Page 10 of 88
1 8 9 10 11 12 88

Conmovedora carta al sistema educativo de los padres de un niño con TEA

Redacción: Border Periodismo

El duro derrotero de los padres de Donato en la lucha por la escolarización plena.

Hace unos días, buscando herramientas para poder canalizar nuestra angustia y soledad, junto con mi esposo, releemos detenidamente el Art. 24 sobre la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad: “Los Estados Partes reconocen el derecho de las personas con discapacidad a la educación. Con miras a hacer efectivo este derecho sin discriminación y sobre la base de la igualdad de oportunidades, los Estados Partes asegurarán un sistema de educación inclusivo a todos los niveles así como la enseñanza a lo largo de la vida.”

Nuestras miradas quedaron fijas en el fragmento “sobre la base de igualdad de oportunidades” y a partir de ahí no pudimos continuar con la lectura. No pudimos continuar porque pensábamos precisamente en esta palabra: Oportunidades.

Y pensábamos en nuestro niño, de tan sólo ocho años quien fue diagnosticado con TEA (Trastornos del Espectro Autista) cuando tenía un año y medio. A partir de ahí, comenzó nuestra aventura no sólo con médicos y estudios, también en centros terapéuticos, obra social y escuela.

Desde que nuestro hijo ingresó a esta gran montaña rusa llamada “sistema educativo” nuestros niveles de estrés y desolación fueron en aumento a medida que nuestro pequeño pasaba de un año a otro. Cada año nos esperó con más de lo mismo, papeles y planillas para llenar, órdenes médicas, presupuestos y la incertidumbre de no saber si al comenzar el año, tendríamos todas las terapias y apoyos aprobados por la obra social. Necesitábamos de esa palabra “aprobado” para lograr transitar el año un poco más aliviados y dedicar nuestras energías a la rutina familiar.

Nuestro primer gran golpe fue la sala de 5 años, el pre-escolar, un listado de objetivos pedagógicos y “contenidos” nos agobió durante todo ese año porque si nuestro hijo no lograba alcanzarlos, la única recomendación viable por medio de su escuela era la permanencia o pasaje de escuela especial. Ese había sido el veredicto final. Y claro, él era distinto, y sus tiempos de aprendizaje también lo eran, y sus maneras de construir sus aprendizajes también. Él no entraba ni cumplía con los parámetros de normalidad que la escuela y la sociedad requieren.

La decisión de rechazar ambas propuestas fue por nuestra propia cuenta, sin el apoyo de su maestra, directora, maestra integradora, equipo terapéutico ni la coordinadora del centro que realizaba el acompañamiento escolar. Se supone que luego de los padres, son las personas qué más conocen a nuestros hijos pero, en realidad, lo que conocen es una “idea” de lo que nuestros hijos son y pueden, acompañados de ciertos mitos y personajes de ficción.

El cambio de escuela fue la gran salida para romper una estructura que no le hacía bien a nuestro hijo ni a nosotros, sus padres. La escuela estatal nos ofrecía la oportunidad que veníamos anhelando: ahora sí íbamos a poder defenderla con hechos.

Con un primer año exitoso en donde tuvo que procesar muchos cambios (escuela, compañeros, maestros, acompañante, etc.) todo nuevo, logramos encontrar un poco de alivio, pero como mencionábamos al principio el segundo año de la gran montaña rusa trajo consigo una curva demasiada angustiante y les resumiremos cómo nuestro relato se desmoronó a días de haber iniciado las clases.

La escuela privada ya nos había enseñado su lado más «privado» y varias veces caímos en la incertidumbre del ¿y ahora qué?, ¿cómo seguimos?

Hemos perdido valiosos años y aprendimos la lección. Pero lo peor es que nuestro niño ha perdido muchísimo tiempo respecto a su aprendizaje. Y los padres sabemos la importancia y el valor del tiempo en el aprendizaje de los hijos, especialmente hacia aquellos que presentan algún desafío. Hoy a pesar de defender y luchar por la inclusión tenemos dificultades para creer nuestro propio relato.
En seis meses vamos por la tercer acompañante escolar, y todas las razones por las cuales renuncian son sumamente entendibles y válidas pero, ¿quién nos entiende a nosotros?

Seguimos sin poder comenzar las clases a una semana del retorno escolar, no sólo pasaron seis meses, para nosotros «perdimos seis meses». Otra vez nuestro hijo deberá esforzarse para establecer el vínculo con una persona nueva, pasamos de una psicóloga a una psicopedagoga y ahora una T.O. Distintas miradas, distintos abordajes, distintas personalidades y rostros que les son difíciles de procesar. Hace unos días, personal docente de la escuela se comunicó telefónicamente con nosotros para preguntarnos cuáles eran los motivos por los cuales él no estaba asistiendo. Explicamos la situación de la falta de acompañante y a continuación un silencio de sepulcro que dice más que cualquier palabra. No te lo dicen pero lo dan a entender: “Sin acompañante mejor no”

Queremos creer que, en algún momento, la inclusión escolar va a ser una alternativa viable para los nuestros o lo que sería mejor, quisiéramos vivir en una sociedad en donde la palabra inclusión no exista porque tampoco existiría la discriminación o la falta de empatía. No queremos seguir leyendo resoluciones con palabras que encandilan pero no protegen a nuestro hijo ni a los de nadie.

Es urgente implementar un cambio educativo, ir a las bases de la formación docente, dejar de enseñar planificaciones ideales para alumnos “tipo” y reconocer que la práctica es muy distinta a la teoría pero para llegar a eso es necesario romper muchas estructuras mentales, eliminar barreras, mitos y prejuicios.

Como padres, queremos cumplir con nuestro rol, tan solo eso. No queremos ser acompañantes de nuestro hijo, metidos en el aula con él para poder ayudar a la maestra porque es evidente que con él «no puede»; y aunque comprendemos la situación de los docentes no podemos excusar la falta de humanidad de muchos de ellos. Pasan los años, pasan los gobiernos, pasan las docentes y nos pasa la vida y la vida de nuestros hijos pasa también.Hace tiempo leímos una frase de John Lennon que decía: “La vida es lo que nos pasa mientras estamos haciendo otros planes”. Y así, la vida nos pasó y nos pasa, también a nuestro hijo. Sin embargo, para él los cambios en lo que respecta a su aprendizaje han sido escasos, porque precisamente este sistema educativo le ha negado esas oportunidades de innovar, porque le ha sido más cómodo repetir o automatizar.

Un sistema insostenible que permanece inmutable, rústico y prehistórico vestido de blanco, un sistema para todos en teoría pero para pocos en la práctica. Y nos tendríamos que sentir afortunados: al menos no esperamos una vacante.

Muchas veces se siente la sensación de estar metido en un laberinto circular en el que sólo damos vueltas, sin encontrar la salida. Duele, porque desgasta y por sobre todas las cosas, el único perjudicado es nuestro hijo. Ésta puede ser también tu historia, la de muchos papás que todos los días tenemos que enfrentarnos a esta realidad. Hoy todavía no puede ir a clase y aunque sabemos que podríamos llevarlo no podemos hacerlo porque la maestra no está preparada y porque tiene una integradora de la cual todavía seguimos esperando que haga su trabajo de inclusión. La realidad es que si no fuera porque sus padres se mueven, activan, no se quedan y la luchan, no sabemos qué sería de él. Y lo hacemos porque queremos que tenga las mismas oportunidades que todos sus compañeros, que el tránsito por la escuela le sea placentero y se lleve los mejores recuerdos pero, por sobre todo, porque lo amamos y porque se merece lo mejor que le podamos brindar.

Gabriela y Martín, padres de Donato

Fuente: https://borderperiodismo.com/2019/08/13/conmovedora-carta-abierta-al-sistema-educativo-de-los-padres-de-un-nino-con-te/

Comparte este contenido:

La educación comunitaria y su metodología de inclusión

Por: Fundación Universia

La educación comunitaria representa a las sociedades más vulnerables y resulta muy valiosa, no sólo en materia de transmisión de conocimientos, sino también como puente hacia otras posibilidades relacionadas, entre tantas, a la mejora económica de las pequeñas comunidades. Si estás pensando en realizar un curso relacionado a esta temática y te asaltan dudas, en este post te contamos todo sobre ella.

