El lenguaje de los padres, clave para introducir una segunda lengua en los hijos

Por: tendencias 21

Con sólo una hora al día, los bebés pueden iniciar el aprendizaje de otro idioma antes y mucho más fácilmente

El lenguaje de los padres es el camino más corto para enseñar una segunda lengua a los bebés, según una investigación de la Universidad de Washington que ha testado con éxito el método en Madrid. Con sólo una hora al día, los niños pueden iniciar el aprendizaje de un segundo idioma antes y mucho más fácilmente de lo que pensábamos hasta ahora.

Para los niños criados en hogares donde se hablan dos idiomas, ese aprendizaje bilingüe sucede casi sin esfuerzo. Pero ¿cómo pueden los bebés en hogares monolingües desarrollar tales habilidades?»A medida que los investigadores estudian el desarrollo temprano del lenguaje, a menudo oímos de los padres que están ansiosos de proporcionar a sus hijos la oportunidad de aprender otro idioma, pero no pueden pagar una niñera de un país extranjero o no hablan un segundo idioma» explica Naja Ferjan Ramírez, investigadora científica del Instituto de Ciencias del Aprendizaje y Cerebro de la Universidad de Washington (I-LABS), en un comunicado.

Un nuevo estudio realizado por investigadores este centro, publicado en la revista Mind, Brain, and Education, ha investigado cómo los bebés pueden aprender un segundo idioma fuera del hogar, según se informa en un comunicado.

Los investigadores trataron de responder a una pregunta fundamental: ¿Puede enseñársele a los bebés un segundo idioma si no reciben esa formación en el hogar y, de ser así, qué tipo de exposición al idioma extranjero y cuánto se necesita para estimular ese aprendizaje?

Los investigadores llevaron su consulta hasta Europa, desarrollando un método de inglés intensivo, basado en el juego, y aplicándolo en cuatro centros públicos de educación infantil en Madrid, España.

Dieciséis estudiantes de UW y recién graduados sirvieron como tutores para el estudio, y recibieron dos semanas de formación en I-LABS para aprender el método de enseñanza y el plan de estudios antes de viajar a España. El extenso sistema de educación pública del país permitió a los investigadores matricular a 280 niños y niñas de familias españolas de diferentes niveles de ingresos.

Basado en años de investigación sobre el cerebro infantil y el desarrollo del lenguaje, el método enfatiza la interacción social, el juego, el lenguaje de los profesores. El método utiliza  el estilo del discurso que los padres usan para hablar con sus bebés, que tiene una gramática más simple, un tono más alto y exagerado, y vocales extraídas. «Nuestra investigación ha comprobado que los padres ayudan a los bebés a aprender el idioma», dijo Ferjan Ramírez.

El experimento

Los bebés, de entre 7  y 33,5 meses de edad,  recibieron una hora de sesiones de inglés al día durante 18 semanas, mientras que un grupo de control recibió el programa bilingüe estándar de las escuelas de Madrid. Ambos grupos de niños fueron evaluados en español e inglés al inicio y al final de las 18 semanas. Los niños también llevaban chalecos especiales equipados con grabadores ligeros que registraron su aprendizaje del inglés. Las grabaciones se analizaron para determinar cuántas palabras y frases en inglés hablaba cada niño.

Los niños que siguieron este método mostraron un rápido aumento en la comprensión y producción de inglés, y significativamente superaron a los compañeros del grupo de control en todas las edades y en todas las pruebas de inglés.
Al final del programa de 18 semanas, los niños del programa produjeron un promedio de 74 palabras o frases en inglés por niño, por hora. Los niños del grupo de control produjeron 13 palabras o frases en inglés por niño, por hora. Ferjan Ramírez dijo que los hallazgos muestran que incluso los bebés de hogares monolingües pueden desarrollar habilidades bilingües a esta edad temprana.

Oportunidad para los bebés

«Con el enfoque correcto basado en la ciencia que combina las características conocidas para desarrollar el lenguaje de los niños, es posible dar a los niños muy pequeños la oportunidad de aprender un segundo idioma, con sólo una hora de juego por día en un entorno de educación temprana,  dijo. «Esto tiene grandes implicaciones para la forma en que pensamos sobre el aprendizaje de lenguas extranjeras».

Las pruebas de seguimiento 18 semanas más tarde mostraron que los niños habían retenido lo que habían aprendido. Los aprendizajes del inglés fueron similares entre los niños que asistían a las dos escuelas,  que incluían tanto niños procedentes de barrios de bajos ingresos como niños procedentes de barrios de ingresos medios, lo que sugiere que la riqueza no fue un factor significativo en la capacidad de los niños para aprender una lengua extranjera. El idioma nativo de los niños (español) continuó creciendo mientras aprendían inglés, y no fue afectado negativamente por la introducción de una segunda lengua.

«La ciencia indica que los cerebros de los bebés son las mejores máquinas de aprendizaje jamás creado y que el aprendizaje de los bebés se da en un momento adecuado. Su cerebro nunca podrá aprender un segundo idioma mejor que en el período de los 0 a los 3 años», dijo Patricia Kuhl, codirectora del laboratorio y profesor de ciencias del habla y la audición de la Universidad de Washington.

