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¿Por qué Davos ha sobrevivido a Porto Alegre?

¿Por qué Davos ha sobrevivido a Porto Alegre?

 

El Foro Económico Mundial de Davos reinaba soberano en los años de predominio eufórico del neoliberalismo en el mundo. Era la expresión del impresionante éxito con que surgía el modelo neoliberal en todo el mundo.El escenario preveía el cambio de tornas más impresionante en el mundo desde las reacciones a la crisis de 1929. Pero, a diferencia de aquel momento, que decretaba el funeral del liberalismo, considerado responsable de la crisis, esta vez era el renacimiento del liberalismo, bajo nueva forma, pero reafirmando sus principios básicos.

La emergencia espectacular del neoliberalismo, de la mano no solamente la derecha conservadora tradicional, sino también de las corrientes socialdemócratas e incluso de fuerzas nacionalistas. La tan pregonada superación de la polarización entre derecha e izquierda parecía concretarse, así como el fin de la historia y la imposición transversal del Consenso de Wáshington.

En aquel momento, lo máximo que se lograba era hacer manifestaciones frente al Forum de Davos, que era el escaparate mundial de las grandes personalidades globales. A lo más se lograba reunir un cierto número de personas abajo, mientras los otros subían hacia Davos y ocupaban los grandes espacios de los medios de comunicación del mundo.

De repente, conforme fueron surgiendo crisis en gobiernos neoliberales –México, Brasil, Argentina, Corea del Sur, entre otros- fue siendo posible levantar, modestamente, banderas alternativas. El mismo lema con que lanzamos el Foro Social Mundial de Porto Alegre, tan sólo insinuaba que “Otro mundo es posible”, simplemente combatiendo la idea de que la historia tendría un único cauce. Ni siquiera se decía que mundo era posible, a pesar de que se anunciaba que otro mundo, distinto al del neoliberalismo, era posible.

Convocamos al Foro Social Mundial de Porto Alegre para congregar a todos los que discrepaban del Foro Económico Mundial de Davos. La contraposición entre lo social y lo económico ya indicaba un horizonte distinto entre los dos Foros.

Porto Alegre fue escogido, en primer lugar, por estar en el Sur del mundo. En segundo, porque Brasil era el país de una izquierda que resistía al neoliberalismo, con el PT, la CUT, el MST, Lula. En tercer lugar, porque Porto Alegre proponía una forma distinta de administración publica, con los presupuestos participativos.

Cabían fuerzas distintas, de movimientos sociales a ONGs, pasando por intelectuales europeos, norteamericanos, latinoamericanos, asiáticos y africanos. Pero la Carta aprobada por el FSM ya anunciaba sus limites, relacionados con la ausencia de partidos políticos. Era la influencia liberal, promovida por ONGs y por intelectuales del Norte del mundo, que terminaría condenando el futuro del FSM.

Había una identificación con la “sociedad civil”, en contraposición al Estado, repitiendo lo esencial del pensamiento liberal. El antiestatismo era el responsable de la ausencia de partidos políticos y, mas tarde, de los gobiernos antineoliberales latinoamericanos.

El pensamiento que proponia “cambiar el mundo sin tomar el poder”, de John Holloway, intelectual europeo identificado con el zapatismo; las teses de Toni Negri, que condenaban al Estado como fuerza conservadora; las posiciones de otros intelectuales europeos, como Boaventura de Sousa Santos, entre otros, que proponían la centralidad de la sociedad civil en contra del Estado, asumidos por gran parte de las ONGs, se han impuesto y condenado al FSM a la intranscendencia y a la impotencia.

Fuerzas políticas que se sumaron a la polarización sociedad civil/Estado, propugnado mediante las tesis de la “autonomía de los movimientos sociales”, renunciando a la disputa hegemónica en la sociedad, como los piqueteros argentinos y el zapatismo mexicano, que han desaparecido o han perdido fuerza.

Pero la lucha antineoliberal avanzaba y seguía por otras vías. La elección de gobiernos como los de Hugo Chávez, de Lula, de Néstor Kirncher, del Frente Amplo, de Evo Morales, de Rafael Correa, apuntaba como la superación del neoliberalismo necesitaba del Estado. ¿Cómo promover la centralidad de las políticas sociales, sin gobiernos que se valieran del Estado para ponerlas en práctica? ¿Cómo afirmar la solidaridad internacional entre esos gobiernos, sin un Estado fuerte? ¿Cómo financiar las políticas sociales sin bancos estatales fuertes?

Mientras las corrientes predominantes en el FSM se confundían con las tesis del Estado mínimo del mismo neoliberalismo, gobiernos antineoliberales fortalecían al Estado y avanzaban en la construcción de políticas sociales, de desarrollo económico y distribución de renta, de soberanía externa.

En un mundo en que el neoliberalismo se ha agotado, se podría esperar que el FSM de Porto Alegre representara el antineoliberalismo. Pero el FSM ha desaparecido prácticamente, por las posiciones políticas equivocadas que han predominado, mientras el FEM de Davos se flexibilizaba, para incorporar temas ecológicos y hasta de lucha en contra la desigualdad. Mientras que las fuerzas que representan el proyecto original de Porto Alegre, son partidos políticos, gobiernos y Estados democráticos y populares.

Fuente de la Información: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=265426&titular=%BFpor-qu%E9-davos-ha-sobrevivido-a-porto-alegre?-

Autor: Emir Sader

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Nuevos propósitos de 2020, el año de la educación en valores

Por: Educación 3.0

Elaborar una lista de buenos propósitos para trabajar valores como la igualdad, el compromiso social o el fomento de la lectura con el objetivo de incentivar el pensamiento crítico es un buen plan para comenzar el año. Para ello, te invitamos a participar en diversas iniciativas promovidas por distintas organizaciones para concienciar a tu alumnado.

La educación en valores debe estar presente en la vida de niños y jóvenes de todas las edades y en todos los ámbitos. En el aula puede transformarse en una serie de propósitos con los que comenzar un nuevo año profundizando y concienciando acerca de diversos aspectos.

La solidaridad, la empatía o el compromiso social son valores con los que los estudiantes del presente pueden llevar a cabo cambios que transformen su futuro. Así lo muestran los distintos movimientos sociales a favor del planeta y la conciencia medioambiental, como Fridays For Future encabezado por la activista Greta Thunberg, o las manifestaciones a favor del feminismo en muchos países del mundo.

De este modo, y desde clase, se pueden seguir los siguientes propósitos para alcanzar una mayor inclusión, igualdad o conciencia medioambiental entre el alumnado:

1.   Trabajar la sostenibilidad medioambiental

Mision #plasticfree

El comienzo del año significa seguir preocupándose por la responsabilidad ambiental como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En su necesidad de atravesar todos los ámbitos, tiene que estar presente en las escuelas para lograr un impacto positivo y permanente en la comunidad educativa y cívica. Esta concienciación se puede ver en iniciativas como la de Leroy Merlin, que por cuarto año consecutivo pone en marcha su programa de educación ambiental. En esta edición, Misión #plasticfree, el programa se ha propuesto que alumnado y profesorado reflexionen sobre su patrón de consumo hacia posturas más sostenibles y responsables con el medioambiente.

2.   Fomentar la inclusión

Once Upon a time

No sólo hay que centrarse en el entorno que nos rodea. Para que los propósitos de este año sean verdaderamente responsables también hay que enfocarse en las personas, en todas y cada una de ellas. Aquí es donde entran en juego conceptos como el de inclusión y solidaridad que concursos como el del Grupo Social ONCE quieren desarrollar. Este año, su 36 edición “ONCE Upon a time: La mirada de tod@s” pretende romper con el modelo que trata de forzar a las personas a encajar de manera rígida y sin profundizar en su contexto personal, emocional y social. ¿Cómo? A través de la innovación pedagógica que permite que los estudiantes sean protagonistas de su propia educación.

