Runasur: Un proyecto de cohesión en un mundo fragmentado

Por: Javier Tolcachorritos

Como expresión del signo de los tiempos, parece haber llegado el momento de un proyecto refundacional y revolucionario: el de la América Plurinacional.

«Vivamos como hermanos y congregados en un solo cuerpo. Cuidemos de la protección y conservación de los españoles, criollos, mestizos, zambos e indios por ser todos compatriotas, como nacidos en estas tierras y de un mismo origen»Túpac Amaru

“No existe en el mundo nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo» Víctor Hugo

La idea de la unidad latinoamericana se enarboló reiteradamente en el transcurso de las primeras independencias americanas.

Denominaciones como la Nación Sudamericana de Artigas,  la sanmartiniana Unión de los tres estados independientes,  la Gran Confederación de la América Meridional de O´Higgins, el nuestroamericanismo de Martí, la Confederación desde Tierra del Fuego hasta el Missisipi soñada por Miranda, la Dieta soberana de Sud América del chileno Juan Egaña, la Federación general entre Estados Hispanoaméricanos de Monteagudo, la Confederación colombiana del portorriqueño Eugenio María de Hostos o el proyecto anfictiónico bolivariano de una liga confederada de naciones soberanas, nutrieron el ideario de los patriotas desde los albores de la lucha emancipadora y posterior construcción poscolonial.

Sin embargo, los sectores sometidos, esclavos, indios o mulatos, nunca fueron considerados en paridad de condiciones como parte de esos proyectos, con la excepción de la revolución haitiana, precursora de la liberación de la colonia y su esclavismo connatural.

“La oligarquía americana satisfecha de sí misma, libresca y orgullosa, ociosa y voluble, deseaba una revolución a la girondina, como Miranda, y mientras leía a los hombres de la Enciclopedia y declamaba los Derechos del Hombre, sus esclavos trabajaban en las ricas plantaciones pues «el sudor del esclavo daba para todo», describe Joaquín Posada Gutiérrez en sus “Memorias histórico-políticas con precisión aquella contradicción fundacional de NuestrAmérica” [1]

Jorge Abelardo Ramos relata en su Historia de la Nación Latinoamericana que el mismo Bolívar, durante la Segunda República de Venezuela, sufriría la derrota a manos de las fuerzas llaneras favorables al régimen realista, que estaban mayoritariamente constituidas por los desposeídos, mientras las tropas de la Independencia eran conformadas por criollos y mantuanos blancos.

Recién en 1816, el Libertador engrosaría el Ejército Patriota con negros, pardos e indios mediante un Decreto de Abolición de la Esclavitud, promesa hecha al general haitiano Alexander Petion en virtud del apoyo dado por aquel a la causa independentista. Aún así, la esclavitud y las distintas formas de servidumbre todavía trazarían los destinos de miles de hombres y mujeres en las nacientes naciones americanas durante varias décadas más, cementando la condición de inequidad y la inexistencia de fraternidad en las nacientes repúblicas.

Muy poco cambio hubo para las mayorías durante las plutocracias que luego asentaron su dominio continental, situación que mejoraría recién con el triunfo de gobiernos revolucionarios o nacionalistas. Sin embargo, las contrarrevoluciones capitalistas manejadas por la nueva potencia imperial, los Estados Unidos, se esforzarían una y otra vez en derrumbar los incipientes brotes de ascenso social y lazos de soberanía tejidos al sur del río Bravo.

Para disciplinar la política exterior de la región y dirigir todo intento de integración al alero de sus intereses, surgió en 1948 la Organización de Estados Americanos como brazo diplomático tutelado y financiado por el Águila norteamericana, la que además desde 1963 patrulla y vigila militarmente con su Comando Sur la región, en una política por completo reñida con la retórica de libertad y autodeterminación.

Este imperialismo, por algunas décadas en la cima de su poder, lograría frenar el impulso de liberación de los sectores populares y su influencia efectiva en los acontecimientos mediante múltiples operaciones de intrusión social, política, económica, mediática y judicial.