El nuevo trabajo muestra que se puede crear un ambiente de aprendizaje bilingüe temprano para los estudiantes de dos idiomas en un ambiente educativo, y que, con una hora al día, los niños pueden iniciar el aprendizaje de un segundo idioma antes y mucho más fácilmente de lo que pensábamos hasta ahora, según los investigadores.

 

Referencia

Bilingual Baby: Foreign Language Intervention in Madrid’s Infant Education Centers. Mind, Brain and Education, First published: 17 July 2017. DOI: 10.1111/mbe.12144

Fuente: http://www.tendencias21.net/El-lenguaje-de-los-padres-clave-para-introducir-una-segunda-lengua-en-los-hijos_a44087.html
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Crianza en tribu, anticonsumista y feminista.

Por Alejandra Boni Aristizabal

La crianza es un práctica social, que habitualmente se compartía con el entorno más cercano: familia, vecinas, comunidad. Actualmente hay una falta de estas redes de apoyo, así como de espacios dónde compartir experiencias, inquietudes, preocupaciones. La crianza se ahoga en los muros del hogar y busca oxígeno en las voces de expertos y en el consumo de teorías e infinitos accesorios. Este modelo de crianza en muchas ocasiones viene acompañado de unos rígidos moldes. Uno de ellos sirve para dar forma a la maternidad, una maternidad que suele relacionarse con el rol de esposa, la madre abnegada y sumisa o por contra con la superwoman que puede sóla y sin rechistar con dos o más jornadas laborales. Otros de estos rígidos moldes dan forma al género de nuestras criaturas.

Si echas de menos la tribu, si crees que hay otros modelos de maternidad más allá de estos arquetipos, si te gustaría que hubiese más espacios donde socializar la crianza y colectivizar saberes, si estás harta del cambio de tendencias en el campo del cuidado infantil o de todos esos consejos contradictorios, si apuestas por criarle con fluidez de género, seguro que disfrutarás de este itinerario de lectura que te ofrecemos en el Espai Contrabandos

Dónde está mi tribu Maternidad y crianza en una sociedad individualista, de Carolina del Olmo (ed Clave Intelectual) un ensayo en primera persona que reflexiona sobre la falta de redes de apoyo para la crianza y las práctica de cuidado, cuestiona el expertismo y  revisa de manera crítica los actuales discursos sobre la crianza.

Madres en red. Del lavadero a la blogosfera  de Mariona Visa y Cira Crespo (ed Clave Intelectual) un estudio multidisciplinar sobre la maternidad contemporánea, aunando la perspectiva histórica con un análisis comunicativo de la blogosfera maternal.

Bebé a coste cero de Giorgia Cozza (ed Txalaparta) una guía de consumo crítico que recoge experiencias de madres y padres, y da ideas de cómo cuidarte a ti y a tu retoño mirando a vuestras necesidades y no a las de la lógica de mercado.

Buscando el final del arcoíris. Una exploración de las prácticas de crianza desde la fluidez de género. de Fiona Joy Green y May Friedman (ed Bellaterra) Un libro que recoge testimonios de familias que comparten sus diferentes estrategias y reflexiones  entorno a una crianza que permita a las criaturas vivir el género de manera creativa y fluida, cuestionando así los rígidos límites del género, pero también de la etnia, la clase o la edad.

y por último, un libro que esperamos para octubre Maternidades subversivas de Maria Llopis (ed Txalaparta)

Fuente:https://www.espaicontrabandos.com/crianza-en-tribu-anticosumista-y-feminista/?_sft_pa_autor=alejandra-boni-aristizabal

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Padres entrenadores, animadores o fuera del colegio

Por. Javier Arroyo

¿Existe una relación clara entre una mayor involucración de los padres en los colegios de sus hijos y los resultados  de los niños? La intuición nos dice que debería haberla: a padres más pendientes de lo que ocurre en el colegio, éste debería funcionar mejor al notar el ánimo de unos progenitores que están muy pendientes de la educación de sus hijos. Pero, según  hemos visto en la guerra de los deberes, resulta que hay padres y padres y conceptos un poco diferentes sobre lo que se le debe pedir a los profesores, a los alumnos y al centro.  Y, como suele pasar en política educativas, estudios hay para muchas opiniones.

En principio, en España, existe bastante presencia de los padres a través de las AMPAS, que tienen participación en los consejos escolares de los centros públicos desde los años 80. Además, muchas se agrupan en las dos grandes asociaciones,  la CEAPA, de colegios públicos, y la CONCAPA, de concertados y privados, enfrentadas en la guerra de los deberes, ya que la primera ha auspiciado una huelga de  tareas escolares para los fines de semana de noviembre, medida que ha sido descalificada por la segunda, que entiende que nunca es bueno como padres la incitación a saltarse las reglas.

¿Qué pasa en otros sitios? ¿Cómo influye las exigencias y lo que esperan los padres de los colegios de sus hijos en los resultados académicos  de los niños? Amanda Ripley es una periodista dedicada a la educación en EEUU y que en el libro Los niños más listos del mundo compara sistemas educativos. Según dice, en su país, que no sale muy bien parado en PISA, los padres ejercen más como animadores, cheerleaders, de sus hijos que de entrenadores, papel que sí cumplen los progenitores de Corea del Sur, por ejemplo.  Lo que comprobó Amanda Ripley es que los padres estadounidenses aparecían por los colegios de sus hijos con mucha más frecuencia que hace 20 años, sin que eso repercutiera en el desempeño académico de los estudiantes. Pero, en distintas encuestas, se citaba la mayor involucración de los padres como uno de los factores fundamentales para que mejore la educación. Lo mismo podría decirse de España.

