Page 2 of 3
1 2 3

¿Qué es el adultocentrismo y por qué perjudica la educación?

Por: Sofía García-Bullé

Las personas adultas pensamos que por nuestra edad y experiencia estamos mejor equipados para tomar decisiones que afectan directamente a infantes y jóvenes, ¿es siempre el caso?

Las dinámicas interrelacionales entre infantes y adultos son básicas para generar un proceso didáctico humano y efectivo. ¿Qué pasa cuando la gestión de éstas parte de una perspectiva sesgada? El adultocentrismo como concepto sociológico se refiere a la supremacía social de los adultos por encima de infantes y adolescentes. El discurso adultocentrista envisiona a las personas adultas como grupo de referencia en cuanto a quién pertenece el poder y el privilegio, quién debe ser escuchado primero, o con más atención, y quién dicta los términos de convivencia y educación.

La perspectiva adultocentrista es una que no nos cuestionamos a menudo. Como adultos pensamos que una experiencia de vida más larga y la autoridad, que por costumbre social viene con la edad, nos sitúa en una posición más óptima que los jóvenes para tomar decisiones que les involucran directamente, pero ¿es siempre el caso?

Invisibilización desde la lengua

El enfoque de invisibilización de infantes y adolescentes está incrustado en los primeros hilos de la tela social y psicológica de los adultos. Esto se puede notar desde las palabras básicas que usamos para designar a los más jóvenes. La etimología del término infancia viene del latin infantia, que se traduce como la incapacidad de hablar. Infans, de la misma raíz, significa “el que no habla”. Desde lo más profundo de la construcción lingüística, las personas adultas vemos a niñas y niños como personas que no tienen lugar en la conversación.

En ambientes familiares y escolares tradicionales, está normalizado decirle a los niños y a veces hasta a los adolescentes, que guarden silencio cuando los adultos hablan, de esta manera se crean relaciones completamente verticales y autoritarias, que si bien son útiles para mantener un orden social, no son el mejor punto de partida para una experiencia educativa de valor.

¿Cómo impacta la educación?

El adultocentrismo no viene de un lugar malintencionado, por el contrario, parte de un deseo natural por velar por las infancias y cuidarlas. Pero sí establece un sesgo que dificulta la comunicación entre infantes y adultos, tanto en casa como en el aula. “Las consecuencias negativas del adultocentrismo pueden ser las mismas que las del etnocentrismo, fallas en la comunicación (con niños), juicios equivocados (sobre la intención y motivación de los niños) mal uso del poder (limitando la agencia de los niños)”, y la socavación de sus fuerzas y competencias, sostiene el trabajador social y autor Christopher G. Petr en su artículo “Adultocentrismo en la práctica con niños”.

Elementos como una comunicación efectiva, evaluaciones completas y conscientes, dinámicas interrelacionales equitativas, la participación directa del estudiantado dentro de su proceso educativo y el espacio para desarrollo de su autoestima y habilidades son elementos que, si no están presentes, disminuyen considerablemente la calidad de la experiencia didáctica.

No es lo mismo guiar que invalidar

Si hablamos únicamente de formación y educación, las cabezas de familia y el profesorado invariablemente tienen que tomar un lugar de guía, ejercer funciones de liderazgo, enseñanza y protección. Estas tareas no son inherentemente adultocentristas. ¿Cómo ejercerlas entonces sin caer en hábitos de esta naturaleza?

Guiar a través del diálogo y la escucha sería un buen inicio. Marcar los límites necesarios para que infantes y adultos tengan claro su rol no se contrapone con escuchar el punto de vista de los más jóvenes, y contextualizarlo dentro de un proceso empático de aprendizaje. De la misma forma es necesario entender que las opiniones y conductas de los niños no son inherentemente una falta de respeto, ni tampoco una molestia. Representan la perspectiva de personas con una forma de pensar y comunicar diferente, marcada por un desarrollo y experiencia que si bien es más corta que la de los mayores, no por eso es inválida, o inferior, simplemente es distinta. También sería valioso considerar que aún si el rol principal del adulto sería enseñar, esto no quiere decir que las infancias sean totalmente incapaces de hacerlo a su vez. Toda relación didáctica es bilateral, y la experiencia educativa que esta produce mejora enormemente cuando se gestiona como un camino de dos vías.

Fuente de la información e imagen: https://observatorio.tec.mx
Comparte este contenido:

La telaraña de los abusos sexuales en la infancia

Fuentes: https://www.pikaramagazine.com

Muchas niñas y niños han sufrido violencia sexual, en un alto porcentaje de las ocasiones cometida por el padre. Mientras la justicia cuestiona los testimonios de las criaturas y las madres que denuncian, las implicadas reclaman colectivizar y politizar un tabú ignorado.


Marta Suria-Vázquez no es Marta Suria-Vázquez. O sí que es ella, pero en su DNI aparece otro nombre. Tuvo que recurrir a esta especie de pseudónimo para contar su historia. Los abusos sexuales en la infancia son más que abusos. Son silencios. Y violencia, dolores, enjuiciamientos. Son sobre todo historias de cuestionamientos, de no creer, de dudar. El sistema judicial no la creyó y, para evitar que se ocultara su historia y poder contarla, nació Marta Suria-Vázquez. Porque lo que vivió en su infancia no es un caso aislado, es una historia colectiva. “Das el paso al mundo exterior y lo que te encuentras es la inmensa nada”, reflexiona por teléfono. Una inmensa nada compartida, porque también cuenta que no son pocas las veces que le dicen “a mí también” o “a mi amiga”, “a mi prima”.

Con una vida de novela autobiográfica, esta mujer, experta en cooperación internacional y consultora de organismos internacionales en asuntos como la resiliencia, trata de que su relato sea un tirón de orejas social. Con una voz suave, en la que no hay espacio para los reproches, solo para las preguntas, pretende que se deje de mirar para otro lado.

“No soy un caso aislado. Así me lo confirman las estadísticas. Soy una de cada cuatro, parte del 23 por ciento de niñas que en España son víctimas de abuso sexual infantil. Soy una de cada cuatro. Sí, has leído bien. Una de cada cuatro. También soy una del 60 por ciento que lo sufre a manos de una persona del entorno familiar. Lo siento, pero las cifras no acaban aquí. Soy una de cada dos donde los casos no son aislados, sino repetidos y continuados. Aunque el 48 por ciento lo olvida, lo relega a la parte más profunda de su cerebro para sobrevivir. Soy una de cada siete, los casos que se denuncian. En el momento en el que escribo, se presentan ocho denuncias al día. Pero yo soy parte del escaso 30% de quienes consiguen llegar a juicio”.