3.   Poner la responsabilidad en el centro

Abanca propósitos educación en valores

La característica común de estos valores es la responsabilidad. Desarrollar este concepto en los centros es otro de los objetivos a conseguir y para ello se deberían abordar todas sus dimensiones. La educación debe fomentar tanto la responsabilidad social como la económica e introducirlas en el aula es muy sencillo si se cuenta con la ayuda de programas de sensibilización. El que lleva a cabo la Fundación CASER “La Misión, por la inclusión ¡pasa a la acción!, quiere fomentar a través de la investigación una mayor conciencia social en clase. Por su parte, la 2ª ed Segura-Mente de Abanca es una iniciativa sobre educación financiera pensada para ayudar a que los estudiantes adquieran una capacidad crítica en cuanto a la asunción de responsabilidades y toma de decisiones. En este punto, se habla del fomento de la cultura de la prevención, necesaria en los futuros adultos.

4.   Trabajar la igualdad en los centros educativos

Tú puedes ser lo que quieras Barbie propósitos educación en valores

Uno de los propósitos más claros es trabajar por la igualdad de todas las personas: incluso las más pequeñas reivindican su lugar en el mundo y reclaman tener más referentes femeninos, escasos en los libros de texto. Una injusticia histórica con la que ha querido romper por ejemplo la 2º edición del programa educativo de Barbie. Bajo el lema “Tú Puedes Ser lo Que Quieras”, recupera a las profesionales olvidadas y ayuda a que el alumnado se plantee sin límites su futuro, trabaje en colaborativo y reflexione sobre lo que quiere ser.

5.   Leer más y fomentar la lectura en el alumnado

Agus& Monsters propósitos educación en valores

Es necesario fomentar la lectura en los más pequeños. En los libros también encontramos un altavoz social que se dirige directamente a la generación que transformará el futuro como se muestra en concursos editoriales como el de Casals, que presentó el año pasado la 5ª edición del concurso educativo de dibujo Agus& Monsters, una iniciativa para fomentar la creatividad y la animación entre niños y niñas.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/nuevos-propositos-2020-ano-educacion-valores/122327.html

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21E: nueva jornada de protestas en Colombia

21E: nueva jornada de protestas en Colombia

Colombia vive este martes la primera jornada de protestas del año, en las que se registraron manifestaciones, acciones de calle y bloqueos en el transporte público tanto en Bogotá como en otras ciudades contra las políticas del Gobierno de Duque. En Bogotá se planificaron dos grandes marchas y 11 plantones en diferentes, como el Parque Nacional y el Parque de Los Hippies.

En esta jornada, trabajadores, estudiantes, indígenas y activistas sociales anunciaron un cacerolazo en rechazo al asesinato de líderes sociales, los abusos de la fuerza pública y las políticas sociales del Gobierno, entre otras demandas. La protesta de este 21 de enero, la primera del año después de las masivas manifestaciones de noviembre y diciembre contra las medidas sociales y económicas del Gobierno de Iván Duque, fue convocada nuevamente por el Comité Nacional de Paro bajo el lema «defensa de la vida». Es que en apenas tres semanas que van de año han sido asesinados alrededor de veinte líderes sociales, en promedio uno diario.

La movilización es también en rechazo al Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad), responsable de la muerte de Dilan Cruz, de 18 años, quien falleció el pasado 25 de noviembre en Bogotá a raíz de las fuertes heridas sufridas en la cabeza por un proyectil letal disparado por un miembro de ese cuerpo policial.

Al cacerolazo que se realizará en horas de la tarde se unirán distintos sectores para poner sobre el tapete los reclamos sociales y económicos, como el rechazo a la recién aprobada reforma tributaria, además de repudiar las interceptaciones ilegales del Ejército a políticos, magistrados y periodistas.

Así, en horas de la mañana en el populoso sector popular de Suba, en el noroeste de Bogotá, se generaron bloqueos a las estaciones del sistema masivo de transporte Transmilenio y enfrentamientos de manifestantes con la Policía en la avenida principal. El Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía actúa para reprimir con el pretexto de abrir las vías.

En otros puntos de la ciudad, como la arteria vial de la Caracas y la localidad de Bosa (sur), se cerró la operación en varias estaciones del transporte Transmilenio, mientras que en la importante Avenida Séptima que cruza buena parte de Bogotá se desviaron los buses debido a las manifestaciones.

Mientras escribimos estas notas las fuerzas del Esmad reprimen en varios puntos de Bogotá. Las manifestaciones se han extendido por otras principales ciudades del país, como Medellín, Cali y Bucaramanga, donde también se anunciaron marchas y plantones.

Estas jornadas de movilizaciones en Colombia tuvieron inicio el 21 de septiembre del año pasado contra las políticas del Gobierno de Duque y las décadas de políticas neoliberales que a la par de la represión continua del Estado han transformado a Colombia en uno de los países mayor desigualdad social.

Fuente de la Información: https://www.laizquierdadiario.com/Vivo-21E-nueva-jornada-de-protestas-en-Colombia

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Pulso social a la reforma de las pensiones en Francia: los puntos de vista cruzados de Stéphane Sirot, de Jean-Pierre Page y de Benoît Foucambert

Redacción: Kaosenlared

«…Ha llegado el momento de sacar las consecuencias de todos estos compromisos que socavan la credibilidad del sindicalismo y la acción colectiva. La fuerza del actual movimiento reivindicativo ofrece la oportunidad de contribuir a «ajustar todas las cuentas«.

Es un movimiento social histórico, de una potencia y una duración récord – ya supera al de diciembre de 1995 – que se levanta para defender las pensiones de los trabajadores ante la contrarreforma lanzada con toda brutalidad por parte de un régimen, el de Macron, a las órdenes de la UE y del MEDEF. (Movimiento de Empresas de Francia).

  • Antiguo responsable del departamento internacional y miembro de la comisión ejecutiva confederal de la CGT [Confédération Général du Travail] y antiguo responsable sindical del Val-de- Marne, Jean Piere Page recientemente firmó con la editorial Delga un brillante análisis sobre las derivas de esta confederación titulado CGT, pour que les choses soient dites [CGT, las cosas claras]
  • Militante de base, responsable de la FSU [Fédération syndicale unitaire] en Tarn y en Occitania, Benoît Foucambert está comprometido con la huelga inter-provincial en curso y en la construcción de la unidad de acción intersindical para la retirada del proyecto Macron
  • Stéphane Sirot es historiador y especialista de primer orden del sindicalismo y del movimiento social

Mientras «sigue adelante» la huelga en el transporte ferroviario y el bloqueo de las refinerías toma cuerpo, Iniciativa Comunista les ha pedido que respondan a las preguntas planteadas por nuestro periódico. He aquí el resultado de su reflexión, que les agradecemos cordialmente.

– Georges Gastaud, director político de Iniciativa Comunista.

¿Cuáles son, en vuestra opinión, los elementos esperanzadores del actual movimiento y también sus puntos débiles que habría que trabajar para ganar esta batalla y las siguientes?

