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Gritar “¡fuego!” no “¡socorro!” y otros trucos de autodefensa feminista

Reseñas/17 Octubre 2019/El país

Cada vez más municipios ofrecen talleres gratuitos para que las mujeres aprendan a protegerse de posibles agresiones

Jóvenes temerosas de volver a casa de noche. Octogenarias que se niegan a ser la presa fácil del agresor. Víctimas de violaciones y acoso callejero. El perfil de las mujeres que quieren aprender a defenderse es variado, pero su miedo es el mismo. Un miedo que ha hecho proliferar los cursos municipales de autodefensa en todo el país. En Madrid, centenares de mujeres se acercan a los más de 20 centros públicos donde se imparten estos talleres gratuitos desde 2016. Hace unas semanas, en Santa Cruz de Tenerife, Francisco Javier Yanes, profesor de yudo y jiu-jitsu, y María del Pilar Machín, psicóloga experta en violencia de género, inauguraron el primer curso en Canarias que combina defensa personal y empoderamiento femenino. En Galicia, 60 municipios –de 313– tienen iniciativas parecidas; 32 concellos más que en el 2018, año en el que más de 2.600 mujeres se inscribieron en este tipo de talleres solo en la Comunidad de Aragón. A todas les une un único denominador común: aprender las herramientas para vivir sin miedo.

Los datos de violencia machista justifican el aumento en la demanda. En lo que va de año, 46 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas. Ya son 1.021 las víctimas mortales desde que comenzó el registro de los asesinatos machistas en 2003. La violación grupal de la Manada o el asesinato de Laura Luelmo resuenan en la memoria de estas mujeres que se apuntan a los talleres «por miedo a ser las siguientes».

Van llegando al polideportivo de Aluche con leggins de colores y botellas de agua. Se saludan tímidas y esperan descalzas en un rincón a que Óscar Sánchez (Madrid, 35 años), profesor de hapkido y taekwondo, empiece la clase. Él carga decenas de paraguas y bolsos vacíos para la temática de hoy: los llamados «útiles de fortuna». Las 23 asistentes –de las cuales nueve son menores de edad–, aprenderán a utilizar los elementos que suelen llevar consigo para defenderse de un posible agresor: una mochila puede servir de escudo, un pintalabios puede alejar a un agresor. Todo vale para ganar tiempo.

Laura González Moro, madrileña de 26 años, vuelve al curso por tercer año consecutivo. Esta vez como monitora. Graduada en psicología y con cinco años de formación en hapkido –arte marcial coreano–, fue víctima de violencia doméstica de pequeña por parte de su padre biológico (con el que ya no mantiene contacto). «Me dije a mí misma que nadie más me volvería a poner la mano encima», explica con la mirada firme. González es una de las dos únicas profesoras –entre los 17 del Ayuntamiento de Madrid– en proceso de formación para impartir métodos de defensa personal. «Nos dimos cuenta de que a las alumnas les chirría que estas clases las dé un hombre», cuenta su compañero Óscar Sánchez. «Por eso estamos intentando formar a más mujeres, aunque cuesta. No hay muchas que tengan formación en artes marciales o autodefensa. También ahí hay cosas que trabajar».

«Agarrad bien los paraguas. Por este lado de aquí para no lastimarte», explica Sánchez a una de las alumnas. Todas están separadas por parejas y se van turnando para interpretar ambos roles: el de agresor y el de víctima. La timidez inicial se disuelve y se van creyendo sus papeles. Gloria Soubrie, de 47 años le dice a su compañera: «Pero agárrame cuando no me lo espere, a ver si me sale de manera natural». Es el segundo curso al que se apunta y cuenta sorprendida cómo el viernes pasado un compañero de trabajo quiso gastarle una broma abalanzándose a sus espaldas sin que ella lo esperara. «Conseguí apartarle con una técnica que aprendí aquí. Me salió de manera instintiva», señala.

Además de la parte física, los talleres también tratan la temática psicológica. De hecho, de las cuatro horas del seminario que imparten Sánchez y González, casi tres se dedican a hablar sobre la violencia de género. Ambos coinciden: «Lo importante no es dar puñetazos. Queremos que entiendan la psicología del agresor y se adelanten a sus pasos». Consejos tan sencillos como gritar «¡Fuego!» en lugar de «¡Socorro!» para atraer la atención de los demás o dónde colocarse dentro de un ascensor en caso de un intento de agresión son algunas de las claves que explican. «También tratamos los ciclos de la violencia machista para que identifiquen si están en alguna situación de riesgo», añade González.

Se acaba la clase por hoy. Vuelven a calzarse y recogen sus botellas vacías. Salen del seminario con algo más de seguridad aunque con un sabor agridulce. Sara Espinosa, mexicana de 34 años le pone palabras: «Ojalá no tuviéramos que ser nosotras las que aprendemos a defendernos. Ojalá ellos supieran respetarnos. Pero bueno, al menos ya no me bloqueo al salir a la calle».

