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Libro(PDF): Pedagogías decoloniales y producción de subjetividad en la a trayectoria de Laura Manavella y Oscar Lupori

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital.

Con el orgullo de la belleza que deriva de una práctica en la que nos producimos en lo colectivo, presentamos estos materiales inéditos y sentidos que son palabras biopolíticas de Laura Manavella y Oscar Lupori. Estas piezas, como mosaicos multicolores, emanan de praxis sociopolítica cuya reflexividad incesante queda por veces suspendida para que siga resonando en cada subjetividad y en cada entramado colectivo que nos hospeda. Alojamos este arco iris de preguntas, de reflexiones, de poéticas en nuestro proyecto de investigación denominado “Cuerpos, territorios, resistencias y re-existencias. (Trans)Feminismos. Agendas geopolíticas y epistémicas desde Argentina”. Un proyecto local que se desenvuelve al interior de nuestra universidad pública. Como dispositivo pedagógico de co-investigación, se halla enredado a otro proyecto colectivo de carácter global, transfronterizo: el que se genera en nuestro Grupo de Trabajo de CLACSO “Prácticas emancipatorias y metodologías descolonizadoras transformadoras”.

De la Presentación

Autoría: Ruth Sosa. Sebastián Vera. [Coordinadoras/es]
Ruth Sosa. Sebastián Vera. Oscar Lupori. Laura Manavella. Antonela Di Bartolo. Cecilia Brixio. Gonzalo Ghio. Juan Rodríguez. Larisa Vilches. María Paula Arce. Mariela Carla Morandi. Martín Abraham. Mónica Castaño. Natalia Bentos. Pedro Ferretti. [Autoras/es de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO.

Año de publicación: 2023

País (es): Argentina.

ISBN: 978-987-813-487-1

Idioma: Español

Descarga: Pedagogías decoloniales y producción de subjetividad en la a trayectoria de Laura Manavella y Oscar Lupori

Fuente e Imagen: https://libreria.clacso.org/publicacion.php?p=2787&c=5

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Otros mapas de conflictos sindicales: luchas feministas en los márgenes del trabajo

Los conflictos y las luchas que en los últimos años han protagonizado mujeres sometidas a formas extremas de discriminación y explotación laboral sitúan en las condiciones materiales para la vida un eje clave de su acción política. Los procesos que han puesto en pie para confrontar esa explotación forman parte del entramado de luchas que los feminismos han desplegado en este ciclo. Las aportaciones de estas mujeres en lucha desafían los enfoques feministas que no incorporan la interseccionalidad en sus análisis y muestran la existencia de otros sindicalismos posibles: aquellos que organizan a sectores laborales y productivos tradicionalmente excluidos, incorporando sus necesidades y demandas al análisis del mercado de trabajo y del modelo económico.

Lo que desde diferentes sectores del feminismo estamos denominando sindicalismo feminista-feminismo sindicalista (con este doble recorrido) no es una práctica puntual. Es la forma en la que muchas mujeres, en torno a la precariedad de sus vidas, se autoorganizan para garantizar sus condiciones materiales de existencia y las de sus familias. Muchas experiencias y conflictos colectivos protagonizados por mujeres organizadas amplían lo que entendemos por sindicalismo y cómo se practica. Ejemplos de ello son las trabajadoras agrupadas en la Asociación de Jornaleras de Huelva en Lucha, las kellys, las trabajadoras sexuales, las riders, las trabajadoras domésticas o las trabajadoras a domicilio. Como señalan desde la asociación Territorio Doméstico: “Tal y como lo vamos construyendo entre nosotras (…) [este nuevo sindicalismo] aúna formas de organización colectiva del llamado sindicalismo social y del origen político del sindicalismo obrero”.

Por un trabajo con derechos, por vidas dignas más allá del trabajo
Todas las experiencias que podemos englobar bajo el paraguas del feminismo sindicalista tienen claro que la exigencia del reconocimiento pleno de derechos laborales, frente a la explotación a las que nos somete el capital, debe ir claramente ligada a la batalla por disociar la condición de ciudadanía (y las condiciones materiales que la posibilitan) de la tenencia o no de un empleo. A partir de este enfoque, se organizan e impulsan alianzas por la defensa de los servicios públicos, los sistemas de rentas garantizadas, el derecho a una vivienda, el fortalecimiento del tejido comunitario, las luchas contra las violencias o por el derecho al aborto. Si, como defienden los feminismos, hablamos de construir vidas dignas y sin precariedad, estas reivindicaciones están ligadas y son inseparables de la lucha por sus derechos laborales.

Esta forma de plantear los conflictos sindicales más allá de lo laboral y desde una perspectiva interseccional se enmarca en un amplio y sólido enfoque teórico y crítico, generado desde las propias luchas y prácticas. Además, la economía feminista ha profundizado mucho sobre estas cuestiones a través de experiencias de investigación-acción militante como Precarias a la Deriva, La Laboratoria y el trabajo de otras muchas compañeras como Cristina CarrascoAmaia Pérez OrozcoSilvia FedericiSigrid Bazán o Luci Cavalleropor nombrar solo algunas.