Jean-Pierre Page: Los trabajadores en lucha desde el 5 de diciembre y los que los apoyan, es decir, una amplia mayoría de nuestro pueblo, han comprendido una cosa muy sencilla: que van a tener que trabajar más años aun y por pensiones más reducidas. Esta constatación que cada cual puede hacer, choca con el espíritu de nuestro mismo modelo social, herencia de numerosas luchas sociales y políticas, del programa del CNR [Conseil national de la Résistance] y de los avances progresistas de la Liberación, fundado en la solidaridad interprofesional e intergeneracional. De hecho, con su pretendida “reforma” el gobierno Macron y la comisión de Bruselas defienden otro tipo de sociedad cuando entregan miles de millones de la caja de nuestras pensiones a la rapacidad de las aseguradoras y a los fondos de pensiones, sobre todo USA. Esta reforma considerada por muchos como “la madre de todas las batallas” es el principal pilar de su contra-revolución liberal. Por consiguiente, actuar hoy por la jubilación es luchar todos juntos por los valores y principios, por vivir con dignidad y por elegir una sociedad que no se base en el enriquecimiento de unas pocas empresas financieras y de los oligarcas privilegiados que las dirigen. Este sentimiento de injusticia que inspira esta «reforma» no es indiferente a la determinación y combatividad que caracteriza esta lucha en la que participan muchos jóvenes, entre ellos estudiantes y alumnos de secundaria, pero también, por ejemplo, abogados o el Ballet de la Ópera de París, en una gran diversidad. Lo que es muy positivo es que la acción colectiva está recobrando sentido, contribuyendo a unirnos en base a una fuerte convicción: ¡todos estamos preocupados, debemos retirar este malvado proyecto! Esto constituye una nueva dimensión, que le da la espalda al corporativismo. Como no habíamos visto en mucho tiempo ha, el sector privado se encuentra al lado del sector público. Si bien se hace referencia principalmente al movimiento huelguístico entre los ferroviarios, la RATP [Régie Autonome des Transports Parisiens] o el sector de la energía, así como entre los sanitarios o los profesores, muchas empresas están también involucradas en la huelga con el objetivo de hacerse oír, bloqueando la economía y golpeando al Capital donde más duele. Así ocurre, por ejemplo, en las refinerías como las de Lavera o Grandspuits, o puertos petroleros como el de Fos. Hemos entrado en una nueva fase de la confrontación de clases y de la contradicción Capital/Trabajo. Estamos frente a la lógica de un capitalismo que la causa. Esta toma de conciencia puede progresar muy rápidamente, por supuesto si se libra una importante batalla de convicciones fundamentada sobre este punto y no sólo sobre las consecuencias. Todavía no hemos llegado a ese punto, pero el proceso que se está llevando a cabo desde hace algunos años, y en particular desde hace más de un año con la batalla de los Chalecos amarillos, ha creado condiciones más favorables. Esto puede suponer un avance significativo en la relación de fuerzas entre el Capital y el mundo del trabajo. La resistencia y la rebelión son ideas muy vivas. La amplitud de la acción colectiva muestra que la iniciativa puede cambiar de bando. Puede permitir un repliegue hacia la resignación y la fatalidad. Obviamente, las huelgas son un sacrificio muy duro para un gran número de trabajadores y familias modestas, especialmente en tiempos como estos, y eso exige grandes esfuerzos para ayudar a mantenerse y por lo tanto para la solidaridad, ya sea material o política.

Hay que señalar también la importancia del apoyo internacional. Francia por supuesto no es el único país donde los pueblos dicen no al neoliberalismo. Ahí está el ejemplo de América latina. Pero el hecho de que un importante país capitalista tenga a su pueblo movilizado es muy significativo. Por eso hay temor en el adversario de que se haga contagioso, y por eso el uso masivo que se ha hecho de la represión. Francia, decía Marx, es el país donde las luchas entre clases se llevan hasta las últimas consecuencias.

Es, evidentemente, una fuente de inspiración para muchos trabajadores del mundo. En este marco, la importante movilización internacional de la FSM [Federación Sindical Mundial], zanja de manera particular con el posicionamiento de organizaciones como la CES [Confédération Européenne des Syndicats] que descubre la huelga el único día en que la CFDT [Confédération française démocratique du travail] participa en ella aportándole un apoyo exclusivo e ignorando deliberadamente la CGT y la FO [Force ouvrière].

Hay una gran combatividad que perturba ciertas ideas recibidas y costumbres y pone contra la pared a todo el mundo, incluidos los sindicatos. Las exigencias son fuertes y hay que tenerlas en cuenta. Eso obliga, o debería obligar, a muchos cuestionamientos en relación con estrategias sindicales de discutible eficacia. En muchos casos, los sindicatos y trabajadores ellos mismos se hacen cargo y actúan independientemente de algunas orientaciones confederales, incluso las desautorizan como se vio con la CFDT y la UNAS [Union Nationale des Syndicats Autonomes], y eso está muy bien.

Creo que existe el riesgo en algunos dirigentes sindicales de pretender hacer de locomotora de un movimiento, de fomentar los corporativismos o querer encarnar solos una acción de esta amplitud haciendo prueba de un radicalismo extremo que no corresponde al estado de ánimo real de los trabajadores. El exceso a menudo es prueba de debilidades y es preferible pasar de él.

Creo que lo importante es que esta movilización tiene necesidad urgente de encontrar una salida política. Y eso es un obstáculo mayor que dificulta toda búsqueda de alternativas y de perspectivas. Hace ya muchos años que la patronal acostumbraba a decir que no se hace la misma política en un país con influencia comunista de más del 20 % y una CGT presente y activa en las empresas. Es un hecho que la aceptación más o menos del orden neoliberal, o el de las instituciones europeas considerado como un horizonte infranqueable para numerosas organizaciones sindicales y políticas, no hace más que contribuir a las fantasías de una potencial Europa social. Igualmente peligrosa es la ilusión de que las propuestas por sí solas puedan permitir hacerse oír mejor justificando la elección de un partenariado social libre de contradicciones de clase. Todo esto tiene un efecto educativo desastroso.

Lo positivo es que el movimiento actual ha empezado a emanciparse de unos comportamientos que desde hace más de 25 años vienen arrastrando fracasos y bloqueos. Así pues, constato que deshaciéndose de la estrategia de huelgas a salto de mata y de un sindicalismo aborregado, se va viendo poco a poco la luz. Ya no es un tabú hablar de huelga general, de bloquear la economía. Eso es alentador, siempre y cuando, por supuesto, saquemos las consecuencias…

Stéphane Sirot : El movimiento social desencadenado el 5 de diciembre tiene muchas ventajas. De entrada, por si fuera necesario, es la demostración de la existencia de un sustrato de crítica social y de combatividad de un muy alto nivel. Desde este punto de vista, parece interesante replantear esta movilización actual dentro de una cronología más amplia. Efectivamente, después de la contestación de la llamada ley El Khomri en 2016, Francia está atravesando un periodo de ebullición social cuasi permanente. Al final del quinquenio Hollande, la oposición a esta ley del “Trabajo” provocó un record de jornadas de acción, de marzo a julio de 2016, al mismo tiempo que se despliega el movimiento “De noche en pie”. De paso, se da el golpe de gracia a la candidatura del presidente social-liberal para un segundo mandato de cinco años. Luego viene Emmanuel Macron, elegido por defecto en mayo de 2017; una de sus primeras iniciativas fue desmadejar un poco más el código laboral, con las ordenanzas que llevan su nombre, lo que generó varias jornadas de movilizaciones puntuales nuevamente fallidas. Pero desde finales de 2017 hasta el verano de 2018, una ola ininterrumpida de conflictos sociales volvió a sacudir el país: desde los funcionarios de prisiones hasta los trabajadores ferroviarios, el personal del EHPAD [Établissements d’Hébergement pour Personnes Âgées Dépendantes], los trabajadores de la salud, los funcionarios y los estudiantes. Después del interludio de verano, en el otoño de 2018, comienza el movimiento de los Chalecos amarillos que durará varios meses. Después de una nueva pausa veraniega, la huelga masiva del personal de la RATP el 13 de septiembre de 2019 augura la magnitud de las actuales huelgas y manifestaciones, cuyo resultado y duración nadie puede predecir. En otras palabras, el movimiento social de hoy es el eslabón de una cadena de protestas con una extensión cronológica sin precedentes.