Fuente: https://elpais.com/sociedad/2019/10/08/actualidad/1570530440_333506.html

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Inicia Encuentro Nacional de Mujeres en Argentina

América del Sur/Argentina/13-10-2019/Autor y Fuente: www.telesurtv.net

La activista Yanina Pelli, destacó el trabajo comunal de cada movimiento y su participación en los debates para la unificación y retroalimentación de experiencias.

El Encuentro Nacional de Mujeres en Argentina inició este sábado en la ciudad de La Plata (sudeste), a pesar de que el acto inaugural fue suspendido por una tormenta, los debates de las féminas sesionarán hasta el próximo lunes.

“Queda suspendido el acto de apertura por disposición de bomberos por motivos climáticos de tormenta eléctrica. ¡Arriba encuentreras! ¡Que la lluvia no opaque las ganas de participar en el encuentro más masivo de la historia!”, señaló la comisión organizadora de la edición 34 de la cita.

Alrededor de 200.000 personas llegarán a La Plata para participar en los casi 100 talleres, recitales, asambleas y actividades en las calles de la ciudad, donde se reúnen mujeres de todo el país sin importar clases sociales, procedencia ni etnias.

Encuentro Nacional de Mujeres@34Plata

Pensar el feminismo popular desde acompañar a los barrios . Con las pequeñas practicas integrarnos a un feminismo popular .

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“Esto que tiene el movimiento de Argentina que nos hace de vanguardia y cada vez es más masivo, es que todas nos unimos en la heterogeneidad en base a temas que nos articulan, y por eso siempre hay cada vez más integrantes incorporándose a los encuentros”, señaló la activista Yanina Pelli.

La militante de la comisión organizadora expresó que el encuentro constituye un espacio de contención, de escucha para hablar de problemas que tenemos, de nuestros deseos, de las experiencias de lucha.

Encuentro Nacional de Mujeres@34Plata

Mira la transmisión de @34Plata. https://www.pscp.tv/w/cHIRrTFEWUtYTnhabmRwRWd8MURYeHlwWnpxWGVKTe398B_E2_I_kOeLKwbz5dAMpntR6E_Exz9jZOIyKTch?t=9s 

Encuentro Nacional de Mujeres @34Plata

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Pelli declaró que se debatirán sobre 87 temáticas, relacionadas con la sexualidad, el trabajo, cultura, deporte, violencia machista, entre otros. Para el próximo domingo está prevista una movilización previa a las conclusiones del Encuentro Nacional de Mujeres que se conocerán el siguiente lunes.
Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/inicio-encuentro-nacional-mujeres-argentina-20191012-0024.html

 

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La envidia entre mujeres

Por: Ilka Oliva Corado

obre cómo el sistema patriarcal divide a las mujeres para tenerlas controladas y relegadas a la posición de la inferioridad.

 

Al dominio patriarcal le es afín que las mujeres sintamos envidia entre nosotras, le es grato cuando nos odiamos, nos señalamos, cuando nos dispersamos en lugar de unirnos. Cuando estamos metiéndonos zancadilla para ver caer a quien creemos nuestra rival.
La rivalidad entre mujeres es producto de los patrones patriarcales con los que crecemos y que están en todo ámbito de la sociedad. Romper con eso es nuestra misión de género. No podemos dejar a las generaciones que están por venir un legado de indiferencia, de rencores, de discriminación; esas niñas merecen crecer en una sociedad donde las mujeres se comuniquen entre ellas, donde se aplaudan los logros en lugar de apuñalarse por la espalda.
Una sociedad donde se tomen de la mano para avanzar en busca de derechos, donde puedan caminar juntas y saber que cualquier mujer en cualquier lugar del mundo será una aliada y no una enemiga.
Sí, yo sé, son sueños muy grandes pero las cimas más altas se logran conquistar paso a paso, ya han hecho tanto nuestras ancestras y aun no es suficiente, ¿qué estamos haciendo nosotras para continuar en la construcción de ese legado? ¿Qué es lo que vamos a dar a cambio de esos derechos que nos dejaron nuestras antecesoras? Porque a muchas de ellas les costó la vida; fueron humilladas, ultrajadas, desaparecidas para que nosotras hoy tengamos el derecho a levantar la voz, el derecho al voto.
¿No merecen las niñas acaso que nosotras peleemos el derecho al aborto? Una buena forma de iniciar a romper ese esquema patriarcal que nos divide sería comenzar a decirle a otras mujeres lo bien que se ven, lo lindos que le quedan esos zapatos de tal color, que su blusa le queda linda, que se expresó muy bien en tal ponencia, que su trabajo es excelente.
Que tal falda le queda linda, que su sonrisa irradia. Que su forma de ser es contagiosa. Que su humanismo es admirable, que sus acciones invitan a la imitación. Y no hay nada de malo en decirlo, no hay nada de malo en que una mujer le diga a otra que se ve bonita, que le luce su color de pintalabios, que luce linda sin maquillaje. Eso no quiere decir absolutamente nada más que eso, que luce linda y hay que decirlo.
Hay que decirle a las personas que hacen bien las cosas, cuando las están haciendo bien. Hay que decirles que las admiramos por su empeño, por su esfuerzo, por su profesionalismo. No tiene nada de malo que sea otra mujer la que se lo diga. Romper con el patrón de la envidia entre mujeres es vital para derrumbar el patriarcado. Y no, eso no significa que la otra mujer sea homosexual y se lo esté diciendo con otros fines.
Ése es el primer enganche con el que el patriarcado nos desafía, dos mujeres pueden admirarse mutuamente y eso no significa absolutamente nada más que eso. ¿Qué tal si nos desafiamos y comenzamos hoy mismo viendo a nuestro alrededor y diciendo a las mujeres que nos rodean lo lindo que se ven, lo bien que hacen su trabajo, lo admirables que son? Costará el primer día, pero al tercero les prometo que será como montar en bicicleta.
Y poco a poco iremos adentrándonos en la lucha de los derechos de género, y así ojalá un día sepamos todas las mujeres que no es necesario colocarse el apellido del esposo para ser alguien, para cambiar de status ante otras mujeres o ante la sociedad, que eso no nos hace más importantes, al contrario nos coloca en la situación de objetos propiedad de una persona.
Porque, ¿en dónde existe una ley común, de dos dedos de frente donde el esposo pueda colocarse el apellido de la esposa o diga en públicamente soy fulanito de tal, de la misma forma en que sucede con las mujeres? Sí, eso también es yugo del patriarcado contra las mujeres.
Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=260765
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España: Ser madre con enfermedad mental: “Me decían que lo mejor que me podían hacer era quitarme a los niños”

