CII-OVE
Migraciones
Seis loritos y una Tierra redonda
Por: Carolina Vásquez Araya
El esfuerzo por revertir el desastre ambiental debe ser prioridad universal.
Los incendios devastadores que acabaron con grandes extensiones de bosques en el sur de Chile han elevado voces y lamentos; la extensión de la tragedia ha tenido el poder de despertar conciencias adormiladas, pero nada pudo evitar la inmensa pérdida de vida en ese hermoso territorio. Los incendios forestales han arrasado con los bosques naturales en muchos puntos del planeta durante siglos. Algunos, como una reacción natural de reciclaje de la flora local, pero otros provocados por la explotación irracional de los recursos naturales y la falta de una política definida de defensa de estos recursos, la cual debe ser implementada con seriedad por todos los gobiernos.
Es que también hay otras prioridades, dicen: El hambre y la guerra; las enfermedades y las migraciones; y, entre tanta miseria, el involucramiento en la defensa del medio ambiente aparece, a simple vista, como un asunto secundario; como algo que puede esperar; como una actividad para personas que no tienen algo mejor en qué ocupar su vida.
Sin embargo, la tierra es redonda -o, por lo menos, así parece vista desde la luna- y todo lo que en ella sucede está íntimamente ligado. La relación del ser humano con su entorno natural fue, en las culturas antiguas, fuente permanente de sabiduría, un inacabable tratado de medicina, una rica veta de conocimientos que ayudaron a las comunidades a crecer y desarrollarse en paz y armonía. Las crisis que vivimos en la actualidad son una ruptura de esa armonía con la naturaleza. Se podría afirmar que el ser humano ha desafiado, con su inveterada arrogancia, las leyes del universo y ha roto la fuente de su propio sustento.
El tema de la degradación ambiental en que estamos sumergiéndonos a una velocidad creciente, no es un asunto secundario entre los temas de mayor impacto dentro de la política internacional. Todo lo contrario, representa un llamado de atención sobre el peligro de acabar con los pocos recursos de supervivencia con que cuenta la humanidad, la cual aumenta incesantemente en número, pero cuya calidad de vida decrece en una proporción desmedida.
Recuerdo cuando hace ya muchos años, pasó frente a mi casa un niño ofreciendo loros. Me acerqué a ver qué traía en el saco de yute, cuyo movimiento delataba que algo, desde su interior, trataba de escapar. Cuando lo abrió pude ver seis pichones arrancados de su nido, que ya tenían emergiendo de entre las pelusas grises de su primera cobertura, unas hermosas plumas multicolores. El dolor que sentí ante la realidad de la depredación, no fue menor que la impotencia al constatar la ausencia de conciencia. Aunque le expliqué al niño -lo mejor que pude- que ese comercio estaba prohibido y por qué era así, su expresión terminó de convencerme de que todo esfuerzo sería en vano ante la rotunda lógica de su despedida: ¨si no los agarrábamos nosotros, se hubieran muerto porque un señor se había llevado a su mamá¨.
Después de conversar con una amiga sobre el episodio y compartir una larga conversación con respecto a la urgencia de contar con una policía ecológica que impida este comercio infame, pensé que en realidad lo que hace falta es sensibilidad y educación. Las medidas represivas no llegarán muy lejos si las personas están desprovistas de conciencia sobre la importancia de proteger a las especies que hacen posible la vida en nuestro planeta.
Recordé, también, las expresiones de asombro cuando aparecieron las primeras notas de prensa sobre el hallazgo de supuestos vestigios de vida en Marte, vestigios mucho más primitivos y remotos que un simple loro recién nacido que ya tiene un complejo sistema de comunicación con su entorno, y pensé en lo estúpida que puede llegar a ser la humanidad con su pretendida superioridad tecnológica.
Finalmente, ese loro recién nacido -en realidad, seis de ellos- me hicieron más consciente de la importancia de la vida que todas las sofisticadas exploraciones espaciales juntas. Gracias a su irremisible desgracia, pude ver con claridad meridiana la torpeza de nuestros gobernantes, la apatía con que hemos dejado que se destruya lo nuestro, y la absurda ceguera que nos impide ver cuánta relación hay entre la actitud que mantenemos respecto a la naturaleza y la que tenemos respecto a nuestra condición humana. Pude darme cuenta de que ni siquiera sabemos cuán cerca estamos de quedarnos, nosotros también, sin nido.
