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Movimientos sociales de Brasil denuncian cierre de escuelas rurales

América del sur/Brasil/Prensa Latina

Los movimientos sociales de Brasil denuncian hoy el elevado número de escuelas rurales que cerraron durante 2019 como consecuencia de los recortes presupuestario del gobierno de Jair Bolsonaro.

En declaraciones a la prensa la profesora y miembro del Colectivo Nacional del Sector de Educación del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), Marisa de Fátima da Luz, precisó que el Censo Escolar del pasado año detalló que hubo una caída de 145 mil 233 estudiantes menos en las aulas rurales brasileñas.

‘Necesitamos ampliar el debate con la sociedad, para que el número de escuelas cerradas en zonas rurales pueda cesar. Lo que hemos visto es una política que generalmente destruye los derechos sociales y, en consecuencia, genera un mayor número de cierre de centros docentes’, explicó la educadora.

Al respecto, precisó que el gobierno utiliza el Censo realizado por el Ministerio de Educación para monitorear todas las escuelas del país y, según los números, asigna recursos del Fondo para el Mantenimiento y el Desarrollo de la Educación Básica y el Apreciación de los Profesionales de la Educación (Fundeb).

En ese sentido, Fátima da Luz enfatizó que a menos inscripciones completadas en la zona interior del territorio brasileño, las autoridades envían menos dinero a las bases.

Según el Censo, la educación integral sigue siendo poco accesible para los estudiantes rurales. En 2019, solo 637 mil 667 de las cuatro millones 665 mil 963 inscripciones para las enseñanzas primaria y secundaria fueron completadas, equivalente al 13,6 por ciento del total.

Ante la realidad mostrada por los datos, la miembro de MST insistió que son el reflejo del debilitamiento de las políticas estructurales y los derechos sociales por parte del Gobierno Federal.

La investigación del Ministerio refiere que las escuelas rurales están masivamente bajo la autoridad de los ayuntamientos, -el 85 por ciento de los centros son municipales-, el resto son del sector estatal.

La municipalización tiene dos caras, explicó Fátima da Luz, ‘por un lado, es buena porque acerca a la población al poder y facilita el diálogo; por el otro, dificulta el acceso a las inversiones federales, de donde sale la mayor parte del dinero que debería destinarse a la educación’, detalló.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=332434&SEO=movimientos-sociales-de-brasil-denuncian-cierre-de-escuelas-rurales
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Libro(PDF): Antología del pensamiento crítico guatemalteco contemporáneo

Reseña: CLACSO

La tarea de elaborar una antología del pensamiento social crítico en Guatemala ha supuesto un esfuerzo en varios sentidos. En primer lugar, delimitar qué se entiende por pensamiento crítico, y luego, decidir qué período abarcar, cuáles autoras y autores incluir, y cuáles los textos pertinentes […].

Para acotar la búsqueda se comprendió como pensamiento social crítico al conjunto de ideas elaboradas desde perspectivas divergentes, a contracorriente de los discursos y las historias oficiales, que han sido el resultado de la investigación, análisis, sistematización y reflexión sobre la realidad de la sociedad guatemalteca, con el propósito de desentrañar las estructuras de poder que sostienen un orden desigual, de raíces coloniales, que niega derechos y limita el desarrollo humano de la mayoría de la población, particularmente de las mujeres, y los pueblos indígenas.

En la antología que ahora se presenta, se incluye a treinta y cinco autoras y autores, mujeres y hombres, de diversas identidades, y generaciones. Algunos con una producción muy vasta y otros que inician sus reflexiones. Se trató de mostrar una polifonía de voces y perspectivas, y para efectos de una mejor comprensión se establecieron cuatro ejes que dan cuenta de las principales preocupaciones sociales, intelectuales y políticas que han predominado en las décadas de finales del siglo veinte e inicios del veintiuno: “Estado, política, sociedad y economía” (Eje 1); “Violencia política, movimientos sociales, memoria e historia” (Eje 2); “Etnicidad, relaciones interétnicas, racismo” (Eje 3); y, por último, “Cuerpos, género, feminismos, sexualidades, violencia” (Eje 4). […]

Considero este texto como un aporte más en el conocimiento de la producción intelectual en Guatemala, una invitación a profundizar en el pensamiento social crítico, a identificar autorías, temas y problemáticas que ahora no fueron incorporadas. Una motivación para continuar indagando y construyendo la historia de los aportes intelectuales en el país, ampliando miradas y ejes de análisis, temporalidades y temáticas.

