Saltar al contenido principal
Page 11 of 76
1 9 10 11 12 13 76

La pandemia retrasaría 10 años la participación laboral de la mujeres en A. Latina, según informe del PNUD

El estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sostiene que las consecuencias de la pandemia exacerbaron las desigualdades de género preexistentes en el mercado laboral y podrían retrasar la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo en la región.

09 de Septiembre de 2021, 09:46

Muchos países de América Latina salen lentamente de las cuarentenas por coronavirus y las escuelas reabren de a poco sus puertas, pero la situación laboral sigue luciendo complicada para muchas mujeres que deben ocuparse de tareas de cuidado o trabajan en sectores muy golpeados por la pandemia.

Un informe reciente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sostiene que las consecuencias de la pandemia exacerbaron las desigualdades de género preexistentes en el mercado laboral y podrían retrasar la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo en América Latina por 10 años.

Si bien la región había logrado mejoras en los resultados del mercado laboral en las últimas décadas, el COVID-19 ha puesto en riesgo parte de ese progreso, indicó el estudio que evalúa cómo será el regreso de las mujeres al trabajo.

«La pandemia implicó no solamente el choque económico sino el hecho de que las escuelas cerraran. Una vez que las escuelas cierran, la demanda por el cuidado en el hogar se incrementa. Y la pregunta es quién atiende esa demanda», explicó Luis Felipe López-Calva, director para América Latina y el Caribe del PNUD.

«Estamos viendo que de manera desproporcionada esa demanda está siendo atendida por mujeres», agregó en una entrevista por Zoom.

Según el PNUD, en Latinoamérica, donde sólo el 40% de las mujeres participa en el mercado laboral, el 39% de los hogares están encabezados por una mujer y el 26% son hogares monoparentales donde el jefe es una mujer.

Bárbara Temperley, una licenciada en administración de empresas de Buenos Aires separada y con dos hijos de 9 y 12 años, buscó un empleo en relación de dependencia durante la pandemia, un proceso que parece haber dado resultado tras postularse a más de 80 empleos.

«No fue fácil buscar trabajo en pandemia. Me he puesto a pensar si no tiene que ver con que tal vez las empresas hayan orientado sus búsquedas hacia hombres y no mujeres justamente por las tareas de cuidado», dijo Temperley, de 42 años, quien debe planear una nueva organización familiar ya que trabajará nueve horas diarias.

«No se volvió a como estábamos antes de la pandemia. Es lo que llaman ‘la nueva normalidad'», agregó Temperley sobre aspectos como la falta del transporte escolar de sus hijos y la menor asistencia de una empleada que la ayudaba en su casa.

Sectores más afectados. La situación laboral también se complicó para muchas mujeres de la región que trabajaban en áreas como la educación, el turismo y el servicio doméstico, especialmente golpeadas desde la llegada del COVID-19, según el informe.

Rosa manejaba un transporte escolar en Paraguay antes del inicio de la pandemia, pero se quedó sin trabajo cuando las escuelas cerraron las puertas para prevenir los contagios.

«Todo cambió con la pandemia. Tenía mi transporte y seguí haciéndolo hasta que no hubo más clases. Me quedé en casa con mis chicos, que tienen todos los días clases virtuales, y ahora dependemos del trabajo de mi marido», dijo Rosa Maidana, una mujer paraguaya de 45 años, madre de tres niños, que contó que hasta febrero no tendrán escuela presencial.

El informe del PNUD hace una distinción entre las mujeres con hijos de hogares monoparentales, que son quienes están reincorporándose más rápido al mercado laboral por no contar con otro ingreso, y quienes viven en hogares biparentales, en los que hubo una disminución de su participación laboral por haber tenido que ocuparse más de las tareas de cuidado.

Rosa Navarro, una chilena de 52 años con siete hijos grandes, tiene una empresa de organización de eventos en Santiago que empleaba a más de 20 personas antes de la pandemia, pero las restricciones a las reuniones la obligaron a reinventarse vendiendo desayunos y comidas.

«No había opción de no trabajar, había que hacer algo. Tuve que liberar a la gente que trabajaba conmigo para que también se reinventaran», dijo Navarro a Reuters por teléfono desde Santiago. «Yo soy sola, no tengo un marido que me ayude. Mis hijos me dan una mano, pero nos vimos muy afectados», agregó.

«Fue difícil porque en 2019 y 2020 teníamos agendados muchos eventos y todos se tuvieron que reagendar. Estuve casi un año y medio sin brindar ningún evento. Recién este sábado pude hacer uno que estaba agendado el año pasado», contó sobre una fiesta de casamiento.

Según el PNUD, en Latinoamérica, donde sólo el 40% de las mujeres participa en el mercado laboral, el 39% de los hogares están encabezados por una mujer y el 26% son hogares monoparentales donde el jefe es una mujer. El estudio fue hecho en base a encuestas de hogares de Argentina, Bolivia, Chile, México, Paraguay y Uruguay.

«Hay que regresar a la presencialidad en las escuelas (…)hay que invertir mucho más en servicios de cuidado para facilitar la participación laboral de las mujeres», concluyó López-Calva, del PNUD.

Fuente: https://www.americaeconomia.com/economia-mercados/finanzas/la-pandemia-retrasaria-10-anos-la-participacion-laboral-de-la-mujeres-en

Comparte este contenido:

Entrevista a la historiadora afgana Mejgan Massoumi «Nadie preguntó nunca a las mujeres afganas qué querían ellas»

Por María Landi/Francisco Claramunt/brecha.com.uy

A diez días de la caída de Kabul, Massoumi conversó con Brecha sobre la situación actual en el país, el legado de la ocupación y la resistencia al régimen fundamentalista.


Massoumi es doctora en Historia, investigadora del Afganistán moderno y graduada en la californiana Universidad de Stanford, donde hoy es docente en el programa Educación Civil, Liberal y Global. Su familia huyó de Afganistán en 1980, un año después de que tomara el poder el régimen comunista que lo gobernó hasta 1992. Su última visita al país fue en 2018, para realizar un trabajo de campo y una investigación para su tesis, según explica a Brecha.El diálogo que reproducimos a continuación transcurrió vía email.

—Desde que los talibanes se hizo con el control del país, parece que Occidente se acordó de la suerte de las mujeres afganas y entró en pánico, como si durante los 20 años de ocupación de Estados Unidos y la OTAN la situación de las mujeres y del pueblo en general en el país hubiera sido buena y próspera. ¿Cuáles son sus comentarios u observaciones sobre esta percepción?

Parte de la justificación de la «guerra contra el terror» en 2001 tenía que ver con las feministas occidentales, que creían que había que «salvar» a las mujeres afganas de la opresión de los talibanes. Es interesante, porque nadie preguntó nunca a las mujeres afganas qué querían ellas. De hecho, siguen sin preguntarles.

