Colombia: Líderes indígenas asesinados. Documento en pdf

Redacción: Indepaz

Desde el año 2016 han sido asesinados 269 líderes indígenas, de los cuales 242 luego de la firma del Acuerdo de Paz (24 de noviembre de 2016, Teatro Colón) y 167 durante la presidencia de Iván Duque (al 8 de junio de 2020).

47 líderes indígenas han sido asesinados en durante el 2020, 14 durante la cuarentena de la pandemia por COVID-19

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Fuente: http://www.indepaz.org.co/lideres-indigenas-asesinados/

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Ecuador: Ayudemos a proteger las nacientes del Amazonas de las firmas petroleras, dicen líderes indígenas

Redacción: ITA

Líderes indígenas piden ayuda para frenar a firmas petroleras que perforan en las nacientes del río Amazonas en tiempos de coronavirus, advirtiendo que la invasión de sus tierras destruiría el baluarte contra el cambio climático.

Miembros de una comunidad local muestran la contaminación por petróleo crudo que se deja en los pozos abiertos nunca remediados por las compañías petroleras estadounidenses, en Lago Agrio, Ecuador. Mayo de 2019. Tyson Miller/Stand.earth/Handout vía REUTERS.

En un video compartido con Reuters en el Día Internacional de la Diversidad Biológica el viernes, las comunidades en Perú y Ecuador dijeron que la presión para explotar su territorio se intensificará a medida que los gobiernos busquen reiniciar las economías que se recuperan de una crisis por la pandemia.

“Nosotros hemos cuidado toda la vida nuestra selva, invitamos a todos (compartir) esta visión”, dijo a televisión Reuters Domingo Peas, un líder de la nación Achuar de Ecuador.

“Tenemos que construir un nuevo camino. Un nuevo sistema post-petrolero para un desarrollo económico, energético para la humanidad, no solo para indígenas”, manifestó.

Los Achuar son parte de las 20 naciones indígenas cuya población es de casi 500.000 que viven en una franja de selva que se extiende a ambos lados de la frontera de Perú y Ecuador, a menudo conocidas como las Cuencas Sagradas del Amazonas.

Los campos de petróleo y gas existentes cubren 73 millones de hectáreas en la región, o un área más grande que Texas, según un informe publicado en diciembre por grupos de defensa internacionales, incluidos Amazon Watch y Stand.earth.

Actualmente se extrae petróleo del 7% de estos bloques. Ecuador y Perú tienen planes de explotar al menos un 40% adicional, incluso en bosques repletos de vida silvestre, como el Parque Nacional Yasuní de Ecuador, dicen los grupos.

Hogar de jaguares, delfines rosados ​​de río, anacondas, monos aulladores y miles de otras especies, la región, en muchas áreas apenas tocadas por el mundo moderno, es clave de la salud más amplia de la Amazonía, la selva tropical más grande del mundo.

Los científicos temen que el ecosistema en su conjunto ahora se haya limpiado de manera tan extensiva para sembrar soja y otros cultivos de exportación, que podría pasar de ser un absorbedor neto de dióxido de carbono a un emisor importante de gases de efecto invernadero.

Con incendios masivos el año pasado que ampliaron la deforestación desenfrenada en Brasil, la preservación de los bosques vírgenes en partes remotas de Perú y Ecuador ofrece una oportunidad única para fomentar la resiliencia del bioma más grande del mundo, dicen los líderes indígenas.

“Cuidar los bosques de la Amazonía es cuidar su vida y las generaciones futuras”, dijo Rosa Cerda, vicepresidenta de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía ecuatoriana.

Aunque las comunidades en Ecuador y Perú han tenido cierto éxito en el uso de demandas para bloquear nuevas exploraciones, los proyectos petroleros y mineros pasados ​​sugieren que construir nuevas carreteras a través de paisajes prácticamente sin caminos puede desencadenar una rápida deforestación.

Las fugas de petróleo por las tuberías contaminan los ríos utilizados para el agua potable, perjudicando a las personas y la vida silvestre.

    ¿UN NUEVO CAMINO?

Mientras los países industrializados enfrentan llamados a adoptar “recuperaciones verdes” amigables con el clima de la desaceleración inducida por coronavirus, los pueblos indígenas están llevando a cabo una campaña paralela para persuadir a Ecuador y Perú para que sigan modelos económicos holísticos.

