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Estudiantes franceses denuncian violación de joven por la policía

Europa/Francia/25 Febrero 2017/Autor: Miguel Martínez/ Fuente: Hispantv

Las protestas por la violencia policial en Francia continúan y ahora tocó el turno a la primera manifestación de jóvenes estudiantes parisinos.

Por tercera semana consecutiva las protestas contra la violencia policial continuaron en París, capital de Francia, en rechazo por la violación del joven Theo por parte de las fuerzas del orden a inicios de febrero.

En esta ocasión han sido más de mil jóvenes estudiantes de diversos liceos parisinos quienes han decidido salir a las calles durante una manifestación que estaba prohibida por parte de la policía pero aún así los jóvenes estudiantes no hicieron caso a la prohibición.

El lugar de esta protesta fue en la conocida Plaza de la Nación, al este de París, en donde los estudiantes intentaron marchar a diversos puntos de la ciudad pero les fue impedido por la policía, quien cargó en diversas ocasiones con gases lacrimógenos.

El rechazo social contra la violencia policial sigue ganando terreno en toda Francia mientras los tribunales no den una respuesta y una condena a los policías que abusaron del joven Theo de 22 años.

Es la primera manifestación después de la violencia policial contra el joven Theo cuando los estudiantes franceses salen a manifestarse en las calles de la capital francesa y en donde han sido reprimidos por parte de la policía.

Fuente: http://www.hispantv.com/noticias/francia/334078/protesta-paris-violacion-theo-policia

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Estudiantes batallan por reinicio de clases en universidad dominicana

Centro América/República Dominicana/18 Febrero 2017/Fuente: Prensa Latina

Los estudiantes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) dieron un plazo hasta el lunes para el inicio de las clases del semestre o prometen marchar hacia el Palacio Nacional.
Los educandos están indignados porque no han podido comenzar sus clases a causa de un paro de profesores que se ha extendido por varias semanas por la falta de solución a sus demandas. Esta semana hubo un acuerdo preliminar entre el profesorado, la rectoría y el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCyT), pero el paro continuará hasta la firma del compromiso.

Los profesores consideraron que el acuerdo preliminar era ambiguo porque no establecía con claridad el por ciento de aumento salarial ni definía cuándo se pagaría el resto de lo demandado por ellos.

En asamblea general extraordinaria, convocada por el presidente de la Federación de Asociaciones de Profesores de la UASD (Faprouasd), Santiago Guillermo, se votó porque el acuerdo preliminar se modifique.

Exigen que en el mismo se incluya la autonomía universitaria, se fije para finales de junio la presentación de un diagnóstico de la situación de la casa de estudios y se establezcan plazos para el incremento salarial.

También demandaron el saneamiento y la transparencia de la universidad y dejaron claro que volverán al paro general si lo pactado no se cumple.

El rector Iván Grullón lamentó la decisión de Faprouasd de introducir modificaciones al acuerdo preliminar e insistió en que presentará el documento al Consejo Universitario como fue aprobado.

Mientras se espera por la respuesta del Consejo Universitario y las autoridades gubernamentales, los estudiantes también se movilizaron y protagonizaron protestas en demanda del reinicio de la docencia.

El descontento de los estudiantes con la administración del rector Iván Grullón fue uno de los puntos más notorios de una asamblea celebrada en el paraninfo de la Facultad de Economía.

Allí expusieron como demandas el saneamiento de la nómina para recuperar la confianza de la sociedad y transformar la universidad y la solución de los problemas que afectan la plataforma tecnológica.

Exigieron además la construcción de nuevas aulas y el acondicionamiento de las existentes, la contratación de maestros y la apertura de nuevas secciones con carreras de más demandas.

La falta de solución a la crisis amenaza con mantener la situación de paro la semana próxima y hay perspectivas de que el lunes los estudiantes vuelvan a pronunciarse.

Fuente: http://prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=64998&SEO=estudiantes-batallan-por-reinicio-de-clases-en-universidad-dominicana
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Una ocupación estudiantil en Paraná, Brasil

Por: René Rojas González

Si me preguntaran qué significa ocupar en Brasil, mi respuesta sería la siguiente: ocupar en Brasil es ocupar los latifundios, porque contar con un pedazo de tierra puede ofrecer la oportunidad de aprovechar la naturaleza en algún grado; es ocupar los edificios públicos, porque, por lo menos, es necesario incomodar al Estado para torcerlo y garantizar que respete la producción de la vida; es ocupar las escuelas, porque la educación no conoce de presupuestos gubernamentales y es más que la aceptación de materias planificadas. Ocupar es decirle a los que tienen la vida resuelta –o así creen tenerla- que no se está dispuesto a privarse de las condiciones materiales, mismas que pueden tomar diversas formas sociales decididas en colectivo; es decir, se ocupa contra la privatización de la tierra o de la educación, pero también puede ocuparse contra la privatización de la creatividad social para formar producciones propias: no se disputa un solo tipo de producción en la tierra, ni se disputa un solo tipo de producción de la educación, se disputan formas de organización social de lo que queremos producir; generalmente, entre unas que privan de las condiciones materiales y otras que abren las posibilidades de uso de éstas.

La ocupación estudiantil de la Universidade Federal da Fronteira Sul (UFFS) – Campus Laranjeiras do Sul, en el estado de Paraná, como parte de una desbandada de ocupaciones de escuelas que vuelve a Brasil, y con epicentro en ese estado, ha emergido justamente como forma de organización social, en el más instintivo sentido de paralizar las clases como manifestación de no querer privarse del acceso a una educación que depende de una crisis de presupuesto del Estado. El gobierno Temer aborda esta crisis con la típica re-gestión del capital para que esa educación del Estado se pague con más explotación social. Por un lado, la Medida Provisoria No. 746 (MP 746) propone flexibilizar la formación de los estudiantes y deshacerse de la carga social de su preparación, lo que se antoja entender como la construcción de los próximos robots obedientes para el empresariado. Es así que la MP 746 incluye “el retiro de las materias de artes, filosofía, educación física y sociología como obligatorias en el mapa curricular; 50% del mapa curricular será obligatorio y común nacionalmente, el otro 50% estará a cargo de los sistemas estatales, incluyendo la formación técnica profesionalizante; educación media nocturna sólo para mayores de 18 años; el reconocimiento de ‘notorio saber’ con el permiso de que profesores sin formación específica asuman materias para las cuales no fueron preparados” (Coordenação do coletivo Ocupa UFFS, 2016).