Los logros de los últimos 20 años para las mujeres y para muchas personas de Afganistán tienen que ver con el hecho de que ellas y ellos mismos hicieron retroceder los sistemas de opresión que pretendían controlarles, ya sea el imperialismo occidental o el terrorismo talibán. Muchas mujeres en los medios de comunicación asumieron grandes riesgos en sus carreras para ser creativas con la nueva programación, para ser periodistas que hacían preguntas difíciles a los líderes afganos e internacionales y hacerlos rendir cuentas. No creo que se pueda decir que las mujeres tuvieron la oportunidad de hacer estas cosas debido a la ocupación estadounidense. Creo que las mujeres afganas son fuertes, inteligentes y capaces de hacer cualquier cosa en este mundo, y lucharon mucho por sí mismas para ganar su derecho a participar en la vida pública y exigir su autonomía.

—¿Cuál fue la situación durante estos 20 años? ¿Hubo realmente mejoras e inversión significativas en la vida y las condiciones de las mujeres? Teniendo en cuenta los billones que invirtieron Estados Unidos y sus aliados en los sectores militar y de seguridad y en el apoyo a los señores de la guerra locales, ¿qué podría haberse hecho de otra manera?

Creo que ya hay muchas pruebas que demuestran todos los fracasos de la aventura estadounidense en Afganistán. Si mirás los informes del SIGAR (1) o los «Afghanistan Papers» publicados por The Washington Post, se pueden ver las pruebas de corrupción, la mala gestión, la falta de un plan claro de la guerra o de por qué los estadounidenses estaban allí… Todas estas cosas son pruebas de lo que salió mal.

Cuando Estados Unidos comenzó su guerra, en 2001, después de los sucesos del 11-S, su retórica −especialmente bajo el presidente Bush− era «no negociamos con terroristas» o con «quienes los albergan», y, sin embargo, en 2020 Estados Unidos se puso a elaborar un acuerdo de paz con los talibanes en Doha, Catar. Y sin la participación del Gobierno afgano. La forma en que Estados Unidos ha considerado esta guerra y su propósito fue errónea desde el principio, especialmente si se considera que el objetivo era deshacerse de los terroristas y ahora han firmado un acuerdo de paz que reinstaló a los terroristas en Afganistán.

Como dije antes, creo que las mujeres afganas han conseguido importantes avances en los últimos 20 años, pero el regreso de los talibanes amenaza con borrarlos todos. Cuando se apoderó del poder, emitió edictos amenazando con casar a las mujeres solteras y a las viudas menores de 45 años.

—¿Cree que los talibanes han cambiado en estos 20 años, en algún sentido? ¿Habrá alguna diferencia en comparación con su anterior Gobierno comenzado hace 25 años? ¿Por qué cree que su discurso ha sido casi «conciliador» en sus primeras ruedas de prensa y declaraciones?

No. Creo que todo lo que intentan mostrar de sí mismos ahora bajo una luz positiva es una fachada. Como ya mencioné, desde su toma del poder ya estaban emitiendo proclamas para controlar los cuerpos de las mujeres y obligarlas a casarse. Su violencia no cesará en el lapso de una semana y sería muy ingenuo creer que se han reformado. Los informes y videos de todo el país muestran que han atacado hogares y amenazado a cualquiera que trabajara con los estadounidenses.

También es peligroso aceptar por pragmatismo a un grupo terrorista que se hizo con el poder. Una vez que empezamos a hablar de «bueno, pero ahora están en el poder» se les da legitimidad, y no creo que un grupo terrorista deba tener legitimidad en nuestro mundo para dirigir un país. Es un crimen. El pueblo afgano no votó por los talibanes. Este grupo lleva más de 20 años aterrorizando a la gente y el pueblo afgano no olvidará sus atrocidades.

—¿Cuál es su percepción sobre el sentimiento de la mayoría de la población respecto a la vuelta de los talibanes al poder? Por supuesto, puede variar en función de las regiones, los géneros, el medio urbano o rural, etcétera, pero me pregunto cuál es su base de apoyo, más allá del miedo y el respeto natural que puede imponer una poderosa organización armada.

Los afganos y afganas se están levantando y resistiendo de diversas maneras. Reclaman su bandera nacional y los símbolos de su país y no aceptan la bandera de los talibanes. Reclaman su hermosa religión al grito de «Allahu Akbar» («Alá es más grande») y niegan así esta idea de que los talibanes pueden utilizar la religión para justificar su violencia. El islam es una religión de paz, no de violencia.

—¿Cuáles son los sentimientos y los temores de las mujeres, qué piensan de la retirada estadounidense y de la forma en que se hizo, cómo están siendo y serán afectadas sus vidas en realidad, y cuáles son las perspectivas para ellas?

Me temo que muchas personas afganas −independientemente de si son mujeres u hombres− viven una tremenda sensación de traición por parte de Estados Unidos. Creo que todo el mundo en el país quería que los estadounidenses se fueran, sin duda, pero no de esta manera. Estados Unidos utilizó el territorio afgano durante 20 años para librar una guerra contra el terrorismo y hacer que el mundo fuera «más seguro». Y, sin embargo, con esta retirada Estados Unidos no le ha dado ninguna dignidad al pueblo afgano. En el aeropuerto, se privilegia la seguridad de las vidas estadounidenses por encima de las afganas. Estados Unidos veía al pueblo de Afganistán como «aliado», pero ha tratado a esos aliados como «bajas desafortunadas» en este escenario. Que el presidente Biden sugiera que los soldados afganos eran cobardes que no querían luchar por sí mismos es negar los aproximadamente 66 mil soldados afganos que murieron en el transcurso de esta guerra. Ese número por sí solo significa sacrificio y compromiso.

—¿Qué podemos hacer en el Sur global, y en América Latina en particular, para apoyar al pueblo afgano? ¿Qué pueden y deben hacer las organizaciones feministas para comprender y apoyar realmente a las mujeres afganas de forma positiva y constructiva?

¡Por favor, no reconozcan ni apoyen al Gobierno talibán! Presionen a cualquier gobierno que apoye a los talibanes para que dejen de hacerlo y para que no lo financie. A menos que apoyen el terrorismo, no deberían permitir que esto le ocurra a un país que ha soportado más de 40 años de guerra. Por favor, incidan para que Afganistán sea libre, y para que el propio pueblo afgano decida quiénes deben ser sus dirigentes. Esto no debería ser una decisión de los imperialistas o de los terroristas talibanes. El pueblo afgano debería decidir por sí mismo.

—¿Qué más le gustaría decir o señalar sobre la situación actual que no haya sido destacado lo suficiente en los análisis occidentales?