Los análisis críticos desde el feminismo incorporan la dimensión de la reproducción social a los análisis sobre el neoliberalismo, llaman la atención sobre la necesidad de articular todo lo relativo a las condiciones para una vida digna, no solo el empleo. Conectan la precariedad laboral con cuestiones como la flexibilización de los tiempos y espacios del trabajo; el recorte de los salarios o la ausencia del mismo; la pérdida de derechos y la ausencia de regulación en algunos sectores (de la que se desprende, por ejemplo, la ambigüedad del vínculo entre quienes emplean y quienes son empleadas) o la racialización del trabajo, entendida como la relación de las condiciones laborales con la situación administrativa de la persona trabajadora, como sucede en el caso de las trabajadoras de hogar y de las jornaleras contratadas en Marruecos que trabajan en los campos de Huelva.

El desarrollo del neoliberalismo y el proceso de acumulación de riqueza necesario para ello han convertido en un elemento estructural la precarización del empleo, particularmente de las mujeres, jóvenes y personas migrantes, reduciendo muchos trabajos esenciales para la reproducción de la vida a nichos de trabajos sin derechos. Cuando un trabajo se feminiza y se racializa, se normaliza la degradación de sus condiciones laborales, su reconocimiento social y la devaluación de sus salarios. Este proceso se origina en la división sexual del trabajo y en las lógicas coloniales y extractivistas, tan imbricadas en los mecanismos de explotación capitalista. Se asienta sobre los roles y estereotipos de género que históricamente se asocian a las mujeres, como cuidar, sanar, alimentar, limpiar o ejercer tareas de sostén emocional y relacional. De esta manera, la economía se construye sobre la explotación y, a la vez, sobre la negación de la relevancia económica y social del trabajo de las mujeres y de todas las tareas asociadas a lo femenino, utilizando como patrón de normalidad económica lo masculino, blanco y eurocéntrico. A estos elementos podemos sumar los procesos de privatización de los servicios públicos y la pérdida de derechos sociales.

Cuando el trabajo no se considera trabajo
En general, el trabajo que no parece trabajo es aquel que llevan a cabo las mujeres, mujeres racializadas y disidencias. Las formas de explotación en tiempos de neoliberalismo nos muestran un nuevo mapa de los conflictos abiertos y nos plantean algunas preguntas para las que aún no tenemos respuestas completas. ¿Qué pasa cuando el jefe no es visible o es una aplicación, como en el caso de las riders? ¿Cómo organizarse cuando no hay centro de trabajo? ¿O cuando tu puesto de trabajo es un domicilio particular, como les sucede a las trabajadoras del hogar? ¿Cómo defender derechos cuando ni siquiera se nos reconoce como trabajadoras, como reclaman las trabajadoras sexuales y las trabajadoras migrantes en situación administrativa irregular?

Las trabajadoras del hogar ponen voz a un aspecto común: la falta de reconocimiento social de su trabajo y la ausencia de derechos que eso implica. Las cadenas globales de cuidados, apuntaladas por la ley de extranjería, que lleva a que la mayoría de las trabajadoras del hogar sean mujeres migrantes sin derechos, son un elemento estructural para entender el engranaje del trabajo de hogar y de cuidados. Amaia Pérez Orozco las define como “cadenas de dimensiones transnacionales que se conforman con el objetivo de sostener cotidianamente la vida y en las que en los hogares se transfieren trabajos de cuidados de unos a otros en base a ejes de poder” 1/. Este sector de trabajadoras está sujeto a un régimen especial dentro del régimen general de la Seguridad Social y vienen protagonizando una lucha tenaz para lograr los mismos derechos que el resto de trabajadores y trabajadoras. Junto con las kellys, las trabajadoras de residencias o el Servicio de Ayuda a Domicilio pelean por el reconocimiento de la dignidad de su trabajo.

Las y los riders extienden su lucha más allá de lo sectorial planteando la necesidad de un cambio de modelo económico 

Otro grupo de trabajadoras sin plenos derechos y la correspondiente ausencia de reconocimiento son las trabajadoras sexuales. De hecho, a las mujeres que ejercen la prostitución se les ha privado, en plena pandemia, de la posibilidad de acogerse al Ingreso Mínimo Vital. Más allá de lo que esto supone en la lucha por la supervivencia, es un ejemplo más de la imposibilidad de acceder a derechos de ciudadanía si no hay un reconocimiento de su condición de trabajadoras.

La Asociación de Jornaleras de Huelva en Lucha (2022), ejemplo de lucha y de puesta en práctica de otras formas de sindicalismo feminista, antirracista y ecologista, plantea lo siguiente: 

Los tiempos han cambiado y en los sectores más empobrecidos, cada día más precarizados, en los que tenemos compañerxs que ni siquiera son reconocidxs como ciudadanxs, resulta imposible organizarse a través de afiliaciones (cuotas de las propias personas trabajadoras), por lo que reinventar el sindicalismo se hace prioritario. Reinventarlo de arriba abajo o, mejor dicho, desde abajo hacia arriba.

Podemos extraer muchos aprendizajes y claves de estas luchas. Una muy relevante surge de la denuncia que las riders hacen del proceso de uberización de la fuerza de trabajo en el marco de la economía de plataforma, maquillado a través de un lenguaje neoliberal que encubre la verdadera relación laboral con discursos de libertad, flexibilidad y sé tu propio jefe. La inexistencia de centros de trabajo (llamados centroides en esta neolengua), que al despido se le llame desconexión o la organización de los tiempos de trabajo a través de algoritmos que, al mismo tiempo, no se registran e impiden garantizar el cumplimiento del convenio, son elementos que complejizan la organización de las trabajadoras. Las y los riders extienden su lucha más allá de lo sectorial planteando la necesidad de un cambio de modelo económico que garantice derechos a todas las personas.

