El Grupo de Investigación Cognición y Lenguaje en la Infancia, de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, encontró que el juego, además de ser vital en la infancia, desarrolla habilidades socioemocionales, ciudadanas y creativas. ¿Cómo aprovecharlo en la educación?
Aunque en el imaginario de muchos padres de familia el juego está asociado al ocio y el tiempo libre, pedagogos y especialistas en educación coinciden en el valioso papel que tiene lo lúdico en el desarrollo integral de los niños y la forma en la que puede sacársele el mejor provecho en el proceso educativo y formativo.
Buscando superar ese escepticismo, la Corporación Juego Niñez dio a conocer los resultados del primer estudio realizado en Colombia sobre la importancia del juego en los niños. Estuvo enfocado medir el impacto en el comportamiento de los niños y las niñas del juego con una metodología específica en ludotecas creadas especialmente para ellos.
La investigación de carácter longitudinal -primera de este tipo que se hace en el mundo- se llevó a cabo durante cuatro años con la participación de 529 niños de seis municipios del país (Manaure, Guajira; Sabanagrande, Atlántico; Bugalagrande, Valle del Cauca; Quibdó, Chocó; Chinchiná, Caldas y Barrancabermeja, Santander.); 247 niños y 282 niñas con edad promedio de 7.5 años.
Según explicó el docente Jaime Castro, investigador asociado del centro de Cognición y Lenguaje en la Infancia de la Universidad Nacional, quienes lideraron el estudio, la muestra se dividió en dos grupos: uno de ellos conformado por 354 niños, que asistían a ludotecas; el otro, por 175 niños, que asistían regularmente a jardines infantiles o colegios de estas mismas ciudades, pero no a las ludotecas.
Las tres competencias principales evaluadas por los investigadores fueron creatividad, inteligencia emocional y ciudadanía, «al iniciar la investigación, en el primer año no notabamos ninguna diferencia entre los dos grupos de niños, pero con el paso del tiempo se hizo evidente que quienes asitieron a las ludotecas desarrollaron mejor la autorregulación, es decir que son niños que regulan mejor su comportamiento y expresan mejor sus emociones, evitando comportamientos agresivos o retraídos», explicó el experto.
En ese sentido, Castro precisó que para una persona que ha crecido en escenarios lúdicos hay más probabilidades de ser empático, refiriéndose a la capacidad de ponerse en el lugar del otro, sentir el dolor ajeno, entender el escenario del otro, relacionarse mejor, «si a eso le sumas la capacidad de controlar sus sentimientos, será importante para la interacción social”, agregó.
Los análisis realizados por los expertos en cada uno de los municipios arrojaron mayores puntajes en competencias ciudadanas, emocionales y de creatividad para el grupo de niños que asisten a las ludotecas. Por ejemplo durante la investigación, los niños que tenían problemas expresando sus sentimientos, desarrollaron mejores competencias de empatía y alcanzaron hasta 1.6 puntos más en las pruebas de inteligencia emocional, que sus pares que no asistieron, una cifra significativa según los investigadores.
En cuanto a las competencias ciudadanas la diferencia fue de 1.3 puntos para los menores que participaron en las actividades lúdicas. En la creatividad los resultados fueron similares.
«En las ludotecas, los niños tenían comportamientos espontáneos, y ejercían valores como el respeto, la escucha, la cooperación y la responsabilidad. Además, demostraron acogerse a las reglas de juego rápidamente gracias a la interacción con otros pequeños.También mejoraron su capacidad para resolver conflictos y manejar sus propias emociones en diferentes situaciones», explicó Castro.
Otro hallazgo del estudio es que las familias son una variante importante en el proceso de formación, porque es la estructura que promueve el desarrollo de las competencias. Los niños de las familias que se mostraron más interesadas en que sus hijos jueguen lograron puntajes mayores en las diferentes pruebas.
De acuerdo con Ruth Camelo, directora ejecutiva de Corporación Juego y Niñez, el juego en la formación de los niños es un derecho que está invisibilizado y en las políticas públicas de niñez está muy relegado: «los tomadores de decisiones no tienen conciencia de la importancia del juego en ambientes como las Ludotecas Naves. El estudio da argumentos científicos sobre el tema y con él podremos explicar y convencer porque el juego es un asunto serio”.
Fuente e imagen tomadas de: https://www.semana.com/educacion/articulo/el-juego-un-asunto-serio-en-la-educacion-de-la-ninez/647479
La investigadora y divulgadora Catherine L’Ecuyer pronunciará este viernes una conferencia en San Felipe Neri sobre el asombro y su importancia para mejorar el aprendizaje.