Por otro lado, la Propuesta de Enmienda Constitucional 241 (PEC 241), que ha avanzado en su aprobación en la Cámara de Diputados –primera votación-, deja demasiado claro que los estudiantes son rehenes del presupuesto del Estado, ya que el gasto público en educación quedaría limitado por 20 años a través de un nuevo régimen fiscal, conduciendo al “aumento de la evasión escolar, la inviabilidad del acceso de casi 2 millones de jóvenes de 15 a 17 años que están fuera de la escuela o que trabajan y estudian”, así como “desprecia una formación que debe ser integral, además de estimular la diferenciación de la formación de los que deben ir a la universidad de los que deben ser ubicados de forma inmediata en el mercado de trabajo al concluir la educación básica” (Coordenação do coletivo Ocupa UFFS, 2016).

Tampoco es que la gravedad de esta situación sea exclusiva del gobierno Temer. Sólo que hoy estamos viendo la re-gestión de la crisis del capital, cuando ayer, con los gobiernos Lula y Dilma, ya se estaba cocinando la rebanada privilegiada e intocable en el presupuesto. Hoy, se propone el recorte en educación, pero ya en 2014 el gobierno federal había gastado el 45.11% de todo el presupuesto de ese año en intereses y amortizaciones de la deuda pública, dejando a la educación el 3.73% y haciendo “evidente el privilegio a la deuda pública, detentada principalmente por grandes bancos, en detrimento del cumplimiento de los derechos sociales básicos establecidos en la Constitución Federal”. Aún más, la propuesta del Ejecutivo para los gastos con la deuda pública dentro del Presupuesto Federal para 2015 abarcaba el “47% de todo lo que el país va a recaudar con tributos, privatizaciones y emisión de nuevos títulos, entre otros ingresos” (Cornelli, 2016).

De esta forma, parece que la primera reacción de resistencia de los estudiantes fue lanzarse a la ocupación de la UFFS el día 11 de octubre en contra de la distribución desigual del presupuesto, acorde con algunos mensajes en los carteles que colocaron dentro del edificio principal, lugar donde se encuentran los salones de clase: de manera más o menos general, podía leerse que demandaban menos presupuesto para banqueros y más presupuesto para educación. A mi llegada, el día 13 de octubre, se percibía una ocupación bastante organizada, la cual impedía el acceso a los salones –concentrados en el segundo, tercer y cuarto piso- a través del cierre de los elevadores y escaleras, poniendo los estudiantes ocupantes sus propios cuerpos sentados –por lo menos, en el caso de los elevadores. Los salones del segundo piso y un salón del tercero eran ocupados para cambiar su uso a dormitorios y se usaban también decenas de colchonetas de la universidad. El resto de los salones del tercer y cuarto piso se mantenían bloqueados.

Justo aquel día de mi llegada, se llevaba a cabo una votación extensiva a todos los estudiantes de la universidad para decidir si se declaraba la huelga estudiantil, lo que, en otras palabras, significaba que, de conseguirse la mayoría, se obtendría la legitimidad de la ocupación. Ya entrada la noche acababa el conteo con el resultado favorable para los ocupantes, provocando en ellos una verdadera explosión de felicidad y alegría por la conquista, expresada en el múltiple contagio de abrazos, brincos, cantos de consignas, batucadas y bailes. Aún dentro de la euforia del momento, la Coordinación de la ocupación daba el mensaje de que se liberaban las trancas de los accesos a los pisos, pues “la universidad es nuestra”.

Efectivamente, la universidad era suya, y lo más probable era que la declaración, “al final”, representaba la reivindicación del carácter público de la universidad frente a la privatización de la educación, pues, si se acepta que la primera reacción de resistencia habría sido contra la distribución desigual del presupuesto, que es público y para la educación pública, la exigencia va por un espacio público de un todos incluyente para que nadie quede excluido de educación justamente. Dicho de otra forma, es muy posible que se declarase que la universidad era suya como parte del sentido de la demanda principal: más presupuesto público para la educación pública. Sin embargo, advertiría que ese “la universidad es nuestra” obedecía primordialmente a la disponibilidad de uso que había generado la ocupación de los estudiantes para ellos mismos: por ello, se abrían los accesos a los pisos de los salones de clase, para que ellos continuaran haciendo uso del espacio –por ejemplo, continuando el re-uso de los salones como dormitorios-, contando con ese respaldo de la votación que implicaba que ningún otro estudiante de la universidad podía interrumpir la ocupación-huelga usando los salones para dar clases. El uso estaba decidido por los ocupantes.

En esa línea, puede entenderse que lo que primaba era el uso sobre la propiedad pública de la universidad por parte de ellos y no el uso predeterminado de la universidad como propiedad pública; es decir, en la disputa de las condiciones materiales por la educación, hasta ese todos incluyente que pretende lo público, se detenía. La ocupación terminaba por fragmentar justamente lo público como cuerpo social monolítico y homogéneo, para abrir paso a una organización social de los estudiantes que se responsabilizaba por la universidad y que, por lo tanto, tenía que ir decidiendo qué hacer con ella. Los estudiantes ocupantes tenían que hacerse cargo del espacio de su propia educación. Podría leerse que su ocupación estaba encuadrada en la típica disputa entre lo público que “protege” y lo privado que despoja, pero su uso de la universidad ya agrietaba la propiedad pública de ésta al disputarle el uso al resto de los estudiantes, sin perder de vista que la preocupación principal era enfrentar la privatización de la educación. Pareciera, entonces, que la responsabilidad de los ocupantes por el uso de la universidad, replanteado a través de la ocupación, se tornaba el verdadero recurso social de protección de la educación, más allá de lo público. En este tenor, en efecto, la universidad era suya, pero más allá de un sentido de propiedad.

Así, esa apertura que producía la ocupación de los estudiantes reclamaba más el uso de las condiciones materiales –tierra, instalaciones, mobiliario, etc.- para decidir la educación, que la propiedad pública de las condiciones materiales para el mismo fin, aunque, contradictoria pero potentemente, todavía estuvieran enmarcados y disputados los usos dentro de lo público: pocos días después de mi llegada, entre los estudiantes ocupantes se escuchaba de la intención de algún profesor de dar clase forzosamente y corría un rumor de desalojo por parte de la Policía Federal. En la segunda semana de ocupación, se reculaba en negociaciones con la directora del campus al entregar los pisos tercero y cuarto para la impartición de clases.

