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Tratado internacional de los pueblos para el control de las empresas transnacionales

Una apuesta desde los movimientos sociales y la solidaridad internacional

Juan Hernández Zubizarreta, Erika González y Pedro Ramiro (Cuadernos de Trabajo, Hegoa, nº 64, 2014)

Las empresas transnacionales se han convertido en poderosos agentes que condicionan directa o indirectamente la producción normativa estatal e internacional, mediante acuerdos formales e informales a nivel mundial y mecanismos específicos de resolución de conflictos, al margen de los criterios y fundamentos del poder judicial. Así, mientras las compañías multinacionales protegen sus contratos e inversiones a través de una multitud de normas, convenios, tratados y acuerdos que conforman un nuevo Derecho Corporativo Global, la llamada lex mercatoria, no existen contrapesos suficientes ni mecanismos efectivos para controlar sus impactos sociales, laborales, culturales y ambientales. El Derecho Internacional de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional del Trabajo se ven incapaces de contrarrestar la expansión del Derecho Internacional del Comercio como fundamento de toda la arquitectura económica globalizada.

En este contexto, diferentes movimientos sociales, pueblos originarios, sindicalistas, juristas, activistas y víctimas de las prácticas de las multinacionales vienen defendiendo desde hace años la necesidad de establecer mecanismos efectivos para el control de las empresas transnacionales. Todos ellos, junto con las organizaciones que forman parte de la campaña global Desmantelando el poder corporativo, han participado en la elaboración del Tratado internacional de los pueblos para el control de las empresas transnacionales, una propuesta alternativa para el ejercicio de un control real sobre las operaciones de las grandes corporaciones que se articula sobre la base de las ideas fuerza que presentamos en este cuaderno.

 

Título: Tratado internacional de los pueblos para el control de las empresas transnacionales / Herrien nazioarteko tuna, enpresa transnazionalen kontrolerako
Subtítulo: Una apuesta desde los movimientos sociales y la solidaridad / Gizarte-mugimenduetan eta nazioarteko elkartasunean oinarritutako apustua
Autores: Juan Hernández Zubizarreta, Erika González y Pedro Ramiro
Revista: Cuadernos de Trabajo / Lan Koadernoak, Hegoa
Número: 64
Fecha: 2014
Páginas: 47 pp

 


Índice

1. Controlar a las multinacionales
1.1. El poder de las empresas transnacionales
1.2. Mecanismos de control y normas vinculantes
1.3. Empresas y derechos humanos: el caso del Estado español
1.4. Hacia un Tratado internacional de los Pueblos

2. Derecho Internacional y contrahegemonía
2.1. El uso alternativo del Derecho
2.2. Por una transformación del Derecho Internacional

3. Ideas y propuestas para un tratado internacional de los pueblos
Presentación
A. Contexto y antecedentes
B. Justificación
C. Preámbulo
D. Dimensión jurídica
1. Ámbito del tratado
1.1. Empresas transnacionales
1.2. Instituciones internacionales económico-financieras
1.3. Estados
2. Principios generales
Sección primera. Derechos humanos, Estados y empresas transnacionales
Sección segunda. Los derechos humanos y las normas de comercio
Sección tercera. Los Estados y los organismos internacionales
3. Premisas y propuestas jurídicas en relación con las empresas
4. Obligaciones específicas de las empresas transnacionales
5. Crímenes internacionales
5.1. Crímenes económicos contra la humanidad
5.2. Crímenes corporativos internacionales
5.3. Crímenes ecológicos internacionales
6. Instancias
7. Disposición final

Bibliografía


Ver en línea : Cuadernos de Trabajo / Lan Koadernoak, Hegoa, nº 64, 2014.

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México: Seminario internacional «Las corporaciones transnacionales en el capitalismo del siglo XXI»

América del Norte/México/Mayo 2016/Fuente: Omal.info

Del martes 17 al jueves 19 de mayo en Ciudad de México

La vuelta de siglo (XX a XXI) marcó profundas transformaciones en el funcionamiento y dinámica del capitalismo. Uno de los rasgos más relevantes de estos cambios se relaciona con un proceso de pase de mandos en el que las empresas toman cada vez más el protagonismo. Estados, organismos internacionales y demás instituciones de representación del capital han sido rebasadas, en la práctica, por las fuerzas activas y directas que suelen representar. Las empresas transnacionales están tomando el liderazgo de los procesos mundiales, cambiando las reglas de funcionamiento, las dinámicas, las fronteras y los límites. Está en proceso de diseño una nueva configuración territorial y política del o de los sistema mundo.

El Seminario Internacional tendrá lugar del martes 17 de mayo al jueves 19 de mayo en el Auditorio Mtro. Ricardo Torres Gaitán del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (Circuito Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria – Ciudad de México).

El evento no tienen coste y se otorgará constancia con el 100% de la asistencia. Ha sido organizado por el Instituto de Investigaciones Económicas, el Observatorio Latinoamericano de Geopolítica (OLAG), el Observatorio de Multinacionales para América Latina (OMAL) – Paz con Dignidad y el Posgrado de Estudios Latinoamericanos.

Fuente: http://omal.info/spip.php?article7890&utm_medium=twitter&utm_source=twitterfeed

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Víctor M. Toledo: “La ecología política llegó para quedarse”

Una entrevista a Víctor M. Toledo

Entrevistadora: Sofia Avila Calero

Víctor Manuel Toledo es un reconocido investigador e intelectual mexicano que desde 1970 desarrolla su trabajo académico en la Universidad Nacional Autónoma de México. Con una sólida formación en los campos de la biología y la ecología, Toledo ha tenido como principal preocupación el explorar la relación entre las culturas tradicionales y la naturaleza, convirtiéndose en pionero y líder de la etnoecología a nivel mundial.

En el primer número de Ecología Política (septiembre de 1991), Víctor Toledo publicó un artículo titulado “La resistencia ecológica del campesinado mexicano (en memoria de Ángel Palerm)”. Más de dos décadas después, le hacemos esta entrevista para recorrer algunas de sus aportaciones teóricas más importantes y los vínculos de su pensamiento con la ecología política en México y América Latina.

Víctor, cuéntanos acerca de tu proceso formativo en el campo de la biología, la ecología y la política, así como el surgimiento de tu interés por explorar los vínculos entre naturaleza, producción y cultura.

Efectivamente, yo estudié biología y ecología. Mis tesis de licenciatura y maestría son investigaciones en esos campos. Sin embargo, mi salto hacia los temas sociales, culturales y políticos fue producto de un accidente que surgió cuando estaba haciendo una de mis investigaciones sobre los árboles tropicales en Veracruz, particularmente en la selva de Los Tuxtlas. Ahí tenía parcelas de árboles para hacer mediciones, hasta que un día las parcelas habían desaparecido, se habían convertido en un potrero para ganado. Fue entonces cuando me di cuenta de que el objeto de estudio biológico estaba siendo destruido y que era fundamental entender por qué sucedía esto. Un fenómeno que, además, se presentaría cada vez con mayor fuerza.

El salto hacia los asuntos sociales fue también producto de mi interés por el tema campesino. Lo primero que hice cuando comencé a impartir un curso sobre biología de campo, fue ir a las comunidades campesinas que estaban alrededor de la Estación de Biología Tropical de Los Tuxtlas, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), para poder entonces explorar lo extrabiológico. En ese entonces, yo hacía estudios sofisticados sobre polinización por colibrís y otras aves, pero el tema campesino me atrajo. Había muchos ejidos alrededor de esta estación, una de las primeras fundadas por la UNAM y de la cual fui jefe a los veinticuatro años. Curiosamente, he tenido sólo tres puestos de trabajo en toda mi vida y éste fue el primero.

