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Marco Curricular y Plan de Estudios 2022 para la Educación Básica Mexicana

COLUMNA ‘CORTOCIRCUITOS’

 

«Dos años de una pandemia inédita solo mantuvieron el rumbo, profundizándolo incluso. En términos educativos, la Nueva Normalidad era la misma que la vieja, pero por televisión…»

La emergencia

El 29 de enero de 2022, en una Mesa de trabajo de la secretaria de educación pública con los y las senadoras de MORENA , Delfina Gómez Álvarez, informó que

En planes y programas de estudio, la prioridad en 2022 es producir con suficiencia, libros de texto gratuitos y materiales educativos, como parte de la estrategia que tenemos, que es: ningún niño y niña sin libros.

El presupuesto en el 21, fue de 3 mil 176.1 millones de pesos; en el 22 son 3 mil 397.4 millones de pesos. Y la meta es imprimir y distribuir 157.6 millones de libros de texto gratuitos y materiales educativos.

Cabe señalar que México es uno de los pocos países que edita, produce, evalúa y distribuye sus libros de texto, tanto de educación básica, educación especial e indígena.

Los avances en la elaboración de los planes y programas de estudio y libros de texto, recordemos que desde el 2019 se han constituido diversos equipos de trabajo con 24 instituciones externas y dependencias gubernamentales, y con siete unidades de la SEP.

Se han llevado a cabo mil 423 reuniones; se han generado siete documentos rectores y 119 documentos de trabajo.

Entre las instituciones que han participado en la revisión de planes y programas de estudio, se encuentran las siguientes, que son: la Secretaría de Salud, Cultura, Medio Ambiente y Recursos Naturales, las Secretarías de Educación del Estados de México, Nuevo León, Sonora e Hidalgo; los Consejos Nacionales de Fomento Educativo y de Ciencia y Tecnología; la Coordinación de Memoria Histórica y Cultural de México y la Coordinación Nacional de Protección Civil, los Institutos Nacionales de Educación para Adultos y también de las mujeres, que es para nosotros muy importante la parte de nuestras compañeras mujeres; y la Universidad Pedagógica Nacional y la Universidad Autónoma Metropolitana, entre otras.

No menciono todas, porque sí son como tres hojas de los que han participado y que agradecemos mucho su participación.

Las estrategias es fortalecer la elaboración y distribución de los libros de texto gratuito y de los materiales que lo acompañan, el que se compartan los Planes y Programas de Estudio 2022-2023 con autoridades educativas locales y otros actores para su análisis y discusión, e iniciar el proceso de capacitación de las y los docentes en los nuevos contenidos de Planes y Programas de Estudio 2022-2023.

Aquí nada más hago la precisión. Ya se hizo la participación de gente experta, de universidades y de algunos maestros frente a grupo; ya se cuenta con la propuesta que tenemos de Planes y Programas.

¿Cuál es la siguiente etapa? Difundirlos, que se analicen, que se critiquen, que se proponga y reajustar lo que se tenga que reajustar.

Insisto, a partir del día lunes va un equipo técnico de la Secretaría de Educación Pública, como lo ha hecho con vacunación, que vamos a todos los estados, como lo ha hecho en el regreso a clases, que hemos estado todos los funcionarios de la SEP. A partir del lunes vamos a iniciar con ese análisis de esos planes y programas que se tienen como propuesta.

Va a ser un ejercicio abierto, en donde se está convocando a autoridades educativas de los estados, pero también se puede sumar institutos, organismos, personal experto en educación, porque eso nos va a permitir nutrir lo que está como propuesta.

Y después de eso ya viene una revisión, se recapitula. Aquí a la Comisión de Educación haremos llegar el lunes ese documento para que lo analicen, junto con la Cámara de Diputados, y ya haremos la retroalimentación.

El 31 de enero, en el  Boletín No. 26 , la misma SEP reseñó el inicio del análisis del plan y programas de estudio para el diseño de los Libros de Texto Gratuitos de Educación Básica, con la realización de la primera Asamblea en el estado de Veracruz; de 32 que se llevarán a cabo en todo el país, hasta el 25 de marzo. Así comenzó la discusión del nuevo Marco Curricular y Plan de Estudios 2022 de la Educación Básica Mexicana . Parecería que todo empieza aquí; solo parecería, porque en realidad ese momento condensa muchas experiencias, prácticas, demandas, fracasos, estrategias y, sobre todo, procesos político-educativos.

La comparecencia de Delfina y la Asamblea de Veracruz, son los detonantes de un debate quizá postergado o soterrado en la política educativa de la IV T. Por eso hay que detenerse, aunque sea un momento, en el proceso de la reforma educativa de la IV T, para ubicar la importancia del Marco Curricular (MC), reconocer su particularidad histórico-pedagógica, su viabilidad, sus posibilidades,límites y contradicciones, el desafío que representa, sus oportunidades, es decir, lo que normalmente se esperarçia de un análisis crítico-político y pedagógico de las acciones educativas.

Procederemos de manera secuencia, primero con las condiciones de emergencia; luego las particularidades del Marco Curricular; luego sus posibilidades; por último sus dificultades, contradicciones, exigencias y demandas; para terminar con una valoración histórico-política. Este es el primer Cortocircuito de una nueva serie sobre el tema.

