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Abuel@s conectad@s

Por: Liliana Arroyo

Cuando el timbre de las escuelas anuncia el final la jornada de clases, en la puerta hay un montón de abuelos y abuelas esperando con las meriendas a punto para los pequeños hambrientos. Con los datos en la mano, son los grandes canguros de este país, ya que uno de cada cuatro abuelos y abuelas cuida a sus nietos 7 horas diarias, lo equivalente a una jornada laboral. Y especialmente en un país como el nuestro, de estilo mediterráneo y donde el tejido familiar es fundamental para el bienestar de la sociedad. Y los expertos apuntan que ha aumentado tras la crisis: el papel de los abuelos y abuelas abarca mucho más que el mimar y cuidar mientras los progenitores trabajan.

El problema es que aunque son los grandes canguros de este país, todavía cuesta incluirles en el discurso de la comunidad educativa. Generalmente los abuelos y abuelas siguen siendo quienes hacen compañía a los niños, que los vigilan entre el fin de la escuela y el inicio del turno parental. Así que aquí nos proponemos reivindicar su derecho a ser considerados agentes educativos activos, porque a través de su ejemplo son, queriendo o sin querer, referentes. Compartiendo tiempo con ellos los pequeños se empapan de sus puntos de vista, opiniones y actitudes frente al mundo y los demás. De hecho, este cambio de perspectiva es necesario para dejar espacio y reconocimiento a sus capacidades y su empoderamiento. Lo que no quiere decir darles más trabajo, más carga o más responsabilidades, sino que ese tiempo compartido con sus pequeños sea oportunidad de aprendizaje y crecimiento en las dos direcciones.

Y pongamos un ejemplo desde la revolución digital. Si nos plantamos en los debates sobre TIC y educación, ahí sí que los mayores quedan ya absolutamente excluidos por sistema. Solo 1 de cada 10 creen que las nuevas tecnologías sirven para educar. Hasta ahí nos sorprende poco. Para los mayores, las nuevas tecnologías son aquello que entretiene a los nietos, lo que les divierte mientras están físicamente acompañados por los abuelos. Lo mismo que para generaciones anteriores era la tele: encender la caja tonta era desactivar a la criatura. Ahora, algunos viven las tecnologías como una barrera: donde se enciende la tecnología, en el momento de conectar con los dispositivos, es el preciso instante en que se rompe la magia niet@-abuel@. En cierta forma si eligen el cacharro tecnológico, descartan a l@s abuel@s. Porque parece que ambas cosas son irreconciliables o de compatibilidad dudosa. Pero pongámonos un poco de imaginación: ¿y si por un momento situamos a l@s niet@s como alternativa a la brecha digital?

Para los mayores esa grieta entre mundo digital y analógico es un motivo más de desconexión, de separación entre los ritmos del mundo productivo y del que no lo es. Siendo objetivos, biológicamente no hay ninguna barrera para que cambiemos de mayores-canguro a abuel@s conectad@s. Por su simple existencia hoy y aquí son también ciudadanos de la cuarta revolución industrial, tanto como los que han nacido con internet debajo del brazo y un móvil entre sus manos. Dicho de otra forma, tienen el mismo derecho a aprender, a disfrutar y a relacionarse en este nuevo ecosistema que supone internet. Claro está que hay características sociales (como la condición socioeconómica o la clase social) que sitúa a unos más aventajados que otros. Pero en el momento que una mayoría de niños y jóvenes disponen de móvil, hay ahí oportunidades de introducir las nuevas herramientas de comunicación en la vida de los mayores. Y con un pelín más de imaginación, no los ubiquemos sólo como agentes pasivos que se informan o que se comunican con familiares que quizá estén a miles de km. Sinó que también pueden ser productores de contenido, subir cosas, aportar ideas y entrar en conversaciones globales y virtuales.

Porque también existen abuelos youtubers como el malagueño Juan José Cañas, a sus 80. Y poco a poco van apareciendo más casos en todo el mundo. Compartir ideas, batallas, experiencias, recetas o remedios caseros. Sea cual sea el propósito, las nuevas generaciones de abuel@s también pueden estar conectad@s. Y la clave de Juan José Cañas, fueron precisamente sus nietos, los que empezaron a incluirle en sus stories de Instagram (vídeos cortos que desaparecen en un día).

Imaginemos una tarde de juego cualquiera, donde en lugar de coincidir en el espacio tiempo y entretenerse los unos a los otros, cuando se terminan los deberes entran en escena las nuevas tecnologías. Salir a pasear a ritmo de caza de Pokémons, encontrar tesoros escondidos gracias al geocaching o crear una cuenta con fotos de los mejores parques de la ciudad y convertirse en influencers.

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Lo más importante es que en este trabajo en equipo todo el mundo gana. Unos muestran habilidad y atrevimiento sin límites, porque, les decimos, son nativos digitales. Los otros, con años de experiencia a sus espaldas, aunque no sepan con exactitud cómo funciona la economía digital sí cuentan con un buen olfato, un juicio experto y capacidad crítica entrenada durante décadas. Así podemos imaginar las tardes de otra forma, reconocer y abrir un sinfín de posibilidades. Y no hace falta que sea a diario, pero cuando apetezca, dar rienda suelta a que eso también ocurra. Y con aquello de “por los nietos lo que haga falta”, sería fantástico ir achicando cada vez más esa brecha y desmontando la idea de los mayores desconectados con la vitalidad de los youtubers al borde de los 90.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/06/08/abuels-conectads/

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Reseña de Libro: Conexión total .

Los jóvenes y la experiencia social en la era de la comunicación digital

Marcelo Urresti. Joaquín Linne. Diego Basile. [Autores]

ISBN 978-987-1309-18-4
Grupo Editor Universitario. CLACSO.
Buenos Aires.
Julio de 2016

Desde su apertura al acceso público en 1992, internet ha venido creciendo año a año hasta consolidarse de modo definitivo en distintas regiones del mundo incluyendo a nuestro país. Con sus diversas ofertas de información, entretenimiento, encuentro social y comunicación interpersonal, la red despliega un amplísimo abanico de posibilidades que constituyen una tentación ineludible para satisfacer cualquier tipo de curiosidad, desde la más modesta y corriente, hasta la más sofisticada e inusual. Este libro busca aportar elementos que sean significativos para comprender la relación entre las jóvenes generaciones y el vasto universo de las comunicaciones digitales. Para ello se desarrollan distintos temas orientados a tal fin: en primer término, la situación generacional frente a las innovaciones tecnológicas y comunicativas; en segundo lugar, la historia de las tecnologías digitales y sus diversas etapas de evolución hasta el presente; finalmente, las formas en las que los jóvenes de la Ciudad de Buenos Aires -con énfasis en los sectores populares- se apropian de las redes sociales y las utilizan de acuerdo con sus intereses y urgencias más inmediatas.

Fuente: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20160909015844/Conexion-total.pdf
Imagen: http://www.clacso.org.ar/clacso/novedades_editoriales/img_tapas/1173_Tapa.jpg
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Formación de niños investigadores, una innovación educativa desde el aula de clases

10 de febrero de 201/Fuente: .blastingnews.

Desde una efectiva gerencia educativa, el aprendizaje colaborativo e innovaciones tecnológicas

En la actualidad, la educación requiere urgentes cambios debido a que se observa la falta de interés hacia las carreras relacionadas con la ciencia y la producción del conocimiento. Es sabido por todos que el crecimiento científico y tecnológico demanda personas con ciertas habilidades y capacidades. Por consiguiente, la exigencia en la formación de los ciudadanos es una prioridad.

Esta innovación educativa consiste en acceder a la sociedad del conocimiento que revoluciona las modalidades tradicionales de enseñanza- aprendizaje, para incorporar e implementar las transformaciones y cambios que tengan lugar en el campo del conocimiento, la cultura, el deporte, la ciencia y tecnología centradas en el ser humano, democrático, participativo, multiétnico, pluricultural, multilineal en justicia y equidad para contribuir con el desarrollo integral de los niños, colaborando en el proceso de integración a la vida social. Los resultados de la investigación y la propuesta realizada se publicaron en un libro dígital titulado: «#Gerencia educativa efectiva para el aprendizaje colaborativo e innovaciones tecnológicas para la #Formación de niños investigadores«.