Creo que la gente no comprende realmente el importante lugar que ocupa Afganistán en este mundo. Aparte de ser utilizado como lugar de guerra, para mí Afganistán es un lugar de paz, de imaginación, de experimentación y, sobre todo, de amor. Pero si seguimos pensando en Afganistán solo como un lugar de víctimas y horror, estaremos ciegas a todo el amor que ofrece al mundo y a cómo −si tiene su propia autonomía y un gobierno decidido por el pueblo− puede ser uno de los lugares más poderosos de este mundo. Me pregunto si será por eso que tantas potencias mundiales están interesadas en él…


Fuente: https://brecha.com.uy/nadie-pregunto-nunca-a-las-mujeres-afganas-que-querian-ellas/

Nota:

1). El Inspector General para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR, por sus siglas en inglés) fue creado por el Congreso estadounidense con el fin de auditar los fondos destinados a esa tarea. Su misión oficial es «promover la economía y la eficacia de los programas de reconstrucción financiados por Estados Unidos en Afganistán y detectar y evitar el fraude, el despilfarro y los abusos mediante la realización de auditorías, inspecciones e investigaciones independientes, objetivas y estratégicas». Significativamente, la portada de su sitio web contiene un informe titulado: «Lo que tenemos que aprender: lecciones de 20 años de reconstrucción en Afganistán»

Comparte este contenido:

Mundo: 4.100 millones carecen de red de seguridad social, advierte la agencia de trabajo de la ONU

Mundo/03-09-2021/Autor(a) y Fuente: news.un.org

Más de cuatro mil millones de personas viven hoy sin ninguna protección social que las proteja de la crisis, dijo  el miércoles la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de la ONU  , al tiempo que destacó cómo la crisis del COVID-19 ha elevado el gasto público en un 30 por ciento.

El Director General de la  OIT , Guy Ryder, encabezó el llamamiento a los países para que extiendan las redes de seguridad social mucho más ampliamente de lo que lo hacen ahora y  insistió en que tal medida ayudaría a los trabajadores y las empresas a prepararse para el futuro frente a los nuevos desafíos.

“Este es un momento crucial para aprovechar la respuesta a la pandemia para construir una nueva generación de sistemas de protección social basados ​​en los derechos”, dijo Ryder.

“Estos pueden proteger a las personas de crisis futuras y brindar a los trabajadores y las empresas la seguridad para abordar las múltiples transiciones que se avecinan con confianza y esperanza. Debemos reconocer que una protección social eficaz e integral no solo es esencial para la justicia social y el trabajo decente, sino también para crear un futuro sostenible y resiliente ”.

En un nuevo  informe,  el organismo de la ONU reconoció que la crisis del COVID-19 había llevado a una mayor protección social en todo el mundo, aunque principalmente en los países ricos.

Señaló que solo el 47% de la población mundial está cubierta por al menos una prestación de protección social, mientras que solo uno de cada cuatro niños tiene acceso a las redes de seguridad social nacionales.

Necesidades de los recién nacidos insatisfechas

Investigaciones posteriores indicaron que solo el 45 por ciento de las mujeres con recién nacidos en todo el mundo reciben un beneficio en efectivo, mientras que solo una de cada tres personas con discapacidades graves recibe un beneficio por discapacidad.

La cobertura de las prestaciones por desempleo es aún menor, dijo la OIT, con solo el 18,6 por ciento de los trabajadores desempleados cubiertos efectivamente a nivel mundial.

Sobre el bienestar de la jubilación, el organismo de la ONU descubrió que aunque casi ocho de cada 10 personas reciben alguna forma de pensión, persisten grandes disparidades entre las regiones, entre las áreas rurales y urbanas y las mujeres y los hombres.

Desequilibrios regionales

El informe de la OIT subraya las importantes desigualdades regionales en materia de protección social.

Europa y Asia central tienen las tasas de cobertura más altas, con el 84% de las personas que tienen acceso a al menos un beneficio.

Una mujer sin hogar sentada junto a una vía de tren en Potosí, Bolivia.
OIT / Marcel Crozet
Una mujer sin hogar sentada junto a una vía de tren en Potosí, Bolivia.

Los países de las Américas también están por encima del promedio mundial (64,3%), en marcado contraste con el despliegue del bienestar en Asia y el Pacífico (44%), los Estados árabes (40%) y África (17,4%) .

Destacando las diferencias en el gasto gubernamental en protección social, la OIT dijo que los países de altos ingresos gastan el 16,4 por ciento de la facturación nacional (por encima del 13 por ciento del promedio mundial, excluida la salud), mientras que los países de bajos ingresos presupuestan solo el 1,1 por ciento.

Se necesitan miles de millones más

El organismo de la ONU señaló que desde el inicio de la pandemia de COVID-19, los gobiernos han tenido que aumentar el gasto de forma masiva para garantizar una protección social mínima para todos, en alrededor del 30 por ciento.

Y sostuvo que para garantizar la cobertura básica de protección social, los países de bajos ingresos necesitarían invertir 77.900 millones de dólares adicionales por año, los países de ingresos medianos bajos 362.900 millones de dólares adicionales y los países de ingresos medianos altos otros 750.800 millones de dólares anuales. Eso equivale al 15,9%, 5,1% y 3,1% de su PIB, respectivamente.

“Hay un enorme impulso para que los países avancen hacia la consolidación fiscal, después del masivo gasto público de sus medidas de respuesta a la crisis, pero sería seriamente perjudicial recortar la protección social; se requiere inversión aquí y ahora ”, dijo Shahra Razavi, Directora del Departamento de Protección Social de la OIT.

Al subrayar los múltiples beneficios de la protección del bienestar social, la Sra. Razavi insistió en que podría promover “una mejor salud y educación, una mayor igualdad, sistemas económicos más sostenibles, una migración mejor gestionada y la observancia de los derechos fundamentales… Los beneficios del éxito llegarán más allá de las fronteras nacionales en beneficio de todos ”.

Fuente e Imagen: https://news.un.org/en/story/2021/09/1098892

Comparte este contenido:

No abandonemos a las mujeres de Afganistán

Fuentes: https://tribunafeminista.elplural.com/Ana de Blas 

Las armas, la bandera blanca y negra y el odio de la milicia talibán se encuentran de nuevo al frente de Afganistán y el destino de sus 32 millones de habitantes. Este es un recorrido por las iniciativas y las tomas de postura de mujeres en nuestro país para no abandonar a quienes se llevarán la peor parte con la aplicación extrema de la ley islámica: las mujeres y las niñas afganas. Según algunos testimonios, la represión contra las activistas, la imposibilidad de trabajar o la conversión en esclavas sexuales –casadas a la fuerza– ya han comenzado. Los burkas han regresado a Kabul mientras en Barcelona alguna mujer se manifiesta quemando el suyo ante la sede local de Naciones Unidas.