Otro punto interesante a tratar son las prácticas empleadas. Si bien las jornadas de acción continúan marcando el desarrollo de la protesta contra la contrarreforma de las pensiones, no son ya la única forma de presión que manejan los sindicatos. Hay un resurgimiento de las huelgas prorrogables, acompañadas de sus tradicionales asambleas generales (AG) diarias. Sin duda, la retroalimentación de los fracasos del pasado reciente forma parte de esta reapropiación de un método históricamente clásico, pero ampliamente abandonado durante los movimientos sociales de alcance nacional. Desde la movilización de 2003 contra la extensión del periodo de cotización de los funcionarios para su jubilación hasta la de 2016 contra la ley El Khomri, pasando por la de 2010 contra la reforma de Sarkozy que retrasaba dos años la edad legal de jubilación, todas han fracasado al basarse en prácticas que tienden a privilegiar la manifestación sobre la huelga. En los ferrocarriles, en la primavera de 2018, el intento de innovar convocando una huelga de dos días de cada cinco, y anunciando el calendario de paros laborales con varias semanas de antelación, resultó infructuoso. El historial negativo general de estos desafíos, en cuanto a su capacidad para doblegar a los poderes políticos, es sin duda lo suficientemente recurrente como para plantear interrogantes acerca de los métodos que pueden llevar al triunfo de las reivindicaciones. A esto se añade una de las constataciones del movimiento de los Chalecos amarillos: sólo los planteamientos transgresores de la lucha social son más que nunca propicios para sacudir el orden dominante y obligarlo a hacer concesiones. Ahora bien, también aquí se puede observar una reapropiación de los métodos transgresores (bloqueos, cortes de electricidad, manifestaciones no anunciadas, etc.) en el ámbito sindical, que se habían puesto voluntariamente entre paréntesis en nombre de una unidad de sindicatos alineada en el mínimo común denominador, o de la «batalla de opiniones», considerada a veces como un fin y no como un medio dentro de una relación de fuerzas más general.

Dicho esto, incluso de cara a la opinión pública, la lucha por la retirada de esta contrarreforma tiene mayores ventajas: por una parte su universalidad, pues todos se sienten concernidos; por otro lado, está la imagen de un “presidente de los ricos” y de su gobierno que, pase lo que pase, ya no son creíbles pues que su fundamento argumental está basado en la retórica del “progreso social”; su política es juzgada estructuralmente desigual por tres cuartas partes de los franceses.

En resumen, este movimiento social presenta una serie de ventajas nada despreciables. Si hubiera que encontrarle un punto débil, me parece que sería sobre todo y una vez más, su falta de relevo y de salidas políticas. La situación y desmenuzamiento de las fuerzas naturalmente susceptibles de proporcionárselo es un hándicap en la perspectiva de una metamorfosis de la capacidad de resistencia que demuestra el mundo del trabajo de una dimensión defensiva hacia una perspectiva de ataque que es la única que le permitiría reconquistar eso que los políticos liberales han ido quitando al pueblo desde hace ya casi cuarenta años. ¡Y de ese modo, salir de una vez de ese único esquema reactivo en el marco de las movilizaciones sociales nacionales, vigente, al fin y al cabo, desde mayo-junio del 68!

Benoit Foucambert: La fuerza del movimiento actual se debe en gran medida a la etapa de desarrollo de nuestras sociedades y a las contradicciones que las atraviesan. Básicamente, el poder está en manos de los representantes directos de las grandes empresas, lo que antes se llamaba el gran capital monopolista, cuya «gente» puebla los ministerios, la alta administración y controla los grandes medios de comunicación… Esta fracción dominante de la clase dominante se apoya en capas formalmente asalariadas pero muy privilegiadas e interesadas directamente en el poder del capital: (académicos de los medios de comunicación, abogados conniventes, publicistas, editorialistas acaparadores,…) y en un aparato represivo reforzado.

Esta casta impone al resto de la población su política de regresión social en beneficio únicamente del interés del capital que choca no solo contra algunas capas sociales llamadas de clase media y en vías de proletarización (por ejemplo, los enseñantes), sino también contra las capas no monopolistas estranguladas también ellas por los grandes grupos financieros o las grandes empresas que imparten órdenes.

Tanto es así que venimos observando desde hace décadas un vasto enfrentamiento de clases, unas veces silencioso, otras abierto, entre los intereses del capital monopolista y los del resto de la población, que dibuja la posibilidad de una concentración popular mayoritaria que agrupa a la aplastante mayoría del mundo salarial pero también a capas no monopolistas: artesanos, pequeños productores, algunas profesiones liberales, pequeños y medianos agricultores, por no decir algunos proletarios provenientes aparentemente de la pequeña patronal (auto-emprendedores, “ubers”,, etc.)…

1995, 2003, 2005, 2010 y hasta hoy, diciembre de 2019, cada uno a su manera, son años de momentos de cristalización de esta lucha en movimientos sociales muy fuertes, muy potentes apoyados por la mayoría de la población.

La cuestión de las pensiones, central en la actual lucha pero no única pues que concentra las rabias acumuladas desde hace años, permite establecer esta alianza de distintos grupos sociales que comparten el mismo interés y explica la potencia del movimiento actual, aunque no hay que olvidar al movimiento de los Chalecos amarillos que ha reavivado en muchos el fuego de la revuelta popular. En cualquier caso, el “todos juntos al mismo tiempo” que se expresa con fuerza en las manifestaciones y en las Asambleas Generales tiene una base material real que le da fuerza y que atemoriza al poder que sabe que no estamos lejos del umbral crítico en el que puede prender la Huelga General.

Sin embargo esto no puede apoyarse en un cierto número de tendencias que él mismo ha fomentado. Así el estallido de los sectores industriales y de las concentraciones obreras ha debilitado el sindicalismo en las empresas privadas; y el empleo masivo de temporales, de auto-emprendedores ultra-precarizados pesa sobre la organización colectiva de la clase y sobre las capacidades de movilización. Aunque hay muchos paros laborales en el sector privado, el movimiento actual sigue siendo impulsado masivamente por los trabajadores del PS o de los servicios públicos, así como por los sectores privados donde todavía existen «bastiones sindicales» rojos, como en la industria química o portuaria. Estos últimos, al igual que los ferroviarios, los electricistas-gas o los trabajadores de la RATP, están librando una magnífica lucha de clases. Otros sectores, como el de la educación, están respondiendo masivamente a los llamamientos nacionales y están llevando a cabo acciones que pueden ser renovadas, y las Asambleas Generales interprofesionales que se están desarrollando a nivel de base son una fuente de esperanza porque están construyendo el conjunto en una acción continua.

Pero hay que señalar la dificultad inicial de coordinar los sectores entre sí y establecer una estrategia común. Si el objetivo es hacer que el gobierno escuche las demandas, las manifestaciones exitosas pueden ser suficientes; si el objetivo es obligar al gobierno a escuchar, es decir, hacer que se retracte de sus planes, es necesario construir una correlación de fuerzas extendida y esto debe ser preparado, anunciado y construido antes del estallido del conflicto. No basta con decir «estamos comprometidos y ya veremos lo que pasa».

Lo que falta aun es la afirmación explícita por parte de las organizaciones sindicales nacionales de que, ante a la guerra social librada por este poder, debemos construir el bloqueo a las ganancias capitalistas. Ahora bien este bloqueo no puede ser improvisado; tiene que ser cuidadosamente preparado, y es seguramente este aspecto el que todavía presenta algunos problemas, más allá de la magnífica combatividad de los trabajadores en lucha.

