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Jóvenes estudiantes de  la Universidad Indígena de Venezuela

 

Dedicado a la memoria del Presidente Chávez, al legado de Ajishama, a la lucha de Sabino Romero, al  trabajo de Hernán González, a Shejerume mujer Wotuja,Lucia, mujer Yukpa y  a todos y todas los estudiantes de la Universidad Indígena de Venezuela.

 

Introducción

La investigación  propone discutir el tema de las identidades  juveniles presentes en  estudiantes de diferentes pueblos indígenas de Venezuela quienes tienen como  característica común el haber cursado o estar cursando estudios universitarios en la Universidad Indígena de Venezuela (UIV). Es preciso destacar que desde su creación, antes del reconocimiento por parte del Estado venezolano, esta casa de estudios fue concebida como un proyecto educativo que priorizó el ingreso de jóvenes indígenas.En consecuencia, esta concepción fue considerada en la redacción  del Decreto Presidencial Nº 8.631 de de fecha 29 de noviembre de 2011, documento que la formalizó como la primera universidad indígena del país  por cuanto en el  objeto del mismo, la UIV se concibe como un espacio para “(…) afianzar  en los pueblos y comunidades indígenas los principios y fundamentos de las culturas originarias valorando su idioma , cosmovisión ,valores, saberes y mitología (…)”.

Por otro lado, es esencial aclarar que este trabajo se ocupa de la indagación de un universo representativo de estudiantes indígena de  la UIV, de manera que no abarca  aquellos indígenas cursantes del resto de las universidades criollas del país[1].

Se advierte que en Venezuela el tema sobre juventudes indígenas no ha sido explorado como un campo teórico específico. En consecuencia, no existen estudios  sobre las configuraciones identitarias de los indígenas que se asumen como jóvenes estudiantes. Sin embargo, la existencia del tema  visto a la luz de investigaciones en realidades universitarias en países como México, Colombia y Perú, allanaron  el camino para  plantear este trabajo desde el punto de vista teórico y situarlo en el marco de  categorías de análisis flexibles capaces  de enunciar  las cualidades más emergentes y rupturas a partir de la deconstrucción del concepto joven e indígena y su relación con la experiencia de ser estudiante universitario.

Los testimonios de los entrevistados son para esta investigación fuente de conocimiento que permiten vislumbrar un camino más comprensivo sobre los las juventudes indígenas. Al mismo tiempo, las voces de estos estudiantes indígenas aportan en el debate sobre la pertinencia de la  educación universitaria[2] no solo como un medio para la formación de profesionales o mano de obra técnica, sino como proyecto de liberación de los pueblos indígenas. Para cumplir con lo planteado, este trabajo indaga sobre aspectos de la socialización presentes en los estudiantes indígenas, el papel que desempeña la universidad en sus vidas, las descripciones que ellos y ellas hacen sobre quien es  joven indígena y el futuro que proyectan como juventudes a partir de sus experiencias en la Universidad Indígena de Venezuela.

 

La parte inicial de la exposición discurre sobre el complejo tejido  argumentativo necesario para abordar un lugar teórico práctico que permita  convencer sobre la existencia de jóvenes indígenas a partir de  las múltiples “variaciones en la definición y caracterización de lo joven, según los actores y sus contextos de enunciación (autocaracterización vs. heterocaracterización), organizados por posición cultural, social y de género” (Pérez Ruiz,2011:73). De igual manera, la investigación explora en lo que considera una categoría emergente que es la de jóvenes estudiantes indígenas, condición que equilibra  en la UIV las relaciones entre sujetos que  pertenecen a pueblos originarios diferentes los unos de los otros.

Por otra parte, este trabajo caracteriza a la Universidad como espacio de socialización cultural que influye en la configuración de identidades juveniles indígenas. La UIV permite a los estudiantes identificarse con un proyecto político educativo que les otorga la libertad de ser ellos, de ser ellas, a partir de ciertos mecanismos que les permiten negociar algunas de las pautas culturales propias de cada uno de los pueblos a los que pertenecen, sin obviar el hecho de que este proceso de negociación-flexibilización  son constitutivos a la existencia de fuerzas que están  en tensión permanente con  los referentes de la juventud criolla.

El enfoque metodológico se ubica  dentro del ámbito  cualitativo enmarcado en la investigación acción. Con este enfoque  se avanzó en  conocer  la realidad del objeto de estudio  en movimiento con  sus relaciones y sus contradicciones. Las voces de   los estudiantes pertenecientes a los pueblos Wotuja, Pumé, Pemon, Yekuana, Eñepá, Yukpa, Jivi, Wayu y Warao son las protagonistas en esta investigación.El análisis estuvo centrado en la perspectiva de los actores mediante la escucha de su palabra, lo cual, fue sin duda, fuente inexpugnable de conocimiento. Las vivencias de estos, sus visiones del entorno, el recuerdo de sus  trayectorias de vida cuyos datos  biográficos aluden a instancias socio históricas y culturales, me permitieron irrumpir en el debate sobre las “juventudes indígenas” a partir de la perspectiva construida por  los estudiantes.  La decisión metodológica estuvo definida por la necesidad de vincular las voces de los entrevistados a ciertos  aspectos teóricos referidos al tema juventudes, indígenas y educación universitaria. En analogía con el texto de Ana Lau  Jaiven (1998), “Cuando hablan las mujeres”, esta investigación se propuso visibilizar realidades objetivas y subjetivas de  estos estudiantes, por  tanto se revelan datos importares a partir de cuando hablan los jóvenes estudiantes indígenas.

En cuanto a los  instrumentos para la recolección de la información se empleó las entrevistas en profundidad dirigidas a  21 estudiantes indígenas,  universo que se consideró representativo por pertenecer todos  al total de  los pueblos que para el periodo del estudio se encontraban  presentes en la UIV: Pemon, Wotuja, Warao, Yekuana, Yukpa, Pumé,Eñapá. De igual modo, se incorporaron dos entrevistas de estudiante Wayu y Pemón quienes cursan estudios en universidades criollas, esto con la intención de consolidar el objetivo relacionado al papel que juega la educación universitaria hegemónica y la intercultural. Las entrevistas fueron semiestructuradas, centradas en  conversaciones  intencionales con los estudiantes y que fueron de utilidad para  organizar a partir de relatos testimoniales, aquellas vivencias personales  o sucesos  significativos desde el punto de vista  histórico de su realidad social.  En algunos casos la narración se centró en la propia  vida del informante, lo cual acerca algunas entrevistas a relatos de vida. Por otra parte, se procedió en el diseño de un cuestionario  aplicado al total de la población de 72 estudiantes que se encontraban cursando estudios en el segundo periodo académico del año 2013. La intención de este fue el de visibilizar  tendencias  en cuanto a espacios para la socialización, representaciones sociales, gustos musicales, motivaciones sobre el estudio y perspectivas a futuro. El cuestionario  planteado fue de tipo combinado, es decir, en el que se encontraron presente preguntas abiertas no estructuradas, pregunta cerrada dicotómica y preguntas de tipo mixta, en las cuales se propuso la explicación o justificación de su respuesta. Se acordó  fecha y hora para que todos los estudiantes reunidos en la churuata ateneo[3] respondieran las preguntas. La  selección de los casos y trabajo de campo, esta fue intencional a partir de:

  • Estudiantes indígenas que antes de empezar su ciclo en la UIV, cursaron estudios en instituciones
  • Estudiantes que para ir a la UIV, fueron postulados por la comunidad y que no transitaron por ninguna institución criolla.
  • Estudiantes que por  mandato comunitarios tuvieron que interrumpir sus estudios en la UIV.
  • Estudiantes mujeres que por situaciones relacionadas al “ser mujer” tuvieron que interrumpir sus estudios en la UIV.
  • Estudiante que cursa  trayectoria final o último semestre en la UIV.
  • Estudiantes que son líderes en su comunidad de origen.
  • Estudiantes cursantes en universidades criollas.

En  cuanto a los  controles para el trabajo de campo, antes de proceder con todas las entrevistas,  se realizó  una prueba del instrumento en dos casos lo que permitió rectificar algunas de las preguntas. Todas las entrevistas fueron efectuadas por  la autora de esta investigación, están grabadas y se realizaron en espacios de la Universidad escogidos por los  mismos estudiantes a partir de  la consideración de la privacidad  de la persona entrevistada. Algunos de estos espacios fueron  a lo interior de la churuata Eñapá sentados una  hamaca, sobre el banquito improvisado debajo de un gran árbol de mango,  sentados  por la noche  en medio de la residencia estudiantil de la  comunidad Yekuana. Adicionalmente, las observaciones del trabajo de campo referentes a la actitud  del informante, las clases de los demás profesores o  facilitadores, los espacios de  juego y tiempo libre fueron  recogidas  en libreta  de apuntes y en algunos casos grabadas. La confidencialidad de las entrevistas está garantizada. Cada estudiante tiene su nombre escogido a partir de su lengua que es el nombre con el cual se  conocen entre ellos en la UIV y el nombre criollo que es el que aparece en el documento de identidad. Lo que se hizo fue escoger un seudónimo.

Durante el proceso de recolección de la información el acercamiento con los estudiantes no fue difícil por cuanto  he estado familiarizada a partir de mi participación  como facilitadora durante los últimos cinco años en la UIV[4]. Con respecto al procesamiento  y análisis de la información, el registro de cada entrevista se  hizo mediante la grabación del audio previa autorización del entrevistado y  luego fueron transcritas textualmente. Se diseñó un esquema para el análisis a parir de los objetivos específicos. En cuanto a la validación y confiabilidad de los resultados se tomó en cuenta los criterios de credibilidad, transferibilidad, dependencia y confirmabilidad (Guba, E.G; Lincoln, Y.S,1985: 85) y las técnicas y controles metodológicos de Thomas Skirtc (Ruiz e Izpizua,1989:76) los cuales estuvieron sujetos a  la observación persistente de la realidad, así como a la permanente retroalimentación de los datos. Se triangularon todos los datos con las técnicas de recolección de información, análisis de investigaciones previas  sobre el tema de juventudes indígenas y con las notas de campo[5] recabadas durante todas las visitas  a la UIV .Importante resaltar el hecho de que se compartió con los estudiantes indígenas los resultados de la investigación durante dos encuentros pautados para este fin. Esto permitió corroborar  hallazgos de la investigación, sobre todo los relacionados a quién es un  joven indígena para estos estudiantes y cuál es su papel como juventudes a partir de las reflexiones continuas que  realizan en la Universidad Indígena.

 

Juventudes indígenas  y  la categoría de estudiantes

 

Apela este trabajo por la categoría  joven estudiante indígena[6] entendiendo que se trata de distintas identidades y distintas formas de asumirse joven. Es vital reconocer que el tema  ha estado  mediado por una afirmación que se  ha hecho casi  absoluta o tratada como una verdad y es lo referido a que  entre los pueblos indígenas el niño pasa a  ser adulto. La estrategia para ubicar un focus teórico sobre juventudes indígenas  la señaló el  hecho de que existe “una  necesidad de reconceptualizar la infancia y la juventud desde una perspectiva latinoamericana (como ámbito geográfico, académico y cultural), abordando  las nuevas  formas de ver y vivir estas  edades que se configuran con el cambio del milenio” (Feixa, 2002 en  Feixa y Cangas, 2006: 172). Por ello, es necesario  entender que nos encontramos ante un reto  o “una emergencia  de algo  que puede denominarse período juvenil en los pueblos como en las ciudades” (Castro Pozo, 2008: 7) lo que conduce a establecer como categoría lo juvenil étnico, a lo que se le suma el mandato de visibilizar al sujeto joven en  un amplio marco de identidades.

El tema de las clasificaciones sociales impacta en la perspectiva  y en la intencionalidad con la que se quiere abordar las investigaciones sobre  juventudes indígenas.  De allí que  antes de nada se deba  explorar  la  clasificación  sobre  lo que es ser “indígena”  tomando en consideración la construcción colonial  que sobre ese término se  ha ido  afianzando.“Aunque la identidad indígena ha sido apropiada y resignificada políticamente como una identidad transétnica y transcultural para aglutinar la gran diversidad de poblaciones con orígenes prehispánicos que luchan para obtener sus derechos como pueblos, para estos actores es claro que su identidad como indígenas (heterodenominación impuesta en la Colonia y apropiada en la actualidad) no sustituye ni es equivalente a la identidad que consideran como la propia (autodenominación) y que han construido históricamente desde ciertos criterios para marcar su pertenencia a un lugar, a una cultura y a una lengua, y que hacen evidente y ponen en acción en ciertos contextos de interacción para diferenciarse de otros a quienes consideran ajenos” ( Pérez Ruiz,2011:67).El uso de “indígena” o” indio” remite  a una nominación  que “en contextos de asimetría y dominación constituye un aspecto revelador  de las relaciones interétnicas, en tanto que  evidencia uno de los mecanismos de la etnización, al tiempo que es en sí mismo un hecho productor de etnicidad” (Idem:68). A partir de las apreciaciones anteriores, este trabajo rechaza de cualquier  intento de caracterización esencialista a partir de las identidades de los estudiantes de los pueblos Wotuja,Yekuana,Pemon,Pume,Yukpa,Warao, Jivi, Eñepá y Wayu. Intenta si,  visibilizar a estos  actores sociales en relación con  sus contextos socio históricos, para cooperar con narrativas que abracen  la construcción teórica y cultural de la juventud a partir de la  diversidad (Feixa y Cangas: 2006:177).

Ahora bien, es necesario establecer puentes para entender a estos jóvenes quienes en el marco de la educación como un derecho universal, aspiran a su ingreso a  educación universitaria. Diversos estudios sobre estudiantes indígenas han sido desarrollados en México, Perú y Bolivia. Los mismos se centran en caracterizar las barreras y obstáculos que los estudiantes indígenas experimentan en el marco del acceso a la educación universitaria y algunos  en el análisis de los programas de apoyo  dirigidos a estos.(Castillo Martínez, L., Aguilar-Morales, J.E. y Vargas-Mendoza; Raesfeld,L; Escobar J, Largo E,Peréz Carlos; Villasante Llerena,M). La revisión de estos trabajos permitieron  identificar elementos que son afines a las realidades de los estudiantes indígenas que protagonizan esta investigación  asociados  su ingreso y permanencia en la educación universitaria.Por ejemplo, en un caso de estudio dirigido a estudiantes indígenas Zapoteca y Mixe de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, las conclusiones derivaron a los problemas que estos indígenas identifican como barreras para su ingreso y permanencia en la universidad. Estos se refieren a las dificultades económicas, la incertidumbre ante su inserción laboral en el mercado de trabajo del estado,  la preocupación por pasar las materias, problemas de salud que enfrentan alguno de sus familiares y la precepción de “tener miedo”  a no terminar su carrera (Castillo Martínez et al. ,2009:35). En correspondencia  con otro estudio de caso sobre estudiantes indígenas de la Universidad  Autónoma de Hidalgo, se señala el hecho asociado a que la mayoría de los  estudiantes encuestados expresaron que son discriminados por el hecho de ser indígenas (Raesfeld y Ramírez, 2008).  En Colombia,  la investigación realizada  durante  el periodo 1994-2006  sobre factores  asociados a la deserción y permanencia de estudiantes en Universidad del Valle concluye “que  aquellos estudiantes que poseían fenotipos indígenas eran quienes tenían más probabilidad de desertar  en un 49%, comparados con los estudiantes con fenotipos negros también identificados en el estudio” (Escobar et.al,2006:72).  En Bolivia,   el estudio referido a  educación superior  y pueblos indígenas  de IESALC – UNESCO (Vargas, 2004)  advierte sobre la  invisibilización de los estudiantes indígenas lo que acarrea un desconocimiento generalizado de sus realidades  étnicas y en consecuencia  “las políticas de educación superior no consideran orientaciones específicas para las poblaciones indígenas como tampoco dispositivos que favorezcan la ampliación, acceso y cobertura de la educación superior” (Vargas: 66). Esta realidad se evidencia también en el estudio llevado a cabo en la Universidad del Cusco en Perú en el  cual se evidencia  que en dicha casa de estudios “no existen estadísticas reales acerca de la demografía, identidades, idiomas, lenguas y otras características de los alumnos y por sobre todo sobre los tipos de atención educativa que reciben los estudiantes indígenas”(Villante,2002).