Qué es la educación comunitaria y cuáles son sus orígenes

Cuando hablamos de educación comunitaria en Latinoamérica, también, en cierto modo, hablamos de educación transformadora o educación popular. Ello se debe a los precursores de esta nueva manera de enseñar que, en más de una ocasión se aleja de la convencional o formal.

Simón Rodríguez, Ernesto Guevara, José Carlos Mariátegui, Paulo Freire, entre otros, fueron los hacedores de convertirla en modelo para aquellos sectores comunitarios más devastados por la pobreza, la discriminación y los problemas sociales.

El reconocimiento y aval de esta práctica educativa llegó al mundo en el año 1967 cuando la UNESCO en su “Recomendación relativa al desarrollo de la educación de adultos” otorgó valor a estos espacios populares.

Si bien a lo largo de los años su concepción y maneras de enseñanza ha ido cambiando y, en cierto modo, evolucionando, podemos acercarnos a una definición global de este modelo educativo.

La educación comunitaria, como lo indica su palabra, está abierta a la comunidad en su conjunto, abarcandola de forma total sin importar los diversos grupos étnicos ni las culturas diferenciadas que la componen ya que promueve la inclusión de todos los sectores sociales.

Su objetivo reside en una enseñanza liberadora (desde la concepción Freireana) de los sujetos, brindándoles herramientas conceptuales y teóricas para que actúen social y políticamente, mejorando sus condiciones de vida. 

Es decir, su metodología de enseñanza, va más allá del conocimiento formal actual que conocemos en las casas de estudio porque apunta a una concientización del sujeto acerca de su situación actual e intentar revertirla.

Dentro de los espacios educativos que contemplan esta modalidad de transmisión de conocimientos, se enseña a planificar e intervenir desde diferentes programas formativos que gestionan los gobiernos mediante políticas públicas. También suelen colaborar monetariamente las ONG, Fundaciones o instituciones privadas.

Educación comunitaria en Argentina: Cómo se desarrolla y cuáles son los profesionales que pueden trabajar en ella

Existen diversas experiencias en educación comunitaria o popular en todo el mundo. 

En Latinoamérica podemos contemplar las escuelas rurales del Movimiento Sin Tierra de Brasil, los caracoles de Chiapas en México o los cientos de jardines y escuelas populares ubicadas en los barrios del conurbano bonaerense y otras ciudades pobladas.

En el año 2016 el senado Argentino sancionó un proyecto muy importante promoviendo  la inclusión de la educación comunitaria al sistema educativo formal. El objetivo ha sido el de proveer un salario digno a las docentes que trabajaban de forma voluntaria en jardines comunitarios dentro de los espacios de educación convencional.

Generalmente, los profesionales abocados al trabajo de la educación comunitaria suelen relacionarse al ámbito de la docencia desde una visión alternativa de la misma.

Sin embargo, la amplitud y vasto campo de acción que posee esta metodología de enseñanza, abre camino a muchos otros abocados a la antropología, sociología, asistencia social, trabajo social, entre otros.

Por otro lado, cada vez más sectores académicos y universitarios promueven máster o posgrados a profesionales que deseen especializarse en ésta área tan interesante.

Fuente: https://noticias.universia.com.ar/educacion/noticia/2019/07/08/1165539/educacion-comunitaria-metodologia-inclusion.html

Comparte este contenido:

En Los Ángeles, una escuela ofrece educación a las mamás adolescentes

Redacción: France 24

Las ‘teenage mums’ (mamás adolescentes) siguen siendo numerosas. Cada año alrededor de 200.000 son censadas en Estados Unidos, un problema que ha sido abordado de manera deficiente por las autoridades del país. Sin embargo, algunas instituciones ofrecen ayuda como el liceo Thomas Riley, ubicado en uno de los barrios más pobres de Los Ángeles y que recibe alumnas entre los 14 y 21 años. Este centro ofrece, a las madres, clases en un entorno adaptado. Reportaje de Pierrick Leurent.

Fuente: https://www.france24.com/es/20190722-en-foco-madres-adolescentes-eeuu

 

Comparte este contenido:

Teoría de la Educación Inclusiva como Dispositivo de Creación de lo Posible

Por: Aldo Ocampo González

Director fundador del Centro de Estudios Latinoamericanos de Educación Inclusiva (CELEI)

Inclusión, acontecimiento y transformación

Preliminarmente, quisiera inaugurar este manuscrito con la afirmación: la Educación Inclusiva no posee teoría[3], sino un conjunto de ideas sueltas –conectadas en algún punto– que deambulan no-linealmente de un lado a otro, por una amplia multiplicidad de campos, discursos, disciplinas e influencias[4], dando lugar a un conjunto de enredos genealógicos de dispersión. Refleja además, un déficit metodológico que repercute significativamente en la estructuración de los procesos de formación del profesorado a nivel de pre y post-graduación, en parte, producto de la fragmentación de las disciplinas. Sólo existe una epistemología en construcción[5], algunos aspectos de ésta, serán discutidos y analizados en el desarrollo del presente trabajo. La estructura de conocimiento de la Educación Inclusiva es configurada a partir del entrecruzamiento de una multitud de prácticas teóricas y metodológicas de naturaleza heterogéneas. Su carácter abierto permite su utilización de diversas maneras y sentido. Sin duda, el sintagma Educación Inclusiva –como se discutirá en páginas posteriores– se convierte en un término homogéneo cuando se coloca en relación con la Educación Especial, dando paso a una lógica de sentido basada en la abyección. Su potencial interpretativo se estructura partir de la múltiples posicionalidades analíticas.

¿Es posible concebir la Educación Inclusiva en términos de acontecimiento?, ¿qué supone dicha operación? Pensar la Educación Inclusiva a través de la noción de acontecimiento[6] (Badiou, 1999; Deleuze y Guattari, 2002; White, 2003; Benjamin, 2007; Derrida, 2006; De Mussy y Valderrama, 2009; Leveque, 2011; Franco Garrido, 2011; Žižek, 2014) denota las condiciones de ocurrencia de algo, algo que altera la lógica de sentido tradicional de la pedagogía, constituyendo una de las nociones más relevantes para pensar la realidad y las condiciones de posibilidad de la irrupción de lo nuevo. Plantea una ruptura del curso normal de las cosas, convirtiéndose en una operación tropológica, gira los conceptos, saberes y vocabularios hacia otros rumbos. ¿Qué características adoptan estos rumbos? Coincidiendo con Esperón (2016) dicha operación se fundamenta en “la aparición inesperada de algo nuevo, que debilita cualquier diseño estable” (Žižek, 2014, p.17). La inclusión en tanto estrategia tropológica conduce a “un cambio del encuadre mismo a través del cual percibimos el mundo y nos vinculamos con éste” (Žižek, 2014, p.12), mediante una serie de alteraciones y cadenas de sustituciones, configura un sistema de “desestabilización desintegradora y a una recontextualización disminuida, al igual que es capaz de crear un espacio abierto al futuro” (Caputo, 2014, p.89).

En tal caso, el acontecimiento se encuentra implícito en la fuerza performativa de su discurso, de carácter alterativo, transformacional. Evento y acontecimiento constituyen herramientas epistemológicas parasinónimas –con fuerza analítica diferente–. Los acontecimientos para Derrida (2006) anuncian aquello que está por venir carácter proléptico–, es algo que busca darse en el presente. Concibo el acontecimiento como aquello que actúa en un hecho, dislocando los sistemas de razonamientos históricamente legitimados para pensar y practicar la educación. En sí misma, constituye una operación tropológica, posee la capacidad de alterar algo. La potencia de la noción de acontecimiento permite reconocer la fuerza transformativa que reside en la naturaleza epistémica de la Educación Inclusiva. Me interesa de sobremanera discutir las condiciones que comprenden a la Educación Inclusiva en tanto sistema de actualización de la Ciencia Educativa, rechazando estrategias de focalización que inscriben el fenómeno en prácticas de asimilación y acomodación a lo ya establecido. El conocimiento de la Educación Inclusiva ha de concebirse como una estrategia de subversión de los modos de pensar y practicar la educación, como tal, devine en un dispositivo de producción de la producción. Parafraseando a Whitehead (1956) el encuentro de diversas singularidades epistemológicas articulan formas interpretativas más complejas. La fuerza dislocativa –operación tropológica– a la que hago alusión en este trabajo emerge del nexus, que forja el encuentro de cada los recursos que crean y garantizan la producción del conocimiento incide en la forma  de concebir la educación, sus vocabularios, espacialidades, concepciones del sujeto, modalidades de escolarización, etc. El acontecimiento forja el nexo entre el principio de negatividad y el principio de positividad, moviliza la acción, puesto que, la negatividad constituye una empresa que todo lo cuestiona, lo refuta, se caracteriza por la deconstrucción, la reestructuración de lo dado, mientras que, la positividad opera en la construcción, en la edificación. Ambas fuerzas participan de la producción de lo nuevo.

