ACNUR / 1 de octubre de 2017 / Autor: Charlie Dunmore / Fuente: ACNUR
Con el apoyo de la Universidad de Ginebra, el proyecto InZone pone a disposición cursos de grado para quienes ven la universidad fuera de su alcance.
La guerra puso un abrupto fin a los esfuerzos de Qusai para convertirse en un abogado. Había estado en el primer año de un curso de Derecho en la Universidad en Dara’a cuando la violencia estalló en la ciudad meridional de Siria en el inicio del conflicto civil del país en 2011.
En 2013, él y su familia huyeron a Jordania y terminaron en el remoto campamento de refugiados de Azraq. Allí, la esperanza de Qusai de convertirse en abogado parecía evaporarse.
Desesperado por continuar estudiando, él se inscribió en cada clase informal que pudo encontrar- inglés, computación, e incluso reparación de teléfonos celulares. Sin poder cubrir los costos o asegurar una visa para estudiar en un tercer país, la idea de concluir sus estudios continuaba lejos de su alcance.
Fue entonces cuando oyó hablar de una iniciativa llamada InZone, respaldada por la Universidad de Ginebra y que ofrecía un curso de historia a nivel de grado diseñado por la Universidad de Princeton en los Estados Unidos.
“Había instituciones prestigiosas involucradas y yo quería formar parte”.
“Yo no había pensado en estudiar historia, pero había instituciones prestigiosas involucradas y yo quería formar parte”, dijo Qusai.
La matrícula en la educación terciaria ha aumentado a nivel mundial, llegando a un 36 por ciento en 2016, comparado con un 34 por ciento un año anterior; sin embargo, para el 99 por ciento de los refugiados, el acceso a la universidad o a otras formas de educación superior continúan fuera de alcance.
La demanda claramente está allí: en 2016, más de 4.300 refugiados recibieron becas DAFI, el programa de educación superior provisto por la Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR, y apoyado por Alemania, para recibir educación terciaria en 37 países de acogida, un aumento del 90 por ciento en comparación con 2015. Sin embargo, para decenas de miles más, la matrícula, la distancia y la dificultad para completar la educación secundaria los mantienen fuera de la educación superior.
InZone demuestra cómo la educación superior puede estar disponible para quienes normalmente no tendrían acceso. La iniciativa, que se estableció primero en el campamento de refugiados en Kakuma en 2010, llegó a Azraq en septiembre de 2016 con el curso de historia dado por Princeton.
Ahora otra institución estadounidense, Purdue University, está dando un curso de ingeniería. Las sesiones presenciales se llevan a cabo en un laboratorio de cómputo financiado por ACNUR y gestionado por la ONG CARE International.
“Estar conectado con el mundo exterior de la academia te hace sentir parte de algo más grande”.
James Casey, un candidato doctoral en historia siria moderna en Princeton, fue uno de los tutores en línea para el curso impartido en Azraq. Él dice que, a diferencia de un curso normal en línea o por correspondencia, donde los índices de retención son bajos, el enfoque de InZone es promover la interacción regular entre los tutores y los estudiantes, ya sea en línea, cara a cara o por medio de las redes sociales. Esta es la forma de mantenerlos “comprometidos y en el camino”, dijo él.
Los tutores y profesores de los cursos intentan visitar a los estudiantes en el campamento al inicio y al final del término, en el primer caso para llevar a cabo los exámenes de selección e introducir a los seleccionados al curso, y al final para supervisar el taller y los exámenes finales del curso.
Además del laboratorio de computación, los estudiantes utilizan dispositivos móviles para estudiar y tener acceso a los materiales en un dispositivo USB cuando el internet no está disponible. Los grupos de tutores usan el servicio de mensajería instantánea de Whatsapp para permitir la comunicación entre estudiantes y profesores cuando la conectividad es limitada.
El curso mantuvo a Qusai intelectualmente estimulando y le dio esperanza. “Estudiar con una de las mejores universidades y estar conectado con el mundo exterior de la academia te hace sentir parte de algo más grande, no solo como una cifra en un campamento de refugiados”, dijo él.
El curso también le dio una nueva perspectiva. “Aprendimos cómo los países de Europa se reconstruyeron después de la Segunda Guerra Mundial, y eso me da la esperanza de hacer lo mismo en Siria”.
Fuente de la Noticia:
http://www.acnur.org/noticias/noticia/esquema-de-educacion-en-linea-les-da-un-grado-de-esperanza-a-los-estudiantes-refugiados/