Autores (as):

Ana Silvia Monzón. [Coordinadora]

Guillermo Toriello. Edelberto Torres Rivas. Matilde González-Izás. Gladys Tzul Tzul. Claudia Dary Fuentes. Alfredo Guerra-Borges. Gustavo Palma. Patricia Castillo. Manuel Ángel Castillo. Gabriel Aguilera. Jorge Romero Imery. Mario Payeras. Ricardo Falla. Carlos Figueroa Ibarra. Yolanda Colom. Ana María Cofiño. Julio Castellanos Cambranes. Miguel Ángel Albizúrez. Edgar Ruano Najarro. KajKok (Máximo) Ba Tiul. Saría Acevedo. Severo Martínez Peláez. Marta Elena Casaús. Demetrio Cojtí. Carlos Guzmán Böckler. Arturo Taracena. Aura Marina Arriola. Irma Alicia Velásquez Nimatuj. Aura Cumes. Alaíde Foppa. Ana Lorena Carrillo. Yolanda Aguilar. Lily Muñoz. Ana Lucía Ramazzini. Francisca Gómez Grijalva. Emma Delfina Chirix García. Cuerda La. Luz Méndez. Walda Barrios-Klee. Glenda Joanna Wetherborn. [Autores y Autoras de Capítulo]

Editorial/Editor: CLACSO.

Año de publicación: 2019

País (es): Argentina

Idioma: Español

ISBN: 978-987-722-556-3

Descarga: Antología del pensamiento crítico guatemalteco contemporáneo

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=1811&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1361

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Democracia confrontacional del siglo XXI

Democracia confrontacional del siglo XXI

Juan J. Paz y Miño Cepeda

En América Latina, durante el siglo XIX, las fuerzas centrales en la lucha política fueron los conservadores y los liberales. Se trató de un conflicto entre élites, lo que la sociología histórica ha denominado Estado-oligárquico. Los conservadores, apoyados por la Iglesia católica, defendieron la tradición familiar, el orden terrateniente, el progreso casi exclusivamente agrario en alianza con agro-exportadores, mineros, comerciantes importadores y banqueros. Eran partidarios de gobiernos fuertes e incluso autoritarios.

Asimismo consideraban legítimo e institucional el sometimiento a su poder  de las poblaciones campesinas, indígenas y negras. Creían que la férrea estructura piramidal de la sociedad respondía a aceptables principios aristocráticos, y hasta a realidades inevitablemente construidas, por cuanto la desigualdad correspondia a un orden divino. La democracia debía ser restringida, tanto como los derechos, para lograr una paz y armonía sociales sujetas al poder.

Para los liberales, el orden conservador representaba al “feudalismo” y por ello abogaban por la modernidad capitalista, centrada en la potenciación de la manufactura, la industria y el amplio comercio internacional; pretendían la separación de la iglesia y el Estado, implantar el laicismo, fortalecer la educación y la asistencia públicas.

Confiaban en la democracia abierta, el imperio de la ley y la justicia, el pleno desarrollo de los derechos individuales. Solo los radicales, que eran algo así como el “ala izquierda” del liberalismo, comprendieron la incipiente presencia de los obreros y la necesidad de establecer derechos sociales. Sin duda, liberales y radicales portaban el camino futuro de la historia, mientras los conservadores representaban el pasado.