El MC en los procesos de reforma educativa

Desde 2012-2013 nos encontramos en lo que hemos denominado el ciclo neoliberal de las reformas educativas.[1] No porque no se hubiera elementos neoliberales anteriormente, que bien pueden rastrearse hasta principios de los años noventa, sino porque en 2012 se articularon en una nueva problematización que dio lugar a una reforma constitucional y a un despliegue jurídico-administrativo radical para reconfigurar el SEN; eso es lo que establecimos en los dos primeros libros que le dedicamos al tema: Los poderes percutidos y  Anatomía política de la reforma educativa  .

En ese momento la crítica destacó la ausencia de la propuesta curricular como una de las principales deficiencias de la reforma. Se equivocaba: no solo en términos temporales, porque ya desde 2014 se anunció la realización de las tareas conducentes a eso, sino conceptuales y políticos, porque desde la Constitución se encontraban ya los conceptos ordenadores, basado en la trifecta pedagógica neoliberal: calidad-aprendizaje-evaluación. Cuando se anunció el Nuevo Modelo Educativo en 2016, no solo era la parte curricular de la reforma, era el culmen, el ensamblaje final de todos los conceptos, programas e iniciativas, desde las Escuelas al Centro hasta la Normalidad Mínima, las Escuelas al CIEN, los aprendizajes significativos, la concordancia de los perfiles, parámetros e indicadores de la evaluación con las prácticas y la formación de los docentes.

En eso terminó el sexenio y se dejó la operación del NME a la nueva administración. Con una salvedad: las resistencias a la reforma educativa comprometieron a la IV T a cancelarla.

El problema, como lo mostramos en La continuidad neoliberal  , es que no se cancelaron ni la racionalidad, ni los conceptos ni las problematizaciones neoliberales, solo la evaluación de desempeño. Lo demás continuó igual; peor aún: se legitimó y profundizó.

La continuidad fue explícita o soterrada, del Nuevo Modelo Educativo a la Nueva Escuela Mexicana hubo innovaciones, no sustituciones, ni cancelaciones ni siquiera una reformulación en los sujetos, los acciones o los predicados. Y continuó la enorme paradoja de una Nueva Escuela con los mismos contenidos curriculares anteriores, en ocasiones muy anteriores, por ejemplo cuando se utilizaba el plan de 2011. La Nueva Escuela se parecía demasiado a la vieja, en sus prácticas, en su organización, en sus propósitos, contenidos, problemas dificultades y demás. No hubo cancelación, sino continuidad, como es palpable. De ahí la escandalosa paradoja de una IV T sin proyecto específico de educación, algo que la identificara, que la distinguiera de la precedente, sometida a tantos críticas justificadas y pertinentes.

Dos años de una pandemia inédita solo mantuvieron el rumbo, profundizándolo incluso. En términos educativos, la Nueva Normalidad era la misma que la vieja, pero por televisión, en la versión de la SEP y Esteban Moctezuma, o a través de una complejísima articulación de modalidades, acciones, experiencias, iniciativas de padres y madres de familia, de comunidades, de escuelas, profesores y otros agentes pedagógicos. Ni los ejes, ni los contenidos, ni los propósitos se modificaron, solo se cambiaron las plataformas y las modalidades: remotas, encubiertas, mixtas, híbridas, a distancia…

En marzo de 2021 una primera señal de algo distinto. El responsable de una dirección de tercer nivel, Marx Arriaga, director de Materiales Educativos, rompió la tranquilidad burocrática de la SEP con la Convocatoria para el rediseño de los libros de texto gratuitos de primaria 2021 , basada en una estrategia de participación y creación colectiva, desde el magisterio, en un tiempo inimaginable de dos meses, pero sin alterar los planes y programas, solo readecuándolos.

Las críticas llovieron: desde el tiempo de realización hasta los contenidos, la organización, los reconocimientos a los docentes involucrados y demás. El resultado: un fracaso anunciado. La estridencia del inicio no se correspondió con el silencio del fracaso.[2]

Apenas unos meses después, un nuevo anuncio, más radical y más profundo, derivado del fracaso anterior, de pretender nuevos libros de texto sin modificaciones en el plan de estudios: el Marco Curricular y Plan de Estudios 2022 para la Educación Básica Mexicana, otra vez con una propuesta participativa y de nombre provocador: Asambleas de discusión.

La reforma curricular que debía anteceder a los nuevos libros de texto de 2021, y la que debía acompañar, si los críticos fueran exigentes ahora, a la reforma educativa de la IV T, se ponía en marcha casi tres años después de la reforma constitucional, poco menos de las leyes secundarias y a dos de constituidas sus organizaciones características: Mejoredu, USICAMM, los procesos de evaluación docente, los programas de nuestra escuela y demás innovaciones jurídico-administrativas en la educación mexicana -y este es un término no retórico, sino sintético, pues las nuevas leyes, como las nuevas organizaciones y los nuevos procedimientos  son solo eso: innovaciones respecto a los precedentes, nada que ver con alteraciones paradigmáticas. Innovar no implica cambiar la racionalidad, sino ajustar, modificar y actualizar lo precedente. Y ese es el signo de la IV T: la Mejora Continua de la reforma educativa anterior.