El propósito es motivar y orientar la efectiva gerencia para la formación de niños investigadores desde el proceso de la educación primaria, optimizando el potencial creativo de jóvenes críticos y reflexivos a través del aprendizaje colaborativo, contándose con las innovaciones tecnológicas dentro de la complejidad de los cambios que vive la sociedad actual.

La metodología utilizada fueron las técnicas cualitativas de recolección de datos; la observación directa y la entrevista estructurada con base en la categorización de la información que refuerza la validez y la confiabilidad a través de la categorización, contrastación, estructuración y teorización, que permitieron estructurar desde el paradigma fenomenológico, los elementos significantes que conforman la propuesta que se realiza, a través de una aproximación teórica.

El ser humano del siglo XXI requiere una urgente manera de aprender y enseñar usando las innovaciones tecnológicas e incorporarlas en el aula de clase. La escuela no puede seguir a espaldas de la realidad que vive el niño en el hogar y en la sociedad. Otro aspecto relevante, es aprender a trabajar en equipo, porque se sabe que no podemos aislarnos en la construcción del conocimiento. Lo contrario nos formaría como seres competitivos y no como productores de conocimientos. Objetivo principal de la propuesta, romper con viejos paradigmas y plantear un cognoscente con necesidades distintas que deben ser atendidas desde el aula de clase.

También, enfocar las actividades cotidianas del aula de clase desde otra perspectiva como se concibe en la escuela tradicional, de entender al estudiante como repetidor de conocimiento y considerarlo un recipiente vacío. Lo contrario, se plantea un estudiante responsable, observador, que debe desarrollar capacidades para la construcción y producción del conocimiento de manera colaborativa. #Innovaciones educativas.

Fuente: http://es.blastingnews.com/sociedad/2017/01/formacion-de-ninos-investigadores-una-innovacion-educativa-desde-el-aula-de-clases-001391369.html

Imagen: https://encrypted-tbn2.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcTClEi33yiJIrJ5coq6fkIvdfnU3If50mdGyw4-ddB_ZR79SRcrlw

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Ciencia y público

Por Elsa Beatríz Acevedo

«La ciencia y la tecnología no han podido salir de sus dominios virtualmente aislados, donde pequeñas elites de intelectuales se comunican entre iguales y permanecen separados del resto de la sociedad por la barrera de lenguajes herméticos y conceptos fríos».
Colciencias

En los estudios de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación (CTS+I) la relación entre ciencia y público ofrece un excelente campo tanto de investigación como de acción interdisciplinaria. En este sentido, la divulgación científica representa un canal dinamizador favorable a la comprensión pública de la ciencia.

Su importancia radica en la posibilidad de convertir los resultados de la investigación en agregados sociales tendientes a la aprehensión social de la tecnociencia y su acertada valoración.

De la misma manera, en las circunstancias actuales frente al desarrollo ilimitado del conocimiento, la divulgación de la ciencia se convierte en parte sustancial de la necesaria democratización del conocimiento en las sociedades modernas.

Los cambios en la atmósfera de las comunicaciones científicas y tecnológicas obedecen a las crecientes demandas sociales sobre las mismas. Y no obstante persista un alto nivel de analfabetismo científico en países como Colombia, es imposible desconocer que la tecnociencia invade todos los espacios de nuestra vida, acelerando tanto el interés como las demandas sociales sobre la misma.

En tales circunstancias, la divulgación científica representa un importante agente informador-formador que nutre y a su vez se nutre del proceso de popularización del conocimiento. Ambos responden a dinámicas diferenciadas; la información puede ser en determinados casos, más ágil depositando en el receptor una serie de mensajes sin entrar a profundizar en cada uno de ellos.

Por su parte, la formación además de un proceso interactivo entre el científico y el público a través del «aprendizaje no formal», implica la valoración de contenidos tecnocientíficos a través de su apropiación social, demostrando con ello la importancia de la participación pública en materia de ciencia y tecnología en la sociedad actual.

En otras palabras, una cosa es un público informado y otra diferente uno formado, en este último caso, es posible hablar de alfabetización científica sostenida. Porque, un público formado en materia científica, es aquel que maneja, comprende y puede traducir códigos culturales diferentes, que le permiten asumir actitudes valorativas con relación a la evolución del conocimiento. La elevación de la cultura científica permite a su vez la participación pública en materia de ciencia y tecnología.

Mientras que la información contiene un margen de especulación, la formación exige un nivel de conocimiento acertado, que permite argumentar, sustentar, discutir, disentir basado en presupuestos sólidos, acerca de aspectos tecnocientíficos. Una persona puede estar informada sobre la clonación de manera general, pero el proceso científico implícito en la misma, sólo puede ser comprendido y asimilado por un tipo de público específico: el público formado, dentro de una cultura y una educación científica.

La educación científica es presupuesto fundamental para la divulgación de la ciencia, actuando como puente entre el laboratorio o centro de innovación tecnológica y la sociedad. En ese sentido, los juicios valorativos son extremadamente delicados debiendo ser emitidos por personal idóneo. Cualquier improvisación puede poner en entredicho el prestigio de un científico o de un centro de investigación.

Recordando una vieja polémica científica relativa a la vacuna contra la malaria del doctor Manuel Elkin Patarroyo, los doctores Eduardo Posada Flórez y Nohora Elizabeth Hoyos T. afirman que «El deber de los medios es mantener a la opinión correctamente informada de los avances que tienen lugar, desde una posición objetiva y serena, sin caer en la actitud que en el pasado los llevó a ensalzar y hoy los conduce, tan a la ligera, a condenar».(2)

Es importante además que la divulgación científica sirva de estímulo a la ciencia nacional, exaltando la producción de conocimientos, de beneficio generalizado así como el desarrollo de un pensamiento tecnocientífico endógeno. En este sentido, debe reconocer en el capital científico un agente social de cambio en la superación de los problemas que acompañan a la sociedades emergentes. De ahí la urgencia de una ciencia comprometida con el desarrollo democrático de la sociedad colombiana.

En el desarrollo y consolidación de una divulgación científica, capaz de cambiar la visión aislada que tradicionalmente se ha tenido sobre la ciencia, influyen numerosos factores; en el caso concreto de Colombia, la guerra y sus secuelas económicas, sociales, culturales, ambientales, políticas, obligan a una reflexión contextualizada de la misma. Esto implica un ejercicio de pertinencia y pertenencia, además de calidad, ética y profesionalismo.

A su vez el conocimiento ejerce sobre el periodista una exigencia concreta, que le obliga a documentarse constantemente sobre su evolución. En estas condiciones el proceso de información termina necesariamente en una fase formadora sobre la tecnociencia, por parte de los mismos divulgadores.

Sobre ciencia y público sería prácticamente ilimitado hablar, puesto que implica tanto espacios como actores diferentes. Es posible hacerlo desde el ámbito de los científicos del público, o desde el mismo divulgador de la ciencia pero, lo más conveniente es involucrarlos a todos, dependiendo de la comprensión social que se tenga por parte de los mismos sobre el valor social, económico, cultural y político de la ciencia contemporánea.

De todas formas, la sociedad debe conocer, comprender y ver en la ciencia y en las innovaciones tecnológicas procesos sociales que pueden mejorar sostenidamente sus condiciones de vida. De ahí la importancia de su apropiación, mediante una divulgación, seria, sencilla, veraz y objetiva. En tal sentido, las publicaciones y todo el mecanismo implícito en las actividades vinculadas con esta actividad, representan canales tan informativos como formativos muy importantes en el proceso de democratización y popularización del conocimiento.

La divulgación debe propiciar la formación de una mentalidad nueva, de apertura hacia horizontes científicos de vanguardia. Para lograrlo, según la periodista argentina, Amalia Dellamea, es indispensable realizar una revisión de nuestros modelos mentales.

