La violencia digital es «un problema público de alfabetismo digital»

La activista mexicana Olimpia Coral Melo, principal impulsora de la Ley Olimpia en su país, participó del encuentro «Violencia de género digital, difusión de imágenes íntimas sin consentimiento» en la UBA. En tanto, el Congreso está cerca de sancionar la Ley Olimpia Argentina, que busca incorporar la violencia digital como una modalidad de la violencia por motivos de género.

La activista mexicana Olimpia Coral Melo dijo este martes que el proyecto de ley contra los delitos que violen la intimidad sexual de las personas a través de medios digitales es «una causa de lucha que no se puede abandonar, un problema público de alfabetismo digital».

Colar Melo participó del encuentro «Violencia de género digital, difusión de imágenes íntimas sin consentimiento», que se realizó en la Facultad de Derecho de la UBA, tras haber estado el jueves pasado en el Senado, apoyando la norma contra la violencia machista en línea, que obtuvo media sanción el jueves.

La jornada tuvo lugar en el aula 372 de la alta casa de estudios, y fue moderada por la comunicadora y abogada Ana Correa, ante una numerosa concurrencia de estudiantes, invitados alumnos y periodistas.

«Esta es una causa de lucha que no se debe abandonar, hay que abrir las carpetas para esta reforma, en el Congreso, en el Senado, en las escuelas, es un problema público, un problema de alfabetismo digital». señaló la activista mexicana en diálogo con Télam.

«No se procura meter en la cárcel a los agresores como el origen del proyecto, se busca que haya cada vez menos víctimas de estos abusos, no soy yo la única protagonista, son también mis compañeras que intentan visibilizar el tema, para que tengamos mayor seguridad», se explayó la activista mexicana de 33 años, declarada una de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Times.

El proyecto ley Olimpia local, que en Argentina lleva el nombre de Ley Belén, contempla «los delitos que violen la intimidad sexual de las personas» a través de medios digitales y busca sancionar la «difusión sin consentimiento de cualquier contenido íntimo», incorporando este tipo de violencia a la Ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres.

En 2020, Belén San Román se mató porque difundieron un video íntimo y ahora impulsan la ley con su nombre contra la violencia digital.

El proyecto de ley ya se votó en Diputados y el jueves se aprobó en el Senado, pero regresó a la cámara Baja por una modificación de carácter técnico.

Olimpia Coral Melo, que también resultó víctima de violencia digital, explicó en qué consiste la Ley Olimpia, «para copiar la experiencia de México en la Argentina».

«Ambas se complementan, prevén penas, multas y hasta prisión, buscamos un mayor resguardo en los portales».

«En muchos países no existen normas contra la violencia digital, en sus códigos penales no aluden directamente a ninguna norma, falta una legislación adecuada, hay que generar políticas públicas educativas, que sean prácticas previas para la sociedad», advirtió.

«No es algo que yo haya echo sola, es un trabajo colectivo de muchas sobrevivientes de violencia digital que de a poco nos unimos», agregó.

«Empecé con esta lucha hace diez años, y hoy me veo rodeada de muchas otras compañeras, de legisladoras que nos dieron eco, no es de un solo sector, esperemos que antes de la agenda lectoral llegue la justicia para todas nosotras», amplió la natural del estado de Puebla, también fundadora del «Movimiento Mundial Ley Olimpia» que dio lugar a las leyes que condenan la violencia digital en 32 estados mexicanos y es inspiración para proyectos legislativos que se debaten en Ecuador, Guatemala, Honduras, Bolivia, Estados Unidos y Argentina.

«Con esta ley modelo ya tenemos junto a México a la Argentina, como uno de los países más avanzados, lo que no significa que en otros países no interese, pero lo que diferencia aquí es que esto se logra no solo con las voces de los legisladores, sino también con las voces de las víctimas, que decidimos unirnos, decidimos organizarnos para cambiar y hacer diferente al mundo digital, para que un día nuestras hijas no tengan que vivir lo que nosotras vivimos», agregó Coral Melo a nuestra agencia.

La iniciativa que llegó desde la Cámara de Diputados incorpora la violencia digital como una modalidad de la violencia por motivos de género, aborda «los delitos que violen la intimidad sexual de las personas» a través de medios digitales y sanciona «la difusión sin consentimiento, de cualquier contenido íntimo».

Asimismo, plantea la obligación de promover programas de «alfabetización digital», buenas prácticas en el uso de tecnologías de información y comunicación e identificación de las violencias digitales en las clases de «educación sexual integral como en el resto de los contenidos educativo y en la formación docente».

