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A diez días de la caída de Kabul, Massoumi conversó con Brecha sobre la situación actual en el país, el legado de la ocupación y la resistencia al régimen fundamentalista.
Massoumi es doctora en Historia, investigadora del Afganistán moderno y graduada en la californiana Universidad de Stanford, donde hoy es docente en el programa Educación Civil, Liberal y Global. Su familia huyó de Afganistán en 1980, un año después de que tomara el poder el régimen comunista que lo gobernó hasta 1992. Su última visita al país fue en 2018, para realizar un trabajo de campo y una investigación para su tesis, según explica a Brecha.El diálogo que reproducimos a continuación transcurrió vía email.
—Desde que los talibanes se hizo con el control del país, parece que Occidente se acordó de la suerte de las mujeres afganas y entró en pánico, como si durante los 20 años de ocupación de Estados Unidos y la OTAN la situación de las mujeres y del pueblo en general en el país hubiera sido buena y próspera. ¿Cuáles son sus comentarios u observaciones sobre esta percepción?
Parte de la justificación de la «guerra contra el terror» en 2001 tenía que ver con las feministas occidentales, que creían que había que «salvar» a las mujeres afganas de la opresión de los talibanes. Es interesante, porque nadie preguntó nunca a las mujeres afganas qué querían ellas. De hecho, siguen sin preguntarles.
Los logros de los últimos 20 años para las mujeres y para muchas personas de Afganistán tienen que ver con el hecho de que ellas y ellos mismos hicieron retroceder los sistemas de opresión que pretendían controlarles, ya sea el imperialismo occidental o el terrorismo talibán. Muchas mujeres en los medios de comunicación asumieron grandes riesgos en sus carreras para ser creativas con la nueva programación, para ser periodistas que hacían preguntas difíciles a los líderes afganos e internacionales y hacerlos rendir cuentas. No creo que se pueda decir que las mujeres tuvieron la oportunidad de hacer estas cosas debido a la ocupación estadounidense. Creo que las mujeres afganas son fuertes, inteligentes y capaces de hacer cualquier cosa en este mundo, y lucharon mucho por sí mismas para ganar su derecho a participar en la vida pública y exigir su autonomía.
—¿Cuál fue la situación durante estos 20 años? ¿Hubo realmente mejoras e inversión significativas en la vida y las condiciones de las mujeres? Teniendo en cuenta los billones que invirtieron Estados Unidos y sus aliados en los sectores militar y de seguridad y en el apoyo a los señores de la guerra locales, ¿qué podría haberse hecho de otra manera?
Creo que ya hay muchas pruebas que demuestran todos los fracasos de la aventura estadounidense en Afganistán. Si mirás los informes del SIGAR (1) o los «Afghanistan Papers» publicados por The Washington Post, se pueden ver las pruebas de corrupción, la mala gestión, la falta de un plan claro de la guerra o de por qué los estadounidenses estaban allí… Todas estas cosas son pruebas de lo que salió mal.
Cuando Estados Unidos comenzó su guerra, en 2001, después de los sucesos del 11-S, su retórica −especialmente bajo el presidente Bush− era «no negociamos con terroristas» o con «quienes los albergan», y, sin embargo, en 2020 Estados Unidos se puso a elaborar un acuerdo de paz con los talibanes en Doha, Catar. Y sin la participación del Gobierno afgano. La forma en que Estados Unidos ha considerado esta guerra y su propósito fue errónea desde el principio, especialmente si se considera que el objetivo era deshacerse de los terroristas y ahora han firmado un acuerdo de paz que reinstaló a los terroristas en Afganistán.
Como dije antes, creo que las mujeres afganas han conseguido importantes avances en los últimos 20 años, pero el regreso de los talibanes amenaza con borrarlos todos. Cuando se apoderó del poder, emitió edictos amenazando con casar a las mujeres solteras y a las viudas menores de 45 años.
—¿Cree que los talibanes han cambiado en estos 20 años, en algún sentido? ¿Habrá alguna diferencia en comparación con su anterior Gobierno comenzado hace 25 años? ¿Por qué cree que su discurso ha sido casi «conciliador» en sus primeras ruedas de prensa y declaraciones?
No. Creo que todo lo que intentan mostrar de sí mismos ahora bajo una luz positiva es una fachada. Como ya mencioné, desde su toma del poder ya estaban emitiendo proclamas para controlar los cuerpos de las mujeres y obligarlas a casarse. Su violencia no cesará en el lapso de una semana y sería muy ingenuo creer que se han reformado. Los informes y videos de todo el país muestran que han atacado hogares y amenazado a cualquiera que trabajara con los estadounidenses.