Sin embargo, el movimiento interno de la ocupación puede decirnos otra cosa: la ocupación no sólo abre socialmente para contrarrestar privatizaciones, sino que también abre para desprivatizar lo público. Las decisiones sobre lo público se diversificaban. Se tenía la decisión gubernamental del congelamiento del presupuesto en la educación pública y se tenía la decisión de los ocupantes por encargarse del uso de la universidad pública frente a la decisión presupuestal sobre la educación pública. Pero, además, se tenían decenas de estudiantes que decidieron votar a favor de la ocupación-huelga estudiantil y que no se lanzaron a ocupar, si bien su apoyo fue determinante para conseguir legitimidad. Estos últimos también abrían lo público –aun sin colocar sus cuerpos en la ocupación- a la hora de ceder el uso público al uso relanzado de los ocupantes, es decir, respaldaban la generación de un uso disponible.

Parece que en ese uso disponible se jugaba la lucha de los ocupantes, pues, así como habían conseguido en votación la cesión del uso por parte de la mayoría de los estudiantes, también se preguntaban cómo era posible que los que habían votado a favor de la ocupación no estuvieran ocupando. Asimismo, ya desde el primer fin de semana de la ocupación, varios de los ocupantes salían por compromisos personales, si bien la organización de la ocupación emprendía un registro de los días que cada uno de ellos podía quedarse y, en su caso, de la fecha en que podía regresar. Varios ocupantes terminaban sus compromisos y regresaban. En otras palabras, la ocupación también iba enfrentando cierres: como podía presentarse falta de disciplina por batuquear a cualquier hora del día e incomodar a otros –exhortando varias veces a respetar-, como podía encontrarse a la ocupante que se había perdido el cumpleaños de su hijo por mantenerse en la ocupación.

Mal haríamos si no ubicásemos llamadas de atención sobre aquellas cosas que podrían proyectarnos con mayor fuerza social o que nos dejan sin fuerza social momentáneamente, y mal haríamos también si no diésemos reconocimiento a los esfuerzos personales de responsabilidad y compromiso. Pero esta suerte de faltantes y agradecimientos tampoco es tanto para cobrar la factura sobre algún fin último de la ocupación, pues si bien ésta era resultado de la decisión común de abrir un tiempo en cada vida afectada por la privatización de la educación, tampoco se trataba de que este tiempo terminase por restringir los otros tiempos necesarios de reproducción de vida que cada ocupante llevaba por fuera de la ocupación, es decir, cuando no era formalmente ocupante. La ocupación abría un tiempo no contemplado, que se sentía necesario, pero que no necesariamente tenía que pasar por encima de los propios ocupantes, como si fuera un objetivo mayor que, por “ser mayor que ellos”, los aplastaba y les impedía otras producciones.

Mal se haría también en pensar la ocupación como el momento en el que uno se convertía en ocupante: la ocupación no era algo separado y arriba de uno, la ocupación ya era la vida misma en relance. Creo que esto era lo que hacía que, por ejemplo, uno de los coordinadores, a propósito de reivindicar la prioridad de y el ánimo en la ocupación, expresase una ocasión en una asamblea que él qué más quería que en ese momento estar sentado en su casa tomándose una cerveza. La ocupación no tenía por qué opacar que se destinaban o se deseaban tiempos para otras producciones –como la del placer de beber alcohol donde era permitido-, y claro que ciertas circunstancias políticas podían determinar la prioridad productiva hacia la ocupación por parte de los estudiantes, pero nadie era obligado a quedarse.

Eso era interesante en la ocupación: cómo se relanzaban las vidas de los estudiantes ocupantes al disputar un uso disponible en la universidad frente al uso público, abriendo otro espacio y otro tiempo de reproducción de vida social, mientras ajustaban temporalmente las otras producciones necesarias en sus vidas. Esa apertura de tiempo y espacio generada por el uso disponible no estaba disociada del resto de producciones necesarias; al contrario, creo que el interés de los ocupantes en producir el uso relanzado a través de la ocupación estaba conectado con la sensación de imposibilidad de una educación como ámbito que reproduce otras producciones en la vida. Dicho de otra forma, los estudiantes ocupantes se preocupaban por esa educación que permite la continuidad de otras producciones, al percibir que el golpe presupuestal representaría para la UFFS la probable desaparición de cursos, la también probable desaparición de las cuotas para el acceso de los indígenas a la educación y el comprometimiento de la educación para las siguientes generaciones –esto último no sólo por tratarse de la universidad, sino de manera generalizada.

Tal vez, donde más era notoria esa conexión entre el uso disponible para una reproducción social otra y la preocupación por el peligro que corrían las otras producciones por falta de educación, era en aquellas y aquellos estudiantes ocupantes que ya cargaban trasfondos organizativos: varias de ellas y ellos ya venían de procesos de movimentación social con organizaciones como el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), el Movimiento de los Pequeños Agricultores (MPA) y el Levante Popular de la Juventud. Por lo tanto, esa reproducción social otra en la ocupación, para la reproducción de la educación, ya traía sus perspectivas organizativas, mismas que, por experiencia personal-colectiva, pueden asociarse con el MST.

Tenemos así una manera de entender aquel re-uso de los salones como dormitorios y el uso de las colchonetas. La ocupación disponibilizaba el uso para generar otros usos, permitiendo una vida en relance, no sólo formalmente dentro de la ocupación, sino para garantizar la educación en el resto de producciones “por fuera” de los estudiantes ocupantes. Así, los espacios se adaptaban a la nueva organización del uso de las condiciones materiales de la universidad, por ejemplo: en el edificio de los cubículos de los profesores se usaba la única regadera con la que se contaba y se organizaban los tiempos de baño para la tarde-noche. Ahora bien, al destinarse el edificio principal para las necesidades más básicas como dormir, comer e ir a los baños, el re-uso social de este inmueble se volvía destellante.