Juntas y diversas: el enfoque y la práctica feminista para cambiarlo todo
Sabemos que nuestras vidas y problemáticas son diversas. Las violencias se superponen y, por lo tanto, es absolutamente imprescindible una mirada interseccional para generar transformaciones reales y hacer propuestas útiles para la vida de las mujeres y del conjunto de la población. La interseccionalidad de opresiones, como herramienta de análisis que desarrolla el feminismo, permite ampliar y complejizar la realidad concreta de las mujeres, generar transformaciones reales y hacer propuestas útiles para el conjunto de la población. El género, pero también el color de nuestra piel, nuestra situación administrativa, el número de ceros en nuestra nómina (si es que tenemos), nuestra orientación sexual o identidad, si tenemos una vivienda o no, determinan las condiciones del acceso al empleo y a derechos y, por lo tanto, jerarquizan unas vidas sobre otras. Por eso, estamos fuertemente convencidas de que las prácticas feministas y sindicalistas deben adaptarse al contexto, apostar por la construcción de alianzas y entender que los sujetos que protagonizan las luchas no se delimitan en un congreso o un paper académico. Se construyen en los procesos que ponemos en pie a través de la práctica, con diálogo y debate. Estando juntas y siendo cada vez más.

Sin las violencias que genera la ley de extranjería, no se puede entender hoy una gran parte de las dinámicas de exclusión y explotación provocadas por sectores económicos que asientan sus beneficios en las condiciones de semiesclavitud que, fruto de las políticas de fronteras, deben aceptar las personas que migran. Entender cómo el racismo institucional atraviesa la vida y las condiciones de empleo de muchas trabajadoras y cómo distribuye el mercado laboral es fundamental para construir feminismos y sindicalismos que pretendan ser verdaderamente transformadores y emancipadores. Como señala Pastora Filigrana: “Mientras haya bolsa de personas en pobreza sin papeles ninguna lucha sindical va a llegar a buen puerto porque siempre tendrán una mano de obra barata y con miedo y explotable con la que intercambiarnos si protestamos”.

Las denuncias de abusos sexuales en Huelva en 2018, interpuestas por un grupo de jornaleras del campo, marroquíes en su gran mayoría, son otro ejemplo de lucha interseccional. Interpelaron directamente a la Administración y a los sindicatos ante el abandono e invisibilización de su proceso, así como al movimiento feminista que había clamado en las calles contra la justicia patriarcal frente a la sentencia del juicio de la manada. Nuevamente recurrimos a la Asociación de Jornaleras de Huelva en Lucha para entender cómo actúa la dimensión de clase, de género y de raza en la violencia que se ejerce contra ellas. Ana Pinto, trabajadora del campo y activista de esta asociación, señala: “En Huelva se da toda la explotación posible: racismo (con la explotación de personas migrantes), machismo y destrucción del medio ambiente”. “Todas las vertientes del sistema neoliberal en una comarca”, dice la abogada Pastora Filigrana.

La condición de trabajos esenciales (aquellos sin los cuales es imposible el funcionamiento de la sociedad y la vida de las personas) ha sido un tema recurrente al calor de la crisis generada por la covid-19. Aunque las trabajadoras del sector del hogar y los cuidados llevan años “politizando las ollas, las calles y los delantales”, como señalan nuestras compañeras de Territorio Doméstico (Pimentel et al., 2021), y poniendo encima de la mesa la necesidad de reconocimiento y de derechos laborales, la escasa cobertura social durante la crisis de la pandemia en muchos sectores laborales feminizados demostró los límites de muchas de las llamadas políticas públicas de igualdad. Muchas mujeres, como las trabajadoras domésticas o las trabajadoras sexuales, quedaron fuera de los sistemas de protección que se desplegaron.

Como apuntó Kathi Weeks (2022), así como el marxismo concibió al proletariado industrial como clase revolucionaria capaz de crear un mundo nuevo, los feminismos entienden que, en las formas feminizadas de trabajo (y racializadas, añadimos nosotras), marginadas a la vez que fundamentales para los procesos de valorización capitalista, hay muchas claves para generar experiencias de organización que construyan una colectividad política feminista y anticapitalista, cuyo fin último sea la transformación radical, entre otras, de las instituciones del trabajo y de la familia, como elementos que estructuran el actual orden económico y social.

Si nosotras paramos, se para el mundo. Lo que las huelgas feministas nos enseñaron
Las huelgas feministas internacionales de 2018 y 2019, articuladas en torno a cuatro dimensiones de la actividad y la vida de las mujeres –laboral, estudiantil, cuidados y consumo– son un hito importantísimo para entender el desarrollo de estas formas de hacer y de luchar por los derechos a las que nos venimos refiriendo. En el proceso se elaboró un potente argumentario que ha construido la base de todo el histórico ciclo de movilizaciones feministas de los últimos años. Se asentaron marcos políticos y discursivos que venían de lejos y que impulsaron, en el plano estratégico y organizativo, los movimientos feministas.