Por su parte, las preguntas y respuestas que se manejen desde el campo divulgativo, deben estar necesariamente acompañadas por la visión y explicación del científico en términos sencillos. El empleo y más que ello la apropiación de un lenguaje de fácil comprensión es fundamental para el divulgador, no sea que por utilizar una terminología para él mismo incomprensible termine confundiendo a la opinión pública. Por esta razón la corrección del texto definitivo de un trabajo de divulgación científica, necesariamente debe ser realizada por el científico.

De esta manera la ciencia dejará de generar resistencia en el público, transformando la misma en parte sustancial de la vida cotidiana, sólo así podemos hablar de popularización de la ciencia, no como un concepto de moda sino como el efecto educador de una actividad en la cual se comprometen científicos y divulgadores. Abriendo de esta forma espacios propicios para la participación pública en ciencia y tecnología.

Es prácticamente imposible hablar de participación pública, procesos de popularización, democratización de la tecnociencia, sin tener en cuenta la divulgación científica, como agente dinamizador – transmisor de conocimientos «socialmente útiles».

En consecuencia, en momentos en que la sociedad aprecia y valora lo que le proporciona bienestar la divulgación científica representa un mecanismo tanto de socialización como de aprendizaje.

Posiblemente sea esta la razón por la cual, tengan gran aceptación los temas de salud, motivando la participación pública. Mientras sucede todo lo contrario en el caso de las armas tecnológicamente avanzadas, no obstante que de su aplicación dependa mucho más que un buen estado de salud; como lo es el de la vida misma y la del entorno natural de nuestra civilización.

Por su parte, la cobertura de la divulgación científica, merece ser dimensionada en su contexto social, variando sustancialmente de una sociedad a otra, en correspondencia con el nivel de información-formación de su población. No es lo mismo en Colombia, un país que ocupa uno de los últimos lugares en la producción de conocimientos del planeta. Situación que contrasta con el desarrollo científico de un país como Cuba, el cual ha venido construyendo una interesante versión de «sociedad del conocimiento» con una visión endógena de la misma, que vale la pena estudiar.

De todos es sabido que este pequeño país, que ha tenido que sobrevivir a más de 40 años de bloqueo, se perfila como una potencia científica en América Latina, representado a través de un alto número de grupos, centros de investigación y desarrollo, programas de posgrado y un ambiente cultural muy favorable al desarrollo tecnocientífico.

Cuba tiene establecidas y consolidadas numerosas redes de conocimiento y muy arraigado en su población el valor de los mismos en el proceso de desarrollo de su mayor potencial endógeno: el capital humano altamente calificado. Es suficiente visitar el portal de la ciencia cubana (www.cubaciencia.cu) para darse cuenta que en ese país, el desarrollo de la tecnociencia es política del Estado y por lo tanto estrategia social de desarrollo prospectivo.

El alto nivel científico de su educación, coloca a Cuba como un interesante paradigma educativo para otras sociedades en desarrollo y subdesarrolladas.

En cuanto a la divulgación científica se refiere, su prensa tanto hablada como escrita, publica continuamente los últimos avances de la ciencia nacional, exaltando la endogenización de la misma, así como de los diferentes procesos tecnológicos. Además Cuba supera a muchos países en materia de eventos de carácter científico, con una programación planificada a varios años.

La comprensión y participación pública en ciencia y tecnología, obedece a un cambio de mentalidad de la población de la isla reflejada, en una actitud favorable y abierta hacia las fronteras del conocimiento. «Los signos distintivos del funcionamiento de la ciencia y la tecnología en Cuba están la integración, la colaboración y la participación pública en esas actividades. Esos rasgos transparentan las particulares interrelaciones entre la ciencia, la política y los valores que caracterizan el contexto cubano»(3)

Volviendo nuevamente al caso colombiano, la visión del nuevo periodismo científico en condiciones tan difíciles como las que enfrenta nuestra sociedad, amerita una reflexión interdisciplinaria, comprometiendo a los sectores involucrados en la producción de conocimientos, en las diferentes regiones del país.

Ahora bien, tanto se ha hablado del divorcio entre las dos culturas: la humanista y la técnica, que es factible aplicar el mismo concepto de ruptura entre la cultura periodística y la científica. Situación que enfrenta al periodista con el ambiente de presión, implícito en la atmósfera noticiosa. Todo ello agravado por el peso «de lo que es » y «no es» prioridad noticiosa implícita en los criterios de comercialización que prevalecen en el medio periodístico.

En tales circunstancias nos preguntamos; cómo hacer de la ciencia una meganoticia de impacto generalizado? Cuál debe ser su contenido? Debe retratar necesariamente los efectos perversos de la tecnociencia o por el contrario su solución a graves problemas de la humanidad?

Indudablemente se trata de un debate complejo, que induce a caer en la crítica del mercado informativo. Tomemos como ejemplo el caso colombiano, cuyo frente noticioso necesariamente se identifica con el de guerra, las masacres, el narcotráfico, las voladuras a las torres eléctricas y los efectos sobre la población civil del terrorismo. En tales circunstancias, es interesante analizar el impacto que puede tener en la opinión pública una información relativa a los resultados investigativos sobre la caña de azúcar, o los avances en materia de cirugía cardiovascular.

De la misma manera, es preocupante observar el impacto e interés que despiertan en el público algunas noticias sensacionalistas, como en el caso de la información sobre el nacimiento de un ternero con dos cabezas, fenómeno presentado como si se tratara de un castigo divino, y no como una malformación genética. En este sentido la noticia es de primera plana, preferiblemente acompañada de fotos impactantes que atraen inmediatamente la atención de los desprevenidos transeúntes, que terminan llevando a sus hogares un material noticioso que causará efectos negativos.

De la misma manera, sobre la astronomía un campo que se presta tanto para la popularización científica, en algunas oportunidades se prefiere acudir a especulaciones sobre el posible choque de un asteroide contra la Tierra, obviando la belleza ilimitada del universo y sus posibilidades futuras para la humanidad.

La realidad es que existen noticias que «se venden» por sí solas, mientras otras difícilmente se pueden publicar en las páginas interiores de los diarios. De otra parte, el público no se encuentra lo suficientemente educado para recibir la información científica, sencillamente porque sus prioridades son otras como la guerra, la política, la corrupción o las noticias de farándula.

Por esta razón se dejan escapar noticias verdaderamente importantes que ocurren diariamente en los laboratorios y centros de investigación, muchas veces, por desconocimiento, ausencia de claridad conceptual e imposibilidad de abordar al científico con el fin de obtener lo que en otras realidades sociales podría catalogarse como una excelente información noticiosa.

En algunas oportunidades, para el comunicador resulta más fácil exaltar a un personaje de la vida pública, que a un científico cuya nota periodística exige un referente de gran madurez, conceptualización, formación y sobre todo de alfabetización científica de parte del reportero. Por esta razón nuestro desarrollo científico se encuentra lleno de hombres de ciencia desconocidos, esperando el reconocimiento social e institucional que su labor amerita. En tales condiciones la política de estímulos a la ciencia compromete seriamente su divulgación.

El perfil de un científico, manejado adecuadamente, indudablemente produce un efecto favorable en la sociedad. Una crónica de laboratorio combinada con una imagen de la trayectoria del científico, logra excelente impacto en la opinión, lo cual resulta especialmente benéfico para la juventud despertando futuras vocaciones investigativas. Fomentado así un «efecto demostración» favorable al desarrollo de la ciencia.

En medio de un ambiente sostenido de alfabetización científica el divulgador debe actuar además, como el traductor del lenguaje de la ciencia y la tecnología para toda la sociedad, y como es imposible traducir de un idioma desconocido, es por ello que aún tenemos serias fallas en el acercamiento entre ciencia y público.

Además, debemos reconocer que aún existe cierta resistencia entre científicos y periodistas; el científico desconfía del periodista o mejor aún de la forma y el contenido de su nota periodística. En el periodista, por su parte, hay cierto temor y reverencia hacia los científicos, ellos también han sido formados en un medio en que el científico es visto como un personaje excéntrico, alejado del mundo y con un manejo incomprensible del lenguaje. Esto hace imprescindible el acercamiento entre ambos.