En el estudio Los Padres ante la educación de sus hijos en España, Víctor Pérez Díaz y Juan Carlos Rodríguez explican cómo se va afianzando en los últimos 40 años la percepción de que es necesaria la colaboración de los padres en los colegios: «Cuando las interacciones entre la escuela y la familia se multiplican y existe un conocimiento mutuo del contexto en el que transcurre dicho aprendizaje, pueden identificarse con mayor precisión las barreras que dificultan el rendimiento académico infantil. Por ello, cuando las funciones de cada institución se entrelazan y difuminan, dando lugar a «colegios-comofamilias» y «familias-como-colegios», se fijan las condiciones para que la sociedad familia colegio alcance sus máximos resultados educativos». O así debiera ser.

Pero con esa filosofía, ¿qué pasa con las familias que no pueden o quieren involucrarse tanto? ¿Está ahí parte de las razones que expliquen por qué los resultados en PISA de las familias de clase media alta sean consistentemente mejores en países como EEUU y España, no así en las asiáticas, por ejemplo? Porque, como dice Ripley en su libro, puede haber padres involucrados, pero también los hay que piensan que desayunar es una bolsa de patatas fritas o que tengan vidas tan complicadas como que asistir a la tutoría de sus hijos no sea una prioridad, como saben por ejemplo en la Asociacion de Nena Paine, donde están pendientes de que 200 niños hagan los deberes.

El estudio de Pérez y Rodríguez explica el tipo de involucración y concluye que la «blanda» es más efectiva: simplemente preguntar por el día en el colegio, animar con las notas o tener expectativas altas para los niños.Involucrarse en actividades del colegio resultó no tener ninguna repercusión y ayudar en los deberes la tuvo, pero negativa. En España, sin embargo,  los niños que iban peor eran los que sus padres no ayudaban para nada.  Quizás, y ahí existe un punto de debate, los deberes estén demasiado pensados para que los padres tengan que ayudar y por eso nuestra obsesión al hacer Smartick fue que los niños pudieran hacerlo solos.

Desde 2009, en PISA se pide a los padres que rellenen unos formularios para saber qué tipo de educación dan a sus hijos. Según cuenta Ripley, han salido resultados extraños. Los hijos de los padres voluntarios en actividades extraescolares lo hacían peor en lectura, por ejemplo. Y lo que nadie duda, según los estudios, es que leer a los niños de pequeños ayuda. Así de simple. «En todo el mundo, padres que debatían con sus hijos sobre libros, noticias, películas de adolescentes tenían hijos que lo hacían mejor», sigue explicando. Mejor eso que estar en el colegio de voluntario. Los coreanos, mientras, no van tanto al colegio pero preguntan por las tablas de multiplicar, sobre las lecturas y quieren mejores notas. Entrenadores. Y eso es muy típico en Asia. Y, como hemos escrito más veces, esos niños no son más infelices.

En Finlandia, otro de los países de los que escribe Ripley a través de la experiencia de una niña estadounidense de intercambio, ésta se fija en lo poco que aparecen los padres por el centro escolar. «En el Instituto, rara vez se veía a los padres por allí. A los adolescentes se les trataba como adultos. No había para nada tutorías de manera regular entre los padres y los profesores. Ninguna. Si los profesores tenían un problema con el estudiante, lo trataban con él directamente», escribe. Y, ¿cómo tratan a los alumnos en un colegio de Finlandia con muchos hijos de refugiados? ¿Cómo de presentes pueden estar esos padres? Ripley fue a uno. Había clases con niños de nueve países, incluidos rusos y chinos. De familias monoparentales de historias difíciles. «No quiero pensar mucho de dónde vienen. Son 23 perlas para cultivar y no las quiero rallar«. «No quiero sentir mucha empatía hacia ellos porque tengo que enseñar. Si le diera demasiadas vueltas, les tendría que poner mejores notas por un trabajo peor. Pensaría, «oh, pobres» y eso haría mi trabajo demasiado fácil», le sigue contando el profesor. Allí no cuenta con los padres, pero les exige porque sabe de su potencial.

Inger Enkvist, en su libro La buena y la mala educación , señala una tendencia que ocurre en algunos países occidentales, donde ha caído mucho la natalidad. «Quizá sólo tienen un hijo y si se convierten en padres relativamente tarde, es posible que caigan en la tentación de adorar a su propio hijo. Quieren darle todo y no exigirle nada», escribe en uno de los capítulos. Coincide Ripley al señalar que en EEUU muchos de los padres encuestados «creen que necesitan alabar a sus hijos para asegurarles que son listos». Y lo que ocurre es que los halagos injustificados acaban perjudicando a los niños. Aquí, en los últimos días, hemos escuchado frases como que los deberes le están robando la infancia a nuestros hijos. Si hablaran con sus abuelos sabrían que muchos de los que tuvieron suerte de ir al colegio salían a diario a las siete de la tarde y muchos tuvieron clases los sábados por la mañana.