Los procesos colectivos de las huelgas fueron un catalizador del hartazgo de muchas mujeres y una propuesta renovadora sobre dos conceptos claves del sindicalismo: trabajo y huelga. El feminismo siempre ha denunciado las limitaciones de la idea tradicional de trabajo porque deja fuera muchas actividades centrales para la economía y la vida que realizan mayoritariamente las mujeres. Las huelgas visibilizaron la necesidad de dinamitar la distinción, en cuanto a reconocimiento y derechos, entre lo que se ha considerado la esfera pública, la de la producción, y la privada, de la reproducción. Si se diferencia trabajo de empleo, el trabajo deja de ser algo específico del ámbito de la producción y se amplía al ámbito de la reproducción social (que incluye los trabajos de cuidados). Estos procesos de movilizaciones feministas pusieron sobre el tapete la realidad de las condiciones laborales y vitales de muchas mujeres, construyendo un mapa propio de conflictos y luchas. La ampliación del concepto de huelga contribuyó a visibilizar algunas de las cuestiones que se venían señalando desde hacía tiempo, recalcando la centralidad de los cuidados y la dimensión económica y social de los mismos.

La ampliación del concepto de huelga contribuyó a visibilizar la centralidad de los cuidados y la dimensión económica y social de los mismos

Las huelgas feministas, que tuvieron un rico recorrido, un contenido trabajado y que dibujaron el horizonte transformador más potente de los últimos años, también nos señalaron algunas paradojas que han abierto importantes y fructíferos debates. Un ejemplo muy evidente fue la dificultad de muchas mujeres que, sintiéndose interpeladas y habiendo participado del proceso, no pudieron secundar la huelga. Cuando cada vez necesitamos hacer más cosas para cobrar lo mismo, cuando de tu puesto de trabajo depende que una persona mayor o una menor sea atendida, cuando no tienes papeles y trabajas sin contrato, el derecho a la huelga, una histórica conquista que le debemos al movimiento obrero, se convierte en un imposible.

Las huelgas fueron sin embargo una experiencia de todas, de las que pararon todo el día o de las que se sumaron desde sus puestos a la manifestación, de las que estaban internas y de las que salían a aplaudir el paso de las compañeras desde sus puestos precarios. Fueron muchas luchas que se articularon bajo una idea potente: si las mujeres paramos, se para el mundo. Con esta idea, las feministas visibilizamos que hay trabajos que no se pueden detener incluso cuando todo lo demás para. Así se ha evidenciado durante la pandemia. La mayoría de estos trabajos y los más precarios los realizan mujeres, especialmente aquellas con menos derechos reconocidos, como son las migrantes y racializadas. Son las últimas de una cadena en la que todas las demás estamos insertas.

El feminismo sindicalista como lugar de resistencia y transformación
Las experiencias del sindicalismo feminista de los últimos años han tenido y tienen un papel inspirador y central en las luchas que los feminismos autónomos y populares han desplegado en este ciclo histórico de movilizaciones feministas. Componen nuevas formas de organización sindical y feminista, cuyas expresiones van mucho más allá de las que hemos podido referenciar en este artículo. No son solo prácticas puntuales, sino también propuestas de autoorganización, de un sindicalismo de base con tramas de apoyo mutuo.

Estas experiencias de feminismo sindicalista están impregnadas de los lenguajes y los modos de hacer de los feminismos de base y de otros movimientos populares (el asamblearismo, la construcción de consensos, el apoyo mutuo). Se nutren también de herramientas tradicionalmente asociadas al sindicalismo, como las huelgas o las cajas de resistencia. Haciendo honor a la mejor tradición disidente de la que forma parte el feminismo autónomo, las hacen suyas, las modifican, las amplían, las reinventan. Articulan un espacio de lucha y de pensamiento que pone el foco en las costuras del sistema económico y productivo, encarnadas en los cuerpos y las vidas de las mujeres, especialmente de las migrantes y racializadas.

Las resistencias primero, y las reticencias después, de los sindicatos mayoritarios frente a la propuesta de huelga feminista evidenciaron en gran medida su incomprensión del alcance de la propuesta feminista y las dificultades que arrastran para incorporar a diversos sectores laborales feminizados y precarios. Esto se debe, por una parte, al concepto de trabajo en el contexto histórico actual: las relaciones productivas, quién o quiénes componen el sujeto de la clase obrera, cómo se construye este y qué validez se da a ciertos conflictos. Pero, por otra parte, se debe a su incapacidad o falta de voluntad para atender las exigencias que expresan algunos colectivos de trabajadoras y para abrir la participación en estructuras que están fuertemente jerarquizadas. Esto ha hecho que tanto las jornaleras como las trabajadoras de hogar hayan expuesto la urgencia por establecer nuevas formas de participación y diálogo en los procesos de negociación de convenios, ya que por ley son los sindicatos los que se sientan en las mesas de negociación. En ocasiones, la confrontación con algunos sindicatos ha sido manifiesta, como lo ha sido también el apoyo de organizaciones sindicales de base con protagonismo femenino y feminista que llevan esto a la práctica. Como dice Ana Pinto, de la Asociación de Jornaleras de Huelva en Lucha:

Hemos tenido que aprender sindicalismo sobre la marcha y crear muchas redes para lograr condiciones de vida y trabajo dignas para la clase jornalera (…). Luchamos por cambiar las condiciones de trabajo y de vida de todas las temporeras, para conseguir derechos para todas porque es de justicia y para enfrentar la estrategia patronal del divide y vencerás.