En México y Argentina, con sus respectivas Reformas a mediados del siglo XIX, se implantaron tempranamente regímenes liberales, aunque no como fruto de procesos pacíficos. En otros países, las confrontaciones políticas adquirieron rasgos de intolerancia, a tal punto que el bipartidismo acudió a la insurrección armada y  la guerra civil. Esas expresiones fueron particularmente duras en Centroamérica o en Colombia, donde la violencia ha tenido una historia bicentenaria.

Pero las luchas bipartidistas no lograron solucionar las herencias históricas de la desigualdad, la pobreza o el poder de minorías acumuladoras de la riqueza. De modo que en su matriz incubó la emergencia de nuevas clases sociales, como el sector obrero y las capas medias urbanas.

Además, con el inicio del siglo XX, tanto la expansión del imperialismo americanista, como el despertar de las ideas anticapitalistas de la mano de las doctrinas obreristas, anarquista y anarcosindicalistas, socialdemócratas, neo-católicas, de los diversos socialismos utópicos, e incluso del incipiente marxismo, produjeron el nacimiento de nuevos partidos y la consolidación del espacio político de la izquierda (no necesariamente marxista), todo lo cual determinó la lenta superación histórica del bipartidismo latinoamericano tradicional.

La expresión histórica de ese ascenso estuvo en México, no solo con la revolución de 1910, primera en el mundo por su contenido social, sino también por la Constitución de 1917, igualmente pionera, y más adelante, con el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940), quien impuso la reforma agraria y la nacionalización del petróleo, antes de la Revolución Cubana (1959), que realizó la transformación más importante en la historia latinoamericana del siglo XX, pues Cuba resumió el contenido fundamental de la nueva era, en la cual la confrontación pasó a ser entre capitalismo/imperialismo, frente al socialismo.

América Latina se halla hoy en una situación comparable con los procesos descritos. El cambio sustancial estriba en que la confrontación ha pasado de la órbita política al campo de la economía y, por consiguiente, se ha vuelto, cada vez más clara, en una lucha de clases.

Superadas las décadas del “desarrollismo” de los sesentas y setentas, desde 1973 en Chile, con la dictadura terrorista de Augusto Pinochet -seguidas de similares dictaduras en el Cono Sur- y particularmente con gobernantes civiles en las décadas finales del siglo XX, América Latina entró a una era de construcción de economías neoliberales, que definieron las líneas de intereses y conducta contemporáneas de las clases empresariales.

Determinados por esas líneas, no importaron las diferencias políticas ni partidistas entre los gobiernos, porque todos apuntalaron, de una u otra manera, el camino neoliberal-empresarial.

Es innegable que el ciclo de los gobiernos “progresistas” cortó el camino neoliberal-empresarial en aquellos países donde el triunfo electoral, con amplio apoyo popular, hizo posible delinear una tendencia alternativa: la construcción de economías sociales, que incluso en Bolivia, Ecuador y Venezuela se consideraron como antesalas del “socialismo del siglo XXI”.

Las burguesías latinoamericanas aprendieron la experiencia. Toda economía social contradice el camino neoliberal-empresarial, más aun si se trata del “socialismo del siglo XXI”. No están más dispuestas a que el reino de sus exclusivos intereses sea perjudicado. No tuvieron límites para acudir a los “golpes blandos” para acabar con gobiernos progresistas. En otros casos, intentaron golpes de Estado. Utilizaron las elecciones como instrumento para recuperar el poder, o anunciaron con desconocer triunfos destinados a “eternizar” a los gobernantes del progresismo.

Cualquiera sea la vía política escogida, lo que vino de inmediato resultó inédito en regímenes que se suponía habían alcanzado cierto grado de democracia moderna. Los gobiernos neoliberales-empresariales desplegaron la cacería de brujas, no contra los opositores en general, sino exclusivamente contra los líderes visibles de los gobiernos progresistas y sus colaboradores.

