Las expresiones más usadas contra las mujeres por quienes ejercen violencia de género

En coincidencia con el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se conmemorará el 25 de noviembre, un equipo de lingüistas de la aplicación para el aprendizaje de idiomas Babbel analizó las frases más comunes en detrimento de las mujeres, informaron este miércoles a través de un comunicado.

«Sos mía, de nadie más», «Si no estás conmigo, no estás con nadie», «Calladita te ves más bonita», «Acá se hace lo que dijo yo», son algunas de las expresiones más comunes utilizadas por personas que ejercen violencia de género, según un análisis realizado por especialistas de la aplicación para el aprendizaje de idiomas Babbel, y que se difundió este miércoles.

Además, a través del hashtag #LaViolenciaEmpiezaEnLasPalabras, la app invita a todas las mujeres a difundir en redes sociales las frases que hayan escuchado en primera persona por su condición de género.

Con el objetivo de reducir la violencia generando conciencia lingüística, Babbel impulsará esta iniciativa en todo el mundo, invitando a las mujeres a sumar su testimonio junto con la consigna #WordsThatHurt.

«Si consideramos que el lenguaje es el filtro principal a través del cual percibimos el mundo, es evidente que afecta a la forma en que nos relacionamos y hacemos juicios sobre los demás», comentó la doctora en lingüística Rita Santoyo Venegas, experta del departamento de Didáctica de Babbel.

También agregó que «la palabra tiene un gran poder, y lamentablemente hay muchas expresiones cotidianas que confirman el sesgo subconsciente de que los hombres son intelectual, física y moralmente superiores a las mujeres, y erosionando su libertad y autoconfianza».

En la Argentina y el resto del mundo, el análisis de cómo los hombres violentos hablan a sus parejas demuestra muchas similitudes, indicaron.

Violencia psicológica

Se pueden encontrar expresiones que designan a la mujer como un objeto, una posesión.

En ese sentido, ejercen violencia psicológica haciéndose pasar por expresiones de amor o halagos, «cuando en realidad revelan la intención de tener control sobre la otra persona» ,como por ejemplo «sos mía, de nadie más», «si no estás conmigo, no estás con nadie» o «calladita te ves más bonita».

En otros países se pueden encontrar expresiones como «sois belle et tais toi» («sé hermosa y deja de hablar» – Francia) o «You look prettier when you smile!» («Te ves más bonita cuando sonríes» – en países de habla inglesa).

Los especialistas remarcaron, además, las palabras que «degradan la autoestima de la mujer o le impiden creer que puede valerse por sí misma».

«Las mujeres atrapadas en una relación abusiva encuentran dificultad en liberarse porque el abusador las humilla y las rebaja hasta aniquilar la fuerza y la autoestima necesarias para salir de la relación», indicaron, y marcaron como ejemplo «callate, a nadie le interesa lo que tenés para decir», «nadie te va a creer», «acá se hace lo que digo yo», «yo te voy a cuidar» y «con ese carácter, nadie te va a aguantar.»

La víctima como responsable del maltrato

Como ejemplo en otros países citaron: «Sei pazza, non è mai successo, ti inventi tutto» («Estás loca, nunca pasó, te inventas todo» – Italia) y «women say ‘no’ when they mean ‘yes'» («Las mujeres dicen ‘No», cuando en realidad quieren decir ‘Si´» – Países de habla inglesa).

También expresiones que ubican a la víctima como la responsable del maltrato, en cuyos casos la responsabilidad por la violencia sufrida radica en la víctima, absolviendo al agresor: «mirá cómo me ponés», «vos te lo buscaste» o «se lo buscó por andar vestida así».

Al respecto, en otros idiomas utilizan «mulher tem de se dar ao respeito.» («una mujer debe inspirar respeto» – Brasil), o «Passer sous le bureau» («ven debajo del escritorio» – asociado al acoso sexual en el trabajo – Francia).

Miedo a morir

Por último, añadieron que el miedo a morir o para proteger a sus seres queridos, son algunos de los motivos por los cuales muchas mujeres permanecen en situaciones de maltrato o evitan denunciar a sus agresores.

Dentro de este tópico se hallan frases como «no voy a permitir que estés con otra persona», «si me dejás, me mato» o «si lo contás, te mato».