Ahora bien, quién debe dar el primer paso? El científico debe buscar literalmente al divulgador para contarle sobre sus investigaciones o a la inversa? La verdad es que debe haber un acercamiento en ambos sentidos, traducido en un conversatorio y contacto humano previos a la redacción de la nota científica. Más que un simple encuentro, lo que debe existir es una aproximación humana de beneficio mutuo, a través de la sensibilización que produce tanto entregar como recibir información, con todo el conocimiento y la responsabilidad implícita en la misma.

Además es imposible negar que mediante el ejercicio de reportería, el divulgador se está educando, se va formando, adquiriendo una valoración social diferente de la ciencia, que antes no tenía, esto implica una apreciación muy valiosa para la acumulación y reproducción de conocimientos.

En esta dinámica de aproximación se rompen códigos, se aprende a conceptualizar de una manera diferente, elevando la calidad de la información, se socializa y se educa; el periodista por parte del científico y el público a través de la traducción del divulgador científico.

La ciencia no admite tergiversaciones, tampoco es inmune a las mismas. Desafortunadamente el lenguaje científico sigue siendo muy complicado para la mayoría de la sociedad, de ahí la necesidad de una lectura «popular» a los códigos distintivos del quehacer científico.

Es entonces, cuando la alfabetización científica y tecnológica debe entrar como parte sustancial de la formación integral en las facultades de periodismo y de comunicación social, a través de la institucionalización de la cátedra de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación, (CTS+I) ofreciendo un punto de equilibrio entre el mundo social y el mundo del conocimiento.

La divulgación científica como parte importante de los estudios de CTS+I representa hoy un valioso campo de trabajo interdisciplinar. Máxime en el momento actual cuando el impacto de la ciencia y la tecnología invade la vida cotidiana de todos nosotros. Por tal razón, el divulgador no deber generar falsas expectativas y menos sembrar temores infundados sobre ambas. Es aquí donde aflora un tema de especial relevancia; la ética periodística.

Divulgar la ciencia sin acudir al mínimo de la complejidad de sus códigos, lenguaje y categorías, sólo logra el efecto contrario a su popularización y por ende a la participación y democratización de la misma. Esto significa que para entender la ciencia, es necesario realizar un ejercicio de «reconversión lingüística» basado en la apropiación conceptual de los contenidos de la tecnociencia. Lo cual a su vez implica un proceso de educación y familiarización con su nomenclatura específica y sus beneficios sociales, acompañado de una reflexión crítica sobre sus efectos y un sentido de alerta sobre su impacto negativo.

El temor hacia la tecnociencia debe dar paso al interés por la misma. Sólo así es posible valorar su impacto sobre la sociedad y la naturaleza. Es mejor fomentar una curiosidad sana, acompañada por el afán de investigar, conocer y aprender, que una visión apocalíptica de la misma.

Se trata de ampliar su cobertura social y en este sentido el divulgador tiene una enorme responsabilidad. Porque hacer que un artículo de biología molecular interese además de los biólogos, a los abogados, artistas, historiadores, así como al público en general, no es tarea nada fácil. Por lo cual es necesario presentar claramente sus niveles de impacto, tanto positivo como negativo, retratando objetivamente sus diferentes campos de acción.

En tales condiciones, además de la función informativa, formativa, educativa e ideológica, a la divulgación científica le es inherente, una profunda dimensión cultural y valorativa. Por lo demás, calificar qué es y qué no es una nota científica, es trabajo de divulgadores y científicos sobre quienes recae la enorme responsabilidad de ser formadores de una escuela de pensamiento científico que nutre y se nutre de los diferentes espacios del mismo quehacer, a través de una dinámica interactiva permanente.

El periodismo científico nos ayuda a capturar y a familiarizarnos con la ciencia, exigiendo del divulgador una gran diversificación, que lo capacita para hablar hoy de biotecnología vegetal, mañana de transgénicos, SIDA, clonación, ingeniería espacial, investigaciones sobre violencia, paz y convivencia, entre otras.

Además debe ser generador de nuevas noticias, eso implica una vocación investigativa permanente, para no decir lo que otros han dicho sino por el contrario, ser innovativo y creativo, despertando conciencia crítica y una evaluación social estratégica de los resultados de la tecnociencia.

La divulgación tecnocientífica tiene además el deber de informar equilibradamente sobre los logros de la ciencia nacional a la par con los desarrollos de la misma a nivel mundial. De su trabajo depende en gran medida el reconocimiento social de nuestras comunidades científicas.

Así como hablamos de investigación competitiva también es posible hablar de un periodismo científico competitivo, en un momento en que la divulgación de la ciencia gana importantes espacios en otros países. Y para el caso colombiano ayudaría a cambiar la mala imagen que tenemos y la onerosa estigmatización a la cual se nos somete en el exterior.

Es hora de repensar y más que eso, reconstruir nuestra imagen basada en un prototipo de sociedad muy diferente a la real; la de un país con un valioso capital humano disperso por toda su geografía nacional, sobreviviendo en la mayoría de los casos, a un ambiente adverso al desarrollo del conocimiento.

Existe un semillero de investigadores anónimos y otro de divulgadores que con una debida formación en periodismo científico, y en los contenidos de CTS+I, es mucho lo que podrían hacer en el proceso de democratización de la ciencia en nuestro país. Porque ciencia y público, son partes de un todo y en modo alguno representan mundos diferentes, la tarea de la divulgación en tal sentido, es acercar ambos espacios para fortalecer la cultura científica nacional, a través de la formación de una opinión pública favorable al desarrollo de la tecnociencia.

Cuando nuestra sociedad aprenda a pensar científicamente, con seguridad seremos un país con mejor futuro. Aún es mucho el camino por recorrer, en el mismo la educación debe desempeñar una gran labor, tal y como lo están haciendo los estudios de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación CTS+I que con el apoyo de Colciencias y de la Organización de Estados Iberoamericanos OEI, se empiezan a desarrollar en el ambiente académico nacional.

La ciencia como institución social, requiere además de una serie de fortalezas científico tecnológicas, de un cuerpo de divulgadores capaz de traducir, popularizar y transmitir los resultados de la misma a la sociedad. Este es el resultado de un largo proceso educativo sobre el valor estratégico del conocimiento en una sociedad emergente, en donde el uso y el abuso de la tecnociencia sean debidamente dimensionados.

Por lo demás es posible afirmar que la ciencia puede tener diferentes lecturas, en correspondencia con la formación del público receptor; para los científicos una, para el periodista y la sociedad otra. No obstante una nota científica no puede estar sujeta al juego de la espontaneidad y mucho menos al de la emotividad. Los elementos de juicio subjetivo deben ser eliminados, pues su efecto nocivo puede contaminar la visión de la ciencia así como la misión de los recursos humanos dedicados a la misma.

La divulgación de la ciencia, ofrece un espacio de reflexión y aprendizaje especialmente valioso para la sociedad y al aproximarse la misma al conocimiento se acerca al desarrollo humano integral. De ahí la importancia de dotar al divulgador de una visión humanista de la tecnociencia, pues de nada le vale conocer una serie de tecnicismos si desconoce el sustrato social bajo el cual se hace la ciencia.

Más allá de la publicación debe existir un agregado valorativo implícito en la formación del divulgador. Por tal razón, enfatizamos en la importancia de la formación humana integral, tan contextualizada como comprometida por parte de los periodistas.

De la misma manera es necesario evitar caer en extremos llegando a considerar al periodista como un “experto” en determinada área investigativa. La celeridad con que transcurre el conocimiento en el mundo contemporáneo es tal, que ni siquiera el mismo científico se considera a sí mismo un experto. La terminología y las categorizaciones son extremadamente delicadas y hay que ser muy cuidadosos con respecto a las mismas.

