Page 1 of 2
1 2

Entrevista a Vandana Shiva: “Con el coronavirus Bill Gates lleva a cabo sus planes respecto a la sanidad”

Por: Barnabé Binctin y Guillaume Vénétitay

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

Foto: Vandana Shiva © Romain Guédé

Entrevista a la ecologista india Vandana Shiva, figura de la lucha contra los Organismos Genéticamente Modificados (OGM) y muy crítica con el “filantrocapitalismo” que encarnan sobre todo Bill Gates y su Fundación.

En su última obra publicada el pasado otoño 1 %, reprendre le pouvoir face à la toute-puissance des riches [1 %, retomar el poder frente a omnipotencia de los ricos] (editado por Rue de l’échiquier, 2019) Vandana Shiva define de la siguiente manera el “filantrocapitalismo”: “El filantrocapitalismo […] tiene poco que ver con la caridad o con hacer donaciones, más bien tiene que ver con el beneficio, el control y el acaparamiento. Se trata de un modelo económico de inversión y de un modelo político de control que asfixian la diversidad, la democracia y las soluciones alternativas, y que atribuyendo ayudas financieras ejercen una dominación y proporcionan nuevos mercados y monopolios a los multimillonarios”. Bill Gates, la segunda fortuna mundial, simboliza este “filantrocapitalismo”. Su Fundación Bill y Melinda Gates, su principal instrumento para las donaciones, está muy activa en India. Su visibilidad mediática frente a la crisis actual y los millones que ha invertido en la investigación de una vacuna la convierten en un objetivo privilegiado de las teorías de la conspiración. No obstante, conviene preguntarse (y criticarlo) por este nuevo poder que ha adquirido el fundador de Microsoft junto a otros multimillonarios como Jeff Bezos (Amazon, primero fortuna mundial), Mark Zuckerberg (Facebook, séptima fortuna mundial) o, en Francia, Bernard Arnault (LVMH, tercera fortuna mundial). Un nuevo poder que está lejos de ser muestra de una generosidad desinteresada.

Esta entrevista, que se realizó antes de que apareciera esta pandemia, se ha actualizado con dos preguntas al principio a las que Vandana Shiva respondió por correo electrónico el 7 de mayo.

Basta ! : ¿Cómo analiza la crisis del COVID-19? ¿Se puede hablar de crisis ecológica?

Vandana Shiva : No estamos ante una sola crisis, hay tres que intervienen simultáneamente: la del COVID-19, la de los medios de subsistencia y, de rebote, la del hambre. Son las consecuencias de un modelo económico neoliberal basado en el beneficio, la avidez y una globalización que llevan a cabo las multinacionales. Esta situación tiene un fundamento ecológico: por ejemplo, la destrucción de los bosques y de sus ecosistemas favorece la aparición de nuevas enfermedades. Estas tres crisis llevan a la creación de una nueva clase, la de las personas a las que denomino “las dejadas a su suerte”, explotadas por el neoliberalismo y la emergencia de dictaduras digitales. Hay que tomar conciencia de que la economía dominada por el 1 % no está al servicio del pueblo y de la naturaleza.

¿Puede la crisis del coronavirus reforzar, precisamente, el poder de este “1 %” y de los “filantrocapitalistas” como Bill Gates, figura central de su libro?

Esta crisis confirma mi tesis. Bill Gates lleva a cabo sus planes de salud, agricultura, educación e incluso de vigilancia. Durante 25 años de neoliberalismo el Estado se ha transformado en Estado-empresa y ahora se observa una transformación en un Estado de vigilancia apoyado por el filatrocapitalism. Este 1 % considerá inútiles al 99 %: su futuro es una agricultura digital sin campesinos, unas fábricas completamente automatizadas sin trabajadores. En estos tiempos de crisis del coronavirus tenemos que oponernos, e imaginar nuevas economías y democracias basadas en la protección de la tierra y de la humanidad.

Usted equipara este control con una nueva forma de colonización e incluso califica a Bill Gates de “Cristóbal Colón de los tiempos modernos”, ¿a qué se debe esa comparación?

A que Bill Gates no hace otra cosa que conquistar nuevos territorios. No es simplemente filantropía, en el sentido de un don a la colectividad, como siempre ha existido en la historia. En realidad son inversiones que le permiten crear unos mercados en los que Gates adquiere unas posiciones dominantes. En el capitalismo hay unos interlocutores que hacen beneficios, pero con la filantropía Bill Gates dona algunos millones ¡pero acaba por tomar el control de instituciones o sectores que valen varios miles de millones! Esto se ve claramente en la sanidad o la educación, que él contribuye a privatizar y a transformar en verdaderas empresas.

También es el caso de la agricultura en la que Bill Gates utiliza las tecnologías digitales como nuevo medio para hacer entrar las patentes. La primera generación de OGM, que se suponía iba a controlar los parásitos y las malas hierbas, no ha cumplido sus promesas, pero Bill Gates continúa poniendo dinero para financiar la edición del genoma, como si la vida no fuera más que un copiar y pegar, como en Word. Impulsa esta técnica e incluso ha creado una empresa especialmente para ello, Editas. Bill Gates quiere jugar a ser el amo del universo imponiendo una sola y única forma de hacer las cosas: una sola agricultura, una sola ciencia, un solo monocultivo, un solo monopolio. Es también lo que trata de hacer ala abordar el problema del cambio climático.

¿Cómo?

Promueve su solución: la geoingeniería, que es la modificación a propósito de las condiciones meteorológicas y del clima. Es una idea estúpida, no es ecológica y es completamente irresponsable porque ataca la luz solar para hacer mecánicamente un “enfriamiento planetario”. El problema no es el sol, que nos es indispensable, sino los combustibles fósiles y nuestro sistema industrial y agrícola. Habla a todos los jefes de Estado de la geoingeniería. Recuerdo sobre todo la COP 21 (Conferencia sobre el Cambio Climático) en París en 2015, en la que estaba por todas partes. Era increíble, estaba en el escenario con los jefes de Estado, se comportaba como si fuera el cabeza de cada gobierno. Nunca había visto algo parecido en 40 años de carrera en las instituciones de la ONU, es una auténtica transformación.