Así arranca Marta Suria-Vázquez Ella soy yo (Círculo de Tiza, 2019), donde narra su vida a través de un relato dividido en dos: como la niña que sufre maltrato por parte de su madre y que tiene problemas de bulimia, y como la mujer adulta que de repente recuerda a través de flashes los abusos sexuales que había sufrido en la infancia por parte de su padre y de los que no había sido consciente hasta la treintena. Lo que empezó siendo un diario en el que anotaba los recuerdos que la golpeaban, se convirtió en un texto que atrapa. Una vez finalizado su largo procedimiento judicial, busca la manera de articular un discurso político sobre los abusos sexuales en la infancia: “No es un libro para víctimas, es para colectivizarlo y las que tienen fuerza que empujen”.

Las cifras

Sí. Los abusos sexuales en la infancia existen. Los datos, que seguro no recogen toda la dimensión real, son abrumadores. Entre un 10 y un 20 por ciento de la población ha sufrido abusos sexuales en su infancia. Este es el porcentaje que más se repite en el informe de Save the Children ‘Ojos que no quieren ver’. También recoge que el Consejo de Europa afirma que al menos, una de cada cinco niñas, niños y adolescentes en Europa es víctima de alguna forma de violencia sexual, incluyendo el abuso, la explotación o la pornografía.

La Fundación Anar atendió, entre enero de 2008 y mayo de 2019, 6.183 casos de abuso sexual a menores de edad. Cuatro de cada cinco eran niñas. Y casi un 40 por ciento de las veces se prolongaron durante más de un año, según apunta esta institución en el estudio ‘Abuso sexual en la infancia y la adolescencia según los afectados y su evolución en España (2008-2019)’. Y los abusadores son en una inmensa mayoría hombres.

No cojas caramelos de extraños es un advertencia que apenas cabe en estas cifras. Porque los abusadores están cerca: el hogar es el lugar en el que con mayor frecuencia ocurren los hechos. Los datos de esta fundación también indican que la mayor parte son perpetrados por el padre (32 por ciento). Si se suman todos los parientes (padres, padrastros, tíos, abuelos, hermanos, primos, etc.) resulta que el 58,8 por ciento de los abusos sexuales a menores de edad en España son cometidos por un miembro de la familia. Y los conocidos también aparecen en las estadísticas (21,2). No cojas caramelos en casa.

Y estos son los casos que se conocen, la gran mayoría están ocultos, silenciados. Save the Children estima que tan solo en un 15 por ciento de las ocasiones son denunciados. Y “un 75 de los que se denuncian se archivan antes de llegar a juicio”, apunta Mª Ángeles Jaime, abogada y presidenta de la asociación de Mujeres Juristas Themis. Y ¿qué pasa con los que se enjuician? Pues que muchas veces no son creídos. La abogada subraya que cuando hay una revelación de una niña o un niño “se produce extrañeza, se piensa que esto no puede pasar, que son muy fantásticos. A veces no queremos creer que estos horrores pasan”.

Las criaturas

En 2016, una niña de nueve años se escondió una grabadora en un calcetín para pillar a su padre después de que un juzgado de Móstoles archivara la denuncia que había interpuesto la madre por abusos. El testimonio de la niña carecía de lógica, se justificó, a pesar de los habituales llantos y quejas cuando tenía que irse con el padre, lo que obligaba a la intervención de la policía. “Como no hay testigos y en la mayoría de los casos no dejan señal física hay que escuchar al menor”, incide la magistrada Helena Gil, de la Asociación de Mujeres Juezas. No siempre es así. La experta en prevención de la violencia infantil de Save the Children Cristina Sanjuán recuerda que existe el derecho de los niños y las niñas a ser escuchados en todos los procesos que les afecten, aunque reconoce que no siempre se cumple.

“¿Cómo había sido posible? ¿Qué había fallado para que con apenas nueve años una niña se viera obligada a pasar por esa situación?”. Con este caso y con esta pregunta arranca Save the Children su informe.

Paula sabe alguna de las cosas que fallan. Paula, por cierto, es un nombre ficticio porque teme revelar su identidad y que eso la perjudique en el proceso judicial que tiene con el padre de su criatura. Todo comenzó cuando la niña, muy pequeña, habló. Y desde entonces los fallos han sido constantes: una pediatra que tarda en poner la denuncia porque no conoce el protocolo, unos servicios sociales que tampoco lo conocen, una administración autonómica que no resuelve las dudas, una policía no quiere recoger la denuncia…. “Lo típico cuando vas una ventanilla y te dan largas. Es violencia institucional pura y dura, y abuso de poder y una misoginia absoluta.Todo el sistema que tenía que hacer su trabajo… que no digo que me crean, pero cuando yo voy tienen que darme el servicio”, cuenta Paula por teléfono, aún encogida, aún dañada.

Su denuncia ha sido sobreseída provisionalmente. Nadie escuchó a su hija y se obvió a la madre: el juicio se centró en analizar la relación entre los progenitores. La justicia, en este caso, determinó que no se llevaban bien. Y caso cerrado. “¡Como si no llevarnos bien eximiera de cometer abusos al progenitor!”, clama la madre en una conversación en la que las palabras “horror”, “terrible” y “pesadilla” salen una y otra vez.

“A la niña hasta hoy no la ha visto nadie, solo el psicólogo de la Seguridad Social que la ha estado tratando un tiempo porque estaba muy alterada”, apunta Paula. La psicóloga Mireia Dardertambién denuncia la desprotección de las criaturas al no ser creídas: “Se hace una negación cultural de que el abuso existe en el seno de la familia. Miramos para otro lado: el sexo es tabú y en el seno de la familia todavía más, preferimos creer que eso pasa en otros países o en familias desestructuradas”.