Todo lo que sucede en nuestro planeta, tarde o temprano nos tocará de cerca.
Fuente de la información: www.carolinavasquezaraya.com
Las restricciones en la educación tras el golpe en Myanmar: “Los militares entraban en las aulas y a veces pegaban a profesores y alumnos”
Dos años después de la asonada en el país asiático, el acceso a la escolarización es precario, especialmente para los que huyeron. En Tailandia, los Centros de Aprendizaje para Migrantes ofrecen formación.
“Antes del golpe de Estado, me gustaba ir a la escuela. Después, la enseñanza era muy mala. […] Ya no quería ir al colegio”. Aye Aye Than (nombre ficticio para preservar su identidad) tiene el pelo negro, recogido con una cinta azul, y viste el uniforme escolar, camisa blanca y falda azul por debajo de las rodillas. Habla sentada en un banco a la sombra en el patio de uno de los Centros de Aprendizaje para Migrantes de Mae Sot, Tailandia, en la frontera con Myanmar (la antigua Birmania).
Esta joven de 16 años llegó a Mae Sot desde Rangún en febrero de 2022, un año después de que el ejército de Myanmar expulsara al Gobierno electo de Aung San Suu Kyi y tomara el poder. El día del golpe, estaba en casa con su familia. “Sentí pena porque el país estaba bajo el poder de los militares”. Ella fue uno de los miles de estudiantes que salieron a la calle a protestar contra la dictadura en las semanas siguientes. Durante una de las manifestaciones, perdió a sus amigos entre la multitud cuando los militares empezaron a emplear la violencia contra ellos. “Después de aquello, no volví a salir. Me quedé en casa durante dos o tres meses”.
El 1 de febrero de 2023 se cumple el segundo aniversario del golpe. Según un informe del relator especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en el país, 7,8 millones de niños siguen sin acudir a la escuela, 250.000 son desplazados internos y, según denuncia, hay menores que han sido secuestrados y reclutados como soldados para combatir en el conflicto armado.
Tras el golpe, Aye Aye Than dejó de asistir a sus clases. Los militares reabrieron las escuelas en junio de 2021, pero según la Federación de Profesores de Myanmar, solo se matriculó el 10% de los alumnos. Algunos de los amigos de esta adolescente, los que sí volvieron a clase, le contaron que los militares visitaban su escuela. “Entraban en las aulas, gritaban a profesores y alumnos, y a veces les pegaban […] sin motivo, únicamente para demostrar su poder”, rememora. Los militares detuvieron a uno de sus vecinos. “Le echaron ácido por todo el cuerpo. Cuando volvió, tenía la cara desfigurada”.
Los militares reabrieron las escuelas en junio de 2021, casi cinco meses después del golpe, pero según la Federación de Profesores de Myanmar, solo se matriculó el 10% de los alumnos
El Gobierno de Unidad Nacional, el gabinete paralelo formado a partir de la resistencia democrática, instó a todos los estudiantes y profesores a no acudir a las escuelas y afirmó que no reconocería los títulos y diplomas expedidos por los centros dependientes de los militares. La asistencia a la escuela en Myanmar se situaba entre el 40% y el 50% en diciembre de 2021, según un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Los que retomaron sus estudios descubrieron que la calidad de la enseñanza se había deteriorado desde la asonada militar. Una de las razones es la falta de personal: muchos profesores no regresaron al trabajo con el objetivo de manifestar su disidencia. La Federación de Profesores de Myanmar calcula que tres cuartas partes del personal del Ministerio de Educación participa en el Movimiento de Desobediencia Civil (MDC) contra el régimen.
Hay 65 centros de aprendizaje para inmigrantes en la región de Mae Sot, en Tailandia, que imparten educación a 11.156 estudiantes de Myanmar de entre 3 y 18 años
Aye Aye Than dice que se siente mejor en su nueva escuela. En su aula, una construcción sobre pilotes de bambú, hay una pizarra blanca apoyada en una de las paredes, mientras que otra está cubierta por dibujos de los alumnos. La joven se sienta en el suelo con las piernas cruzadas junto a otra docena de alumnos. Cuando la profesora pronuncia su nombre, se levanta y pega en la pared un trabajo de ciencias junto a un colorido mapa del sudeste asiático.
