonal atesora una sólida formación musical pero también pedagógica. Confía en la infancia y en sus enormes posibilidades, sabe que la educación se contagia más que se enseña, y está muy convencida de que lo más importante es el crecimiento personal de las personas, respetando sus ritmos, sin agobiarlas, como ocurre en tiempos tan convulsos, acelerados y estresantes como los actuales: “La música ha de estar al servicio de las personas y no al revés”.

Otra singularidad de esta experiencia, no cansan de repetirlo, es la inclusión social. “No trabajamos solo para la población desfavorecida sino para todo el mundo”; y uno de sus logros ha sido integrar en un espacio común de encuentro a colectivos que hasta ahora vivían de forma muy impermeable, incorporando a una amplia diversidad de familias: desde las que habitan en el Raval de toda la vida hasta las procedentes de todas las culturas y oleadas migratorias, pues se trata posiblemente del barrio más multicultural de la ciudad. “Xamfrà no es una escuela de música, danza y teatro, sino un espacio socioeducativo que trabaja a través de las artes de manera cooperativa para garantizar el acceso de todas las personas a la práctica artística, en un espacio no segregado”.

A lo largo de estos años han recibido un montón de premios, entre ellos el Marta Mata (2014), otorgado por Rosa Sensat, en reconocimiento de los diez años de trayectoria educativa en el barrio del Raval y, justo este año, el premio Alicia como proyecto social, otorgado por la Academia Catalana de la Música. Cuando le pregunto a Ester que me defina en una sola palabra este proyecto, se lo piensa un rato: “Te responderé por lo que dicen muchas de las personas que asisten: una familia”. Y su sueño es que se crean otros Xamfràs, porque es el único espacio de estas características.

Foto: Xamfrà

Una obra feminista muy coral

Cada año Xamfrà, en colaboración con otras entidades del barrio, organizan un espectáculo final de curso donde incorporar parte de lo aprendido en las distintas áreas artísticas. Este año estrenaron Indòmites el 17 de julio en la Sala Bars. Hoy asisto al ensayo general que realizan en el CCCB (Centre de Cultura Contemporània de Barcelona), coincidiendo con la exposición en torno a los feminismos. La obra la representan en colaboración con el colectivo las Anónimas.

El texto, de marcado contenido feminista, transcurre en la Barcelona de los años 30, en el corazón del Raval, con personajes reales de la época y otros inventados, y que muestra el contraste entre la explotación de la mujer en la fábrica y la vida de una familia burguesa, con algunos saltos y referencias a la situación actual. Las escenas se introducen con vídeos de denuncia y reivindicativos, y las actuaciones de actores y actrices se mezclan con cantos y danzas corales, acompañados de una amplia orquesta con diversos instrumentos y registros musicales. En total intervienen unas 120 personas de diversas edades.

Yola. “No se’n parla de nosaltres” (No se habla de nosotras).
Todos. Nosaltres! (¡Nosotras!)
Edith: Les que penquen 14 hores (Las que trabajamos 14 horas).
Todas: On el soroll et talla l’ànima (Donde el ruido te corta el alma).

Le sigue un vals de Shostakovitch. Tras la escena de la fábrica, aparece otra familiar, con algunas pinceladas sobre el cuerpo y la mujer: “¿El cuerpo de las mujeres es respetado?; ¿Tenemos derecho a gozar del placer?; ¿El amor es libre?”. Le sigue otra sobre la taberna donde aparece la reina del Pay Pay.

Hay escenas que se repiten hasta tres veces. Tanto Ester Bonal, que hace de regidora pegada al escenario, como Cristina Gàmiz, autora del texto y también directora, desde una posición más distanciada, moviéndose con su pequeño Aran atado a su cuerpo, van dando órdenes para corregir entradas y salidas, tonos de voz y todo tipo de gestos y movimientos: “¡Más voz, con más fuerza!”; “¡Callad, chicos!”; “Venga, la banda”; “Esta luz la sacaría”; “Vocalizar más, no corráis, más despacio”. Saltan algunos nervios porque el tiempo apremia: ”Vamos a saltarnos algunas escenas que ya controlamos”; “La orquesta, adelante”.

Hacia el final se entona el rap del patriarcado:

“No debería de existir este sistema autoritario,
Que por diferencia de género no sea igualitario,
… Somos personas ante todo
Juntas nos levantamos del todo
Nadie es superior de ningún modo,
La igualdad; el feminismo es el método X2”.

La obra termina con un himno y una manifestación. Y en la familia burguesa la mujer inicia un proceso de liberación, poniendo en su sitio al Sr. Ramón, al que se le dedica una canción homónima muy popular.