Como se señala desde el colectivo La Laboratoria, que organizó las jornadas “El feminismo sindicalista que viene” (2022): 

Las mujeres, las lesbianas, las trans y todas las que desacatan los ordenamientos patriarcales del género sabemos bien que violencia, extractivismo y explotación no pueden leerse por separado, se anudan siempre de modos complejos, colocándonos una y otra vez al límite, usurpando nuestras energías vitales. Un sindicalismo de nuevo tipo, con claro protagonismo femenino, está emergiendo en estos anudamientos, mezclándolo todo e inventando nuevos modos de plantear el conflicto, pero también nuevas estrategias de autoprotección entre nosotras.

Los feminismos sindicalistas son lugares de resistencia y contestación. Espacios desde los que se van construyendo alternativas a través de sujetos políticos que no siempre han sido reconocidos y nuevas formas de organización sindical. Abren también nuevas preguntas y provocan una rica deliberación sobre las posibilidades y límites de la actual organización y ética del trabajo. 

Vivimos un momento de fragmentación y creciente desánimo, pero creemos que el feminismo, en alianza con otras luchas y movimientos, sigue siendo nuestra mejor herramienta para cambiarlo todo. Como señala Ángela Davis 2/: “El feminismo no es solo una estrategia para superar la opresión basada en el género, sino también contra el racismo, el fascismo, el materialismo o la opresión económica”.

Julia Tabernero Sierra es socióloga y forma parte, entre otros espacios, del movimiento de vivienda y del colectivo Feministas en Acción.
Justa Montero Corominas pertenece a la Asamblea Feminista, Feministas en Acción y La Laboratoria, forma parte del Consejo Asesor de viento surEva Muñoz Moreno es activista feminista y participa en varios colectivos como Feministas en Acción, la Asamblea feminista por un Empleo de Hogar con Derechos y la Comisión 8 de Marzo de Madrid

Notas:

1/https://trainingcenter.unwomen.org/instraw-library/2009-R-MIG-GLO-GLO-SP.pdf

2/ Davis, Angela (2018). Intervención en las jornadas “Mujeres contra la impunidad”, Asociación de Mujeres de Guatemala, 10/2018 (accesible en https://www.publico.es/sociedad/angela-davis-feminismo-arma-potente-luchar-racismo-fascismo.html )

Referencias

Asociación de Jornaleras de Huelva en Lucha (2022) “Informe Jurídico Brigada de Observación” (accesible en -https://jornalerasenlucha.org/wp-content/uploads/2021/02/InformeJuridicoBrigadaDeObservacion-JornalerasDeHuelvaEnLucha.pdf).

La Laboratoria (2022) “El feminismo sindicalista que viene” (accesible en https://m.facebook.com/La-Laboratoria-103301798092312/videos/nuria-soto-el-feminismosindicalista-que-viene/411876339918767/?__so__=permalink&__rv__=related_videos&locale=ne_NP ).

Pimentel Lara, Rafaela; Cisneros Sánchez, Constanza; Caballero Richard, Amelia; Rojo Delgado, Ana (2021) Biosindicalismo desde los territorios domésticos. Nuestros reclamos y nuestra manera de hacer (accesible en Laboratoria.red/publicación/biosindicalismo-desde-los-territorios-domésticos ).

Weeks, Kathi (2020) El problema del trabajo. Madrid: Traficantes de Sueños.

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¿Qué es un movimiento político? – Social y de resistencia

Por: Tercera Información

Los movimientos políticos de resistencia son esfuerzos organizados para resistir a gobiernos o poderes de ocupación que se perciben como opresivos. Pueden adoptar muchas formas, como protestas, huelgas y desobediencia civil.  En algunos casos, también pueden recurrir a la violencia.

Los movimientos de resistencia política suelen surgir como respuesta a injusticias percibidas, como la represión política o la desigualdad económica. También pueden llevarse a cabo en un esfuerzo por promover una ideología o un programa social concreto. Diversos factores pueden contribuir al éxito o al fracaso de un movimiento de resistencia política, como el tamaño y los recursos del movimiento, el nivel de apoyo popular y la respuesta del gobierno.

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/internacional/14/09/2022/175031/

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Primer Foro Patriótico en Haití: organizaciones campesinas, sindicales y estudiantiles buscan un acuerdo nacional ante a la crisis

Primer Foro Patriótico en Haití: organizaciones campesinas, sindicales y estudiantiles buscan un acuerdo nacional ante a la crisis

Haití se prepara para acoger, en Papaye, el Primer Foro Patriótico que se celebrará entre el 27 y el 31 de agosto, un encuentro que se plantea analizar la actual crisis política que atraviesa el país y alcanzar acuerdos para salir de ella.

Entre los movimientos sociales que participarán está ALBA Movimientos que, en una declaración de apoyo, expresa su preocupación “por la alarmante situación que atraviesa Haití” la cual “ha empeorado aún más las alarmantes condiciones de vida para las mayorías populares de uno de los países más empobrecidos y desiguales de la región”.

En el texto, la organización enumera los problemas históricos a los que se ha enfrentado la población haitiana, como el desempleo, el hambre, la ocupación internacional, la corrupción y añaden “nuevos fenómenos” como los grupos paramilitares y bandas criminales.

Asimismo, los activistas de ALBA Movimientos piden el cese del Gobierno de Jovenel Moise, al cual tildan de “neoliberal, antipopular, ilegítimo y antidemocrático”.

En el último año, el Gobierno de Moise se ha enfrentado a constantes protestas que exigen su dimisión ante el recrudecimiento de los problemas sociales.