 

En el caso de Venezuela los estudios relevantes sobre los jóvenes indígenas universitarios no han sido objeto de preocupación por las ciencias sociales, mas no así los estudios referidos a la juventud en general.   Este tema ha  tenido un avance progresivo  desde el punto de vista de  abordaje teórico y metodológico. Investigadores  del área reflexionaron de la perspectiva  positivista que había estado dominando en las investigaciones desarrolladas desde 1.878 hasta  la década de los 50. A  finales de los 80 con la conformación de equipos de investigadores en la Universidad Simón Bolívar y Universidad Central de Venezuela se inició como “un esfuerzo de reflexión acerca el concepto de juventud, cuestionando los enfoques que lo definen como un dato acotado estadística y demográficamente y llamando la atención sobre la necesidad de definir  el concepto de juventud a partir de los jóvenes desde su ámbito social de vida y no con los criterios del mundo adulto” (Bermúdez et al.,2010: 93). Así mismo, se incorporan a los estudios variables de la cultura política sobre todo porque los 80 y 90 en Venezuela estuvieron marcados por profundas crisis económicas impuestas por los pactos neoliberales de los gobiernos representativos con políticas monetarias como las del Fondo Monetario Internacional. Los “jóvenes universitarios” pasan a ser  el centro de atención de muchos estudiosos quienes abordaron sus trabajos  desde el punto de vista cualitativo y cuantitativo. En seguida surge la representación de “movimiento estudiantil”, producto del “papel beligerante que como grupo social tuvo ese movimiento entre 1958 y 1989 (López, 2007:94) tanto en el cuestionamiento del régimen democrático como ocurrió con los movimientos de las décadas de los 60 y 70 o como protesta frente a la política universitaria, en especial la política de restricción de cupos, como sucedió en los ochenta” (Ídem).

Las reflexiones sobre las participaciones de los jóvenes en los problemas del país, asignan al concepto de “generación” un lugar privilegiado desde donde “mirar” a los estudiantes universitarios. “Esta idea de generación ha sido apropiada por el análisis y una parte del discurso político nacional actual para construir el modelo de joven que le país necesita” (Ibídem: 95).

Este breve recorrido nos lleva a la década del 2.000 y la ruptura política que se inauguró con el periodo de la Revolución Bolivariana que incorporó un amplio marco legal dedicado a los jóvenes del país. En la Constitución venezolana se consagra un artículo sobre la posición estratégica de la juventud que  expresa el hecho de que  “los jóvenes y las jóvenes tienen el derecho y el deber de ser sujetos activos del proceso de desarrollo. El Estado, con la participación solidaria de las familias y la sociedad, creará oportunidades para estimular su tránsito productivo hacia la vida adulta y en particular la capacitación y el acceso al primer empleo, de conformidad con la ley” (CRBV, 1999). Para el año 2002, se decreta la Ley Nacional de la Juventud donde destaca  la misión de  promover el primer empleo como derecho en el transito a la vida adulta. Ya para el 2.008 se exhorta una modificación de la misma que contemple un sistema más amplio de protección para la juventud estipulado en la Ley del Poder Popular para la Juventud.

Resulta oportuno citar esta ley porque define el ser joven. “A los efectos de esta Ley, sin menoscabo de otras definiciones, y sin sustituir los límites de edad establecidos en otras leyes, se consideran jóvenes a las personas naturales, correspondientes al ciclo evolutivo de vida entra las edades de quince y treinta años, que por sus características propias se considera la etapa transitoria de la adultez” (Título I ,disposiciones fundamentales, definición de joven).En el titulo referido  a los deberes y derechos de la juventud, se hace referencia a las garantías de la juventud indígena y su “derecho a un proceso educativo intercultural y bilingüe, que responda a los usos, costumbres y normas originarias, así como a la promoción e integración laboral y productiva; y al goce de sus derechos ciudadanos, sin discriminación alguna”.

Observando lo anterior queda claro que la categoría juventud indígena es enunciada  en el marco de lo indígena como una condición  general,  objeto de derechos. Mientras la categoría hegemónica de juventud ha sido estudiada en  sus múltiples variables,  la caracterización de ser joven y además  indígena ha quedado incomunicada. Es importante indagar las razones de esta omisión que se explica como  parte del dominio teórico de la caracterización de la juventud desde  referentes occidentales y también al hecho de obviar las equivalencias a la fase de ciclo vital  que  los pueblos indígenas  poseen  y su  reconocimiento frente al saber occidental.

Si  la tendencia ha sido  posicionar el tema de la  juventud como grandes portadores de valores y bastiones de lucha frente a los procesos de cambio sociales y políticos de Venezuela, resulta  comprensible que desde este enfoque sea invisibles  las acciones de los jóvenes indígenas, quienes no han sido sujetos protagónicos de revueltas populares nacionales o  manifestaciones universitarias, esto solo por nombrar algunos eventos que  han servido para llamar la atención de estudiosos del tema. La construcción hegemónica de “esa imagen de generación sobre el papel de la juventud en los procesos políticos” ha sido la única tomada en cuenta, “el problema es que a partir de esa construcción elaborada por políticos e intelectuales se ha creado una representación sobre el  papel que como actor político debe jugar la juventud en Venezuela y acerca sus prácticas, de tal forma que ello impide mirar otras iniciativas que tienen que ver con diferentes maneras de hace política por parte de algunos grupos de jóvenes actualmente”(Bermúdez et al., 2010:105).

El objeto de estudio de lo “joven” ha sido asociado a sujetos a partir de sus experiencias como  estudiantes universitarios, sujetos contestatarios  frente a  políticas públicas de redistribución de recursos, sujetos para el consumo, actores políticos y datos demográficos. Pero los adolescentes y jóvenes de los diferentes pueblos indígenas, no han sido incluidos en el discurso.  Ellos y ellas son claves para comprender  las situaciones de deterioro progresivo de las cientos de comunidades indígenas del país, así como  claves en  manifestar  sus esperanzas frente un futuro que parece incierto. Con esto no se quiere  decir que en Venezuela se haya  obviado los  estudios  etnográficos  sobre la presencia indígena en general. Pero el sujeto de análisis  en la mayoría de los casos ha sido un hombre adulto visto como chaman o  guardián de la cultura amenazada; sujeto en profundo proceso de pérdida de identidad, sujeto pobre materialmente o victima de la violencia ante la pérdida progresiva de los territorios frente a  los terratenientes.

La población indígena de Venezuela se encuentra presente en casi todo el territorio nacional, tanto en centros urbanos como rurales, los cuales no son necesariamente asentamientos tradicionales. Datos revelan que el 63,24% de la población que se autoreconoció como indígena reside  en zonas urbanas, lo  que  conduce a  valorar a los fenómenos migratorios como realidades de gran incidencia en este  mapa nacional. El censo 2011 registró un total de 52 pueblos indígenas que constituyen el 2,7 % del total de la población venezolana; en cifras esto corresponde a  724.592 personas auto reconocidas como indígenas de 26.503.338 no indígenas.  (Instituto Nacional de Estadística 2011, Resultados básicos del censo indígena en XIV censo de población y vivienda).  El censo reconoce así que aunque hubo un crecimiento del número de venezolanos auto reconocidos como indígenas,  hubo una disminución en quienes son hablantes de sus idiomas de origen. El censo también revela una  disminución relativa de los menores de 15 años y un incremento de la población en edad potencial de trabajar de 15 a 64 años; también  “se observa una disminución relevante de la dependencia juvenil, menores 15 años, como evidencia de la disminución de la fecundidad. Incidiendo en el desplazamiento de la edad mediana de 19 años (censo 2001) a 21 años según el censo 2011”. (Instituto Nacional de Estadística, 2014. Resultados Censo indígena 2011). En cuanto a las características educativas, el censo no  precisa cuantos indígenas están en universidades, solo destaca  un aumento en las cifras de alfabetización y  un estimado de la  brecha frente a los no indígena  de  alrededor de un 30% (Ídem).

Para investigar a los “jóvenes indígenas” es necesario saber que se trata de un campo  sin conclusión absoluta y buscar superar “la mezcla arbitraria entre la temática delo joven en general, de lo “étnico e indígena en general”, o sólo  de la derivación hacia lo joven desde otras temáticas relevantes, como la migración, la educación, la salud” (Idem: 73). Existe una inclusión problemática de las distintas realidades de los jóvenes indígenas frente a una realidad nacional que presiona de forma agresiva los sistemas sociales indígena, cada día más fragmentada.  Se han alterado los sistemas que tradicionalmente han incido en  las pautas de socialización de la infancia indígena lo que conlleva a  profundas modificaciones en las distintas construcciones de la identidad. Las realidades de exclusión material y las ausencias subjetivas en los campos del saber, otorgan al problema  un carácter  de  urgencia, y que se visibiliza en  los  jóvenes  estudiantes de la Universidad Indígena de Venezuela. Desde el punto de  vista de estudios decoloniales, cuando me refiero a las identidades, entiendo estas como “procesos amplios de formaciones de sujetos, que expresan no sólo personalidades particulares , sino también agrupaciones colectivas [así] las identidades comprenden un medio crucial a través del cual los procesos sociales se perciben, se experimentan y se expresan” ( Saurabh,2009).  Por consiguiente, las identidades juveniles protagonistas de esta investigación  están definidas por relaciones históricas de producción, poder y aprobación. Se intenta subvertir la institucionalización  de lo que es ser joven, indígena y estudiante  universitario, para se  conjugan  elementos  críticos sobre  la construcción de la raza, las divisiones de género y clase, para avanzar en rectificar en la medida de este humilde aporte, el desequilibrio que reina en las construcciones hegemónicas de las categorías de análisis enunciadas.

Desde esta posición de sujetos subalternos se propone el  análisis del tema. La producción de la juventud indígena situada en  los diferentes pueblos es observada y problematizada desde  las realidades de migración,caso de jóvenes del pueblo Jivi; educación secundaria, tema central en todas las experiencias; consumo hegemónico de redes sociales,muy presente entre jóvenes yekuana y pemon,el devenir de la Universidad Indígena de Venezuela como espacio que enfatiza  lo juvenil desde  el elemento común dado por el hecho de ser estudiante y por último el tema de género y relaciones de poder.  Falta aproximarse a especificidades que  dan lugar a estos procesos amplios de “resemantización”, y que sin duda  cumplen con  objetivos vitales en las trayectorias de vida de estos estudiantes. Las  configuraciones identitarias de estos indígenas buscan  un lugar  con sentido protagónico  en la sociedad venezolana, específicamente  instando a la reflexión de la educación universitaria.

 

Breve caracterización de la  Universidad Indígena de Venezuela

La Universidad se inspira en particular  con la creación de la  Universidad Intercultural de las Nacionalidades  y Pueblos Indígenas “Amawtay Wasi” en Ecuador, y en general con en  el movimiento de instituciones indígenas del continente. El camino de la UIV por el reconocimiento por parte del Estado  venezolano ha estado marcado por momentos de tensión producto de las necesidades económicas para garantizar la atención de los estudiantes en materia de alimentación, transporte, salud así como también infraestructura. Esta realidad llevó a la Universidad a solicitar apoyo en distintos entes gubernamentales, aun y cuando, al interior de la misma no se había planteado como objetivo fundamental contar con el reconocimiento oficial. Al respecto, uno de los fundadores afirma que “para nosotros los mas importante fue y ha sido el reconocimiento de los pueblos indígenas, sin embargo, la realidad económica fue la que nos llevó a encaminarnos por el reconocimiento oficial  para contar con un presupuesto que garantizara su funcionamiento y permanencia en el tiempo. Una de las primeras puertas que tocamos  en el 2007 fue la de Fundayacucho[7], institución que  empezó a prestarnos un apoyo económico muy modesto dentro del programa de becas del poder popular” (González,2013).  Importante es destacar que en un acto de entrega de becas en la que asistió el presidente Chávez, una representación de cuatro estudiantes de la UIV  indígenas fue invitada.  Al final del discurso del Presidente, Wesiyuma, para entonces coordinador académico, pidió derecho de palabra para solicitarle al  Presidente Chávez el reconocimiento de la UIV. En respuesta, el mandatario nacional accede a dicha petición, acción que marcó en la vida de la UIV un antes y un después. Transcurridos unos  días, el Ministerio de Educación Universitaria contacta al equipo académico de la UIV para acordar  pautas del trabajo conjunto  en dirección a su declaración formal. Finalmente, la UIV fue reconocida en el marco de la Misión Alma Mater[8],  misión  que se creó con el propósito de impulsar la transformación de la educación universitaria venezolana bajo criterios  de articulación institucional y territorial, estos  en función de las líneas estratégicas del Proyecto Nacional Simón Bolívar[9], garantizando el derecho de todas y todos a una educación superior de calidad sin exclusiones.

Se resalta el hecho de que el  nombre Universidad Indígena de Venezuela fue cambiado en el decreto 8.631 y en Gaceta Oficial No.39.810 por el de Universidad Nacional Experimental Indígena del Tauca (UNEIT), aspecto que  fue debatido al interior de la UIV por considerar que representativamente el alcance reconocido oficialmente se circunscribiría solamente a los indígenas del estado Bolívar y Amazonas y no como lo que es en realidad, una universidad para todo los pueblos indígenas el país.

Si bien el reconocimiento aconteció en el año 2011, la creación de la UIV data del  año 2000 cuando fue registrada como la asociación civil Universidad Indígena de Venezuela. El hermano Jesuíta  José María Korta Ajishama, conoce el Caño Tauca del Municipio Autónomo Sucre del Estado Bolívar  en el año 1992, lugar que se convierte en sede de “Causa Amerindia Kiwxi”, donde se realizó durante una década  cursos de concientización y autoncientización indígena con el apoyo de un equipo de aliados a la causa y conscientes de que los propios pueblos debían ser protagonistas de su propia  afirmación cultural. Para el año 2000 fue convocado un primer grupo de jóvenes indígenas de diferentes pueblos con el objeto de crear, dentro de una metodología bilingüe e intercultural, textos para ser utilizados en las escuelas indígenas, es decir, que estos jóvenes con el apoyo y herramientas de la educación criolla, realizaron  sus propios libros encarnados en su cosmovisión y vida. Dicho esto, la UIV se erigió “no solo como una Universidad para Indígenas si no como una  la Universidad desde los  indígenas pues ellos promovieron su creación” (Korta,2012). Al inicio confluyeron en la propuesta de la Universidad solo  los Ye´kuanas, Eñepá y Pumé. En la actualidad  incorporan, además de las anteriores, estudiantes de los pueblos  Yuckpas,  Wótjüja, Warao, Jibi y los Pemon.  En otro orden de ideas, la infraestructura de la UIV  responde a las realidades arquitectónicas de  los pueblos indígenas. Las residencias estudiantiles  y las áreas comunes de reunión son en su inmensa mayoría churuatas, razón por la cual los materiales que predominan son el barro, la madera y la palma.

La Universidad  está orientada a “la formación integral de los estudiantes indígenas  caracterizados por su alto compromiso con las comunidades, su capacidad de organización y liderazgo, para recrear espacios culturales que ayuden a la formación de futuras generaciones” (Informe ejecutivo de la UIV presentado ante el Consejo Nacional de Universidades, 2010). La Universidad es concebida como una “universidad–comunidad, de  allí que la máxima autoridad de la UIV sea el consejo de sabios y ancianos conformado por  mayores de cada pueblo.   En cuanto al diseño curricular, la UIV  organiza el plan de estudios en un primer ciclo referido al tronco común transversalizado por los ejes de  concientización, identidad y producción.  El segundo ciclo se concentra en la formación especializada que culmina con un trabajo de investigación. El tiempo de la trayectoria de estudios es de 4 años. El año académico lo conforman dos semestres que se turnan uno “cursado” en la comunidad y el otro en la universidad. Educación cultural indígena, estudios jurídicos, agroecología indígena y comunicación social indígena, son las cuatro carreras que ofrece la UIV.