Ni siquiera en el nuevo milenio, en las más recientes construcciones de integración soberana como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) o la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de  Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), animadas sin duda por un carácter progresista, emancipador, cooperativo y solidario, encontraría la base social un espacio de protagonismo decisivo.

Imbuidas del esquema estatocéntrico de relaciones internacionales aun vigente, las orgánicas integradoras continuaron atribuyendo el espacio central a los poderes establecidos del Estado, poniendo el acento en cumbres presidenciales, consejos de ministros o parlamentos interestatales. El impulso militante de la Patria Grande – algo menos “patricia” y un poco más plebeya – permaneció vivo en las organizaciones sociales, haciéndose sentir en cumbres paralelas o en algunos foros de participación ciudadana, aunque desconectado en la práctica del sentir y la vivencia cotidiana de amplias capas de la población.

Aunque creció la calidad popular de los representantes, emergiendo liderazgos hasta entonces excluidos de origen indígena, obrero y de género femenino, el tema de la real inclusión social y política de los sectores subalternos se fue abriendo paso con mucha lentitud y la unidad latinoamericana como horizonte de una nueva y definitiva independencia no llegó sino a permear al conjunto social de manera superficial.

Ahora, como expresión del signo de los tiempos, parece haber llegado el momento de un proyecto refundacional y revolucionario: el de la América Plurinacional, de la unidad incluyente y convergente de las múltiples identidades, con justicia social, sin discriminación, y sobre todo, con la participación protagónica de los sectores sociales, único fundamento posible de una integración trascendente. Su nombre es Runasur.

Runasur

Runasur, conjugación del vocablo quechua runa, ser humano / pueblo con UNASUR o UNASUR de los Pueblos, ha sido definida como un mecanismo de integración plurinacional entre los pueblos indígenas, afrodescendientes, movimientos sociales, territoriales y sindicales, para resolver la deuda histórica con los pueblos de la región.

El naciente conglomerado constituye una construcción eminentemente política de emancipación para reparar la ignominia de la explotación, discriminación y exclusión de siglos con el objetivo de construir una América Plurinacional con igualdad en la diversidad.

Si bien RUNASUR es en esencia un proyecto autoconvocado, éste toma impulso a partir de la decidida iniciativa de Evo Morales Ayma y las organizaciones de pueblos indígena-campesino-originarios de Bolivia, centrales sindicales como la CTA Autónoma y otras organizaciones populares de Argentina, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) y movimientos territoriales de Venezuela.

El primer hito fue el “Encuentro de los Pueblos y Organizaciones del Abya Yala hacia la construcción de una América Plurinacional”, que tuvo lugar el 18 y 19 de Diciembre de 2020 en San Benito, Cochabamba, en la sede entonces proyectada para albergar el parlamento de la UNASUR.

A partir de entonces, se mandató a una Comisión Técnica cuya misión fue elaborar una primera propuesta de lineamientos orgánicos a través de sucesivas reuniones virtuales y una primera reunión presencial en Abril de este año.

Posteriormente, el lunes 2 de Agosto, el mismo Evo dio a conocer el Decálogo de RUNASUR, documento que contiene los principios orientadores de la articulación.

El Decálogo de Runasur 

Entre los principales puntos del flamante decálogo se encuentra la lucha contra toda forma de dominación, contra la injerencia y el racismo para defender la autodeterminación de los pueblos, con la proa puesta hacia la descolonización y despatriarcalización.

El fortalecimiento de la democracia en sus diversas formas, el respeto a los Derechos Humanos individuales pero también los colectivos y la refundación constituyente de los Estados republicanos colocando como primario al Ser Humano y la Naturaleza son definiciones de un profundo calado contenidas en el documento.