El combate a su corrupción sirvió de pretexto; pero, además, se convirtieron en nuevas armas para la venganza y la descalificación -tanto la judicialización política como el lawfare-, la aplicación de las leyes para forzar figuras penales al menor hecho, y la extensión de la amenaza o sospecha sobre cualquier persona crítica, que bajo situaciones normales, sería considerada inocente.

Sobre todo, se puso a la orden del día la represión de todo movimiento social de resistencia y protesta, con un nivel de arremetida en el que nada han importado las violaciones de los derechos humanos.

En apoyo de semejantes comportamientos son subordinados todos los aparatos del Estado, como ha ocurrido en Bolivia, el mayor ejemplo actual, donde se han unido ahora las orientaciones evangélicas y el racismo sin límites. Las fuerzas armadas y las policías actúan en defensa de una “democracia” que solo está vinculada a la hegemonía política de elites de derecha y rabiosos anti-progresistas, pero, que, además, solo defienden el único camino admisible en la economía: el modelo neoliberal-empresarial.

En esas fuerzas vuelve a incubar la doctrina de la Seguridad Nacional, bajo cuya óptica otra vez las “amenazas” contra los “objetivos permanentes de toda nación” solo provienen de las izquierdas y los movimientos sociales y populares. También existe el riesgo de un segundo Plan Cóndor, para coordinar persecuciones en otros países, algo que han analizado diversos investigadores.

Los medios de comunicación mercantiles también han pasado a ser instrumentos que exclusivamente se inclinan a sostener a los gobiernos conservadores,  apuntalar el modelo económico neoliberal-empresarial y contribuir a la persecución política. Las redes y el internet, al mismo tiempo que ofrecen alternativas para la información y el análisis, igualmente sirven para forzados seguimientos en contra de los opositores y de los periodistas y medios alternativos.

No puede ser más visible el comportamiento de la OEA frente a los acontecimientos de octubre y noviembre en Haití, Chile, Ecuador, Bolivia o Colombia. Surgen amenazas contra México y, desde luego la agudización del cerco imperialista contra Venezuela o Cuba.

Comparativamente con el siglo XIX, en el siglo XXI América Latina parece entrar a una era en la cual la disputa por la economía ha minado las bases de la propia democracia, rompe con antiguos valores sobre la institucionalidad y la soberanía, desnuda la violación de derechos humanos -que quedan impunes- y encuentra “violencia” solo en los movimientos sociales de obreros, campesinos, indígenas, afroamericanos y capas medias cuestionadoras del ejercicio del poder, que ha vuelto a beneficiar a los altos empresarios y propietarios del capital, como lo están demostrando todos los recientes estudios de la Cepal sobre las desigualdades crecientes en la región.

Se trata de una democracia confrontacional, en la que no se ha excluido el fascismo criollo como recurso, una tendencia que solo tiene el riesgo de agudizarse. En su base se halla el bipartidismo económico, que polariza a visibles clases sociales y que marca una grave tendencia de futuro para la región, pues las clases subordinadas -para utilizar un concepto del sociólogo e historiador Ralph Miliband-, ya no están dispuestas a que se imponga sobre ellas el privilegio de unas elites que no quieren admitir sus responsabilidades sociales. Es una lucha que hace prever un largo camino histórico.

Autor: Juan J. Paz y Miño Cepeda

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Bolivia: Luis Hernández Navarro habla del golpe y sus consecuencias (vídeo)

Redacción: Resumen Latinoamericano

Y SEREMOS MILLONES es una serie de reflexiones que intelectuales, periodistas, activistas sociales nos comparten sobre los movimientos que han envuelto la realidad latinoamericana de los últimos meses.
En este primer encuentro, Luis Hernández Navarro, periodista y coordinador de la sección de Opinión del diario mexicano La Jornada, nos habla sobre el golpe de Estado en Bolivia, los intereses que hay detrás, el papel de los medios de comunicación y de la lucha del movimiento social por frenar el avance de aquella derecha racista, fascista, patriarcal y fundamentalista.

Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/11/28/bolivia-luis-hernandez-navarro-habla-del-golpe-y-sus-consecuencias-video/

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Movimientos sociales en Bolivia, ¿del poder a la resistencia?

Por: Ollantay Itzamná. 

En la coyuntura boliviana actual, constatamos que el 10 de noviembre último se consumó un Golpe de Estado cívico-cristiano-militar promovido por el gobierno de los EEUU.

De lo contrario, ¿cómo se le llama a la ruptura del orden constitucional mediante la insubordinación cívico-militar que obligó al gobernante democráticamente elegido a exiliarse en México? ¿Cómo se denomina la autoproclamación inconstitucional y el ejercicio de poder de facto como Presidenta de Jeanine Añez quien jamás fue electa para dicho cargo?

El Golpe de Estado consumado, instauró un régimen violento que en cuestión de una semana masacró más de 30 indígenas que protestaban contra el Golpe, centenares de heridos de bala, y una persecución jurídico-militar contra todo lo que respire a dirigente social. Cerró, ocupó y/o expulsó a todos los medios de comunicación que mostraban las acciones populares de resistencia al Golpe. Así, se instauró la Dictadura cívico-militar en Bolivia.

Una vez “sofocada” la resistencia popular en las calles, el gobierno de facto de Jeanine Añez obligó al Órgano Legislativo del Estado Plurinacional (con mayoría parlamentaria del MAS) a anular las recientes elecciones generales (del 20 de octubre pasado), le exigió sancionar la Ley de convocatoria a nuevas elecciones (sin Evo Morales, ni Álvaro García, como candidatos), y les mandó a agilizar la selección de nuevos vocales de los tribunales electorales para que organicen las próximas elecciones generales en Bolivia.

Simultánea a esta acción, el gobierno de facto, con el Decreto (Nº 4078) de masacre indígena en mano, sentó a la mayoría de los dirigentes de los movimientos indígenas, campesinos y obreros del país “al diálogo”, y les obligó a levantar los bloqueos de caminos. ¿Cuánto costó esta subordinación dirigencial al gobierno de facto? La historia lo dirá.

En cuestión de horas destituyó a los funcionarios públicos y administrativos principales de las empresas públicas, y colocó en dichos puestos a los familiares y amigos de los actores principales del Golpe de Estado, provenientes de las empresas privadas. Y éstos, ya comenzaron a difundir el conocido discurso neoliberal: “empresas públicas son ineficientes, están sobre endeudados, debemos privatizarlas…”.

Antes que Evo Morales aterrizase en México como exiliado político, el conocido asesor de lo que fue la Embajada de los EEUU en Bolivia ingresó al Palacio de Gobierno de Bolivia como asesor principal de la autoproclamada Añez, y ésta restauró las relaciones diplomáticas con los EEUU e Israel. ¿Dónde están los movimientos sociales que una década atrás sacaron de Bolivia a la Embajada gringa?

¿Y los potentes movimientos sociales que llevaron a Evo Morales al poder?

Por casi 14 años se sostuvo que el gobierno de Bolivia era un gobierno de los movimientos sociales. Morales, políticamente fue producto de los movimientos sociales que a su vez contaban con su propio instrumento político: MAS-IPSP.

Los movimientos indígenas y campesinos, en alianza con otros movimientos, no sólo llevaron al poder (y lo mantuvieron) al primer Presidente indígena en la América Latina criolla, sino también emprendieron las “nacionalizaciones” de los bienes naturales privatizados, impulsaron y concretaron la redacción y aprobación de la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional.

¿Qué pasó con esa apoteósica potencia plebeya que expulsó incluso a la Embajada norteamericana y a la DEA de Bolivia? ¿Acaso sus dirigentes como Morales no eran funcionarios del Estado?

¿Acaso 14 años en el poder no les permitió recursos simbólicos y materiales (económicos) suficientes para organizar-formar-comunicar-movilizar a toda Bolivia? ¿Por qué Evo Morales y García Linera (ideólogo del proceso de cambio boliviano) tuvieron que refugiarse en la Provincia del Chapare, Cochabamba, más solitarios que hace 14 años atrás?….