El proceso formativo se da en contextos concretos que son en primera instancia las comunidades “que se constituyen como espacios de investigación de exclusivo valor por la presencia de ancianos y la posibilidad de conocer mejor la cultura milenaria y las potencialidades para su rescate” (Entrevista a Hernán González, co fundador de la UIV, 2013); están también las residencias estudiantiles, donde cada pueblo tiene  construida una  edificación  según corresponda  al diseño tradicional de  cada cultura.  El estudiante  “puede crear y recrear su propia cultura, donde  habla su idioma”. Estas residencias buscan ser autogestionarias lo que se edifica como una práctica de incalculable valor pedagógico pues permite que los estudiantes  reproduzcan de alguna forma ele espacio  de donde son originariamente. También están las áreas demostrativas,  que son “espacios de práctica y ensayo de modelos de producción, aprendizaje de nuevas técnicas y diseño de proyectos”. Por otra parte, la UIV se encuentra  bajo el desafío de “validar dentro de sus programas de formación el conocimiento de los pueblos indígenas” (González,2013) como aportes a una educación universitaria  concebida para y por los pueblos indígenas en su relación con sus realidades culturales y en  diálogo intercultural con  la sociedad venezolana.

Los estudiantes y sus contextos comunitarios

Se  presenta sucinta descripción  que intenta precisar los rasgos característicos de los distintos contextos geográficos, trayectorias históricas y culturales de los protagonistas de esta investigación y al mismo tiempo, nombrar los problemas  que  presionan  la  vida de las comunidades  de donde provienen. No pretende ser una síntesis de datos antropológicos ni lingüistas. Procura situar al lector en  las distintas realidades que impactan  a los jóvenes indígenas y sus tejidos comunitarios.

La participación de los estudiantes del  pueblo Yékuana en la Universidad Indígena está ligada a  a su fundación y consolidación. En la década de los 70 se conformó una de las organizaciones de indígenas de mayor trayectoria en el país, la Unión de Maquiritares del Alto Ventuari, UMAV (Rivas,2014-cofundador Ecomunidad- Causa Amerindia Kiwxi, entrevista).Los Maquiritares como les llama el criollo a los Yekuana, en vez de dispersarse en su propio territorio, tal como preveían terratenientes invasores en la zona supuestos “ganaderos”, decidieron concentrarse poblacionalmente en Cacuri, organizándose también en la cría de ganado bufalino, especie adaptable al sistema climático del Amazonas y así defender su ancestral territorio. Los hijos  e hijas y de esta lucha comunal Yekuana, son postulados hoy para asistir por los ancianos de su pueblo. Muchos de los yekuanas se desempeñan en roles importantes dentro de su comunidad. Hoy enfrentan graves problemas por la invasión minera en sus territorios.

Los estudiantes y las estudiantes  del  pueblo Pemón que asisten a la UIV son principalmente de las comunidades ubicadas en el  municipio Gran Sabana. El pueblo  Pemon  es  el tercero con mayor población en Venezuela y su cultura ha sido muy influida por la intervención de la religión occidental, a través de los misioneros católicos capuchinos y de los protestantes adventistas. Su territorio fronterizo con la Guayana y Brasil, rico en oro y diamante, ha provocado conflictos armados entre indígenas, garimpeiros y fuerzas militares, resultando, según testimonio de los propios pemones, en indígenas asesinados ya que son los que poseen mayor vulnerabilidad y menos protección  de todos los actores que participan en la explotación de los minerales preciosos. Las mujeres Pemon han denunciado en distintos espacios  la explotación sexual a la que son objeto algunas  niñas y adolescentes en contextos donde la minería legal e ilegal ha  ido desplazando las relaciones económicas comunitarias.

La mayor parte de los jóvenes Waraos que van a la Universidad Indígena de Venezuela provienen de las comunidades alrededor del caño Mariusa y Isla La Tortuga.  El 40% de las comunidades   waraos no tienen acceso a servicios básicos de salud   debido la falta de redes de transporte fluvial. Enfermedades epidémicas  como el sarampión, cólera, tuberculosis  asi como el consumo de alcohol configuran uno de  los riesgos a los que estas comunidades están expuestas (Wilpert;Lafée Wilpert:2008:363). El pueblo Warao ha sido una de los grupos etnicos que con mayor fuerza ha sufrido el proceso de transculturización bajo la influencia de los sacerdotes Capuchinos de la iglesia católica, la explotación del Palmito, terratenientes que han invadido parte de la tierra cultivable en el Delta (solo el 25% de la tierra es cultivable) y la empresa Petróleos de Venezuela, que ha utilizado su mano de obra barata y su experticia geográfica en el delta para la explotación del recurso La lengua Warao  corre un gran peligro de desaparecer ya que se calcula que unos 18.000 mil miembros del pueblo sólo hablan la lengua originaria, unos 16.000 lo mezclan con el español y el resto de la población, solo se expresa en castellano (Luzardo,2009).

Por su parte, los estudiantes del pueblo Wotuja  son de Mawako de Autana, municipios del estado Amazonas. Entre los problemas que  reportan están los relacionados con la minería y con  violaciones al derecho al libre tránsito  por parte de grupos armados guerrilleros y paramilitares.  La violencia contra la mujer  es otro problema mencionado por  una de las estudiantes consultadas. Algunos de los estudiantes hacen referencia a experiencias negativas que parten de las relaciones que sus padres y abuelos tuvieron en el pasado con los misioneros evangélicos estadounidenses  “Nuevas Tribus”[10] y  con los salesianos de la iglesia católica.

Los estudiantes entrevistados del pueblo Pumé  provienen del estado Apure, una zona de extensos llanos y sabanas.Los problemas más nombrados por los entrevistados están relacionados a la invasión de sus territorios por terratenientes y la violencia de los colonizadores de ayer  y la expansión de los hatos y fundos criollos de  más de  recién data establecidos en las tierras situadas al norte del Capanaparo.

En relación con la presencia de los yukpas en la UIV, la misma  está ligada al líder indígena Sabino Romero[11]. Son  dos de sus  hijos y una de sus hijas quienes han turnado  su estadía en la universidad con largos ciclos de  permanencia en su comunidad Chaktapa, antigua hacienda Tizina,  la cual que fue recuperada por la  familia Romero en el 2009. El pueblo yukpa está en el occidente del estado Zulia, específicamente en la Sierra de Perijá y se  ha asentado alrededor de las cuencas de los ríos Apón, Negro, Yaza y Tukuko.  La misión capuchina  “Los ángeles del Tokuko”, ubicada en el centro piloto Tokuko, ha ejercido gran influencia en el destino de ese pueblo hasta el punto de que la comunidad donde se asentó es hoy la de mayor concentración de yukpas en convivencia con  criollos venezolanos y colombianos. Fue precisamente en  el Tokuko donde  Sabino Romero  fue ajusticiado.

Los estudiantes del  pueblo E ñepá  proceden uno de la comunidad Sabanita en el sector Perro de Agua y el otro, fundador de la UIV, de la comunidad Keipon, ambas comunidades en estado Bolívar. Entre las dificultades  que hacen referencia están las asociadas al alcoholismo, la pérdida acelerada del idioma debido en parte a que en  la escuela primaria se privilegia el idioma español por encima que el Eñepá.  También refieren como problema a enfrentar el inicio de la construcción de la central hidroeléctrica Chorrín, proyecto que  ha dividido la opinión entre los habitantes de las comunidades  directamente  afectadas.

Los jóvenes del  pueblo Jivi provienen de comunidades semi rurales ubicadas en  Guarataro, uno de los municipios del estado Bolívar. Es importante destacar que los Jivi son quizá uno de los pueblos indígenas  con mayor índice de desarraigo en comparación con otros pueblos y que se ha visto   en la necesidad de migrar hacia otros  sectores  en busca de tierras   para   el cultivo.

Resultados y discusión

Espacios de socialización

Los testimonios de los estudiantes permiten identificar espacios para la socialización los siguientes: las residencias estudiantiles, el infocentro, los juegos deportivos y en específico el terreno aplanado que se usa  como cancha para jugar futbol. En cada una de estos espacios los estudiantes se agrupan para “escuchar música,” echar broma” o “trabajar a gusto”. La libertad se experimenta de forma más plena  en virtud de que no hay presencia  de figuras de autoridad. A la par de los mencionados, especial atención merece  la música  que aparece como un elemento simbólico  presente  a través de los dispositivos celulares.   De igual forma el tiempo  libre  estipulado en el horario de actividades los sábados luego del medio día y los domingos.

Es importante resaltar que en la interacción de distintas culturas  los jóvenes valoran el nacimiento de redes de amistad que se crean a partir de reconocerse a sí mismo en los otros. Uno de los aspectos que más hacen referencia los estudiantes es la oportunidad de poder  conocer la diversidad de pueblos indígenas que existen en Venezuela. Javier, del pueblo yukpa  comenta que antes de su experiencia en la UIV, él pensaba que  sólo  existían en Venezuela  pueblos indígenas del estado Zulia. Por otra parte, sorprende  las valoraciones que cada  estudiante hace a partir de las apreciaciones de los otros en función del compartir que se genera  en las residencias estudiantiles. Alberto, del pueblo Yekuana expresa que:

Lo que me ha impactado fue, como se llama, los chamos  Eñepá, porque ellos son se ven como callados  y a la hora de hacer cosas como son directos, van directo al tema y si tú cometiste un error ellos lo discuten en el momento o te llevan para la coordinación para que se pueda resolver. Yo viví un tiempo con ellos. Me dí cuenta de que aunque son callados son muy directos, si son bravos, entonces no te dicen pero a la hora que tienen que decirlo te dicen y eso también me ha enseñado cosas.

José, del pueblo pemon comenta que cuando ingresó  a la  UIV lo ubicaron en  residencias estudiantiles distintas a las de su pueblo. Esta experiencia le permitió conocer a los demás jóvenes

Cuando vine por primera vez sentí que recibieron como en mi casa  pues  la mayoría de los jóvenes indígenas me aceptaron. Los primeros con los que me relacioné fue con los chirianas, Jivi y Sanema.  Me dejaron alojar ahí en mi chinchorro. Aunque tenemos diferentes  idiomas, el español me sirvió para comunicarme  y no quedarme encerrado en mí mismo.  Me quedé un semestre y luego en el otro también con otro pueblo. Los indígenas tenemos una forma de ser que nos  hace parecidos. Empecé a tener más confianza y a echar broma, compartir cuentos. Empecé también a aprender palabras de otros idiomas.

 

Durante la convivencia en las  residencias estudiantiles, existen espacios libres de las figuras de autoridad representadas por facilitadores, ancianos o por el coordinador general. Durante la semana están  las horas de estudio personalizado,  los encuentros que acontecen durante la hora de las tres comidas del día. En las residencias estudiantiles también se abren espacios para la resolución de conflictos que son abordados por  todos los integrantes que viven en dicho espacio.

El tiempo libre es empleado para  distintas actividades,  pero la respuesta más concurrida fue la de buscar a las amistades para compartir, seguida por lavar la ropa en el río y la actividad  de “ir a pescar con mis  amigos”. Por otra oparte,  la forma como la universidad indígena ha estructurad  el horario surgió como un aspecto que llama la atención de Rafael, joven yukuana, por cuanto este explica que en su comunidad no existe ningún programador de las actividades para guiar lo que cada quien debe hace; sin embargo él admite que es necesario que en la UIV todos y todas se guien por un horario.

En la universidad indígena nosotros somos jóvenes estudiantes  de diferentes pueblos, no solo Yekuana, nosotros somos 8 pueblos aquí. Entonces viendo la diferencia  y la diversidad de todos los pueblos es necesario poner normas que nos puedan equilibrar el comportamiento. El Yekuana le gusta despertarse temprano, los adultos, se duerme tarde. El Warao es diferente, el Warao se duerme temprano, y se para temprano temprano también. El Pemón se para, puede tener su diferencia también. Entonces para regular eso es necesario una norma, o sea un horario que  es una hora donde todos se puedan despertar, donde todos puedan comer.

Respecto con el  uso del tiempo libre,  la mayoría de los estudiantes refieren  como principal actividad la de buscar  a mis amigos para compartir (24), seguida por la de lavar ropa  e  ir  a pescar (Resultados Cuestionario Identidades Juveniles Indígenas en la UIV, 2013).

Durante la observación participante se constató la presencia de un acompañante  ruidoso que se  activa  en medio de reuniones informales entre los estudiantes: el celular como dispositivo para escuchar música.  Diferentes géneros musicales  comparten la escena  a diario, desde raspacanilla, paseándose por el reggaetón hasta el rock romántico, el vallenato y  música llanera. El 53% de los estudiantes afirmó tener celular.  Para cada uno de los estudiantes entrevistados, la música constituye un referente identitario que lo distingue del otro. Por ejemplo, Alejandro, joven  del pueblo Wotuja  señala que en su comunidad lo mas que se escucha es  “reggaetón y raspacanilla pa lante”, él  se ha inclinado por  el rock mencionado a la  agrupación The Killers y la canción “Here with me”.  Igualmente le gusta  la música romántica pues se considera  un “hombre triste por dentro pero por fuera demuestro alegría”.

Por su parte, Damian, del pueblo Pemon no tuvo dudas al precisar sus gustos musicales agrupados en la música electrónica pues “me aburre mucho la música que escuchan en la comunidad, mucha viene de Brasil y no me gusta, prefiero DJ Tiesto, Simple Plan, Green Day”. Tanto este joven Pemon, como el joven  Wotuja comparten un estilo de peinado que también es usual  en jóvenes urbanos  consumidores de las mismas tendencias musicales. El uso del sweter negro, jeanes muy anchos,  el corte de pelo Emo son también el reflejo de una parte  de la identidad conectada  en el consumo global  musical. Todo esto indica  la función simbólica de la música que funge como  parte  de  “la socioestética”, categoría empleada por  Reguillo y que puede  entenderse como  “producto de mezclas, préstamos e intercambios que resignifican, en una solución de continuidad , la contradicción”(Reguillo,2012:119).   Los géneros musicales  consumidos por los estudiantes son en orden de preferencia raspacanilla, vallenato, merengue, joropo, reggaetón, rock, y música romántica (Resultados Cuestionario Identidades Juveniles Indígenas en la UIV, 2013).

Otro espacio es el infocentro, el cual es un módulo de dos pisos dotado con computadoras  con acceso a internet. A pesar de que no todos los estudiantes  van  con frecuencia al infocentro, quienes acuden,  afirman hacerlo  no solo para hacer sus trabajos sino también  para buscar información y hacer uso del facebook.   El 32% de los consultados afirma tener cuenta en facebook. Al revisar seis perfiles  de seis estudiantes diferentes, se puede constatar  la circulación de  selfie o autorretratos en distintos lugares de la universidad. El contacto se hace con amistades que se encuentran en sus comunidades o  estudiando en las ciudades. Mensajes de amor, amistad, nostalgia predominan, así como comentarios de otras fotografías y saludos en la distancia. Es importante señalar  que el facebook también se usa como una forma de hacer circular el orgullo identitario. Esto se pudo constatar en  casi todos los perfiles revisados la semana alrededor del 12 de octubre, conocido como Día de la Resistencia Indígena. Muchos de los autoretratos fotográficos estaban acompañados de frases como “soy indígena y luchador”; “orgulloso de mi pueblo” o “100% indígena”, lo que refleja un uso politizado del facebook que debe ser valorado  y potenciado. Comenta  un joven que

El facebook lo he utilizado para comunicarme con la gente. Eso a veces me lo critican aquí, pero yo les explico que depende porque es cuestión de usarlo bien porque yo lo uso como una herramienta de comunicación, lo utilizo como herramienta de denuncia de lo que reflexiono. Lo que he puesto  últimamente  ha sido sobre el tema de la comunicación, cómo tiene que ser definida la comunicación desde los indígenas,  he puesto  este tema a ver qué me dicen y para saber en que andan algunos comunicadores indígenas del mundo.