¿Diría usted que ahora es más poderoso que algunos Estados o instituciones internacionales como el FMI o el Banco Mundial?

Es mucho más poderoso. Cuando el Banco Mundial quiso financiar la presa de Sardar Sarovar en India a finales de la década de 1980 hubo protestas y el BM acabó por recular [Narendra Modi inauguró la presa en 2017 gracias a otros circuitos de financiación y se convirtió en la segunda presa más grande del mundo, ndlr]. La impunidad del Banco Mundial tiene sus límites, no se puede librar de sus responsabilidades, mientras que Bill Gates, por su parte, sigue evitando los obstáculos, siempre. Aunque fracase en un lugar, tratará de desregularizar en otro.

Me he dado cuenta de que lo que logramos detener en India Bill Gates lo financió para implantarlo en otro lugares, como los OGM: por ejemplo, en 2010 Monsanto trató de introducir una berenjena OGM. India ha sido un terreno de experimentación para desarrollar nuevas tecnologías destructoras. El ministro de Medioambiente organizó audiciones públicas para saber qué opinaban de ello los campesinos, los consumidores y los científicos. Siempre digo que es la primera vez que una verdura era objeto de un debate democrático profundo…

La berenjena OGM se prohibió a raíz de estas consultas, pero Bill Gates encontró después un medio de financiarla y promoverla en Bangladesh. Ahora bien, si se aprueba en Bangladesh, inunda obligatoriamente India puesto que se trata de una frontera no controlada. Ahora Bill Gates la emprende con África, donde mete miles de millones de dolares para promover una nueva revolución verde, con productos químicos y OGM, y obligando a los países africanos a cambiar sus leyes para autorizar estas semillas.

¿Cómo explica semejante poder hoy en día?

Gates ha creado e invertido 12 millones de dólares en la Cornell Alliance for Science, que se presenta como una institución científica, pero que no es sino un órgano de comunicación. Cada vez que hay un debate, trae a esta “institución” que elabora una propaganda engañosa a favor de la biotecnología. Como es Bill Gates, el New York Times y CNN hablarán de ello y le dedicarán la portada… Para él la filantropía es solo un pretexto, a través de ella favorece sus propios intereses e influye en las políticas gubernamentales. Es una forma muy inteligente de entrar en el juego sin plegarse a sus normas, porque si una empresa dijera a un gobierno “aquí está mi dinero, haz esto”, no funcionaría, con toda seguridad se echaría a la empresa. Bill Gates, en cambio, juega con su imagen. La gente todavía lo ve a través de Microsoft, como un genio y un gigante de la informática. Sin embargo, hay ingenieros brillantes que lo han hecho mucho mejor y han luchado para mantener softwares de libre acceso y un Internet abierto, al contrario que él. Bill Gates no es un inventor, ha introducido las patentes y así es como ha levantado su imperio.

En su libro insiste también en la utilización de la tecnología y de los algoritmos…

Se ha elevado la tecnología al rango de religión. Se ha convertido en la religión del 1 %, del mismo modo que en Estados Unidos la cristiandad dio legitimidad al 1 % de la época para exterminar al 99 % de las personas amerindias en nombre de la “misión civilizadora”. Actualmente hay millones de personas a las que se quiere “civilizar” con estas nuevas herramientas de comunicación o de pago. Por otra parte, la tecnología es algo más que una herramienta. Es un instrumento de poder muy poderoso para reunir información que después se puede manipular para diferentes propósitos. Estas tecnologías se utilizan a diario, pero son sobre todo otra forma más de controlar.

También detrás de esta revolución digital encontramos a Bill Gates. Por ejemplo, ¡desempeñó un papel fundamental en la desmonetización de India! Obviamente, hacer desaparecer el dinero en efectivo para desarrollar las transacciones digitales es una forma de acelerar la revolución digital de la que él se beneficia. Ahora bien, de la misma manera que las patentes de las semillas son un intento deshonesto cuyo objetivo es poner a los agricultores “fuera de la ley” al declarar ilegal el guardar las semillas, la “desmonetización” perturba directamente las prácticas económicas de la mayoría, que representa el 80 % de la economía real de India. Es una forma de dictadura tecnológica. En ninguno de los dos casos el resultado de ello es una elección soberana del pueblo indio.

Y al mismo tiempo la gente acaba votando en las urnas a los representantes de esta política del 1 %, como, por ejemplo, en India donde Narendra Modi fue reelegido por un amplio margen el año pasado. ¿Es como si hubiera una nueva forma de “servidumbre voluntaria”?

¡Ya no estamos realmente en una democracia electoral honesta, donde la gente vota con pleno conocimiento y conciencia de lo que está en juego! Hoy en día los algoritmos conforman en gran medida al sistema electoral. En las últimas elecciones en India se autorizó a las empresas y a los particulares a hacer donaciones anónimas a los partidos políticos, lo que significa que las mayores empresas del mundo pudieron financiar las elecciones, algo que hasta entonces era ilegal. El resultado de ello es que la gran mayoría de estas donaciones llegaron a las arcas de un solo partido [el BJP, la derecha nacionalista, actualmente en el poder, ndlr]. Las elecciones indias costaron más caras que las estadounidenses, a pesar de que India está lejos de ser un país rico. Por consiguiente, podemos preguntarnos de dónde viene ese dinero… Es imposible tener una democracia honesta y funcional si el pueblo ya no vota de forma soberana. Todo el reto político para el 1 % es esta pérdida de autonomía, en todos los ámbitos.

La elección del término “1 %” puede parecer un tanto simplista, ¿por qué le parece un término apropiado hoy en día?