Al término del ensayo converso brevemente con cuatro de los actores y actrices para recabar su opinión sobre este proyecto. Arnau, 17 años, cursa 2ºde Bachillerato y vive en el Raval. Ha estudiado teatro y lleva seis años en el Xamfrà. “Para mí es un espacio donde las personas aprenden a vivir una experiencia artística de manera colectiva e inclusiva, porque el arte es muy elitista y no es accesible a la mayoría de la población; y aquí sí lo es. No se plantea como una competición entre los artistas sino como un trabajo en equipo”. Yola, 20 años, estudia en el Taller de Músicos, ha cursado el Bachillerato Artístico y lleva aquí cinco años.:“El Xamfrà me aporta mucho porque lo que quiero es dedicarme a enseñar música”. Joan, 18 años, sigue Estudios Literarios en la Universidad de Barcelona, vive en Poble Sec y lleva ocho años: “Xamfrà es una experiencia de formación y aprendizaje que te permite vivir una experiencia viva de las artes escénicas de forma comunitaria y compartida, sin protagonismos ni rivalidades. Es como una gran familia”. Y Simbiat, 18 años, es el segundo año que asiste. “Iba al Casal de Santa Coloma, me hablaron de Xamfrà y vine inmediatamente. Estaba en una crisis fuerte y me ayudó a situarme en la vida y a darme cuenta de que las cosas hay que trabajarlas. Xamfrà me hizo sentir en familia, encontrar un sentido a la vida, hacer algo útil que me guste y me haga feliz. No lo dejaría para nada”.

Se sienten como en una familia, como nos decía Ester. ¿Cuántas otras vidas habrá salvado este espacio educativo aparte de la de Simbiat? Lo que es seguro es que deja marcas profundas en quienes comparten este proyecto que va más allá, mucho más allá de la música. La historia de la educación muestra que la institución escolar ha aprendido y ha cambiado merced al buen hacer de diversas experiencias extraescolares, más libres, menos burocratizadas y también menos segregadoras. Xamfrà es una de ellas, de la que los centros educativos tienen mucho que aprender.

Fuente imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/11/06/xamfra-un-espacio-socioeducativo-para-la-inclusion-social-con-musica-danza-y-teatro/

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Fátima Escobar: Educar con igualdad crearía una nueva generación

Redacción: La Prensa Gráfica

Las ideas sexistas al momento de educar están muy arraigadas en sociedades como la nuestra; sin embargo, hacer pequeños cambios en la formación puede desencadenar una generación comprometida con la igualdad de género.

Educar con igualdad es esencial para las nuevas generaciones. Según datos de El País Internacional, el estereotipo de género es interiorizado por los niños a partir de los 10 años de edad y las niñas se perciben menos inteligentes que los niños a partir de los seis años. ¿Qué estamos haciendo mal?

El psicólogo y especialista en temáticas de investigación social el entorno de masculinidades Jorge García asegura que el principal factor de la educación sexista es el factor ideológico que naturaliza la diferencia a partir de los sexos. “La supuesta naturalización de la diferencia de sexo, ahora de género, legitima la discriminación, el sometimiento y la opresión”, señala García.

Ante esto, muchos estudios indican que es importante tratar de evitar someter a los hijos a roles sexistas desde temprana edad, incluso desde el vientre de la madre.

Igualdad

La Organización de Naciones Unidas (ONU) establece que en todas partes del mundo, las mujeres y las niñas deben tener los mismos derechos y las mismas oportunidades, y deben poder llevar una vida libre de violencia y discriminación.

García explica que para inculcar la educación con igualdad esto “implica esfuerzo conjunto por parte de cada actor social”.

Por ejemplo, decirle a un niño que únicamente él puede conducir un vehículo de carrera, implicará que él se sienta más listo que las mujeres y ahí se cae en el error.

Ante ello, la especialista Mendoza Burgos destaca que uno de los mayores obstáculos que se tiene como sociedad para que los menores se formen de una forma inclusiva son los conceptos errados de los padres o incluso de otras personas.

“En la formación las frases que se deben evitar son: ‘en esta casa, las niñas son las que barren y los varones los reyes de la casa’ o ‘a los niños no hay que hacerles cariño’”, expuso.

“Como padres podemos promover un discurso inclusivo dándoles tareas iguales a todos, dejándoles decidir sus actividades sin importar el sexo, disciplinando por igual y dando libertades por igual. Sin caer en cosas como ‘las niñas en casa y los niños pueden salir a donde quieran’. Para eso es importante que a ambos sexos se les hable de valores y de prudencia en sus actividades y decisiones”, dijo Mendoza Burgos.

Pero, ¿cómo los padres se pueden librar de estereotipos? “Solamente a base de esfuerzo, y de tomar en cuenta nuestros propios criterios, lo cual se vuelve difícil en una sociedad tan influenciada por ‘el qué dirán’”, concluyó la psiquiatra.

Fuente: https://www.laprensagrafica.com/mujer/Educar-con-igualdad-crearia-una-nueva-generacion-20180309-0061.html

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La inclusión, un concepto que se invoca pero no se practica

Por: Pablo Gutiérrez del Álamo

Dos décadas de estancamiento de la inclusión educativa dejan en evidencia el escaso esfuerzo de las administraciones educativas en cumplir con la Convención de Derechos de las Personas con Discapacidad.

En los últimos años, el crecimiento del discurso alrededor de la inclusión educativa no para de crecer. Lo ha hecho tanto que el tema ha llegado a diferentes tribunales (a algunos tribunales superiores de justicia, al Supremo…), al Parlamento Europeo o al Comité que vigila el compromiso de los estados con la Convención de Derechos de las Personas con Discapacidad.

Se ha levantado la polémica y la patronal de centros educativos especiales, así como familiares reunidos en torno a asociaciones como Inclusiva Sí, Especial También, han saltado a la palestra para denunciar el presunto cierre de sus centros por orden del Ministerio.