Las madres

Paula, que apenas ha contado lo que está viviendo a su círculo más cercano, ha tenido que buscar mucha información para entender que lo que les pasa a ella y a su hija no es un caso aislado. Aunque vive a miles de kilómetros, ha sido una asociación gallega la que la ha ayudado a entender el contexto, la estructura en la que operan muchos de estos hechos. “Creen que no ha pasado nada. No investigar porque nos llevamos mal quiere decir que están relacionando lo que dice la niña conmigo y me apuntan a mí, aunque no lo dicen directamente. Lo que ponen sobre la mesa es el falso sap [síndrome de alieción parental]”, cuenta Paula.

La asociación de Mujeres Juristas Themis ha analizado 455 resoluciones judiciales dictadas entre 2010 y 2019 y concluye que las madres denuncian en un 51,24 por ciento de los casos, seguidas de las propias víctimas (18). Pero muchas veces no las creen. Ni a unas ni a otras. De las sentencias absolutorias, un ocho por ciento razonan “que existe una manipulación por parte de un adulto para conseguir un fin. Así, se considera que la menor no quería ir con su padre y que este es el motivo por el que se interpone la denuncia, culpando a la madre de ello”, recoge el análisis que Themis ha hecho para el Ministerio de Igualdad. En un 35 por ciento de ocasiones se achaca la absolución al testimonio contradictorio; además “la tardanza en denunciar, que tiene su fundamento en la idea estereotipada de que todas las víctimas de violencia sexual piden ayuda y denuncian inmediatamente, también fundamenta la absolución en algo más del ocho por ciento de las sentencias”, añade la asociación de juristas.

“Hay un problema de incredibilidad”, lamenta Mª Ángeles Jaime, presidenta de Themis. Cuando estos casos se basan únicamente en testimonios, porque no suele haber testigos, no es raro que no se crea, que se cuestione. Tanto a quien ha sido objeto de abusos como a quien denuncia. “Nuestra experiencia es que, a falta de evidencia físicas o testigos, se vuelve contra quien denuncia. Como la formulan las madres, se cuestiona permanente su credibilidad y siempre se sospecha de un motivo espurio detrás”, añade la abogada.

Sara no denunció. Primero fueron sus médicos los que iniciaron un protocolo de malos tratos. Cuando se separó por este motivo y su hija mayor iba con el padre, de nuevo fue un equipo médico quien inició el protocolo de abusos, ante los síntomas de la niña. Entonces, la psicóloga de violencia de género aconsejó que “no es posible concluir si existe o no abuso por la edad de la menor” y la obligaron a mantener las visitas, a pesar de que la niña no quería. Y el hospital abrió otro nuevo protocolo ante las evidencias, corroboradas por la pediatra mediante un informe. Solo se llama al padre a declarar y nuevo archivo. Por tercera vez la justicia no cree a Sara y la deja sola. El relato lo hace la campaña #MamáEstáCastigada, lanzada por la asociación Mujeres libres, Mujeres en paz, que lleva meses acompañando a Sara para que no sienta sola.

El sistema

A Paula aún la cuesta verbalizar algunas cosas. Y necesita tiempo para leer la documentación judicial. Porque aunque los abusos que ha denunciado sobre su hija sean de momento un caso cerrado, la telaraña judicial la tiene atrapada. Afirma que denunció para salir del infierno, pero ahora ha entrado en otro muy turbio y pegajoso.

“El dilema es terrible y cuando tienes que aconsejar en un despacho, si no hay evidencias, porque son casos en los que es difícil que haya, sabes que implica que se traslade la sospecha y el reproche a la madre que denuncia”, contextualiza Mª Ángeles Jaime.

La sospecha cayó sobre Sara. Porque ante la desprotección del sistema a su hija, decide interrumpir las visitas. Y él pide la custodia. Y se la dan, también la de la hija menor, aunque no tenga filiación paterna. Y Sara no las entrega a la espera de que se le comunique la ejecución de la sentencia. Y él la denuncia por secuestro. “Me las arrebató de manera brutal la policía de la Unidad de Familia y Atención a la Mujer que, se supone, es la especializada en Extremadura para atender a las mujeres víctimas de violencia de género”, explica Sara. Y el duro relato continúa: detención en la comisaría junto con su hija pequeña, que estuvo horas sin comer, trato vejatorio que incluyó que la desnudaran, “arrancamiento” de las niñas, el dolor de escuchar desde el calabozo las llamadas desconsoladas de sus hijas, y los gritos y los lloros. “Entregaron a mis hijas a un desconocido para la pequeña [que no tiene filiación parental porque él nunca hizo el registro necesario] y por el que la mayor sentía miedo, tal y como ella había expresado a su pediatra y a otras profesionales”, cuenta la madre. ¿El resultado? Sara lleva dos años sin ver a sus hijas y tiene una condena de cuatro años de prisión.

Un estudio publicado por la revista Sexual Assault Report recoge que presentar denuncias por abuso puede ser más perjudicial para el progenitor que intenta proteger a la menor que para el agresor denunciado. E indica que en el 20 por ciento de los casos analizados se entregó la custodia al abusador, en el 10 a quien había denunciado y en el restante 70 por ciento fueron custodias compartidas.

¿Qué debe hacer una madre cuando su hija le cuenta lo que hace su padre con ella? Por cierto, en muchos casos son violaciones. “Si denuncias, te criminalizan. Y a las niñas no las escuchan o, si las escuchan, dicen que están manipuladas. Y puedes perder la custodia. O acabar en la cárcel. Y si no denuncias también te pueden criminalizar y quitar la custodia porque no has protegido a la menor”, cuenta otra madre que ha pasado por esta experiencia. Ella tampoco quiere que salga su nombre, por temor a represalias y a exponer a su hija. Y porque su testimonio, de nuevo brutal y asfixiante, quiere que solo sirva para emprender los primeros pasos de este reportaje, para contextualizar y ayudar a entender la magnitud del asunto.

La telaraña obliga reiteradamente a dejar a un lado la identidad e inventarse un nuevo nombre para hablar.

Y aquí entran los estereotipos. Lo de siempre. “Es muy fácil, porque está más instalado, poner a la mujer de bruja y mala, y eso cala en un periquete”, lamenta Paula. La magistrada Helena Gil recuerda que además de sobre las mujeres los prejuicios también calan en los niños y niñas. “Hace falta mucha perspectiva de infancia para instruir estos casos correctamente, no puedes investigar buscando el error y no creyendo la denuncia”, apunta.