Desde mi posición teórica concibo el acontecimiento como una estrategia de creación de lo posible, de producción de lo nuevo, de la transformación radical. Coincido con Badiou (1999) al concebir el acontecimiento en términos de “una acción transformadora radical –originada- en un punto, que es, en el interior de una situación, un sitio de acontecimiento” (p.199). Crean condiciones de posibilidad para la creación de nuevos mundos. La capacidad de acontecer se encuentra estrechamente vinculada a la fuerza creadora, explicita varios usos sobre la noción de inclusión expresando su fuerza indeterminada. El acontecimiento se estructura a partir de la noción de sentido, es decir, aquello que se apropia de la cosa, forja el horizonte determinando el lugar “desde el cual algo se hace comprensible en cuanto algo” (Heidegger, 2000, p.98). En tanto haecceidad, el acontecimiento promueve el movimiento, la operación tropológica y la fuerza dislocativa de cada una de sus singularidades epistémicas, fomentado el encuentro, el diálogo y la interacción. Su dimensión temporal se construye en el entretiempo, es decir, un tiempo muerto en el que se gesta la transformación. En efecto,

[…] en cada acontecimiento hay muchos componentes heterogéneos, siempre simultáneos, puesto que cada uno es un entretiempo,…. Cada componente… se actualiza o se efectúa en un instante,… ; pero, nada ocurre en la virtualidad que sólo tiene entretiempos como componentes y un acontecimiento como devenir compuesto. Nada sucede allí, pero todo deviene, de tal modo que el acontecimiento tiene el privilegio de volver a empezar cuando el tiempo ha transcurrido (p.13).

Los acontecimientos demarcan una operatoria de contra-efectuación concebida como un mecanismo de quebrantamiento de lo habitual y de la linealidad del pensamiento, esquiva el estado de las cosas, evita la reproducción. Es, en la lógica de la contra-efectuación que tiene lugar la producción de lo nuevo, es sinónimo de proyección y construcción de otras formas comprehensivas que sustentan la irrupción de la novedad. Pensar la inclusión a través del concepto de acontecimiento sugiere atender a aquello que emerge, que quebranta, desestabiliza, reestructura, estalla, apertura hacia otras posibilidades. Resulta estéril asumir el trasfondo del concepto como un simple estado idealizado de las cosas, un acontecimiento alcanza dicho status sólo si despierta su fuerza activadora, en la posibilidad de pensar en la realización de lo imposible. Se convierte en un recurso de clave del despertar pedagógico, agudiza la imaginación epistémica y política. A través del acontecimiento es posible repensar las lógicas de sustentación del pensamiento de las alternativas. La inclusión en tanto propiedad epistemológica, política y ética devela un carácter contingente que afecta y se nos presenta como estrategia de reestructuración crítica-compleja de la educación en su conjunto. Constituye una fuerza concreta de irrupción de la novedad, razón por la cual, observo su complicidad con la naturaleza performativa, aquello que altera, interviene y transforma. Deviene en una fuerza de asir con la mirada (Heidegger, 2000), impone una lógica de sentido que tiene lugar en la apropiación y en el ser apropiado. Se abre a la contemplación de otras posibilidades, desafía el pensamiento de las alternativas reconociendo en ellas, un conjunto de limitaciones significativas para transformar el mundo.

¿Qué es aquello que designa la noción de acontecimiento?, ¿qué elementos describen la naturaleza del acontecimiento que emerge a través del planteamiento de la Educación Inclusiva? Según Esperón (2016) el problema del acontecimiento se encuentra estrechamente vinculado a la singularidad concebida en términos de novedad, es decir, fuerza que interviene la gramática escolar mediante una operación re-estructuradora de su política ontológica y gestión de su espacialidad a través de la metáfora de lo menor y sus políticas de producción de lo nuevo, irrumpen, cristalizando modos inimaginables de escolarización que sólo podrán ser fecundos, sí y sólo sí, emergen en referencia a un tercer espacio[7], denominado por Ocampo (2016) como heterotópico[8], un no-lugar, libre de todo tenáculo de las expresiones del poder. La fuerza acontecimental[9] coloca denotación de un hecho cuya singularidad queda definida a través de un conjunto de relaciones móviles –aquello que escapa es lo que articula el movimiento–. La estructura teórica de la Educación Inclusiva se describe en términos de una práctica teórica abierta y heterogénea, cuyo saber emerge desde las intersecciones de las disciplinas que confluyen y modelizan su red analítica. Como tal, es propiedad del pensamiento de la relación, del encuentro, del movimiento –fundamento abismal– y de la constelación. De esta forma, concibo la acción del acontecimiento siempre en el movimiento, develando un punto de coincidencia y emergencia con el principio explicativo de relaciones exteriores que en palabras de Lazzarato (2006) se compone de diversos estilos de relación entre cada una de sus singularidades epistemológicas, configurando una lógica de sentido de universo-mosaico. ¿Qué tipo de vínculos sustentan la naturaleza y actividad del acontecimiento?

La epistemología de la Educación Inclusiva –en adelante, sistema de actualización/traducción de la teoría educativa contemporánea– se enmarca dentro de las epistemologías de la dispersión –de ahí, que su orden de producción se exprese en la diseminación y en lo diaspórico–. Sus vínculos se sustentan en flujos móviles dando lugar a expresiones de entrecruzamientos, hibridación, plasticidad, etc. de los que emergen nuevos flujos –más sólidos– pudiendo “conectar y desconectarse con cualquier otro creando o aniquilando” (Esperón, 2016, p.22). Cada uno de sus objetos, métodos, influencias, teorías, compromisos éticos, proyectos políticos, sujetos, territorios, disciplinas, conceptos, saberes, discursos, etc. –multiplicidad infinita de singularidades epistémicas– configuran una estructura teórica y metodológica compuesta por un sistema de constelaciones, explicita una agrupación inestable de la que emerge la irrupción de lo nuevo –casos–. En efecto, Esperón (2016) insiste señalando que “no podemos suponer un principio que regule o explique la conexión o desconexión de flujos sino que pensar los flujos como contingencia necesaria, cuya lógica de relación sea solo el azar, implica comprender cada hecho como singular y novedoso” (p.23). ¿Qué es lo que designa la noción de acontecimiento en la comprensión epistemológica de la Educación Inclusiva?, ¿qué supone pensar la Educación Inclusiva en términos de acontecimiento?, ¿qué es lo que tienen de nuevo los modos de pensar de la Educación Inclusiva?