Lo malo es que las cifras son tozudas, como demuestra el trabajo que ha publicado hace pocas semanas la profesora Teresa Núñez Mayán en la Revista Nacional e Internacional de Educación inclusiva. El título de su trabajo no puede ser más claro: El estancamiento de la educación inclusiva del alumnado con discapacidad. Revisión de su escolarizaciónntre 1985 y 2015.

Se trata de un texto que en 30 páginas resume y aclara cómo se ha producido el proceso, primero de integración y, después, de inclusión del alumnado con necesidades educativas asociadas a la discapacidad. Según los datos que ha recabado, de fuentes oficiales, este proceso comenzó con fuerza en 1985 y, aunque no ha parado, alrededor de 1999 se paralizó virtualmente. Hasta nuestros días.

De hecho, a pesar de que en este tiempo, los centros de educación especial se han seguido cerrando (cada vez con menos velocidad), su alumnado no ha disminuido, todo lo contrario. «Creo que hay un incremento del alumnado que está reincorporándose a los centros de educación especial, desgraciadamente», asegura la profesora universitaria que, en tiempos, fue maestra de educación especial. «Algunos de estos niños fracasan en la escuela ordinaria y sus padres se encuentran en el dilema: ¿sigo luchando por la inclusión?». Para Teresa Núñez Mayán «a veces la respuesta es la vuelta a los centros especiales».

Jesús Martín, delegado del CERMI para los Derecho Humanos, lo tiene claro también. «No se trata de desmantelar nada, todo vale. Los centros de educación especial hacen y han hecho una labor encomiable» todo este tiempo. Pero «la educación tenemos que repensarla para que acoja a todas las niñas y niños, independientemente de su origen, de su condición (…), tenemos que idear un modelo de educación pensado en clave de vida en común, en comunidad porque la escuela debe ser el primer contexto, junto a la familia, de lo que luego será la vida».

«La inclusión es un concepto que se invoca pero no se practica». A pesar de que en 2008 España ratificó la Convención de Derechos de las Personas con Discapacidad que afirma que todas las personas tienen derecho a estar escolarizadas en centros ordinarios con los recursos y apoyos suficientes, esta situación no termina de cuajar desde hace 20 años. «Al mismo tiempo que esas leyes invocan la inclusión, dicen que a los niños y niñas con discapacidad hay que clasificarlos y se les puede llevar a centros de educación especial, lo que no deja de ser educación segregada».

El sistema educativo debe cambiar su forma de mirar al alumnado. Así lo ven ambos expertos. «Tenemos que empezar a ir a otro modelo en el que nos demos cuenta de que es el sistema es el que tiene que ofrecer otras cosas, un modelo más acorde con el modelo social de la discapacidad», asegura Núñez Mayán, quien cree también que estamos demasiado centrados en el individuo: «Mientras sigamos moviéndonos en modelos individuales en los que es el niño quien tiene el problema y le ponemos una etiqueta, mientras sigamos buscando la razón en el alumno y la respuesta también como individual, creo que va a ser difícil de resolver el problema».

«La enseñanza de personas con discapacidad ha sido la pariente pobre, la gran olvidada de las políticas públicas en educación como revelan esas cifras de las últimas décadas» según Jesús Martín. Una idea que comparte Teresa Núñez: «La discapacidad y la exclusión la construimos socialmente cuando no le damos a los niños lo que necesitan. Mientras pensemos que vamos a arreglar los problemas con ayudas individuales en lugar de pensar que tenemos que hacer un cambio del sistema, de los centros, de las aulas para que quepan todos los alumnos, es difícil mejorar».

Para Núñez, a pesar del gran impulso que en un primer momento recibió la integración entre el 85 y el 95, «luego las políticas que se hicieron a nivel estatal y autonómico fueron muy complacientes con lo que se había conseguido, como si se hubiera logrado el objetivo. Lo convertimos en una palabra, lo pusimos en todos los textos legales, pero de ahí nos movimos muy poco». Martín está de acuerdo: «Son las administraciones educativas las que nos han llevado donde estamos. No pueden inhibirse o hacer dejación de responsabilidades para el éxito de este proceso».

La solución a esta situación no es sencilla. Para Núñez Mayán hay tres focos claros para mejorar la situación: «Los factores sociales, las familias y la política educativa son clave, los tres elementos». Para ella, en los primeros años el papel del movimiento asociativo, aún hoy, fue crucial. Su lucha porque niñas y niños con discapacidad estuvieran en centros ordinarios. También la Administración en aquel momento hizo una apuesta importante, pero la complacencia ha dejado el proceso sin terminar. «Estamos todavía en la idea de que el niño se adapte al centro en vez de adaptar al centro al niño. Tenemos que demostrarle a las familias que se puede cambiar para que puedan confiar y que sus niños estén bien en los centros».

A estos esfuerzos que las administraciones no han realizado en relación con crear un sistema ordinario que sea capaz de adaptarse a las necesidades de su alumnado, estén relacionadas con la discapacidad o con otras trabas como la situación socioeconómica o la procesdencia del alumnado, se suma el hecho de que la docble red, pública y concertada, no está asumiendo de la misma manera las dificultades.