Clamar en el desierto

“Hemos estado clamando en el desierto, que se hiciese algo para evitar lo que ya ha llegado”. Quien habla es la periodista de RTVE Pilar Requena, autora del libro Afganistán (Síntesis, 2011), y que junto a su colega Paloma García Ovejero acompaña a la presentación de la iniciativa “Abrid las puertas a Afganistán y a las afganas”, promovida por un grupo de periodistas españolas y que ha tenido difusión trasnacional. Requena y García Ovejero forman parte de la Asociación de Mujeres que Cuentan el Mundo (ACM), formada por profesionales de la comunicación vinculadas a la información internacional.

Pilar Requena es la actual directora de Documentos TV en la televisión pública y conoce bien el terreno afgano. Un país hoy de nuevo en manos del poder talibán, que ya gobernó entre 1996 y 2001, aplicando la sharía –o ley islámica– en su forma más violenta, entre lapidaciones, latigazos y ejecuciones, y condenando a las mujeres y las niñas a la pérdida de todos sus derechos, incluyendo el de ir a la escuela. Durante todo este agosto, los boletines de noticias han estado desgranando los acontecimientos en una región que representa un enorme fracaso para la llamada comunidad internacional, tras veinte años de intervención militar directa. En febrero de 2020, Estados Unidos acordó con los talibanes en Doha, Qatar, su retirada y la de sus aliados, dándoles con ello una carta de identidad como actores internacionales. Y ahora hemos visto muchedumbres agolpadas intentando acceder al aeropuerto de Kabul, la capital del país, y personas aferradas a los aviones extranjeros. Hemos leído a mujeres profesionales y activistas suplicando por una vía de salida. Bajo el intento de parecer “moderados” ante las cámaras, vemos armas, vehículos militares, velos y burkas. El regreso de la palabra “talibán” a la actualidad remite al terror por la realidad más cruel del poder violento de hombres contra mujeres.

La periodista Pilar Requena, en Madrid. (A. B.)

La periodista Pilar Requena, en Madrid. (A. B.)

Colapso de Afganistán, decadencia de Occidente

“Es verdad que evacuaremos a todos los que podamos, pero son una ínfima parte”, continúa la reportera. “Lo que dejamos atrás es todo un pueblo, mujeres y hombres afganos, que creyeron en nosotros”. Explica cómo esa población ha tenido que aguantar en el poder a muchos señores de la guerra –“criminales de guerra”, añade, “que han sido impuestos por la comunidad internacional durante estos veinte años”–. En estos días duros, “lo que recuerdo es a todas esas mujeres, niñas y adolescentes afganas que han confiado, que se quitaron el burka, que se quitaron el terror, que creyeron en un futuro mejor, que fueron a los colegios, a las universidades, que han trabajado, que han colaborado, y que ahora tienen que esconderse, huir, o en el peor de los casos terminarán siendo esclavas sexuales de esos combatientes”. Requena es contundente con los intentos de aparentar cierta moderación ante las cámaras por parte de los integristas: “los talibanes no son mejores que los de los años noventa. Son incluso peores, y más violentos. Entonces no existieron las esclavas sexuales, ahora ya están aplicando esa práctica que aprendieron del autodenominado Estado Islámico en Siria y en Irak”.

Para Requena, el Acuerdo de Doha “ha sido un error fundamental de Estados Unidos, les ha hecho crecerse y está enviando un mensaje a terroristas e islamistas radicales de todo el mundo de que pueden ganar, porque al final la comunidad internacional falla, se va”. “El colapso de Afganistán es la decadencia de Occidente, de los valores de derechos humanos en los que hemos creído”, sentencia desde la necesidad de hacer autocrítica también en Europa. “Cuando del foco mediático se retire de Afganistán, tendremos que seguir, sobre todo las mujeres. Si Afganistán entra ahora en la oscuridad, las afganas entran en el terror”.

Abrid las puertas a Afganistán

Unos minutos antes que la reportera e investigadora, ante los mismos micros y bajo las mismas alegorías de la “civilización romana”, la “civilización cristiana” y la “civilización árabe”, representadas por mujeres pintadas en las paredes del Ateneo de Madrid, las impulsoras de la iniciativa “Abrid las puertas a Afganistán y a las afganas” atienden a los medios. Se trata de las periodistas Soledad Gallego-Díaz –la primera mujer que ha sido directora de El País– y la presidenta de la Agencia Efe, Gabriela Cañas; la también periodista y escritora Rosa Montero y la presidenta de la asociación Clásicas y Modernas, Fátima Anllo. La carta lanzada por ellas y por Maruja Torres –periodista y escritora–, “Abrid las puertas a Afganistán y las afganas”, cuenta con el respaldo de más de 120.000 firmas, recogidas en apenas una semana.

Presentación en el Ateneo de Madrid de la iniciativa “Abrid las puertas a Afganistán y a las afganas”, que ha recogido más de 120.000 firmas de apoyo (A. B.)

Presentación en el Ateneo de Madrid de la iniciativa “Abrid las puertas a Afganistán y a las afganas”, que ha recogido más de 120.000 firmas de apoyo (A. B.)

El escrito se articula en tres puntos, como llamamiento urgente a la comunidad internacional: la exigencia de mantener abiertas las fronteras para todas las personas que deseen abandonar Afganistán, la admisión en los operativos de repatriación del “mayor número posible de afganos y especialmente afganas en peligro inminente”, hayan sido o no colaboradores de las misiones extranjeras, y en tercer lugar que se preste “una atención preferente a las mujeres en especial situación de riesgo” por cualquier motivo. Esta exigencia conlleva el compromiso simétrico necesario para la acogida de los refugiados y refugiadas. El texto ha sido presentado en la sede del Parlamento Europeo en Madrid, tal como han comunicado las promotoras, y se hará llegar también a la representante en España del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), así como al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares.

Para Gallego-Díaz, la amplia respuesta obtenida demuestra cómo este breve texto ha recogido un sentimiento grande que estaba entre las mujeres. Entre las firmas hay muchas procedentes de Latinoamérica, entre escritoras, artistas o profesionales liberales –ha explicado–, y también empleadas de banca, de la limpieza, administrativas, jubiladas, deportistas o técnicas. Por tanto, esa preocupación se extiende a toda la sociedad y particularmente a mujeres de todo tipo, ha añadido.

Garantías mínimas

Entre esas firmantes figuran escritoras reconocidas como Svetlana Aleksiévich, Premio Nobel de Literatura; Elena Poniatowska, premio Cervantes, o Siri Hustvedt, premio Princesa de Asturias; la ex magistrada del tribunal constitucional, Elisa Pérez Vera; la eurodiputada austríaca Evelyn Regner, presidenta del Women’s Rights Committe; la senadora chilena Isabel Allende; la científica española María Blasco, directora del CNIO;  la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Vicky Rosell o la filósofa Amelia Valcárcel.