Así comenzó todo. Con estas experiencias me di cuenta de que había que entender no sólo el mundo natural, sino también la interacción del mismo con los núcleos rurales. Además, este es un tema particularmente importante en México, pues es uno de los poquísimos países en el mundo donde ha habido una reforma agraria efectiva y donde la mayor parte de los recursos naturales y la naturaleza están en manos de ejidos y comunidades, es decir, del sector campesino o social. El único país parecido podría ser India, pero en ese caso el Estado juega un papel muy importante… Quizás China también, pero realmente México es un país único en este sentido.

Todo esto me llevó, pues, a preguntarme sobre la relación existente entre los procesos naturales y los sociales (sobre todo con relación a la cultura). Lo cual me obligó a tener una mirada integradora que, a su vez, me permitió ir descubriendo que tales relaciones se dan fundamentalmente a través de la producción. Con todo eso, uno de los primeros libros que escribí fue titulado Naturaleza, producción, cultura[1]. Esto devela la sutil importancia de los accidentes o hechos sorpresivos e inusitados.

En 1992 fundas la revista Etnoecológica[2] y calificas la etnoecología de disciplina subversiva. ¿Podrías hablarnos un poco sobre esto?

Para 1992, habían pasado más de quince años de lo que platiqué primero. Para ese entonces, ya había escrito un artículo titulado La ecología del ejido (Toledo, 1971), que fue publicado en un libro alrededor del año 1976. Desde entonces, continué interesado en estos temas. Pero el año de 1992 es muy importante por varias razones. En ese año, se realizó en México el Segundo Congreso Internacional de Etnobiología, al que asistió mucha gente de distintas partes del mundo. Este evento se convirtió en un espacio ideal para lanzar la revista con la idea de la etnoecología como una disciplina subversiva. Y es importante decir que esta afirmación la hice desde el punto de vista epistemológico, porque en ese entonces había prácticamente un total desdén por los conocimientos no científicos. El tema campesino, indígena, tradicional, estaba totalmente relegado del interés de la ciencia y, por lo tanto, me parecía que era necesario revalorar y posicionar estos conocimientos y saberes tradicionales frente a la ciencia moderna.

El año de 1992 y los dos subsecuentes también representan un momento crucial para la historia de México. Por un lado, surge la propuesta de contrarreforma agraria del presidente Salinas de Gortari, ante la cual yo participé activamente en contra. Y es que, a pesar de que finalmente esta ley se aprobó, su éxito fue relativo. Hoy en día sabemos que lo que se pretendía finalmente no se logró, y eso nos dio muchísimo gusto porque la resistencia campesina aguantó el tremendo embate que representó el principio del neoliberalismo en México. Todo ese proceso está documentado: se publicaron artículos, yo publiqué algunos folletos, participé en debates televisivos, etc. Por otro lado, en 1994 aparece también el levantamiento zapatista. Y este evento histórico se volvió crucial para afirmar la importancia de estudiar las comunidades campesinas, el movimiento campesino y la historia cultural de los núcleos rurales en su relación con la naturaleza: es decir, su importancia civilizatoria y cultural. Sin saberlo, al explorar y defender estos temas, yo comenzaba a hacer ecología política…

Esa es la historia y el contexto del origen de la revista, que además fue pionera en el campo. La revista duró diez años, luego desapareció bastante tiempo y ahora resurgió con muchos de los seguidores de estas ideas. Estamos muy contentos porque ahora hemos hecho una red sobre el tema y hay decenas de investigadores, con congresos de cientos de jóvenes involucrados en el área. Muy recientemente, apareció también el Journal de Etnoécologie en París, y otra publicación en Brasil, y vienen otras nuevas en Colombia.

Volviendo atrás, tus estudios universitarios sobre el mundo rural han tenido un importante componente analítico que nos parece que se nutre de tres fuentes: la ecología y el marxismo a la vez que los estudios campesinos y la antropología económica (al estilo de Ángel Palerm, Eric Wolf, Marshall Sahlins…). En este sentido, ¿qué es lo que define el modo de producción campesino y cómo éste lleva a un entendimiento distinto de la sustentabilidad?

En efecto, a inicios de la década de los años 1970 me interesó mucho el tema de lo que entonces llamábamos ecología humana, pero que en realidad era etnoecología, y era también ecología política. No hay que olvidar que yo soy de la generación del Sesenta y ocho, y esto es algo muy importante. El movimiento del Sesenta y ocho en México fue encabezado por estudiantes de ciencias (físicos, matemáticos, biólogos), no por políticos. Yo, como estudiante de biología, había participado en política. En ese entonces, estaba haciendo mi tesis, pero todos mis compañeros eran los principales dirigentes del movimiento. Entonces, una vez que había descubierto el mundo campesino como tesista de biología, pero que había generado un interés por lo social, rural, cultural, me interesó mucho conectar con el tema del marxismo.

En 1973, en una estancia en la Universidad de Harvard descubrí un libro que marcó mi visión teórica: El concepto de naturaleza en Marx, de Alfred Schmidt. Este libro lo encontré en una edición inglesa en una librería de Cambridge, Massachusetts en Estados Unidos. Se trataba de una traducción al inglés de su tesis de doctorado, que originalmente estaba escrita en alemán. Tres años después, aparecería el libro en español. El texto de Schmidt me entusiasmó tanto que me hizo entrar en los temas del marxismo. Y justamente en 1976 me fui a hacer un sabático a París para estudiar con Maurice Godelier, Ignacy Sachs y otros estudiosos franceses de esta línea. Me puse a leer muchísimo sobre el tema. Aunque tomé cursos, podría decir que, a diferencia de la formación biológica, mi formación social fue más espontánea, es decir autodidacta. Estando también en París, yo soñaba con hacer una revista que conectara el marxismo con la ecología. Conocí a algunos colegas jóvenes allá, y fue un adelanto de lo que después vendría. Y, en efecto, leí a todos los antropólogos económicos, me involucré aún más con el tema del campesinado en los textos de Ángel Palerm, Eric Wolf, Marshall Sahlins, Clifford Geertz, Rodolfo Stavenhagen y otros.

Posteriormente, hacia 1980 publiqué un artículo titulado “El modo de producción campesino”, en una revista efímera llamada Antropología y Marxismo, hecha por jóvenes antropólogos de México. Ahora, con el paso del tiempo me doy cuenta de que el título de este artículo es un oxímoron, pues, en el encuentro entre ecología y marxismo, lo que hemos descubierto es que, más que hablar de “modo de producción”, el concepto clave es “metabolismo” o “metabolismo social”. Aunque Marx se basa en el concepto de metabolismo y aborda las relaciones entre sociedad y naturaleza, esto se fue soslayando con las visiones economicistas de tal propuesta. Así, el concepto de “modo de producción” se convirtió en una idea mucho más fuerte y difundida, y en donde la lectura sobre las relaciones entre producción y naturaleza quedó muy limitada. Ahora volvemos a hablar, en nuestro libro con Manuel González de Molina The Social Metabolism, de una fase metabólica en la historia humana, que sería el metabolismo agrario, rural, campesino u orgánico. De cualquier forma, el concepto de “modo de producción” me ayudó en ese entones a delinear y decantar una forma de producir. Otro dato importante es que en 1981 publiqué un artículo llamado “Intercambio ecológico, intercambio económico”, en un libro editado por Enrique Leff (Biosociología y articulación de las ciencias), que es un ensayo que se adelanta a lo que después se entendería como economía ecológica. Entonces, en efecto, mi interés por conectar lo natural con lo social surge del análisis de lo campesino: ese es el objeto central y concreto del enfoque, y lleva como ejes a la teoría ecológica y al marxismo de Marx, no otro.