Sin embargo, las comunidades temen que el dolor causado por la pandemia pueda alentar a los políticos a perseguir una expansión masiva de la industria petrolera a través de empresas estatales que dominan el sector en Ecuador y Perú.

“Eso es un peligro fundamental”, dijo Tuntiak Katan, vicecoordinador de la Organización Indígena de la Cuenca del Amazonas y miembro del pueblo Shuar de Ecuador. “La reactivación económica tiene que ser con principios ecológicos”, afirmó.

Los gobiernos de Perú y Ecuador declinaron hacer comentarios.

Belén Paéz, directora ejecutiva del grupo de defensa de la Alianza Pachamama, instó a los gobiernos a prestar atención a los consejos de una comisión internacional de líderes indígenas y exfuncionarios que trazó un “Nuevo Acuerdo Verde” para la Amazonía.

“Los líderes gubernamentales en Ecuador y Perú y el mundo deben aprovechar esta oportunidad y trabajar en asociación con las nacionalidades indígenas para proteger esta increíble región”, dijo Paéz.

Fuente: https://lta.reuters.com/articulo/ambiente-amazonas-indigenas-idLTAKBN22Y2BV-OUSLT

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‘Esta es mi tierra’: las líderes indígenas que protegen el Amazonas

Por: Charlotte Jansen.

 

Durante décadas, la tribu Kayapo ha luchado contra la deforestación de su hogar. Ahora, las mujeres están al frente de la lucha para salvar la selva.

cultas entre la densa selva amazónica y las verdes sabanas se encuentran las sencillas viviendas con techo de palma de los Kayapo, uno de los grupos indígenas más conocidos de Brasil. Sus aldeas dispersas a lo largo de las orillas del río Xingu son tan remotas que hasta la década de 1950 el pueblo Kayapo prácticamente no tenía contacto con el mundo exterior.

Se estima que más de 8.500 kayapos viven en comunidades de más de 11 millones de hectáreas en los estados de Pará y Mato Grosso, en el noroeste de Brasil, la mayor área de bosques tropicales protegidos por tribus del mundo.

Durante las últimas tres décadas, las comunidades Kayapo han estado cada vez más expuestas al mundo exterior, trayendo cambios importantes en la estructura social de la tribu. Uno de los cambios más recientes e inesperados ha sido la aparición de tres líderes, que ahora están a cargo de pueblos dispersos en una vasta franja de selva amazónica.


 


Tuire es la jefa de la aldea de Kapran-krere. El mes pasado, el fotógrafo Pinar Yolacan fue a visitarla. A través de un traductor, Tuire dijo a Yolacan: «Soy la tercera generación del liderazgo, mi tío y su padre fueron líderes en nuestra comunidad. Cuando mi tío murió y no había nadie que ocupara su puesto, decidí luchar para quedarme yo en su lugar. Aunque soy mujer, ya había estudiado lo que hacía mi tío y él me entrenó.

¿Hubo alguna resistencia de la comunidad ante el hecho de que hubiera una mujer líder? «No. Toda mi comunidad me respeta».

Tradicionalmente, los roles de los Kayapo se han dividido estrictamente por género y edad. Las mujeres han sido consideradas tan importantes para su sociedad como los hombres –por ejemplo, son responsables de los rituales de la pintura corporal Kayapo–, sin embargo, se ha visto a las mujeres asumir papeles que anteriormente estaban reservados a los hombres.

Líderes como Tuire están al frente de las protestas contra la tala ilegal y la minería y han demostrado ser líderes valiosas y portavoces apasionadas y valientes.

«Antes todos los jefes eran hombres, los hombres dominaban las aldeas, pero hoy, al igual que en las ciudades, el papel de las mujeres se está acercando al de ellos»

Hace apenas un mes, el New York Times publicó un inquietante informe sobre la creciente violencia contra las tribus indígenas en el Amazonas, después de que un grupo de ganaderos atacara a un pueblo a machetazos dejando 22 personas heridas en la región noreste.

Bephnhoti –cuyo «nombre blanco» es Amaury– es la portavoz de Floresta Protegida, una ONG indígena que representa a 17 comunidades Kayapo. Al hablar con Broadly desde la sede de FP en Tucumã, Bephnhoti explicó: «Antes todos los jefes eran hombres, los hombres dominaban las aldeas, las comunidades, pero hoy, al igual que en las ciudades, el papel de las mujeres se está acercando al de los hombres».