Europa/España/03 Octubre 2019/El país

Mujeres con trastornos psiquiátricos relatan las dificultades a las que se enfrentan y piden más apoyos

Gema Juanas, de 43 años, desprende y contagia energía. Vital y habladora, es la que rompe el hielo cuando se pide que alguna de las madres reunidas para este reportaje cuente su experiencia. Cuesta imaginarla hace ocho años, cuando estaba, como ella describe, “rota, deshecha, porque lo había perdido todo”. Diagnosticada de esquizofrenia paranoide, de celos delirantes y con dos niños, entonces de cinco y tres años, no tomaba la medicación. “Hacía la vida imposible a mi pareja”, reconoce. Así que cuando él pidió el divorcio, se quedó sin nada. “Me quitaron la custodia de mis hijos, estaba en la calle, sin ingresos, con una vida absolutamente desestructurada”, recuerda con absoluta naturalidad.

Juanas forma parte del 43% de padres y madres con algún trastorno mental de la Comunidad de Madrid que, según un estudio de la Universidad Complutense con la Fundación Manantial, acaba perdiendo la tutela de sus hijos. Las enfermedades psiquiátricas, sobre todo en el caso de las madres, no solo las aboca en muchos casos a ser separadas de sus niños, con el sufrimiento que conlleva para todos, sino que también afecta a la salud mental y al comportamiento de los pequeños. Para prevenir dicho riesgo y ayudar a estas mujeres, para las que ser madres es el mayor aliciente para cuidarse, la fundación puso en marcha en 2011 Casa Verde.

“Es un proyecto para huir de los centros psiquiátricos, que parezca una casa, donde se sientan como en una familia”, explica su directora, la psicóloga Raquel del Amo. En este pequeño piso del barrio madrileño de Vallecas reciben terapia embarazadas y madres con trastornos desde los más graves, como la esquizofrenia o el bipolar, hasta otros que pueden afectar al vínculo con el niño, como el trastorno de ansiedad o el obsesivo compulsivo. También sus hijos y otros familiares que puedan suponer un apoyo y a la vez necesitarlo, como padres y abuelos. La entrevista tiene lugar en el salón, con un café y unos bollos para desayunar. Las seis madres presentes están en confianza, y la reunión se convierte en una tertulia donde comparten experiencias por las que todas han pasado, como el miedo y el sentirse marcadas por los prejuicios sobre la enfermedad mental.

De pie, de izquierda a derecha, Mar Encinas, Chelo López, Rosa García y Silvia García. Sentadas, Joana Jiménez y Gema Juanas, en Casa Verde.
De pie, de izquierda a derecha, Mar Encinas, Chelo López, Rosa García y Silvia García. Sentadas, Joana Jiménez y Gema Juanas, en Casa Verde. ANDREA COMAS

“Lo mejor que te podían hacer es quitarte a los niños, porque no vas a poder”, le decían a Juanas sus propios familiares. “Nos hemos encontrado con ese tipo de obstáculos; tenemos que luchar 20 veces más que una madre normal”, dice. Al trastorno psiquiátrico y a la dificultad inherente de la maternidad, que incluso en las mejores condiciones desborda a muchas mujeres, estas madres añaden más impedimentos. Muchas cuidan de sus hijos solas. En algunos casos, han sufrido malos tratos antes de ser abandonadas por sus parejas. La mayoría está en paro o trabaja “de lo que va saliendo”.