La integración para la liberación y una libertad de expresión que exprese la voluntad emancipadora de los pueblos constituyen otros principios del texto difundido, que reafirma con fuerza la plurinacionalidad, la pluriculturalidad y el plurilinguismo como bases de la unidad en la diversidad y del reencuentro de originarios milenarios y contemporáneos. “Somos pueblos diversos; los conocimientos, la sabiduría ancestral y la identidad de nuestros pueblos son nuestra riqueza”, expresa.

Garantizar la Paz, rechazar el intervencionismo y el capitalismo como modelo consumista y depredador de la Madre Tierra, desarrollar un nuevo modelo Económico Social y Plural desde el paradigma del Buen Vivir, constituyen referencias claras del profundo carácter transformador y revolucionario de la propuesta.

Ante la desunión y fragmentación, unidad y cohesión en la diversidad

En un entorno de acelerados cambios, han crecido la inestabilidad y la incertidumbre. Los lazos sociales que encontraban asidero en un modo de producción y organización se han tornado volátiles, tendencia acentuada por el creciente desplazamiento de la ruralidad a las urbes con el correlato de fragmentación familiar sumado al azote despiadado de la ideología individualista, que terminó de desgarrar el tejido social.

En este contexto de fragmentación y creciente faccionalismo, la evidente necesidad de unidad de las fuerzas progresistas para dejar atrás la barbarie capitalista se predicó, pero tuvo enormes dificultades para ser practicada.

Ante el fracaso del futuro, resurgieron con fuerza antiguas identidades como signo de comunidad, una suerte de madero de vinculación al cual aferrarse en el naufragio de la soledad y la atomización. Afloraron entonces con toda su potencia hábitos y visiones del mundo que fueron objeto de la opresión de colonizadores violentos e inquisidores del espíritu, que saquearon y pretendieron prolongar el Medioevo y la tiranía absolutista en estas tierras, ante su evidente decadencia en la Europa natal.

Sin embargo, la reafirmación identitaria trajo en muchos lugares también la diferenciación acérrima, la distancia, la ruptura, el secesionimo, la discriminación y el odio al diferente.

De este modo, en un planeta totalmente conectado, en el que todas las culturas de la tierra están ya en contacto, pero en el que priman las corrientes de disgregación, en donde las fuerzas centrífugas y el separatismo dividen, RUNASUR aparece como un claro esfuerzo de articulación y ligazón de la diversidad, como proyecto de nueva comunidad pluricultural e intercultural.

Frente a las absurdas pretensiones neocolonialistas de instalar una cultura imperial única pregonando, una vez más, su supuesta supremacía, se levantan con RUNASUR las culturas oprimidas reclamando su justo lugar en la historia.

En camino hacia una América y un mundo Plurinacional, de iguales derechos y oportunidades para todas y todos, con rumbo hacia una Nación Humana Universal, Runasur representa una clara y novedosa propuesta de cohesión de lo diverso, de participación real, un salto al futuro, una oportunidad de dejar atrás la desigualdad, la destrucción del hogar común y de construir un horizonte humanista.

(*) Javier Tolcachier es investigador del Centro Mundial de Estudios Humanistas y comunicador en la agencia internacional de noticias Pressenza.


[1] Joaquin Posada Gutierrez, Memorias historico-politicas, T. I, Imprenta Nacional, Bogota, 1929, p. 196. Citado por Jorge Abelardo Ramos en Historia de la Nación Latinoamericana, pág. 151 Attachments area

Runasur: Un proyecto de cohesión en un mundo fragmentado

 

Comparte este contenido:

Entrevista: A Ernesto Samper, secretario de UNASUR: «Tenemos que preservar a la región como una zona de paz en el mundo»

Por: Camila Vollenweider

Desde que asumió la Secretaría General de la UNASUR, ¿cuál cree usted que han sido los principales logros, y en qué aspectos institucionales se ha visto fortalecida?