Cuando denunció Marta Suria-Vázquez no era una niña ni tampoco una madre, era una mujer adulta. “Mentirosa”, “loca” y “enferma” fueron los calificativos que recibió por una parte de su familia. También denuncia violencia institucional: “Él es inocente y tú la mentirosa, o la loca, o ambas cosas, si no demuestras lo contrario. No se juzga al acusado, sino a la víctima”. Y reclama que cuando “te abres en canal” es necesario un sitio libre de juicio y rebosante de paciencia.

“Mi proceso judicial fue brutal en mayúsculas, fue una batalla de soldados con lanzas y tú eres el centro de la diana. Mi proceso duró cuatro años, desde que fui a la comisaría hasta que recibo el resultado. Tuve que declarar siete veces, repetirlo todo con detalles. Cuando eres pequeña se recurre a la imaginación, a la mentira de la niña, a la manipulación o a la venganza de las madres. Si eres adulta y no ha prescrito entonces todos los exámenes son sobre tu cordura, cómo puede ser que solo lo cuentes en la edad adulta y que no hayas recordado hasta ahora. De pequeña es el sap y de mayor el síndrome de memorias falsas, que es pseudociencia y que usan para cuestionar tus recuerdos y tu memoria”, explica. Y revive que en sus informes se menciona cómo iba vestida, su sueldo y su trabajo. Y tira del hilo y narra que cuando contó sus problemas con el peso y con la bulimia en su adolescencia, uno de los comentarios de los expertos fue que no lo entendía porque era una mujer muy guapa.

La sociedad

Dylan Farrow, hija adoptiva de Woody Allen, hizo públicos en 2014 los abusos de su padre hacia ella cuando tenía siete años. “Woody Allen es un testimonio vivo de la forma en que nuestra sociedad falla a los supervivientes de agresiones y abusos sexuales”, escribió en The New York Times. Con el movimiento #MeToo volvió a clamar. El proceso judicial tras la denuncia de su madre, Mia Farrow, y a la que respondió Allen pidiendo la custodia, nunca penó al director de cine. Este año, a través de un documental Allen vs Farrow, el testimonio de Dylan Farrow sí ha tenido más repercusión y amparo.

En 1998 Zoilamérica Ortega Murillo, la hija de la actual vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, e hija adoptiva del presidente del país, Daniel Ortega, denunció a este por los abusos sexuales sufridos desde que tenía nueve años. Nadie la creyó, tampoco su madre. Cuando el caso llegó a los tribunales había prescrito. Zoilamérica se tuvo que exiliar en Costa Rica. De nuevo fue un documental, Exiliada, el que recordó la historia a la sociedad para, ahora sí, creer a la víctima. “Una de las cosas que me hace sentir más contenta es la humanización de Zoilamérica, porque es muy común que las víctimas de abuso sexual sean estigmatizadas, que les digan ‘mentirosas’ y ‘locas’, que les acusen de tener agendas ocultas y que por eso hablan”, dijo a Pikara Magazine la directora del documental, Leonor Zúniga.

A pesar de la multitud de casos, el abuso sexual en la infancia cuando el abusador es alguien de la familia o, sobre todo, cuando es el padre, no tiene espacio mediático ni político ni social. “La sensación que tengo es que la gente lo rehúye, es tan horroroso, descabellado y tan oscura la idea…”, apunta Paula. “Todavía estamos en la negación”, añade la psicóloga Mireia Darder.

En los últimos años, los medios de comunicación sí han informado de varios casos. “Sale más, pero descontextualizado, con titulares pornográficos, sin análisis. Está más presente, pero me preocupa cómo lo hace porque alimenta la monstruosidad, el suceso, el caso aislado y todo aparece muy judicializado, cuando hay que hablarlo como un asunto de justicia social”, cuenta Suria-Vázquez. Además, la gran mayoría de las noticias están relacionadas con abusos por parte de personas que pertenecen a instituciones religiosas, trabajan en colegios o son monitores deportivos.

La mamá a la que ni siquiera se le ha puesto un pseudónimo lo anunció desde el inicio: “El problema es cuando el abusador es el padre, porque si es un profesor o un monitor cambias a la niña de colegio”. Hay entonces margen para la protección y el cuidado. Hay espacio para las certezas. Las dudas no señalan ni castigan. Al menos, no tanto.

“Todo el abuso en el seno de la familia es un tabú, no solo del padre, sino de tíos, hermanos, abuelos… Es el gran tabú cultural que tenemos, que es el más común y el que menos sale en los medios. El que más sale es de hombres a hombres”, describe Darder. Y ofrece un ejemplo: de los cuatro libros que ha escrito es precisamente el relacionado con abusos sexuales, La sociedad del abuso, el menos vendido.

Las redes

Marta Suria-Vázquez nació para hacer pública su vida, politizarla fue una de las razones por las que escribió su libro. Y también es uno de los motivos por los que busca alianzas y lanza preguntas, porque a pesar de lo vivido sigue sin entender. Pero una cosa tiene clara: “Las palabras no salvan, la compañía sí”.

La mamá que ni siquiera aparece bajo un nombre ficticio también incide en la importancia de las redes “para mantenerte cuerda” y exige responsabilidad social para proteger a las criaturas.
“Si hay una de cada cuatro mujeres abusada, hay uno de cada cuatro hombres abusador, eso significa cambiar la cultura patriarcal entera, no naturalizar la violencia. El cambio tendría que ser tan grande que por eso no se mira. El abuso es la forma de relación que propone el patriarcado”, añade Darder. “Comprender y aceptar el abuso sexual es devastador para la que lo sufre y para la que acompaña”, escribe Suria-Vázquez.

Y Paula finaliza: “Tengo que involucrarme en politizar los abusos. Además de cuidarme y protegerme, esta experiencia de mierda tiene que ir más allá de destrozar mis nervios y la salud de mi hija”.