San Felipe Neri acogerá este viernes, a las 18.30 horas, una charla sobre lo que todo el mundo cree saber: la educación. La responsable de pronunciar la conferencia será la experta Catherine L’Ecuyer, quien resalta que no hay fórmulas mágicas en la educación y que cree que hay que apostar por el asombro y por favorecer el interés por aprender.
-¿Qué deben esperar los que acudan a su conferencia en el colegio San Felipe Neri?
-Material para la reflexión, pero escasas recetas, o soluciones inmediatas. La industria del consejo empaquetado ha hecho mucho daño en el ámbito educativo. Hemos de huir de los ‘cómo’ e interesarnos por los ‘por qué’ y los ‘para qué’. Hablaremos de la importancia del asombro para el aprendizaje y de lo que puede favorecerlo, o no.
–Usted es muy crítica con el uso de las pantallas para los niños, ¿ha llegado tarde esa advertencia para los padres?
–Cuando salió ‘Educar en la realidad’ en 2015, aun estábamos en lo que llamo en mi libro el ‘trance tecnológico’, esa idea de que la tecnología va a revolucionar la educación y que no apuntarse a ese carro es volver a la edad de piedra. Ahora, noto en mis conferencias que el viento está cambiando de dirección. Estamos de vuelta de muchos mitos tecnológicos y constatamos que el consumo de pantalla en la infancia puede tener efectos perjudiciales, como la inatención, la impulsividad, la adicción, entre otros.
–Pero, ¿no existen beneficios?
– Puede haberlos, claro. Por ejemplo, hay un estudio en 2012 que encuentra que el uso del smartphone puede calmar a un niño durante una intervención quirúrgica. Me parece muy bien en ese contexto. La pregunta es ¿podemos, a partir de estudios como éstos, sacar conclusiones generales de que la tecnología trae beneficios para el aprendizaje o que su uso sostenido no tiene efectos perjudiciales? En 2017, la Asociación Canadiense de Pediatría hace el balance de pros y contras y advierte: «No hay estudios que justifique la introducción de la tecnología en la infancia».
–Una de las propuestas que usted realiza es unir juego y aprendizaje. ¿Cómo pueden conjugarse ambos elementos?
–Cuando hablo de juego, no me refiero a estar divirtiéndose pasivamente. Me refiero a juego en el sentido montessoriano de ‘trabajo’. En ese tipo de juego, el sujeto es protagonista de lo que ocurre, no actúa mecánicamente, sino que pone el corazón, la afectividad, la inteligencia en todo lo que hace. Esa actitud no es solo cosa de niño, es cosa de todas las personas que trabajan con pasión porque aman lo que hacen, porque encuentran sentido en ello. Una persona que se acerca a la realidad con esa actitud tiene interés para aprender y presta atención plena. Y la atención plena es una condición imprescindible para el aprendizaje.
–¿Podría poner un ejemplo?
–Un niño en la playa que está concentrado en traer agua con un vaso que va llenando desde la orilla y vaciando dentro de las murallas de su castillo de arena. Podemos decir que está jugando, pero en realidad trabaja con meticulosidad y atención plena. Y cuando acabe, sacará el agua tumbando la pared de una muralla, volverá a cerrar la muralla, y lo hará de nuevo. La repetición es el secreto de la perfección, decía María Montessori. En ese tipo de juego, el niño desarrolla una serie de funciones ejecutivas que son claves para el aprendizaje, como la planificación, la atención, la memoria de trabajo.
«La educación es un asunto humano, no tecnológico, y eso nunca va a cambiar»
–Muchos pedagogos se quejan de que se siguen empleando modelos educativos del siglo XIX para enseñar a los chicos del XXI. ¿Cómo debería prepararse esa transición del sistema de enseñanza?
– Primero, no creo en el concepto del ‘chico del siglo XXI’. Los niños siguen siendo niños, porque existen permanencias antropológicas que son intemporales. Si pretendemos cambiarlas, puede que nos pase factura. La educación es un asunto humano, no tecnológico, y eso nunca va a cambiar, por mucho que nos guste la idea de que un algoritmo pueda sustituirse a un educador. Por otro lado, la tentación de rechazar en bloque todo lo que es del pasado y abrazar incondicionalmente todo lo nuevo es una postura poco seria. Hemos de distinguir entre educación conductista, mecanicista, tradicional y clásica.