El 1 % es en sí un valor aproximativo, yo hablo sobre todo de unos pocos multimillonarios que controlan la mitad de los recursos del planeta. Estos miles de millones van directamente a unos fondos de inversión. Antes las entidades más grandes eran algunas empresas: Monsanto, Coca-Cola… Hoy son enanas. Son propiedad de los mismos fondos de inversión: BlackRock, Vanguard, etc. En realidad hay una sola economía, la del 1 %. Ellos son quienes destruyen, los demás, el 99 %, está excluido. Son los parados de hoy y de mañana, los campesinos desarraigados, las mujeres a las que se deja de lado, los pueblos indígenas a los que se asesina. Las personas que conforman el 99 % no son las responsables, son las víctimas. El 1 % es el responsable de los daños. Y nombrar a este “1 %” es formar un “nosotros” que, juntos, puede pedirles cuentas. Tenemos el derecho, el deber y el poder de hacerlo. Es una invitación a la solidaridad y a la acción. Es necesario que el 99 % se alce.

Fuente e Imagen: https://rebelion.org/con-el-coronavirus-bill-gates-lleva-a-cabo-sus-planes-respecto-a-la-sanidad/

Comparte este contenido:

Colombia: Bayer defiende el glifosato luego de la condena a Monsanto

América del Sur/Colombia/14.08.18/Fuente: www.elespectador.com.

El nuevo propietario de Monsanto no detendrá la producción del glifosato, utilizado a nivel global en la agricultura por su eficacia y su bajo costo

Bayer, nuevo propietario de Monsanto, insistió este sábado en la inocuidad del glifosato, al día siguiente de una condena sin precedentes de la empresa agroquímica estadounidense por no haber informado sobre la peligrosidad de su herbicida Roundup.

A pesar de la decisión judicial que podría sentar jurisprudencia, el grupo farmacéutico alemán no detendrá la producción del glifosato, utilizado a nivel global en la agricultura por su eficacia y su bajo costo. «Basándose en pruebas científicas, evaluaciones reglamentarias a escala mundial y décadas de experiencia práctica del uso de este, Bayer estima que es seguro y no cancerígeno», declaró a la AFP un portavoz del grupo alemán, nuevo propietario de Monsanto. (Lea: Monsanto pierde su primer caso por efecto cancerígeno de glifosato)

Un jurado de un tribunal de San Francisco condenó a Monsanto a pagar casi 290 millones de dólares de indemnización a Dewayne Johnson, un jardinero estadounidense de 46 años que asegura que los productos de Monsanto, especialmente el Roundup que utilizó durante años, provocaron el cáncer que padece y que la multinacional ocultó su peligrosidad.

El jurado determinó que Monsanto actuó de manera malintencionada y que su herbicida Roundup, así como su versión profesional RangerPro, contribuyeron «considerablemente» en la enfermad de Johnson. Johnson, un conserje de escuela, fue diagnosticado en 2014 con un incurable linfoma no Hodgkin, un cáncer que afecta a los glóbulos blancos de la sangre. Los médicos le pronostican menos de dos años de vida. (Lea también: Por qué la UE aprobó la fusión Bayer-Monsanto)

Johnson, que antes de que le diagnosticaran la enfermad no había tenido problemas de salud, explicó a fines de julio que no sabía nada sobre las controversias vinculadas al glifosato hasta que vio marcas en su piel y comenzó a informarse en internet.

No obstante, este juicio histórico, el primero que atañe al posible carácter cancerígeno de los productos con glifosato de Monsanto, podría provocar un efecto dominó, con consecuencias que podrían gravar las cuentas de Bayer, que a principios de junio cerró la compra del grupo estadounidense por 63.000 millones de dólares.

Bayer, consciente de la mala imagen de Monsanto, había anunciado que cambiará el nombre a esa marca. «Creo que el veredicto desencadenará una cascada de nuevos casos», dijo Robert F. Kennedy Jr., abogado ambientalista e hijo del difunto senador de Estados Unidos, y miembro del equipo legal de Johnson. (Puede leer: Bayer acabará con la marca Monsanto)

Este fallo puede abrir la puerta a centenares de nuevas demandas. RoundUp, lanzado en 1976, es el principal producto de Monsanto y el glifosato es el herbicida más usado en el mundo. En 2015 un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó al glifosato como «probable cancerígeno».

Fuente de la noticia: https://www.elespectador.com/noticias/actualidad/bayer-defiende-el-glifosato-luego-de-la-condena-monsanto-articulo-805647

Comparte este contenido:

A la contaminación no le ponen muros

Por: Silvia Ribeiro

Un estudio científico publicado la semana pasada encontró niveles “extraordinarios” de contaminación con químicos altamente tóxicos en la fauna de la fosa de las Marianas, el punto más hondo de los oceános, con más 11,000 metros de profundidad en el noroeste del oceáno Pacífico.

A la contaminación no le ponen muros

Encontraron, entre otros, PCBs (bifenilos policlorados), sustancia fabricada por más de 40 años por Monsanto, más conocida en México por su formulación como askareles.

Para el estudio tomaron muestras de anfípodos, pequeños crustáceos que allí habitan y encontraron que tenían niveles más altos de PCB que organismos similares en desagües de zonas industriales pesadamente contaminadas en Asia, a más de 1000 kilómetros de allí.

También tomaron muestras de crustáceos en la fosa oceánica Kermadec, en el Pacífico Sur, cerca de Nueva Zelanda y encontraron contaminación con PCBs y PBDEs (polibromodifenil éteres). Esa fosa tiene más de 10,000 metros de profundidad y está a 7000 kilómetros de las Marianas.

Ambas sustancias están catalogadas como cancerígenas por la Organización Mundial de la Salud, además de que son neurotóxicas, disruptores endócrinos y producen defectos de nacimiento y otras dolencias graves.

Son “contaminantes orgánicos persistentes” y son bioacumulables. Se denominan así porque no se disuelven en agua ni se degradan fácilmente, aunque son solubles en lípidos. Por eso cada ser vivo que está expuesto a ellos, los acumula en sus tejidos grasos y no los elimina, los pasa a sus predadores cuándo estos se los comen y éstos a su vez a los siguientes, acumulando cada vez cantidades mayores. Así están contaminadas muchas especies de aves y peces de agua dulce o marina, que luego son alimento humano. Se ha encontrado contaminación con PCB y PBDE en muchos distintos organismos, en fuentes de agua y sedimentos, en huevos de aves, ballenas y hasta en el Ártico. También han encontrado residuos de PCB y PBDE en leche materna y en bebés, en varios países.