Tras perder la tutela, Juanas estuvo varios meses sin ver a sus hijos. Fue de las primeras en entrar en Casa Verde, derivada desde servicios sociales y el centro de salud mental. Aquí, el equipo, formado por una psicóloga de adultos y otra infantil, un trabajador social, una terapeuta ocupacional y un educador social, intercedió para que pudiera ver a los niños varias horas a la semana, y la acompañó en las distintas citas con el juez para ir cambiando el régimen de visitas conforme mejoraba. “Me animaron a buscar trabajo, a recuperar la autoestima, a creer que podía salir adelante”. Y también le dieron herramientas para criar y relacionarse con sus hijos. “Te enseñan que no se les pega, a dialogar. Una madre ‘normal’, si el niño se porta mal en el parque, le da un par de azotes; si yo hago eso, el juez me los quita. Sientes que te están juzgando por algo que no puedes evitar, que está dentro de ti”, confía.

«La enfermedad mental da miedo»

“La enfermedad mental da miedo, y cuando hay niños pequeños implicados, saltan todas las alarmas”, reconoce Carlos Rodríguez, el trabajador social de Casa Verde. Pero no solo a los demás. “El terror que tenía antes de ser madre era que mis hijos tuvieran lo mismo que yo. Tenía miedo, sobre todo por mi dolor”, cuenta Silvia García, 45 años, con trastorno bipolar y dos niñas de 13 y 8 años. “Ves que la sociedad te dice que no puedes ser madre, y ese estigma se acaba convirtiendo en autoestigma y tú misma lo crees”, afirma. En su caso, el diagnóstico temprano, a los 20 años, y el trabajo con su psicoanalista le permitieron “construir un proyecto de maternidad saludable”. “Con el apoyo suficiente, una madre con un diagnóstico mental es capaz de cualquier cosa”, asegura.

Sin embargo, eso es lo difícil. Por eso, las mujeres reunidas piden que se extiendan recursos como Casa Verde, un proyecto piloto que ha atendido en estos ocho años a 114 familias, con 135 niños y 147 adultos en total. “Debería haber una en cada barrio”, dice Rosa, de 49 años, y con dos hijas de 13 y 9 años. “Nos orientan y dan pautas en situaciones en que no eres ni persona”. Auxiliar de geriatría, ahora cuida de su exmarido, que padece esquizofrenia. Aunque se encuentra “físicamente fuerte”, se nota “emocionalmente muy débil”.

Joana Jiménez, de 37 años, acude aquí casi desde que se creó. Llegó con un trastorno adaptativo de la conducta con muchas crisis de ansiedad. “Mi marido me abandonó cuando el niño tenía siete meses, venimos los dos a terapia semanal desde entonces”, cuenta. “Tenía la autoestima muy baja, mi ex me maltrataba, mi hijo me estorbaba, no sabía qué hacer con él”, relata. En aquel momento, Jiménez trabajaba de noche en discotecas, y la abuela se hacía cargo del niño. “Estábamos totalmente desconectados”, describe. “No sabía ni cómo jugar con él, sentía que me quitaba tiempo para estar con otras personas. Ahora me lo paso mejor con él que con nadie”, dice. En estos años, ha estudiado y cubre suplencias como auxiliar de enfermería.

«Me siento mala madre»

Las veteranas consuelan a Mar Encinas, de 46 años, madre del pequeño Jairo, de casi tres años, que corre, pinta y juega en este centro que no parece un centro como si estuviera en su casa. “Mi hijo es la razón para vivir”, dice entre lágrimas, “pero me siento mala madre”. “No me quiero, estoy siempre depresiva, con ganas de llorar”, describe Encinas, que sufre un trastorno de personalidad. También dan ánimos a Chelo López, de 44 años, que está muy agobiada porque desde servicios sociales proponen que su hija, de tres años, pase unos días a la semana en casa de una familiar para que la pequeña “se estabilice”. El caso viene de un año y medio atrás, cuando López, con trastorno bipolar, sufrió una crisis. Pero los propios expertos que la tratan creen que la medida, ahora, no tendría sentido. “Tengo pánico por si mi hija piensa que no la quiero”, dice sobre la posible separación.

Y es que la enfermedad mental no altera en absoluto, según Del Amo, la psicóloga, “la capacidad de amar ni de transmitir amor” de estas madres, fundamental en los primeros años de vida de los niños. Juanas lo corrobora. “Mis hijos han sido mi objetivo para luchar, si no qué sentido tendría mi vida. Lo que no pensaba es que de esa fuerza del amor madre-hijo fuera a salir algo tan bonito”, asegura. “Mi hija dice que soy admirable, porque aunque esté enferma ven que los quiero y me preocupo por ellos”, se enorgullece.