Fuente: https://www.pikaramagazine.com/2021/05/la-telarana-de-los-abusos-sexuales-en-la-infancia/

Comparte este contenido:

ODS4. Solo 1 de cada 3 países está listo para recibir a los niños de forma segura en las escuelas de África Occidental y Central, según UNICEF

El Fondo de las Naciones Unidas pide a los gobiernos que aceleren la reapertura segura de las escuelas para todos los niños, con medidas claras de salud pública, higiene y saneamiento

Unicef ha revelado nuevos datos sobre progreso y perspectivas para la reapertura de escuelas en África Occidental y Central muestran que, seis meses después del inicio de la pandemia que obligó a todos los países de la región a cerrar sus escuelas como parte de las medidas de confinamiento aplicadas por los gobiernos, solo siete de los 24 países que la conforman (Benín, Burkina Faso, Cabo Verde, Chad, Congo, Guinea Ecuatorial y Sierra Leona) han podido preparar y reabrir sus escuelas para recibir a los alumnos del nuevo curso académico 2020-2021.

Por ello, la fundación ha ha pedido a los ministerios de Educación y Finanzas que den prioridad a la educación en sus planes de recuperación de la COVID-19 para reducir el impacto negativo de la crisis en los niños y en las economías nacionales.

UNICEF insta a los 17 países restantes a incrementar sus esfuerzos para que las escuelas estén físicamente preparadas para una reapertura segura, con suministro de agua incluido, así como saneamiento e higiene, haciendo uso de los espacios físicos disponibles para un entorno de aprendizaje más seguro y utilizando enfoques flexibles de aprendizaje combinado.

“La COVID-19 ha interrumpido la educación de millones de niños en África Occidental y Central, una región que ya afrontaba muchos desafíos para brindar una educación de calidad a los niños, incluso en contextos humanitarios», ha explicado Marie-Pierre Poirier, directora regional de UNICEF para África Central y Occidental . “No tenemos tiempo que perder. Cada día que pasa, millones de niños y jóvenes que no pueden acceder de forma segura a oportunidades de aprendizaje están viendo cómo su derecho a la educación no se cumple y se está poniendo en riesgo su futuro”.

Antes de la pandemia, el acceso de niños a las escuelas de  África Occidental y Central ya era desigual. 41 millones de niños y adolescentes sin escolarizar (un tercio del total de los niños sin escolarizar del mundo). Es fundamental que todos los gobiernos garanticen que todos los niños, especialmente los más excluidos y marginados, también las niñas y los niños con discapacidad, regresen a la escuela de manera segura. También es esencial que los países reconstruyan mejor y lleguen a los niños que se quedaron atrás antes de la pandemia para incluirlos en las oportunidades de aprendizaje.

En África Central y Occidental, los niños van a la escuela en algunos de los contextos más difíciles del mundo. En medio de la COVID-19, cuando el lavado de manos con jabón es una de las medidas más eficaces contra la pandemia, más de la mitad de todos los niños del mundo que carecen de instalaciones para el lavado de manos en las escuelas son de África Subsahariana. En Guinea Bissau, solo el 12% de las escuelas tienen acceso a lavado de manos básico con agua y jabón; en Níger constituyen el 15%, en Senegal el 22% y en Burkina Faso el 25%. Además, en toda la región las clases a menudo están masificadas y hay una carencia de profesores formados para apoyar el aprendizaje de los niños.

A pesar de los esfuerzos realizados en la mayoría de países de la región para reabrir parcialmente sus escuelas a finales del año académico y permitir así a los estudiantes completar sus exámenes finales, millones de niños no pudieron volver físicamente a la escuela.

Mientras las escuelas estaban cerradas, varios países desarrollaron mecanismos para estudiar a distancia, como a través de la radio, televisión, internet y material impreso. Sin embargo, esto no llegó a todos los niños. Al menos el 48% de los escolares de la región no pudo acceder a educación a distancia durante el cierre de escuelas. Esto ha agrandado las desigualdades en el acceso a oportunidades de aprendizaje. En África Occidental y Central hay varios países inmersos en conflictos, violencia y otras emergencias. En diciembre de 2019, las escuelas de 2,1 millones de niños estaban cerradas o no operativas debido a la inseguridad. Esto muestra la necesidad de que los gobiernos refuercen las vías alternativas para conseguir una educación de calidad que garantice que todos los niños continúan con su aprendizaje.

UNICEF ha estado trabajando con las autoridades educativas y con las comunidades para apoyar la reapertura de escuelas mediante la provisión de herramientas y formación para los profesores, la mejora de acceso a agua, higiene y saneamiento en los centros educativos, el desarrollo de planes de recuperación para que los alumnos se pongan al día y la promoción de innovaciones en salud escolar, aprendizaje digital y competencias básicas, en alianza con el Banco Mundial, UNESCO, el PMA, la OMS y el sector privado.

UNICEF celebra los primeros pasos dados hasta ahora hacia la reapertura de escuelas, y hace un llamamiento a los gobiernos para:

  • Proteger la financiación de la educación y combatir las crisis de igualdad y aprendizaje mediante el aumento, o al menos el mantenimiento, de los presupuestos nacionales de educación.
  • Impulsar planes de vuelta al colegio que prioricen entornos seguros e inclusivos en las aulas que lleguen a aquellos niños que no estaban escolarizados antes de la pandemia, a las niñas que podrían encontrar barreras de género que las obligaran a abandonar la escuela y a los niños que viven en áreas remotas y en hogares de ingresos bajos.
  • Mejorar el acceso a servicios de agua potable, saneamiento e higiene en las escuelas y en las comunidades, que son claves para proteger la salud en el contexto de la COVID-19.
  • Desarrollar alianzas estratégicas bilaterales y multilaterales con organizaciones, proveedores de servicios y entidades relevantes del sector privado, para priorizar el uso de las tecnologías en la educación, disminuir la brecha digital y dotar a los niños de conocimientos básicos en entornos de educación ágiles y resilientes.
  • Utilizar un enfoque integrado y multisectorial para la reapertura de escuelas que incluya la mejora de los registros de nacimientos, de la nutrición, calidad del agua, saneamiento e higiene y la protección frente a la violencia como elementos cruciales para que los niños obtengan una educación de calidad.

Ahora más que nunca, los gobiernos deben reafirmar su compromiso con la financiación educativa y garantizar los recursos necesarios para construir sistemas educativos inclusivos y resilientes. Todos los niños y adolescentes en edad escolar de África Central y Occidental, incluyendo los que son más vulnerables y se encuentran sin escolarizar, deben tener asegurado el acceso a la enseñanza en entornos seguros, saludables e inclusivos”, asegura Poirier. “Para mitigar los riesgos de la COVID-19, UNICEF está enfocando sus esfuerzos en apoyar a los gobiernos en su tarea de reapertura de los colegios y de mantener a los niños y a las comunidades a salvo, con medidas como distancia social en las aulas o rotación de estudiantes en ellas, incremento de los puntos de lavado de manos, incremento de controles sanitarios, optimización del uso de espacios exteriores para distintas actividades educativas o la aplicación de enfoques educativos mixtos”.