A lo largo de tu trayectoria has publicado diversos textos que transitan desde la defensa de una modernidad alternativa hasta una crítica rotunda de la modernidad dominante y su contradicción entre naturaleza y sociedad (tanto en el capitalismo como en el socialismo real). ¿En qué se parece y se diferencia tu posición de la de los postdesarrollistas como Arturo Escobar y Gustavo Esteva?

La idea de “modernidad alternativa” surge muy en relación con la lectura de Ulrich Beck, autor de La sociedad del riesgo. Al final, yo creo que no hay diferencias mayores con las tesis de Escobar y Esteva. En todo caso, son diferencias de matiz. Lo más importante es que la modernidad alternativa surge como una opción a la crisis de civilización. Esto lo empecé a definir hace muchos años con un artículo publicado en 1992 llamado “Modernidad y ecología”, que salió en México, en España en la revista Ecología Política[3], y posteriormente fue publicado en varios idiomas. A partir de este texto comencé a plantear la idea de que vivimos una crisis de civilización. En esa época casi no se hablaba de esto. Posteriormente comencé a leer los libros de Enrique Dussel, que habla de la “transmodernidad” como opción civilizatoria. Más adelante vendrían otros autores como Boaventura de Sousa Santos, y otros muchos que también reconocen la existencia de una crisis de la civilización moderna.

Las ideas con relación a esta tesis, que me parece central para el pensamiento alternativo, se han ido afinando, y, conforme la realidad ha confirmado su existencia, se ha ido creando una convergencia entre los diversos pensadores críticos. Creo que estamos caminando cada vez más cercanos. Con Gustavo Esteva, con quien estuve en un evento hace dos años en la Universidad Iberoamericana en Ciudad de México y muy recientemente en el Primer Congreso Internacional de la Comunalidad en Puebla, hemos sentido esta confluencia, aunque antes sí que diferíamos en muchas cosas. Lo mismo me sucedió con Arturo Escobar, a quien acabo de conocer y escuchar en un congreso latinoamericano en Colombia. Sin lugar a dudas, creo que estamos caminando hacia un punto convergente.

¿Cuál sería el rol de las culturas rurales en la construcción de una modernidad alternativa? ¿Consideras ahora que habría que ir más allá de una modernidad alternativa? ¿Te inscribes en la escuela de la descolonialidad de Aníbal Quijano, Walter Mignolo?

En el proceso de ir descubriendo nuevas dimensiones de la visión crítica del mundo, claro que comparto la idea de la descolonialidad, pero voy más allá de eso. Cada vez estoy más convencido de que un principio fundamental de la modernidad alternativa no se va a construir con ideas, valores y visiones del Norte. Al contrario, creo que no solo las opciones vienen del Sur, sino que las raíces alternativas están en las mismas culturas rurales tradicionales. En otras palabras, la crisis civilizatoria de la modernidad tiene como sus principales focos de inspiración y enclaves de regeneración civilizatoria a esas culturas tradicionales.

Este planteamiento está claramente expresado en nuestro libro La memoria biocultural, escrito con Narciso Barrera-Bassols, en el cual argumentamos que la crisis del mundo moderno no es un problema económico o tecnológico, sino de concepción del mundo. Y, en este sentido, las culturas tradicionales, que son en realidad culturas premodernas (digamos islas de premodernidad en el mundo de hoy que, aunque conectadas con lo moderno, lo resisten y lo remontan), contienen muchas de las claves para remontar la crisis del mundo moderno. En el contexto rural, que en América Latina se caracteriza por las comunidades indígenas, implica hablar de comunidades de un largo aliento que llevan no sólo cientos sino miles de años reproduciéndose a través de su cultura y sus particulares relaciones con el entorno natural.

La construcción de una modernidad alternativa va mucho más allá de un debate sobre la descolonización, puesto que plantea la posibilidad de proponer un mundo alternativo frente al mundo posmoderno. Esto tiene que ver con principios y los valores que conforman cosmovisiones (lo que Arturo Escobar llama la “ontología”), que lentamente van develando claves para la reconstrucción; al menos desde el punto de vista teórico.

Por ejemplo, todo el tema del Buen Vivir, que ha adquirido mucha notoriedad durante los últimos años, representa un reposicionamiento de la cosmovisión y la filosofía indígena andina. En el caso de países como Bolivia y Ecuador, esta idea incluso tomó la forma de leyes constitucionales. Para muchos, el Buen Vivir sustituye el concepto del “desarrollo”, y es una prueba de que la discusión teórica se está dirigiendo hacia el rescate de los valores tradicionales. En México, se acaba de realizar también un Congreso sobre Comunalidad. Este concepto, que ha sido postulado por varios intelectuales indígenas de Oaxaca desde hace al menos dos décadas, representa una suerte de complemento a la idea del Buen Vivir de la zona andina, o bien una aproximación diferente al mismo tema desde lo mesoamericano. Estamos avanzando hacia allá.

Entonces, ¿cómo entenderíamos las alternativas de otros grupos sociales, tanto rurales como urbanos, tanto en contextos del Norte como del Sur? Particularmente ¿encuentras convergencias entre los principios campesino-indígenas y aquellos que se enmarcan en las ideas del decrecimiento?

Todas las culturas y conceptos nuevos que he mencionado tienen su raíz histórica y emergente en el Sur. Estas ideas se diferencian del decrecimiento, que es básicamente una idea de origen europeo y de los países industriales. Va incluso también más allá del socialismo ecológico que se ha postulado en Francia por algunos autores. Pero, si bien es cierto que la salida a la crisis del mundo moderno tiene que ver con el rescate de los valores y las cosmovisiones de las culturas tradicionales (indígenas, rurales), esto no quiere decir que estemos postulando un retorno al pasado en un sentido romántico e idealista, sino más bien conjugar lo que se llama “el diálogo de saberes”. Hay que buscar puentes entre las partes constructivas del mundo moderno (que son muchísimas) con los valores, principios y prácticas que provienen del mundo premoderno. La clave está en mirar el futuro ya no como un proceso donde lo innovador se erige destruyendo lo existente, sino partiendo de ello. El pecado capital de la modernidad industrial, tecnocrática, capitalista, consumista, etc. es que se ha querido erigir a partir de las cenizas de la tradición. Es decir, se trata de una imposición en la que se acepta un solo modelo, y por lo contrario lo que se necesita es “un mundo donde quepan muchos mundos”.

¿Cómo consideras que ha ido evolucionando la relación entre el movimiento campesino y el movimiento ecologista en general en América Latina? ¿En qué sentido la ecología política se convierte en un campo de pensamiento que sustenta o podría sustentar tales vínculos?

Este tema lo acabamos de discutir ampliamente en un Congreso que se desarrolló en el año 2014 en Buenos Aires, Argentina. Próximamente se publicará un libro con las principales presentaciones. Este Congreso fue un espacio en el que nos reunimos una docena de los principales autores que hemos estado involucrados en estos temas durante los últimos veinte o treinta años. Mi posición es que en América Latina la preocupación ambiental y el movimiento ambientalista se ha ido moviendo lentamente de expresiones únicamente urbanas y de clase media (que son totalmente válidas), hacia la emergencia, la expansión y una proliferación impresionante de los movimientos rurales. Esos movimientos que Joan Martínez Alier ha llamado “ecologismo de los pobres”.