En otros países: «Se provi a sentire ancora X (amico/collega), vedrai che succede.» («si intentas escuchar a X (amigo / colega) nuevamente, verás lo que sucede» – Italia).

La doctora Santoyo Vanegas recalcó que «la violencia empieza en las palabras. Es tiempo de dirigir nuestra atención hacia el discurso que refuerza muchas veces los prejuicios de una sociedad patriarcal. Expresiones como las manifestadas son los primeros signos que determinan una relación abusiva y deben encender una luz de alerta en las personas para prevenir hechos más graves».

Fuente: https://www.telam.com.ar/notas/202011/535619-las-expresiones-mas-usadas-contra-las-mujeres-por-quienes-ejercen-violencia-de-generore.html

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Ucrania: Epidemia de violencia contra las mujeres en la región oriental asolada por el conflicto

Las sobrevivientes de violencia de género en el ámbito familiar no pueden buscar protección frente a la violencia que sufren debido a la ineficacia de la respuesta del gobierno, ha declarado hoy Amnistía Internacional en la publicación de un informe sobre el problema oculto pero creciente de la violencia de género intrafamiliar y la violencia sexual contra las mujeres de la región.

Basándose en seis misiones sobre el terreno realizadas por Amnistía Internacional, Not a private matter pone de relieve múltiples deficiencias de un sistema concebido para proteger a sobrevivientes, concretamente mujeres, de la violencia de género intrafamiliar y de la violencia sexual. La situación se ve agravada debido a una devastadora crisis social y económica, el acceso a las armas y el trauma creado por el conflicto armado en curso entre el gobierno de Ucrania y las organizaciones separatistas respaldadas por Rusia.

“Es muy grave que las mujeres, cuyas vidas ya están muy afectadas por el trauma y la destrucción causados por el conflicto, se encuentren sin poder recurrir a ninguna ayuda y abandonadas por las autoridades, que tienen la responsabilidad de protegerlas de la violencia de género intrafamiliar y la violencia sexual”, dijo Oksana Pokalchuk, directora de Amnistía Internacional Ucrania.

“Las mujeres que viven en la región oriental de Ucrania, asolada por el conflicto, no se sienten a salvo ni en público ni en el hogar.”

“Las mujeres que viven en la región oriental de Ucrania, asolada por el conflicto, no se sienten a salvo ni en público ni en el hogar.
Oksana Pokalchuk, directora de Amnistía Internacional Ucrania

Amnistía Internacional accedió a los territorios de las regiones de Donetsk y Luhansk, controlados por el gobierno, entre enero y noviembre de 2019. La organización no tuvo acceso, en cambio, a las zonas controladas por los separatistas, que no entran en el ámbito del informe.

Las estadísticas oficiales sobre violencia de género en el ámbito familiar, pese a que son poco fiables y están incompletas, muestran un aumento de casos registrados en los últimos tres años. En 2018, hubo un aumento del 76% de los casos denunciados en la región de Donetsk y un 158% en la región de Luhansk en comparación con la media de los tres años anteriores.

Las iniciativas del gobierno no abordan efectivamente la violencia de género intrafamiliar

En los últimos tres años, Ucrania ha adoptado nuevas leyes y marcos institucionales en relación con la violencia de género, que en general están en armonía con el derecho internacional de los derechos humanos. Estos incluyen la histórica Ley de Prevención y Lucha contra la Violencia de Género Intrafamiliar de 2018, la introducción de las órdenes de protección de emergencia y de albergues, y la creación de unidades especiales de la policía adiestradas para abordar situaciones de violencia de género interfamiliar.

Aun así, las nuevas leyes e iniciativas tienen a menudo una implementación deficiente, mientras el país sigue estando lejos de ratificar el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra la mujer (Convenio de Estambul).

La Policía continúa mostrándose reacia a registrar las quejas de sobrevivientes de la violencia de género intrafamiliar, y la impunidad generalizada disuade a muchas víctimas de denunciar.

La Policía continúa mostrándose reacia a registrar las quejas de sobrevivientes de la violencia de género intrafamiliar, y la impunidad generalizada disuade a muchas víctimas de denunciar.