«Existen otros delitos como el hostigamiento y el acoso, que pueden ser equiparables, pero al no haber un marco regulatorio específico para el abuso de imágenes de contenidos íntimos se quedan sin seguimiento las carpetas, se queda sin justicia por parte del estado, como ocurre por ejemplo en el caso muy conocido en Argentina del grupo «Los Magios», donde unos 11.000 varones agrupados en «Telegram» difundían fotos y videos de mujeres sin consentimiento».

«Es apenas uno de los tantos ejemplos de grupos organizados a partir del anonimato, que brinda la plataforma de mensajería Telegram para hacer circular fotos, videos e información personal de niñas, adolescentes y mujeres adultas sin consentimiento. Y, en muchos casos, hasta bajo amenaza», cerró Olimpia Coral Melo en sus declaraciones a Télam.

Además de la activista mexicana, expusieron el director de la carrera de «Especialización en Cibercrimen y Evidencia Digital UBA», Marcos Salt, junto a la abogada Florencia Zerda, autora del libro «Violencia de Género Digital» y la catedrática titular de Derecho Penal, en la Universidad de Valencia, España, Paz Lloria García, a través de tele-conferencia.

https://infonews.com/la-violencia-digital-es-un-problema-publico-de-alfabetismo-digital.html

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Contra la violencia digital: Ley Olimpia y Ley Belén

Por: Nadya Scherbovsky Y Anabella Antonelli

La violencia patriarcal se cuela en todos los territorios de nuestra vida. En julio pasado, se presentaron los proyectos de Ley Olimpia y Ley Belén como estrategias para cuidarnos en el mundo digital, donde tampoco estamos seguras. Conversamos con activistas de GenTIC, integrantes del equipo que elaboró estas propuestas.

“Hablar parece fácil. Abres la boca. Sacas sonidos de tu interior y al momento el mundo te entiende. El maleficio se rompe. Pero solo es fácil cuando entiendes qué está ocurriendo. Yo pensaba que me lo había buscado y podría haberlo evitado. Que en el fondo, muy en el fondo, me lo merecía. Cómo iba a hablar, qué podía decir. Pero ahora me oís porque no sé quién es el culpable, pero sé que no soy yo”. Así comienza el último capítulo de la serie Intimidad que, basada en hechos reales, relata dos historias de mujeres víctimas de la difusión de fotos y videos íntimos que las exponen, y lucharán contra esta violencia y sus efectos. No es casual que sea una de las series de plataformas más exitosas del último tiempo y una de las más vistas de habla hispana. Necesitamos debatir y difundir sobre cómo en el (no tan) nuevo territorio digital se cuela también la violencia patriarcal.

Los dolores que nos sobran

El 6 de mayo de 2017, una joven de 22 años fue a una fiesta en una localidad salteña. Estaba junto a sus amigas cuando un grupo de chicos se acercó. No recuerda nada más. Al día siguiente, fue a trabajar como siempre y comentarios sobre un video en WhatsApp la alarmaron. Habían abusado sexualmente de ella, habían filmado y difundido el hecho. Dos años después, uno de los agresores denunciados fue condenado por el delito de abuso sexual con acceso carnal.

Al sudeste de la provincia de Córdoba, en 2020, un hombre filmó sin consentimiento las relaciones sexuales que mantenía con una mujer. Para ella, claramente, era violencia de género que vulneraba su intimidad y su libertad de autodeterminación. Sin embargo, el Juzgado de Primera Instancia archivó la causa concluyendo que los hechos no encuadraban en la Ley de violencia familiar. Este año, la mujer apeló y consiguió que la Cámara ordenara la investigación.

Como estas, existen miles de historias. La violencia digital afectó profundamente la vida de muchas personas en todo el mundo, sin que la Justicia esté a la altura. La pandemia y el mayor uso de las redes profundizaron la problemática. Esta forma de violencia se vale de “herramientas tecnológicas y se ejerce a través de acciones directas o indirectas, de ámbito privado o público, basadas en una relación desigual de poder del género masculino sobre el femenino” y, si bien puede afectar a todes, daña desproporcionadamente a mujeres y al colectivo LGTTBIQ+, explica la abogada y activista, María Florencia Zerda, en su libro Violencia de Género Digital.