En el edificio principal, no sólo se reusaban los salones como dormitorios, se maximizaba el uso de una pequeña cocina con la que ya contaba la universidad, para preparar las comidas y los refrigerios acorde a los tiempos acostumbrados de alimentación; a manera de comedores, se disponía, sobre todo, de las mesas de la cafetería y del gran patio interno que contaba con bancas largas; se garantizaba el uso de, por lo menos, cuatro baños para las diversas necesidades de higiene y se organizaba la limpieza de los mismos. El espacio de dicho edificio, en general, estaba relanzado para reuniones de organización en pasillos, en el patio, en los salones mismos o incluso en los alrededores, y para asambleas de organización que convocaban a todas y todos los ocupantes, generalmente, en el gran patio. El auditorio corría la misma suerte, abriéndolo para otros fines: ahí se realizó el conteo de la votación de la huelga, ahí hubo asambleas, ahí se realizó videollamada con otros campus y rectoría de la UFFS para discutir y posicionarse sobre el problema presupuestal en la educación, y ahí llegaron conferencistas para exponer temas, justamente, como el del presupuesto en la educación y la afectación en ésta por la deuda pública.

La organización del uso relanzado se reflejaba en la Coordinación de la ocupación y sus Sectores constitutivos, como el de Disciplina, encargado de vigilar y hacer respetar los tiempos de las actividades; el de Comunicación, que se responsabilizaba por la comunicación de pautas internas y de manifiestos internacionales de apoyo, así como por la producción de contenidos de texto y audiovisuales, haciendo también un re-uso del internet de la universidad para la publicación en redes de dichos contenidos; el de Infraestructura, que garantizaba la llegada de los alimentos a preparar y las colchonetas, primordialmente; el de Cultura, encargado de intervenciones político-culturales como mensajes en carteles pegados en la pared, música contestataria durante la ocupación, y noches culturales de representaciones artísticas críticas y de baile; o el de Alimentación, que llevaba el control de los alimentos y su preparación para las y los ocupantes. Además, según los pisos que se estuvieran ocupando en el edificio principal, se organizaba un mutirão de limpieza en fin de semana, es decir, casi todos los ocupantes se lanzaban a la labor coordinada de lavar los pisos con jabonadura, escobas y jaladores, como parte de una responsabilidad por lo que se estaba usando.

No obstante, ese uso disponible de la ocupación abría con altas y bajas, como ya se esbozó un poco: por otras producciones que los estudiantes ocupantes tenían que atender en sus vidas, tenían que irse, si bien, en diferentes tiempos, varios regresaban y se rearticulaban. En algunos momentos, se tenía entre 30 y 40 ocupantes, y en otros, con la llegada de algún contingente, se contaba probablemente con alrededor de 60 ocupantes. Conforme eran menos o más personas, la adaptación en la organización de ese uso se hacía necesaria, como fue en los casos de los Sectores de Comunicación y de Alimentación, los cuales, considerando que se tenía más gente en la ocupación, sufrieron modificaciones: el primero decidió una división interna entre Comunicación Interna y Agitación y Propaganda, y el segundo, que había fincado su actividad en una o dos personas específicas, desconcentró hacia una rotación por Núcleos, mismos que involucraban a toda la ocupación y donde cada uno de ellos, compuestos generalmente por tres ocupantes, era responsable por la preparación de los alimentos, según la comida o refrigerio en turno.

Esa vida en relance por la nueva organización del uso no se explica sin otras condiciones materiales que garantizaban la reproducción misma de la ocupación: se mantenían las donaciones de comida, si bien, también tenían sus altas y sus bajas, como el quedarse sin carne en alguna ocasión. Esa vida en relance tampoco se entiende sin el mantenimiento del ánimo, que igualmente dependía de las condiciones materiales con las que se contasen: disponibilidad de conexiones eléctricas, internet, bocina y laptops para la música que se colocaba buena parte del día desde el gran patio; las noches culturales realizadas, también en el gran patio; el reuso del internet en los celulares de cada ocupante, que no sólo se destinaba para los fines de la ocupación, sino también para el entretenimiento; el conocimiento, igualmente, a través del internet, del aumento en el número de ocupaciones en Paraná y en otros estados; un churrasco, cuando llegó carne para hacerlo, y que marcaba otro ánimo en el convivio, como si fuese un día relajado; y hasta la simple diversión por jugar cuando se limpiaba o por jugar el popular truco en las cartas. Todo esto, sin embargo, no eximía de una baja en el ánimo, que se reflejaba en momentos de tedio y cansancio –y se tenía que descansar también-, tal vez, por causa de las reuniones y producciones de cada Sector; por causa de las reuniones de Coordinación con cabezas de Sector; por las asambleas, que abarcaban a todas y todos; e incluso, tal vez, por los tiempos “muertos” de la ocupación –que eran más bien tiempos de alerta ante alguna contingencia.

Toda esa potencia de producciones sociales, a mi entender, desprivatizaba lo público en el contexto de resistencia a la privatización de la educación, a partir del uso disponible generado por la ocupación. Sin embargo, el uso público también ejercía presión para el cierre de esa disponibilidad: como se mencionó más arriba, en la segunda semana de ocupación, se reculaba en negociaciones con la directora del campus al entregar los pisos tercero y cuarto del edificio principal para la impartición de clases. En los siguientes días, al incorporarse decenas de estudiantes de la universidad a sus clases habituales en los salones de los pisos desbloqueados, la ocupación-huelga dejaba de frenar esa normalidad privatizadora al permitir el acceso. Si bien las actividades de ocupación continuaban, por lo menos algunas y algunos ocupantes iban sintiendo una “pérdida de sentido” de aquella.

A partir de esa evaluación que sentían y considerando la afluencia de aquellos estudiantes que se incorporaban a las clases, reorganizaron lo ocupado y lo cedido en lo público, con intervenciones político-culturales más enfáticas para el 24 de octubre: de los primeros carteles que demandaban menos presupuesto para banqueros y más para educación, se pasaba a unos segundos carteles que, en general, expresaban como mensaje un también te va a tocar a ti, pegados en varias partes del interior del edificio principal, pero, particularmente, justo afuera de los salones donde se tomaba clases. Durante una parte de la mañana, se repetía un performance, sincronizado con la hora de llegada a la universidad del transporte escolar, en el cual, varias y varios ocupantes se tiraban al piso cerca de la entrada del edificio, representando su muerte –y acompañándose de música alusiva- por causa de “la PEC de la muerte”, la forma como nombraban a la PEC 241. Un par de intervenciones más se hicieron en el gran patio interno: un performance contra la fobia LGBT y una simulación de álgida discusión estudiantil con argumentos a favor y en contra de la PEC 241.