“Una cosa es hablar y otra es reconocer el régimen talibán”, han explicado, si no incluye dentro de sus garantías tres cuestiones mínimas esenciales: el derecho de las mujeres a la educación y la sanidad normalizadas y el derecho a trabajar. En este sentido han valorado las afirmaciones de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, quien tres días antes afirmaba en su visita a la base de Torrejón que ”los 1.000 millones de euros del presupuesto que tenemos para ayuda humanitaria están condicionados al respeto a los derechos humanos”. “No se puede dar ni un euro de ayuda humanitaria a quien no garantice los derechos de las mujeres”, enfatizaba la alta representante europea. “No cejemos en la presión”, insisten las periodistas españolas, en lo que es la “catástrofe” de un “régimen genocida con las mujeres”, como lo ha calificado Rosa Montero. La iniciativa sigue abierta a nuevas firmas, a través de la página web abrirafganistan.com. Su intención es conseguir que este tema “no se agote en dos semanas” en la agenda pública, ya que el problema continuará por mucho tiempo.

“El mundo entero lo sabía”

Han sido varios los comunicados lanzados en estas semanas desde el movimiento de mujeres, tanto en nuestro país como en el entorno europeo. Así, la carta dirigida por el Fórum de Política Feministaal presidente del Gobierno ha recabado más de 16.000 firmas. En ella recuerdan los compromisos internacionales de nuestro país en materia de derechos humanos de las mujeres y solicitan la persecución de los crímenes que los talibanes les infligen en Afganistán, de acuerdo a los principios de la Justicia Universal; medidas de asilo y refugio para ellas en la Unión Europea; así como medidas de boicot a los responsables. Por su parte, la Red Europea de Mujeres Migrantes emitió una Declaración en la que aseguran que serán las mujeres y niñas quienes paguen el precio más alto de este desastre humanitario. “El mundo entero lo sabía, cuando en mayo de 2020, un hospital de maternidad fue atacado en Afganistán dejando 16 madres muertas. El mundo entero lo sabía cuando, en mayo de 2021, una escuela fue bombardeada, causando la muerte de 90 niñas y heridas a muchas más”, escriben, preguntándose por qué el mundo observó en silencio. Ellas coinciden en ver como una trampa las palabras de falsa moderación de los integristas. “Si no se reconoce que la misoginia es un componente esencial de las ideologías y los movimientos extremistas, nunca será posible detenerlos”, afirman en su escrito, en el que recuerdan que más de 3,5 millones de niñas estaban en el presente escolarizadas en Afganistán, en comparación con ninguna durante el gobierno de los talibanes entre 1996 y 2001. “Hay 17 millones de mujeres en Afganistán que se enfrentan a la perspectiva de una muerte rápida si se resisten, o a una muerte lenta”.

También el Partido Feminista de España emitió el 15 de agosto su posición en esta crisis, condenando tanto la retirada de tropas estadounidense como la retirada de los efectivos militares por parte del Gobierno español. Lo que los gobiernos occidentales ocultan, añaden, es que esta «guerra interminable» desencadenada hace más de cuarenta años fue alimentada y financiada por el Departamento de Estado de los EEUU, destinada a minar a la Unión Soviética, “en cumplimiento del principio de que el principal enemigo a batir es el comunismo”. El régimen socialista afgano, recuerdan desde el PFE, inició un programa de reformas que incluía la educación obligatoria de niños y niñas. Por contra, «cuando gobernaron los talibanes aplicaron una de las más estrictas interpretaciones de la ley sharía que se caracteriza por arrebatar todo derecho humano a las mujeres, suponía su muerte civil y una pérdida total de su dignidad como personas”, añaden.

Un burka arde en Barcelona

Si la respuesta a algunos comunicados ha sido muy amplia, no ha sido así a las convocatorias en la calle, con algunos centenares de manifestantes en nuestras principales capitales. Tras la entrada de los talibanes en Kabul y la caída del Gobierno del presidente Ashraf Ghani el 15 de agosto, una de las primeras reacciones del movimiento feminista fue la del colectivo Catab (Catalunya Abolicionista Plataforma Feminista), que dos días después reunió a unas doscientas mujeres en su protesta frente a la sede de la ONU en Barcelona. La imagen de ese día fue impactante, con varias mujeres inmigrantes afganas sumadas a la concentración prendiendo fuego al burka, el símbolo de la opresión de las mujeres. “Ni el velo ni el burka son ropa ni cultura. Son armas feminicidas”, se lee en los carteles de las feministas. Una de las integrantes de Catab, la abogada Núria González,explica que, según estas mujeres afganas, apenas son unas diez familias las que integran en el área metropolitana la comunidad inmigrante de este país. González se muestra muy crítica con algunas instituciones: “desde Catab nos parece muy hipócrita la posición de los ámbitos oficiales de la Generalitat y del ayuntamiento de Colau, que se han pasado la vida defendiendo que “el velo empodera”. Ahora pretenden hacer ver que están por los derechos de las afganas, cuando siguen aquí promoviendo el burka y el velo como elementos culturales”, explica.

La politóloga y escritora Nazanín Armanian. (Foto: Montserrat Boix).

La politóloga y escritora Nazanín Armanian. (Foto: Montserrat Boix).

Entender lo que está pasando: “Plan Talibán II” 

“Es imposible entender lo que está pasando sin conocer la historia de Afganistán”, explica Nazanín Armanian. “Plan Talibán II para las mujeres afganas” es el título de la videoconferencia que impartió el 23 de agosto esta politóloga y escritora iraní, experta en el análisis de los regímenes extremistas y de las relaciones internacionales, con la colaboración de las Mujeres Abolicionistas de Rivas, en Madrid. Exiliada en España desde 1983, recuerda cómo ella misma llegó a nuestro país hace 37 años tras cruzar “montañas infestadas de talibanes” en Pakistán. Habla de “fascismo religioso”: «fascismo con todas las letras» cuando el fundamentalismo se convierte en doctrina política, que es precisamente lo que ocurre en este país asiático, algo mayor que España. Solo el 22% de sus habitantes vive en zonas urbanas, y la gran mayoría no tiene acceso a los servicios sanitarios mínimos. Armanian advierte sobre la posibilidad de la partición del país, con la excusa de su realidad multiétnica. La idea sería “convertir países grandes estratégicos en mini-Estados controlables por las potencias”.

Nazanín Armanian recuerda, entre otros muchos datos, que la monarquía afgana en 1921 ya abolió el matrimonio infantil. Las viejas imágenes de los años 60 y 70 muestran una sociedad que se moderniza incluso con un movimiento feminista, siempre secular, en el que destacan el papel de la enfermera Anahita Ratebzad y de la Organización Democrática de la Mujer Afgana. En 1965 Ratebzad es una de las cuatro diputadas en el parlamento afgano, y en 1981 es ministra de Asuntos Sociales. Durante los años de la República Democrática de Afganistán (1978-1992), el régimen socialista establecido tras la Revolución de Saur, la edad nupcial pasó de 8 a 16 años. La influencia de la vecina Unión Soviética tuvo un gran impacto en estos procesos, que contrastan con la persistencia de prácticas brutales con las mujeres en zonas rurales. “Que no nos cuenten de feministas islámicas”, dice, “es una forma de teñir de rosa el fundamentalismo. El feminismo nunca es religioso, porque ninguna religión cree en la igualdad entre el hombre y la mujer”.