Las modalidades de violencia digital son múltiples y muy extendidas: obtención no consentida y difusión de material íntimo, o su uso para la extorsión y amenaza; exhibición en la red de violencia sexual; acoso digital; discursos de odio de género en línea; ataques coordinados masivos; suplatación de identidad digital; doxxing; amenazas virtuales; deep fake; abuso sexual a través de las Tecnologías de la Información y Comunicación; phishing.

La inexistencia de una legislación que reconozca ampliamente este tipo de violencia hace que los datos para dimensionar la problemática sean escasos. A fines de 2021, la Fundación Avon publicó la Encuesta Nacional sobre consentimiento y violencia en el mundo digital, relevando situaciones que se viven en relaciones mediadas por lo virtual, evaluando la frecuencia y el nivel de incomodidad que generan. Según el informe, 8 de cada 10 mujeres recibieron imágenes, mensajes, emojis/memes de tenor sexual sin su consentimiento; 7 de cada 10 fueron presionadas a enviar fotos íntimas, incluso luego de decir que no querían; al menos 1 de cada 2 mujeres sufrió y/o conoce alguna víctima de sextorsión y/o difusión de imágenes íntimas sin permiso.

En cuanto al colectivo LGTTBIQ+, existen pocos datos. Según los resultados de una encuesta del colectivo feminista Sentimos Diverso de Ecuador, realizada en 2019, las personas entienden que la identificación de su orientación sexual o su identidad de género las hace más vulnerables al acoso, las amenazas y la violencia.

“Ni porno ni venganza, la Ley Olimpia avanza”

En julio pasado, se presentaron dos proyectos de ley elaborados por GenTIC y el Grupo Ley Olimpia Argentina, tendientes a reparar el vacío legal que existe en torno a violencias patriarcales digitales. Se trata de Ley Belén y la Ley Olimpia, orientadas a sancionar la difusión no consentida de material íntimo por redes sociales. Los dos proyectos llevan el nombre de personas que atravesaron procesos dolorosísimos, consecuencia de esta violencia. Por un lado, Belén San Román, una mujer de Bragado, Buenos Aires, que en noviembre de 2020 fue víctima de un suicidio femicida como consecuencia de la violencia digital que estaba atravesando. Tenía 25 años, dos hijos y era policía. Había decidido terminar la relación virtual que tenía con Tobías Villaruel quien, como respuesta, difundió imágenes íntimas obtenidas sin consentimiento.

En homenaje a Belén, el proyecto lleva su nombre y establece que se aplicará prisión de tres meses a dos años y multas a quien “por cualquier medio, sin autorización de la víctima o mediando engaño, videograbe, audiograbe, fotografíe, filme o elabore documentos con contenidos de desnudez, naturaleza sexual o representaciones sexuales explícitas”. Tendrá la misma pena, además, quien difunda o publique estos materiales sin autorización. Las penas aumentarán en un tercio si el delito se comete en una situación de violencia de género, con fines de lucro, por placer, codicia, odio racial, religioso, de género o a la orientación sexual, identidad de género o su expresión, o contra una persona menor de edad.

La Ley Olimpia, por su parte, propone incorporar la violencia digital como otra forma violencia contra las mujeres en la Ley de Violencia de Género. Su objetivo es crear medidas de protección para las sobrevivientes y políticas públicas que apunten a la educación digital y a la prevención. Su nombre es un reconocimiento a Olimpia Coral Melo, mujer mexicana víctima de violencia digital al difundirse un video íntimo cuando tenía 18 años, lo que llevó a que páginas pornográficas explotaran su identidad exigiéndole dinero para borrar el contenido. Hoy, es una activista incansable contra la violencia digital, impulsora de una ley pionera en su país.

“Leyes que nos amparen y protejan”

“La estrategia es poner la temática en agenda, que se empiece a hablar y haga ruido por todos lados”, explican, en conversación con La tinta, Agustina Zamora, Florencia Zerdá y Eliana Grandier, activistas de la organización GenTIC, integrantes del armado de los proyectos presentados. “Visibilizar esta violencia habilitará el debate desde las esferas de la sociedad a las instituciones para que se discutan formalmente los proyectos en el Congreso y lograr la sanción de estas leyes”, señalan.

—En 2020, trabajaron un proyecto de ley que inspira el proyecto ahora presentado, ¿hubo agregados significativos en función de los contextos?