Riesgos para los refugiados
En la actualidad, hay 65 centros de aprendizaje para inmigrantes en la región de Mae Sot que imparten educación a 11.156 estudiantes de Myanmar de entre 3 y 18 años. Todos siguen el plan de estudios de Myanmar y, además, aprenden tailandés como segunda lengua. Sin embargo, la situación está cambiando: cada vez más emigrantes se plantean prolongar su estancia en Tailandia, ya que temen regresar a su país de origen, por lo que los centros están evaluando la posibilidad de cambiar a la enseñanza bilingüe.
En los últimos dos años, el número de alumnos en los centros de aprendizaje para inmigrantes ha aumentado un 20%. Sin embargo, no hay cifras disponibles que indiquen cuántos de estos nuevos estudiantes llegaron a Tailandia después del golpe. Para protegerlos a ellos y a sus familias, no les solicitan ninguna información sensible que pueda comprometer su seguridad. Muchos refugiados recientes, y especialmente los que huyeron por su actividad política, viven con el temor de ser detenidos y deportados a Myanmar. Residen escondidos en refugios precarios y trabajan en la economía informal. La situación es aún más peligrosa para los niños, puesto que aumenta la posibilidad de que acaben en situaciones de abuso y de que caigan en redes de trabajo infantil. La explotación laboral de los emigrantes en Mae Sot es, de hecho, un problema notorio en la región.
Algunos de los estudiantes recién llegados a Tailandia proceden de entornos de alto nivel educativo, mientras que la mayoría de los inmigrantes antiguos proceden de zonas rurales, habitualmente empobrecidas. Sin embargo, Tin Aung, profesor de ciencias del centro en el que estudia Aye Aye Than, no ha notado ningún problema de integración entre unos y otros. “Todos los alumnos han estado [físicamente] fuera de la escuela durante años debido a la pandemia, así que cada alumno es nuevo”. Los Centros de Aprendizaje para Migrantes reabrieron sus puertas por primera vez desde la crisis sanitaria desencadenada por la covid-19, en junio de 2022.
A la hora del almuerzo, en el jardín de la escuela resuenan risas y gritos de alegría. Los alumnos más jóvenes hacen cola para lavarse las manos bajo la supervisión de un profesor. Algunos juegan al fútbol. Aye Aye Than come arroz de una cajita metálica en su clase. “Antes de mudarme a Tailandia, quería ir a la universidad”, dice. Ahora quiere ser profesora en uno de los centros como en el que ella estudia. “En Tailandia me siento un poco más segura. Pero a veces tengo miedo de que la policía nos devuelva a Myanmar a mí y a mi familia. […] Solo quiero volver si derrotamos a los militares”.
Entre 17.000 y 20.000 refugiados de Myanmar han buscado seguridad en Tailandia desde la toma del poder, según fuentes del Gobierno tailandés y las ONG. Esta cifra se suma a los 91.000 refugiados de aquel país que, desde antes del golpe, viven junto a la frontera entre ambos países, separados por el estrecho río Moei, de color café y que representa un paso fácil para los emigrantes que desean cruzar.
Aye Aye Than llegó a Tailandia por esta ruta, cruzando el río de noche con su madre. Myint Oo, su padre, ya estaba en Mae Sot. El hombre, de 32 años, se alistó en las Fuerzas Armadas Populares (PDF, por sus siglas en inglés), brazo armado del Gobierno de Unidad Nacional, en septiembre de 2021. Durante un combate junto a la frontera tailandesa, una mina le hirió en la cara, por lo que huyó a Mae Sot con otros combatientes heridos.
Cuando llegamos a Mae Sot, fue realmente duro. Nos sentíamos deprimidos hasta el punto de querer suicidarnosTin Aye, refugiada de Myanmar en Tailandia
Myint Oo relata su historia mientras la lluvia cae a cántaros sobre el tejado de chapa de su casa. Su mujer, Tin Aye, está sentada en una alfombra a su lado. Ella es ingeniera y trabajaba en el Ministerio de Energía de Myanmar, mientras que Myint Oo tenía un taller mecánico. Tras el golpe, el hombre empezó a fabricar minas a distancia para las Fuerzas Armadas Populares. Un día, los militares fueron a buscarlo. Consiguió escapar, pero clausuraron comercio. Cuando se quedó sin empleo, abandonó Rangún para unirse a las PDF.