En cuanto a los deportes, destaca el hecho de que se organizan juegos indígenas  que son  practicados  en ciertos momentos con  vestimenta tradicional de cada pueblo.  Por su  parte, el futbol, es una actividad de alta participación en la UIV y se lleva a cabo en uno de los cuatro terrenos cavados para proyectos de acondicionamiento de   piscinas para el cultivo de cachama[12].Los deportes indígenas  son propicios  para  el intercambio entre pueblos, demostrando así cierta competitividad  que resulta interesante pues  entre bromas se hace referencia a ciertas hegemonías  de unos pueblos por sobre otros que se evidencian en comentarios como  “los pemones somos los mejores en el futbol aunque estamos ahí ahí  con los yekuana, pero los ganadores a ciencia cierta son los  Piaroa

(Testimonio de estudiante recogido durante juego de futbol, octubre 2013, nota de campo). Son los  sábados por la tarde y en especial los días domingos, una vez que   el sol cede, los días  que se aprovechan para  los juegos deportivos.  Mientras se enfrentan los dos equipos,  alrededor del terreno se sientan los espectadores a apoyar a sus equipos, entre risas y bromas, transcurre la tarde de deportes.  Considera esta investigación que las practicas de futbol en la UIV son los espacios de recreación más vitales y  con mayor concurrencia.

 

Autovaloración sobre quién es joven- estudiante  indígena

La condición de ser joven indígena varía según las experiencias de  vida de cada estudiante entrevistado. Las definiciones revelan contextos y trayectorias de vida asociadas a la  familia, la escuela, su relación con los abuelos y abuelas y la participación en actividades laborales, la mayoría informales.  Sin embargo, surgió como categoría común  la  relacionada al estatus de estudiante, el cual fue considerado  como un rasgo  importante  que mucho tiene que ver en la definición de ser joven indígena.  La escuela como agente de socialización es también nombrada por todos los entrevistados como la institución responsable de muchos de los cambios que los jóvenes han experimentado, por cuanto la misma ha sustituido el tiempo que antes  los padres, madres y abuelas  les dedicaban a los niños.  En la encuesta realizada,  los estudiantes respondieron que son jóvenes indígenas porque “hago cosas que  hacen los  jóvenes criollos y los indígenas”; “porque tengo la edad de ser joven” y “porque estudio en la Universidad”. El 64% de los jóvenes reportaron haber  estudiado en  secundaria con jóvenes indígenas y criollos (Resultados Cuestionario Identidades Juveniles Indígenas en la UIV, 2013).

Juan, del pueblo Wotuja quien se considera así  mismo “100% joven indígena”  explica lo siguiente:

Claro, los jóvenes de hoy han cambiado mucho a cómo eran antes.  Los niños antes sabían cómo era el ritmo de la comunidad, lo respetaban. De niños pasaban a portarse bien como adultos de la comunidad, a trabajar en el conuco, a cuidar de la familia. Eso ya no está. Ahora  la escuela los hace jóvenes después  y quieren hacer otras cosas. Los padres que le dicen a sus hijos hoy?. Hijo vaya usted para la escuela que  yo voy para el conuco, voy de cacería. Entonces el  hijo se queda en la escuela y lo atiende una maestra que le habla puro en castellano y no le enseña cosas de la comunidad sino de libros  que son criollos”. -Porque los jóvenes indígenas de aquella época  desde la niñez ya tenía su formación orientado avanzado comparado con los otros  no indígenas el caso de los campesinos los criollos  siendo el joven, ya desde niño tenia la orientación de sus padres claro eso no dificultaba si el enfrentaba todas sus cosas.

Su apreciación coincide con la de  Isamel,  Eñepá, quien manifiesta que  algunos jóvenes “no hacen mucho trabajo en la comunidad sino que  se preocupan de vivir por su  propia cuenta. Eso ocurre sobre todo  en los  jóvenes que han estudiando más o menos desde sexto  grado hasta  el segundo año en  escuelas criollas. Ellos estudian a veces con jóvenes criollos y aprenden a no participar en trabajos comunitarios. Les da pena si son mujeres dicen que  no es trabajo de los jóvenes y que ellas no  van a  hacer lo que  hacen los mayores”.

Este comentario revela  la influencia de las aspiraciones hegemónicas en las trayectorias de vida de los jóvenes indígenas. Los proyectos de vida individual, muy presente como metas en los jóvenes no indígenas, son asumidos  también por los indígenas. Esto incide en el debilitamiento de los tejidos comunitarios y en la fragmentación de las prácticas colectivas de los pueblos indígenas.

El testimonio proveniente de Félix, Yekuana,  vincula la juventud con el compromiso de defender su pueblo.  Está conectado con la necesidad de manejar temas que las generaciones que le antecedieron no manejaban. Félix, es estudioso del tema de demarcación. Es padre de familia y fue el primer coordinador indígena que tuvo la universidad.  “Yo me considero indígena Yekuana, o sea con mucha fuerza, con mucha claridad y eso es primero. Para mi ser joven indígena Yekuana es un orgullo pues, el fruto de la resistencia. Si nosotros  los jóvenes no  nos preparamos  entonces como van a quedar nuestros pueblos? Van a quedar otra vez aplastados”

José, comenta que  “nunca  he perdido tiempo como joven desde mi juventud siempre  he  hecho cosas útiles. Hay siempre que aprovechar en la Gran Sabana, en la selva se pueden hacer cosas. Soy joven Pemón y tengo que aprovechar que tengo fuerza para hacer cosas”.

Por su parte Rafael,  precisa que es joven  indígena porque “soy hijo de la comunidad de Tencua y soy  hijo también de Yekuanas conocedores de la cultura y mi mamá también es Yekuana. Y eso me hace ser Yekuana, me siento orgulloso de ser Yekuana. Y eso me hace sentir como, como indígena”. Resulta interesante saber que este joven tiene esposa pero aun no  tiene  hijos. Al ser interrogado sobre el por qué, él contesta que “aun no lo hemos decidido.  Habrá tiempo de tener hijos, y eso será cuando no tenga muchas responsabilidades ya sea aquí o en otra parte”.   El ser joven estudiante le permite a Rafael,  el poder  de  aplazar su rol de padre.   El acto de estudiar en la UIV es tomado en cuenta por este joven como una de las responsabilidades que más pesa en este momento de su  vida y que  lo  lleva a decidir que no es el momento de convertirse en padre de familia. Rafael hace uso de métodos anticonceptivos para evitar que su esposa  quede embarazada. Desde la vivencia de jóvenes urbanos, el tener hijos no resulta  compatible con  el hecho de estar cursando alguna carrera universitaria. Es bien conocido el  consejo de estudiar primero para luego poder tener los medios de mantener a la familia.  Por ello, se puede  afirmar que  el ser joven indígena para este muchacho representa también la posibilidad de tomar  desde lo juventud  hegemónica, este arreglo  que le permite  tener tiempo para dedicarse a sus estudios. Por su parte, Alejandro, afirma que

Soy un joven que aprende todos  los días en Universidad. Me gusta las fiestas también  y  como aun no estoy casado aprovecho del tiempo aquí para pintar, me gusta pintar, los indígenas somos  muy buenos artistas”. Wiliam, del mismo pueblo pero de otra comunidad  se define como joven y  a su vez  “mestizo”  porque “mi mama y mi familia es Piaroa  y mi papa es colombiano. Por ahora siento orgullo de ser indígena  y como joven rescatar la cultura, tener la experiencia de lo que vivieron mis abuelos, saber  que hacían, cómo pasaban  la vida.

Del pueblo Eñepá, Ricardo, manifiesta  su concepción de joven indígena como “la edad para poder ayudar más a la comunidad” en virtud de que  a partir de los 12 años “los Eñepá empezamos a trabajar  15 o  16 años para arriba  el Eñepá  para arriba comienza a trabajar  pero no solo en la familia, o a los padres sino  en el campo para todos”. David Palmar[13], es del pueblo Wayú y explica que

Me defino un joven indígena que  le apuesta  a la pervivencia  de los seres vivos y la ética planetaria. Desde la perspectiva occidental  el ser joven  implica  ser una persona que tiene presiones por ser objeto de  expectativas sociales. Y eso lo vivo también yo como indígena. Es un vaivén de desaprobaciones como por ejemplo “los wayuu no hacen esto o aquello”, “no pareces Wayuu”. Muchas de estas desaprobaciones  vienen  también de tu misma gente. Es una carga doble de expectativas. Hay romanticismo de que  los ancianos  son quienes tienen la verdad absoluta. Pero hay situaciones en las que  hay que hacer una lectura muy compleja.

Lo narrado por David  revela la doble carga que tienen los jóvenes indígenas en la construcción que otros hacen sobre ellos y ellas. Por ello “la forma de autonombrase en las diferentes adscripciones identitarias (…) ha desempeñado un papel muy importante no solo  en relación con las formas de comunicación entre pares, sino con respecto a  los diversos modos en que  se posiciona ante la sociedad” (Reguillo, 2012: 99).

Es de singular  importancia  algunas valoraciones que estos estudiantes  indígenas  hacen de los jóvenes criollos. En todos los testimonios  surgieron episodios de racismo  y sentimientos de superioridad por parte de los criollos. El 89% de los estudiantes indígenas considera que los jóvenes criollos y los indígenas  son diferentes. Las reflexiones que se desprendieron a partir de las interrogantes si te consideras joven indígena y por qué, surgen también de  precisar  las diferencias  en relación con el joven criollo.  Así Eduardo, del pueblo Pumé relata que

Lo que yo he visto, no sé, los criollos siempre han sido, han visto, ven a los indígenas como muy inferiores, ellos creen así no, y dicen que los indígenas no saben nada pero viendo eso yo me he preguntado en mi personal, y los pumé  somos iguales, pensamos iguales, lo que pasa.  Los criollos  utilizan una palabra. Que el indígena “pluma”. Esa es la palabra que usan. Pero entonces en mi interpretación, he analizado así no,  y pluma significaría que no vale, no. Ello sería carne y el indígena pluma que no vale.

Las experiencias de racismo  han estado  muy presentes en las escuelas primarias y secundarias  donde las clases se comparten con  estudiantes criollos. Adedukawa narra que “en el colegio la Guanota Fe y Alegría Apure.  Porque allá los campesinos, los criollitos estaban acostumbrados a joder a los indígenas “mira, indio” los Yekuana siempre hemos sido talento en el futbol, jugamos más que los criollos, que aquellos entonces nos envidiaban y uno se sentía, bueno no sé porque uno no se burla sino que es la realidad y bueno cuando  nosotros estábamos en la cancha jugábamos los mejores entonces nos envidiaban “indio come lombriz, come casabe, come mañoco” entonces una vez lo agarré. Peleamos ahí y hasta ahí pues” De hecho, 70% de los estudiantes afirmaron el haber sufrido alguna forma de  racismo en sus vidas. Y en cuanto a las relaciones con los jóvenes criollos,  el 53% afirman que entre los indígenas y no indígenas “no se relacionan mucho” y un 23% expresó que las peleas son porque los jóvenes criollos se creen más que los jóvenes indígenas (Resultados Cuestionario Identidades Juveniles Indígenas en la UIV, 2013).

Alberto, cuanta que existe mucha competencia entre los criollos e indígenas. Así narra que

En un liceo básicamente criollo  donde él cursaba estudios junto con dos primos nos decían  que esos indígenas no saben nada eso me ha arrechado mucho a mí me ponía molesto como éramos chamos  paso  una vez nos caímos a coñazos después, ellos se creían más y no era verdad porque nosotros decíamos vamos a estudiar a ver qué tal vamos a medirnos en el estudio y  nos  mediamos también en las matemáticas.

Muchos de los estudiantes observan  como principal diferencia entre los jóvenes criollos es  que los indígenas “saben hacer más cosas”, juegan mejor el futbol, tienen más habilidades  y destrezas como por ejemplo correr en la selva, cazar, pescar.  En este sentido, Rafael afirma que los jóvenes criollos de la secundaria “primero no saben hacer su comida (…) segundo, nosotros hacíamos una cosa como pequeña que es difícil para ellos que es peluquearnos, o sea simplemente con una tijera y ya se hace un corte. Y ahí es donde eso sorprendía. Bueno, son prácticas. Nosotros sabemos hacer eso. En el deporte también siempre ganábamos los indígenas. Entonces y se ha visto mucho eso la competencia también.

Los estudiantes yukpas consultados, son entre  todos los de la universidad, quienes más  cerca han experimentado el racismo, la discriminación y la injusticia. No solo  en los términos de la lucha  cuerpo a cuerpo contra los terratenientes, sino desde la escuela de “los curas”  en donde estuvieron internados para aprender a leer y escribir bien. Javier recuerda  que

Cuando yo estudié pues en la escuela de la misión del Tokuco que se llamaba Unidad Educativa Sagrada Familia, fundada desde muchos tiempos por los curas, entonces como mi papá Sabino  pues ha luchado o ha tenido  muchos tiempo de lucha  entonces ya  nos tenían señalados entre los ganaderos ,entonces  bueno nosotros  como los hijos del cacique Sabino alli pues nos trataban mal , nos castigan mucho y que a barrer eso o limpiar cosas  feas, podridas pues,  como por ejemplos los excrementos  de perros, a botar basura que tenía mucho tiempo. El padre Eduardo y el padre que es español y el padre Sandoval y que es de Caracas, y el padre español Víctor, este ellos decían siempre cuando yo estoy haciendo ya cuarto grado yo lo escuchaba cuando  estaba diciendo que si mi papa  seguía con la lucha nos iban a sacar; decían ellos, los curas decían ellos pues, que  tenían que sacar  a los hijos de Sabino, nos amenazaban con los estudios pues, nos amenazaban decían que  tenían que cansarnos para que nos fuéramos de la escuela (…)porque  ellos nos decían que  nuestro padre estaba haciendo malas cosas;  también nos decían que teníamos que aprender mucho sobre la religión como hijo de Sabino  (…) y que nuestra cultura eso ya no valía pues porque ya hasta si hablamos asi pues en nuestro idioma ellos decían que nuestro idioma no existía (…) nos juntábamos con los muchachos de Toromo  a echar cuentos en yukpa pero los curas querían siempre que uno este leyendo eso de lo que dicen biblia sino, nos decían que es importantísimo de estar diariamente  rezando por el único dios que ellos tienen no sé donde.

Ismael narra que  en la secundaria algunos estudiantes criollos provocaban a los jóvenes indígenas para “poner  bravos a esos indios”. Pero ese “indio” tiene nombre. Igualmente recuerda  comentarios como  “los indios no son de aquí venezolanos”. Yo les decía que mira chamo ustedes tienen sangre indígena, y ellos se reían que va chamo yo no soy indio”. Sin embargo, a pesar de esto, Najté con orgullo también  recuerda que hizo equipo en  algunos cursos con  un estudiante  Piaroa porque “era bueno en matemática y  que “cuando el profesor me mandaba a sacar el problema de la física” los demás estudiante s criollos buscaban anotarse con ellos para hacer equipo.

Atendiendo a los testimonios citados, se considera que los estudiantes de la UIV, todos con experiencias diferentes, han construido simbólicamente un nosotros, que somos jóvenes indígenas estudiantes, como  terreno de representaciones  que les es común a todos y todas.  Podría afirmarse que  existe también una  identidad colectiva a partir del encuentro de las diferentes  identidades individuales, las historias colectivas de los pueblos y  las vivencias de racismo y discriminación que le son  comunes a todos los entrevistados.  Se debe aclarar este aspecto porque no se trata de afirmar que sea una identidad colectiva que hace que todos sean iguales. Lo que acontece es que se afianza  “el carácter relacional” de la identidad como proceso de “identificación- diferenciación” con relación a un  Otro criollo que refleja  en su relación con el Otro indígena su   cognitivo de  racismo.

Valoración de la Universidad Indígena  para la reafirmación cultural

En lo  relativo el rol que ocupa la UIV la vida de los estudiantes,  vale la pena por conocer lo afirmado por Ricardo, Eñepá.

Yo me hice más consiente aquí en la Universidad. Los criollos piensan mal de uno. Los criollos dicen por qué estudian los indígenas?. Los pueblos indígenas estudian por su vida, por su comunidad (…)aquí estudié sin dejar de dedicarme a la producción de arroz de mi comunidad

Los jóvenes reflejan un sentido de pertenencia a la Universidad Indígena que viene dado desde un lugar que “señala un camino” en frases como que “la universidad  me ha cambiado (…) me trajo otra vez a mi lugar porque yo estaba yendo  a otro lado”. Ese “otro lado” al que hace referencia uno de los estudiantes  Yekuana quien experimentó  dos años la experiencia  de estar en una universidad  nacional, siendo él solo el único indígena, implica  la transición entre un camino que escogió pero que luego de experimentarlo decidió “el regreso”  que lleva en sí la posibilidad para la realización personal   resignificada a partir de la valoración de su  identidad indígena. Esta no niega en este joven el poder, por ejemplo, de escoger estudiar comunicación social en la Universidad Indígena, manejar programas avanzados de edición de videos y diseño gráfico, al mismo tiempo poseer cuenta de facebook  y tener contacto con el mundo a través de esta red digital.

