Argentina/11 agosto 2016/Fuente: El Clarín
Para las escuelas.«Se han repartido muchos libros pero se ha leído poco», explicó Max Gulmanelli, secretario de Gestión Educativa. No adquirirán literatura, sí textos de estudio.
Este año el Ministerio de Educación comprará menos libros para distribuir en las escuelas públicas del país. Desde esa cartera confirmaron que, a diferencia de lo que ocurrió en 2015, no se lanzará una licitación para comprar literatura infantil y juvenil, un material complementario que en años anteriores fue a las escuelas. «Visitando establecimientos de todo el país, notamos que se han repartido muchos libros, pero se ha leído poco de ese material. En las bibliotecas de muchas escuelas vimos las colecciones aún envueltas en papel de celofán», argumentó el secretario de Gestión Educativa de la Nación, Max Gulmanelli.
Tampoco se lanzó una convocatoria para comprar libros de texto en el nivel secundario, algo que había ocurrido el año pasado por primera vez. Hasta hoy está en marcha un proceso de selección de libros de texto para escuelas primarias, que se distribuirán en 2017. «Se va a comprar una cantidad mayor de libros de texto para primarias a la que se compró el año pasado, acompañando las necesidades de la matrícula, unos 3,6 millones de ejemplares», dijo Gulmanelli.
Según un informe de la consultora PROMAGE, que desarrolla el Observatorio de la Industria Editorial, el año pasado Educación compró 3.350.000 libros de texto para repartir en las primarias. Si la compra que confirmó Gulmanelli es la única del Ministerio de Educación para escuelas este año (por ahora es el único proceso de selección y licitación en marcha), 2016 cerrará con la menor compra de libros para repartir en escuelas de los últimos cinco años. El año pasado, sumando distintos niveles y las colecciones de literatura, Educación hizo una adquisición fuerte: 8,3 millones de ejemplares. Esta política también estimuló a la industria editorial. Los críticos señalan que el desembolso también pudo tener como fin mejorar el clima en un año electoral.
Ante la consulta de este diario, el secretario de Gestión Educativa dijo que el panorama actual no tiene que ver con un recorte presupuestario. «Se van a cubrir las necesidades de los alumnos. Las compras para el nivel secundario de libros de texto no fueron una conducta habitual del Ministerio», aclaró. En la gestión anterior, dijo, «se puso el eje en una parte del proceso, en la compra y distribución de libros», señaló Gulmanelli. «Entiendo que ahora tenemos una oportunidad en lograr que se lea todo lo que se compró».
En ese sentido, aseguró que se pondrá energía en mejorar la lectocomprensión de los chicos -uno de los puntos débiles que marcan los estudios de calidad educativa-, con un trabajo que incluirá fortalecer con nuevos lineamientos el Plan Nacional de Lectura -cuyos agentes, en su mayoría han cambiado- y una mayor vinculación con la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), que depende del Ministerio de Cultura. «Queremos que haya promotores comunitarios de la lectura, desarrollar estrategias de lectura con la familia y que haya facilitadores de lectura que puedan visitar las casas», adelantó.
En la industria editorial, sin embargo, hay preocupación. Consultado por Clarín, el presidente de la Comisión de Educación de la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), Dante Villalba, expresó: «Hemos pedido una reunión con el ministro Esteban Bullrich, ya que aún no se ha concretado la compra de textos de este año». Villalba profundizó: «En las dos ultimas décadas pasamos, en las escuelas, de un cuarto de libro per cápita por alumno a un libro y medio, mientras que en el mundo desarrollado y de los países emergentes los chicos disponen de cinco a siete libros para poder estudiar. Esperemos que esa cifra no retroceda».
En las editoriales independientes que trabajan en el rubro de la literatura juvenil e infantil está la mayor inquietud. En los últimos años el respaldo de las compras estatales les permitió crecer y mejorar su catálogo. «Los libros nuevos, además de estimular a los chicos en las escuelas, generaron más movimiento entre autores e ilustradores», describió la histórica editora Gloria Rodrigué, de La Brujita de Papel y Edhasa.
En otras palabras, un escenario que se combina con una baja de las ventas en librerías en los últimos meses podría desacelerar la actividad del sector, incluyendo a las imprentas. Lo explica Raquel Franco, directora de la editorial Pequeño Editor, que en 2015 fue elegida la mejor editorial de América en la feria infantil de Bolonia: “Menos compras exigen a las editoriales chicas y medianas un trabajo más delicado y cuidadoso, con reducción en cantidad de títulos y reimpresiones”.
Datos: millones y polémica
Las compras de libros que el Ministerio de Educación de la Nación realizó para repartir en las escuelas públicas fue una de las políticas más promocionadas por el kirchnerismo, pero las licitaciones tuvieron cantidades oscilantes y no estuvieron exentas de polémicas. El año récord fue 2013: se compraron 13,3 millones de libros, incluyendo 11 millones de ejemplares de literatura infantil y juvenil, según datos de PROMAGE. A las escuelas públicas, sumando primaria y secundaria, asisten unos 6 millones de alumnos. En 2013, Clarín publicó una nota reflejando las quejas de editores que, en off the récord, se habían quejado de un «manejo discrecional de los fondos» para beneficiar a algunas editoriales en particular. Antes, en 2011, Educación había comprado 5,8 millones de ejemplares para las escuelas. Al año siguiente, el número cayó a 4,4 millones. Luego, 2013, el récord antes mencionado. En 2014, la compra alcanzó 9,4 millones de libros y un año después, 8,3 millones.
Fuente: http://www.clarin.com/cultura/comprara-libros-preocupacion-industria_0_1627637336.html