Tin Aye participó en su primera protesta en febrero de 2022. Después de aquello, sufrió amenazas en su trabajo: le ordenaron firmar un documento en el que declaraba que no volvería a participar en manifestaciones y también tuvo que aceptar por escrito trabajar gratis durante seis meses. De lo contrario, se habría enfrentado a un juicio y una condena de hasta 20 años de prisión. Firmó, pero tres meses después decidió marcharse de su capital con su hija.
“Cuando llegamos a Mae Sot, fue realmente duro”, asegura Tin Aye. “Nos sentíamos deprimidos hasta el punto de querer suicidarnos”. Ahora las cosas les van un poco mejor. Ella trabaja como empleada doméstica, mientras que su marido es obrero de la construcción. Quiere volver a luchar. “Pero únicamente si conseguimos más armas”, manifiesta.
A pesar de preocuparse por su hija, no le prohibieron participar en las manifestaciones. “Los jóvenes tienen que luchar por su futuro”, alega Tin Aye. “Para mi hija, deseo un futuro sin golpe de Estado”, comenta su marido. “El golpe está destruyendo el futuro de todos”
https://elpais.com/planeta-futuro/2023-02-01/las-restricciones-en-la-educacion-tras-el-golpe-en-myanmar-los-militares-entraban-en-las-aulas-y-a-veces-pegaban-a-profesores-y-alumnos.html
Niños migrantes venezolanos no pueden acceder a la educación pública en Trinidad y Tobago
Muchas madres han decidido devolverse con sus hijos a Venezuela para que estos puedan estudiar. Los padres, por su parte, se quedan en las islas para poder enviar dinero a sus seres queridos
Los niños venezolanos se enfrentan a muchos desafíos para ingresar al sistema escolar público en Trinidad y Tobago, pese a que el gobierno de dicho país otorgó protección legal a los migrantes desde hace más de tres años.
Al no poseer un estatus migratorio legal, los niños migrantes no pueden acceder a la educación pública del país.
El programa Equal Place, un esfuerzo conjunto de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU (Acnur), la Agencia de la ONU para los Refugiados, Unicef, Living Water Community y TT Venezuela Solidarity Network, ha brindado educación a 1.177 niños de primaria y 485 jóvenes de secundaria. Esto de acuerdo con datos publicados el 30 de junio de este año.
El problema radica en que, según cifras de Acnur, para el 31 de julio había alrededor de 4.000 niños de entre 5 y 17 años de edad solicitantes de refugio o asilo en Trinidad y Tobago. Mientras que, de acuerdo con la plataforma R4V, se estima que el número de menores de edad en ese país suba a 6.900.
Los datos que maneja el R4V reportan 2.900 niños más que Acnur, debido a que incluyen las cifras que maneja la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
El objetivo del programa Equal Place era preparar a los niños para entrar a las escuelas católicas de Trinidad y Tobago, pero más de tres años después esto aún no se ha dado.
La líder de la oposición, Kamla Persad-Bissessar, ha pedido que los niños inmigrantes reciban plazas en las escuelas públicas. Dijo que todo niño tiene derecho a la educación, de acuerdo con el medio local Newsday.
Ante la situación, muchas familias venezolanas en Trinidad y Tobago están tomando la decisión de enviar a las madres con sus hijos de vuelta a Venezuela para que puedan estudiar. Mientras que los padres permanecen en dicho país para seguir trabajando con el fin de enviar dinero a sus seres queridos.
https://www.elnacional.com/mundo/ninos-migrantes-venezolanos-no-pueden-acceder-a-la-educacion-publica-en-trinidad-y-tobago/
Trata de personas, el monstruo que sigue acechando a las personas migrantes
Michele Klein Solomon, directora regional de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) para Centroamérica, Norteamérica y el Caribe, escribió el presente texto, que Acento asume, con motivo de conmemorarse este sábado 30 de julio el Día Internacional contra la Trata de Personas.