En 10 de cada 27 casos de violencia de género intrafamiliar documentados en el informe, las mujeres no denunciaron a la policía la violencia que habían sufrido porque creían que las autoridades no iban a responder adecuadamente, en el caso de que respondieran.

En un caso, un soldado de servicio propinó una paliza a su esposa embarazada, que no presentó una queja formal porque pensó que no valía la pena, pues el mando militar ya la había presionado para que retirase una queja anterior (cuando su esposo le rompió la nariz), para “no avergonzar a su esposo”.

Sobrevivientes desprotegidas y en peligro

La nueva legislación ucraniana confiere a la policía la facultad de emitir lo que se conoce como órdenes de protección de emergencia, que prohíben a presuntos perpetradores entrar y permanecer en el lugar de residencia de una sobreviviente, así como contactar con ésta durante 10 días. En los casos que documentó Amnistía, rara vez se emplean estas facultades y, cuando lo son, no se hacen cumplir efectivamente.

Pese a los cambios positivos en la legislación nacional, sigue habiendo lagunas en la protección. En Ucrania, la violencia de género intrafamiliar está prevista tanto en la legislación administrativa como en la penal. En la actualidad, no cabe iniciar actuaciones penales salvo que el perpetrador haya acumulado dos penas administrativas por violencia de género intrafamiliar.

Además, los miembros de las fuerzas armadas y la policía están exentos de actuaciones administrativas ante los tribunales de jurisdicción ordinaria, lo que en la práctica sirve para protegerlos del enjuiciamiento penal por violencia de género intrafamiliar.

Además, los miembros de las fuerzas armadas y la policía están exentos de actuaciones administrativas ante los tribunales de jurisdicción ordinaria, lo que en la práctica sirve para protegerlos del enjuiciamiento penal por violencia de género intrafamiliar.

Oksana Mamchenko sufrió violencia física, psicológica y económica de su exmarido, padre de sus 12 hijos e hijas, durante 20 años. Tras marcharse de casa con los niños, el tribunal dictó órdenes de protección temporales en tres ocasiones, prohibiendo a su esposo estar en la misma casa que Oksana y sus hijos y estar cerca de ellos.

Entre enero de 2019 y enero de 2020, Oksana obtuvo tres órdenes de alejamiento y una orden de protección de emergencia contra su exesposo y presentó múltiples quejas ante la policía. Su exesposo ignoró todas las órdenes y las autoridades no las hicieron cumplir adecuadamente. En mayo de 2020 se le impuso un año de condena condicional por no cumplir la orden de alejamiento, pero no se le castigó por violencia de género intrafamiliar.

Violencia sexual

La investigación de Amnistía Internacional indica que las mujeres de la región oriental de Ucrania siguen sufriendo diversos actos de violencia sexual a manos de personal militar, sobre todo en zonas próximas a la línea de contacto.

Amnistía Internacional ha documentado ocho casos de violencia sexual contra mujeres y niñas civiles perpetrada por miembros de las fuerzas armadas: dos casos de violación, uno de intento de violación y cinco de acoso sexual, cometidos por personal militar en 2017-2018 en zonas residenciales.

“Las autoridades ucranianas deben llevar a cabo reformas legales rápidas y amplias que protejan a las sobrevivientes de la violencia de género y de la violencia de género intrafamiliar. Estas reformas sólo podrán tener éxito si se basan en consultas reales con sobrevivientes y organizaciones de mujeres”, concluyó Oksana Pokalchuk.

Las autoridades ucranianas deben llevar a cabo reformas legales rápidas y amplias que protejan a las sobrevivientes de la violencia de género y de la violencia de género intrafamiliar.
Oksana Pokalchuk, directora de Amnistía Internacional Ucrania

“El gobierno ucraniano ha demostrado en los últimos años que está dispuesto a abordar el problema de la violencia contra las mujeres. Este es el momento de redoblar sus esfuerzos. Ucrania debe ratificar el Convenio de Estambul, pues proporcionará a las autoridades una guía clara para la reforma, que incluye seguir mejorando la legislación, instituir programas de educación para funcionarios y el público en general, un mecanismo de denuncia oficial y otros cambios importantes”.