Actualmente, toda la región latinoamericana está inundada de procesos de resistencia socioambiental frente a proyectos depredadores. Estamos frente a un movimiento enorme que se expresa en distintas escalas y regiones geográficas. Se trata de un proceso masivo que tiene que ver con resistencias y también con la aparición de proyectos alternativos muy concretos y exitosos: a nivel regional, a escala municipal o a escala de las comunidades. En este contexto, los actores y los movimientos ambientalistas urbanos están combinándose e integrándose a estos nuevos movimientos. Asimismo, el papel de los practicantes de las nuevas disciplinas (agroecología, historia ambiental, economía ecológica y ecología política) y la aparición de sociedades científicas a nivel regional han sido muy importantes. En algunos casos, como el de Brasil, se observa que incluso los ministerios del sector público han coadyuvado a generar una revolución agroecológica (y en el fondo ecopolítica) en América Latina.

Sin lugar a dudas, algunos gobiernos han contribuido en este sentido. Pero ¿qué podríamos decir sobre las muchas contradicciones que se expresan dentro de los gobiernos progresistas latinoamericanos?

Desgraciadamente, los gobiernos progresistas están ideológicamente atrasados con respecto a las ideas de la ecología política. En el caso de Venezuela, por ejemplo, en donde el petróleo sigue siendo un elemento vital, los gobiernos no han alcanzado a visualizar la importancia de estos procesos. En otros casos podemos ver cómo los gobiernos manejan una doble política, como lo es el caso de Brasil. En ese país, el Ministerio de Agricultura está siendo dirigido por los empresarios agrícolas de los enormes latifundios que desde el Gobierno de Lula han favorecido el modelo agroindustrial de producción de alimentos y la entrada de transgénicos. Sin embargo, por otro lado, el Ministerio de Desarrollo Rural se ha convertido en un espacio en el que tienen cabida todas las propuestas agroecológicas. Casos como este demuestran un avance, pero también reflejan una suerte de esquizofrenia, porque no hay una claridad teórica respecto a lo que debe ser un gobierno enfocado hacia las tendencias de la ecología política, la agroecología y la economía ecológica. Quizá un poco la excepción sería Bolivia, pues, si bien tiene sus contradicciones, uno de sus postulados centrales del gobierno de Evo Morales ha sido la agricultura ecológica.

A lo largo de tu trabajo has enfatizado el papel de la autogestión y la autosuficiencia como elementos clave de las luchas políticas indígenas y campesinas. ¿Podrías hablarnos del caso de los pueblos indígenas de Chiapas? ¿Cómo se relaciona el neozapatismo con las muchísimas experiencias autogestionarias que existen hoy en día en diversas latitudes?

El caso de Chiapas es muy interesante porque alberga el principal proceso de rebelión indígena en toda la región latinoamericana, ocurrido hace ya varias décadas. Pero que paradójicamente con el neozapatismo conviven numerosas experiencias alternativas, especialmente de comunidades y cooperativas de inspiración ecológica. Actualmente, en Chiapas hay unas ciento veinte experiencias de organizaciones productivas rurales, sobre todo cooperativas de café orgánico, todas indígenas y muy exitosas.

En este contexto, han ocurrido dos procesos independientes. Por un lado, los zapatistas no han querido abrir sus fronteras para compartir su experiencia con aquello que yo llamo “el otro zapatismo”. Este “otro zapatismo” está más impregnado de los fundamentos ecológicos y de los principios de la ecología política. Afortunadamente, durante los últimos años han surgido procesos similares (cooperativas de café, ecoturismo, etc.) dentro de los territorios zapatistas, que representan por lo menos la mitad del territorio del estado de Chiapas. Creo que al final de cuentas el zapatismo es todavía una expresión de una visión basada en el guevarismo y el foquismo, es decir, favoreciendo la alternativa armada. Esto me parece un acto de debilidad, porque las experiencias exitosas en México, incluyendo las de Chiapas, son las que han sido capaces de negociar y de recibir apoyo por parte de los gobiernos, en todas las escalas, o de empresas, fundaciones, iglesias y organismos internacionales, sin que esto implique una pérdida de su capacidad autogestionaria y autonómica.

El “otro zapatismo” engloba iniciativas de autogestión y autonomía no armada, que rescatan las cosmovisiones indígenas sobre la naturaleza. Estas iniciativas toman cuerpo en el mundo actual, se insertan en los mercados al tiempo que no pierden su capacidad de autogestión, haciendo avances muy notables. Por ejemplo, en el estado de Puebla (México) destaca la cooperativa de café orgánico Tosepan Titataniske (que significa “Unidos Venceremos” en náhuatl). Esta cooperativa indígena ha involucrado a más de sesenta municipios que producen café orgánico, pimienta, miel, bambú, cosméticos, etc. La Tosepan ha permitido que las mujeres se organicen en otras cooperativas; se han desarrollado proyectos ecoturísticos, culturales y educativos. Las comunidades tienen ya alrededor de diez mil casas construidas bajo los cánones del hogar ecológico, y también poseen un banco del pueblo (“tosepantomi”), con más treinta mil socios. Es decir, prácticamente el Estado no existe ahí, pues ha sido sustituido por la sociedad organizada, y para ello no han tenido que tomar las armas, sino recuperar la idea de cooperación y de colectividad. Es simplemente la organización campesina a través de las cooperativas lo que ha creado una región única, un territorio liberado, que nos da muchísima esperanza para que se reproduzca en otras latitudes. Aún más, me parece que, ante el desgaste de la democracia representativa y partidaria, es esa la vía que va a seguirse para la transformación social e incluso civilizatoria.

Tu más reciente libro Ecocidio en México. La batalla final es por la vida (2015), propone un recorrido sobre diversos proyectos que actualmente existen en México y que representan rutas alternativas para la reproducción socioecológica. ¿Cuáles serían los elementos que comparten estos proyectos y que ayudan a enriquecer la reflexión sobre las alternativas?

En este último libro, dedico todo un capítulo al tema del “poder social”. Como en otros escritos muy recientes, lo hago sinónimo de “sustentabilidad”, pues desgraciadamente este último concepto ha sido pervertido y mal usado en los discursos oficiales de organismos internacionales, ONGs, gobiernos y sobre todo corporaciones que han integrado la idea de la ecología y la sustentabilidad en sus objetivos, de manera muy superficial y tramposa, es decir cosmética. Por lo tanto, yo he buscado rescatar el concepto de sustentabilidad desde la idea del poder social y ciudadano. Esto quiere decir recuperar las experiencias basadas en los cuatro “autos”: autogestión, autogobierno, autosuficiencia y autodefensa. En México tenemos cientos de ejemplos de experiencias que están siguiendo esta línea.

En este libro, también hablo del “reloj de la sustentabilidad” como un eje de doce principios que tienen que ver con muchas cosas: economía solidaria, prácticas ecológicamente correctas, democracia participativa, el papel de las asambleas, una educación que rescate los valores y las culturas originarias, entrada a comercios alternativos (ecológicos, justos, orgánicos), etc. Incluye, también, aspectos financieros como la creación de bancos populares y cooperativas de ahorro, en donde normalmente las inversiones tienen un mayor interés y los préstamos están a un menor precio que en los gigantescos bancos comerciales, que son los grandes usureros de la modernidad. Finalmente, estos ejes también incluyen aspectos de comunicación: fundamentalmente a través de periódicos, sitios web y radios comunitarias, pero también a partir del uso de otras tecnologías que se vuelven cada vez más baratas y que permiten generar proyectos alternativos en pequeñas y remotas regiones. Por ejemplo, en el caso de Cherán (Michoacán, México) ya abrieron un canal de televisión y utilizan la robótica para sus invernaderos y la regeneración de los bosques. Hay también pequeñas tecnologías a nivel del hogar para captar agua de lluvia o humedad del ambiente, o energía solar y eólica que se convierten en energía eléctrica, o formas para producir alimentos sanos en la casa, el edificio, el baldío o los parques urbanos.