Sobre las palabras de los actuales talibanes “moderados”, Armanian explica cómo fueron exactamente las mismas promesas incumplidas dadas por Jomeini a las iraníes en 1978. Es el mismo año en el que interviene por primera vez Estados Unidos en Afganistán, utilizando a la extrema derecha religiosa al organizar los grupos yihadistas: no es 2001, sino 1978, en el contexto de la Guerra Fría, como recuerda esta politóloga y como reconoció en una famosa entrevista de 2010para la Fox News la propia Hillary Clinton, ex Secretaria de Estado de los EEUU.

A partir del triunfo de los islamistas en los noventa, la autora describe un régimen de “apartheid de género” contra las mujeres, desde la extensión del velo a la pérdida de toda libertad personal. El cultivo de la adormidera para la obtención del opio financiará las intervenciones, con un gran impacto sobre la población. En la siguiente etapa, los 20 años del “Gobierno de la OTAN” –así lo llama–, tan solo se ha logrado el 17% de alfabetizadas, la esperanza de vida real está en los 44 años y la corrupción campa a sus anchas, según su exposición. Ahora, mientras algunos grupos organizan la resistencia, Armanian nos recuerda cómo la guerra es un negocio redondo, mientras contempla dos posibles escenarios: una próxima guerra civil o una nueva intervención. Pese a todo, la experta iraní no se rinde: “si la geopolítica y las élites capitalistas del mundo han destrozado la vida a los afganos –a las mujeres más–, esto no ha terminado”. “Organicémonos para construir un mundo donde las conquistas sociales no sean reversibles”, concluye, mientras muestra la fotografía de una niña que sonríe bajo esta frase: “¡Les ganaremos!”.


Fuente: https://tribunafeminista.elplural.com/2021/08/no-abandonemos-a-las-mujeres-de-afganistan/

Comparte este contenido:

Celac muestra preocupación por situación en Afganistán

Por: Tercera Información

La Celac expresó que está preocupada por los derechos humanos y las libertades fundamentales de la población afgana, especialmente de los niños y mujeres.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), a través de un comunicado oficial mostró su inquietud sobre la situación en Afganistán, que ha recalcado preocupación por la situación de las mujeres, las niñas, niños, personas Lgbtiq+ y las minorías religiosas.

«El contexto en Afganistán ha afectado el bienestar, la seguridad y la integridad de su población, y en particular, el de mujeres, niñas y niños, minorías religiosas, personas Lgntiq+ y otros grupos en situación de vulnerabilidad”, declaró la Celac.

La Comunidad expresó que está preocupada por los derechos humanos y las libertades fundamentales de la población afgana, incluyendo la dignidad humana, la integridad física, el acceso a la educación y al trabajo, así como la participación política y el libre desarrollo de la personalidad.

Desde la toma de Kabul (capital) por parte de los talibanes el pasado 15 de agosto, los derechos de población afgana se han visto vulnerables. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños señala que además peligra la libertad de expresión y de opinión, la libertad de circulación, así como el derecho a la autodeterminación de los pueblos, el estado de derecho y los principios democráticos sobre los cuales se cimientan el Estado y sus instituciones fueron amenazados.

El 23 de agosto, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, siglas en inglés), precisó que unos 10 millones de niños precisan asistencia humanitaria en Afganistán, al enfrentarse a problemas de desnutrición o violaciones de sus derechos.

Unicef estima que 1 millón de niños sufrirán desnutrición aguda grave en el transcurso de este año y podrían morir por falta de tratamiento. Asimismo, señaló que producto de la prolongada crisis, unos 4,2 millones de niños no van a la escuela, incluidas más de 2,2 millones de niñas.

Por su parte la plataforma feminista Latfem precisó que la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán en un mensaje enviado afirmó que “después de desperdiciar millones de dólares y miles de vidas, los misóginos y criminales talibanes están de regreso, más poderosos que nunca”.

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/internacional/25/08/2021/celac-muestra-preocupacion-por-situacion-en-afganistan/

Comparte este contenido:

¿Qué está en juego para la vida de las mujeres en Afganistán?

Entrevista 

Con la toma del poder de los talibanes en Afganistán, salieron a la luz los verdaderos impactos de la ocupación militar estadounidense en el país. Fueron 20 años de un discurso sobre la libertad, la democracia y la guerra contra el terrorismo que, en realidad, ocultan los billones de dólares y las innumerables muertes para el pueblo afgano. Durante ese periodo, se conformó un gobierno títere, inmerso en una lógica de corrupción y un aumento exponencial de la exportación de opio, acompañado del aumento de la adicción a las drogas en el país. Pese a que, en una pequeña parte del país, se produjeron algunos avances en las posibilidades de vida, estudio y carrera para las mujeres, en otras partes, seguían vigentes las restricciones, la violencia y los azotes. Los talibanes siguieron organizándose bajo la ocupación. Las tecnologías de vigilancia ensayadas por Estados Unidos son ahora instrumentos para el Talibán ejercer su poder.

Las intervenciones militares son una estrategia imperialista de EE UU.para imponer su política y los intereses de sus mu,tinacionales. Recuperamos la posición de la Marcha Mundial de las Mujeres en 2001, anticipándose a los efectos de la ocupación estadounidense que tuvo lugar ese año. La guerra “no soluciona lo más mínimo de los problemas que están a la raíz de la violencia y no hará más que agravar la pobreza y la humillación de las poblaciones afectadas. (…) Habrá gobiernos que aprovecharán esta situación para nutrir la xenofobia, cerrar todavía más sus fronteras para erigirse en fortalezas contra las personas inmigrantes y refugiadas; para amenazar y hasta suprimir los derechos civiles y las libertades fundamentales, en particular de las mujeres, y para criminalizar todo movimiento de oposición a la mundialización neoliberal y sexista actual”. Recuperarla nos sitúa en los tiempos de la política y nos permite observar la alarmante situación actual en Afganistán a la luz de la coyuntura regional e internacional. Los peligros para la vida de las mujeres son centrales, pero no pueden ser analizados de forma aislada.

El 17 de agosto de 2021, dos días después de la toma de Kabul por el Talibán, Capire entrevistó a una mujer afgana que lucha por los derechos de las mujeres, cuya identidad no se revelará por razones de seguridad y por lo delicado de las circunstancias actuales. Estuvo dos años como refugiada en Pakistán y regresó a su país en 2003, donde dio continuidad a sus estudios hasta el 2018. Actualmente vive en Alemania. La entrevista a continuación busca ayudar a entender la situación desde el punto de vista de las mujeres afganas. Nuestro objetivo es construir una solidaridad feminista e internacionalista permanente con las mujeres y el pueblo afgano, con soberanía y autodeterminación para todos los pueblos.