Fuente: https://www.amnesty.org/es/latest/news/2020/11/ukraine-epidemic-of-violence-against-women-in-conflicttorn-east/

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ONU: Guterres insta a proteger a las mujeres «atrapadas» con sus maltratadores

Guterres insta a proteger a las mujeres «atrapadas» con sus maltratadores

Ya antes de la pandemia, la ONU estimaba que una tercera parte de las mujeres de todo el mundo experimentaban a lo largo de su vida algún tipo de violencia.

António Guterres, secretario general de la ONU, ha reclamado a los países que adopten medidas frente al «estremecedor» aumento de la violencia machista por las medidas de confinamiento adoptadas para contener la pandemia de coronavirus, ya que este tipo de restricciones «pueden hacer que las mujeres se vean atrapadas con parejas abusivas».

Guterres ha asumido que los confinamientos y las cuarentas son «esenciales» en una emergencia como la del Covid-19, pero al mismo tiempo también ha advertido de que, para muchas mujeres y niñas, el principal riesgo reside precisamente en el lugar «donde deberían estar más seguras: en sus propios hogares».

Ya antes de la pandemia, la ONU estimaba que una tercera parte de las mujeres de todo el mundo experimentaban a lo largo de su vida algún tipo de violencia. La restricción de movimientos, sumada a las presiones económicas y sociales derivadas del coronavirus, amenazan con empeorar este tipo de balances, tanto en países desarrollados como en los más pobres.

En Líbano y Malasia, las llamadas a los teléfonos de ayuda se han duplicado desde el inicio de la pandemia, mientras que en China se han triplicado. En Australia, los motores de búsqueda en Internet experimentaron el mayor volumen de consultas de ayuda por violencia doméstica de los últimos cinco años, según Naciones Unidas.

Guterres ha alertado de que el personal sanitario y policial está «desbordado» y «algunos centros para víctimas de la violencia de género están cerrados», mientras que «otros están llenos». Por este motivo, ha apelado a la colaboración de todos para prevenir la violencia, «tanto en zonas de guerra como en los hogares de las personas», mientras se combate al coronavirus.

La ONU propone medidas

Guterres ha llamado a aumentar la inversión, por ejemplo mediante servicios de ayuda a distancia, y a establecer sistemas de alerta en farmacias y tiendas de alimentación, dos de los comercios que pueden seguir abiertos en la mayoría de los países pese a las medidas de confinamiento, favoreciendo que las mujeres den la voz de alarma sin que se percaten sus maltratadores.

Además, ha pedido que los centros de acogida sean considerados servicios esenciales y que se garantice el correcto funcionamiento de los sistemas judiciales, para que sigan procesando a los abusadores. También ha llamado a evitar que los presos condenados por violencia contra la mujer sean liberados.

Fuente de la Información: https://www.eitb.eus/es/noticias/sociedad/detalle/7149699/guterres-insta-proteger-mujeres-atrapadas-sus-maltratadores/

 

 

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«Por qué llora esa mujer, testimonios sobre violencia machista», el libro que puede leerse online y pdf

Redacción: Página 12

Después del primero y masivo Paro Inernacional de mujeres, lesbianas, trans y travestis convocado por #NiUnaMenos y otras cincuenta organizaciones, realizado en octubre de 2016, las escritoras, docentes y gestoras culturales Ángela Pradelli y Alejandra Correa idearon un archivo para resguardar la memoria de las víctimas de distintas formas de violencia patriarcal en el país.

Por qué llora esa mujer. Testimonios sobre violencia machista se transformó en un libro vivo y colectivo con aportes de las protagonistas y de familiares, cronistas y escritorxs como Alicia Plante, Cecilia Sorrentino, Anabella Foscaldo, Oscar Marful, Inés Arteta, Silvana Aiudi, Sebastián La Prezioso, Silvana Quintans y Hugo Paternoster. Reúne treinta y dos historias breves de mujeres que, por el solo hecho de ser mujeres, fueron humilladas, amenazadas, golpeadas, abusadas, violadas o asesinadas por familiares, parejas o desconocidos. A partir de los primeros días de marzo se puede leer online y descargar en forma gratuita desde este enlace: https://bit.ly/3a9y05w .