No obstante, los momentos específicos dentro de la coyuntura creada por el gobierno continuaban marcando la pauta. Al día siguiente, 25 de octubre, se realizaba la segunda votación de la PEC 241 en la Cámara de diputados, con una mayoría de parlamentarios que ya había dejado claro, en la primera votación, que estaba decidiendo la privatización de la educación pública. Al tenerse noción de que la tendencia sería hacia la aprobación, en la ocupación se asomaba la opción de bloquear el acceso a los salones nuevamente. Una vez que se conoció que el resultado de la votación fue justamente hacia la aprobación –turnando a la Cámara de senadores-, se convocó a asamblea para decidir el uso de la UFFS de nueva cuenta. La Coordinación planteó ocupar todo, la propuesta fue sometida a consulta y votación en asamblea, y prácticamente el 100% de las y los asistentes se decidieron por dicha medida. El 26 de octubre, el edificio principal de la UFFS amanecía bloqueado en sus accesos al segundo, tercer y cuarto piso, y, por lo tanto, con los salones inhabilitados para dar clases. Ese mismo día, terminaba mi tiempo en la ocupación.Las últimas reflexiones, que me sugería esta última parte que me tocó vivir con las y los estudiantes ocupantes, son, que una vez más se apreciaba que, ante el uso público en proceso de privatización, volvía a torcerse lo público, volvía a cobrarse una responsabilidad por usar los medios que producen la educación, es decir, por usar la universidad. De hecho, frente a esa segunda votación parlamentaria, no había condiciones para respetar la negociación con la directora del campus sobre los pisos que habían sido desbloqueados. La ocupación se lanzaba nuevamente y, con ello, la vida social de las y los estudiantes ocupantes. Decidir volver a ocupar todo significaba, anímicamente, reconocer la preocupación por el riesgo de volver a poner el cuerpo para bloquear, desafiando el “resguardo” que podía hacer la fuerza pública, pero también era abrazarse en forma de rueda entre todas y todos y lanzar un mensaje de fortalecimiento anímico después de haber decidido la acción de ocupación ampliada para el día siguiente. Decidir volver a ocupar todo priorizaba la producción en la ocupación y no en las otras producciones “por fuera” que tuviesen las y los ocupantes: el Sector de Cultura preparaba nueva intervención; el Sector de Disciplina organizaba a las y los ocupantes que pondrían sus cuerpos justo en los accesos; el Sector de Infraestructura se encargaba de proteger las pertenencias en los dormitorios; la Coordinación daba la instrucción de que, durante el día, éstos se mantuviesen cerrados, concentrándose todas y todos los ocupantes en el patio interno con lo básico material. Esto, sólo por recordar algunos de los movimientos que eran efectuados, acorde con la nueva reorganización del uso del edificio principal de la UFFS.Hago hincapié en que considero que la vida social de las y los estudiantes ocupantes se relanzaba con la ocupación. ¿Por qué? Primero, porque, así hubiese momentos de prioridad en la producción de la ocupación, en detrimento del tiempo asignado a otras producciones “por fuera”, la ocupación finalmente correspondía a la preocupación por una privatización de la educación que afectaría a esas otras producciones, al estar faltando una educación que impactase en éstas. Por esta razón que pueda entenderse que eran más que ocupantes formales: eran personas que se valían de la reproducción de la ocupación sin soltar las otras producciones necesarias en sus vidas. Segundo, porque la ocupación ya asomaba un potencial desprivatizador a través de sus propias producciones: vivir en la universidad sólo era posible disputando lo público, amenazado por lo privado; pero, lo público ya privaba con su pretendido uso para un todos incluyente, al “consensuar” socialmente una sola forma de disponer de las condiciones materiales para la educación, además, dependiente del presupuesto. La ocupación representaba una forma disidente de la organización social que, si bien ya tenía muy claro que la responsabilidad de la educación no cayese en lo privado –sólo quien pueda pagar tiene acceso-, también iba más allá de lo público. Lo público se convertía en uso disponible para reproducir la vida social en la propia universidad con producciones propias, lo cual permitía a las y los ocupantes estudiantes no delegar la producción de la educación ni a lo privado ni a lo público. Por eso la potencia de que ellas y ellos dispusieran de la UFFS para reusarla, organizándose en Sectores, preparando sus alimentos y comiendo ahí, adaptando los salones a dormitorios, ocupando los baños y regadera para sus necesidades de higiene, reusando el internet para los fines políticos de la ocupación y para entretenimiento, tomando posesión de los diferentes espacios del edificio principal para reuniones y asambleas, etc.

Dicho todo lo anterior, mi balance es, que esa crisis de capital que el gobierno regestionaba privatizando la educación pública, es decir, haciéndole pagar al pueblo con la flexibilización de su formación y con la prioridad presupuestaria para el pago de la deuda pública, ya estaba siendo rebasada, en buena medida, por el mismo pueblo a través de sus producciones relanzadas en la ocupación. Tal vez ésta enarbolaba lo público para la educación como defensa frente a la privatización, y tal vez podía “desactivarse” para anclarse en lo público como puerto seguro, pero las y los estudiantes ocupantes estaban mostrando también la potencia de responsabilizarse por las condiciones materiales de su educación, o sea, de tomar la universidad pública: abrirse en tiempo y espacio para una organización social del uso que disputase los medios de producción de la educación, destinada al resto de producciones.

Hacia mi salida de la ocupación, más aperturas aparecían: ocupantes y profesores donaban clases sobre producciones que sabían hacer; se realizaba una segunda votación estudiantil, de la cual las y los ocupantes salían nuevamente victoriosos; lograban la cancelación del calendario escolar; trabajaban voluntariamente en la producción de un área de tierra en forma de mandala; establecían un servicio de guardería; etc. La ocupación abría posibilidades y desprivatizaba la vida social.[1]

Fuentes

Coordenação do coletivo Ocupa UFFS, Manifesto de apoio aos povos indígenas otomí, tepehua e nahua da Sierra Norte do estado de Puebla no México, 2016.