EL FANTASMA DE LA RETIRADA DE LA CUSTODIA

La proporción de mujeres con trastornos mentales graves con al menos un hijo está alrededor del 60%, duplicando al número de hombres, según un estudio de la Universidad Complutense. El 43% de los padres y madres con este tipo de diagnóstico en la Comunidad de Madrid acaba perdiendo la tutela de sus hijos menores.

La retirada de la custodia es uno de los principales fantasmas que persiguen a estas madres. La directora de Casa Verde explica que, pese a las palabras de agradecimiento que expresan, han tenido que vencer mucha desconfianza. “Cuando las mandan aquí no nos conocen, piensan que las vamos a juzgar y les vamos a quitar a los niños. Tenemos que hacerles entender que somos la mejor garantía de que podrán mantener la custodia”.

De los 135 niños que han pasado por el centro, solo ha habido un caso, de dos hermanos, en el que ha sido necesario retirarla. Por su experiencia, cree que los jueces de familia “suelen ser sensatos, saben de la importancia de mantener el vínculo”, y entienden que “la enfermedad mental no determina la calidad del cuidado de los niños cuando se tienen apoyos”.

Fuente e imagen: https://elpais.com/sociedad/2019/09/29/actualidad/1569766406_670479.html

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El deporte femenino que arrasa en el África austral

África/Malawi/03 Octubre 2019/El país

En Malawi, el ‘netball’ trasciende a la actividad física y sirve para crear espacios de convivencia y relaciones entre mujeres de distintas edades y comunidades

Al hablar de deporte femenino se tiende a pensar en una actividad minoritaria que, salvo el fútbol, cuenta con poca repercusión social. Sin embargo, hay uno que arrasa en el África austral: el netball. En Malawi es el más practicado entre las mujeres, y la selección nacional femenina, llamada The Queens, es una institución dentro y fuera del país. En un contexto en el que una mujer tiene una media de cinco hijos y donde el 25% de los nacimientos son de madres adolescentes, practicar este deporte implica una forma de relacionarse entre ellas y de generar espacios donde pueden empoderarse y hablar de temas que en otros contextos serían tabú.

El netball es un deporte similar al baloncesto muy extendido entre los países de la Commonwealth. Con equipos de siete jugadoras que tienen que ir pasándose el balón, sin poder botar en el suelo, hasta que las tiradoras puedan colarlo en la canasta del equipo contrario, situada en un extremo del campo. Es eminentemente femenino, y aunque en los últimos años se han ido creando equipos masculinos o mixtos, lo practican sobre todo mujeres y la media de las jugadoras de la selección nacional es de 31 años. En el último campeonato mundial, celebrado en julio en Liverpool, Malawi quedó en sexta posición. Según datos de la ONU, Malawi es el sexto país más pobre del mundo, con más de la mitad de la población bajo el umbral de la pobreza.

A lo largo del país es muy frecuente encontrar campos de netball en las escuelas y aldeas, y a grupos de mujeres o niñas jugando un partido improvisado sobre la tierra roja y polvorienta. Lo practican jóvenes y mayores, desde monjas a estudiantes o madres de familia, y es de los pocos momentos en que cambian el tradicional vestido chitenje por un pantalón.

La integración social en las comunidades

Con esta idea presente, cuando las mujeres de las comunidades tradicionales de Kachere y Kaphuka, en el distrito de Dezda, intentan organizar una actividad en común, todas coinciden en que quieren tener un espacio de ocio y jugar al netball. Mujeres de pequeñas aldeas, que viven de la agricultura, y prácticamente todas madres de familia, se reúnen durante varias semanas para establecer unas reglas comunes de juego y fijar un día para un campeonato, pensando también en poder organizar una liguilla a lo largo del año. Para ellas es un aliciente para tener un espacio propio, una excusa para juntarse con otras mujeres. Algunas juegan mejor, otras son más altas o más jóvenes y tienen más energía, pero da igual. Lo que les interesa aquí es la relación que se va creando entre comunidades, que trasciende más allá del equipo y sirve para atajar posibles conflictos.

El público salta al campo para celebrar un tanto marcado por el equipo de Mlinga, en Malawi.ampliar foto
El público salta al campo para celebrar un tanto marcado por el equipo de Mlinga, en Malawi. R. PERIAGO

En el campo de la escuela de primaria de Mtendere se reúnen unas 200 jugadoras procedentes de Mlinga, Mkantho, Nthulo, Mgundadzuma, Mtande, Ntakati y Mtendere, las siete comunidades que se van a ir enfrentando en diferentes partidos a lo largo de toda la jornada. Faltan las de Nthulo, que no han podido asistir porque les coincide con un funeral en la aldea ese día. Todas vienen andando desde sus pueblos, cargando a la espalda los bebés y sobre la cabeza los útiles para cocinar, esterillas y lo que van a necesitar durante la jornada. El campo de césped y tierra enseguida se va llenando de gente que se acomoda en el suelo, en los soportales de la escuela y a la sombra de un gran árbol.