El conjunto de estas experiencias nos enseña la emergencia de una revolución silenciosa, o como diría Edgar Morin, de una “metamorfosis” que nos pone frente a novedosos procesos ecopolíticos. Estos procesos avanzan inexorable y exitosamente en un contexto en el que las reformas neoliberales se imponen en el país de manera cada vez más forzada, casi dictatorial. Estamos, pues, ante un cambio de paradigma muy importante: ante la emergencia de procesos subterráneos, rizomáticos y silenciosos que siguen avanzando y que, como han dicho varios autores (entre ellos André Gorz o Boaventura de Sousa Santos), están generando espacios no capitalistas, enclaves “no modernos”, “posmodernos” o “transmodernos”, el término es lo de menos. En este contexto, en el que la ecología política constituye una nueva filosofía que respalda tales procesos, las concepciones clásicas de izquierda quedan limitadas o anacrónicas. Es entonces la suma de esos territorios alternativos o liberados, bajo control social, lo que va construyendo una vía real para enfrentar a los poderes fácticos y hegemónicos, tanto políticos (partidos y gobiernos) como económicos (empresas, corporaciones, mercados, monopolios). Estamos entonces ante el advenimiento de nuevos procesos políticos que nacen desde abajo (o desde las periferias) fundados en la organización del poder social o ciudadano, es decir en la cooperación y la comunalidad, y en los servicios de la naturaleza, una fórmula que es tan antigua como nuestra especie misma. Quizás solo estamos descubriendo lo que se nos ha olvidado. Quizás lo único que estamos haciendo es recordar, recuperar la memoria de la especie, en un mundo de olvidadizos o de amnésicos. Como vemos, la ecología política llegó para quedarse…

Referencias

TOLEDO, V. M. (1971). La ecología del ejido. Investigación colectiva.

TOLEDO, V. M. (1981). “Naturaleza, producción, cultura”. Universidad Veracruzana. Revista Etnoecológica: http://www.etnoecologica.com.mx/.

TOLEDO, V. M. (1992). “Modernidad y ecología”, Ecología Política, 3: 9-22.

TOLEDO, V. M. (2015). Ecocidio en México. La batalla final es por la vida. Grijalbo.

Otras obras destacadas

BOADA, M.; TOLEDO, V. M. (2003). El Planeta es nuestro cuerpo. La ecología, el ambientalismo y la crisis de la modernidad. Fondo de Cultura Económica.

TOLEDO, V. M.; CARABIAS, J.; MAPES, C.; TOLEDO, C. (1985). Ecología y autosuficiencia alimentaria. Siglo XXI Editores.

TOLEDO, V. M.; CARABIAS, J.; TOLEDO, C.; GONZÁLEZ PACHECO, C. (1989). La producción rural en México: Alternativas ecológicas. Editorial Fundación Universo Veintiuno.

TOLEDO, V. M. (1995). México: diversidad de culturas. CEMEX / Agrupación Sierra Madre.

TOLEDO, V. M. (2000). La paz en Chiapas: Ecología, luchas indígenas y modernidad alternativa. Ediciones Quinto Sol.

TOLEDO, V. M.; ALARCÓN-CHAIRES, P.; BARÓN, L. (2002). La modernización rural de México: Un análisis socioecológico. Instituto Nacional de Ecología, Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Universidad Nacional Autónoma de México.

TOLEDO, V. M. (2003). Ecología, espiritualidad y conocimiento: De la sociedad del riesgo a la sociedad sustentable. Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y Universidad Iberoamericana.

[1]. Víctor M. Toledo (1981). Naturaleza, producción, cultura. Universidad Veracruzana.

[2]. http://www.etnoecologica.com.mx/.

[3]. Víctor M. Toledo (1992). “Modernidad y ecología”, Ecología Política, 3: 9-22.

Fuente de la entrevista: http://www.ecologiapolitica.info/?p=3626

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Día del Niño, un festejo enmarcado en la pobreza

Celia Rosado Romero

Abr 29, 2016

Festejar mañana a la infancia, oficializado su día, en 1954 por la Asamblea General de las Naciones Unidad, ante la petición de la Unión Internacional de Protección de la Infancia dos años antes, no cubrirá a todos los niños que habitan en el país.

Con motivo de hacer efectivo los derechos de la infancia, 40 países decidieron unirse a la idea. México lo instituyo para el día 30 abril. Por tanto, escuelas y padres de familia se han unido para llenarlos de alegría con eventos, pero, desgraciadamente no todos los niños tiene esa oportunidad.

Hay que recordar que al inicio del año dos mil en la Cumbre Milenio, se elaboraron los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio, seis de ellos dirigidos específicamente a la población infantil; siendo uno de ellos, la promesa de reducir a la mitad la pobreza extrema, y que a todos los infantes se les proporcionara la enseñanza primaria universal, teniendo como fecha de cumplirse el año pasado (2015)

En el año 2012 se observó el impacto que tendría tales objetivos en la reducción de la mortalidad infantil y maternal, en la mejora de la salud, cuidado al medio ambiente y sobre todo en el incremento de mayores ingresos a las familias, para que en su conjunto, repercutieran en la calidad de vida de la población infantil.

Sin embargo, las estadísticas de la página de la web Save The Children: “calcula que 85 millones de niños y niñas en todo el mundo se exponen a alguna de las peores formas de trabajo infantil. Trabajos que son mental, física y moralmente peligrosos para su bienestar y que les impiden, además, disfrutar de su derecho a ir a la escuela. En Save the Children, puntualizan, trabajamos llevando a cabo programas para erradicar todas las formas de trabajo peligroso y de esclavitud infantil.”

Pero no paran ahí, es decir desde un concepto global, sino se refieren específicamente a nuestro país afirmando:

“Desde hace algunos años en México se ha visto un incremento preocupante de la violencia y el maltrato que ha dañado tanto física y psicológicamente a la sociedad. Ello habla de una grave invisibilización de niñas y niños que a diario desarrollan sus vidas en un entorno de maltrato, ya sea en su ambiente familiar, escolar, o comunitario, normalizando el castigo, abuso, la explotación, las agresiones, los enfrentamientos armados, y el contacto con el crimen organizado, entre otros”.

Otro dato publicado en el periódico La Jornada en su edición del 18 de marzo, muestra el escenario de ese sector de la población mexicana, al redactar que la desnutrición en México afecta a un millón y medio de menores de cinco años, por lo que es considerada un problema de sanidad pública y es mayor que en países con ingresos similares, como Chile y Brasil, cuando se entrevistó a Juan Rivera Dommarco, director del Instituto Nacional de Salud Púbica en el acto de información global recopilado en el 2014

Reafirmando sus palabras, confirmó, que la mala nutrición es uno de los problemas que enfrenta el país, dando como resultado que el 13. 6 por ciento de menores de cinco años tienen un retraso de crecimiento y existe un 22 por ciento de niños con anemia.

Tal lacerante fenómeno, requiere toma de conciencia sobre las estrategias alimentarias, abanderadas por los programas sociales enmarcados en las políticas, tanto federales como estatales, para hacer de éste Día del Niño una respuesta a esos objetivos que se plantearon hace más medio siglo y que no se han cumplido.

Es urgente una coordinación a nivel nacional para poner fin a la desgracia que padecen miles y miles de infantes en las zonas marginas o rurales, que hoy seguramente no tendrán festejo.