Ahora hay tres jefas en total, incluyendo Ngreikamoro en la aldea de Aukre. «El día que se convirtió en líder dio un discurso afirmando que se comprometería a dialogar con las otras aldeas Kayapo para evitar las pequeñas peleas que siempre tenían entre sí. Quiere que todos vivan bien y se lleven bien», recordó. «Quiere asegurarse de que todos los pueblos estén unidos para poder luchar mejor contra las amenazas externas».

La unidad no es fácil de lograr. Los Kayapo viven en zonas muy remotas y si a eso le sumamos el hecho de que muchas de las aldeas solo son accesibles en avión, que están diseminadas entre grandes distancias y que están habitadas por personas que no hablan portugués o no conocen a los «hombres blancos», es extremadamente difícil llamar la atención sobre sus problemas y la batalla que tienen con la tala ilegal, la minería de oro y la ganadería que invaden la frontera de sus tierras, que mide 4.000 kilómetros.

El papel de la FP es apoyar la comunicación entre las líderes de la aldea y el mundo exterior, ayudar con la administración y ayudar al desarrollo sostenible y la financiación de las aldeas, de modo que estén mejor equipadas para defenderse. La vigilancia y el control territorial es otra de sus principales preocupaciones, dijo Bephnhoti. «Recibí un mensaje de uno de los jefes diciendo que uno de los agricultores vecinos estaba empezando a esparcir veneno en los límites del territorio Kayapo para terminar con el bosque y obtener más tierras para la ganadería».

La minería ilícita y la ganadería llevan décadas siendo muy comunes, pero existen nuevas amenazas que preocupan a las comunidades dirigidas por Tuire y Ngreikamoro, esta vez aprobadas por el gobierno.

«Me emociona ver la naturaleza, para mí es sagrada»

Como sucede con la reserva Sioux Standing Rock en los EE.UU., el gobierno está bajo la presión de las grandes corporaciones y terratenientes que quieren lucrarse con la Amazonia. A mediados de enero de este año, el gobierno aprobó un decreto federal que arrebató el poder de tomar decisiones sobre la demarcación de tierras indígenas a la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) y se lo entregó al Ministerio de Justicia. Esto significa que ahora será el congreso el que tome las decisiones sobre la tierra indígena. Del mismo modo que Trump ha impulsado el Dakota Access Pipeline, los Kayapo podrían ver sus derechos sobre las tierras anulados por el gobierno.

El decreto sigue a la PEC 215, una propuesta de enmienda constitucional que dictamina que solo se considerarán reservas las tierras ocupadas por los indígenas desde 1988. Cualquier terreno que hubiera sido desalojado antes de esa fecha no se tomaría en cuenta.

«Hoy en día siento aún más la discriminación hacia la comunidad indígena debido a las palabras del presidente Temer y la gente de su gobierno, que hablan mal de los pueblos indígenas y dicen que no merecemos la tierra que tenemos», dijo Tuire.

«Apoya la PEC 215, que es una ley para volver a trazar el límite de los territorios indígenas, lo que permitirá a los agricultores y mineros utilizar nuestra tierra».

Según Barbara Zimmerman, ecologista y directora del programa Kayapo del Fondo Internacional para la Conservación de Canadá, esta última legislación es un desastre para todos los grupos indígenas y para el medio ambiente que protegen. «La gente tiene que entender que los pueblos indígenas de Brasil protegen grandes áreas de selva tropical en Brasil. Si aprueban estas leyes, si se permite la industria en tierras indígenas, será un desastre para el mundo, no solo para Brasil». «La situación es grave», añade. «La presión sobre su tierra empeora cada año –desde personas que la quieren por el oro o la madera, hasta por la tierra– y están luchando muy duro para proteger lo que tienen».

El modelo de conservación del modo de vida kayapo es lo que hace que su existencia sea tan vital, no solo en Brasil, sino como un problema ambiental más amplio. El año pasado, la deforestación en la Amazonía aumentó un 29%. «Lo que uno llega a entender es que el bosque es su hogar: es lo que ellos entienden, les da el sustento que necesitan, es la base de su cultura. No lo están protegiendo de la misma manera que los ambientalistas occidentales piensan proteger la naturaleza, como cualquiera de nosotros protegemos nuestros hogares. No tienen una línea estricta entre ellos y la naturaleza, son parte de la naturaleza».