A simple vista, al parecer, a los potentes movimientos sociales de Bolivia (CSUTCB, Bartolinas, CONAMAQ, CIDOB, Interculturales, COB) casi 14 años en el ejercicio del poder los desgastó como sujetos sociopolíticos.

Los cuadros dirigenciales de los movimientos sociales políticamente fueron subsumidos por el “instrumento político” MAS-IPSP. Y, éste, a su vez, se convirtió en un aparato electorero, y “bolsa de trabajo” en tiempos no electorales. El brazo político absorbió casi por completo al cuerpo social (movimientos sociales), al límite de inmovilizarlo.

¿Por qué la “soledad” de Evo Morales en el momento del Golpe de Estado?

Cuando ocurre el Golpe de Estado, ya no mandaban los movimientos sociales sobre el instrumento político. Mandaba el MAS. Y el MAS, como organización política, en el momento del Golpe, estaba casi completamente desmoralizado/desgastado por las denuncias del supuesto fraude. En muchos departamentos, las estructuras de los movimientos sociales se encontraban disgustadas con la dirigencia del MAS por las designaciones verticales de candidatos.

A esto se suma el creciente “cerco comunicacional” que padecía Evo Morales con relación a la coyuntura convulsiva/golpista del país. Sus allegados/asesores, no sólo impedían que actores de los movimientos sociales se aproximasen a Él, sino que le “dibujaban” una realidad ficticia sobre la realidad Boliviana, haciéndole creer que “Evo Morales era inamovible de la presidencia de Bolivia”.

Este fue el campo social fértil que aprovecharon los golpistas para derrotar psicológicamente al gobierno de Morales en las calles, en las entidades públicas, en la Policía Nacional, y finalmente en las Fuerzas Armadas.

Por eso, cuando Morales hace su última conferencia de prensa como Presidente, prácticamente se encontraba sólo, junto a su Vicepresidente. Únicamente acompañado por algunos actores de los movimientos sociales. Los funcionarios públicos (clase medieros) que le habían jurado lealtad ya habían desparecido antes “antes que la Biblia llegase al Palacio”.

¿Y los potentes medios estatales de comunicación y empresas públicas?

Si bien antes y durante el Golpe de Estado los golpistas, mediante las redes sociales y medios privados, instalaron en el imaginario colectivo boliviano el correlato de “Evo Morales es dictador, es el enemigo de la paz social”. Una vez ya en el poder, ocuparon los potentes medios de comunicación estatal construidos en 14 años por Morales (Canal de Tv estatal, Red de Radios Patria Nueva, periódico Cambio), y desde allí, junto a los medios corporativos privados “bien pagados con los ahorros públicos”, convencen a la audiencia boliviana que: “Morales es narcoterrorista”, “el MAS y las protestas sociales son criminales”.

De este modo, Morales no sólo dejó potentes medios de comunicación estatal para que desde allí, ahora, los golpistas hagan escarnio de Él y de los movimientos sociales, sino también dejó suficiente dinero público ahorrado para financiar dicha campaña. Además, decenas de empresas públicas económicamente solventes, creados por Morales, son repartidas como botín a los “familiares/amigos” de los principales golpistas.

De este modo, los pujantes movimientos sociales indígenas, campesinas y obreros que apenas hace una década atrás hicieron retroceder al sistema neoliberal y pusieron a uno de sus dirigentes como el primer Presidente Indígena en América Latina bajo el lema: “de la resistencia al poder”. Ahora, con la extirpación violenta que el gobierno usurpador hace de todo cuanto respire a movimiento social emancipatorio, éstos, al parecer, se retiran hacia sus territorios bajo la consigna de: “Del poder a la resistencia comunitaria. Volveremos y seremos millones”.