Para ellos, no habrá juguetes o dulces, ni siquiera una comida que satisfaga sus primarias necesidades de alimentación, como un derecho humano.

La contradicción de un modelo económico diseñado por los funcionarios mexicanos para ingresar a los países en desarrollo, no está reflejada en la población más vulnerable: la infantil.

La concentración de riqueza con esquemas económicos depredadores de pobreza, dirían los economistas, empujaran cada día a esa población a convertirse en actores de una sociedad descontenta y deseosa de castigar a los que les negaron el derecho a ser ciudadanos sanos y educados.

Urge poner el ojo en ese huracán que se pronostica.

Fuente: http://www.cambiodigital.com.mx/mosco.php?columna=10127

Fuente de la imagen: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/8/82/Jakarta_slumlife31.JPG

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Rusia:Desarrollo económico, educación y confianza la tríada para el éxito

Europa/Rusia/Abril 2016/Fuente: Russia Beyond The Headlines /Autor: Shlomo Weber
Para poder reformar la educación es necesario contar con los mejores profesionales. En la actualidad hay numerosos científicos rusos por todo el mundo y la educación en Rusia adolece de ciertos problemas crónicos. El país tiene que esforzarse para contar con los mejores profesionales.

El capital humano es una condición necesaria para el desarrollo económico. Pero no es el único requisito. Hay un gran problema cuando se rompe la confianza entre el Estado y los ciudadanos. En esta situación es imposible llevar a cabo cualquier reforma económica. Para preservar estos lazos de confianza, el Estado debe cumplir con sus obligaciones, incluidas las educativas. La gente joven deber confiar en que sus acciones serán útiles para el futuro.

En cualquier país la educación debería producir tanto ventajas personales como a nivel laboral. No es un secreto decir que en los años 60 la URSS iba por delante de Occidente y que contaba con un inmenso capital humano, pero esto no provocó un gran éxito económico. La URSS fracasó a la hora de colocar el capital humano en una situación que fuese más pragmática.

En la actualidad Rusia va a la zaga de los países occidentales en lo que respecta al desarrollo de la educación, lo que influye en la fuga de cerebros que ha tenido lugar recientemente. Por ejemplo, uno de los fundadores de Google, Sergey Brin, nació en Rusia y estudió con sus padres en el departamento de Mecánica y Matemáticas de la Universidad Estatal de Moscú, pero posteriormente emigró a los EE UU, y de alguna manera por esto apareció Google allí. Si un país cuenta con talentos, tiene que utilizarlos.

La educación en Rusia adolece de los males del pasado, lo que incluye una excesiva especialización y la ausencia de un acercamiento amplio. La mayoría de las universidades rusas siguen enseñando economía marxista y, como resultado, los estudiantes tienen dificultades para comprender qué es lo que ocurre en mundo actual.

La principal traba es que el país carece de profesores con experiencia en el extranjero. No es un problema específico de Rusia; en otros países postcomunistas, como Polonia, la República Checa o Eslovaquia tienen el mismo problema.

El vínculo mental que se establece entre el sistema educativo y el bloque socialista se ha mantenido porque los profesores han sido los mismos. Por nuestra parte, con la expansión de la Escuela de Economía de Rusia, tratamos de hacer algo al respecto .

La situación podría cambiar si los investigadores que emigraron regresaran al país, como yo hice en su momento. Sin embargo, es necesario que se hagan esfuerzos y haya un cierto grado de motivación, porque la vida en los países occidentales suele ser más cómoda que en Rusia.

En su momento, el sistema de súperbecas- un programa especial que lanzó el gobierno para que volvieran científicos- ayudó a revertir la situación. Muchos científicos que habían nacido en la URSS volvieron a trabajar en su país. Se trata de un proceso largo, pero el trabajo para que vuelvan los científicos debe continuar. El éxito no es inmediato, pero este proceso no se puede detener.

 

Fuente de la noticia:http://es.rbth.com/opinion/2016/04/18/desarrollo-economico-educacion-y-confianza-la-triada-para-el-exito_585845

Fuente de la imagen:https://cdn.rbth.com/468×312/1×1/999×666/all/2016/04/08/how_education_influences_economic_development_1000.jpg

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En Venezuela: Académicos, intelectuales, movimientos sociales exhortan al Gobierno Nacional a «Detener el Ecocidio Minero»

VASTA REGIÓN DEL ARCO MINERO DEL ORINOCO

En un documento que acompañan con su firma, donde exhortan al Gobierno Nacional, titulado, Detener el ecocidio minero en la cuenca del Orinoco es urgente, académicos, intelectuales, ambientalistas, indigenistas, periodistas, defensores de derechos humanos, movimientos sociales…, manifiestan su preocupación sobre las dramáticas e irreversibles consecuencias ambientales que produciría el Arco Minero del Orinoco.

En el documento señalan: La minería a cielo abierto y el uso de cianuro que ella supone han sido prohibidas en varios países y regiones del mundo, dado que es una de las actividades industriales más agresivas y letales, en términos ambientales, sociales y culturales.

Más adelante agregan: El Arco Minero, cuyos impactos se sumarían a los del  proyecto de la Faja Petrolífera del Orinoco, se desarrollaría en el medio de la cuenca hidrográfica más importante del país, amenazando con secar en una gran proporción y contaminar aún más fuentes de agua vitales para el sostenimiento del  ecosistema  y la vida humana.

Concluyen diciendo: ¡NO AL ARCO MINERO! ¡SI A LA VIDA, NO A LA MINERÍA! ¡EL AGUA VALE MÁS QUE EL ORO!

Proponen además a sumarse a este reclamo señalando: Si Ud. quiere suscribir esta declaración, envíe su nombre (y si desea, alguna adscripción social o institucional) al correo electrónico:aguasiorono@gmail.com

A Continuación el documento completo y la lista de las primeras firmas nacionales :

Detener el ecocidio minero en la cuenca del Orinoco es urgente

Un exhorto al Gobierno Nacional

Un llamado a las defensoras y defensores de la vida, a las organizaciones y movimientos sociales, al pueblo venezolano.

Desde mediados de febrero de este año, en el marco de la llamada Agenda Económica Bolivariana y la activación de los “Motores Productivos”, el gobierno nacional ha decidido poner definitivamente en marcha la megaminería en Venezuela, a una escala nunca antes vista.

Uno de los proyectos bandera de esta nueva expansión del extractivismo es el Arco Minero del Orinoco, anunciándose con orgullo un proyecto que implica la apertura a unas 150 compañías internacionales, de un vasto territorio de más de 111.000 kms2, el doble de la superficie correspondiente a la Faja Petrolífera del Orinoco y con una extensión equivalente a todo el territorio de Cuba o de Bulgaria.

Bajo acuerdos muy flexibles y favorables para las compañías transnacionales, y basado en la liberalización y desregulación de zonas completas contempladas como “Zonas Estratégicas de Desarrollo Nacional”, se está impulsando la megaminería a cielo abierto de oro, diamantes, coltán, entre otros, en una zona caracterizada por  un delicado equilibrio  ecológico, de gran importancia  para el desempeño  integral de la vida en el país.

La minería a cielo abierto y el uso de cianuro que ella supone han sido prohibidas en varios países y regiones del mundo, dado que es una de las actividades industriales más agresivas y letales, en términos ambientales, sociales y culturales. Eso lo ha reconocido el propio Ministerio del Ambiente venezolano cuando se le revocó la concesión a la minera canadiense Gold Reserve Inc. en el año 2009. EN LOS ANTECEDENTES DE ESTE TIPO DE EXPLOTACIONES NO FIGURAN CASOS EN LOS QUE NO SE HAYAN CAUSADO SEVEROS DAÑOS SOCIOAMBIENTALES IRREVERSIBLES. NO EXISTE LA MEGAMINERÍA “AMIGABLE CON EL AMBIENTE”.