Fuente: https://www.corresponsables.com/actualidad/ods4-unicef-ninos-escuelas-africa-occidental

Comparte este contenido:

Evento científico sobre la infancia y la adolescencia

Convocada de manera online por el Centro de Superación para la Cultura de Villa Clara se propone la promoción de los derechos de la infancia desde la creación artística y cultural.

El Centro Provincial de Superación para la Cultura de Villa Clara y el Proyecto Rodando Fantasías convocan al evento «Estudios sobre la infancia y la adolescencia», a celebrarse de forma online el 20 de noviembre, coincidiendo con la aprobación de la Convención del derecho de los niños y adolescentes, aprobada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

Según el Comité Organizador, en este 2020, el evento se dedica a «Rodando Fantasías», proyecto villaclareño que integra la red nacional Cámara Chica, como parte de los programas de colaboración entre British Council y el Ministerio de Cultura. Este tiene como objetivo desarrollar habilidades creativas y de producción audiovisual en las jóvenes generaciones y ha alcanzado destacados resultados en la promoción de los derechos de la infancia desde la creación artística y cultural.

Los «Estudios sobre la infancia y la adolescencia» tienen como objetivos:

  • Exponer experiencias en el trabajo con niños y adolescentes que permitan la reflexión sobre la protección a la infancia en nuestro país.
  • Promover los derechos, valores, leyes nacionales e internacionales que protegen a la población infantil y adolescente.
  • Facilitar la consolidación de un proceso de concientización social, que potencie el respeto de los derechos de la niñez y de la adolescencia y contribuya al mejoramiento de la calidad de vida.

Dentro de las temáticas del evento se encuentran: La promoción cultural en la protección de los derechos de la infancia y la adolescencia. La prevención social en la infancia y la adolescencia, así como el impacto de la Covid-19 en la aplicación de los derechos de la infancia.

Los trabajos deben ser redactados en forma de ponencias (resumen, introducción, desarrollo, conclusiones y bibliografía). Se entregarán en word, en Arial 12, a espacio y medio con una extensión de 10 a 15 cuartillas. El contenido de los trabajos debe corresponderse con las temáticas convocadas.

La ponencia deberá ser enviada o entregada de manera digital a la Comisión Organizadora antes del 16 de octubre de 2020.

El Comité Organizador se reserva el derecho a desestimar aquellos que no cumplan con estos requisitos.

Para el intercambio con los participantes se habilita la página en Facebook: https://www.facebook.com/EstudiosInfanciaYAdolescencia

En esta dirección se brindará acceso a las ponencias aceptadas por el  Comité de Admisión. Se publicará, además, un audiovisual con la presentación del evento y otro relacionado con el proyecto Rodando Fantasías.

El Centro Provincial de Superación para la Cultura entregará en el marco del Festival Rondando Fantasías, el premio: Estudios sobre la infancia y la adolescencia, al audiovisual que mejor aborde la promoción de los derechos de la infancia y la adolescencia.

Para mayor información contactar a:

Centro Provincial de Superación para la Cultura. Villa Clara. Ángel Román González Borrell. Marta Abreu No. 120 e/ Juan B. Zayas y Lubián. Santa Clara. Villa Clara. CP: 50100

Teléfono: 203212

E-mail: supervc@cenit.cult.cu

Fuente: http://www.vanguardia.cu/cultura/18209-evento-cientifico-sobre-la-infancia-y-la-adolescencia

Comparte este contenido:

Francesco Tonucci: “Es el momento de repensar la escuela, el buen maestro ha de ver qué han aprendido los niños”

El psicopedagogo italiano lanza cinco propuestas para reinventar la educación en tiempos de incertidumbre, en el ciclo inaugural del curso escolar en Cataluña, donde Bargalló defiende un retorno presencial.

Francesco Tonucci, psicopedagogo italiano, investigador y experto en niños, fue una de las voces más críticas con las familias y los profesores que reivindicaron seguir con el currículum escolar en casa cuando la covid paralizó el mundo. Cuenta que en Italia se asumió el lema “la escuela no para” y los niños siguieron estudiando en casa la fotosíntesis o la Guerra de los Treinta Años, cuando en la calle se hablaba de China y de un nuevo virus al que habían bautizado SARS-CoV-2. ¿Cómo podía ser que los niños siguieran con los programas escolares diseñados a principios de curso cuando por primera vez en la vida moderna un virus lo había parado todo?

Tonucci es un firme defensor de que en el aula se aprende los contenidos que los niños llevan a la escuela. Y a diferencia de lo que vienen denunciando padres y profesores, a través de las redes sociales, es un amante de la incertidumbre. “La incertidumbre es una actitud privilegiada de conocimiento”, dice. “Se investiga sobre lo que no conocemos”, alega en su defensa. Durante el confinamiento, propuso considerar los hogares como un laboratorio donde los niños podían aprender a poner lavadoras, tender la ropa o hacer pasteles. Lo cierto es que la harina y la levadura se agotaron en los supermercados, aunque un grueso de las familias seguían reclamando los deberes tradicionales. Hace años que Tonucci denuncia que la escuela no funciona y ahora insiste en aprovechar la pandemia para reinventar la educación.

La educación en tiempos de incertidumbre

La peste moderna irrumpió en plena primavera pedagógica. Y para ayudar a repensar la escuela, el departamento de Educación de la Generalitat de Cataluña ha invitado esta mañana a Tonucci a compartir sus reflexiones a través de una ponencia virtual para inaugurar oficialmente el curso 2020-2021. Su charla es la primera de un ciclo que lleva por nombre “La educación en tiempos de incertidumbre”. Tonucci ha defendido la vuelta al colegio bajo el principio de que es el lugar donde todos lo niños tienen igualdad de oportunidades.