Pienso que el principal logro es haber conseguido posicionar a UNASUR como un interlocutor político dentro de la región. UNASUR nació como resultado de una serie de procesos políticos complejos a finales del siglo pasado, que suscitaron la necesidad de crear una entidad que defendiera conceptos políticos como el de la preservación de esta región como una zona de paz en el mundo, la vigencia de la continuidad democrática como un propósito de mantener a la región dentro de unos estándares de participación ciudadana, y la vigencia de los derechos humanos en términos generales. Esa defensa, por supuesto, supone unos niveles de interlocución política que creo que de alguna manera he logrado mantener durante el tiempo que llevo en esta Secretaría.

En cuanto a lo institucional, hemos reforzado la segunda tarea más importante de UNASUR que es ser un generador de políticas públicas. UNASUR funciona con 12 Consejos Sectoriales y 6 Grupos de Trabajo, y hemos reagrupado estos Consejos en función de ciertas prioridades. Por ejemplo, hay alrededor de 3 agendas centrales: una agenda social, cuyo propósito fundamental es la inclusión; una agenda económica, cuyo propósito fundamental es la productividad, y una agenda política cuyo propósito fundamental es la participación ciudadana. A partir de esa reorganización creo que hemos fortalecido la presencia política de UNASUR.

Pasados ya 9 años de la creación de UNASUR, ¿cómo analizaría la situación actual del proceso de integración unasureño?

Yo tendría que separar lo que fue el momento en que asumí la Secretaría de UNASUR, que fue una especie de “luna de miel” donde todos los países, de alguna manera, estaban enfocados en unos logros específicos, había niveles de crecimiento importantes. Todos los países de la región -sin excepción-, habían logrado sacar cerca de 180 millones de personas de la pobreza, había unos logros específicos y una gobernabilidad relativamente garantizada. Hoy debo reconocer que la crisis económica, de alguna manera, ha “contaminado” la política y las posibilidades de mantener los logros sociales, y eso de alguna forma se ha traducido en dificultades de gobernabilidad. Por supuesto que en la región se mantienen unos propósitos comunes y no se ha renunciado a cierto tipo de principios pero estamos en dificultades porque la mala economía ha traído una mala política y esa política ha dificultado las posibilidades de mantener unos equilibrios en materia de integración.

Sabemos que dentro del grupo de países que conforman la UNASUR hay divergencias respecto de las políticas comerciales con otros países o bloques, particularmente Estados Unidos y la Unión Europea. ¿Cómo afecta esto a los procesos de integración, siendo que cada vez son más los países que están manifestando su voluntad de avanzar en estos Tratados de Libre Comercio?

Hay que partir del concepto básico según el cual nuestro propósito fundamental es articular un proyecto político de región, y los temas que tienen que ver con la parte de la integración comercial y económica están en otro nivel. Podríamos sintetizar esta especie de dicotomía diciendo que nosotros somos partidarios de un regionalismo abierto en lo económico, pero con una integración política en lo regional. O sea, es válido que los países, en función de sus intereses, encuentren unos relacionamientos a través de mecanismos, como pueden ser la Alianza del Pacífico, la participación de los países petroleros en la OPEP o, de alguna forma, el liderazgo que está ejerciendo Brasil en el seno de los BRICS. Todo eso es absolutamente válido dentro de un concepto de regionalismo abierto en lo económico y cuando no haya un renunciamiento a los principios políticos fundamentales que hablábamos.

Respecto de lo que ocurrió aquí en Ecuador con el terremoto, ¿UNASUR cuenta con programas o políticas específicas para abordar este tipo de catástrofes naturales en la región?