Con el apoyo logístico de una ONG española, mujeres de diferentes edades, con numerosos bebés y niños pequeños, se juntan para jugar, pero también para animar a los equipos, cocinar y pasar un día en común con otras de aldeas cercanas, con las que van creando vínculos. Jennifer y Mele son de las jugadoras más jóvenes. Tienen 20 años y ambas son de Mlinga. “Estoy muy feliz con esta experiencia”, cuenta Jennifer mientras da de mamar a uno de sus hijos. “El netball hace que mi cuerpo esté más fuerte”.

La salud es el argumento principal que esgrimen cuando se les pregunta por este deporte. En un contexto donde la medicina tradicional convive con los hospitales y donde por cada mil habitantes hay 0,02 médicos, cuidar el cuerpo no es solo por razones de estética, sino para evitar enfermedades. Según datos del Banco Mundial, un 4,4% de las mujeres entre 15 y 24 años en Malawi son portadoras de VIH, una dolencia que, pese a que el Estado financia antirretrovirales, sigue causando unas 13.000 muertes al año, aunque la incidencia ha ido bajando. También justifican el practicar deporte porque así se mantienen ocupadas. “Jugamos para evitar estar bebiendo cerveza y otros vicios”, señala Esintha, de 32 años, con cuatro hijos y de Nkantho.

Cánticos y gritos en lengua chichewa animan a los equipos en un ambiente latente de rivalidad entre pueblos vecinos, porque a nadie le gusta perder. Emilda Khulungira tiene 37 años y es la entrenadora del equipo de Mgundadzuwa. Ha ido anotando en un cuaderno todos los tantos marcados y los fallos cometidos durante los partidos: “Intento enseñarles las reglas del netball, cómo jugar, cómo tocar la pelota y hacer jugadas mejores”, se justifica. “Estoy un poco triste porque hemos perdido, pero llevamos entrenando solo dos meses”, señala.

Después de más de tres horas de partido, al que apenas unos pocos hombres se han acercado curiosos, se las nota cansadas tras una eliminatoria amenizada por los bailes y cantos del público. Durante la competición, algunas dejan la camiseta para amamantar a sus bebés y luego vuelven a ponérsela para retornar al campo. Todas animan a sus compañeras, varias cocinan, y más tarde, recogen las cosas para regresar caminando a sus casas. Sin embargo, no se van con las manos vacías: aunque el balón se lo quedan las jugadoras del equipo anfitrión para los próximos partidos, todas han conseguido crear por unas horas un espacio de convivencia y entretenimiento.

Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/09/24/planeta_futuro/1569334038_227402.html

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Una escuela para desaprender el machismo en Colombia

América del sur/Colombia/03 Octubre 2019/Fuente: El país

La delegación de la Unión Europea en el país lanza una campaña para promover la igualdad de género

Una escuela para desaprender las conductas machistas arraigadas en la sociedad. El concepto, con una dosis de humor, está en el corazón de la nueva campaña con la que la Embajada de la Unión Europea en Colombia se propone provocar una reflexión que permita eliminar actitudes que se repiten bien sea por tradición o costumbre, persistentes formas de discriminación que afectan tanto a las mujeres como a los hombres.

Con ese propósito, la misión diplomática presentó este jueves en la Universidad Escuela de Administración de Negocios (EAN), en Bogotá, ante un auditorio de un centenar de estudiantes y docentes, hombres y mujeres por igual, la Escuela Nacional de Desaprendizaje del Machismo, a la que bautizó ENDEMA. En realidad, no es un centro de estudios sino un creativo vehículo para promover la igualdad de género en Colombia, uno de los temas prioritarios de la cooperación europea.

Preguntas como si le regalaría una muñeca a un niño, quién debe cocinar en el hogar o si alguna vez organizó un plan con amigos para ver a deportistas mujeres que compitieran por Colombia, buscan provocar la discusión y desafiar ideas largamente interiorizadas. Entre las casi 8.000 personas que han contestado la encuesta digital sobre machismo que forma parte de la iniciativa, un 67 por ciento se ha ubicado en la categoría de “medianamente machista”.

“Nuestro objetivo es sobre todo provocar, hacer reflexionar, y también usar las redes sociales, que se están utilizando mucho para el insulto o para una provocación negativa, para crear consciencia y explotar el potencial que tienen para llegar a mucha gente en tiempos muy cortos”, indicó la embajadora de la Unión Europea, Patricia Llombart. “En esta fase queremos llegar especialmente a los jóvenes, por eso hemos escogido la academia para este encuentro”, detalló.