La pública sigue escolarizando a la mayor parte del alumnado con necesidades educativas especiales relacionadas con la discapacidad en una proporción de 75-25%. Para Núñez Mayán el escenario idóneo sería que ambas escolarizaran a una proporción más equilibrada de estas chicas y chicos en relación a su número dentro del conjunto de alumnado.

Es decir, la pública tiene entre sus paredes alrededor de un 2% de alumnado con discapacidad. En la concertada esta cifra es del 1,2%. Para ella, deberían estar más cerca una de otra. Esta situación, además, ha sido así durante muchos años.

«Hay una distribución desigual entre la pública y la concertada, afirma Núñez Mayán, y creo que esta distribución francamente contradice la inclusión. Por una parte hacemos leyes inclusivas y por otra consentimos que no se cumplan por una distribución desigual, y llevamos mucho tiempo consintiéndolo».

Todo esto sin contar a la escuela privada no financiada con fondos públicos. «La privada no concertada podemos considerar que no hace nada, no parece darse cuenta de que existen políticas inclusivas realmente», asegura la profesora universitaria.

Tanto Jesús Martín como Teresa Núñez tiene claro que la inclusión es un proceso más o menos lento. «Es un derecho pero también es un proceso en el que hay que tener claro que el proceso no madura solo, hay que empujar, no es como la maduración de la fruta. Hay que incentivarlo. Si no hubiéramos hecho más de lo que parecía posible, por ejemplo», ciertos alumnos no hubieran llegado nunca a la universidad, asegura Núñez.

«Nosotros, desde aquí, alentamos a este proceso evolutivo, sensato, que sea ordenado, productivo y, sobre todo, dialogado con toda la comunidad educativa. Y tiene que ser liderado por las administraciones. Que no tengamos que ir la sociedad civil denunciando estas cuestiones», afirma Martín. El responsable del CERMI también asegura que ahora es un buen momento, con las elecciones cerca, «para promover y debatir y alcanzar este ran acuerdo en materia de educación de las personas con discapacidad. Con todos los agentes, no sobra nadie».

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/10/22/la-inclusion-un-concepto-que-se-invoca-pero-no-se-practica/

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Coral Elizondo: “La educación inclusiva no excluye y no normaliza las injusticias”

Coral Elizondo se autodenomina activista de educación inclusiva, ya que tiene como objetivo transformar la educación y garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad. En la próxima edición de SIMO EDUCACIÓN participará como ponente en la Jornada de directores con una charla sobre liderazgo inclusivo.

La docente y psicóloga Coral Elizondo, especializada en educación inclusiva, participará en las próximas Jornadas de directores de SIMO EDUCACIÓN con una ponencia sobre liderazgo inclusivo junto al maestro rural Juan Antonio Rodríguez. En esta entrevista, la autodenominada activista de educación inclusiva nos da las claves para introducir este tipo de educación en el aula y nos cuenta lo que aún falta por hacer.

Respuesta: Hablaré de educación inclusiva, del liderazgo necesario para garantizarla y de cómo debe ser el perfil del líder educativo para promover el necesario cambio inclusivo. Voy a estar acompañada por el director de una escuela rural que es un ejemplo de cómo la escuela inclusiva conlleva una transformación social: Juan Antonio Rodríguez, el director del CEIP Ramón y Cajal de Alpartir (Zaragoza), un docente comprometido y un gran amigo. Así que podemos decir que nuestra charla va a estar centrada en un liderazgo inclusivo en la escuela rural en la que iremos alternando teoría y práctica para evidenciar que este cambio es posible.

“La educación inclusiva es una educación transformadora que va más allá de la alfabetización “

La educación inclusiva es un derecho. Por ello, en la charla se aclararán conceptos, puesto que todavía existe confusión entre integración e inclusión. Seguimos transitando entre los dos términos con tal despropósito que yo hablo del interregno de la inclusión y de una inclusión descafeinada. Hablar de inclusión no es hablar de un alumnado concreto, ni únicamente del profesorado de apoyo; hablar de inclusión es hablar de todo el alumnado y de todo el profesorado para garantizar la presencia, la participación y el progreso de todos los estudiantes mediante prácticas transformadoras que permitan desarrollar al máximo las capacidades de todas las personas. Es, por lo tanto, una educación que no excluye, que no deja en los márgenes a nadie, que no normaliza las injusticias. Hablamos entonces de equidad y calidad como dos aspectos indisociables a la inclusión.

R: La experiencia del CEIP Ramón y Cajal de Zaragoza es un ejemplo de cómo una escuela contribuye al desarrollo de una sociedad no solo más justa e inclusiva, sino una sociedad que transforma a las personas. Los docentes pueden llevar a la práctica las propuestas de este centro, aplicar en sus aulas y en sus centros las medidas organizativas, metodológicas, curriculares y sociales que deben formar parte de un centro inclusivo y que allí se explicarán.

P: ¿Por qué se define como ‘activista de la educación inclusiva’?

R: Por la implicación personal, el compromiso y la disponibilidad constante para lograr transformar la educación y garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad a todo el alumnado en nuestros centros educativos.

P: ¿Cuáles son las claves de la educación inclusiva en la escuela actual?