Hasta el momento,  muchos elementos  indican que la Universidad es apreciada porque  involucra  espacios para  la libertad identitaria  y la posibilidad de pertenecer a un proyecto que da sentido a la existencia de estos jóvenes.Alejandro, cuenta que luego de la muerte de su padre “me quise suicidar yo me sentía que no servía, fumaba mucha marihuana, no sabía qué  hacer”.Hay un antes y un después en la vida de los estudiantes. Narra Rafael que “en un momento llegué a pensar de querer ser salesiano. Porque yo estuve con los salesianos 6 años. Después pensé estudiar, mirando la universidad pensé estudiar veterinaria y conseguir trabajo por lo menos en una hacienda  y vivir.

En palabras del profesor  y  co fundador de la UIV, Hernán  González,  al ser la universidad una expresión de  “identidades geohistóricas que constituyen cada pueblo indígena”,  las relaciones interculturales que  incluyen no solamente la  relación entre una cultura indígena determinada y la hegemónica sino que también, las relaciones entre estudiantes de distintos pueblos, genera espacios que nutren los modos de ser individuales que se encuentran en un espacio  colectivo y  que son  el fruto de un “proceso permanente de resemantización y enriquecimiento a través de las relaciones de interculturalidad”.( Entrevista a Hernán González, 2013)

Aquí se toma conciencia, aquí se está preparando generación de jóvenes, digamos asumiendo una identidad y estamos tomando conciencia y no echarnos para taras como doce alguna gente criolla. La idea es que nosotros los indígenas nos prepararemos a partir de nuestra cultura en primer lugar, pero  también tomando las herramientas que nos ofrece la cultura occidental, lo necesario. Por eso  yo agradezco mucho al Hermano Korta en Yarikajé[14], me cambió porque fue un espacio donde reflexioné profundamente a partir de por qué  fuimos maltratados, escuché sobre el genocidio, exterminio.  Nos decía que ustedes son valiosos, ustedes son seres humanos, ustedes no son animales, echa para adelante tu pueblo va a seguir siendo marginado por la cultura criolla si no  valoras tu cultura.

Adedukawa  quien  ya finalizó  sus estudios en la UIV y cumplió  su labor como coordinador indígenas en más de una ocasión ratifica que

Cuando llego allá [a Yarikajé su comunidad] siento que estoy preparado. Al escuchar la gente, una reunión, un análisis, un debate, te convierte como una persona que puede conducir, cuando… Después cuando hay conflictos, tú eres la persona adecuada. Entonces cuando yo digo “esta es la propuesta” entonces todo el mundo en ambas partes dice ok.

Los procesos cotidianos de gestión de la  Universidad son llevados a cabo por  un equipo de coordinadores  indígenas electos en asamblea cada  dos años.  Se aborda desde  lo académico, las áreas demostrativas,  el reporte de  daños en infraestructura, las compras de la comida en  los poblados más cercanos, el seguimiento del estado de las residencias estudiantiles. Por otro lado, los estudiantes han tenido  un acercamiento importante con organizaciones indígenas que han visitado la universidad, luchadores   como David Copenhague del pueblo Yanomami;  Amil del Pueblo Paltier Suruí,  la asistencia a reuniones con los aliados, atención de invitaciones eventos nacionales e internacionales relacionados a temas de educación y derechos  territoriales y culturales de los pueblos indígenas.  En lo simbólico, la Universidad ratifica en sus espacios y en los temas impartidos su lugar como institución comunitaria en permanente autoafirmación  de su carácter emancipador. Najte comenta que  “yo me acuerdo del año 2008 en donde yo estudiaba, los profesores no se preocupaban mucho a dar clases de donde esta historia  de los pueblos indígenas”.  En la UIV la historia colectiva de estos pueblos cobra fuerza como proyecto político “constituyendo una esfera  autónoma y especializada, que adquiere corporeidad en las practicas cotidianas de los actores, en los intersticios  que los poderes no pueden vigilar” (Reguillo 1997 citada por Reguillo 2012:36).

En relación a lo antes expuesto conviene  precisar dos eventos  que acontecen anualmente: la semana de la sabiduría indígena y la semana de la resistencia indígena. En el primero, cada comunidad estudiantil debe convocar a ancianos y ancianas de sus comunidades quienes hacen acto de presencia en la Universidad por una semana, la cual se  organiza de  tal manera que permita que  estos abuelos  vayan a la selva con los jóvenes a intercambiar historias, reflexiones, prácticas.  El segundo, organizado alrededor del 12 de Octubre, menos íntimo que la semana de la sabiduría, incorpora visitantes  de otros países, así como a activistas  sociales, profesores de distintas casa de estudios.  La semana de la resistencia finaliza con reflexiones que son compartidas en la “churuata ateneo”.

Para Eduardo, Pumé, “la universidad es netamente indígena y  es una oportunidad  para los pueblos  originarios que nunca tuvieron nuestros abuelos y hoy si los tenemos. Antes no tuvimos oportunidad entonces eso sería no, como un, eso seria. La esperanza de los pueblos indígenas (…) he aprendido muchas cosas que no sabía en la comunidad. Tati, por  su parte opina que

He  tenido reflexión sobre el pueblo Pumé por mi parte la universidad indígena  es muy importante porque aquí se conoce la diversidad de cultura y aprendes a través de la reflexión por lo menos a través del cine foro que cuando uno está viendo se ve uno mismo y llama la atención sobre la lucha que están haciendo los indígenas en otros países y comparando en eso pues es muy importante la universidad indígena que nos brinda la oportunidad seguir conociendo esas realidades.

Atendiendo las voces  citadas, la Universidad Indígena se erige como un espacio interiorizado con sentido de pertenencia en cada estudiante. Las distintas maneras de  significar la Universidad nos habla de un sentido de protección, reafirmación identitaria, posibilidad de  organizarse como sujetos políticos a través del entendimiento  de las causas de exclusión social y material de  las comunidades a las que pertenecen  estos estudiantes. Cobran sentido sus experiencias en el contexto de la Universidad a partir de las discusiones colectivas de la realidad nacional y las tensiones históricas entre el estado venezolano y los pueblos indígenas

Yo crecí escuchando de Tauca. A mí no me lo explicaba mi papa pero le explicaba era a mi mamá. Como nosotros dormimos siempre juntos, o sea nosotros no tenemos cuarto. Mi papa se acostumbró así, una casa grande para todos, duermen todos y toda la conversación se escucha, en las mañanas. Y yo crecí escuchando  que Tauca era un sitio donde estaban los jóvenes estudiando, los jóvenes indígenas, que aprendían a escribir en su idioma, también aprendían a manejar computadoras,  aprendían a expresarse, hablar bien, también profundizaban los conocimientos de su cultura y claro . Y bueno eso fue así, lo que yo escucho sobre la Universidad. Yo tendría como 7-8 años.

Un joven E ñepá afirma que

Me entere de la UIV por  Korta al salir del 3er año quería estudiar electricidad pero mi papa  no quería él quería que estudiara medicina pero no pude pagar los viajes para inscribirme y perdí la inscripción. Me case de esperar. Fue cuando decidí hablar con mi papa para irme a la UIV porque no ponían trabas ni me pedían papeles. Mi papa y mi tio  como autoridades de la comunidad  nos dieron el permiso a 5 a los que éramos  mayores de edad para ver cómo era eso de la UIV. Como cuando Korta fue a la granja a hacer la promoción y yo me acuerdo cuando Korta se sentó en la mesa donde yo estaba y me preguntó  qué  etnia  yo pertenecía  le dije “soy Eñepa” y me pregunto la comunidad. Yo equivocadamente le dije que Caicara,  claro, teníamos casa allá pero Korta me corrigió y me dijo “no, que Caicara no hay  Eñepa!” que en Caicara están los criollos, entonces me sentí así como que en verdad no era así como lo que yo estaba diciendo”

Las incertidumbres que con fuerza están presente en la vida de los jóvenes indígenas, en la  Universidad   pasan a un terreno donde  crece la posibilidad de ubicar respuestas.  Al ser la Universidad  un lugar identificado de antemano por los padres y ancianos de las comunidades, les permite a los estudiantes  incorporarse con mayor confianza. José, de la comunidad Pemon Mapaurí,  coincide con otros entrevistados en el hecho de que la Universidad “le sembró su conciencia”  pues “aunque yo internamente  tenía interés por mi cultura, en la escuela no se hablaba mucho (…) se hablaba  de básico, la historia, cómo  fue la conquista, pero no se profundizaba (…)el maestro o el profesor  indígena de  hoy, no  se preocupan por los estudiantes jóvenes (…) estos buscan después formarse como profesionales en la vida pero a  favor de una cultura dominante, es un a critica pues que yo hago” (…)desde que estoy aquí yo pienso, dialogo con la cultura dominante, esto es como un objetivo de la universidad”

Se puede afirmar así la Universidad como un territorio de anclaje para estos  jóvenes. No solamente porque   hay similitudes en la pertenencia de clase, sino por y sobre todo, se comparte en lo profundo  el pertenecer a una población racializada en los términos de la colonialidad del poder.  La Universidad se establece como una respuesta a un problema  el cual “radica  en la traducción de la discriminación racial al estatuto de políticas públicas que cierra la pinza de  un  imaginario que la modernidad no logró erradicar: el de una superioridad anclada en la diferencia racial, también llamada ‹supremacía›” (Reguillo 2002:152)

Cuando estamos en clase, los compañeros  que  tienen más conciencia y viven la realidad, buscan, tratan de que el estado abra los ojos para que también se sepa la realidad de los pueblos indígenas. Por ejemplo,   el problema de la minería, veo algunos de los compañeros que sienten la realidad y discuten el mismo problema y allí se ve la importancia de que los estudiantes deban unir un solo pensamiento para buscar un fin determinado y decirle  a  las instituciones que esto está pasando.

En contraposición de la UIV, Kepler,  estudiante Pemon de  una  universidad  en Caracas argumenta que

El sistema educativo  [universidades criollas] está diseñado desde mi punto de vista para crear empleados, por lo que le importan nada si eres o no un joven indígena. Lo que les interesa es  que compitan entre sí generando en muchos estudiantes ambiciones desmedidas, y en algunos casos rompimiento de valores,  muy pocas universidades si educan  a sus estudiantes a ser emprendedores, por ende, que se puede esperar de estas casas de estudio donde lo más importante es si logras calcar, memorizar toda la información eres parte del sistema.

El  ubicarse  como joven indígena en  contextos  sociales donde predominan los no indígenas implica  para los entrevistados el correcto  uso del idioma castellano, al mismo tiempo del idioma propio; la capacidad para  escribir y  liderar  procesos de organización y en los casos donde la discriminación cabalga, una forma irreductible es la demostración de la fuerza física, ya sea en los deportes o  ante enfrentamiento cuerpo a cuerpo.  En la Universidad Indígena 94% de los estudiantes afirmó  hablar bien el idioma y el 77 %  lo escribe y  la pregunta ¿cómo haces para  manejarte en la interculturalidad?, el 65% expresa el manejo correcto tanto del español como del idioma propio, seguido por  el uso de la vestimenta (Resultados Cuestionario Identidades Juveniles Indígenas en la UIV, 2013)

Felix expresa que “es importante que los indígenas en esta universidad aprendamos a utilizar la escritura, eso es fundamental,  y que aprendamos a usar las computadoras, es necesario”.  Para este joven la escritura también en una forma de  poder registrar la palabra de los ancianos entonces, así

Un anciano me explica algo  y  a veces me  da flojera recordar  todo o no sé si que por tatas cosas de la cultura occidental a veces  mi mente no  le cabe mas información, es cuando yo me digo, “oye pero ya va, se está perdiendo tiempo, yo lo que quiero es escribir, vamos a planificar”. Igualmente este joven conforma que “el criollo se siente de igual a ti cuando tu dominas el español. Ahí tú te defiendes, y es cuando tu asimilas también la estrategia del porque  te comunicas perfectamente y sabes decir “oye, respétame, eso no es así” “no, que tú…” “oye, pero ya va, un momento.

Se observa también que no  es únicamente es el manejo del idioma dominante lo que ayuda a ganarse el respeto, sino también el idioma propio; al respecto este  joven comenta que “yo me siento cuando hablo Yekuana  y lo pronuncio bien; no mezclo palabras de castellano y Yekuana. Y cuando hablo en un discurso a la gente en un público; sea en un encuentro, un congreso yo me paro y también hablo bien el castellano”.

Es de singular importancia destacar que el “hablar bien español” implica en estos  jóvenes el uso de  términos o jerga característica de  jóvenes no indígenas. La experiencia de Luis, joven Jivi  lo explica.  Su comunidad está en Guarataro, centro semi urbano con una alta presencia de  criollos. El conuco de  la familia de Luis es compartido con campesinos criollos. En el marco de estas relaciones productivas se han presentado  problemas entre indígenas de su familia y criollos, muchos de estos  por el robo de la cosecha de la yuca (mandioca) por parte de algunos campesinos.

Nosotros hacemos mañoco de la yuca que sembramos y ellos [criollos campesinos] cosechan la yuca y lo venden. Nos hemos dado cuenta que a veces se quieren robar la cosecha y ahí vienen los problemas, por ejemplo los jóvenes criollos, yo he notado eso, como  que  quieren hacerse mas primero que los indígenas. Cuando ven a un indígena reclamarle, lo quieren tratar como menos, esto es porque se  fijan en su expresión cuando no hablan bien el castellano (…) por eso  uno aprende a hablar bien para  no dejar que crean que uno es menos”.

Al respecto Hernández afirma que “los jóvenes jivis tiene fama de malandro en Guarataro, la gente los  juzga, pero lo que se obvia es que muchos de estos muchachos han tenido que aprender a defenderse frente al otro que  lo roba o  maltrata. Una forma es aprender a expresarse como lo hace un joven malandro de  pueblo, de otra forma este joven será dominado también el terreno del lenguaje, pero el lenguaje del barrio” (Hernández, entrevista, 2013). Se puede afirmar que estamos frente un caso de uso estratégico del idioma desde  la apropiación de términos que emplean los jóvenes vistos en el sentido peyorativo como malandros. Las fronteras identitarias  de Luis tienden puentes para  la sobrevivencia material a partir de tener que expresarse  como  el criollo que  habla “calé”[15] y que en este caso ejerce violencia; es una  manera también de contrarrestar la posibilidad de ser dominado por el Otro.  Se observa algo muy parecido con los jóvenes  yukpas y los modos de hablar español sobre todo cuando están frente a jóvenes criollos que forman  parte del  servicio militar, con quienes tienen que socializar de alguna forma pues es muy común las detenciones breves y  que acaecen  de forma rutinaria, ya sea para solicitarles a estos muchachos documentos de  identidad, preguntar  hacia donde se dirigen o que llevan en los bolsos.

Para Ismel, la palabra enunciada en español le otorga libertad para entenderse con el otro incluso en  espacios para la negociación. Este estudiante, al ser responsable de las compras de algunos víveres de la Universidad, se ha visto en  situaciones donde debe  intentar persuadir al vendedor para  que le  haga algunas rebajas en los precios. Al respecto  comenta que:

Cuando no hablaba bien  me querían tumbar [quitar sin razón] 400 bolívares  de pasaje cuando era 300. O una vez  en mercal me querían vender la comida  más  cara y yole dije mira, como es eso?  Aquí está igual que la bodega?,  o acaso  esta no es la cosa para  la comida del pueblo? y eso?” y así uno va (…) Pero poco a poco he aprendido a convencer  conversando.  La otra vez no me alcanzada el dinero para la azúcar y otra comida que compré en la bodega en Guarataro, entonces le expliqué al señor que  esa comida era para los estudiantes de la Universidad Indígena que era necesario que  me llevara, y así me pregunto pero bueno chico cuanto tu tienes y le dije esto, y me  dijo está bien llévate  así.