La enorme remoción de la capa superficial de tierra que provoca esta minería, amenaza con una severa depredación de importantes y delicadas áreas naturales, como por ejemplo las Reservas Forestales del Imataca o del Caura. Las cantidades de agua dulce usadas para obtener solo un gramo de oro superan con creces a otras actividades industriales y agroindustriales. Son conocidos los crecientes problemas de contaminación y acceso al agua de la región norte de Venezuela, que junto a la creciente situación de inestabilidad climática y vulnerabilidad energética, como la que atraviesa la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar en estos  momentos, se verían agravados por el incremento de la minería.

El Arco Minero, cuyos impactos se sumarían a los del  proyecto de la Faja Petrolífera del Orinoco, se desarrollaría en el medio de la cuenca hidrográfica más importante del país, amenazando con secar en una gran proporción y contaminar aún más fuentes de agua vitales para el sostenimiento del  ecosistema  y la vida humana.

De llevarse a cabo lo acordado por el gobierno para el Arco Minero, varios pueblos indígenas se verían seriamente vulnerados. En la actualidad, los ye´kuana y sanemá en la cuenca del río Caura, o los warao en el Delta del Orinoco, por mencionar sólo algunos, padecen los efectos de la contaminación con mercurio, enfermedades y agresiones por parte de diversos actores, producto de la minería ilegal. También se ven afectados los e’ñepa, kari’ña, pemón, mapoyo, wotjüja, y yabarana entre otros. Una escala mayor de actividad minera podría generar la destrucción de sus bases materiales de vida, su desarraigo, la violación de sus derechos humanos y, en última instancia, su desaparición.  Por ello consideramos la necesidad de difundir  un alerta al respecto.

La vida en Venezuela, incluso en las ciudades, es posible gracias a sus fuentes de agua, a sus ciclos hídricos, a su biodiversidad y a su complejo y delicado entramado ecológico. La enorme devastación ambiental que conlleva el proyecto del Arco Minero del Orinoco tendría un impacto tremendo sobre ella.

La imposición de este enorme sacrificio sobre la vida social y natural se plantea en nombre de la “estabilización económica”, el “desarrollo” y la “diversificación” de la economía. Sin embargo, este proyecto refuerza el carácter rentista y extractivista de la economía venezolana, incrementando sus niveles de dependencia y vulnerabilidad, nuestra sumisión al capital foráneo, y alejándonos de la construcción de un modelo de economía sostenible, inclusivo y centrado en la vida.

Esta declaración es un llamado de atención y una convocatoria ante el peligro que se cierne sobre nuestro país derivado de los planes  de expansión minera. Estamos ante una oleada sin precedentes de mercantilización de la naturaleza. NOS MANIFESTAMOS EN CONTRA DE ESTE PROYECTO ECOCIDA Y ETNOCIDA.

Adherimos a lo ya expresado por algunas personalidades y organizaciones populares en el sentido de realizar todas las acciones conducentes a la INTRODUCCIÓN DE UN RECURSO DE AMPARO PARA DETENER ESTE PROCESO DE ACTIVACIÓN DEL ARCO MINERO DEL ORINOCO. Exhortamos a la demarcación de tierras de todos los pueblos indígenas del país, como lo consagra la constitución, y clamamos por el respeto de las figuras existentes de protección de áreas naturales en las cuales se ESTABLECE UNA PROHIBICIÓN PERMANENTE DE LA MINERIA.

Exigimos a las autoridades que se saquen a la luz pública los contenidos de los convenios mineros firmados o por firmar.

Apoyamos y exhortamos a la difusión y despliegue de una campaña de información a toda la población venezolana para que esta conozca las particularidades, riesgos y consecuencias de la megaminería.

Invitamos a la organización y movilización de la ciudadanía en torno a las exigencias y compromisos de participación democrática y protagonismo que deben acompañar la construcción de consensos sociales sobre las conveniencias y/o inconveniencias de la opción minera.

Apoyamos la promoción de un Foro Nacional sobre minería y nos manifestamos  a favor de la multiplicación y difusión de amplios debates sobre el modelo de sociedad que queremos, así como la sistematización de propuestas y alternativas que existen, y que están vinculadas a políticas públicas de estímulo a la agricultura en diversas escalas, usos diferentes de las reservas naturales, como el turismo sustentable, proyectos de energías sostenibles, o una nueva arquitectura de distribución de las rentas que reconozca la diversidad cultural  y que tenga un sentido de justicia social y ambiental, entre varias propuestas más.

La defensa de la vida y el ambiente son una obligación de Estado, y es un derecho y un deber de todas y todos los venezolanos, consagrado en la Constitución de la República (arts. 127, 128 y 129).

Decimos ¡NO AL ARCO MINERO!

¡SI A LA VIDA, NO A LA MINERÍA!

¡EL AGUA VALE MÁS QUE EL ORO!

Si ud. quiere suscribir esta declaración, envíe su nombre (y si desea, alguna adscripción social o institucional) al correo electrónico: aguasiorono@gmail.com