Una de las protestas más publicitadas de los Kayapo fue en la ciudad portuaria brasileña de Altamira en 1989, en contra de un proyecto de construcción de una mega presa en el río Xingu. La publicidad internacional que siguió obligó al Banco Mundial a abandonar sus fondos para el proyecto. La protesta y la atención de los medios globales podrían ser las herramientas más potentes a disposición de los Kayapo, pero como demostró el caso de Standing Rock, no es suficiente. Organizar viajes para los miembros de la tribu desde Pará a la capital federal de Brasilia también es muy caro y, con su limitada financiación, las protestas indígenas son cada vez más pequeñas y menos frecuentes.

Durante el proyecto de la presa, Tuire se enfrentó directamente al entonces líder de la FUNAI. «Fui allí con mi cuchillo, que todavía guardo en mi casa y lo puse en su rostro para que dejara de decir cosas malas de nuestra gente. Soy solo una mujer, una luchadora, una guerrera, pero tienen que respetarme. Esta es mi naturaleza, esta es mi tierra».


Lo más notable sobre los Kayapo, dice Zimmerman, es su dureza y actitud. Han defendido sus tierras y su forma de vida —a veces violentamente— contra el ataque del capitalismo y se niegan a retroceder a pesar de la intensificación de la presión y los recursos limitados.

Esto significa que en los próximos meses, las direcciones en las comunidades tribales jugarán un papel fundamental. «Me emociona ver la naturaleza, para mí es sagrada», dijo Tuire. «Todos estos tipos diferentes de árboles existen no solo para nosotros los indígenas, sino para toda nuestra supervivencia. Nos dieron el aire para respirar, el oxígeno que necesitamos. Hay muchos tipos de criaturas aquí: pájaros, loros, monos, armadillos… si la gente continúa destruyendo la naturaleza, ¿dónde vivirán todos estos animales? Por eso no dejo que nadie destruya la naturaleza.

Una cosa es cierta: Tuire no se rinde. «Voy a regresar a Brasilia, al Congreso Nacional, para decir otra vez a todos los miembros del gobierno que no pueden arrebatarnos nuestra tierra y también les diré qué pueden hacer para mejorar la vida de los indígenas y la comunidad Kayapo».

«Siempre he luchado por mis derechos y por los derechos de nuestro pueblo».

Fuente del artículo: https://www.vice.com/es_co/article/zmvdx3/tierra-lideres-indigenas-amazonas-proteccion

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La universidad sale al encuentro del pueblo indígena

Por: Iñaki Makazaga

Más de 420 jóvenes de comunidades del Caribe nicaragüense estudian cómo reactivar la región con más recursos naturales del país, pero con las mayores bolsas de pobreza

A Mario Palma todavía hay noches que le pitan los oídos. Durante un año seguido trabajó en la minería artesanal a más de 500 metros de profundidad en busca de vetas de oro. En pleno corazón de la selva tropical del Caribe nicaragüense, a dos horas y media de vuelo en avioneta desde la capital, Bonanza era el único núcleo urbano donde encontró empleo. Ahora camina ilusionado a sus 21 años por el campus de la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense (URACCAN)donde en breve terminará el primer curso de Ingeniería Agrónoma.

Para llegar a convertirse en un universitario, Palma tuvo que esperar años. Pero finalmente se cruzó en su camino la oportunidad: un máster de liderazgo comunal que la ONG Solidaridad Internacional / Nazioarteko Elkartasunaimpartía en su región para ofrecer a jóvenes indígenas y mujeres adultas una alterativa a la pobreza en pleno corazón de la selva. “Llegaron a mi comunidad, seleccionaron a jóvenes para participar y dediqué en total 20 días a formarme”, sintetiza Palma sobre su transformación.

Durante el curso cayó en la cuenta del potencial de la zona con las tierras más fértiles del país, pero con los mayores índices de pobreza. “Comprendí que podría sacarle más partido a la tierra, me faltaba estudiar cómo hacerlo. Ya no quiero volver a la mina”.

Palma habla con voz baja, extrañado de que le entrevisten, con los ojos rasgados por la fuerza del sol y la mochila al hombro llena de libros. Nada le diferencia, salvo la edad, de cualquier otro universitario. Le encanta la botánica y la zoología. “Impresionado estoy de la cantidad de vida que tiene la Tierra”. Durante los dos meses que ha trabajado de comercial de telefonía en la ciudad ha ahorrado para pagarse la matrícula del curso que arranca en febrero.