Dentro del marco del respeto, algunos de los estudiantes hacen referencia a ciertas habilidades y destrezas. Este joven narra una situación acontecida en la secundaria  en  la que se vió obligado a   “caerse a golpes” con un joven criollo quien  se estaba burlando de un estudiante indígena “

Entonces se paró [el estudiante criollo] otra vez y me agarró,  yo ya no quería seguir, pero bueno, estuvimos contra la pared, después nos revolcamos pero de ahí no, el que perdía era el que quedaba de espalda abajo, entonces él  no pudo superar mi técnica, no pudo hacer nada, nos revolcamos  pero al final él no me bajó (…)la fuerza física me ayudó mucho en ese tipo de enfrentamiento. El ser Yekuana yo me sentía seguro porque a veces había enfrentamientos físicos entre nosotros pero yo no respondía a eso, pero cuando ya no tenía  otra opción para  enfrentar el rechazo, pues hacia uso de mi fuerza también  Uso técnica yekuna (…) en esa parte yo me gané la confianza del compañero Yukpa también. Pasamos a 5to año desde ahí, fui como delegado.

Cabe considerar la experiencia de  Henry, yukpa, quien antes de incorporarse a la UIV se alistó en el servicio militar del estado Táchira. El contexto  en que él decidió hacer esto  estuvo marcado por la persecución ganadera activada con ciertas alianzas militares y actores del  sicariato en la zona que acabaron por asesinar  a su padre, Sabino Romero. Henry  argumenta su decisión así:

Allá nadie me conocía (…) me interesaba de los armamentos que los militares que trabajan con los ganaderos, utilizan en contra de nosotros, yo me decidí  ir a conocer  ese armamento  y aprender a usarlo (…) En el ejercito aprendí el desarme y este el disparo  tiro a tiro, disparo en garrafa que dicen, y este  a tirar bombas lacrimógenas este a aguantar bombas lacrimógenas cuando está echando humo” de esta forma afirma sentirse más seguro de regreso a su comunidad,  que al estar en zona de frontera  está en permanente resguardo de cuerpos de seguridad estadales como  la Guardia Nacional y ejército. Por ello, afirma que “fue importante aprender ara potente,  hay veces que  los militares muy alzados  con los yukpas, y como uno no sabe para que usan ese armamento, pero ahora yo sé y no tengo miedo.

Otra estrategia para el tránsito en zonas de fronteras  donde las identidades compiten es enfatizar en  ciertos rasgos  que evidencian ante el otro que se es un indígena seguro de sí mismo. Juan, comenta que “yo por lo menos siempre le  digo a todos los criollos que se presenta que so con doctorados que  soy 100% indio, un indio feo, y  asi veo qué me dicen y cómo se portan”. David Palmar, del pueblo Wayú  acude a vestirse como Wayuu porque es parte de  “las estrategias de persuasión que uso para incidir espacios de alta negociación sobre políticas públicas, en específico con el tema de la comunicación. También el uso del renombre familiar y del clan, esto facilita mucho las incidencias en espacios”.

Protagonistas de un futuro

Los  estudiantes de la Universidad Indígena entrevistados  vinculan el futuro con el  “trabajo en mi comunidad”; “estar con mi pueblo”, “tener un proyecto para la comunidad”, “estar en la lucha”. Sólo uno de los consultados, quien se define a sí mismo como un artista indígena respondió que “me gustaría  que el mundo me conozca, conozca mi arte, me gustaría viajar y conocer  a todos los pueblos indígenas del mundo”

Javier dice, “yo quisiera  mi sueño si dios me lo permite  si mi creador me lo permite mi sueño en realidad es pues si termino aquí en la Universidad  yo quisiera  estar enseñando  a los jóvenes de Chakpata o a los  niños de Chakpata”. Eduardo, Pumé señala  que “desde el compromiso que yo tengo, tengo que regresar  a mi pueblo. Y la idea es trabajar con mi pueblo, servir a mi pueblo”. Por su parte, Félix comenta

Quiero estar de lleno en esta lucha, la organización de base, la demarcación. No tengo otro proyecto fuera de eso. Ahora, empezando 2015 vence el acta constitutiva  [de Kuyunu, organización Yekuana creada para la defensa del territorio contra la minería] y ahí hacemos una nueva reestructuración a través de una asamblea y yo quiero proponer que sea Wesiyuma el que asuma eso. Entonces después quiero seguir luchando por demarcación.

Rafael por su parte dijo que:

Siempre vino en mi pensamiento crear un centro así como quise hacer la apicultura, un centro donde los jóvenes puedan ir, o sea los jóvenes que están en  las comunidades puedan ir aprendiendo, no solo de apicultura, también donde vean una experiencia de abejas, de siembra, de vivero, de huertos ecológicos, cosas así que en la comunidad no se han enseñado y son muy importantes para no estar usando alimentos de afuera.

Mientras que Alberto, indica que “propuse hacer un centro de producción documental audio en cuanto a la cultura, hacer documentales d en idiomas indígena sobre temas  que afectan a los indígenas, también me gustaría  dar clases en la escuela”. Cabe destacar lo expresado por dos estudiantes quienes también avizoran el  futuro con la posibilidad de asumir  algún cargo político o maestro pero desde el sistema  formal de la educación básica, lo cual implica tener un sueldo y cumplir con un horario. En ambos casos, los estudiantes se mostraron críticos ante esta posibilidad, así que “todo depende de lo que diga la gente, como quieren que yo luche, que es lo que quieren de mí. Eso es importante porque a veces uno se daña porque escoge ser diputado, pero epa,  no se puede  uno autonombrarse, cosa que yo no he hecho. Mucha gente se autonombra y hasta ahí llegó”.

Yo he sido muy claro con eso, con mi familia y mi comunidad. La comunidad me ofrece ser maestro, ante una asamblea dije que no, que no me preparé para ser maestro y que no estaba listo para asumir esa responsabilidad porque yo era muy joven y quería estudiar más. Luego la alcaldía me ofreció un cargo porque el alcalde es mi tío y yo le dije a mi familia “no, no me metan en ningún cargo, no me gusta. Yo quiero ser libre, no quiero tener jefe., tal vez yo quiero ser jefe, pero no quiero tener un jefe” porque para mí es eso, un cargo, tener un jefe. Entonces, hasta ahora en lo que estoy ahora, le he dicho a mis compañeros, a mi familia también que en caso que quiera tener un cargo me gusta en defensoría del pueblo, me gustaría estar ahí, en caso de que yo quisiera tener un cargo pero en otro no me anima”

El futuro para estos jóvenes es  proyectado como un regreso a la comunidad.  Este regreso se acciona como puente entre la posibilidad de desarrollar proyectos colectivos y un sentido de  ser protagonistas de los mismos sin  depender de las instituciones. Se desmarcan de los indígenas que han sido captados por la burocracia institucional que no les han dado respuesta a los problemas fundamentales de los pueblos. “No me quiero verme  con la barriga llena, gordo porque no  voy a conuco, sentado en un escritorio como diputado indígena , hablando  en idioma pero sin defender al pueblo, más bien hundiéndolo”, expresó un jóven yukpa  al  hacer referencia miembro de la comisión nacional  permanente de pueblos indígenas de la Asamblea Nacional. Es casi un hecho predecible de que los jóvenes indígenas que han cursado estudios en universidades nacionales criollas, suelen ser absorbidos en cargos burocráticos, en parte, por el  manejo del español y los conocimientos occidentales que ha adquirido.

Los entrevistados enuncian su sentido de pertenencia étnica con  orgullo,  valorando el ser de la comunidad, a la vez de poder operar desde un amplio repertorio de  formas de relacionarse con la cultura criolla. Este  repertorio articula de forma extraordinaria aspectos simbólicos en función a los sentidos temporales en los que  navegan. En términos  empleados por la metáfora de los tres relojes (Feixa,2003),la construcción temporal de lo juvenil de  estos estudiantes de cara  al futuro, se basa en elementos de socialización  aportados desde el reloj de arena, analógico y digital pues “en cada lugar y momento coexisten diferentes concepciones del tiempo” no de forma deliberada  y mucho menos  mezclas sin sentido, sino por el contrario,  predominan como una suerte de guía o bitácora, individual que se fortalece en lo colectivo

Mujer indígena, joven y estudiante

Las voces de las mujeres entrevistadas desafían la categoría de género universal elevada por el feminismo euronrcéntrico que excluye las especificidades de las mujeres de los pueblos indígenas, estigmatizadas no sólo por ser indígenas, sino por ser mujeres y portadoras de formas diferentes de concebir la vida y las relaciones con el mundo.  Es necesario tomar en consideración  que los modelos vigentes de ser  mujer indígena son también el resultado  del sistema de dominación colonial que se ocupó de naturalizar la violencia contra ellas, pero no únicamente ejercida desde los sujetos privilegiados, sino también  por parte de “aquellos hombres que continúan siendo víctimas de  la dominación racial” convirtiéndolos en partícipes de distintas formas de violencia (Lugones,2008: 75). Lucia, del pueblo Pemón revela la presencia de discriminación a la que es expuesta en  la secundaria.

Si, fue en 8vo Grado, en el Colegio donde yo estudiaba, la población estudiantil era mixta, y en una oportunidad un compañero me dijo maldita india, en este momento no me acuerdo muy bien porque fue, pero fue una expresión que me dolió mucho, lloré de la impotencia; fue cuando mi Profesora Guía salió a mi defensiva y regañó a mi compañero, y ella me dijo que para la próxima le respondiera y le dijera a mucha honra,  eso me ayudó a estabilizar mis emociones y sentimientos. Ahora que alguien me diga eso, creo que ni me dolería ni en mínimo.

Las entrevistadas hacen referencia a situaciones que sobre ellas ha ejercido presión, injusticia o prejuicios y que no solo provienen del mundo criollo sino también, en algunos casos, de compañeros indígenas. Las mujeres consultadas ponen en evidencia  otros aspectos que median en la socialización a lo interno de la UIV, estos asociados a la necesidad  de ganarse el respeto de sus compañeros así como lo difícil de enfrentar temas como el noviazgo  a lo interno de la UIV pues “siempre, los muchachos le echan la culpa a las mujeres, como que si quien se enamora es una nada más y no el hombre”, confirmó María del  pueblo Wotuja.

Lucia fue la primera coordinadora mujer en  la UIV. Desde esa experiencia comenta el haberse  sentido juzgada en el momento en que salió embarazada y que a la par continuaba con sus funciones como coordinadora.

No estoy casada y eso me lo han criticado (…) Lo más difícil de ser mujer es, ser señalada por la comunidad cuando la sociedad es machista y no ser comprendida y aceptada; Soy madre soltera. A mis 19 años de edad estuve en concubinato con un hombre indígena (pemon – akawaio) a tan solo 8 meses de estar conviviendo juntos, él falleció. Después de 5 años acontecidos esto,  quedé embarazada de una relación que mantuve con un voluntario (no indígena) de la UIV, le confieso que estuve asustada por la reacción que pudiera tener Ajishama (Fundador de la UIV); cuando le confesé que estaba en estado, su reacción fue tan serena y comprensible que nunca olvidaré sus palabras “Las madres no escogen a los hijos, ni los hijos escogen a las madres… los hijos son un regalo del Creador, que hay que recibirlos con alegría y como una Bendición… ”. la relación con el Padre de mi hijo no fluyó por lo que la relación tuvo que terminar; posteriormente me vi relacionada sentimentalmente con un estudiante de la UIV (de la étnia Pume) que desde la opinión de mis compañeros voluntarios indígenas lo desaprobaron, yo alegué diciendo que en mi condición de mujer soltera yo habría recibido algún halago o insinuación de ellos siendo compañeros, voluntarios, (con pareja allí con ellos ) pero no fueron correspondidos por respeto a ellos y a sus familias. Y si yo me vi relacionada con el estudiante fue porque él me apoyaba en las atenciones que yo carecía en ese momento, y nació como un sentimiento de admiración y agradecimiento. Los profesores aliados, en ese momento no le dieron mayor importancia u opinión a ésta situación, esa reacción influyó en el estudiante que se retiró  de la Universidad sin culminar sus estudios, es un estudiante muy valioso. La relación tampoco se concretó.

Para las mujeres, pareciera haber una pauta diferente de socialización que se ve afectada cuando asumen la maternidad o ciertos roles del liderazgo colectivo.Miriam, Yukpa,fue estudiante de la UIV. No regresó desde que salió embarazada producto de una relación con un joven de una comunidad vecina.

Me hace falta la Universidad, lo que más me gustaba es lo que aprendí y que podía estar descalza, ir a clases, bañarme en el caño, estudiar.  Ya tengo un niño. Estoy criándolo con mi mama, mis hermanas me ayudan (…). Quiero preguntar a la coordinación indígena si puedo volver a la Universidad con mi hijo, no sé, tú crees?, yo creo que no me van a dejar, verdad.

En cuanto a la distribución del tiempo en la UIV, Lucia comenta que pudo ser capaz de  asumir las responsabilidades de la coordinación junto con las de la crianza de su hijo pues

Siempre quise que mi hijo estuviera en contacto con lo que hago (mi trabajo) y mi hijo lo atendía personalmente en mi aldea, y siempre lo cargaba conmigo para que interactuara con los demás pueblos indígenas hermanos y aliados, para que conozca la realidad. Fue impresionante ver como mi bebé a tan solo tres añitos se había aprendido los nombres de los estudiantes. Me siento orgullosa de él.

Por otra parte explica que la Universidad le ofreció la oportunidad de relacionarse con muchas personas y así ir decidiendo de cual forma podría continuar sus estudios. Sin embargo, esto no fue fácil porque “me sentí juzgada por mis compañeros que no entendieron mis estudios en la UPEL [16]paralelo al trabajo de la UIV; y también me juzgaron porque había sido  becada por FUNDAYACUCHO [17]para estudios de pregrado”. Ante todo esto, Ana comenta que a pesar de las críticas cuya razón de las mismas, ella  atribuye el hecho de que la gente, mis paisanos, “pretendían que yo me quedara en mi comunidad sin hacer mas nada”, procuró seguir adelante en virtud de que porque soy mujer Pemon, no quiere decir que no  voy a seguir estudiando”.

 

Vivencias como las de Lucia,  también son referidas por  otra de las entrevistadas.   Para ellas, la UIV les posibilita “seguir siendo  mujer Wotuja”, “mujer Pemon sin tener que necesariamente  que estar casada o  tener hijos. El uso estratégico de la juventud como categoría que infiere búsqueda de libertad y autonomía es  asumido por  algunas de las mujeres estudiantes en un lugar de  afirmarse  en el  marco de   la apropiación de algunos derechos al mismo tiempo de no sentir que “traicionan” su cultura de origen por cuanto en la UIV, el proyecto a futuro no se desvincula con la posibilidad de aportar al impulso de su comunidad y pueblo. Así  María argumenta  que el ser joven es lo que ha hecho que no  haya decidió aun por el matrimonio:

A una le cuesta decidir. Me caso o no me caso? Y bueno pienso en algo que  me pueda servir (…) uno ve la realidad de los familiares, a veces veo a mis primas y el hombre maltratándola y pegándole  a los niños. Entonces para qué casarme ahorita? (…)busco  ser alguien en la vida para aportarle a otras personas, ayudarles y ese es el compromiso que a uno le dice ¡ya va! Todavía no  he cumplido con tu misión (…) no quiero regresar con las manos vacía a mi comunidad

 

Tanto Lucia, como María, han estado a cargo de la coordinación general de la UIV; esto les ha servido como experiencia para  “ganarse el respeto” de una comunidad estudiantil dominada por la presencia de hombres y que muchas veces algunos alegaban “que había competencia entre ellos y yo”.

Lo difícil de la mujer aquí es que a veces no nos entendemos y  a veces hay complicaciones que hay en la vida.  Ha pasado que a veces las muchachas  nos unos enamoramos pero los  muchachos no nos ayudan (…) me he dado cuenta que  no solamente de los jóvenes criollos  faltan el respeto  la mujer, sino  también los  jóvenes (…) no me gusta  la manera como hablan con la persona y si es mujer a veces  les gritan (…) yo pongo limites con mis compañeros, si es de echar broma echamos broma  pero con respeto y si es de trabajar se trabaja y busco me respeten si yo tengo que  mandarles a  hacer algo para que todo salga bien”. Respuesta: es muy difícil dejarse  respectar ya tengo mucho tiempo conociendo a los ser hacia los muchachos, profesores. Pues a mi gusta echar broma, reír, se cuando puedo portarme bien y cuando hablar seriamente, tener cada espacio para cada cosa eso me hace  ganar el respecto de los muchachos. Por ejemplo para mantener el respeto con los muchachos hay que tener una limitación. Si me pongo a echar broma con ellos pero si se pasan ya me dejo de reír, como control para no pasar los limites.