Sabemos que el divulgador reproduce una realidad, para nuestro caso representada en el panorama de la ciencia y la tecnología, en un contexto crítico de subdesarrollo. De otra parte, el mundo no se encierra en un laboratorio, existe toda una representación contextual, bajo la cual debe ser retratada la imagen de la ciencia y para el caso nuestro, es menester que el divulgador además de manejar los principios éticos y profesionales, conozca la realidad económica, política, social y cultural bajo la cual se “produce” nuestro aporte a la ciencia contemporánea.

Resumiendo, entre la ciencia y la sociedad existe un gran vacío, un espacio que debe ser necesariamente llenado por la educación científica y la apropiación de la misma por parte de nuestra sociedad. Un espacio comunicativo, cuyo discurso aún debemos construir, en el cual la divulgación científica debe entrar a convocar a la sociedad en general alrededor de la urgente necesidad de convertir la ciencia y la tecnología en grandes propósitos nacionales con alto grado de contenido social. De no hacerlo, sobrevendrá un vacío comunicativo que aislará peligrosamente a la ciencia de las fronteras sociales.

Bibliografía

DELLAMEA, Amalia Beatriz; BERNAL, Julio; RIATO, María Cristina. Espacios Imaginarios y representaciones. La divulgación científica y tecnológica en diarios argentinos de cobertura nacional. http://www.campus-oei.org/salactsi/dellamea2.htm

DELLAMEA, Amalia Beatriz. Estrategias de enseñanza y formación de recursos humanos en divulgación. Algunas observaciones críticas. http://www.campus-oei.org/salactsi/dellamea1.htm

DELLAMEA, Amalia Beatriz. La formación de divulgadores y periodistas científicos en la Argentina. http://www.campus-oei.org/salactsi/dellamea3.htm

DELLAMEA, Amalia Beatriz. La formación de divulgadores y democratizadores de la ciencia y la tecnología: Un desafío para los países en desarrollo. http://www.campus-oei.org/salactsi/dellamea5.htm

Revista Innovación y Ciencia Volumen V. No. 4. 1996.

Revista Colombia Ciencia y Tecnología Vol. 11. No. 2. Abril – junio 1993.

Revista Colombia Ciencia y Tecnología Vol. 11. No. 4. Octubre – diciembre 1993.

DUQUE SOTO, Álvaro. Muchos “doptores” y poco doctorado. Periódico El Tiempo. Domingo 17 de febrero de 2002. P. 2 – 15.

Cuba. Amanecer del Tercer Milenio. Ciencia, Sociedad y Tecnología. Coordinador. Editor Fidel Castro Díaz – Balart. Editorial Debate. Madrid 2002. P. 180.

MARTÍNEZ, Eduardo y FLÓREZ, Jorge. La popularización de la Ciencia y la Tecnología. Fondo de Cultura Económica. México D.F. 1997.

Notas

(1) Profesora Titulad del Departamento de Humanidades e Idiomas de la Universidad Tecnológica de Pereira. Prereira, Risaralda, Colombia. Miembro de la Cátedra Colombia de CTS+I de la OEI.

(2) Posada Flórez y Nohora Elizabeth Hoyos T. Comentarios inmediatistas? Revista Innovación y Ciencia. Volumen V No. 4. 1996 P. 7. Bogotá, Colombia.

(3) Núñez Jover, Jorge. Filosofía y Estudios Sociales de la Ciencia. En Cuba. Amanecer del tercer milenio. Editorial debate. Madrid 2002. P. 180.

Fuente: http://www.oei.es/historico/salactsi/elsa5.htm

Imagen tomada de: http://www.condistintosacentos.com/wp-content/uploads/2014/07/ciencia-polc3adtica.jpg

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Innovación tecnológica, economía y sociedad: una reflexión necesaria para CTS

Por Elsa Beatriz Acevedo Pineda

Resumen «La innovación es social porque impacta a la sociedad, genéricamente hablando, es decir, satisface necesidades de grupos humanos, soluciona con su participación, problemas que inciden en el mejoramiento de su situación, condición y calidad de vida, o al menos crea las condiciones favorables para el logro de estos propósitos.»
José Lázaro Hernández Gil

Con el fin de implementar una visión integral sobre la tecnociencia, me propongo presentar una reflexión social, acerca de las interacciones entre innovación tecnológica, desarrollo económico y sociedad. Para ello parto de un enfoque humanista, basado en los Estudios Sociales de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación CTSI. Pretendo demostrar que la innovación, antes que tecnológica, es social y por lo tanto cultural. Además de que la dimensión CTSI, valora más allá de los aspectos productivos, tangibles y cuantificables, los valores intangibles implícitos en el desarrollo tecnocientífico. Se exige, por lo tanto, un cambio de mentalidad basado en la conciencia crítica, sobre el significado socio cultural del desarrollo tecnológico moderno. Este significado incluye acciones, intenciones, creencias y valores, en un momento en que la innovación representa un tema importante de investigación en las ciencias sociales.

Innovación tecnológica, economía y sociedad: una reflexión necesaria para CTS

Para comenzar, es conveniente recordar que vivimos en una época donde el saber y el poder, conforman una estrecha relación de amplias implicaciones, tanto en las geoestrategias mundiales, como en la magnitud del desarrollo científico moderno, acompañado de innovaciones tecnológicas a gran escala. Lo anterior hace imposible trazar líneas divisorias, entre producción científica e innovaciones tecnológicas. En ese sentido, la tecnociencia aparece como causa y efecto multiplicador de nuevos conocimientos, que moldea la sociedad e impacta sus demandas sociales.

El conocimiento implica a su vez una construcción socio cultural, revestida de características particulares, máxime en las circunstancias predominantes a nivel mundial. Estas circunstancias destacan por la ruptura ética y legal en el manejo del poderío tecnocientífico, en medio de una globalización ampliamente recolonizante, así como de la más compleja e inmoral de las conexiones entre dominación, exterminio masivo y desarrollo tecnológico.

Debemos ser conscientes de los riesgos actuales, derivados de una tecnociencia, que se aplica en los escenarios de la guerra antes que en la construcción de paz, equidad y desarrollo humano sostenido. Y se aplica en momentos en que la tendencia bélica militar, involucra extensas zonas geográficas del planeta, amenazadas por muchos años, bajo el poder destructivo de un aparato científico y tecnológico militar, que ha demostrado no tener límites ni fronteras, y menos conciencia y principios humanistas.

Por otra parte, por razones difíciles de explicar en el marco del presente trabajo, en Colombia no existe aún la suficiente claridad, sobre las relaciones entre innovación tecnológica, competitividad, crecimiento, desarrollo, calidad, excelencia, impacto social, cultural y ambiental.

Posiblemente ello obedece a la falta de comprensión acerca de la esencia de la innovación tecnológica, la que además de factores económicos, comprende elementos de alta complejidad socio cultural. Por esta razón, resulta difícil asimilar su dinámica transversal e interactiva, en un medio en el que la formación en Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación, adolece de graves deficiencias interdisciplinarias, así como de apoyo institucional.

En este orden de ideas, es usual encontrar visiones tecnocráticas, que subestiman la magnitud de la integración entre Ciencia, Tecnología, Sociedad, Valores, Cultura y Humanismo, centrando su discurso en factores meramente cuantitativos, de implícita pobreza conceptual y contextual. Tal vez sea ésta la razón, de la ausencia de una adecuada comprensión de la conexión entre desarrollo tecnocientífico y exigencias sociales, culturales y ambientales.

Esta situación se presenta cuando las innovaciones tecnológicas no se perciben como productos sociales, que vuelven a la comunidad después de todo el ciclo tecnológico, transformadas y ejerciendo un impacto tan generalizado como diferenciado. Por esta razón resulta desacertado considerar a la sociedad, como «usuaria pasiva» de las mismas, porque es imposible obviar su determinante rol, en su gestación y desarrollo, ya que representar el núcleo de todo el avance tecnocientífico, y pone de nuevo al rojo vivo el eterno debate, sobre el modelo de desarrollo que más conviene, así como el de la clase de ciencia y tecnología apropiadas para nuestros países.