Como Palma, otros 420 jóvenes han estudiado el diploma de liderazgo para explorar formas de desarrollo rural durante los últimos cuatro años. Cinco alumnos diferentes por comunidad de las seis que han participado en la iniciativa. De su aldea, otros ocho decidieron reengancharse a la universidad. A los dos meses, la mitad regresó a Santa Marta, zona rodeada de vegetación salvaje y a tres horas en coche de la ciudad. “No aguantaron el ritmo de las clases, ni los exámenes, ni la vida en la ciudad”.

Allí espera su turno Jhonra Noth, de 23 años, y nueva secretaria de la Junta de la Red de Mujeres. Su vida se centra en su casa, su hija y el campo. Tras obtener el diploma, también ha recuperado el interés por los estudios y no descarta dar el salto a la universidad. Antes debe terminar la secundaria.

“El diploma me ha devuelto las ganas de seguir estudiando: tengo toda la vida para trabajar la tierra”. Y lo dice en un castellano sencillo. Ella se comunica de forma habitual en miskito, lengua que hablan más de 150.000 personas en la región y en el sur de Honduras. El curso incorporó metodología de la universidad, así como materiales en miskito, para trabajar con los jóvenes en cinco sesiones diferentes de cuatro días de duración cada una.

Noth ha aceptado ser también la nueva secretaria de la Red de Mujeres recién creada en su zona y con la que quieren romper el aislamiento de la vida en las aldeas. “Vivimos muy dispersas. Algunas sin luz, ni agua potable. Necesitamos estar más en contacto entre nosotras para aprovechar cualquier oportunidad de mejora”. Para ella, salir de casa y reunirse con otras mujeres ya es un gran avance. El 50% de la población es menor de 19 años y más del 65% se encuentra sin empleo, según el INGES (Instituto de Investigaciones y Gestión Social) de Nicaragua.

La región, del tamaño de Cataluña, está conformada por nueve municipios con un total de 300.000 personas sitiadas por la pobreza, el abandono del Estado y los conflictos generados por la llegada de colonos campesinos de otras partes del país. En muchas ocasiones, la llegada de migrantes internos ha provocado conflictos armados, desplazamientos y muertes entre los que reclaman la propiedad privada de la tierra y las poblaciones miskitas que defienden su propiedad comunal.

Al líder indígena Constantino Romel, fundador y primer presidente del territorio indígena Wangky Twi Tasba Raya, el conflicto le ha costado llevar una bala alojada en el tórax. “Siempre he denunciado este conflicto de manera pública y directa tanto en medios de comunicación como en reuniones”. Hace tres años, el 21 de septiembre de 2015, durante un viaje en carretera sobrevivió a un intento de asesinato. Todavía no ha podido retirarse una de las balas alojada en su cuerpo, ni llevar a juicio a los asaltantes. Hoy ha acudido a la ciudad para reunirse con diferentes agentes que trabajan en su territorio. “Necesitamos jóvenes mejor formados y con más compromiso por sus aldeas”.

Romel advierte de que tan solo el 30% de los jóvenes que optan a la universidad regresan después a sus casas. “Muchos prefieren la ciudad. Y los que se quedan siguen con su vida en un contexto de extrema pobreza, sin trabajo y con el temor de que llegue gente nueva a apropiarse de la tierra”. Como responsable de la primera experiencia de gobierno autónomo en el país, reclama más inversión del Estado central para facilitar las comunicaciones por la selva y más acompañamiento de la cooperación internacional hasta que llegue la ayuda del gobierno.

Joven, comprometida y con el interés de regresar es Helen Álvarez, de 22 años. En dos meses, se incorporará a primero de Enfermería. “Aquí la vida es dura. Tenemos pocas comodidades y pocas oportunidades para mejorarlas”. Así que ha optado por estudiar una materia que le permita después hacerse cargo del puesto de salud en el Naranjal, otra comunidad a varias horas de carretera de la única ciudad de la región.

En el mismo campus se cruzarán Álvarez y Palma: en carreras diferentes, pero con la misma actitud de construir un futuro en medio de la selva. Y tal vez, en unos años se una también Noth, si mantiene su motivación durante toda la secundaria.

Mientras tanto, desde la universidad ultiman los detalles para volver a salir a los caminos con la complicidad de los líderes indígenas y en busca de medio millar de nuevos universitarios para la siguiente promoción que arrancará en el mes de febrero, en miskito y con diferentes horarios para poder combinar la vida en el campo y en el campus.

Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2019/01/28/planeta_futuro/1548682778_449934_1548688523_sumario_normal_recorte1.jpg

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/01/28/planeta_futuro/1548682778_449934.html

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