En este momento nos encontramos, no en un vacío, sino en un tiempo cargado por la trayectoria estentórea de uno de los principales animadores del MC -desde su diatriba contra el movimiento feminista,[3] hasta el fracaso y el fraude de los libros de texto, sin olvidar una peculiar interpretación de la lectura-;[4] pero sobre todo de la continuidad neoliberal de la reforma constitucional; de la racionalidad neoliberal en las políticas educativas, en sus organismos, prácticas e instituciones, sin olvidar, desde luego, a la trayectoria y las propuestas legislativas de la secretaria de educación, cuya única iniciativa como autora fue incorporar al emprendedurismo en la ley de educación. Todo eso, y más, cargan el momento actual, todo eso conforma la producción, distribución, recepción y valoración del Marco Curricular.

Entre todo ese amasijo hay que desenvolverse; considerando todo esto hay que acercarse al MC para analizar su racionalidad, sus alcances, sus posibilidades, limitaciones y contradicciones; lo que hay que hacer siempre con las acciones educativas.


[1] González Villarreal, R. Rivera Ferreiro, Lucía, Guerra Mendoza, Marcelino, “El ciclo de las reformas educativa: 2012-2019”, en Las luchas de la CNTE: debates analíticos sobre su relevancia histórica, PUEDJS-UNAM/INEHRM, México, 2020. (versión descargable: https://puedjs.unam.mx/magisterio-democratico/publicaciones.html)

[2] Libros de texto gratuitos: las mentiras y abusos de Marx

[3] https://www.reporteindigo.com/reporte/reviven-discurso-de-marx-arriaga-de-la-sep-lo-acusan-de-machismo-y-mansplaining-video/

[4] https://www.reporteindigo.com/reporte/leer-por-goce-acto-de-consumo-capitalista-dice-marx-arriaga-funcionario-de-la-sep/


Fuente de la información: Insurgencia Magisterial

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México: Plan de estudios 2022: sin formación ¿cómo se implementará?

Plan de estudios 2022: sin formación ¿cómo se implementará?

Abelardo Carro Nava.

Ante una evidente, pero muy evidente ausencia pedagógica en el Marco Curricular y Plan de Estudios para la Educación Básica 2022, viene a mi mente una pregunta que reiteradamente me he venido haciendo en estos días, ¿de qué manera el profesor o profesora aterrizará lo que desde el centro se ha propuesto para generar aprendizajes en los millones de estudiantes que cursan sus estudios en alguno de los niveles de nuestro intricado Sistema Educativo Nacional? Y es que, hay que decirlo, el marco curricular y plan de estudios ya está – dudo mucho que hagan ajustes profundos derivado de las “Asambleas” que coordina el director de materiales educativos – y, si no me equivoco, en agosto de este año se pondrá en marcha, imagino, en los grados en los que así se tenía contemplado: 1º, 2º y 3º de preescolar, 1º y 2º de primaria, y 1º de secundaria.

Ahora bien, desde la aparición en la escena nacional de este marco curricular, buena parte del magisterio – aquel que no fue convocado a las “asambleas” o que de plano no ha recibido información de sus respectivos niveles pero que sí ha podido conocer el documento – vive cierta incertidumbre que es por demás entendible; en los últimos 10 o 15 años, hemos vivido la transición a tres planes de estudio: el 2011, el 2018 y el 2022. Sí, tres planes de estudio que le han dado forma a esa percepción de que, en México, vivimos una “reformitis educativa” aguda. Vaya, todavía hay quienes se pregunta el porqué de esta frase tan conocida y ampliamente escuchada, tanto al interior del gremio como fuera de éste: “apenas y estamos comprendiendo el plan de estudios y ya lo van a cambiar”. Frase que, desde luego, tiene motivaciones importantes: a) la implementación de una política sexenal ad hoc a la ideología del régimen en turno sin la debida valoración de los planes de estudio anteriores; b) limitada, pero limitadísima formación continua del profesorado; c) percepción del docente en términos operativos y/o técnicos para que los implemente.

Claro, al ser una profesión de estado ¿por qué el magisterio tendría que participar en la construcción de un currículum formal que culmina en la elaboración de un plan de estudios que en sí mismo es una guía en la que se prescriben las finalidades, contenidos y acciones que son necesarios implementar por el maestro? – preguntarían aquellos que, desde el centro, construyen esas grandes “propuestas” educativas –. ¿Y el currículum vivido?, ¿no acaso este currículum es la puesta en práctica del formal con inevitables modificaciones que son necesarias entre un plan y lo que ocurre en el aula?, ¿no acaso la educación es un acto y, por tanto, como hecho vivido, cobra sentido en la escuela/aula entre el maestro y sus alumnos?, ¿qué papel juega el currículum formal en este proceso? ¿por qué priorizar la ideología del régimen en turno y no una valoración de lo que hasta el momento se ha implementado en nuestro país para construir un proyecto que responda a las múltiples necesidades y demandas locales, regionales, nacionales y globales?, ¿por qué menospreciar el trabajo cotidiano de los miles de profesores que acuden diariamente a sus centros escolares donde, con plan de estudios y sin plan de estudios, con libros de texto y sin libros de texto, aportan su conocimiento y capacidad para que sus alumnos aprendan? Caray, seguro estoy, que al término de este sexenio vendrá otro gobierno, otros funcionarios, otras autoridades y ¿saben qué?, tendremos nuevos planes y programas de estudio. ¿Por qué? Porque así se ha hecho en nuestro país, ¿por qué habría que romper con ese paradigma? En fin.