Como siempre, conviene poner todo un poco en perspectiva. En Corea, padres entrenadores. En Finlandia, profesores y padres que los tratan como adultos. Eso tampoco cabe en un pacto educativo.

Fuente: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/mejoreducados/2016/09/29/padres-entrenadores-animadores-o-fuera.html

Imagen: www.elconfidencial.com/fotos/noticias_2011/2013022248padres-hijos-deberes-int.jpg

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¿Puede una buena crianza formar un campeón olímpico?

Rita Funaro

Sale disparada por la colchoneta como un velocista, da un salto y vuela por el aire de espaldas dando dos volteretas con medio giro y cae a ciegas y de pie con absoluta perfección, con los brazos extendidos y una sonrisa incontenible. Es una hazaña acrobática de tal grado de dificultad, elegancia y soltura por parte de Simone Biles, con sus 19 años de edad y apenas cuatro pies y ocho pulgadas de estatura, que la maniobra se ha dado en llamar “la Biles”. Y junto con otras evoluciones aparentemente imposibles en el potro, el riel de equilibro y las barras asimétricas, ha dejado bien sentado su renombre como la mejor gimnasta de todos los tiempos, con tres Campeonatos Mundiales seguidos y cuatro medallas de oro en las Olimpíadas de Río de Janeiro.

Muchos artículos y los comentarios de la propia Biles le atribuyen ese éxito no solo a un talento atlético único, sino también a padres que le supieron transmitir su amor, su apoyo y la confianza en sí misma desde la primera infancia. Pero la cosa no fue así desde el principio. Biles tuvo unos primeros años de poca estabilidad y turbulencia, y de no haber sido por una intervención oportuna, bien pudo haber tenido una vida de sueños rotos y potencial desperdiciado.

Biles es la prueba viviente de que una buena crianza efectivamente es importante; un hallazgo respaldado por las investigaciones que contiene el estudio abanderado del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Los primeros años: El bienestar infantil y el papel de las políticas públicas. El libro distingue entre casa y hogar, y entre la planta física de una escuela y un centro de aprendizaje, con la idea de que las características físicas de la estructura son secundarias a la labor de alimentar, apoyar y orientar de padres, maestros y demás personas. Los niños necesitan una atmósfera en la que los adultos puedan conversar con ellos y les lean, estimulando así el desarrollo de su capacidad cognitiva y de uso del lenguaje. Los padres deben mostrarse alentadores y receptivos para ayudar a sus hijos a alcanzar su potencial, a la vez que les brindan un entorno físicamente seguro y protegido. Estas cualidades, medidas según una escala conocida como la Observación en el Hogar para la Cuantificación del Medio Ambiente (Home Observation for Measurement of the Environment – HOME), están vinculadas con mejores resultados de desarrollo en niños.

El BID no es la única organización en resaltar el papel que cumplen los padres en el desarrollo de jóvenes felices, saludables y productivos en general, y de campeones olímpicos en especial. En la antesala de las Olimpíadas de Río, Procter & Gamble se asoció con atletas y sus madres en 21 países para lanzar su campaña Gracias mamá, con el video Strong. El mensaje es que a la hora de sacar la fuerza necesaria para competir en el escenario atlético más importante del mundo, muchos atletas recurren a la fortaleza que sus madres les inculcaron.

Muchas de las condiciones que se bosquejan en el estudio del BID y que se presentan en el video de P&G parecen no haber estado presentes durante los primeros años de Biles. Si bien la familia Biles se ha mantenido relativamente discreta en sus comentarios a la prensa, lo que se sabe es que Biles nació en Texas, de una madre adicta a las drogas y un padre que abandonó a la familia al poco tiempo. La colocaron en un hogar sustituto a los dos años de edad y pasó de un hogar sustituto a otro hasta que cumplió los seis, cuando su abuelo y la segunda esposa de éste la adoptaron a ella y a una hermanita suya. La adopción lo cambió todo. Sus nuevos padres vivían en un suburbio acomodado de Houston. Su nueva madre era una enfermera jubilada nacida en Belice, mientras que su nuevo padre tenía un buen empleo con la Administración Federal de Aviación. Juntos, según un artículo del New York Times, le brindaron un hogar formativo y cálido, con la disciplina y las metas que le permitieron desarrollarse. La cereza en el pastel fue el país adoptivo al que sus padres llevaron a Simone, quien ha pasado un tiempo considerable en Belice. Y el sentimiento es recíproco. Los paisanos adoptivos de Simone le han devuelto con creces la preferencia por Belice y se enorgullecen de su éxito en Río. De hecho, el gobierno beliceño le ha extendido una invitación a todo el equipo estadounidense de mujeres gimnastas.

Claro que la mayoría de los niños provenientes de familias desatendidas no tienen la misma suerte que le permitió a Biles sustraerse a un medio inclemente para pasar a otro con tanto que ofrecer. Como mínimo, es un caso poco usual. Sin embargo, hay mucho que los gobiernos pueden hacer para ayudar a los jovencitos a prosperar y alcanzar su potencial del mismo modo que lo ha hecho Biles.