La diplomática estuvo flanqueada por dos potentes símbolos de las luchas por la igualdad. La actriz y activista por las mujeres Alejandra Borrero, embajadora de buena voluntad de la UE, y la bióloga Brigitte Baptiste, nombrada a comienzos de este mes como rectora de la EAN después de una década al frente del Instituto Humboldt. Baptiste, una de las mayores expertas en temas ambientales y biodiversidad en Colombia, ha tenido también una gran visibilidad pública como mujer transgénero.

“Yo fui criada como hombre durante 35 años de mi vida”, recordó Baptiste. “Sigo en ese trabajo también de desaprendizaje del machismo, porque es algo tremendamente pernicioso, que está en lo más profundo de nuestro comportamiento, de nuestra manera de interactuar y uno tiene que hacerse vigilancia permanente para no reproducir de manera cotidiana estos aspectos de la discriminación, de la injusticia”, valoró.

Preguntas como si le regalaría una muñeca a un niño, quién debe cocinar en el hogar o si alguna vez organizó un plan con amigos para ver a deportistas mujeres que compitieran por Colombia, buscan provocar la discusión y desafiar ideas largamente interiorizadas. Entre las casi 8.000 personas que han contestado la encuesta digital sobre machismo que forma parte de la iniciativa, un 67 por ciento se ha ubicado en la categoría de “medianamente machista”.

“Nuestro objetivo es sobre todo provocar, hacer reflexionar, y también usar las redes sociales, que se están utilizando mucho para el insulto o para una provocación negativa, para crear consciencia y explotar el potencial que tienen para llegar a mucha gente en tiempos muy cortos”, indicó la embajadora de la Unión Europea, Patricia Llombart. “En esta fase queremos llegar especialmente a los jóvenes, por eso hemos escogido la academia para este encuentro”, detalló.

La diplomática estuvo flanqueada por dos potentes símbolos de las luchas por la igualdad. La actriz y activista por las mujeres Alejandra Borrero, embajadora de buena voluntad de la UE, y la bióloga Brigitte Baptiste, nombrada a comienzos de este mes como rectora de la EAN después de una década al frente del Instituto Humboldt. Baptiste, una de las mayores expertas en temas ambientales y biodiversidad en Colombia, ha tenido también una gran visibilidad pública como mujer transgénero.

“Yo fui criada como hombre durante 35 años de mi vida”, recordó Baptiste. “Sigo en ese trabajo también de desaprendizaje del machismo, porque es algo tremendamente pernicioso, que está en lo más profundo de nuestro comportamiento, de nuestra manera de interactuar y uno tiene que hacerse vigilancia permanente para no reproducir de manera cotidiana estos aspectos de la discriminación, de la injusticia”, valoró.

Unión Europea en Colombia@UEenColombia

¡Machistas a separar su cupo! Hoy abren las puertas digitales de Escuela Nacional de Desaprendizaje de Machismo para que Colombia le diga NO a la violencia de género y sí a

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En Colombia se han dado avances en igualdad, pero persiste la discriminación, además de altísimos niveles de violencia machista. Las mujeres nunca han alcanzado la presidencia, y en promedio ocupan el 15 % de los cargos de elección popular, muy por debajo de la media en la región. La brecha salarial de género se mantiene en 19%, mientras que las mujeres asumen el 87% de las tareas relacionadas con preparar y servir alimentos, entre muchos otros ejemplos, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).

Romper estereotipos es una labor a mediano plazo, reconocen todos los promotores. “No es de un día para otro, toma muchísimo tiempo”, zanja Borrero. “Como sociedad somos absolutamente laxos con este tema, seguimos pensando que las mujeres son menos, que valemos menos, que los hombres nacen pudiendo y las mujeres no. Es muy importante mirarnos de igual a igual”.

La Escuela Nacional de Desaprendizaje de Machismo, que estará al aire en las redes sociales de la UE hasta noviembre, culminará con un video de Las Igualadas –un canal para discutir sobre temas de género del periódico El Espectador– y una nueva encuesta que permitirá obtener un certificado en línea. Forma parte de la campaña más amplia #IgualdadEs, una reflexión sobre los estereotipos de género que la UE promueve desde comienzos del año, de la mano de reconocidas figuras colombianas como el bailarín Fernando Montaño, del Royal Ballet de Londres, o la piloto de carreras Tatiana Calderón, del equipo BWT Arde.

Fuente e imagen: https://elpais.com/internacional/2019/09/26/colombia/1569532167_709431.html

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Entrevista a Mechthild Heil: “Los obispos se han dado cuenta tras los abusos de que no se puede seguir así”

Entrevista/26 Septiembre 2019/Autora: Ana Carbajosa/El país

Mechthild Heil es parlamentaria conservadora alemana, del partido de la canciller Angela Merkel. Pero es además la presidenta de la poderosa comunidad de mujeres católicas alemanas, en pie de guerra para exigir igualdad en la Iglesia y el acceso a todos los puestos reservados hasta ahora solo para los hombres. Unas 450.000 mujeres pertenecientes a 4.000 asociaciones de todo el país, forman la KfD, por sus siglas en alemán, que participa en el incipiente proceso de diálogo reformista de la Iglesia alemana y al que Roma se opone.