En cuanto a las diferencias entre las mujeres indígenas  y las criollas,  las entrevistadas argumentan que las criollas suelen “ser tener más oportunidades para estudios universitarios”; “siempre están a la moda”, “dominan  la tecnología” mientras que las indígenas “son más sencillas en su forma de vestir”, ”caminan descalzas sin dificultad”, “domina tanto el idioma materno como el español”.

Entre la mujer indígena y la mujer criolla, entre la mujer indígena esta ella tiene miedo a los muchachos, ya que cualquier cosa que le digan los muchachos que no sea su familia como corrígete tu estas mal, la mujer indígena  a veces lo toma serio veces como se siente parte de su hermano lo toma en serio porque tienen que ver con su vida; en cambio se ve ese respeto se rompe se ve el respeto y no se meten, en cambio la mujer criolla como que eso es normal para ella, no hay mas respeto todo es igual se siente igual, no se siente que la mujer esta arriba y el hombre abajo es igual. En cambio nosotras alguien nos dice tu estas así ya me siento que ese es mayor que yo y lo respeto por lo que dice.

Tanto Miriam como María coinciden en la idea de que “la gente respeta  más a  la mujer criolla (…) a nosotros [los yukpas de la comunidad Chaktapa] pues cuando tomamos las haciendas los ganaderos nos decían perras váyanse, las  vamos   a matar a todas, ustedes paren como acures” .Lo pronunciado por Miriam es parte de la violencia  a la que son sometidas las mujeres indígenas sobre todo,  si estas  han sido protagonistas  en procesos de recuperación de sus tierras como el caso de  las mujeres yukpas.  Pero la violencia también es  ejercida a lo interno de sus comunidades. Todas  entrevistadas  también concuerdan en este aspecto.

En mis familiares más que todo si, vi un caso de mi prima ella tienen seis  hijos, cinco varones y una niña. Por el maltrato que ha recibido por el marido ha perdido el ánimo de seguir en la vida se deprime, la ultima niña tiene siete años. La última vez  le hicieron oración, su pareja es Wotuja pero se la pasa en la ciudad. Con la oración ha mejorado un poco. El la dejaba golpeada, morados en la cara, y los hijos también le pegaba. Estando embarazada en la maltrato y ella aborto. La segunda vez paso lo mismo. Y ella aborta y aborta. Y por esa reacción se llamaron los chamanes para que le haga la limpieza.

 

 Conclusiones y recomendaciones       

El análisis de las experiencias expuestas por estos jóvenes corrobora el hecho de que estamos frente a profundos procesos de re significación  de lo que implica ser joven e indígena. Así,  lo tradicional indígena  adquiere otros sentidos que no necesariamente tienen que ver con separarse de los mandatos culturales que les son propios según sus pueblos y culturas de pertenencia.  El trabajo de campo pone en evidencia  el vinculo que existe entre el proyecto educativo decolonial y las construcciones de ser joven   indígena basadas en pautas de  negociación- y no de   negación, entre  la libertad individual y el sentido colectivo relacionando ambos con  la posibilidad de impulsar proyectos de vida en sus pueblos. Los hallazgos de esta investigación no coinciden con algunas tendencias  de especialistas que afirman que la pérdida identitaria de los indígenas acontece de forma inmediata con el consumo de bienes  simbólicos y o materiales urbanos.

Estos estudiantes dislocan  con frecuencia  la búsqueda del otro por  definirlo. De allí que el tema del consumo de las redes sociales entre en disputa con su sentido de pertenencia y conocimiento de la cultura propia, ambos “instrumentos” con los que el Otro mide  cuan más o menos es determinado estudiante, un  indígena. Uno de los facilitadores argumentó que para  muchos de estos estudiantes el tener cuenta en facebook es algo asi como “tengo facebook; luego existo”.  Sin embargo, al comprobar cuántos estudiantes en efecto poseen cuentas en esta red social, la generalización de este facilitador invisibiliza los muchos otros espacios simbólicos a los que acuden los jóvenes para “existir”.  Los espacios de socialización permiten evidenciar procesos permanentes de reapropiación identitaria. Y cuando estos están ligados al  uso y consumo de información a través de  las redes sociales, lejos de lo que algunos especialistas  han  avizorado, los jóvenes de UIV  han demostrado  estrategias para  articular sentidos de pertenencia.

La categoría joven indígena es reforzada con las experiencias de estudios en la Universidad Indígena. La triangulación de la condición joven indígena  con  la de estudiante proyecta la posibilidad de profundizar en la cuestión de la democracia protagónica en Venezuela.  Importante señalar que  la permanencia de los estudiantes en la UIV constituye una forma a la que acuden para contrarrestar la discriminación, exclusión y la falta de acceso a la educación universitaria. Los jóvenes indígenas señalan importantes premisas para debatir a fondo los modelos curriculares de las universidades convencionales y su compromiso con los saberes originarios localizados por cada pueblo y  con el  conocimiento indígena en general.

El proyecto educativo de la UIV con sus desafíos inherentes a su experiencia  de cara al reconocimiento por parte del Estado, demuestra   el hecho de que es posible la preparación de jóvenes indígenas capaces de confrontar los procesos de globalización y homogeneización cultural, a partir de  la reflexión  de sus identidades geo históricas. Esto no los excluye de la capacidad que tienen de manejar herramientas occidentales   para el porvenir de sus pueblos.

Es fundamental promover  estudios sobre  la condición de lo juvenil en los distintos pueblos indígenas para abordar con mayor precisión los procesos  de cambio que acontecen en sus contextos sociales, culturales, geográficos.

En el ámbito de políticas públicas, se sugiere triangular  desde el Ministerio del Poder Popular para los  Pueblos Indígenas, Ministerio de la Juventud y el de Educación Universitaria, el diseño de un instrumento para avanzar en una consulta nacional   que permita identificar  tendencias en cuanto a aspiraciones, usos del tiempo libre, si se está cursando  o no estudios universitarios,  inserción laboral, en aquella población que según el censo 20122 se auto reconoció como indígena. Este instrumento ha de contemplar  preguntas acordes con las realidades de estos jóvenes como por ejemplo  los problemas más significativos que jóvenes indígenas enfrentan  en sus comunidades asociados con  el extractivismo, despojo territorial y  derechos humanos Se propone   además, incluir  indagaciones sobre racismo y discriminación. El criterio de  circunscribir la juventud por rango etario, podría en este caso, apoyar la ejecución de la consulta por cuanto, la Ley  Nacional del Poder Popular para la Juventud se hace una definición de quien es joven en Venezuela.

Se impone acelerar el debate nacional sobre los espacios académicos que respondan  a la diversidad cultural y lingüística de los más de 40 pueblos indígenas del país, tomando en consideración estudios que  demuestran como a mayor formación académica de estudiantes indígenas en universidades convencionales, menor es el grado de autorreconocimiento. El conocimiento académico  eurocentrado que predomina en  las universidades nacionales debe ser cuestionado y analizado a  partir de las experiencias de los jóvenes indígenas. Ellos y ellas se erigen como potenciales constructores en la inclusión de otros paradigmas del conocimiento que se desprenden de  la herencia ancestral y el diálogo intercultural.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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[1] Hasta el año 2005, el número de universidades públicas, privadas, institutos y colegios universitarios  corresponde al de 169 (Departamento de Estadística Consejo Nacional de Universidades).

[2] Este trabajo utilizará el termino educación universitaria en correspondencia  a la aprobada Ley Orgánica de Educación de fecha 15/08/2009,  en donde se decide cambiar el nombre de Educación Superior al de Educación Universitaria. Esto respondió a un extenso debate sobre el término educación “superior” el cual  no era coherente con el proceso de transformación  de la educación  que venía adelantando el Presidente Chávez.

[3] La churuata ateneo es una de las edificaciones más importantes de la UIV por ser espacio de reunión por excelencia de todos los estudiantes. Allí se discuten las agendas de trabajo, la planificación de la semana, se  llevan a cabo ceremonias, actividades del cine foro  y  encuentros culturales.

[4] En algunos casos  hubo  timidez al principio pero en general,  todos y todas  muy dispuestos a conversar y compartir las reflexiones. Se intentó al máximo no inducir ninguna de las respuestas. El abordaje de cada tema  dependía mucho del hilo de la conversación. Si se empezaba por conversar y preguntar sobre qué es ser indígena, joven  y de esa respuesta se hacía referencia a otro tema, pudo acontecer que se retomaba luego el de especial interés, son cortar la conversación. Muy  importante destacar como experiencia el hecho de que  al ser el español el idioma a través del cual nos comunicamos, en varias oportunidades,  me fue difícil reformular  preguntas para poder ser entendidas por mi interlocutor.

 

[5] Durante el período de la investigación se llevaron a cabo ocho visitas a la UIV.

[6]  La investigación usará por tanto el término indígena pero procurará que cuando hable un estudiante de determinado pueblo,  este sea identificado como parte de ese pueblo. Si  la voz de un indígena de una comunidad  en Alto Ventuari  habla, pues este estudiante será identificado  como Yekuana, o Wotuja, Pumé según el caso, esto para superar los reduccionismo  que el pensamiento  occidental ha impuesto sobre la clasificación indígena. Este reduccionismo  se ha visto reforzado por “imponer una identidad  de origen colonial, cuyo uso implica connotaciones de asimetría, desigualdad y discriminación, que hace del sujeto étnico (del etnizado) un “otro”, diferente del resto de los integrantes de la sociedad” (Perez Ruiz:67).  En Venezuela, la ley orgánica de pueblos  y comunidades indígenas  define para efectos legales indígena como “toda persona descendiente de un pueblo indígena, que habita en el espacio geográfico (…) y que mantiene la identidad cultural, social y económica de su pueblo o comunidad, se reconoce a sí misma como tal y es reconocida por su pueblo y comunidad, aunque adopte elementos de otras culturas”.

[7] Institución adscrita al Ministerio de Educación Universitaria ventrada en  el otorgamiento de becas para nivel universitario.

[8]    Con la Misión Alma Mater  se crearon 15 nuevas universidades y se transformaron progresivamente  29 Institutos y Colegios Universitarios dependientes del Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior en Universidades Nacionales Experimentales, que se integrarán en la Red de Universidades Alma Mater.  Las 29 instituciones abarcan 20 entidades federales, cuentan, para el año 2009, con una matrícula de 185.000 estudiantes y han desarrollado una importante tradición en la formación de Técnicos Superiores Universitarios (TSU) en diversas áreas.  La transformación implica, entre otros, cambios curriculares en las estructuras académicas, la relación con la sociedad y los modelos de gestión (Oficina de Estadística y Análisis Prospectivo – MPPES, 2009).

[9]  Primer Plan Socialista -PPS- del Desarrollo Económico y Social de la Nación para el período 2007 – 2013.

[10] El 12 de octubre del año 2006 el Presidente Chávez anuncia la expulsión del territorio nacional de la misión Nuevas Tribus. Esta misión es acusada de realizar trabajos de prospección geológica y mineral en el Amazonas venezolano  así como de graves violaciones a los derechos humanos de pueblos indígenas  Yekuana, Yanomami y Wotuja.

[11] Sabino Romero  fue asesinado el 3 de marzo de 2013 por sicarios.

[12] Pez de río de alto valor proteíco.

[13] David Palmar no es estudiante de la UIV. Sin embargo, se consideró  importante su testimonio por  considerarse joven indígena desde la cultura Wayú, pueblo de mayor presencia en el territorio nacional. Palmar cursó estudios en la Universidad del Zulia. Es documentalista y ha participado en  encuentros nacionales   e internacionales de realizadores audiovisuales indígenas. Es cofundador de la  MICIV – Muestra Internacional de Cine Indígena de Venezuela

[14] Comunidad Yekuana en Alto Ventuari

[15] El “habla calé” es relacionado al menos en las ciudades de  Venezuela,  al tono de voz y  a los términos que emplean los  jóvenes transgresores. Es una forma de hablar, de expresarse que denota ante el Otro que lo juzga, la presencia de un “joven malandro”. El joven que habla calé es  etiquetado de  forma negativa.

[16] Siglas de Universidad Pedagógica Experimental Libertador

[17]  Siglas de Fundación Gran Mariscal de Ayacucho, institución que promueve becas para cursos de pregrado

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Por qué el modelo ‘multicultural’ norteamericano es una catástrofe política en Europa e Israel

Gadi Taub

Tan rutinario ha llegado a ser el uso de la palabra “multiculturalismo”, que ahora se invoca para describir cosas harto distintas. En alguno de sus uso populares, es meramente un sinónimo de pluralismo. No hay, huelga decirlo, problema ninguno con esta forma de presentar la perspectiva liberal-progresista democrática. Sin embargo, originariamente, el término refiere a algo mucho más drástico, a una criatura de la ideología posmoderna. Porque, en la medida en que el posmodernismo sostiene que no existe la verdad, el multiculturalismo asevera que todas las culturas están a la par y valen lo mismo. A sus propios ojos, la actitud multiculturalista no sería sino una ampliación de la democracia, una extensión de esta desde de los seres humanos hasta los valores. No bastaría con reconocer          que todos los seres humanos son iguales; la verdadera igualdad requeriría que respetáramos igualmente también todas sus culturas.

El sencillo argumento contiene una contradicción: acordar igual valor a las culturas puede tener por efecto el socavamiento de la igualdad entre humanos, y no sólo su expansión. Garantizar igual estatus a una cultura en la que las mujeres son propiedad de los hombres, o en la que se permite la esclavitud, no es extender la democracia. Pero a despecho de esa contradicción flagrante, la retórica multiculturalista ha llegado a arraigar en amplios segmentos de la elite occidental hasta convertirse en la piedra angular de la corrección política. Del “Otro” sólo puede hablarse en términos que (a oídos liberal-progresistas) sólo pueden ser positivos. En esta conversación, el Otro es usualmente percibido sólo como víctima y como santo.

Si escuchamos atentamente el discurso de los elementos progresistas en Europa sobre la cuestión de los refugiados, nos percataremos de lo profundamente arraigado que ha terminado por estar este discurso. Lo que a uno le está permitido decir es que los encuentros culturales son productivos, que la diversidad enriquece y que el contacto con la “otredad” expande nuestros horizontes.

Pero hay algo engañoso en esa celebración acrítica de la multiciplicidad. Habla de la “Otredad”, pero se niega a mirarla de frente; se declara partidario de la diversidad, pero presume de uniformidad. En otras palabras, es una forma de autoengaño. A pesar de su (confundente) nombre, la postura conocida como “multiculturalismo” se funda en un supuesto de monoculturalidad, y es a saber: que por debajo de todos los malentendidos, todos compartimos las mismas creencias liberal-progresistas básicas. Lo cierto es que el colorido mosaico que quienes abrazan esos enfoques crean en su mirada mental sólo funciona cuando no es en realidad tan colorido. O tal vez sea mejor decir que el mosaico sólo puede existir cuando todas las partes son ellas mismas entusiastas de los mosaicos, es decir, sólo cuando todos los elementos comparten la misma pasión por la multiplicidad y están igualmente encantadas con la diversidad.

Paradójicamente, cuando todo el mundo cree en la diversidad, la diversidad no existe realmente. Por debajo del superficial parloteo sobre la multiplicidad, lo que encontramos es el supuesto liberal-progresista de la unidad. Evidentemente, si todas las “culturas” fueran liberal-progresistas, no habría el menor problema con esta posición. Sin embargo, si una de ellas no lo es, esta posición no ofrece solución ninguna. El multiculturalismo, así pues, nos ofrece una solución sólo en el caso de que no tengamos un problema. Como en el resto de Occidente, en Israel compramos también este punto de vista errado, conforme al cual el liberalismo progresista presenta su unidad como multiplicidad: se lo compramos a los EEUU, bajo los auspicios de modas académicas que, aun vendidas bajo rótulos diversos, no dejan de guardar relación entre sí. Las más extendidas son el posmodernismo (las versiones que llegaron a destacar más tienen una impronta antes norteamericana que francesa), la teoría crítica (las versiones que llegaron a destacar más tienen una impronta antes norteamericana que marxista), los estudios culturales, los estudios de género, los estudios poscoloniales y otras modas académicas similares. Todas ellas están incardinadas en el liberalismo progresista norteamericano, y al comprarlas, hemos comprado también sin saberlo el liberalismo progresista norteamericano. Para los académicos norteamericanos, el liberalismo progresista es tan manifiestamente evidente, que su presencia, como el aire que respiramos, resulta transparente e intangible.