En América Latina, los gobiernos pueden comenzar por invertir más en sus ciudadanos más jóvenes. Por cada dólar que se invierte en niños de menos de cinco años de edad, se invierten tres en los niños entre seis y 11 años. Pero la manera en que se invierte ese dinero es incluso más importante que la cantidad invertida. Los programas de educación para padres, que comprenden visitas al hogar y otras intervenciones por parte de trabajadores sociales y consejeros de familia, han demostrado su eficacia para hacer que cada dólar cuente. Estos programas no solo enseñan a las madres a mejorar la alimentación de pecho y la nutrición. Han ayudado a los padres a mejorar la capacidad mental, las aptitudes sociales y el potencial de empleo de sus hijos. Por ejemplo, en un famoso programa de Jamaica, trabajadores de salud visitaron los hogares de niños desnutridos entre los nueve y los 24 meses de edad, en los vecindarios más pobres de Kingston, durante una hora cada semana a lo largo de dos años. Durante las visitas, como se desprende de un blogreciente, los trabajadores enseñaron a los padres a usar juguetes caseros y libros con ilustraciones para enseñarles a sus hijos palabras y conceptos básicos como los colores y los números. Hacia el final del programa, los niños no solo obtuvieron puntuaciones considerablemente más altas en desarrollo cognitivo que el grupo de control. Veinte años más tarde, los participantes en el programa mostraron un coeficiente intelectual, niveles educativos e ingresos más altos, así como una mayor salud mental, que el grupo de control.

Los gobiernos nunca podrán crear estrellas como Simone Biles. No se puede producir talento innato. Tampoco pueden tomar el lugar del amor y la dedicación de los padres. Pero sí pueden brindar recursos para cubrir las necesidades básicas, ayudar a la gente a aprender a ser mejores padres y, si los programas están bien diseñados, a hacerlo mediante inversiones que produzcan verdaderos resultados. Todo comienza por un buen hogar donde se forjen personalidades, intelectos e incluso aptitudes atléticas sobresalientes. La clave para tener una sociedad creativa y productiva está, como mínimo, en asegurar que la mayoría de la gente crezca en una.

Sale disparada por la colchoneta como un velocista, da un salto y vuela por el aire de espaldas dando dos volteretas con medio giro y cae a ciegas y de pie con absoluta perfección, con los brazos extendidos y una sonrisa incontenible. Es una hazaña acrobática de tal grado de dificultad, elegancia y soltura por parte de Simone Biles, con sus 19 años de edad y apenas cuatro pies y ocho pulgadas de estatura, que la maniobra se ha dado en llamar “la Biles”. Y junto con otras evoluciones aparentemente imposibles en el potro, el riel de equilibro y las barras asimétricas, ha dejado bien sentado su renombre como la mejor gimnasta de todos los tiempos, con tres Campeonatos Mundiales seguidos y cuatro medallas de oro en las Olimpíadas de Río de Janeiro.

Muchos artículos y los comentarios de la propia Biles le atribuyen ese éxito no solo a un talento atlético único, sino también a padres que le supieron transmitir su amor, su apoyo y la confianza en sí misma desde la primera infancia. Pero la cosa no fue así desde el principio. Biles tuvo unos primeros años de poca estabilidad y turbulencia, y de no haber sido por una intervención oportuna, bien pudo haber tenido una vida de sueños rotos y potencial desperdiciado.

Biles es la prueba viviente de que una buena crianza efectivamente es importante; un hallazgo respaldado por las investigaciones que contiene el estudio abanderado del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Los primeros años: El bienestar infantil y el papel de las políticas públicas. El libro distingue entre casa y hogar, y entre la planta física de una escuela y un centro de aprendizaje, con la idea de que las características físicas de la estructura son secundarias a la labor de alimentar, apoyar y orientar de padres, maestros y demás personas. Los niños necesitan una atmósfera en la que los adultos puedan conversar con ellos y les lean, estimulando así el desarrollo de su capacidad cognitiva y de uso del lenguaje. Los padres deben mostrarse alentadores y receptivos para ayudar a sus hijos a alcanzar su potencial, a la vez que les brindan un entorno físicamente seguro y protegido. Estas cualidades, medidas según una escala conocida como la Observación en el Hogar para la Cuantificación del Medio Ambiente (Home Observation for Measurement of the Environment – HOME), están vinculadas con mejores resultados de desarrollo en niños.

El BID no es la única organización en resaltar el papel que cumplen los padres en el desarrollo de jóvenes felices, saludables y productivos en general, y de campeones olímpicos en especial. En la antesala de las Olimpíadas de Río, Procter & Gamble se asoció con atletas y sus madres en 21 países para lanzar su campaña Gracias mamá, con el video Strong. El mensaje es que a la hora de sacar la fuerza necesaria para competir en el escenario atlético más importante del mundo, muchos atletas recurren a la fortaleza que sus madres les inculcaron.