También es peligroso aceptar por pragmatismo a un grupo terrorista que se hizo con el poder. Una vez que empezamos a hablar de «bueno, pero ahora están en el poder» se les da legitimidad, y no creo que un grupo terrorista deba tener legitimidad en nuestro mundo para dirigir un país. Es un crimen. El pueblo afgano no votó por los talibanes. Este grupo lleva más de 20 años aterrorizando a la gente y el pueblo afgano no olvidará sus atrocidades.
—¿Cuál es su percepción sobre el sentimiento de la mayoría de la población respecto a la vuelta de los talibanes al poder? Por supuesto, puede variar en función de las regiones, los géneros, el medio urbano o rural, etcétera, pero me pregunto cuál es su base de apoyo, más allá del miedo y el respeto natural que puede imponer una poderosa organización armada.
Los afganos y afganas se están levantando y resistiendo de diversas maneras. Reclaman su bandera nacional y los símbolos de su país y no aceptan la bandera de los talibanes. Reclaman su hermosa religión al grito de «Allahu Akbar» («Alá es más grande») y niegan así esta idea de que los talibanes pueden utilizar la religión para justificar su violencia. El islam es una religión de paz, no de violencia.
—¿Cuáles son los sentimientos y los temores de las mujeres, qué piensan de la retirada estadounidense y de la forma en que se hizo, cómo están siendo y serán afectadas sus vidas en realidad, y cuáles son las perspectivas para ellas?
Me temo que muchas personas afganas −independientemente de si son mujeres u hombres− viven una tremenda sensación de traición por parte de Estados Unidos. Creo que todo el mundo en el país quería que los estadounidenses se fueran, sin duda, pero no de esta manera. Estados Unidos utilizó el territorio afgano durante 20 años para librar una guerra contra el terrorismo y hacer que el mundo fuera «más seguro». Y, sin embargo, con esta retirada Estados Unidos no le ha dado ninguna dignidad al pueblo afgano. En el aeropuerto, se privilegia la seguridad de las vidas estadounidenses por encima de las afganas. Estados Unidos veía al pueblo de Afganistán como «aliado», pero ha tratado a esos aliados como «bajas desafortunadas» en este escenario. Que el presidente Biden sugiera que los soldados afganos eran cobardes que no querían luchar por sí mismos es negar los aproximadamente 66 mil soldados afganos que murieron en el transcurso de esta guerra. Ese número por sí solo significa sacrificio y compromiso.
—¿Qué podemos hacer en el Sur global, y en América Latina en particular, para apoyar al pueblo afgano? ¿Qué pueden y deben hacer las organizaciones feministas para comprender y apoyar realmente a las mujeres afganas de forma positiva y constructiva?
¡Por favor, no reconozcan ni apoyen al Gobierno talibán! Presionen a cualquier gobierno que apoye a los talibanes para que dejen de hacerlo y para que no lo financie. A menos que apoyen el terrorismo, no deberían permitir que esto le ocurra a un país que ha soportado más de 40 años de guerra. Por favor, incidan para que Afganistán sea libre, y para que el propio pueblo afgano decida quiénes deben ser sus dirigentes. Esto no debería ser una decisión de los imperialistas o de los terroristas talibanes. El pueblo afgano debería decidir por sí mismo.
—¿Qué más le gustaría decir o señalar sobre la situación actual que no haya sido destacado lo suficiente en los análisis occidentales?
Creo que la gente no comprende realmente el importante lugar que ocupa Afganistán en este mundo. Aparte de ser utilizado como lugar de guerra, para mí Afganistán es un lugar de paz, de imaginación, de experimentación y, sobre todo, de amor. Pero si seguimos pensando en Afganistán solo como un lugar de víctimas y horror, estaremos ciegas a todo el amor que ofrece al mundo y a cómo −si tiene su propia autonomía y un gobierno decidido por el pueblo− puede ser uno de los lugares más poderosos de este mundo. Me pregunto si será por eso que tantas potencias mundiales están interesadas en él…
Fuente: https://brecha.com.uy/nadie-pregunto-nunca-a-las-mujeres-afganas-que-querian-ellas/
Nota:
1). El Inspector General para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR, por sus siglas en inglés) fue creado por el Congreso estadounidense con el fin de auditar los fondos destinados a esa tarea. Su misión oficial es «promover la economía y la eficacia de los programas de reconstrucción financiados por Estados Unidos en Afganistán y detectar y evitar el fraude, el despilfarro y los abusos mediante la realización de auditorías, inspecciones e investigaciones independientes, objetivas y estratégicas». Significativamente, la portada de su sitio web contiene un informe titulado: «Lo que tenemos que aprender: lecciones de 20 años de reconstrucción en Afganistán»