Cornelli, Marcela, A lógica perversa da dívida e o orçamento de 2015, en http://www.auditoriacidada.org.br/blog/2015/03/13/a-logica-perversa-da-divida-e-o-orcamento-de-2015/, consultado el 09 de noviembre de 2016.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=221276&titular=una-ocupaci%F3n-estudiantil-en-paran%E1-brasil-

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Estudiantes panameños se unen a movimiento por nueva Constitución

Centro América/Panamá/12 Noviembre 2016/Hispantv 

La juventud panameña por su insatisfacción con el sistema político, se involucra en la búsqueda de una nueva Constitución.

La juventud panameña sigue sin tener una representación definida dentro del Gobierno del país y su insatisfacción con el sistema político se ve reflejada en grupos estudiantiles que se suman a la recolección de firmas y la difusión de las ventajas de exigir una nueva Constitución.

Los libros de firmas del Movimiento Constituyente Va han visitado universidades públicas y privadas acompañados de foros y conversatorios, lo que ha derivado en la creación de una comisión estudiantil proconstituyente.

La juventud panameña representa alrededor del 25 % del total de la población, según el último censo del 2010. De acuerdo al padrón electoral del 2014, unos 900 mil jóvenes entre 18 y 30 años estaban registrados, 500 mil votaron y 884 se postularon.

Las actividades en busca de exigir una nueva Constitución continuarán en la Ciudad de Panamá (capital) y el interior del país. El 30 de noviembre, el movimiento anunciará los últimos avances de la campaña.

Las organizaciones juveniles no son las únicas que se han sumado al Movimiento Constituyente Va; juristas y activistas independientes también se cuentan entre los promotores de la recolección de firmas que deberá terminar el próximo 17 de febrero.

Fuente: http://www.hispantv.com/noticias/panama/313933/movimiento-estudiantes-exigen-nueva-constitucion

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Brasil: Policía Militar detuvo a estudiantes que rechazan recortes en la educación pública

América del Sur/ Brasil/ 29 octubre 2016/ Fuente: AVN

La Policía Militar (PM) de Brasil detuvo, sin orden judicial, a 26 estudiantes que habían tomado la Escuela Superior Centro de Doña Filomena Moreira de Paula, en el estado de Palmas, con el propósito de sumarse a las protestas en contra de la Reforma a la Enseñanza Media y a la Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC) que congela por 20 años la inversión social.

Entre los estudiantes detenidos se encuentran menores de edad quienes, según la PM, son acusados por haber entrado en desacato a la autoridad aun cuando medios locales reseñan que la toma de la institución fue de forma pacífica, reseñó el portal Noticias de América Latina y el Caribe (Nodal).

Previo a esta detención, este martes la PM también apresó a 13 estudiantes que habían ocupado la Escuela Estatal Silvio Javier en Piqueri, al norte de Sao Paulo, quienes también protestaban en contra de la reforma de la escuela secundaria, refiere la Agencia de Brasil.

Dichas represiones al derecho a protestar que tienen los estudiantes en Brasil se realizan en medio de un escenario político donde el presidente de facto de dicha nación, Michel Temer, congeló la inversión pública e intenta, a través de reformas, limitar la cantidad de asignaturas del pénsum y disminuir el nivel de formación de los profesionales de la educación.

En rechazo a esa medida, más de 1.100 instituciones educativas —según datos de las Agencia Brasil—  han sido ocupadas por los estudiantes en todo Brasil para defender la escuela pública de calidad.

El Partido de los Trabajadores (PT) hizo público un comunicado donde rechazaron las agresiones del Gobierno de Temer hacia los estudiantes e hicieron un llamado para que «el Gobierno federal inicie de inmediato las negociaciones abiertas con los jóvenes que luchan por su expresión de los derechos democráticos y en defensa de la escuela pública de calidad».

Fuente: http://www.avn.info.ve/contenido/polic%C3%ADa-brasil-detuvo-estudiantes-que-rechazan-recortes-educaci%C3%B3n-p%C3%BAblica

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Chile: La Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile cumple 110 años

América del Sur/ Chile/ 29 octubre 2016/ Fuente: El Ciudadano.

La lucha por una educación al servicio de las necesidades del país, por la profundización de la democracia, y el impulso de la cultura han sido rasgos permanentes en la extensa historia de la organización estudiantil. Fundada el 21 de octubre de 1906, en su trayectoria ha sufrido el saqueo de sus locales y el asesinato de sus dirigentes, ha sido ilegalizada, ha contribuido a la caída de dos dictaduras, ha organizado trabajos voluntarios y ha impulsado la lucha por la educación pública, gratuita y de calidad.

Es difícil encontrar alguna organización social que haya marcado de manera constante la historia del país, que la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh), fundada exactamente hace 110 años, siendo la asociación estudiantil más antigua del continente. Surgida para defender los derechos y las opiniones de los estudiantes, ha tenido una impronta democrática que siempre ha pugnado por combatir los autoritarismos y por colocar el conocimiento al servicio de las necesidades del país.

Así, en los años ’20 la FECh se opuso a los discursos nacionalistas que buscaban exacerbar el enfrentamiento con Perú en la llamada “Guerra de don Ladislao”, lo que significó sufrir la destrucción de su local a manos de un grupo de jóvenes conservadores e integrantes de las ligas patrióticas, así como la encarcelación y muerte de su primer mártir, el poeta José Domingo Gómez Rojas.

Su lucha contra la dictadura de Ibáñez, la oposición a la llamada “Ley Maldita”, su participación en la “Revolución de la Chaucha” en 1949, su impulso al Comando Nacional contra las Alzas junto a sindicatos obreros y su permanente lucha por la educación, fueron hitos clave en la conformación del movimiento estudiantil chileno, que desde las universidades pugnaba por una sociedad más justa.

Alejandro Rojas, quien presidió la FECh durante tres períodos entre 1970 y 1973, destacó que la organización históricamente ha estado comprometida con la defensa, promoción y profundización de la democracia en el país. “En su ideario, su práctica y sus luchas, lo fundamental ha sido trabajar tanto por la democracia en Chile, como por la oposición contra todas las formas autoritarias de gobierno” junto a otras organizaciones sociales y sindicales, explicó.

Durante el período en que encabezó el organismo estudiantil, el país vivió la Reforma Universitaria de los años ’60, y también el gobierno de la Unidad Popular. La relevancia de la FECh en ese momento quedó clara cuando el presidente Salvador Allende, el 4 de septiembre de 1970, le solicitó a Rojas usar el balcón de la organización para dar su discurso de victoria. Embargado por la emoción Rojas recordó que se encontraba en el local cuando Allende lo llamó por teléfono para pedirle usar las oficinas de la FECh. “El Presidente habló ante una masa plena de energía, la derecha estaba aterrorizada por el asalto de la izquierda a sus barrios pero fue una fiesta llena de alegría y civilidad, porque no hubo ningún desorden, fue simplemente una celebración popular”, expresó Rojas.