Regresando a mi pregunta inicial, ¿de qué manera el profesor o profesora aterrizará lo que desde el centro se ha propuesto para generar aprendizajes en los millones de estudiantes? Pienso, como es lógico, con los referentes teórico, metodológicos y empíricos con los que cuenta. Referentes que dan forma a ese currículum vivido que ya he referido y que, de alguna manera, ahí han estado a través de los años pues la formación inicial, continua y lo que su propia experiencia le ha dado, le han brindado los elementos necesarios para actuar en consecuencia.

Formación, ahí esta la clave de todo este asunto porque, como tal, esta alude a un proceso social y cultural que obedece al carácter de la integralidad del desarrollo de la capacidad transformadora humana que se da en la dinámica de las relaciones entre los sujetos en la sociedad, en constante y sistemática relación, capaz de potenciar y transformar su comportamiento en el saber, hacer, ser y convivir (Vargas, 2010). Hecho que, desde luego, difiere un tanto de la capacitación o la actualización puesto que, por la primera podemos entender, el proceso de enseñanza-aprendizaje donde se adquieren conocimientos y se desarrollan destrezas y, por la segunda, una actividad cuya finalidad es ponerse al día, estar a la vanguardia, acceder a la información en el campo educativo (Delgado, 2019).

Entonces, ¿cuál es la prisa por implementar un plan de estudios que, hasta donde se sabe, no esta terminado?, ¿por qué no pensar en amplio proceso formativo del magisterio y no de capacitación y/o actualización que, finalmente, éstos concretan esa operatividad de un plan de estudios que, en el fondo, no sería comprendido y mucho menos adecuadamente implementado? Desde mi perspectiva, se capacita para operar o ejecutar algo, se actualiza para conocer las nuevas tendencias educativas y, se forma, para ir más allá de una simple capacitación y actualización en torno a ese algo.

Es cierto, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU), desde que comenzó a operar, ha hecho un esfuerzo importante por formular programas de formación continua y desarrollo profesional docente (2021-2026), pero no ha sido suficiente. Es cierto, el peñanietismo redujo este esquema a una limitada, pero limitadísima oferta educativa que, prácticamente desapareció de un plumazo, lo que hasta ese momento se había logrado. Es cierto, mientras en lo nacional se plantea un programa de formación continua, en los estados, las instancias mejor conocidas como PRODEP (Programa para el Desarrollo Profesional Docente) antes PRONAP (Programa Nacional de Actualización Permanente de Maestros de Educación Básica en Servicio), operan de acuerdo a sus “propios” esquemas; es más, en algunos casos, hoy día, ya no diseñan cursos, talleres, seminarios o diplomados, por el contrario, los adquieren a ciertas empresas u organizaciones particulares y así los implementan.

¿Qué podría esperar el diseñador de un plan de estudios del maestro que atiende un grupo en una zona indígena, rural o urbana con las características propias de su contexto, pero también, de sus alumnos? La respuesta es lógica, que lo aborde, pero no única y exclusivamente desde su operatividad o ejecución, sino desde su comprensión y entendimiento que, seguro estoy, dará mayor sentido a lo que desea implementarse para el logro de los aprendizajes en el aula y en sus alumnos. Se trata de formar pues, pero no para la operatividad, aunque en el mismo proceso estaría incluida.

¿Por qué no, antes de implementar el nuevo plan de estudios 2022, se forma al magisterio durante un año para que, en 2023, comience a implementarse tal y como se tenía contemplado?, ¿por qué no pensar en un plan transexenal priorizando, desde luego, la educación de millones y millones de alumnos? Vaya ¿por qué se continúa viendo al profesor como un técnico y no como un formador?, ¿por qué desdeñar o menospreciar ese currículum vivido?

La pregunta es por qué, la respuesta usted la conoce…

Con negritas:

Hace unos días, en sus atinadas reflexiones, Rogelio Alonso planteaba unas preguntas fundamentales en torno a la forma en que el docente podría implementar la propuesta curricular 2022; cuestionaba, ¿cuántos docentes conocerán el enfoque globalizador? o ¿cuántos de éstos empleaban las metodologías denominadas centros de interés, estudio de caso o aprendizaje basado en problemas? Esto, porque dicho marco curricular plantea el diálogo para el desarrollo de las actividades académicas y, como está establecido en ese documento, ese diálogo se da en colectivo hecho que, posiblemente, daría paso al empleo, en el aula, de las metodologías referidas.

¿Verdad que sí sería pertinente indagar sobre estos asuntos y formar o reforzar los conocimientos del profesorado mexicano en estos y otros tantos temas?

Referencias:

  • Vargas, L. (2010). La formación docente. Congreso Iberoamericano de educación, metas 2021. Recuperado de: http://www.chubut.edu.ar/ descargas/secundaria/congreso/DOCENTES/R0103_Magyoly.pdf
  • Delgado, S. (2019). Perspectivas en torno a la formación docente y la posibilidad de una capacitación y actualización constante: una mirada desde los actores en una universidad mexicana. Panorama. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6888663.