“Nos posicionamos aquí por el más completo respeto de la soberanía haitiana, y por una solución política autodeterminada, construida desde y para el país”, agrega el comunicado.

Gonzalo Armúa, de la Secretaría Operativa de ALBA Movimientos, celebró la convocatoria y expresó su apoyo a la “revolución haitiana” que ha permitido superar el colonialismo español y “otros tipos de imperialismo”.

En este sentido, destacó el esfuerzo de los movimientos sociales de la nación caribeña para llevar a cabo un proceso de unidad y de organización que permita un proyecto político alternativo y democrático.

Fuente de la Información: https://www.nodal.am/2019/08/primer-foro-patriotico-en-haiti-organizaciones-campesinas-sindicales-y-estudiantiles-buscaran-un-acuerdo-nacional-frente-a-la-crisis/

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UNI Laica: «La visita del nuevo rector al obispo revela la confesionalidad de la Universidad de Córdoba»

Por: Tercera Información

La confesionalidad de la UCO la ha llevado a otras situaciones ya denunciadas por UNI Laica, como la bendición de animales con motivo de San Antón, la inclusión de la “Misa del Miércoles de Ceniza” en su “Agenda de actividades”, el envío de postales navideñas con carácter religioso, que comunique en su web que “La Hermandad Universitaria llena el Martes Santo de emoción y saber”, etc.

Comunicado

El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, recibió en el obispado al nuevo rector de la Universidad de Córdoba, Manuel Torralbo, el día 28 de julio, es decir, a escasos dos días de su toma de posesión. Con ello reproducía lo que ya hizo su predecesor, José Carlos Gómez Villamandos, en 2014.

¿No es alarmante que a la máxima autoridad académica le falte tiempo para ir a rendir pleitesía a la máxima autoridad eclesiástica? En todo caso, ¿no sería más lógico que hubiera sido al revés: que el obispo acudiera a felicitar al nuevo rector a su sede?

Lamentablemente, este humillante indicio simbólico revela anomalías de fondo, graves en una Universidad pública. Resulta que esta universidad estatal mantiene un convenio de colaboración académica con una entidad privada confesional, la diócesis de Córdoba, titular del Centro de Magisterio «Sagrado Corazón» (en la actualidad, la titularidad la ostenta la Fundación “Osio de Córdoba”, entidad integrada por la misma diócesis y cuatro congregaciones religiosas). Gracias a ese convenio, ese Centro de Magisterio religioso (cuyo objetivo primordial es “formar educadores cristianos”) está adscrito a la UCO, de modo que la universidad pública reconoce sus títulos. ¿Qué sentido tiene esto, si ya existe una Facultad de Ciencias de la Educación y Psicología en la propia UCO?

Hay que decir que, increíblemente en los tiempos que corren (muy alejados cronológicamente del franquismo) tanto en el Centro “Sagrado Corazón” como en la Facultad pública de Educación se imparten asignaturas de religión católica, diseñadas por la Conferencia Episcopal, para preparar y titular a las maestras y maestros como profesores de religión en la escuela. Es un disparate que lo ofrezca la Universidad pública, pero parece que a eso obligan los Acuerdos de 1979 entre España y la Santa Sede (actualización del Concordato franquista de 1953). En otras palabras, ese disparate no es fruto del convenio, aunque con éste la aberración confesional se asume sin la menor queja por que los obispos se inmiscuyan de tamaña manera en los planes de estudios universitarios.

Pero el convenio UCO-Iglesia tiene consecuencias más directas. Gracias a él, la UCO da cobijo a la “Pastoral Universitaria”. En la web de ésta, alojada en la de la UCO nos enteramos de que “La Pastoral Universitaria es la acción concreta de la Iglesia en la Universidad, y la acción por excelencia de la Iglesia es la evangelización”, y que entre sus objetivos generales están los de “Conocer, amar y seguir a Jesucristo como camino verdadero de la vida de los hombres y mujeres, en todas las circunstancias personales”, “Participar del ideal de ser santos según la vocación de cada uno en la realidad universitaria”, etc., etc.

Asimismo, gracias a la Pastoral, la UCO ofrece celebraciones eucarísticas un mínimo de dos días a la semana. Y también se amparan “Campañas caritativas y solidarias”, que son “un medio para resaltar los valores cristianos de la caridad y solidaridad”.

Como podemos comprobar, todo bajo el paraguas de la UCO. Esta confusión de los intereses de una universidad pública, que debe estar al servicio de toda la ciudadanía, y de la Iglesia, que vela por sus propios beneficios, a veces lleva a episodios grotescos especialmente insostenibles. Como cuando, en 2017, “la Universidad de Córdoba insta al obispo a retirar el premio a la alumna que no aborte”, y el rector pidió al Centro de Magisterio Sagrado Corazón “que quite el logo de la universidad del concurso que premia con 2.000 euros a la estudiante que siga con su embarazo”. Lástima que esta sensibilidad social no la tengan las autoridades académicas cuando el desafuero es el adoctrinamiento religioso (primero del profesorado, después de la infancia) o la convocatoria desde la UCO de actividades confesionales.

La confesionalidad de la UCO la ha llevado a otras situaciones ya denunciadas por UNI Laica, como la bendición de animales con motivo de San Antón, la inclusión de la “Misa del Miércoles de Ceniza” en su “Agenda de actividades”, el envío de postales navideñas con carácter religioso, que comunique en su web que “La Hermandad Universitaria llena el Martes Santo de emoción y saber”, etc.