Recuperando de Heidegger (2000) la noción de abismo quisiera explorar algunas aplicaciones de lo posible a la comprensión de la estructura teórica y metodológica de la Educación Inclusiva. Como aspecto preliminar quisiera insistir en la potencia del fundar abismal en tano ausencia de fundamento articula un fundamento sin fondo, que evita la permeabilidad de la fijeza epistémica, es decir, a un conjunto de concepciones heredadas. El fundar abismal rechaza las estructuras teóricas predeterminadas, realza la el sentido de la historicidad del presente y la construcción de un saber en permanente movimiento, entrelazados en la afirmación de una estructura en constante transformación. El saber de la Educación Inclusiva es un saber en permanente movimiento, como tal, se funda en el abismo. Si bien, en diversos trabajos he abordado críticamente la ausencia de fundamentos claros y una estructura teórica, epistemológica y metodológica oportuna que sustente quehacer de la Educación Inclusiva. Observo así, un efecto positivo que justifica la reinvención permanente de su saber –en constante apertura y movimiento–, deslindándolo de toda fijeza epistemológica. Su efecto negativo se articula en la adopción de una estructura de conocimiento institucional de carácter falsificada, la cual emerge por la vía de sustitución del legado epistémico y didáctico de Educación Especial o, en su defecto, mediante la configuración de una espacialidad de la abyección y del individualismo metodológico. La fertilidad que introduce la metáfora del fundar abismal expresa la capacidad para crear lo nuevo, hace emerger una racionalidad alterativa, propiedad del giro molecular, brinda la capacidad de fundar-desfundar –en ella se cristaliza la fuerza acontecimental–. Fomenta la proliferación de otras formas de emergencia para pensar y construir el saber de la Educación Inclusiva, en adelante, simplemente el saber de la educación, pues, cuando hablamos de Educación Inclusiva, simplemente hablamos de educación. Es, en esta sección del sintagma donde se inscribe su objeto, de carácter complejo y multidimensional. La ausencia de un conocimiento claro “apertura del acontecimiento, que funda, a su vez, la posibilidad contingente de la aparición” (Esperón, 2016, p.24).

En relación a la presencia de la estructura de conocimiento institucional falsificada[10] de Educación Inclusiva, que en la actualidad circula en la literatura especializada y, específicamente, afecta a las definiciones y a las políticas de decisiones sobre formación del profesorado y delimita el campo de actuación de facultades, departamentos y centros de investigación, imposibilita el cuestionamiento real de los diversos estilos de contradicción específicas implicadas en la comprensión del fundamento real de la inclusión. Como aspecto preliminar, observo fértil discutir si el fondo –fundamento–reconocido como valido forja fondo verdaderamente fundante, es decir, un fondo originario posibilita el redescubrimiento de su fundamento. Hasta aquí, lo dado o lo legítimamente validado, restringe la comprensión de la autenticidad. En este caso, la estructura de conocimiento falsificada se convierte en una especie de “pretexto que resulta de una fundamentación aparente y, por tanto, un fondo in-fundado” (Vattimo, 2002, p.13), es decir, ausente de un conocimiento real, claro y transformativo. La estructura conocimiento falsificada de la Educación Inclusiva conduce a la reproducción epistemológica, oprime el potencial del cambio, ante todo, promueve un efecto de aparente construcción –efecto teórico vigente que niega la necesidad de construcción de los planos epistémicos y metodológicos más complejos–, dando lugar no sólo a un saber travestizado, sino, a lago mucho más peligroso, ausente de todo fundamento coherentes con su naturaleza. Su estructura teórica puede describirse como una trama de relaciones in-fundadas. El sentido abismal de la inclusión se expresa mediante la presencia de un fondo que impide la fundamentación.

Epistemológicamente, el acontecimiento opera en la tensión dialéctica que estructura la relación entre el principio explicativo de negatividad[11] –deconstrucción– y positividad –edificación–, de ella surge lo desestabilizador, lo alterativo, observando que la fuerza del acontecimiento se encuentra en la base de lo performativo.  Su ubicación entre lo negativo y lo positivo localiza el ámbito de constitución del acontecimiento y su capacidad de acontecer en un ‘entre’ dinámico, concebido como un “fundar-desfundar acontece como estallido, dislocando y posibilitando” (Esperón 2016, p.24) la construcción de nuevo saber, encuadre y gramática escolar. Es esta la lógica de sentido que adopta el espacio de producción de la Educación Inclusiva. Si su saber auténtico se forja en la exterioridad –espacio de producción de lo nuevo– posee la capacidad de reestructurar y resignificar el presente, abre nuevos horizontes teóricos, políticos y éticos. Sin duda, esta es la principal labor de la Educación Inclusiva en tanto operación tropológica y acontecimental, consolida un tiempo pedagógico e histórico nuevo caracterizado por la presencia de lo menor. Razón por la cual, sugiero pensar la praxis pedagógica en términos de lo menor, lo que no constituye una modalidad educativa especializada como erróneamente se ha asumido la lucha por la inclusión a través de la cooptación de una estructura falsificada de conocimiento, sino más bien, como una pedagogía que las minorías –mayorías en el mundo– crean al interior de una estructura educativa mayoritaria, configurando un espacio fronterizo, un tercer espacio. El discurso de la Educación Inclusiva posee creatividad propia, su lucha atraviesa una amplia multiplicidad de campos del conocimiento y discursos críticos y revolucionarios más prominentes del siglo XXI. En tal caso, una pedagogía de lo menor configura un mecanismo de desterritorialización del saber pedagógico, inscribe sus preocupaciones en un corpus de compromisos ético-políticos. Lo menor en la pedagogía denota condiciones revolucionarias que desafían los modos de escolarización legitimados –se incluyen en él, las denominadas pedagogías alternativas[12]–. La fuerza performativa que encierra el discurso de la Educación Inclusiva altera, perturba e irrumpe los modos hegemónicos y subversivos de hacer educación, inscribe su actividad más allá de éstos, sólo alcanza la transformación de la realidad si se conecta con un compromiso social particular. De lo contrario, deviene en una fuerza performativa de tipo absolutista que apela y lucha por el cambio, sin alterar nada en la realidad. La inclusión es sinónimo de irrupción y producción de lo nuevo.

Pensar el sentido y alcance de la Educación Inclusiva en términos de acontecimiento constituye una invitación a pensar las problemáticas educativas más persistentes del saber pedagógico –este enfoque le plantea nuevos retos– en términos de

[…] el acontecimiento emerge como un estallido diferencial de flujos-fuerzas, manifestándose en un estado de cosas. Es una singularidad, es decir, en todo acontecimiento está presente el momento de su efectuación. Tal manifestación subvierte el estado de cosas imperante haciendo necesario redefinir a partir de ella tanto el status quo actual, como el pasado y el futuro, pues pasado y futuro se resignifican a partir de la encarnación material del acontecimiento efectuado (Esperón, 2016, p.25-26).

El abismo encuentra su fundamento en la negatividad, alterando la mirada, articulando la proliferación de nuevos principios epistémico-metodológicos, articula nuevos sistemas categoriales que emergen del centro crítico de la multiplicidad. ¿A qué responden realmente estas nuevas categorías?, esencialmente a una irrupción  novedosa desafiando las lógicas de funcionamiento legitimadas al interior de una formación social particular. Apertura razonamientos para pensar la realidad educativa y social de otra forma. Se encuentra en estrecha relación con el devenir y la creación de otros mundos y formas de existencias y subjetividades. Ésta, es sin duda, es el principal propósito de la Educación Inclusiva –giro sobre la auténtica intención–.

La producción del conocimiento auténtico de la Educación Inclusiva opera en la exterioridad epistemológica. ¿Cómo puede surgir lo nuevo? Su estructura abierta y de una práctica teórica, concebida como un espacio en el que todas sus singularidades se encuentran, estando necesariamente contenidas en todos sus elementos –relacione abiertas–. Una estructura abierta es aquella que sus elementos remite a circunstancias y no a esencias, los que a través de la lógica de la conexión posibilitan su capacidad de producción, de creación de lo posible, ninguno de sus elementos posee una naturaleza preexistente. La construcción del conocimiento de la Educación Inclusiva abre puerta a la creatividad, brinda marcos para habitar otros mundos inimaginables, apoya la proliferación de ideas que desbordan las formas de legitimación hegemónicas del hacer educativo, fomenta un pensamiento de la emergencia y la novedad, evitando encapsular su función en marcos analítico-metodológicos determinados. Es una expresión de apertura y cambio, en él, se entrelaza a la propagación de nuevas posibilidades de vida, subjetividad, educación y escolarización. En suma, la lucha por la inclusión, no deviene una práctica de asimilación y acomodación arbitraria y de buenas intenciones como hegemónicamente se observa en diversos instrumentos normativos y en la literatura científica –estadio inicial de formación de su conciencia discursiva–, se abre a la producción de nuevas formas de existencia antes imaginadas. Razón por la cual, el fortalecimiento de la imaginación pedagógica, política y epistémica se convierte en un reto que urge asumir. Concibo la inclusión en tanto un dispositivo de producción de lo nuevo y de nuevas formas de vida. En tanto dispositivo desborda la definición foucaultiana que remite a la captura de elementos de naturaleza heterogénea configurando una malla de conexión reticular. Si bien esto es fundamental, la comprensión de la naturaleza del dispositivo que forja la describe en términos de un dispositivo performativo, cuyos elementos conectados a partir de vínculos de diversa naturaleza alteran y cambian el funcionamiento de la práctica social y escolar, sus modos de focalización –epistemología de la mirada–  de la realidad y discursos. Un dispositivo performativo constituye un diagrama de fuerzas dislocativas, reestructuradoras de la realidad, ofrece alteraciones de diversa naturaleza y líneas de fugas creativas. La fuerza analítica de la Educación Inclusiva es eminentemente escultórica, interviene en la realidad y en el presente. De allí, que su saber se constituye una historicidad del presente, en conceptos y estrategias que nos permitan leer el presente y actuar sobre él.