Golpe de Estado y reconstrucción de la FECh.

Tras el inicio de la dictadura, la organización estudiantil fue disuelta por la Junta Militar, su personalidad jurídica cancelada y sus dirigentes encarcelados. En un contexto marcado por la intervención de las universidades y la persecución de académicos y estudiantes ligados a la izquierda, el régimen estableció una Federación de Centros de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECECh), que no era escogida libremente por los estudiantes.

En 1978 se crearon los Comités de Participación Estudiantil, que buscaron arrebatarle los Centros de Alumnos a la dictadura, y tras diversas movilizaciones y actividades, se logró refundar la histórica FECh en 1984, luego de que se realizara una Asamblea Constituyente que redactó sus estatutos, los que fueron refrendados en un plebiscito, y se realizaran elecciones universales de directiva en el mes de octubre.

Yerko Ljubetic, primer presidente de la organización desde 1973, aseguró que el proceso que culminó en la reconstrucción de la FECh fue posible gracias a múltiples esfuerzos realizados por otros estudiantes durante esos 11 años de dictadura, que fueron generando las condiciones para que se lograra culminar ese proceso democrático.

Consultado por el aporte que significó la lucha estudiantil para la recuperación de la democracia en el país, el ex dirigente aseguró que “en los primeros tiempos fue en el movimiento universitario donde se gestaron y brotaron las primeras señales de rebeldía o resistencia a la dictadura. Esos fueron años de movilización social y política muy decidida, donde logramos recuperar la mayoría de las federaciones del país y contribuimos de manera sustantiva a la posterior caída de la dictadura”.

La FECh y la cultura.

Junto a la política, la otra constante en la historia de la organización estudiantil ha sido la cultura, mediante diferentes iniciativas que han buscado impulsar su democratización, y su desarrollo. Así, en sus orígenes impulsó las Fiestas de la Primavera y los Juegos Florales, en los que los jóvenes Gabriela Mistral y Pablo Neruda recibirían sus primeros reconocimientos literarios.

Además, en su histórica revista “Claridad”, publicada por primera vez el 12 de octubre de 1920, tuvieron un destacado espacio importantes autores de la literatura nacional y mundial como Pablo Neruda, Juan Gandulfo, Manuel Rojas y José Santos González Vera, Pedro Prado, Joaquín Edwards Bello y el venezolano Mariano Picón Salas, entre muchos otros.

Décadas después, en momentos en que la dictadura había disuelto a la FECh, los estudiantes impulsaron la Agrupación Cultural Universitaria (ACU), espacio que junto con reactivar la vida cultural en los campus con publicaciones de literatura y actividades abiertas que impulsaron el “Canto Nuevo”, sirvió también de cobertura para la rearticulación estudiantil y la futura democratización de los Centros de Estudiantes.

Durante los últimos años la cultura ha seguido presente en diversas actividades de extensión impulsados por la FECh, materializadas principalmente en sus Trabajos Voluntarios.

Educación pública, gratuita y de calidad: los estudiantes en el siglo XXI.

Tras el retorno a la democracia el movimiento estudiantil vivió altos y bajos. Cumplida la misión de derribar la dictadura, el financiamiento y la democratización de las universidades fueron las grandes luchas de los jóvenes, siendo emblemáticas las movilizaciones del año 1997 que culminaron con un Encuentro Universitario y con la creación de una Comisión de Proyecto Institucional y en la posterior creación del Senado Universitario.

Tras esta lucha la FECh se enfocó en el financiamiento oponiéndose al Crédito con Aval del Estado, y posteriormente, protagonizaría el gran estallido del año 2011 bajo la consigna de una educación pública, gratuita y de calidad, lucha que mantienen hasta el día de hoy participando en movilizaciones y defendiendo sus propuestas ante el Congreso Nacional.

Recordando ese proceso la hoy diputada de la República, Camila Vallejo, quien encabezara el organismo estudiantil hace cinco años atrás, valoró el rol que ha jugado la federación en la historia del país en la defensa de la democracia, de la cultura, de la paz y la libertad de expresión “incidiendo en las políticas públicas e incluso en la construcción de programas de gobierno en distintos momentos de la historia”.

Junto con ello, Vallejo recordó que en las movilizaciones del 2011 fueron miles de jóvenes los que junto a la FECh lograron marcar la agenda pública e instalar en el debate público “la necesidad de avanzar hacia una reforma que entendiera la educación como un derecho y no como un bien de consumo”, y aseguró que resulta indispensable que el movimiento estudiantil continúe cumpliendo ese papel en Chile.

Consultada por los desafíos que enfrenta la Federación, su actual presidenta, Camila Rojas, expresó que el organismo que encabeza ha sido motor de cambios indispensables en el país a lo largo de su historia, de mano de la organización y movilización de los jóvenes.

“La experiencia de lucha que ha acumulado la FECh es útil para todas las organizaciones sociales del país, y las que nazcan en el futuro. 110 años de historia deben motivarnos a nosotros y a los futuros estudiantes a seguir organizados, debatiendo, y movilizándonos con la fuerza necesaria para cambiar Chile”, destacó Rojas.

Fuente: http://www.elciudadano.cl/2016/10/28/335394/los-110-anos-de-la-federacion-de-estudiantes-de-la-u-de-chile/

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¿Por qué se celebra el Día del Estudiante»? – Olmedo Beluche

Por: Olmedo Beluche

A los estudiantes institutores de ayer, hoy y siempre

Conversando conmigo sobre las tantas plagas que el neoliberalismo y la oligarquía han descargado sobre la educación y el movimiento estudiantil en los últimos años, la educadora que forjó generaciones de institutores y, ella misma nacida del momento más glorioso del movimiento estudiantil panameño, la profesora Diamantina de Calzadilla, me ha sugerido, casi un como un mandato: «hay que explicarle a los jóvenes de ahora cómo surgió la conmemoración del Día del Estudiante».