Lo que falta, por fin, y esto no es de hoy, es una perspectiva política de un cambio de poder y de la sociedad que dinamice y se apoye en las luchas. Por supuesto, esto significa cuestionar radicalmente el sistema en el que vivimos y las instituciones nacionales y supranacionales que resultan de él. Como acabamos de ver, la base sociológica objetiva para tal perspectiva existe.

Y como la lucha actual es un formidable acelerador de la historia y las conciencias avanzan muy rápidamente, podemos confiar en que puede ganar o, en el peor de los casos, crear las condiciones subjetivas para una victoria cercana.

¿Debemos alegrarnos de la «oposición» de la CFDT a un aspecto de la contrarreforma, o más bien, con la experiencia de las traiciones de esta central, no habría que pensar la unidad de las fuerzas sindicales sin la «contribución» de Laurent Berger?

Benoit Foucambert: El peso real del CFDT en las luchas es muy pequeño. Cuando la CFDT convocó una manifestación el 17 de diciembre pasado, su grupo, en la manifestación de Albi, por ejemplo, era de unas 50 personas de las 15.000 que participaron. Parece ser que la CFDT y L. Berger que la lidera están y estarán siendo utilizados por el poder y los medios de comunicación para tratar de dividir el movimiento.

De todos modos, es interesante observar que algunas bases que quedan de la CFDT, desautorizaron a L. Berger; por ejemplo los ferroviarios de la CFDT, que no quisieron seguirlo en su deseo declarado de una tregua de Navidad con Macron.

De forma más general, rechazar la edad pivote y apoyar la jubilación por puntos, como hace la CFDT, no tiene sentido; la única interrelación que tiene sentido es la que llevan desde el principio la CGT, la FO, la FSU y los Solidaires [Union syndicale Solidaires] sobre la base muy explícita de la retirada de la contrarreforma en su totalidad y no sólo en este o aquel aspecto o para este o aquel sector. Esto es lo que sale masivamente en todas las manifestaciones y en todas las Asambleas Generales.

Por otra parte, el dispositivo de Macron es tal que, incluso si el poder retirase la mención oficial de los 64 años, la combinación de los criterios impuestos a los “interlocutores sociales” para gestionar las pensiones por puntos (límite máximo del 14% del PIB, exigencia, al estilo de Maastricht, de equilibrar las cuentas en todo momento mientras se silencian las cotizaciones por el robo de los salarios diferidos o socializados, el crecimiento del número de pensionistas, etc.), llevaría a los mencionados «socios», a saber, el MEDEF [Mouvement des entreprises de France] y la CFDT, a aumentar progresivamente la edad de la jubilación por su cuenta, como ya lo están haciendo para los complementos AGIRC/ARCO [régimen de pensión complementaria de asalariados cuadros]. Esto es sin duda lo que la CFDT solía llamar «autogestión» y ahora llama, en el idioma alemán, cogestión: la gestión por los propios trabajadores de la regresión social disfrazada de «negociación».

Jean-Pierre Page: Ni que decir tiene que no debemos hacernos ilusiones sobre la CFDT, y no porque se haya adherido tardíamente a la lucha. Obviamente su actitud no es indiferente para la definición del movimiento de protesta. Sin embargo, creo que el papel de la CFDT no puede reducirse a la traición, aunque en realidad a menudo pueda parecerlo. La CFDT es típicamente un sindicato de colaboración de clases, y su trayectoria confesional sin duda alguna no es ajena a ello. Está desarrollando con Macron y su gobierno una asociación cómplice, como lo demuestran las numerosas declaraciones de representantes del gobierno, del partido en el poder y de las asociaciones patronales, ampliamente difundidas por los medios de comunicación a instancias del Palacio del Elíseo.

Dicho esto, la CFDT y Laurent Berger, a menudo se olvida que es el presidente de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), son coherentes consigo mismos. Berger está a favor de la reforma del sistema de pensiones por puntos que desean Macron y Bruselas; sólo se opone en un tema, el de la edad pivote de 64 años*.

Por mi parte, creo que hay en el aparente giro de la CFDT, un escenario de rescate a favor de Macron y su «reforma». Probablemente se va a escenificar una retirada por parte del gobierno de la edad pivote y algunas pequeñas mejoras. Esto será tenido como un mérito de la CFDT, que mejorará su imagen y la del sindicalismo reformista, razonable y orientado a las propuestas y negociaciones. Supondrá también una prueba de la capacidad de escucha del gobierno, permitiría salvar al soldado Macron y a la política europea de las consecuencias políticas de este movimiento huelguístico sin precedentes del que fueron precursores los Chalecos Amarillos, y así aislar a la fracción más combativa de los trabajadores en lucha y a los sectores de la CGT que defienden posiciones de clase.

Esto indica cuán importante es tener siempre claros los roles de cada uno, dentro y fuera de la CGT. De ello depende la continuación y el éxito de la acción. Como dijo Sun Tzu en El arte de la guerra: «Si conoces a tu enemigo y te conoces a ti mismo, no tienes que temer el resultado de 100 batallas». Esto es tanto más indispensable cuanto que algunos dirigentes sindicales acogieron favorablemente la decisión de la CFDT del 17 de diciembre, considerándola como una nueva justificación de la estrategia del sindicalismo solidario. Por lo tanto, debe recordarse que la participación de la CFDT fue paralela y bajo una forma distinta a la de un llamado a la demostración junto con el CGT, FO, FSU, UNSA. Su llamamiento a una tregua para finales de año, aunque fuera un fracaso, formaba parte de la intensa propaganda mediática destinada a desacreditar la huelga, pero sobre todo, lo que hay que recordar de la decisión de la CFDT a favor del 17 de diciembre, es que se basaba en objetivos radicalmente distintos a la pura y simple retirada de la reforma.

Stéphane Sirot: La oposición de la CFDT a la «edad pivote» tuvo sin duda un efecto positivo en la opinión pública en su momento: fue capaz de convencer a los menos politizados y más indecisos del carácter perjudicial de esta contrarreforma.

Por el contrario, no contribuyó a reforzar la movilización sobre el terreno: los trabajadores ferroviarios de la CFDT, en desacuerdo con su confederación, ya estaban en la lucha, mientras que el llamado confederal a manifestarse el 17 de diciembre apenas engrosó las filas de las manifestaciones ni las de los huelguistas. Por otra parte, la posición de Laurent Berger, ampliamente difundida en los medios de comunicación, centró gran parte del debate sobre la cuestión de la «edad pivote», mientras que el principio de la jubilación por puntos a voluntad se presentaba como una cuestión subsidiaria, si no definitivamente zanjada.

El sindicalismo de «partenariado social» o de lobbying defendido por la central considerada reformista (¡o deberíamos decir contrarreformista!) también parecía amenazador para la dinámica de la movilización en la medida en que, obviamente, sus dirigentes intentaban, a través de reuniones y discusiones telefónicas, desarrollar una escapatoria para ellos mismos y para el gobierno. Consistiría en ver a éste, el gobierno, dejar caer la «edad pivote», para permitir que la CFDT se desentendiera, reivindicando el «éxito» y abriendo para el gobierno la perspectiva de una caída de la huelga del transporte y, por lo tanto, una muerte lenta del movimiento social.

El ‘hasta-el-final’ del gobierno no ha permitido aun que este escenario se desarrolle, pero no hay nada que diga que no será así a principios de enero, con la reanudación de las «concertaciones».

E n otras palabras, el resultado positivo de un movimiento social como el que estamos conociendo depende sobre todo de la legitimidad de las reivindicaciones y de las decisiones tomadas por las asambleas generales de la huelga, y no de la unidad de las confederaciones. Tanto más cuanto que una parte de estas últimas, como la CFDT, pero también a nivel nacional la ANS y la CFTC [Confédération Française des Travailleurs Chrétiens], sólo piensan en esquivar las relaciones de fuerza y en establecer sistemáticamente compromisos a pérdida con interlocutores institucionales cuyas reivindicaciones se consideran, en el fondo, más legítimas que las de los asalariados en movimiento, apoyados por la mayoría de los franceses.