R: Diría que los docentes tendríamos que referirnos a la ética, a las altas expectativas, a una mirada centrada en las fortalezas que permitan que todo el alumnado se sienta querido y respetado. Y en torno a la administración diría que se necesitan compromisos serios con la inclusión real y dejar de habitar en el interregno.

educación inclusiva

La educación inclusiva es una educación transformadora que va más allá de la alfabetización; es una educación que capacita al alumnado a seguir aprendiendo y que lo motiva para hacerlo. Es una educación que se centra en la persona, en el desarrollo de su calidad de vida. Es una educación que ofrece situaciones de aprendizaje ricas y variadas para todos los estudiantes con un diseño universal. Transforma las prácticas e innova para incluir. En definitiva, transforma la vida de las personas, porque no es el niño o la niña quien tiene que cambiar, sino que son los contextos los que se deben modificar. Y esto implica analizar en el aula las barreras a la presencia, a la participación y al progreso para eliminarlas.

-Diseñar la práctica con un enfoque universal pensando desde el inicio en todo el alumnado y eliminando las barreras al aprendizaje.

-Crear ambientes de aprendizaje flexibles que permitan trabajar con aulas diversificadas.

-Compromiso y disponibilidad

Fuente: https://www.educaciontrespuntocero.com/simo-educacion/coral-elizondo-educacion-inclusiva-no-normaliza-injusticias/115483.html

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La educación pública a debate, la hora de las propuestas alternativas

Por: Jaume Carbonell

El pasado sábado se presentó el Congreso de Educación Pública en Cataluña en el Teatro Nacional de Cataluña, con la asistencia de unos 450 maestros de los 250 centros educativos que participan, representantes de entidades y personas a título individual.

Menudean y cansan los encuentros educativas donde la nota dominante son las quejas y la retahíla de lamentaciones; la publicación de libros y artículos donde no se hace otra cosa que mostrar la degradación de la escuela actual, añorando la de otros tiempos que se califica de idílicos -una fake news, como se dice ahora-; o los debates educativos donde se acusa al neoliberalismo de ser el causante de todos los males de la enseñanza -otra mentira-. Es evidente que hay quejas y, sobre todo, críticas muy bien fundamentadas, y que hay que estar muy atentos a todas las incursiones y efectos de las políticas neoliberales, pero lo que es frustrante es que en estos espacios casi nunca salen propuestas alternativas en el horizonte de una transformación educativa y social que recoja lo más valioso de nuestro patrimonio pedagógico, mejore el presente y proyecte el futuro, con un ojo atento a la realidad y el otro soñando con la utopía.

Este congreso es de carácter muy diferente, y se sitúa en esta última vía constructiva y propositiva, pues trata de definir los principios y líneas de actuación de la educación pública, así como de recoger las experiencias y todo el activo pedagógico, con fin de renovarla, enriquecerla y dignificarla. Cuenta con el apoyo de la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica (FRMP), pero se organiza de manera descentralizada a partir de los centros de cada territorio. A diferencia de otras jornadas y congresos, se parte de unos ejes temáticos de debate, pero sin ponencias previas ni conferencias de expertos: el protagonismo recae en la voz del profesorado. Una segunda característica es su duración: se inicia este mes de octubre de manera descentralizada y concluye en mayo de 2020 con un encuentro final en Barcelona, ​​del que saldrán las conclusiones. Y la tercera característica es que abarca todos los niveles educativos no universitarios. Ahora bien, habrá que hacer un gran esfuerzo, para que el debate llegue con más fuerza a la secundaria o la formación de personas adultas porque, a estas alturas, la participación se centra mayoritariamente en infantil y primaria.

En el acto inaugural, con un tono festivo, rostros optimistas y unas gotas de humor, intervinieron maestros de diferentes territorios, se leyó el manifiesto fundacional y todo el mundo pudo responder, con unas etiquetas adhesivas, la pregunta «¿Cómo te imaginas la educación pública del futuro?», una manera de visualizar el inicio del proceso participativo. Tras una lectura rápida de estas opiniones, podemos extraer estas 50 palabras en forma de deseos: acogedora, alianza de todos los agentes educativos, administraciones públicas comprometidas, menos burocracia, autocrítica, cambio, cohesión social, compartir, comunidad, conciliación laboral y familiar, conversación, crítica, equipo docente, diversidad, derechos humanos, educación emancipadora, equidad, escuela abierta al mundo, escuela verde y ecológica, escuela libre, escuela viva, escuchar, experiencia humana, felicidad, feminismo, financiación pública, formación de maestros de calidad, igualdad de oportunidades, ilusión, innovadora, inclusiva, intereses de los alumnos, justicia, libertad de expresión, optimismo, oportunidades, participación, pensamiento crítico, personalización del aprendizaje, plural, proyecto educativo de zona, reconocimiento de la diferencia, recursos, renovación pedagógica, sin represión, respetuosa, tolerante, tranquila, trabajo en equipo, trabajo en red.

