Por: Daniela Ramírez.
Debido al estallido social que afecta a Chile desde el pasado 18 de octubre, es que se han hecho presente en las redes sociales reflexiones acerca de lo que ocurre y de lo que gatilló el panorama actual que enfrenta el país.
En ese aspecto, fue una profesora identificada como Natalia Casas y madre de dos hijos, quien compartió un emotivo escrito donde mostraba el significado del “lumpen” y lo que realmente representaba en la sociedad.
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En la historia, Natalia personificada a lumpen como un niño que nació desprotegido y carente de todo afecto, revelando la realidad social que afecta a muchos niños en el país, que posteriormente deben delinquir.
“Lumpen una vez fue un bebé en la guatita de su mamá, quien no siguió la mejor dieta que lo nutriera adecuadamente, incluso ella consumió alcohol y drogas durante su gestación. Cuando bebé Lumpen nació y no encontró un pecho tibio ni alguien que oliera extasiado el aroma de su cabecita. Bebé Lumpen lloró y lloró, pero solo encontró oídos sordos. Aprendió sus primeras palabras y dio sus primeros pasos, pero los aplausos no sonaron”, parte señalando la maestra en el texto.
El relato continúa, señalando que “el niño Lumpen no era obediente. No era empático con sus pares. No aprendía bien y era un distractor para sus compañeros en clases. Sin duda una mala influencia. Niño Lumpen repitió de curso y repitió otra vez hasta que dejó de ir a la escuela”.
Ya más grande, “el adolescente Lumpen creció antes que el resto. Fue independiente pronto y lo atrajo el camino fácil. Se deslumbró con la plata, las drogas, la calle. La marginalidad lo acogió. Ahí se sentía él mismo. No juzgado. Delinquió pronto. Estuvo en Sename. Regresó a la calle. Se ocultó en las sombras. Fue y volvió varias veces”.
Para finalizar, Natalia señala que “hoy ya es tarde para Lumpen. Hay una ciudadanía entera condenando sus actos. Y es cierto, su forma de expresión no es sana, es dañina, es violenta. Sus actos no deben quedar impunes. Y yo lo siento tanto, Lumpen, porque sé que naciste para ser amado, atendido y educado, pero no tuviste la suerte de tener una familia ni un país que lo hiciera”.
“Hoy ya es tarde para ti Lumpen. Yo, atemporal e imaginariamente, quisiera mecerte en mis brazos, desvelarme noches enteras cuidando tus sueños, mostrarte libros graciosos y consolarte con un beso. Llegué tarde para ti. Todos llegamos tarde para ti”, cerró.