-¿Qué es el asombro?
–Es el deseo de aprender, algo innato en el ser humano. Los bebés se asombran cuando ven por primera vez el cielo, las estrellas, la cara de su madre… Como decía Chesterton, «en cada niño, todas las cosas del mundo son hechas de nuevo y el universo se pone de nuevo a prueba».
«Nos perdemos en los sistemas, los métodos, los sistemas… y nos olvidamos de que la belleza se transmite a través de la belleza o no se transmite»
–¿Y qué no es el asombro?
–El asombro no es estar continuamente flipando ante lo novedoso; de hecho, quien depende de las sensaciones nuevas para motivarse a aprender es una persona que ha perdido precisamente el asombro.
–En el debate educativo está sobre la mesa la capacitación de los docentes. Ellos, en cambio, opinan que el problema es de motivación. ¿Es ese asombro del que usted habla parte necesaria también en los profesores?
–Un estudio realizado por McKinsey en 2007 analiza 25 sistemas educativos en todo el mundo. Concluye que un sistema educativo nunca estará por encima de la calidad de sus docentes. Mientras unos ven el problema en los docentes, otros vemos la solución en ellos. Hemos de prestigiar su trabajo y sobre todo pedirles cosas realistas. ¿Cómo acaba la semana un maestro que ha estado con 25 niños de 3 años de lunes a viernes 8 horas al día y que ha tenido que cuidar de sus necesidades básicas a la vez que cumplir con cada uno de los métodos innovadores o ‘de moda’ que se le han impuesto a lo largo de la semana?
–Me resulta interesante la diferencia que realiza entre ‘adiestramiento’ y ‘aprendizaje’. ¿Nos hemos criado en un ambiente que buscaba más adiestrar?
–Adiestra el educador conductista; educa el educador que domina su materia y ama a sus alumnos. Decía San Agustín que los maestros presentan sus explicaciones, y después los alumnos ven en sí mismos si los maestros han dicho cosas verdaderas. Y añade, «entonces es cuando los alumnos aprenden». Si el alumno no tiene esa oportunidad de hacer suyo el aprendizaje, de interiorizarla, no ha aprendido. Está adiestrado, pero no está educado. Nos perdemos en los sistemas, los métodos, los procedimientos, la didáctica, las herramientas, las estructuras. Y nos olvidamos de que la belleza, o se transmite a través de la belleza, o no se transmite.
Fuente de la entrevista:http://www.lavozdigital.es/cadiz/lvdi-educacion-huir-como-y-buscar-para-201803080812_noticia.html
Fuente de la imagen:http://www.lavozdigital.es/media/provincia/2018/03/07/v/Catherine-U10493982
Viajamos a Mexicali, virtualmente, de la mano de Pepe Segalés, para conocer un proyecto que este sacerdotes catalán puso en marcha hace casi 20 años. Las escuelas de tareas.
Mexicali es una ciudad fronteriza en el término más literal de la palabra. Casas, calles y personas se apelotonan en la frontera que divide México de Estados Unidos, formando una desigual masa urbana, ancha y muy poblada en un lado, pequeña, muy pequeña, al otro. La desigualdad también se da, nos cuenta Segalés, en la forma en que ambas riberas se relacionan.
A las 3 de la mañana buena parte de Mexicali ya se ha levantado y se dirige a los pasos fronterizos para, a partir de las 5, ponerse a trabajar en los campos de frutales estadounidenses. Unas horas después harán lo propio otros miles que se dejan las horas en los McDonald’s o en las casas, limpiando. Y, finalmente, los “riquillos” como los llama Pepe, que envían a sus hijos a estudiar a Estados Unidos.
Vivir en la frontera no es fácil. A esto se le suma una buena cantidad de grupos (“sectas”, sice Segalés) evangélicos que, según el religioso, han dejado a las ciudades, a las comunidades, divididas, enfrentadas. A veces irreconciliables.
Después de tantos años. Pepe Segalés tiene un marcado acento mexicano, aunque el catalán también aparece de vez en cuando.
Escuela de tareas
Las escuelas de tareas nacen, como proyecto de voluntariado, de a pocos. El objetivo es que, tras las clases, niñas y niños puedan ir a algún lugar para afianzar los conocimientos que en la escuela del gobierno no consiguen, o por falta de interés de los docentes, o por dificultades de aprendizaje, problemas familiares… los motivos son muchos.