“En octubre de 2016 asesinaron a Lucía Pérez, una adolescente de dieciséis años, en Mar del Plata –recuerda Ángela Pradelli-. Fue todo tan brutal que provocó una reacción muy importante en nuestra sociedad. A los pocos días llegó el primer paro y una marcha multitudinaria que tuvo una contundencia nueva”. Pradelli estaba en China, en una Residencia de Escritura en Shanghái, y siguió la marcha por Internet. Conmovida, hizo un comentario en su página de Facebook: “Algún día vamos a tener que escribir estas historias, darles voz a estos relatos”. Muchxs le respondieron y dejaron sus comentarios, y Alejandra Correa aceptó eldesafío. “Hagámoslo”, le escribió. “A fin de año, cuando volví de Shanghái, convocamos por redes sociales a las mujeres que quisieran dar su testimonio. También convocamos a escritorasy escritores que pudieran escuchar esos testimonios y escribirlos. Lo más importante era escuchar a las víctimas y sostener sus voces en la narración. Ese fue el origen de Por qué llora esa mujer. Otra forma de la hospitalidad“

Las narraciones son parte de un tejido, el de las voces que murmuran o gritan, el de las historias que resuenan en cada quien, porque son siempre (o podrían ser) las propias –escribe María Pía López en el prólogo-. Los cuerpos movilizados produjeron esa hospitalidad callejera para el dolor y la multiplicación de palabras fueron creando el reconocimiento mutuo, el dejar resonar en cada una lo que le pasó o pasa en otras. Por eso, cada historia es tan singular como impersonal, cada palabra de una y de todas”. Mediante el registro que facilita la narración, siempre destinada a lxs demás, la voz privada se vuelve pública y transforma el contexto. “Tuve muchas dudas en dar mi testimonio, pero me decidí porque pienso que puede ser un granito de arena más para poder avanzar en esta lucha”, escribe Ana Julia Di Lisio al inicio de su testimonio. El libro tiene como protagonistas a mujeres de distintas clases sociales, edades, profesiones y oficios. Varias aparecen con nombre y apellido; otras, dado que los violentos aún están al acecho, solo con las iniciales. “Algunas contaban su historia por primera vez –indica Alejandra Correa-. Los testimonios eran orales y en la construcción de la historia escrita tuvimos especialmente presente respetar el modo en que las mujeres ponían en palabras orales las violencias que padecían”.

En los casos de las dos mujeres jóvenes víctimas de femicidio, Belén Canestrari y Katherine Moscoso (asesinadas en 2013 y 2014, respectivamente), familiares directos brindaron sus testimonios. A ellas dos está dedicado Por qué llora esa mujer. A modo de separadores entre un testimonio y otro, se incluyeron fotografías de Martina Bertolini y de Correa, que consuelan y alivian un poco en medio del dolor. Desde su lanzamiento, docentes, músicxs, actrices, escritoras y escritores recomiendan el libro en las redes sociales con pequeños clips de lectura y reflexión. Entre otrxs, participaron en la promoción de esta plataforma cultural Canela, Dafne Casoy, Claudia Masin, Andrea Ostrov, Laura Galarza, Agustina Bazterrica y Andrea Álvarez. Las coordinadoras invitan a hacer lo mismo a todxs lxs lectorxs. “El libro se está leyendo mucho en varias provincias –agrega Pradelli-. Muchos docentes lo incorporaron en sus lecturas en el aula y también como material de Educación Sexual Integral (ESI). Nos llegan fotos de grupos de mujeres que se encuentran en las plazas para leer el libro. Hay lectores que nos dicen que no pueden dejar de leerlo; otros, que leen la primera historia y tienen que tomar un poco de aire para seguir”.

Días atrás, la Biblioteca del Congreso de la Nación comunicó que el libro será incorporado en su catálogo de libros virtuales. Debido al triste papel que desempeñaron funcionarios judiciales y policiales en varias historias, sería aconsejable que también lo leyeran las autoridades que instrumentan políticas públicas contra la violencia de género. Registro en tiempo real del lenguaje, los actos y la ideología que sostiene la violencia machista y patriarcal en la Argentina, Por qué llora esa mujer es un material de lectura urgente y, a la vez y lamentablemente, aún abierto y sin punto final.