—Los agregados en Ley Belén, que modifica el Código Penal, se pensaron en relación a incorporar la obtención sin consentimiento de material íntimo o de desnudez, los montajes pornográficos y agravantes por violencia de género y/o orientación sexual o identidad de género. Se mejoró el proyecto aprobado y también tomando el modelo trabajado en México con Ley Olimpia. En relación a los contextos, la pandemia nos arrojó directo a las tecnologías, internet, redes sociales y todo lo que antes usábamos empezamos a usarlo más, incluso para cosas que antes no, como el trabajo, el estudio o las vinculaciones afectivas. Así se exacerbó el uso de la tecnología y, con eso, se puso en evidencia que el patriarcado también se mete allí. Adapta sus formas de violentarnos al mundo digital, que antes también existían, pero, cuando todes nos arrojamos a la virtualidad, creció más.

—¿Por qué consideran importante contar con una normativa y qué otras medidas, además de la Ley, son urgentes?

—La normativa importa porque la ley permite reconocer esta forma de violencia y penalizar algunas de estas formas. Como sociedad, necesitamos vivir en leyes que nos amparen y protejan, de la misma manera que necesitamos visualizar esta forma de violencia y concientizar masivamente. Las políticas públicas también son necesarias, sin educación no sirve, no nos interesa únicamente el punitivismo. Por eso, la Ley Olimpia propone pensar estrategias de acompañamiento, de concientización y educación en cuanto a estas formas de violencia. Ponemos énfasis en la cuestión de la obtención y difusión de material íntimo sin consentimiento, que actualmente está muy naturalizado por las masculinidades y es necesaria una ley que enuncia que eso está mal. Miles de varones están en grupos de WhatsApp o de Telegram viralizando material sin consentimiento y eso genera daños de todo tipo en las víctimas, mientras los varones no registran la peligrosidad ni el conflicto. Eso está mal y es moneda corriente. Como sociedad, debemos problematizar esto. Por otro lado, las extorsiones de parejas o exparejas que se dan en el cara a cara también se extienden en la manipulación de fotos y videos íntimos. Tenemos que quitar los ojos y las críticas de encima de las víctimas para pensar, discutir y problematizar sobre la difusión y la extorsión. Estos hombres que ven y difunden pueden estar al lado de cualquiera de nosotras y parecer de lo más “normales”.

—En cuanto a las modalidades más extendidas de violencia digital, ¿qué diferencias existen entre las que afectan a personas disidentes, mujeres e infancias?

—Las modalidades son las mismas, somos blanco de los discursos y violencias machistas, pero hay particularidades bien diferenciadas en relación a discursos de odio hacia las personas disidentes y cuando se publica o se da a conocer sin consentimiento la orientación sexual o la identidad de género o transición de una persona. En relación a las infancias, ya es una situación que implica otras variables por tratarse de menores de edad.

—¿Qué herramientas existen hoy para personas que sufren estas violencias?

—Para el caso de los delitos de la Ley Belén, en CABA, puede denunciarse como contravención la difusión no consentida de material íntimo, pero en Córdoba no. Y si bien, si hubiera amenaza previa a la difusión, se puede investigar en todo el país, muchas fiscalías con falta de criterio y perspectiva de género deciden no investigar las amenazas o extorsiones previas. La sextorsión o las amenazas con difusión de material íntimo pueden denunciarse en todo el país. En cuanto a nuestra ley 26.485 que prevé medidas de protección para las víctimas de violencia, en algunos juzgados las otorgan y son innovadores, como una reciente medida de la justicia civil nacional que ordena a un agresor eliminar de sus dispositivos material íntimo obtenido sin consentimiento, y otros no otorgan medida de protección alguna.

A nivel de asesoramiento y contención psicológica, estamos arrancando con el consultorio desde GenTIC para cualquier mujer o disidencia mayor de edad de Argentina que haya atravesado algún tipo de violencia en entornos digitales. Pueden mandar un correo a consultoriogentic@gmail.com donde le brindaremos un turno para entrevista con una psicóloga y una abogada especializada. Aquí hacemos una primera escucha y asesoramiento según la situación atravesada.

Imagen de portada: Diario Río Negro

Fuente de la información:  La Tinta

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Educación sexual para decidir

Por: Selene Kareli Zepeda Pioquinto

En México, durante el mes de junio ocurrieron hechos significativos gracias a la lucha feminista y a la comunidad LGBTQ+; en primera instancia, el dos de junio se aprobó a nivel nacional la Ley Olimpia, la cual es una reforma legal que impone pena de hasta seis años de prisión por difundir imágenes de contenido íntimo y sexual sin el consentimiento de la persona implicada; asimismo, establece como delito grabar, fotografiar, imprimir o elaborar contenido íntimo sexual sin autorización, y sanciona la violencia mediática, definida como la agresión por cuestiones de género a través de un medio de difusión o comunicación.