Además, este campo sindical contrarreformista se encuentra en grandes dificultades. Por un lado, es perfectamente estéril cuando el «socio», el gobierno o la patronal, rechaza la mano que le tiende. Por otro lado, ha visto cómo el sindicalismo ejecutivo se desprende de él: la CFE-CGC [Confédération française de l’encadrement – Confédération générale des cadres], un hecho novedoso, se ha situado del lado de la protesta y, en contra de sus costumbres, ha llamado a la movilización y a la manifestación. Esto contribuye a un cambio útil en la relación de fuerzas dentro del ámbito sindical.

Los folletos y pasquines sindicales no dicen nada sobre la «recomendación» europea que pide a Francia que establezca un «régimen de pensión único» para » ahorrar varios miles de millones”. ¿No es perjudicial para la lucha guardar silencio sobre la naturaleza de la construcción europea?

Stéphane Sirot: La Unión Europea ultraliberal es, en efecto, un ángulo muerto del movimiento social. Y ello a pesar de que la contrarreforma de las pensiones forma parte de la panoplia de medidas cautelares desplegadas por las instituciones comunitarias para continuar el saqueo del trabajo en beneficio del capital. Por otra parte, no es casualidad que la UE y la OCDE se encuentren entre los más fervientes defensores de las pensiones por puntos y, en última instancia, por su capitalización. Hay un enorme mercado potencial aquí y un enorme yacimiento de beneficios.

Este silencio puede explicarse por una combinación de razones e hipótesis. En primer lugar, es cierto que los grandes movimientos sociales se desarrollan históricamente en un marco nacional y desafían directamente las decisiones del Estado, que se percibe como el principal responsable y el interlocutor directo. Para dar un paso más y poner las cosas en perspectiva, parece indispensable una formalización del contexto global por parte de los líderes sindicales, apoyada por los relevos políticos.

Sin embargo, por parte de los sindicatos, el cuestionamiento de la construcción europea casi nunca está en la agenda a nivel confederal. No está en absoluto del lado del campo contrarreformista; sólo está muy marginalmente y con gran cautela del lado del sindicalismo de «transformación social». Ambos están incluidos en la Confederación Europea de Sindicatos, que está anclada en un enfoque que acompaña a la construcción liberal de Europa, para amortiguar en el mejor de los casos los choques, pero sin llegar a cuestionarla estructuralmente.

¿No es significativo que la CES haya esperado hasta el día de la acción, el 17 de diciembre, para publicar un comunicado de apoyo a los sindicatos franceses, es decir, en el momento en que la CFDT convocó una manifestación? Por otra parte, la misma CES guardó silencio los días anteriores, incluido el del 5 de diciembre. En resumen, mientras el principal sindicato contrarreformista no llamara a unirse a las manifestaciones, la CES permaneció en silencio. Como si, de hecho, la única demanda legítima fuera la adaptación de la contrarreforma de las pensiones, no su abandono.

En el plano político, sobre todo por parte de las fuerzas de izquierda o incluso de extrema izquierda, la crítica a la construcción europea también carece muy a menudo de fuerza y claridad, cuando no se la identifica estrictamente con una forma de nacionalismo. Esto, por cierto, contribuye a hacer el juego al orden dominante actual, que busca organizar el espacio político, tanto a nivel nacional como europeo, en torno a una brecha entre el «progresismo» y el «nacionalismo».

Más allá de la enfermedad crítica a la que se refiere esta situación, es perjudicial para el mundo del trabajo y sus movimientos sociales. En esencia, contribuye a ponerlos sistemáticamente a la defensiva, en reacción a las nuevas y constantes ofensivas del liberalismo extremo en el poder, mientras alimenta la posición de espera de que una extrema derecha que está muy contenta aparezca como una alternativa importante a este liberalismo extremo. Esto hace que sea más urgente salir de este esquema mortal.

Benoit Foucambert: Este es un hecho general que encaja con lo que se dijo anteriormente. El capital monopólico organizado a nivel continental dio origen y controla a la Unión Europea sobre la base de tratados que graban en piedra su dominio. Las directivas, recomendaciones y otras regulaciones europeas apuntan todas en la misma dirección, la de los intereses del gran capital. Esto es cierto en la energía (privatización de EDF [Électricité de France]), en el transporte (privatización de la SNCF [Société nationale des chemins de fer français]), en la educación (reformas Blanquer)… pero también en el derecho laboral y las pensiones. Las leyes «laborales» de El-Khomri-Macron respondían de este modo a las recomendaciones europeas, de la misma manera que hoy en día la pensión por puntos responde a las recomendaciones de Bruselas al mismo tiempo que a las de la patronal MEDEF; la primera es «copia» de la segunda.

Así que sí, la cuestión europea debe integrarse en el pensamiento y la acción sindical y no debe ser en ningún caso un tabú o un fetiche. Hoy, no es sólo Macron quien ataca a los trabajadores, sino todas las fuerzas dominantes organizadas a nivel nacional y supranacional.

En lugar de mantener no importa qué mito sobre una Europa social que no existe, habría sido más útil, por ejemplo, utilizar el ejemplo de la lucha victoriosa de los trabajadores belgas contra la pensión por puntos de hace dos años para prepararse para el conflicto en Francia. Es tan cierto que la preocupación por la soberanía de los pueblos de Europa, incluido el nuestro, no contradice sino que complementa la preocupación por desplegar la única Europa que vale la pena, la Europa de las luchas.

Si queremos ganar en lo sustancial, tenemos que vencer al poder que nos está estrangulando. Dado que este poder está organizado a nivel nacional, pero también en la UE, no tenemos más remedio que luchar, o no luchar, contra esta construcción europea, como lo hace la CGT desde hace mucho tiempo. Sin olvidar, por supuesto, el desarrollo de vínculos de lucha con los trabajadores de otros países de la UE que sufren de la misma política de ruptura social generalizada.

Jean-Pierre Page: Es obvio que el silencio sindical sobre las directivas europeas de pensiones es una laguna en la batalla y, por otra parte, una confesión vergonzosa, que Macron y su gobierno están explotando. La declaración de la CES en apoyo flagrante de la CFDT es significativa. En Bélgica, la movilización social y política ha vencido a la jubilación por puntos, por lo que resulta sorprendente que las confederaciones de la mayoría de los países europeos no hayan sacado ninguna conclusión al respecto. La Unión Europea realmente quiere montar una tómbola. Dondequiera que se haya impuesto este sistema, los montos de las pensiones han disminuido y se ha alargado la edad pivote. En Alemania, el nivel de las pensiones ha disminuido un 10% en relación con los salarios. El número de alemanes que viven por debajo del umbral de pobreza se ha duplicado desde 1990, cada vez más personas pobres utilizan los bancos de alimentos, casi tres millones de personas mayores de 65 años viven por debajo del umbral de pobreza. En Suecia, que se cita a menudo como ejemplo, hay que trabajar hasta los 68,5 años para recibir la cantidad que se tenía antes de la reforma a los 65 años.

Esta situación catastrófica es bien conocida, pero no preocupa a ese engranaje de las instituciones europeas que es la CES, simplemente porque se adhiere sin restricciones a los objetivos de la integración europea que se cuida de no criticar, sobre todo porque depende financieramente de ella. Tampoco oímos a los líderes de las confederaciones sindicales en Europa, incluida la CGT, expresar sus opiniones sobre la nocividad de esta política, que pretende alinearse de abajo hacia arriba desarrollando una precariedad a ultranza y rompiendo los sistemas sociales.