Fuente de la Información: http://www.educacionfutura.org/plan-de-estudios-2022-sin-formacion-como-se-implementara/

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Plan de estudios 2022: sin formación ¿cómo se implementará?

Por: Abelardo Carro Nava

Ante una evidente, pero muy evidente ausencia pedagógica en el Marco Curricular y Plan de Estudios para la Educación Básica 2022, viene a mi mente una pregunta que reiteradamente me he venido haciendo en estos días, ¿de qué manera el profesor o profesora aterrizará lo que desde el centro se ha propuesto para generar aprendizajes en los millones de estudiantes que cursan sus estudios en alguno de los niveles de nuestro intricado Sistema Educativo Nacional? Y es que, hay que decirlo, el marco curricular y plan de estudios ya está – dudo mucho que hagan ajustes profundos derivado de las “Asambleas” que coordina el director de materiales educativos – y, si no me equivoco, en agosto de este año se pondrá en marcha, imagino, en los grados en los que así se tenía contemplado: 1º, 2º y 3º de preescolar, 1º y 2º de primaria, y 1º de secundaria.

Ahora bien, desde la aparición en la escena nacional de este marco curricular, buena parte del magisterio – aquel que no fue convocado a las “asambleas” o que de plano no ha recibido información de sus respectivos niveles pero que sí ha podido conocer el documento – vive cierta incertidumbre que es por demás entendible; en los últimos 10 o 15 años, hemos vivido la transición a tres planes de estudio: el 2011, el 2018 y el 2022. Sí, tres planes de estudio que le han dado forma a esa percepción de que, en México, vivimos una “reformitis educativa” aguda. Vaya, todavía hay quienes se pregunta el porqué de esta frase tan conocida y ampliamente escuchada, tanto al interior del gremio como fuera de éste: “apenas y estamos comprendiendo el plan de estudios y ya lo van a cambiar”. Frase que, desde luego, tiene motivaciones importantes: a) la implementación de una política sexenal ad hoc a la ideología del régimen en turno sin la debida valoración de los planes de estudio anteriores; b) limitada, pero limitadísima formación continua del profesorado; c) percepción del docente en términos operativos y/o técnicos para que los implemente.

Claro, al ser una profesión de estado ¿por qué el magisterio tendría que participar en la construcción de un currículum formal que culmina en la elaboración de un plan de estudios que en sí mismo es una guía en la que se prescriben las finalidades, contenidos y acciones que son necesarios implementar por el maestro? – preguntarían aquellos que, desde el centro, construyen esas grandes “propuestas” educativas –. ¿Y el currículum vivido?, ¿no acaso este currículum es la puesta en práctica del formal con inevitables modificaciones que son necesarias entre un plan y lo que ocurre en el aula?, ¿no acaso la educación es un acto y, por tanto, como hecho vivido, cobra sentido en la escuela/aula entre el maestro y sus alumnos?, ¿qué papel juega el currículum formal en este proceso? ¿por qué priorizar la ideología del régimen en turno y no una valoración de lo que hasta el momento se ha implementado en nuestro país para construir un proyecto que responda a las múltiples necesidades y demandas locales, regionales, nacionales y globales?, ¿por qué menospreciar el trabajo cotidiano de los miles de profesores que acuden diariamente a sus centros escolares donde, con plan de estudios y sin plan de estudios, con libros de texto y sin libros de texto, aportan su conocimiento y capacidad para que sus alumnos aprendan? Caray, seguro estoy, que al término de este sexenio vendrá otro gobierno, otros funcionarios, otras autoridades y ¿saben qué?, tendremos nuevos planes y programas de estudio. ¿Por qué? Porque así se ha hecho en nuestro país, ¿por qué habría que romper con ese paradigma? En fin.

Regresando a mi pregunta inicial, ¿de qué manera el profesor o profesora aterrizará lo que desde el centro se ha propuesto para generar aprendizajes en los millones de estudiantes? Pienso, como es lógico, con los referentes teórico, metodológicos y empíricos con los que cuenta. Referentes que dan forma a ese currículum vivido que ya he referido y que, de alguna manera, ahí han estado a través de los años pues la formación inicial, continua y lo que su propia experiencia le ha dado, le han brindado los elementos necesarios para actuar en consecuencia.

Formación, ahí esta la clave de todo este asunto porque, como tal, esta alude a un proceso social y cultural que obedece al carácter de la integralidad del desarrollo de la capacidad transformadora humana que se da en la dinámica de las relaciones entre los sujetos en la sociedad, en constante y sistemática relación, capaz de potenciar y transformar su comportamiento en el saber, hacer, ser y convivir (Vargas, 2010). Hecho que, desde luego, difiere un tanto de la capacitación o la actualización puesto que, por la primera podemos entender, el proceso de enseñanza-aprendizaje donde se adquieren conocimientos y se desarrollan destrezas y, por la segunda, una actividad cuya finalidad es ponerse al día, estar a la vanguardia, acceder a la información en el campo educativo (Delgado, 2019).

Entonces, ¿cuál es la prisa por implementar un plan de estudios que, hasta donde se sabe, no esta terminado?, ¿por qué no pensar en amplio proceso formativo del magisterio y no de capacitación y/o actualización que, finalmente, éstos concretan esa operatividad de un plan de estudios que, en el fondo, no sería comprendido y mucho menos adecuadamente implementado? Desde mi perspectiva, se capacita para operar o ejecutar algo, se actualiza para conocer las nuevas tendencias educativas y, se forma, para ir más allá de una simple capacitación y actualización en torno a ese algo.