Por otra parte, el 16 de junio, el Congreso local de Baja California aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo, una lucha que llevaba varios años. De igual modo, el 30 de junio, el Congreso de Hidalgo aprobó la despenalización del aborto. El dictamen permite la interrupción del embarazo hasta la semana 12; siendo la tercera entidad en consentir la interrupción voluntaria del embarazo, junto con Oaxaca y Ciudad de México. Hoy es posible decir que el aborto legal se ha ganado en 3 de 32 entidades, vamos avanzando.

En este sentido, es ineludible exigir una educación sexual desde los entornos educativos formales y fuera de ellos, una que apunte al autocuidado físico y psicológico, tal como en determinado momento lo señaló bell hooks, debemos aprender sobre el patriarcado como sistema de dominación, reconocer cómo llegó a institucionalizarse y sobre cómo se ha perpetuado, para así poder transformarlo. No basta con legislar los hechos antes mencionados, lo cual sin duda es una gran lucha y muy bien ganada, sin embargo, la toma de consciencia sobre nuestros cuerpos y el cómo nos vinculamos con otros también es necesario, pues es sabido que las culturas de dominación atacan la autoestima y la sustituyen por una idea, en la cual nos hacen creer que obtenemos sentido de ser a partir de la dominación. Así pues, algunos hombres sienten que el uso de la violencia es su única manera de establecer y mantener el poder y el dominio dentro de la jerarquía sexista de los roles de género. De igual manera, las mujeres debemos enfrentarnos a nuestro sexismo interiorizado.

A la par, resulta necesario mirar a las infancias, reconocer que la literatura infantil y el juego, son terrenos cruciales para la educación feminista y emancipadora, que apunte a la conciencia crítica, pues es esa etapa cuando las creencias y la identidad aun se están formando.

La lucha en las calles por hacer respetar nuestros cuerpos y nuestros derechos humanos es tan urgente y necesaria como aquella lucha, que más bien se vuelca en apapachos para sanar la relación que una tiene consigo misma. Mirar hacia adentro, tocar con suavidad y tejernos con otras historias en sororidad.

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Apofeminismo: ¿Qué sabes sobre la #LeyOlimpia de México?

La »’Ley Olimpia» no es una ley como tal, sino a un conjunto de reformas legislativas en varios estados de México encaminadas a reconocer la violencia digital y sancionar los delitos que violen la intimidad sexual de las personas a través de medios digitales, también conocida como ciber-violencia

Las conductas que se considera que atentan contra la intimidad sexual:

  • Video grabar, audio grabar, fotografiar o elaborar videos reales o simulados de contenido sexual íntimo, de una persona sin su consentimiento o mediante engaño.
  • Exponer, distribuir, difundir, exhibir, reproducir, transmitir, comercializar, ofertar, intercambiar y compartir imágenes, audios o videos de contenido sexual íntimo de una persona, a sabiendas de que no existe consentimiento, mediante materiales impresos, correo electrónico, mensajes telefónicos, redes sociales o cualquier medio tecnológico.

Olympia Coral Melo, la chica de la foto, era una estudiante brillante que había ganado premios nacionales de debate y oratoria y que tenía las mejores notas de su instituto. Desde los 12 años mantenía una relación con su novio. A los 18 y ,confiando en él, grabó un vídeo sexual. Ese vídeo se difundió primero por su instituto, luego por toda su ciudad y finalmente por todo su estado. He aqui la historia de Olimpia, difundida en una entrevista de la BBC.

«Cuando tenía 18 años grabé un video sexual con un novio con el que llevaba seis años.

Se veía mi cuerpo desnudo pero no se identificaba a mi novio y empezó a pasarse por WhatsApp. La gente hablaba de mí. Y mi novio me dejó sola.

Un periódico local se vendió como pan caliente con una portada en la que decían que yo, una chica que tenía futuro, «estaba quemada en las redes sociales». Lucraron con mi cuerpo.

Cada día me llegaban a mis redes sociales solicitudes de hombres que me pedían sexo. Me empezaron a llamar «la gordibuena de Huauchinango». Y después, cuando el escándalo se hizo más grande, «la gordibuena de Puebla». Me encerré en mi casa durante ocho meses. Quise suicidarme en tres ocasiones.

Mi madre no usaba internet, pero un domingo en el que estaba reunida toda mi familia en la casa, mi hermano, de 14 años, llegó de la calle y aventó su teléfono en medio de todos. «Ese video de mi hermana sí existe y sí es Olimpia», dijo.