Las posibilidades de acontecimiento de lo nuevo exige el reconocimiento de las políticas de todo vale y, especialmente, las novedosidades[13] (Núñez, 2010) concebidas como estrategias retóricas, metodológicas y analíticas que conducen a falsas salidas. Constituyen estrategias que se presentan como algo novedoso, sin necesariamente constituir una auténtica novedad. Prefiero pensarlo en términos de una estrategia de continuidad de lo existente. Las falsas salidas en la producción del conocimiento coinciden con lo expuesto por Derrida (2000) como falsas políticas de deconstrucción, las que mediante una acción discursiva ratifican un cambio al tiempo que sus condiciones analíticas y metodológicas demuestran la reproducción implícita de vocabularios, conceptos, saberes, etc. que no hacen otra cosa que confirmar aquello que no es. Las novedosidades remiten a condiciones de moda y banalización de un objeto, caracterizadas por ser “una y la misma cosa, aportar algo nuevo y buscar, buscar algo. […] Pero cuando uno enciende la tele […] cuantas más cadenas hay más se parecen, y más nulas son, de una nulidad radical. El régimen de la competencia en cualquier cosa es producir la misma y eterna nulidad” (Núñez, 2010, p.59).

La interrogante por la autenticidad del fenómeno deviene en una tarea hermenéutica creativa, constituyendo un verdadero proceso de diferenciación sobre la fuerza que define su naturaleza. La búsqueda de la autenticidad es sinónimo de verdadera creación, otorga herramientas para la resolución de un determinado problema, engendra las soluciones creativas. El interés por el surgimiento de lo nuevo constituye uno de los objetivos centrales del trabajo epistemológico de la Educación Inclusiva, encontrándose estrechamente vinculado a la construcción de mundos completamente diferentes, que únicamente pueden ser cristalizados en no-lugar, en un tercer espacio o bien, en una zona indeterminada –frontería política, epistémica, ética y pedagógica– libre de toda acción de las expresiones regenerativas y preformativas del poder. Concebida en términos de acontecimiento la inclusión da lugar a una acción combinatoria propia de la transformación, convirtiéndose en una estrategia de reconexión con el sentido más intrínseco de la educación.

La Educación Inclusiva cristaliza un giro acontecimental (Lazzarato, 2006), cristaliza un mecanismo de apertura hacia lógicas heterológicas de sentido, incide en la construcción de subjetividad. En tanto mecanismo de apertura, rechaza y se aleja de lo legitimado, de lo aceptado, asume un nuevo deseo, articula su trabajo en la configuración de otro mundo  y orden posible[14], lo que “permanece como tarea a cumplir. De este modo hemos entrado en una nueva atmósfera intelectual, en otra constelación conceptual” (Lazzarato, 2006, p.36). En tal caso, la fuerza analítica de la Educación Inclusiva cristaliza un nuevo campo de lo posible, invita a la emergencia de nuevas posibilidades educativas y culturales, reconoce la crisis de representación que atraviesa equitativamente a todos los campos del conocimiento, expresada como desgaste de los mapas cognitivos, como consecuencia de ello, apoya la emergencia de nuevas racionalidades, formas teóricas, léxicas y analísticas para pensar y justificar el desarrollo educativo, se abre a nuevos deseos. Epistemológicamente, conforma una constelación intelectual que impacta en “la mutación de la subjetividad y crear los agenciamientos, dispositivos e instituciones que sean capaces de desplegar nuevas posibilidades de vida” (Lazzarato, 2006, p.36). Establece nuevas relaciones ciudadanas, éticas, políticas y económicas, trastorna la cuestión del tiempo[15] y del espacio pedagógico[16]. La inclusión en tanto dispositivo y estrategia pedagógica y de redefinición cultural y política, forja un nuevo estilo de subjetividad, produce un cambio en la lógica de sentido de las reglas institucionales de funcionamiento de la sociedad y, por ende, de los procesos de escolarización, se enfrenta a los marcos de valores dominantes y a la efectuación de la respuesta. Concebida así, la Educación Inclusiva no se convierte en la solución a un problema, sino que, su esencia reside en la apertura de lo posible, las soluciones no se encuentran en el acontecimiento, éstas deben ser creadas a lo largo su proceso.

¿Qué régimen de posibilidad establece la Educación Inclusiva? Las condiciones de posibilidad se encuentran estrechamente vinculadas a la consumación y al corpus de elementos que gestan el cambio. El principal obstáculo que expresa la Educación Inclusiva respecto de la transformación, reside en la adopción de elementos de asimilación que ya se encuentran disponibles en el mundo. Por esta razón, la asimilación y lo afirmativo se torna problemático, pues nos conducen a soluciones que se encuentran disponibles en la realidad, constituye una estrategia de novedosidad. Sobre este particular, Lazzarato (2006) agrega,

[…] Si se piensa la posibilidad bajo el régimen posible / realización, la distribución de los posibles está dada de antemano bajo la forma de alternativas binarias (hombre / mujer, capitalistas / obreros, naturaleza / sociedad, trabajo / ocio, adulto / niño, intelectual / manual, etc.), de tal modo que nuestras percepciones, gustos, afectos, deseos, roles, funciones están ya contenidos en los límites de estas oposiciones dicotómicas actualizadas. Con el par posible / realización, poseemos de antemano una imagen de lo real, que se trata solamente de realizar. El pasaje de lo posible a lo real no agrega nada nuevo al mundo, ya que implica un simple salto en la existencia de algo que ya está ahí, idealmente (p.40).

Las condiciones de posibilidad[17] en el marco de una Educación Inclusiva auténtica, inscribe su fuerza en la creación de lo posible, articula su actividad de las alternativas disponibles, pues reconoce su carácter reduccionista y desgastado. Comparte con Sousa (2010) sobre la necesidad de consolidar un pensamiento alternativo de las alternativas en educación. La posibilidad de la inclusión reside la producción de la producción de nuevas formas de escolarización y de existencia. De este modo, “lo posible es de este modo producción de lo nuevo. Abrirse a lo posible es recibir, como cuando uno se enamora, la emergencia de una discontinuidad en nuestra experiencia, y construir, a partir de la mutación de la sensibilidad que el encuentro con el otro ha creado, una nueva relación, un nuevo agenciamiento” (Lazzarato, 2006, p.41). La Educación Inclusiva se convierte así, en un dispositivo de producción de nuevos horizontes teóricos y políticos no dados, traza modalidades inimaginables de actuación. La afirmación que he explicitado en diversos trabajos, respecto del sentido final de la inclusión, concebida en términos de sistema de actualización de todos los campos de la pedagogía, constituye filosóficamente un sistema de efectuación en la trama educativa que, por consiguiente, repercute en lo social y lo político. La actualización se convierte en un doble proceso de creación que desplaza completamente lo existente. La inclusión es sinónimo de fuerza creativa que reconfigura los estilos de subjetividad, reinventa las formas de acción política[18], establece nuevas interrogantes, etc. Como acontecimiento produce permanentemente efectos, cambios, re-estructuraciones, trasformaciones, es una acción en constante movimiento, cuya existencia se articula en el pensamiento del afuera.