Es cierto, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU), desde que comenzó a operar, ha hecho un esfuerzo importante por formular programas de formación continua y desarrollo profesional docente (2021-2026), pero no ha sido suficiente. Es cierto, el peñanietismo redujo este esquema a una limitada, pero limitadísima oferta educativa que, prácticamente desapareció de un plumazo, lo que hasta ese momento se había logrado. Es cierto, mientras en lo nacional se plantea un programa de formación continua, en los estados, las instancias mejor conocidas como PRODEP (Programa para el Desarrollo Profesional Docente) antes PRONAP (Programa Nacional de Actualización Permanente de Maestros de Educación Básica en Servicio), operan de acuerdo a sus “propios” esquemas; es más, en algunos casos, hoy día, ya no diseñan cursos, talleres, seminarios o diplomados, por el contrario, los adquieren a ciertas empresas u organizaciones particulares y así los implementan.

¿Qué podría esperar el diseñador de un plan de estudios del maestro que atiende un grupo en una zona indígena, rural o urbana con las características propias de su contexto, pero también, de sus alumnos? La respuesta es lógica, que lo aborde, pero no única y exclusivamente desde su operatividad o ejecución, sino desde su comprensión y entendimiento que, seguro estoy, dará mayor sentido a lo que desea implementarse para el logro de los aprendizajes en el aula y en sus alumnos. Se trata de formar pues, pero no para la operatividad, aunque en el mismo proceso estaría incluida.

¿Por qué no, antes de implementar el nuevo plan de estudios 2022, se forma al magisterio durante un año para que, en 2023, comience a implementarse tal y como se tenía contemplado?, ¿por qué no pensar en un plan transexenal priorizando, desde luego, la educación de millones y millones de alumnos? Vaya ¿por qué se continúa viendo al profesor como un técnico y no como un formador?, ¿por qué desdeñar o menospreciar ese currículum vivido?

La pregunta es por qué, la respuesta usted la conoce…

Con negritas:

Hace unos días, en sus atinadas reflexiones, Rogelio Alonso planteaba unas preguntas fundamentales en torno a la forma en que el docente podría implementar la propuesta curricular 2022; cuestionaba, ¿cuántos docentes conocerán el enfoque globalizador? o ¿cuántos de éstos empleaban las metodologías denominadas centros de interés, estudio de caso o aprendizaje basado en problemas? Esto, porque dicho marco curricular plantea el diálogo para el desarrollo de las actividades académicas y, como está establecido en ese documento, ese diálogo se da en colectivo hecho que, posiblemente, daría paso al empleo, en el aula, de las metodologías referidas.

¿Verdad que sí sería pertinente indagar sobre estos asuntos y formar o reforzar los conocimientos del profesorado mexicano en estos y otros tantos temas?

Referencias:

  • Vargas, L. (2010). La formación docente. Congreso Iberoamericano de educación, metas 2021. Recuperado de: http://www.chubut.edu.ar/ descargas/secundaria/congreso/DOCENTES/R0103_Magyoly.pdf
  • Delgado, S. (2019). Perspectivas en torno a la formación docente y la posibilidad de una capacitación y actualización constante: una mirada desde los actores en una universidad mexicana. Panorama. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6888663.

Fuente de la información:  http://www.educacionfutura.org

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Destino del país, educación y la cuarta revolución industrial (9)