Mi mamá se puso a llorar. Fue el día más triste de mi vida. Yo me abalancé a los pies de mi mamá y le pedí perdón de rodillas a ella y a toda mi familia. Me sentía culpable. Les dije que quería morirme, que me ayudaran a morirme. Pero mi mamá, una mujer de una comunidad indígena que no había terminado ni la educación secundaria, que no sabe ni escribir, me sorprendió. Me levantó la cabeza y me dijo viéndome a los ojos: «Todas cogemos. Tu prima coge, tu hermana coge y yo también. La diferencia es que a ti te ven coger. Eso no te hace una mala persona o una delincuente».

Cada «like» a esas publicaciones es una agresión, cada «me gusta» es un golpe. Cada vez que alguien comparte contenido íntimo de una persona que no lo permitió es como una violación. A mí no me penetraron, pero me estaban violando, porque utilizaban mi cuerpo. Digitalizado, sí, pero mi cuerpo al fin.

Cuando me decidí a denunciar el oficial encargado de atenderme me pidió ver el video. Y empezó a reírse. «No estabas ni borracha, ni drogada, ni te violaron. De acuerdo al código penal no hay delito», me dijo.Cuando entré al Palacio Municipal de Puebla todo mundo comenzó a cuchichear. Era marzo del 2014. Yo apenas tenía 19 años. Les dije que yo era Olimpia «la gordibuena de Huauchinango», que era mi vídeo sexual y que había más víctimas de este tipo de violencia. Demostré con capturas de pantalla que algunos que estaban allí habían compartido y dado «like» a mi vídeo en redes sociales. «Ustedes son los delincuentes, no yo», les dije.

Pero el camino todavía era largo. Un diputado dijo que no podía apoyar mi ley porque sería «avalar la putería». Fue hasta 2018 que se aprobó la reforma de delitos contra la intimidad sexual en el código penal. Así que después de años de intentos, la ley se aprobó en Puebla, que era mi meta.

Pero después se fue aprobando en otros estados de México. Hoy, los distintos puntos de la reforma han sido aprobados ya en 11 estados. No es solo una reforma, sino una causa. Queremos que se sensibilice, se prevenga y se erradique esta violencia.

Queremos estar seguras en internet. Que quede claro que lo virtual es real.

La reforma se empezó a conocer como «ley Olimpia» cuando una periodista lo puso así en una nota. Primero yo me reí, pero luego me di cuenta que para mí, lejos del reconocimiento, es una cuestión de deconstrucción.

Ya no soy «la gordibuena». Ahora mi nombre se asocia a una ley que pena los abusos en internet».

¡Gracias Olimpia! #LeyOlimpia

Fuente: https://www.aporrea.org/actualidad/n362395.html

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La lucha por un «internet feminista»

Por: Tamara Pearson

México debate una nueva legislación para lograr un internet libre de acoso y de sexismo. La Ley Olimpia, una de las pocas iniciativas parlamentarias de origen popular, pone en discusión el poder de las redes, el patriarcado y las relaciones sexistas en un medio que muchos consideran la panacea de la democracia.

Cuando Patricia Azcagorta se presentó como candidata a la alcaldía de Caborca (en el estado de Sonora) en 2018, circuló en las redes sociales un video de una mujer bailando en ropa interior, junto con fotos de Azcagorta. Además, había mensajes acusándola de ser stripper.

El uso de imágenes íntimas -reales o falsas- para atacar la credibilidad de una mujer, avergonzarla o silenciarla, es uno de los diversos tipos de violencia contra las mujeres a través de internet que el gobierno de México formalizará como delito en los próximos meses.

La llamada Ley Olimpia es una modificación de una ley existente sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia. Y es, además, una de las pocas iniciativas jurídicas mexicanas que tiene origen popular. Fue aprobada por unanimidad por el Congreso Nacional en noviembre del año pasado tras una fuerte campaña de Olimpia Coral Melo y varios grupos feministas. Ahora es necesario que sea aprobada por el Senado.

Coral Melo tenía solo 18 años cuando un video de ella desnuda fue difundido en WhatsApp. Como resultado, fue insultada por la prensa local, que utilizó sus imágenes en sus portadas para vender y se la conoció como «la gordibuena de Puebla» (una referencia sexista a la forma de su cuerpo). Recibía numerosas peticiones de sexo por parte de los hombres. Ella contó que se encerró en su casa durante ocho meses e intentó suicidarse tres veces. Cuando intentó finalmente denunciar lo sucedido en la oficina del Fiscal, se le informó que no se trataba de un delito. Así que se organizó con otras mujeres para crear una propuesta de enmienda o una ley. Pero la enmienda que se está aprobando ahora tiene limitaciones y muchos activistas, basados en su experiencia en el sistema legal mexicano, dudan que sea implementada justamente. De hecho, México tiene la tasa de impunidad más alta de América.