“Al principio yo pensaba que lo importante era la hora que hacían fichas”, explica. “Cuando terminaban la tarea debían irse a sus casas, pero no lo hacían, se quedaban jugando a la pelota. ‘Eah, váyanse a sus casa muchachos’, les decía, pero no se iba nadie”.
En poco tiempo decide que los primeros que lleguen se pondrán pasar el tiempo con juegos de mesa mientras esperan a sus compañeros. De esta forma no se penaliza llegar antes y se incita a los rezagados a venir pronto. Al terminar la jornada también harán juegos, pero ya no de mesa. De esta forma, dos o tres días en semana, niñas y niños acuden dos horas cada día a la escuela de tareas. La primera media hora se dedica al juego de mesa, una hora a hacer fichas y otra media al juego.
Algo tan sencillo acaba adquiriendo importancia. El juego como herramienta para la socialización de unos niños que se pasan gran cantidad del día solo, al salir de las clases de sus colegios. Sus madres y sus padres, por lo general, pasan la mayor parte del día trabajando, no tienen demasiado tiempo para sus hijos. “Yo al principio pensaba que eran las fichas, y ahora creo que no, que lo más importante es el juego, donde los niños cambian y donde se les abre la mente es jugando”, afirma Pepe.
Segalés entendió que este era uno de los puntos clave, la mejora de las relaciones entre unos y otros, ofrecer cariño a niñas y niños que no lo reciben habitualmente en sus casas, bien por las jornadas laborales, bien porque las familias son problemáticas. Y que en el colegio notan cómo se van quedando atrás y el sistema educativo (y unas maestras y maestros sobresaturados) no tiene ni tiempo ni energía de ayudar.
El cuerpo. El tacto, el contacto, las caricias o los abrazos. Otra de las claves que se han ido decantando en el proyecto. “lo más importante es el juego, pero no el juego de tirar un balón, sino los juegos en los que los críos se tienen que tocar: agarrar de la mano, pasar por debajo, tirarse encima del otro, que les vas quitando sillas y se tienen que encimar. Ahí están los cambios. Lo veo clarísimo”.
Voluntarismo, voluntariado
Las tareas, que intentan acomodarse a los conocimientos de niñas y niños, más que al curso académico en el que están matriculados, las realizan siempre junto a otra persona, un maestro o maestra. Esta figura la realizan personas voluntarias que, o bien son madres de alumnos o bien, después de los años, son chicas y chicos que ya fueron alumnos de la escuela de tareas.
Este es otro de los puntos importantes, lo que tiene de mezcla, de intergeneracional el proyecto. Niños que juegan con niñas, que estudian con otros algo más mayores que ellos, con una señora que podría ser su madre o un hombre que podría ser su abuelo. Un proyecto intergeneracional que depende del voluntarismo de estas personas que “hacen” de maestras.
Se les da cierta formación sobre cómo tratar con niñas y niños (paciencia, cariño, refuerzos positivos), así como han de comprometerse a estar tres meses, mínimo, en la escuela de tareas. Es una de las fórmulas para no perder docentes en cualquier momento.
Por encima de los docentes voluntarios, hay una mamá que los coordina, que hace que haya material para las diferentes actividades, que todo esté más o menos en su sitio. Estas coordinadoras son las únicas que cobran algo de dinero, unos 100 pesos al mes. Primero, porque tienen más responsabilidad y para darle una mayor continuidad al proyecto, que Segalés califica de “débil”, precisamente por la dependencia de las personas voluntarias. “Es tan débil el proyecto este… las que hacen de maestras: mamás que tienen mil preocupaciones, hay caos, desorden, es muy difícil mantener una organización que pida seguimiento”.
“Pero el caos funciona”, asegura a pesar de todo. Y lleva 17 años haciéndolo. Casi dos décadas en las que han recibido apoyos pedagógicos y económicos desde, fundamentalmente, Cataluña. Visitas de personas expertas que han ido, queriendo o sin querer, afinando algunas de las propuestas que se hacían en las escuelas de tareas, para dotar de un mayor peso pedagógico lo que por intuición se estaba haciendo.
Débil pero transformador
A parte de que niñas y niños puedan avanzar en lo académico (que lo hacen), o que me mejores su confianza y su autoestima y esto mejore sus relaciones en el colegio estatal, el verdadero beneficio, para Segalés, después de estos años, no es tanto este, como el que se consigue, primero, con las mamás y, después, con los adolescentes. El proyecto “es débil, sí -repite Segalés-, pero los cambios, tanto en niños, adolescentes como en las mamás son muy rápidos y evidentes.”