Monsanto fue el primer productor mundial de PCB desde 1929 y el único productor de PCBs de América del Norte, hasta que cesó su producción en 1977. Los PCBs se han usado principalmente como aislante de material eléctrico y como retardantes de flama. Actualmente está prohibido su uso en la mayoría de los países, pero existen grandes cantidades de residuos en condiciones precarias.

La producción de PCB de Monsanto se realizó a través de su subsidiaria Solutia en Anniston, Alabama, de la que más tarde se deshizo. Allí, 20,000 pobladores de Anniston emprendieron una acción civil legal contra las dos empresas, por haber contaminado sus aguas, tierras y aires con PCB, provocando un alto porcentaje de casos de cáncer y muchas otras enfermedades, abortos y defectos de nacimiento. Luego de un largo proceso judicial, Monsanto aceptó en 2003 tomar medidas de remediación ambiental y pagar a los pobladores 700 millones de dólares, una cifra ridícula para el destrozo causado.

Uno de los puntos más escalofriante del caso, es que durante el juicio salió a la luz que Monsanto recibió casi desde el principio informes de que el PCB era seriamente tóxico, por casos de trabajadores enfermos y posteriormente por la muerte de peces, así como por pruebas de aguas que le fueron entregadas periódicamente durante varias décadas. Monsanto engavetó los informes y siguió produciendo PCBs que ahora sabemos que además de envenenar a cientos de miles de personas en distintas partes del mundo, llegó a los confines más extremos del planeta, donde su acción tóxica persiste.

En México, los mayores importadores de askareles (PCBs con solventes) fueron la Comisión Federal de Electricidad y Pemex. Tanto la manipulación, uso para fabricación como disposición final de PCB (en productos desechados, etc.) es altamente peligrosa y han habido casos gravísimos de contaminación por derrames en varias partes del mundo. Los casos más conocidos en México sucedieron en Zacatecas (por la minera Rosicler que como negocio importaba residuos de askareles) y en Perote, Veracruz, donde en 1990 la CFE colocó en 240,000 litros de residuos con askareles. En 1996, fuerte lluvias lo derramaron y la población comenzó a investigar, entre otras cosas por que comenzaron a haber fetos con anancefalia y muchos casos de cáncer. Finalmente forzaron a la CFE a retirarlos, pero los efectos y contaminación con PCB siguen allí.

Monsanto es también, el inventor y por décadas único productor del glifosato, el agrotóxico omnipresente en los transgénicos y que en 2015 la OMS también declaró cancerígeno. La empresa ha tratado por muchos medios de revertir o anular este informe con otros de científicos vinculados a ésta.

Bayer, Basf, Dow, DuPont, Syngenta y unas cuantas más, todas tienen historias similares a las de Monsanto. Hace más de cien años que están produciendo químicos tóxicos como negocio, y han invadido campos, ciudades, semillas, comida, nuestros cuerpos, el de nuestras hijas e hijos y miles de especies en el medioambiente y hasta los confines más alejados de la tierra.

Quizá por ello no debería sorprendernos que hayan llegado hasta los puntos más profundos del oceáno, pero es sobrecogedor, porque muestra tan claramente cuán extendida y omnipresente está la garra de la contaminación química, inherente al capitalismo industrial.

Contaminación que nos enferma y debilita también para combatirlos. Por eso trabajar por formas de producir, consumir y relacionarnos solidariamente que enfrenten esa contaminación, formas de evitar la vorágine químico-industrial, desde nuestros alimentos a medicinas y formas de organización, son también formas de resistir al capitalismo.

Estudio citado: Jamieson, A. J. et al. Bioaccumulation of persistent organic pollutants in the deepest ocean fauna. Nature Ecology and Evolution 1, 0051 (2017). 13 de febrero 2017 http://www.nature.com/

Fuente: http://www.ecoportal.net/Eco-Noticias/A-la-contaminacion-no-le-ponen-muros

Comparte este contenido:

Bayer y Monsanto se reúnen con Trump y anuncian millonaria inversión en Estados Unidos

Por: Ecoportal/18-01-2017

Ambas empresas, en pleno proceso de fusión, se comprometieron ante el Presidente electo con la creación de miles de puestos de trabajo en aquel país.

 Faltan tres días para que Donald Trump asuma la presidencia de los Estados Unidos. Antes de que esto ocurra, el millonario ha aprovechado los días y se ha reunido con varios ejecutivos de algunas de las principales compañías que funcionan en aquel país.

La semana pasada, Trump se reunió con representantes de Bayer y Monsanto, mayor fabricante de semillas transgénicas en el mundo y que genera un amplio rechazo en la comunidad ecologista.

Recién este martes, ambas firmas que atraviesan un proceso de fusión, emitieron un comunicado dando cuenta de los alcances del encuentro con Donald Trump.

Los directivos Werner Baumann y Hugh Grant se han comprometido a realizar una importante inversión de ocho millones de dólares en investigación y desarrollo, además de conservar los nueve mil puestos de empleo que Monsanto tiene en el país. Por su parte, Bayer prometió crear tres mil nuevos puestos de trabajo si la integración de las dos firmas continúa avanzando.

 «La unión de las compañías espera gastar cerca de US$16.000 millones en investigación y desarrollo en los próximos seis años y la mitad de esa inversión será en Estados Unidos. Esta es una inversión en innovación y personas que creará miles de puestos de trabajo de alta tecnología bien remunerados cuando la integración (de Bayer y Monsanto) se haya completado», afirma el comunicado.En tanto, de concretarse la fusión, Bayer y Monsanto controlarán el 30 por ciento del negocio de semillas y químicos agrícolas.

Vale la pena mencionar que la empresa estadounidense históricamente se ha visto involucrada en una serie de prácticas poco éticas e ilegales. En algunos sitios ha tenido que pagar multas por corrupción y, como si esto fuera poco, algunos de sus productos han sido catalogados de cancerígenos.