Hombres, mujeres, niñas y niños de todos los rincones del planeta son captados mediante ofertas de trabajo engañosas y falsas promesas para ser explotados sexualmente, sometidos a trabajos forzados, a servidumbre doméstica, a mendicidad forzada y a otras prácticas análogas, mendicidad forzada o extracción de órganos. e Este abominable crimen, conocido como trata de personas, sigue siendo aterradoramente común.
Las personas menores de edad y las mujeres, principalmente quienes son jefas de hogar y marginadas económica y socialmente, corren más peligro de ser reclutadas por redes de tratantes. Los datos revelan que, por ejemplo, las mujeres y niñas son más vulnerables a la trata con fines de explotación sexual, matrimonio forzado y servidumbre doméstica, mientras que los hombres y niños están más expuestos a la trata con fines de trabajo forzoso.
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) señala que para 2018, cerca del 45% de las víctimas identificadas de trata fueron personas migrantes. Los victimarios aprovechan la desesperación de las personas migrantes por encontrar mejores oportunidades para ellas mismas y sus familias para forzarlas a aceptar condiciones de trabajo absolutamente esclavizantes, por el temor de sufrir consecuencias legales como la detención o la deportación.
Hoy existen mejores herramientas tanto para identificar víctimas como para investigar, detener y procesar a los delincuentes. También se cuenta con acuerdos internacionales como el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, que busca adoptar medidas legislativas o de otra índole para prevenir, combatir y erradicar la trata de personas en el contexto de la migración internacional. Junto a estos grandes logros que deben ser celebrados, persisten retos y desafíos que no pueden pasar desapercibidos.
Por ejemplo, se necesita avanzar en materia de prevención. Es importante concientizar a la población sobre qué es la trata de personas, cuáles son las cambiantes estrategias utilizadas por los grupos delictivos organizados para captar a sus potenciales víctimas y cómo se puede actuar si se sospecha de este delito. Los medios de comunicación cumplen un rol protagónico en este aspecto.
En segundo lugar, se debe reforzar la capacidad de los gobiernos y el sector privado para reducir los abusos en la contratación, las situaciones de explotación sexual, prostitución infantil, entre otras, y proteger los derechos humanos de todas las personas migrantes, particularmente aquellas en situaciones de alta vulnerabilidad. Los gobiernos deben avanzar en el diseño e implementación de políticas que faciliten acceso a servicios y particularmente a la regularización del estatus migratorio d, en tanto existe evidencia del vínculo entre tráfico y vulnerabilidad a la trata de personas.
En tercer lugar, es importante mejorar la capacidad de identificación, respuesta, protección y asistencia de las personas víctimas a este delito. Las víctimas deben tener acceso oportuno a servicios de salud que faciliten su recuperación emocional y física, pero también a servicios judiciales donde se les brinde asesoría legal pertinente y personalizada. La restitución inmediata de sus derechos debe ser una prioridad.
Finalmente necesitamos datos colaborativos de mayor calidad, métodos de investigación, instrumentos de estudio y conclusiones sólidas para contar con evidencia pertinente para combatir este delito. Una parte clave de este esfuerzo es el Counter Trafficking Data Collaborative (CTDC) que fue lanzado por la OIM en 2018, y hasta la fecha cuenta con datos sobre más de 90.000 casos de trata de personas y nuevas herramientas de visualización de datos.
El 30 de julio es el Día Internacional contra la Trata de Personas precisamente para recordar que la esclavitud sigue existiendo, que se adapta a los nuevos contextos, y que ninguna sociedad se puede permitir la vergüenza de que la esclavitud siga existiendo dentro de sus fronteras.