Nos gustaría difundir lo que está sucediendo en Afganistán actualmente desde la perspectiva y la experiencia de las mujeres del país. ¿Qué opina de la actual coyuntura afgana?

La situación en mi país es una pesadilla para la población, especialmente para las mujeres. Todo se derrumbó en cuestión de horas: el trabajo duro de las mujeres que estaban luchando por sus derechos y por la escasa visibilidad que empezaban a tener en la vida pública, conquistando la participación en instituciones gubernamentales y el acceso a la escuela y la universidad. Poco a poco empezaron a confiar en la democracia y en la posibilidad de tener derechos y plantearse un futuro mejor.

La situación es terrible. Hoy vivo en Occidente, en Europa, así que sólo puedo imaginar cómo están viviendo las mujeres en mi país.  Desgraciadamente, algunas mujeres de mi familia que asistían a la universidad no pueden seguir estudiando en este momento. Aunque el Talibán haya anunciado que no habrá restricciones, nadie se fía, teniendo en cuenta lo que hacían hace 20 años. Los crímenes que cometieron en ese periodo siguen vivos en la memoria de la gente.

La gente dice que no sabe qué esperar del futuro. Todos tienen miedo de convertirse en blanco del Talibán. Todos sufren, pero el blanco más fácil son siempre las mujeres. La gente tiene miedo de salir a trabajar y que le sigan a casa, por temor a que le hagan algo a su familia. El silencio en Kabul es aterrador. No se oye a nadie, ni siquiera a los niños jugando en la calle.

Kabul está en el corazón de Afganistán y la mayoría de las activistas vivían allí. Algunos periodistas han vuelto a salir al aire hoy. He visto unos videos de Kabul que muestran que algunas presentadoras han vuelto a aparecer en las cadenas de televisión privadas. A la vez, la gente no puede fiarse de toda la situación. Las cosas pueden cambiar después del 31 de agosto, porque ese será el último día para que los estadounidenses completen la evacuación.

Tal vez los talibanes sólo estén mostrando un lado más moderado por el momento, pero después de formar el gobierno, las cosas pueden cambiar. Hay un video en el que se le pregunta a un soldado talibán específicamente sobre las mujeres y contesta que quieren “implementar lo que la sharía[1] dice sobre las mujeres”, señalando que las mujeres tendrán que seguir el código de vestimenta de la sharía. Se le salió que cree que las mujeres deberían quedarse en casa. Al mismo tiempo, sus líderes dicen que las mujeres podrán tener acceso a sus estructuras y que son necesarias y forman parte de la sociedad. De alguna manera lo demuestran, pero los soldados en los territorios dicen otra cosa.

Algunos dicen que Estados Unidos ha fracasado en Afganistán, mientras que otros dicen que este era su objetivo. ¿Qué significaron los últimos 20 años de ocupación estadounidense en su país?

Cuando Estados Unidos ocupó Afganistán, la expectativa que tenían los afganos en ese momento era de que se produjera un cambio. Pero no ocurrió nada fundamental. Volvieron al gobierno afgano y al mismo tiempo mantuvieron cierta relación con el Talibán, en el sentido de que no lo presionaron, aunque intentaran demostrar que combatían al grupo. En general, la población de las aldeas empezó a oponerse a Estados Unidos, y una de las principales razones fueron los bombardeos que se estaban llevando a cabo. Estaban matando a civiles.

La gente empezó a tener este sentimiento contra los estadounidenses, pero eso no significaba que quisiera a los talibanes en el poder. Ya había vivido el periodo de control talibán y sabía lo que significaba. Durante los últimos 15 años, mi pueblo estuvo bajo su control en cierta medida. A las niñas sólo se les permitía estudiar hasta el sexto grado, no más que eso. La gente sabía que los talibanes no le iban a dar nada. Quería el apoyo del gobierno, quería que el gobierno se hiciera más fuerte. Creía en ese pedacito de democracia que ofrecía el gobierno.

No pedimos a Estados Unidos que se queden. No queremos la ocupación. El problema es la forma como han dejado todo, es el vacío que han promovido. Literalmente tiraron a los afganos a los leones. Esto es lo que hacen: se llevan lo que quieren y los dejan ahí. En este momento, los afganos están viviendo una terrible sensación de pánico.

No se trata de que la gente va a extrañar a los estadounidenses. Quiere un gobierno democrático, con representantes y elecciones, donde las mujeres puedan tener sus derechos garantizados. Incluso con 20 años de ocupación, Estados Unidos no han hecho nada para eso. Se trató apenas de una exhibición al mundo.

Los afganos tenían un Parlamento y las niñas iban a la escuela;  esta es la única imagen que Estados Unidos quieren que el mundo conozca. Pero son las familias afganas las que deben recibir los méritos. Fueron ellas las que mandaron a sus hijas a estudiar, al colegio, a la universidad. Y podían trabajar. Durante ese tiempo, como las mujeres eran blanco de ataques, hubo secuestros y atentados suicidas. Sin embargo, el pueblo debería llevarse el mérito de nuestra seguridad, no Estados Unidos ni el gobierno títere que no nos ha ayudado.

Ahora la población está muy enfadada, especialmente las mujeres. Creen que los estadounidenses deberían haber abandonado el país de forma adecuada, a través de los medios apropiados. La gente no pidió que vinieran. Bin Laden fue asesinado en Pakistán, no aquí. Vinieron y ahora nos dejan de nuevo con un grupo medieval que viene a apoderarse del país.

¿Qué significa esta situación para la coyuntura regional e internacional?

Ahora mismo, todo el mundo está confundido, incluidos los talibanes. No tienen una agenda, no saben cómo formar un gobierno ahora. La situación es un poco confusa para todos. Hoy China ha declarado que reconocerá el gobierno talibán, y Turquía ya ha expresado su apoyo al grupo. Esto lo legitima.

Las cosas cambiaron mucho en los últimos 20 años en lo que respecta a la conciencia de las mujeres sobre sus derechos y el acceso a los medios de comunicación e Internet. Así que los talibanes están mostrando un lado más moderado para ganar algo de reconocimiento, al menos entre los países de la región. Es un momento confuso, pero lo vamos a entender mejor después del 31 de agosto. Todo fue muy repentino.

¿Cuál sería una salida posible para Afganistán y cómo podría ser el apoyo internacional, teniendo en cuenta el aumento del número de personas afganas que pasarán a ser refugiadas?