El uso epistemológico y ontológico de la categoría ‘inclusiva’

Si atendemos a la afirmación que describe la Educación Inclusiva como un campo fundamentalmente disputado por varias disciplinas, discursos, territorios, influencias, objetos y métodos –preferentemente–, como disposición de disciplinas, como disposición histórica específica de verdad (forma de saber), cuya configuración epistemológica traza una operatoria anti/postdisciplinaria y una política ontológica de lo singular y lo molecular, sintetizadas oportunamente en la noción de lo menor. Opera en estrecha relación con el pensamiento de la no-identidad, cuyo “uso en sentido epistemológico de esa noción sirve sólo para reforzar discursos y problemáticas de tipo ontológico y sobre todo para arrojar luz sobre una cierta concepción ético-política respecto de las dinámicas de las identidades culturales” (Mellino, 2008, p.115). Se expresa en términos de desterritorialización, no sólo concebido como la reinvención del espacio y sus categorías analíticas, sino más bien, como la alteración de la gramática escolar que la sostiene. Por esta razón, prefiero concebir la inclusión en términos de un dispositivo performativo. Concebida así, la inclusión forja un nuevo estilo y formato de subjetividad.

 La noción analítica de dispositivo constituye según Agamben (2006) una estrategia clave en el pensamiento foucaultiano, cuya lógica se sentido opera en la dispersión y en la diseminación, configurando una estructura multilíneal (García Fanlo, 2011) o de diversos estilos de conexión entre cada una de sus partes. La noción de dispositivo alberga el principio explicativo de exterioridad –relaciones múltiples y discontinúas–, el principio de heterogénesis de la Educación Inclusiva, sustentando el funcionamiento del dispositivo y la red. El carácter performativo del dispositivo se expresa mediante la alteración de las prácticas y los discursos de los agentes políticos, sociales, los trabajadores culturales y los educadores, preferentemente. Es, a la vez escultórica, porque modela la realidad –labor positiva–.

¿De qué depende la utilidad teórica y política de las nociones tales como, el racismo, la exclusión, la opresión, la dominación, la multiplicidad de diferencias, para la propuesta teórica que persigue la Educación Inclusiva en su sentido auténtico? El uso del calificativo inclusivo bajo ningún término remite a condiciones de asimilación y acomodación de colectivos al interior de las mismas estructuras societales y escolares articuladas a través de la lógica del poder. Este erróneo proceso sustenta la metáfora que he denominado como inclusión a lo mismo. Tal calificativo denota condiciones de transformación, alteración y reestructuración de la realidad –en cada una de sus dimensiones de análisis– desde una perspectiva post-crítica. Su significado remite a un conjunto de operaciones acontecimental, cuya fuerza discursiva poseen la capacidad de alterar la realidad, dislocándola hacia rumbos inimaginados. Atendiendo a la diferenciación establecida por Rorty (1979) sobre hermenéutica y epistemología, el recurso del término Educación Inclusiva expresa una singularidad epistémica y ontológica diferente, conectada en varios ejes de articulación. Epistemológicamente, el sintagma denota una forma particular de definir un conjunto de rasgos distintivos de la educación, la escolarización y la pedagogía, así como, de un periodo histórico y de una operación ético-política-cultural. Determina rasgos particulares del quehacer pedagógico, social, cultural económico, ético y político, fabrica un nuevo orden, cuyos principios son albergados en una nueva espacialidad concebida como tercer espacio o no-lugar. Es un espacio político y teórico de subversión alteración, concebida como disposición de disciplinas, influencias y discursos que configuran una disposición específica de verdad. Forja una crítica a los lenguajes y las lógicas disciplinarias que históricamente, han delimitado, definido y explicado lo inclusivo.

Ontológicamente, parece designar una particular filosofía de la identidad             –deconstrucción de principios–, permitiendo reconectar con el sentido intrínseco de la educación y de la naturaleza humana. En tal caso, “apela a un encuentro histórico y teórico en el cual se plantea para todos la invitación a revisar y reconsiderar las propias posiciones terrenas y diferenciadas en la articulación y en la gestión del juicio histórico y de las definiciones culturales” (Chambers, 2001, p.34-35). La Educación Inclusiva al ser concebida como acontecimiento, no articula su fuerza para restituir la subjetividad extraída a un amplio grupo de ciudadanos, sino que, al irrumpir y constituir una estrategia de creación de lo posible, crea un nuevo estilo de subjetividad.

Autor: Aldo Ocampo González

Referencias

Agamben, G. (2006). ¿Qué es un dispositivo? Recuperado el 26 de agosto de 2018: http://ayp.unia.es/r08/IMG/pdf/agamben-dispositivo.pdf

Badiou, A. (1999). El ser y el acontecimiento. Buenos Aires: Manantial.

Bal, M. (2009). Conceptos viajeros en las Humanidades. Una guía de Viaje. Málaga: Cendeac.

Barthes, R. (1987). El susurro del lenguaje: más allá de la palabra y la escritura. Barcelona: Paidós.

Benjamin, W. (2007). Obras completas. Tomo II. Madrid: Editorial Herder.

Bowman, P. (2010). “Reading Rey Chow”, Postcolonial Studies, V. 13, n.3, 239-353.

Caputo, D, J. (2014). La debilidad de Dios: Una teología del acontecimiento. Buenos Aires: Prometeo Libros.

Contreras, M.J. (2013). La acción tiene la palabra: Las artes en la era de la posdisciplina. Recuperado el 04 de febrero de 2019 de: http://www.observatoriocultural.gob.cl/revista/3-articulo-2/16-las-artes-en-la-era-de-la-posdisciplina/

Chambers, I. (2001). La cultura después del humanismo. Madrid: Ediciones Cátedra.

Chow, R. (2006). ‘The Age of the World Target: Atomic Bombs, Alterity, Area Studies’, in The Age of the World Target, Durham, NC: Duke University Press, págs. 25-43.

Deleuze, G., Guattari, F. (2002). Mil Mesetas, tr. J. Vázquez Pérez. Valencia: Pre-Textos.

Derrida. J. (2000). Dar la muerte. Barcelona: Paidós.

Derrida, J. (2006). Decir el acontecimiento, ¿es posible? Madrid: Arena Libros.

Dussel, E. (1985). “La exterioridad en el pensamiento de Marx”, en: Aguirre, J.M. (Comp.). Pensamiento Crítico, ética y absoluto. México: Edit. Eset.

De Mussy, L., Valderrama, M. (2009). Historiografía postmoderna: conceptos, figuras y manifiestos. Santiago: RIL/Universidad Finnis Terrae.

Esperón, J. P. (2016). Heidegger, Deleuze y la diferencia. Aportes para pensar
la irrupción de la novedad. AISTHESIS Nº 59, 143-156.

Foucault, Michel (1985), Saber y verdad. Madrid: Editorial Piqueta.

García Fanlo, L. (2011), “¿Qué es un dispositivo?: Foucault, Deleuze, Agamben”, A Parte Rei: revista de filosofía, 74, 8pp.

Heidegger, M. (2000). Identidad y Diferencia. Barcelona: Anthropos.

Lazzarato, M. (2006). Por una política menor. Acontecimiento y política en las sociedades de control. Madrid: Traficante de Sueños.

Leveque, J. (2011). “El Concepto de «Acontecimiento» en Heidegger, Vattimo y Badiou”. Azafea. Revista de filosofia. N° 13. 69-91.

Núñez, A. (2010). “Gilles Deleuze. La ontología menor: de la política a la estética”, Revista de Estudios Sociales, 35, 41-52.

Ocampo, A. (2016). “Gramática de la Educación Inclusiva. Ejes críticos para cartografiar sus condiciones de producción y funcionamiento epistémico”, en: Ocampo, A. (Coord.). Ideología, Invisibilidad y Dominación. Los imaginarios constitutivos de la discapacidad en Latinoamérica. Santiago: Ediciones CELEI, 73-159.

Ocampo, A. (2018). Editorial. Sobre la condición tropológica de la Educación Inclusiva: elementos para una nueva crítica educativa, Polyphōnía. Revista de Educación Inclusiva, 2 (2), 16-46. Recuperado el 03 de agosto de 2018 de: http://revista.celei.cl/index.php/PREI/article/view/16-46/pdf

Oyarzún, K. (1996). “Introducción”, revista Nomadías, Nº 1, en: Richard, N. (2009). “Antidisciplina, Transdisciplina y Redisciplinamientos del Saber”. Recuperado el 16 de febrero de 2018 de: http://ediciones.ucsh.cl/ojs/index.php/TSUCSH/article/view/185

Sousa, B. (2010). Descolonizar el saber, reinventar el poder. Montevideo: Ediciones Trilce. Extensión Universitaria de la República.