Conceptos que invitan a un debate exigente, amplio y comprometido, donde habrá que encender las luces cortas para ver qué pasa en las aulas y en las escuelas y qué puede hacerse para mejorarlas; y habrá también encender las luces largas para ir más allá y poder leer, comprender e intervenir en el entorno. En resumen: no hay transformación educativa sin transformación social y al revés. Porque es bien sabido que la equidad y la inclusión educativa se resuelven tanto en la escuela como en el territorio. Es la hora, por tanto, de tejer redes y alianzas entre maestros, otros profesionales de la educación, familias, ayuntamientos y otros actores sociales para que, tal como se expresaba en uno de los deseos, la educación pública se convierta con la mejor escuela del mundo.

Este congreso tendrá una réplica en Extramadura el próximo curso, bajo el patrocinio y organización a cargo de la Funfación Juan Uría para la Educación y el desarrollo de Extremadura.

Fuente e imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/10/08/la-educacion-publica-a-debate-la-hora-de-las-propuestas-alternativas/

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Pacto educativo por una escuela pública, laica e inclusiva

Por: Enrique Díez

Seamos claros. Necesitamos un giro de 180 grados en la política educativa de este país, si queremos una educación para el bien común.

Un cambio de rumbo radical en tres aspectos clave: supresión de conciertos educativos, laicidad en la escuela y blindaje de la financiación de la educación pública por encima del 6% del PIB. A esto se pueden añadir muchos aspectos de mejora pedagógica, metodologías más innovadoras, estabilización de las plantillas del profesorado, formación inicial y permanente mejor y más práctica, medidas efectivas de inclusión educativa y social, de coeducación y feminismo en las aulas y los centros, de ecología y educación para el decrecimiento, potenciar una FP más diversa y dotada, desarrollar el valor de la escuela rural y de la educación de personas adultas, y muchas más propuestas e iniciativas que tenemos en mente y puedan ayudar a construir y asentar una educación más justa, solidaria y mejor en el siglo XXI.

Pero sin las tres primeras, de nada o prácticamente de muy poco servirán. Porque estos tres elementos son la “clave de bóveda” de un sistema público, laico e inclusivo. De poco valen las medidas para remozar o renovar un sistema, si venden, privatizan, deterioran y destruyen el sistema. Porque es a través de estos tres “agujeros negros” por donde se desangra a raudales el actual sistema educativo público. Agujeros negros que se evita abordar de una forma decidida y clara en las propuestas electorales y en las reformas educativas, heredando modelos obsoletos sin cuestionarlos. Agujeros negros que marcan el eje fundamental de una disyuntiva básica: una educación pensada al servicio de todos y para el bien común o centrada en la selección, la segregación y el negocio para una élite.

Porque la educación o es pública, o es segregación por clase social, sexo o ideología. La educación o es laica, o es adoctrinamiento religioso en creencias particulares. La educación o está financiada, o se produce un progresivo deterioro e imposibilidad de una inclusión real con recursos. Es una ecuación bien fácil de entender y de constatar.

Por eso, en una educación pensada para el bien común es necesario y urgente parar y revertir la segregación que supone el sistema de conciertos educativos, una “anomalía española” en el panorama europeo, que sangra las arcas públicas para financiar empresas y opciones privadas. Este modelo de conciertos alienta y naturaliza la selección y la competencia entre la comunidad educativa. Ya no se trata de garantizar el derecho a la mejor educación de todos los niños y niñas, sean propios o ajenos. Ya no se trata de que la comunidad educativa luche conjuntamente para que todos los niños y niñas tengan el mejor colegio público al lado de su casa. Lo que se pretende es normalizar un sistema de consumo competitivo y de mercado, donde cada familia se vea como un “avispado inversor” que ha de seleccionar la mejor “inversión educativa” para el futuro de sus hijos e hijas frente a los demás. Ya no se trata de involucrarse en la asociación de madres y padres del colegio al lado de tu casa, para mejorarlo, pensando en el bien común de todos los niños y niñas del centro, sino en ser un “consumidor inteligente” y adelantarte, buscando la oportunidad, para conseguir colocar a tu hijo o hija, aunque sea al otro lado de la ciudad –si tienes recursos y medios para desplazarte diariamente-, en aquel centro privado en el que te han asegurado que estará con los que son de su clase social o, al menos, que no se mezclará con los que no lo son. Recordemos que los centros privados-concertados solo escolarizan a menos del 20% de la población migrante, de minorías o con necesidades educativas.

El otro gran agujero negro de la educación es la imposición de la religión en los centros escolares y en las facultades de Educación de todo el Estado, herencia nacionalcatólica aún de la dictadura fascista. Esta segunda anomalía histórica, que todavía sujeta con mano de hierro la influencia inexplicable de la jerarquía católica en España, impide respetar la libertad de conciencia de los niños y las niñas, educar sin dogmas y eliminar toda forma de adoctrinamiento en el currículo escolar y en la escuela. Además, impide igualmente garantizar una convivencia plural en la que todas las personas sean acogidas en igualdad de condiciones, sin privilegios ni discriminaciones en función de sus particulares convicciones ideológicas, posibilitando la convivencia entre quienes no tienen las mismas convicciones.

El tercer agujero negro es la financiación de la educación pública. Elemento clave para sentar las bases y los medios para dotar de recursos una educación inclusiva que atienda realmente la diversidad en las aulas y los centros, que permita reducir el número de alumnado por aula en función de las recomendaciones de la UNESCO, que elimine la precariedad del profesorado interino y estabilice plantillas docentes para desarrollar proyectos educativos que necesitan tiempo y persistencia, que impida que 50.000 escolares empiecen el curso en barracones, que se pueda implementar una formación inicial y permanente más práctica, que se potencie una Formación Profesional con recursos y medios, etc., etc.