PDF de Por qué llora esa mujerhttps://bit.ly/3a9y05w
Por qué llora esa mujer online: https://bit.ly/3aaHCNj

Un fragmento de Por qué llora esa mujer

Todavía no puedo contar todo. Pero algunas cosas puedo. Me enamoré de ese hombre que me hablaba de la vida en el campo (soy de ciudad). Él siempre tuvo muy claro qué decirme. Y me hizo entrar. La primera vez que me insultó estuve a punto de irme, de dejarlo: todavía no vivíamos juntos,habíamos discutido porque yo no podía salir (estaba con mi hija chiquita, de un matrimonio anterior). Él me miró con odio y lo dijo: “pelotuda”. Agarré la cartera y casi me voy, pero volví a tratar de saber por qué. Me quedé y él ya no se detuvo. En los siete años que vivimos juntos hubo de todo: golpes, mudanzas, insultos, un hijo, palizas, patadas en la espalda y en la cara, hijos pequeños de él que vinieron a vivir a casa, amenazas. Una vez me agarró del cuello y casi me mata (vi todo negro, después me soltó). Otra vez, estaban todos los chicos y cuando se distraían él me pegaba puñetazos en la espalda; miraba de costado y vigilaba que no miraran y volvía a pegar; es el recuerdo que más me atormenta,porque demuestra cuánto me conocía (sabía que yo jamás gritaría delante de los chicos). Llegó a amenazarme con pegarme en la panza hasta que abortara “si me seguís jodiendo”.
[De “Ojito con mostrar hombría”, por Marcela Minakowski]

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/255329-por-que-llora-esa-mujer-testimonios-sobre-violencia-machista

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«Su casa era mi cárcel». Trabajadoras domésticas en situación de esclavitud

Redacción: Amnistía Internacional

Más de 250.000 personas, la mayoría mujeres, procedentes de países como Etiopía, Filipinas, Bangladesh, Sri Lanka o Ghana, entre otros, son esclavizadas como empleadas domésticas en Líbano. Solo pueden entrar al país si una familia libanesa las solicita, entonces el Ministerio de Trabajo les concederá un permiso de trabajo vinculado a sus empleadores. Estos las recogen en el aeropuerto y a partir de ahí controlarán todos sus movimientos.

¡Bienvenidas al infierno!, acaban de quedar atrapadas por el sistema Kafala, un régimen al margen de las leyes laborales libanesas que encubre la esclavitud de las personas que se dedican al trabajo doméstico. La renovación de este permiso, el cambio de trabajo e incluso el regresar a sus países dependerá única y exclusivamente de quienes las contrataron.

Amnistía Internacional ha entrevistado a 32 mujeres trabajadoras domésticas en Líbano para el informe Su casa es mi prisión. Y son ellas las que nos relatan cómo es su calvario.

1. Largas jornadas laborales, sin descanso.

«Trabajaba desde las 4 de la mañana hasta las 10 de la noche cada día, sin descanso y sin días libres. Un día, lavé 16 alfombras y estaba cansada y me senté un poco en el sofá. La mujer me dijo que me levantara que les iba a contagiar mis bacterias. Le dije: ‘cuando trabajo no tengo bacterias, si me siento sí las tengo. Si no está contenta, mándeme a mi país'». Cuenta Sebastian de Costa de Marfil. 19 de las 32 entrevistadas por Amnistía Internacional trabajaban más de 10 horas, y 14 de ellas no tenían días libres.

2. Impagos, reducciones salariales.

«No me pagaron los tres primeros meses. Cuando le pregunté por mi salario, me dijo: lo que quieres es irte». Bizu de Etiopía no cobró nada hasta seis meses después. Entonces descubrió que le habían reducido el sueldo para que asumiera los gastos por su llegada al país. Cinco de las entrevistadas señalaron que sus empleadores no les pagaron los primeros meses para recuperar los gastos necesarios para su llegada a Líbano.

3. Pasaporte confiscado.

«En los 22 años que pasé allí, nunca vi mi pasaporte», relata Sarah de Madagascar. Veinte de las 32 mujeres entrevistadas por Amnistía Internacional aseguraron que las autoridades libanesas entregaron directamente sus pasaportes a los empleadores una vez aterrizadas en el país.