Richard, N. (2009). “Antidisciplina, Transdisciplina y Redisciplinamientos del Saber”. Recuperado el 16 de febrero de 2018 de: http://ediciones.ucsh.cl/ojs/index.php/TSUCSH/article/view/185

Rorty, R. (1979). La filosofía y el espejo de la naturaleza. Madrid: Cátedra.

Vattimo, G. (2002). Las aventuras de la diferencia. Barcelona: Península.

White, H. (2003). Tropics of Discourse. Essays in cultural criticism. London: The Johns Hopkins University.

Whitehead, A. (1956). Proceso y Realidad. Buenos Aires: Editorial Lozada.

Žižek, S. (2014). Acontecimiento. Ciudad de México: Sexto Piso.

 

[1] De acuerdo al contextualismo epistemológico de la Educación Inclusiva es posible afirmar que, no existe una teoría de la Educación Inclusiva, sino un conjunto de complejas de influencias, métodos, objetos, compromisos éticos y políticos. Su campo es ensamblado a partir de varios cuestionamientos que asumen el post-estructuralismo, lo post-colonial, la filosofía política, la historia de la conciencia, el feminismo contemporáneo, la post-crítica, los estudios de género, queer y de la mujer, etc. Responsables de la apertura de su estructura dinámica. En su interacción con cada una de ellas, establece modalidades específicas de relación. Sus temas centrales recuperan el sentido auténtico de la educación, discuten sobre condiciones de justicia y redistribución, eliminación de injusticias distributivas, ausencias de reconocimiento, las formas institucionalizadas en el funcionamiento de la sociedad constituyen trabas de opresión y dominión. Se propone consolidar nuevas espacialidades educativas y modalidades de escolarización. Este último punto, demuestra ausencia de condiciones de imaginación epistémica. Sin duda, cada uno de los puntos sintéticamente mencionados, constituyen premisas de la crítica que fábrica este enfoque. Concebida así, expresa un carácter de creación de lo posible, irrumpe en la realidad transformando los modos habituales de significar su sentido. Es una expresión teórica de la post-crítica, la transformación y de la creación de lo posible.

[2] En adelante, aquello que nos permite imaginar otros mundos, construir otros estilos de subjetividad. La creación de lo posible surge del acontecimiento, es decir, aquello que irrumpe, dislocando la realidad, dando paso a un rumbo más oportuno e inimaginado.

[3] Su principal fracaso constructivo consiste en asumir su construcción desde la imposición del legado epistémico y didáctico de la Educación Especial. Si la Educación Inclusiva es una expresión de la transformación, su racionalidad actualiza y reestructura los soportes de sustentación de la Educación Especial. Esta última constituye un subcampo alejado al interior de su discurso.

[4] Operatorias que reflejan su orden de producción.

[5] Véase el conjunto de aportes impulsados por el Centro de Estudios Latinoamericanos de Educación Inclusiva (CELEI) de Chile.

[6] El acontecimiento remite a una interrogante clásica en la filosofía: ¿cómo puede acontecer lo nuevo?

[7] La potencia del tercer espacio forja la creación de una realidad intermedia, libre de toda acción de los formatos del poder, configura un nuevo orden. Se encuentra estrechamente vinculada al principio de exterioridad, específicamente, desde los argumentos propuestos por Dussel (1985).

[8] Corresponde al tipo de espacialidad que fabrica la comprensión epistemológica de la Educación Inclusiva concebido como unidad relacional intermedia, emerge de dos elementos que confluyen dialécticamente en comprensión: inclusión-exclusión –formatos del poder–. Surge como respuesta al marcado carácter mutilado de la espacialidad intelectual, político y ciudadana que sustenta sus planteamientos actuales.

[9] Refiere a la capacidad de producir lo nuevo/creación de la posibilidad.

[10] Corresponde al montaje epistémico y metodológico que completa la ausencia de fundamentos claros y oportunos sobre inclusión en su dimensión pedagógica a través del legado epistémico y didáctico de Educación Especial, dando paso a la proliferación de un hibrido epistémico y pragmático sin resolución. Dicho proceso es sinónimo de endeblez teórica y ausencia de vocabularios oportunos (Ocampo, 2018).

[11] La negatividad se convierte en una estrategia de cuestionamiento, produce nuevos sentidos, flujos y relaciones. Si la Educación Inclusiva se funda en el ideal de la transformación social y pedagógica, entonces la negatividad se convierte en uno de sus principios explicativos más trascendentales.

[12] Prefiero el término ‘pedagogías transformadoras’ empleado por hooks y Mohanty.  En adelante, referir al sentido intrínseco de la inclusión refleja lo transformador, lo alterativo, no lo alternativo.

[13] No poseen status de acontecimiento. No posee fuerza alternativa de nada, se convierte en un mecanismo de reproducción y continuidad de lo existente.

[14] Nociones centrales en la filosofía de Leibniz.

[15] Asume una concepción del tiempo basado en las heterocronías del aprendizaje, es decir, en la coexistencia de múltiples tiempos al interior de la práctica educativa. En esta concepción, los estudiantes son concebidos como singularidades con tiempo único, cuya presencia en el aula denota entrecruzamientos de diversa naturaleza. El sujeto pedagógico de la inclusión es un sujeto multi-temporalizado.

[16] La Educación Inclusiva suscribe una concepción del espacio escolar fundado en una política ontológica de lo menor, reconoce la multiplicidad de diferencias presentes en el espacio escolar, conformando una unidad relacional basada en la metáfora del universo-mosaico. Dicha política ontológica acontece en un tercer espacio, propiedad del acontecimiento, de los nuevos deseos, de la creación de lo posible, etc.

[17] Las condiciones de posibilidad de la Educación Inclusiva son definidas a partir de acciones de denegación, concebida en tanto legitimación de lo que es (Lazzarato, 2006). Abre la racionalidad educativa hacia algo completamente nuevo. El acontecimiento es sinónimo de un proceso abierto e indeterminado.

[18] Refiere a la potencia de la acción.

Comparte este contenido:

En México la educación más pobre la reciben los más pobres: SEP

Redacción: El Sol de México

El secretario de Educación, Esteban Moctezuma, aseguró que en el país hay oportunidades para quienes buscan el desarrollo del país.

El secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma consideró que en el país quienes reciben la educación más precaria, son los más pobres.

Hoy en México, la educación más pobre la reciben los más pobres

Asimismo Moctezuma advirtió que será necesario que la Nueva Escuela Mexicana se caracterice por ser inclusiva y concebir el talento como una cuestión de desarrollo personal y social, para hacerlo accesible a todos los jóvenes del país.

Al dar la bienvenida a becarios del programa Líderes del Mañana, del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey (ITESM), el titular de la SEP señaló que la Nueva Escuela Mexicana, debe contemplar construir con todos y para todos, así como aprovechar las riquezas que tiene el país para aliviar sus necesidades.

Para impulsar el talento en México, Moctezuma Barragán afirmó que en la SEP se estimula un enfoque que hace del talento una forma de reconocimiento y de inclusión, al definir a la excelencia educativa y a la equidad como dos de sus pilares fundamentales.

Acompañado por Salvador Alva Gómez, presidente del ITESM, Esteban Moctezuma refrendó que la equidad es un tema prioritario para el nuevo gobierno que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador; además, coincidió con la visión del Tecnológico de Monterrey de potenciar el talento y abrir las oportunidades para generar los agentes de cambio que se necesitan.

Finalmente, el secretario de Educación aseguró que en México hay oportunidades para quienes buscan el desarrollo del país, y destacó la importancia de reconocernos como una sociedad pluriétnica y multicultural para entender y admirar la riqueza de los pueblos originarios.