Muchas de las condiciones que se bosquejan en el estudio del BID y que se presentan en el video de P&G parecen no haber estado presentes durante los primeros años de Biles. Si bien la familia Biles se ha mantenido relativamente discreta en sus comentarios a la prensa, lo que se sabe es que Biles nació en Texas, de una madre adicta a las drogas y un padre que abandonó a la familia al poco tiempo. La colocaron en un hogar sustituto a los dos años de edad y pasó de un hogar sustituto a otro hasta que cumplió los seis, cuando su abuelo y la segunda esposa de éste la adoptaron a ella y a una hermanita suya. La adopción lo cambió todo. Sus nuevos padres vivían en un suburbio acomodado de Houston. Su nueva madre era una enfermera jubilada nacida en Belice, mientras que su nuevo padre tenía un buen empleo con la Administración Federal de Aviación. Juntos, según un artículo del New York Times, le brindaron un hogar formativo y cálido, con la disciplina y las metas que le permitieron desarrollarse. La cereza en el pastel fue el país adoptivo al que sus padres llevaron a Simone, quien ha pasado un tiempo considerable en Belice. Y el sentimiento es recíproco. Los paisanos adoptivos de Simone le han devuelto con creces la preferencia por Belice y se enorgullecen de su éxito en Río. De hecho, el gobierno beliceño le ha extendido una invitación a todo el equipo estadounidense de mujeres gimnastas.

Claro que la mayoría de los niños provenientes de familias desatendidas no tienen la misma suerte que le permitió a Biles sustraerse a un medio inclemente para pasar a otro con tanto que ofrecer. Como mínimo, es un caso poco usual. Sin embargo, hay mucho que los gobiernos pueden hacer para ayudar a los jovencitos a prosperar y alcanzar su potencial del mismo modo que lo ha hecho Biles.

En América Latina, los gobiernos pueden comenzar por invertir más en sus ciudadanos más jóvenes. Por cada dólar que se invierte en niños de menos de cinco años de edad, se invierten tres en los niños entre seis y 11 años. Pero la manera en que se invierte ese dinero es incluso más importante que la cantidad invertida. Los programas de educación para padres, que comprenden visitas al hogar y otras intervenciones por parte de trabajadores sociales y consejeros de familia, han demostrado su eficacia para hacer que cada dólar cuente. Estos programas no solo enseñan a las madres a mejorar la alimentación de pecho y la nutrición. Han ayudado a los padres a mejorar la capacidad mental, las aptitudes sociales y el potencial de empleo de sus hijos. Por ejemplo, en un famoso programa de Jamaica, trabajadores de salud visitaron los hogares de niños desnutridos entre los nueve y los 24 meses de edad, en los vecindarios más pobres de Kingston, durante una hora cada semana a lo largo de dos años. Durante las visitas, como se desprende de un blog reciente, los trabajadores enseñaron a los padres a usar juguetes caseros y libros con ilustraciones para enseñarles a sus hijos palabras y conceptos básicos como los colores y los números. Hacia el final del programa, los niños no solo obtuvieron puntuaciones considerablemente más altas en desarrollo cognitivo que el grupo de control. Veinte años más tarde, los participantes en el programa mostraron un coeficiente intelectual, niveles educativos e ingresos más altos, así como una mayor salud mental, que el grupo de control.

Los gobiernos nunca podrán crear estrellas como Simone Biles. No se puede producir talento innato. Tampoco pueden tomar el lugar del amor y la dedicación de los padres. Pero sí pueden brindar recursos para cubrir las necesidades básicas, ayudar a la gente a aprender a ser mejores padres y, si los programas están bien diseñados, a hacerlo mediante inversiones que produzcan verdaderos resultados. Todo comienza por un buen hogar donde se forjen personalidades, intelectos e incluso aptitudes atléticas sobresalientes. La clave para tener una sociedad creativa y productiva está, como mínimo, en asegurar que la mayoría de la gente crezca en una.

Fuente del articulo: http://blogs.iadb.org/Ideasquecuentan/2016/08/23/puede-una-buena-crianza-forjar-un-campeon-olimpico/

Fuente de la imagen: http://blogs.iadb.org/wp-content/blogs.dir/74/files/2016/08/biles.jpg

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Profesión abuelo: el trabajo más difícil del mundo

06 de septiembre de 2016/Fuente: Semana

Tener nietos se volvió un enredo. Estas son las nuevas reglas para no sucumbir en ese importante papel.

Dos generaciones atrás, los abuelos tenían un papel periférico en la crianza de sus nietos. De ellos solo se esperaba que dieran afecto y sabiduría. Otros estaban tan cansados luego de haber criado tres, cuatro y hasta más hijos, que sentenciaban que no querían formar a ninguno más. Pero hoy están en todas partes: en la consulta con los pediatras, en las charlas de psicólogos, en los eventos del colegio, en los parques, en la parada del bus. En fin, “están al tanto de todo como si fueran los papás, y muy vinculados a la educación de los nietos”, dice la psicóloga María Elena López.

Este nuevo papel de los abuelos se debe a que, por un lado, las mamás de hoy trabajan de sol a sol y aunque tienen la opción de pagar una niñera o de inscribir al niño en un jardín, no quieren dejarle el cuidado de sus pequeños a un extraño. “Prefiero que ella cuide a mi hija”, dice Sonia, mamá de una niña de 2 años.

Por otra parte, el aumento de la expectativa de vida ha hecho que el honor de ser abuelos llegue cuando todavía son adultos con mucho arrojo, como en el caso de María Teresa, una experta en lenguas que cuida a su nieto Simón, de tres años. “Corro con él, me agacho, le juego; todavía tengo bastante energía”, dice. Incluso los hombres están haciendo este papel a las mil maravillas. Catalina, madre de Luca, señala que ha sido su papá quien más la ha ayudado a cuidar a su pequeño. “Él lo recoge temprano, cambia pañales, da compotas y lo cuida todo el día hasta que vuelvo de la oficina”.