4. Restricción de movimiento y comunicación.

«No me permitían hablar con nadie. Si abría la ventana y saludaba a otra filipina, mi empleadora me tiraba del pelo y me pegaba. Durante 3 años me encerró en la casa. Nunca salí a la calle», detalla Eva de Filipinas. «Cuando logré escapar, y estaba andando por la calle, sentí que volaba». Diez de las 32 entrevistadas tenían prohibido abandonar la casa en la que trabajaban.

5. Comida escasa.

«Cada 16 días, la señora me deba un paquete de pan de pita. Solo me permitía comer al día media pita. Contaba cuántas quedaban y si notaba que faltaban más de las que tenía permitidas, me gritaba. Tenía prohibido abrir el frigorífico», explica Tsega de Etiopía. Numerosas de las mujeres entrevistadas por Amnistía Internacional aseguraron no recibir suficiente comida.

6. Alojamientos inadecuados y falta de intimidad.

«No tenía habitación. Dormía en el sofá en el salón. Dejaba mi ropa y mis pertenencias en mi maleta porque no tenía armario», refiere Nethmi de Sri Lanka. Solo 4 de las 32 mujeres entrevistadas tenían una habitación propia y 8 dormían en el salón, en la cocina, en la alacena o en el balcón, incluso una de ellas aseguró haber dormido en el baño hasta que se completaron las pruebas médicas exigidas por el Ministerio de Trabajo para permanecer en el país.

7. Abusos verbales y psíquicos.

«Deja tu plato y tu vaso separados de los de la familia. Cuando el señor llegue, permanece en la cocina. Y no te sientes en ningún sofá». La empleadora de Kanshena, de Sri Lanka, le cortó además el pelo en contra de su voluntad. Cuando se quejó, la pegó y la encerró. La mayoría de las mujeres entrevistadas por la organización habían sufrido algún tipo de trato humillante.

8. Restricciones al acceso a la salud.

«Una vez me puse enferma. Le pedí a mi empleadora que me llevara al doctor, pero se negó. Me dio una medicina inadecuada y empeoré. Empecé a vomitar. Solo entonces me llevó al médico, pero me advirtió que no le contara que me había dado medicamentos. Cuando el médico me preguntaba, contestaba ella. No me dejó hablar», cuenta Mary de Etiopía.

9. Impacto en la salud mental.

«Estuve encerrada durante un año. Lloraba todos los días. Intenté suicidarme tres veces. Su casa era mi cárcel. Desde entonces parte de mi mente se ha perdido, no me acuerdo de muchas cosas», relata Mary de Etiopía. Seis de las 32 mujeres entrevistadas habían intentado suicidarse.

10. Tráfico de personas.

«Durante seis meses, trabajé para tres familias. El dueño de la agencia de selección de personal me ofrecía como un regalo: una vez a la familia de la novia de su hijo, otra vez a su hija y a la familia de su marido», explica Banchi de Etiopía.

Ninguna de las mujeres entrevistadas denunció su situación, no confiaban en que las fueran a creer, tenían miedo a ser detenidas y deportadas, a no volver a encontrar un nuevo empleo, a que las acusasen falsamente de robo. Muchas de ellas siguen atrapadas en Líbano.

Los datos del informe de Amnistía Internacional son tremendos, pero los que manejan otros organismos confirman una situación mucho más grave. El nuevo ministro de trabajo libanés anunciaba recientemente que está elaborando un anteproyecto de ley para proteger a las trabajadoras domésticas que llegan al país. En Amnistía Internacional estaremos alertas para que así sea.

*Todos los nombres son ficticios por motivos de seguridad.

Fuente: https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/su-casa-era-mi-carcel-trabajadoras-domesticas-en-situacion-de-esclavitud/

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Los servicios públicos no detectan el maltrato a mujeres con enfermedad mental

Por: 

Tres de cada cuatro mujeres con enfermedad mental grave han sufrido violencia en el ámbito familiar o en la pareja alguna vez en su vida; alrededor del 80% de las mujeres con trastorno mental que han estado emparejadas en algún momento de su vida han sufrido violencia procedente de la pareja; el 52% de las mujeres con enfermedad mental conviven con familiares han sido víctimas de malos tratos en el último……… A pesar de la gravedad de estas cifras, la problemática de la violencia contra las mujeres con enfermedad mental no “está suficientemente presente ni en las instituciones públicas que trabajan con mujeres que están sufriendo violencia, ni en los servicios públicos de salud –particularmente de salud mental-, ni en las asociaciones que trabajan con personas con enfermedad mental”. Eso es lo que asegura la Federación de Euskadi de Asociaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (Fedeafes), que ha editado  una guíadonde recoge las principales conclusiones de su investigación sobre violencia contra las mujeres con enfermedad mental y aporta una serie de sugerencias a las instituciones para descubrir este tipo de casos.