Fuente: https://acento.com.do/editorial/trata-de-personas-el-monstruo-que-sigue-acechando-a-las-personas-migrantes-9088244.html
Libro (PDF): Convivialidad y desigualdad: explorando los nexos entre lo que nos une y lo que nos separa
Reseña: CLACSO
*Disponible sólo en versión digital
La vida en sociedad se basa, al menos aparentemente, sobre una contradicción. Nuestra supervivencia como sociedad y también como especie está estrechamente vinculada a la interdependencia tanto entre los seres humanos entre sí, como entre éstos y otros seres vivos como las plantas y los animales. Esta interdependencia, sin embargo, es negada por las formas de vida concretas de las sociedades contemporáneas, casi todas ellas estructuradas sobre profundas desigualdades sociales y basadas en la ideología del excepcionalismo humano. En vista a ello, el nuevo campo de estudios que definimos como convivialidad-desigualdad pretende llenar este vacío mediante la construcción de un marco teórico-analítico y del desarrollo de estudios empíricos correspondientes, en el que se puedan investigar en toda su extensión los nexos inseparables entre la diferencia, la desigualdad y la coexistencia entre los seres humanos entre sí, así como entre éstos y otros seres vivos. La articulación de estas dos nociones, desigualdad y convivialidad, constituye la base de la colaboración interdisciplinaria que se lleva a cabo en Mecila. Desarrollados en varios campos temáticos, los estudios sobre convivialidad-desigualdad en el Centro ofrecen una plataforma abierta para la innovación en la cooperación interdisciplinar en el amplio campo de las humanidades, las ciencias sociales y en diálogo con las ciencias naturales. El presente libro inaugura la serie de publicaciones que consolida la cooperación entre Mecila y CLACSO y busca ofrecer al público hispanohablante una introducción cualificada a los estudios sobre convivialidad-desigualdad.
Autoras(es): Arjun Appadurai. Sérgio Costa. Tilmann Heil. Fernando Baldraia. Nilma L. Gomes. Encarnación Gutiérrez Rodríguez. Maya Manzi. Peter Wade. Claudia Briones. Ramiro Segura. João José Reis. Raquel Rojas Scheffer. Gabriel Feltran. [Autoras y Autores de Capítulo]
Editorial/Edición: CLACSO. Mecila.
Año de publicación: 2022
País (es): Argentina.
ISBN: 78-987-813-216-7
Idioma: Español
Descarga: Convivialidad y desigualdad: explorando los nexos entre lo que nos une y lo que nos separa
Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2507&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1651
Entrevista a Eva Maria Geigl, del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia “La historia de la humanidad está hecha de migraciones sucesivas”
Ya sea por razones vinculadas al clima, a los conflictos o a la subsistencia, los seres humanos siempre se han desplazado y mezclado, como lo demuestra el análisis del genoma de restos óseos hallados en los yacimientos arqueológicos. Las explicaciones nos las proporciona Eva Maria Geigl, directora de investigaciones del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia y corresponsable de un equipo de paleogenómica del Instituto Jacques Monod, en París.
¿Cuál es la función de la paleogenómica?
La paleogenómica es una disciplina complementaria de la arqueología y la antropología. Los arqueólogos realizan excavaciones y extraen fragmentos de huesos que tratan de situar en una época y una cultura determinadas. El análisis de restos humanos hallados en excavaciones puede facilitar la identificación del sexo del individuo, y a veces de su rango social y de las enfermedades que padeció, e incluso puede proporcionar pistas sobre el funcionamiento de una sociedad.
El trabajo de los paleogenetistas consiste en extraer el ADN de los huesos para analizar su genoma, que luego se compara con el de otros individuos que vivieron en periodos y lugares diferentes o que proceden de poblaciones actuales. De ese modo es posible reconstruir los linajes, o sea, los vínculos de parentesco, de proximidad genética, y también las migraciones y los mestizajes acontecidos a lo largo de la historia.
¿De qué manera los datos genéticos pueden narrar la historia biológica de una población?
El análisis genético permite caracterizar la historia del poblamiento de una región determinada y así establecer los desplazamientos y su hibridación con las comunidades autóctonas. De ese modo, la paleogenómica permitió demostrar que hace 8.500 años grupos de agricultores de Anatolia y de la región del Mar Egeo se desplazaron hacia el noroeste de Europa. La agricultura y la domesticación de animales se desarrollaron hace aproximadamente unos 12.000 años en el Creciente Fértil de Oriente Medio, en Irán y en Anatolia. Hace aproximadamente 8.500 años, esos agricultores empezaron a migrar hacia Europa por una ruta continental que se iniciaba en Grecia, pasaba por los Balcanes y seguía a través de Hungría, Austria y Alemania para concluir en el norte de Francia (en la cuenca de París).