Uruguay / 5 de noviembre de 2017 / Autor: Renato Opertti / Fuente: El Observador

Aprendizajes potentes y progresivos de 3 a 18 años

En el artículo anterior señalábamos que el marco curricular es el instrumento por excelencia de la política educativa para implementar una propuesta de una educación de 3 a 18 años (3-18). Bajo el paraguas de un sistema educativo orientado a facilitar la progresión fluida y personalizada de los estudiantes y de sus aprendizajes, todos los centros que atienden respectivamente a poblaciones entre 3 y 14 años, y entre 15 y 18 años, podrán ser identificados como centros de educación básica y de jóvenes, y tener/guardar diversas denominaciones.
Todo centro educativo tendrá la posibilidad de inscribir su identidad histórica en nuevas formas de organizar la educación que responden a la necesidad de recrear las bases de sostenibilidad cultural, social y económica de nuestra sociedad. Se trata de entender y de apropiarse de la idea que el cambio que se propone no es un ajuste en los marginales del sistema educativo sino una ventana de oportunidades para que el país se prepare fehacientemente para un mundo en ebullición. El cambio anhelado tiene una proyección de similar envergadura a cuando por ejemplo el país, munido de pensamiento visionario, voluntad política y capacidad técnica, universalizó la educación primara o bien expandió los liceos al interior del país como canales de integración social y de democratización de oportunidades de aprendizaje.
La clave del cambio que propone Eduy21 radica en que la educación básica y de jóvenes, esto es, las nuevas formas de organizar la educación, compartirán espacios de formación comunes con el objetivo de asegurar unicidad, progresividad y concreción de los aprendizajes. Básicamente, se entiende por dichos espacios, denominados curriculares, la organización de los procesos de enseñanza y de aprendizaje que coadyuvan al logro del perfil de egreso para las edades de 3 a 18.
Los espacios curriculares cumplirán tres roles fundamentales: (i) contribuirán al desarrollo de los bloques de competencias mencionados en los artículos anteriores (ver cuadro); (ii) se inscribirán en los lineamientos de una educación personalizada que atiende al desarrollo integral del alumno en ambientes colectivos de aprendizajes ligados al mundo real y (iii) serán las palancas para la implementación de modos de aprendizaje donde el docente integra tiempos presenciales y en línea, en una propuesta unitaria de formación.
Las autoridades de la educación básica y de jóvenes elaborarán lineamientos curriculares de apoyo a los centros alineados con el marco curricular y su instrumentación. Los mismos sustituirán a los actuales planes de estudio vigentes estructurados por niveles – inicial, primaria, secundaria y técnico-profesional que esencialmente siguen un libreto propio de organización de los aprendizajes en base a contenidos fragmentados por áreas de aprendizaje y disciplinas.
Se propone que para cada uno de los cinco espacios curriculares se establezcan: (i) una serie de resultados e impactos esperados asociados al desarrollo de las competencias; (ii) la combinación de temas, áreas de aprendizajes, asignaturas y proyectos que permitan que el estudiante pueda participar de diversidad de experiencias de aprendizaje igualmente relevantes y necesarias para el desarrollo y la concreción de los conocimientos y de las competencias para la vida, la ciudadanía y el trabajo; (iii) los tiempos de instrucción, presenciales y en línea, no en relación a la valoración o tradición de la asignatura per se, sino a su contribución específica al desarrollo de conocimientos y competencias establecidos en el perfil de egreso 3-18; (iv) un rango amplio de estrategias de cómo enseñar y aprender que respondan a la singularidad de cada estudiante, a sus diversas capacidades y contextos; (v) banco de situaciones de aprendizaje y de la vida real que permitan al estudiante desarrollar y lograr un desempeño competente frente a desafíos que implican la movilización e integración de diversos saberes disciplinares; y (vi) criterios e instrumentos de evaluación que aseguren coherencia, equidad y justeza en las maneras de evaluar a los estudiantes.
En definitiva, la nueva forma de concebir la educación por grupos de edades se plasma en una organización de los aprendizajes, potentes y progresivos, que busca responder a la multiplicidad de desafíos y oportunidades de un mundo en ebullición. Prepararnos pues para ser protagonistas de nuestro presente y futuro como sociedad es lo que propone Eduy21.
Fuente del Artículo:
https://www.elobservador.com.uy/destino-del-pais-educacion-y-la-cuarta-revolucion-industrial-9-n1137808
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Destino del país, educación y la cuarta revolución industrial (8)

Uruguay / 15 de octubre de 2017 / Autor: Renato Opertti / Fuente: El Observador

Los cuatro bloques de competencias mencionados en el artículo anterior –esto es, alfabetizaciones fundamentales como base imprescindible de todo aprendizaje, herramientas metodológicas para responder a desafíos de situaciones de vida, cualidades de carácter de la persona para actuar en contextos de cambio exponencial y bases para un ejercicio global y local de la ciudadanía– son la brújula del marco curricular propuesto para la educación de 3 a 18.

Esencialmente, el marco curricular es un instrumento de la política educativa que responde en los conceptos y en las prácticas a la pregunta qué educación y qué tipo de sistema educativo, para qué sociedad, ciudadanía, persona y comunidad. A escala mundial, dichos marcos son crecientemente utilizados por países con grados diferentes de desarrollo, para articular e implementar propuestas de transformación educativa, y en particular para asegurar que el centro educativo, el currículo y la pedagogía estén al servicio de la singularidad y la progresión de los aprendizajes de cada alumna/no evitando las rupturas entre niveles. La OIE-Unesco ha identificado más de un centenar de documentos curriculares de unos 80 países que van en esta dirección (Unesco-IBE & GEMR, 2016; Opertti, 2016).

El marco curricular 3-18 que comprende a la educación básica 3-14 y de jóvenes 15-18 reviste seis características principales (Eduy21, 2017).

En primer lugar, se promueve la participación activa y plural de actores e instituciones de dentro y fuera del sistema educativo en la definición de las orientaciones medulares del marco curricular con el objetivo de generar una propuesta anclada en el crisol de visiones, afiliaciones, identidades y sensibilidades de la sociedad. El marco curricular congenia una mirada transformacional del sistema educativo como tal, transversal a los niveles educativos, con capacidad de escucha y de diálogo plural e inclusivo, con actores de la política, la educación y la sociedad. No puede ni debe ser un proceso endógeno al sistema educativo.

En segundo lugar, el marco curricular abarca los aspectos medulares de la educación estableciendo las orientaciones para la gestión, las prácticas pedagógicas, los resultados de aprendizaje esperados en cada ciclo y la evaluación, asegurando que las trayectorias de cada alumno converjan hacia el perfil de egreso de 3 a 18 (Eduy21, 2017). Asimismo, incluye orientaciones para alinear la formación y el desarrollo profesional docente con las nuevas modalidades educativas, así como una serie de cuestiones relacionadas con infraestructuras, equipamientos y materiales educativos requeridos para su efectiva implementación (Unesco-OIE, 2013).