Si proclamamos que la educación es el futuro de un país, si mantenemos que una sociedad educada es base de la democracia y el desarrollo social y comunitario de la humanidad, si aseguramos incluso que el desarrollo tecnológico y productivo sostenible y respetuoso con el entorno se asegura con más y mejor educación, invirtamos en ella. No hay excusa. No puede haber dilación. En vez de rescatar a bancos, y destinar 60.000 millones de nuestros impuestos a los responsables en buena parte de la crisis, o rescatar autopistas de las grandes empresas y los empresarios de siempre o el Castor…, o tantas barbaridades, destinemos el dinero público a la educación pública. Ha sido voluntad política rescatar a los bancos. Se sacó dinero para ello. Que no nos digan que no se puede blindar la financiación de la educación pública para que, como mínim,o se invierta el 6% del Producto Interior Bruto que producimos anualmente. Y que se blinde constitucionalmente para que ningún gobierno lo pueda modificar. Es cuestión de voluntad política, porque dinero, como se dice tradicionalmente, “haberlo haylo” (si lo hay para rescates o para armamento, no va a haberlo para educación).

Dejemos por tanto de marear la perdiz. Es hora de abordar el futuro educativo en España. Y afrontar de forma clara y decidida el modelo de educación que queremos: pública, laica e inclusiva al servicio del bien común y considerada como un derecho para todos y todas; o concertada y privada, confesional y segregadora al servicio del interés privado y el negocio educativo, al servicio de la selección.

Tras el trabajo de varios años, amplios sectores del mundo de la educación (asociaciones, colectivos y movimientos de renovación pedagógica, sindicatos, organizaciones estudiantiles, confederaciones de asociaciones de familias y partidos políticos), han conseguido consensuar un Acuerdo Social y Político, surgido de la propia comunidad educativa, plasmando en el Documento de bases para una nueva Ley de Educación una alternativa que sirva de base para un Pacto por una Educación Pública, Laica e Inclusiva que dé estabilidad, calidad y equidad al sistema educativo por generaciones. Nunca antes se había logrado un consenso tan amplio en torno al modelo educativo que necesitamos para el siglo XXI.

Solo es necesaria voluntad política para que se lleve a la práctica en torno a la educación como un bien común, un derecho básico universal que solo se puede garantizar para todos y todas en y por la educación pública, laica e inclusiva.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/10/08/pacto-educativo-por-una-escuela-publica-laica-e-inclusiva/

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Perú: El 88% de niños y adolescentes con discapacidad no accede a la educación

América del sur/Perú/03 Octubre 2019/La república

Defensoría advierte que colegios no cumplen con otorgar vacantes y existen pocos profesionales de educación especial. Desde el Sutep, demandan mayor apoyo en la capacitación de estos profesores y más personal del Saanee. Nandelle una niña autista, y Dann, un adolescente sordo, cuentan su lucha diaria contra el sistema.

Nandelle ama estudiar, pero las clases en el colegio nunca han sido como ella espera. “Solo quiero que me permitan usar mi celular para investigar lo que no entiendo y llevar puestos mis audífonos”, cuenta la menor de 15 años. Y este pedido no es un capricho, sino una necesidad, pues la niña, que vive con el trastorno del espectro autista, es parte de esa cifra tan baja (12 %) de niños y adolescentes con discapacidad que acceden a una educación en el Perú.

Bárbara Herrán, su madre y también autista, mira a la pequeña con orgullo, se refleja en ella y dice que no permitirá que Nandelle se “adapte a este sistema”, sino que continuará en la lucha que aún afronta para que no deje de estudiar. “Le negaron la vacante en un colegio porque me dijeron que ya tenían otra niña autista y no sabían si la profesora iba a poder educar a ambas”, recuerda.

No hay vacantes, ni docentes

Según el Censo Escolar 2018 del Ministerio de Educación (Minedu), existen 756 499 personas con discapacidad que se encuentra dentro de la edad escolar; sin embargo, 665.543 (88 %) no estudian. ¿Qué sucede con ellos?

“Uno va al colegio a tener un proyecto de vida, pero el Estado peruano sigue manteniendo dos sistemas educativos, uno para los que no viven con discapacidad y otro para los que sí ”, advierte Malena Pineda, jefa del Programa de Discapacidad de la Defensoría del Pueblo. Y es que, según explica, desde 2008 el Estado suscribió la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, y tiene la obligación de garantizar la educación inclusiva en un sistema regular para todos los niños y adolescentes con capacidades diferentes. Sin embargo, esto no se cumple.

Luego de supervisar a 775 instituciones educativas a nivel nacional, la Defensoría halló que uno de los principales problemas para este poco acceso a la educación es que los colegios, públicos y privados, no reservan una vacante para los estudiantes con discapacidad, pese a que es una obligación dada por el Minedu.

