El evento era parte de una serie de consultas regionales destinadas a examinar las consecuencias de los compromisos contraídos para 2030 en materia de desarrollo educativo nacional y regional, un año después de la aprobación de la nueva agenda. La GPE es uno de los aliados fundamentales de la UNESCO y apoya a 65 países en desarrollo para garantizar que cada niño reciba una educación básica de calidad y que se otorgue prioridad a los más pobres, los más vulnerables y a quienes viven en países afectados por la fragilidad y el conflicto.
El Marco de Acción de Educación 2030 recomienda que los gobiernos nacionales asignen a la educación del 4 al 6 por ciento del PIB y/o al menos del 15 al 20 por ciento del gasto público total. ¿Son estas cifras realistas para los países de ingresos bajos y bajos-medios (en la GPE)?
Nuestra experiencia con los países en desarrollo en los que la GPE opera nos indica que sí, que estos objetivos son realistas en la mayoría de los casos. Cada país avanza a su propio ritmo, por supuesto, pero la mayoría está logrando avances significativos en la dirección correcta. Todos reconocen que es esencial invertir sus propios recursos para mejorar las vidas de sus ciudadanos y de la sociedad en su conjunto.
Esos avances están vinculados a la asistencia y el estímulo que les ofrece la GPE: nosotros les aportamos orientación técnica para ayudarlos a preparar y aplicar estrategias orientadas a ampliar la financiación nacional de la educación y a facilitar incentivos mediante nuestro modelo de financiación basada en los resultados.
Entre 2002 y 2013, la fracción promedio del gasto público en educación en los países asociados a la GPE aumentó del 15,2 al 16,6 por ciento. Y este cálculo comprende a un gran número de países afectados por situaciones de fragilidad o conflicto.
El Marco de Acción estipula que “los recursos nacionales seguirán siendo la fuente más importante de financiación de la educación”, ¿Cuál es la posición de la GPE sobre este punto?
No cabe duda de que la ayuda externa desempeña una función esencial para colmar el déficit de financiación, pero la movilización de recursos nacionales es, con diferencia, la fuente más importante de financiación de la educación básica. La financiación nacional de la educación proporciona a los gobiernos más previsibilidad y sostenibilidad para financiar sus reformas.
La meta final para cualquiera de estos países es la autosuficiencia. Eso es lo que ellos y los donantes desean y a lo que ambos aspiran. La mayoría de los países en desarrollo están logrando progresos constantes en esa dirección pero todavía van a necesitar apoyo externo durante algún tiempo.
La GPE apoya también a las organizaciones de la sociedad civil que promueven la educación. En Malawi, por ejemplo, la Coalición de la Sociedad Civil para la Educación instó a los dirigentes del país a que otorguen prioridad a la enseñanza. El resultado fue que el gasto nacional en educación creció del 12,5 por ciento en 2010 al 16,3 por ciento en 2014 en cuanto a proporción del presupuesto nacional, y del 4,4 por ciento al 6,9 por ciento como proporción del PIB, uno de los crecimientos más notables del África subsahariana.
¿Qué nuevos modelos de financiación se preparan actualmente?
El Fondo Education Cannot Wait (ECW) [La educación no puede esperar] representa un nuevo modelo de financiación, que se aplica únicamente para proporcionar más fondos a la educación en situaciones de crisis humanitarias. Es alentador comprobar que los donantes tradicionales están respondiendo a las iniciativas de ECW y muchos de ellos están utilizando fondos de sus presupuestos humanitarios.
Esto apunta a que las barreras que durante demasiado tiempo han separado a la ayuda humanitaria y la asistencia al desarrollo podrían estar reduciéndose. También los donantes han empezado a comprender que es provechoso aportar fondos a lo ancho de una gama de diversos sectores del desarrollo. Ven que los resultados en materia de salud y educación están estrechamente vinculados y que podría ser necesario apoyar las iniciativas que generan más sinergias entre ambos sectores.
En su informe de septiembre de 2016, la Comisión Internacional sobre la Financiación de las Oportunidades Educativas en el Mundo pidió la creación de un mecanismo bancario multilateral de desarrollo, que sería un dispositivo de inversión para la educación.
La Comisión ha previsto que este nuevo mecanismo sea responsable de gestionar cierto número de instrumentos financieros promisorios, tales como los bonos para la educación (un dispositivo similar al sistema de financiación para campañas de vacunación IFFI, que yo ayudé a crear en la Global Alliance for Vaccines and Immunization(GAVI) un consorcio público/privado para fomentar la vacunación), los seguros contra catástrofes aplicados a la educación, la ‘inversión de choque’ y las tasas de solidaridad. En conjunto, estas medidas podrían movilizar cada año 20.000 millones de dólares o incluso algo más, lo que sería un refuerzo importante para la labor educativa. Creemos que es una idea muy valiosa y somos partidarios de que se elabore aún más.
¿De qué modo colabora la GPE con la UNESCO?
La UNESCO es miembro de la Junta de Administración de la GPE y es un estrecho colaborador en el plano nacional. En varios países afiliados a la GPE, la UNESCO representa a la GPE y sirve de entidad coordinadora o de agente de donativos y supervisa la ejecución de los donativos de financiación de la GPE. Nos sentimos muy orgullosos de esta colaboración y esperamos que pueda fortalecerse.
¿Qué trabajo se lleva a cabo actualmente para aumentar la fiabilidad de los datos sobre financiación de la educación?
El modelo de financiación de la GPE, que se basa en los resultados, exige que los gobiernos mejoren los informes fundamentales en materia de educación que presentan al Instituto de Estadística de la UNESCO (IEU). Nuestro nuevo marco de resultados para el plan estratégico 2016-2020 se basa también, en gran medida, en las estadísticas sobre educación compiladas por el IEU. Una de nuestras metas consiste en aumentar el número de países que presentan informes al IEU con al menos diez de los doce indicadores internacionales principales, del 30 por ciento que lo hace ahora al 66 por ciento en 2020. De modo que el IEU no sólo es un socio decisivo para la GPE, sino que además su labor es esencial para medir el incremento de la repercusión de nuestro trabajo.
La GPE también ha aportado una financiación importante al IEU, el IIPE y al Polo de Dakar, con el fin de ejecutar un proyecto conjunto de ayuda a los países para que mejoren sus sistemas nacionales de presentación de informes, sobre la base de la metodología de la organización National Education Accounts (NEA). Este proyecto establece un inventario de todas las fuentes de financiación, gasto y transacciones económicas en materia de educación, con miras a elaborar una imagen clara de cada aspecto de la financiación educativa de un país.
Hasta el momento, este proyecto ha ayudado a ocho países en desarrollo afiliados a la GPE en la creación de sistemas nacionales de información, lo que constituye un magnífico punto de partida.
Fuente: http://www.unesco.org/new/es/media-services/single-view/news/financing_the_future_of_education_an_interview_with_alice_a/#.WBCcXdLhDIU
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