El objetivo de un colegio no es conseguir que todos los niños saquen un 10 en matemáticas, si no ayudar a los alumnos a encontrar y desarrollar sus aptitudes, ha resumido. En otras palabras, el referente el pedagogía Howard Gardner lo llama inteligencias múltiples. Mientras que el escritor Gabriel García Márquez habla de que el objetivo de la educación es que cada niño encuentre su juguete favorito.

¿Cómo es un buen maestro?

Tonucci ha defendido que cada niño tiene derecho a un buen maestro. Y como buen maestro ha recordado a un buen amigo: Mario Lodi. Ha explicado que en Italia, los profesores acompañan a los alumnos entre 1º y 5º de Primaria. El maestro Lodi acostumbraba a escribir una carta a los padres un mes después de conocer a sus alumnos. Si no detectaba nada extraño, les venía a decir que todos los niños tienen una inteligencia normal y que todos aprobarían los próximos cinco cursos. Si no lo hacían, la responsabilidad era del profesor y de la escuela por no haber desarrollado sus aptitudes.

Con este ejemplo, Tonucci lanza una reflexión para las escuelas. “El colegio que no aprueba a sus alumnos, sobre todo, a los últimos de la clase, es un colegio que fracasa”, denuncia. En otras palabras, “si la escuela no promueve a todos los alumnos, es como un hospital que cura a los sanos y rechaza a los enfermos”.

Cinco oportunidades de la pandemia para cambiar la escuela

Tonucci ha lanzado cinco consejos para que las escuelas aprovechen la pandemia como una oportunidad. En primer lugar, llama olvidarse de recuperar el tiempo perdido y retomar viejas costumbres“Los profesores han de darse cuenta de todo lo que han aprendido los niños durante este tiempo, con la soledad, con la pérdida de un familiar, con la lejanía impuesta de los abuelos, al convivir con sus padres e inventar cosas nuevas para no aburrirse”, ha citado.

En segundo lugar, propone un nuevo pacto educativo más amplio en el que participe toda la comunidad y la responsabilidad de educar sea compartida.

En relación con esta idea de que la escuela es el lugar donde el mundo se desarrolla, ahora que los niños pueden salir de casa, plantea que las ciudades y pueblos se ofrezcan a las escuelas como aula. Defiende la creación de una zona de respeto alrededor de los colegios para que las utilicen como área de recreo, para hacer educación física o clases al aire libre.

En cuarto lugar, cuando la pandemia lo permita, propone modificar las escuelas tal y como las conocemos. Critica que no tiene sentido que los alumnos pasen ocho horas sentado en el mismo lugar haciendo de todo y plantea cambiar los colegios con aulas por colegios con talleres y laboratorios, donde los niños de desplazan, para que cada alumno encuentre su juguete preferido, como dice García Márquez. “¿Por qué no hacer química en un laboratorio, ciencias naturales en un huerto, mecánica en un sotano o lectura en la biblioteca?”, pregunta. Y en cuanto sea posible, también, mezclar edades.

Finalmente, insiste a los profesores en que los niños son los protagonistas de la educación, no los destinatarios. “Tienen derecho a expresar su opinión y a gobernar juntos las escuelas”, subraya.

El conseller de Educación defiende la educación presencial

El conseller de Educación, Josep Bargalló, que ha seguido la conferencia con atención, ha cogido el guante de Tonucci y ha trasladado un mensaje a las familias. Entiende que hay padres que tienen miedo pero ha insistido en que “el riesgo de volver a la escuela es inferior a otras actividades que hemos hecho este verano como ir a la playa porque la escuela es un entorno controlado”.

Bargalló ha asumido que el confinamiento atacó el derecho de los niños a la educación porque se les aisló. El conseller entiende que el derecho a la educación no es asumir los conceptos que se recogen enla programación. En la línea que ha expuesto Tonucci dice que el derecho a la educación real tiene que tener en cuenta el juego y la sociabilización. “Esto no se consigue telemáticamente”, ha remachado.

Fuente: https://www.larazon.es/cataluna/20200903/2znibl23gbhjjilwvccstkf2fu.html

Comparte este contenido:

Abrir o no abrir las escuelas: la experiencia sueca

Hay discusiones apasionadas y acaloradas sobre la sabiduría de abrir escuelas en este otoño boreal. Y, como lo he mencionado en otros articulos, la politización de las posiciones sobre cómo reaccionar a esta pandemia no ayuda en nada. La siguiente pregunta fundamental para EE.UU. es: ¿Es seguro abrir las escuelas en medio de una pandemia? Para contribuir con esta discusión, he querido escribir este artículo con el docente sueco Martin Kulldorff, quien además es profesor de Medicina de la Universidad de Harvard, para describir la experiencia de ese país en el comienzo de clases.

El covid-19 es una enfermedad extremadamente peligrosa para los ancianos, pero los riesgos para los niños son menores que los de la influenza anual. La mayoría está de acuerdo en que la decisión debe basarse en la ciencia. En lugar de anécdotas o escenarios hipotéticos, debemos examinar los datos científicos de Suecia, el único país occidental que mantuvo las escuelas abiertas durante el apogeo de la pandemia. Este es un principio básico de la ciencia. Si queremos conocer los efectos sobre la salud de alguna exposición, debemos estudiar a los que estuvieron expuestos.

Entonces, en Suecia, ¿estaban los niños en riesgo? ¿Los maestros? ¿Los padres, abuelos y otros miembros de la familia? ¿Qué pasó con la comunidad?

Niños: Suecia tiene 1,8 millones de niños y de entre 1 y 15 años que asistieron a la guardería o la escuela durante la pandemia. Ninguno de ellos murió de covid-19. Dado que la mayoría de los infectados es asintomática o levemente sintomática, se desconoce el número total de infectados, pero el número conocido fue de 468, es decir, uno de cada 4.000 niños. De ellos, ocho fueron hospitalizados en una unidad de cuidados intensivos. Esto significa que, ya sea que las escuelas estén abiertas o no, los niños corren mucho menos riesgo con el covid-19 que con la influenza anual, que en EE.UU. ha matado entre 100 y 200 niños al año desde 2016.

Maestros: El riesgo de morir por covid-19 aumenta con la edad, por lo que los maestros tienen un riesgo más alto que los niños, pero ¿tienen un riesgo elevado en comparación con otros adultos que trabajan? La respuesta es no. Los maestros suecos tenían el mismo riesgo de contraercovid-19que la media de otras profesiones, un riesgo mucho más bajo que, por ejemplo, los trabajadores de restaurantes, taxistas y conductores de autobuses.