¿Y por qué? El 96.15 % de estos centros indicó que no reciben materiales específicos para la enseñanza a estudiantes con discapacidad. Otro 73.69 % consideró otra serie de barreras por las que deniegan la matrícula: una de ellas es que los niños no presentan certificado de discapacidad. “Durante todos estos años, el Ministerio de Salud solo ha avanzando con las certificación de 7 % de la población con discapacidad. El Minedu puso en la norma que los padres deben llevar un certificado, pero si yo pongo ese tipo de condiciones se vuelve una complicación”, explica Pineda.

La segunda “excusa” es que no hay docentes capacitados y que no se cuenta con la suficiente asesoría del Servicio de Apoyo y Asesoramiento a las Necesidades Educativas Especiales (Saanee). “En cada institución, hay máximo 3 o 4 profesionales del Saanee. Además, antes, a ellos les daban 10 alumnos por cada visita, pero ahora les dan 20. Entonces, como dicen, sus visitas parecen de médico”, indica Gilmer Meza, secretario general del Sindicato Único de Trabajadores en la Educación (Sutep) Lima.

Según indica el Minedu, la poca demanda de la carrera de Educación Básica Especial, se da porque “la modalidad no es atractiva”. Y es que, según el representante del Sutep, “no existen cursos de actualización en las diversas especialidades y las evaluaciones de ascenso no están afines a la labor que ellos hacen. Los profesores no deben generar cursos autodidactas solo porque el Estado los ha abandonado”.

Cabe destacar que existe el Programa Presupuesta 0106 del Minedu, que destina dinero para la dotación de materiales y acondicionamiento de espacios a fin de incluir a niños y jóvenes con discapacidad en la educación básica y técnico productiva. Sin embargo, esto aún parece no ser suficiente para una verdadera educación inclusiva.

Siempre a la espera

“Mi hijo siempre ha tenido que esperar y eso no es justo”, dice Margarita Cabrera, angustiada porque no cree llegar a las clases de su hijo Dann, un joven sordo de 17 años, quien todas las tardes acude a una academia para lograr su sueño de ser profesor de educación primaria.

En aquel centro educativo, Margarita es la intérprete de señas de su hijo, pues es la única manera que encontró para que Dann acceda a la educación.

“Acá no se trata de que si voy a querer o no, se trata de un deber legal y ético. El hecho de que un niño con discapacidad no estudie significa que se convertirá en altamente dependiente”, dice Malena Pineda de la Defensoría.

Desde que Margarita se enteró que Dann vivirá en silencio supo que ella sería su voz y empezó un largo camino. Así, junto a un grupo de padres, impulsó la creación de un colegio exclusivo para personas con discapacidad auditiva, “Ludwing Van Beethoven”, ubicado en el Cercado de Lima.

“Mi hijo estudió allí su primaria. Los cambios que se hicieron fueron procesos largos, y mi hijo no pudo alcanzarlos. La lucha por acceder a la educación secundaria también fue díficil, pues en las Centro de Educación Básica Especial (Cebe) no existe ese nivel y mi hijo no estaba preparado para estar en una educación regular”, recuerda Margarita.

Así que Dann, en ese entonces apenas un niño, tuvo que levantarse a las 5:30 a. m. durante varios años para poder llegar diariamente desde Manchay a un Centro de Educación Básica Alternativa (Ceba) Hipólito Unanue, ubicado en Cercado de Lima, para culminar su secundaria con el apoyo de un intérprete de señas.

“Exigimos al Estado que el colegio Bethoven exista el nivel secundaria, pero han pasado siete años y esto aún no es realidad”, denuncia Margarita, incansable en su lucha por la comunidad sorda.

Hoy Dann ha logrado terminar su secundaria y ahora busca ingresar a un instituto nacional donde lo preparen para ser un profesor de niños sordos. “En mi primer colegio me dieron una buena educación, pero no era inclusiva, los profesores no sabían cómo enseñarnos. Tuve que luchar mucho porque tampoco había accesibilidad. Ellos desconocían la cultura sorda”, dice en lengua de señas.

En base a su investigación, la Defensoría advirtió que el 86.44 % de colegios supervisados no cuenta con un intérprete de señas. “Necesitamos profesores que conozcan cómo se trabaja con personas sordas”, dice Margarita, quien asegura que seguirá abriendo caminos para que su hijo nunca deje de estudiar, aprender y crecer.

Alternativas

  • La Fundación Telefónica apuesta por llevar herramientas digitales y capacitar a los docentes en el uso de las tecnologías educativas para que innoven y personalicen los métodos de enseñanza a favor de los alumnos con discapacidad.
  • “Solemos hacernos la pregunta. ¿Qué problema tiene este niño? Pero la preguntar debería ser ¿Qué problema tiene la escuela para que este niño no quepa? ¿Cómo podemos hacer para que esta escuela reciba también a esta niño que históricamente ha sido llevado a una escuela especial? No hemos entendido que la segregación nunca es una solución”, indicó Ignacio Calderón, profesor de Teoría de la Educación de la Universidad de Málaga, España.

Datos

  • Solo el 21.3% de personas con discapacidad tiene educación superior, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (Inei).

Fuente: https://larepublica.pe/sociedad/2019/10/01/minedu-el-88-de-ninos-y-adolescentes-con-discapacidad-no-accede-a-la-educacion-educacion-especial-defensoria/

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