Ecoportal.net

Veo Verde

https://www.veoverde.com

Comparte este contenido:

EE.UU: ‘Crimes Against Humanity’? Who is behind the International Monsanto Tribunal circus?

America del Norte/EE.UU/14 de octubre de 2016/www.geneticliteracyproject.or

Resumen: A partir de octubre de 14-16, el año 2016 , un grupo de activistas del medio ambiente será la sede de un tribunal de imitación en La Haya pretender enjuiciar a Monsanto por crímenes contra la humanidad. La empresa con sede en Missouri vende semillas y pesticidas ingeniería genética, lo que les hace el enemigo número 1 de los activistas contra la tecnología que dirigen el movimiento ambiental global.

screen-shot-2016-10-11-at-9-15-43-pm

From October 14-16, 2016, a group of environmental activists will host a faux tribunal in The Hague to pretend to prosecute Monsanto for crimes against humanity. The Missouri-based company sells both genetically engineered seeds and pesticides, which makes them Enemy No. 1 of the anti-technology activists who lead the global environmental movement.

The International Monsanto Tribunal is being spearheaded by some of the most notable anti-GMO activists in the world, including Vandana Shiva, a philosopher and author who makes $40,00 a speech telling phony stories about Indian farmers committing suicide because they planted genetically modified seeds. The stunt (held in a small school in The Hague, not the International Criminal Court) will “hold Monsanto accountable for human-rights violations, for crimes against humanity, and for ecocide.”

Fake judges will listen to “testimony” from alleged victims to “get a ruling — even symbolic — against Monsanto to bring justice to victims of multinationals.” A few dozen activists from around the world will claim injuries from the herbicide glyphosate (originally under patent by Monsanto as Roundup) or “contamination” from GMO crops, as if such a thing exists; of course any judgment will have no legal standing whatsoever. But it will undoubtedly earn media attention from agenda-driven reporters sympathetic to the cause, and it will convince some people the whole thing is legit.

One of the groups organizing the kangaroo court is the Organic Consumers Association, a nonprofit based in Minnesota. While its name may connote suburban moms and Millennials, it’s far from it. The OCA is one of the most virulent campaigners against science and innovation, opposing nearly every benefit of modernity from vaccines to chemicals. The group claims to represent “over 2 million members, including several thousand businesses in the natural foods and organic marketplace.”

monsantoheader12sprachenIts biggest foe is modern agriculture, genetically engineered crops in particular. The OCA started the annual Millions Against Monsanto march held in major cities around the world to protest “the biotech industry’s contamination of our food supply and destruction of our environment.” (Despite its name, this year’s march in Chicago attracted only a few dozen stragglers.)

The OCA wants a global moratorium on genetically engineered foods and crops, accepting the myth that they harm human health and nature, although thousands of scientific studies attest to their safety and overall benefit to the environment. The group, allied with many activists ONG such a Greenpeace, inhumanely opposes fortified crops such as golden rice, a plant being developed to help ease the scourge of Vitam A deficiency, which debilitates millions of malnourished children each year in the global South.

At the Paris climate conference in December 2015, OCA president Ronnie Cummins announced the Monsanto Tribunal alongside other environmental activists, blaming climate change on — of course — big corporations involved in farming and food: “Why is there so much carbon dioxide, methane, and nitrous oxide in the atmosphere and not enough carbon organic matter in the soil? Corporate agribusiness, industrial forestry, and agricultural biotechnology have literally killed the climate-stabilizing, carbon-sink capacity of the Earth’s living soil.”

But it’s not just corporations that the OCA is going after. Over the last few years, they’ve funded a front group called U.S. Right to Know to attack public scientists communicators who research and teach biotechnology. USRTK is using Freedom of Information Act (FOIA) requests to try to dig up dirt and smear prominent scientists who speak out in favor of genetic engineering.

The group has filed FOIA requests targeting nearly four dozen public scientists and communicators from prominent universities including Harvard, Stanford, and the University of Illinois, looking for any collaboration between the researchers and the biotech industry. [It’s also targeted GLP executive director Jon Entine] USRTK is particularly focused on the University of California-Davis, one of the top agricultural-sciences schools in the world, and it has served UC-Davis with 17 public-records requests since early 2015. In multiple demands over the last 18 months, USRTK sought e-mails from eleven UC-Davis professors and staffers, requesting all correspondence between staff and companies such as Monsanto and Syngenta, PR firms associated with the biotech industry, and even the Bill and Melinda Gates Foundation, which funds crop projects around the world.

Kent Bradford, director of UC-Davis’s Seed Biotechnology Center, hit back. “We are not a ‘sock puppet’ or a ‘shill’ for anyone. We strongly reject USRTKs fundamental premise that public–private collaborations are conspiracies. . . . I am not concerned about the content of our communications, although I cannot prevent selective editing by USRTK in their attempts to justify their false conspiracy theories.” Despite finding no proof that industry influenced the targeted scientists in any inappropriate way, USRTK twisted e-mails to defame some scientists and inflict serious damage on their reputations. At USRTKs prompting, the scientists have been relentlessly harassed and have even received death threats from anti-GMO activists.

Not only is USRTK diverting researchers from doing their job and creating lots of work for campus lawyers, but the group expects the university to pay for it: Speaking for USRTK, “a nonprofit food-research organization,” its head Gary Ruskin requested that UC-Davis scientists “waive all fees in the public interest because . . . this will primarily benefit the public.” But while USRTK cries poor, the group apparently has money to hire lawyers to sue UC-Davis for not fulfilling the FOIAs fast enough; they filed a lawsuit in August demanding that UC speed up its FOIA process.

Phony tribunals and FOIA fishing expeditions show the desperation of the decaying anti-GMO movement. Now that the science confirms the safety and potential of biotechnology (see the National Academy of Sciences report of May 2016), anti-GMO activists can only resort to childish pranks and gutter-level tactics to stay relevant. Even the Luddites would cringe.