Por este motivo, remarcamos la interacción existente entre procesos tecnológicos y contextos socioculturales. En donde la visión de la sociedad frente a los diferentes cambios tecnológicos, no puede verse como si se tratara de un agente pasivo, frente a su impacto y socialización, así como en lo referente a su creación, difusión y aplicación. Especialmente en la época actual, ante la dimensión de la carrera tecnológica mundial, exige una participación pública, comprometida con respecto al impacto que la misma genera en realidades sociales, tan controvertidas como las de América Latina.

La participación pública relacionada con el rumbo del desarrollo tecnocientífico, es cada vez más relevante, en un momento en que la figura constitucional del referendo, se populariza en nuestros países, como mecanismo de voluntad democrática. No está lejos entonces, el día en que debamos acudir al referendo, para conocer y valorar la opinión de la comunidad, en aspectos tan sensibles como las fumigaciones con glifosato o la compra de más tecnología bélica, en países con tan altos índices de miseria cuyas necesidades básicas aún están lejos de ser satisfechas. Ciencia y tecnología son bienes sociales, y es la misma sociedad la llamada a tener una participación cada vez más activa y comprometida con su desarrollo e impacto generalizado.

Pero una sociedad desinformada y con bajo nivel de formación científica, no está capacitada para realizar un ejercicio democrático en tal sentido. Es necesario entonces fortalecer la educación en CTSI y con ella la alfabetización científica y tecnológica, que tanta falta hace en sociedades caracterizadas por altos índices de marginalidad, indiferencia y falta de compromiso frente a la misma. En otras palabras, el estímulo a la divulgación científica, a través de una dinámica formadora-informadora es de carácter urgente, porque la participación pública, implica que la comunidad juzgue y valore, para lo cual debe estar tan informada como formada.

Ahora bien, que la participación pública sea política o no, es tema de otro debate, pero debe quedar claro que al final de todo el camino, lo que se espera es precisamente una decisión política, sobre el modelo de desarrollo de la ciencia y la tecnología. Curiosamente vemos a futbolistas, actrices, humoristas y reinas de belleza, que participan activamente en los diferentes órganos de poder público, mientras que la representación científica brilla por su ausencia, y son los mismos consultores de excelencia en diferentes temas de interés nacional; como por ejemplo el caso de la construcción de la red vial en Bogotá, del transporte público en la capital del país. Conflicto de amplio matiz político, sobre el tipo de tecnología que se debe aplicar, consideran en primer orden sus altos costos sociales, tema que parece a preocupar muy pocos.

Los conceptos argumentales implícitos en la alfabetización tecnocientífica, cobran marcada dimensión de contexto, especialmente en circunstancias tan críticas como las de Colombia, en donde la lectura del desarrollo científico y tecnológico está muy diferenciada de otras realidades continentales.

Por su parte, en las interacciones entre innovación tecnológica, economía y sociedad, es necesario establecer prioridades, que no pueden ser otras diferentes a las de ubicar a la sociedad en calidad de gestora y receptora del avance científico y tecnológico contemporáneo. En este orden de ideas, en América Latina necesitamos un desarrollo tecnocientífico que en la medida en que fomente el crecimiento, fortalezca la equidad social.

Es importante además, no caer en extremos, al punto de divinizar el papel de las decisiones tecnocráticas, tan de moda en nuestro tiempo, cuyos efectos ya dejan mucho que desear a nivel mundial. Por lo tanto elegir una vía auténtica en materia de decisiones tecnocientíficas para nuestra sociedad, resulta hoy tarea prioritaria que compromete a todos, resaltando la participación de la comunidad en las mismas.

En América Latina, el tema del desarrollo tecnológico endógeno, adquiere amplio matiz ideológico, ello se debe a la profunda crisis estructural, derivada de un modelo fallido de desarrollo, que obliga necesariamente a buscar en la tecnociencia, un valioso apoyo en la consecución de la paz social, como ingrediente fundamental para la construcción de un modelo de desarrollo humanista.

La aceptación social, de las innovaciones tecnológicas, se encuentra a la vez vinculada a sus beneficios, así como a la posibilidad de garantizar un mejora sostenida de la calidad de vida.

Así, el impacto social de las innovaciones tecnológicas, medido sólo en términos de mercado, no deja de ser un tremendo desacierto, especialmente cuando hablamos de nuestra realidad nacional, claro resultado del constante deterioro en los términos de intercambio, que acompaña y «legitima» nuestra participación en la economía mundial.

En tales circunstancias, la dinámica del mercado tecnológico latinoamericano, debe ser necesariamente analizada dentro de sus marcos socio culturales, acompañada de una visión endógena, muy original y con elevado índice de participación pública, garantía de la democracia en sus decisiones.

Porque una innovación tecnológica amarrada a las políticas de mercado, tal y como se concibe en el mundo industrializado, no se puede aplicar «receta en mano» en países como Colombia, donde el peso de la guerra y del subdesarrollo es tan agobiante, como lo son nuestras limitaciones para superar pacíficamente las mismas. Por esta razón debemos dinamizar la enorme capacidad científica y tecnológica nacional pero con un verdadero enfoque humanista.

Tampoco podemos olvidar que las innovaciones van de la mano del desarrollo del conocimiento socialmente apropiado, aspecto en el cual nuestro país tiene una enorme deuda por saldar. No obstante si priorizamos las urgencias sociales, debemos empezar por fomentar nuevos y contextualizados Sistemas Sociales de Innovación, a nivel de cada región, encaminados a fortalecer el Sistema Nacional de Innovación.

De la misma manera, el sector empresarial necesita una profunda endogenización de sus estrategias, en donde las exigencias en materia de innovaciones tecnológicas, a través de las Empresas de Clase Mundial, se basen en modernas prácticas de innovación y gerencia socio ambiental. Para lograrlo es importante trabajar en un intenso proceso de alfabetización en ciencia y tecnología de este sector, teniendo en cuenta que el mismo debe liderar importantes procesos de inserción internacional, para lo cual se debe establecer una alianza estratégica con las comunidades científicas.

De lo anterior se desprende la necesidad de diseñar una estrategia orientada a crear «empresas que aprenden». Estas empresas deben concebirse como agentes vinculados a las demandas sociales, culturales y ambientales de cada región.

En circunstancias tan especiales como las de nuestro país es importante construir un nuevo ideario cultural endógeno, basado en el estilo de competencias que mire de adentro hacia fuera, y reconozca nuestro enorme potencial que tenemos aún sin explorar. Hay que impedir que la sombra de la guerra, nos impacte hasta el punto de olvidar o lo que es peor, de perder la esperanza de construir alternativas sociales viables de desarrollo. Por tal razón, cobra vigencia la propuesta humanista, científica, tecnológica, social, cultural y ambiental de desarrollo.

La capacidad de relacionar las innovaciones tecnológicas, la economía y la sociedad colombiana, depende en gran medida de nuestra capacidad de hacer aportes realmente significativos a la solución de nuestra problemática específica. Ante todo se trata de un conocimiento enfocado hacia la construcción de una nueva sociedad en donde la ciencia y la tecnología sean factores de paz y desarrollo sostenido. Éste es un interesante mecanismo para medir nuestra capacidad endógena de producir, aplicar y exportar conocimiento socialmente conveniente.

Frente a las actuales circunstancias, no podemos esperar a que se consolide un proceso de paz en el país, para luego construir ventajas basadas en el conocimiento, es urgente por lo tanto «desarrollarnos dentro del subdesarrollo», no podemos permitir que la guerra nos llegue a opacar las posibilidades de salir adelante. A los colombianos nos toca seguir luchando, asumiendo nuevos retos y riesgos, basados en nuestra capacidad de construir un modelo diferente, aún en condiciones tan adversas como las actuales. En este sentido las innovaciones tienen un profundo compromiso con el cambio social.

En consecuencia, la interacción innovación, economía y sociedad, va mucho más allá del simple enunciado de una alianza estratégica, que hasta ahora no ha sido ni lo uno ni lo otro. De ahí la importancia de construir un nuevo discurso tecnocientífico de alto agregado social, capaz de garantizar escenarios sostenibles hacia el futuro para Colombia. Un discurso que impregne la política científica del país y se transforme en prácticas regionales de la misma.