Por otra parte, otro motivo de alarma de la muy estrecha relación UCO-obispado es el carácter marcadamente reaccionario del obispo de Córdoba. Demetrio Fernández es uno de los jerarcas de la Iglesia católica más pertinaces defensores de las propuestas políticas de la derecha y la extrema derecha (Vox), al tiempo que se muestra declaradamente en contra de las iniciativas de la izquierda y de los movimientos sociales y religiosos progresistas, liderando recientemente la oposición al sacerdocio femenino y el fin del celibato en la Iglesia católica. Ha llegado a expresar su simpatía por el nacionalcatolicismo franquista al tiempo que rechaza derechos como la eutanasia, el aborto o los relacionados con la diversidad sexual y afectiva.

Desde UNI Laica estamos seguros de que recogemos el sentir del grueso de la comunidad universitaria, y de la ciudadanía en general, al exigir que la Universidad pública esté al servicio de la ciencia, la racionalidad y el bien común, sin conceder privilegios por motivos religiosos o ideológicos; es decir, que tenga un carácter estrictamente aconfesional. Por consiguiente, deben cesar cuanto antes el convenio con la diócesis de Córdoba y todas las actividades confesionales derivadas o no de él. Esperamos que la visita del rector al obispo haya sido el último lamentable episodio de confesionalidad de la UCO, y que Manuel Torralbo sea capaz de redirigir a la Universidad pública cordobesa en la debida senda laica y democrática.

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/01/08/2022/uni-laica-la-visita-del-nuevo-rector-al-obispo-revela-la-confesionalidad-de-la-universidad-de-cordoba/

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Chile conocerá su nueva Constitución en un clima de apatía

El presidente Boric recibirá el lunes el texto que demoró un año de trabajo y que, de aprobarse, llevaría al país a la vanguardia de derechos individuales.

El texto de la reclamada nueva Constitución de Chile llegará a manos del presidente Gabriel Boric el lunes, pero lo hará en un clima de desidia, pese a que incluye derechos sociales reclamados en las calles durante el estallido de octubre de 2019.

En la sede del Congreso en Santiago, Boric recibirá el texto y quedará disuelta la Convención Constitucional compuesta por 154 miembros, paritaria y con escaños indígenas reservados, que comenzó su trabajo el 4 de julio de 2021 de redactar una Constitución que reemplace a la actual, vigente desde la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).

El próximo 4 de septiembre, en un plebiscito con sufragio obligatorio, más de 15 millones de chilenos deberán votar «Apruebo» o «Rechazo» este texto de 388 artículos, que incluye un nuevo ‘Catálogo de derechos sociales’ y que busca establecer un Chile plurinacional, intercultural y ecológico, con un nuevo orden político y judicial.

¿Nueva era en Chile?

 

«Creo que cumplimos con las demandas sociales, con los anhelos de la ciudadanía, lo que la gente esperaba y quería de este proceso», dijo a la AFP Bárbara Sepúlveda, convencional del Partido Comunista.

 

«Es una propuesta que constituye un avance histórico en democracia y garantía de derechos sociales para nuestro país, y que además está empapada de feminismo de punta a cabo», afirmó de su lado Alondra Carrillo, del Frente Amplio.

 

Para Fuad Chaín, único representante en la Convención del Partido Demócrata Cristiano (centro), el «texto falla» al generar una incertidumbre jurídica que provocará «un freno» en la economía, que impedirá la creación de nuevos sistemas de salud, pensiones y educación en Chile, base de los reclamos sociales en el país en la última década.

 

La redacción de esta nueva Constitución buscó canalizar las violentas protestas que estallaron en Chile a partir de octubre de 2019, originalmente motivadas por el alza del precio del subte en Santiago, pero que con el correr de los días levantaron las banderas de una mayor igualdad social.

 

Cristian Monckeberg, convencional de derecha -que en la Convención ocupó sólo 37 de los 154 escaños, sin posibilidad de veto a las normas que debían aprobarse por dos tercios- considera que se «desaprovechó la posibilidad de haber construido algo que una y que no divida» a Chile.

 

«No fue lo sencillo y amistoso que muchos hubiéramos querido y soñado. Las tensiones eran más fuertes», relató el escritor y convencional independiente Patricio Fernández. «Las sanaciones son más largas que la simple voluntad», agregó , sobre las peleas entre convencionales, junto a una activa campaña de desinformación en torno al borrador de la Constitución.

 

Una experiencia inédita en el mundo

 

La composición política inédita de la Convención -con una derecha en minoría- le otorgó a los independientes un papel fundamental, con un total de 104 representantes, mayoritariamente ligados a la izquierda y muchos de ellos surgidos del estallido social o las manifestaciones estudiantiles.

 

«El pueblo unido, avanza sin partidos», gritó un grupo de convencionales, al finalizar el martes la última votación, despertando rabia y reproches por parte de analistas, intelectuales e historiadores de Chile, que vieron en ese canto un tono divisorio y revanchista de la izquierda más radical.

 

Pero los dos tercios necesarios para aprobar las normas terminó por imponer la moderación y construir un texto que, de aprobarse, pondrá a Chile a la vanguardia en varios temas, como por ejemplo, el derecho al aborto y la protección medioambiental.