Tomado de: https://www.geneticliteracyproject.org/2016/10/12/crimes-humanity-behind-international-monsanto-tribunal-circus/

Comparte este contenido:

Monsanto-Bayer y el control digital de la agricultura

Por: Silvia Ribeiro

El miércoles 14 de septiembre Monsanto aceptó finalmente la tercera oferta de Bayer para comprarla, lo que convertirá a Bayer en la mayor empresa global de agrotóxicos y semillas, además de ser una de las mayores farmacéuticas. Pero siendo de gran magnitud y con impactos de amplio alcance, es apenas una de varias fusiones recientes entre trasnacionales de agronegocios. Hay también movimientos entre las empresas de fertilizantes, de maquinarias y las que poseen bancos de datos que influyen en el proceso agrícola, en una batalla por quién controlará no sólo los mercados, sino también las nuevas tecnologías y el control digital y satelital de la agricultura.

Varios factores influyen en la aceleración de los procesos de fusión que comenzó en 2014. Uno de ellos es que los cultivos transgénicos se están topando con muchos problemas, lo cual acicatea a las gigantes de transgénicos a buscar posiciones más firmes frente a lo que parece ser una fuente de vulnerabilidad creciente. Es significativo que un diario conservador como The Wall Street Journal reconozca que el mercado ha sido afectado por “las dudas” de los agricultores de Estados Unidos sobre los cultivos transgénicos, ya que después de 20 años en el mercado muestran numerosas desventajas: “supermalezas” resistentes a los agrotóxicos, rendimientos que no equiparan el alto costo de las semillas transgénicas, ni el costo de aplicar más cantidad y más fuertes agrotóxicos para matar malezas y plagas resistentes, ni el aumento de trabajo para controlar las hierbas. El desplome de los precios de las commodities agrícolas aceleró el malestar, llevando a que agricultores que sembraban transgénicos vuelvan a buscar semillas no transgénicas, más baratas y con igual o mejor rendimiento. (The Wall Street Journal, 14/9/16,http://tinyurl.com/gtemcmo)

Si se permite la fusión con Monsanto, Bayer pasará a controlar cerca de un tercio del comercio global de agrotóxicos y de semillas comerciales. La operación sigue a las de Syngenta-ChemChina y DuPont-Dow, en un vertiginoso proceso de fusiones y adquisiciones en la industria semillera-agroquímica. Monsanto, Syngenta, DuPont, Dow, Bayer, Basf juntas controlan 100 por ciento del mercado de semillas transgénicas, que ahora quedaría en manos de solamente tres empresas. Estas fusiones están bajo escrutinio de varias agencias anti-monopolios, por constituir bloques que tendrán enorme poder en mercados claves y seguramente producirán aumento de precios de los insumos agrícolas. Además forzarán más leyes y regulaciones a su favor, contra la soberanía alimentaria y las semillas campesinas. Sólo el hecho de que tres empresas controlen todas las semillas transgénicas debería ser un argumento suficiente para cualquier país para rechazar estos cultivos, por la inaceptable dependencia que significan.

Pero el contexto de las operaciones en la cadena agroalimentaria es más complejo, e incluye también a los próximos eslabones de la cadena, tal como detalla el Grupo ETC en su análisis de la fusión Monsanto-Bayer (www.etcgroup.org,http://tinyurl.com/ze6zs2l). Si bien la consolidación del sector semillas y agrotóxicos lleva décadas y está tocando techo, estos dos sectores tienen ventas mucho menores que las empresas de fertilizantes y de maquinarias, grupos que desde hace algunos años comenzaron a incursionar en el mercado de los primeros, estableciendo alianzas estratégicas. Adicionalmente, esas industrias también están en proceso de consolidación. Poco antes del acuerdo Monsanto-Bayer, dos de las mayores empresas de fertilizantes, Agrium y Potash Corp, decidieron fusionarse, transformándose en la mayor empresa de fertilizantes a nivel global. Lo cual, según analistas de la industria, presionó a Bayer a aumentar la oferta por Monsanto.

Paralelamente el sector maquinaria rural –que no se trata sólo de tractores y cosechadoras, sino también drones, robots y sistemas GPS que les permiten colección de datos de campo por satélite– ha venido desarrollando alianzas con todas las gigantes de transgénicos, que incluyen acceso a bancos de datos agrícolas, de suelo, clima, enfermedades, etcétera. En 2015, John Deere, con la mayor empresa de maquinaria a nivel global, acordó con Monsanto comprarle la subsidiaria Precision Planting LLD de datos agrícolas, pero fue demandado ante el Departamento de Justicia, que suspendió la compra, porque John Deere pasaría a “dominar el mercado de los sistemas de cultivo de precisión y podría elevar los precios y ralentizar la innovación, a expensas de los agricultores estadunidenses que dependen de esos sistemas”, ya que Precision Planting LLD y Deere pasarían a controlar 85 por ciento del mercado de cultivos de precisión. (Departamento de Justicia de Estados Unidos, 31/8/16,http://tinyurl.com/j9x6am9).

Como ese acuerdo no se concretó, la subsidiaria sigue como propiedad de Monsanto y por tanto en el paquete de la nueva fusión, lo cual podría darle un nuevo lugar a Bayer en el tema de control digital y mover todas las piezas del juego. Cada vez más, el manejo de datos sobre suelo, clima, agua, genómica de cultivos, hierbas e insectos relacionados, será lo que decida quien controla todos los primeros pasos de la cadena agroalimentaria industrial. En este esquema los agricultores son una mera herramienta en la carrera de las empresas por producir ganancias –no alimentos–, lo que condiciona gravemente la soberanía de los países, y no sólo la alimentaria.

El miércoles 14 de septiembre Monsanto aceptó finalmente la tercera oferta de Bayer para comprarla, lo que convertirá a Bayer en la mayor empresa global de agrotóxicos y semillas, además de ser una de las mayores farmacéuticas. Pero siendo de gran magnitud y con impactos de amplio alcance, es apenas una de varias fusiones recientes entre trasnacionales de agronegocios. Hay también movimientos entre las empresas de fertilizantes, de maquinarias y las que poseen bancos de datos que influyen en el proceso agrícola, en una batalla por quién controlará no sólo los mercados, sino también las nuevas tecnologías y el control digital y satelital de la agricultura.