Esta semana, los obispos alemanes se reúnen para hablar de este y otros asuntos y allí se presentaron el lunes Heil y sus compañeras para exigir que las escucharan. El papel de la mujer en la institución es uno de los cuatro bloques temáticos que la Iglesia alemana tiene previsto debatir este invierno en el llamado camino sinodal, el foro que Roma teme que abra una peligrosa grieta en la Iglesia universal.

Heil recibe a este diario en su despacho del Bundestag en la capital alemana, donde habla sin eufemismos de la necesidad de reforma de la institución y del optimismo que despierta el diálogo alemán.

Pregunta. Ustedes exigen que las mujeres puedan ocupar cualquier cargo en la jerarquía eclesiástica. Han iniciado una campaña y recogida de firmas. ¿Por qué ahora?

Respuesta. El año pasado se publicó el estudio sobre abusos en el seno de la Iglesia y expuso que hay problemas estructurales. Con la moral sexual, con la formación de curas en los seminarios… si no tienen experiencia ni maduración sexual, ¿cómo van a explicárselo a los alumnos? Todo eso contribuye a los abusos, también el hecho de que no hubiera mujeres implicadas. Una mujer, tal vez habría dicho que no se podía gestionar así, que no se podía símplemente trasladar al cura a otro sitio. Los obispos entendieron que el estudio tenía que tener consecuencias.

P. Ese fue el catalizador. ¿Qué piden ahora?

R. Hace un año, las mujeres católicas no teníamos una posición consensuada sobre si queríamos ser sacerdotes o no. Nuestra asamblea se reunió y las representantes de las comunidades votaron por unanimidad a favor de tener los mismos derechos que los hombres en la Iglesia. Sin las mujeres, la Iglesia no funcionaría.

P. El presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Reinhardt Marx les dijo el lunes que es consciente de que hace falta moverse y que él impulsa cambios, pero también, que para que haya progreso a medida hace falta tiempo. ¿Confían en los planes de reformas de los obispos?

R. Tenemos muchas experiencia con procesos lentos [ríe]. Muchas mujeres mayores se han cansado de esperar y se han alejado de la Iglesia. Pero ahora, asistimos a un nuevo momentum. Hay mucha motivación entre jóvenes y mayores. Nos llaman muchas mujeres para apuntarse. Hoy mismo, tres parlamentarias nos han pedido sumarse. La gente siente que ahora sí puede pasar algo.

P. ¿Qué temas quieren llevar a los diálogos reformistas?

R. El acceso de las mujeres a cualquier posición, la moral sexual, la anticoncepción, el reconocimiento de los divorciados, la homosexualidad…

P. Pero Roma se opone al debate alemán.

R. El problema no es el papa Francisco, el problema es la gente que le rodea. Los obispos alemanes que están en contra del proceso corrieron a ver al Papa. El Vaticano tiene miedo de que la Iglesia alemana se separe, nos ven demasiado cerca de los protestantes. En Austria y en Suiza hay también iniciativas similares a la nuestra.

P. ¿Cree que hay un riesgo real de cisma?

R. No. Ese es un argumento que Roma utiliza para disciplinar a los países.

P. ¿Han llamado a la puerta del Papa?

R. Le escribí, pero de momento no tenemos respuesta.

P. ¿Por qué creen que en Roma se oponen al camino sinodal?

R. Roma quiere que sean los obispos los que tengan la última palabra y no los laicos, pero nosotros también debemos poder decir lo que nos de la gana. El reto ahora es influir a los obispos, pero creo que la mayoría está con nosotras. Creo que se han dado cuenta tras el estudio de los abusos de que no se puede seguir así. Otra cosa es que pongan en marcha los cambios.

P. ¿Dónde cree que nace la reticencia a la igualdad para las mujeres en la Iglesia?

R. Tienen que ceder poder, lo contrario es profundamente anticristiano. No hay ninguna razón teológica. Me da igual lo que pasara hace 2.000 años. La Iglesia siempre ha ido cambiando y la situación de hoy es diferente. Los obispos tienen miedo de que si algo cambia, todo salte por los aires. Nosotras no peleamos por el poder, sino por la responsabilidad para poder tomar decisiones.

Antes de despedirse, Heil ofrece uno de los pins esmaltados con una cruz púrpura, que las activistas católicas llevan estos días en la solapa para dejar claro que la suya es una lucha por la reforma de las instituciones desde dentro, pero a la vez en voz alta.

Fuente e imagen: https://elpais.com/sociedad/2019/09/25/actualidad/1569403146_936026.html

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