Es de todo punto increíble que Thierry Breton, que acaba de ser nombrado nuevo comisario europeo, cuestione fuertemente al gobierno francés sobre la aplicación absoluta de un sistema de pensiones por puntos. ¡Silencio en las filas del sindicato!

Así, el Programa Nacional de Reformas (PNR), que resume los compromisos anuales de París con la Unión Europea, cuyo último ejemplar fue presentado en Bruselas en abril de 2019, estipula en particular: «el acceso al empleo y la revalorización del trabajo es una prioridad, mediante la reforma del mercado laboral y la reducción de los costes, la revalorización de las rentas del trabajo y la modernización del seguro de desempleo y de los sistemas de pensiones».

Todavía estamos esperando la reacción de los sindicatos. Es cierto que el reciente congreso de la CES ha querido subrayar el carácter positivo de la acción de la Comisión de Bruselas, felicitando a Jean-Claude Junker «por haber salvado la Europa social».

¿Cómo se puede aceptar, como sindicalista de la CGT, encontrarse bajo el control de la CES, que ahora está encabezada por el jefe de la principal organización sindical que, junto con la CES, apoya la pensión por puntos? Por no hablar del apoyo de Laurent Berger, el nuevo presidente de la CES, a la idea misma de «unión sagrada» deseada por Macron y su séquito directamente asociado a la alta finanza de los fondos de pensiones y los seguros privados, como ilustró Jean-Paul Delevoye.

Ha llegado el momento de sacar las consecuencias de todos estos compromisos que socavan la credibilidad del sindicalismo y la acción colectiva. La fuerza del actual movimiento reivindicativo ofrece la oportunidad de contribuir a «ajustar todas las cuentas«.

(*) Según el gobierno francés, si todo el mundo se jubila a los 62 años como en la actualidad, el régimen de pensiones se desequilibraría, por eso propone el gobierno una edad de equilibrio o edad pivote, los 64 años, que consolidaría el sistema de pensiones. (NdT)

Fuente: https://kaosenlared.net/pulso-social-a-la-reforma-de-las-pensiones-en-francia-los-puntos-de-vista-cruzados-de-stephane-sirot-de-jean-pierre-page-y-de-benoit-foucambert/

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Mujeres en los movimientos sociales africanos

Redacción: El Salto Diario

Tres mujeres explican su visión como activistas dentro de los movimientos sociales Y’en a Marre, LUCHA y Balai Citoyen.

Tres mujeres, tres países, tres contextos muy diferentes y tres maneras de entender el activismo. Todas ellas firmemente involucradas en el cambio social y político en sus países. Una de ellas es Denise Sow, nacida en Kaolack (Senegal), cofundadora del movimiento social senegalés “Y’en a Marre” (¡Ya estamos hartos!). La segunda es Rebecca Kabugho, nacida en Goma (RD Congo), militante del movimiento congoleño LUCHA (acrónimo de “Lutte pour le Changement”). La última de ellas es Stéphanie Bationo, nacida en Ouagadougou y residente en París desde los 12 años, militante del movimiento burkinés “Le Balai citoyen” (la escoba ciudadana).

Ellas hablarán sobre sus respectivos movimientos sociales, en qué contexto nacieron y qué buscan conseguir a través de sus acciones. Asimismo compartirán sus experiencias y reflexiones sobre el camino hacia la transformación social y democrática de sus países. Pero sobre todo lo harán sobre qué significa ser mujer y activista dentro de un movimiento social africano, qué dificultades han experimentado por serlo, y cómo ven su presente y futuro en la lucha.

UNA SOCIEDAD MOVILIZADA: Y’EN A MARRE, LUCHA Y BALAI CITOYEN

Y’en a Marre nace en 2011 en Dakar, Senegal. Se formó gracias a periodistas, raperos y graffiteros, cansados de la situación política y económica de su país. Sus denuncias empezaron tras los recurrentes cortes de luz, pero sus reivindicaciones pasaron rápidamente a tratar temas como el desempleo juvenil, el ineficaz sistema sanitario, los problemas de la educación pública y la corrupción.

Denise Sow, militante del movimiento desde su formación, comenta que querían crear algo que uniera a los senegaleses para combatir conjuntamente. Este “era el momento de tomar el destino en nuestras manos y cambiar las cosas”, añade. Su primer contacto con la política fue a través de Y’en a Marre, ya que “el resto de movimientos y partidos políticos no me representaban, siempre repetían los mismos discursos y nunca cambiaba nada”.

El primer contacto con la política de Denise Sow fue a través de Y’en a Marre: “el resto de movimientos y partidos no me representaban, siempre repetían los mismos discursos y nunca cambiaba nada”

El 18 de enero de 2011 Y’en a Marre se presentaba en público en la plaza del Souvenir, en Dakar. Sow señala que “fue el día de su creación cuando me convencí de que ese era mi sitio, junto con periodistas y artistas comprometidos”. Asegura que no lo hizo tanto por sí misma sino por las generaciones futuras, ya que “no quería que ellos viviesen lo mismo que yo he vivido: más de 30 años sin que nada cambiase, siempre con los mismos problemas y sin ninguna solución”.

En los últimos meses, Y’en a Marre ha creado un observatorio de la democracia y de la nueva gobernanza, donde quieren atraer a jóvenes a la política. También han organizado talleres de formación para ayudarlos a crear sus propias asociaciones y garantizar su autonomía económica.

Otro de los movimientos sociales más activos en África es LUCHA, nacido en 2012 en Goma, capital de la provincia de Kivu del Norte. Se definen como un movimiento ciudadano, no violento y no partidista que lucha por el cambio social y político en la República Democrática del Congo.

Sus primeras acciones se centran en la denuncia por la falta de agua y de electricidad en Goma. Rebecca Kabugho, militante de LUCHA desde que tenía 19 años, define su país como un lugar donde ‘‘no hay justicia, no hay libertad de expresión; no tenemos ni agua ni electricidad”. Y eso a pesar de que “la RD Congo es un país rico con lagos, cascadas y recursos naturales’’, añade la activista. En este contexto, LUCHA nace de las manos de un grupo de jóvenes indignados, que buscaban otras mecanismos para exigir cambios y poder expresarse libremente.

En la actualidad, LUCHA centra sus esfuerzos en conseguir la gratuidad de la educación primaria o en mejorar la condiciones del servicio de telefonía móvil.

Rebecca Kabugho LUCHA

Rebecca Kabugho del colectivo LUCHA  ARNAU QUINQUILLÀ

Balai Citoyen se fundó en 2013 en Ouagadougou, capital de Burkina Faso, por parte de dos artistas, el cantante de reggae Sams’K The Jah y el rapero Serge Bambara («Smockey»). Pero no fue hasta 2014 que tomó vuelo como movimiento. Su principal objetivo era evitar la reforma del Art. 37 de la Constitución, que permitiría al por aquel entonces presidente Blaise Compaoré presentarse a su reelección.

Stéphanie Bationo explica que Balai Citoyen fue creado para garantizar la alternancia política ya que “estábamos hartas, llevábamos 27 años con el mismo presidente en el poder”. Y añade que después de todos estos años el país “se encuentra en un estado lamentable. No hay justicia social, y la escuela es un desastre. Por no hablar del sistema sanitario”.

Estando en París decidió unirse a Balai Citoyen, donde difundían la realidad política del movimiento y de Burkina Faso a Francia y al resto del mundo. Desde la diáspora las redes sociales ocupan un papel fundamental, y según la activista “la insurrección funcionó porque había redes sociales y gente movilizada para difundir la información”.

Actualmente sus esfuerzos están enfocados de cara a las elecciones de 2020: “Desde París queremos sensibilizar y concienciar a la gente para que vote” comenta Bationo, y añade que “tenemos que votar bien, no podemos volver atrás”.