En el mundo de internet, los hombres dominan los medios de comunicación (como expertos y periodistas) y la sección de comentarios. Ahora, la pregunta es si esta enmienda es un paso inicial positivo para crear un internet libre de violencia basado en principios de respeto e igualdad para las mexicanas o si es más bien un obstáculo.

Tipos de violencia digital cometidos en México y su impacto

Según la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones de México, más de 9 millones de mujeres del país se han enfrentado a algún tipo de agresión tecnológica. Luchadoras, un colectivo feminista mexicano que pasó dos años acompañando a mujeres que experimentaron violencia en línea, identificó 13 tipos de agresión. Entre ellas se encuentran el acecho y la vigilancia constante, las amenazas, la expresión discriminatoria, la difusión de información personal o íntima, el lucro por explotación sexual a través de imágenes, el acoso y la extorsión.

Un ejemplo común de aprovecharse de las imágenes son las cuentas como la ya borrada @quieromipack, que venden o intercambian «paquetes» de fotos o videos íntimos o sexualmente explícitos. Un tuit de esa cuenta decía: «Cientos de fans están recibiendo sus paquetes. Si tienes packs de tus amigas, ex novias, o tomas packs o tienes los tuyos propios… contáctanos y te lo cambiaremos por un pack de nuestra página o por una membresía». Tenga en cuenta que cuando se refiere a «amigas» y «novias», las palabras son femeninas, y que no se requiere consentimiento en esta página web para enviar fotos de otras personas.

Luchadoras también realizó un estudio sobre la violencia digital contra las mujeres durante las elecciones de 2018 (en las que se disputaron 18.299 cargos desde el nivel nacional hasta el local) y encontró que las agresiones online más comunes contra las mujeres durante el período electoral fueron expresiones discriminatorias, amenazas y campañas de descrédito. Además, demostraron que había cinco patrones clave subyacentes a las agresiones: juzgar el carácter sexual del candidato, la objetivación sexual, los ataques a la familia, los roles de género y la apariencia. Lucía Rojas, por ejemplo, era una joven feminista que se presentó como candidata independiente y ahora es diputada federal. Ella dijo que, durante la campaña, su imagen, los tatuajes y los piercings fueron atacados y que fue injuriada por ser mujer, lesbiana y joven. «Mi credibilidad, conocimiento y experiencia fueron cuestionados», aseguró.

El impacto de la violencia en línea para las mujeres, tanto en el nivel individual como colectivo, suele considerarse menos significativo porque tiene lugar en un espacio de naturaleza virtual. Pero «lo que es virtual también es real, y eso significa que los efectos de este tipo de violencia son reales, se sienten en el cuerpo, en el espíritu y en los derechos de la mujer», señaló Lourdes Barrera, de Luchadoras.

La doctora Emma Short, psicóloga e investigadora de psicología cibernética de la universidad de Bedforshire, piensa que el impacto del abuso en línea es mayor «porque su condición de víctima se difunde para que todo el mundo la vea. A menudo se une un tercero por lo que la multitud o la manada va tras de ti. Así que muy rápidamente, se siente como si el mundo entero estuviera detrás de ti». Luchadoras habló con mujeres que habían experimentado violencia en línea e identificaron los impactos que éstas habían tenido, incluyendo náuseas, dolores de cabeza, falta de apetito, estrés, ansiedad, rabia, depresión, paranoia, miedo, confusión e impotencia. También hablaron sobre la autocensura y el abandono de la tecnología.

La violencia pública, como la violencia en línea, es una táctica para ejercer poder sobre las mujeres. Afecta nuestra capacidad de expresarnos libremente, mientras que el discurso de odio y el abuso de los trolls es tolerado.

México hace cambios

La enmienda al artículo 6 de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia define a la violencia digital como «cualquier acto a través de las tecnologías de la información y la comunicación, las plataformas de internet, las redes sociales o el correo electrónico que atente contra la integridad, la dignidad, la intimidad, la libertad o la vida privada de las mujeres, o que cause daños o sufrimientos psicológicos, físicos, económicos o sexuales». Esta enmienda, conocida como la Ley Olimpia, enumera este tipo de violencia incluyendo el acoso, las amenazas, los insultos, la violación de datos y los mensajes de odio.