Fuente: https://www.elsoldemexico.com.mx/mexico/sociedad/en-mexico-la-educacion-mas-pobre-la-reciben-los-mas-pobre-esteban-moctezuma-sep-4000800.html

 

Comparte este contenido:

Enseñanza especial en Bolivia registra más de 22 mil 200 alumnos

América del sur/Bolivia/08 Agosto 2019/Prensa Latina

Más de 22 mil 200 estudiantes se matricularon en la educación especial en Bolivia al cierre de 2018 que, a juicio del titular del sector, Roberto Aguilar, constituye hoy un salto significativo y mayor inclusión en la enseñanza.
Aguilar recordó que en 2002 registraban cerca de cuatro mil 200 alumnos y se incrementó a 22 mil 251 hasta el año pasado debido a los procesos educativos implementados para personas con discapacidad visual, auditiva, física, intelectual, múltiple y psíquica.

Precisó que antes del Gobierno del presidente Evo Morales (2006) la educación especial no era considerada como una obligación del Estado y era desarrollada solo por fundaciones, iglesias o asociaciones formadas por padres de familia.

A partir de la Ley Avelino Siñani-Elizardo Pérez, promulgada en 2010 para una enseñanza universal, gratuita y sin discriminación, la modalidad de especial se incorporó como ‘parte estructural del sistema educativo’ en el país suramericano, destacó.

‘La educación especial ahora es parte del sistema educativo y eso ha llevado a que incrementemos los centros de educación especial en cerca de 58 centros nuevos, lo que hizo que el número de estudiantes haya tenido un salto muy grande’, enfatizó.

El funcionario explicó que la atención en la modalidad directa es realizada a través de los Centros de Educación Especial con la incorporación de los niños, jóvenes y adultos con alguna discapacidad, mientras que la indirecta corresponde a un acuerdo entre esas instituciones y unidades educativas regulares para acoger a esos estudiantes en sus actividades.

Destacó el ejemplo en ‘Santa Cruz donde dos personas con problemas auditivos han concluido el bachillerato y esto para nosotros es una de las muestras más importantes sobre el derecho a la educación con un sentido inclusivo’.

Asimismo, las Escuelas Superiores de Formación de Maestros incorporan a personas con discapacidad y varias han recibido sus títulos en las mismas condiciones que el resto de los estudiantes, concluyó.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=296637&SEO=ensenanza-especial-en-bolivia-registra-mas-de-22-mil-200-alumnos
Comparte este contenido:

Ponerse en los zapatos de un profesor de colegio público ¿Se le mide?

Por: Semana Educación

Enseña por Colombia tiene abierta la convocatoria hasta el 19 de agosto para profesionales de cualquier parte del país que quieran ser docentes por dos años en poblaciones vulnerables.

La única oportunidad que Gisell García Cruz tenía para ingresar a la universidad era una beca para estudiar administración, contaduría o economía. Pese a que no sentía afinidad por ninguna de las tres carreras, eligió Economía. Era la opción en donde mejor podía hacer énfasis en política social, lo que realmente deseaba.

Gisell cuenta que desde que estaba en el colegio, sintió empatía por los niños que necesitaban de su ayuda. Ingresó a un grupo juvenil y empezó a darles clases y talleres a los que no tenían acceso. Un día, una niña de nueve años no quiso participar de la actividad que Gisell había dejado. Días después se dio cuenta de que esa niña jamás había usado un lápiz. Le contó que ella debía esperar a que sus hermanos terminaran la escuela para que ella pudiera ingresar.  “Eso me tocó mucho, no podía creer que una niña a los nueve años no estaba en la escuela”.

Sorprendentemente, contrario a lo que pasó con las últimas pruebas Pisa, a los educadores colombianos les fue bastante bien en diversos temas, como el nivel de autoconfianza, la pertinencia de su formación inicial y la relación con sus estudiantes.

84 por ciento de los docentes aprendieron pedagogía en su formación inicial (más que el 79 por ciento promedio en los países de la Ocde), 98 por ciento cree que controla bien la disciplina en el aula (frente a 85 por ciento en promedio de la Ocde) y 96 por ciento de los docentes dicen llevarse bien con sus estudiantes.

Esto es llamativo pues Colombia es de los países donde los docentes reciben mayor porcentaje de estudiantes de condiciones socioeconómicas vulnerables. Alrededor de 76% de los docentes de Colombia reportan que trabajan en escuela con una alta concentración de estudiantes vulnerables, frente a un 20% de promedio en toda la encuesta.

 “En escuelas con estas características existen ciertos desafíos en mantener el orden en el aula y existe mayor probabilidad de que haya comportamientos disruptivos dentro del aula. Eso representa ciertos desafíos para el contexto colombiano”, señaló Pablo Fraser, analista de primera infancia y establecimientos escolares de la Ocde.

Por otro lado, hay temas donde todavía le falta mejorar al país, como la equidad de género. A pesar de que la mayoría de profesores son mujeres, solo 37 por ciento de los rectores son del género femenino. En el resto del mundo el desequilibrio es similar, aunque menos pronunciado.

También el país debe invertir más en formación docente. Aunque 9 de cada 10 dice haber realizado algún tipo de capacitación el año pasado, seguimos por debajo del promedio internacional (94 por ciento) y solo 59 por ciento lo hace mediante cursos y seminarios. “La mayoría de profesores se forma a través de libros. Muy pocos en cursos formales”, agregó Figueroa.

Lo interesante en este sentido es que a la gran mayoría de maestros les interesa mucho aumentar sus conocimientos asistiendo a cursos de formación continua. Si pudieran decidir en qué invertir los recursos públicos del sector educativo, 89 por ciento lo haría en esto. Eso comparado a un 81 por ciento que prioriza aumentar los sueldos.

“Esto, sumado a que 90 por ciento de los profesores ya participan en actividades de formación continua,  quiere decir que hay un profesor interesado en su desarrollo, en saber más y aprender más”, indicó Fraser.

En cuanto al tipo de formación que requieren, los maestros colombianos son muy claros en que necesitan más educación en el uso pedagógico de tecnologías de la información (34 por ciento), en enseñar en escenarios multiculturales (45 por ciento) y en educar estudiantes con necesidades especiales de aprendizaje (55 por ciento).

Este último llama la atención pues, después de Brasil, Colombia es el país donde más reportan esta necesidad. Eso podría tener que ver con el decreto 1421, que desde 2017 obliga a todas las escuelas públicas y privadas a recibir a cualquier menor con una discapacidad y adaptar el currículo y las evaluaciones a sus necesidades particulares.

Esto implica una alta demanda de tiempo para el maestro y una gran necesidad de maestros de apoyo. El 68 por ciento de los directores reportan que la calidad en su escuela  se ve obstaculizada por la escasez de docentes capacitados para enseñar a estudiantes con necesidades educativas especiales (en comparación con 32 por ciento en promedio en los 48 países que presentaron la encuesta).

Sobre esto, la ministra de Educación, María Victoria Angulo, expresó: “Los maestros en esta encuesta nos piden que los apoyemos más desde el gobierno con formación para integrar al aula a todos los niños. Para esto, en septiembre tendremos el Foro Mundial de Inclusión de la Unesco en Cali y vamos a socializar una política que hemos venido desarrollando sobre formación de docentes inclusivos, instituciones educativas inclusivas y lineamientos curriculares inclusivos”.

Poco tiempo de enseñanza

Otro resultado importante es el tiempo de clase que emplean los profesores efectivamente enseñando. Este ha bajado en los últimos tres años en casi todos los países encuestados. Es decir que los maestros pasan cada vez más tiempo de clase en labores administrativas y controlando la disciplina de los estudiantes y menos educando en su materia.

En Colombia no hay comparativo histórico, por ser la primera medición, pero el porcentaje de tiempo de clase enseñando es bastante bajo: 75 por ciento, frente a un 78 por ciento en el promedio mundial y un 85 por ciento en los sistemas más exitosos, como Singapur, Japón o Estonia.

Una posible explicación es que los docentes están mucho tiempo de la semana en el aula y poco tiempo planeando la clase. “En sistemas donde el horario de trabajo es muy intensivo, es decir, donde la gran parte del horario semanal el profesor se dedica a estar en clase, no va a tener suficiente tiempo para planificar. Significa que va a perder tiempo en su instrucción. La planificación es fundamental para maximizar el tiempo dentro del aula”, explica Fraser.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/encuesta-talis-2018-apenas-la-tercera-parte-de-los-rectores-son-mujeres/623518

Comparte este contenido:
Page 10 of 88
1 8 9 10 11 12 88