Fuente del artículo: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=263030

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Cronología del paro nacional colombiano

Redacción: TeleSUR

Las fuerzas sociales aglutinadas en el paro nacional convocaron a continuar las movilizaciones para este viernes 29 de noviembre.

El jueves 28 de noviembre se cumplió una semana del paro nacional contra las políticas neoliberales del presidente de Colombia, Iván Duque, que rápidamente se transformó en un estallido social, al que las fuerzas policiales antidisturbios han reprimido con fuerza excedida.

El paro fue convocado por distintos sectores colombianos, como los estudiantes universitarios, la Federación Colombiana de Educadores (Fecode), la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la Confederación de Pensionados y el Congreso de los Pueblos.

El movimiento fue creciendo y ahora reúne a estudiantes, campesinos, mujeres, indígenas, afrodescendientes y partidos opositores al Gobierno de Duque.

 

 

La actividad principal del primer día del paro nacional fue una manifestación contra el gobierno derechista de Duque en las principales ciudades del país suramericano.

En Bogotá, la capital de Colombia, miles de personas participaron en la marcha que culminó en la Plaza de Bolívar, sin embargo, agentes del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía Nacional reprimieron a los manifestantes.

Inédito cacerolazo

Tras la represión por parte de Esmad, la noche del jueves 21 ocurrió un masivo e inédito cacerolazo contra las políticas del derechista mandatario que fue escuchado prácticamente en toda la ciudad capital y en otras urbes.

Viernes 22

La población utilizó las redes sociales para convocar a otra manifestación para el viernes 22, en el centro de Bogotá. La Masiva protesta nuevamente fue reprimida por fuerzas del Esmad.

Toque de queda

El alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, decretó el toque de queda para la noche del viernes 22 y la madrugada del sábado 23 en toda la ciudad, y en forma paralela el presidente Iván Duque convocó a un diálogo nacional, que fue rechazado por sectores de la población, que calificaron esta propuesta como excluyente.

Saqueos

En la ciudad de Cali y en barrios de Bogotá vándalos protoganizaron las noches del viernes 22 y del sábado 23 saqueos a comercio e intentos de robo en conjuntos residenciales.

Políticos opositores, como el senador Roy Barreras, afirmaron que el vandalismo tenía trazos de ser inducido por autoridades para criminalizar las legítimas protestas sociales.

Dilan Cruz, símbolo del movimiento social

El joven Dilan Cruz, de 18 años de edad, se transformó en el símbolo del movimiento social colombiano, porque representaba a la generación posterior al acuerdo de paz que le prometieron que podía manifestarse en las calles sin miedo, y fue atacado, dijo a teleSUR el analista José Antequera.

Dilan Cruz, que participaba en una manifestación el sábado  23 de noviembre, recibió un disparo en la cabeza por parte de un agente del Esmad, que lo dejó en coma, hasta que falleció el lunes 25.}

Ocho días de paro

Las masivas manifestaciones continuaron a lo largo del lunes 25 al jueves 28, día en que la marcha concluyó sin actos represivos por parte del Esmad.

El movimiento social colombiano ha convocado a otra manifestación para este viernes 29 de noviembre con la etiqueta en las redes sociales de #29NParoNacional

Antecedentes del paro de 2019

Colombia vivió el 14 de septiembre de 1977 el primer paro cívico nacional, que unió por primera vez en la historia a las cuatro centrales obreras del país: UTC, CTC, CGT y CSTC. El movimiento de hace 42 años, como el actual, contó con un masivo respaldo popular y duró cinco días.

Resultado del paro nacional de 1977 fue el retiro de medidas lesivas contra los trabajadores y el logro de importantes reformas laborales, que hasta ahora siguen vigentes, según cuenta María Alicia Cabrera en su libro “El sindicalismo en Colombia, una historia para resurgir”.

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/colombia-paro-nacional-semana-cronologia-20191129-0005.html

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Colombia: Los mensajes de la multitud

Redacción: El Colombiano

Aunque hubo focos de vandalismo, en especial en Bogotá y Cali, el grueso de las marchas cruzó en calma. Protesta masiva que amplificó descontentos e interpeló a la dirigencia pública y privada.