En este sentido la educación basada en agregados de Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación CTSI, adquiere hoy una dimensión especial. La misma enfatiza en la formación humana integral de docentes, investigadores, rectores de colegios y universidades, empresarios, divulgadores científicos, semilleros de investigadores así como en el personal vinculado a las diferentes instituciones y organizaciones científicas, en cuyos altos niveles, se toman decisiones y se trazan las estrategias prospectivas del desarrollo científico y tecnológico del futuro.

De ahí la importancia de «hacer ciencia y tecnología»con conciencia social, dirigida a un contexto convulsionado variable y vulnerable, con poca capacidad de insertarse en las estrategias de desarrollo mundial. En tal sentido la política científica y el desarrollo de las innovaciones tecnológicas, deben consultar y respetar la diversidad regional, permitiendo y fomentando los aportes de las mismas, en la construcción de un proyecto endógeno de desarrollo, que bien puede servir de ejemplo para otros países con una problemática similar.

Por esta razón, considerar que las investigaciones en Colombia tengan sólo un significado económico, es irracional frente a la dimensión cualitativa del problema, representado en la infinita pobreza de miles de colombianos que sobreviven en los límites de la miseria, presionando de manera creciente la caldera social en que vivimos. Frente a tan graves circunstancias, el conocimiento con alto significado social debe entrar cuanto antes a llenar los espacios que hoy ocupa la guerra. Esto significa que es imposible diseñar un plan de desarrollo sin el concurso de las comunidades científicas regionales.

Por lo tanto la ausencia de una imagen clara de contexto, tanto regional, como nacional y desde luego internacional, representa un grave error para Colombia. En la misma medida, la sublimación de paradigmas ajenos, retomados como única alternativa, representa un error que no nos podemos permitir, ante la magnitud de las decisiones que hay que tomar, con el concurso de una amplia y democrática participación pública.

Porque el espejismo que acompaña los modelos de desarrollo virtual, no sirve para nuestros países, por eso insistimos en la valoración nuestra propia realidad con el fin de proceder estratégicamente, teniendo siempre presente la factibilidad de potenciar las investigaciones científicas y las innovaciones tecnológicas en medio de la crisis económica y social propia de América Latina.

Frente a las circunstancias descritas, necesitamos diagramar una estrategia de desarrollo con equidad social, basada en una serie de presupuestos entre los cuales la ciencia y las innovaciones tecnológicas ocupan lugar importante en la construcción y más que ello en la consolidación de escenarios de paz hacia el futuro. Ciencia y política deben ir de la mano y esto exige una lectura bien diferente de la cotidianidad y de las políticas de ciencia y tecnología hacia el futuro.

Se trata de un aprendizaje social intensivo, que conduce a plantear alternativas viables y a corto plazo para nuestra crisis, porque la salida del subdesarrollo y la guerra nos compromete a todos, teniendo en cuenta que la deuda social de nuestro país ya no da espera.

Finalmente desde los Estudios Sociales de Ciencia, Tecnología e Innovación, consideramos de especial importancia:

  • Plantear que la innovación en primer orden es de carácter sociocultural, que requiere un cambio de mentalidad. Para lo cual proponemos agregar a la competitividad económica, la capacidad de desarrollar competitividad social, en momentos donde las injusticias sociales se convierten en el mayor obstáculo tanto para el crecimiento como para el desarrollo de nuestra sociedad.
  • Por lo anterior, antepongamos las lecturas dominadas a las dominantes sobre nuestra realidad. La llamada es a volver a la visión endógena, tanto en los procesos de teorización como de práctica social, con respecto a la ciencia y la tecnología
  • De la misma manera, una estrategia económica debe consultar las realidades internas antes que las imposiciones externas, así como una verdadera cultura de la innovación, debe priorizar las urgencias sociales del país.
  • Por su parte, el poder competitivo de las naciones no puede limitarse única y exclusivamente a los mecanismos cuantificables. Este poder debe incluir, en primer orden, su capacidad endógena de implementar un verdadero compromiso social de la ciencia, capaz de convertir las alternativas tecnológicas en alternativas sociales, culturales y ambientales sostenidas. Estrategia urgente, en un momento en que los contenidos implícitos en la utilidad social del conocimiento, son llamados a contrarrestar los efectos perversos derivados del desarrollo de la ciencia y la tecnología.
  • En Colombia, la capacidad de inserción internacional, debe ser directamente proporcional a nuestra capacidad de reconciliación interna, de lo contrario seguiremos «caminando firmemente sin rumbo fijo».
  • La paz social implica un proceso de democratización de la ciencia, en él deben participar sus comunidades científicas al lado de los demás actores nacionales. En tal sentido, ciencia y política van de la mano. Nuestro país exige hoy más que nunca un desarrollo científico y tecnológico comprometido con el desarrollo social y la consolidación de un verdadero proceso de paz.
  • Lo anterior exige construir un modelo social de organización tecnocientífica, basado en un estilo endógeno y democrático de creación, innovación, expansión, diversificación, formación, información, divulgación y socialización del conocimiento.
  • Es importante además, construir imágenes acertadas sobre la tecnociencia siempre en correspondencia con el contexto en el que vivimos. La importancia de su desarrollo y su nivel de impacto deben ir de la mano con importantes reformas sociales. De ahí la importancia del periodismo científico, como mecanismo hacia una forma de pedagogía, participación, educación y apropiación social de la ciencia.
  • Un tema clave: la formación en Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación CTSI, es para TODOS; políticos, empresarios, investigadores, docentes, periodistas, estudiantes, personal de instituciones científicas y tecnológicas, directivos y rectores de colegios universidades, semilleros de investigadores y público en general. Porque la visión CTSI es novedosa entre muchas cosas porque vence la visión lineal y estrecha, (producción, distribución y consumo = bienestar social) enriqueciendo el pensamiento científico mundial con nuevas reflexiones debidamente contextualizadas y profundamente valorativas sobre el impacto de los desarrollos científicos y las innovaciones tecnológicas en nuestra sociedad.
  • Finalmente frente a las actuales circunstancias del país, y ante la incapacidad de un modelo de desarrollo de resolver la magnitud del conflicto nacional, todos debemos ser innovadores frente tal adversidad. Colombia debe ser una sociedad innovadora, original y soberana en los lineamientos de sus estrategias de desarrollo hacia el futuro.
  • En consecuencia la innovación como proceso sostenido de creatividad, puede y debe ser aplicada en todos los espacios de la sociedad.

Elsa Beatriz Acevedo Pineda
Investigadora
Ciencia, Tecnología, Sociedad e
Innovación CTSI
Colombia
elsabeatriza@yahoo.com

Lecturas recomendadas

Cuadernos de Iberoamérica (2001). «Ciencia, Tecnología y Sociedad: una aproximación conceptual«. OEI, pp. 79-109.

Campanario, M. de A. (2002) «Tecnología, Innovación y Sociedad«. En www.campus-oei.org/salactsi

Chaparro, F. (1998) Conocimiento, innovación y construcción de sociedad. Una agenda para el siglo XXI. Bogotá 1998. TM editores

«Declaración de Santo Domingo» (1999).

«Materiales para la educación CTS» (2001) Grupo Argo. Asturias 2001

Sanmartín, J. (1990), «Tecnología y futuro humano», Barcelona, 1990 Anthropos.

Sanmartín, J. (1992) «Estudios sobre sociedad y tecnología», Barcelona1992 Anthropos.

Fuente: http://www.oei.es/salactsi/elsa7.htm

Imagen tomada de: http://www.abc.es/Media/201201/26/jabon_magnetico–644×362.JPG

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El desafío de los chicos digitales: ¿está la Argentina preparada para las aulas del futuro?