SER ACTIVISTA Y MUJER EN EL CONTEXTO AFRICANO

Cuando se les pregunta sobre el significado de ser activista y mujer en un movimiento social africano las voces se vuelven disonantes. Por un lado, Bationo cree que el hecho de ser mujer dificulta en gran medida la práctica política, que considera muy masculinizada. Pero eso no significa que las mujeres estén apartadas del debate político, sino todo lo contrario: la mujer burkinesa ocupa el centro de la vida en todas sus formas. “Ellas lo hacen todo: son las que trabajan, las que van al mercado, las que cuidan a los niños, etc. Sin embargo, siempre han estado involucradas políticamente. Es el marido el que da la cara, pero es la mujer la que habla”, afirma. Esto conlleva que las mujeres que toman la palabra en el contexto burkinés lo hagan excepcionalmente y las que son portavoces acostumbran a tener personalidades fuertes.

Bationo reconoce que la realidad en Francia es muy diferente, allí tiene menos dificultades para hablar en público. No obstante, su condición de mujer negra en la diáspora tampoco es fácil: “por un lado ser activista y mujer ya es especial, pero el hecho de ser mujer, negra y activista es mucho más complicado.”

Partiendo de un contexto y visión muy diferentes, Denise Sow (Y’en a Marre) considera que la mujer senegalesa goza de igualdad de género en la mayoría de ámbitos, también en el movimiento social que integra. Sow es miembro del noyau dur (núcleo duro, en francés), espacio donde se debaten y organizan las acciones futuras. Sow afirma que en el noyau dur siempre se ha tenido en cuenta su punto de vista, así como el del resto de mujeres que lo conforman. De hecho, el movimiento lo constituyen un buen número de mujeres que lo representan dentro y fuera del país. En definitiva, la activista no duda en que “el hombre no es superior a la mujer en el movimiento, todos estamos en pie de igualdad: no hay distinción entre mujeres y hombres”.

Stéphanie Bationo - Balai Citoyen

Stéphanie Bationo de Balai Citoyen PEPA ROSELLÓ

Sow no duda que su organización no es una excepción dentro de la sociedad senegalesa, ya que esta es “sinónimo de igualdad en todos los sentidos”, y añade: “Quizás hubo una época en que la mujer se quedaba cuidando del hogar, sin poder trabajar. Pero hoy en día no es así: la mujer senegalesa es siempre respetada”. Para la activista la lucha feminista es una cuestión superada: “No veo ninguna razón para ser feminista ya que no puedo reclamar los derechos que ya tengo”. “La mujer ya tiene la palabra, la mujer ya tiene sus derechos garantizados, la mujer ya tiene su igualdad y paridad garantizada”, puntualiza.

Más alineada con Bationo, Kabugho de LUCHA considera que la situación de las mujeres activistas en la RD Congo es muy complicada, en que ambos sustantivos tienen un gran peso y juntos multiplican las dificultades. Por un lado, cualquier activista en la RD Congo tiene que hacer frente a “la presión familiar, a las amenazas de los servicios de seguridad, a la represión violenta, a las detenciones arbitrarias y a la tortura física y psicológica”. Por el otro lado, las mujeres que se unen al movimiento reciben “las amenazas relacionadas con el género, la percepción cultural errónea de que las mujeres tienen su lugar en la cocina y el énfasis en que las mujeres aporten en la cama y no en cambiar su país”.

Respecto a las acciones que organizan cada movimiento en defensa de la mujer, Sow señala que desde Ye’n a Marre no se realiza ninguna lucha específica “sino que nos centramos en las luchas de todos, sean mujeres, hombres o niños”.

Bationo comenta que mientras desde París no hacen acciones específicas en defensa de los derechos de las mujeres, en Burkina Faso se llevan a cabo pequeñas acciones para apoyarlas en su vida diaria.

A pesar de las dificultades que experimentan las mujeres burkinesas cuando ocupan el espacio político, ellas fueron las primeras en salir a protestar durante las manifestaciones del 2014

A pesar de las dificultades que experimentan las mujeres burkinesas cuando ocupan el espacio político, ellas fueron las primeras en salir a protestar durante las manifestaciones del 2014. Marcharon con su spatula —un utensilio básico en cualquier cocina burkinesa— que representa “un símbolo fuerte del poder de las mujeres, ya que si te tocan con él ya no eres hombres en absoluto”—explica Bationo. Muchos jóvenes se unieron al movimiento al ver a sus madres protestar.

Kabugho explica que en LUCHA la mayoría de acciones por la liberación de la mujer se dirigen a romper estereotipos sobre ellas. En Goma, su ciudad, se centran también en garantizar su seguridad ya que “muchas mujeres son víctimas de abusos y violaciones cuando van lejos en busca del agua”. Kabugho ve como una prioridad personal “defender los derechos de las mujeres, en particular las que están en prisión”.

Sobre la importancia de la participación de las mujeres en la lucha, Sow envía un mensaje claro: “nosotras haremos nuestros deberes recordándote que vives en este presente y que debes decidir: tomar el destino con tus manos o dejar que tus hijos vivan en la pobreza”. Bationo, por su lado, anima a sus compañeras a salir y les recuerda que no tengan miedo, que “aunque estemos equivocadas, salgamos a luchar… Por lo menos aprenderemos juntas”.

Kabugho cree que las mujeres son esenciales en la lucha y les anima a que participen no solo desde la calle, sino también desde el arte o la música. Ella piensa que las mujeres y los hombres cambiarán juntos la RD Congo, y añade que “los dos tenemos puntos fuertes y débiles, juntos nos complementamos y somos más fuertes”.

Juntas o por sí mismas las mujeres juegan (y jugarán) un papel fundamental en el cambio social y político del África, en este largo camino que hay que andar. Y es que el cambio es un proceso largo y necesario, como nos lo recuerda Sow: “Cuando se planta un baobab se necesita tiempo para que crezca y dé frutos. Pero no seremos nosotros quienes los comamos, sino nuestros hijos: depende de nosotros que nos sacrifiquemos por ello”.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/africa/mujeres-en-los-movimientos-sociales-africanos#

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Libro: Redes de indignación y esperanza: los movimientos sociales en la Era de Internet, de Manuel Castell

Reseña:

Ocurrió cuando nadie lo esperaba. En un mundo presa de la crisis económica, el cinismo político, la vaciedad cultural y la desesperanza, simplemente ocurrió. Conectadas a través de las redes sociales de Internet, las personas empezaron a agruparse en esos espacios de autonomía y, desde la seguridad del ciberespacio, pasaron a ocupar las calles y a elaborar proyectos ligados a sus verdaderas preocupaciones, por encima de las ideologías y de los intereses dominantes, reclamando su derecho a hacer historia. En todos los casos ignoraron a los partidos políticos, desconfiaron de los medios de comunicación, no reconocieron ningún liderazgo y rechazaron toda organización formal, debatiendo colectivamente y tomando sus decisiones en asambleas locales y a través de Internet. Desde Túnez e Islandia hasta la revolución egipcia y el movimiento Ocupar Wall Street, pasando por los indignados en España, Manuel Castells arroja luz sobre esos movimientos —su formación, su dinámica, sus valores y sus perspectivas de transformación social—, que han llegado a alcanzar a 82 países. Al hilo de su esclarecedor y apasionante análisis, identifica las nuevas vías del cambio social que han surgido en este siglo y plantea hipótesis sobre sus implicaciones prácticas. Un libro, en definitiva, imprescindible para comprender —y cambiar— nuestro mundo.
Fuente: https://derechoalaciudadflacso.files.wordpress.com/2014/01/manuel-castells-redes-de-indignacic3b3n-y-esperanza.pdf
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