Una segunda ruta bordeaba la costa mediterránea a lo largo de lo que hoy es Croacia, Italia, Sicilia, Cerdeña y Córcega, hasta llegar al sur de Francia y el noreste de la península Ibérica. Estos desplazamientos ya se conocían gracias al análisis de los vestigios hallados en las excavaciones, en forma de restos de cerámica y herramientas de sílex o huesos de animales domésticos, como el cordero, que fueron introducidos por esos grupos de agricultores.
Pero, a partir de los materiales disponibles, los arqueólogos no podían precisar si solo se habían difundido entre los pueblos de Europa los conocimientos y las técnicas de los agricultores de Oriente Medio, o si los inventores de esas técnicas se habían desplazado físicamente. Gracias al análisis del genoma se pudo establecer que los agricultores se habían encontrado con los cazadores recolectores autóctonos asentados en Europa unos 14.500 años antes y que hubo un mestizaje parcial entre ambas poblaciones.
¿Es posible que el análisis basado en el genoma ayude a esclarecer determinadas realidades históricas desde una perspectiva innovadora?
En efecto, así ocurrió en 2012, cuando en la cueva de Denisova, situada en los montes Altai, en Rusia, se hallaron los restos de una joven que vivió allí hace unos 50.000 años. El análisis del genoma de una de sus falanges permitió demostrar la existencia de una población que coexistió con los neandertales. Esa población que vivía en Asia se desplazó y sus miembros se aparearon con los primeros Homo sapiens procedentes de África. Hasta ese momento los paleoantropólogos no sospechaban de la existencia de ese grupo humano.
La migración hacia Europa de los yamnayas, nómadas procedentes de las estepas situadas al norte del mar Negro, es otro ejemplo. Estos pueblos, cuya economía se basaba en la cría de ganado bovino, ingresaron en el centro y el norte de Europa hace aproximadamente 5.000 años. Esos nómadas de las estepas, en su mayoría de sexo masculino, se aparearon con mujeres de las comunidades autóctonas de agricultores del neolítico tardío. Pero, al lograr mejores tasas de reproducción, se produjo un importante reemplazo genético, lo que se denomina una introgresión.
Todavía hoy, en Bretaña, en el oeste de Francia, Irlanda y el Reino Unido, entre el 80% y el 90% de los hombres son portadores del cromosoma Y de los yamnayas. Los arqueólogos ignoraban ese fenómeno, porque no se habían encontrado restos materiales del paso de los yamnayas.
¿Se conocen las causas de esas migraciones?
Es posible imaginar distintas causas, pero se trata de hipótesis. No podemos aportar puebas científicas. Esos desplazamientos tal vez ocurrieran por motivos climáticos, pero también podría tratarse de causas demográficas. Sin duda las migraciones podrían haber sido causadas por necesidades vinculadas a la subsistencia del grupo, como ocurrió con las comunidades de cazadores recolectores que seguían las migraciones de los grandes cuadrúpedos. A medida que el clima cambiaba, los seres humanos tuvieron que buscar otras regiones para asentarse. Pero los choques entre diversos grupos humanos también podrían haber sido la causa. Tal como ocurre actualmente, es probable que entonces las personas se desplazaran por motivos climáticos y de subsistencia o a causa de los conflictos.
A la luz del análisis del genoma de nuestros antepasados, ¿es posible afirmar que todos somos migrantes?
Sin duda. Para empezar, todos somos de origen africano, porque todos nuestros ancestros vinieron de África. El Homo sapiens evolucionó en África y abandonó el continente en oleadas sucesivas. La última de esas migraciones fue la de nuestros antepasados directos. Y también somos todos migrantes, porque la historia de la humanidad está tejida por una sucesión de migraciones. Desde siempre, los grupos de población se desplazan y se mezclan, lo que a veces se traduce en la sustitución de las poblaciones autóctonas, aunque no siempre es así.
No somos sedentarios. Siempre hemos tenido que movernos y adaptarnos. No hay poblaciones genéticamente “puras”. Esto además debería alegrarnos porque, biológicamente, necesitamos que nuestro patrimonio genético se mezcle.
Fuentes: El Correo de la Unesco [Imagen: Todos somos migrantes, del ilustrador serbio Goran Bajić]