Cuando el resto del país cayó en manos de los talibanes, una provincia tras otra, la gente se refugió en Kabul. En un periodo de tres o cuatro días, más de 20.000 personas huyeron a la capital. Cuando los talibanes llegaron a Kabul, la gente empezó a intentar salir del país. Esta es una de las cosas que hay que mostrar al mundo: la población no apoya a los talibanes, quiere dejar el país a cualquier precio. Las tres personas que fallecieron al intentar esconderse en el avión que despegaba… este terrible episodio demuestra que la gente quiere irse.

Los alrededores del aeropuerto de Kabul están abarrotados porque la gente cree que va a poder salir. Incluso las Naciones Unidas han hecho un llamamiento a los países vecinos para que acepten a los refugiados. La gente no quiere vivir bajo el control del Talibán porque no sabe cuál será el futuro de sus hijos.

En una situación muy ideal, puede que los talibanes hayan cambiado realmente y permitan a las mujeres trabajar, que no interfieran en la educación de las niñas, que permitan a las mujeres acceder a la universidad. Pero tenemos ejemplos de países como Irán y Arabia Saudí, donde las mujeres son reprimidas y se convirtieron en un blanco fácil. Los intelectuales no tienen libertad para trabajar, las personas que defienden los derechos humanos no pueden actuar.

Los talibanes no se quedarán atrás. Esto es lamentable, porque mucha gente estaba empezando a tener una vida. Si uno tenía un pedacito de tierra en tu pueblo, sabía que podía usarlo. Los habitantes de Kabul empezaban a tener sus propias casas. Hace unos años, los afganos también querían abandonar el país, pero no así, en un número tan elevado. En ese momento, debido a los asesinatos de los hazara[2], por la pobreza. Ahora serán millones en los próximos meses.

¿Qué acciones de solidaridad internacional pueden emprender los movimientos sociales y feministas en este momento?

El mayor apoyo es hacer oír la voz del pueblo afgano, de las mujeres afganas. Esta es la mayor acción de solidaridad, apoyo y ayuda que pueden recibir. No se olviden de nuestro país. Hoy estamos en las noticias, pero dentro de unas semanas, cuando el Talibán anuncie su gobierno, la situación se calmará y ya nadie se va a preguntar qué pasa en el país.

Una vez que el tema esté fuera de los titulares, entonces comenzará el trabajo duro. En ese momento, nuestras mujeres necesitarán a sus compañeras internacionales para alzar la voz.

Me temo que en algún momento se cortará el internet. Esto podría suceder porque los talibanes podrían no querer que se documenten sus crímenes. Así que estas voces deben llegar a todos los rincones del mundo, para no dejar solas a las mujeres afganas. Hay gente que dice que si lo que ocurre es pacífico, como afirma el Talibán, está bien. No está bien. Un cementerio también puede ser pacífico. No queremos que nuestro país se convierta en un cementerio.

[1] La sharía es la ley islámica, basada en el Corán y los hadices, textos complementarios de esa fe. Se adopta en varios países de mayoría musulmana.

[2] Los hazara, de mayoría musulmana chiita, fueron uno de los mayores grupos étnicos de Afganistán, representando alrededor del 67% de la población del país. Se calcula que más de la mitad de esta comunidad fue masacrada a finales del siglo XIX y hasta hoy es uno de los principales blancos del Talibán.

Entrevista realizada por Bianca Pessoa y Tica Moreno
Edición por Helena Zelic
Traducción del portugués por Luiza Mançano
Idioma original: inglés

https://vientosur.info/que-esta-en-juego-para-la-vida-de-las-mujeres-en-afganistan/

Comparte este contenido:

Diferencias entre igualdad, paridad y equidad

Por: Montserrat Barba Pan

Aunque existen diferencias entre ellos, a menudo se confunden y se usan indistintamente. A continuación explicamos la diferencia entre los términos igualdad, paridad y equidad.

1. Igualdad:

La igualdad es el derecho inherente de todos los seres humanos a ser reconocidos como iguales ante la ley sin discriminación por su género, condición sexual, raza, creencia, nacionalidad o clase social o cualquier otro motivo. Se traduce en la igualdad de trato de individuos, grupos sociales o comunidades sin condiciones en la representación pública (parlamentos, ministerios, organismos,…), la educación (acceso a los estudios, becas,…), la sanidad (acceso universal a la sanidad), las empresas públicas y privadas (igualdad salarial, igualdad en la contratación y promoción en base únicamente a la valía profesional,…). Un ejemplo de su no cumplimiento es la desigualdad salarial: la demanda pendiente de que mujeres y hombres cobren lo mismo por el mismo trabajo realizado y las mismas capacidades demostradas.

La igualdad de género, como principio jurídico universal, está recogido en diversas declaraciones de derechos humanos y forma parte de los principios fundamental de la Constitución europea, así como de normas nacionales, como la Constitución española.

Una inadecuada interpretación de este concepto es el que lleva a antifeministas a criticar las leyes que proponen cuotas o medidas especiales para las mujeres, como las recogidas en la Ley Integral contra la Violencia de Género o la Ley de Igualdad 3/2007 española.


2. Paridad:

El concepto de paridad está relacionado con corregir la falta de representatividad de las mujeres en la esfera pública, sobre todo en la política. Según Alicia Miyares, “garantiza el derecho civil de las mujeres a ser electas y también a representar políticamente a la ciudadanía”. La paridad en la representación establece por ley en España un 60%-40%, es decir, ningún género puede estar representado en una proporción menor a un 40% ni mayor a un 60%, siempre entre candidatas y candidatos de igual valía y méritos para un puesto.

La paridad tiene que ver con las llamadas cuotas de género que siguen generando rechazo por parte de algunos sectores incapaces de aceptar la deuda histórica existente con las mujeres. Así, el Gobierno alemán acaba de aprobar que haya como mínimo un 30% de mujeres en los consejos de administración de las grandes empresas alemanas para contribuir a superar el “techo de cristal” que impide a muchas trabajadoras ostentar puestos de poder y dirección.


3. Equidad:

La equidad (del inglés, equal) se utiliza más en Latinoamérica, en ocasiones como sinónimo de igualdad pero va más allá de ésta y articula tanto los derechos individuales como la justicia social. Tiene en cuenta las condiciones de partida y las necesidades específicas y diferenciadas de las mujeres de forma que la igualdad de condiciones y oportunidades pueda ser efectiva y no androcéntrica.

Las feministas latinas, tras la Conferencia de Pekín de 1995, prefirieron utilizar el término equidad frente a igualdad, ya que entendían la igualdad como el querer equiparar a las mujeres con los hombres para poder gozar de los mismos derechos que ellos, en vez del reconocimiento de una realidad específica de las mujeres que rechaza esa comparación.

Fuente: https://www.notaantropologica.com/diferencias-entre-igualdad-paridad-y-equidad/

Comparte este contenido:
Page 11 of 76
1 9 10 11 12 13 76
OtrasVocesenEducacion.org