Escuela de gladiadores

Por: Santiago Alba Rico

En la visión histórica de la izquierda dos eran los fulcros de constitución de un sujeto político transformador: la fábrica y la universidad, cuya alianza buscaba el marxismo como detonante de la revolución. La fábrica porque era el lugar común de la explotación económica y, por lo tanto, de la toma de conciencia y de la concertación sindical. La universidad porque era el lugar común donde se daban cita la juventud y el saber, fusión modernísima que constituye desde el principio un explosivo oxímoron.

Hasta 1789 la juventud era guerrera, pero no sabia, y su participación en la guerra aseguraba más bien el recambio de un modelo estable y sin variaciones. Desde 1789, cuando un grupito de imberbes letrados derriba la monarquía absoluta, la juventud pasa a formar parte de la regla del cambio, el cual forma parte intrínseca, a su vez, del imaginario social occidental. Desde Sócrates, por otra parte, el saber es una amenaza para los que se resisten a él (al cambio) y su relación con el poder una peripecia pugnaz de asimilación y subversión.

En las sociedades antiguas o de ancien régime, en efecto, la juventud y el saber se habían mantenido cuidadosamente separadas, como una combinación potencialmente amenazadora para la estabilidad social. La Universidad es su unión. Lo es ya en la Edad Media, cuando surgen las primeras comunidades docentes (baste pensar en los goliardos y en su rebelión letrada contra la religión y los gobiernos) y lo es sobre todo en el siglo XX, cuando por primera vez todas las clases sociales, así como las mujeres, acceden a la Universidad. Para que nos hagamos una idea: en 1920 Francia cuenta con 50.000 estudiantes universitarios; en 1987 esa cifra se eleva a un millón. Incluso España, siempre con retraso, pasa en ese período de 23.000 a 650.000 matrículas universitarias.

La Universidad pone al alcance de la juventud todo el saber acumulado de la humanidad, conservado y renovado al margen de los intereses de clase, las guerras y los vaivenes del poder. Si esta combinación ha sido fuente de cambio durante el último siglo es precisamente porque ha sido la Universidad la que ha intervenido en la sociedad y no al revés; porque la Universidad no ha sido un reflejo sumiso de la sociedad y sus servidumbres económicas sino porque, al contrario, la sociedad misma se ha transformado desde la Universidad; y no por casualidad –añadamos– desde las disciplinas más humanísticas. Los jóvenes, receptores subversivos de una tradición de conocimiento, hacían progresar las ciencias en el interior del campus al tiempo que desde él asaltaban en el exterior –y moldeaban de nuevo– las relaciones políticas y sociales. Esta “regla de cambio” alcanzó su colofón en la primavera –no sólo francesa– de 1968.

Hoy eso ya no es posible. La fábrica ha dejado de ser la matriz de los sujetos colectivos y la fragua de un “proyecto de vida” individual (lo que incluía una casa y una familia). La Universidad ya no es, por su parte, el “lugar común” donde la energía abstracta de la juventud se comunica con la memoria concreta de la humanidad. La misma mercantilización que ha condenado a los humanos al desempleo endémico y el trabajo precario –a una adolescencia eterna– ha abolido la juventud y ha privatizado el saber. La amputación de las ramas más “universales” y más “desinteresadas” del conocimiento –y, por eso mismo, las más necesarias– es inseparable de la conversión del campus en un campo de batalla donde se baten a muerte los futuros parados: gladiadores del mercado que tratan de ajustar sus perfiles a las contadas demandas de trabajo.

Con la reforma de Bolonia el curriculum lo hacen las empresas y los bancos; y la Universidad deja de ser, como lo fue en la era moderna, umbral iniciático de la experiencia personal (sexo, drogas, militancia) y memorización conflictiva del conocimiento humano. Sin trabajo y sin saber compartidos, fuente de revolución, queda el consumo, que es la versión light de la guerra, a la que los jóvenes sin futuro, pero también sin pasado común, acabarán volviendo a poco que una Europa sin soluciones y sin izquierda se incline un grado más hacia el abismo.

Fuente: https://rebelion.org/noticia.php?id=242287

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Colombia: Promesa de más recursos para educación frena paro

América del Sur/Colombia, 17 de junio de 2017.  Fuente: elcolombiano.com

En un acta de 24 puntos quedó conjurado el paro nacional de docentes, que duró un mes y cinco días. Luego de una tensa jornada en la tarde ayer entre las directivas de Fecode y la ministra de Educación, Yaneth Giha, el Gobierno se comprometió a sacar adelante el pliego de peticiones de los maestros.

Fecode hará parte de una reforma estructural del Sistema General de Participaciones (SGP), que permita disponer de más recursos para la educación, con participación del Congreso, alcaldes y gobernadores, y que le deje al país las bases para seguir avanzando en calidad educativa.

En este punto radicaba la esencia de la protesta, pues según Carlos Enrique Rivas, presidente de Fecode, entre el 2001 y el 2016 el SGP perdió 137 billones de pesos, de los cuales 63 son de educación.

En esa misma reforma el Gobierno se comprometió a continuar con la nivelación salarial de los maestros de 12 puntos por encima del aumento de los salarios de los demás servidores del Estado, acordada con Fecode en mayo del año pasado. También destinará los recursos para seguir con la implementación de la jornada única.

Nueva bonificación

Giha afirmó que, para seguir cerrando la brecha en materia salarial de los docentes, fue creada una nueva bonificación pedagógica, que será pagada, una vez al año, de forma progresiva y que asumiría el nuevo Gobierno: el próximo año recibirán un pago equivalente al 6 % de su asignación básica, en 2019 será del 11 %, y a partir del 2020 será del 15 %.

Serán creados tres grados de preescolar, para que los niños más pequeños disfruten de la gratuidad de la educación en el país. En el 2021 la cobertura de transición de amplía al 80 % , al 2022 serían los primeros grados de Jardín en colegios oficiales y en el 2024 de prejardín.

Rivas agradeció a padres de familias y estudiantes por el acompañamiento y exaltó el compromiso de todos los docentes durante los días de paro, quienes marcharon decenas de veces por las principales vías del país. “Consideramos que la jornada única debe tener los recursos suficientes para la ampliación de aulas y el transporte y la alimentación escolar. No va a ver descuento para los maestros y vamos a recuperar el tiempo”.

Contrario a lo que dijo el Gobierno durante estos días, Rivas agregó que la motivación de Fecode para salir a paro no era adquirir mejoras salariales, sino de buscar los recursos para la educación, y por eso estaban satisfechos.

Fuente noticia: http://www.elcolombiano.com/colombia/promesa-de-mas-recursos-para-educacion-frena-paro-AX6743651

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