A pesar de que los abuelos hacen este trabajo con mucho amor, esa gran responsabilidad los ha vuelto ansiosos. “Yo me curo en salud para no embarrarla; medito mucho si debo decir algo o no para no ser una abuela metida”, dice María Teresa. Muchos no saben qué hacer porque son conscientes de que las pautas de crianza han cambiado y hay normas para cada aspecto de la vida del niño, desde la nutrición hasta cómo dosificarles la tecnología. Ahora no se les puede dar cítricos sino al año de nacidos, la comida debe ser sin sal ni azúcar, se les tiene que hacer estimulación desde muy temprano.

A pesar de ser abuelos muy competentes, algunos hasta con maestría y doctorado, los nuevos padres no los ven como oráculos de conocimiento debido a que hay muchos estudios nuevos sobre cómo lidiar los berrinches, el sueño, los juegos e incluso el lenguaje, y ante tanta información quieren controlar todas las decisiones acerca de sus hijos. Muchos no aceptan que los abuelos les digan a sus nietos las cosas en tono autoritario porque tienen una política de educación más abierta. Algunos, sin embargo, optan por no hacer caso. “A pesar de que yo pongo normas, al final del día ellos les dan dulce y les prestan el celular”, dice María, madre de un niño de 2 años.

Laura, por ejemplo, confía plenamente el cuidado de su hijo a su mamá, pero considera que lo sobreprotege y cuando intenta decirle de frente que no lo haga, su mamá se pone brava. “Siente que es un insulto pues es como decirle que ella, que me crió a mí, no tiene buenas pautas de cuidado”. Por eso optó por llevarla a las consultas con el psicoterapeuta para que él le dijera directamente que era crucial ponerle límites y fomentar la autonomía a su nieto. Para Sonia, la dificultad radica en “darle órdenes a mi mamá porque ella me está haciendo un favor”. Por eso decidió tener diálogos francos con ella e invitarla a las citas con el pediatra.

López, que los ha visto en su consulta y en conferencias que organizan los colegios para hablar de ese nuevo papel estelar, sabe que están angustiados porque los padres les dejan sus hijos a las siete de la mañana casi dormidos y los recogen a las siete de la noche en las mismas circunstancias. “Se dan cuenta de que la crianza está recayendo sobre sus hombros y eso los agobia”, señala la experta. Además, no quieren tener problemas con sus hijos por el cuidado de los nietos y temen meter la pata porque están desactualizados en esos temas. Por ejemplo, algunos no saben qué hacer cuando oyen a los nietos adolescentes decir groserías y se enfrascan en peleas porque creen que son malos modales, mientras que sus papás lo ven como nuevas formas de expresión. El mensaje es ‘cuídamelo, pero a mi manera’. Por eso hoy están de moda los talleres de psicología para abuelos en los colegios.

A pesar de todas las precauciones, se presentan roces. Jaqueline tiene bajo su cuidado casi todos los fines de semana a María Victoria, su nieta de 6 meses, y todos los lunes recibe la misma queja de su hija porque su bebé no le hace caso, llora y no duerme a las horas establecidas. “‘Tú le descuadraste el horario’, me dice”, señala Jaqueline. Tampoco saben qué hacer con la tecnología ni con los nietos adolescentes que también tienen a su cargo. Y aunque algunos querrían poner limites a este jardín infantil en el que se ha convertido su casa, no son capaces de decir no porque ven que sus hijos tienen dificultades en el trabajo y necesitan ese soporte. “¿Cómo no apoyarlos?”, pregunta Gloria, otra abuela que cría nietos. “Me sentiría culpable de no hacerlo porque lo piden no para irse a descansar sino porque tienen que trabajar”, añade. Además, la línea entre ser abuelo y papá es muy tenue y en el fondo muchos anhelan volver al papel de consentidores.

Ante esta situación, los psicólogos piensan que padres e hijos deben establecer acuerdos claros sobre las condiciones de esa ayuda. En algunos casos vale la pena decirles a los hijos que aceptan cuidar a los nietos pero con ayuda de una niñera. También consideran que hay que poner límites a los nietos, sobre todo los adolescentes, y decirles que “mientras estén en casa de los abuelos deben cumplir las normas de ese hogar”, dice López. No es importante que se vuelvan expertos en tecnología para no quedarse atrás con sus nietos. Lo ideal es entender que los tiempos han cambiado y que no están obligados a ser jóvenes ni a hablar en el mismo nivel con ellos. A los padres les pide que sean más flexibles porque los abuelos no pueden estar contando calorías ni los minutos que pasan los niños frente al televisor. “Son muy estrictos y ellos no pueden seguir al pie de la letra esa instrucciones”.

Un viejo proverbio dice que se necesita una aldea completa para criar a un niño. Con las familias cada vez más pequeñas el papel de los abuelos cobra mayor importancia para los nietos. En efecto, según un estudio de la Universidad de Oxford, su presencia les ayuda a su bienestar puesto que reduce el riesgo de que peleen con sus compañeros y otros problemas de comportamiento y salud mental. La idea no es acabar con ese nuevo papel, sino aprender a discutir las inquietudes con libertad de parte y parte. Los abuelos dan cosas muy importantes a sus hijos y nietos. “Si explican con calma las razones que tienen para establecer una norma o una rutina en los niños, los abuelos estarán más dispuestos a ayudarles”, concluye López. n

Las nuevas reglas

Con estos lineamientos se evitarán muchos problemas con sus hijos en la crianza de los nietos.