Varios factores influyen en la aceleración de los procesos de fusión que comenzó en 2014. Uno de ellos es que los cultivos transgénicos se están topando con muchos problemas, lo cual acicatea a las gigantes de transgénicos a buscar posiciones más firmes frente a lo que parece ser una fuente de vulnerabilidad creciente. Es significativo que un diario conservador como The Wall Street Journal reconozca que el mercado ha sido afectado por “las dudas” de los agricultores de Estados Unidos sobre los cultivos transgénicos, ya que después de 20 años en el mercado muestran numerosas desventajas: “supermalezas” resistentes a los agrotóxicos, rendimientos que no equiparan el alto costo de las semillas transgénicas, ni el costo de aplicar más cantidad y más fuertes agrotóxicos para matar malezas y plagas resistentes, ni el aumento de trabajo para controlar las hierbas. El desplome de los precios de las commodities agrícolas aceleró el malestar, llevando a que agricultores que sembraban transgénicos vuelvan a buscar semillas no transgénicas, más baratas y con igual o mejor rendimiento. (The Wall Street Journal, 14/9/16,http://tinyurl.com/gtemcmo)

Si se permite la fusión con Monsanto, Bayer pasará a controlar cerca de un tercio del comercio global de agrotóxicos y de semillas comerciales. La operación sigue a las de Syngenta-ChemChina y DuPont-Dow, en un vertiginoso proceso de fusiones y adquisiciones en la industria semillera-agroquímica. Monsanto, Syngenta, DuPont, Dow, Bayer, Basf juntas controlan 100 por ciento del mercado de semillas transgénicas, que ahora quedaría en manos de solamente tres empresas. Estas fusiones están bajo escrutinio de varias agencias anti-monopolios, por constituir bloques que tendrán enorme poder en mercados claves y seguramente producirán aumento de precios de los insumos agrícolas. Además forzarán más leyes y regulaciones a su favor, contra la soberanía alimentaria y las semillas campesinas. Sólo el hecho de que tres empresas controlen todas las semillas transgénicas debería ser un argumento suficiente para cualquier país para rechazar estos cultivos, por la inaceptable dependencia que significan.

Pero el contexto de las operaciones en la cadena agroalimentaria es más complejo, e incluye también a los próximos eslabones de la cadena, tal como detalla el Grupo ETC en su análisis de la fusión Monsanto-Bayer (www.etcgroup.org,http://tinyurl.com/ze6zs2l). Si bien la consolidación del sector semillas y agrotóxicos lleva décadas y está tocando techo, estos dos sectores tienen ventas mucho menores que las empresas de fertilizantes y de maquinarias, grupos que desde hace algunos años comenzaron a incursionar en el mercado de los primeros, estableciendo alianzas estratégicas. Adicionalmente, esas industrias también están en proceso de consolidación. Poco antes del acuerdo Monsanto-Bayer, dos de las mayores empresas de fertilizantes, Agrium y Potash Corp, decidieron fusionarse, transformándose en la mayor empresa de fertilizantes a nivel global. Lo cual, según analistas de la industria, presionó a Bayer a aumentar la oferta por Monsanto.

Paralelamente el sector maquinaria rural –que no se trata sólo de tractores y cosechadoras, sino también drones, robots y sistemas GPS que les permiten colección de datos de campo por satélite– ha venido desarrollando alianzas con todas las gigantes de transgénicos, que incluyen acceso a bancos de datos agrícolas, de suelo, clima, enfermedades, etcétera. En 2015, John Deere, con la mayor empresa de maquinaria a nivel global, acordó con Monsanto comprarle la subsidiaria Precision Planting LLD de datos agrícolas, pero fue demandado ante el Departamento de Justicia, que suspendió la compra, porque John Deere pasaría a “dominar el mercado de los sistemas de cultivo de precisión y podría elevar los precios y ralentizar la innovación, a expensas de los agricultores estadunidenses que dependen de esos sistemas”, ya que Precision Planting LLD y Deere pasarían a controlar 85 por ciento del mercado de cultivos de precisión. (Departamento de Justicia de Estados Unidos, 31/8/16,http://tinyurl.com/j9x6am9).

Como ese acuerdo no se concretó, la subsidiaria sigue como propiedad de Monsanto y por tanto en el paquete de la nueva fusión, lo cual podría darle un nuevo lugar a Bayer en el tema de control digital y mover todas las piezas del juego. Cada vez más, el manejo de datos sobre suelo, clima, agua, genómica de cultivos, hierbas e insectos relacionados, será lo que decida quien controla todos los primeros pasos de la cadena agroalimentaria industrial. En este esquema los agricultores son una mera herramienta en la carrera de las empresas por producir ganancias –no alimentos–, lo que condiciona gravemente la soberanía de los países, y no sólo la alimentaria.

Silvia Ribeiro, investigadora mexicana del grupo ETC.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/09/17/opinion/021a1eco
Comparte este contenido:

Ley de semillas, genética y agroecología

Por: Sebastian Debenedetti

El 75% de la biodiversidad agrícola acumulada durante milenios por toda la humanidad, se ha perdido en pos de una gran uniformidad de cultivos tóxicos, logrados gracias a una gran erosión genética.

El mejoramiento genético es una disciplina que comenzó, incipientemente, al mismo tiempo que el desarrollo de la agricultura, en las primeras domesticaciones de los cultivos, hace 10.000 años. Así encontramos, como ejemplo, que a partir del Teosintle pasaron millones de años para que, luego de la domesticación de los maíces primitivos, los americanos lograron obtener el Maíz. Asimismo, los cereales de invierno (trigo y avena) fueron desarrollados en la medialuna fértil de medio oriente, y el arroz fue cultivado por antiguos pueblos asentados en las zonas de la actual China y del sudeste asiático.

De esta manera la humanidad le debe gran parte de la existencia de su sistema alimentario agrícola al aporte anónimo y acumulativo que los primeros pueblos originarios nos han dado durante milenios, seleccionando y mejorando constantemente las diferentes especies cultivadas.