Primeras firmas Nacionales

  1. Dr. Esteban Emilio Mosonyi, Rector de la Universidad Nacional Experimental Indígena del Tauca
  2. Ana Elisa Osorio, Ex Ministra del Ambiente
  3. Edgardo Lander, Universidad Central de Venezuela
  4. Lusbi Portillo, Sociedad Homo et Natura
  5. Francisco Javier Velasco, antropólogo y ecólogo social
  6. Víctor Álvarez, Premio Nacional de Ciencia
  7. Santiago Arconada Rodríguez, Universidad Nacional Experimental Indígena del Tauca
  8. Emiliano Teran Mantovani, Universidad Central de Venezuela, ICTA-UAB
  9. Lenin Cardozo, Fundación Azul Ambientalistas
  10. Ronny Velásquez, antropólogo/ Universidad Central de Venezuela
  11. Atenea Jiménez, Red Nacional de Comuneros y Comuneras
  12. Nelson Muñoz, Frente de Resistencia Ecológica del Zulia (FREZ)
  13. Marea Socialista
  14. Alejandro López González, Centro Socio-Economico del Petroleo y Energías Alternativas, Universidad del Zulia.
  15. Paulino Nuñez, CADTM-AYMA
  16. Humberto Márquez, periodista
  17. Antulio Rosales, University of Waterloo
  18. Carlos Carcione, coordinador del equipo de investigación de Marea Socialista
  19. José Angel Quintero Weir, Wainjirawa
  20. Simón Rendón, Coordinador del Centro Ecológico Social “Bolívar en Martí”
  21. Douglas Bravo
  22. Oly Millán Campos, Plataforma para la Auditoria Pública y Ciudadana
  23. Tariana Salazar, Instituto de Estudios Avanzados / Red Nacional de Comuneros
  24. Asamblea de Militantes
  25. María Suárez Luque, Fundación Temendauí de la Amazonía Venezolana
  26. Aquarela del Sol Padilla, escritora/documentalista
  27. Rafael Uzcátegui, Provea
  28. Nicanor Alejandro Cifuentes Gil, Biólogo Universidad Bolivariana de Venezuela / Frente de Resistencia Ecológica del Estado Zulia
  29. Valentina Álvarez Fabro, artista plástica
  30. Liliana Buitrago Arévalo, Investigadora y activista social
  31. María Centeno, arquitecta/artista visual
  32. Marianela Yánez Ontiveros, periodista
  33. Manuel Izaguirre, arquitecto
  34. Juan Carlos La Rosa, Organización Intercultural Wainjirawa, Fundación Indígena para la Educación Propia
  35. Maritza García Larralde, artesana
  36. Argelia Bravo Melet, artista plástica y documentalista
  37. María Antonieta Izaguirre, psicóloga
  38. Daniel Ramírez, urbanista USB/Asamblea de Ciclismo Urbano de Caracas
  39. Mariana Rodríguez
  40. Leonardo Nazoa, matemático/CENDES-UCV
  41. Pedro Sanz, arquitecto
  42. Alejandro Bruzual, Celarg
  43. Ramón Casanova, Profesor investigador, UCV
  44. Elsa Gabriela Rodríguez, socióloga
  45. Stella Jacobs, cineasta
  46. Carlos Bracho, Universidad Bolivariana de Venezuela
  47. Eduardo Carrera, Grupo ambientalista WAKU
  48. Nelson Oyarzábal, antropólogo
  49. Dayaleth Alfonzo, Université d’Avignon – Universidad Bolivariana de Venezuela
  50. Ana Mercedes Carvallo, esmaltista y orfebre
  51. Beatriz M. Bermúdez Rothe, antropóloga
  52. Elizabeth  Zamora, profesora /Universidad Central de Venezuela
  53. Indira Rodríguez, Asistente de Educación Inicial / Grupo Ambientalista Waku
  54. Thairon Martínez, Productor nacional independiente, Guarataro Films.
  55. Patricia Granados, Ingeniero de Producción
  56. Isabel Alfonzo Ríos, Ingeniero en Energía y Ambiente
  57. Beatriz Pantin
  58. Fresia Ipinza
  59. José Romero Losacco, Universidad Bolivariana de Venezuela
  60. Marx Gómez, Laboratorio de Ecología Política del Centro de Estudios de la Ciencia (IVIC)
  61. Marhylda Victoria Rivero Corona, Laboratorio de Ecología Política del Centro de Estudios de la Ciencia (IVIC)
  62. Manuela Blanco, antropóloga y cineasta
  63. Diana Ovalles, Periodista/Colectivo Panacuate/Las Vainas son Verdes
  64. Cristóbal  Alva, periodista/colectivo Panacuates
  65. Marianela Tovar, historiadora Universidad Central de Venezuela
  66. Delia Polanco, Docente-Investigadora Facultad de Agronomía, UCV
  67. Yolanda Serres Voisin, docente investigadora
  68. Dr. Marcos Rosa-Brussin, Profesor Titular, Jubilado de la UCV, FÍsIco Química, Petróleo y Petroquímica, y Ambiente
  69. Nereida Carrión, Profesor Titular Jubilado de la UCV, Dra. Química analítica, investigadora  en Ambiente
  70. Gabriel Gil, Campaña Venezuela libre de Transgénicos
  71. Gloria Iraima Mogollón Montilla, Docente investigadora Universidad Central de Venezuela, Especialidad Lingüística y Literatura
  72. Cariaco (Colectivo Amplio para la Retoma e Investigación de la Agricultura Campesina y Originaria)
  73. Daniel Gil Rosado, músico
  74. Dra. Tibisay Pérez, Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC)
  75. León Moraria, Escritor/Vanguardia Antiminera
  76. Jorge Ernesto Rodríguez Rojas, Profesor Titular, Facultad de Ciencias y Tecnología, Universidad de Carabobo
  77. Pedro Ortega Osuna, Dr. en Química
  78. Leonor Fernández, PDVSA GAS
  79. Enrique Rey Torres, sociólogo/CELARG
  80. Tania Abreu Petkoff, Colectivo EcologArte
  81. Elías Capriles, Profesor jubilado de filosofía, Universidad de los Andes (ULA)
  82. Francisco Javier Ruíz Marfil, Centro de Estudios de las Transformaciones Sociales, Ciencia y Conocimientos del IVIC
  83. Francia Medina, Antropóloga, Escuela de Antropología, Universidad Central de Venezuela
  84. Livia Vargas-González, profesora universitaria Sociología-UCV.
  85. Rongny Sotillo, comunicador visual
  86. José Luis Revete, educador
  87. Vladimir Aguilar Castro, Universidad de Los Andes, Grupo de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (GTAI)
  88. María Victoria Canino, Socióloga, Laboratorio de Ecología Política del Centro de Estudios de la Ciencia (IVIC)
  89. Nayralda Lobo, Comunicadora Social, Laboratorio de Ecología Política del Centro de Estudios de la Ciencia (IVIC)
  90. Vera Sanoja Zerpa, Socióloga, Laboratorio de Ecología Política del Centro de Estudios de la Ciencia (IVIC)
  91. José Miguel Cruces, Biólogo (UNESR)
  92. María Angela Petrizzo, Colectivo Comunalizar Conocimiento
  93. Marianicer Figueroa, Colectivo Comunalizar Conocimiento
  94. Nury León
  95. Proyecto Génesis 2001
  96. Alejandro Ochoa Arias, ULA
  97. Francisco Tiapa Blanco, ULA
  98. Pedro Rivas, ULA
  99. Lourdes Contreras Dávila, Universidad Politécnica Territorial de Mérida Kleber Ramírez (UPTMKR)
  100. Myriam Anzola
  101. Dania Roa
  102. Colectivo Kinkalla Visual
  103. Darwin Suarez Bustamante, Sociólogo
  104. Maria de los Angeles Querales, Publicista
  105. Ángela Rodríguez Torres, OJOS ILEGALES Audiovisuales
  106. Francisco Elias Prada, OJOS ILEGALES Audiovisuales
  107. Francisco Issa, Colectivo La Mancha
  108. Oscar Sotillo, Colectivo La Mancha
  109. Janette Rodríguez, Colectivo La Mancha
  110. Dayana Lopez Villalobos, Colectivo La Mancha
  111. Gastón Fortis, Colectivo La Mancha
  112. César Santana, Colectivo La Mancha
  113.  Jouseline Rodríguez, Colectivo La Mancha
  114. Leila Medina, Colectivo La Mancha
  115. Roger Altuve, Colectivo La Mancha
  116. Luis Méndez, Colectivo La Mancha
  117. Sandra Velásquez, Colectivo La Mancha
  118. Magda Meneses, Colectivo La Mancha
  119. Luisa Herrera, Colectivo La Mancha
  120. Petra Meneses, Colectivo La Mancha
  121. Yakeline Rodríguez, Colectivo La Mancha
  122. Juan Carlos Sotillo, Colectivo La Mancha
  123. Michael  Urbina, Colectivo La Mancha
  124. Luis Ruiz, Colectivo La Mancha
  125. Moises Mirele, Colectivo La Mancha
  126. Oscar Fernández, Colectivo La Mancha
  127. Pablo Zapata, artista audiovisual
  128. Maria Daniela Torres
  129. Gloria A. Monasterios, Profesora-investigadora UCV y Colegio Universitario de Caracas
  130. Jessica Luna, Estudiante, UCV/UBV
  131. Natasha García Riveiro, Docente de la UNEARTE
  132. Carmen Helena Parés Urdaneta, Fundación OGA
  133. Carmelo Antonio Raydan Ríos, Docente del PFG de Comunicación Social de la UBV
  134. Osvaldo Enrique Peñaloza Acuña, Colectivo Cumbe/UBV
  135. Jenny Gabriela Farías Suárez, Comunicador Social, LUZ/UBV
  136. Beatriz Pestana Osuna, artista gráfica

Fuente de la noticia: http://www.aporrea.org/poderpopular/n289065.html

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