Aregentina/01 juno 2016/Autor: Silvina Heguy/Fuente:Clarin

Fueron bautizados como “Pulgarcita”, pero son cientos de miles de pulgarcitas y pulgarcitos y ya hace mínimamente dos años que llegaron a las universidades argentinas y llenan las aulas de las escuelas. Son los chicos y chicas que tienen la cabeza en la computadora o en un dispositivo. El que descubrió lo que todos veían sin poder ponerlo en palabras fue el filósofo francés Michel Seres. Producen a coro un murmullo que ensordece al portavoz de la escritura, al maestro o profesor, porque ese saber a trasmitir ya lo tiene todo el mundo al alcance del pulgar, escribió en 2013. “Explicado, documentado, sin más errores que en las mejores enciclopedias”, siguió. “Ya nadie necesita a los portavoces de antaño, salvo si uno, original y raro, inventa”, desafió. Para concluir que “es el fin de la era del saber” y el principio de la necesidad de crear el aula del futuro.

“El fenómeno ‘Pulgarcita’ lo constatamos a diario los que estamos al frente de un aula. Ahora bien, ¿hay una salida para esto?”, se pregunta Mariana Maggio, pedagoga y directora del Posgrado en Tecnología Educativa de la UBA. Y contesta que sí, que obviamente la hay y que, incluso, hay escuelas en la Argentina que están trabajando en ese sentido.

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“Lo primero que hay que romper es la triste secuencia de la didáctica clásica, que consiste en repetir contenidos a toda velocidad. Poniendo más pruebas, verificando si los alumnos aprendieron el contenido anterior para seguir avanzando. Todo sabemos que ese esquema dejó de funcionar”, explica Maggio y es clara cuando dice: “La realidad es que los chicos no están aprendiendo. Hay un punto esencial: todos sabemos cuáles son los problemas que tiene el sistema educativo, no hay que evaluarlo. Lo que hay que hacer es reconstruir la práctica”.

Serres en ese aspecto vuelve a ser universalmente válido: los sujetos culturales que se educan en las aulas de la primaria, secundaria o de la universidad no son los mismos que antes. “Son chicos que están con un dispositivo en la mano, sobre todo en los sectores urbanos donde hay acceso de conectividad de calidad, o con una máquina del programa Conectar-Igualdad. En el dispositivo tienen resueltas muchas de las cosas que les ofrecía la escuela antes en exclusiva. Por otro lado, el conocimiento disciplinar en historia, geografía o matemática no se construye como se construía hace décadas. Se construye desde una perspectiva que está totalmente atravesada por la tecnología”, explica Maggio.

¿Por dónde empezar cuando se logra superar la discusión del tema salarial con maestros agobiados por cantidad de contenidos a dar y con poca capacidad tecnológica frente a una “pulgarcita”?

Maggio distingue tres claves esenciales. Una es un proceso de reinterpretación curricular: no se puede enseñar la cantidad de contenidos establecidos. “Tenemos que construir acuerdos sobre qué es lo relevante”. Segundo trabajar con la realidad que está fuera del aula. Dejar de dar un ejercicio como tarea, reconocer un problema que convoque a los chicos y trabajar con él, en conjunto para producir un conocimiento valioso. En ese proceso, asegura, se aprende las asignaturas tradicionales también. La última clave es la “evaluación ecológica”, es decir de manera más naturales al terminar el proyecto y poder determinar que todos saben lo que tienen que saber.

“Alivio”. Ese sería el otro concepto de un cambio hacia el aula del futuro. Se necesita un alivio de la sobrecarga curricular; otro de tiempo. En el aula del futuro la gente no debería correr para llegar a metas falsas. Y un alivio del espacio, las paredes de aula hay que llenarlas de vida, aire para que se pueda inventar y así desarrollar capacidades como la creatividad, el pensamiento crítico, las posibilidades de negociar con otro, de colaborar.

Cristóbal Cobo es chileno, director del Centro de Estudios-Fundación Ceibal e investigador asociado del Instituto de Internet de la Universidad de Oxford, Gran Bretaña. Coordina estudios sobre innovación y aprendizaje, traducción del conocimiento, cultura digital y el futuro de la educación. Para él, “el desafío de la educación de nuestros días no se limita a que los docentes utilicen mucho tiempo las tecnologías digitales en el aula sino a algo que resulta más profundo. Es decir, que favorezcan espacios de construcción de saberes que van más allá del currículum, más allá de una asignatura en particular, más allá de una calificación puntual, más allá del saber experto, y que permitan la posibilidad de articular el dominio de alfabetismos tradicionales con el desarrollo de un conjunto de habilidades socio emocionales, que hoy juegan un papel fundamental. Que las tecnologías pueden ayudar en esto no hay duda, pero la innovación pedagógica será al final del día el factor determinante”.

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“En la Argentina estamos en una conversación vieja”, dice José Luis Roces, rector del ITBA. “Si bien hay que resolver problemas serios sociales como el de los Ni-Ni (los adolescentes que no trabajan ni estudian) no se puede dejar de resolver ese aspecto sin pensar en lo que viene porque, te quedás sin futuro”, reflexiona.

Con la mirada puesta en esa dirección, Roces asegura que “casi milagrosamente estamos volviendo a una educación del pasado en el sentido en que la tecnología facilita la rutina y despeja el camino a una mayor personalización. Porque, en realidad, hay un supuesto en el modelo tradicional -el que todos aprenden al mismo ritmo y el mismo contenido- y es inválido. Una de las características de la educación del futuro para ser efectiva es que tendrá que ser más personalizada”, dice. Esto encierra a su vez un desafío estratégico porque para hacerla más personalizada “se necesitan docentes preparados para atender el caso a caso, para ser facilitadores del aprendizaje y no generadores de información”.

Como fenómeno de época, además de la aparición de Pulgarcita en el centro del aula, está la distancia entre el perfil profesional que demanda el mundo del trabajo y el que producen las aulas. Pavel Luksha es un experto ruso en tecnología educativa, uno de los creadores del Atlas de las profesiones del futuro y director de Global Education Futures, una plataforma colaborativa internacional que ayuda a desarrollar innovaciones educativas en todo el mundo. “En todas partes la pregunta es cómo cambiar la pedagogía; cómo se reconvierte el aula. Pasamos a un mundo muy complejo, que no lo puede entender una única persona ni dar respuestas. No habrá un ingeniero genio que invente el iPhone, serán 300 personas trabajando en colaboración”, explica. Para Luksha, los docentes frente al aula del futuro deberán permita a los alumnos colaborar, lograr que sean emocionalmente abiertos para formar profesionales que puedan entender los procesos de los individuos, deberán estar preparados para aprender con sus alumnos y entender su manera de pensar.

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Las paredes imaginarias entre las asignaturas y también entre las instituciones parece que estallarán por el aire en las aulas del futuro. Roces habla de un sistema educativo con varios segmentos. Habrá a distancia por Internet; también existirán universidades más especializadas en sectores de referencia como los biotecnológicos y otras menos especializadas y más masivas, pero que deberán intercambiar sus saberes como también relacionarse con sectores de la sociedad como las empresas.

Maggio cuenta que, después de cada charla que da frente a un auditorio de maestros, siempre hay alguien que se acerca y le expone la realidad de la escuela argentina en la cara: en las condiciones en que se trabaja no es posible pensar en un aula del futuro. “Y probablemente tenga razón. Por eso lo primero que hace falta frente a los docentes es preguntarse qué práctica hacemos no cómo evaluamos, como se castiga. Hay que darles a la hora de pedir condiciones que alienten prácticas acordes con estos tiempos. Con más tiempo, sin la obligación de dar esa cantidad nefasta de contenidos”, insiste.

Entonces, en las condiciones actuales ¿cómo se puede hacer que las aulas del futuro se constituyan en un movimiento? Para Maggio, creando condiciones para que los maestros puedan volver a pensar lo que están haciendo. «En las escuelas se enseñan en condiciones muy difíciles, hay que dar alivios, reinventar prácticas porque se enseña con una didáctica clásica que no es la forma en que se construye el conocimiento en este momento. Es todo más complejo. Además en las próximas décadas habrá grandes cambios». Frente a este panorama la pregunta a responder cambia: ¿Tenemos una escuela que mira hacia atrás o hacia adelante?.

Fuente:

http://www.clarin.com/zona/desafio-chicos-digitales-Argentina-preparada_0_1580842022.html

 

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