Familia: La mayoría de los abuelos se encuentran en la categoría de mayor riesgo, pero ¿tienen un peligro mayor si viven con un nieto que asiste a la escuela? Los mayores de 70 años corren mayor riesgo de contagio si viven con un adulto en edad de trabajar que con alguien de su misma edad, pero con las escuelas suecas abiertas en Suecia las cifras demuestran que el riesgo no aumentaba más si también viven con un niño menor de 16 años.

Comunidad: Si las escuelas impulsaran la transmisión de covid-19 esperaríamos que los maestros tuvieran mayores riesgos que otros adultos, y que los ancianos tuvieran un mayor riesgo si viven con niños. No hay evidencia de eso en Suecia.

En estudios científicos, necesitamos un grupo de control para comparar. En los ejemplos anteriores se comparó a los profesores con otras profesiones, mientras que los ancianos que vivían con niños se compararon con los que no. ¿No necesitamos una comparación también para los niños? Por supuesto. Entonces podemos comparar a Suecia con países que cerraron sus escuelas. Ni siquiera uno de ellos tuvo una menor mortalidad por covid-19 entre los niños en edad escolar.

Los datos de Suecia son una gran noticia para los niños de EE.UU. y otros países, ya que podrían regresar a las escuelas de forma segura para recibir la educación que necesitan. Esto es especialmente importante para los niños de la clase trabajadora, que sufrieron más con las escuelas cerradas. Sin embargo, no todo debería volver a la normalidad.

Mientras mantenía abiertas sus escuelas, Suecia instituyó varias medidas de control de infecciones que otros lugares pueden imitar. Los niños con algún síntoma respiratorio tenían que quedarse en casa y, si los síntomas aparecían en la escuela, los enviaban inmediatamente a su hogar. Esto contrasta radicalmente con Israel, que aceptó a estudiantes enfermos cuando reabrieron sus escuelas en mayo. Las escuelas suecas también aumentaron la limpieza de superficies, el lavado de manos y la enseñanza al aire libre, mientras que prohibieron las reuniones de más de 50 niños. En el lado positivo, ni los niños ni los maestros llevaban máscaras.

¿Significa esto que no habrá infecciones en las escuelas? No. Cuando las escuelas vuelvan a abrir, basados en la experiencia sueca, algunos niños se enfermarán y, con muchas pruebas, también se encontrarán muchos casos asintomáticos. La cuestión no es que podamos evitar que los niños se infecten. El caso es que las consecuencias son menores en comparación con la influenza y otras enfermedades.

Las personas mayores de 60 años tienen un alto riesgo, ya sea que trabajen en una escuela o no, y es de vital importancia que estén protegidas. En lugar de privar a los niños de su educación, es mejor dejar que los maestros mayores trabajen desde casa, ayudando a sus jóvenes colegas a calificar exámenes y ensayos, o brindando tutoría en línea para estudiantes enfermos en casa. Esta es la medida de precaución más importante que pueden tomar las escuelas.

Algunos han propuesto un modelo de escuela híbrida, con una mezcla de aprendizaje en la escuela y a distancia. Algo de enseñanza en la escuela es mejor que nada, pero es una peor opción en términos de control de infecciones. Con la escolarización híbrida, muchos niños no solo tendrán dos sitios potenciales de transmisión -su casa y su escuela,- sino también un tercero con abuelos, vecinos, guarderías, niñeras encargadas de las tareas escolares o quien esté cuidando a los niños en los días que no vayan en la escuela.

Para los niños, las escuelas no solo son importantes por la educación que reciben. La buena educación también es fundamental para la salud física y mental. Mantener las escuelas cerradas tendrá importantes efectos perjudiciales en el bienestar a corto y largo plazo entre los miembros más preciados de nuestra sociedad. La experiencia sueca está claramente a favor de la reapertura de escuelas. Ahora, solo tenemos que ayudar a los políticos y funcionarios escolares a ver la luz.

Fuente: https://cnnespanol.cnn.com/2020/08/20/opinion-abrir-o-no-abrir-las-escuelas-la-experiencia-sueca/

Comparte este contenido:

Libro: Las desigualdades en clave generacional hoy. Las juventudes y las infancias en el escenario latinoamericano y caribeño. (PDF)

Por: CLACSO. 

Liliana Mayer. María Isabel Domínguez. Mariana Jesica Lerchundi. [Compiladoras]

Leticia Cerezo. Liliana Mayer. Pablo A. Vommaro. Miriam Abramovay. Mary García Castro. Ana Paula da Silva. Juan Romero. Elaine Morales. Yeisa B. Sarduy Herrera. Ana Hernández. Ofelia Carolina Díaz. Silvia Guemureman. Eugenia Bianchi. Carolina Ciordia. Mariana Jesica Lerchundi. María Isabel Domínguez. [Autores de Capítulo]
…………………………………………………………………………
Colección Grupos de Trabajo.
ISBN 978-987-722-623-2
CLACSO.
Buenos Aires.
Julio de 2020

*Disponible sólo en versión digital

Cada uno de los capítulos de este libro hace foco en temáticas que iluminan desigualdades sociales, políticas, económicas y culturales de las infancias y juventudes de América Latina y el Caribe. Asimismo, cada uno de los trabajos aborda temáticas generales y transversales que se tensionan en estudios concretos y temáticas particulares. Si bien los trabajos retoman diversos modos de acceso al campo, asumen como espacio común y punto de partida un posicionamiento político y epistemológico, que no solo se evidencia en las descripciones de contexto, sino fundamentalmente en comprender las desigualdades como categoría central para el abordaje transversal de los estudios de infancias y juventudes en ciencias sociales. Pues los investigadores que participamos como coautores de este libro no nos asumimos como analistas neutrales, por el contrario, estamos inmersos en la sociedad desigual y problemáticas que investigamos. Los invitamos a leer este libro y a tramar nuevas preguntas que conduzcan a renovadas respuestas.

De la Presentación de Liliana Mayer, María Isabel Domínguez y Mariana Lerchundi

Fuente de la reseña: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2209&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1404

Link de descarga del libro: Las-desigualdades-en-clave-generacional

Comparte este contenido:
Page 2 of 3
1 2 3