1 Aconseje solo cuando se lo pidan.

2 No espere establecer normas sobre comida, disciplina, televisión, juegos de computador o dinero. Simplemente siga las que han dispuesto los padres.

3 Establezca claramente los horarios y prepárese para negociar en caso de que se necesite.

4 Hable sin tapujos del trabajo que implica esto. Los abuelos no tienen por qué pasar dificultades en esta función.

5 No critique las decisiones de crianza.

6 No tenga mucha iniciativa en las actividades del niño. Limítese a hacer lo que le piden.

7 Malcriarlos es permitido pero sin exagerar. En todo caso sepa que los padres se enterarán de todos modos.

8 No deje que la crianza de los nietos acabe con el tiempo para sus intereses, viajes y actividades.

Fuente: http://www.semana.com/vida-moderna/articulo/profesion-abuelo-el-trabajo-mas-dificil-del-mundo/492281

Imagen: https://static.iris.net.co/semana/upload/images/2016/9/3/492303_1.jpg

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Paraguay promulga ley contra maltrato físico de niños y adolescentes

América del Sur/ Paraguay/3 de septiembre de 2016/Fuente: sputniknews

MONTEVIDEO (Sputnik) — El Gobierno de Paraguay promulgó una ley en contra del maltrato físico de niños y adolescentes que brindará apoyo educativo sobre los derechos de los infantes, dijo a Sputnik Nóvosti la coordinadora de la organización paraguaya Global Infancia, María Silvia Calvo.

«La idea es que este proyecto de ley impulse a que el Estado paraguayo apoye a las familias para ofrecerles modelos de educación, de crianza y de cuidado de los niños que sean más acordes al espíritu de los derechos de la niñez», afirmó Calvo. La normativa está orientada a la promoción del buen trato, la crianza positiva y la protección a niños, niñas y adolescentes contra el castigo físico o cualquier tipo de violencia como método de corrección o disciplina. © FLICKR/ COLORES MARI CIDH observa poca articulación de estados de América Latina para proteger a la infancia El texto tuvo su origen en 2011 y fue impulsado por organizaciones de la sociedad civil apoyadas por Unicef basándose en las recomendaciones realizadas por el experto Paulo Sérgio Pinheiro en el Estudio Mundial de la violencia, sobre los aspectos más alarmantes de la violencia hacia la niñez.

A partir de este estudio se hicieron encuentros en distintas regiones de América donde la sociedad civil trabajó en conjunto con el Estado para definir acciones concretas a realizar en relación a distintos puntos priorizando el tema del castigo físico en 2011. Para ese encuentro se formó una mesa interinstitucional entre la sociedad civil, el Estado, y organismos internacionales de cooperación que luego se transformó en la Comisión Nacional de Prevención y Atención Integral de la Niñez en Situaciones de Violencia y fue la que tomó la iniciativa de crear el proyecto junto a las distintas organizaciones. A finales de 2013 se entregó el anteproyecto de ley al Frente Parlamentario por la Niñez y la Adolescencia y el viernes fue promulgado por el poder Ejecutivo, luego de ser aprobado por ambas cámaras. Legitimación del maltrato físico Según una encuesta realizada por la Coordinadora por los derechos de la infancia y la adolescencia 6 de cada 10 niños dicen haber sido víctimas de violencia en sus casas, de esos 6 el 35% dice que la violencia fue grave y el 13% dice que fue leve mientras otro 13 aseguró que la violencia tenía que ver con datos degradantes o humillantes.

«Eso es un dato que es bastante alarmante, porque estamos hablando de un 60% de niños que afirman haber sido víctimas de violencia en sus hogares», sostuvo Calvo. Si bien Paraguay tenía previstos en su legislación algunos aspectos vinculados a la violencia y el maltrato, no estaban del todo definidas las que refieren al castigo físico como forma disciplinante legitimada. «Había una veta para el castigo físico que es una práctica culturalmente aceptada, en muchos casos defendida y muchas veces colocada como casi la única forma de puesta de límites», explicó la activista. En distintas consultas realizadas a la población por la organización, los encuestados manifestaban no estar de acuerdo con la violencia ni el maltrato hacia la niñez pero sí con el castigo físico, debido a que no era visto como una forma de violencia.

«Esta ley es un pronunciamiento público del Estado paraguayo en relación a no aceptar la violencia en ninguna de sus formas en ningún ámbito en relación a niñas, niños y adolescentes», afirmó Calvo. La especialista destacó el espíritu preventivo de esta propuesta legislativa «de la promoción de la crianza positiva, lo que hace es establecer una serie de aspectos de consideraciones de lineamientos que se tienen que dar a partir de ahora para que la disciplina positiva sea parte de las políticas públicas». La ley 5.659/2016 contra el maltrato infantil fue promulgada por el presidente paraguayo, Horacio Cartes, el viernes.

Fuente: http://mundo.sputniknews.com/americalatina/20160903/1063221778/paraguay-ley-contra-violencia-ninos.html

Imagen: https://cdnmundo2.img.sputniknews.com/images/105763/23/1057632373.jpg

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