La genética agrícola occidental y moderna tiene, como disciplina, un poco más que un siglo de existencia formal y académica. Sin embargo este supuesto “avance racional” en la tecnología fue buscando, en paralelo al desarrollo de la mercantilización universal, diferentes mecanismos para lograr una apropiación del conocimiento acumulado.

De esta manera, el primer gran intento exitoso de impedir el uso propio de la semilla cosechada, forzando la compra compulsiva de semilla cada año, se logró con la aparición de los híbridos comerciales. Al cruzar dos variedades vegetales, se potenciaban fuertemente los rasgos sobresalientes de cada una mientras, al mismo tiempo, se evitaba el uso propio debido a la segregación característica que se evidenciaba en la generación siguiente, volviendo inviable agronómicamente al cultivo.

De todas formas, a pesar de esto último, hasta entrada la década de 1960 la amplia mayoría de la diversidad genética agrícola mundial, se mantenía y amplificaba por el libre intercambio, los viajes y el tráfico de semillas, su compra y venta, el cruzamiento y la selección vegetal en cada ambiente agrícola particular.

En 1961, luego de instalada la “revolución verde” estadounidense, se legalizó la “Propiedad Intelectual de los Obtentores Vegetales” con la invención y adopción por varios países del Convenio Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales, dictado por una “Conferencia Diplomática” el 2 de diciembre de 1961, en París. A partir de ese momento comenzaron a reconocerse legalmente en los países de todo el mundo los derechos de propiedad intelectual de los obtentores sobre las variedades, auto-asignándose la “creación” de las mismas y el “descubrimiento” de otras, apropiándose de la construcción colectiva histórica previa, de toda la humanidad, condensada y sintetizada en las semillas agrícolas.

El proyecto de capitalización occidental de las creaciones fitogenéticas, desarrolladas y socializadas por campesinos y pueblos originarios, se plasmó en la actas de la UPOV (Organización para la Protección de Obtenciones Vegetales), verdaderas “guías legales” que fueron dictando las leyes que permitirían la expropiación de plusvalor por parte de grandes empresas semilleras y el lucro en base a variedades naturales y preexistentes que eran seleccionadas y mejoradas, sin reconocimiento del aporte previo.

La ley de semillas 20.247 que rige en Argentina responde textualmente a las actas de modificación de 1972 del Convenio Internacional de la UPOV. No obstante, sucesivas enmiendas (aproximadamente 1000) modifican sustancialmente la ley. Esto ha abierto las puertas a que actualmente grandes transnacionales como Monsanto, Syngenta, Basf, Bayer, etc. utilicen o puedan utilizar cualquier semilla de una variedad conocida o desconocida, o incluso otras plantas comestibles obtenidas a partir de la biodiversidad regional, como fuente para insertar sus transgenes. De esta manera se han generado principalmente cultivos resistentes a herbicidas o lepidópteros, transformándolos en verdaderos vehículos de contaminación genética humana, y fuente de toxicidad alimentaria a gran escala.

De este modo, el 75% de la biodiversidad agrícola acumulada durante milenios por toda la humanidad, se ha perdido en pos de una gran uniformidad de cultivos tóxicos, logrados gracias a una gran erosión genética.

La agroecología promueve el rescate de las prácticas y saberes campesinos e indígenas, interactuando libremente con el conocimiento logrado por la modernidad en pos de un diálogo dialéctico donde, del contraste entre visiones anteriormente opuestas y encontradas, surge una síntesis superadora. Esta disciplina implica una visión opuesta al agronegocio, especialmente aquel basado en la ingeniería genética, implicando la vuelta a la chacra mixta, descartando el uso y abuso de los agroquímicos, bregando por cultivos comestibles sabrosos y libres de fertilizantes y pesticidas, proponiendo un manejo holístico y equilibrado del ecosistema agrícola (la interacción armónica entre planta, suelo, agua, ambiente, animales y pobladores rurales).

En este contexto la genética agroecológica, como nueva disciplina, tiende a proponer planes de selección y mejoramiento contextuales, integrados y anclados en los territorios, vinculados a la interacción con animales e insectos locales para lo que es preciso que sean tolerados por los cultivos, promoviendo no solo el aumento de la productividad sino también el arraigo rural y la sustentabilidad socio-ambiental que ese aumento en la producción permita lograr.

De este modo, la agroecología no solo rechaza la nueva ley Monsanto de semillas basada en el acta UPOV 1991 que, al limitar el uso propio también criminaliza las prácticas ancestrales de libre circulación de semilla. Asimismo, rechaza la actual ley de semillas de la dictadura militar de Lanusse, modificada por el Menemismo, que sentó las bases del modelo agroindustrial actual, expandido a gran escala en la última década. La apropiación del conocimiento acumulado y la transformación de los alimentos en armas biotecnológicas, fue un plan de largo plazo. Hoy, con la nueva ley de semillas en debate, estamos ante el final de un largo proceso de mercantilización monopolista de la vida.

Sin embargo, no obstante las buenas intenciones de la agroecología, no se nos escapa el hecho de que, sin un cambio social radical en la organización de la sociedad, es altamente probable que las grandes transnacionales adopten el programa agroecológico, capitalizándolo y vaciándolo de contenido, propendiendo a una transformación del sentido en un programa Capitalista Agroecológico.

En este contexto de movilización contra la ley Monsanto de semillas, proponemos que la semilla transgénica sea claramente rotulada, que se promueva un plan nacional de estímulo a la agricultura campesina de raíz regional, desarrollado un amplísimo programa nacional de conservación y expansión de los recursos genéticos locales que permita rescatar en primera instancia las semillas locales y criollas para luego estimular su uso y su mejoramiento genético en un marco agroecológico, con la inclusión de una reforma agraria integral para potenciar una amplia producción de alimentos saludables, socialmente sustentables y económicamente viables.

Tomado de: http://www.laizquierdadiario.com/Ley-de-semillas-genetica-y-agroecologia

Comparte este contenido:
Page 1 of 2
1 2