Ella me lo decía porque sabe que conozco la biografía de Carlos Calzadilla, uno de los fundadores de la Federación de Estudiantes de Panamá (FEP), gremio que protagonizó incontables gestas de nuestra historia, en particular de la lucha por la soberanía nacional frente al imperialismo yanqui. Existen dos fuentes imprescindibles para conocer la historia de aquel movimiento a través de la biografía de este dirigente popular: «Historia sincera de la República (Siglo XX)» y «Carlos Calzadilla un patriota consecuente».

El año clave es 1943, en que un soplo de aire fresco fue despejando la bruma del fascismo en Europa, con las derrotas que empezó a sufrir en la Unión Soviética, y una nueva generación de jóvenes impusieron su ímpetu de lucha  por la democracia, la autodeterminación de los pueblos, la libertad y el socialismo. La juventud  panameña no se quedó atrás y empezó a despejar la modorra tradicionalista de la pequeña ciudad de Panamá, para entrar como actora central de las luchas de las siguientes décadas.

Ese año, empezaban algunos escarceos estudiantiles contra lo que consideraban arbitrariedades de la Dra. Georgina Jiménez de López, primera socióloga panameña, sin que Calzadilla explique en detalle la situación, cuando cayó como una bomba en medio del Instituto Nacional, donde se albergaba la Universidad de Panamá, la noticia de que el apreciado profesor Felipe Juan Escobar, había sido destituido por órdenes del presidente de la república Ricardo Adolfo de la Guardia «porque le negó un saludo».

Había un precedente: el presidente Arnulfo Arias M., en 1940, había destituido nada menos que al Dr. Octavio Méndez Pereira, fundador de la universidad, aduciendo «motivos personales». Así que el capricho y la arbitrariedad de los mandatarios en la administración pública era habitual por aquellos tiempos. Pero la generación de 1943, que pasaría a la historia como la Generación de 1947, por su rechazo a los Tratados Filós – Hines, no iba a permitir más ese tipo de abusos. Por lo que se declararon en huelga.

«Nuestra actitud de declararnos en huelga en apoyo al Dr. Escobar, profesor de Derecho Procesal, y de respaldar el principio de estabilidad de los profesores, a nivel secundario y universitario, provocó el atropello dirigido por el ministro de Educación, Víctor F. Goytía, desde el encarcelamiento, destitución de los estudiantes que desempeñaban cargos en el gobierno y la cancelación de las becas de los que gozaban de ese privilegio, si no asistían a clases».

Pese a la represión, la huelga estudiantil se prolongó por 26 días. La salida que el gobierno buscó, para no desautorizar al presidente restituyendo a Escobar, fue la de conceder la Autonomía y el Cogobierno universitario, mediante un decreto negociado por el asesor del presidente, Diógenes de la Rosa. «Se despojó al Poder Ejecutivo, el derecho a intervenir en el gobierno de la Universidad. El Prof. Escobar fue sacrificado en aras de la estabilidad del profesorado universitario», dice Calzadilla.

Sobre la base de la experiencia de la huelga siguieron organizados y decidieron conformar un Comité Organizador del gremio estudiantil, coordinando con estudiantes de secundaria. Junto a los estudiantes de la Universidad de Panamá, se sumaron los del Instituto Nacional, el Liceo de Señoritas, Escuela Profesional, el Artes y Oficio, la Normal de Santiago y la Escuela Rural de David.

El 1 de febrero de 1944 se reunieron delegados de todas esas escuelas en lo que sería el Primer Congreso, constituyeron la Federación de Estudiantes de Panamá (aunque el acta de proclamación tiene fecha de 27/3/1944), y eligieron a Federico A. Velásquez como su primer presidente.

«… la FEP que surgió como la mejor escuela de formación cívica. En todas las agrupaciones federadas, se estudiaba, discutía y se lograba a cuerdos para poner un alto a la corrupción, exigir el adecentamiento gubernamental, mejor educación como base en la formación del individuo, mayor atención a la solución de los problemas de los grupos mayoritarios y al rescate de la soberanía nacional y aportar soluciones, producto de los más sanos propósitos» (Calzadilla).

Estas palabras explican bien porque la FEP siempre fue vista como enemigo principal por parte de los gobiernos, quienes procuraron reprimir a sus dirigentes, desacreditarlos o corromperlos. Eso explica lo que se ha venido haciendo en las últimas tres décadas de destrucción sistemática de las asociaciones federadas, de represión, persecución a los dirigentes y expulsión con cualquier excusa de los mismos.

Por eso tratan de cerrar el Instituto Nacional, bajo la administración de Martinelli y la actual. Y por eso están arbitrariamente detenidos un grupo de institutores. Por eso la política del MEDUCA ha sido expulsar a los dirigentes políticos y abrir la puerta de las escuelas a los pandilleros, porque estos último se les maneja con plata.

Al año siguiente de la primera huelga estudiantil, ya organizada la FEP, en septiembre de 1944, el ministro de Educación Víctor F. Goytía, quien en su juventud había sido un dirigente «progre» del Movimiento de Acción Comunal, en un intento fallido por abortar el proceso de organización estudiantil, pretendió imponer un «contrato de matrícula», por el que los acudientes de los alumnos se comprometían a que éstos no participarían en reuniones de la FEP, ni en asociaciones estudiantiles.

El movimiento respondió organizado con huelgas y movilizaciones forzando la destitución del ministro Goytía junto con su represivo contrato de matricula, justamente el 27 de octubre de 1944.

Lo cual demuestra la capacidad del movimiento estudiantil de unirse y producir grandes transformaciones nacionales, siempre que se convoque por la vía democrática de la participación colectiva mediante asambleas que debatan y acuerden. Como recientemente se hizo en la Universidad de Panamá en la lucha contra el examen de barra de los abogados, superando dos décadas de actuación vanguardista de pequeños grupos de izquierda que realizaban acciones al margen de la masa estudiantil, a la cual menospreciaban o parecían temerle.

De manera que el Día del Estudiante celebra la destitución de un ministro de Educación, así como la derrota de sus medidas represivas, por parte del movimiento estudiantil organizado y movilizado unitariamente, gracias a la gloriosa Federación de Estudiantes de Panamá. Cuatro años después de esta lucha, y un año después de la victoria sobre los Tratados de Bases Militares, Filós – Hines, el secretario general de la FEP, Moisés Pianeta, logró de la Asamblea Nacional oficializar mediante una ley el Día del Estudiante.

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