En tercer lugar, el marco curricular congenia principios y criterios universales de formación, sólidos, claros y escuetos, que son la norma garante de igualdad de oportunidades y resultados de aprendizaje para todos, con flexibilidad para que cada centro educativo tenga capacidad de forjar un currículum localizado en su contexto. Esto implica apelar a la autonomía y diversidad de las propuestas pedagógicas, munidas de la soltura necesaria para atender de manera personalizada las motivaciones, preferencias y fortalezas de cada alumno en un ambiente colectivo de aprendizaje abierto al mundo. Se asumen las oportunidades y también las tensiones entre la importancia de localizar el conocimiento, validándolo desde cada entorno particular, con la necesidad de un sistema educativo nacional que asegura equidad, certifica y valida los saberes generados en distintas partes de su territorio (Eduy21, 2017).

En cuarto lugar, el marco curricular se complementa con lineamientos curriculares específicos para la educación básica y de jóvenes que contribuirán a localizar la propuesta en el centro educativo (Eduy21, 2017). Un punto crítico radica en cómo las áreas de aprendizaje/asignaturas van a contribuir a los temas transversales de formación priorizados por el marco curricular –por ejemplo, si son, entre otros, los casos de educación para la ciudadanía y educación para estilos de vida sustentables– y de qué modo lo van a hacer– ya sea colaborando con otras asignaturas, formando parte de nuevas asignaturas y/o abordando temas a través de proyectos interdisciplinarios o espacios similares-.

Un ejemplo interesante a compartir es el nuevo currículo de Finlandia 2016 que introduce los módulos de aprendizaje interdisciplinarios. Según señala la experta curricular Irmeli Halinen, dichos módulos se desarrollan durante todo el año lectivo en la educación básica y tienen por objetivo orientar a los estudiantes en aplicar sus conocimientos y en generar experiencias de participación en la construcción comunitaria del conocimiento. Asimismo, les ayudan a percibir la relevancia de temas que se aprenden en los centros educativos, para su propia vida y comunidad, la sociedad y la humanidad (Unesco-OIE & UCU, 2016).

En quinto lugar, el marco curricular facilita espacios y oportunidades para que, desde el Estado, la sociedad civil y el sector privado, se articulen diversidad de propuestas alineadas con el perfil de egreso de 3 a 18 años y bajo diversas modalidades. No se trata de respuestas más o menos oficiales, hoy rotuladas –y muchas veces segmentadas como instituciones públicas, habilitadas y autorizadas–, sino diversidad de propuestas, igualmente legítimas, que se complementan y se diferencian a la vez sobre cómo implementan el marco curricular de 3 a 18 años que tendrá sí carácter vinculante para todas las ofertas y los ambientes de aprendizaje. El Estado en su rol de garante asegura que ese abanico de propuestas contribuya efectivamente a universalizar oportunidades educativas de calidad para todos y todas.

Por otra parte, el marco empodera a los centros educativos para que con los debidos apoyos de un sistema educativo pensado para apoyar a los alumnos/as, asuman plenamente la responsabilidad de seleccionar las estrategias pedagógicas más eficaces para igualar en los resultados (Eduy21, 2017).

En sexto lugar, los trazados programáticos fundamentales del marco curricular podrán estar refrendados por el Parlamento en una normativa que defina esencialmente el para qué y el qué de la educación. La experiencia internacional indica que los marcos curriculares son inscriptos en políticas educativas de largo aliento que superan largamente un periodo de gobierno y que requieren alta sostenibilidad política. El esfuerzo de preparación, desarrollo y aplicación inicial del marco curricular demanda más que un período de gobierno y sus impactos más duraderos podrán calibrarse adecuadamente en un plazo de por lo menos una década (Unesco-OIE, Stabback et.al., 2016).

En definitiva, el marco curricular es un instrumento que entendemos como esencial para concretizar una educación de 3 a 18 que personalice las trayectorias educativas y apele a diversidad de estrategias para igualar en oportunidades y resultados de aprendizaje.

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Docentes, estudiantes y egresados del Bachillerato Tecnológico Industrial en el Marco Curricular Común

08 de febrero de 2017 / Fuente: http://laisumedu.org/

Fonseca Bautista César Dario y Luz Marina Ibarra Uribe

Resumen

Este libro es una obra colectiva en la cual los autores se aproximan desde distintas perspectivas a algunas de las principales problemáticas que aquejan al bachillerato tecnológico industrial en el contexto de la Reforma Integral de la Educación Media Superior. El propósito general de la obra es mostrar avances, fortalezas, debilidades y rezagos manifiestos en el desarrollo del Marco Curricular Común a siete años de haberse implantado la reforma. Considerando que la educación media superior enfrenta grandes retos en el futuro inmediato en el sistema educativo mexicano y que aún es limitada la cantidad de trabajos de investigación que den cuenta, a partir de experiencias concretas y locales sobre este tipo educativo, en este libro, si bien es cierto se aborda la problemática desde un enfoque local (estatal), varios de los problemas aquí tratados se presentan de manera muy similar en otras entidades federativas del país.

Fuente libro: http://laisumedu.org/showBib.php?idBiblio=12209&cates=Sistema+Educativo+Nacional&idSubCat=71&subcates=3.-+Educaci%F3n+media+superior&ssc=7

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