“Así como los niños aprenden, dice, las mamás de allá también aprenden. Mucho. Ellas te lo dicen. El tener paciencia con los niños ajenos, las mamás te lo dicen: ‘Ahora ya le tengo paciencia a mis hijos propios’. Es una constante. ‘Antes era un suplicio ayudar a mi hijo a hacer la tarea y ahora se me facilita mucho desde que soy maestra de la escuela de tareas y que he tenido otros niños’”.
A esto se suma lo que hacen los adolescentes. “Al principio como que pones el acento en los niños, son beneficiarios. Pero al rato te das cuenta de que no, de que realmente los beneficiarios son los adolescentes, los hermanos de 13, 14, 15 años que hacen como de maestros”. Y más en verano, cuenta. Estas semanas atrás, en Mexicali, explica, unos 1.000 niños y niñas, y unos 200 o 300 adolescentes se han dedicado a hacer, dice Segalés, “lo que en Cataluña se conoce como esplais, una especie de ludoteca”. Copiando una actividad que aprendieron en el Pirineo aragonés, estas actividades, antes sin hilo conductor y marcadas por los horarios, ahora se desarrollan todas bajo el paraguas de un cuento, una historia, una auténtica representación que crean y desarrollan los más mayores para que niñas y niños pasen los días de verano “para que sientan que están de vacaciones”. “Se busca un centro de interés, que puede ser el Oeste, o la Luna… y durante tres semanas desarrollan un cuento; lo desarrollan los adolescentes. Son muchachos de 13, 15, 17 años que se divierten y arrastran a los niños. Y es muy hermoso”.
Y de aquí, a la utopía. Porque el proyecto aspira a no ser solo una escuela de tareas después de las clases. Aspira a generar movimiento en las colonias donde se asientan para que se creen centros comunitarios en los que las madres y padres puedan desarrollar actividades de ocio y de capacitación en diferentes áreas. Y de ahí dar el salto a asociaciones de vecinos.
“A veces nos hemos acercado pero… yo al menos no lo he conseguido”. Aún así, explica Segalés, que la presencia de las escuelas de tareas ha supuesto cambios importantes en algunas de las colonias, divididas por diferencias religiosas (evangelistas y católicos). En la colonia La Ladrillera, la existencia de la escuela de tareas supuso que hubiera unidad a pesar de que se dividía entre tres confesiones diferentes. “La escuela de tareas unión a los tres grupos -cuenta Pepe Segalés-. Y cuando la dueña de los terrenos dijo: ‘Bueno, se tendrán que ir porque voy a construir un fraccionamiento’, si no hubiera sido porque estaban unidos, hubieran perdido la batalla. La ganaron. La señora tuvo que ceder y aceptó que en lugar de pagar una renta, le irían pagando los terrenos y con el tiempo se los pudieran quedar”.
Este es, tal vez, el reto más importante, la creación de redes de vecinos en comunidades tan complejas. “Cuán importante es crear redes. Esta es la riqueza de aquí (Cataluña) se me cae la baba cuando vengo. Que voy a un pueblito de 200 familias y hay 15 asociaciones.
Yo pienso que la solución de un país estaría en crear estas pequeñas redes”.
Libro: Juego y espacio. Ambiente escolar, ambiente de aprendizaje
Autoras:
Patricia Sarlé
Inés Rodríguez Sáenz
Elvira Rodríguez
Coordinación general: Verona Batiuk
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Organización de Estados Iberoamericanos (OEI). Oficina Buenos Aires y UNICEF – Oficina de Argentina
Temáticas que aborda:
Espacio, ambiente escolar, ambiente de aprendizaje
Dimensiones del ambiente escolar
El espacio como contenido curricular
Cara y ceca del espacio
Espacio y juego
La variable “espacio” y los proyectos de enseñanza
Las escuelas y sus entornos
Este libro emerge en concordancia con lo establecido en la Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, lo que constituye una expresión firme del compromiso de los Estados por garantizar las mejores condiciones para el crecimiento y desarrollo de todos los niños, su cuidado, asistencia y educación.
En este sentido, el derecho de los niños al juego y a las actividades recreativas propias de su edad es establecido expresamente por la Convención en su Artículo 31. Por primera vez, los Estados se comprometen a garantizar que los niños gocen del derecho al juego y al esparcimiento.
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