Si es por el número de asistentes, la movilización nacional de ayer puede considerarse un hito. Pero siendo crucial, por supuesto, el número de asistentes, el éxito de la movilización también vendrá marcado por el contenido y viabilidad de las reivindicaciones, la capacidad de lograr cambios, y por la receptividad en los diversos niveles de poder para atender el pulso de la opinión.

Vistas globalmente, las marchas fueron ordenadas y pacíficas. Salvo en Cali, con orden de toque de queda, y al atardecer y en la noche en Bogotá, con presencia de los infaltables actos de vandalismo y ataques a bienes públicos, los grandes núcleos de manifestantes lo hicieron con pleno respeto al orden. En particular, la movilización en Medellín fue impecable, al punto de que los marchantes impidieron que encapuchados pintaran las paredes y atacaran mobiliario y edificaciones.

En las ciudades capitales, predominaron la invitación y la actitud de los manifestantes de impedir desmanes. Quienes caminaban insistieron en que la violencia de los infiltrados lo único que provocaba era la deslegitimación de sus reclamos y sus llamados a que tanto gobierno, clase política y dirigencia privada ajusten la conducción del país y mejoren la atención a necesidades sociales apremiantes.

En las marchas afloraron causas ciudadanas diversas: la seguridad de las pensiones, las oportunidades para los jóvenes, la equidad salarial, el repudio a los asesinatos de líderes sociales e indígenas, los recursos para la educación pública, el costo de los servicios públicos, mejor transporte masivo, el apoyo al arte y al deporte, el hacinamiento carcelario, la atención al campesinado y el respeto a las minorías y la población Lgtbi. Una lista que se ampliaba más y más en las voces de los protestantes. Intereses y demandas entrecruzados que describen una historia larga de inasistencia y respuesta estatal precaria, que hoy le toca encarar al gobierno del presidente Iván Duque, que intenta paliarla en medio de las limitaciones presupuestales y fiscales que le anteceden.

Si bien están servidos debates cruciales sobre aspiraciones ciudadanas que merecen atención y respuesta del Ejecutivo y del Legislativo, también se plantean críticas y exigencias que parten de informaciones y supuestos infundados, porque no tienen asidero ni en los anuncios ni en las políticas del Gobierno Nacional, que por supuesto las ha rechazado y controvertido.

Hay que saludar que solo hubiese unas pocas manchas de violencia y violentos, a los que la misma ciudadanía desconoció y reprobó. La legitimidad y el resultado de la marcha refrendan las garantías constitucionales y legales que el Estado, el Gobierno y sus instituciones hicieron prevalecer frente al paro. La gente se hizo escuchar y la expectativa, evidentemente, es a que esa escucha tenga resultados tangibles en el corto y mediano plazo.

Los dirigentes deben saber que, con toda seguridad, este es un movimiento que no agotó en la jornada de ayer su intención de movilizarse y pedir cambios en múltiples sectores. Aunque hubo fragmentación de mensajes, y los liderazgos están dispersos, los dirigentes con capacidad de mando no deben persistir en el error de pensar que la sociedad colombiana es fría y pasiva y que así seguirá. Hay pulsiones claras en el resto del continente y aquí que deben hacer reaccionar cuando todavía es tiempo de hacerlo.

La colombiana es una democracia fuerte que cuenta, hasta ahora, con gobernantes respetuosos de las manifestaciones ciudadanas, en un sistema capaz de avanzar y fortalecerse sin diluir el orden institucional y las libertades individuales y colectivas. Lo demostró una fuerza pública previsiva dispuesta a proteger la integridad de la nación y de sus ciudadanos, y que cumplió la directriz: protestas sí, violencia, caos y destrucción, no.

Fuente: https://www.elcolombiano.com/opinion/editoriales/los-mensajes-de-la-multitud-DD12003671

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