Mi experiencia como ex Presidente de un país en el cual los desastres no son cosa excepcional, es que a veces termina siendo mayor desastre el manejo de los desastres que los desastres mismos. Por eso hemos impulsado desde UNASUR un Manual de Manejo de Riesgos Naturales que ya fue consensuado y aprobado por los Cancilleres y por los responsables del tema, que permite, hacia adelante, que haya una coordinación, inclusive un apoyo operativo cuando ocurren situaciones como la del terremoto. El martes de esta semana viajamos con los embajadores de UNASUR a las zonas cero; estuvimos en Manta y fuimos a hacer entrega de algunos apoyos que hemos conseguido con recursos que recogimos entre nosotros mismos. Pero también hablamos sobre ciertos temas, por ejemplo, experiencias que tienen algunos países en el manejo de albergues. Actualmente hay 40.000 personas en albergues de la zona del terremoto, la política hacia los sectores poblacionales que padecen alguna minusvalía, que son los que quedan doblemente minusválidos porque no tienen capacidad de movilizarse, apoyar la iniciativa que ha adoptado el Presidente Correa que haya una Secretaría Operativa que de alguna manera se adelante y permita coordinar los primeros apoyos, los primeros auxilios, que son los más importantes, y los que vienen después, cuando la gente ya se olvidó que existió la tragedia. Estamos trabajando en función de lo que tenemos para ofrecer pero, en síntesis, hay un manual que hacia el futuro va a permitir que los países respondan coordinada, oportuna y pertinentemente a la ocurrencia de este tipo de desastres naturales.

¿Cómo ve el futuro de los proceso de paz en Colombia?, ¿Cuáles cree ud. que son los principales frenos para alcanzar un acuerdo de paz y, también, los distintos “proyectos” de paz por los que clama cada uno de los actores del conflicto?

Empezaría por distinguir lo que es el proceso de paz con las FARC del proceso de paz con el ELN. El proceso de paz con las FARC es un proceso que tiene raíces en las luchas campesinas de los años cincuenta, es un movimiento principalmente rural, con una clara influencia internacional de lo que fue la Unión Soviética, en su momento, de “revolución en marcha”. El proceso del ELN es, quizás, más complejo. Tiene raíces fuertemente urbanas, muy vinculado con las reivindicaciones petroleras de los años setenta y ochenta, ahora con la minería, profesionales -muchos de ellos identificados con la línea maoísta-; o sea, que los dos orígenes de los dos procesos ponen en marcha dos agendas. Sin embargo creo que, hábilmente, se ha conseguido por parte del Gobierno y, por supuesto, de los grupos guerrilleros, coincidir en más de un 60% en las dos agendas. Vamos a trabajar con dos mesas paralelas, con dos agendas, pero con un solo proceso de reconciliación. Y en ese sentido temas como la importancia que tiene las víctimas en los dos procesos, los mecanismos de la justicia transicional para garantizar el paso del conflicto al post conflicto, me parece que, de alguna manera, ayudan a darle solidez al proceso como un todo.

Ahora, claro que la paz tiene enemigos, y tiene enemigos poderosos que han comenzado a mostrar sus dientes, en cuanto han visto que el proceso avanza en forma definitiva. Y lo hacen utilizando su condición de poderes fácticos. No son actores políticos que estén cuestionando el proceso de paz; son actores políticos sin responsabilidad política que, desde los medios, desde los grupos económicos, están de alguna manera tratando de minar el proceso por debajo. Y creo que ellos han encontrado un momento preciso porque este es el momento de la verdad, por lo menos en el de las FARC, que es cuando ya la gente no sólo tiene que pedir sino también dar, y este es el momento en el que se está pactando la desmovilización, el desescalamiento, el reintegro, que son los temas más difíciles para decidir. De tal manera que sí, es un momento delicado y difícil, pero estoy confiado y optimista de que se va a llegar a un buen puerto.

¿Cree que el proceso de destitución abierto recientemente en Brasil contra la Presidenta Rousseff puede tener implicancias en la estabilidad democrática de la región?

Es claro que el juicio apenas comienza, que en este momento esperamos que a la Presidenta se le dé el derecho a su legítima defensa y, por lo que nosotros conocemos del proceso, no hay una imputación que razonablemente pueda llevar hoy a pensar que se justifica su desvinculación permanente del Poder Ejecutivo. Nosotros vamos a seguir muy atentos al proceso, al juicio; hemos reclamado el derecho de la Presidenta a su defensa adecuada. También vamos a seguir trabajando con el nuevo gobierno en los temas que tienen que ver con UNASUR, por supuesto. Brasil es un actor muy poderoso en la región, pesa mucho, y sería ingenuo desconocer que lo que pasa en Brasil no va, de alguna manera, a afectar para bien o para mal lo que suceda en la región. Y esta no es la excepción.