La sentencia señala la necesidad de campañas de educación, programas de prevención y capacitación. Los delitos pueden ser denunciados a la Fiscalía, que puede ordenar a las empresas que están detrás de las plataformas que bloqueen o eliminen las imágenes o vídeos implicados. Las penas varían según el estado, pero incluyen hasta seis años de prisión o multas de hasta 4.600 dólares.

Hablé sobre la enmienda con Isabel Portillo, una psicóloga que se ha enfocado en la violencia y en la capacitación sobre el acoso cibernético en la fundación En Movimiento. Ella argumentó que la Ley Olimpia era necesaria, y que «los esfuerzos de Olimpia han comenzado a tener un impacto. Sin embargo, es necesario tomar más medidas para eliminar la violencia que hay en las redes sociales». Dijo que era importante dar a conocer la enmienda para que las víctimas puedan denunciar el ciberacoso y que quienes lo practican sean conscientes de las consecuencias.

Sin embargo, también hablé con Martha Tudón, coordinadora de derechos digitales de Articulo 19 México, una organización centrada en la defensa de la libertad de expresión y el derecho a la información. Ella sostuvo que la enmienda era problemática. «Las definiciones son muy generales. Por ejemplo, ¿qué es la intimidad? Podría ser mi cuello, mi cabello. Lo que hemos visto con este tipo de leyes ambiguas es que todo puede caer en su ámbito y se utilizan para atacar a los periodistas. Las personas que más se aprovechan de estas leyes son las autoridades que ven algunas noticias en internet y quieren que las eliminen», apuntó. «Tales leyes terminan siendo usadas para el populismo, para que los políticos puedan lavarse las manos y no mejorar las cosas de raíz. La enmienda es muy cosmética. Además, el árbitro es el Estado. ¿Realmente quieres darle a un Estado patriarcal la capacidad de decir qué contenido debería estar en internet?».

Desde Luchadoras dicen que la Ley Olimpia corre el riesgo de quedarse solo en el papel. Reclaman procesos de denuncia adecuados que sean sensibles a las necesidades de las mujeres y que las protejan en lugar de revictimizarlas. Dicen que más allá de multas o la prisión, son importantes las acciones que ayuden a las mujeres a recuperarse, así como las garantías de que los delitos no se repitan.

La desigualdad es inherente a la arquitectura de internet

Internet está jugando un papel en «la estructuración de nuestras identidades y la organización de nuestras interacciones sociales», dijo la doctora Charlotte Webb, cofundadora del «internet feminista». Además, aseguró que internet también se basa en las mismas estructuras económicas y de poder que el mundo real.

La dominación de los hombres sobre el sector tecnológico se expresa en tanto usuarios y en tanto propietarios. Sus prejuicios de género se reproducen en la tecnología como Alexa y Siri -asistentes personales con voces femeninas-. El contenido de internet, desde el porno hasta los medios de comunicación, también está dirigido en gran medida por hombres. En Wikipedia, por ejemplo, más del 80% de los editores son hombres. Esa falta de diversidad se traduce en el hecho de que sólo el 17,7% de las biografías en la Wikipedia en inglés son sobre mujeres.

En México, «a menudo los hombres son los que (en su familia) son dueños de los aparatos electrónicos». Es un mecanismo de poder. Le prestan el suyo a su pareja por un tiempo. «Así que controlan cómo accedemos a él y eso significa nuestro acceso a la educación, a la cultura, a la información sobre temas como la salud», afirmó Tudón.

Además, internet está «colonizado por hombres de Estados Unidos», argumenta. «Y cuando hay mujeres, son blancas y privilegiadas. Creo que internet será más inclusivo cuando las comunidades tengan sus propias herramientas de información y difusión. En México, utilizamos principalmente Facebook, Twitter, Google, WhatsApp, lo que significa que estamos utilizando herramientas hechas en los Estados Unidos que responden a un contexto diferente».

Tudón afirma que espera que llegue el momento en que las comunidades puedan crear su propio contenido en sus propios idiomas, en sus propios términos. Isabel Portillo tiene una apuesta similar. Alienta a las mujeres de México a que presten apoyo mutuo a otras mujeres en internet que estén siendo atacadas. «Tenemos muchas posibilidades de mostrar solidaridad», concluyó.

Fuente e imagen: https://nuso.org/articulo/el-internet-feminista-por-el-que-luchan-en-mexico/

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