Dios es liberal-progresista

El liberalismo progresista norteamericano, que se desarrolló en el seno de una sociedad de migrantes, tuvo que lidiar desde el principio mismo con la cuestión de crear unidad a partir de la multiplicidad. Y encontró soluciones eficaces. También en Norteamérica el punto de vista multiculturalista entraña autoengaño. Pero, en su caso, el autoengaño fue beneficioso, asentadamente yuxtapuesto como estaba sobre el fundamento de un consenso profundo y de amplio alcance.

Las fuerzas asimilacionistas en Norteamérica son tremendas, y las presiones que esas fuerzas ejercen sobre las gentes para que se adapten son asimismo tremendas. Por varias vías, tanto de facto como de iure, la asimilación exige que los migrantes acepten los valores morales básicos del país: el individualismo, los derechos naturales, la igualdad de género, la democracia, el capitalismo y una concepción contractualista de la sociedad y de las relaciones humanas. Eso es condición necesaria para llegar a ser parte del sueño norteamericano. Si tú tienes otros sueños, Norteamérica no tardará en pulverizarlos y aventarlos eficientemente, no vaya a ser que pongan en peligro el consenso moral. Es verdad: la diversidad tiene un lugar bajo ese paraguas liberal-progresista, pero no fuera.

Uno de los más importantes progenitores de la fórmula norteamericana que con tanta eficacia transformó la multiplicidad en unidad fue Thomas Jefferson, quien redactó el Estatuto de Virginia para la Libertad Religiosa de 1786. Jefferson halló una vía de salida cuadrando el círculo mediante un desplazamiento de énfasis en los argumentos a favor de la libertad de religión. Huelga decir que no estaba sólo a la hora de creer en la libertad de religión. El grueso de los progresistas de su tiempo coincidían en que era malo para el Estado intervenir en las creencias religiosas de los ciudadanos. Pero los argumentos habituales pasaban generalmente por sostener que nadie tenía acceso directo a las intenciones divinas. En la medida en que también el Estado carecía de ese acceso, no debía decidir por nosotros qué creer. Ello es que Jefferson invirtió la fórmula. El Estatuto por él redactado se abre con esta rotunda declaración: “Dios ha creado la mente libre”. En otras palabras, la libertad de religión misma es un mandato divino. La razón que debemos avanzar no es falta de acceso a las intenciones de Dios, sino todo lo contrario: ahora sabríamos que Dios mismo es un progresista. Y así comenzó a santificarse la unidad a través del lenguaje de la multiplicidad.

La fórmula de Jefferson experimentó con el tiempo múltiples transformaciones. Pero la versión relevante para lo que aquí interesa es la que surgió del fracaso y derrota de la rebelión estudiantil de los años 60 del siglo pasado, que reflejó una seria decepción de los jóvenes norteamericanos con su país. Esa versión anduvo inextricablemente amalgamada al amargo sabor de esa decepción, y trajo entonces consigo el kitsch moral que convirtió la  autoflagelación en un fácil substituto teatral de la verdadera autocrítica.

La gran campaña y el kitsch moral sesantaiochesco en los EEUU

La revuelta de los 60 en los EEUU fue varias cosas muy distintas. Pero por unos momentos pareció como si todas las facciones convergieran en una protesta común contra un único adversario: “el sistema”. Se llegó a creer que el sistema –el establishment— genera varios tipos de males allí donde penetra: la discriminación contra los negros en el Sur, la guerra de Vietnam, el machismo, el tratamiento de los gays como pacientes psiquiátricos, la criminalización de la disidencia, etc. Todos esos males serían curados cuando las masas –el pueblo— se los sacudiera de encima. Y entonces, en vez del uniforme cemento gris de la opresión del establishment, florecerían mil flores, cada una con su propio color y a su propio modo. El movimiento estudiantil, el movimiento de derechos civiles, el feminismo, las manifestaciones de Stonewall de la comunidad gay y la protesta contra la guerra de Vietnam: todo formaba parte de la misma campaña. O eso parecía.

El primer revés serio y profundo experimentado por ese supuesto de partida llegó en 1966, cuando el movimiento de derechos civiles de Martin Luther King Jr. Quedó bajo el control de los partidarios del “poder negro” y del “orgullo negro”. Stokely Carmichael resultó elegido líder del Comité Estudiantil de Coordinación No-violenta (la rama juvenil del movimiento de King) e, inmediatamente, exigió que todos los blancos que lo habían apoyado fueran expulsados. Los Panteras Negras comenzaron a ocupar la primera fila, y Malcom X se convirtió en una celebridad. Mientras que King hablaba en nombre de los valores comunes y abrazaba la integración, la generación de líderes que le sucedió se rió de él como ejemplificación de un nuevo Tío Tom que se allanaba a l os caprichos del establishment con tal de resultar aceptable para los blancos. La integración misma se convirtió en algo peyorativo, en símbolo de la pérdida del autorrespeto y de la identidad. En vez de integración, los jóvenes líderes decían querer la segregación voluntaria, el orgullo de la propia identidad diferencial y una cultura separada.

Luego vinieron los choques entre los partidarios de los Panteras Negras y el movimiento feminista. En la última convención del movimiento estudiantil organizado –celebrada en 1969 en Chicago—, los Panteras Negras descalificaron a las feministas como “el poder de las mininas”. Furiosas, las mujeres se largaron.

La protesta contra la guerra en Vietnam tuvo una dinámica propia. En sus márgenes, se transformó en un apoyo incondicional al comunismo fanático del Vietnam del Norte. Algunos de los líderes del movimiento buscaban explícitamente, en efecto, la derrota del propio país, una posición que les costó el apoyo de los partidarios moderados de la paz. Poco después del fin de la década, los distintos tributarios de la revuelta parecían haber florecido en un sinnúmero de direcciones. Cada quien fue por su propio camino y se atuvo a su propia lucha. Por un tiempo.

En las dos décadas que siguieron, volvieron a reagruparse paulatinamente bajo los auspicios de la academia y bajo la bandera del posmodernismo. A partir del activismo social y político, el movimiento de protesta se convirtió en una teoría académica, y, en teoría, todas las luchas podían volver a verse como una sola lucha. El marco posmoderno, según se entendió en Norteamérica, podía volver a conjurarse en la magia jeffersoniana: todas las fes están en pie de igualdad, a condición de que acepten la igualdad de todas las fes. El pluralismo se convertía así en una fuerza unificadora. El Dios del nuevo discurso –eso parecía— era él mismo pluralista.

Por lo pronto, el nuevo espíritu posmodernista pareció tener un impacto diferenciado en los distintos veteranos de las luchas de los 60. Los participantes en las turbulentas manifestaciones contra la Guerra de Vietnam encontraron en Edward Said el oportuno adalid de su oposición al imperialismo y al colonialismo. De acuerdo con el historiador y crítico literario, las raíces del colonialismo y el imperialismo occidentales en todas sus encarnaciones descansan en el patrocinio del discurso occidental que “construye” a Occidente como un sujeto racional-científico y al Este, como un objeto primitivo de “nuestro” conocimiento. Así justificaríamos “nosotros” nuestro papel. Para quienes hubieran leído a Herbert Marcuse en los 60 y a Foucault en los 70, nada resultaba más fácilmente aceptable.

El feminismo de la época, que se hallaba en medio de una crisis propia, adoptó lo que sus partidarios llamaron inicialmente la “teoría de la perspectiva”. También el feminismo desplazó el peso del discurso para dar primacía al concepto de “género” (que ya había tenido su momento entre los enterados a fines de los 60). Como en el caso de Said, y conforme a esa posición, el conocimiento referido a la feminidad y la masculinidad habría sido producido por hombres desde la perspectiva masculina, razón por la cual estaría concebido para justificar la desigualdad existente. Y también como en el caso de Said, el discurso construiría al Hombre como sujeto y a la Mujer como el objeto.

Análogamente, la lucha de Stonewall Inn, en la que la comunidad gay exigía que la policía dejara de molestarlos, encontró una renovada expresión en la deconstrucción del discurso psiquiátrico y en la reencarnación en un nuevo campo académico escindido de los estudios de género: los estudios queer.

El movimiento de derechos civiles, la más antigua de las manifestaciones de rebelión de los 60, no tuvo problemas para adaptar el separatismo negro a la nueva terminología. El “discurso hegemónico” es “blanco”, y la manera de erradicar la opresión sería sacar a la cultura negra de su influencia. Los problemas sociales, políticos y económicos se reencarnaron en una discusión de identidades, culturas y discursos.

Una tras otra e imperceptiblemente, todas esas nociones convergieron, se identificaron unas con otras y empezaron a reconstruir, ladrillo a ladrillo, la vieja imagen de la lucha común contra el “sistema”. Este término fue substituido por otro nuevo –“discurso hegemónico”— en el que todos los grupos marginalizados, por lo mismo que eran sus víctimas, eran también socios en la lucha por su desmantelamiento. De esta forma, la diferenciada separación de cada movimiento terminó siendo la base definitoria de lo que todos tenían en común. El separatismo negro, la perspectiva feminista, la singularidad queer y la confianza en la autodeterminación del Tercer Mundo, todo se fundía en una sola visión con sólo fijar un adversario común y fantasear una estrategia de combate contra él.

La imagen del círculo central del monopolio hegemónico

Aunque la jerga se hinchó y las formulaciones derivaban en enredizos, la tesis misma era pegadiza y simple. El núcleo del nuevo paradigma es la idea de que el grupo dominante (definido, en remedo de Gramsci, como “hegemónico”) posee el monopolio de la fábrica de conocimiento. Ese grupo crearía el discurso que construye el mundo social al servicio de la continuación de su dominio. El discurso se presentaría a sí mismo como “universal”, pero eso no sería sino la manera de justificar su deseo de imponerse banderizamente a los demás.

Imaginen ustedes, si quieren, un círculo central que contiene al grupo hegemónico: varones tan blancos y europeos como rectos. Son quienes fabrican nuestro conocimiento, y ese conocimiento está concebido para justificar su estatus dominante. Ahora tracen ustedes círculos más pequeños fuera del círculo hegemónico principal, cada uno de los cuales representa a un grupo: mujeres, negros, gays y el Terecr Mundo. Bueno, pues ya tienen ustedes el formato de la concepción multicultural. Todos esos grupos necesitan asaltar al centro desde distintas direcciones, desmantelar su discurso y reemplazarlo por otro diferente, liberador y cuyo pluralismo contrasta con la uniformidad de la hegemonía.

Es un modelo de claridad cegadora. Es elegante y económico. Pero lo que gana en elegancia lo pierde en su incapacidad para iluminar la compleja realidad de los cruces culturales. Sin una multiplicidad de culturas, y cuando todas las culturas comparten un amplio y profundo consenso, como en el caso del liberalismo progresista norteamericano, los problemas saltan con menor frecuencia. Pero una vez se sale de los EEUU y se entra en ámbitos en los que ese consenso no existe –Europa, pongamos por caso, o la sociedad de inmigrantes que es Israel— el modelo se desploma a la primera de cambio. No hay razón para suponer –digámoslo con cautela— que la lucha de un migrante musulmán en Alemania para preservar su identidad frente al centro hegemónico lo convierte en un aliado natural de los gays alemanes que pugnan por el matrimonio del mismo sexo.

El aislamiento de los ultraortodoxos haredim en Israel frente a la hegemonía del discurso sionista no necesariamente promueve las aspiraciones de las mujeres haredim. Análogamente, la campaña de las mujeres egipcias contra la circuncisión femenina no necesariamente va de la mano de quienes buscan proteger la identidad egipcia contra las influencias occidentales. Porque, a despecho de todos esos modelos elegantemente simples, no todas las formas de opresión dimanan del “centro hegemónico”.

La confusión creada por el modelo multicultural puede llegar a observarse desde dentro de su propia pureza geométrica. Es analíticamente engañoso. Porque los grupos marginales que dibuja –mujeres, negros, indígenas, pueblos del Tercer Mundo, gays, etc.— no son grupos “separados”, sino categorías sociales intersectantes. El modelo no funciona, porque las categorías se solapan. Resulta que, sorprendentemente, hay mujeres que son negras, lesbianas que son árabes, haredims que son gays, y así todo. Por eso el modelo oculta un hecho palmariamente simple, y es a saber: que algunos tipos de opresión se generan en los márgenes. Pero los márgenes están fuera del alcance de la crítica, ni que decir tiene.

Lo cierto es que, así que hurgamos un poco en la jerga de la retórica multicultural, caemos inmediatamente en la cuenta del absurdo de su núcleo. Saturado como está por el espíritu del liberalismo progresista, de uno u otro modo viene a suponer que ese liberalismo no es lo suficientemente progresista, mientras que todos los adversarios del mismo, por una u otra razón, lo serían más que él. Así pues, no es tan sorprendente que, para ocultar tamaña contradicción, se precise de jerga tan superlativamente fosca.

Los Panteras Negras no eran feministas; Ho Chi Min no era uno de los Justos Entre Las Naciones; los rabinos del partido Sha no son defensores de los derechos de la comunidad gay; y el final de la ocupación israelí de la Franja de Gaza no convierte a Hamás en una organización amiga de los Derechos Humanos. El supuesto de que el pluralismo democrático y la libertad política han de dimanar necesariamente de los márgenes carece de todo fundamento en la realidad. El ilogismo admite una formulación sumaria: todo el modelo descansa en un kitsch moral que identifica victimización con justicia. Desgraciadamente, sin embargo, en el mundo real las víctimas no son necesariamente santos, y mucho menos santos liberal-progresistas.

Consciencia de élites

Pero el modelo multicultural no versa sobre la realidad; versa sobre la consciencia de las elites. Ignora el hecho de que, en una sociedad migrante, la multiplicidad es, por lo pronto, el problema, y no, por lo pronto, la solución. Porque una sociedad de este tipo necesita, para empezar, sentar los fundamentos comunes sin los cuales la solidaridad resultaría inviable, un escenario político congruente, imposible, e inconcebible un igual acceso a los recursos. Sólo luego de resolver eso puede empezar a tener sentido el disfrute de la multiplicidad. En contra de la impresión creada por su retórica, el multiculturalismo es una ideología generada en el centro, no en los márgenes.

En el actual clima de opinión, como es harto sabido, está terminantemente prohibido decir nada bueno sobre el melting pot del mestizaje israelí. Y en efecto, la institucionalización del mismo es susceptible de crítica. Pero debería recordarse que su otra cara es la igualdad, así como un sentido de pertenencia, y que ambas caras son interdependientes. Una común identidad significa solidaridad, responsabilidad común, destino compartido.

Mapai, el precursor del laborismo de izquierda en Israel, también puso por obra agresivas políticas a favor de la igualdad económica. En vivo contraste con eso, el ataque de los multiculturalistas al melting pot israelí es parte del espíritu neoliberal de la época de la sociedad de mercado. La “privatización de la identidad”, como ha llamado a estas tendencias el Dr. Daniel Gutwein, es el espejo cultural de la privatización económica, y el ataque al éthos común es un ataque al más importante baluarte con que cuenta la defensa de los débiles: la solidaridad generalizada.

El multiculturalismo representa, así pues, y en resolución, un ataque a la igualdad concreta, un ataque apenas camuflado tras la pantalla de humo de la igualdad simbólica. Publicita y vende la indiferencia como preocupación por el “Otro”, el narcisismo como empatía y las inquietudes de la consciencia de la elite como sentido imaginario de responsabilidad para con los márgenes de la sociedad.

 

Fuente : Publicado inicialmente en Sinpermiso /http://www.sinpermiso.info/textos/por-que-el-modelo-multicultural-norteamericano-es-una-catastrofe-politica-en-europa-e-israel

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