Según Fedeafes, la mayoría de los casos de violencia permanecen ocultos para los servicios públicos que atienden situaciones de violencia contra las mujeres, e incluso para los mismos equipos psiquiátricos y psicológicos. Por eso, su guía pretende proporcionar datos y pautas que puedan servir para sensibilizar a los profesionales que trabajan con mujeres con enfermedad mental de la elevada prevalencia de la violencia en este colectivo.

Además, quiere alertar sobre las conexiones existentes entre violencia y enfermedad mental. “La violencia está en muchas ocasiones en el origen de la enfermedad mental. Padecer una enfermedad mental, particularmente si es grave, incrementa el riesgo de sufrir violencia. El maltrato empeora la sintomatología de una enfermedad mental preexistente”, resumen desde Fedeafes.

La finalidad es identificar situaciones de violencia en mujeres con enfermedad mental -con o sin diagnosticar-  por parte de los servicios sociales, los servicios de salud (especialmente la Red de Salud Mental) y las asociaciones de personas con enfermedad mental. “Se trata de señalar algunas orientaciones que puedan guiar la actuación profesional tras la detección de un caso de maltrato. Está tan arraigado en nuestra sociedad el mito de que las personas con enfermedad mental son violentas, que cuesta trabajo visualizar la violencia que sufren. Sin embargo, los estudios cuantitativos que se han realizado en el ámbito estatal arrojan cifras escalofriantes”. Al igual que en resto de la población femenina, el tipo de violencia más frecuente en la pareja es la psicológica. Sin embargo, la violencia física y la sexual son también muy elevadas. Por ejemplo, más de la mitad de las mujeres enfermedad mental han estado en pareja han sufrido violencia física; algo más del 40% han sufrido violencia sexual.

“En la mitad de los casos”, apunta Fedeafes, “el profesional de referencia en la Red de Salud Mental de la mujer no conocía la existencia del maltrato ocurrido durante el último año”.

Incremento del riesgo

Existen factores personales y estructurales que incrementan el riesgo de victimización que tienen todas las mujeres en presencia de una enfermedad mental. Muchos de ellos tienen causas de origen social, por lo que “puede trabajarse en su minimización, fomentando el empoderamiento y la participación social de las mujeres con enfermedad mental”.

Los factores de riesgo más importantes son, entre otros, la carencia de autonomía y la dependencia de otras personas; la carencia de empleo y de recursos económicos; la baja participación social; el aislamiento social y la soledad; el estigma social que rodea la enfermedad mental y la falta de recursos propios para defenderse.

Para detectar situaciones de violencia cuando el profesional está con la víctima, Fedeafes subraya que la pauta principal es tener siempre en mente que la mayoría de las mujeres con enfermedad mental que se atienden en las consultas, en los servicios sociales o en las asociaciones están sufriendo o han sufrido en el pasado violencia psicológica, física y/o sexual en la pareja o en la familia. Por lo tanto, “debe abordarse sistemáticamente con las mujeres con enfermedad mental el tema de la violencia”.

La autora de la investigación, Alicia García Santos, asegura que estos datos son “la punta del iceberg” y apela a seguir profundizando con nuevos estudios para “tener una visión más completa” sobre la abrumadora tasa de abusos que sufren estas mujeres. García Santos ha explicado que entre los tipos de violencia que sufren las mujeres con enfermedades mentales cabe diferenciar la psicológica, la física, la sexual, la económica e incluso la institucional, que es la que se da entre personas que se encuentran internadas en una institución. Sobre este último punto, ha apuntado que es un nuevo campo en el que “queda todo por explorar”.

Fuente: http://www.eldiario.es/norte/euskadi/servicios-publicos-detectan-maltratos-enfermedad_0_675782999.html

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