 

Convencionales de los pueblos indígenas celebran la inclusión de artículos sobre la propiedad de la tierra.

Convencionales de los pueblos indígenas celebran la inclusión de artículos sobre la propiedad de la tierra.

 

La Convención innovó también al ser paritaria. Setenta y siete hombres e igual número de mujeres redactaron el texto, que incluyó también por primera vez 17 escaños indígenas, para saldar una vieja deuda con los pueblos originarios, especialmente el mapuche.

 

El texto reconoce el concepto de plurinacionalidad y le otorga a los indígenas de Chile ciertas autonomías, especialmente en justicia.

 

De cara al plebiscito de septiembre, la mayoría de las encuestas le dan ventaja al «Rechazo», pero en momentos en que todavía no se difunde el texto final en su totalidad y la ciudadanía reconoce sentir confusión.

Fuente: https://www.ambito.com/mundo/chile/conocera-su-nueva-constitucion-un-clima-apatia-n5476054

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Foro Social Mundial

Por: Noel Aguirre Ledezma

 

“Otro mundo es posible”, es el eslogan que identifica al Foro Social Mundial (FSM) que desde 2001 es el mayor encuentro de la sociedad civil en la búsqueda de soluciones a los problemas de nuestro tiempo. Es social porque su principal preocupación es la situación de la gran mayoría de la población mundial, de sus derechos sociales, en contraposición a la imposición de la supuesta única verdad de los mercados, la economía de corte capitalista y neoliberal. El FSM es una permanente lucha contra los determinismos del pensamiento único, es la reivindicación del pensamiento crítico, alternativo y alterativo y la esperanza.

El FSM es un espacio de debate democrático de ideas, para intercambiar experiencias y estudios, profundizar reflexiones y formular propuestas a partir de la articulación de movimientos “altermundistas”, entre ellos: movimientos sociales, redes, campañas, alianzas, etc., “que se oponen al neoliberalismo, al dominio del mundo por el capital y cualquier forma de imperialismo”; en cada una de sus versiones reúne a miles de participantes en cientos de actividades sobre diversos temas (desarrollo social, economía solidaria, medio ambiente, derechos humanos, educación, salud, democratización, arte y cultura, comunicación…) para contribuir a la transformación del sistema hegemónico actual. Según su Carta de Principios, el FSM se caracteriza por la pluralidad y diversidad; es un espacio abierto, participativo y articulador; se identifica como un proceso global y continuo en el que se propone un mundo alternativo. Desde la perspectiva educativa, el foro promueve una praxis liberadora para romper la estructura opresor-oprimido, a través de la corresponsabilidad y la autogestión.

En el presente año, ratificando el eslogan “Otro mundo es posible”, convencidos por la necesidad del “Reencuentro Mundial hacia la articulación de los Movimientos Sociales”, el Foro Social Mundial, en su 14ª edición, se realizó en la ciudad de México entre el 1 y el 6 de mayo de 2022. Además de la problemática identificada desde el primer encuentro, el FSM 2022 parte de la constatación que el mundo está en un momento crucial y definitivo profundizado en sus consecuencias por la crisis civilizatoria de carácter occidental y capitalista, la pandemia del coronavirus que por sus efectos sociales en realidad es una sindemia y la arremetida del “capitalismo cognitivo” de las empresas transnacionales de telecomunicaciones y tecnología a título de cuarta revolución industrial, además de la preocupación por la construcción de paz, la creciente migración y un contexto de guerras. Al Foro 2022 concurren más de “3 mil participantes de movimientos autónomos de mujeres y feministas, jóvenes, integrantes de diversas sexualidades, sindicalistas, comunidades de pueblos originarios, de la iglesia social, ambientalistas, antirracistas, del movimiento urbano, del campo, de organizaciones de migrantes, y de muchos otros ámbitos sociales; de más de 30 países de cuatro continentes en 789 talleres y asambleas realizados en 15 recintos del Centro Histórico de la Ciudad de México y de organizaciones sociales con más de 50 salas, patios y auditorios… Los temas incluyeron el clima, la agricultura en respeto con la tierra, la economía sostenible, los derechos humanos, el feminismo, las minorías, la educación, los derechos de los trabajadores y trabajadoras, la cultura, la comunicación, la autodeterminación de los pueblos…” (sic)

En ese marco, los movimientos sociales tienen el reto histórico de crear propuestas alternativas frente a la explotación irracional de recursos naturales y de los trabajadores, la aceleración del “cambio climático, los flujos migratorios, los desplazamientos de población y con ellos la desestructuración de nuestras sociedades. Esta violencia económica, social y cultural es una forma de guerra permanente a la que está sometida la humanidad, que solo puede detenerse con un cambio radical del sistema” (Declaración final del FSM 2022). Como dice Gustavo Codas, representante de la Central Única de Trabajadores de Brasil: “Ya no basta con emprender la crítica del capitalismo neoliberal, hay que afirmar una contrapropuesta y organizar una fuerza política mayoritaria sobre la base de ese programa” en el que las acciones colectivas deben ponerse “en marcha sin demora”. Construir “Otro mundo posible”, además de ser un asunto ideológico y político, es cuestión de supervivencia y dignidad humana.

Noel Aguirre Ledezma es educador popular y pedagogo. Fue ministro de Planificación del Desarrollo y viceministro de Educación Alternativa y Especial.

Fuente de la información: https://www.la-razon.com
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