¿Cómo puede incidir el giro ideológico en varios gobiernos de la región respecto de las concepciones de defensa y seguridad, teniendo en cuenta que desde la UNASUR se ha buscado impulsar una noción diferente a la planteada históricamente por Estados Unidos?

Espero que no tengan una mayor influencia. La región, lleva muchísimos años -no sólo los que lleva UNASUR- tratando de caracterizar un espacio distinto, independiente, en materia de defensa. Cuando estaba vigente el sistema interamericano los ejércitos de la región trabajaban con hipótesis de conflicto. Los juegos de guerra eran por ejemplo “qué pasará si Venezuela invade a Colombia o si Perú ataca a Bolivia”; en fin, eran juegos de guerra que empezaban por crear situaciones de conflicto entre nosotros mismos. Pienso que si en algo se ha avanzado en materia política en la región es que estamos trabajando con hipótesis de confianza: es la confianza que tienen los altos mandos entre sí para reunirse y encontrar las bases de una política de seguridad hemisférica que están muy lejos de ser lo que eran las viejas políticas de la seguridad nacional. A mí me parece que es una agenda que se va a mantener, entre otras cosas, porque no hay ninguna posibilidad en este momento de pensar que pueda existir un golpe militar en la región.

Finalmente, ¿cuáles son los principales desafíos que tiene la UNASUR para los próximos años?

Creo que está muy supeditado a lo que hablamos al comienzo, por eso me parece una excelente pregunta para terminar. Tenemos que preservar a la región como una zona de paz en el mundo. En un mundo lleno de conflictos étnicos, religiosos y propios de la Guerra Fría, no deja de ser una buena noticia que nuestra región sea un oasis de paz; no es que no existan conflictos, pero éstos no buscan solucionarse con violencia, de allí la importancia de cerrar el conflicto colombiano, que es el último conflicto armado importante que queda en el hemisferio. Segundo, tenemos el desafío de mantener la continuidad democrática, y esta no es una tarea fácil porque, como ya he señalado, la crisis económica ha complicado la política. El mayor desafío que tiene en este momento la región, o los dos mayores desafíos, son en primer lugar evitar que la crisis económica comience a costarnos en términos de las personas que logramos sacar de la pobreza en los últimos años. Hay cifras ya preocupantes de que, en estos meses de crisis económica, ya más de 8 o 10 millones de personas que habían dejado de ser pobres han vuelto a serlo y, en segundo lugar, superar las condiciones de este modelo extractivo de desarrollo que tenemos que nos lleva a vivir de lo que le sacamos a la tierra por encima y por debajo sin que hayamos sido capaces de agregarle valor a esto que tenemos.

Y claro, está el gran proyecto que estamos trabajando con ayuda de amigos, como Jacques Ramírez, que es el proyecto de la ciudadanía suramericana. La integración no es sólo un problema de movilidad de cosas o de servicios, sino que es esencialmente un problema de movilidad de personas y tenemos que otorgar derechos a esas personas en movilidad. Y si uno se pone a hacer una radiografía al alma de Suramérica se da cuenta de que si algo está caminando bien hoy día es el interés que tienen los suramericanos por no irse al extranjero. Y definen al extranjero como todo lo que hay por fuera de Suramérica. Entonces, que haya suramericanos que piensen que su país es Suramérica, y que lo que quieren es migrar dentro de su país y buscar oportunidades y cambiar dentro de su país, dentro de su gran país, pues creo que tenemos muchas posibilidades de fortalecer la integración.

 Fuente: http://www.celag.org/entrevista-a-ernesto-samper-secretario-general-de-unasur-tenemos-que-preservar-a-la-region-como-una-zona-de-paz-en-el-mundo-por-camila-vollenweider/

Comparte este contenido: